¿QUE POLICIA QUEREMOS? Lic. Alberto Mongia Los modelos policiales tradicionales como así también, los llamados nuevos modelos, tenemos que pensarlos como instrumentos disciplinados y dependientes de una estructura superior. Estudiarlos aisladamente es como desagregar un engranaje vital de una compleja maquinaria y fundamentar la función que desarrolla el mismo aunque esté desconectado de su lógica como parte de este sistema. Aventurarnos a definir cuál es su función en estos términos, es poco menos que azarosa. Ahora bien, lo correcto cuando analizamos los funcionamientos de estos engranajes, es hacerlo desde la asistencia de otras piezas superiores y subalternas necesarias para que estos, y nos referimos específicamente a las agencias policiales, adquieran un determinado movimiento y no otro. En conjunto todas estas piezas conforman una compleja maquinaria que a su vez determina una resultante que no es casual y que responde al direccionamiento de una estructura superior rectora. Esta estructura es la que configura el diseño del modelo policial a seguir, la cual tracciona una determinada forma de control social. Estos instrumentos no son estáticos van cambiando así como cambia la sociedad en su conjunto, pero la inercia desde su creación se resiste a este cambio hasta nuestros días aunque la estructura superior que los direccione esté en un franco proceso de reforma. “Tal como observamos, las formas de control social son dinámicas y se modifican con la transformación social. Eso permite hablar de viejas y nuevas formas de control”, (Garibaldi, 2012). 1 Coincidimos con el autor, pero en parte, debido a que sin ninguna duda la transformación social sucede y los sistemas de control deberían también cambiar, pero el detalle que el autor, a nuestro criterio, debería resaltar, es que la verdadera relevancia está en que estos cambios no son automáticos, que requieren de mucho tiempo instalar y en simultaneo desinstalar los mecanismos de control que han sido diseñados por la estructura superior anterior. Este detalle que en lo teórico puede significar algunas palabras más, cuando lo vamos implementando por medio de las prácticas, toma su verdadera relevancia en forma de apoyos y resistencias. En esta dinámica de apoyos y resistencias conjugamos valores tales como la integridad física de las personas, sus proyectos, trabajos y familia, por nombrar solamente algunos. Es necesario señalar que cuando hablamos de estructuras superiores nos estamos refiriendo en este caso, a una ingeniería de pensamiento neoliberal. Los sistemas o conjuntos de engranajes representan no solo a las instituciones policiales y de seguridad, sino también al resto de las agencias del estado. Estas en principio van a seguir respondiendo al diseño burocrático administrativo que les dio originen. Los cambios que luego introduzcamos con el fin de desmantelar estos mecanismos, son resistidos por estas agencias. No necesariamente por ser cómplices de esta impronta neoliberal, sino tal vez por desconfianza a lo nuevo y a lo que no se conoce. Por tal motivo es importante que el modelo policial que implementemos sea coherente con un pensamiento integrador e inclusivo. Desde él debemos trabajar en conjunto con las demás agencias del estado en forma de red. Este razonamiento es posible si lo interpretamos desde un paradigma de seguridad que responda a un Estado de bienestar o benefactor. 2 Los modelos policiales tradicionales en su mayoría son consecuencias de lineamientos conservadores fundamentados en prácticas que devienen de una época oscura de la República Argentina y que son recurrentes hasta nuestros días. Estos modelos policiales en gran medida responden a derivaciones ideológicas y no exclusivamente a deficiencias idóneas en la materia. Que pensemos y agotemos las conclusiones desde el error humano o la falta de pericia, como principal consecuencia de los defectos de un modelo policial, es patológicamente inocente. Desde una visión más perspicaz, podríamos afirmar que son sospechosamente cómplices de conductas coincidentes con algunas prácticas controvertidas y en colisión con un Estado Democrático. Estas prácticas que si bien se fueron erosionando pero que aún mantienen su inercia, las trataremos de sintetizar en la siguiente proposición: “el efecto cascada de la jerarquización institucional castrense”. En tal sentido queremos recuperar el concepto de esta idea en done esta corriente institucional, si hacemos un recorte histórico, tiene su nacimiento más próximo en las fuerzas armadas desde donde discurre su doctrina jerárquica castrense. Esta