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INTERNATIONAL STUDIES ASSOCIATION
CONFERENCE
Global and Regional Powers in a Changing World
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, 2014
Panel: New Regional Responses to Media and Power in South America
Chair: Ernesto Vivares, PhD, FLACSO, Sede Ecuador
El DEBATE DE LA LEY DE MEDIOS: CIUDADANÍA, OPINIÓN PÚBLICA Y
CONFLICTO EN ECUADOR
Isabel Ramos
Mauro Cerbino
FLACSO, Sede Ecuador
Resumen
Este trabajo analiza las relaciones entre el sistema político y el sistema de medios, y los
modos en que esa relación se plasmó en la legislación y en el marco institucional de la
política estatal en el Ecuador, al momento de sancionar la Ley Orgánica de Comunicación.
En el marco de una ruptura populista que se caracterizaría por una dicotomización del
espacio social y político, surge una nueva relación entre los medios y el gobierno actual;
ambos establecen una disputa por la opinión pública, cuyo objetivo central será para el
gobierno, la consolidación de su proyecto hegemónico, para lo cual resulta indispensable la
politización de las empresas mediáticas, la cual ha logrado el gobierno, a través de sus
mismas lógicas y dispositivos.
1. Introducción
Partiré de una reflexión sobre los nuevos escenarios de confrontación entre el gobierno y
los medios de titularidad privada, tomando como centro el caso de Ecuador, que también
se observan en otros países de la región latinoamericana, especialmente en Argentina,
Bolivia y Venezuela, en el marco de gobiernos llamados neopopulistas. Según Follari, los
neopopulismos
latinoamericanos
están
presentados
por
gobiernos
de
izquierda
1
“caracterizados por liderazgos personalistas fuertes, participación activa de movimientos
sociales y rechazo del neoliberalismo económico y liberalismo político”1.
Sostengo como tesis principal que dicha confrontación tiene el propósito de construir una
plataforma de disputa en torno de la opinión pública, teniendo en cuenta que - como una
amplia literatura lo sostiene- la misma se configura como la principal consecuencia de la
acción mediática.
La opinión pública, en conceptos de Gramsci, estaría vinculada con la hegemonía política,
“o sea, que es el punto de contacto entre la sociedad civil y la sociedad política, entre el
consenso y la fuerza”(…) “El Estado, cuando quiere iniciar una acción poco popular, crea
preventivamente la opinión pública adecuada…”2
Asumimos como supuesto que los gobiernos latinoamericanos mencionados pueden ser
interpretados bajo la teoría de la ruptura populista de Laclau, es decir, que en esta forma
particular de representación política tienen un signo en común. Según ilustra Laclau,
partiendo de la teoría de la ruptura populista, para que la misma se produzca:
…la condición ineludible es que haya tenido lugar una dicotomización del espacio social,
que los actores se vean a sí mismos como partícipes de uno u otro de dos campos
enfrentados. Construir al pueblo como actor colectivo significa apelar a «los de abajo», en
una oposición frontal con el régimen existente. Esto implica que, de una forma u otra, los
canales institucionales existentes para la vehiculización de las demandas sociales han
perdido su eficacia y legitimidad, y que la nueva configuración hegemónica –el nuevo
«bloque histórico», para usar la expresión gramsciana– supondrá un cambio de régimen y
una reestructuración del espacio público.3
Esta teoría no contempla, sin embargo, una aproximación directa, en torno al papel de los
medios de comunicación privados, tanto por lo que concierne a esa representación política
populista, como en lo específico de la disputa gobierno-medios.
1
FOLLARI, Roberto, La alternativa neopopulista. El reto latinoamericano al republicanismo liberal. Rosario,
2010, Homo Sapiens, p. 27
2
GRAMSCI, Antonio, Cuadernos de la cárcel 3, Ediciones Era, México, D.F., 1984
3
LACLAU, Ernesto, “La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana”. Revista Nueva Sociedad, Nº
205, 2006, pp. 56-61
2
El populismo nos ilustra un modo de representación política, y la importancia de la
confrontación por la cual la lucha entre gobierno y medios es clave, ya que la sociedad
contemporánea no puede pensarse sin opinión pública.
Tampoco puede pensarse ninguna ruptura política ni tipo de gobernabilidad sin tener en
cuenta el conflicto con los medios. Dado que aquella está influenciada por los medios, hasta
el punto en que se puede hablar de una gobernabilidad mediática, de lo que se trataría es de
analizar si se configuran otras maneras de dar cuenta de una gobernabilidad que se re
politice a sí misma, desmarcándose del condicionamiento mediático. Sostenemos aquí que
la acción del gobierno de Rafael Correa va en este sentido y que en este contexto, la
opinión pública ya no es solamente influida por los medios sino también por el gobierno
(en el mismo escenario de lo mediático).
Al contrario de lo que desarrollamos en otros trabajos,4 el conflicto con los medios no
abona a una despolitización de lo político, sino que tiende a re politizar el gobierno y la
opinión pública, a través de la politización de los medios, y de la misma acción mediática,
también protagonizada por el gobierno. En las sociedades contemporáneas no es posible
pensar, hasta el momento, ninguna representación política ni conformación hegemónica sin
el rol de los medios de comunicación, razón por la cual la confrontación o disputa por la
opinión pública, en nuestra tesis, cobra un significado político particular.
La intención del presente trabajo es contribuir a una reflexión, por ahora muy poco
presente, que tenga en cuenta la articulación entre el sistema político y el de medios, con
relación al debate sobre la opinión pública, como marco de referencia para pensar el papel
de los medios en la representación neo populista del gobierno de Rafael Correa.
2. Las relaciones entre los medios y la política antes de Correa
4
CERBINO, Mauro y RAMOS, Isabel, “Medios de comunicación y despolitización de la política en Ecuador”.
En Cañizález, A. (Coord), Tiempos de Cambio. Política y Comunicación en América Latina, Caracas,
Universidad Católica Andrés Bello – ALAIC, 2009, pp. 47-62, y también CERBINO, Mauro y RAMOS Isabel,
“Medios y política en el Ecuador. Los términos de una confrontación. En Rodríguez Arrechavaleta, C. y
Moreira, C. (Ed), Comunicación política y democratización en Iberoamérica, Universidad Iberoamericana.
