Cuadernos de Campoo - biblioteca sánchez díaz

Anuncio
CC 01
Cuadernos de Campoo
5
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
27
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO
DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
55
SATURIO DIEZ CAYÓN
85
EL ARTISTA Y SU OBRA
CELESTINO CUEVAS,
UN PINTOR DE IDA Y VUELTA
99
ESPACIOS INTANGIBLES
RIAÑO
Cuadernos de Campoo
Época II. Año I. Número 1. Agosto 2008
Cuadernos de Campoo es una publicación de la
Casa de Cultura “Sánchez Díaz”
Equipo asesor:
Javier González Ruiz
Mª Elena Marchena Ruiz
Encarnación-Niceas Martínez Ruiz
Joaquín Gutiérrez Osés
Jesús Allende Valcuende
Daniel Guerra de Viana (Coordinador)
Fotografía de cubierta:
© Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria
Redacción y administración:
Casa de Cultura “Sánchez Díaz”
39200 REINOSA (Cantabria)
Diseño y Maquetación:
Jesús Allende Valcuende
e-mail:
[email protected]
Edita:
Excmo. Ayuntamiento de Reinosa
Imprime:
Gráficas Ebro
ISSN: 1136-9639
Isabel Cofiño
Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
as ermitas y santuarios cántabros son a menudo edificios humildes, impregnados de un
valor que va más allá de lo puramente histórico-artístico, pues se convierten en testimonio de
las creencias y costumbres de los pueblos. Con frecuencia se trata de edificaciones de escaso o nulo
interés artístico, por lo que muchas de ellas van
quedando olvidadas, corriendo el peligro de desaparecer.
La diferencia entre santuario y ermita se fundamenta en el fervor manifestado a la imagen que
guarda el edificio. Los santuarios albergan devociones que agrupan a un territorio extenso, los llamados “territorio de gracia”, mientras que las ermitas
tienen un ámbito de devoción local, generalmente
restringido al lugar donde se erigen. Además, en los
santuarios la imagen es insustituible, mientras que
en las ermitas se puede sustituir.
El hecho de que esa imagen sea insustituible se
debe a que su aparición se vincula a leyendas simples e ingenuas. La más habitual es la que relata el
hallazgo de una imagen por unos pastores o la aparición de la Virgen a unos niños a los que ordena
que se levante el santuario en un determinado
lugar. A partir de aquí la fundación del edificio presenta diversas vicisitudes que, con escasas diferencias, se repiten en las diferentes leyendas. En
general, podemos afirmar que tras estas historias se
esconde el deseo de justificar la ubicación de estos
edificios en un determinado lugar, a menudo de
propiedad discutida y de clara significación económica en virtud de los recursos económicos que contenía.
Los orígenes de las ermitas y santuarios se remontan a los inicios del cristianismo, con la aparición de los primeros eremitas que vivieron en
lugares apartados. Tras su muerte, sus restos y per-
tenencias se convirtieron en reliquias que atrajeron
a los fieles, conformándose diferentes rutas de peregrinación jalonadas por ermitas.
El desarrollo de estos edificios llegó con el Concilio de Trento que, tras sancionar una serie de
prácticas populares, impulsó las devociones a los
antiguos santos y el culto a la Virgen, lo que supuso
la fundación y renovación de muchas ermitas y
santuarios. Este proceso se vio frenado en la segunda mitad del siglo XVIII con la llegada del pensamiento ilustrado, acrecentándose en los siglos
sucesivos.
En Cantabria las ermitas y santuarios repiten las
advocaciones del resto del país. Contamos con mártires de época romana, como Acisclo y Victoria, que
se dice que fueron hermanos de San Emeterio y San
Celedonio; los santos médicos de Cilicia, Cosme y
Damián; San Sebastián, martirizado bajo las flechas
de sus propios soldados, etc. También tenemos advocaciones de los primeros Papas, monjes y obispos,
como San Benito, Santo Toribio, San Clemente o
San Lorenzo. La invasión musulmana hizo que surgieran nuevas advocaciones, como San Pelayo, al
tiempo que el paso de las rutas costeras del Camino
de Santiago propició que se erigieran numerosas ermitas bajo esta advocación.
Las innumerables enfermedades, plagas y males
que aquejaron a la sociedad medieval influyeron en
la expansión del culto a los santos taumatúrgicos
protectores de estos males (San Roque, Santa Lucía,
San Cristóbal…). Desde finales del XIV y a lo largo
del XV se incrementó, de manos de los franciscanos, la devoción a Cristo y a la Pasión, mientras que
el culto mariano fue impulsado por el Concilio de
Trento, en respuesta a los ataques protestantes que
negaban la virginidad de María. La llegada de las
órdenes religiosas supuso el desarrollo de nuevas
L
6
7
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
devociones, como San Antonio de Padua (capuchinos), Virgen del Rosario (dominicos), Nuestra Señora del Carmen (carmelitas)…
A la hora de analizar estos edificios hay que
tener en cuenta la identidad de sus promotores. Respecto a la alta jerarquía eclesiástica hay que señalar
que apenas tomaron parte en la financiación de ermitas y santuarios, dado que lo habitual era que
destinaran sus bienes a la construcción de nuevos
templos.
Con relación a cuáles fueron los fines que guiaron estas fundaciones, podemos afirmar que éstos
fueron muy variados aunque en última instancia
todas estas obras perseguían evidenciar ante sus
convecinos el poder de quien las realizaba. Asociada a esa muestra de poder se encuentra el propio
deseo del promotor de que esa obra se convirtiera
en recuerdo de su figura y de su propio linaje.
Dentro de la jerarquía eclesiástica también debemos tener en cuenta las obras promovidas por los
párrocos, cuya situación económica era bastante
precaria, lo que condicionó el que a la hora de financiar obras artísticas éstas fueran muy modestas
y que fueran ejecutadas por maestros de segunda
fila.
En Campoo contamos con ejemplos, como la
fundación de la ermita de Santa Bárbara de Retortillo por Pedro Gutiérrez de Iglesia, presbítero, cura
beneficiado de esa localidad; o la ermita de los Remedios de San Martín de Elines, que tuvo en el párroco de Arroyuelos, don Martín Alonso, a su
benefactor. En cuanto a la finalidad última que perseguían estas obras, podemos señalar que tan sólo
en los casos en los que los párrocos contribuyeron
con sus bienes para la realización de empresas que
no pasaron a ser de su propiedad podríamos encontrar motivaciones espirituales y piadosas.
En el caso de las parroquias, apenas emprendieron obras en las ermitas y santuarios y generalmente se caracterizaron por su modestia. Frente al
interés que mostraron las parroquias por contar con
los mejores artistas para dar mayor prestigio a sus
iglesias, en el caso de las ermitas y santuarios podría afirmarse que estamos ante una promoción
desinteresada que tan sólo buscó mantener con decencia estos edificios.
Las cofradías en ocasiones financiaron las obras
que se acometieron en las ermitas y santuarios de su
patronato, tal y como ocurrió en la ermita de Santa
Catalina de Laredo, propiedad de la Cofradía de San
Martín, de Hijosdalgo y Mareantes de Laredo, reformada en 1655 por los miembros de esta cofradía.
Tras estas obras se ocultaba una intencionalidad básicamente religiosa, encaminada a glorificar la imagen de devoción propia de cada cofradía, a pesar
de que esto, a partir de la Contrarreforma, conllevase un cierto espíritu propagandístico en el sentido
de que muchas de las advocaciones que daban
nombre a estas cofradías habían sido puestas en tela
de juicio por los sectores protestantes, de modo que
al financiar obras destinadas a ellas se cumplía el
doble cometido de darles culto y de impulsar la devoción de esas advocaciones.
En cuanto a los promotores civiles, destacamos, en primer lugar, a los indianos. El caso más
destacado lo constituye, sin lugar a dudas, el santuario de La Bien Aparecida, patrona de La Montaña, reconstruido, en gran parte, gracias a los
bienes enviados desde el Reino de Indias. Estos donativos, unidos a los de don José de Palacio Villegas
y a las cuantiosas limosnas llegadas desde diversos
puntos de la región y del país, hicieron posible que
en él trabajaran maestros de gran valía, lo que redundó en la calidad arquitectónica del edificio, así
8
9
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
como de sus esculturas y retablos.
En general podemos afirmar que cuando los donativos eran abundantes, en las obras financiadas
por los indianos se buscaba a artistas renombrados
que, además de asegurar la calidad y prestigio de
estas fábricas, introducían en ellas ciertas novedades constructivas. Las intenciones que presidían este
tipo de legados eran muy variadas. Por un lado, hay
que tener en cuenta que tras ellos solía existir un fin
piadoso por parte del donante, interesado en alcanzar la salvación a través de estas mandas testamentarias, si bien esto se constata más en la institución
de obras pías y capellanías que en la propia financiación de obras arquitectónicas. Por otra parte,
también advierte que el fin último de estas donaciones no era totalmente altruista sino que, muchas
veces, imperaba el deseo de perpetuar la memoria
de su linaje y de consolidar los símbolos dinásticos,
tratando de reflejar ante sus convecinos el alto nivel
económico y social que había logrado fuera de su
país.
Otro importante grupo de promotores civiles es
el constituido por los nobles e hidalgos enriquecidos. El comportamiento de unos y otros fue el
mismo que el de los indianos adinerados, pues
todos ellos mostraron un notable interés por engrandecer sus solares de origen, reformando sus
casas y financiando la construcción de edificios religiosos, además de sufragar la realización de cuantiosas obras muebles y fundar un sin fin de
capellanías y obras pías. Al igual que en el caso anterior, con ello se buscaba ensalzar su persona y el
poder del linaje al que pertenecían, aunque tampoco podemos olvidar que estos legados sirvieron
como vía de expiación del pecado que para todos
ellos suponía haberse enriquecido a través del trabajo.
En cuanto a la promoción civil de carácter colectivo debemos destacar, en primer lugar, a los feligreses que, llevados de su devoción por una
determinada imagen, contribuyeron a la realización
de las obras que se emprendieron en sus ermitas y
santuarios. La precariedad económica que aquejaba
a los feligreses explica la modestia de sus empresas
arquitectónicas y el que en ninguna de ellas estuvieran presentes arquitectos relevantes, lo que hace
que estos edificios perpetúen, generalmente, lenguajes arquitectónicos tradicionales.
Frente a lo ocurrido con el resto de los promotores, los feligreses emprendieron sus obras llevados, fundamentalmente, por fines espirituales y
piadosos, aunque no por ello podemos dejar de pensar que quizá también existiera tras estas fundaciones el deseo de trascender a la posteridad, dejando
muestra ante las generaciones futuras del esfuerzo
que habían realizado para acometer esas empresas.
10
A continuación mostramos una selección de diferentes ermitas y santuarios de los arciprestazgos
existentes en Campoo entre 1975 y 1985.
Arciprestazgo de Cinco Villas-La Rasa
Ermita de Ntra. Sra. de la Asunción en Somaconcha
Esta ermita presenta una planta rectangular con cabecera cuadrada y contrafuertes prismáticos y dos
accesos en arco de medio punto. El del lado Sur es
de diseño renacentista como evidencia la presencia
de alfiz y de dos pilastras cajeadas.
En el muro Oeste, sobre el que se alza la espadaña de una tronera, aparece grabada en un sillar la
fecha de 1546, transcrita por I. Portilla como 1652,
y que alude al momento en que se hizo esta obra.
En el interior la capilla mayor se cubre con bóveda
de terceletes de cinco claves.
11
Ermita de Ntra. Sra. de la
Asunción en Somaconcha
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Ermita de Nuestra Señora de las Nieves de Monegro
Esta ermita, situada entre Villasuso y Monegro, está
construida en sillarejo con buenos sillares en la espadaña, contrafuertes, vanos y arco de ingreso. Su
cabecera originalmente estuvo abovedada, tal y
como evidencia los restos de las ménsulas que servían de apoyo a los desaparecidos nervios de la bóveda.
El acceso a su única nave se encuentra a los pies
del edificio, conformado por un arco de medio
punto de grandes dovelas. Sobre él se sitúa la espadaña, de tres cuerpos con bolas, pirámides y cruz
en el centro, en medio de un frontón curvo partido.
Ermita de Nuestra Señora del Humano
La advocación original de esta ermita, ubicada en la
localidad de Población, era Nuestra Señora de Lomano, topónimo de Loma, ya que el lugar también
se llama Pozo de Lomano. En el siglo XIX P. Madoz
la cita como Nuestra Señora del Hermano.
Consta de un pequeño ábside románico con canecillos sencillos, que corresponde a una primitiva
iglesia desaparecida, posiblemente del siglo XIII. A
este ábside se adosa un cuerpo con bóvedas y ventana del siglo XVI, al que posteriormente se añadió
una nave en el siglo XVIII, tal y como evidencia el
acceso moldurado situado en el lado Sur.
La nave, actualmente cubierta con armadura
de madera a dos aguas, aún conserva los restos de
los arranques de los nervios de una bóveda desapa-
I. Portilla ha datado este edificio en la segunda
mitad del siglo XVII, basándose en sus características formales.
12
13
Ermita de Nuestra Señora del
Humano
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
recida. Exteriormente se remata con una espadaña
de una tronera con bolas herrerianas.
Arciprestazgo de Reinosa
Santuario de Nuestra Señora del Abra de Villar
Este santuario, también llamado de la Virgen de las
Nieves, alberga en su interior la imagen la patrona
de Campoo de Suso. Su advocación procede del
monte del mismo nombre, en el que, según la leyenda, se apareció la imagen de la Virgen en 1615
a un pastor mientras cuidaba de su rebaño. Tras comunicárselo a la gente del pueblo, éstos levantaron
una ermita en el lugar del hallazgo, quedando el
pastor como ermitaño al cuidado de la misma.
Sin embargo, las nieves y fríos invernales dificultaron su acceso, lo que motivó su aislamiento y
progresiva ruina. Por esto motivo tuvo que hacerse
un segundo santuario en 1703 de manos de los
maestros trasmeranos Francisco García de los Corrales y Pedro del Valle, trabajando bajo la dirección
y según los planos de maestro reinosano Juan Díaz
de Bedoya. Pese a todo, según M.C. González Echegaray, el camino a este nuevo santuario seguía cerrándose por las nieves, por lo que la imagen
(actualmente desaparecida) se trasladó definitivamente a un tercer santuario que es el que ha llegado
hasta nosotros.
Sin embargo, Isabel Portilla destaca la similitud
de la planta del edificio actual con la de la iglesia
de San Martín en Soto, realizada en 1706 por los
mismos canteros trasmeranos citados anteriormente, quienes, según esta historiadora, siguieron
las directrices del modelo de iglesia columnaria,
pese a lo avanzado de la época. Todo ello nos lleva
a concluir que el segundo santuario citado por Gon14
zález Echegaray es el actual y que no existió un tercero.
Se trata de un edificio que tiene adosada por el
lado Oeste la casa del ermitaño, cuyo arco de acceso
presenta las dovelas talladas con motivos florales y
la clave en altorrelieve.
El acceso al santuario se realiza a través de un
arco de medio punto con la clave decorada. En el
interior se trata de reproducir la espacialidad de las
plantas de salón, si bien carece de un elemento definitorio de este tipo de edificios, como es el cierre
de las tres naves a la misma altura. Estas naves se
cubren con crucerías de cinco y seis claves decoradas, asentadas sobre pilastras clasicistas.
15
Interior del Santuario de
Nuestra Señora del Abra
de Villar
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Ermita de Santa Bárbara de
Villafría
Ermita de San Miguel de Soto
Esta ermita, que se encuentra en muy mal estado de
conservación, presenta una cabecera cuadrada y
arcos triunfal y de acceso apuntados. La cabecera
se cubre con una bóveda de crucería octopartita.
I. Portilla fecha su construcción a finales del
siglo XVI, teniendo en cuenta el carácter retardatario de las manifestaciones artísticas en esta zona de
Campoo. Posteriormente, entre 1707 y 1709, fue reconstruida de manos de Pedro del Valle y Antonio
Gómez, maestros cantero y carpintero, respectivamente.