desciende y se escurre en forma de cascada formando escalones e instancias estamentales que hoy son inorgánicas, pero no por ello menos eficientes a la hora de influenciar en las distintas agencias estatales que en algún momento estuvieron formalmente a sus órdenes y que hoy siguen manteniendo algunos vínculos, símbolos y prácticas en común. Esta corriente institucional pudo existir, producirse y reproducirse históricamente hasta nuestros días gracias a la constante tendencia delegativa de parte de las autoridades políticas. Este ha sido un argumento válido, pero insuficiente para la creación efectiva de un modelo policial superador. Hizo falta quizás la sumatoria de otras circunstancias para que la problemática sea abordada: 3 “La actual complejidad de la sociedad, las nuevas demandas frente al problema, las cambiantes formas de criminalidad y la creciente interjurisdiccionalidad de muchos delitos hacen que el modelo policial tradicional no alcance como respuesta ante la nueva configuración del campo de seguridad”, (Rangugni & Russo, 2010). Creemos en las afirmaciones que hacen estos autores respecto a la insuficiencia del modelo policial tradicional, pero también estamos convencidos que esa deficiencia esta cruzada por una ideología determinada que ha sido la responsable de las prácticas policiales, dejando al descubierto sus verdaderos intereses. El pueblo a pesar de un discurso conciliador y formal de parte de las autoridades políticas, desconfía de las mismas. Esto se debe quizás a que como destinatario de estas prácticas, ha comprendido que las policías están más al servicio del poder, que al suyo. Desde estas reflexiones deberíamos construir un modelo policial nuevo que reúna sin ninguna duda un profesionalismo a la altura de una dinámica criminal en constante especialización. Pero no podemos dejar de resaltar exponencialmente, a pesar de su obviedad, que la primera esencia de este dispositivo de control social esta signada por un pensamiento ideológico determinado, y que desinstalar e instalar uno nuevo requiere de mucho esfuerzo. “Entonces, vemos que el control de los medios de coerción física; de los recursos económicos; de los recursos de información en sentido amplio, incluso conocimientos científico-tecnológicos e ideológicos (mediante el cual el dominado asume como justa y natural la relación asimétrica de la que es parte, y por lo tanto, no la entiende ni cuestiona como dominación) es la forma en la que mecánicamente se perpetúa el sistema político económico. Sin importar ya si hablamos de feudalismo, capitalismo o el sistema de que se trate, las respuestas se adecuarán a 4 la necesidad del momento y los saberes se normalizarán o se fundamentarán con las bayonetas”, (Garibaldi, 2012). De estas reflexiones recuperamos principalmente el interés económico como el eje rector y mezquino que el neoliberalismo ejerce a través de estos instrumentos. Que construyamos un diseño de modelo policial en línea con una estructura superior incluyente significa que entendamos en primer lugar cual es la impronta ideológica que conforma esta estructura. Esto no significa que si la misma tiene determinada ideología en oposición al interés de las mayorías, sean aceptadas sin ofrecer resistencia. En nuestro país creemos que conservamos todavía una memoria institucional importante en relación a estas luchas. Deberíamos tener presente que el Estado debe su existencia al sustrato social que representa. Si perdemos de vista este concepto medular, el mismo pierde su entidad como tal. Siguiendo estas reflexiones va de suyo que la agencia policial como actor que conforma una parte de este Estado no puede ni debe quedar fuera de este marco conceptual. Después de plantearnos estas consideraciones y entender cuál es el imaginario social que los argentinos tenemos como país, estaríamos en condiciones de comenzar a sentar las bases que nos permitan la construcción de un modelo policial representativo y en concordancia con nuestra ciudadanía. Imponer recetas que en otras latitudes han tenido determinado éxito no alcanza para darnos una sistematización de los cambios que deberíamos realizar si no consideramos antes que tenemos, que queremos, hacia donde vamos y de qué manera resolvemos estas cuestiones. Si nuestras políticas públicas responden únicamente a la coyuntura obtendremos una reforma relativa que seguramente será modificada por otra contrarreforma relativa. Así entraremos en un “efecto espiral” que se retroalimentará y dará vueltas 5 en torno al tipo de policía y sus prácticas indefinidamente sin poder resolver nada. 6