México, 2011, pp. 137-168, y CERBINO, Mauro y otros, “Ecuador: Comunicación gubernamental y
despolitización mediática: De espaldas a la ciudadanía”. En Ponce M. y Rincón O. (Coord), Caudillismo, epolítica y teledemocracia, Fin de Siglo -Universidad Católica del Uruguay. Montevideo, 2013, pp.147-166.
3
Hasta la asunción de Rafael Correa a la Presidencia de la República, los vínculos
mantenidos por el Estado ecuatoriano con el sistema de medios privados,5 pueden ser vistas
como de connivencia e incluso de colusión, puesto que favorecieron y naturalizaron el
privilegio de los medios de gestión privada por sobre otros tipos de medios de
comunicación y por sobre las audiencias, sin que hayan existido diferencias sustanciales
entre los sucesivos gobiernos más o menos conservadores.
Las asimetrías en el acceso al espacio mediático y a la producción de contenidos para la
circulación masiva, que reflejan las profundas desigualdades de la sociedad ecuatoriana, se
han consolidado por vías normativas y legales.
La legislación y las políticas comunicacionales desarrolladas y mantenidas por gobiernos
de distinto signo han supuesto, como dice Tilly,6 la inscripción de desigualdades sociales
en la vida pública puesto que han consagrado el privilegio económico y enunciativo de las
empresas mediáticas privadas, por sobre los derechos de los periodistas y las audiencias.
Sostenemos, por un lado, que la histórica connivencia entre los medios y los gobiernos,
como revisaremos a continuación, ha generado un esquema en el cual la gobernabilidad
estaba fuertemente influenciada por los medios privados. Por otro lado, los negocios
mediáticos crecieron bajo el amparo de los distintos gobiernos.
Una breve aproximación a las normas legales existentes en el país en materia de prensa y
medios audiovisuales indica, con claridad, que las empresas mediáticas han sido
fuertemente respaldadas por los sucesivos gobiernos democráticos y dictatoriales, sin
distinción de tendencia ideológica ni de proyecto político.
Los beneficios asignados históricamente por el Estado ecuatoriano a los empresarios
privados que explotan medios de comunicación, pueden clasificarse bajo cuatro criterios.
Primero, aquellos que suponen la transferencia de fondos desde el Estado central a las
empresas mediáticas. Segundo, los que contribuyen a mejorar la rentabilidad de los medios,
5
HALLIN, Daniel y MANCHINI, Paolo, Sistemas mediáticos comparados. Tres modelos de relación entre los
medios de comunicación y la política. Barcelona, Hacer, 2008. Los autores establecen una relación directa
entre el sistema de medios y el sistema político.
6
TILLY, Charles, Contienda política y democracia en Europa, 1650- 2000. Barcelona, Hacer, 2007.
4
a través de la inyección de recursos provenientes de las entidades subnacionales de
gobierno, los partidos políticos, los trabajadores de prensa y los ciudadanos comunes. En
tercer lugar, medidas legales o reglamentarias que han proporcionado a las empresas
periodísticas y medios de comunicación un acceso privilegiado a espacios institucionales de
toma de decisiones que podrían incidir en la actividad del sector. Finalmente, regulaciones
que han facilitado la concentración de la propiedad de medios, la formación de
conglomerados y el ejercicio de prácticas oligopólicas.
Revisemos los beneficios legalmente establecidos que significan la transferencia, directa o
indirecta, de recursos públicos hacia los medios privados. La prensa gráfica inicialmente, y
luego la radio y la televisión, fueron reconocidas por el Estado ecuatoriano como
actividades industriales, lo que significó su incorporación a la larga lista de empresas
beneficiarias de la Ley de Fomento Industrial7, todas ellas vinculadas económica y
políticamente a las élites tradicionales. Es preciso tener en cuenta que la mencionada Ley
fue concebida como un mecanismo de la política estatal de fomento a la industrialización
por sustitución de importaciones implementada a mediados del siglo pasado, lo cual, según
entendemos, resulta difícilmente aplicable a la actividad de los medios masivos ya que a
pesar de que estos podrían ser considerados “industrias culturales”, queda por demostrarse
en un debate nacional, serio y riguroso, de qué modo los medios de comunicación han
contribuido al desarrollo del país como industrias.
Las ventajas acordadas a las empresas mediáticas -periodísticas y audiovisuales- a partir de
su reconocimiento como “industrias de transformación” se han traducido en importantes
transferencias de fondos públicos a manos de empresarios privados.
Los beneficios del régimen nacional de fomento industrial han estado vigentes por cerca de
50 años; entre ellas se estacan la exoneración de impuestos que gravan la constitución de
capitales y la emisión de títulos o acciones de las sociedades, la exoneración por 10 años de
derechos arancelarios, a la importación de maquinaria, equipos y repuestos que no se
7
Mediante Decreto Ejecutivo N° 1661, publicado en el Registro Oficial 252, del 27/08/1969, la prensa, la
radio y la televisión son declaradas “industrias de transformación protegidas por la Ley de Fomento
Industrial”. Posteriormente, en 1987, se sanciona el Acuerdo Legislativo N°105, a través del cual se declara
que la radiodifusión y la televisión serán consideradas “industrias de la publicidad” con la finalidad de
puedan convertirse en sujetos de crédito de las instituciones financieras del Estado, carácter del que ya
gozaban las empresas de prensa gráfica desde 1962.
5
produzcan en el país, exoneración de impuestos a las ventas y derechos arancelarios, entre
otros 8, del pago de impuestos a las radiodifusoras y televisoras comerciales a las ventas y
las ganancias9, y la reducción del 50% en las tarifas postales a las empresas periodísticas10.
El segundo grupo de incentivos, según la clasificación que propusimos, posibilita que las
empresas mediáticas incorporen más recursos, a través de la aplicación de diversas normas
legales y reglamentarias, que disponen que entidades como los Municipios, los Consejos
Provinciales, los partidos políticos, los bancos, e incluso las personas individuales renten
espacios publicitarios, especialmente en los medios gráficos.
La “publicación por la prensa” ha sido consagrada principalmente a través de las sucesivas
leyes de elecciones, de las normativas del Poder Judicial y de las más diversas
reglamentaciones administrativas. Si bien los fondos que se movilizan a partir de estas
publicaciones no provienen directamente del presupuesto general del Estado suponen, para
los medios, fuertes y constantes ingresos aportados por
entidades descentralizadas,
empresas comerciales y financieras, asociaciones sin fines de lucro y economías familiares.