Ermita de San Miguel de Soto
Ermita de Santa Bárbara de Villafría
En el barrio de Villafría, en Retortillo, se localiza
esta ermita que, según consta en la escritura de
1764, fue edificada a expensas de Pedro Gutiérrez
de Iglesia, presbítero, cura beneficiado del concejo
de Retortillo.
El acceso se realiza a través de un arco de medio
punto con dovelas molduradas, flanqueado por pilastras cajeadas, todo ello rematado por un amplio
frontón, en cuyo vértice se abre una pequeña hornacina que cobija la imagen de la titular. Este tipo
de portada fue característico de las obras de los canteros del valle de Buelna, quienes trabajaron Campoo desde finales del siglo XVII hasta mediados de
la siguiente centuria. Por tanto, podemos suponer
la presencia de algún maestro de este taller al frente
de las obras de este edificio.
Interiormente la capilla se cubre con bóveda de
crucería de cuatro puntas y círculo central, diseño
que se imita en la nave.
16
17
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Arciprestazgo de Sta. Cruz de Valderredible
Ermitas rupestres
Las ermitas rupestres han sido fechadas entre los siglos VIII y X. Algunos historiadores defienden que
fueron ocupadas por los repobladores que se dirigieron al Norte en la época de la Repoblación de
Alfonso I en busca de paz y refugio. Al llegar allí
ocuparon estas cuevas de roca arenisca fácil de tallar y les dieron apariencia de iglesias, consiguiendo
en su interior una separación entre ábside y nave,
y labrando arcos en forma de herradura. Otros historiadores opinan que las ocuparon los foramontanos, es decir, los descendientes de los repobladores
que volvieron a Castilla. De Oeste a Este son a Santa
María de Valverde, Campo de Ebro, Cadalso y Arroyuelos.
Ermita de Nuestra Señora de los Remedios en
San Martín de Elines
A la entrada de San Martín de Elines, junto al
puente y a orillas del Ebro, se alza esta sencilla ermita, cuya cabecera y nave no se diferencian en
planta. Presenta en el lado Oeste dos potentes contrafuertes en talud y otros dos en los laterales de
perfil triangular. Una inscripción en el dintel del acceso nos informa de que fue edificada en 1727, gracias a los bienes aportados por el cura beneficiado
de Arroyuelos, don Miguel Alonso.
Santuario de Nuestra Señora del Monte Carmelo en
Villanueva de la Nía
Este santuario (también denominado de la Virgen
del Brezo) se alza cerca la localidad de Villanueva
de la Nía, en la ladera de un monte.
Posee cabecera cuadrada y nave rectangular, sacristía y casa del ermitaño a los pies del edificio,
espacio que ha sido utilizado como escuela. Actual18
mente se conservan restos de las ménsulas sobre las
que descansaban los nervios de las bóvedas que debieron cubrirla originalmente.
Aunque ha sido datada a mediados del siglo
XVII, no descartamos que pudiera haber sido construida en fechas posteriores, quizá a lo largo de la
primera mitad del XVIII, dado que las características formales de los edificios construidos en los ámbitos rurales se repiten a lo largo de toda la Edad
Moderna.
19
Santuario de Nuestra Señora
del Monte Carmelo en
Villanueva de la Nía
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Arciprestazgo de Valdeprado
Portilla, pudo haber tenido un origen románico, actualmente difícil de constatar por las reformas ejecutadas en este edificio en los siglos XVII y XVIII y
la llevada a cabo en los últimos años.
A través de los Libros de Fábrica sabemos que
Alonso de Pelayo fundió una campana hacia 1670,
cobrando por ello 82 reales de vellón y que el maestro de cantería Francisco de Prieto percibió 154 reales por la obra que realizó en el arco de la capilla
entre 1710 y 1714. Las noticias de la ermita se silencian a principios del siglo XIX al interrumpirse las
visitas del arzobispado a causa de la invasión napoleónica, no retomándose hasta el año 1817.
Ermita de San Miguel de Olea
Presenta una planta sencilla, de una nave cubierta
con madera y ábside semicircular con bóveda de
horno, con coro alto a los pies, realizado en 1565
por Pedro de Medianedo, natural de Pámanes,
según aparece en una inscripción situada en el propio coro.
El arco triunfal es de medio punto y apoya en
capiteles sobre semicolumnas. Tanto los capiteles
como los cimacios situados sobre ellos están decorados con una talla naturalista, bastante tosca. El
de la izquierda se adorna con aves cruzadas, similares a las de Castañeda y Argomilla, y cesta con
asnos que también cruzan sus cabezas. El de la derecha presenta animales entre arcos y cesta de jinetes que cabalgan caballos enfrentados. Atendiendo
a las características del arco triunfal y capiteles ha
sido fechada por M.A. García Guinea en la primera
mitad del siglo XII. Sin embargo, los canecillos del
ábside y la puerta de acceso de arco apuntado remiten, según este historiador, a una cronología posterior, de los años finales de esa centuria.
El edificio fue restaurado el siglo pasado de
manos de Javier González Riancho y en el transcurso de estas obras se halló un ara romana dedicada a los dioses y diosas del convento.
Ermita de Santiago en Aldea de Ebro
Esta ermita, actualmente muy restaurada, se encuentra a las afueras del pueblo. La advocación a
Santiago nos recuerda uno de tantos ramales que
enlazaban con los caminos costeros que tomaron
los peregrinos a Compostela en épocas de peligro
en el camino francés.
Se trata de un pequeño edificio con cabecera
cuadrada de menor altura que la nave que, según I.
20
Santuario de Montesclaros. Valdeprado del Río
La aparición de la Virgen de Montesclaros está rodeada de una leyenda, según la cual un pastor observó un día que uno de sus toros iba y volvía
continuamente de un matorral casi inaccesible.
Cuando le siguió lo vio arrodillado sobre sus patas
delanteras frente a una cueva de la que salía luz. Al
mirar dentro, el joven vio que la luz procedía de
una imagen de la Virgen y, a continuación, corrió
a anunciar la noticia a Los Carabeos. Allí se organizó una procesión que subió al monte rezando y
cantando a la Virgen.
Seguidamente, la imagen se llevó a Barruelo,
pero al amanecer descubrieron había regresado a la
cueva, de donde la volvieron a trasladar a la iglesia.
Nuevamente volvió a desaparecer y entonces comprendieron que no era una persona quien la trasladaba, sino la voluntad divina que les indicaba que
no quería quedarse en Barruelo. Por tanto, la llevaron a la iglesia de San Andrés, de donde también
desapareció, volviendo a la cueva. De este modo decidieron que debían dejarla allí, por lo que erigieron
una pequeña capilla donde estuvo más de un siglo
21
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
y medio, atribuyéndosele numerosos milagros.
Hasta aquí la leyenda. La explicación histórica
que se da al descubrimiento de la imagen de la Virgen de Montesclaros es que fue traída a Cantabria
por los cristianos que huyeron al Norte tras la derrota de Alfonso VIII en la batalla de Alarcos (1195),
escondiéndola en la cueva de Somaloma junto a
otros restos y reliquias de santos que aparecieron
con ella y que correspondían a Santa Casilda (cabellos), San Alejandro Mártir (un hueso) y San Lorenzo (una muela). Se supone que estos cristianos
llegaron procedentes de Toledo y que las reliquias
aún estaban en el convento en 1766.
La fecha de llegada a Cantabria viene dada porque Santa Casilda murió a finales del siglo XI o en
1125, por lo que las reliquias tuvieron que ser traídas en un momento posterior y motivado por algún
fuerte contratiempo, como la derrota que sufrió Alfonso VIII en la batalla de Alarcos.
Sin embargo, en las excavaciones realizadas en
1966 se descubrió una cripta prerrománica, situada
sobre la gruta donde apareció la Virgen, en la que
apareció un altar de piedra con talla de sogueado
ramirense. Si esa cripta hubiese sido realizada en el
siglo XII, coincidiendo con la llegada de las reliquias, debería haberse hecho en un estilo románico,
que se estaba aplicando a las iglesias de Bustasur y
Cervatos, y no en un lenguaje prerrománico. Por
tanto, podemos concluir que la cripta es anterior,
del siglo X o principios del XI, lo que nos lleva a suponer que la imagen de la Virgen llegó a Montesclaros de manos de los primeros cristianos que
huyeron de la invasión árabe en el siglo VIII o,
como mucho, en la primera mitad del X. Posteriormente, en el siglo XII, llegarían las reliquias de
Santa Casilda y de los demás mártires.
Desde 1217 el santuario quedó bajo el Patronato
de los Reyes de Castilla. En el siglo XVI decayó la
devoción a la Virgen, al tiempo que hubo dos incendios (1508 y 1573) en la ermita. Años después,
en 1612, hubo un nuevo incendio que la quemó casi
totalmente, desapareciendo las escrituras y documentos de su historia, así como inscripciones que
parece que había grabadas en las paredes, alusivas
a milagros llevados a cabo por la Virgen.
En el siglo XVII el dominico Fray Alonso del
Pozo pidió al rey la cesión de la ermita a su Orden
para que desde allí pudieran evangelizar a la gente
de ese territorio. Carlos II lo concedió por Real Cédula de 18 de julio de 1686 y el 16 de septiembre
tomaron posesión del edificio los dominicos procedentes de Las Caldas.
En ese momento la iglesia estaba a medio construir. En tiempos del Padre Pozo se le añadió la capilla mayor, las laterales y el camarín. A partir de
1701 el Padre Juan González amplió el tramo del
crucero hacia los pies con cuatro capillas entre el
crucero y se hizo la sacristía y la hospedería.
Las capillas laterales son tan altas como la nave,
quizá por ser hechas en tres fases y por el condicionamiento topográfico, ya que parte de los muros
están construidos en roca viva. Destaca la decoración de yeserías de sus bóvedas y el camarín que
barroquizan un espacio clasicista.
El santuario contaba con un retablo realizado
en época del Padre Pozo, pero que fue trasladado
en 1903 a Quintanillas de Valdeolea.
Con la Guerra de la Independencia el convento
fue arrasado. Durante la Revolución de 1836 se
llevó la imagen a la iglesia de Barruelo, donde permaneció hasta 1842. En 1880 regresaron los dominicos al convento y durante la Guerra Civil se tuvo
que ocultar la imagen en un huerto. En 1966 se coronó a la Virgen como Reina de Campoo.
22
23
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Isabel Cofiño / Karen Mazarrasa
ERMITAS Y SANTUARIOS DE CAMPOO
Bibliografía
PORTILLA ARROYO, I.: “Las ermitas en el Partido Judicial de
Reinosa”, Altamira, XLV, 1985, pp. 93-108.
BARREDA Y FERRER DE LA VEGA, F.: “El Libro Fábrica de la
Ermita de Santiago en Aldea de Ebro 1618-1803”, Altamira,
1974, pp. 49-57.
SUÁREZ DÍAZ, J.M.: “El santuario de Montesclaros: los orígenes”. Cuadernos de Campoo, nº 19, 2000, pp. 4-6.
COFIÑO FERNÁNDEZ, I.: “Arquitectura religiosa en Campoo
durante la Edad Moderna. Sus artífices”. Cuadernos de Campoo, nº 23, marzo 2001-a, pp. 23-26.
CHRISTIAN, W. A.: “De los santos a María: panorama de las
devociones a santuarios españoles desde el principio de la
Edad Media hasta nuestros días”, en LISÓN TOLOSANA, C.:
Temas de antropología española. Madrid, 1976.
COFIÑO FERNÁNDEZ , I. y MAZARRASA MOWINCKEL, K.:
Ermitas, Capillas y Santuarios de Cantabria. Santander, 2006.
DÍEZ TABOADA, J. M.: “La significación de los santuarios” en
La religiosidad popular. III. Hermandades, romerías y santuarios. Barcelona, 1989.
GARCÍA GUINEA, M. A.: El Románico en Santander. T. I. Santander, 1979.
GÓMEZ MARTÍNEZ, J.: “El clero regular y las dos vertientes
artísticas de “La Montaña”. El Barroco” en Altamira. T. LVI,
2000, pp. 7-35.
GÓMEZ PELLÓN, E.: “Religiosidad e identidad: antropología
del fenómeno de las devociones en Cantabria” en MARURI
VILLANUEVA, R. (ed.): La Iglesia en Cantabria. Santander,
2000.
GONZÁLEZ ECHEGARAY, M. C.: Santuarios marianos de Cantabria. Santander, 1988.
MAZARRASA MOWINCKEL, K.: “Ermitas y santuarios”, en
POLO, J. J. y SAZATORNIL, L.: Arte en Cantabria. Itinerarios.
Santander, 2001.
PORTILLA ARROYO, I.: Arquitectura rural: Catalogación y estudio de las ermitas campurrianas. Memoria de licenciatura
inédita. Santander, 1985-a.
24
25
Carmelo Fernández Ibáñez 1
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO
DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
1 Museo Arqueológico de Palencia e Instituto “Sautuola”
de Prehistoria y Arqueología
(Santander).
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
A la memoria de J.Raúl Vega de la Torre,
afanado investigador del pasado romano
en Cantabria; pero ante todo,
compañero y amigo.
Introducción
Aún quedan por dilucidar muchos aspectos desconocidos en la ciudad romana que se extiende bajo
y alrededor de la población de Retortillo, que tradicionalmente hemos identificado con la Iuliobriga
de las fuentes literarias de la época; aunque recientemente esta suposición haya sido puesta en tela de
juicio (Fernández Vega, Peñil Mínguez y Bustamante Cuesta, 2005). Serían varias las fuentes a
partir de las cuales emanarían tales supuestas problemáticas, una de las cuales, por ejemplo, es la revisión y reestudio de los materiales procedentes de
las más antiguas intervenciones arqueológicas llevas a cabo en este yacimiento arqueológico.
Algunas de estas facetas son verdaderamente
importantes, y como ejemplo es la que precisamente
traemos a estas páginas. Ya que, sin duda, aúna varios aspectos poco conocidos en relación al devenir
histórico de la ciudad y sus habitantes, en clara
concomitancia a lo ocurrido en otras áreas de Hispania producto de situaciones político-sociales e
históricas acaecidas a finales del siglo I d.C.
La presencia de una estatua de bronce no resulta
un hecho cotidiano, ya que a través de este y otros
hallazgos conocemos de la amortización posterior
del metal, una vez aquellos monumentos con el
tiempo perdieron su significado. Y por lo tanto tal
manera de proceder, totalmente comprensible y reiterativa en el pasado, nos ha privado de un conocimiento aún mayor e imprescindible como en
buena parte irrecuperable. Por lo que a través de
restos de menores dimensiones como es nuestro
caso hemos de llevar una investigación quasi de-
28
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
tectivesca, en la cual a partir de los datos conseguidos mediante la aplicación de una rigurosa metodología, poder conseguir la valiosa información que
debidamente analizada y contrastada nos proporcione ese conocimiento del pasado. Sin otro tipo de
pretensiones ésta es la labor del arqueólogo, y en
consecuencia del historiador.
Los metales de iuliobriga y
el inicio de la investigación
Desde el año 1981 hasta 1985, fechas entre las que
nos vinculamos tanto con las investigaciones en la
ciudad romana de Iuliobriga como con la conservación del material arqueológico recuperado, nuestra
responsabilidad comprendía todo lo concerniente al
estudio de los objetos de metal. Con posterioridad
hemos seguido teniendo contacto no solamente con
los nuevos hallazgos, sino, como es natural, venimos dedicando parte de nuestra investigación a los
objetos de metal que fueron exhumados con anterioridad a las campañas de excavación que desde
1980 llevó a efecto la Universidad de Cantabria. El
fin último (aún no se encuentra concluido el estudio
completo) es tener una visión global de lo que significó la industria metalúrgica en este enclave poblacional tan destacado, y que se ve inexorablemente enriquecido con las aportaciones de los
objetos recuperados en los yacimientos tanto civiles
como militares del entorno, ya sean poblados indígenas o comunidades romanas posteriores en el
tiempo (Fernández Ibáñez, 1999; 2002). Es a raíz de
las observaciones que vamos realizando durante el
desarrollo de esta etapa lo que ha motivado este trabajo.
