el desgaste profesional y la salud de los profesionales mdicos

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DESGASTE PROFESIONAL Y LA SALUD DE LOS PROFESIONALES
MÉDICOS: REVISIÓN Y PROPUESTAS PREVENTIVAS
2004, Medicina Clínica, 123, 07, 265-270. (Índice de impacto, 1,01)
(Burnout and the health of the medical professionals: Review and preventive offers)
Mingote Adan, J.C., Unidad de Psiquiatría. Hospital 12 de Octubre Madrid.
Moreno Jiménez, B. Centro Universitario de Salud Pública. Madrid. España
Galvez Herrer, M. Centro Universitario de Salud Pública. Madrid. España
Resumen: La relevancia del estrés sobre la salud es una constatación creciente, como lo
es el aumento del estrés laboral en general y específicamente del estrés laboral médico.
Una consecuencia de ello ha sido el incremento del burnout o desgaste profesional
médico. Aunque las tasas de desgaste profesional pueden variar en función de contextos
organizacionales y poblaciones específicas, todos los datos indican tasas altas de
prevalencia en la población médica. Las consecuencias del síndrome son amplias e
importantes y afectan a la salud mental, a la salud física, a la calidad de vida y a la
eficacia profesional del médico. Esta situación planteal la necesidad de desarrollar
programas de prevención e intervención que ayuden a controlar y paliar tales efectos
siguiendo las sugerencias a tales efectos de la U.E.
Abstract: The relevancy of the stress on the health is an increasing verification,
as it is the increase of the job stress in general and specifically of the medical job stress.
A consequence of it has been the increase of the burnout or professional medical
weariness. Though the rates of burnout can change depending on organizational
contexts and specific populations, all the information indicates high rates of prevalencia
in the medical population. The consequences of the syndrome are wide and important
and concern the mental health, the physical health, the quality of life and the medical
efficiency. This situation raises the need to develop programs of prevention and
intervention that help to control and to relieve such effects following the suggestions
of the U.E.
Palabras clave: estrés médico, desgaste profesional médico, salud física y mental del
medico.
Key words: physician’s stress, medical burnout, physical and mental medical health
1
El desgaste profesional: desarrollo y consecuencias
El paso a una perspectiva biopsicosocial de la salud ha supuesto, en los últimos
años, una mayor apreciación de la relevancia del estrés laboral. El campo del estrés
laboral se ha ampliado y, concretamente, en el caso de los profesionales de la salud su
presencia se ha hecho más patente e insistente. Vinculados al ámbito laboral sanitario y
a los estresores laborales, se han señalado tres grupos principales de transformaciones
socio-laborales como especialmente relevantes para la salud médica1: a) una mayor
sobrecarga en la atención a pacientes, lo que ha derivado en el aumento de la carga
emocional y mental; b) mayores exigencias macroeconómicas, que han implicado un
incremento de las exigencias de adaptación de los trabajadores sanitarios y c) un
empeoramiento de las condiciones laborales actuales, lo que ha supuesto incrementos en
los turnos de trabajo, escasa promoción, movilidad descendente o forzosa, cambios de
oficio o profesión, desempleo eventual y prejubilaciones sin causas relacionadas con la
enfermedad. Como consecuencia conjunta de todo ello se ha producido un aumento de
la tasa del Desgaste profesional o síndrome de “burnout” en la profesión médica.