Lo que llama nuestra atención es que es el Estado quien ha dispuesto que estas
transferencias sean obligatorias.
La tercera ventaja mencionada consiste en que, además de los beneficios económicos ya
mencionados, el Estado ecuatoriano ha legitimado la participación de los dueños de medios
en espacios políticos y administrativos en los cuales se toman decisiones que inciden
directa o indirectamente en sus propias actividades empresariales. Por ejemplo, la
existencia de una posición de legislador nacional “por el periodismo y las instituciones
culturales”, consagrada en las Constituciones de 1929, 1945 y 1967, que fue ocupada casi
siempre por empresarios o por empleados jerárquicos de empresas mediáticas, demuestra
esa connivencia entre instituciones del Estado y dueños de medios en el ámbito de la
participación política. Debe tenerse en cuenta además que la vinculación entre el Estado, y
8
Para mayor información, la “reseña histórica” publicada en el portal web oficial de la Secretaría Nacional
de Planificación y Desarrollo, SENPLADES, creada en 2007 por el actual gobierno del Ecuador indica que “La
planificación estatal en el Ecuador se inició con la Junta Nacional de Planificación y Coordinación Económica
(Junapla), creada mediante Decreto Ley de Emergencia número 19, del 28 de mayo de 1954. En 1979, fue
remplazada por el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE)”.
9
Decreto Supremo N° 533, Registro Oficial 405, 2/04/65; Decreto Supremo N° 1852, Registro Oficial 570,
24/08/1965.
10
Decreto Supremo N° 256, publicado en el Registro Oficial 165, del 17/02/1971.
6
los distintos gobiernos se produjo también por la designación de periodistas connotados y
propietarios de medios en ministerios estratégicos y en sedes diplomáticas consideradas
apetecibles.
En un marco legal así establecido, no es extraño que las asociaciones empresariales que
explotan radioemisoras y canales de televisión hayan sido llamadas en 1995, a formar parte
del Consejo Nacional de Radio y Televisión, CONARTEL. Su posición, con voz y voto, en
la autoridad colegiada que regula sus actividades fue asegurada por la Ley de Radiodifusión
actualmente vigente11, sin que, desde su puesta en vigencia hasta el año 2008, se hayan
realizado reclamos formales desde alguna entidad del Estado, por el evidente conflicto de
intereses.
En Ecuador existen leyes a partir de las cuales, no solo se hace posible, sino que se fomenta
la concentración de la propiedad de medios de comunicación, y se contribuye a la
formación de conglomerados mediáticos que favorecen la concentración de audiencias,
como el decreto expedido por el gobierno de facto de 193712 que permite que las empresas
periodísticas puedan instalar estaciones de radio, lo cual ha permitido que los accionistas de
medios gráficos también se conviertan en dueños de radiodifusoras y canales de televisión.
Los enormes beneficios que ha transferido el Estado hacia los medios han contribuido a
potenciarlos, cuando no a delegarles poder. Esto ha neutralizado la posibilidad de
constitución de medios que no sean de exclusiva titularidad privada, estableciéndose una
paulatina autonomización, y por ende una capacidad de condicionar las distintas acciones
de gobierno, en un proceso de adquisición de poder que llegó en ciertos momentos a poner
en jaque a los mismos gobiernos. Los beneficios económicos y políticos han sido
concedidos sin ninguna exigencia de calidad, relevancia pública e interés social en los
productos informativos y de entretenimiento que difunden los medios de masas. Tampoco
se ha exigido debidamente el cumplimiento de obligaciones laborales. Es decir, el Estado
ecuatoriano no ha ofrecido a los trabajadores de prensa la misma protección que a los
empresarios mediáticos, como tampoco a los ciudadanos comunes y a los colectivos
comunitarios.
11
Ecuador, Ley Reformatoria a Ley de Radiodifusión y Televisión, publicada en el Registro Oficial 691 del
9/05/1995.
12
Decreto Supremo N° 26, publicado en el Registro Oficial 58, del 7/12/1935.
7
3. El giro de Correa en los vínculos con los medios: escenarios y episodios de contienda
La confrontación entre Poder Ejecutivo y medios se ha desplegado en tres escenarios, con
sus respectivos episodios contenciosos, que podemos anotar con claridad. El primer
escenario es el que configura la confrontación desde el plano retórico. El segundo se
sostiene en la judicialización de la acción mediática; el tercero tiene relación con la
introducción de cambios normativos que tienden a modificar el estado de cosas
anteriormente descrito en cuanto a la connivencia Estado-medios.
En Ecuador en los últimos años, en consonancia con países como Argentina y Venezuela, el
mimetismo de la política y la comunicación mediatizada ha traspasado los pocos límites
imaginables, configurando una reinvención de la comunicación política que, desde la llegada
de Rafael Correa al gobierno en 2007 presenta dos rasgos específicos. Por un lado, la
comunicación gubernamental cuenta con un único narrador y está fuertemente sostenida por
un dispositivo propagandístico que impugna cierto modo de concebir la política, y de
comprender y administrar lo público, objetando el imaginario liberal de la prensa y
denunciando su actuación política y corporativa, pero, paradojalmente, emplea estrategias
similares a la de los medios comerciales. Del otro lado, el gran espectro de medios, cuya
naturaleza se había alejado tiempo antes del puro ejercicio de contralor de las instituciones
democráticas, perdiendo terreno en cuanto a equilibrio y calidad periodísticos, priorizó su
actoría política al desplegar acciones abiertamente propagandísticas y corporativistas, y al
disputarle directamente la palabra política al Ejecutivo.
