Tesis Institucionales - Instituto Politécnico Nacional

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INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL
SECRETARÍA DE INVESTIGACIÓN Y POSGRADO
CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS, ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
LA TEORÍA DE LAS CRISIS ECONÓMICAS EN EL CAPITALISMO:
UNA INTERPRETACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE KARL MARX
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QUE PARA OBTENER EL GRADO DE
M A E S T R O
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C I E N C I A S
EN METODOLOGÍA DE LA CIENCIA
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JUAN ANTONIO MORALES LAZCANO
DIRECTOR:
DR. HUMBERTO MONTEÓN GONZÁLEZ
México D.F. al mes de diciembre del año 2011
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AGRADECIMIENTOS
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Resulta un tanto complicado reconocer en forma amplia la colaboración de todos
aquellos que han contribuido en la elaboración de la presente investigación.
Necesitaría muchas más cuartillas de las permitidas para agradecerles. No
obstante, es pertinente rechazar las insinuación de que profesores, compañeros
de estudio y amigos son responsables de las inexactitudes, errores u opiniones
vertidas por el autor.
Los docentes mencionados a continuación me han prestado su ayuda de
manera excepcional leyendo y releyendo todo el escrito original impreso
aconsejándome y, a la vez, ilustrándome: el Doctor Humberto Monteón, la
Maestra Aída Castañeda y la Doctora Gabriela Riquelme. Además, el Doctor
Guillermo Velazquez ha leído de manera minuciosa y criticado el borrador en sus
distintas versiones. De igual manera, la doctora Pilar Longar y el doctor Ricardo
Bolaños han contribuido de manera decidida con sus comentarios para la
redacción final.
De mis colegas de la Maestría en Ciencias en Metodología de la Ciencia
(MCMC), los siguientes han leído y, algunos, comentado de manera acertada
partes del borrador en su versión electrónica: Joel A. Bravo, Carmina C. López y
Federico Rodríguez. Colegas como Laura E. Monroy, Salomón Colín y Mariana
Aguilera han sido proveedores de ideas y un constante intercambio de
información. A Minerva Contreras, Oscar E. Chávez, José L. Guadarrama,
Octavio A. López, Malaquías M. Castilla, María E. González, Liliana Tarazona y
Josué D. Velázquez, les agradezco su apoyo académico y moral durante mi
estancia en el CIECAS. Finalmente, quiero hacer extensivos mis agradecimientos
al departamento de la MCMC por contar con un grupo de expertos docentes
altamente calificado para impartir cursos, y al Instituto Politécnico Nacional (IPN)
que gracias a su programa de Becas Institucionales me fue posible concluir
satisfactoriamente los estudios de posgrado.
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DEDICATORIA
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A mi padre, que en paz descanse y, por supuesto,
a mi madre, a quien debo mucho más de lo que pensé
A mis dos princesitas que, con ternura,
han transformado mi desolación en resplandor
A ti mi amor porque cada día
de mi vida me llenas de dicha y felicidad
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CONTENIDO
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Glosario……………………………………………………………………………
3
Resumen/Abstract……………………………………………………………….
7
Introducción…………………………………………………………………….…
8
I.
Controversia fundacional en torno a la noción de las crisis
1.1 Postulados básicos de la teoría económica clásica……….. …….…..18
1.1.1 La tradición clásica del Laissez-faire….……………..….…… 22
1.1.2 ¿Abandonó Ricardo el “corolario” de J. B. Say?................... 29
1.1.3 El ataque a la noción clásica de la acumulación del capital. 34
II.
Naturaleza y manifestación de las crisis capitalistas
2.1
La crítica socialista al progreso del capitalismo…………………….. 42
2.1.1 Producción y reproducción del orden capitalista……….….. 46
2.1.2 Pequeña producción mercantil y su posibilidad de crisis…. 50
2.1.3 La circulación capitalista y su posibilidad real de crisis…… 54
2.2 Dinámica cíclica de las crisis económicas……………………………. 57
2.2.1 Las fases teóricas del ciclo industrial…………………….…. 64
2.2.2 ¿Periodicidad fija del ciclo industrial?.................................. 68
III.
Crisis del capitalismo en relación a su periodización
3.1 Las crisis asociadas a la tasa de ganancia……………………………. 72
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3.1.1 La gran contradicción: el apremio por acumular………….… 75
3.1.2 La ley económica fundamental del desarrollo capitalista...... 79
3.2 Periodos ondulatorios de ascenso y descenso…..…………………… 85
3.2.1 Elementos que subyacen al debate teórico…………….…… 90
3.2.2 Centralidad de los cambio tecnológicos………………..….… 95
Conclusiones……………………………………………………………………..…102
Bibliografía………………………………………………….……………………… 108
Anexo
Aplicabilidad de la teoría marxiana de las crisis………….……..….…… 111
Figuras
Figura No 1. El ciclo clásico industrial………………..……………….
67
Figura No 2. Relación inversa entre la tendencia de la tasa de ganancia
y la composición orgánica del capital…………………………............
82
Figura No 3. Relación ciclo económico y onda larga……………….
87
Cuadros
Cuadro 1. Cálculo de las variables de acumulación del capital…….
111
Cuadro 2. Cálculo de la caída tendencial de la tasa de ganancia….
113
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GLOSARIO
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Acumulación del capital
La acumulación del capital es la inversión de plusvalía que reviste la forma de
capital-dinerario desembolsado en el proceso de producción de mercancías, es
decir, la acumulación implica la transformación de plusvalía en capital acrecentado
que repercute en una producción/reproducción ampliada del sistema. Las
repercusiones inmediatas del proceso de acumulación del capital se traducen en
una explotación en mayor escala de la clase proletaria por parte de los
capitalistas. Ello da lugar a que se conserven e intensifiquen las relaciones
capitalistas de producción.
En la tradición de los economistas clásicos, adoptada en parte por Marx, la
plusvalía o ganancia obtenida en la esfera de la producción se escinde en un
fondo para el consumo personal del capitalista y, en otro fondo, para ampliar la
producción mediante la adquisición de medios de producción que coadyuvan en la
generación de una mayor productividad social del trabajo. El hecho de que el
capitalista destine la mayor parte de sus fondos para realizar nuevas inversiones,
no obedece a simples caprichos, ya que de no hacerlo podría ser desplazado del
mercado a causa de la competencia entre capitalistas locales o externos.
La acumulación del capital es uno de los más claros ejemplos de las
contradicciones que genera el sistema capitalista, puesto que al acrecentarse la
acumulación también lo hace la composición orgánica del capital; propiciando, por
un lado, el ensanchamiento del ejercito industrial de reserva y, por consiguiente, el
empeoramiento de la situación de la clase proletaria; y, por otro lado, la tendencia
a la reducción de la tasa de ganancia.
Capital
Es el valor en forma dineraria que el capitalista desembolsa con la intención de
obtener en su retorno el valor primitivo más un valor adicional. Por si mismo el
dinero no es capital. El dinero sólo adquiere la peculiaridad de ser capital cuando
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al recorrer las fases de circulación y producción se acrecienta. El capital, además,
es el resultado de una relación social de producción específica. Así, pues, es la
categoría económica principal del modo capitalista de producción.
En la sociedad capitalista, el capital adquiere diversas formas de valor, como
capital monetario, capital comercial y capital en préstamo.
Esfera de la producción
Se le llama al conjunto de ramas e industrias de la economía que producen bienes
materiales y que son colocados para su venta en el mercado. En la esfera
productiva están contenidos la industria manufacturera, la agricultura, la
construcción, los transportes, abastecimiento material y técnico, etc. El trabajo
empleado en la esfera productiva es el responsable de generar el producto social
excedente o plusvalía. Esto quiere decir que los trabajadores de la esfera de la
producción son el soporte de la esfera no productiva (servicios financieros,
deportes, instrucción y demás servicios) vía transferencia de plusvalía de la
primera a la segunda esfera. Por este motivo se dice que los trabajadores
empleados en la esfera de servicios son no productivos.
Ley del valor
Ley económica de la producción mercantil que se verifica en el intercambio de
equivalentes entre diversas mercancías. De modo que la producción y el cambio
de las mismas se encuentran regulados por el trabajo socialmente necesario
invertido en ellas. En el régimen de la producción capitalista mercantil, dicha ley
actúa bajo el dominio de la lucha competitiva y a través del mecanismo de la
desviación de los precios respecto de su valor.
La acción de la ley del valor condicionó el desarrollo de las fuerzas
productivas. Aquel capitalista que produce mercancías cuyo valor individual
supera al valor social, al venderlas no cubre los gastos de producción y se ve
arruinado. Quien aplica nuevas técnicas e invierte menos trabajo en comparación
con los gastos socialmente necesarios se enriquece. Ello incita a todos los
productores de mercancías a elevar el rendimiento del trabajo mediante nuevos
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procedimientos técnicos, organizando mejor la producción y reduciendo los costos.
De tal modo, la ley del valor actúa acentuando la desigualdad económica y la
lucha competitiva entre los productores de mercancías.
Mercancía
La mercancía es una categoría histórica, ya que aparece con la especialización de
la producción y con determinadas formas de propiedad sobre los medios de
producción y los frutos del trabajo. Marx define a la mercancía(s) como el producto
del trabajo destinado a satisfacer alguna necesidad del hombre, ya sea que la
necesidad se genere en el estómago o en la mente. Toda mercancía posee un
doble carácter, la de servir como valor de uso y valor de cambio. En primer lugar,
la mercancía ha de satisfacer tal o cual necesidad humana, ha de ser útil al
hombre, dicha propiedad constituye el valor de uso de la mercancía. En segundo
lugar, la mercancía es un producto destinado al cambio. Su finalidad es obtener
otra mercancía, con propiedades corpóreas distintas, y que satisfaga alguna
necesidad. La magnitud de valor está determinada por el trabajo social invertido
en su producción. Estas dos propiedades de la mercancía son una consecuencia
del doble carácter del trabajo. El gasto de trabajo concreto que crea el valor de
uso de la mercancía, y el trabajo abstracto que crea el valor de cambio.
Modo de producción capitalista
La base sobre la cuál descansa el régimen capitalista es la propiedad privada
sobre los medios de producción y la explotación del trabajo asalariado Constituye
una organización social dividida en dos clases fundamentales, cuyos intereses son
diametralmente opuestos, la clase de los capitalistas y la clase proletaria. En este
régimen polarizado, una clase social dominante se apropia del trabajo ajeno bajo
la forma de plusvalía, mientras que la masa de gente sólo es propietaria de su
condición personal para producir, a saber, la fuerza de trabajo.
En comparación a los modos de producción previos a su existencia, el modo
de producción capitalista es el sistema económico en que la productividad social
del trabajo se ha desarrollado de manera más acelerada. Ello debido a que el
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desarrollo de las fuerzas productivas se incrementa de manera constante a causa
de la competencia entre capitalistas por obtener una mayor fracción de plusvalía.
La economía capitalista se halla regulada por leyes económicas movidas por
sus propias contradicciones internas. De a aquí que, de manera regular, se vea
alterada por crisis económicas de superproducción motivadas por el afán de
ganancias de los capitalistas.
Progreso
El concepto de progreso es una idea que contiene una síntesis del pasado y una
previsión del futuro, es decir, se parte de una situación inicial de primitivismo o
barbarie que continúa su marcha hacia el perfeccionamiento del futuro de la
sociedad. El progreso se basa en una interpretación de la historia que concibe al
hombre social avanzando en una dirección definida y deseable. Sin embargo, las
discusiones en torno a esta idea surgen cuando se trata de interpretar la
connotación y significado de avanzar. Prevalecen dos posiciones básicas en
relación a este punto:
a) El progreso consiste en el lento y gradual perfeccionamiento del saber en
general, de los diversos conocimientos técnicos, artísticos y científicos. Se concibe
al hombre no solamente al margen de la decadencia, sino que va en ascenso
hacia la perfección social.
b) Se centra más bien en la situación moral o espiritual del hombre en la tierra,
en su felicidad, su capacidad para liberarse de los tormentos que le infligen la
naturaleza y la sociedad, y por encima de todo, en su serenidad o su tranquilidad.
Desde el punto de vista de la semántica, el progreso suele ser equiparable al
término de desarrollo, en donde se introduce la especificación de crecimiento o
cambio hacia un estado de cosas positivo. Así, la palabra desarrollo se explica en
relación a los cambios con crecimiento y explica el crecimiento en términos de
cambios cualitativos. La palabra crecimiento tiene un referente sólo cuantitativo, se
refiere a una expansión, a un aumento, a más de cualquier cosa que uno
determina que es el sujeto del crecimiento, sea esto un objeto, organismo
biológico o formas sociales.
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RESÚMEN/ABSTRACT
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Las crisis económicas son fenómenos de carácter multifacético y,
generalmente, complejas de abordar. No obstante, en esta investigación,
se intenta caracterizar bajo los argumentos planteados por Karl Marx, su
naturaleza y la manera en que se manifiestan tanto a corto como a largo
plazo. Aunque diferentes por su intensidad, su amplitud y su longitud, las
crisis son el resultado del brusco estallido de las contradicciones de la
economía capitalista.
Bajo un patrón de intervalos regulares, las crisis se presentan a través
del tiempo como fluctuaciones cíclicas de sobreproducción de mercancías
motivadas, en última instancia, por el comportamiento inestable de la tasa
de ganancia. Así, pues, el curso del propio progreso del capitalismo, pone
al descubierto que las crisis se producen de manera inexorable.
The economic crises are phenomena of multifaceted character and,
generally, complex to approach. However, in this investigation, it is tried to
characterize under the arguments raised by Karl Marx, their nature and the
way in which they pronounce so much to short as in the long term.
Although different by their intensity, its amplitude and its length, the crises
are the result of the abrupt outbreak of the contradictions of the capitalist
economy.
Under a landlord of regular intervals, the crises appear through time
like cyclical fluctuations of overproduction of motivated merchandise, in
last instance, by the unstable behavior of the rate of profit. Like that, then,
the course of the own progress of Capitalism, puts in the open that the
crises take place of inexorable way.
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INTRODUCCIÓN
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A
casi 150 años de que se publicara el primer libro de El Capital, la economía
capitalista aún no se consolidaba en el mundo como sistema económico
dominante. Grupos extensos de campesinos y artesanos propietarios de sus
tierras y de sus medios de producción, incluyendo la mayor parte de las regiones
de Europa, cubrían el mundo entero. Pese a ello, lo que Karl Marx buscaba
explicar era, sobre todo, las leyes del movimiento que rigen el origen, el
desenvolvimiento y la decadencia del sistema capitalista. Su propósito central era
poner al descubierto los mecanismos que permitirían una acelerada producción
industrial en busca de elevadas ganancias, sin importar las condiciones precarias
e inhumanas de la explotación del trabajo. El resultado inmediato que él pudo
observar fue una incipiente acumulación de grandes sumas de capital en pocas
manos y, de otro lado, miseria extrema.
Análogamente, desde que Marx redactó su obra económica más importante,
se han suscitado una larga serie de acontecimientos a través del tiempo tales
como la revolución de 1917 y el colapso del socialismo en la Unión Soviética; la
crisis más severa que ha experimentado el mundo capitalista hacia el año de
1929; el ascenso al poder del nazismo; la Primera y Segunda Guerra Mundial; el
movimiento juvenil a nivel mundial hacia el año de 1968 en oposición y repudio de
los valores y la cultura impuesta por el capitalismo; la contrarrevolución liberal que
terminó en la implementación de políticas económicas neoliberales, sobre todo en
los países de la periferia capitalista, y el surgimiento de la hegemonía del capital
financiero mejor conocido como globalización financiera.
Desde las guerras sangrientas del Golfo, de Los Balcanes, de Afganistán y del
Medio Oriente justificadas, supuestamente, bajo la consigna de destruir
armamento nuclear y eliminar grupos de terroristas, hasta la reciente “lucha”
unificada de los países dominantes por contener el comercio ilegal de drogas y
estupefacientes. En lo que respecta a la dinámica del capitalismo, las nuevas
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técnicas e innovaciones científicas aplicadas a la industria han incrementado la
productividad social del trabajo de manera sin precedentes en la historia de la
humanidad. El propio proceso de acumulación a escala mundial está confirmado
una de las tesis ya anunciada por Marx, a saber: una intensificación en la
polarización de la sociedad entre un número cada vez más reducido de
propietarios de capital y, su inverso, un número cada vez mayor de trabajadores e
intelectuales que se ven obligados a vender su fuerza de trabajo en el mercado a
cambio de un salario. Así, pues, la alta concentración de riqueza en un limitado
número de empresas industriales y financieras ha revitalizado la contradicción
fundamental del sistema, la lucha permanente entre capital y trabajo.
En este sentido, ¿cuál es la importancia de la literatura económica de Marx en
esta investigación? Su importancia se encuentra relacionada, más bien, con el
método de exposición. A lo largo de los tres capítulos que componen la
investigación se ha efectuado una controversia, en la medida de lo posible, del
análisis propuesto por uno u otro de los economistas eminentes que se han
encargado de estudiar el fenómeno de las crisis en el capitalismo con respecto al
que propuso Marx y algunos de sus contemporáneos. Dicho tratamiento resultó
necesario por dos razones. La primera se debe a que las tesis de Marx y de
algunos marxistas constituyen en la actualidad la herramienta más poderosa de
investigación en la ciencia económica y, en general, en las ciencias sociales.
Excluirlos del análisis teórico sería movernos en un espacio de estrechez
académica. La segunda tiene que ver con el recuento de las opciones ofrecidas
por una amplia gama de economistas que se han ocupado del fenómeno. De
todas las doctrinas económicas que hasta ahora se conocen para estudiar las
crisis periódicas, Marx y los neomarxistas violentan en menor medida la realidad.
Sólo por mencionar de manera sucinta algunos casos, los expertos en
literatura económica han creído haber encontrado la panacea que anuncia el fin de
las crisis económicas y de sus contradicciones. Desde el “Mayor” Clifford Hugh
Douglas, hasta John Atkinson Hobson y el profesor Irving Fisher, señalan que las
causas de las crisis periódicas no se deben a la escasez de artículos que necesita
una sociedad, sino, más bien, al hecho de que la gente no obtiene el dinero
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suficiente para comprar esos artículos a sus precios actuales. El máximo
representante de esta escuela es, sin duda, el famoso economista Irving Fisher.
La esencia de las crisis periódicas, para Fisher, se halla en el nivel inestable de los
precios. Por ello, su propuesta es la de implementar una “política monetaria sana”
que procure la conservación de un nivel de precios estable, ya que cualquier
política monetaria distinta llevaría irremediablemente al sistema económico a un
desastre. Fisher, sustenta sus argumentos en dos premisas fundamentales. La
primera, que tiene que ver con la justicia social y el equilibrio económico, se refiere
a la inconveniencia tanto de la elevación como la caída del nivel de precios. La
segunda, nos dice, está relacionada con el curso del volumen total de la
producción ya que, en las sociedades modernas, ésta crece más que
proporcionalmente al consumo total.
De aquí, concluye que si el objetivo es mantener la estabilidad en el nivel de
precios para evitar las crisis, debe aumentarse proporcionalmente la cantidad de
dinero en circulación con respecto al aumento en el volumen de la producción de
mercancías: ¡Las fluctuaciones de la actividad económica desaparecerían si el
movimiento del dinero se pudiese estabilizar! Sin embargo, la estabilización del
dinero no es tan fácil porque el sistema bancario y el productivo son
fundamentalmente inestables.
Si la escuela anterior, representada por Fisher, consideraba que la causa de
las crisis periódicas se debía a la debilidad del poder de compra, la escuela del Dr.
Friedrich August von Hayek consideraba lo inverso, o sea, creía que la existencia
de las crisis se debe a que las autoridades encargadas de la política monetaria,
que entorpecen la actividad económica, adoptan políticas fatales que promueven
el exceso de liquidez o de poder de compra.
Para el Dr. Hayek, la solución se encuentra en la reducción de los ingresos de
la masa consumidora (salarios) y, con ello, lo que se busca es propiciar una
reducción en los costos de producción. Pero en su razonamiento, él argumenta
que en realidad lo que debe reducirse son los salarios nominales. El resultado de
la reducción inicial de salarios será aumentar la ocupación y mantener, así, el
poder de compra total, aunque cada asalariado, individualmente considerado,
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obtenga menos. En tanto, el volumen de la demanda de los consumidores
continuaría aumentando debido al crecimiento de la población y, al mismo tiempo,
como en toda economía moderna, la reducción de los costos seguiría progresando
debido al constante desarrollo tecnológico. El nivel actual de los precios no caería
y el nivel de la producción aumentaría. De aquí, el Dr. Hayek, sugiere que las
ganancias quedaran a salvo gracias a la reducción constante de los costos, vía
salarios, y el incremento en el volumen de la producción.
Otra escuela de la literatura económica buscó partir de la “noción clínica”, a
saber, de que en todos los fenómenos económicos reales están presentes
diversas situaciones psicológicas que influyen sobre el comportamiento de los
individuos. Ellos formularon la hipótesis sobre el comportamiento del ser “humano
racional” y, admitieron, que las decisiones de éste se hayan en todo momento bajo
el influjo de una situación de ánimo. Ralph G. Hawtrey, uno de los mejores
representantes de esta corriente, se empeñó en demostrar que el optimismo es
una función positiva de la política bancaria y el pesimismo una función negativa.
Según él, el público es optimista cuando el crédito bancario se expande, con lo
cuál se incentiva la demanda y crece. En una situación de pesimismo se contrae el
crédito y, con ello, la demanda se debilita y disminuye. Entre los economistas que
destacan por su inclinación hacia las teorías psicológicas se encuentra Frederick
Livington, Arthur Cecil Pigou, Michael Taussig y John Maynard Keynes, por
mencionar algunos.
Pero, la gran crisis de 1929, que se extendió hasta los años de 1933-1934,
evidenció los límites de las diversas teorías de las crisis expuestas hasta el
momento. Keynes, en su Teoría General, argumentaba que había múltiples
razones por las cuáles los mecanismos de auto-corrección del sistema le impedían
un funcionamiento eficiente en la práctica. Una de esas razones se centró en la
explicación sobre el comportamiento de las empresas capitalistas. En su análisis,
los empresarios realizan sus inversiones en base a las expectativas de
rentabilidad. Al preverse una caída en el consumo (incremento de inventarios), los
planes de inversión de las empresas se verían mermados ante las expectativas de
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ventas futuras, de tal manera que no querrían invertir más en la producción futura.
Inclusive si las bajas tasas de interés propiciaran el abaratamiento del capital.
Bajo el análisis económico de Keynes se desprenden dos situaciones.
Primero, dado que las expectativas de rentabilidad son demasiado volátiles, cabe
la posibilidad de que la dinámica del sistema capitalista resulte impredecible. Es
por ello que, para Keynes, resultó de suma importancia estudiar los elementos que
motivan el ciclo económico para lograr estabilizarlo y neutralizarlo. Y, segundo,
Keynes concluye que en el capitalismo no existen mecanismos automáticos
capaces de orientar a la clase empresarial para planear la cantidad necesaria de
inversión que garantice el pleno empleo, de aquí la importancia de formular
políticas económicas que garanticen e incentiven la inversión.
Así, pues, las crisis periódicas que anunciaba Keynes, eran el resultado de
una sobreinversión ocasionada por las “expectativas que están destinadas al
fracaso”. La sobreinversión, según él, es producto de las inversiones asociadas a
expectativas de rentabilidad poco realista. De hecho, según el punto de vista de
Keynes, el estancamiento del capital denota la incapacidad o repugnancia
capitalista para aceptar una rentabilidad decreciente.
De aquí que el único agente económico que podría mandar señales positivas
al mercado y contrarrestar las expectativas de rentabilidad negativas sea el Estado
Capitalista. El papel que Keynes le asignó al Estado fue el de mitigar los
desajustes transitorios del sistema mediante la manipulación de los agregados
macroeconómicos vía el uso activo de la política fiscal y monetaria. El objetivo era
que, su uso, redituara en incrementos vigorosos y sostenidos de la demanda
efectiva y, así, reanimaría el mercado interno. En este sentido el Estado debía de
cumplir con su función de promotor del crecimiento económico. La “mano invisible”
de la economía ortodoxa, que eliminaba las fluctuaciones cíclicas de la actividad
económica de manera automática, era sustituida por un Estado capaz de
manipular el ciclo económico y, por lo tanto, de erradicar las crisis.
La nueva economía keynesiana, también conocida como Estado benefactor,
terminó por salvar al capitalismo de un derrumbe final. Los “treinta años gloriosos”
posteriores a la Segunda Guerra Mundial, como denomina Wallerstein a esta fase
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del capitalismo, estuvo caracterizada por una acelerada expansión económica
mundial, tal vez la más larga en la historia de la economía capitalista. Se
anunciaba con toda certeza que el capitalismo podía superar las contradicciones
que degeneran y ponen en duda la perpetuidad del sistema. En adelante, se
decía, las crisis sólo pueden ser el resultado de un manejo inadecuado de la
Política Económica. Sin embargo, sucedió lo inevitable. Hacia finales de los años
sesenta del siglo pasado, la economía capitalista comenzó a entrar en una fase de
lento crecimiento acompañada de una severa crisis general del sistema.
Las políticas económicas keynesianas que facilitaron al sistema salir de la
crisis se convirtieron en un obstáculo para la acumulación del capital. La dinámica
exitosa de acumulación terminó por agotarse. Por ello, a principios de los ochenta
comenzó a desmantelarse el Estado benefactor con la finalidad de apoyar una
nueva
restructuración
de
valorización
y
rentabilidad
del
capital.