Desde el punto de vista metálico Iuliobriga era
un enclave de carácter civil, entre cuyos restos materiales predomina el hierro sobre el cobre y sus ale29
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
aciones, y sobre todo frente a los de plomo. En hierro se confeccionaban todo tipo de herramientas
con que llevar a cabo las más diversas actividades
tradicionales (agricultura, carpintería, cantería,
construcción, metal, etc…), así como demás utensilios tales como cencerros para el ganado, llaves
(Fernández Ibáñez, 2003b), ganchos, cuchillería
varia, calderos, herrajes de puertas y mobiliario,
etc… Los de cobre y sus aleaciones como son el
bronce o el latón son objetos más delicados, más
específicos en sus funciones como son la vestimenta
y el ornamento personal: pendientes, hebillas de
cinturón y otros correajes, fíbulas (imperdibles ornamentados) de todo tipo y tamaño (en omega, ausissa, cola de pavo, Baguendon…), aparte de una
amplia variedad de mangos de llaves, tiradores,
agujas para redes, balanzas, apliques ornamentales
para muebles, canalizaciones, cerraduras de arquetas y un amplio etcétera. El plomo se empleaba para
labores también variadas, muchas de ellas con necesidades relacionadas con el peso (de balanzas, de
redes), aunque gran parte de los objetos recuperados
son fragmentos informes, recortes de trabajos que
no han dejado otro rastro más claro y por lo tanto
difícil de especificar. Quizás se trataba de eso, actividades no específicas, reparaciones fundamentalmente.
Sin descartar la proveniencia de algunos objetos
(sobre todo de base cobre) allende las fronteras de
la ciudad e incluso de la región más inmediata, el
entorno minero de la zona de Campoo y de la
misma Cantabria, así como las evidencias que las
excavaciones han dejado al descubierto, podemos
asegurar que el metal se fundía y trabajaba en pequeños talleres y forjas de la propia ciudad. Por descontado para el consumo propio, lo que no logramos por el momento dilucidar es si estas
manufacturas contribuían de alguna manera a la
economía de la población.
30
Los fragmentos escultóricos
Durante la revisión de los objetos metálicos de las
antiguas excavaciones en Iuliobriga depositados en
el Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de
Cantabria en Santander, dimos con un embalaje
donde se almacenan un total de cuarenta y siete
fragmentos de metal de unas muy peculiares características en cuando a forma, peso, etc… que claramente los diferencian del resto2. Más en concreto
2
Hemos de hacer una salvedad a la vez de una advertencia, y es que estos fragmentos en un momento
indeterminado fueron defectuosamente clasificados,
apareciendo hoy con la sigla
“I-52” (Iuliobriga – 1952),
que hace directa y equívoca
referencia a una de las campañas de excavación que
entre 1952 a 1956 se llevaron a cabo bajo la dirección
de A. García y Bellido (1953;
1956). El tema es tan de
vital importancia que pudo
dar al traste con buena
parte de la investigación, ya
que el Prf. Bellido no excavó
en la zona de la iglesia románica. Y más aún, con las
apreciaciones históricas que
de todo esto pudieron extraerse.
Fig. 1
Fragmentos de escultura
togada en bronce.
31
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
está compuesto este conjunto por veinticinco grandes fragmentos de diferentes dimensiones y grosores, informes y pesados. Cuatro fragmentos más de
finas láminas sin forma, dos barritas, diez fragmentos de láminas de diferentes grosores y seis fragmentos deformados al haber permanecido junto a
una intensa fuente de calor. De ellos veintisiete poseen una cara lisa (la que suponemos exterior) y rugosa la opuesta, con restos de cajeados para igualar
defectos post-fundición; también restos de cortes a
cincel o cizalla, restos de pulido en las caras de los
fragmentos de superficies lisas, líneas levemente
grabadas, restos de estaño utilizado como soldadura, etc... Los fragmentos más elocuentes muestran
pliegues curvilíneos y otras formas similares a pesados tejidos (Figuras 1 a 4).
Una parte de los fragmentos hallados muestran
huellas de corte buscando formas paralelepipédicas
de reducido tamaño, que junto a los otros con claros rastros de deformación por calor, nos evidencian
muy a las claras que se trata de los vestigios de una
refundición. Vestigios que también hemos podido
documentar en otros objetos de uso personal, laminitas, etc… que se almacenan junto a estos restos
escultóricos, y que probablemente aparecieron bien
juntos o en un área reducida durante las excavaciones de 1940.
Indudablemente nos hallamos ante las exiguas
pero más que elocuentes muestras de una estatua
vestida con toga que en el momento de su fundición fue colada en una composición a base de aleación de cobre. Fragmentos que estaban listos para
ser fundidos y transformados directamente en lingotes u otros objetos hasta hacer desaparecer -como
de hecho así fue- una inmensa masa reaprovechable
de cientos de kilos de bronce.
32
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Fig. 1
Fragmentos de escultura
togada en bronce.
Las excavaciones de J. Carballo
y la campaña de 1940
Jesús Carballo, fundador y primer director del
Museo de Prehistoria y Arqueología de Santander,
llevó a cabo cinco campañas de excavación en el
área de Retortillo entre los años 1940-45, si bien
por motivos de salud no pudo estar presente en esta
última, que fue dirigida por A. Hernández Morales,
quien también se encargó de redactar una resumida
memoria de todos aquellos trabajos, publicándose
un año después (Hernández Morales, 1946). Nada
33
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
se dice en ella de los fragmentos de bronce motivo
de nuestro interés.
En los primeros años Carballo procuró publicar
un resumen de cada intervención anual. Durante la
primera campaña de 1940 (llevada a cabo entre el
3 de Julio y el 3 de Agosto, así como entre el 18 al
25 de Septiembre) (Pérez Sánchez, 1998) excava la
zona junto a la ermita románica, y un años después
sale publicado en Madrid un breve artículo donde
da cuenta de los trabajos de campo y hallazgos
efectuados en el año anterior, siendo este el único
lugar donde hace -si bien escueta- referencia a los
restos escultóricos de bronce allí descubiertos:
“Falta, en cambio, en este grandioso cuadro arqueológico alguna estatua; desgraciadamente solo un
dedo de bronce y unos pequeños retazos de túnica
del mismo metal hemos encontrado…” (Carballo,
1941: 21).
El lugar en concreto donde desenterró el dedo
(Figuras 2, 3 y 5) parece estar situado en el pequeño
espacio comprendido entre la esquina interior de
grandes sillares de caliza y el plinto de columna
contiguo -hacia el Noroeste-, que también hace de
esquina (punto 8-7 de la excavación), diagonal que
forma la unión de las crujías Norte y Oeste del antiguo edificio y a 1´30 m de profundidad (Figura 6).
Podríamos suponer perfectamente que el resto de
los fragmentos pudieron muy posiblemente haberse
encontrado no muy lejos de este concreto lugar.
(Fernández Ibáñez, Setién Marquínez y Polanco
Madrazo, 2005: 138-144). Después de hallada la
densidad, microdureza, etc… a partir de Microscopía
Electrónica de Barrido (SEM) pudo ser observada y
fotografiada la estructura metalográfica de la muestra metálica (Figura 7), y por medio de microsonda
analítica (EDAX) pudieron efectuarse cuatro microanálisis de su composición. Estos arrojaron los siguientes resultados:
Análisis de su composición
A partir de una pequeña muestra informe del metal
del cual estuvo compuesta la estatua y habiendo tenido en cuenta el alto número de fragmentos existentes, J. Setién y J. A. Polanco, profesores del C.T.S.
de Ingenieros de Caminos (Universidad de Cantabria), llevaron a cabo los correspondientes análisis
34
Análisis
Cu
Sn
Sb
Pb
As
1
84.907
2.169
0.494
2.218
0.210
2
85.559
13.084
0.040
1.315
-
3
86.800
12.092
0.042
0.520
0.547
4
85.399
12.063
0.248
2.289
-
PROMEDIO
85.666
12.352
0.206
1.585
0.189
A la vista de estos resultados es evidente que
nos encontramos ante un metal compuesto por tres
elementos (Cobre -Cu-, Estaño -Sn- y Plomo -Pb-)
(Figura 8), lo que se conoce como una aleación
(mezcla) ternaria. Más en concreto se trataría de un
bronce plomado, con Arsénico (As) y Antimonio
(Sb) como impurezas que se encontraban incluidas
en los minerales utilizados para la fusión. Las proporciones de Cu y Sn resultan porcentualmente
adecuadas bajo un punto de vista de nuestra moderna metalurgia, lo que dio como resultado en
época romana un bronce de buena calidad al conseguir unas propiedades adecuadas en cuanto a sus
necesidades mecánicas. La adición de plomo (mineral escasamente miscible) se encontraba motivada
por sus características de mejorar la fusión, licuando el caldo hirviente (a una temperatura en
torno a los 1000º C) de tal manera que permitía rellenar por completo absolutamente todos los res-
35
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
quicios del molde. Lo que no se consigue en las aleaciones solo a base de cobre y estaño, y por lo tanto
obteniendo los objetos moldeados con gran detalle.
Forman un pequeño conjunto de ocho piezas
fragmentarias: tres fíbulas (tipos Baguendon, de resorte cubierto y Aucissa), dos hebillas de cinturón
de tipo arriñonado, un brazo de statera o balanza de
tipo libra (cuya característica es poseer los brazos de
igual longitud), un aplique con celdas para decoración esmaltada y un fragmento de posible pinjante
o decoración para el arnés del caballo. Su análisis
permite concluir que pueden fecharse mayoritariamente a lo largo del siglo I d.C., que junto a otros
más sin morfología identificable (fragmentos de
placas, chapas, láminas, etc.) se trata de los restos
de un lote de viejos objetos para refundir, en parte
ya amortizado. Los restos de recipientes de vidrio
hablan de los siglos II – IV d.C. y la terra sigillata
es posible fecharla entre el último tercio del siglo I
d.C., hasta (ya muy escasa) la segunda mitad del
siglo III d.C. (Aja Sánchez, 1999; Perez RodríguezAragón, F. y Ramírez Sádaba, 2003).
Pero junto con estos datos se adiciona otro de
muy singular importancia como es el exacto lugar
de hallazgo en el entorno de la iglesia románica de
Sta. María, cuyas estructuras excavadas en diferentes campañas desde los años cuarenta del pasado
siglo XX y hasta nuestros días, evidencian claramente que en aquel lugar se encontraba erigido el
Foro de la ciudad (Fernández Vega, 1993: 153-173).
El Foro en cualquier ciudad romana era uno de los
lugares de más importancia para sus ciudadanos, e
indudablemente el centro neurálgico de cualquier
gran núcleo poblacional de entonces y punto de encuentro de la dignidad municipal. En esencia son
un grupo de específicos edificios articulados de
modo coherente en torno a una plaza pública. En
tales edificios se llevaba a cabo diariamente la vida
política (La Curia, que albergaba al Senado local),
jurídico-comercial (La Basílica, auténtico corazón
El contexto del hallazgo
Fig.3
Fragmentos principales de la
toga de la escultura.
Al tratarse de un hallazgo que se produjo durante
una excavación realizada hace ya muchos años y
de la cual poseemos escasos datos, sobre todo con
respecto al entorno más inmediato en el que se encontraban nuestros fragmentos, la información que
necesitamos hemos de obtenerla de forma, llamémosla, indirecta. Por una parte, los materiales arqueológicos que fueron recuperados durante la
campaña de 1941 en el área de la iglesia románica;
primeramente los objetos metálicos más significativos (en cuanto a su identificación formal y cronología) que se encuentran almacenados junto a los
fragmentos de estatua en el Museo de Santander.
36
37
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
de la vida ciudadana era la sede de los tribunales,
donde los magistrados atienden a los ciudadanos,
la bolsa de contratación y negocios), religiosa (el
Templo: donde es adorada la tríada capitolina, otros
dioses del panteón o bien a los emperadores), administrativa (el tabularium o archivo local), y buena
parte de la vida social de la comunidad, ya que servía de lugar de charla y esparcimiento a través de
la plaza central, los soportales con las tabernae o
tiendas y las calles anejas. Era también el centro
monumental, ya que en el Foro, como hemos dicho,
se levantaban los edificios más emblemáticos debido al carácter de los mismos y la importancia de
los asuntos que en ellos se desarrollaban, y también
las estatuas a los que la ciudad debía su prosperidad. Serían tales los emperadores, miembros destacados de la comunidad debido a sus acciones benefactoras ya fuesen de carácter político o económico.
De lo que actualmente conocemos del Foro de
Iuliobriga es posible extrapolar que ocupaba un
área aproximada de 960 m2, lo que supone una
construcción realmente pequeña para lo que suelen
ser estos amplios espacios públicos, por ejemplo, en
el Sur peninsular, el Norte de la Meseta o el valle del
Ebro. En su construcción se han utilizando como
materia prima arenisca, travertino, caliza y cemento. Es posible identificar parte de la plaza, dos
zonas porticadas y la base de un pequeño templo
cuadrado que preside el conjunto. Las más recientes
excavaciones han puesto al descubierto un edificio
rectangular bajo la iglesia románica (quizás la
Curia) y tabernae hacia el Norte.
La ubicación del Foro se encuentra en una zona
alta de la gran colina sobre la que se asienta buena
parte de la ciudad, bien visible desde cualquier entorno inmediato, aunque no lo suficientemente espaciosa como sería menester para lo que solía este
conjunto de monumentales edificaciones, debido a
lo irregular del terreno. Por lo cual la solución técnica adoptada por lo arquitectos romanos fue la
adaptación a la topografía del propio enclave, de
tal manera que una parte hubo de edificarse de
forma escalonada. El resultado técnico adaptado a
los imperativos económicos que seguramente impedían también a la ciudad otras pretensiones, fue
una pequeña área cerrada en torno a una plaza central, lo que por otra parte caracteriza a los foros hispanos de finales del siglo I d.C., en clara contraposición con los de época Republicana (Duprè i
Reventós, 1997: 157). Las más recientes interven-
Fig. 4
Otros fragmentos correspondientes a la estatua, alguno
de ellos con rebajes en su espesor.
38
39
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
ciones arqueológicas en este lugar parecen demostrar que fue erigido en un lugar cuyas características se desconocen, pero que lo devoró un incendio
hacia el año 60 d.C. (Iglesias et alii 2002). Es en
torno al año 80 d.C. (Cepeda Ocampo, 2007: 150),
osea entre los reinados de los emperadores de la dinastía Flavia Vespasiano (69-79 d.C.) y su hijo Tito
(79-81 d.C.), cuando dichas investigaciones parecen
haber demostrado la construcción del Foro cuyos
hoy leves cimientos apenas nos dejan entrever sus
principales características. Quizás a mediados del
siglo siguiente es cuando parece que comenzaba a
no tener las funciones primigenias para las que fue
construido, siendo un siglo después cuando ya
había sido abandonado. Precisamente, cuando también parece haberse desvanecido la vida en la antigua Iuliobriga, o por lo menos, en ese área del yacimiento.
El personaje y el porqué de su presencia
Pero no nos debemos contentar con quedarnos solo
en este punto. Sin duda las preguntas fundamentales que debemos plantearnos son el porqué y el
quién de tan colosal monumento. Sobre todo,
cuando nos hallamos en un área geográfica como es
el Norte de la Península Ibérica donde son raros los
hallazgos de estas características, no solo en metal
sino también en piedra. Buscaríamos un hecho histórico reseñable para la ciudad de Iuliobriga entre
finales del siglo I d.C. y el siglo II d.C., periodo muy
aproximado de amortización del área foral. Y creemos haberlo encontrado, coincidiendo precisamente
con el momento de su edificación. Cayo Plinio (23
– 79 d.C.) -Plinio el Viejo- en su magna obra Historia Natural (Naturalis Historia), auténtica enciclopedia en torno al saber de la época y fuente de conocimiento hasta el siglo XVIII, se puede leer una
40
frase que desde hace décadas trae de cabeza a los
investigadores: “Universae Hispaniae Vespasianus
imperator Augustus iactatum procellis rei publicae
latium tribuit” (III, 30, 30). O lo que es lo mismo,
que el emperador Vespasiano (seguramente mediante un senadoconsulto) concedió el Derecho Latino (ius Latii) a toda Hispania (Universae Hispaniae). La fecha de esta concesión es otro de los
puntos a debate según los autores, y mientras unos
la establecen el año 70 d.C., justamente al año siguiente de llegar Vespasiano a conseguir la púrpura
imperial, para otros es el 74 d.C. ya que en este año
se realizó un censo poblacional; para otros el 75
d.C., etc. Con la muerte del emperador Nerón (54-68
d.C.) no solamente finalizaba la dinastía Julio-Claudia, sino que el Imperio se encontraba una situación
económica lamentable y en la más completa deriva
política, lo que dio como resultado la primera gue41
Fig. 5
Dedo de la escultura
3
Extranjero. Ciudadano libre
de las provincias desposeído
de todo tipo de derecho a no
ser el de su propia libertad.
