Tema 9: Las Transformaciones económicas Introducción En el siglo XIX se produce la industrialización en gran parte de Europa occidental aumentando la producción de bienes de una manera desconocida hasta entonces. La industrialización supuso un cambio en las formas de producir, en las formas de propiedad y en la organización de la sociedad. España al igual que los países del sur y este de Europa quedaron al margen de la consolidación de la industrialización. El proceso de la industrialización en España se inició a partir de 1830 cuando, tras la independencia de las colonias americanas, se repatrían los capitales españoles. A finales del XIX se ha industrializado el País Vasco, Asturias y Cataluña. Aunque a comienzos del XX España sigue siendo un país eminentemente agrícola con un sector industrial muy limitado incapaz de competir en el mercado exterior y no va a ser hasta la década de los 60 del siglo XX cuando España complete su industrialización. Durante el siglo XIX la economía se basa en la agricultura. La riqueza proviene del cultivo de la tierra, Prevalece el cultivo extensivo del cereal, del olivo y de la vid, que conforman la trilogía mediterránea de secano, de rendimientos escasos, propios de una agricultura de subsistencia. Sólo en los cultivos especializados de huerta y árboles frutales del litoral mediterráneo se aplica una explotación más avanzada y con mayores rendimientos. La propiedad cambio de manos como resultado de las desamortizaciones. El transporte y el comercio mejoraron con la creación de una red ferroviaria y con la creación de un mercado único al suprimirse las aduanas interiores. 1 Agricultura 1. 1 Los Problemas de la Agricultura La agricultura española presentaba diversos problemas entre ellos: la mala calidad de la mayoría de las tierras, lo accidentado del relieve, las adversas condiciones climatológicas (sequía estival), falta de inversiones, pero sobre todo la estructura de la propiedad de la tierra. Ya desde el siglo XVIII los ilustrados vieron la necesidad de modernizar la agricultura. Pero no lo consiguieron al ser la mayor parte de las tierras propiedad de la nobleza y de la iglesia. El carácter rentista y poco emprendedor de estos propietarios impidió que se produjera un desarrollo similar al del resto de los países europeos. Para mejorar la agricultura era necesario invertir en abonos, maquinarias, introducir nuevos cultivos, buscar nuevos mercados.... Pero a los propietarios de las tierras poco les interesaban estos temas ya que ellos anualmente recibían las rentas que abonaban sus arrendatarios. Los campesinos eran demasiado pobres para realizar las transformaciones necesarias. La cosecha recogida se repartía entre el pago al propietario, pago del diezmo, pago de impuestos al Estado quedando al agricultor lo mínimo para subsistir. Si a esto añadimos que muchas de las tierras eran de manos muertas, es decir que no se podían vender, entenderemos la situación de la agricultura española. Los gobiernos liberales aplicaron una serie de medidas con los objetivos de destruir las estructuras del Antiguo Régimen (mayorazgo, tierras vinculadas, propiedad feudal), modernizar la agricultura y establecer un sistema agrario de propiedad y explotación propia de una economía capitalista. Tanto en el gobierno de Godoy, como en Las Cortes de Cádiz y en el Trienio liberal se había intentado realizar cambios en la estructura de la propiedad agraria. Pero fueron los liberales progresistas durante el reinado de Isabel II los que tomaron las medidas más drásticas: las desamortizaciones • Desamortización de Mendizábal (1836).Realizada durante la Regencia de Mª Cristina Se pusieron a la venta las tierras de la iglesia para ello fue necesario prohibir las órdenes religiosas, expropiar todas sus propiedades y ponerlas a la venta a precios muy bajos. Con los ingresos obtenidos por la venta se sufragó la primera guerra Carlista, se mejoró la Hacienda pública al disminuir la Deuda pero no se creó “una familia de propietarios que hará producir las tierras y creará asía gran riqueza” como era el objetivo de Mendizábal. • Desamortización de Madoz (1855). Realizada durante el Bienio Progresista. Se