Esta
restructuración se tradujo en un proceso de “nuevas políticas económicas” de
disciplina fiscal, recomposición de los salarios reales a la baja combinada con un
ritmo más intensivo y extensivo de explotación laboral, automatización de los
procesos productivos, y una recomposición de los canales mercantiles y, sobre
todo, financieros. Paul Samuelson denomino a esta nueva corriente económica la
síntesis neoclásica/poskeynesiana.
En la versión del premio Nobel en Economía, Paul Samuelson, las crisis son
en buena medida una expresión de la imposibilidad de un país periférico de pagar
su deuda contraída con los organismos financieros internacionales. Para validar
sus argumentos parte de un modelo económico cuya variable explicativa son los
movimientos de la inversión. Así, los efectos que se muestran a través del
multiplicador y el acelerador de la inversión denotan que las perturbaciones en el
sistema son de carácter externo y que, a su vez, propician que el comportamiento
de la economía se desenvuelva en forma de ciclos económicos.
Paralelamente, una de las versiones más modernas elaborada por Elmar
Altvater, busca explicar el fenómeno de las crisis partiendo, al igual que
Samuelson, de las crisis de deuda. Señala que uno de los síntomas más visibles
de la crisis actual, que formalmente comenzó en el año de 2008, son las pérdidas
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monetarias debido a la crisis del sistema financiero (créditos mobiliarios
millonarios que se volvieron irrecuperables). Además, agrega otros elementos que
hacen de esta crisis una singular mezcla de fenómenos: la crisis ambiental, la
crisis energética y la crisis alimentaria que, según él, convierte a la actual crisis en
la más severa que ha experimentado la economía capitalista, sólo comparable a la
crisis experimentada hacia los años de 1929. Pero, pese a las técnicas
keynesianas, las neoclásicas/poskeynesianas, las del cambio climático y sus
antecesores, las crisis económicas no han desaparecido. Por el contario, el
sistema nuevamente se ve conducido a
crisis devastadoras que anticipan el
colapso y desaparición del capitalismo como sistema económico dominante.
En este punto es, precisamente, en donde radica la importancia de la
investigación. El tema a tratar adquiera dimensiones cada vez más relevantes en
cuanto a su vigencia teórica y práctica. No hay noticia más citada que la de la
crisis actual del sistema económico y sus repercusiones en todos los ámbitos de la
vida social. El hecho de no ignorar los mecanismos básicos que se sincronizan
para generar las crisis es mucho decir. Sin embargo, y a pesar de lo complejo que
ha resultado abordar el objeto de estudio en cuestión, se han podido sortear esas
dificultades gracias a las herramientas de orden metodológico adquiridas en la
Maestría en Ciencias en Metodología de la Ciencia. De manera implícita, la
Maestría, ha contribuido con proporcionar los aspectos metodológicos necesarios
para delimitar y exponer de manera más clara el fenómeno de las crisis. De
manera explicita, ha contribuido en la reflexión crítica desde la perspectiva
histórica. No está por demás señalar que el tema encuadra en la línea de
investigación de la Maestría llamada Historia de la Ciencia, sólo que para el caso
que nos compete, es una historia de la ciencia económica.
Parecería correcto comenzar, por tanto, por estudiar las crisis que provienen
del cambio climático y que detonan en crisis alimentaria; las crisis energéticas y su
consecuente incremento en los costos de producción que merman las ganancias;
por estudiar las crisis de la balanza comercial y sus repercusiones en el
sobreendeudamiento de las finanza públicas; las que provienen del desajuste
entre la cantidad de dinero puesto en circulación por los Bancos Centrales de cada
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país y la demanda de dinero para transacciones comerciales o, bien, las que
provienen del sector financiero causadas por la especulación de acciones en la
Bolsa de Valores y la creación de activos “tóxicos”, por mencionar algunas. Sin
embargo, como se aprecia más arriba, caeríamos en un laberinto sin salida, ya
que la fragmentación de nuestro objeto de estudio no nos guiaría hacia el punto de
partida o arranque de las crisis. En todo caso estaríamos atendiendo sólo las
consecuencias y no las causas.
Al confrontar las problemáticas específicas de las crisis con el propio
desarrollo histórico del capitalismo se probaría que los resultados obtenidos son
de carácter parcial. Parecidos a la pluma de un ave que se agita al menor impulso
del viento. Difícilmente, por eso, podríamos exponer las motivaciones de las crisis
fuera del método de abstracción propuesto por Karl Marx. Se requiere, entonces,
aplicar el método dialéctico al estudio de los fenómenos económicos, no
separados unos de otros, sino como una conexión interna y estructurada. Por ello,
para el desarrollo de la presente investigación titulada LA TEORÍA DE LAS
CRISIS ECONÓMICAS EN EL CAPITALISMO: UNA INTERPRETACIÓN DESDE
LA PERSPECTIVA DE KARL MARX se persigue el objetivo de explicar las
condiciones objetivas que desencadenan el estallido de las crisis remitiéndonos,
de por sí, a un conjunto de presupuestos de carácter abstracto que trate sobre la
naturaleza y sus posibles manifestaciones. De ningún modo en relación a sus
particularidades concretas que, de hecho son, a todas luces, múltiples y de diversa
índole, sino a partir de las condiciones generales que explican el porqué de las
crisis en función de su propia regularidad.
La hipótesis que sostiene esta investigación se fundamenta en que las tesis
propuestas por Marx mantienen su vigencia en cuanto a la interpretación y
explicación del fenómeno de las crisis. La vigencia del pensamiento de Marx debe
de ser reivindicada a partir de su consistencia interna, y no a partir de posiciones
dogmáticas o ideológicas. Contrariamente a las creencias de que las teorías de
Marx y los marxistas quedaron sepultadas bajo los escombros del derrumbe del
socialismo, Marx es mucho más un economista del siglo XXI que del siglo XIX.
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Para el caso que nos ocupa, Marx abordó el fenómeno de las crisis en El
Capital y, en menor medida, en Las teorías sobre la plusvalía, siendo su
tratamiento no del todo explícito y estructurado. Ello se puede explicar, quizás, por
su plan de estudiar las relaciones sociales capitalistas de manera sumamente
rigurosa. En la obra de Marx titulada El Método en la Economía Política, establece
su plan a seguir de la siguiente manera:
1) Las nociones abstractas y generales más o menos válidas para todos los
tipos de sociedad.
2) Las categorías que constituyen la estructura interna de la sociedad
burguesa y sobre las cuales descansan las clases fundamentales. El capital, el
trabajo asalariado, la propiedad de la tierra, etcétera.
3) La concentración de las relaciones de la sociedad burguesa en el Estado.
Las clases improductivas, los impuestos, la deuda pública, el crédito público, la
población, las colonias, la emigración.
4) Las relaciones internacionales de la producción. La división internacional
del trabajo, los cambios entre las diferentes naciones, La exportación y la
exportación, el curso del cambio.
5) El mercado mundial y las crisis.
En su plan a desarrollar, tal como se aprecia, Marx reservaba para su futuro
tratamiento el tema de las crisis, lo cual no tuvo oportunidad de concretar. En todo
caso, ello justifica nuestro esfuerzo por establecer algunas relaciones que sólo
aparecen anunciadas en singulares pasajes de sus obras. Bajo esta perspectiva
de opacidad resulta ser que la teoría de las crisis es uno de los temas más
controvertidos y discutidos al interior de la literatura económica, incluyendo a la
propia discusión marxista. La utilidad de la discusión sobre la naturaleza de las
crisis es, pues, indudable, aunque la indagación sobre este problema sea
extraordinariamente complejo.
Más allá de cualquier explicación coyuntural, el estudio de las crisis se deriva
de los movimientos cíclicos complejos que experimenta la industria productiva
moderna. Ello es así dado que la plusvalía, motor del capitalismo, se obtiene en la
esfera de de la producción y no de la circulación. Como sea, en plena
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concordancia con Marx, la producción de la plusvalía no coincide ni en tiempo ni
en lugar con su realización. No obstante, el conjunto de condiciones causales de
las crisis, desde la perspectiva de la acumulación del capital, bien se pueden
resumir en los movimientos que experimenta la tasa media de ganancia en el largo
plazo; pues, los periodos extensos de signo negativo o positivo, están
determinados por el efecto de la tasa media de ganancia sobre las decisiones que
toma el conjunto de la clase capitalista.
En un arranque de sinceridad académica, tal vez resulte útil decir algo de lo
que esta investigación no contiene. No versa, particularmente, sobre estadísticas
que denoten el estado que guardan los países del orden capitalista. Es decir, no
parte de situaciones relacionadas con las variables reales de la economía, tales
como el Producto Interno Bruto, el Consumo de las familias, el Gasto de gobierno,
las Exportaciones netas, u otras parecidas. Además, no contiene mediciones ni
propuestas para cuantificar las variables de acumulación, como son la tasa de
plusvalía, la rotación del capital, la composición orgánica del capital, la tasa de
ganancia, el salario, etcétera. Tampoco contiene casos específicos sobre las crisis
que se han suscitado en determinado país o región económica ni de sus
tendencias. Ello es así dado que nuestro interés no es el de demostrar, en modo
alguno, la existencia de las crisis que se presentan en el capitalismo, por el
contrario, nuestro interés es únicamente explicar porqué ocurren dichos
fenómenos en intervalos de tiempo regular y la forma en que éstos se presentan
bajo el dominio de la producción capitalista.
La estructura de este trabajo consta de tres capítulos. El primer capitulo se
abre con el debate fundacional sobre la noción de crisis desde la perspectiva de la
economía política clásica. La pretensión de este capitulo, no es para nada la de
ser una historia de la economía política clásica. Estudiar y comprender las obras
de los economistas del pasado es un primer paso para captar el proceso mediante
el cual se construyó el pensamiento del socialismo científico. Además, se pretende
ubicar, mediante un contexto histórico, la connotación de las crisis en esa época.
En la segunda parte se abordan los elementos básicos de la teoría marxista
de las crisis periódicas y la forma en que estas se manifiestan. Un fenómeno tan
Página | 17
complejo como la teoría del ciclo económico, que se extiende a casi todos los
aspectos del ciclo económico, no puede reducirse a una sola variable causal. Por
ello, bajo la tradición ortodoxa del marxismo, los ciclos económicos están
asociados a la restitución del capital fijo y su repercusión sobre las variables de
acumulación del capital. No obstante, aunque los ciclos económicos son distintos
en cuanto a su intensidad, amplitud y longitud, prevalecen ciertas regularidades
que le brindan su justa importancia.
Y, finalmente, en la tercera parte se pretende abordar las implicaciones de
largo plazo que tienen las crisis en el desarrollo del capitalismo. Como se
mencionó arriba, Marx no presentó de manera detallada una teoría de las crisis.
Las observaciones que realizó sobre el movimiento del ciclo industrial y las crisis
de sobreproducción se encuentran de manera dispersa a lo largo de sus obras.
Sin embargo, se puede inferir que la baja tendencial de la tasa media de ganancia
y sus contratendencias son los principales determinantes de las crisis capitalistas
en el largo plazo. Las fases alternas de signo positivo o negativo adquieren su
forma, precisamente, por la conjunción entre los ciclos industriales y las
denominadas ondas largas como fenómenos que se entrecruzan a través del todo.
Los puntos de vista encontrados y los puntos convergentes respecto a
diversos autores que se han ocupado de la cuestión de las crisis, responden a la
necesidad de reforzar la ventaja del análisis de Marx sobre algunos de sus
detractores teóricos.
Sin más preámbulos pasemos a adentrarnos en dichas cuestiones.
Página | 18
CAPITULO
I
__________________________________________________________________
CONTROVERSIA FUNDACIONAL EN TORNO A
LA NOCION DE LAS CRISIS
__________________________________________________________________
La economía política, cuando es burguesa, es decir, cuando ve en el orden capitalista
no una fase históricamente transitoria de desarrollo, sino la forma absoluta y
definitiva de la producción social, sólo puede mantener su rango de ciencia mientras
la lucha de clases permanece latente o se trasluce simplemente en manifestaciones
aisladas.
K. Marx, El Capital. México: FCE, 1975, Postfácio a la 2da. ed., p. XIX.
__________________________________________________________________
1.1 Postulados básicos de la teoría económica clásica
L
as postrimerías del siglo XVIII estuvieron llenas de cambios profundos que,
de alguno u otro modo, tuvieron repercusiones poderosas en el mundo. El
cúmulo de sucesos, ocurridos durante este periodo, parece anunciar la
conformación de una nueva era económica y política.
En lo que toca al campo de la producción, que presenció el inicio de la
Revolución Industrial, permitió el establecimiento del naciente capitalismo. El uso
cada vez más generalizado de la maquinaria movida por vapor para la elaboración
de mercancías, la paulatina concentración de trabajadores en fábricas, el
crecimiento exponencial de las ciudades industriales, la proliferación del capital
comercial, industrial y financiero, entre otras cosas, fueron instalándose como
factores fundamentales de la nueva organización económica.1
De hecho, para Immanuel Wallerstein, la Revolución Industrial forma parte del
conjunto de conceptos universales clave generados por el pensamiento de
Occidente. Así, en base a los trabajos de D. C. Coleman, Wallerstein señala que
dicho concepto abarca tres significados por separado. En primer lugar, argumenta,
el concepto de revolución industrial se refiere a cualquier tipo de innovación que
se traduce en una mayor mecanización de una o varias ramas de la producción.
En segundo lugar el concepto se refiere a la “verdadera” revolución industrial
ocurrida en la Gran Bretaña hacia los años de 1760 a 1830 y que representó una
transformación social fundamental a escala mundial; sólo comparada con el
periodo neolítico (revolución agrícola) hacia los años de 5000 a 8000. Y, por
último, hace referencia a las transformaciones económicas subsecuentes a escala
nacional, similares a las experimentadas por la Gran Bretaña.2 De las tres
acepciones propuestas sobre el concepto de Revolución Industrial, para
Wallerstein, sólo la segunda es la más valida, ya que expresa “…el nexo
explicativo para analizar el mundo moderno.”3
1
C. Alvear, Historia universal contemporánea. México: Jus, 1992, pp. 35-38.
I. Wallerstein, Impensar las ciencias sociales. México: Siglo XXI, 2007, p. 47.
3
Ibídem.
2
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De manera análoga, para el mismo siglo, la declaración de Independencia de
los Estados Unidos de Norteamérica puso fin a la explotación de una de las
regiones coloniales más importantes, y privó de uno de los mejores mercados
comerciales al antiguo sistema colonial. Algunas de las causas de la
independencia se pueden resumir de la siguiente manera: a) el nacimiento de un
espíritu nacionalista; b) el descontento contra el monopolio económico inglés; c)
las limitaciones al desarrollo de la industria local y; d) el hecho de que se le
imponían a las colonias leyes y disposiciones aprobadas por el parlamento inglés.4
Para el mismo año de la Revolución norteamericana se publicó una
Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. Dado el
conjunto de transformaciones económicas y sociales se requería una explicación
adecuada de los acontecimientos. Un filósofo escocés, convertido en economista,
se encargó de sistematizar tales acontecimientos.
Sin embargo, si la Revolución Industrial modificó diversos aspectos
económicos y sociales; si la Revolución norteamericana fue modelo para el
Continente Americano y ejemplo en la instauración de un gobierno parlamentario,
“la Revolución francesa trajo consigo un cambio enorme en todos los aspectos de
la vida de Occidente, con proyecciones para todo el mundo.”5 Con la Revolución
francesa se selló el destino del antiguo régimen. Se puso fin a la organización
política, social y religiosa del Medioevo. La nobleza perdió su papel en la sociedad
y fue sustituida por la clase burguesa, es decir, la clase de los grandes
comerciantes, industriales y financieros, quienes en adelante tomarían las riendas
de la vida socioeconómica en gran parte del mundo.
En el campo de las ideas, que antecedieron a la Revolución francesa, se
encuentra el movimiento intelectual llamado Iluminismo, cuyos partidarios creían
en la razón como único instrumento para incidir en el cambio social. Entre los
iluministas franceses más destacables puede nombrarse a Montesquieu (quien
presentó como ideal la división del gobierno en tres poderes); Voltaire (filósofo que
atacó de manera sistemática al cristianismo) y Rousseau (quien pregonaba que la
4
5
C. Alvear op. cit., p. 47.
Ibídem, p. 59.
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sociedad es el resultado de un contrato social pactado entre gobernantes y
gobernados).6 El cambio social, tal y como se aprecia, era inminente. El desarrollo
de nuevas formas de producción, de relaciones sociales, de formas de gobierno y
de pensamiento social, son algunos de los factores determinantes en la
instauración de una nueva organización económica.
Las repercusiones de este proceso no tardaron mucho tiempo en reflejarse en
el campo del pensamiento económico. Un vasto número de autores anticipó la
naciente era del capitalismo al centrarse, de manera teórica y práctica, en el libre
funcionamiento de los mercados. Dos figuras excepcionales de este periodo de
transición, del Medioevo al capitalismo, fueron William Petty y Richard Cantillon.
En lo que respecta a Petty, tal vez más recordado por su frase célebre de que “El
Trabajo es el Padre y el principio activo de la riqueza, y las Tierras son la Madre”7,
comenzó por formularse, aunque aún de manera un tanto confusa, el problema
central del valor conducido por la cuestión de la “misteriosa naturaleza” de la renta
de la tierra. Él afirmaba que la verdadera naturaleza de la renta es igual al
producto de la cosecha menos el costo de la semilla (incluyendo aquello que el
productor, encargado de colectar la cosecha, ha consumido y entregado a cambio
de ropas y otros artículos de primera necesidad); “ésta no es sólo una explicación
del origen del excedente, sino también del origen del valor mismo”.8
Sin embargo, lo que llevó a Karl Marx a calificar a Petty como “el fundador de
la economía política moderna”, fue por la idea de que cada uno de los problemas
económicos que se presentan en el mundo real (comercio exterior, dinero, interés,
etc.) no deben ser considerados como fenómenos aislados, sino, por el contrario,
deben considerarse como parte integrante de un fenómeno más amplio.9
Cantillon, quien tuvo una mayor comprensión del proceso económico,
concebía al sistema económico como la interacción de mercados organizados,
cuyo funcionamiento alcanzaba un tipo de equilibrio de largo plazo. De acuerdo
6
Ibídem, p. 93.
W. Petty apud E. Roll, Historia de las doctrinas económicas. México: FCE, 1987, p. 106.
8
Ibídem., p. 107.
9
R. B. Ekelund y R. F. Hébert, Historia de la teoría económica y de su método. México:
McGraw-Hill, 2005, p. 79.
7
Página | 20
con Ekelund y Hébert, Cantillon fue uno de los primeros autores en tratar: i) la
problemática de la población en función del proceso económico, ii) desarrolló una
explicación geográfica de las ciudades en donde se localizaba ciudades y núcleos
de producción, iii) llevó a cabo una distinción entre precio de mercado y precio de
equilibrio, iv) demostró que las variaciones del dinero son equivalente a la masa
monetaria, v) analizó el flujo de la renta entre los principales sectores de la
economía, entre otros temas.10 Más, a pesar de todos estos avances en la línea
económica, aún no se había conseguido mucho y las vaguedades persistían. Los
economistas más brillantes de esta época no consiguieron plantear de manera
coherente el funcionamiento del sistema económico.
La importancia de Adam Smith y David Ricardo consistió, precisamente, en
ordenar y sistematizar el estado aún inconexo de la investigación económica. A
ese orden se le ha asignado el nombre de Economía Política Clásica. Diferentes
escuelas económicas han elegido este nombre por diversas razones. Algunas
porque consideran que son los fundadores de la economía “moderna”, otras, las
más, porque consideran que sus ideas han trascendido hasta nuestros días, o,
simplemente, para distinguir el nivel crítico de sus doctrinas con respecto a las de
los mercantilistas y los fisiócratas.11 No obstante, el calificativo “clásico” fue una
denominación acuñada por Marx para referirse al sistema económico construido
por Ricardo, James Mill y sus predecesores. Suele incluirse en la escuela clásica a
los economistas continuadores de Ricardo, es decir, los que adoptaron y
perfeccionaron la teoría ricardiana, por ejemplo, J. Stuart Mill, Marshall, Edgeworth
y Pigou.12 Naturalmente, aunque no todos los autores pertenecientes al sistema
clásico compartían las mismas ideas, Marx les aplicó el calificativo para denotar la
autoridad indiscutible que ejercían en su época.
Las propuestas teóricas y prácticas contenidas en La riqueza de las naciones
de Smith o en los Principios de Ricardo demuestran, ante todo, una inteligencia
10
Ibídem, 81.
“Entrelazó [Smith] todos los hilos de ideas que encontró separados, y en ese proceso
transformó su significado; y, cuando menos en un punto –punto fundamental–, su obra significó
una revolución en el pensamiento económico.” E. Roll, op. cit., p. 147.
12
J. M. Keynes, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. México: FCE, 1963, p.
17.
11
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detallada en la comprensión de los fenómenos económicos que operan en la
sociedad capitalista de su tiempo. El título obtenido de fundador de la economía
clásica, por Smith, y el título de principal representante de la economía clásica, por
Ricardo, pone en evidencia la distinción existente entre la doctrina económica
clásica y las doctrinas económicas que les antecedieron, en clara oposición a los
mercantilistas y los fisiócratas. Ambos autores, en sus obras, dejan al desnudo los
elementos que subyacen al origen y desarrollo del capitalismo. Empero, lo que les
amerita un carácter científico a las obras de Smith y Ricardo, radica en el hecho
de haber reconocido de manera explicita que los fenómenos sociales se
encuentran subordinados a principios y leyes de orden natural. 13
De hecho, en la redacción de su preámbulo a la edición de 1821, Ricardo
especifica que se propone analizar la manera en que se conforman las
proporciones asignadas de la producción total de la sociedad entre las distintas
clases sociales, es decir, en palabras de Ricardo, el objetivo primario de su
investigación es exponer de forma rigurosa “La determinación de las leyes que
rigen esta distribución [ya que en última instancia] es el problema primordial de la
Economía Política…”14.
Por añadidura, el hecho de que al análisis filosófico y económico de Smith y
Ricardo se encuentre limitado en varios aspectos históricos y teóricos, tal y como
pregonan algunos de sus críticos, no demerita en modo alguno su trascendencia
en el devenir del pensamiento económico. Por el contrario, son autores que se
anticiparon a las tendencias y evolución del sistema capitalista.
1.1.1 La tradición clásica del Laissez-faire
De igual modo a lo que acontece en otras tantas cuestiones del campo de acción
de la Economía, también, en el caso de esta investigación, se puede comenzar
por abordar algunos de los planteamientos elaborados por Smith. En realidad, en
las obras de Smith, no se localiza una teoría completa de las crisis capitalistas. Su
13
14
E. Roll, op. cit., p. 142.
D. Ricardo, Principios de economía política y tributación. México: FCE, 1973, p. 5.
Página | 22
principal aporte, se encuentra en el estudio de las posibles motivaciones por las
que el sistema podría llegar a estar fuera de su equilibrio natural. Pese a ello, es
conveniente partir de él por tres razones de suma importancia: en primer lugar,
con Smith se establece el concepto de economía capitalista, que luego será
común al pensamiento de los economistas clásicos; en segundo lugar, para Smith,
el proceso histórico económico alcanza una configuración definitiva con la
economía capitalista y, en tercer lugar, comienza a tratar, aunque todavía de
manera accidentada, la cuestión de la tendencia a la reducción de los beneficios.15
En lo que concierne al primer punto, Smith señala que una economía
capitalista se encuentra compuesta por tres figuras fundamentales, a saber, el
propietario de los recursos naturales y de los productos que se obtienen de
trabajar la tierra; el amo del capital identificado como aquél que adelanta al
trabajador ya sea los medios de producción para el proceso de producción o, bien,
los bienes de consumo necesarios para su sustento y; el propio trabajador, quien
al verse desposeído de los medios de producción se encuentra en la necesidad de
emplearse bajo las órdenes del dueño del capital. Así, en concordancia a estas
tres clases predominantes, la utilidad total de la sociedad se encuentra dividida en
renta, ganancia y salario.16
No es casual que para Smith, la “economía primitiva” en la que los productores
independientes son propietarios de los medios de producción y, por tanto,
propietarios de los productos que se intercambian en el mercado, se contraponga
a la idea de que la economía capitalista es una economía desarrollada donde la
madurez económica se ha alcanzado.17 Tal y como se aprecia en La riqueza de
las naciones, Smith concibe al capitalismo como un sistema definitivo en la historia
económica y, por sus propiedades intrínsecas, capaz de auto-reproducirse de
manera eficiente y armónica. Dicha visión, no obstante, se encuentra asociada a la
15
“Con pocas excepciones, aun con diversidad de argumentos, los clásicos supusieron que la
acumulación capitalista se enfrentaba con barreras, expresión de lo cuál habría de ser la caída de
los beneficios”. P. Mattick, Crisis y teoría de la crisis. España: Ediciones Península, 1977, p.10.
16
A. Smith, Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. México:
FCE, 1999, pp. 63-64.
17
“En el Estado primitivo y rudo de la sociedad, que precede a la acumulación de capital y a la
apropiación de la tierra, la única circunstancia que puede servir de norma para el cambio recíproco
de diferentes objetos parece ser la proporción entre las distintas clases de trabajo que se necesitan
para adquirirlos”. Ibídem, p. 47.