Si bien no existe una definición unánimemente aceptada del
Desgaste
Profesional o “burnout”, si existe consenso en considerarlo como una respuesta al estrés
laboral crónico con connotaciones negativas debido a que implica consecuencias
nocivas para el individuo y para la organización que lo padece. Entre las diversas
conceptualizaciones, una de las más utilizadas y operativas ha sido la de Maslach y
Jackson2;3 mediante el cuestionario
“Maslach Burnout Inventory” (MBI) que
caracteriza al síndrome por agotamiento emocional o pérdida de recursos emocionales
para enfrentarse al trabajo, despersonalización o desarrollo de actitudes negativas, de
2
insensibilidad y cinismo hacia los receptores del servicio prestado y falta de realización
personal, o tendencia a evaluar el propio trabajo de forma negativa, con sentimientos y
apreciaciones de baja autoestima profesional. Los tres factores del síndrome tienden a
presentarse especialmente entre profesionales que trabajan asistencialmente con
personas. En la tercera edición del MBI4, los autores han sustituido la dimensión de
despersonalización por la de cinismo, extendiendo así el síndrome a todo tipo de
profesiones y no solo a las asistenciales, de forma que la frialdad en el trato al paciente
se formula ahora como una actitud cínica acerca del alcance del valor del propio trabajo
y críticas generalizadas a la organización o institución a la que se pertenece.
Las diferentes aproximaciones teóricas mencionan cuatro ámbitos en los que se
enmarcan las posibles consecuencias sintomatológicas del burnout: emocionales,
cognitivas, conductuales y sociales5,6. La extensión de la sintomatología incluida
patentiza el alcance de las consecuencias del desgaste profesional y pone de manifiesto
sus amplias repercusiones sobre el funcionamiento global de la persona y del
organismo. Mucho menor es el número de estudios que tratan de precisar los
mecanismos o procesos por los que se establece esta relación. No pocos de los trabajos
sobre desgaste profesional y su relación con problemas de salud parecen indicar que el
agotamiento emocional es el componente con mayor peso en su relación con los
problemas de salud7,8,9,10,11.
Las evaluaciones habituales del desgaste profesional, en las que se ha utilizado
preferentemente el MBI, han proporcionado información relevante sobre la asociación
entre diversas variables y los niveles del síndrome, pero este enfoque no ha tenido
suficientemente en cuenta otros factores del proceso (antecedentes, consecuentes y
moduladores). Complementariamente, en los estudios con otros instrumentos que parten
de un modelo transaccional de burnout como proceso, se han observado asociaciones
3
positivas entre los antecedentes y el síndrome de burnout, así como entre antecedentes y
las consecuencias individuales y organizacionales12,13. Estos datos indican claramente
que los factores o elementos del proceso de burnout, y no sólo el síndrome como tal,
deben ser tenidos en cuenta a la hora de evaluar las consecuencias del desgaste
profesional sobre la salud de los profesionales de la medicina, especialmente en la
elaboración de programas preventivos e interventivos.
La salud de los profesionales de la salud: el estrés médico y el desgaste
profesional médico
Los profesionales de la salud no están exentos de padecer trastornos físicos y
psicológicos. Incluso no pocos autores han indicado tasas de alcoholismo, adicción a
drogas, trastornos psiquiátricos, depresión y suicidio superiores a las de la población en
general14,15. En general, los datos parecen estimar que entre un 10–12 % de los médicos
en ejercicio pueden sufrir en el transcurso de su vida profesional uno o más episodios de
problemas psíquicos y/o conductas adictivas al alcohol, a otras drogas o a los
psicofármacos16. Según la literatura científica disponible tan solo se detecta un 60% de
esos casos para su tratamiento posterior17. Un porcentaje de esta sintomatología
probablemente pueda estar asociada al estrés laboral, y específicamente al síndrome del
burnout o desgaste profesional.
Determinadas características estresantes de las condiciones de trabajo médicas
están frecuentemente relacionadas con un amplio rango de síntomas físicos y psíquicos
que repercuten en la salud del profesional médico, en la propia organización, en la
satisfacción laboral, y en la calidad asistencial prestada18,19,20,21,22,23,24,25,26,27,28. Entre
ellas pueden citarse la relación con los pacientes y sus familiares, el contacto diario con
la muerte y el dolor, la responsabilidad sobre la salud de terceros, el trabajo a turnos y
4
nocturno, la presión asistencial y la carga de trabajo, la presión social, el enfrentamiento
a situaciones de emergencia, el desajuste de expectativas y situaciones organizacionales
como la falta de promoción, la inequidad en el trato o los problemas con supervisores.