ponen a la venta las tierras de los Ayuntamientos (tierras comunales). La forma de pago fue la misma que en la primera desamortización bien mediante el pago en metálico o bien con títulos de Deuda Publica. Los ingresos obtenidos fueron para financiar del ferrocarril. Las consecuencias de las desamortizaciones fueron: - - - Comportaron un cambio de propiedad. El 40% de las tierras cambiaron de dueños pero los nuevos propietarios fueron nobles, comerciantes e industriales que veían en las posesión de la tierra un signo de prestigio y de estabilidad económica. Algunos de los latifundios andaluces actuales se crearon en esta época. Muchos agricultores empeoraron su situación ya que perdieron los derechos para utilizar las tierras comunales. Muchos campesinos se convirtieron en jornaleros Aumentó la superficie cultivada y la producción total No aumentó la productividad al no mejorarse las técnicas de cultivos No emergió una nueva clase social de propietarios rurales. Perdiéndose una oportunidad para disminuir las desigualdades sociales y favorecer una mayor expansión de la producción agraria e industrial ya que al enriquecerse los campesinos aparecería un amplio grupo social que demandaría productos industriales 1. 2.Avances y evolución de la Agricultura A partir de la segunda mitad del XIX, en la costa mediterránea se fue imponiendo una agricultura destinada a la venta tanto en el mercado nacional como en el internacional. Los cultivos más destacados fueron: la vid fue el cultivo estrella aumentando tres veces su exportación al estar las vides francesas infectadas (filixera). Las zonas más destacadas son: Jerez, la Rioja, Penedes..., los cítricos también experimentaron una creciente demanda exterior en la costa levantina, el arroz en el delta del Ebro y la Albufera, la caña de azúcar en la costa andaluza, el aceite de oliva en Córdoba y Jaén. La mayoría de las tierras de cultivos seguían destinadas al cultivo de cereales: alimento básico para la población, ocupaban tres cuartas partes de la tierra cultivada. Existía un estancamiento en la producción y bajos rendimientos por hectárea. Predominaba el cultivo extensivo, poco competitivo, que hacía necesario el proteccionismo estatal para evitar las importaciones extranjeras. En momentos determinados se exportaron como en la guerra de Corea (1853-56), o en la franco-prusiana pero nuestro trigo no podía competir con el francés, o el inglés En resumen la estructura de la propiedad siguió siendo ineficaz para modernizar la agricultura. Junto a los latifundios de Extremadura, Castilla la Mancha y Andalucía donde una minoría de rentistas eran los propietarios de la mayoría de las tierras, lo que origina una gran masa de jornaleros que malviven y que en épocas de crisis van a exigir mejorar sus condiciones de vida, perviven los minifundios en Galicia que al no dar para vivir obliga a la emigración, sobre todo a América, a muchos campesinos. Las escasas transformaciones realizadas en la agricultura española dificultaron la industrialización ya que no se contó con una población sobrante en el campo ni con una masa de consumidores con capital necesario para demandar productos industriales. Por otra parte las diferencias entre los países europeos que se están industrializando y transformando su agricultura y España será cada vez mayor. 2. Industria En España la Revolución Industrial afectó al País Vasco, Asturias y Cataluña, en el resto del territorio nacional la industrialización fue mucho menor manteniéndose muy alejada de los logros obtenidos en otros países europeos como Gran Bretaña, Francia... España a comienzos del XX seguía teniendo un escaso desarrollo industrial (1/5 de la renta nacional). 