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
rra civil de la época imperial durante los años 6869 d.C., sucediéndose en el trono Galba (Gobernador de la Tarraconense), el noble Oton, Vitelio (Gobernador de la Germania Inferior) y Vespasiano
(Comandante del ejército de Siria), quien saldría
vencedor e iniciaría la dinastía Flavia (69-96 d.C.).
A su muerte continuarían la política por él establecida sus hijos Tito (79-81 d.C.) y Domiciano (81-96
d.C.). Ante esta situación Vespasiano adopto una
serie de medidas tendentes a estabilizar el Imperio
desde el punto de vista político y económico, y de
esta manera retomar las riendas del Imperio y reafirmar la figura del emperador muy deteriorada tras
los últimos acontecimientos. Lo que a la postre resultó tan eficaz que entre su reinado y el de Marco
Aurelio (169-180 d.C.) Roma conoció el periodo
más álgido de su historia, al que se ha llegado a denominar como de “apogeo del Imperio”, y que
jamás volvió a repetirse.
No se sabe por qué Hispania resultaba de vital
importancia en su política, pero de hecho así lo fue
como para conceder a todos sus ciudadanos peregrinos3 (la mayor parte de la población y por supuesto toda la indígena), el Derecho Romano. Quizás, porque resultaba una tierra cercana a la
península latina donde abundaban los recursos naturales, y que le había sido hostil durante la contienda civil pasada. La concesión resultó de suma
importancia para esta tierra ya que todos los ciudadanos libres pero no romanos (peregrini) con el
único derecho adquirido como era su propia libertad, mediante un procedimiento jurídico se convertían en ciudadanos Latinos (ciues Latini) y de este
modo adquirir derechos (adscritos al derecho Latino) siendo uno de los principales el poder presentarse a la carrera política y en caso de ser elegido
adquirir para él y toda su descendencia la Ciudada-
nía Romana, con todas las ventajas que ello suponía4. Automáticamente cada núcleo poblacional pasaba a contar con el estatuto jurídico de Municipio
(Municipium) lo que les garantizaba independencia
(mayor incluso de las colonias), y su autogobierno
mediante elecciones libres de sus dirigentes. Hasta
entonces la mayor parte de las ciudades hispanas
tenían un carácter estipendiario o de simples tributadoras de impuestos a Roma; este era el caso de
Iuliobriga. A la ley por la cual se establecen estas libertades se la conoce comúnmente como “Ley Flavia Municipal”.
Pero a quien verdaderamente beneficiaba esta
situación en un principio era a las élites indígenas
económicamente más pudientes, pues de esta manera se les abría la posibilidad de acceder a la política a través del gobierno civil. Al poseer una determinada edad y fortuna podían presentarse a las
elecciones a cargos públicos, tanto a Decurión
42
43
4
Derechos Públicos:
Ius suffragii, derecho a votar
las leyes y en la elección de
magistrados en los comicios.
Ius honorum, derecho a ser
elegidos para desempeñar
funciones públicas y religiosas.
Ius provocationis, derecho
de apelación al pueblo contra la sentencia capital de
los magistrados injustos.
Derechos Privados:
Ius comercii, capacidad jurídica de adquirir, conservar y
transmitir la propiedad.
Ius connubii, capacidad de
contraer matrimonio de derecho civil (iustae nuptiae).
Dominium, o propiedad absoluta y exclusiva sobre sus
tierras y bienes.
Fig.6
Dentro del círculo, lugar de
aparición del dedo de la escultura metálica en el área
de excavación de la Iglesia
románica de Sta. María (sg.
Hernández Morales).
5
Caracalla (211 – 217 d.C.) a
través del denominado Edicto
de Caracalla o Constitutio
Antoniniana concedió la ciudadanía romana a todos los
habitantes libres del imperio
en el año 212 d.C. Las únicas
personas que jamás consiguieron la ciudadanía fueron
los esclavos y los bárbaros.
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
(quienes constituían el Senado u Ordo), o a cualquier de las categorías de la Magistratura (Duunviros, Ediles, Cuestores, Cuatorviros), como también a
Jueces o bien a Sacerdotes (flamines). Mediante el
sistema electoral (al que podía concurrir toda la población de carácter libre -ingenuii-) si lograban ser
elegidos automáticamente conseguían la ciudadanía
romana (cives romani)5 “per honorem”, a partir de
la cual, se les abría un inmenso mundo de posibilidades en cuanto a su promoción personal. Y con
ésta el incremento de su patrimonio y demás relaciones personales, lo que podría suponer ir ascendiendo en la escala de la magistratura civil, hasta la
conventual, provincial, del propio Imperio en Roma
o bien la carrera militar desde puestos de mando.
Por lo tanto para la época eran las más altas aspiraciones de todo habitante libre del Imperio; inaccesibles para muchos, pero abiertas a todos.
No cabe duda que buena parte de las fortunas
personales de todos estos personajes públicos deberían diezmarse en este intento, ya que el acceso a
cualquier cargo suponía en primer lugar un generoso desembolso (numera) para las arcas de la ciudad amén de otros donativos (evergetismo), que si
bien no conllevaban obligatoriedad, resultaban imprescindibles para ensalzar su figura a nivel popular; sino otras cantidades por compromisos electorales, adhesiones, etc. En definitiva, lo que en el
fondo era una inversión que seguramente debería
reportar a la postre una alta rentabilidad. Otro de
los aspectos importantes es la reorganización territorial de cada ciudad, sus límites respecto al resto de
comunidades vecinas y con las que en muchos aspectos entrarían en duras competencias, la red de
comunicaciones (calzadas), recursos naturales, la
centuriación del terrritorio, etc. (Andreu Pintado,
2004b: 202; 2004c: 45).
Lo que Vespasiano buscaba fundamentalmente
era la dinamización de las urbes así como la recuperación de la economía (Andreu Pintado, 2003;
2004a). Ganaba la lealtad y la adhesión de las comunidades más diversas y sus ciudadanos, a través
del aún mayor agradecimiento y adhesión de sus
dirigentes refortaleciendo la figura dadivosa, omnipotente, benevolente, etc. del princeps. Ponía dinero en movimiento, y no precisamente de las arcas
imperiales, engrandeciendo las ciudades y sus economías mediante ingresos por impuestos directos e
indirectos a la ciudadanía estable y flotante, entre
otros recursos. También lograba el control político
de las colectividades provinciales al verse éstas regidas por su normativa legal, el de la población (populus) mediante élites devotas, y la máxima asimilación e integración ideológica de su cultura
haciendo sentir a cada ciudadano ser uno más en la
construcción y el sostenimiento del Imperio.
Fruto de esta situación beneficiosa para ciertas
familias y ejemplo de lo que venimos hablando, y
más concretamente para con la ciudad de Iuliobriga, son dos textos grabados en piedra hallados
en Tarragona habiendo sido fechados entre finales
Fig. 7
Aspecto que presenta la estructura del metal a 400 aumentos (sg. Setién y Polanco).
44
45
Fig. 8
Espectro de las energías
presentes en la masa metálica (sg. Setién y Polanco).
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Fig. 9
Busto de Vespasiano (Ostia,
Roma). Museo Nacional de
las Termas.
Fig. 10
Busto de Domiciano. Museo
del Palacio de los Conservadores (Roma).
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
del siglo I d.C. y el siglo II d.C., citan a Quinto Porcio Vetistino y a Caio Annio Flavo, ambos iuliobrigenses de nacimiento (Alföldy, 1973: 85, nº57;
1975: 166, nº 302 y 181, nº330). El primero fue militar en un primer momento (Prefecto de la Cohorte
Latoricorum) y más tarde flamen (sacerdote), mientras que al segundo le fue levantada una lápida recordando su dedicación en defensa de los intereses
públicos. Para llegar a tales categorías en la milicia,
religión y administración pública, aparte de un
buen cursus hororum deberían ser ciudadanos romanos, cuya categoría la deberían de haber adquirido de sus antepasados también ciudadanos de Iuliobriga. Muy posiblemente familias acomodadas
con recursos y poder. Si a esto, unido a lo ya explicado con anterioridad, además unimos el que Vespasiano incluyó en la tribu Quirina a todos hispanos
latinizados, tendremos como resultado que Iuliobriga por lo tanto consiguió junto al resto de comunidades hispanas el estatuto jurídico de Municipio, cuya denominación probablemente sería
Municipium Flavium Iuliobrigensium.
Fig. 11
Escultura togada de Tito.
Museos Vaticanos (Roma).
El Foro y su templo como
enclaves privilegiados
Según los datos analizados y los argumentos esgrimidos, creemos poder creíblemente argumentar que
el personaje representado en la estatua que se erigía
en la ciudad de Iuliobriga se trataba de un emperador de la dinastía flavia más que, tal vez, un noble
local. A través de un setausconsultum el ordo iuliobrigense habría reunido una cantidad económica
suficiente como para encargar tan monumental
obra. Peculio, que habría salido tanto de arcas públicas como de alguno o la totalidad de los funcionarios municipales de más alto rango y poder. Muy
posiblemente en un alarde evergético (tal vez pro46
metido en campaña electoral previa), y que era consuetudinario a los cargos que regentaban. Demostrando públicamente -quizás una vez más- lo dadivoso de sus personalidades. Esto nos lleva a pensar
que el hecho de acometer la erección de una empresa comunitaria tan costosa en todos los sentidos,
sería más lógico que estuviese encaminada al agradecimiento social y público a quien ha beneficiado
sobremanera a los ciudadanos y a un territorio tan
extenso como era Hispania; sobre todo a sus élites.
Sin rastro por el momento de otro tipo de escultura
47
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
en el yacimiento arqueológico, siquiera de mármol,
después de tantas campañas a lo largo también de
tantos años de investigaciones, nos aboca al firme
convencimiento de tales observaciones, y no al
contrario, que se tratase de otra representación humana como pudiera quizás ser otro personaje público y benefactor. Aunque de hecho este tipo de
estatuas se erigieron (recordemos a C. Annio Flavo
el iuliobrigense de Tarraco -Tarragona-), si bien es
cierto que en urbes de mucho más alto nivel económico del Este y Sur peninsulares.
Lo que es imposible saber, a no ser que otros
datos aún enterrados lo desmientan en un futuro,
es, según los argumentos esgrimidos, cuál de los
tres emperadores que formaron la dinastía Flavia
era el que pudo haber sido el personaje representado: Vespasiano el fundador de la dinastía y promotor del Derecho Latino a los ciudadanos de Hispania, o cualquiera de sus dos continuadores en la
dirección del Imperio y en su política integradora,
sus hijos Tito o Domiciano (Figuras 9 a 11). Aunque
tal vez lo que la razón nos dictase como es el que
fuese el gran Vespasiano dado lo sin igual de su decisión y las extraordinarias repercusiones económico-sociales que supuso, no es un argumento lo
suficientemente sólido como para acertar en nuestra
adscripción. A sus sucesores lógicamente también
les fueron erigidas efigies, pese al olvido oficial
(damnatio memoriae) al que fue sometido Domiciano dado lo irregular conducta.
El lugar del encargo lo desconocemos. Quizás se
tratasen de fundidores itinerantes, aunque en la Península Ibérica hasta el momento no ha sido hallado el más mínimo resto de una oficina de estas
características. Quizás, la estatua fue modelada y
fundida en talleres metalúrgicos de la Galia en cuyo
territorio sí que han sido excavados más de uno de
estos lugares. Tal y como postulamos hace años el
comercio entre ambas regiones establecía intercambios de los productos allí manufacturados (figurillas
de metal fundidas), por materias primas (metal entre
otros) del actual Norte de España (Fernández Ibáñez, 2003a; 2006). La vía marítima era lógicamente
el medio de transporte utilizado para las mercancías
pesadas o frágiles entre estas vecinas regiones del
imperio, e imprescindible para el traslado de estatuas a largas distancias ya fuesen de piedra o metal
(Aranegui Gascó, 1994).
El lugar del hallazgo de los restos en las actuales
ruinas -el Foro- es muy significativo. Verdaderamente para cualquier ciudad romana supone el enclave idóneo donde como vimos se desarrolla la
parte monumental, los edificios y la decoración escultórica. Allí precisamente creímos en un primer
momento que debió de erigirse nuestra estatua,
sobre un podio en medio de la plaza para su admiración pública. No obstante hoy no estamos tan seguros, y nuestra propuesta es otra que creemos más
sólida y veraz. Ésta se basa en la reorganización e
impulso que Vespasiano dio al culto imperial, la
creencia en la ascendencia divina de los emperadores y que tan buenos resultados dio a Augusto.
Fig. 12
Iuliobriga. Lugar del hallazgo
dentro de los restos del Foro
(sg. Iglesias et alii), de la estatua de bronce (dedo y fragmentos de toga) y el ara dedicada a Júpiter (sg. Iglesias). Se
puede apreciar la cercanía de
los objetos al templo, lugar
donde se propone que se alojaban ambos.
48
49
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Como en tantas otras cuestiones había replicado
Vespasiano al Padre del Imperio, ésta fue una más.
Pretendía con ello un sólido contrafuerte y remate
final a lo que supondría la figura del Emperador en
toda esta nueva era de reformas como hacedor, garante, protector y autoridad en todos los aspectos.
Sobre cuya seguridad y poder no hubiese sombra
de duda e hiciese olvidar tiempos pasados y enterrando viejos odios (Aundreu Pintado, 2003: 30 y
ss.; Ètienne, 1974: 477-459). Vespasiano demostró
una vez más su habilidad en la forma de granjearse
en su beneficio tanto a las oligarquías influyentes
como al resto de las comunidades peregrinas.
Por lo tanto, y al haber sido hallados los fragmentos estatuarios cerca del pequeño edificio cuadrado identificado como templo, que presidía desde
aquel extremo el conjunto monumental, sería plausible hipotetizar que el culto al emperador sería uno
(si no el principal) que hubiese sido venerado en
aquel sagrado lugar de Iuliobriga. Junto a otros dioses del panteón romano como bien pudo ser Júpiter,
a cuya memoria estaba dedicada el ara hallada no
lejos tampoco de aquel lugar (Sondeo 14)) (Iglesias
Gil, 1986) (Figura 12). La llamada “Tríada Capitolina” compuesta por Júpiter-Juno- Minerva suponía
el principal grupo y a quienes estaban consagrados
buen número de templos, figurando además entre
las principales veneraciones. Figurar en un lugar de
tales características junto al padre de los dioses y lo
que ello suponía, es una posibilidad que debería ser
bien ponderada en futuros estudios.
Bibliografía
AJA SÁNCHEZ, J. R (1999): “Los objetos de vidrio de Iuliobriga”, Homenaje a J.Mª. Blázquez Vol. IV, Arys 2, Madrid,
21-61.
ALFÖLDY, G. (1973): Flamines Provinciae Hispaniae Citerioris,
Anejos de Archivo Español de Arqueología VI, Madrid.
ALFÖLDY,G. (1975): Die Römischen Inschriften von Tarraco,
Madrider Forschungen 10, Berlin.
ANDREU PINTADO, J. (2003): “Incidencia de la municipalización flavia en el Conventus Casaraugustanus”, Salduie 3, Zaragoza, 163-185.
ANDREU PINTADO, J. (2004a): Edictum, Minucipium y Lex:
Hispania en Época Flavia (69-96 d.C.), B.A.R.-I.S. 1293, Oxford.