Las consecuencias de ese estrés
laboral médico son amplias29. Cuando se
estudian las diferencias de género, parece que en el caso de las mujeres médicos, el
mayor porcentaje de la varianza de la sintomatología proveniente del estrés (70%) se
relaciona con los niveles de apoyo recibido de los compañeros, mientras que en
hombres el 42% de varianza se explica por el estilo de vida, la salud mental, el apoyo en
momentos de estrés y la carga de trabajo30.
La respuesta a esas situaciones crónicas de estrés puede llevar al desarrollo del
desgaste profesional, síndrome que alcanza una alta extensión en la profesión médica
aunque existen diferencias en la bibliografía sobre los porcentajes de médicos afectados
por el mismo. Algunas estimaciones oscilan entre el 30 a 40%31, otras revisiones lo
elevan al 50 % de los médicos en algún momento de su carrera profesional32, y en
población médica española, se han señalado prevalencias que oscilan desde el 25% a
casi el 70%33.
Tal como se ha expuesto, el síndrome puede manifestarse en el ámbito clínico de
formas diferentes: con problemas de salud mental, conductas ansiosas o depresivas, o
con una mezcla de ambos, o con conductas no saludables como el consumo de
substancias y la aparición de adicciones, (abuso de bebidas alcohólicas, sustancias
tóxicas, etc.), alteraciones cardiovasculares, aparición de estilos de vida nocivos o con
cambios en la actuación profesional (absentismo, mala praxis, etc.)
suelen ser igualmente notorios en la calidad y eficiencia profesional.
Desgaste Profesional Médico y Salud Mental:
5
34
. Los efectos
Son diversas las alteraciones que puede generar el desgaste profesional sobre la
salud mental de la persona tales como incapacidad de concentración, ansiedad,
depresión, disfunción social, insomnio, irritabilidad, incremento del consumo de
alcohol, o drogas y depresión35.
Un gran número de trabajos que han analizado estrés laboral, desgaste profesional y
salud laboral con problemas de salud mental lo han hecho utilizando el General Health
Questionnaire (GHQ)36 como indicador de “salud general” o “bienestar”. Salud general,
salud mental y bienestar personal han sido globalizados como forma de registrar los
efectos del trabajo sobre la salud. Desde la perspectiva de la psicología organizacional
son frecuentes los estudios que analizan de manera conjunta desgaste profesional y
“bienestar”, junto con otros factores laborales como la satisfacción en el trabajo. Por
ejemplo, García Izquierdo y cols.35 en un trabajo sobre profesionales asistenciales en la
salud mental han encontrado relaciones significativas negativas en el sentido de que
aquellos sujetos con puntuaciones altas en desgaste profesional manifiestan menor
satisfacción laboral y un nivel de bienestar más bajo. En el caso concreto de los médicos
encontraron niveles medios-altos de desgaste profesional en un 50% de su muestra y
muy altos en un 8%; y utilizando el GHQ detectaron un 20% de la muestra de probables
casos patológicos. Según los resultados de este trabajo, la satisfacción laboral es mayor
en las profesiones con mayor cualificación profesional, como es el caso de los médicos,
pero esta satisfacción no evita la existencia de porcentajes considerables de burnout en
los mismos y su relación con problemas somáticos, de ansiedad y disfunción social.
Los datos en España parecen confirmar los resultados de otros países. En un
estudio de desgaste profesional y morbilidad en médicos de atención primaria de un
área sanitaria de Madrid37, los autores señalan una elevada prevalencia de burnout
(69,2%) ligeramente superior a otros estudios nacionales y con una prevalencia de
6
patología psiquiátrica muy superior a la obtenida en estudios sobre la población general.
Ambas variables se relacionan entre sí de forma directamente proporcional,
observándose mayor prevalencia de morbilidad psiquiátrica a mayor número de
dimensiones con puntuaciones altas en desgaste profesional. También se confirma la
asociación entre desgaste profesional y mayor consumo de analgésicos, antidepresivos y
ansiolíticos, así como un porcentaje superior de bajas laborales de origen psiquiátrico.