2.1. Causas del atraso industrial • Una economía agraria sin modernizar en la que pervive una mayoría de campesinado pobre, hambriento, sin capacidad económica para comprar la producción industrial. La elevada tasa de analfabetismo impide la formación de trabajadores con un nivel profesional y técnico necesario para el desarrollo y utilización de la tecnología industrial (el capital humano es, por tanto, escaso). • No hay un mercado nacional porque la deficiente red de transportes y comunicaciones terrestres dificulta y encarece los intercambios en el interior de España. Se mantienen los mercados locales y comarcales, propios del Antiguo Régimen. • La escasez de capitales fue otra traba importante que necesitó de la importación de inversiones extranjeras (francesas y belgas en su mayoría). La agricultura era incapaz de producir los suficientes beneficios que permitieran la acumulación de grandes capitales. La burguesía y la nobleza preferían invertir en la compra de tierras desamortizadas o Deuda Pública — inversiones seguras, sin riesgo, aunque con bajos beneficios— antes que arriesgar sus capitales en financiar inversiones industriales. El capital utilizado en la industria española provino del extranjero y de las ayudas del Estado. • La falta de fuentes de energía: falta de cursos de agua, mala calidad del carbón nacional . 2.2. Industria textil Catalana En Cataluña se va a desarrollar una importante industria textil algodonera gracias a la existencia de capital procedente del comercio, al espíritu de iniciativa y de riesgo de los industriales catalanes y al proteccionismo aplicados por casi todos los gobiernos liberales. A mediados del XVIII ya existía en Cataluña una importante industria manufacturera de indianas (tejidos de algodón estampados) a finales del XVIII se inicia la mecanización en el hilado (Jenny) con máquinas inglesas, A comienzos del XIX la prohibición de entrada de algodón hilado consolidó esta industria aunque tuvo un período de decadencia durante la guerra de Independencia (1808-14) A partir de este período y pese a la independencia de las colonias americanas la industria catalana no paró de crecer ni de modernizarse. En 1833 se instaló la primera máquina de vapor y en 1861 la mecanización de los telares era de un 50%. Las causas de esta mecanización hay que buscarla en la falta de mano de obra lo que originaban salarios altos y altos costes de producción por lo que hacía rentable la inversión en maquinaria que originó una disminución en los costes de producción y en el precio de venta de los tejidos lo que estimuló una demanda mayor. A partir de 1861 entra en una fase de decrecimiento a causa de la falta de materia prima al no llegar algodón de EEUU (Guerra de Secesión) pero se recupera a partir de 1874 cuando se mecaniza totalmente el tejido. En Cataluña se concentró también la industria lanera (Tarrasa y Sabadell) que en otras épocas estaban establecidas en Castilla, lo mismo ocurrió con la industria de la seda. En resumen, la industria del algodón, pionera en la modernización económica, se concentró en Barcelona. Los textiles catalanes desplazaron a los británicos en el mercado español gracias al proteccionismo arancelario y el monopolio colonial en Cuba y Puerto Rico. 2.3. Minería e Industria Siderúrgica Minería: entre 1874 y 1914 tuvo lugar la explotación masiva de los ricos yacimientos mineros del subsuelo español: hierro, carbón, mercurio, cobre, plomo y cinc. Sin embargo, apenas tuvo efectos sobre la economía del país porque, tras la legislación minera de 1868 que permitió la desamortización del subsuelo, como no existían empresas ni suficiente capital español que pudiese acometer la explotación minera, la explotación de los yacimientos se concedió a compañías extranjeras (francesas, belgas y británicas) a cambio del dinero necesario para solventar el déficit de la Hacienda española. El destino de estas explotaciones fue la exportación dada la escasa demanda interna, el atraso industrial, incapaz de absorber la producción minera. Los principales yacimientos mineros de plomo se localizaban en Linares y La Carolina (Jaén), de mercurio en Almadén, de cobre en Riotinto (Huelva), de hierro (materia prima de la siderurgia) en Málaga y Vizcaya, de carbón (fuente de energía para los altos hornos) en Asturias, León y Sierra Morena. El carbón español, hulla de baja calidad, no pudo competir con el inglés. Cuando bajaron los aranceles, 1869, necesitó de ayudas del Estado para mantener su extracción. Las ayudas estatales fueron desde mantener altos los aranceles hasta la obligatoriedad del uso del carbón español para poder acceder a subvenciones. Los