Página | 23
fe en el orden de la naturaleza humana. Lo que pregona Smith sobre la confianza
en lo natural se contrapone a todo orden artificial inventado por el hombre, es
decir, “Sostiene que una organización social inteligible no tiene sino que actuar en
la mayor armonía posible con los dictados del orden natural.”18
Así, según Smith, la conducta humana es movida por seis motivaciones
naturales: el egoísmo, la conmiseración, el deseo de ser libre, el sentido de la
propiedad, el hábito del trabajo y la tendencia a cambiar una cosa por otra. Dadas
estas condiciones intrínsecas, que motivan la naturaleza humana, el hombre se
convierte en juez de sus propios intereses. Pero dicho equilibrio natural opera con
mayor eficacia en los asuntos económicos. Si se le procura la libertad al hombre,
señala Smith, no sólo encontrará su propio provecho, sino que también impulsará
el bien común.
En uno de los pasajes de La riqueza de las naciones, Smith señala que “No es
la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el
alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus
sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni le hablamos de nuestras
necesidades, sino de sus ventajas”.19
Y más adelante escribe:
Ninguno [de los individuos] se propone, por lo general, promover el interés público, ni
sabe hasta que punto lo promueve. Cuando prefiere la actividad económica de su
país a la extranjera, únicamente considera su seguridad, y cuando dirige la primera
de tal forma que su producto represente el mayor valor posible, sólo piensa en su
ganancia propia; pero en éste como en muchos otros casos, es conducido por una
mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones. Mas no implica
mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos,
pues al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedad de una manera más
efectiva que si esto entrara en sus designios.20
Ambas citas se pueden resumir en los siguientes puntos: a) que el leitmotiv
que impulsa al individuo a producir sus requerimientos necesarios de subsistencia
es el afán de lucro, b) supone la existencia de un orden natural en el universo de
18
E. Roll, op. cit., p. 145.
A. Smith, op. cit., p. 17.
20
Ibídem, p. 402.
19
Página | 24
acuerdo al cual los empeños individuales, como consecuencia de sus
motivaciones egoístas de lucro, se conjuntan para generar el bien social y, c) es,
por tanto, necesario procurar la libertad económica, la no intromisión de agentes
externos en el funcionamiento del sistema económico que puedan arruinar la
dinámica capitalista.
En general, tanto la mano invisible que regula el mercado, la doctrina de la
libertad natural del hombre y el hecho de depositar la fe en una sabiduría de
carácter providencial, forman parte del dogma central de Smith. Justamente,
sobre esa base, el sistema capitalista se nos presenta como capaz de garantizar
la reproducción de manera automática. El egoísmo como la deseabilidad de
maximizar los recursos escasos se transforman en elementos naturales y eternos,
no hay fuerza tal que pueda erradicar tal naturaleza; “el capitalismo sigue siendo
eternamente óptimo. No tiene más límite que alguna inimaginable mutación de la
Naturaleza Humana o alguna inimaginable destrucción en la Naturaleza Física.”
21
Paradójicamente, y este es el tercer punto que se busca poner en evidencia,
Smith, a pesar de sostener la noción del carácter óptimo y eterno del sistema
capitalista, ya comenzaba a vislumbrar la reflexión sobre la tendencia a la caída
de los beneficios del capital o, en otras palabras, de la caída de las ganancias
capitalistas – que, como se tendrá oportunidad de observar más adelante, será
considerada la razón de fondo del carácter no permanente del orden capitalista –.
En palabras de Smith:
El aumento de capital, que hace subir los salarios, propende a disminuir el beneficio.
Cuando los capitales de muchos comerciantes ricos se invierten en el mismo
negocio, la natural competencia que se hacen entre ellos tiende a reducir su
beneficio; y cuando tiene lugar un aumento de capital en las diferentes actividades
que se desempeñan en la respectiva sociedad, la misma competencia producirá
efectos similares en todas ellas.22
Planteado de esta manera, el razonamiento de Smith deja claro que la
concurrencia entre capitales deberá de reducir, al menos en el largo plazo, los
21
M. A. Shaikh, “Introducción a la historia de las teorías de las crisis”, en Investigación
Económica. México: no. 145, julio-septiembre, 1978, pp. 111-112.
22
A. Smith, op. cit., p. 85.
Página | 25
beneficios del capital. Pero, ¿por qué anticipó la idea de que los beneficios
deberían de disminuir?,
¿qué lo llevó a inclinarse hacia tal afirmación? La
respuesta se puede interpretar de la siguiente manera. Cuando en una
determinada actividad de la economía prevalecen altos beneficios, la afluencia de
“muchos” capitales hacia esa actividad no se hace esperar. La avidez de los
capitalistas por apropiarse de las elevadas ganancias, propicia la movilidad de
capitales de un sector a otro, es decir, se activa el mecanismo de la naturaleza
egoísta de los capitalistas por el afán de lucro hasta el punto de saturar el
mercado. La saturación o exceso de capitales, naturalmente, comienza a expandir
de manera importante la oferta de productos hasta que, bajo el marco de las leyes
del mercado, los precios de las mercancías producidas en esa actividad tienden a
experimentar una presión a la baja. Análogamente, un incremento acelerado en la
acumulación de capital en determinada actividad o rama de la economía requiere
para su funcionamiento una cantidad proporcional de trabajo. Esta demanda
adicional de trabajo es la que genera, en el sistema de Smith, una presión al alza
sobre los salarios devengados a la clase trabajadora. Dicha demanda adicional de
trabajo propende su consiguiente efecto negativo sobre el monto de los beneficios
netos. En conclusión, el efecto en la reducción del nivel de los precios, sumado a
los crecientes salarios pagados a los trabajadores, trae aparejado una
disminución neta en los beneficios del capital.23
En efecto, si el incremento de capital en determinada actividad de la
producción fue determinante para provocar la caída de los beneficios de la misma,
se puede esperar, por tanto, que con un incremento brusco en el nivel de
acumulación de capital en todo el sistema, propicie una caída absoluta de los
beneficios que se generan en la sociedad.
Para autores como David Ricardo, la generalización de las crisis expuestas
por Smith es, en realidad, poco consistente en los hechos. Para percatarse de
ello, dice en los Principios, es suficiente con reflexionar que dada una reducción
de los beneficios en cualquier actividad productiva, propiciada por un aumento en
la acumulación del capital, los capitalistas que no logran obtener los beneficios
23
C. Napoleoni, El futuro del capitalismo. México: Siglo XXI, 1978, p. 13.
Página | 26
medios comenzarían a emigrar hacia otras actividades que sí les reporte los
beneficios medios esperados. El efecto de atracción de los capitales hacia las
actividades
con
elevados
beneficios,
ahora,
al
reducirse
los
precios,
incrementarse los salarios y con ello mermarse las ganancias, genera un efecto
de expulsión de capitales que amortigua los efectos contraproducentes en el
sistema económico.
A pesar del razonamiento erróneo sobre los efectos de una saturación de
capitales por parte de Smith, la cuestión sobre el descenso de los beneficios se
ha convertido en uno de los principales puntos de discusión en la literatura
económica. Ricardo, fue uno de los primeros teóricos en controvertir los
postulados de Smith que forman el contenido implícito de las crisis. No obstante,
como continuador de la obra económica de Smith, lo que le aseguró un lugar en la
historia económica a Ricardo, fue su “capacidad de construir un sistema analítico
general
que
generaba
conclusiones
fundamentales
basadas
en
unos
relativamente pocos principios básicos.”24
Es importante señalar que una de las contribuciones más importantes de las
obras de Ricardo se presentó en el terreno del comercio internacional.
Esta contribución, en claro desacuerdo con su acérrimo rival teórico Thomas
Malthus, fue sobre la cuestión de las Leyes de Granos suscitada durante las
guerras napoleónicas. La cuestión fundamental sobre las Leyes de los Granos era
resolver si el incremento en los precios del cereal traería como consecuencia
salarios reales más altos. Ricardo argumento que no. Malthus, por el contario,
argumentó de manera positiva. El origen del punto a discusión surgió por el
embargo que Napoleón llevó a cabo sobre los puertos británicos, donde, dicho
embargo, impidió la entrada de granos procedentes del extranjero. “Los
agricultores británicos se vieron obligados a aumentar la producción de cereal
doméstico, a fin de alimentar a la población. Y como que los costes de producción
eran más altos en Inglaterra que en el extranjero, el precio del cereal británico
aumentó. Entre 1790 y 1810, lo hizo a un promedio del 18% anual.”25
24
25
R. B. Ekelund y R. F. Hébert, op. cit., p. 155.
Ibídem, p. 156.
Página | 27
De hecho, en sus Principios le dedica a esta cuestión un apartado completo
denominado “Sobre los cambios repentinos en los canales del comercio”. A éste
le atribuye los cambios de las rutas comerciales relacionados a contingencias
temporales y no a causas inherente al sistema económico.
En ese pasaje escribe:
El comienzo de una guerra después de una paz prolongada, o de la paz después de
una larga guerra, produce gradualmente un malestar considerable al comercio. Altera
en grado sumo la naturaleza del empleo a que se dedicaba el capital de los diversos
países y, durante el intervalo en el cual se acomoda a las situaciones que las nuevas
circunstancias hacen más beneficiosas, mucho capital fijo queda sin utilizar, y a
veces se pierde completamente, y no existe ocupación plena de trabajadores.26
Como se aprecia en la cita, Ricardo consideró ajenas al sistema económico
las causas de los desequilibrios en el sistema. Implícitamente, afirmaba que era
imposible que el sistema tuviese tendencias a la crisis. Prueba de ello es que
aceptó, en su tesis principal, la propuesta de Jean Bautista Say sobre la
imposibilidad de la sobreproducción general. Esta última propuesta llegó a ser
parte importante de la tradición del sistema clásico e, inclusive, prevalece en
algunas doctrinas económicas en boga.
La opinión de Ricardo sobre la imposibilidad de las crisis se fundamenta en la
identidad virtual entre la producción y el consumo, es decir, la relación de
equilibrio entre la oferta y la demanda: “Ningún hombre produce si no es para
consumir o vender, y nunca vende si no es con la intención de comprar alguna
otra mercancía, que le pueda ser de utilidad inmediata, o que pueda contribuir a
una producción futura. Al producir, entonces, el hombre se transforma
necesariamente en consumidor de sus propios productos, o en comprador y
consumidor de los productos de alguna otra persona”.27
En lo que respecta a las crisis del capitalismo, Ricardo, al igual que Smith, no
dicen mucho sobre ellas. Esto se debe, en gran parte, a que sus obras
económicas fueron escritas en una época en que el desarrollo capitalista aún no
había alcanzado cierta madurez. Por ello, tenía poco que decir al respecto. Sin
26
27
D. Ricardo, op.cit., p. 199.
Ibídem, pp. 216-217.
Página | 28
embargo, eso no los privó de formular especulaciones sobre la evolución
económica y revelar, así, su amplia visión sobre su futuro desarrollo.
1.1.2 ¿Abandonó Ricardo el “corolario” de J. B. Say?
En su expresión actual el corolario de Jean Bautista Say es bien conocido como la
ley de los mercados de Say, en donde existe, según él, la posibilidad real de que
toda oferta cree su propia demanda. Esta frase, por supuesto, se convirtió en la
guarnición de algunos economistas “apologéticos”, celosos de la intervención del
Estado en los negocios privados. La ley de Say surge en clara oposición a las
políticas económicas de monopolio y monetarista implementadas por la doctrina
de los mercantilistas. Así, pues, la idea que subyace en dicha ley fue la de
proponer a la libre concurrencia como la panacea para resolver cualquier
irregularidad proveniente de la vida económica.
En el sistema clásico, basado fundamentalmente en la ley de Say, se sostuvo
el hecho de que la economía siempre retornaba a su nivel natural de pleno
empleo de largo plazo, y, por ende, una intervención inadecuada del Estado
provocaría distorsiones en el mercado alejándolo del equilibrio. “En pocas
palabras, la ley de Say dice [la falacia de] que mientras no intervenga nada en el
sistema, será siempre perfectamente autorregulador y se ajustará a sí mismo,
porque, en particular, cada acto de producción genera siempre la demanda
efectiva necesaria para la compra de su producto.” 28
Ricardo, fiel defensor de la autorregulación de los mercados que hasta
entonces dominaba el campo de la teoría económica, se adhirió al corolario de
Say, eliminando así toda posibilidad de sobreproducción. Sin embargo, es
necesario señalar ciertas precisiones en los argumentos de Ricardo que indican,
si no un abandono de éste de la ley de Say, si un posible alejamiento de ésta. El
primer señalamiento se refiere al progreso económico que, según Ricardo, trae
consigo una disminución en la tasa de beneficios del capital, lo cuál se traduce en
una disminución en los incentivos del capitalista para acumular.
28
J. Strachey, El capitalismo contemporáneo. México: FCE, 1974, p. 229.
Página | 29
El supuesto más importante en la hipótesis de Ricardo radica en que los
medios de subsistencia, que constituyen el salario de los trabajadores, provienen
de la agricultura. Con objeto de simplificar la exposición, para él, el trigo, era el
producto representativo de los medios de consumo de los trabajadores.
Técnicamente, si la actividad agrícola se caracteriza por presentar rendimientos
decrecientes, por el hecho de que a medida que la producción se expande se
incrementa la necesidad de recurrir a tierras cada vez menos fértiles, dando lugar
a un incremento en los costos de producción agrícola; entonces, se desprende
que un incremento en los costos unitarios de la producción del trigo, ocasionado
por los rendimientos decrecientes de las tierras, provocaría que el costo del
trabajo para el capitalista – valor del salario real pagado a nivel de subsistencia –
aumente. 29 En otras palabras, para Ricardo, en la medida en que la acumulación
de capital se expande, se incentiva el incremento en el nivel de ocupación, pero
también se incrementa la demanda de bienes-salario (trigo) y, consecuentemente,
se genera una presión a la alza sobre el nivel de los precios agrícola, resultando
de ello un incremento en el nivel de los salarios reales acompañado de una
disminución en las ganancias.
La idea de Ricardo de que la acumulación de capital influye inversamente
sobre las ganancias, es, sin duda, atribuible a la forma en que calculaba la tasa
de ganancia. Para él, la tasa de ganancia está determinada en términos físicos,
como una relación entre cantidades de mercancías y no como una relación entre
valores. “Pero hay que destacar un punto importante: el hecho que, aun en el
ámbito de este nuevo planteamiento, Ricardo sostenga la tesis de que en la
agricultura la tasa de ganancia tiende a disminuir, llevándose a la rastra la tasa de
ganancia de todo el sistema.”30
De aquí que Marx, por su parte, veía en el miedo de los economistas ingleses,
ante el descenso de los beneficios, una comprensión extraordinaria de las
condiciones en que se desenvuelve la producción capitalista.
En palabras de Marx:
29
30
C. Napoleoni, op. cit., p. 14.
Ibídem, p. 15.
Página | 30
Pero lo importante de su horror [como Ricardo] a la cuota decreciente de ganancia es
la sensación de que el régimen de producción capitalista tropieza en el desarrollo de
las fuerzas productivas con un obstáculo que no guarda la menor relación con la
producción de la riqueza en cuanto tal. Este peculiar obstáculo acredita precisamente
la limitación y el carácter puramente histórico, transitorio, del régimen capitalista de
producción; atestigua que no se trata de un régimen absoluto de producción de
riqueza, sino que, lejos de ello, choca al llegar a cierta etapa con su propio desarrollo
ulterior.31
La exposición que ofrece Ricardo resulta coherente con sus hipótesis
iniciales. No obstante, ¿por qué se debe considerar la posibilidad de que, Ricardo,
se haya apartado de la ley de Say? Una de las aseveraciones que permiten
sostener la idea de que él se apartó del corolario de Say se relaciona con su
razonamiento sobre el desarrollo y las fluctuaciones que se presentan en la
actividad económica. En un capítulo que, curiosamente no aparece sino hasta la
tercera edición de los Principios titulado “De la maquinaria”, Ricardo, aborda los
posibles efectos del progreso técnico sobre la suerte de la clase trabajadora. En
ese capítulo expone ciertos aspectos que contradicen a las teorías de las cuales
había sido partidario.
Es tanto más obligatorio para mí manifestar mi opinión en este asunto, [relacionado
con la influencia de la maquinaria en los intereses de las diferentes clases de la
sociedad], después de meditarlo muy bien, porque han sufrido un considerable
cambio, y aunque no recuerdo haber publicado respecto de la maquinaria nada de
que deba retractarme, he dado, sin embargo, en otras formas, mi apoyo a doctrinas
que ahora califico de erróneas.32
Ricardo consideraba erróneas las doctrinas que prevalecían en su época
sobre el progreso social y sus implicaciones en el uso de la maquinaria. Las
doctrinas anteriores a Ricardo, consideraban que los temores de la clase
trabajadora a ser desplazados por las máquinas eran injustificados. Las
penalidades de desempleo serían pasajeras, debido a que, a la larga, traerá
beneficios a todas las clases sociales. La mayor utilización de las máquinas,
decían, incrementarían la productividad del trabajo y, con ello, habría una mayor
31
32
K. Marx, El Capital. México: FCE, 1975, tomo III, pp. 240-241.
D. Ricardo, op. cit., p. 288.
Página | 31
abundancia de mercancías.33 Esto se puede traducir, bajo el esquema teórico de
la ley de Say, en que los trabajadores desocupados por el uso de las máquinas
serían reabsorbidos más tarde por las mismas actividades económicas u otras
diferentes, debido a que el progreso del sistema económico aumentaría la
producción total y, a su vez, incentivaría la demanda de más trabajadores.
El razonamiento que expone Ricardo sobre el uso de la maquinaria se puede
interpretar de la siguiente manera. Si bien es cierto que comienza por resaltar los
beneficios que traería consigo la aplicación de la maquinaria en las diversas
ramas de la producción. Dichos beneficios tendrían como principales efectos el
ahorro de mano de obra en los procesos productivos y, posteriormente, un
incremento en las ganancias capitalistas. Por su parte, la clase de los
terratenientes, gozaría de mayores montos de renta, gracias a la reducción de los
precios de algunas mercancías que usualmente consumen. La aplicación de
maquinaria, continúa Ricardo, determinará los efectos que de ella se esperan
sobre el ingreso neto más bien que sobre el producto bruto de la sociedad. De
igual manera, la clase trabajadora, se beneficiaría con el uso de la maquinaria, ya
que con el mismo monto de salario que percibe podría adquirir una cantidad
mayor de mercancías. Los salarios y la demanda de trabajadores, ante la
utilización de maquinaria, no caerían puesto que, en el mejor de los casos, habría
una necesidad de incorporar trabajadores en la producción de mercancías nuevas
o diferenciadas.34 Hasta aquí, no hay alguna opinión contraria por parte de
Ricardo con respecto a sus predecesores.
Sin embargo, más adelante escribe Ricardo:
Como entonces me parecía que habría la misma demanda de trabajo que antes, y
que los salarios no serían más bajos, pensaba que la clase trabajadora participaría,
al igual que las otras clases sociales, del provecho de la baratura general de las
mercancías, causada por el uso de maquinaria.
Éstas eran mis opiniones, que continúan incólumes en lo que se refiere al
terrateniente y al capitalista; pero estoy convencido ahora de que la situación del
trabajo humano por la maquinaria es, a menudo, muy perjudicial a los intereses de la
clase trabajadora.35
33
E. Roll, op. cit., p. 190.
D. Ricardo, op. cit., 288.
35
Ibídem, p. 289.
34
Página | 32
El error del sistema teórico de Ricardo provino, tal como él mismo lo identificó,
de la suposición de que el uso de la maquinaria conduciría siempre a que el
ingreso neto de una sociedad (fondo de capital de terratenientes y capitalistas) se
incrementaría proporcionalmente al ingreso bruto (fondo de los ingresos de la
clase trabajadora); es decir, que con la introducción de nuevos procedimientos
técnicos no se producirían desplazamientos de trabajadores. Sin embargo,
apoyándose en un ejemplo aritmético, Ricardo, llega a la conclusión de que el
incremento de la producción neta de un país es compatible con una disminución
de la producción bruta, o sea; que: “…la opinión sustentada por la clase
trabajadora de que el empleo de la maquinaria redunda frecuentemente en
detrimento de sus intereses, no se funda en el prejuicio y el error, sino que está
conforme con los principios correctos de la Economía Política.” 36
Tal como se aprecia, la posición de Ricardo, en relación a la dinámica de la
producción capitalista, resquebrajó la noción de autorregulación automática del
sistema clásico. Los señalamientos de que en la teoría de Ricardo no hay lugar
para las posibles fluctuaciones de la actividad económica, son frecuentemente
erróneos. Un examen más detallado de su obra revela que al separarse del
corolario de Say se abren las posibilidades para integrar en su cuerpo teórico la
noción de crisis capitalista.
En última instancia, lo que Ricardo deseaba probar era:
Todo lo que yo deseo probar es que el descubrimiento y uso de la maquinaria
pueden ir acompañados de una disminución de la producción bruta, y siempre que
esto suceda, será perjudicial a la clase trabajadora, ya que algunos de ellos serán
despedidos de sus empleos y la población será excesiva en comparación con los
fondos existentes para darle ocupación.37
Al confirmar la tendencia histórica de la acumulación de capital, éste ya
comenzaba a percibir un cambio en las proporciones en que éstas se emplean.
De acuerdo con él, ante cada aumento de capital que se verifique en la
producción, una mayor proporción de capital se destinará a la adquisición de
36
37
Ibídem, p. 292.
Ibídem, p. 291.
Página | 33
nueva maquinaria. Y, en lo que respecta a la demanda de trabajo, señala que
“…continuará aumentando con el incremento del capital, pero no en proporción a
ese incremento; la relación será, por necesidad, decreciente.”38
A pesar de que en La riqueza de las naciones se perfilaba una noción más
precisa sobre el desarrollo capitalista. Smith, se limitó a demostrar que las
ganancias tendían a bajar con el progreso económico, o sea, que la acumulación
acelerada de capital traería consigo una competencia creciente entre capitalistas,
y esto daría al traste con las ganancias del sistema. Ricardo, en plena oposición a
Smith, no aceptó esa opinión. Él quería demostrar que la acumulación de capital
sólo tiende a reducir las ganancias en determinadas circunstancias.
Smith y Ricardo se enfrentaron, al igual que los demás economistas del siglo
XIX, con la sólida muralla de la tautología de Say.39
1.1.3 El ataque a la noción clásica de la acumulación del capital
Los economistas clásicos, en general, formularon una serie de leyes, asociadas al
mundo social y económico de su época, a las que denominaron “leyes naturales”
de la economía. El distintivo de dichas leyes era su carácter fijo y eterno, no
sometidas a discusión. Así, pues, si los hombres actuaban acorde a los principios
económicos establecidos, decían los clásicos, las cosas marcharían muy bien. Por
el contrario, al no actuar de acuerdo a los principios establecidos significaba ir en
contra de las leyes naturales. 40
A la par de las ideas de estos economistas, también llamados teóricos de la
revolución industrial, se encontraban los “hombres de negocios”. Los motivos eran
evidentes. La doctrina clásica se adaptaba a sus necesidades particulares. Se les
ensañaban paso a paso que, al ocuparse de obtener su propia ganancia, estaban
contribuyendo al bienestar de la sociedad.41 Smith lo expresó de la siguiente
manera: “Cada individuo se esfuerza constantemente para encontrar el más
38
Ibídem, p. 294.
E. Roll, op. cit., p. 192.
40
L. Huberman, Los bienes terrenales del hombre. México: Nuestro Tiempo, 1997, p. 242.
41
Ibídem, p. 243.
39
Página | 34
ventajoso empleo para todo el capital que controle. Es su ventaja propia,
indudablemente, no la de la sociedad la que tiene presente. Pero el estudio de su
propia ventaja, naturalmente o más bien necesariamente, le lleva a preferir el
empleo que es más beneficioso para la sociedad. “42 Smith, de acuerdo al pasaje
citado, lo que buscaba exponer era que el bienestar de los individuos se encuentra
indisolublemente unido al de la sociedad. Al trabajar para sí mismo, el capitalista,
estará sirviendo al bienestar general de la sociedad.
Otro de los ejemplos más notables, relacionado con la formulación de las
leyes naturales, es el ataque de Thomas Robert Malthus a la noción clásica de la
acumulación. El ataque maltusiano a Smith y Ricardo, en realidad, no representó
una ruptura explícita de sus conclusiones generales. Sin embargo, lo sorprendente
en la teoría de Malthus es que, a diferencia de aquellos, no presenta al sistema
capitalista como capaz de auto-corregirse de manera armónica. Malthus, para
demostrar esto, señalaba que parte de la producción que se dedica a las
“necesidades de la vida” crea su propia demanda, mientras que la demanda que
se destina a la compra de “cosas convenientes y lujosas” se encuentra en función
de los hábitos de las clases no productivas (terratenientes).
Debido a que la clase de los terratenientes no gasta por completo sus rentas,
a diferencia de la clase trabajadora, que gasta por completo su salario, el
remanente de bienes de consumo sin lograrse propicia una oferta excesiva de
mercancías. La propuesta de Malthus, para garantizar una expansión uniforme del
producto y corregir la sobreproducción de mercancías, es mantener el estímulo de
la demanda efectiva a un nivel suficiente. “En resumen, escribía Malthus, no creo
de ningún modo que el poder adquisitivo abarque necesariamente el deseo de
adquirir; y no puedo concordar… que en una nación la oferta no pueda nunca
exceder a la demanda”.43 Expresamente, Malthus, lo que buscaba era demoler el
sólido muro de Say y sus adeptos. No congeniaba con la idea de que en el
proceso de producción la renta es exactamente igual a la producción total.