De este modo, la comunicación mediatizada se ha convertido en una de las principales líneas
de conflictividad política en el país, en el contexto de vigentes reformas estatales, al punto tal
que en las alocuciones presidenciales más importantes para la agenda de gobierno el
Ejecutivo dedica largas intervenciones a calificar la actividad de la prensa de “mediocre”,
“corrupta” y “representante de los intereses de la partidocracia”, llevando la disputa incluso
al ámbito de la justicia ordinaria. Este tema ha tenido amplias repercusiones internacionales
y le ha valido críticas de organismos como Reporteros Sin Fronteras (RSF), y la Relatoría
para la libertad de expresión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
8
Asistimos a un escenario inédito donde la comunicación mediatizada ha cobrado un papel
medular en los modos de configurar representaciones sobre lo social y lo político, y en el que
las estrategias propagandísticas del Ejecutivo y de los medios empresariales responden a
lógicas comunicacionales similares que se despliegan en el ámbito mediático. El corolario es
que el debate en torno a temas nacionales y de interés público queda subsumido bajo una
fórmula contenciosa polarizada donde se representan y tienen la palabra exclusivamente dos
actores del juego político, las empresas de medios y el Ejecutivo. Los beneficios de este
juego de espejos se reparten de lado y lado: el gobierno capitaliza, tanto el desgaste de los
medios -que en el país es de años recientes- como la erosión de la oposición política, y éstos
venden contenidos apocalípticos y futuristas sobre un gobierno al que califican de
“autoritario”, “déspota” y hasta “dictatorial”, posicionándose abiertamente como contendores
del arco opositor. Su mayor implicación es la disputa por hegemonizar el clima de opinión.
Si bien se puede afirmar que Correa contó con un relativo apoyo de las más importantes
empresas de medios nacionales durante su primera campaña presidencial, ya desde los
primeros meses de gestión se produjeron algunos episodios que, a posteriori, pueden ser
leídos como un giro de parte del Ejecutivo hacia la identificación de las empresas de medios
privados como el principal enemigo político a combatir, y hacia un afán regulatorio que
estaba ausente en las agendas legislativas de sus antecesores. Es como si el pacto tácito que
históricamente sostuvieron los medios y los distintos gobiernos hubiera llegado a su fin.
Cronológicamente es posible establecer el 9 marzo de 2007 como la fecha exacta de la
ruptura de relaciones con los medios comerciales, a propósito de un editorial publicado por el
diario La Hora titulado “Vandalismo oficial”, en referencia a la disputa entre el Ejecutivo y
el Congreso, cuyo mismo título pone de relevancia el comportamiento que se atribuye al
gobierno:
Pensando solamente en sus intereses partidistas o de grupo hemos llegado a una
desinstitucionalización y a una pugna en la cual ya no hay mediadores posibles. (…)
El desquite, el incremento de la venganza y los resentimientos entre los sectores, son
definitivamente los causantes de la crisis en la que sus propios actores ya están
temerosos. (…) Elemento vital es la indecencia de las fuerzas policiales, ya que si
bien es lógico que acepten las órdenes del Ejecutivo no pueden convertirse en
cómplices y en verdaderos autores por omisión, de las barbaridades realizadas frente
a ellos por turbas fanatizadas, enajenados gubernamentales y delincuentes
disfrazados, como constató la ciudadanía en los actos cobardes del vandalismo
9
oficial.(…) Esta política que sale definitivamente de la Presidencia de la República y
que pretende gobernar con tumultos, piedras y palos es vergonzosa para el primer
mandatario que se ufana de ser un hombre civilizado y respetuoso de las opiniones de
los demás.13
El mismo día, la Asociación de Editores de Periódicos de Ecuador (AEDEP) publicó un
comunicado sobre el tema, titulado “Intolerable”, en el que se señala como culpable de la
crisis a la clase política dirigente, así como a los titulares de las funciones, incluido el
Presidente.14 A partir de ese momento los descalificativos del Ejecutivo hacia la prensa
fueron in crescendo y el enfrentamiento escaló.
La piedra angular de esta arquitectura triangular son los enlaces presidenciales. Se trata de la
alocución monologal directa de Correa que, bajo la denominación “El presidente dialoga con
el pueblo”, se emite regularmente, desde 2007, los días sábados por cadena nacional. El
mismo constituye un ejercicio de comunicación política sobre lo público, en el sentido de la
puesta en común de aquellas cuestiones de interés colectivo, que apuesta fuertemente por la
construcción de dos tipos de destinatarios. Por una parte, se apunta al refuerzo del
“prodestinario como colectivo de identificación”
15
mediante la construcción de un nosotros
inclusivo con la figura del “pueblo ecuatoriano”. Esta modalidad enunciativa intenta
construir un “efecto de realidad” 16, que refuerza el imaginario sobre la toma de decisiones en
dicha situación comunicacional, como si la nueva política se ejecutara al alcance de todos los
ciudadanos. Por otra parte, este mismo discurso crea un “contradestinatario”17, la prensa
nacional y los periodistas, calificándolos con los apelativos del tipo “mediocres”,
“representantes de los intereses de la partidocracia”, “sicarios de tinta”, “corruptos”,
13
“Vandalismo oficial”, La Hora, Viernes 9 de marzo de 2013, consultado el 14 de marzo de 2013, en
http://www.lahora.com.ec/index.php/noticias/show/543753/-1/Vandalismo_oficial.html#.UUH1I9bZaHM
14
“Editores de periódicos no rectificarán ante gobierno de Ecuador”, en EcuadorInmediato.com, consultado
el 13 de marzo de 2013,
http://208.109.252.189/index.php?module=Noticias&func=news_user_view&id=50439&umt=editores_peri
odicos_no_rectificaran_ante_gobierno_ecuador
15
VERÓN, Eliseo, “La Palabra Adversativa. Observaciones sobre la enunciación política”. En El discurso
político. Lenguaje y acontecimientos. Buenos Aires, Hachette, 1987, p. 17.
16
BARTHES, Roland, El Susurro del Lenguaje. Más allá de la palabra y de la escritura. Barcelona, Paidós,
2002, p. 186.
17
VERÓN, Eliseo, op. cit., p. 17
10
“pelucones”, “prensa corrupta”, siendo los enlaces sabatinos los espacios privilegiados donde
el presidente se enfrenta verbalmente con la prensa nacional y los periodistas.
Las siguientes declaraciones del mandatario ejemplifican lo dicho:
“Lo que está en el centro del debate no es la libertad de expresión – no nos dejemos engañar la cual somos los primeros en defender, sino la contradicción ética y técnica de negocios
privados con fines de lucro e intereses políticos y grupales, proveyendo un bien público
indispensable para la sociedad: la información” (Declaraciones del Ejecutivo durante el
Informe a la Nación, 10/08/ 2011).
“La prensa corrupta en nuestro país, en nombre de la libertad, nos hace esclavos y esclavas
de lo que calla o lo que dice. Media docena de familias son dueñas de medios de
comunicación nacionales; esa es la vulnerabilidad en la que estamos” (“Presidente insta a que
los medios demuestren si el Gobierno miente en cadenas nacionales (audio), El Ciudadano,
10/11/2011).