principales yacimientos de hierro se localizaban en el País vasco. Hierro de gran calidad, sin fósforo, su explotación estaba en manos de empresas españolas, inglesas y francesas su finalidad era la exportación a Inglaterra, Alemania y Bélgica. A partir del XX fue menos solicitado por encontrarse un procedimiento de obtener acero a partir de hierro con fósforo, pero para entonces ya se había acumulado capital necesario para financiar su propia industria siderúrgica Siderurgia: Las primeras instalaciones siderúrgicas se establecieron en Málaga entre 1840 y 1860. Empresarios enriquecidos con la venta de vinos y aceites crearon los primeros altos hornos de España para explotar el hierro del yacimiento de Ojén. Fracasaron por la utilización de carbón vegetal, de escaso poder calorífico, cuando utilizaron carbón de coque, inglés o asturiano, aumentaron tanto los costes de producción que no su acero no pudo competir en el mercado Asturias, entre 1860 y 1879 sustituyó al foco malacitano gracias al carbón de las minas astur–leonesas, que tenía menor calidad que el británico, por su difícil extracción y su escaso poder calorífico, pero facilitó el desarrollo de la siderurgia. Vizcaya, desde 1880 se convirtió en el principal centro siderúrgico español. Su éxito se basó en los abundantes yacimientos de hierro y en una emprendedora burguesía vasca, dedicada primero a la exportación de hierro a Gran Bretaña. Con el capital que acumuló durante décadas, creó su propia industria siderúrgica, entre la que destacó bien pronto Altos Hornos de Vizcaya (1902), la mayor empresa española, capaz de producir un tercio del acero de todo el país. A través del eje comercial Bilbao-Cardiff se exportaba el hierro vizcaíno a Cardiff y de este puerto galés se importaba carbón de coque, de mayor poder calorífico que el asturiano. Estas relaciones facilitaron la importación de tecnología británica, como el convertidor Bessemer empleado en la obtención de acero. El auge de la industria siderúrgica provocó el desarrollo de otros sectores industriales, la industria vasca se diversificó: construcción naval, químicas, eléctricas, compañías de seguros, bancos como el Bilbao y el Vizcaya que supusieron un apoyo financiero para la industria. 2.4. Difusión de la industria (1874-1930) En el último tercio del XIX en la mayoría del territorio nacional, salvo en Cataluña y P. Vasco, las actividades industriales continuaban siendo tradicionales: alimentación (harina, aceite, conservas, vinos...), vestidos, papeleras, cerámicas... pero gracias a la aparición de nuevas fuentes de energía: electricidad y petróleo se produce una expansión de nuevas industrias como la metalúrgica impulsada por la demanda de máquinas y por el desarrollo de la siderurgia vasca en Sevilla y Cataluña, construcción naval, química... Madrid se convirtió en el tercer foco industrial debido a su fuerte crecimiento demográfico y a su papel como capital y centro administrativo de España. Se consolidaron los profundos desequilibrios regionales entre las zonas industriales: Madrid, P. Vasco, Cataluña y C. Valenciana y el resto del territorio nacional. La electricidad primero se utilizó para iluminar las ciudades y a partir se 1914 permitió mecanizar la totalidad de la industria. El petróleo permitió la segunda revolución de los transportes: automóvil 3. El transporte y las comunicaciones Hasta la mitad del XIX el transporte de mercancías y personas se realizaba por medio de carros y carruajes. Era lento y complicado. La red de caminos y carretera era escasa. A partir de 1850 se estableció el sistema de correos y se inauguró el servicio de telégrafos en las principales ciudades. Permitiendo la expansión de la prensa diaria. El desarrollo de la producción y del comercio exigía la creación de una red de transporte moderna: el ferrocarril El ferrocarril ofrecía una serie de ventajas: rapidez, reducción del coste del transporte y aumenta la demanda de hierro y carbón. Podía ser un motor para el resto de los sectores económicos. Durante el Bienio Progresista se aprobó la Ley de Ferrocarriles, 1855, en la que se reguló su construcción. En la ley se facilitaron a las compañías constructoras una