Respecto a la comparación entre diversas especialidades médicas, parece clara la
presencia de mayores índices de desgaste profesional entre profesionales con amplio
contacto directo con los pacientes, tales como atención primaria o especialidades de
salud mental, sin embargo los resultados varían en función de las variables
organizacionales, de la tarea, individuales o sociolaborales que se incluyan. Así en un
estudio en hospitales en personal de Unidades de Enfermedades Infecciosas y Unidades
de Hemofilia, comparándolos con personal de Oncología y de Medicina Interna38, se
han encontrado algunas diferencias significativas en desgaste profesional y en
alteraciones de salud mental en función de variables laborales tales como la elección
voluntaria del puesto y la percepción de equilibrio entre el ámbito laboral y el social/ de
ocio. Otros estudios parecen confirmar esos datos señalando que la morbilidad
psiquiátrica se predice principalmente por factores como la sobrecarga laboral y el
estrés percibido, ambas relacionadas positivamente con agotamiento emocional,
mientras que la satisfacción con el contenido del trabajo actuaría como un moderador39.
Olmedo Montes y cols.40, analizando el desgaste profesional entre personal sanitario del
Servicio de Salud Mental, de Atención Primaria y de Atención Especializada, han
encontrado diferencias significativas entre los tres grupos, de forma que los dos
primeros (salud mental y atención primaria) obtienen mayores puntuaciones en
agotamiento emocional y despersonalización. Los autores explican los resultados en
7
función de las características organizacionales diferenciadoras que suponen en Atención
Especializada un mayor nivel de seguridad a la hora de abordar tratamientos, más
tiempo de dedicación para cada paciente así como más medios para hacer frente a las
demandas laborales. Los profesionales de Salud Mental y Atención Primaria, por el
contrario, se enfrentan a una menor planificación y coordinación del trabajo en equipo,
mayor incertidumbre acerca de la adecuación de los tratamientos y a una mayor presión
temporal (por la presión asistencial en Atención Primaria y por la mayor demanda
temporal por parte del paciente psiquiátrico en Salud Mental). Respecto a la relación
entre el desgaste profesional y psicopatología o sintomatología psíquica, evaluada
mediante el SCL-90-R de Derogatis41, los autores han encontrado una mayor asociación
de la dimensión de agotamiento emocional con problemas de salud mental como
depresión (r= 0,392), obsesión-compulsión (r= 0,273), sensibilidad interpersional (r=
0,242), ansiedad (r= 0,222), hostilidad (r= 0,294) e ideación paranoide (r=0,262).
Despersonalización aparece relacionada significativamente con hostilidad (r= 0,262),
ideación paranoide (r= 0,266) y psicoticismo (r= 0,233), factores que pueden estar
relacionados con conductas de frialdad y distanciamiento. Finalmente, la dimensión de
realización personal presenta ausencia de relaciones significativas con la sintomatología
psicopatológica.
Los riesgos psicosociales del trabajo médico que pueden influir sobre la
aparición del desgaste profesional parecen incidir en la salud mental de los
profesionales desde los primeros contactos de éstos con la realidad asistencial. Una
revisión de la bibliografía sobre médicos residentes señala que la depresión y el
incremento de la irritabilidad son frecuentes en médicos ya desde el periodo de
entrenamiento y aprendizaje42 e incluso pueden aparecer signos de conductas obsesivo-
8
compulsivas43, problemas de aprendizaje, emocionales, depresión y desorden bipolar44.
En el caso de los psiquiatras, se ha estudiado además el denominado “síndrome del
psiquiatra principiante” haciendo referencia al conjunto de síntomas neuróticos
transitorios y psicosomáticos relacionados con una sobreimplicación con los
pacientes45. También se ha relacionado el periodo de residencia con el desgaste
profesional, abuso del alcohol y depresión y su influencia en el cuidado y actitudes
hacia los pacientes46.
