también llamado síndrome de “estar quemado”

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PSICOLOGÍA
Desgaste profesional
El síndrome de “burnout” —también llamado síndrome de “estar quemado” o de
desgaste profesional— es un mal invisible que afecta y repercute en la calidad
de vida de los trabajadores. En la mayoría de los casos aparece entre diversos
colectivos profesionales y se produce cuando se desequilibran las expectativas
que uno tiene en el ámbito laboral y la realidad del trabajo diario.
trabajador quemado
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Fátima Izquierdo Botica
Psicóloga clínica especializada en Terapia
cognitivo-conductual
E
l síndrome de desgaste profesional, conocido popularmente por su nombre inglés
"burnout", se manifiesta bajo unos
síntomas específicos y concretos,
que abarcan desde problemas psicosomáticos hasta conductuales o
emocionales.
Aunque cualquier persona puede llegar a sufrir "burnout", existe un grupo de trabajadores que sintomáticamente padece esta enfermedad con
mucha mayor frecuencia. Se trata de
los profesionales que tienen contacto directo con otras personas en su
día a día. Éste es el caso del personal sanitario, profesores, psicólogos,
asistentes sociales, etcétera, y que,
según describieron en 1986 Maslach
y Jackson, son los denominados “profesionales de ayuda”.
Las evidencias que afectan a la persona en el inicio de la aparición de esta
enfermedad se reconocen en varias
etapas. En este sentido, las causas
principales son el exceso de trabajo,
el sobreesfuerzo que lleva a estados
de ansiedad y fatiga, la desmoralización, la pérdida de ilusión, así como la
pérdida de la vocación y la decepción
de los valores profesionales.
Afrontar el problema
No obstante, la forma de afrontar el
síndrome de desgaste profesional, o
cualquier otro problema, es muy diferente dependiendo de cada persona.
Esto influye también en la manera de
superarlo.
Y es que el afrontamiento de un
problema es un actitud ante la vida,
puesto que se trata de la capacidad de
reaccionar ante las adversidades y de
enfrentarse a los desafíos de la vida.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el síndrome de "burnout", con
una clara presencia en el ámbito laboral, no está reconocida por la legislación laboral española como patología, pero, sin embargo, sí existe
jurisprudencia al respecto.
Una vez has detectado las “señales
de alarma”, que te alertan sobre la
proximidad de un potencial agente
estresante, registra cómo te sientes,
qué piensas y cómo te comportas
después de haber vivido esa
situación que te provocó estrés,
y reflexiona sobre ello.
El ejercicio físico es un tratamiento
altamente eficaz contra la ansiedad y
el estrés. En este sentido, hay que subrayar su efecto protector en los momentos difíciles de la vida y, además,
es un potente activador de emociones
positivas por el efecto de las endorfinas (“hormonas de la felicidad”),
El síndrome
de desgaste
profesional
no está
reconocido
como
patología
pequeñas moléculas secretadas durante esta actividad que crean una sensación de bienestar y satisfacción en el
cerebro. Además, quienes hacen ejercicio de manera regular estimulan el
Sistema Nervioso Parasimpático (SNP),
responsable de activar mecanismos de
relajación en el organismo.
u
¿estoy quemado?
Hay algunos síntomas que denotan que una persona sufre desgaste profesional. Si te sientes reflejado en varios de ellos, acude a un especialista:
q Tengo fátiga crónica.
q No duermo bien.
q Tengo el estómago revuelto.
q Estoy tenso.
q Sufro taquicardias.
q Falto al trabajo.
q Recurro continuamente al alcohol
y el tabaco.
q No consigo concentrarme.
q Estoy de mal humor e irascible.
q Me aislo.
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PSICOLOGÍA
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u Un buen equilibrio entre las dos
ramas del Sistema Nervioso Autónomo es un buen antídoto contra el
síndrome de “estar quemado”, ya que
todos sus síntomas tienen origen en el
Sistema Nervioso Simpático, responsable de la activación de mecanismos
ansiógenos, como sequedad de boca,
taquicardia, sudores…
En este sentido, cuanto más se estimula el Sistema Nervioso Parasimpático,
más se reforzará y mayor protección
tendremos contra el estrés.
-
Estrés, burnout y
mobbing: recursos
y estrategias de
afrontamiento.
Consuelo Mortán
Astorga. Amaru
Ediciones.
-
El síndrome de quemarse por el trabajo (burnout): una
enfermedad laboral
en la sociedad del
bienestar. Pedro R.
Gil-Monte. Ediciones
Pirámide.
-
Ayudar sin
quemarse: cómo
superar el burnout
en las profesiones
de ayuda. Luciano
de Sandrin. Ediciones San Pablo.
Estrés "autogenerado"
A veces, el estrés es “autogenerado”
por nosotros mismos a través de nuestros pensamientos, de ahí la importancia de trabajar con estos últimos
en la prevención del estrés. Por este
motivo, es importante tener claras las
razones que nos han llevado a sufrir
un desgaste profesional; debemos reconocer las causas y los síntomas, así
como trabajar en los que hayan sido
autosugestionados para superar esta
situación negativa.
La psicología cognitiva se basa en la
afirmación de que nuestras emociones
son fruto de nuestros pensamientos.
Es decir, un mismo hecho puede ser
interpretado de formas diferentes por
cada uno de nosotros. El pensamiento
es el principal determinante de nuestro estado de ánimo y, por lo tanto, el
pensamiento “disfuncional” es la principal causa de malestar emocional.
Las creencias pueden modificarse. No
podemos cambiar los acontecimientos
pero sí la forma en que reaccionamos
ante los sucesos vitales: “Tú te sientes
de acuerdo a como piensas”.
El diálogo interno con nosotros mismos es muy importante y tenemos
que aprender a modificarlo cuando
surjan estos pensamientos negativos
de falta de autoestima, de culpa, de
ira o de cólera, para estar en calma y
dejar que el pensamiento actúe sobre
las emociones y sobre las respuestas fisiológicas. Lógicamente, lograr
unas organizaciones sin “burnout”
puede parecernos una utopía, pero
tenemos que trabajar para que esta
enfermedad aparezca lo menos posible en nuestras empresas y, así, no se
convierta en una de las enfermedades
profesionales del siglo XXI.
Practica ejercicio
El ejercicio físico puede ayudar a superar situaciones
de estrés o de desgaste profesional.
El secreto del éxito está en:
l Realizar ejercicio físico de forma regular. Para que la
actividad física tenga efectos en nuestra salud
emocional no hace falta que sea muy intensa, pero sí
regular.
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l Mínimo tres veces por semana, durante 20 minutos.
Basta con que el esfuerzo sea sostenido.
l Preferiblemente ejercicios aeróbicos
(natación, carrera, bicicleta, tenis…).
l Ejercicio colectivo. Parece que es más eficaz que el
individual. El apoyo y los ánimos de los otros nos
motivan y nos “obligan” a participar con asiduidad.
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