ANDREU PINTADO, J. (2004b): “Latinización y municipalización en el Alto Imperio: Nuevas perspectivas para el estudio
de la Hispania de los Flavios”, Antiqua Iunuion. En Torno al
Mediterráneo en la Antigüedad (F.Beltrán Llorís ed.), Zaragoza, 189-210.
ANDREU PINTADO, J. (2004c): “Construcción pública y municipalización de la provincia hispania citerior: la época flavia”, Iberia, Logroño, 39-75.
ARANEGUI GASCÓ, C. (1994): “El transporte por mar de obras
de arte”, L´Apo·lo de Pinedo, Valencia, 15-19.
CABALLO RUFINO, A. (2001): “Latinidad y municipalización
de Hispania bajo los Flavios. Estatuto y normativa”, Las Leyes
Municipales en Hispania, Mainake XXIII, Málaga, 102-119.
CARBALLO, J. (1941): “Descubrimiento de una ciudad romana”, Metalúrgia y Electricidad, 43 (Vª época), Madrid, 1822.
CEPEDA OCAMPO, J. J. (2007): “Iuliobriga y las ciudades romanas del Interior de Cantabria”, Historia de Cantabria. Tomo
– I: La Cantabria Histórica y La Montaña, Santander, 145-160.
50
51
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
Carmelo Fernández Ibáñez
LA ESTATUA EN BRONCE DEL FORO DE LA CIUDAD DE IULIOBRIGA
DUPRÈ I REVENTÓS, X. (1997): “El Foro en las provincias hispánicas”, Hispania Romana. Desde Tierra de Conquista a Provincia del Imperio, ELECTA, Madrid, 156-160.
de bronce procedentes de la ciudad romana de Iuliobriga
(Cantabria) Historia y tecnología”, Sautuola XI, Santander,
125-147.
ÉTIENNE, R. (1974): La culte imperial dans la Péninsule Ibérique d´Auguste a Dioclétien, Paris.
FERNÁNDEZ VEGA, P. (1993): Arquitectura y urbanística en
la ciudad romana de Julióbriga, Santander.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (1999a): “Metalistería y romanización en la antigua Cantabria”, Regio Cantabrorum (J.M. IGLESIAS y J. MUÑIZ), Santander, 249-258.
FERNÁNDEZ VEGA, A., PEÑIL MINUÉS, J. y BUSTAMANTE
CUESTA, S. (2005): Camesa-Rebolledo. ¿Vera Iuliobriga?, Cuadernos de Campoo 42, Reinosa, 4-13.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (1999b): “Puñal”, Cántabros. La Génesis de un Pueblo, Santander, 292.
GARCÍA y BELLIDO, A.(1953): “La excavación de la antigua
ciudad cántabra de «Iuliobriga»”, Archivo Español de Arqueología XXVI (87), Madrid, 193-207.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (2002): “Metales para la paz y la
guerra: El sur de la antigua Cantabria ante la presencia romana”, Cuadernos de Campoo 28, Reinosa, 4-10.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (2002-03): “Cerrajería de la ciudad
de Iuliobriga (Cantabria) en el marco de los objetos metálicos
de época romana”, Sautuola IX, Santander, 191-212.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (2003a): “Una figura en bronce representando a Hermes procedente de Santander. Relaciones
comerciales y religiosas en las costas del norte de la Península
Ibérica en época romana”, La Arqueología de la Bahía de Santander Vol.II (C.Fernández y J.Ruiz Cobo eds.), Santander, 561608.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (2003b): “Cerrajería de la ciudad de
Iuliobriga (Cantabria) en el marco de los objetos metálicos de
época romana”, Sautuola IX, Santander, 191-212.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (2004): “Metales romanos de Herrera
de Pisuerga (Palencia). El yacimiento de “El Cuartel – I”: Los
primeros asentamientos militares”, Sautuola X, Santander,
237-279.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C. (2004): “Máscara teatral en bronce
como remate decorativo de una lucerna, procedente del yacimiento romano de Forua (Vizcaya)”, Kobie. Anejos 6 (Vol.I),
Bilbao, 379-392.
FERNÁNDEZ IBÁÑEZ, C., SETIÉN MARQUÍNEZ, J. y POLANCO MADRAZO, J. A. (2005): “Fragmentos de una estatua
52
GARCÍA y BELLIDO, A., FERNÁNDEZ DE AVILÉS, A., MONTEAGUDO, L. y VIGIL, M. (1956): “Excavaciones en Iuliobriga
y exploraciones en Cantabria. II relación: campañas de 1953
a 1956”, Archivo Español de Arqueología XXIX (93-94), Madrid, 131-199.
HERNÁNDEZ MORALES, A. (1946): Juliobriga ciudad romana
en Cantabria, Santander.
IGLESIAS GIL, J. M. (1986): “Fragmento de ara a Júpiter de
Julióbriga (Conventus Cluniensis)“, Ficheiro Epigráfico (Suplemento de Conímbriga-19) 86, Coimbra, 4-6.
IGLESIAS, J. M. y RUIZ, A. (1998): Epigrafía romana de Cantabria, Bordeaux-Santander.
IGLESIAS, J. M. et alii (1998): “Sector de la Iglesia”, Arqueología en Iuliobriga, Santander, 163-200.
MELCHOR GIL, E. (1997): “La concesión de “Honores Públicos
Municipales” en Hispania”, Hispania Romana. Desde Tierra de
Conquista Provincia del Imperio, Madrid, 223-237.
PEREZ RODRÍGUEZ-ARAGÓN, F. y RAMÍREZ SÁDABA, J. L.
(2003): “La cerámica fina de mesa terra sigillata de Iuliobriga”,
Sautuola IX, Santander, 141-190.
(1998): “Julióbriga: de su identificación a las primeras investigaciones arqueológicas”, Cuadernos de Campoo 12, Reinosa,
9-16.
53
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
Satrio Diez Cayón
Nací en Guardo, villa de la montaña palentina, el
día 30 de junio de 1919, cuando por el mundo señoreaba la famosa “gripe española”, la gran pandemia, llamada así porque fue la única nación que
publicaba noticias al respecto. En España causó la
muerte de trescientas mil personas, y en el resto del
mundo la de veinte millones, entre los años 1818 y
1919. Por fortuna no fui de los afectados, tampoco
el doctor Fleming había descubierto la penicilina,
pero sí enfermé de neumonía doble que los médicos
del lugar no lograron curar y ante las escasas esperanzas de vida que dieron a mi abuela materna, ésta
optó por llevarme a Reinosa donde se encontraban
mis padres, desde unas semanas antes, buscando un
piso para vivir, ya que mi padre esperaba ingresar
en la Naval. Así, que al llegar abuela y nieto a la
villa campurriana mis padres me llevaron a la consulta de don Julio Pérez Arenal, médico de gran
prestigio, el cual, con los remedios de la época, me
curó a base de ventosas, esto me ocurrió finalizando
el invierno de 1920.
Nuestro domicilio estaba en frente del Hotel
Universal, cabe el reinosano parque de Cupido; así
pues, mis primeros pasos y recuerdos son en este
hermoso rincón al que nos llevaban a los niños del
barrio. De la memoria, de aquellos mis tres años,
algunos me quedaron grabados con gran nitidez,
sucesos que nunca he podido olvidar; el primero en
el parque, lugar de nuestros inocentes juegos
cuando un día nos sorprendió la enorme fosa que
habían escavado, de la cual brotaban chorros de
agua (más tarde supimos que era para la base de
una estatua al pintor Casimiro Sainz, y el agua afloraba de un manantial, éste llamado Sorribero vertía
sus aguas al Híjar). Otro hecho que me impactó
57
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
mucho fue el cortejo que acompañaba a los restos
mortales del pintor campurriano, fallecido en Madrid, hasta el camposanto de la villa, era el año
1922.
alguna partida de billar o al dominó; eran momentos agradables que repetía con frecuencia. En el
mismo piso, el Círculo Tradicionalista tenía su sede.
Los domingos, la cuadrilla de amigos, jugábamos la
partida en el bar Gaitón, junto al colegio de las
monjas, y a fumar los primeros cigarrillos rubios.
En la fábrica seguía aprendiendo el oficio de bobinador electricista y estaba bastante contento. Me
afilié al Sindicato Católico y más tarde, en la primavera de 1935, lo hice en Falange Española. Recuerda mi memoria también, que entre los años
1934 y 1935 solía ir con algún amigo a los mítines
socialistas al Salón Madrid, recuerdo algunos oradores, entre los más destacados estaban, Margarita
Nelken, Bruno Alonso y Matilde de la Torre; en
otras ocasiones nos agregábamos a sus manifestaciones. Asimismo, despierto recuerdos dormidos
como la visita que nos hizo Manuel Hedilla a la
treintena escasa de falangistas en la ciudad. También recuerdo, y no me falla la memoria, que no tuvimos nunca enfrentamientos, ni verbales ni físicos
con la izquierda reinosana. Por mi parte yo me encontraba más a gusto con mis aficiones culturales
y deportivas: formé parte del cuadro artístico de la
juventud, jugaba al fútbol, subía montañas, nadaba,
boxeaba, peloteaba en el frontón. En la fábrica nos
hicieron especialistas bobinadores, nos subieron el
sueldo y no había problemas con nadie. Seguía el
tiempo avanzando inexorable, y en el cielo español
aparecieron nubarrones prestos a descargar su mortífera carga y llegó la hecatombe de cuyo año y
nombre no quiero acordarme… y el solar patrio, se
desgarró en dos zonas: republicana y nacional.
Empezaron ambas zonas a cometer actos impropios
de una sociedad que presumía de civilizada. Fui detenido el 23 de agosto de 1936 siendo puesto en libertad provisional, pero debía presentarme todos
Llegó el tiempo de ir al colegio y mi primera
maestra fue doña Julianita García Escobedo, su colegio estaba en la plaza mayor (hoy de España) y, yo
era el único niño, todas eran niñas. Al siguiente año
pasé al colegio de San Antolín, el maestro se llamaba Don Timoteo Ruiz, su clase estaba al lado de
la fábrica de gaseosas de los hermanos Rodríguez
Cantón en la calle de las Fuentes, de aquí pasé en
el año 1925 al colegio de San José, de los Hermanos
Menesianos; de la mano de mis padres nos recibió
el hermano Avelino y me incorporé a su clase de
párvulos; fui quemando clases y etapas hasta llegar
a la quinta, con el hermano Leopoldo, un chicarrón
de Hernani quien además de buen profesor era muy
recto; algunos días, tras el recreo, nos solía leer
fragmentos de novelas de indios, vaqueros y tramperos del Canadá. Otras veces nos hacía leerlas a
algún alumno; con él pienso que me aficioné a la
lectura, droga que nunca he dejado de tomar. En la
quinta finalizaba la enseñanza primaria; corría el
año 1932 y comencé a preparar el ingreso de primero de Comercio, que aprobé en 1933. Al siguiente
empecé a preparar el segundo curso, cuando fui a
examinarme suspendí en una asignatura que debía
aprobar para poder examinarme del resto. Esto me
desanimó bastante y meses después ingresé en la
Cenemesa, a finales del otoño de 1934, como aprendiz. Por estas calendas estrené pantalón largo; también empecé a frecuentar la Juventud Católica,
donde pasaba buenos ratos de mi tiempo libre, leyendo libros de una bien nutrida biblioteca, otros
ratos la lectura la alternaba jugando con los amigos
58
59
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
los días al Comité de Guerra en la Casona. Se reanudó el trabajo en las empresas y , yo no me sentía
seguro en el taller, entonces planeé, con tres amigos
más, evadirnos a la zona nacional, así, pues el 8 de
diciembre salimos de Reinosa , a las dos de la tarde,
hasta el pueblo de Izara, un descanso breve y continuamos la marcha; el invierno recién empezado,
no fue muy malo en la ciudad, había un palmo de
nieve, pero en el monte nos metimos hasta la rodilla; con muchas dificultades y la noche oscura llegamos a un lugar desconocido, tras unas horas de
marcha y nos cobijamos en una ladera del monte.
Pasamos todo el frío del mundo y amaneciendo
vimos un pueblo al que bajamos, era Salcedillo, que
estaba abandonado, continuamos por una carretera
que nos llevó a Brañosera; aquí nos entregamos a
una escuadra de falangistas, nos trasladaron a Barruelo, y más tarde a Aguilar de Campoo. Nos llevaron ante el comandante de la plaza, donde
prestamos declaración. En esta villa nos encontramos con algunos paisanos evadidos; nosotros cuatro no nos pusimos de acuerdo para continuar
juntos y el grupo se rompió. Uno se fue al Tercio de
Mola y dos se quedaron en Aguilar en la Jefatura de
Falange.
A primeros de enero de 1937 me fui a Boñar
(León) a visitar a mi abuela y tíos. A los pocos días
se abrió un frente de guerra en las inmediaciones
del pueblo, allí permanecí siete meses realizando
servicios en 1ª línea en unión de la Guardia Civil y
de personas aptas para defender las acometidas de
los mineros asturianos, se recrudeció la lucha y llegaron nuevas fuerzas: un Tabor de Regulares, una
bandera de Falange, un batallón de Requetés y artillería ligera.
A los dos días de la ocupación de Reinosa por
los nacionales, llegué a casa con mi tío; mis padres
ya nos esperaban recibiéndonos con gran alegría
después de tanto tiempo sin noticia alguna. Ellos
me informaron de la muerte de dos tíos míos, uno
en Selaya por un bombardeo de la aviación republicana y el otro en el monte Naranco (Oviedo) al
frente de una compañía de la C.N.T.
Fue muy breve mi estancia en casa, apenas una
semana. Con un viejo amigo, Goyo Palacio, nos enrolamos en una unidad de Intendencia camino de
Santander, pernoctamos en Soto de la Marina y al
siguiente día en el mismo vehículo partimos para
la capital; sin esperar ninguna orden entrábamos
por el Alta santanderino donde fuimos recibidos por
una salva de disparos de metralleta sin consecuencia alguna para nosotros. El chófer y el legionario
nos dejaron, se iban a saber de su familia. Quedamos solos y seguimos andando hasta llegar al convento de las Oblatas, habilitado como prisión: les
dimos a los presos la noticia de la inminente entrada de la División Navarra. Continuamos bajando
para intentar llegar a la cárcel provincial: allí estaba
Isidoro Palacio preso. No fue posible debido a una
inesperada refriega, en la calle Cisneros, con un
coche ocupado por dos gudaris vascos, de la cual
resulté herido de un disparo en el estómago; con
ayuda de mi amigo volvimos a subir hasta las Oblatas, en un coche, que allí estaba, fui trasladado a
Valdecilla y operado rápidamente, por el doctor
García Barón, de dos perforaciones de colon; dos
horas después entraba el ejército español en la capital. Dado de alta quince días más tarde regresé a
Reinosa. Pasé el mes de septiembre convaleciendo y
en octubre me reintegré por poco tiempo al trabajo.
Estrenado el año 1938, a primeros de enero me
alisté en una batería del Regimiento de Mallorca,
saliendo con dirección al frente de Huesca. Aquí,
me destinaron a la Plana Mayor. Ya en Almadén,
60
61
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
donde pasé el invierno, teníamos el observatorio en
una colina –rodeado de las bodegas del pueblo,
abandonadas por la cercanía del frente, nos separaba un canal y un extenso olivar- donde había
una ametralladora antiaérea, restos de trincheras
abandonadas, y servida por soldados de la Mehala.
En una de las bodegas abandonadas teníamos “el
dormitorio”que también era el refugio contra los
bombardeos a que nos sometía diariamente su artillería y aviación. Aquellos meses en Almudévar los
pasamos intercambiándonos “saludos” a cañonazos: nuestro objetivo principal era Santa Quiteria, al
este del pueblo estaba el puesto de mando de Josip
Broz –quien mandaba una brigada de internacionales- que, más tarde llamado Tito, ascendió a mariscal, hasta llegar a ser nombrado presidente de la
extinta Yugoslavia. Así mismo recuerdo el frío que
llegaba procedente del Pirineo.