El impacto de la “cultura médica” es otra variable que la bibliografía ha
analizado en relación con la salud mental de los médicos y con el mantenimiento de
situaciones de estrés crónico, con el consiguiente riesgo de desgaste profesional26,47.
Una cierta cultura médica puede implicar pautas perfeccionistas y de adicción al trabajo
como normas rectoras de la rutina diaria e influir en los propios procesos de aprendizaje
de los médicos, de forma que conlleve la generalización de mecanismos de defensa que
dificultan la petición de ayuda en los profesionales48.
En los diferentes estudios sobre vulnerabilidad o sensibilidad en los médicos
ante problemas de salud mental se han señalado como determinantes algunos factores de
personalidad. McCrainie y Brandsma49 en 440 estudiantes de medicina que contestaron
al Minnesota Multiphasic Personality Inventory (MMPI) encontraron correlaciones de
factores como las escalas de baja autoestima, sentimientos de inadecuación, disforia,
preocupación obsesiva, pasividad, ansiedad social y aislamiento con altos índices de
burnout 25 años después. Otros factores estudiados son el perfeccionismo, la
competitividad y la respuesta individual de distrés ante los errores médicos50. La
autocrítica y la empatía también se han analizado en relación con la salud mental de los
médicos en estudios longitudinales, encontrando sobre todo efectos a largo plazo sobre
el estrés y depresión para la autocrítica51. En población española y sobre una muestra de
9
427 médicos de familia, Cebriá y cols.52 encuentran que las variables relacionadas con
la ansiedad parecen estar relacionadas principalmente con el cansancio emocional y la
despersonalización, mientras que variables como afabilidad, estabilidad y atrevimiento
correlacionan con realización personal.
Desde una perspectiva salutogénica, buscando predictores del bienestar y calidad
de vida entre profesionales médicos, se ha encontrado que factores como la singularidad
dentro de la familia (entendida como la habilidad de mantener la identidad individual
entre los miembros de la familia) y el apoyo social son altos predictores de salud mental
y se relacionan con un nivel bajo de estrés53. Otro factor ampliamente estudiado por su
capacidad de modulación sobre los trastornos somáticos y/o psicológicos asociados al
estrés y el burnout es la personalidad resistente (hardiness). Así lo demuestran trabajos
como el de Kash y cols.54 sobre personal de servicios de oncología, incluidos médicos
oncólogos, en el que evaluaron estresores, variables de personalidad, burnout, síntomas
físicos y psicológicos, estrategias de afrontamiento y apoyo social encontrando que si
bien esta población presentaba elevados niveles de agotamiento emocional,
despersonalización
y
baja
realización
profesional,
dichos
resultados
eran
significativamente menores en aquellas personas que puntuaban alto en personalidad
resistente.
Abuso de sustancias y adicciones.
La utilización de alcohol, tranquilizantes, barbitúricos o drogas ilícitas para
reducir la tensión producida por el desgaste emocional es una de sus consecuencias
conductuales. Los datos actuales sobre la prevalencia del consumo de alcohol y otras
sustancias adictivas en médicos indican porcentajes similares a los de la población
general pero con un mayor riesgo en estos profesionales por la facilidad para la auto-
10
prescripción de drogas, siendo los tranquilizantes procedentes de la benzodiacepina y
los opiáceos los de mayor utilización48,55,56. Estos datos parecen confirmarse para la
población española57 señalando un consumo de riesgo de manera especial en las mujeres
de profesión médica.
En un estudio con profesionales sanitarios de un hospital general en España19 se
evaluó desgaste profesional (MBI), estado de salud general (GHQ-28) y datos
sociodemográficos, se ha encontrado relación entre el grado de desgaste profesional, la
salud general y el consumo de tabaco, analgésicos y tranquilizantes. Los autores han
encontrado resultados estadísticamente significativos para la dimensión de realización
personal del MBI en relación con el consumo de alcohol. Según el estudio, los
sanitarios que consumen analgésicos y tranquilizantes presentan mayor agotamiento
emocional, así como peor salud general. En cuanto al consumo de tabaco, las tasas altas
de consumo (más de 20 cigarrillos/día) se asocian con conductas de despersonalización,
encontrándose estos problemas de forma más acentuada entre los profesionales hombres
que en las mujeres profesionales.