42
43
A. Smith, op. cit., p. 425.
T. R. Malthus apud R. B. Ekelund y R. F. Hébert, op. cit., p. 167.
Página | 35
Análogamente, la discusión que sostiene en contra de los puntos de vista de
Mr. Godwin, Mr. Condorcet y otros escritores, como Ricardo, lo llevó a
cuestionarse sobre el progreso futuro de la sociedad de su tiempo. En su
indagación encuentra dos leyes que, según él, han regido desde los tiempos más
remotos del conocimiento humano y, por tanto, se presentan como leyes
inmutables de la naturaleza. La primera, nos dice, es que: “el alimento es
necesario a la existencia del hombre”. La segunda, se refiere a que: “la pasión
entre los sexos es necesaria y se mantendrá prácticamente en su estado actual.”44
En su celebre obra Un ensayo sobre el principio de la población, escrita en 1798,
afirmaba: “... la verdad es que, aunque las instituciones humanas parecen ser las
causas obvias e importunas de tanto daño a la Humanidad, en realidad, son
superficiales y ligeras, meras plumas que flotan en la superficie, en comparación
con las profundas causas de impureza que corrompen las fuentes y hacen turbia
toda la corriente de la vida humana.”45
Para él, las “profundas causas de impureza” que hacen miserable a la
Humanidad son la desproporción que guarda la producción de alimentos en
relación a la cantidad de población disponible, ya que mientras la población
aumenta en progresión geométrica (1, 2, 4, 8,...), la producción de alimentos crece
de manera aritméticamente (1, 2, 3, 4,...). Así, infiere Malthus, la principal razón de
que las clases trabajadoras vivan en la pobreza, no se debe al hecho de que las
ganancias capitalistas sean demasiado altas o por las posibles fallas que genera
el propio sistema económico, más bien se debe a que la población crece más
aprisa en relación a los alimentos. 46
A su juicio, además de la miseria y el vicio, existe una salida satisfactoria a
las condiciones de pobreza de los trabajadores. Esta salida debe estar enfocada,
según Malthus, en la contención de la población basada en restricciones morales.
“Ninguna huelga, ninguna revolución, ninguna caridad, ninguna regulación oficial,
pueden ayudar al pobre en su miseria... Él mismo tiene la culpa por reproducirse
44
Ídem., Primer ensayo sobre la población. España: Alianza, 1970, p. 52.
Ibídem, p. 47.
46
“Considerando aceptados mis postulados, afirmo que la capacidad de crecimiento de la
población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el
hombre. Ibídem, p. 53.
45
Página | 36
tan deprisa. No se le permita casarse tan joven. Que practique la restricción moral
–no tener familia numerosa– y así podrá ayudarse a sí mismo.”47 El planteamiento
de Malthus, entonces, es claro. La principal causa de que el sistema capitalista se
aparte de su equilibrio natural se debe a la sobre población de la clase
trabajadora. Por lo demás, el paralelismo entre la teoría de la población de
Malthus y Ricardo no es difícil de identificar. En su razonamiento, Ricardo,
distingue al salario como “el precio natural de la mano de obra [que] depende del
precio de los alimentos, de los productos necesarios y de las comodidades para el
sostén del trabajador y de su familia”48 y, además, el “precio de mercado” de la
mano de obra “es el que realmente se paga por ella; debido al juego natural de la
proporción que existe entre la oferta y la demanda; la mano de obra es costosa
cuando escasea y barata cuando abunda.”49
En palabras de Ricardo:
Cuando el precio de mercado de la mano de obra excede su precio natural, la
condición del trabajador es floreciente y dichosa, y puede disponer en mayor
proporción de los productos esenciales y de los goces de la vida y, por ende, criar
una familia sana y numerosa. Por el contrario, cuando los salarios elevados
estimulan el crecimiento de la población, crece el número de trabajadores, los
salarios caen nuevamente hasta su precio natural y, a veces, debido a una reacción,
se sitúan a un nivel todavía inferior al primitivo.
Cuando el precio de la mano de obra es inferior a su precio natural, la condición de
los trabajadores es de lo más mísera: la pobreza los priva de aquellas comodidades
que la costumbre convierte en necesidades absolutas. Sólo después de que las
privaciones han reducido su número, de que la demanda de mano de obra haya
aumentado, o de que el precio de mercado del trabajo se haya elevado hasta su
precio natural, tendrá el trabajador las comodidades que le propiciará el precio
natural de los salarios. 50
De modo que, tanto para Ricardo como para Malthus, el mecanismo para
asegurar que el nivel del precio de los salarios no se aparte de su precio de
mercado, y que de esta forma pueda mermar las ganancias capitalistas, radica en
una teoría demográfica, a saber, en la medida en que surte efecto el incremento
del capital (acumulación de capital) y se acelera la demanda de población
47
L. Huberman, op.cit., p. 247.
D. Ricardo, op. cit., p. 71.
49
Ibídem, p. 72.
50
Ibídem.
48
Página | 37
trabajadora disponible, el nivel de los salarios tiende a incrementarse. En
consecuencia, para Ricardo y Malthus, el incremento en el nivel de los salarios
propicia que la población trabajadora crezca a ritmos más acelerados gracias a los
placeres y goces de la vida que les aporta la suma adicional de salario.
Para que el efecto anterior de la acumulación se invierta, señala Ricardo, el
capital debe tornarse insuficiente para absorber la totalidad de la oferta de trabajo.
En efecto, los salarios, que habían experimentado un efecto positivo en el nivel de
vida de la población trabajadora, disminuyen a niveles iguales o inferiores a los
previos debido al excedente de población. Ahora, gracias a la población
trabajadora excedente, la baja de los salarios y, por consiguiente, la “carencia de
los placeres de la vida”, propicia que la población crezca a ritmos cada vez más
lentos, hasta el grado en que el incremento del capital exceda nuevamente a la
oferta de trabajo, finalizando el ciclo salarial para dar comienzo a uno nuevo.51
Como sea, al analizar la fluctuación del sistema basada en los efectos de la
acumulación de capital, Ricardo y Malthus parten de tres premisas falsas. En la
primera, nos dicen, mientras que la acumulación del capital total crezca, también
crecerá proporcionalmente a la demanda de trabajo. La segunda, se refiere a la
confusión de Ricardo respecto a la definición de los términos de capital constante
y capital variable.52 Y, la tercera premisa, omiten una distinción formal entre
trabajo y fuerza de trabajo.
En relación al último punto, un hecho notable es que para Marx, al igual que
para los clásicos, la fuerza de trabajo puede tratarse como una mercancía. Pero,
para Marx, ésta es una mercancía poco ordinaria. De acuerdo con Marx, la fuerza
de trabajo, además de ser la única mercancía capaz de acrecentar su propio valor,
posee la característica de ser no reproducible mediante técnicas ordinarias. Por
ejemplo, cuando el precio de una mercancía es sumamente elevado y ofrece un
elevado margen de ganancias, se inicia la rebatiña entre capitalistas por la
obtención de una fracción de esas ganancias. Así, como es de esperarse, la oferta
51
“La necesidad de que la población se reduzca al nivel de los medios de subsistencia es una
verdad evidente, reconocida ya por muchos autores…” T. R. Malthus, op. cit., p. 44.
52
“El capital es aquella parte de la riqueza de una nación que se emplea en la producción, y
comprende los alimentos, vestidos, herramientas, materias primas, maquinaria, etc., necesarios
para dar efectividad al trabajo.” D. Ricardo, op. cit., p. 72.
Página | 38
de la mercancía se incrementa gradualmente. Sin embargo, en el caso especial de
la fuerza de trabajo, dicho mecanismo equilibrador no opera de igual manera, ya
que no existen máquinas que produzcan fuerza de trabajo.
En vista de que los clásicos no lograron plantear el problema de la
acumulación y las crisis correctamente, entonces, ¿quién podría brindar las
explicaciones más certeras sobre los efectos fluctuantes de la acumulación de
capital? Karl Marx, a quien se le asigna un lugar distinto al de los clásicos en la
historia económica, parte de dos situaciones contrapuestas. En un primer
escenario, tal y como razonaron los clásicos, contempla una evolución
proporcional entre el incremento en el volumen del capital total y el incremento en
la demanda de trabajo, es decir, en la medida en que la parte variable crece, la
demanda de trabajo también lo hace en proporción al capital y con la misma
rapidez. Dada esta situación, la acumulación de capital puede “sobrepujar” el
incremento del número de trabajadores empleados hasta que la demanda de
trabajadores pueda preponderar sobre su oferta, propiciando con ello un
incremento en el nivel de los salarios. Sin embargo, según Marx, como en los
periodos consiguientes se inserta en el mercado laboral una proporción creciente
de trabajadores, llega el momento en que, tarde o temprano, la necesidad de
acumulación es menor a la oferta de trabajadores y, por tanto, el nivel de los
salarios tienden a disminuir.
Este tipo de razonamiento, orilló a un gran número de economistas burgueses
a brindar una explicación de las crisis periódicas del capitalismo basándose en el
“excesivo” o “insuficiente” ritmo de la acumulación del capital. Ya que si la
acumulación es excesiva se reflejará de manera positiva en el nivel de los salarios
y de manera negativa en las utilidades. Por el contrario, si la acumulación es
insuficiente con respecto a la oferta de trabajo, el nivel de los salarios será tan
deprimente que no podrán comprar toda la producción y, de igual manera, las
utilidades estarán en riesgo.
En un segundo escenario, según Marx, asociado a los posibles efectos de la
acumulación sobre la oferta de trabajadores, el incremento del capital ya no se
Página | 39
mueve proporcionalmente al capital variable o, si se prefiere, a la demanda de
fuerza de trabajo.
Marx lo expresó de la siguiente forma:
La masa de medios de producción con que un obrero opera crece al crecer la
productividad de su trabajo. Los medios de producción desempeñan aquí un doble
papel. El incremento de uno es efecto, el de otra condición determinante de la
creciente productividad del trabajo. Así, por ejemplo, con la división manufacturera
del trabajo y la aplicación de maquinaria, se elabora más materia prima durante el
mismo tiempo; es decir, el proceso de trabajo absorbe una masa mayor de materias
primas y materias auxiliares. Esto es efecto de la creciente productividad del trabajo.
De otra parte, la masa de maquinaria puesta en movimiento, de ganado de labor, de
abonos minerales, de tubos de drenaje, etc., es condición de aquella productividad
creciente... Pero, sea condición o efecto, el volumen creciente de los medios de
producción comparado con la fuerza de trabajo que absorben expresa siempre la
productividad creciente del trabajo. Por consiguiente, el aumento de ésta se revela
en la disminución de la masa de trabajo, puesta en relación con la masa de medios
de producción movidas por ella, o sea, en la disminución de magnitud del factor
subjetivo del proceso de trabajo, comparado con su factor objetivo.53
En esta cita Marx pensaba que al variar las proporciones del capital total la
demanda de trabajo podía decrecer debido a la creciente masa de obreros
desplazados por máquinas (medios de producción). La propia acumulación del
capital que, en términos relativos, propicia una atracción creciente de trabajo, a un
mismo tiempo genera las condiciones de repulsión de trabajadores, que ingresan
al fondo del ejército de reserva de trabajadores desocupados. La renovación,
explotación de nuevos inventos y descubrimientos tecnológicos, contribuyen en la
suerte de la clase obrera.
El ejército industrial de reserva, de acuerdo a Marx, está compuesto por dos
elementos. El primero es el que esta relacionado con la población de obreros
desocupados debido a la creciente automatización de la producción y, el segundo,
está compuesto por la población de trabajadores de nuevo ingreso que aún no han
podido encontrar alguna fuente de trabajo.
Dado lo anterior, para Marx, un súbito incremento en la acumulación de
capital, propiciado por un brusco aumento de las ganancias, se encarga de
absorber gradualmente el ejército de reserva disponible y, junto con ello,
53
K. Marx, El Capital. México: FCE, 1975, tomo I, pp. 525-526.
Página | 40
desaparece el freno que impedía el alza de los salarios. Los trabajadores
comienzan a percibir una mayor participación del producto total, lo que redunda en
mejores condiciones de vida, de prendas de vestir, mejor alimentación, muebles y
lujos a los que antes no tenían acceso. No obstante, el hecho de que las
condiciones de la clase trabajadora hayan mejorado, no quiere decir que su
condición de clase explotada se ha erosionado, muy por el contrario, “sólo denota,
en realidad, que el volumen y el peso de las cadenas de oro que el asalariado se
ha forjado ya para sí mismo permiten tenerlas menos tirantes”.54 Así, pues, “A
grandes rasgos, el movimiento general de los salarios se regula exclusivamente
por las expansiones y contracciones del ejercito industrial de reserva, que
corresponden a las alternativas del ciclo industrial.”55
En el razonamiento de Marx, en oposición a Ricardo y Malthus, la oferta de
trabajo no se identifica con el crecimiento demográfico de la población. Marx lo
expone de la siguiente manera: <<“El capital opera en ambos lados a la vez. Si
por un lado su acumulación aumenta su demanda de trabajo, por el otro
acrecienta la oferta de obreros mediante su “puesta en libertad”, mientras que a la
vez la presión de los desocupados obliga a los ocupados a poner en movimiento
más trabajo, haciendo así, por ende, que hasta cierto punto la oferta de trabajo
sea independiente de la oferta de obreros>>.56
54
Ídem, El capital. México: Siglo XXI, 1977, t. 1/v. 3, p. 767.
Ídem, tomo I, p. 539.
56
Ídem, t. 1/v. 3, pp. 796-797.
55
Página | 41
CAPITULO
II
__________________________________________________________________
NATURALEZA Y MANIFESTACION DE
LAS CRISIS CAPITALISTAS
__________________________________________________________________
Periódicamente, la clase burguesa y sus ideólogos han creído haber encontrado la
piedra filosofal; se han sentido capaces, por consiguiente, de anunciar el fin de las
crisis y de las contradicciones socioeconómicas en el sistema capitalista. Pero, pese a
las técnicas keynesianas, y no obstante todos los intentos de integrar a la clase obrera
al capitalismo tardío, hoy, a lo largo de más de una década, el sistema parece tender a
las crisis más que cuando Marx escribió El capital.
E. E. Mandel, El Capital: cien años de controversias en torno a la obra de Karl Marx.
México: Siglo XXI, 1998, p. 9.
2.1 La crítica socialista al progreso del capitalismo
L
as doctrinas de los principales exponentes de la economía política clásica,
tal y como se ha tenido oportunidad de observar, son el producto del orden
económico impuesto por la época de la Revolución Industrial. Tanto para Smith
como para Ricardo, el correcto funcionamiento del sistema se encontraba
asociado al creciente aumento de la acumulación del capital, al aumento de la
riqueza y de ciertas relaciones comerciales beneficiosas entre las distintas
naciones capitalistas. Partían de la necesidad de acumular y, en este sentido, se
cuestionaban sobre qué era lo que estimulaba o, en su caso, obstaculizaba la
acumulación. Nada se comparaba a las posibilidades ilimitadas de crecimiento del
nuevo sistema económico.
Así, a medida que se iba desarrollando la industria, de igual modo se
desarrollaba la clase burguesa emergente y la clase proletaria, gracias al brusco
ascenso de la acumulación de capital. Los efectos de la gran industria se
reflejaron en la transformación del pequeño taller del maestro patriarcal en la gran
fábrica del capitalista industrial.
En un pasaje del Manifiesto, se describen tales acontecimientos:
Masas de obreros, hacinados en la fábrica, son organizados en forma militar. Como
soldados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de toda una
jerarquía de oficiales y suboficiales. No son sólo esclavos de la clase burguesa, del
Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz
y, sobre todo, del burgués individual, patrón de la fábrica. Y este despotismo es tanto
más mezquino, odioso y exasperante con que mayor es la franqueza con que
proclama que no tiene otro fin que el lucro.57
El progreso del capitalismo industrial suscitó una serie de críticas. Un amplio
número de autores se percató de que la clase trabajadora era la que pagaba el
costo de tales cambios: pauperismo, desocupación, o, en el mejor de los casos,
trabajo arduo en las fábricas para ellos, sus mujeres y sus hijos. El impulso de una
nueva sociedad industrial trajo como consecuencia “Jornadas de trabajo muy
largas, condiciones peligrosas e insanas y una vigilancia opresora era la suerte
57
K. Marx y F. Engels, El Manifiesto Comunista. España: Altamira, 1983, p. 35.
Página | 42
común.”58 Los críticos del periodo, por tanto, plantearon la cuestión de los costos y
los beneficios de la industrialización en relación a su impulso y sus repercusiones.
En palabras de Samir Amin:
La crítica socialista del capitalismo se construyó en lo esencial como crítica al modo
en que el capital explota al trabajo, y como crítica a los efectos sociales de la
acumulación del capital (la enajenación mercantil convertida en valor supremo, etc.)
Esta crítica pasó poco a poco del plano del rechazo moral a la utilización de un
método científico para comprender los mecanismos y las leyes del sistema, sus
contradicciones y, a partir de aquí, los medios para superarlas, con lo que la
expresión marxista de la crítica socialista alcanzó un punto culminante59.
Frente a la noción de una economía “capaz de autocorregirse”, y por tanto
“exenta de crisis”, señalaba la teoría crítica, había una realidad muy distinta. La
acumulación de capital, lejos de ser un proceso constantemente progresivo, se
veía interrumpido por severas crisis que se repetían de manera periódica. Las
interrogantes saltaban a la vista. La cuestión a tratar era ¿cómo explicar estas
crisis? Sin duda las explicaciones propuestas por la teoría dominante estaban
destinadas al fracaso. Muy a pesar de que se concentraron en lo que acontece a
los efectos de la acumulación del capital, y en específico Ricardo, no por ello
dejaron de lado la ley de Say. De modo que, su teoría de la acumulación, les llevó
a buscar las perturbaciones del equilibrio económico fuera del sistema.60
Un primer grupo de teorías, representadas por W. S. Jevons, H. S. Jevons y
H. L. Moore, asociaron la explicación de las crisis económicas a la dinámica de la
producción agrícola. En ellas se proponía que el factor causal de las fluctuaciones
procedía de la influencia de los fenómenos cósmicos sobre las condiciones
meteorológicas y que, su vez, repercutiría en los movimientos de la industrias y
los negocios.
61
Generalmente, los autores de estas teorías aceptaron que las
variaciones de las cosechas, procedentes de las condiciones meteorológicas,
pueden intensificarse gracias a causas ajenas al sistema económico; como son,
los nuevos inventos tecnológicos aplicados a la agricultura, las revoluciones
58
E. Roll, op. cit., p. 231.
S. Amin, Los desafíos de la mundialización. México: Siglo XXI, 2006, p. 59.
60
P. Mattick, op. cit., p. 38.
61
E. Padilla, Ciclos económicos y política de estabilización. México: Siglo XXI, 1984, p. 156.
59
Página | 43
internas, las guerras o los desequilibrios monetarios. Por ejemplo, W. S. Jevons, al
estudiar diversas series estadísticas agrícolas, llegó a la conclusión de que las
oscilaciones económicas son producidas en proporción al número de manchas
solares. Incluso, según él, las variaciones relativamente débiles de las cosechas
en conjunto con los movimientos del mercado monetario, bastarían para provocar
una
sucesión
de
períodos
de
depresión,
actividad,
derrumbamiento. El profesor H. S. Jevons, por su parte,
efervescencia
y
al continuar con las
investigaciones de su padre, se percató de una posible conexión entre la magnitud
electromagnética de la radiación solar y sus posibles efectos sobre la
productividad de las cosechas.62
En tanto que el profesor H. L. Moore, al examinar las estadísticas de los
periodos de lluvias en los Estados de Ohio e Illinois y contrastarlas posteriormente
con los rendimientos de las cosechas, determinó que la formación de ciclos
agrícolas se debía principalmente a la posición en que se encuentra el planeta
Venus con respecto a la Tierra y el Sol.63 Sin embargo, el punto en desacuerdo
entre los principales partidarios de estas teorías se generó al no lograr un acuerdo
sobre la duración del ciclo agrícola. W. S. Jevons planteó que el inicio del ciclo
agrícola se presentaba
cada diez años y medio. El profesor H. S. Jevons
argumentaba que éstos se presentaban de manera regular cada tres años y medio
y, en contraste a los anteriores, el profesor H. L. Moore sostenía que se
presentaban cada ocho años.64 De modo que, los postulados de los teóricos de las
cosechas, contienen elementos que nos permiten explicar tan solo parcialmente el
fenómeno de las crisis. Evidentemente, hasta nuestros días, no ha sido posible
probar la simultaneidad entre las manchas solares (o la radiación solar) y las crisis
generales
del
sistema
capitalista;
ya
que
las
crisis
tienen
lugar
independientemente que haga buen tiempo.
En contraste con aquellas explicaciones, basadas en externalidades, una
corriente de economistas llamados “utópicos” (entre los cuáles destacan Saint-
62
Ibídem, pp. 157-159.
H. Grossmann, La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista. México:
Siglo XXI, 1979, p. 132.
64
G. Haberler, Prosperidad y depresión. México: FCE, 1953, p.149.
63
Página | 44
Simon y Fourier en Francia, en Inglaterra Robert Owen, y Rodbertus en Alemania,
principalmente), propusieron una nueva forma de abordar el tema de las crisis.
Todos ellos partieron del estudio de las crisis capitalistas, su efecto destructivo en
la economía y en las condiciones de vida de la sociedad.
Autores como Sismondi y Malthus fueron la excepción, debido a que
formularon teorías acerca de las crisis capitalistas que, aunque tampoco fueron del
todo satisfactorias, sí presentan avances notables. Ambos parten de dos premisas
comunes. La primera, se refiere a la tesis de que el capitalismo sufre una
“enfermedad crónica” de insuficiencia de demanda efectiva que propicia, a su vez,
la superproducción de mercancías. La segunda, se refiere a la imposibilidad de
que el capitalismo sea capaz de funcionar ilimitadamente.65
Parecería necesario tratar, en este momento, a los detractores más
renombrados del capitalismo que iniciaron la propuesta socialista; parecería hasta
obligatorio que en una versión crítica del capitalismo, proveniente de los
fundadores del socialismo-utópico, se estudiase a Claude-Henri de Rouvroy
Conde de Saint-Simon, Jean Charles Léonard Simonde de Sismondi, Charles
Fourier y Robert Owen, entre otros. Pero se han omitido debido a que sus
aportaciones teóricas casi no tuvieron influencia sobe el pensamiento económico
en lo que respecta al futuro del sistema capitalista y las crisis recurrentes.
Los escritos de los teóricos del socialismo aparecieron en el periodo inicial de
lucha entre la clase burguesa y proletariado, es decir, a mediados del siglo XIX.
Los creadores de estos sistemas, pronto se dieron cuenta del marcado
antagonismo entre las clases y, de suyo, los elementos que, según ellos,
destruirían a la sociedad dominante. Pero no advirtieron las condiciones objetivas
y materiales de la emancipación de la clase proletaria, ninguna iniciativa histórica
del movimiento proletario, ni las implicaciones del desarrollo de antagonismos.
A lo que recurrieron fue:
En lugar de la acción social tienen que poner la acción de su propio ingenio; en lugar
de las condiciones históricas de la emancipación, condiciones fantásticas; en lugar
de la organización gradual del proletariado en clase, una organización de la sociedad
65
Padilla, E., Ciclos económicos y política de estabilización. México, Siglo XXI, 1967, p. 143.
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inventada por ellos. La futura historia del mundo se reduce para ellos a la propaganda
y ejecución práctica de sus planes sociales.66
En concordancia con Marx y Engels, por ser el proletariado la clase que más
sufre, los escritos socialistas y comunistas utópicos tienen como eje central el
defender ante todo los intereses de la clase obrera. Entre sus postulados se
encuentra el deseo de mejorar las condiciones de vida de toda la sociedad,
incluyendo a los que gozan de mayores privilegios. Por eso, repudiaron cualquier
tipo de acción política o revolucionaria. Dicha descripción de la sociedad futura,
que surge en una época en que los obreros se encuentran poco informados
acerca de su relevancia histórica, pretende guiar la transformación de la sociedad
de manera fantasiosa; continúan soñando con la creación de falansterios aislados
y pequeñas sociedades comunitarias que más temprano que tarde condujeron al
fracaso. Más, la importancia de las obras del socialismo-utópico, radica en que
encierra elementos críticos del progreso capitalista y, a un mismo tiempo, ataca
las bases sociales de la sociedad de su época.
Por lo tanto, en adelante, se tratará de indagar de manera predominante en la
corriente crítica del pensamiento socialista y comunista científico, sobre la base de
la evolución del capitalismo, desarrollado en su mayoría por Marx y Engels.
2.1.1 Producción y reproducción del orden capitalista
De acuerdo a Marx, la reproducción es la primera condición que permite el
movimiento de todas las formas de sociedad. Para continuar con el proceso de
reproducción, resulta necesario que cualquier sociedad produzca constantemente
todos los elementos que le son útiles a la existencia humana. La producción
social, pues, incluye la reproducción; la producción capitalista implica su propia
reproducción y viceversa.67 Pero, para la vida de una forma social específica, no
es suficiente que se produzcan materias primas, medios de producción y fuerza de
trabajo, también es indispensable que se produzca alimento, vestido, calzado y
66
67
K. Marx y F. Engels, op. cit., p. 58.
Véase, K. Marx, op. cit., vol. II, Sección tercera.
Página | 46
otros bienes materiales que satisfagan necesidades humanas. Así, también, bajo
el marco de una sociedad capitalista, es esencial que se reproduzcan las
categorías de trabajo asalariado y capital.