El día 22 de marzo la artillería enemiga castigaba intensamente nuestro puesto de mando, se le
replicó hasta acallarla. Éste fue el preludio de la
ruptura del frente que atenazaba a Almudévar,
donde fue severamente castigado el enemigo por la
artillería y aviación nacional hasta romper su resistencia, en las Canteras, su posición mejor fortificada
de todo el sector. Abierta la brecha, tras un intenso
combate se avanza rápidamente hacia la ocupación
de otros objetivos dejando en retaguardia un rosario
de pueblos y en poco mas de quince días se establecía una cabeza de puente en Balaguer, el diez de
abril, sobre el río Segre. Durante el largo tiempo
que permanecimos en este sector, sufrimos muchos
contraataques y tres grandes ofensivas, de ambiciosos objetivos, con grandes pérdidas en hombres y
material de guerra, asimismo las nuestras fueron
grandes. Luego, debido al desgaste sufrido por el
adversario, hubo un periodo de relativa calma; nos
posicionamos en plena huerta del pueblo a orillas
del Segre, después de haber ocupado posiciones en
diferentes lugares y ser localizados por la mejor artillería de la guerra: sus cañones del 12,40 y 10,70
mm hacían estragos en nuestras posiciones y retaguardia. El definitivo y último emplazamiento era
un edén, en plena guerra: árboles frutales, vides,
verduras, almendros; los dueños solían venir a recoger su cosecha, nos autorizaron a poder coger algunas frutas sin estropear los árboles; teníamos
agua abundante y un gran río para refrescarnos:
eso sí, con mucho cuidado pues sus posiciones en la
otra orilla nos podían poner a su alcance.
Balaguer también estaba muy cerca, apenas un
kilómetro y podíamos, con permiso, acercarnos a
él; allí era lugar de encuentro con algunos amigos
de Reinosa que estaban en la cabeza de puente. En
los ratos de calma, cuando no se oía el bum-bum
del cañoneo, ni el rum-rum del avión, en el emplazamiento se organizaban partidos de fútbol contra
otras baterías. En la posición se construyeron chabolas con cañas, muy abundantes. Creíamos que
íbamos a seguir en este sector mucho tiempo. Los
días se alternaban con golpes de mano, intentos de
cruzar el río, que eran rápidamente sofocados, además teníamos cerca de la posición una compañía
de regulares. Así pasaban las semanas y un domingo me fui al pueblo por ver si encontraba algún
conocido. Solíamos ir siempre al mismo café. Allí
estaba yo esperando la aparición de alguno cuando
empezó un cañoneo al pueblo que se iba acercando
al lugar en que nos hallábamos muchos soldados;
salimos a la calle, cuando un obús cercano nos hirió
de metralla a un montón, a mí me hirió un trozo de
metralla en la cabeza. Nos llevaron en tren hasta
Avellanes, a retaguardia, al hospital de campaña,
anteriormente era un seminario; a los dos días nos
62
63
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
llevaron a la mayoría a Zaragoza y un poco mas
tarde fuimos evacuados a Cestona y Mondariz. A
mí me enviaron a este lugar, así que en Santurce
embarcamos rumbo a Vigo, desde donde nos trasladaron al balneario, convertido en hospital de guerra. Aquí permanecí una semana y al cabo de la
misma, salí para casa con quince días de convalecencia, que se fueron volando, y pronto me encontré de nuevo en Balaguer. Pasaron las semanas, el
verano tocaba a retirada, apenas había novedades
que reseñar, tan sólo rompía la monotonía de posiciones, amagos de contraataque, bombardeos mutuos con los mismos objetivos, lo único a destacar
fue el llevar a la batería al Segre en Fraga, allí estaban nuestras fuerzas en apuros, ante los continuados intentos de envolver a nuestras divisiones
hasta el sector de Tremp, en el Pirineo leridano; pudimos impedir su ofensiva y regresar a Balaguer. A
mediados de noviembre volvieron a llevar a efecto
su anterior fracasada intentona; para estas fechas
ya se rumoreaba, en la batería, que íbamos a ser retirados del sector ya que las dos piezas que aún sobrevivían, a su avanzada edad, estaban a punto de
ir al desguace. Se confirmó el rumor y desmantelamos la posición abandonándola con cierta pena,
después de tanto malos y buenos momentos vividos. Al final de noviembre estábamos en Zuera (Zaragoza) a la espera de recibir nuevas piezas.
Pasamos el mes de diciembre acantonados en este
pueblo, dedicados a la instrucción, marchas, teóricas y organización de la batería.
A mediados de enero de 1939, nos hacen entrega en Zaragoza de cuatro piezas del calibre 77,24
KRUPP y material de plana mayor; seguimos en
Zuera el resto del mes, dedicados al conocimiento e
instrucción con el nuevo material; a primeros de febrero salimos en tren hasta Lérida, aquí nos insta-
lamos a la espera de recibir órdenes. Nos comunican
la incorporación a la 12ª División, como artillería
divisionaria, formando grupo con otras baterías pesadas. El día 18 de marzo salimos hacia el Sur, incorporados ya al Cuerpo del Ejército Marroquí al
mando del general Yagüe; nuestro primer destino
es Mérida y a continuación vamos hacia Carrascalejos y Mirandilla (Cáceres); en este pueblo nos instalamos, estando dedicados a un mejor
conocimiento del nuevo material hasta finales de
marzo, que salimos para Valsequillo (Córdoba) a la
espera de recibir instrucciones, nos llegan el día 23
del citado mes, entrando en posición a unos kilómetros de la carretera Valsequillo a Peñarroya, en la
llamada posición “Mano de Hierro”, donde el enemigo nos hace fuego de mortero, al descubrir que
emplazamos en las proximidades de las trincheras,
resultando heridos tres artilleros. Días después, a la
madrugada rompemos el fuego sobre los objetivos
señalados por el Mando para la rotura del frente de
Peñarroya. A las nueve y media de la mañana, hacemos alto el fuego por haber sido ocupados todos
los objetivos señalados. A continuación salimos en
plan de operaciones y de acompañamiento de la 1ª
Bandera de Castilla, de legionarios, pernoctando
entre Hinojosa del Duque y Belalcázar; reanudamos
la marcha que no interrumpimos, salvo en contados
intervalos, hasta las diez de la noche, que hacemos
alto en la estación de ferrocarril Los Pedroches. De
estos dos días de avance recuerdo la penosa impresión que nos produjo ver las interminables filas de
los que habían sido integrantes de la famosa, aguerrida y valiente Brigada de Líster, hoy abandonados
a su suerte con sus jefes huidos. Sólo nos pedían
comida y tabaco. El día 28 salimos, después de
comer en frío, siguiendo el avance hacia Almadén
(Ciudad Real); acelerando la marcha (se rumoreaba
64
65
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
entre la tropa que en esa ciudad manchega se hacían preparativos para volar las instalaciones de
mercurio) y ocupando la ciudad, quedando con toda
la División en espera de órdenes. Del 29 al 31 continuamos en Almadén. Y llegó abril con la gran noticia: el fin de la Guerra; por la que tanto
sufrimiento y sangre se derramó en los campos y
ciudades de España ¿Y ahora qué, de verdad que
todo había terminado? No quise hacerme más preguntas pero sí el propósito de olvidar tan larga pesadilla, a sabiendas de que habría gentes que no
perdonarían y otras que no olvidarían nunca.
Almadén, como tantas ciudades y pueblos, salió
en masa a festejar el acontecimiento con diversos
actos, compartidos con la tropa.
Y nos llegó la hora de partir de la ciudad manchega, así, el día 3 de abril salimos por carretera,
al amanecer, en dirección a Mérida por la que pasamos, llegando al mediodía a Arroyo de San Serván, donde quedamos acantonados abril, mayo y
junio, dedicados a la instrucción táctica y escuelas
de especialistas aspirantes a cabos y sargentos. El
pueblo, a ocho kilómetros de Mérida, tenía su atractivo; nos acogió con su amistad y disfrutamos de
lo que nos ofrecía: el Guadiana, las bodegas de amigos que hicimos, la fuente del pueblo (no tenían
agua a domicilio) allí acudían también las mozas
del pueblo, llegaban los soldados, y sus cántaros…
a la espera. El pueblo tenía una cantina y un casino.
Las señoritas del pueblo organizaban bailes en el
mismo; jugábamos partidos de fútbol, teníamos
marchas al río, pasábamos buenos ratos Antonio,
Fuster y yo en la bodega del amigo, el cual nos invitaba a beber y comer jamón. La cocina de la batería estaba junto a la fuente, entre otras cosas
recuerdo de este pueblo la cantidad de mosquitos
que pululaban y muy aficionados a bañarse en la
perola de la sopa, cuando íbamos a tomarla cerrábamos los ojos, para no verlos. Un día, a la hora de
la comida, el capitán, pidió un voluntario para la
plana mayor del general Yagüe y di un paso al
frente, al siguiente día me personé en el matadero
municipal de Mérida, allí en vía muerta, estaba el
tren de mando del Cuartel General Marroquí (todos
los vagones eran primeras), más tarde nos trasladamos a un piso en la ciudad; yo trabajaba con el teniente Azcona. Un día de junio, me sentí
indispuesto y me llevaron al Hospital Militar; me
diagnosticaron paludismo, permaneciendo en el
mismo hasta el día 30 que debo salir de inmediato
con mi batería, en dirección a Mallorca. En este día,
último en Extremadura, esperando el embarque del
material y del personal en el tren, saliendo al siguiente con dirección a Barcelona, a la que llegamos tres días después, embarcando al siguiente
rumbo a Palma. La madrugada del cinco de julio
rendimos viaje en la capital balear, donde un numeroso público esperaba, junto al general de la isla y
autoridades, nuestra llegada. Efectuado el desembarco, la batería se trasladó al cuartel de San Pedro;
a mí, en una ambulancia, me llevaron al hospital
militar, quedando en el mismo hospitalizado durante quince días, siguiendo un nuevo tratamiento
de belladona y quinina. Fui recibiendo visitas de
mis antiguos compañeros, que no me habían olvidado, también me empezaron a dar alimentos; dándome con el alta diez días de convaleciente que
pasé en Palma. Agotado este permiso me incorporé
al cuartel de Jaime I, donde fui destinado, aquí pasé
una semana y luego logré un destino en el Parque
de Artillería en la sección de Mayoría al mando del
teniente Mas y me hago cargo del negociado Hojas
de Servicio del Regimiento con el historial de oficiales y soldados. Tengo por compañeros en Mayo-
66
67
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
ría al sargento Martínez, al cabo Cerdá, Peña, Conti,
Taltavull y Reynes, estos últimos eran soldados; mi
labor era muy llevadera, y el horario de nueve a dos
de la tarde; estoy rebajado de servicios y de rancho;
comía por 1,50 pesetas en una casa de comidas al
lado de la catedral y me proporcionó Amengual,
(viejo amigo del frente) una habitación en la calle
de San Juan, cercana al paseo del Borne, por 15 pesetas al mes y pido a casa ropa de paisano, ya que
normalmente tenemos la tarde libre. El sargento
Martínez, contable de varias sociedades deportivas
nos facilitó la entrada libre al frontón Balear, velódromo del Tirador y canódromo, los partidos de fútbol nos costaban la mitad de precio.
Ya sonaban tambores de guerra por Europa
cuando, la víspera de estallar la II Guerra Mundial,
hubo mucha alarma en la capital al detectarse aviones que sobrevolaban la isla; al poco Alemania
ocupó Danzing e invadió Polonia, dando comienzo
a una larga y cruel guerra.
Corría el otoño y la situación en Europa se fue
complicando en una lucha sin cuartel; en la isla, a
causa de la situación internacional, comenzaron a
subirse algunos artículos de primera necesidad, por
lo demás la vida seguía su curso- pero atenta a lo
que podría suceder- llegaban compañías de teatro,
los cines estaban a tope, las actividades deportivas
aumentaban; empezaron a llegar barcos con turistas, bares y hoteles no daban abasto: la Gran Guerra, no tan lejos, no la afectó apenas. En tanto, en
lo que a mí se refiere, todo me iba de maravilla, se
sucedían los días, del calendario se desprendían
otoñales hojas alternando mi trabajo en Mayoría,
con buenos compañeros, al mejor conocimiento de
la ciudad: descubría sus palacios, sus patios, sus
iglesias, sus paseos, sus calas, sus murallas, su inmensa catedral y todo un pasado en sus barrios gó-
ticos y árabes, me pareció en su conjunto distinta a
las ciudades que conocía de la península. Al tiempo,
empecé a conocer algunos de sus pueblos, Sóller,
Manacor, Inca, Pollensa…, seguía visitando a mis
paisanos, me saludaban amigos del frente y también me invitaban a su casa; fiché por un equipo
de segunda regional y jugué algunos partidos con
él, enseguida me cansé y no volví a dar al balón. En
cuanto a mis lecturas, continuaban y mi proveedor
fue mi compañero de oficina Taltavull, con el que
algunas veces íbamos a presenciar carreras de caballos trotones. Discurrían los días y llegó la hora en
que decidí licenciarme, al final de la primavera de
1940; poco antes recibí una carta de Londres, en la
que el amigo del frente Lucio estaba hospitalizado:
su barco mercante había sido torpedeado por los
alemanes, me aconsejaba que desistiera de ir a navegar, el mar no estaba para bromear; por las mismas fechas rechacé un trabajo en una agencia de
viajes. Me preparé yo mismo el certificado y papeles
concernientes a mi paso por el Regimiento, lo firmaron el coronel y el comandante de Mayoría; me
despedí de Paco, mi paisano y de tantos amigos que
dejaba en la isla de la calma a la que despedí con un
¡hasta la vista!
Tras la alegría, por mi regreso a casa, al cabo de
unas semanas me incorporo de nuevo al trabajo en
la Cenemesa, hasta el verano de 1942, durante este
periodo volví a rechazar un trabajo en la Guinea
española. A primeros de agosto, llegó a Reinosa
una comisión alemana al objeto de reclutar gente
para trabajar en Alemania, en la casa sindical formalizábamos los contratos y a los dos días en un
tren especial con personal de la capital y provincia
salimos con dirección a ese país; nuestro pueblo nos
despidió con la estación abarrotada, nos íbamos a la
aventura treinta de sus vecinos, arrancó el convoy
68
69
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
y se fue alejando de la ciudad, en la oscuridad de la
noche, con dirección a Hendaya, rápidamente se
comprueba nuestra identidad y partimos para nuestro destino. En Metz se detuvo la expedición y pasamos revista médica, reanudando el viaje hacia
Berlín; al siguiente llegamos a la capital alemana;
allí estaban los representantes de las empresas
donde seríamos encuadrados: la mayoría fuimos
destinados a la Reciban (ferrocarriles del Estado),
¿Qué nos espera en este monstruo de empresa?
pronto lo supimos, lo primero fue que la labor a realizar- me refiero a mí- no se parecía en nada a lo
firmado en el contrato. Nos habían alojado en la
Hermannstrase, en un edifico de varios pisos. El primer trabajo, donde me estrené, fue en el S-bahn
(tranvía): consistía en la reparación de las vías del
mismo afectadas por los bombardeos y había que
tenerlas dispuestas, muy de mañana, para los tempraneros usuarios: era de risa, a la voz del encargado de la cuadrilla que pedía “fuerza” los raíles no
se movían (usábamos para levantarles unas grandes
tenazas) no había esfuerzo común. Al poco tiempo
nos trasladaron a todos los españoles a un campamento de barracas de madera con algunas comodidades: había estufas de carbón, lavabos, duchas,
comedor y literas para dormir; a pesar de la crudeza
del invierno berlinés no pasamos frío; el distrito era
Berlín-Neuköll. El jefe de lager era un alemán que
hablaba español, aprendido en su larga estancia en
Argentina; cada barraca tenía un responsable y el
responsable del conjunto era un español-de cuyo
nombre no quiero acordarme, que más bien parecía
un alemán- y estaban los cocineros, barrenderos,
electricistas etc. Recuerdo los diferentes trabajos
que realizamos, una cuadrilla de seis personas, entre
ellos citaré algunos para muestra: descargábamos
briquetas de carbón de un vagón, construimos un
refugio contra bombardeos para unas trabajadoras
ucranianas, aquí el alemán que nos dirigía era muy
“simpático”, nos daba un pico y una pala, no había
descanso entre una y otra operación, eso sí, la señora jefa de las viviendas ucranianas nos daba diez
minutos de descanso y un caldo caliente para reanimarnos, nos dijo que ella era católica. Un día,
cansado de tanto pico y pala y de ir de la ceca a la
meca, arrojé dichos utensilios al suelo y me largué.