Alteraciones cardiovasculares.
Así como la relación entre el estrés, las situaciones laborales de carga de trabajo
y las alteraciones cardiovasculares parece establecida, la relación entre el desgaste
profesional y los problemas cardiovasculares no está suficientemente investigada,
faltando estudios que aclaren las relaciones entre ambos aspectos.
Appels y Pazo Alvarez58, califican como “agotamiento vital” al conjunto de
síntomas tales como el cansancio, la depresión, la fatiga física prolongada, los
problemas de sueño, la sensación de agotamiento, de falta de aliento y otras alteraciones
fisiológicas que preceden habitualmente a síndromes coronarios agudos tales como el
11
infarto de miocardio, la angina de pecho inestable y la muerte cardiaca súbita. Por otro
lado, existen pruebas de que ese estado de agotamiento vital supone un incremento del
riesgo de padecimiento de un síndrome coronario agudo como el infarto de miocardio59.
Tales datos sugieren que debe existir una correlación entre desgaste profesional, más
específicamente en su dimensión de agotamiento emocional, y las alteraciones
cardiovasculares, por ejemplo asociadas a problemas de hipertensión. Sin embargo los
estudios sobre esta posible relación son escasos y poco consistentes, probablemente
debido a su misma naturaleza multicausal, a las diferencias metodológicas en la
elección de las variables de estudio y al tipo de tratamiento estadístico utilizado.
En un estudio longitudinal sobre 3877 sujetos, Appels y Schouten60 encontraron
que una tercera parte de aquellas personas que habían sufrido agotamiento antes de un
infarto de miocardio señalaban haber sufrido burnout en algún periodo de sus vidas
(X2= 7.09 y p<.01). Estos resultados parecen indicar que el estado de agotamiento que
se produce con anterioridad a los infartos de miocardio puede ser una reacción ante los
continuos fallos de adaptación al estrés crónico. El burnout en sí sería, según los
autores, un factor de predicción de infarto de miocardio agudo.
En una investigación sobre una muestra de 104 trabajadores sin alteraciones
cardiovasculares61, los autores se plantearon analizar la relación entre desgaste
profesional definido como fatiga física, desgaste emocional y cansancio cognitivo en
dos de sus componentes (tensión-apatía) y riesgos cardiovasculares. Controlando otras
variables como edad, peso relativo, consumo de alcohol, de tabaco y actividad
deportiva, los autores encontraron que puntuaciones altas en desgaste profesional y
tensión se asocian a problemas de colesterol, índices de glucosa, triglicéridos, ácido
úrico y ligeras anomalías en ECG, lo que les lleva a concluir sobre la necesidad de
incrementar los estudios sobre el desgaste profesional como predictor de morbilidad y
12
mortalidad por enfermedades cardiovasculares. Algunos de estos datos se confirman en
un estudio prospectivo posterior62 en el que se analizan los efectos de la sobrecarga
objetiva y subjetiva sobre el desgaste profesional en sus características físicas y
emocionales, y relación de éste con niveles de colesterol y triglicéridos 2 y 3 años
después, diferenciando los efectos en hombres y mujeres. Los autores encuentran que en
las mujeres trabajadoras, el aumento de los lípidos de suero se predice positivamente
por el componente emocional del burnout y negativamente por la fatiga física. En los
hombres, tanto el aspecto físico como el emocional del burnout predicen aumentos en
los niveles de colesterol.
Estilos y hábitos de vida.