Resulta interesante que, a tres años de su institucionalización, los enlaces hayan adquirido una
nueva característica: se incorporó un segmento denominado “La libertad de expresión ya es de
todos”, donde el presidente critica -mediante informes editados al estilo de los informativos de
televisión - el tratamiento mediático sobre los principales y más polémicos temas de interés
nacional, apuntando a poner en evidencia su intencionalidad política. La creación de dicho
espacio revela la importancia que tienen los medios de comunicación nacionales para el
gobierno, en tanto agentes con discursividad política propia y de enorme peso en la
configuración de la opinión pública nacional.
Durante los casi seis años del gobierno de Correa, además de otros contenidos (anuncios de
medidas de política económica, de diversos proyectos y en general de iniciativas
gubernamentales), los referidos calificativos irán en la semana siguiente a formar parte de la
agenda de los medios.
Para los funcionarios encargados de gestionar la comunicación gubernamental, este bloque
propagandístico contiene en su interior elementos diferenciales, ya que distinguen con claridad
contenido y funciones de los productos que ponen a circular: identifican la posición política
gubernamental en los enlaces, separada de la información sobre la gestión, que es difundida a
través de los spots y cuñas. En palabras de un alto funcionario:
El Presidente, todos los sábados, se expone al escrutinio público, contando, para bien o para
mal, lo que hizo -minuto a minuto- durante todos los días de su semana (…) el Gobierno
11
tiene la obligación de decirles a los ciudadanos qué hace, qué va a hacer y cómo piensa el
bien de su país18.
En dos de esos enlaces se han hecho dos anuncios que afectan la labor de los medios. El
primero fue el pedido al Secretario de Comunicación de hacer operativa la prohibición de
pautar en los medios privados. A reforzar el impacto de este anuncio, semanas después llega
otro que impone la prohibición de que los ministros concedan entrevistas en los medios
privados. Está claro que ambas medidas tienen repercusiones tanto en lo económico como en
lo simbólico. En lo primero, porque la pauta publicitaria gubernamental tradicionalmente ha
representado un aporte significativo a los ingresos de los medios tanto gráficos como
televisivos. En lo segundo, porque afecta directamente el desempeño de los medios, siendo las
fuentes ministeriales algunas de las más utilizadas.
Aunque no sería preciso afirmar que en el pasado no se hayan dado querellas judiciales de
parte de los distintos gobiernos hacia algún medio o periodista, es en el gobierno de Correa en
el cual se multiplican los casos de judicialización de la información y de la opinión. Además
del ya señalado juicio por injurias por el editorial del diario La Hora (el cual fue desechado
por los jueces), debemos dar cuenta del juicio en contra de Emilio Palacio y del diario El
Universo,
así como de los periodistas Juan Carlos Calderón y Cristian Zurita, quienes
escribieron un libro llamado “El gran hermano” que contiene los resultados de una
investigación periodística sobre los negocios del hermano del presidente. No es nuestro
menester entrar a discutir sobre los contenidos de los textos - un editorial en el caso de
Palacio, el libro en el de los otros periodistas- que motivaron las querellas judiciales en ambos
casos por injurias o difamación. Lo que es necesario señalar es que estos textos motivaron al
demandante - el presidente – a pedir una suma gigantesca de dinero (ochenta y diez millones
de dólares respectivamente) como indemnización y también la cárcel para los responsables.
A partir del hecho de que los jueces han dado en ambos casos la razón al demandante, éste, en
un gesto de alto contenido simbólico les otorga el perdón, no para interrumpir el conflicto con
los medios o intentar subsanarlo, sino para reafirmar que la ciudadanía tiene la obligación de
no olvidar que, más allá del perdón, el juicio ha demostrado que la prensa no es lo que dice
ser.
18
Vinicio ALVARADO, Secretario General de la Administración Pública y Comunicación, según entrevista
realizada el 28 de enero de 2009.
12
Entre los objetivos que el gobierno se propuso en este juicio, ha estado “lograr que los
ciudadanos de Ecuador superen el miedo a esa prensa que actúa de manera corrupta y abusiva.
Se demostró que se puede enjuiciar y vencer al abuso del poder mediático”.19
El tercer escenario es el de los cambios introducidos a nivel de normativas que afectan los
intereses de los propietarios de medios. En particular podemos señalar la introducción del
gravamen del IVA al papel periódico, la prohibición (elevada a norma constitucional) de que
los accionistas de entidades financieras puedan participar en los negocios mediáticos, y la
prohibición de que los accionistas de medios de comunicación puedan, contemporáneamente,
serlo de otras empresas económicas. Señalamos también, la existencia de normas que fijan un
nuevo piso salarial para los trabajadores de prensa, la multiplicación de las inspecciones
laborales a las empresas mediáticas, la abolición de la figura de los “pasantes” (con la cual
muchas veces se encubrían trabajos no remunerados), y las investigaciones en torno al
domicilio de algunas empresas mediáticas en los paraísos fiscales.
3.1. El debate de la Ley de Comunicación. El mayor escenario de disputa
Según mandato constitucional, el gobierno nacional impulsó en 2009-2010 la sanción de la
Ley Orgánica de Comunicación, para reemplazar a la antigua normativa sancionada en 1979, y
a las reformas parciales efectuadas en los subsiguientes períodos democráticos. Inicialmente,
su discusión fue posible por el fortalecimiento del Estado en el ámbito de las comunicaciones
y los medios.
Actualmente el proyecto se discute en segundo debate ampliado, sin que se evidencien
voluntad política y acuerdos mínimos de los bloques legislativos, incluido el del partido de
gobierno. Los debates públicos sobre la Ley se han convertido en el escenario intensificador
19
“Rafael Correa anunció perdón sin olvido para sentenciados en caso El Universo”, El Universo, 27 de
febrero de 2012, consultado el 14 de marzo de 2013, en
http://rafaelcorreacontraeluniverso.eluniverso.com/2012/02/27/rafael-correa-anuncio-perdon-sin-olvido-parasentenciados-en-caso-el-universo/
13
de los enfrentamientos, que ya eran abiertos y sistemáticos, entre el Ejecutivo y las empresas
mediáticas.