En este sentido, cabe la siguiente pregunta, ¿cuáles son las características
específicas que permiten la reproducción del sistema capitalista? Básicamente,
son tres. La primera, tiene que ver con la separación de los productores directos
de sus medios de producción. Seguido de ésta, la monopolización de esos medios
de producción por una sola clase social, la clase capitalista. Y, finalmente, la
permanencia de otra clase social que, al no poseer otros recursos para subsistir
más que su fuerza de trabajo, debe vender ésta a la clase que monopoliza los
medios de producción.68
Más aún, a partir de las características específicas mencionadas, surge una
nueva pregunta, ¿cuáles son los determinantes generales de la reproducción? El
primero en abordar esta cuestión en la historia del pensamiento económico, y
desarrollar un esquema de reproducción global, fue François Quesnay. En su
célebre Tableau Économique, examinó el proceso de producción y distribución del
producto social en su conjunto partiendo de la noción de reproducción simple. Por
reproducción simple, Quesnay, concebía al proceso de reproducción que se repite
periódicamente y en las mismas proporciones.69 De hecho, como bien señala
Sweezy, Marx fue enormemente influido por la obra de Quesnay a tal grado que
pensaba tomar en cuenta su propio plan para analizar la estructura del
capitalismo.70
Según Quesnay, sólo el trabajo aplicado a la agricultura era productivo y, por
tanto, sólo en ésta se generaba el producto neto o excedente. En su esquema de
distribución estableció que el producto neto se escindía en relación a las tres
clases sociales imperantes en su época: los propietarios de la tierra
68
E. Mandel, Introducción a la teoría económica marxista. México: Era, 1973, pp. 44-45.
F. Quesnay, El Tableau Économique. México: FCE, 1980, p. 38.
70
P. Sweezy, Teoría del desarrollo capitalista. México: FCE, 1977, p. 87.
69
Página | 47
(terratenientes), los que trabajaban la tierra (campesinos y arrendatarios) y la
clase estéril que trabajaba en la industria (capitalistas y obreros).71
Sin embargo, la historia del capitalismo muestra que en la realidad económica
y social son pocos los casos en que se presenta una forma de reproducción
simple. Frente a retrocesos económicos y sociales, la historia testifica un continuo
desarrollo del sistema; lento en ciertos periodos y rápido en otros, pero, a fin de
cuentas ascendente. Marx construyó, aunque sólo con fines prácticos de
exposición, un sistema de reproducción social simple, en el que año tras año el
sistema marcha a través de los mismos causes y sin cambio alguno; conservando,
indefinidamente, las mismas dimensiones. Las condiciones para que dicho
sistema sea funcional se deben a que, por una parte, los capitalistas, deben
reponer anualmente el capital desgastado o usado, y, por otra parte, que el
capitalista emplee todo el plusvalor generado en el proceso productivo (o lo que
llamaron los fisiócratas producto neto) para su atención personal. De igual forma,
también, se requiere que los obreros gasten todo el salario que perciben en bienes
para su consumo (no existe posibilidad alguna de ahorro). El resultado que se
obtiene es el de un sistema que se reproduce al infinito, ya que conserva las
mismas proporciones en sus partes.72 Obsérvese que el hecho de no cumplirse
con las condiciones anteriores, daría lugar a una situación en donde se comience
a producir determinada acumulación de capital o bien se agoten las reservas de
medios de producción.
No obstante, sólo excepcionalmente bajo el capitalismo, el capitalista
consume todo el plusvalor en su atención personal. En el sistema de reproducción
ampliada, el capitalista ya no emplea toda el plusvalor en satisfacer sus
necesidades personales, sino que, generalmente, adiciona una parte importante
de la plusvalía obtenida en el proceso de producción para la compra de más
medios de producción y fuerza de trabajo. Esto es, precisamente, a lo que Marx
llama la acumulación del capital.
71
Ibídem, p. 101.
“Como incremento periódico del valor–capital, es decir, como fruto periódico del capital en
acción, la plusvalía reviste la forma de renta producida por el capital.” K. Marx, op. cit., tomo I, p.
476.
72
Página | 48
En sus propias palabras:
Para acumular, es forzoso convertir en capital una parte del trabajo excedente. Pero,
sin hacer milagros, sólo se pueden convertir en capital los objetos susceptibles de
ser empleados en el proceso de trabajo; es decir, los medios de producción, y
aquellos otros en que pueden mantenerse los obreros, o sea, los medios de vida. Por
consiguiente, una parte del trabajo excedente anual deberá invertirse en crear los
medios de producción y de vida adicionales rebasando la cantidad necesaria para
reponer el capital desembolsado. En una palabra, la plusvalía sólo es susceptible de
transformarse en capital, porque el producto excedente cuyo valor representa
aquella, encierra ya los elementos materiales de un nuevo capital.73
De igual manera, el otro elemento, el elemento objetivo de acumulación
capitalista, consiste en que dado el apremio de acumular; es decir, el apropiarse
cada vez más de plusvalor, conlleva a mayores desembolsos para el capitalista.
La mejor vía posible para acelerar la obtención de plusvalía, es, invariablemente,
implementando los métodos técnicos y científicos más avanzados y eficientes que
permitan la máxima elevación de la productividad del trabajo. La búsqueda
permanente de nuevos métodos de producción vuelve obsoletos a los actuales,
se generalizan, se convierten en la norma de la clase capitalista.
Además, el desarrollo de la producción capitalista convierte en ley de necesidad, el
incremento constante del capital invertido en una empresa industrial, y la
concurrencia impone a todo capitalista individual las leyes inmanentes del régimen
capitalista de producción como leyes coactivas impuestas desde fuera. Le obliga a
expandir constantemente su capital para conservarlo, y no tiene más medio de
expandirlo que la acumulación progresiva.74
Vemos, pues, que en el análisis de Marx, la competencia obliga a todos los
capitalistas a incrementar permanentemente la productividad de sus empresas. De
de lo contrario, si se rehúsa a acumular, éste podría verse arruinado.
Marx, para realizar un primer acercamiento al examen de la reproducción
capitalista, parte de algunas premisas simplificadoras de la compleja realidad, a
saber, a) Que la producción social se realiza, predominantemente, bajo la forma
de producción capitalista. Esto debido a que, como bien sabemos, en el
capitalismo persisten formas alternas precapitalistas de producción que si bien son
73
74
Ibídem, p. 489.
Ibídem, p. 499.
Página | 49
las menores, no dejan de ser importantes; b) En su razonamiento expositivo
inicial, Marx, considera a los valores y los precios constantes. Sin embargo, dicha
simplificación no se aleja demasiado de la realidad y permite comprender la lógica
y esencia del proceso de acumulación; c) Que la plusvalía sólo puede ser creada
en el proceso productivo, en oposición al proceso de circulación del capital. Ésta
es una de las discusiones más importantes, incluso, al interior de la corriente
marxista, no obstante, no se entrará en polémica sobre dichas premisas dado que
es que es uno de los supuestos que se mantienen a lo largo de la investigación.
2.1.2 Pequeña producción mercantil y su posibilidad de crisis
La sociedad de la pequeña producción mercantil se ubicó entre la llamada
sociedad primitiva, fundada sobre las bases de una economía natural, y la
sociedad propiamente capitalista. Entre una y otra sociedad se intercaló un largo
periodo de la historia humana en el que aparecen todas las civilizaciones. Lo que
caracterizó a la pequeña producción mercantil es que en ella ya se reconoce la
producción de mercancías, pero, en su forma simple. 75
En concordancia con Marx, en el primitivo proceso de cambio, cada productor
independiente intercambiaba lo que no necesitaba por lo que necesitaba. El
trueque de productos, que llegaron a practicar las comunidades primitivas, se
puede expresar en la forma esquemática M-M (Mercancía-Mercancía). Es decir,
aisladamente, una mercancía (M) que se intercambia directamente por otra
mercancía (M).76 Aquí, la mercancía-dinero, no tiene facultad alguna para servir
como intermediaria. Sin embargo, el trueque de mercancías, al pasar del tiempo,
resultó en sí mismo un obstáculo para el desarrollo de las relaciones sociales de
producción, ya que el desarrollo de las fuerzas productivas terminó por socavar los
límites de intercambio en las comunidades primitivas; dando lugar a una sociedad
75
E. Mandel, op. cit., p. 42.
Para Marx, la primera forma de la mercancía se presenta cuando quienes actúan en el
cambio se reconocen mutuamente como propietarios privados y, en segundo lugar, cundo se
produce artículos más allá de las necesidades de su propietario. Cf., K. Kautsky, Comentarios al
capital. México: Cultura Popular, 1977, p. 43.
76
Página | 50
de circulación simple de mercancías.77 En oposición al intercambio directo de
productos, trueque, ahora, bajo el dominio de la producción simple de mercancías,
todo poseedor de mercancías requiere de dinero para efectuar una transacción,
puesto que, a medida en que avanza la división social del trabajo, mayor es la
multiplicidad de necesidades.
Alejada del trueque de mercancías, M-M, la fórmula esquemática adquiere una
nueva connotación, M-D-M (Mercancía-Dinero-Mercancía), es decir, vender para
comprar. Dicha fórmula se puede escindir en dos partes. En la primera
metamorfosis M-D, lo que se busca es vender una mercancía (M) para conseguir
dinero (D). La mercancía huye de su propio cuerpo para tomar cuerpo en el dinero.
Para la feliz realización del “salto mortal de la mercancía”, como bien señala Marx,
de su transformación en dinero, es necesario que ésta satisfaga una necesidad ya
sea fisiológica o mental. La segunda metamorfosis, D-M, representa la compra de
una mercancía distinta a la inicial. La consumación del acto, en el mercado,
representa desde la perspectiva del poseedor de la mercancía una venta y, desde
la perspectiva contraria, al poseedor del dinero le reporta una compra.
El acto de venta y compra, digamos entre un sastre que vende el producto de
su trabajo, un traje, y un viñador que produce vino, sólo es posible en términos
cualitativos en la medida en que, la primera mercancía, el traje, no represente un
valor de uso para su propietario. En realidad lo que representa para él es sólo
valor de cambio. Sin en cambio, la segunda mercancía, el vino, sí representa un
valor de uso para él. Simplemente, lo que representa el vino para el sastre es su
utilidad, su valor de uso. Por su parte, el viñador como propietario privado de su
producto, tampoco ve en su producto ni un átomo de valor de uso inmediato, pero
sí al traje. Obviamente nadie cambiaría sus productos si éstos les resultasen
útiles.
El mismo acto que es venta para el sastre es compra para el viñador, por
tanto, podemos decir que la procedencia del dinero es siempre el resultado de una
venta. Pero, ¿en qué se basan nuestros dos individuos para intuir que ambas
mercancías son equiparables cuantitativamente? En nuestro ejemplo, la
77
E. Mandel, Tratado de economía marxista. México: Era, 1969, vol. I, p. 320.
Página | 51
representación monetaria de las mercancías, o sea, el precio, media el cambio de
la magnitud de valor cuyo eje de gravitación es la cantidad de trabajo socialmente
necesario para su producción. Un traje que vende el sastre equivale, por decir de
algún modo, a £ 30. Mismas que equivalen a un barril de vino producido por el
viñador y, por ende, que también equivalen al trigo producido por el campesino.
Efectuada la venta, nuestro amigo el sastre se desentiende de su traje debido
a que se ha liberado de él y ha recibido a cambio el dinero correspondiente. Pero,
como podemos observar, el asunto no se detiene ahí, el sastre necesita comprar
otros productos que le son necesarios a su cotidianeidad. La realización de su
mercancía, ahora, la confronta con el viñador; y, éste a su vez, con el campesino
para obtener el producto de aquél, el trigo.
El planteamiento queda expresado de la siguiente manera:
La metamorfosis total de una mercancía encierra, en su forma más simple, cuatro
extremos y tres personajes. En primer lugar, las mercancías se enfrentan con el
dinero como su forma de valor, forma que posee realidad corpórea y tangible del otro
lado de la raya, en el bolsillo ajeno. El poseedor de la mercancía se enfrenta, por
tanto, con el poseedor del dinero. Pero, tan pronto como la mercancía se convierte en
dinero, éste pasa a su forma equivalencial llamada a desaparecer, forma cuyo valor
de uso o contenido existe del lado de acá de la raya, en otras mercancías materiales.
El dinero, punto final de la primera metamorfosis de la mercancía, es, a la vez, punto
de arranque de la segunda. El vendedor del primer acto se convierte en el segundo
acto en comprador, al encontrarse con un tercer poseedor de mercancías que le sale
al paso como vendedor. 78
Sucesivamente, ocurre la misma transformación de la mercancía con los
demás productores independientes. Una serie de transacciones en que las
mercancías se entrecruzan de manera continua y permanente.
No obstante, el hecho de que en nuestro ejemplo toda venta implique una
compra, no significa necesariamente que se compre al instante de haberse
vendido. Al no existir un contrato social o jurídico que estipule que el que vende
debe estar obligado a comprar de manera inmediata, el que percibe dinero lo
puede guardar o atesorar hasta que le surja una nueva necesidad. En la pequeña
producción mercantil, M-D-M, quedan suprimidos el espacio y la temporalidad que
78
K. Marx, op. cit., tomo II, p. 71.
Página | 52
caracterizaban al trueque. Así, formalmente, el proceso de circulación de las
mercancías se puede interrumpir momentáneamente, pues ofrece la posibilidad de
vender sin tener que comprar, generando así el embrión de las crisis y su
posibilidad teórica. Pero, pese a lo anterior, resulta complicado advertir los efectos
perniciosos que podría provocar el atesoramiento del dinero en las sociedades
precapitalistas. Esto debido a que, en la producción simple, el atesoramiento se
vuelve una practica usual en comparación a las sociedades más avanzadas.
Además, un incremento adecuado de la cantidad de dinero en circulación,
compensaría su escasez relativa.
En palabras de Sweezy, “Parece segura la conclusión de que, excluidos los
factores externos, como las guerras y las cosechas malogradas, las crisis son
posibles pero más bien improbables, o cuando mucho accidentales, bajo la
producción simple de mercancías”.79 En aquellas sociedades antiguas, lo que
prevaleció en su dinámica económica fue un insuficiente grado de desarrollo de la
producción de mercancías (antes y en menor medida durante el siglo XVIII), ya
que los patrones de circulación de éstas eran tan sólo locales y limitadas. Por lo
tanto, las recurrentes catástrofes naturales o sociales que incidieron en mayor
medida en el desarrollo de las crisis precapitalistas, estaban generalmente
asociadas a las guerras, las inundaciones, los terremotos, las sequías y pestes
que asolaban a ciudades enteras.
Una expresión literaria de los testimonios que nos han dejado las civilizaciones
antiguas en torno a las crisis precapitalistas son los escritos pertenecientes a la
antigua Grecia. Sófocles, el poeta trágico, hacia notar en sus obras las
calamidades que asolaban a la ciudad de Tebas después del asesinato del rey
Layo a manos de su propio hijo Edipo. A través de la confesión de un grupo de
suplicantes, con un sacerdote a la cabeza, dirigida a Edipo rey de Tebas, decían:
“Pues la ciudad, como tú lo estás viendo, padece horrible tormenta, y les es
imposible sacar la cabeza del fondo del sangriento oleaje. Se consume en los
frutos muertos de sus feraces tallos, se consume en los rebaños de su pastoreo y
79
P. Sweezy, op. cit., p. 152
Página | 53
en los infecundos partos de sus madres; y, sobre todo esto, un dios armado de
fuego, una peste asoladora ha embestido a la ciudad y la acosa, y va dejando
vacía la mansión de Cadmo, y se llena de lamentos y gemidos el negro infierno.”80
2.1.3 La circulación capitalista y su posibilidad real de crisis
Habíamos visto que, en la circulación mercantil simple, un poseedor de
mercancías vende las suyas propias para obtener dinero y, con el dinero recibido
por la venta, éste la transforma en una nueva mercancía que se consume y sale
así de la circulación. Dado que la finalidad del movimiento es el consumo, o sea,
se vende para comprar, mediante M-D-M podemos apreciar que el dinero
desembolsado por el viñador se gastó de una sola vez, alejándose de una vez por
todas de su antiguo dueño.
En el capitalismo esta forma de circulación de las mercancías se invierte,
cediendo el lugar a una nueva forma de movimiento: comprar para vender.
Mientras que la fórmula de la circulación mercantil simple era M-D-M, la nueva
forma esquemática de la pequeña producción se transforma en D-M-D (DineroMercancía-Dinero).81 “En la primera fase, D-M o compra, el dinero se convierte en
mercancía. En la segunda fase, M-D o venta, la mercancía se convierte
nuevamente en dinero.”82 En la forma simple de circulación, cada trabajador era a
la vez productor, poseedor, trabajaba con sus propios medios de producción y, por
ende, acudía al mercado para vender el producto de su trabajo. Ahora, en la
circulación capitalista, el trabajador al encontrarse disociado de los medios de
producción, ya no es poseedor de las mercancías que él mismo produce y, por
tanto, lo que recibe a cambio de su trabajo es un salario. Bajo el capitalismo, la
mayoría de los bienes y servicios adquieren la forma peculiar de mercancías,
incluyendo los medios de producción y la fuerza de trabajo.
80
Sófocles, “Edipo rey”, en Tragedias. México: Ateneo, 1963, p. 15.
“La producción de mercancías y su circulación desarrollada, o sea, el comercio, forman las
premisas históricas en que surge el capital. La bibliografía moderna del capital comienza en el siglo
XVI, con el comercio y el mercado mundiales”. K. Marx, op. cit., tomo I, p. 103.
82
Ibídem, p. 104.
81
Página | 54
El ciclo que recorre el dinero para convertirse en capital, D-M-D, introduce un
nuevo personaje, el capitalista. Este inicia su carrera desembolsando una suma de
dinero suficiente para comprar, por una parte, medios de producción (MP) y, por
otra, fuerza de trabajo (FT). Al final del proceso de producción (P), el capitalista,
reaparece en el mercado con nuevas mercancías (M’) que busca transformar de
nuevo en dinero (D’).
El siguiente esquema da cuenta del ciclo que debe recorrer el dinero antes de
convertirse en capital:
Por cierto, ¿qué sentido tendría si en la forma D-M-D apareciera tanto al
principio como al final la misma mercancía con valor D? El movimiento de
circulación del capital sólo tiene sentido si la suma con la que se termina el
movimiento es superior a aquélla con la que se empieza, es decir, D-M-D’. Dicha
diferencia cuantitativa se expresa como D’=D+∆D. El incremento que resulta
después de haber cubierto el valor primitivo es a lo que Marx le llama plusvalor;
elemento propulsor del sistema capitalista generado sólo a través del movimiento
del dinero en D-M-D’. “Por tanto, el valor primeramente desembolsado no sólo se
conserva en la circulación, sino que su magnitud de valor experimenta, dentro de
ella, un cambio, se incrementa con una plusvalía, se valoriza. Y este proceso es el
que lo convierte en capital”.
83
El capital, por eso, es de suyo una relación social
que interviene en la expansión del valor, la producción, la apropiación y la
acumulación de plusvalía. Es valor en proceso de reproducirse a sí mismo como
capital y, siendo un proceso, se halla en movimiento. El ciclo del capital describe,
precisamente, dicho movimiento y muestra la manera en que el capital adopta
distintas formas en su ciclo o proceso de reproducción.
Puesto que, y como bien señala Marx, la atención del capitalista se centra en
lo que ocurre con ∆D. El éxito o fracaso de su inversión no se mide únicamente en
83
Ibídem, p. 107.
Página | 55
relación al volumen absoluto de ∆D, más bien, el éxito o fracaso se mide en
función del volumen de ∆D en relación a la magnitud del capital desembolsado
originalmente. La antigua expresión se convierte, ahora, en ∆D/D. A esta relación
Marx le llama tasa de ganancia, objetivo inmediato del capitalista al adelantar su
dinero en la compra de fuerza de trabajo y medios de producción; y, además, cuyo
interés primordial es el de incrementar su magnitud al máximo posible. “Ahora
bien, en lo que concierne a la posibilidad formal de la crisis no hay diferencia entre
la producción simple de mercancías y el capitalismo.”84. Esto es así dado que, de
acuerdo con las observaciones de Paul Sweezy, cualquier interrupción en el ciclo
M-D-M o del capital D-M-D’ puede ser suficiente para iniciar una crisis.
Supongamos, por ejemplo, una disminución en la proporción del porcentaje de
la tasa de ganancia, ∆D/D, por debajo de su nivel ordinario (por el momento no
nos es relevante los motivos del descenso), y, puesto que, el capitalista siempre
está ávido de ganancia, seguramente reconsiderara de manera inmediata la
conveniencia de seguir lanzando su D inicial a la circulación. La trayectoria de la
reinversión de plusvalía o, lo que es lo mismo, la acumulación de capital, se
interrumpe momentáneamente.
Pero, ¿hasta qué punto se detiene la acumulación del capital? La acumulación
se detiene hasta el punto en que la tasa de ganancia vuelve a ser atractiva a los
ojos del capitalista. Mientras tanto, con ello, se interrumpe uno de los tres
eslabones de la circulación del capital D-M-D’ y, por tanto, el ciclo en su totalidad
propicia una nueva crisis en el sistema.
A toda vista, entre los teóricos burgueses modernos, existe la falsa idea de
que las crisis de sobreproducción se deben a un “excesivo” incremento de la
producción de alimento, autos, prendas de vestir y demás mercancías. Ello no
podría ser de otra manera debido a que, las múltiples posturas que han
desarrollado economistas eminentes, evidentemente unas más inteligibles que
otras, giran en torno a los elementos causales que generan las crisis. Los teóricos
de la economía capitalista, asombrados, no cesan de cuestionarse, ¿por qué
periódicamente el sistema se niega a funcionar? ¿Serán simples perturbaciones
84
P. Sweezy, op. cit., p. 157.
Página | 56
accidentales?, o bien, ¿será un problema de distribución del ingreso?
Generalmente, afirman éstos, es imposible que el proceso de reproducción del
sistema se interrumpa a sí mismo, que es imposible todo periodo de dislocación,
que es imposible, en pocas palabras, la existencia de la propia crisis.85
Más bien, el exceso de mercancías es tan sólo relativo y no absoluto, éste
existe sólo si se toma en cuenta que durante las crisis se produce un descenso
importante de la capacidad adquisitiva de los trabajadores, ya que el mecanismo
para recomponer la tasa de ganancia es, por excelencia, la disminución de
sueldos, salarios y personal ocupado.
Por tanto, contrario a lo establecido, el total de mercancías que no consiguen
realizarse sí sobran o exceden, pero no con respecto a las necesidades sociales
de consumo de la población, sino con respecto a la obtención de una tasa de
ganancia ordinaria. De modo que las crisis no son la expresión de la relativa
escasez de mercancías ni de mano de obra, sino, a la inversa, es precisamente la
abundancia de esas mercancías y su imposibilidad de realización una firme
expresión de sobreproducción y crisis capitalista.86
2.2 Dinámica cíclica de las crisis económicas
En el apartado anterior se expuso que, a diferencia de las crisis precapitalistas,
ligadas a la subproducción de valores de uso, en las sociedades capitalistas las
crisis están más bien ligadas a la sobreproducción de valores de cambio. En
donde una masa abundante de mercancías no logra realizar su valor de cambio o,
específicamente, no consiguen venderse a sus precios actuales. Dicha distinción
85
“Los economistas clásicos pensaban que no podían existir periodos persistentes de
superproducción. Si se desplaza la Oferta Agregada o la Demanda Agregada, los precios
reaccionarían flexiblemente para garantizar la venta de la producción de pleno empleo”. P.
Samuelson, Economía. España: Mc Graw Hill, 1996, p. 614.
86
En un análisis sucinto que realiza Boltvinik sobre la teoría marxista de las crisis, basado en
los argumentos de Strachey, señala que: “El concepto básico de la crisis para Marx es la
sobreproducción de capital y de mercancías… no es sobre producción en relación con las
necesidades sino sobreproducción en términos de la generación de ganancias”. J. Boltvinik
(coord.), “La visión marxista de la crisis y la gran crisis del siglo XXI”, en Para comprender la crisis
capitalista mundial actual. México: Fundación Heberto Castillo Martínez A.C., 2010, p. 152.
Página | 57
de ninguna manera resulta irrelevante en el estudio de las crisis, puesto que, de
no hacerlo, se caería en los mismos errores en que incurrieron los economistas de
la doctrina clásica. La incapacidad de aquellos economistas para distinguir entre la
circulación simple de mercancías y la circulación capitalista, los orilló a la falsa
idea de que los posibles elementos que generan la crisis en la forma de circulación
M-D-M también son aplicables a D-M-D’.
De esta forma “la tesis correcta de que las crisis, y la sobreproducción son
improbables bajo la producción simple de mercancías, se convierte en la tesis
falsa de que las crisis y la sobreproducción son imposibles en cualesquiera
circunstancia.”87 Es por ello que Marx, en su obra El Capital, dedicó una parte
importante de su análisis a criticar las propuestas de los economistas
“apologéticos”. En un apartado argumentó que, “Nada más necio que el dogma de
que la circulación de mercancías supone un equilibrio necesario de las compras y
las ventas, ya que toda venta es al mismo tiempo compra, y viceversa. Si con ello
quiere decirse que el número de las ventas operadas supone un número igual de
compras, se formula una necia perogrullada.”88 De manera clara, Marx, desecha y
sepulta de una vez y para siempre de su cuerpo teórico el famoso corolario
propuesto por Say.
Sin embargo, como se explicó más arriba, lo más lamentable para la corriente
de los clásicos, es que a esta idea se adhirieron economistas como J. S. Mill y
Ricardo, quienes cegados por el dogma de la imposibilidad de las crisis anularon
el camino para avanzar en el estudio de una teoría que fuese capaz de determinar
los elementos que propician las crisis del capitalismo.