Lo primero que hice, al siguiente día, fue presentarme en la Embajada Española donde me remitieron a la Delegación Española de Trabajo, y en ella
un joven muy amable se interesó por mi situación
y me aseguró que haría lo posible para resolverla;
volví otro día y me dijo que en un par de semanas
estaría todo resuelto; cuando regresé a la delegación
no estaba el joven que me había dado esperanzas,
le habían trasladado sin previo aviso a Viena. Después de este contratiempo estuve por Berlín con un
alemán, ya mayor, pintando pasos de cebra y todo
lo referente a la circulación; a continuación en una
barcaza, navegábamos por el río Havel ó el Spree
que pasan por la capital, cargada de productos alimenticios que íbamos descargando, en los almacenes del muelle. Un tiempo después me enviaron a
trabajar a un taller de reparaciones de motores eléctricos de los S-bahn, donde trabajaban más españoles, ocho de ellos eran madrileños, los cuales
pasaban más tiempo en una cervecería vecina que
en el taller sin que el encargado les llamara nunca
la atención, pero una mañana se personó el director
y al ver que allí sólo había dos trabajando llamó al
alemán encargado, y nos dijo que no volviéramos
más, “todos los españoles fuera”. Volví a Tempelhof,
distrito donde estaba la central de los ferrocarriles
y otra vuelta de tuerca, a descargar vagones y a
desescombrar en edificios de la empresa que habían
70
71
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
sido afectados por los bombardeos. Con este panorama a la vista, volví a quedarme en el Lager tranquilamente a la espera de acontecimientos: había
pasado un mes cuando me llamaron por el altavoz
para presentarme en la oficina y allí estaba el Lagerführer hablando con dos policías de paisano, de
la empresa, con la intención de llevarme a un
campo de trabajo, castigado por mis reiteradas faltas al trabajo; yo me defendí como pude y se fueron, quedando advertido que por ser la primera vez
me perdonaban. No hice caso y me marché del campamento al siguiente día y me presenté en la oficina
de colocación, después en la del Frente de Trabajo,
para intentar mi baja del Sindicato de Metal al que
pertenecía, y no me dieron el cambio; así perdí dos
ocasiones, poco después, de colocarme en un restaurante para ayudante de cocina y la otra en un
hospital de niños, donde un amigo mío de Madrid
trabajaba de calefactor, el me presentó a la directora
del mismo para que yo fuera su sustituto: se iba
definitivamente para España, y otra vez, en pocos
días, me pidieron mi afiliación sindical, al dársela
nos dijo que era imposible, pues estaba todo muy
controlado y no cumplir la ley sería muy grave para
ella.
Se me habían agotado mis economías y hube de
regresar al Lager; me camuflé como pude de electricista, así, al menos, la comida y la cama estaban
aseguradas; pasaban los días, las semanas, los
meses y nadie me molestaba: me creí a salvo hasta
que una tarde, volvió a sonar mi nombre por el altavoz, y en la oficina del campamento me esperaban el jefe del mismo y dos personas más: fueron
breves, debía de volver a Tempelhof o ir al campo
de castigo y se fueron; yo, a pensar qué debía hacer
y rápidamente me di la respuesta, escaparme a España. Con esta intención fui varias veces a la Esta-
ción Central de donde salían los trenes para París,
en principio no me pareció difícil la empresa y después de fijarme la fecha me arriesgué, una noche, a
irme; ya en la estación, por un paso de entrada para
los equipajes me planté en el andén, allí estaba el
exprés Berlín-París y empecé a pasear despacio, sin
dar muestras de inquietud alguna…, los viajeros
iban subiendo a los vagones y me decidí a subir:
cuando estaba a punto de hacerlo me toman del
brazo dos señores de paisano y uno me pide mi pasaporte, respondí a su pregunta que lo había olvidado en el lager, me piden la dirección del mismo
y van a un teléfono público cercano. En tanto yo
me bajo en la estación del S-bahn y en el primer
tren que llega me escabullo, hasta hoy – no sé qué
cara pondrían al no encontrarme. Regresé al lager
para sorpresa de mis amigos, les conté lo sucedido
y se alegraron por haber podido eludir a los policías. No volví a pensar en irme, lo creía casi imposible y en la barraca quedé a la espera de alguna
llamada. Pasé un tiempo tranquilo, nadie me molestaba, cumplía mi labor cuando de alguna barraca
pedían al electricista. Un día me llegué a Tempelhof
y hablé con los encargados, lo único que me dijeron
es que me avisarían dónde tenía que ir a trabajar.
Por esta época me decidí a salir del barrio al objeto
de conocer lugares de Berlín y sus cercanías; así,
descubrí Potsdam, el lago Wansee, que era la playa
de los berlineses en verano y en invierno pista de
hielo para patinar, en ambas estaciones estaban
siempre muy concurridas. Siguieron mis andanzas
berlinesas visitando y recreándome de sus mejores
monumentos, sus palacios, catedrales, la famosa
Puerta de Brandeburgo y la espléndida avenida de
Unter der Linde; en otras ocasiones me acercaba
hasta los museos de la isla: allí, en el de Arte Egipcio estaba el busto de la enigmática Nefertiti. Tam-
72
73
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
bién solía frecuentar exposiciones de pintura, iba al
cine, al Palacio de Invierno a ver patinaje artístico
y en cierta ocasión me fui al Berolina a escuchar a
la cantante Lely Anderson, la famosa Lili Marlen,
canción que toda Europa cantaba, y es que, a pesar
de los bombardeos, del racionamiento y de los reveses que sufrían en Rusia, la vida en Berlín era intensa en todos los aspectos. Empero, poco a poco,
su moral se iba debilitando a medida que las noticias de los frentes eran alarmantes y que los aliados
aumentaban sus bombardeos con todo el descaro,
no se contentaban con hacerlo de noche, lo hacían
ya en pleno día. En uno de sus intensos ataques aéreos causaron muchos muertos; recuerdo que fue
en el distrito donde vivía un húngaro, amigo mío,
quien había estado en nuestra guerra y a la sazón
era intérprete, fui a saber que era de él cuando estando ya en su casa, oímos un tumulto de gritos,
nos asomamos al balcón y observamos a cientos de
personas increpando a alguien, supimos luego que
los abucheos y amenazas eran contra Goebbels;
también por aquellos días, donde la vida pendía de
un hilo, iba paseando hacía el zoo berlinés, cuando
conocí a un divisionario español, entramos en una
cervecería y me presentó a unos amigos suyos,
entre ellos había una mujer, con los cuales pasé algunas tardes; enseguida me percaté de su peligrosa
amistad: sus amigos eran de la resistencia francesa
en Berlín. Supuse que el divisionario lo sabría, él
estaba en un hospital de cirugía estética para repararle los destrozos que su mandíbula había sufrido
en Rusia, más tarde me informé de su traslado a
Dantzig. Cambio de tema, y cuento como iba mi
salud, pues nada buena; hacía ya mucho tiempo
que sufría molestias de estómago, fui al médico, un
español en prácticas, que me detectó una úlcera
duodenal y me aconsejó que lo mejor para mí era
regresar a España. Yo lo fui demorando, pasaban
los días y llegó mayo con una gran sorpresa para
mí: me habían trasladado a un taller de reparaciones de motores de tanques, ubicado en otro distrito,
Berlín Nw, y éramos vecinos, nos separaba un canal
y un puente, de la Siemensstad. En un edificio de
tres pisos estaba la Schüler Motores, el nombre de
mi nuevo destino, en dos de sus pisos estaban las
instalaciones y me destinaron de ayudante de un
ajustador alemán, el resto de la plantilla la formaban tres o cuatro alemanes, varios polacos, algunos
franceses, bastantes croatas y cuatro españoles. Teníamos una casa para vivir, cerca del trabajo, los
españoles y croatas en una planta baja, si era cierto
que había mejorado en el aspecto laboral: bien retribuido, jornada continuada, comedor en la empresa, no lo fue tanto en seguridad física: la zona
era muy peligrosa por la frecuencia de sus bombardeos- las “temidas fortalezas volantes” americanas
sobre un distrito, donde, además de la Siemens, que
era su objetivo más ambicioso, tenían muchas industrias que sufrían sus devastadores ataques. Un
día caminaba por su avenida principal y a unos
trescientos metros de nuestros dormitorios, me conmovió el espectáculo, en casi un kilómetro habían
barrido literalmente decenas de casas, amén de sus
muertos. Nosotros, para protegernos, teníamos a la
vuelta de la esquina un sótano donde nos juntábamos con los vecinos de la casa colindante: temblaba
el edificio y qué pensábamos cada vez que atacaban
la zona, que no saldríamos nadie con vida. En todo
este sector había una batería antiaérea que lograba,
a veces, derribar alguna fortaleza con la terrible explosión de su cargamento. Así, discurría el tiempo
que nos lleva siempre a merced de la estrella de
cada cual. En Berlín, al alumbrado público se le camuflaba pintando de azul sus farolas, no se adelan-
74
75
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
taba mucho, pues el “amigo americano” lanzaba sus
bengalas iluminando el objetivo seguido de sus
bombas fosfóricas y a la vez incendiarias. En algunas ocasiones -pocas por supuesto- yo no entraba
en el sótano, me sentaba en los escalones de acceso
al edificio, a contemplar el espectáculo: ellos, iluminando la noche con sus bengalas, y la artillería antiaérea alemana en busca del “pajarraco”; por una
vez, sólo por una, presencié cómo uno de ellos se
lanzó en picado sobre los cañones: le acertaron… y
yo me arrojé al fondo del portal y seguidamente oí
una aterradora explosión que conmovió todo el sector, seguido de un silencio de muerte, que cayó
sobre la iluminada noche y, a continuación, llamadas angustiosas clamaban a sus deudos… y así éste
fue el episodio que viví pero que los berlineses soportaron estoicamente hasta el final…
La vida seguía su curso: el trabajo en la Schüler
que apenas sufrió bombardeos, pero seguían arrojando “sus envenenados regalos” sobre la Siemens;
allí, además de los talleres, vivían los trabajadores
con sus familias: era como una pequeña ciudad
dentro del gran Berlín: tenían sus tiendas, sus lugares de descanso, su cine, sus bares, su iglesia y su
farmacia. Seguía, en mi tiempo libre, visitando a
mis amigos del lager con los que pasaba algunos
ratos, recordando otros días más tranquilos o nos
íbamos a la piscina pública, aledaña al campamento
a nadar. En otra ocasión me llegué hasta SpandauWest para visitar a los hermanos Antolín que trabajaban y vivían en esta zona; en ella estaba una de
las cárceles de la capital (pasados los años aquí
acabó, como se sabe, su vida Rudolf Hess, lugarteniente del Führer). Por este distrito pasaba el río
Spree que desembocaba al Havel y éste a su vez,
rendía sus aguas al Elba, que moría al Mar del
Norte. Así como en el verano del 42 estaban en su
apogeo las victorias del ejército alemán culminadas
con la ocupación de Stalingrado, donde se estancaron y que al final cambió el destino de la guerra, al
recuperar la ciudad las tropas rusas, tras una épica
defensa alemana en febrero del 43. El pueblo alemán acusó el golpe mortal, asestado a sus mejores
unidades; seguían combatiendo en Egipto, Libia y
Túnez, pero iban perdiendo lo que habían ocupado
las tropas de Rommel, vencido, pero no humillado.
Se iban acumulando resultados adversos y ya pocos
creían en la victoria. Los bombardeos continuaban
contra las ciudades principales y lugares estratégicos como Hamburgo, Berlín, Dresde (en esta ciudad
no había ningún objetivo militar) y otras ciudades
causando decenas de miles de muertos y montañas
de escombro.
En nuestro distrito seguíamos recibiendo también sus macabras visitas aéreas pero sin graves
consecuencias. Por mi parte, iba haciéndome idea
de cómo me arreglaría para intentar salir de aquel
Berlín ya casi vencido. En la empresa tenía buenas
relaciones con sus responsables, así que un buen
día me presenté al jefe de personal: hablamos y le
dije que necesitaba un permiso para salir hacia España, me respondió que era muy difícil, pero no imposible, decía que la policía de Berlín pondría
dificultades; diez días después me llamó y me entregó la autorización de la policía, firmada y sellada
(aún la conservo); finalizaba el otoño y salí de Berlín, al que nunca regresé, dejando en él muchos
amigos españoles, alemanes y algunos más de
aquella Babel que fuera la capital del III Reich en
tiempos de guerra y, camino ya, del ocaso nacional-socialista.
Mi regreso a Reinosa fue celebrado por mi familia y amigos; llegó el invierno y ya acomodado a la
vida tranquila pude pasar las Navidades, tras años
76
77
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
de ausencia, en familia. Me tomé un año sabático
para intentar recuperar mi precaria salud y llevar el
régimen que me recomendó el médico; así sin nada
relevante pasaban los meses, llegó el verano y me
encontraba muy mejorado, recuperé los kilos perdidos, pero seguían mis dolores de estómago. Ya me
habían dado de baja en la plantilla de la Cenemesa;
llegó el otoño de 1944 y solicité el ingreso en la
Naval como administrativo, me admitieron previo
examen escrito que aprobé y con fecha 1 de noviembre pasé a pertenecer a la mencionada empresa. Comencé mi andadura laboral siendo mi
primer trabajo en los almacenes generales; al cabo
de unos años pasé a la oficina del taller de artillería;
fui destinado más tarde a las oficinas generales pasando sucesivamente por las secciones de jornales,
materiales, coste, contabilidad y mi último destino
fue a la sección de sociología en 1975, donde además de las pruebas psicotécnicas, a los aspirantes a
ingresar en la factoría, estaba encargado de la biblioteca de la misma, aquí me llegó la hora de la
jubilación anticipada con fecha 1 de enero de 1979.
Regresando al túnel del tiempo, quiero recordar
algunos hechos importantes de mi larga vida. En
mayo de 1951 me casé con Eloína y al año nos
nació la primera hija, con el tiempo, formamos una
larga lista de hijos, nietos y bisnietos, que son la
joya de la vida.
El 2 de octubre de 1954 se inauguró la Casa de
Cultura Sánchez Díaz, siendo de los primeros socios
de la misma.
Años después, en 1955, alternaba mi trabajo en
la Constructora la Naval, con la corresponsalía de
la Hoja del Lunes, durante una temporada y en
enero de 1956 pasé a ser corresponsal del Diario
Montañés, informando de las noticias locales y artículos de nuestra ciudad y de sus valles. El 1 de
septiembre de 1956 salió a la luz el número uno de
la revista Fontibre, órgano de la Casa de Cultura;
en febrero de 1957 fui premiado en el concurso de
dibujo sobre temas navideños convocado por el citado centro cultural. Empero por estos mismos años
se despertaron en mí aficiones dormidas: fui
alumno del pintor-escritor García Guinea, campurriano de pura cepa, hasta 1957; seguía colaborando en la revista Fontibre, con artículos,
fotografías e ilustraciones gráficas y en 1959, un
amigo me dio las bases de unos concursos de literatura, pintura y fotografía: me puse a escribir una
novela que resultó ser la ganadora del Concurso
Nacional de Novela Corta “Antonio Trueba” 1959
Bilbao. En 1965 me ofrecieron la corresponsalía del
Diario Alerta, en la que permanecí tres años más.
Fui Flor Natural de las Justas Literarias de Reinosa
en 1966. En 1967, a propuesta de la Junta de Tra-
78
79
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
bajo de la Casa de Cultura, fui nombrado secretario
de la misma, al cesar en el cargo el amigo Ramón,
que ya era concejal del Ayuntamiento reinosano.