Las condiciones laborales de los profesionales de la medicina implican trabajo a
turnos y nocturno, realización de guardias, horarios prolongados de trabajo y otras
condiciones ergonómicas que pueden incidir directamente en hábitos de salud como las
horas de sueño o los estilos de alimentación. Estas condiciones laborales son además en
ocasiones difíciles de conciliar con una vida familiar, social y de ocio satisfactoria, lo
que puede actuar como un factor de riesgo más en procesos de estrés o desgaste
profesional. A pesar de esta premisa, son escasos los trabajos encontrados que analicen
la relación entre hábitos de vida y desgaste profesional en los profesionales de la
medicina.
En un estudio en el que se analizan las diferentes perspectivas sobre lo que
proporciona bienestar y calidad de vida a médicos británicos y australianos63 se señalan
como especialmente relevantes aspectos como la alimentación, el sueño y el ejercicio
físico.
13
Respecto al sueño, diferentes estudios coinciden en destacar el riesgo que
supone la deprivación del mismo para la salud del profesional, para su desgaste
emocional, para el incremento del riesgo de accidentes laborales y, en definitiva, para la
calidad del trabajo asistencial y del trato a los pacientes,51,47,64,65,66.
Las investigaciones sobre estrés médico y tiempo de sueño establecen una
relación inversa entre horas trabajadas y horas de sueño, señalando el trabajo como la
causa principal de la deprivación. Pero no sólo es importante la cantidad de horas de
sueño, la calidad del mismo también parece guardar relación con aspectos laborales, y
en este aspecto se señalan diferentes variables como elementos de influencia, tales como
la relación con compañeros y con supervisores, así como el feedback o
retroalimentación sobre el trabajo que se reciba de los mismos. Según estos datos, las
líneas de intervención se deberían centrar sobre la gestión y organización temporal del
trabajo y su incidencia en los equipos de trabajo, la supervisión, coordinación y reparto
de responsabilidades67,68.
Probablemente debido a esa relación entre la carga de trabajo y las horas
empleadas en ella, la mayoría de los estudios encontrados en la población de médicos se
refiere a residentes. Por ejemplo en un estudio sobre 4510 médicos residentes de
obstetricia y ginecología se relacionan altos índices de fatiga con prolongadas jornadas
de trabajo y pocas horas de sueño69. Estas dos variables se han confirmado en médicos
anestesistas no residentes señalándose como básica el control del proceso de estrés, que
si se cronifica puede desembocar en una situación de desgaste profesional70. También
en un análisis del trabajo de los médicos americanos de emergencias se señalan
antecedentes organizacionales que según los autores implican horarios de trabajo
incompatibles con la vida social, deprivación de sueño, baja satisfacción laboral y
burnout71.
14
Da Silva Sobral, y cols.19 señalan en su investigación que el ocio diario está
relacionado con el grado de desgaste profesional y con el estado de salud general de los
sanitarios, de tal forma que los profesionales que disfrutan de más de cuatro y menos de
dos horas de ocio al día sufren un mayor nivel de despersonalización. Además, un
período diario de dos o a cuatro horas de ocio se correlaciona con una salud general
mejor. Ese tiempo de ocio está en ocasiones también delimitado por el difícil equilibrio
entre las actividades domésticas y el trabajo asistencial. Este factor ha sido estudiado
principalmente en las mujeres profesionales médicas ya que aparece como un indicador
de riesgo añadido que las diferencia de sus colegas hombres15,72.
El desgaste profesional también tiene influencia en el ámbito socio-familiar del
médico, deteriorando las relaciones y aumentando los conflictos. Son frecuentes los
problemas en la familia por dificultades de comunicación, irritabilidad, hostilidad y
rupturas familiares, así como un progresivo aislamiento social y un enfriamiento de las
relaciones interpersonales2,73,74,75.
Conclusiones y futuras líneas de prevención e intervención.