Marx, por su parte, “Reprocha a la ley clásica de los mercados el hecho de
conceder una importancia tan exclusiva a la interdependencia de la producción y
el consumo, de la oferta y la demanda, hasta llegar a considerarlos como idénticos
virtualmente, a Say y Ricardo, y omitir, por consiguiente, las verdaderas causas
capaces de producir el desequilibrio entre estos elementos, circulación simple y
87
88
P. Sweezy, op. cit., p. 153.
K. Marx, op. cit., tomo I, p. 72.
Página | 58
capitalista”.89 Pero, ¿cuál era la percepción de Marx respecto a las crisis
capitalistas y su forma de manifestarse?
En palabras de Marx:
El curso vital característico de la industria moderna, la forma de un ciclo decenal interrumpido por oscilaciones menores- de periodos de animación media, producción
a toda marcha, crisis y estancamiento, se funda sobre la formación constante, sobre
la absorción mayor o menor y la reconstitución, del ejército industrial de reserva o
sobrepoblación.90
De esta forma, para la teoría marxista de las crisis periódicas, en los periodos
de prosperidad es común que la clase trabajadora goce de salarios mejor
remunerados, y en los periodos de crisis es común que la clase trabajadora
padezca una serie de inclemencias debido al raquítico pago de los salarios. Así, a
los movimientos que experimenta la tasa de ganancia en la industria moderna y,
que a su vez, determinan las distintas modalidades de acumulación del capital, se
ciñen los movimientos del salario.
La dinámica de las crisis económicas, tal y como se ha venido señalando,
constituyen un fenómeno notable de la actividad económica. Generan,
invariablemente, efectos destructivos en cualquier economía en que éstas hagan
acto de presencia. “Las crisis arrasan nuestros hogares, nos arrebatan el pan,
desgarra nuestras esperanzas, nos aniquila, nos azota y nos hunden a centenares
en la miseria, en la misma forma que las fuerzas de la naturaleza aniquilan, azotan
y hunden en la miseria al salvaje”.91
Pero, ¿podríamos afirmar que las crisis presentan un determinado patrón de
comportamiento? y, más aún, ¿las diversas fluctuaciones de la actividad
económica presentan un comportamiento regular y simétrico? En cuanto a la
primera pregunta, es posible advertir que varios estudios acerca del desarrollo
capitalista, inclusive no marxistas, han demostrado que las crisis económicas
poseen un patrón regular de comportamiento, es decir, se presenta en el
89
M. Dobb, Economía política y capitalismo. México: FCE, 1945, p. 117.
K. Marx, op. cit., t. 1/v. 3, p. 787.
91
J. Strachey, Naturaleza de las crisis. México: El Caballito, 1973, p. 17.
90
Página | 59
capitalismo con cierta recurrencia a intervalos aproximados de tiempo. “Los
economistas están de acuerdo en reconocer que no se puede estudiar con fruto la
cuestión del retorno periódico de la depresión económica, así como la cuestión
conexa de las crisis económicas o financieras agudas, sin integrar esta discusión
en el estudio del problema más amplio de los ciclos económicos; por lo que se
entiende un movimiento ondulatorio que afecta el sistema económico en su
conjunto.”92
El arribo al estudio de las crisis, por tanto, no puede realizarse de manera
satisfactoria si omitimos el papel histórico y fundamental de la marcha cíclica de
las crisis capitalistas. En adelante, preferentemente, no habremos de tratar más a
las crisis de manera aislada, sino, por el contrario, como la parte fundamental del
ciclo económico completo que se manifiesta, preponderantemente, mediante la
sobreproducción de mercancías.93
En cuanto a la segunda pregunta podemos señalar que, al observar los
movimientos de algunas series estadísticas de la actividad económica tales como
los índices de la producción industrial, los índices del comercio exterior, los
movimientos de las tasas de crecimiento del PIB, los índices de la inversión
productiva, etcétera; podemos darnos cuenta que el curso que toma cada una de
estas series es discontinuo, o sea, se presenta generalmente a saltos irregulares.
Desde luego que existe otro tipo de indicadores económicos que difieren del
comportamiento de los anteriores, tanto en su longitud como en su variabilidad.
Tales índices son los de la población, las mejoras técnicas de la producción y los
precios, por mencionar algunos que, por lo general, manifiestan una tendencia
92
G. Haberler, Prosperidad y depresión. México: FCE, 1953, p. 245.
Sin duda alguna, el hecho de definir a las crisis de alguna u otra manera, determina en lo
fundamental los resultados que se obtengan en el curso de la investigación. Un ejemplo fehaciente
de ello es la definición de crisis propuesta por Wallerstein, para él las crisis son sinónimos de
“transición” en los sistemas de gran escala que tienden a presentarse en el mediano-largo plazo a
intervalos de entre 100 y 150 años. “Al decir crisis en un sistema histórico no me refiero a las
dificultades coyunturales dentro de un sistema, sino a una tensión estructural tan grande que el
único resultado posible es la desaparición del sistema como tal, ya sea mediante un proceso de
desintegración gradual (que lleve a rumbos impredecibles) o mediante un proceso de
transformación relativamente controlada (enfocada hacia una dirección prevista y por lo tanto con
una situación por parte de uno o varios sistemas)… Ahora estamos viviendo dicha transición al
pasar de una economía-mundo capitalista a algo distinto que tal vez sea un orden mundial
socialista pero, dada la naturaleza de la crisis, no queda más que sugerir las probabilidades de
rumbo.” I. Wallerstein, op. cit., p. 27.
93
Página | 60
secular, llámese ascendente o descendente, mediante movimientos continuos a
través del tiempo.
Queda claro que dichas fluctuaciones de la actividad económica se pueden
clasificar de distinta manera, nosotros, al igual que Estey, para una mejor
comprensión las clasificaremos en dos grandes “bloques”. Por un lado
estudiaremos a las fluctuaciones cuya característica es la de carecer de
periodicidad y regularidad y, por otro lado, estudiaremos a las fluctuaciones
económicas que presentan recurrencia y periodicidad en su trayectoria.
Dentro de las fluctuaciones no periódicas ni regulares se encuentran:
a] fluctuaciones de tendencia. Generalmente, al hablar sobre los movimientos de
series estadísticas que experimentan “cierta tendencia”, se hace alusión a los
movimientos marcados de ascenso o descenso. Por ejemplo, la ley decreciente de
la tasa general de ganancia que descubrió Marx y que, como tal ley, se ha
verificado de manera empírica su tendencia a caer en el largo plazo en la mayoría
de los países altamente desarrollados e incluso en los países de la periferia. Una
posible definición de las fluctuaciones de tendencia es la que se refiere a un
movimiento continuo y prolongado de cualquier actividad en una dirección
conocida durante determinado periodo de tiempo. Sin embargo, también cabe la
posibilidad de que, en el largo plazo, puedan invertir su dirección de descendente
a ascendente y viceversa.
b] fluctuaciones regulares o accidentales. Evidentemente, existen una serie de
elementos externos que alteran la dinámica del desarrollo capitalista y que, a su
vez, carecen de una periodicidad fija. No son fáciles de predecir y, por tanto,
imposibles de erradicar. Ejemplo, son las revoluciones, las guerras mundiales y los
desastres naturales, entre otros, que pueden provocar una alteración en el curso
“normal” del capitalismo. En los hechos, el estallido de grandes conmociones
sociales como las dos guerras mundiales, han demostrado que, en general, al
término de su desarrollo e inclusive durante el mismo, la economía mundial
atraviesa por un periodo de relativa expansión anormal de la actividad económica.
Aunque, después de cierto tiempo, la economía retorna nuevamente a la
contracción que le había caracterizado previamente.
Página | 61
c] cambios estructurales. A veces, los cambios no recurrentes y aislados de la
dinámica económica, se generan a partir de modificaciones orgánicas,
institucionales y jurídicas que repercuten en el propio sistema económico. Así, por
ejemplo, las modificaciones en los objetivos que persiguen las instituciones
repercuten en la eficiencia y desempeño de las políticas económicas (llámense a
éstas publicas o privadas), que se instrumentan y aplican en determinado país. En
éste sentido, también las modificaciones legales y jurídicas impactan de manera
directa en la dinámica interna de la sociedad. “La adopción, por Inglaterra, del
comercio libre en los cuarentas fue un cambio estructural; también la separación
de Rusia de la relativamente incontrolada economía europea después de la
Revolución; la revolución tecnológica de las dos últimas décadas; y así muchos
otros ejemplos.” 94
Dentro de las fluctuaciones recurrentes o periódicas se encuentran:
a] fluctuaciones estacionales. Este tipo de fluctuaciones, a diferencia de las
anteriores, carentes de periodicidad y recurrencia; poseen una periodicidad fija
reconocida y predecible en el tiempo atribuible al ritmo en que se desarrollan las
estaciones del año. Ejemplo de ello son los cambios estacionales que afectan la
producción de determinados bienes agrícolas. De igual manera, algunos bienes y
servicios sufren movimientos similares, llámese los servicios turísticos, la práctica
de los deportes, la producción de cierto tipo de ropa adecuada para cada estación
del año, el consumo de alimentos de temporada y el incremento en la demanda de
combustible, son algunos ejemplos de este tipo de fluctuaciones. Análogamente,
en la vida cotidiana, dichas fluctuaciones se aprecian de manera más sensible.
Por ejemplo, el incremento del comercio en temporada navideña, el pago de
aguinaldos y dividendos, el incremento de la actividad bancaria en las fechas de
pago del servicio de luz, agua, teléfono y de intereses bancarios por uso de las
tarjetas de crédito, entre otros servicios. “La suma de estas influencias directas y
estacionales hacen un total respetable que, cuando ocurren en conjunción con
varias repercusiones en la industria de todo el país, junto con otras causas
94
J. A. Estey, Tratado sobre los ciclos económicos. México: FCE, 1974, p. 18.
Página | 62
similares en todos los países del mundo son, en realidad, capaces de producir
variaciones de corto plazo de la industria fuera de la línea normal de
desenvolvimiento y tendencia.”95
b]
fluctuaciones cíclicas.
Una gran
mayoría
de
series estadísticas,
provenientes de la actividad económica, muestran un comportamiento muy
marcado que, en esencia, presentan diferencias en cuanto a las fluctuaciones que
se mueven en una sola dirección y, también, con respecto a aquellas fluctuaciones
que ocurren de estación en estación. Estas fluctuaciones se caracterizan, más
bien, en cuanto a que sus movimientos se presentan de manera cíclica, es decir,
las distintas fases por las que atraviesa, llámese de crisis, depresión, reanimación
y auge se repiten de manera ordenada en periodos más o menos regulares. En la
vida económica, normalmente, las fluctuaciones cíclicas se observan en los
índices de salarios, los índices de las ventas automotrices, las tasas de interés, la
construcción residencial, las exportaciones y las importaciones de bienes y
servicios y el nivel de empleo, entre otros. Pero, la esencia de las fluctuaciones
cíclicas, se pueden observar más claramente en el comportamiento de la industria
moderna, tal y como se verá a continuación.
Por último, en contraste con las fluctuaciones económicas, en la literatura
económica existe otro tipo de fluctuaciones de más larga duración (las cuales
analizaremos con detalle en la última parte de la investigación). La evidencia
estadística confirma que, en los movimientos de la actividad económica, se
encuentran fluctuaciones regulares con una duración aun mayor al ciclo
económico; a] ciclo de construcción. El factor clave de este tipo de eventos
económicos son las investigaciones hechas sobre los permisos que se otorgan a
las constructoras. Se dice que son ciclos largos ya que su amplitud puede variar
entre los 15 y los 18 años en promedio, y pueden llegar a alcanzar hasta los 20
años. Cifra que representa el doble de tiempo de un ciclo industrial clásico; b]
ondas largas. Estas son fluctuaciones de una duración aún mayor a los ciclos de
construcción. Las cifras estadísticas permiten afirmar que poseen una longitud de
más de 40 años, hasta alcanzar, incluso, una duración promedio de 60 años.
95
Ibídem, p. 20.
Página | 63
2.2.1 Las fases teóricas del ciclo industrial
Dado que nuestro interés es el de definir de la manera más precisa el concepto de
crisis económica, nos encontramos, ahora, en las condiciones propicias para
hacerlo. Sobre la base de la teoría general del ciclo económico, el concepto de
crisis económica, significa un punto de inflexión –llámese superior o inferior– que
señala el paso o cambio de sentido del auge a la depresión.
Lo que resta explicar es, precisamente, el motivo del torcimiento de cada una
de las fases del ciclo económico. Si bien es cierto, el curso que toman los ciclos
económicos dentro del sistema capitalista es indeterminado, cada ciclo económico
se traslapa con el anterior y se fusiona al siguiente. Por tanto, resulta de muy poca
importancia el punto del ciclo que se elija para comenzar con su estudio. Una vez
que se inicia el ciclo, en cualquier parte de las fases que lo componen, se habrá
de seguir ordenadamente la sucesión de puntos por las que atraviesa hasta agotar
el ciclo por completo.
El ciclo clásico industrial capitalista se compone, por regla, de cuatro fases.96
Cada una de las fases se caracteriza por la forma de expansión o contracción de
la producción de mercancías que determina, específicamente, el modo en que se
produce, realiza y acumula la plusvalía. A través de cada una de las fases van
surgiendo distintos elementos que, por sus características propias, modifican la
forma y el comportamiento de cada una de ellas.
La explicación de cada una de las fases se sintetiza a continuación:
a) Auge o expansión: En esta fase del ciclo industrial el proceso de expansión
económico es de orden acumulativo y, normalmente, se generaliza en todas las
ramas de la actividad económica. La clase capitalista, siempre ávidos de
ganancias, incorpora a sus empresas “innovaciones” masivas en los procesos de
producción (mejoras técnicas), e implementan nuevas modalidades en el proceso
de trabajo (capacitación laboral, incentivos salariales de acuerdo a la
productividad, etcétera) que maximizan y vuelven más eficiente las nuevas
técnicas de producción. El florecimiento de las inversiones productivas y,
96
B. Marx, Para comprender la economía capitalista. México: Nuestro Tiempo, 1983, p. 124.
Página | 64
fundamentalmente, el efecto de la restitución del capital fijo (maquinaria y equipo),
propician que el efecto en la demanda de trabajo sea mayor a la oferta. De esta
forma, la acumulación acelerada, se convierte en fuente generadora de mayores
ingresos para los trabajadores y, por tanto, posibilita un mayor poder de compra
en términos reales. Por ello, se dice, en la fase de auge tanto la demanda de
bienes de consumo como la demanda de bienes de producción aumentan de
manera vertiginosa. En tanto que, la creciente demanda de bienes y servicios,
estimula a que aparezcan nuevas inversiones debido a una tasa de ganancia
superior a la ordinaria. Por otra parte, los requerimientos de capital (renta
proveniente del interés financiero) se abaratan gracias a la abundancia de dinero
“liquido” en forma de créditos y, así, refuerza las inversiones productivas y las no
productivas.
No obstante, ocurre lo inevitable, en esta fase se comienza a generar un
incremento ilimitado de la producción. Dado que, el sistema capitalista es un
sistema opuesto a la planificación de la producción, en donde predomina la
anarquía de la producción. De modo que la producción en las fases de auge va un
paso delante de la demanda solvente.
b) Fase descendente o recesión: Es la segunda fase del ciclo. Una de sus
principales características es la de estar relacionada con el estancamiento de las
técnicas de producción debido a que, las expectativas de ganancia, al interior de
las ramas de producción capitalista, son mediocres. Evidentemente, en esta fase
las ganancias son débiles. Los capitalistas que se encuentran por debajo de la
media tecnológica, y los sobrevivientes de la crisis previa, se resignan a obtener
una tasa de ganancia menor a la ordinaria. El pesimismo de la mayor parte de los
capitalistas por las nuevas inversiones, e inclusive las actuales, genera una
recesión profunda del poder global de compra y, junto con ello, una reducción en
la dinámica del mercado interno que deteriora paulatinamente los niveles de vida
de la clase trabajadora.
c) Crisis, inversión del movimiento ascendente o contracción: La fase de auge
no puede continuar de manera perpetua. Pero, si tanto la acumulación del capital,
la tasa de ganancia, el nivel de ocupación y el bienestar de la clase trabajadora se
Página | 65
habían incrementado respecto a la fase anterior, ¿porque necesariamente tiene
que concluir la fase de auge? El crecimiento de empresas capitalistas ilimitado y
desordenado que se genera en una fase previa, sumado a que la producción
crece más que proporcionalmente a la demanda solvente, en conjunto, provocan
un grave desequilibrio entre la oferta y la demanda que, sin duda, se manifiesta en
una irrupción violenta de las contradicciones económicas y sociales del propio
sistema. La crisis se manifiesta, ante todo, mediante una sobreproducción
generalizada de mercancías, abundancia de quiebras de las empresas,
contracción de la producción, aumenta gradualmente la tasa de desempleo y las
remuneraciones de los trabajadores caen nuevamente a su nivel previo o, incluso,
por debajo. El origen del colapso que refuerza la fase de crisis se le atribuye,
principalmente, a la relativa debilidad de la tasa de plusvalía que es rebasada por
el crecimiento porcentual del nivel de los salarios y, también, la restricción de
capital en forma de préstamo (vía elevación de las tasas de interés), lo cuál hace
más caro el financiamiento de las empresas. Ello se traduce en una disminución
importante de la rentabilidad del capital y en el ritmo y volumen de la acumulación.
d) Recuperación o inversión del movimiento descendente: Última fase del
ciclo. Las empresas que han logrado mantener el paso después de una severa
crisis económica se hallan estimuladas por la baja en los costos de producción,
tanto de los costos de una buena parte de materias primas como, principalmente,
de costos laborales y de la disminución del interés del dinero. Mediante una
brusca renovación del capital fijo (aplicación de nuevas técnicas de producción,
básicamente) que incrementa la productividad y abarata la fuerza de trabajo,
propicia que las ganancias comiencen a incrementarse y, en consecuencia, las
condiciones medias de rentabilidad se restablecen y vuelven a ser atractivas a los
bolsillos de los capitalistas. De esta forma, la producción capitalista, comienza a
elevarse de manera paulatina. La acumulación del capital se expande rápidamente
en las ramas con mayor rentabilidad. Decrece la tasa de desempleo, se recupera
la tasa de plusvalía, se reactiva el poder de compra, crece la demanda de bienessalario y medios de producción. Lo cual indica el término de un ciclo y el tránsito
Página | 66
hacia la fase siguiente, el auge. Esta fase, que sucede a la fase de crisis, asegura
la continuidad del ciclo mediante la purga de capital en exceso.
FIGURA 1. El ciclo clásico industrial.
__________________________________________________________________
La línea continua presenta las distintas fases teóricas del ciclo económico con sus
respectivos puntos de inflexión. Como muestra la figura, las fases se caracterizan por
carecer de una forma simétrica en cuanto a su altura y longitud, esto se debe, en gran
medida, a los diversos elementos que actúan sobre cada una de las fases. Por
ejemplo, los efectos de la acumulación de capital sobre el desarrollo de los medios de
producción, que detonan en la restitución y renovación de la formación del capital fijo,
y, el elemento que causa la fricción y el impulso entre ellas, la tendencia a la excusión
relativa de la fuerza de trabajo.
__________________________________________________________________
Fuente: Elaboración propia en base a B. Marx, Para comprender la economía
capitalista. México: Nuestro Tiempo, 1983, capítulo III.
Paradójicamente, Claire Mitchell, a pesar de no pertenecer a la corriente
marxista, considera que el “factor básico” que afecta a la economía y explica la
complejidad de la actividad económica es la perspectiva de obtener ganancias, o
sea, el afán de lucro. Para él, cada ciclo adquiere una forma distinta, no sólo en la
amplitud, sino también en la intensidad y, sobre todo, en la forma en que se
manifiesta en los negocios. Dicha diferencia en cada uno de los ciclos se debe,
según él, a la resultante de un complejo de fuerzas entre las que destacan: “La
situación de las cosechas, la política nacional, los cambios en el sistema
monetario y bancario, las relaciones internacionales, las guerras, la paz, el
descubrimiento de nuevos recursos y métodos industriales y otros muchos
Página | 67
factores [que] afectan favorable o desfavorablemente la perspectiva de obtener
ganancias y por lo mismo tienden a acelerar o retardar el nivel de la actividad.” 97
Tales son las fases que recorre cada ciclo industrial. Sin embargo, conviene
hacer dos precisiones al respecto. La primera es la falsa idea de que la repetición
de los ciclos es mecánica. En realidad, lo que determina la amplitud de cada ciclo,
es la intensidad de la lucha de clases entre capitalistas y asalariados. La marcha
de la acumulación de capital se encuentra en función de la incapacidad o
capacidad de reacción de la clase obrera frente a la envestida del capital. La
segunda tiene que ver con el desarrollo natural de los ciclos, ningún ciclo se
parece a otro, ya que difieren tanto en la intensidad en que se presenta cada una
de sus fases, como en la longitud y en su magnitud.98
2.2.2 ¿Periodicidad fija del ciclo industrial?
Ernest Mandel, en su libro titulado La formación del pensamiento económico de
Marx, enlista una serie de sucesos que acontecieron durante la formulación
detallada de sus opiniones, por parte de Marx y Engels, sobre la marcha cíclica de
la producción capitalista y las crisis de sobreproducción. La revolución de febrero
de 1848 en Francia; la revolución de marzo de 1848 en Berlín; el regreso de de
Marx y Engels a Alemania; la publicación del diario Neue Rheinische Zeitung de
Colonia; la primera insurrección proletaria en junio de 1848, en París; estallido y
derrota de la revolución italiana y húngara; estallido y derrota de la revolución en
Viena; victoria de la contrarrevolución en Berlín; prohibición para continuar
editando y lanzando tirajes de la revista Neue Rheinische Zeitung; expulsión de
Marx y Engels de Alemania; Engels se enlista en la campaña militar levada a cabo
por la democracia pequeñoburguesa llevada a cabo en Alemania en contra de las
tropas contrarrevolucionarias; nuevo exilio hacia Inglaterra.99 En sólo dos años
97
W. C. Mitchell, “Los ciclos económicos”, en G. Haberler, Ensayos sobre el ciclo económico.
México: FCE, 1956. p. 58.
98
B. Marx, op. cit., p. 128.
99
E. Mandel, La formación del pensamiento económico de Marx de 1843 a la redacción de El
Capital: estudio genético. México: Siglo XXI, 1977, p. 70.
Página | 68
transcurrieron todos estos acontecimientos, entre el Manifiesto y la prohibición del
Neue Rheinische, ¡pero vaya que fueron dos años muy intensos!
Posterior a la culminación de su principal obra socialista y comunista, ambos,
se relacionan con lo más áspero de la acción revolucionaria en Europa; criticando
las vacilaciones, debilidades y falta de lógica por parte de la democracia pequeño
burgués. Como todo revolucionario, Marx y Engels depositaron todas sus
aspiraciones en la lucha revolucionaria para transformar al capitalismo.
Para octubre de 1850, Marx y Engels, escriben en la revista Neue Rheinische
Zeitung lo siguiente:
Ante esta prosperidad general en la cual las fuerzas productivas se desarrollan de
manera tan exuberante como pueden hacerlo en el marco de las relaciones
burguesas, no se puede hablar de una verdadera revolución. Tal revolución no es
posible más que en los periodos en los cuales estos dos factores, las fuerzas
productivas modernas y las formas de producción burguesa entran en contradicción
unas con otras… Una nueva revolución no es posible más que después de una nueva
crisis.100
Un estudio de la marcha cíclica de la producción capitalista, señala Mandel,
conserva de manera intacta su valor respecto al pasaje anterior, al menos para la
fase ascendente del capitalismo mundial del año de 1847 a 1867.
Sin embargo, ¿se puede decir que el ciclo industrial posee una duración
específica?, o, en otras palabras, ¿cuánto es el tiempo de duración de cada ciclo
completo? Hasta ahora una buena parte del pensamiento económico les atribuye
una duración aproximada de 7 a 11 años. Ejemplo de ello son los estudios del
economista francés Clement Juglar quien, al igual que Marx y Rodbertus,
estableció dos hipótesis fundamentales para la comprensión de la naturaleza de
las crisis periódicas: a) que las crisis poseen la característica de ser periódicas y
recurrentes, y b) que son inherentes al propio proceso de desarrollo del
capitalismo. Sin oponerse a lo anterior, otro grupo de economistas encabezados
por Joseph Kitchin condujo investigaciones sobre ciclos de más corta duración, los
100
K. Marx y F. Engels, “Revue-Mai bis Oktober”, en Neue Rheinische Zeitung, no. 5to.al 6to,
mayo-octubre, 1850, pp. 317-318. Pasaje tomado de E. Mandel, La formación del pensamiento
económico de Marx… op. cit., p. 72.