El equipo, a quien correspondía el buen funcionamiento del centro, muy reducido, éramos Carmen
Marchena y el que suscribe; los recursos económicos eran muy limitados: subvención del Ayuntamiento, previo presupuesto que presentábamos, las
cuotas de socios; la adquisición de libros y revistas
corría a cargo del Centro Coordinador de Santander,
como también el caché de los actos públicos que
nos proporcionaba: conciertos, conferencias y re-
presentaciones teatrales. Creo que a pesar de los escasos medios, dimos un notable impulso a todas las
actividades literarias y artísticas y en especial a las
Justas Literarias, al darles la máxima publicidad,
empezando a llegar trabajos de prosa y poesía de
primera línea de aquella época, durante aquellos
veinte años, que quemamos, dedicados a todos los
reinosanos: niños, jóvenes y adultos; me costó
mucho abandonar aquella hermosa labor, llevaba
seis años de jubilado y pensé que debía dar paso a
los jóvenes que esperaban una ocasión para trabajar
y dije adiós a la vieja Casa de Cultura.
Y años atrás, ya perdidos por los caminos del
tiempo, me publicaron en el Diario Montañés varias
crónicas de un viaje que realicé por la Europa Central en 1957. Continué cultivando mis aficiones, las
cuales no había olvidado, y tuve algunas satisfacciones: fui seleccionado entre los finalistas al Premio Relatos Cortos “Los Llanos”, Albacete 1970 y
así mismo resulté entre los elegidos para la final al
“Día de la Poesía”, Torrelavega 1972. Fui Mención
Honorífica en el concurso periodístico “Día Forestal”, Santander 1975. Asimismo he colaborado en
publicaciones locales, provinciales, en Pueblo y
ABC; he prologado libros y catálogos de arte de
amigos; en 1988 la Peña Campurriana de Santander
me concedió la Flor de Nieve; he colaborado en el
libro “Reinosa. Imágenes del Pasado”, 1992, con un
artículo sobre la nieve y fotografías. Tengo dos premios fotográficos de concursos organizados por la
Casa de Cultura. Tengo, también perdidos, una
veintena de relatos cortos, un montón de poesías,
un mar de fotografías de viajes, paisajes urbanos y
de los valles campurrianos. Sigo, de cuando en vez,
realizando dibujos a plumilla, esporádicas acuarelas, algún viaje que otro y sobre todo devorando
lecturas. Paseo los días al sol cuando calienta y al
80
81
SATURIO DIEZ CAYÓN
SATURIO DIEZ CAYÓN
frío cuando atenaza, y así hasta que Dios quiera.
Esta biografía mía, abreviada y urgente, son
fragmentos de lo que me ha acaecido en mi dilatada
vida, de la cual he olvidado voluntariamente muchas cosas; no hay nada nuevo en lo que relato,
esto mismo o parecido le ha sucedido a la mayoría
de los hombres de mi generación, nos tuvimos que
adaptar a los tiempos turbulentos de una época
convulsiva, recordada y felizmente superada. No sé
si he sido objetivo al trasladar al papel estas vivencias, al menos lo he intentado, habrá, acaso, errores
y variadas interpretaciones, creo que a la postre, el
corazón del HOMBRE es como el MAR: tiene tempestades y resacas pero alguna perla valiosa se
oculta en sus profundidades.
Saturio Diez Cayón
Otoño del 2007
*
Saturio Díez Cayón, escritor, pintor y fotógrafo fue
durante cerca de 20 años Secretario de la Casa de
Cultura “Sánchez Díaz”. Ganador de las Justas Literarias de 1966, participó activamente en Fontibre
bajo el pseudónimo de “Andante” y con el título Por
los Caminos de Campoo componía poéticos textos
dedicados a ensalzar la belleza de nuestro valle.
En las dos páginas siguientes queremos honrar
su memoria mostrando al lector una pequeña representación de su labor como fotografo y dibujante.
82
83
CC 01
SATURIO DIEZ CAYÓN
Cuadernos de Campoo
84
CC 01
Cuadernos de Campoo SATURIO DIEZ CAYÓN
85
EL ARTISTA Y SU OBRA
CELESTINO CUEVAS,
UN PINTOR DE IDA Y VUELTA
CC 01
Cuadernos de Campoo
CC 01
José Aja
CELESTINO CUEVAS, UN PINTOR DE IDA Y VUELTA
José Aja
CELESTINO CUEVAS, UN PINTOR DE IDA Y VUELTA
Celestino Cuevas,
un pintor de ida y vuelta
hasta que dos años más tarde se amputó ese proyecto por el desconocimiento de lo que allí se trataba. Celestino pudo haber defendido su trabajo,
pero tomó la decisión de que fuera ese final también
parte de la obra. Por mucho que se empeñen en aniquilar el arte, siempre resurgirá de sus cenizas,
puesto que lo que el arte busca no es su materialidad, sino la esencia que le procura la forma en que
se modela esa materia. Eso ahí está, ahora como documento, que es otra forma de hacer arte.
Pintor de ideas, conceptual, su pintura sin embargo mantiene un pulso constante con ella misma,
como en esa imagen donde se nos muestra tensando
como si se tratara de un arco, no hay prisa,(1981)
uno de sus propios cuadros. Todavía guardo la sensación de esas obras de gran formato, en las que
desde un dominio total de la técnica de la pintura,
asume los riesgos de otros significados que se insertan ella, jugando desde la metáfora e instalándose
en una posición neobarroca, el pintor en la pintura,
como Velázquez y las meninas, y como nos muestra Celestino en ese cuadro titulado El- la (1984) En
esos años 80 compartimos en su estudio de Reinosa
muy buenos momentos en los que dedicamos el
tiempo a discutir de pintura; tiempo en el que transcurre mi formación en Barcelona, donde tengo
como profesores a Ferran García Sevilla y Xavier
Grau, que serían mis próximas referencias y que
comparto calurosamente con Celestino. Ya en los
90, coincidimos en Madrid, el ambiente es más conceptual, y su obra se desprende durante esos años
del cuadro como soporte, es como si todo el objeto
de su pintura se hubiera independizado del plano
del cuadro, para instaurarse por sí sola como un objeto reencontrado. Desde esta doble sabiduría, de
las formas y de los contenidos, Celestino Cuevas comienza a desprenderse de las manos en un sentido
“El fantasma del espejo arrastra mi carne hacia fuera,
y al mismo tiempo, todo lo invisible de mi cuerpo es
capaz de investir a los otros cuerpos que veo”.
Merleau- Ponty
rtista inquieto, inconformista y siempre buscando nuevas formas dentro del lenguaje
pictórico, Celestino Cuevas ha sabido mantenerse en la línea de fuego de la vanguardia del
arte. Siempre atento y a la intemperie, nos ha ido
dejando una obra de una calidad excepcional, rica
en todos y para todos los sentidos. Esa inquietud le
ha llevado a estar en contacto con la vanguardias
internacionales, en unos años donde era muy difícil
el acceso a lo que sucedía al otro lado de nuestras
fronteras.
La instalación de un autobús de la línea que
cubría el recorrido desde Reinosa a Polientes en el
Instituto de Bachillerato, lugar en el que tuve la
suerte de conocerle como profesor de dibujo, es un
buen ejemplo de ello: un objeto encontrado de tales
dimensiones recuperado como obra de arte y ubicado, no en un museo, sino en un centro educativo,
nos habla de la capacidad de Celestino Cuevas para
hacer saltar por los aires todas las normas que asfixian a la expresión artística. Unos cuantos años
más tarde de esta instalación, en el verano de 1987,
me veía yo con un grupo de amigos subidos en
unas motos semienterradas en la Documenta 8 de
Kassel, referencia internacional del arte más vanguardista. En Reinosa nos subíamos a La Línea,
A
88
Cuadernos de Campoo
89
CC 01
Cuadernos de Campoo
CC 01
José Aja
CELESTINO CUEVAS, UN PINTOR DE IDA Y VUELTA
José Aja
CELESTINO CUEVAS, UN PINTOR DE IDA Y VUELTA
tradicional, se podría decir que traiciona a la mano
por acercarse a la pintura como idea.
coordina, se constituye, y de un modo que no es
propiamente anatómico, sino fisiológico. Esto es:
no como un conglomerado de formas, sino como
un plexo de funciones”.
Desde sus inicios en los años 60, y su posicionamiento a lado de las corrientes más radicales del
momento, como el Pop, pero con la originalidad de
alguien que lo practica desde posiciones muy cercanas al realismo mágico, los objetos tradicionales
son tratados de tal forma que se crea un ambiente
de inestabilidad que le sitúa fuera de las prácticas
académicas del momento. En estos años 90, de
frialdad conceptual, conozco a Manolo Quejido,
pintor de esencias como Celestino, y uno de mis
mayores apoyos en esto de la pintura, alguien capaz
de resistir desde la pintura como idea, pero con la
inteligencia para saber que a la pintura hay que dejarla hacer. “La pintura se pinta sola”, en el espejo
añadiría yo, sabe bien que en la pintura tiene que
haber algo más, que con la pintura, pensamos, decimos... por lo que para estar en ella, hay que estar
en el mundo; estamos atravesados por un flujo continuo que nos mueve a pensar/pintar constantemente. Y ese estar en ella es de lo que nos está
hablando la pintura de Celestino Cuevas, o a la inversa, la cosa en mí , expresión elegida por el propio artista para titular la retrospectiva que le dedicó
Caja Cantabria en el año 2003. La pintura se complica, como ha escrito Ángel González en uno de
los ensayos de su último libro a propósito de la exposición de Manet en el Museo del Prado:“... al ver
que en el cuadro alguien nos ve y se deja ver, involucrándonos vivamente en todo lo que hace y le
concierne, como si cada uno fuera la imagen del
otro en un espejo, con lo que ello implica, no solo
de inversión o reciprocidad, sino también de deslizamiento y alteración de la atención....ya que los
espejos son el lugar donde el cuerpo se anuda y se
90
Cuadernos de Campoo
José Aja,
julio de 2008
*
“El espectador es fundamental en la realización de
la obra, no porque el autor piense en él, sino porque
esta se realiza cada vez que alguien la contempla.
De tal manera que cuanto más vacío esté el significado mejor para que el espectador proyecte o
complete de manera personal. Así, los significados
que se le apliquen pueden ser contradictorios según
quien se acerque a ella, incluso, ciñéndonos a cada
paso, dependiendo del momento. Por supuesto que
dentro del grupo de potenciales espectadores que
completan la obra se encuentran unos más influyentes que otros: críticos, historiadores, marchantes, comentaristas, coleccionistas, otros artistas o el
propio artista que explica qué pretende. Todo ello se
decantará en la reacción de cada espectador por separado, por lo que podemos decir que la obra es un
“espeio” en donde el espectador se ve a sí mismo. La
obra es especulativa”.
Celestino Cuevas
(Entrevista de Óscar Alonso Molina a Celestino Cuevas. Texto sacado de: (Contra)
espeio del arte de Óscar Alonso Molina incluido en el catálogo La cosa en mi :
Celestino Cuevas, p. 23-24. Exposición. Del 18 de septiembre al 2 de noviembre
de 2003. Santander: Caja Cantabria : Obra Social, 2003)
91
Dos figuras, 1986
Óleo / lienzo
210 x 200 cm.
El-la, 1984
Óleo / lienzo y objeto
210 x 200 cm.
Cortesía Galería Siboney
96
97
La Línea, 1961-1989
Site specific. Reinosa
La Línea (ida), 1999
Acuarela / papel
24 x 30 cm.
Colección particular. Reinosa
La Línea (vuelta), 1999
Acuarela / papel
24 x 30 cm.
Colección particular. Reinosa
Espeio XI, 2000
Óleo / lienzo
200 x 200 cm.
Cortesía Galería Siboney
98
99
ESPACIOS INTANGIBLES
VERANOS DE
LOS SESENTA EN RIAÑO
ESPACIOS INTANGIBLES
VERANOS DE LOS SESENTA EN RIAÑO
ESPACIOS INTANGIBLES
VERANOS DE LOS SESENTA EN RIAÑO
a transformación de los espacios es un fenómeno consustancial a la actividad humana. En
el caso de Riaño ha sido un cambio cualitativo
y cuantitativo, enmarcado en los nuevos usos de los
espacios rurales y la modificación de los hábitos de
vida. Aun manteniendo su excepcionalidad como
espacio de servicios aislado en medio de un entorno
agrario, ha pasado a ampliar los usos y diversificar
la oferta de ocio, pero ha perdido el carácter que
quizás mejor le definía: los baños veraniegos en el
río y su índole de lugar de encuentro social. Conserva su condición de centro hostelero, ligado a un
turismo foráneo y no tan exclusivamente local, ampliando su explotación invernal debido al desarrollo
de los deportes de nieve. Pero, al mismo tiempo, ha
sufrido la competencia de nuevos establecimientos
en la comarca y de la ampliación de las alternativas
de ocio, lo que ha repercutido negativamente en su
actividad económica.
ace pocos días recordaba con un amigo
aquellos veranos de los sesenta en Riaño. Un
lugar entrañable donde los haya.
Por aquellos tiempos deseábamos que llegaran
los sábados y domingos para acudir a la cita del fin
de semana. Subíamos muchos de los jóvenes de Reinosa por la mañana a pasar el día. No necesitábamos muchas cosas. Únicamente nuestra comida
preparada, el bañador y la toalla. Bueno, un mantel
que extendíamos en el suelo y en el que colocábamos la tortilla de patata, los filetes empanados, el
pan y poco más. El vino y La Casera los comprábamos donde “la Felisina”.
Íbamos como podíamos, a veces en bici, otras
en autobús y, si tenías la suerte de encontrar un
amigo con coche que te llevara a ti y a todas tus
amigas, pues mejor que mejor. Si llegabas tarde por
la mañana, los mejores sitios, los más cercanos al
bar, estaban ocupados y entonces debías irte más
lejos, río arriba. Esto tenía sus ventajas y sus inconvenientes. Una de las ventajas era que estabas más
L
102
H
103
ESPACIOS INTANGIBLES
VERANOS DE LOS SESENTA EN RIAÑO
ESPACIOS INTANGIBLES
VERANOS DE LOS SESENTA EN RIAÑO
protegida de miradas ajenas y entre los inconvenientes contaba el largo camino que deberías recorrer hasta el bar varias veces al día.
Una vez ubicadas, lo primero era extender la toalla y tendernos al sol. Lo importante era ponernos
morenas. Vuelta de un lado, vuelta del otro hasta
que surgía la pregunta obligada y su correspondiente respuesta: “¿Tú crees que me habrá cogido?
Si, ya se te nota la marca.” ¡Vaya que si te cogía! Al
siguiente sábado lucíamos una espléndida “peladura”. Pero no importaba, con más sol se igualaba.
Recuerdo la cita de media mañana, a la hora del
baño, en el puente grande, donde los jóvenes mostraban su valentía tirándose de la parte más alta
para caer a un pozo de reducidas dimensiones.
Había que atinar, y mucho, porque un pequeño desvío podía empotrarte contra las rocas. ¡Cómo admirábamos las chicas aquella hazaña! ¡Y cómo lo
sabían ellos! “¡Vamos que se están tirando!”, era el
reclamo para que todas estuviéramos allí. La mayoría de las chicas nos metíamos como Dios manda,
por la orilla, o nos bañábamos al otro lado del
puente, entre las rocas, o río arriba en una pequeña
cascada. Daba igual, de todas partes salíamos con
un ungüento viscoso pegado al bañador, culpable
de buenos resbalones y culazos en el río.
Después a comer, un rato de siesta al sol, quien
aún tuviera el valor de poder aguantar, o a la sombra de algún árbol. La tarde era especial porque a la
orilla del río, mientras dormitabas, podías escuchar
el rumor del agua y los sonidos de los campanos de
las vacas que pastaban a la otra orilla. Luego, los
juegos, los paseos y, una vez transcurridas religiosamente dos horas para la digestión, el baño vespertino.
El día terminaba con el baile en la cochera de
“la Felisina”, debajo del bar. Bailábamos sobre un
suelo de tierra, pero teníamos orquesta y todo. Era
el lugar de cita entre los chicos y chicas, allí estaban
los que queríamos ver, los que nos interesaban.
“¿Vas a volver el domingo que viene? Si, claro. Pues
yo también, a ver si nos vemos y…” ¡Allí estábamos!
104
Pilar López Ramos
105
Descargar