Se ha producido una polarización discursiva entre el gobierno nacional y los medios, cuya
consecuencia es que, mientras el oficialismo no ha logrado involucrar en este debate a los
ciudadanos, el sector de los medios empresariales consiguió unificar una agenda y aglutinar a
otros actores en torno a sus reivindicaciones corporativistas.
La Asamblea Constituyente del año 2008 abrió espacios para la discusión de los derechos a la
comunicación, los que fueron ocupados por algunos colectivos y organizaciones que
concurrieron a presentar diversas propuestas. En ese marco, y pese a la resistencia expresada
por las empresas mediáticas, el texto constitucional actualmente vigente contiene, por primera
vez, algunos derechos vinculados a la comunicación que han sido históricamente reivindicados
por sectores progresistas y organizaciones de base. La Constitución obliga entre otras cosas a
que el Estado garantice la existencia de medios de propiedad pública, privada y comunitaria, e
impida la monopolización directa o indirecta del espacio mediático (artículo 17).
Adicionalmente, se dispone que la información que circule públicamente sobre hechos y
acontecimientos de interés general sea “veraz, verificada, oportuna, contextualizada, plural, sin
censura previa” (artículo 18).
El proyecto de ley de comunicación busca asegurar el ejercicio y la exigibilidad de estos
derechos constitucionales. Pero la presentación del mismo en el mes de septiembre de 2009
abrió un período de fuertes enfrentamientos -que se mantuvo hasta el primer trimestre de
2012- entre el Presidente Rafael Correa, los altos funcionarios de su gobierno y los
representantes más reconocidos de la denominada “prensa nacional”. Con esto se ha
inaugurado un episodio contencioso20 de características particulares, dadas las repercusiones
políticas
y sobre todo económicas que podría tener la aprobación de esta ley en el
funcionamiento de los medios de comunicación privados o comerciales.
Por todo esto, el rechazo generado desde las empresas mediáticas a la iniciativa gubernamental
de impulsar una nueva estructura legal para el sector ha dado forma a una serie de acciones de
corte corporativo que se describen a continuación.
20
Cfr., TILLY, Charles, op. cit.
14
Los medios de mayor cobertura nacional21 no están produciendo contenidos que contribuyan a
un debate democrático en el cual las audiencias puedan formarse su propia opinión sobre los
contenidos de la futura ley de comunicación. Por el contrario, han promovido en bloque una
campaña de grandes proporciones en contra de la regulación estatal de sus actividades, cuya
característica es la implementación de estrategias comunes entre las mismas empresas que al
momento de captar segmentos de mercado se habían comportado como rivales.
Otra expresión de lo señalado fue la publicación en veintidós medios gráficos, en el ámbito
nacional, de una sobrecubierta a página completa con la siguiente leyenda:
Querido Lector, te agradecemos por preferir nuestro diario. Sabemos que podrías escoger
otro, estás en la libertad de hacerlo, es tu derecho, tu elección y eso se respeta. Tienes todo
nuestro respeto. Elegiste leer esto en total libertad y por tu derecho a estar informado. Por
respeto a tu decisión asumimos con seriedad la tarea de informar.
Otro recurso de esta campaña es la publicación, en la mayoría de medios gráficos del país, de
segmentos o de secciones creadas ad hoc, cuyos títulos intentan destacar que estos medios han
cumplido siempre con su obligación de informar: “Lo conoces porque pudimos informarte”,
“Periodismo positivo”, “No hemos callado” y “La historia en los medios”; es decir, se
observan altos índices de auto-referencialidad en la producción informativa. De este modo, los
contenidos orientados a posicionar una imagen positiva de los medios son presentados como
si se tratara de notas informativas o de grandes reportajes. Lo novedoso es que asistimos a la
construcción de una voz unificada corporativamente, que se ejecuta mediante la articulación
de ayudas recíprocas. En otro trabajo hemos mostrado cómo en el caso del diario El Comercio,
dicha “cooperación” se da inter países, pues se realiza entre este periódico y el diario Clarín,
el de mayor circulación de Argentina. Se trata de relatos periodísticos alineados
21
Los medios de comunicación que se encuentran confrontados con el gobierno desde 2007 son los diarios El
Universo, El Comercio, La Hora y Hoy, y las cadenas televisivas Ecuavisa y Teleamazonas.
15
regionalmente22, en lo que Chomsky denominó como una “acción colectiva táctica de los
medios”, en el marco de “un sistema de mercado dirigido” 23.
En todos los casos, el argumento central ha sido la defensa de la “libertad de expresión” y del
libre flujo de la información. El problema principal de este argumento es que el reclamo de
este derecho se hace desde una concepción restringida; es decir, los medios de comunicación
lo interpretan como su patrimonio exclusivo, equiparándola con libertad de información
(libertad editorial), y ocultando con ello la condición específica de esta última, dentro de la
cual la responsabilidad democrática es definitoria.
La manifiesta convergencia entre contenidos informativos y publicitarios no hace sino ratificar
el doble rol que cumplen los medios de comunicación comerciales en las sociedades
capitalistas contemporáneas: en primer lugar como espacios de producción y circulación de
información sobre temas de actualidad y de interés común y, en segundo, como defensores de
determinados intereses empresariales y económicos. Lo interesante es que, en muy pocas
ocasiones es posible advertirlo con tanta claridad como en los momentos que se viven en
Ecuador. Lo que podríamos cuestionar, sin embargo, es que esta ostensible defensa de
intereses corporativos disfrazada de libertad de expresión, sea presentada como noticia de
actualidad, información de interés general y opinión experta.
Nuestra tesis es que la asunción del papel de oposición al gobierno por parte de los medios
privados se debe,
en primer lugar a un intento por defender privilegios adquiridos
históricamente; en segundo lugar, a la tradicional dependencia de la agenda política, generada
desde el oficialismo, que le impide transformar esa lógica en nuevos modos de producción
periodística.
4. De la mediatización de la política a la politización de los medios
22
ORLANDO, Rocío, Discursividades mediáticas contra hegemónicas: nuevas leyes de comunicación y
radiodifusión en Argentina y Ecuador. Quito, Flacso/Abya – Yala, 2012.
23
CHOMSKY, Noam, Los guardianes de la libertad: propaganda, desinformación y consenso en los medios de
comunicación de masas. Barcelona, Crítica, 2003.