Página | 69
cuáles llevan su nombre. Él propuso que la duración aproximada de estos ciclos
1
oscilaba alrededor de 3 a 3 2 años.101
En la teoría marxista, inclusive, la definición de la duración del ciclo industrial
no fue del todo clara al principio. Marx y Engels, basándose en estudios
puramente empíricos de la actividad económica, tales como las fluctuaciones casi
cotidianas de la Bolsa de valores o los concernientes al ámbito financiero,
concluyeron en un primer momento de sus estudios que la duración media del
ciclo industrial oscilaba entre 6 y 7 años. Según comenta Mandel, no percibieron
dos deficiencias importantes en su análisis. “En la Politisch-ökonomische Revue
es la analogía con la duración del ciclo anterior (1843-1847) la que conduce a
Marx y Engels a predecir una nueva crisis para el año de 1852. En los artículos
enviados al New York Daily Tribune son los problemas monetarios los que
desempeñan un papel principal en el diagnostico erróneo.”102 Al darse cuenta de
su error, rectificaron sus primeras conclusiones para señalar posteriormente: “En
el transcurso del estudio de las crisis de 1857-58 [crisis que se extendió a todas
las ramas de la industria] Marx descubrió por vez primera las relaciones entre la
duración del ciclo y la duración de reproducción del capital fijo.”103
Es así como Marx y Engels atribuyen, definitivamente, una periodicidad de 10
años a la duración del ciclo industrial, fundamentalmente asociada a la restitución
del capital fijo. De hecho, Haberler le reconoce a Marx “La idea de que, supuesto
un auge inicial en la construcción de capital [fijo], la reposición del mismo tiende a
adoptar un cuño cíclico, o sea, que las reposiciones presentan un carácter cíclico,
hay que atribuirla a Karl Marx.”104
Así, la longitud del ciclo industrial, queda determinada por el tiempo de
rotación y restitución del capital fijo en cada año. Mientras el capital fijo se
encuentra en acción, sólo se renueva una porción de su valor. Por ejemplo,
Mandel reconoce once crisis de sobreproducción en Gran Bretaña antes de la
Primera Guerra Mundial y nueve en los Estados Unidos posterior a la Primera
101
J. A. Estey, op. cit., p. 26.
E. Mandel, La formación del pensamiento económico de Marx… op. cit., p. 79.
103
Ibídem, p. 82.
104
G. Haberler, op. cit., p. 82.
102
Página | 70
Guerra Mundial, en total son veinte las crisis numeradas desde la formación del
mercado mundial del capitalismo industrial, “las crisis de 1825, 1836, 1847, 1857,
1866, 1873, 1882, 1891, 1900, 1907, 1913, 1921, 1929, 1937, 1949, 1953, 1958,
1961, 1970, y la de 1974-1975…”.105
El uso de las máquinas y equipo durante varios años genera dos situaciones,
a saber, que en primera instancia la edad contable de cada máquina no va más
allá de los 10 años, por tanto, después de esos años, se vuelve inservible y
obsoleta. En segunda instancia, 10 años son los que se requieren para que la
máquina transfiera por completo su valor. En situaciones concretas éstas sólo son
1 1 1 2 2 3
, , ; , ,
renovadas 5 7 10 7 10 10 …, de cada año en uso; lo cuál significa, por lo tanto,
que las máquinas utilizadas en el proceso productivo deberán ser reemplazadas
en 10 años, aproximadamente.106
105
106
E. Mandel, La crisis 1974/1980. México: Era, 1980, p. 44.
Ídem, El capitalismo tardío. México: Era, 1972, p. 107.
Página | 71
CAPITULO
III
__________________________________________________________________
CRISIS DEL CAPITALISMO EN RELACION
A SU PERIODIZACION
__________________________________________________________________
…superadas todas las contradicciones de una vez y para siempre, hemos llegado a la
verdad absoluta, la historia del mundo se ha terminado, y, sin embargo, tiene que
seguir existiendo, aunque ya no tenga nada qué hacer, lo que representa, como se ve,
una nueva e insoluble contradicción. Exigir de la filosofía la solución de todas las
contradicciones no significa otra cosa que pretender que un solo filósofo nos dé lo que
solo puede darnos la humanidad entera en su trayectoria de progreso.
F. Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, cita tomada de C.
Marx, F. Engels y V. I. Lenin, Antología del materialismo dialéctico. México: Cultura
Popular, 1978, p.130.
______________________________________________________________
3.1 Las crisis asociadas a la tasa de ganancia
La cuestión de las crisis periódicas, por antonomasia, es el elemento que ha
propiciado el “gran debate” sobre el destino del capitalismo. Aunque la mayoría de
los economistas presentan argumentos diversos, al final, por diversas razones,
llegan a la conclusión, aunque no del todo explícita, de que tarde o temprano el
capitalismo llegará a su fin. Para la escuela clásica, tal y como se expuso en el
primer capítulo, la tendencia descendente de la tasa de ganancia, representó el
referente más importante del destino del capitalismo.
Para Smith, la razón que lo llevó a anticipar en el largo plazo una disminución
en las ganancias, se encuentra asociada a una saturación de capitales
ocasionada por la competencia al interior del sistema en búsqueda de beneficios
individuales. Por su parte, Ricardo, aunque conserva una parte de los
señalamientos de Smith, asocia la disminución de las ganancias capitalistas a su
teoría de los rendimientos decrecientes de la tierra. Según éste, debido a que la
tendencia del sistema es sembrar y cosechar las tierras cada vez menos fértiles,
sector que provee de alimentos a los trabajadores, los costos de alimentación
tienden a incrementarse y, con ello, el nivel del salario. La relación inversa que
guarda los beneficios respecto a los salarios termina por reducir las ganancias de
los capitalistas y, por ende, a generar crisis en el sistema. Y, finalmente, Malthus,
culpa a la clase trabajadora de generar ella misma los desajustes en el sistema.
Los trabajadores, según él, se reproducen de manera desproporcional con
respecto a la producción de los alimentos; de tal manera que la sobrepoblación en
el mercado de trabajo ocasiona que el nivel de los salarios se reduzca al mínimo
de subsistencia y, con ello, la demanda de bienes y servicios se contraiga. Ello
ocasiona una sobreproducción de bienes y servicios generada por el subconsumo
de los trabajadores.107
En El Capital, a diferencia de los economistas clásicos, Marx realiza un
análisis más profundo y detallado del sistema capitalista. En su principal obra
107
De acuerdo con Mattick, “Malthus observó que en el capitalismo, la demanda de los
trabajadores no podía ser lo bastante grande para permitir a los capitalistas obtener ganancias.” P.
Mattick, Marx y Keynes: los límites de la economía mixta. México: Era, 1975, p. 19.
Página | 72
económica obras se pueden localizar dos líneas de pensamiento estrechamente
vinculadas frente a la cuestión de las crisis. La primera hipótesis está relacionada
a una caída tendencial de la tasa de ganancia en el largo plazo, más de tipo
ricardiano que de Smith, aunque, con mucho, las motivaciones teóricas y
conceptuales se encuentren lejos de las de Ricardo. En la otra línea, para Marx, la
inestabilidad del capitalismo se debe, en buena medida, a la imposibilidad de
realización del valor de las mercancías en el mercado.
Las ideas de Marx, con respecto a las crisis asociadas a la tasa de ganancia,
se articulan de la siguiente manera: El rompimiento en la continuidad del proceso
de circulación en D-M-D’, que precipita las crisis capitalistas, está estrechamente
relacionado a lo que pueda ocurrir con ∆D/D, o, tasa de ganancia. Dado que esta
razón porcentual representa el parámetro fundamental en que los capitalistas
basan su conveniencia inmediata de seguir lanzando su dinero a la circulación, o
bien retenerlo momentáneamente, el hecho de asociar a las crisis periódicas con
los movimientos que experimenta la tasa de ganancia se basa, formalmente, en la
afirmación que presenta en el libro III de El Capital.
En dicha afirmación Marx advierte la posible conexión entre las crisis
periódicas que experimenta el sistema capitalista, y la tendencia decreciente de la
tasa de ganancia:
De otro lado, como la cuota de valorización del capital en su conjunto, la cuota [o
tasa] de ganancia, constituye el acicate de la producción capitalista (que tiene como
finalidad exclusiva la valorización del capital), su baja amortigua el ritmo de formación
de nuevos capitales independientes, presentándose así como un factor peligroso
para el desarrollo de la producción capitalista, alienta la superproducción, la
especulación, la crisis, la existencia de capital sobrante junto a una población
sobrante.108
Lo más probable es que en este pasaje, Marx, pensaba en un descenso de la
tasa de ganancia, atribuible a una composición orgánica ascendente del capital.
Primer principio explicativo de las crisis.
Es imposible soslayar que a medida en que la técnica de producción
progresa, o sea, la tecnología aplicada a los procesos productivos, se emplea una
108
K. Marx, El Capital., op. cit., tomo III, p. 240.
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cantidad relativa cada vez menor de trabajo. Pero, si en la teoría del valor de Marx
el trabajo objetivado, definido, ejecutado con las manos o con el cerebro es la
única fuente de valor, ¿esto quiere decir que las mercancías producidas bajo el
progreso de las técnicas de producción capitalista poseen cada vez menor valor?
En efecto, la principal función de las máquinas perfeccionadas es la de producir
mercancías más baratas y en mayor cantidad de las que produciría un proceso de
producción no mecánico. Por tanto, es posible que las mercancías producidas
contengan menos cantidad de valor por unidad, pero, en cuanto al mayor volumen
producido, el valor se distribuye entre el total de las mercancías producidas.
En lo que respecta a la segunda línea de análisis de Marx, vinculada a las
crisis, Maurice Dobb lo expresa de manera clara al señalar el hecho de que, el
fenómeno de las crisis, está asociado, por una parte, a la llamada “anarquía de la
producción”. Por anarquía de la producción éste se refiere a la contradicción de
una multiplicidad de productores que deciden de manera autónoma lo que deben
producir. Por otro lado, e igualmente asociados al carácter del propio sistema
capitalista, él señala que la “producción no [se desarrolla] con propósitos sociales
conscientemente determinados, sino de lucro.”109
Como sea, ambos aspectos, están ligados estrechamente a los movimientos
que experimenta la tasa de ganancia. Así, el segundo aspecto de las crisis que
argumenta Dobb, adquiere un papel preponderante debido a que la alteración de
la tasa de ganancia modifica, visiblemente, el comportamiento de los ingresos que
percibe la clase capitalista.
Sweezy, por su parte, propone examinar algunos casos representativos del
comportamiento de la tasa de ganancia y sus efectos inmediatos. En el primer
caso, nos dice, si la tasa de ganancia desaparece (g’=0), el incentivo de la
producción capitalista también dejaría de existir. Aunque éste caso es un ejemplo
hipotético en extremo que, seguramente, no se repetiría en la práctica, representa
en todo caso el derrumbe del sistema capitalista; y, debido a sus implicaciones,
por el momento sólo debemos de concebirlo como una posibilidad teórica. En el
segundo caso, señala, si la tasa de ganancia se vuelve negativa (g’<0), de igual
109
M. Dobb, op. cit., p. 83.
Página | 74
manera el incentivo de la clase capitalista dejaría de ser atractivo, ya que los
capitalistas comenzarían a retirar su inversión de la esfera de la producción
(sector real) para trasladarlo a la esfera de la circulación (sector financiero), u,
como opción alternativa, desplazándose de una rama de la producción a otra que
brinde una mayor tasa de ganancia. De cualquier modo, como se ve, se
interrumpe el proceso de circulación del capital y, por ende, sobrevendrían las
crisis de rentabilidad seguidas de sobreproducción de bienes y servicios. En el
tercer caso, y último, hay un descenso de la tasa de ganancia sin llegar a cero
(0≤g’≤0), es decir, que a pesar del descenso, la tasa de ganancia se aproxima a
cero pero permanece positiva.
Ya que la motivación del capitalista no desaparece, Sweezy se pregunta,
“¿hay aún razones para esperar que en cierta etapa, [inclusive sin que la tasa de
ganancia llegue a cero], los capitalistas puedan reducir sus operaciones lo
bastante para provocar una crisis?”. La respuesta es afirmativa. No es del todo
necesario el hecho de que la tasa de ganancia deba llegar a cero o volverse
negativa para generar una crisis, simplemente, se requiere que la tasa de
ganancia experimente un descenso que vaya más allá de su nivel ordinario,
motivo suficiente para que la reacción de la clase capitalista no se haga esperar y
decida retener su capital o, por lo menos, esperar el restablecimiento de
condiciones más favorables o, bien, resignarse a una tasa de ganancia poco
significativa para sus bolsillos.110
3.1.1 La gran contradicción: el apremio por acumular
En el apartado anterior se puso énfasis en el estrecho vínculo que existe entre los
movimientos que experimenta la tasa de ganancia y su repercusión directa en la
toma de decisiones de los capitalistas. Si, por ejemplo, partimos de la premisa
básica marxista en donde la suma total de las ganancias es igual a la suma total
del plusvalor social, nos estaremos aproximando a la estructura más importante
de relaciones existentes en la producción capitalista. Los economistas burgueses
110
Sweezy, op. cit., p. 159.
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se han empeñado en “demostrar” que la ganancia emerge en el proceso de
circulación de las mercancías, en el acto de compra y venta, ya sea que éstas se
vendan por encima, ya por debajo de su valor. Por el contrario, Marx demostró
que incluso cuando las mercancías se venden a su valor de mercado se obtiene
un remanente del cual se apropia el dueño de los medios de producción, el
capitalista. La plusvalía no se produce en el proceso de circulación, sino en el
proceso de producción de las mercancías. El enigma de la plusvalía se resuelve
en el momento en que Marx descubre una mercancía cuya característica es la de
ser fuente de valor, cuyo consumo crea valor. Y, a sabiendas que en la lógica
marxista los valores de las mercancías sólo son creados por el trabajo humano,
entonces, conocemos ahora, la única mercancía que crea plusvalía o, en su forma
transmutada, ganancia: la fuerza de trabajo, cuya personificación se encuentra en
la clase trabajadora.111
Tal es la relación entre la clase burguesa y el proletariado. Esta lucha de
clases, precisamente, forma parte activa de las relaciones sociales antagónicas.
Sin embargo, no es exclusiva del sistema capitalista. En épocas pasadas, por
ejemplo, se enfrentaron hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y
siervos. De igual manera, en la sociedad capitalista, se enfrentan dos clases
sociales, a saber, capitalistas contra obreros, opresores contra oprimidos. Pero,
en un sistema económico tan competitivo, como lo es el capitalismo, en donde se
busca de manera incesante incrementar la productividad social del trabajo, la
lucha por obtener una fracción de la plusvalía se intensifica. No sólo se manifiesta
a través de la lucha entre capitalistas y proletarios, sino también en la lucha entre
capitalistas contra capitalistas y, más aún, obreros contra obreros.
La contradicción fundamental del modo de producción capitalista es, pues, la
que prevalece entre trabajadores productivos y organizadores del proceso de
111
“No hay que olvidar que, al referirnos al valor en la producción capitalista, no se trata
directamente del valor de uso sino del valor de cambio y, especialmente, del incremento de la
plusvalía. Este es el motivo y motor de la producción capitalista, y no deja de ser una extraña visión
de las cosas el que, para obviar las contradicciones internas de la producción capitalista, se niegue
su mismo fundamento al sostener que su producción está destinada al consumo inmediato de los
productores. “D. Bensaïd, Las crisis del capitalismo. España: Sequitur, 2009, p. 52.
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producción.112 Los mecanismos concretos por medio de los cuales se produce la
apropiación del excedente de valor definen las modalidades de acumulación
históricas. En los grandes dominios de la alta Edad Media, las tierras de estos
dominios se dividían en tres partes: las tierras comunales, que forman parte de la
propiedad colectiva, es decir, los bosques, los pantanos, prados, etcétera; la
tierras que el sirvo trabaja para procurar la subsistencia propia y la de su familia;
y, finalmente, las tierras que el siervo trabaja para la manutención del señor
feudal.113 Generalmente, la semana laboral constaba de seis días. La semana
laboral se dividía en dos partes iguales, tres días el siervo trabajaba la tierra que
le procuraba sus propios alimentos y los de su familia, los restantes tres días, sin
percibir remuneración alguna, trabajaba las tierras del señor feudal.114
En el modo de producción capitalista, la estructura de las relaciones de clase
se define, primeramente, por la separación social de los trabajadores de los
medios de producción. Se requiere que los oprimidos se encuentren en la
“libertad” de emplear su fuerza de trabajo. En tanto, los dueños de los medios de
producción, quienes controlan y organizan el proceso de producción, se apropian
“legalmente” de trabajo impago, no retribuido. Para obtener el máximo posible de
plusvalía, la clase capitalista se las ingenia para descubrir los mejores métodos y
técnicas de explotación. Para ello, existen dos formas de apropiación, la
producción de plusvalía absoluta y la relativa. El acrecentamiento de la plusvalía
implica un cambio en la relación de la jornada laboral entre el Tiempo de Trabajo
Excedente (TTE) y el Tiempo de Trabajo Necesario (TTN). Así como el señor
feudal se apropiaba del producto generado por el sirvo de tres días de la semana,
el capitalista se apropia del TTE de una jornada de trabajo, después de haber
cubierto el TTN. La magnitud de la plusvalía puede acrecentarse bien alargando
la jornada de trabajo o acortando el tiempo socialmente necesario requerido para
112
“Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado
las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes
campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el
proletariado.” K. Marx y F. Engels, El manifiesto comunista., op. cit., pp. 28-29.
113
L. Huberman, op. cit., pp. 15-17.
114
Ibídem.
Página | 77
cubrir el valor de cambio de la fuerza de trabajo.115 He aquí el rasgo más general
y distintivo del capitalismo. La búsqueda de la plusvalía, suplemento de valor
ligado a la circulación de mercancías D-M-D’, forma general de circulación del
capital que se convierte en la norma del sistema.
Las relaciones opuestas que encierran el movimiento general del capital y la
acumulación del capital, como se puede apreciar, no es fácil de tratar. Se
encuentran llenas de complejas conexiones antagónicas. La principal obra
económica de Marx, El Capital, de hecho, se encuentra permeada por una
constante dialéctica materialista que oscila entre lo abstracto y lo concreto.
A juzgar de Karel KosiK:
El ascenso de lo abstracto a lo concreto es un movimiento en el que cada comienzo
es abstracto, y cuya dialéctica consiste en la superación de esta abstracción. Dicho
ascenso es, pues, en general, un movimiento de la parte al todo y del todo a la parte,
del fenómeno a la esencia y de la esencia al fenómeno, de la totalidad a la
contradicción y de la contradicción a la totalidad, del objeto al sujeto y del sujeto al
objeto.116
Sólo el descubrimiento de los vínculos que efectúa la mediación entre la
esencia y la apariencia puede traspasar el mundo fenoménico que se presenta
ante los sentidos. La pregunta clave, a la luz del método de análisis de Marx, es,
entonces, ¿cómo traspasar el velo que cubre el fenómeno de las crisis en el
proceso de desarrollo capitalista? Para dar seguimiento a ese cuestionamiento es
necesario reafirmar que el reflejo más nítido del movimiento contradictorio del
capital se presenta en el proceso de acumulación. Dicha cuestión, muestra la
encrucijada del sistema capitalista, a saber, el apremio de la clase capitalista por
acumular de manera acelerada o, de lo contrario, perder sus privilegios y su
condición de clase.117
En resumen, ¿por qué tiene que acumular permanentemente la clase
capitalista? La pregunta, en base a lo establecido con anterioridad, tiene tres
115
Para profundizar en las modalidades de extracción de plusvalía consúltese la sección
tercera y cuarta del tomo uno de El Capital.
116
K. KosiK, Dialéctica de lo concreto. México: Grijalbo, 1976, p.49.
117
“La falta de acumulación de capital puede no causar una caída en la tasa de beneficios.
Pero un capitalismo que no acumula es sólo una posibilidad temporal; es un capitalismo en crisis.”
P. Mattick, op. cit., p. 65.
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respuestas inmediatas. La primera, tiene que ver con la competencia entre
capitalistas. La lucha por obtener una mayor fracción de plusvalía obliga a los
capitalistas a incorporar medios y técnicas de producción más eficientes que
contribuyen a incrementar la productividad social del trabajo. De no hacerlo, éste
puede perecer a consecuencia de sus competidores.118 La segunda, se refiere a
la búsqueda máxima de acrecentamiento de su capital. Cuanto mayor sea el
monto de su inversión, mayor será la cantidad de plusvalía producida. “El
aumento de la productividad, de la plusvalía y la acumulación del capital son un
mismo y único proceso.”119 Y, finalmente, es la propia posición de clase y su
forma particular de organización de la sociedad, lo que le otorga una posición
clave al capitalista. El capitalista es una figura especial en la sociedad debido a
que es propietario y representante legal de los medios de producción. Un
capitalista sólo puede distinguirse de otro capitalista gracias a la magnitud del
capital que representa. Su éxito o fracaso está en función del porcentaje en que
se incremente el capital inicial lanzado a la circulación. De aquí que, el apremio de
acumular, implica apropiarse ilimitadamente de la mayor cantidad posible de
plusvalor.120
3.1.2 La ley económica fundamental del desarrollo capitalista
El interés de Marx, en lo que respecta al desarrollo de la sociedad capitalista, no
radicó en demostrar el funcionamiento de un sistema económico anárquico. Su
interés por el desarrollo capitalista se centró en analizar, al igual que los
118
“Dentro del capitalismo el poder de la producción se somete a un proceso de expansión
casi ilimitado, ya que cada capitalista individual conserva la esperanza de abarcar más mercado y
acrecentar sus ganancias si produce más. El poder de la producción es así ampliado, y no sólo
eso: Los capitalistas buscan además obtener una ventaja competitiva sobre sus competidores en
los diferentes mercados. Esto sólo puede lograrse si los costes son reducidos. En este sentido,
existe un incentivo eficaz por incrementar los niveles de productividad”. E. Altvater, “Un análisis
crítico de la crisis financiera global”, en Mundo Siglo XXI, México: no. 20, primavera, 2010, p. 31.
119
Ibídem., p. 63.
120
“… Los defensores de este sistema, en vez de analizar en qué consisten los elementos que
entran en conflicto, se limitan a negar la catástrofe misma y, no obstante la repetición periódica,
persisten en afirmar que si la producción se ajustara a lo que señalan los libros, nunca habría
crisis. Estos discursos falsean los hechos económicos más evidentes y, sobre todo, hacen hincapié
en la unidad del sistema, obviando sus contradicciones.” D. Bensaïd, op. cit., pp. 53-54.
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fundadores de la teoría economía clásica, los efectos que trae consigo la
acumulación de capital. Pero, a diferencia de sus predecesores clásicos, Marx
descubrió que los incrementos de la productividad del trabajo, basados en el
desarrollo de métodos y técnicas de producción más eficientes, repercuten en un
ascenso inexorable de la composición orgánica del capital.
La composición orgánica del capital, Marx la define como el cociente del
c
capital constante sobre el capital variable. Matemáticamente se expresa como ,
v
donde c representa el valor de la maquinaria y los materiales usados en el proceso
de producción y v representa el valor restituido de la fuerza de trabajo en forma de
salario. Aunque la composición orgánica del capital puede enfocarse desde el
punto de vista de su composición técnica (relación entre los medios de producción
y la fuerza de trabajo), y desde el punto de vista del valor (relación en donde el
capital se divide en sus partes constante y variable), existen vínculos de estrecha
dependencia entre ambos conceptos ya que, en general, los cambios en la
composición técnica determinan los cambios en la composición de valor. Por ello,
únicamente, se denomina composición orgánica del capital. Así, pues, en la
medida que se desarrolla el capitalismo crece dicha relación debido a que el
capitalista industrial aspira siempre a tener una ganancia superior a la de sus
competidores, y, sólo la consigue, mediante una mecanización progresiva de la
producción.121 El mayor efecto del crecimiento de c sobre v no es, en modo
alguno, planeado por el conjunto de los capitalistas. En realidad, es el resultado de
la competencia entre los diversos capitales por la obtención de una cantidad
mayor de plusvalor, del desarrollo de las fuerzas productivas y la predisposición
del capitalista a economizar la mayor cantidad posible de salarios pagados.
Utilizando la notación de Marx en el tercer tomo de El Capital, éste define el
valor de una mercancía M como la suma de elementos M=c+v+p, de donde se
derivan una serie de relaciones.
121
La mecanización de la producción no es otra cosa que la sustitución de obreros por
máquinas más perfeccionadas y eficientes que, con la misma cantidad de trabajo, puede rendir un
volumen mayor de mercancías.
Página | 80
p' 
p
;
v
p  p'*v ;  
c
;
v
g' 
p
n
cv
Siendo g’= la tasa de ganancia;
c= el capital constante;
v= el capital variable;
p= la plusvalía;
p’= la tasa de plusvalía;
n= rotación del capital; y
 = la composición orgánica del capital.
Por manipulación algebraica:
g' 
p
p 1/ v
p/v
p'
n=n
*
 n*
g 
*n
cv
c  v 1/ v
c / v 1
 1
Por lo que la tasa media de ganancia queda expresada como: g=ḡ
La tasa media de ganancia es una función ḡ  f  = (
cociente de ḡ, si
p'  n
, , ). Dado que, en el
  
p’ crece más que proporcionalmente a  , la tasa media de
ganancia tiende a aumentar (  ḡ). A la inversa, si  aumenta más que
proporcionalmente a p’, la tasa media de ganancia tiende a disminuir (  ḡ).
El efecto sobre la tasa de ganancia se vuelve neutral sólo en el caso de que,
tanto los movimientos de p’ como los de  , ocurran en iguales proporciones, o
sea, que Δp’=Δ  . De igual manera un incremento de n, por mínimo que resulte,
acelera la rotación del capital, provocando que se altere el movimiento de la tasa
media de ganancia. Recordemos que, a pesar de que la tasa de ganancia es la
variable fundamental desde el punto de vista del comportamiento capitalista, debe
mirarse, tal y como hizo Marx en su investigación, como una variable dependiente
tanto de la tasa de plusvalía como de la composición orgánica del capital y de la
rotación del capital.