serie de ventajas: unos beneficios mínimos, la importación de tecnología y material exenta de pagar aranceles, subvenciones por km construido. Estas medidas beneficiaban a las empresas e industrias extranjeras, sobre todo francesas, pero no a la siderurgia vasca ni a la incipiente industria española. La red ferroviaria se construyó en varias etapas: En 1845 se creó la primera línea que unió Barcelona - Mataró Entre 1856-65 se tendieron 4500 km A finales del XIX estaba ya construida la red básica de ferrocarril con más de 13.000km. El Estado otorgó las concesiones de construcción del ferrocarril a empresas privadas en subasta pública. Se aceptó siempre la oferta más barata, de manera que la calidad del tendido ferroviario español fue pésima. Cada línea se quedaba en manos de una empresa que se encargaría de construir el tendido y mantendría su explotación durante 99 años. La concepción de la red ferroviaria española fue un trazado radial, con centro neurálgico en Madrid, que dejaba mal comunicadas entre sí las áreas periféricas. El ancho de vía español más ancho que el europeo dificultó las comunicaciones con Europa. Los motivos que se adujeron para justificar este diferente ancho de vía fueron de defensa nacional —para dificultar la posible invasión del país utilizando el trazado ferroviario— y para poder utilizar locomotoras con calderas de mayor potencia que permitieran salvar las grandes pendientes de la orografía peninsular. Pese a los inconvenientes citados la creación de la vía ferroviaria facilitó el intercambio de mercancías y personas y permitió la articulación del mercado interior. 4. Comercio e intervención del Estado Comercio Exterior: Durante el XIX aumentó las relaciones comerciales con otros países aumentando las exportaciones. Hasta 1850 el crecimiento fue moderado pero a partir de ese año el crecimiento se aceleró. Se exportan productos agrarios (vino, aceite de oliva, frutales), minerales y tejido de algodón (Cuba y Puerto Rico) Se importa algodón en rama, carbón y productos manufacturados. A partir de la pérdida de las colonias americanas los países con los que hay mayor relación comercial son Francia y Gran Bretaña. Comercio Interior: A lo largo del XIX se redujeron las aduanas interiores para mejorar el comercio interior. La construcción del ferrocarril también pretendía articular el comercio nacional. Pero a pesar de estas medidas se desarrolló poco porque ninguna de las mediadas anteriores solucionó el principal problema que era el bajo poder adquisitivo de la mayoría de la población. Los principales centros comerciales fueron las grandes ciudades. Intervención del Estado El Estado intervino aprobando o disminuyendo los aranceles exteriores. El proteccionismo y el librecambismo fue el caballo de batalla de este siglo. Los proteccionistas eran partidarios de altos aranceles para asegurarse el mercado nacional (productores de cereales, industriales, asturianos, catalanes y vascos) los librecambistas eran partidarios de disminuir los aranceles y que entraran productos extranjeros así las industrias españolas tendrían que mejorar (exportadores de vinos, aceites, minerales...). Durante la mayor parte del XIX la política seguida por los diferentes gobiernos fue proteccionista, sólo durante el gobierno de los progresistas se siguió una política librecambista. Otras intervenciones del Estado fueron: la Ley de pesos y medidas (Década Moderada) que favoreció la creación de un mercado único, la elaboración de un código civil y otro penal (Década Moderada) que regulaba los delitos económicos y las reglas generales de comercio, la implantación de la peseta (Sexenio Revolucionario) como moneda de cuenta, la exclusividad del Banco de España (Restauración) para emitir papel moneda, la unificación del sistema de impuestos (Década Moderada). Ante la falta de espíritu innovador de las empresas privadas el Estado el papel del Estado fue decisivo para la aparición de los sectores más avanzados y la mejora de las infraestructuras del transporte. También el Estado intervino para reducir el riesgo de la inversión privada mediante privilegios fiscales, subvenciones, pedidos directos de la Administración...