16
Según Verón, nos encontraríamos en un proceso de transformación y de paso de las
sociedades mediáticas hacia las sociedades postindustriales en vías de mediatización, de una
gradual implantación de tecnologías de comunicación en la trama social, a sociedades en las
que todas las prácticas y relaciones sociales se encuentran atravesadas por la comunicación
mediatizada24.
En las primeras, la televisión tendría un rol clave en la construcción de acontecimientos de
orden político, y la experiencia mediatizada se constituye en el espacio de socialización por
excelencia, ya que la mayoría de las personas no podemos acceder a mucho de lo que sucede
en el mundo sino es a través de los medios masivos.
La mediatización de lo político se refiere concretamente a los vínculos de dependencia mutua
que se generan entre el discurso político y el periodismo, y que van desde la devoción y la
colaboración incondicional hasta la disputa y confrontación permanentes, como en el caso
que estamos describiendo. Sucede que desde años recientes al fenómeno de la mediatización
se le ha agregado el componente de la campaña permanente de confrontación de lado y lado,
lo que se acompaña con la desaparición de los límites entre el discurso político y el discurso
de la información, pero de un modo que va de cierta mimetización a la diferenciación del
gobierno con los medios.
La utilización de la lógica mediática no es negativa per se. A falta de alternativas por ahora
viables en la escena política dicha utilización podría, en contra de previsiones de carácter
nostálgico, significar algo distinto que aquel modo de concebir la política con relación a la
opinión pública, tal es el ilustrado, institucionalista y elitista25.
La perspectiva elitista proyecta a la población en un papel pasivo, meramente receptivo y
por lo tanto manipulable, planteando la incapacidad de la población de contribuir a las
decisiones políticas26. Dicha perspectiva se basa en la convicción de que la opinión pública
padece de una progresiva desafección con relación a la política, y muestra una actitud por
demás emocional e irreflexiva, a la que contribuyen por un lado los medios y la
24
Cfr., VERÓN, Eliseo, El Cuerpo de la Imágenes. Buenos Aires, Norma, 2001.
25
GROSSI, Giorgio, L´opinione pubblica. Teoria del campo demoscopico. Roma, Editori Laterza, 2004.
26
Ibíd., p. 48.
17
mediatización de la esfera pública, y por el otro, el empobrecimiento del rol de los partidos
como promotores de espacios de discusión. Unos años antes, Bernard Manin había
anunciado el paso de una democracia de partidos a una de audiencias, poniendo en evidencia
efectivamente el poder de los medios por sobre las organizaciones políticas27.
Ésta se trataría de una visión “mediófoba” 28, que concibe a los medios como actores que
degradan la política al sustituirla e intentar ocupar su lugar y sus funciones. Una suerte de
contracción de la democracia en la que “los medios [subordinarían] al sistema político” 29, y
proyectarían la existencia de una opinión pública despolitizada.
Cabe preguntarse: ¿bajo qué aproximaciones conceptuales se puede afirmar que la opinión
pública es un espacio despolitizado? Por un lado, cuando se la concibe bajo la noción de
“espiral del silencio”,30 la cual, según la autora, se produce cuando las opiniones que reciben
mayor apoyo parecen más fuertes de lo que son, y las “otras” opiniones aparecen como más
débiles, “lo cual incita a la gente a proclamar sus opiniones o a ´tragárselas´, y mantenerse en
silencio, hasta que, en un proceso en espiral, un punto de vista llega a dominar la escena
pública, y el otro desaparece de la conciencia pública al enmudecer sus partidarios” 31. Por
otro lado, cuando la política queda expuesta a una versión espectacularizada y sostenida en
imágenes por la acción mediática, lo cual conduciría a una pérdida del poder simbólico de la
palabra y a un declive en el debate público.32 En este contexto y ante la constatación de que
efectivamente nos encontramos en el plano de la mediatización de la política, nos
preguntamos si en todo momento y de todos modos se debería concebir esta relación como
propia de la anti política y del pos político. Dicho de otra manera, esta coincidencia entre
representación política y lógica mediática, ¿conduce necesariamente a una sujeción de la
27
28
Cfr., MANIN, Bernard, Los principios del gobierno representativo. Madrid, Alianza Editorial, 2006.
EXENI, José Luis, “Gobernabilidad Mediática. Mass media y grado de gobierno: difícil (des) encuentro”,
Organicom, Nº 4, 2005, pp.90-105.
29
Ibíd., p.97.
NOELLE- NEUMANN, Elisabeth, La espiral del silencio: opinión pública: nuestra piel social. Madrid, Paidós
Ibérica, 1995.
30
31
Ibíd., pág. 22.
VERÓN, Eliseo, “Mediatización de lo político. Estrategias, actores y construcción de los colectivos” en De
Gilles Gauthier, André Gosselin y Jean Mouchon (Ed), Comunicación y Política. Barcelona: Gedisa, 1998
32
18
lógica política a la mediática? ¿Qué otras posibilidades se pueden vislumbrar bajo estas
lógicas,
para que un gobierno recobre una acción política desmarcándose, no de lo
mediático, pero sí de los medios?
Que un gobierno dispute el hecho de que los medios se consideren a sí mismos por encima
del poder político, podría significar que ese gobierno recobra la capacidad de retomar el
control de la gobernabilidad -incluso de una gobernabilidad mediática- y de re-politizar en el
propio terreno de lo mediático tanto su acción como la relación con la opinión pública,
intentando así sustraerla de la influencia de los medios.
Junto con esta perspectiva, que habría que observar también empíricamente y no solo
teóricamente, cabría la posibilidad, y esta es nuestra propuesta, de que en el propio terreno de
lo mediático, una vez que un gobierno rompe con la connivencia con los medios,
recuperando así su capacidad de gobernar aún en contra de los medios, a la opinión pública
se le abra un escenario para la toma de posiciones que no deberían ser consideradas
secundarias desde el punto de vista de lo político.