La profesión médica se encuentra sujeta a una necesidad constante de
actualización y a las dificultades propias de la tarea desempeñada, que supone toma de
decisiones sobre la salud y bienestar de terceras personas. La relación con los pacientes
y sus familiares no siempre es fácil y las expectativas de los mismos en ocasiones son
difícilmente alcanzables para el profesional. Las propias expectativas con las que el
médico comienza el desarrollo de la profesión resultan, con la práctica diaria, frustradas
y todo ello en ocasiones en un entorno de presión asistencial, social y de sensación de
desamparo por parte de la Administración. Según Ferrer75, uno de los elementos básicos
a tener en cuenta es que estamos hablando de personas altamente motivadas, y tener en
15
cuenta este factor es determinante cuando se quiera prevenir e intervenir sobre el
desgaste profesional. Estas características parecen comunes en los diferentes trabajos
analizados en el presente artículo, independientemente de las puntuales diferencias de
los
países
de
referencia,
especialidades
médicas
analizadas
y
variables
sociodemográficas tenidas en cuenta. Todo ello facilita la aparición del desgaste
profesional que suele tener consecuencias que afectan, como se ha visto, a su salud
física, mental y a su bienestar y calidad de vida en general.
Ante esto, cuando el problema del desgaste profesional se encuentra ya presente
en las vidas de los profesionales, la intervención se hace necesaria. La intervención
suele centrarse principalmente en el tratamiento de los consecuentes anteriormente
revisados, pero cuando el trabajador afectado es un miembro de la profesión médica
existen una serie de elementos que dificultan la prevención y tratamiento. El miedo a ser
identificados como médicos que han fracasado en su carrera profesional, el temor a la
estigmatización que conllevan las patologías psiquiátricas, el miedo a perder la
credibilidad como profesionales de la salud entre los colegas y entre los pacientes, la
percepción de falta de confidencialidad de los servicios públicos, la ocultación del
problema por parte de los familiares y de los colegas, el hábitat inadecuado de los
servicios públicos de hospitalización psiquiátrica, los problemas económicos para
recibir tratamientos hospitalarios privados y el temor a perder el trabajo o a ser
inhabilitados para el ejercicio de la profesión17 suelen ser todos ellos factores que
obstaculizan la intervención, el tratamiento e incluso el autocuidado más básico. Por
todos esos motivos, la realización de programas de intervención específicos para
profesionales médicos afectados por desgaste profesional se presenta como una vía para
el tratamiento y reincorporación laboral temprana de los sujetos más afectados por sus
consecuencias.
16
Son igualmente necesarios programas de prevención centrados en los distintos
elementos antecedentes y moduladores del proceso. Por ese motivo, no sólo es básico el
diagnóstico de los riesgos psicosociales en el entorno laboral, sino también de los
factores que incrementan la sensibilidad ante el riesgo75,76, así como los factores
protectores y potenciadores de afrontamientos positivos tales como la competencia
emocional, la resiliencia y otros factores positivos que pueden aumentar los recursos de
la persona.77. Desde esta perspectiva, las intervenciones preventivas deberán también
dar al médico un papel activo en el desarrollo de sus competencias y recursos personales
para el afrontamiento del desgaste profesional.
La Comisión de las Comunidades Europeas en su Comunicación sobre “Cómo
adaptarse a los cambios en la sociedad y en el mundo del trabajo: una nueva estrategia
comunitaria de salud y seguridad (2002-2006)”78 promulga reforzar la cultura de
prevención mediante la educación, sensibilización y anticipación ante los nuevos
riesgos emergentes asociados tanto a las innovaciones técnicas como a la evolución
social. Este marco promueve un enfoque global del bienestar en el trabajo que incluye la
prevención de riesgos sociales como el estrés, el acoso, la depresión, la ansiedad y los
riesgos asociados a la dependencia del alcohol, las drogas o los medicamentos. Para ello
es básica la participación de los profesionales implicados, su sensibilización ante el
tema, sus actitudes y su actuación en la prevención de tales riesgos. Es primordial la
participación del profesional médico en la detección de los problemas que los riesgos
psicosociales le estén originando. Si oculta sus carencias de bienestar y sus alteraciones
de salud, difícilmente se podrán diagnosticar situaciones de riesgo y establecer los
adecuados programas de prevención.
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