El giro del gobierno de Correa en la relación con los medios ilustra un modo distinto de
comprender el papel de la mediatización en la relación entre el gobierno, la política, los
medios y la opinión pública. Dicho gobierno ha apostado por instalar a través de los medios
la idea de que la política es fundamentalmente conflicto. Para ello, ha buscado entender
exhaustivamente la lógica de funcionamiento mediático que se sostiene en el impacto, la
inmediatez y la personalización, entre otras figuras,
empleando los mismos códigos y
lenguajes audiovisuales, para responderle a aquélla bajo el signo de la confrontación. Frente
al gran espectro de medios de propiedad privada en el país que padecen del “miedo al
disenso”
33
-es decir, que en sus agendas periodísticas invisibilizan conflictos sociales y
problemas estructurales irresueltos que tienen que ver con las desigualdades de la estructura
social34, anulando con ello las diferencias o bien volviéndolas exóticas o meras anécdotas33
MIRALLES, Ana María, El miedo al disenso. El disenso periodístico como expresión democrática de las
diferencias y no como provocación de violencia. Barcelona, Gedisa, 2011.
34
FISS, Owen, “Las dos caras del estado”, en Democracia y disenso. Una teoría de la libertad de expresión.
Buenos Aires, Ad-Hoc, 2010.
19
la acción del gobierno de Correa ha adoptado los signos del campo audiovisual como un
modo predominante de apelación política, para problematizar públicamente los conflictos de
intereses sociales, económicos y políticos que existen en el país. Esta acción le ha permitido
avanzar en un intento de ampliación de la lucha política, más allá de las instituciones
tradicionales, y en un gesto de politización de los medios y de la opinión pública, mediante
el cual el conflicto adquiere significado político.
El gobierno constituye a los medios como principales enemigos políticos, y estos ocupan el
lugar de la oposición. Las consecuencias podrían consistir en una metonimización de la
lógica amigo-enemigo, por la cual el gobierno sintetiza en los medios toda oposición política
posible.
Lo que operativiza esta construcción es que la confrontación con los medios
conlleva el descrédito y la deslegitimación de los propios medios, lo que hace tambalear los
supuestos que ubican ideológicamente a los medios como garantes de la democracia, como
escenarios de pura rendición de cuentas, y como mediadores neutrales entre los gobernantes
y la sociedad.
La ruptura producida por la confrontación, el establecimiento y diferenciación entre medios
privados y medios públicos o estatales a los que hemos hecho referencia, tienen como
consecuencia que también se visibilicen para la ciudadanía los clivajes políticos e
ideológicos que atraviesan las estructuras y acciones de los medios, permitiendo el
discernimiento entre aquellos que guardan afinidad con las propuestas de gobierno, y
aquellos que se les oponen, develando así su carácter de actores ideológicos. Según un
estudio cualitativo realizado en tres ciudades del Ecuador35, los ciudadanos reconocen a los
grandes medios de comunicación privados como parte de los sectores de oposición; éstos
compartirían con los partidos políticos tradicionales y los empresarios privados la defensa de
intereses similares, todos contrapuestos a los del gobierno actual.
Dado el carácter históricamente mimético entre los medios y la política en Ecuador,
pareciera que un proceso de democratización y de politización debía necesariamente iniciarse
en una disputa con los medios, que empezaron a ser visibilizados no como garantes puros de
los intereses públicos, sino de sus propias lógicas corporativas. Esto conlleva a que la
35
Trabajo realizado por Perfiles de opinión, Quito, 2012.
20
gobernabilidad, tan sujeta en las últimas décadas a la acción de los medios de comunicación,
quede configurada de un modo más político que mediático, no obstante no haya eliminado
del todo esta lógica, apartándose del fuerte condicionamiento de los medios de titularidad
privada, una vez puesto en evidencia su carácter eminentemente comercial y corporativo.
La politización de los medios, y su consecuente desacreditación puede ser mostrada
claramente en las reiteradas menciones del presidente Correa al argumento por el cual los
medios no tienen legitimidad porque “no han sido libremente electos por el pueblo”. A
nuestro entender, esa afirmación que parecería descabellada, acaba por ser el argumento con
el cual, en primer lugar se politiza a los medios, al ubicarlos como interlocutores que
tendrían la misma naturaleza del gobierno, para, en segundo lugar, desacreditarlos. El
proceso de desacreditación, tomando la idea de Mac Luhan de que “el medio es el mensaje”,
no solo desacredita a su enunciador, sino también al enunciado, es decir, también a los
mensajes.
5. A modo de conclusión
A lo largo de este trabajo intenté analizar el papel que cumple lo mediático en la acción de
gobierno del presidente Rafael Correa. En este sentido, se ha argumentado que, en contra de
visiones elitistas, la utilización de las lógicas mediáticas en la confrontación con los medios
privados, puede significar la politización de la relación entre los medios y la opinión pública.
Laclau asocia la emergencia del populismo con algunas características: la equivalencia entre
demandas insatisfechas, la constitución de un pueblo, la producción de símbolos ideológicos a
través de los cuales se articule una identidad colectiva, y la emergencia de un líder que se
constituya en el factor aglutinante36. Según el esquema de la ruptura populista, el líder asume
las demandas particulares, cadenas de equivalencias del espectro de la sociedad, interpreta una
radical oposición al bloque histórico que ha excluido a una parte de la misma, y las transforma
en una interpelación política. La devolución de las demandas sociales en signo político
adviene en un esquema de interpelación que es actualmente imposible sin el recurso a los
36
LACLAU, Ernesto, op. cit., p. 60
21
medios masivos. Como hemos mencionado, la articulación populista no puede prescindir de la
lógica mediática.
Algunos aspectos de la lógica mediática son: el lenguaje simple, binario, el uso de términos
que circulan en imaginarios populares, la referencia a problemáticas de la vida cotidiana, la
búsqueda de impacto emocional, la moralización cuasi paternal de la sociedad, el alejamiento
de los aspectos más formales o argumentados del discurso, y el ponerse en el lugar de otros,
vía una fuerte personalización. Así lo reflejan los ciudadanos cuando afirman que, en contraste
con gobiernos anteriores, “ahora este gobierno está consultando al pueblo”.
Por paradójico que parezca, la posibilidad de reducir la influencia social de los medios de
comunicación y de la lógica mediática (que llamamos mediatización de la política y de la
gobernabilidad mediática), es disputar, en el mismo terreno de aquellos, la formación de la
opinión pública, que se vuelve objeto de los medios y objeto de la política, con signos y
orientaciones políticos distintos. La polarización y el conflicto asumen así un valor
efectivamente político.
No estoy en condiciones, por el momento, de indicar si están dadas las bases para una
transformación duradera, ni el tipo de implicaciones que tendrá este proceso en el largo plazo
para el significado de la representación política, la gobernabilidad y la democracia en Ecuador
y la Región.
22
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