El incremento en la acumulación de capital, incluso de las distintas empresas
capitalistas, que organizan su producción bajo las normas del capitalismo,
determina la dirección de la tasa de ganancia. Ya que si bien, la tasa de ganancia
Página | 81
capitalista se expresa de la forma g 
p'
* n se sigue que, si suponemos a la
 1
tasa de plusvalía constante, así como a la rotación del capital, ante una
composición orgánica de capital ascendente, la dirección de la tasa de ganancia
muestra un comportamiento decreciente. Pero, ¿la tendencia al descenso en la
tasa de ganancia sólo es posible si se supone a la tasa de plusvalía y la rotación
del capital constantes? La respuesta es negativa.
FIGURA 2. Relación inversa entre la tendencia de la tasa de ganancia y la
composición orgánica del capital.
_________________________________________________________________________
La relación paradójica del progreso capitalista se sintetiza en la curva teórica
tendencial de la tasa de ganancia. En la figura, se muestra una situación inicial
subíndice cero entre la composición orgánica del capital (ϴ) y la tasa ordinaria de
ganancia (g’). No obstante, a medida que se incrementa la acumulación de capital,
motivada por la búsqueda de una mayor extracción de plusvalor, la composición
orgánica se desplaza de ϴ0 a ϴ1 propiciando una reducción en la tasa de ganancia
desde g0 hasta g1.
_________________________________________________________________________
Fuente: Elaboración propia en base a K. Marx, El Capital. México: FCE, 1999, tomo
III, sección tercera.
Examinemos más detalladamente: una composición orgánica del capital
ascendente, normalmente, va de la mano con una creciente acumulación y una
creciente productividad del trabajo, en este sentido, todo nos conduciría a esperar
Página | 82
una tasa de plusvalía ascendente y, hasta cierto punto, también a esperar un
ascenso de la tasa de ganancia. Entonces, ¿es falso que la tasa de ganancia
tienda a caer? La evolución tanto de p ' 
p
c
como de  
nos indica que,
v
v
necesariamente, un ascenso en la composición orgánica del capital implica un
aumento en la productividad del trabajo y, por tanto, de la tasa de plusvalía. Lo
cual no implica que, forzosamente, el porcentaje en la tasa de plusvalía crezca en
mayor proporción con relación al porcentaje de la composición orgánica del
capital, ni mucho menos a la inversa. Todo lo que podemos decir es que la tasa de
ganancia tiende a disminuir si el efecto porcentual de la tasa de plusvalía es
menor al efecto porcentual de la composición orgánica del capital, y a la inversa,
la tasa de ganancia tiende a aumentar si el efecto porcentual de la tasa de
plusvalía es mayor al efecto porcentual de la composición orgánica del capital.
Esto es a lo que Marx llama la Ley de la tendencia decreciente de la tasa de
ganancia o, en otras palabras, ley fundamental del desarrollo del capitalismo
(Véase Anexo). Y, con tal ley, intentaba demostrar la existencia de obstáculos
inherentes al sistema capitalista que, en cierta forma, impiden que el curso del
desarrollo capitalista sea ilimitado.122
Adicionalmente, cuando observamos tanto a p ' 
p
c
como a   , es fácil
v
v
reconocer que la evolución de la tasa de plusvalía se encuentra “determinada” por
su misma proporción
p
. Si no hay incrementos sustanciales en p, propiciados por
v
el incremento en la productividad del trabajo, y a menos que el valor de v se
reduzca, tampoco puede haber incrementos sustanciales en p’. La relación
antagónica se puede explicar así: si suponemos que la productividad crece a
ritmos muy lentos, una mayor cantidad de v genera una mayor cantidad de p y, por
tanto, permite que p’ aumente. Pero, a mayores desembolsos de v, menor es la
cantidad relativa de p que el capitalista se apropia. La otra relación antagónica: si
122
“La tendencia progresiva de la tasa de ganancia a bajar sólo es, pues, una expresión
característica del régimen capitalista de producción del desarrollo ascendente de la fuerza
productiva social del trabajo”. K. Marx, El Capital., op. cit., tomo III, p. 215.
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suponemos que la productividad crece, sólo es posible en detrimento de v. Debido
a que v representa el valor nuevo, una reducción en su magnitud propiciaría que p
crezca, pero, decrecientemente. La tasa de plusvalía, necesariamente, se muestra
determinada recíprocamente por sus dos elementos antagónicos, p y v.
Lo contrario sucede con la composición orgánica del capital, ya que
variables
independientes
de
sus
componentes.
Por
ejemplo,
c
c
son
v
puede
incrementarse de manera ilimitada (compra de maquinaria y equipo “ahorrador” de
trabajo) sin que tenga que ver, en modo alguno, con los incrementos de v. Por
eso, Marx al percatarse del curso que toma c con respecto a v, señala que:
El verdadero límite de la producción capitalista es el mismo capital es el hecho de
que, en ella, son el capital y su propia valorización lo que constituye el punto de
partida y la meta, el motivo y el fin de la producción; el hecho de que aquí la
producción sólo es producción para el capital y no, a la inversa, los medios de
producción simples medios para ampliar cada vez más la estructura del proceso de
vida de la sociedad de los productores.123
Por último, resulta necesario señalar que existen otros elementos, no menos
importantes, que repercuten ya a la alza, ya a la baja o anulan el efecto, según
sea el caso, sobre la tasa de ganancia:
1) Abaratamiento de los elementos del capital constante. En la expresión
g'
p
podemos observar el efecto positivo que tiene una reducción en el valor
cv
de los materiales e insumos de la producción c sobre la tasa de ganancia,
2) Aumento de la intensidad de explotación. En esta parte Marx pensaba,
específicamente, en la prolongación de la jornada de trabajo, ya que esta eleva la
tasa de plusvalía aumentando el TTE y, al mismo tiempo, manteniendo fijo el TTN,
3) Depresión de los salarios más abajo de su valor. Esta es una práctica
común del capitalismo contemporáneo, la implementación de políticas contractivas
salariales agresivas provoca que el nivel de los salarios se ubique por debajo del
valor de la fuerza de trabajo,
123
Ibídem., p. 248.
Página | 84
4) Superpoblación relativa. La constante automatización de la producción deja
sin empleo a un considerable número de trabajadores, incrementándose, así, el
“ejercito industrial de reserva”,
5) Comercio exterior. En la medida en que el comercio exterior abarata la
adquisición de materias primas y algunos artículos necesarios para la vida, la tasa
de ganancia tiende a elevarse por el efecto positivo sobre la reducción del capital
constante.
Estos son algunos elementos que contrarrestan o, en algunos casos, actúan
de freno a la “ley decreciente de la tasa de ganancia”. En general, estos
elementos provocan que, en la práctica, dicha ley adquiera tan sólo el carácter de
tendencia en su trayectoria.
3.2 Periodos ondulatorios de ascenso y descenso
Se ha procurado demostrar que la teoría de las crisis de Marx, no es más que una
situación inevitable del modo de producción capitalista. La teoría de las crisis,
asociadas a los movimientos que experimenta la tasa de ganancia, se formula por
medio de una aparente encrucijada: a medida que se expande la acumulación de
capital, más decrece la tasa media de ganancia. Dicha disminución en la tasa
media de ganancia propicia, también, una disminución de la inversión productiva
que, a su vez, genera una reducción del empleo y una menor participación salarial
de la clase trabajadora. Al reducirse la participación salarial, la demanda de bienes
y servicios baja como consecuencia de la inhibición de la demanda efectiva, y,
paralelamente, estalla una nueva crisis de sobreproducción.124
La sobreproducción obliga a los capitalistas a despedir una parte de la plantilla
laboral para solventar los costos en que incurre la empresa. El ejército industrial
124
“En el sistema capitalista, el proceso de acumulación del capital puede llevar a una
sobreproducción. Este proceso de sobreproducción es la base inmanente de los fenómenos
propios de las crisis. La medida de esta sobreproducción la da el propio capital, es decir, la
acumulación sin límite del capital constante y el desmedido instinto de enriquecimiento y
capitalización de los capitalistas; no la da, en modo alguno, el consumo, de por sí limitado, ya que
la mayoría de la población, formada por la población obrera, sólo puede aumentar su consumo
dentro de límites muy estrechos; y, además, a medida que se desarrolla el capitalismo, la demanda
de trabajo disminuye en términos relativos, aunque aumente en términos absolutos.” D. Bensaïd,
op. cit., p. 49.
Página | 85
de reserva se ensancha hasta el punto en que se generaliza el paro laboral y las
huelgas por parte de los trabajadores. Los efectos negativos que se presentan en
la economía sólo se revertirán cuando: a) el paro masivo origine salarios por
debajo de su valor; b) cuando el sistema haya expulsado aquellas empresas que
son “ineficientes”; y, c) una intervención activa por parte del estado para promover
inversiones rentables. 125
Ahora, por tanto, lo que nos ocupa es el comportamiento del sistema
capitalista a través de los periodos largos de desarrollo. Puesto que en orden
sucesivo, más no simétrico, a un periodo de progreso capitalista con signo positivo
le sucede uno de signo negativo. Se puede advertir que también la marcha del
capitalismo en el largo plazo no es recta, sino fluctuante y discontinua.
Ha sido Ernest Mandel126 quien ha elaborado en su forma más completa,
desde nuestro punto de vista, la explicación marxista de los periodos de ascenso y
descenso del desarrollo capitalista denominada teoría de las ondas largas. De
acuerdo con él, el fenómeno de las ondas largas sólo puede ser una teoría de la
acumulación del capital o, si se desea expresar esa misma idea con otras
palabras, una teoría de la tasa de ganancia. Para él, la tasa de ganancia, es,
causa esencial de las variaciones de la actividad económica, de la alternancia de
los periodos de signo positivo y negativo, de la animación y del marasmo
económico y, más aún, de la fortaleza o la debilidad del sistema.
Cuando la tasa media de ganancia, expresada en términos porcentuales,
aumenta en el largo plazo: la acumulación del capital se acrecienta, sube el nivel
de la producción, el comercio local e internacional se reanima y la posición de la
clase obrera se fortalece. A la inversa, cuando la tasa media de ganancia
disminuye, se contrae la producción y, con ello, la acumulación del capital; cierran
cientos de empresas, disminuyen las transacciones comerciales, las conquistas
laborales se erosionan, los nexos del crédito con las actividades productivas se
rompen, se desencadena la banca rota y brota por donde quiera el descontento
social. Así, el movimiento de la tasa media de ganancia, –o lo que es lo mismo, de
125
Cf., M. Castells, La teoría marxista de las crisis económicas y las transformaciones del
capitalismo. México: Siglo XXI, 1978, pp. 19-20.
126
Véase E. Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista. España: S. XXI, 1986.
Página | 86
acumulación del capital– está determinado por los elementos que se contraponen
a su tendencia descendente.
FIGURA 3. Relación ciclo económico y onda larga.
__________________________________________________________________
La propuesta de Ernest Mandel, sobre la teoría de las ondas largas, brinda una
explicación de los diversos periodos históricos por los que atraviesa el Modo de
Producción Capitalista. Su explicación se encuentra asociada a los movimientos de
largo plazo que experimenta la tasa de ganancia, así, cuando las fases del ciclo
económico son predominantemente de auge, se dice que el capitalismo atraviesa por
una onda larga de carácter expansivo de signo positivo; inversamente, cuando las
fases del ciclo son mayoritariamente de crisis, en cuanto a magnitud y longitud, la
etapa por la que atraviesa el capitalismo denota una onda larga contractiva de signo
negativo. Sin embargo, las ondas largas de Mandel, se distinguen de las demás
explicaciones por su doble efecto: endógeno y exógeno. De manera endógena el
sistema económico genera sus propias contradicciones, pero, a la vez, se presentan
factores exógenos que permiten transitar hacia un nuevo periodo de desarrollo
capitalista.
__________________________________________________________________
Fuente: Elaboración propia en base a E. Mandel, Las ondas largas del desarrollo
capitalista. España: S. XXI, 1986, capítulo I.
De cualquier manera, según Mandel, los periodos de signo positivo o negativo
del desarrollo capitalista ocurren, si y solo si, cuando algunos o todos lo elementos
que contrarrestan la caída de la tasa media de ganancia se articulan. Tal es el
cuadro que, lejos de una explicación monocausal del auge y de las crisis
periódicas, las ondas largas son el producto de una serie de fenómenos que se
entrecruzan simultáneamente entre sí para que, en el largo plazo, se presente
Página | 87
dicha fenómeno. Así lo demuestran las distintas series estadísticas de la actividad
económica, tales como la producción industrial, las exportaciones e importaciones
mundiales y las tasas de crecimiento de la producción nacional, entre otras.
De acuerdo con Mandel, los grandes periodos de signo positivo de las ondas
largas nacen de “un brusco ascenso de la tasa media de ganancia”, o sea, cuando
algunos factores o todos aquellos que operan sobre la tasa media de ganancia se
sincronizan de manera virtuosa, por ejemplo, tanto la composición orgánica del
capital, la tasa de plusvalor, o la velocidad de rotación del capital se sincronizan,
superando de esta forma la caída tendencial de la tasa media de ganancia. Dicho
conjunto de elementos actúan de freno y con más vigor respecto al nivel de la tasa
media de ganancia en el periodo previo. Por el contrario, para Mandel, los
periodos de signo negativo de las ondas largas están caracterizados por el
movimiento descendente de la tasa media de ganancia. Por ello, cuando las
fuerzas de contrapeso que actúan sobre la tasa media de ganancia son
relativamente débiles y, cuando sólo opera alguna o ninguna de ellas, da lugar al
inicio de un nuevo periodo largo de signo negativo. En los hechos, esto no es
difícil de verificar, la evidencia empírica demuestra que:
…los marcados ascensos a largo plazo de la tasa media de ganancia,... son los
únicos que nos permiten explicar los marcados ascensos de la tasa media de
crecimiento de la producción industrial y del comercio mundial después de 1848,
1893 y 1940/8, así como, a la inversa,... las sorprendentes bajas del ritmo de
crecimiento económico que se dieron hacia 1823, 1873, en el periodo de entreguerras
durante la primera mitad del siglo XX y a finales de la década de 1960.127
A groso modo, esto es lo que los marxistas denominan ondas largas y, no es
otra cosa que, una extensión del análisis de los movimientos cíclicos recurrentes
que experimenta la acumulación del capital en el largo plazo. Desde luego, los
ciclos industriales clásicos son un componente esencial de las ondas largas, ya
que determinan la extensión y duración de su periodicidad. Cuando se revisan las
series estadísticas históricas, en cualquier país capitalista, resulta que la mayor
parte de las fases del ciclo que componen a la onda larga son mayoritariamente
127
Ibídem, p.12.
Página | 88
de auge, y más pronunciadas con relación a los periodos de crisis. Por el
contrario, cundo se toma el número de los ciclos industriales de una onda larga de
signo negativo, se obtiene que los periodos de auge son más cortos y menos
pronunciados en comparación a los periodos de crisis. <<La “onda larga” sólo es
concebible como el resultado de estas fluctuaciones cíclicas y nunca como una
superimposición metafísica sobre ellas. >> 128
En una de las versiones neomarxistas en boga de estas ondas largas,
paradójicamente, no se nutre del pensamiento marxista ni, micho menos, de la
versión del marxismo ortodoxo diseñada por Mandel. Wallerstein, al analizar las
implicaciones económicas, políticas y sociales de los “treinta años gloriosos” que
comprenden los años de 1940-45 a 1967-73, llega a la conclusión de que este
periodo de expansión económica mundial es compatible con una fase A de un
ciclo de Kondrátiev. Fase que, inclusive, es la más grande que se ha presentado
en la historia del desarrollo del capitalismo. Los elementos que llevan a Wallerstein
a postular dicha aseveración son los siguientes:
Porque en estos años [los treinta años gloriosos] la expansión de la producción fue
verdaderamente colosal. La tasa de urbanización fue verdaderamente fulgurante. El
desempleo mundial llegó a niveles verdaderamente bajos lo mismo que la tasa de
interés. El mejoramiento de las condiciones económicas y el alza de los beneficios
fue manifiesta a todo lo largo y ancho del planeta. Y la posición relativa de las clases
obreras –su bienestar- progresó un poco en todas partes.129
Sin embargo, según él, el final de los treinta años gloriosos estuvo marcado
por dos grandes acontecimientos: En primer lugar, para finales de los años de
1967-73, da comienzo la fase B del ciclo de Kondrátiev, caracterizado por un
estancamiento económico mundial. Y, en segundo lugar, lo que él denomina como
revolución mundial de 1968. De su anterior análisis, Wallerstein obtiene dos
conclusiones: a) que la fase B es la consecuencia lógica de la fase A anterior y, b)
que debido a la alta rentabilidad que ofrecía la producción de mercancías, la
mayoría de los capitalistas entraron al mercado para producirlas y venderlas, lo
128
129
E. Mandel, El capitalismo tardío., op. cit., pp. 119-120.
I. Wallerstein, La crisis estructural del capitalismo. México: Contrahistorias, 2005, p. 62.
Página | 89
cual creó “un problema de sobreproducción clásica: demasiada producción en
relación con los posibles compradores.”130
.
3.2.1 Elementos que subyacen al debate teórico
Las reacciones reciprocas tanto de las fuerzas externas e internas que actúan
sobre determinado sistema económico, indudablemente, pueden presentar
múltiples posibilidades explicativas. De este modo, los elementos que subyacen al
debate teórico de las ondas largas, se han centrado esencialmente en la
interpretación de dicho fenómeno en función de la exogeneidad de los elementos
determinantes en que basan sus teorías, o bien a la endogeneidad. El debate
fundacional, por excelencia, es el de Kondrátiev/Trotsky.
En su hipótesis explicativa del ciclo/onda larga del capitalismo, Kondrátiev
parte, al igual que su discípulo Schumpeter, de la Teoría del Equilibrio General de
Marshall. Ellos construyen un modelo teórico “capaz” de brindar una explicación
de las bases internas del desarrollo de los “ciclos largos”. De esta forma sostienen
que, debido a que el sistema económico regularmente no se encuentra en su
estado ideal de equilibrio, sino que se encuentra en un estado cercano a algún
nivel de equilibrio, es por ello que el sistema se encuentra permanentemente
sujeto
a
fluctuaciones
ondulatorias;
“...las
fluctuaciones
ondulatorias
o
fluctuaciones de la coyuntura de la economía capitalista son procesos de
alteración, ya sea creciente o en disminución, del equilibrio del sistema capitalista,
de desviación ya sea creciente o en disminución de su nivel de equilibrio”. 131
Sin embargo, aunque sus estudios empíricos toman como punto de partida
series estadísticas internacionales grandes, tales como: el índice de precios al
mayoreo, la tasa de interés, los salarios y la producción de carbón entre otros, en
un periodo de aproximadamente 140 años, que buscan validar la hipótesis sobre
“la posible existencia de los grandes ciclos”; no alcanza a probar en modo alguno
las causas que determinan la ciclo/onda larga, ya que se pierden en su “fijación
exagerada en las fluctuaciones de precios y el análisis insuficiente de las
130
131
Ibídem.
N. Kondrátiev, Los ciclos largos de la coyuntura económica. México: UNAM, 1992, p. 54.
Página | 90
fluctuaciones de la producción industrial y productividad”132 y, de igual manera,
omiten injustificadamente los efectos de los movimientos de la tasa de ganancia
en el sistema económico.
Lo que sí puntualiza Kondrátiev son las regularidades que prevalecen entre los
ciclos medios (7-11 años) y las grandes oscilaciones ciclo/onda larga (48-60
años). Por ejemplo, Kondrátiev, a partir de la evidencia empírica, llega a las
siguientes conclusiones:
1) Las grandes oscilaciones pertenecen realmente al mismo proceso dinámico y
complejo en que se desenvuelven los ciclos intermedios de la economía capitalista,
con sus fases principales de expansión y depresión. Sin embargo, estos ciclos
intermedios obtienen cierto sello de la misma existencia de las grandes oscilaciones.
Nuestra investigación demuestra que durante la fase de ascenso de los ciclos largos
son más numerosos los años de prosperidad, mientras que en el descenso
predominan los años de depresión. 2) Durante el descenso de las grandes
oscilaciones, la agricultura sufre regularmente una depresión larga y prolongada.
Esto fue lo que sucedió después de las Guerras Napoleónicas, volvió a suceder
desde principios del decenio de 1870 en adelante y se observo la misma en los años
que siguieron a la primera Guerra Mundial. 3) Durante el descenso de las grandes
oscilaciones, se hace un número especialmente grande de descubrimientos e
invenciones en la técnica de producción y de comunicaciones, que en general son
aplicados en gran escala sólo hasta comenzar el gran ascenso siguiente. 4) Al
iniciarse un gran ascenso, aumenta por regla general la producción de oro, y el
mercado mundial (de mercancías) generalmente crece por la asimilación de países
nuevos y, especialmente, de países coloniales. 5) Es durante el periodo de
crecimiento de las grandes oscilaciones, es decir, durante el periodo de alta tensión
en la expansión de las fuerzas económicas cuando, por lo general, ocurren las
guerras y revoluciones más desastrosas y extremas.133
Estas regularidades, desde luego, no las considera como elementos fortuitos
al sistema, por el contrario, para él son elementos accesorios que se encuentran
subordinados a los grandes ciclos y que no contienen una explicación absoluta de
“las grandes oscilaciones”.
La hipótesis que sostuvo Trotsky fue diferente. En su informe sobre la
situación mundial pronunciado en el Tercer Congreso de la Internacional
Comunista lanza una crítica severa y tajante hacia Kondrátiev, esgrimiendo
básicamente tres argumentos. La primera crítica, se refiere a la errónea analogía
132
E. Mandel, El capitalismo tardío., op. cit., p. 135.
N. Kondrátiev, Los grandes ciclos de la vida económica, en Haberler, G., Ensayos sobre el
ciclo económico. México: FCE, 1956, pp. 48-49.
133
Página | 91
que elabora Kondrátiev entre la noción de ciclo largo y onda larga esto debido a
que, en la mayor parte de su obra, trata de manera indistinguible a los ciclos
clásicos como a las ondas largas. La segunda crítica hace referencia al rechazo
de una explicación monocausal de las fases de auge y crisis, debido a que, según
Trotsky, la “curva del desarrollo exige entre sus determinantes la incorporación de
aspectos de la vida social”.
En palabras de Trotsky:
Por lo que se refiere a las fases largas (de cincuenta años) de la tendencia de la
evolución capitalista, para las cuales el profesor Kondrátiev sugiere, infundadamente,
el uso del término "ciclos", debemos destacar que su carácter y duración están
determinados, no por la dinámica interna de la economía capitalista, sino por las
condiciones externas que constituyen la estructura de la evolución capitalista. La
adquisición para el capitalismo de nuevos países y continentes, el descubrimiento de
nuevos recursos naturales y, en el despertar de éstos, hechos mayores de orden
"superestructural" tales como guerras y revoluciones, determinan el carácter y el
reemplazo de las épocas ascendentes estancadas o declinantes del desarrollo
capitalista.134
La tercera crítica elaborada por Trotsky es la que se refiere a la dudosa
propuesta de Kondrátiev de que el desarrollo del sistema capitalista se caracteriza
por la periódica, monótona y simétrica recurrencia del ciclo/onda larga. Esto lo
rechazamos, al igual que Trotsky, debido a que si así ocurriese, el devenir de la
historia sería una mera repetición perpetua de los fenómenos económicos y
sociales, carente de un desarrollo dinámico. Por consiguiente, al aceptar la
propuesta planteada por Kondrátiev, estaríamos de acuerdo con la falsa idea de
que el capitalismo forma parte del orden eterno de la naturaleza. 135
En sus estudios, aunque Mandel adopta la teoría de Marx, rescata y sintetiza
la postura que sostuvo Trotsky frente a Kondrátiev. No sólo rescata la postura
134
L. Trotsky, La curva del desarrollo capitalista, en Marxismo hoy No. 8, México: Fundación
Federico Engels, 2000.
135
Para Robinson, en una versión reduccionista, “Las diferencias fundamentales entre la
economía marxista y la ortodoxia tradicional radican, en primer término, en que los economistas
ortodoxos aceptan el sistema capitalista como una parte del orden eterno de la naturaleza, en tanto
que Marx lo considera como una fase transitoria entre la economía feudal del pasado y la
economía socialista del futuro. Y, en segundo, en que los economistas ortodoxos razonan en
términos de una armonía de intereses entre los diversos sectores de la comunidad, mientras que
Marx concibe la vida económica en términos de un conflicto de intereses entre propietarios que no
trabajan y trabajadores que nada poseen”. J. Robinson, Ensayos sobre la Economía Marxista.
México: FCE, 1944, p. 11.
Página | 92
metodológica de la interpretación exógena de Trotsky, sino que también subraya,
al igual que Kondrátiev, la importancia de los elementos internos que propician las
ondas largas. En esta revisión, Mandel, subraya la ausencia de cualquier
automaticidad en el paso de una onda de signo negativo, a una de signo positivo.
“Para expresarlo con más claridad: aunque la lógica interna de las leyes de
movimiento capitalista puede explicar la naturaleza acumulativa de cada onda
larga, una vez iniciada, y aunque también puede explicar la transición de una onda
larga expansiva a una onda larga de estancamiento, no puede explicar el paso de
la última a la primera”.136 Es precisamente en este punto, que la incorporación de
los factores extraeconómicos como las revoluciones, contrarrevoluciones, lucha de
clases, guerras de conquista, mundialización forzada del capital, etcétera; juegan
un papel fundamental en los bruscos ascensos de la tasa media de ganancia. Tal
es el caso de “los grandes puntos de inflexión de 1848, 1893 y 1940/48”.
En síntesis, el origen del ascenso es propiciado por elementos exógenos al
sistema, y el determinante del descenso está en función de los elementos
endógenos. Por lo tanto, la teoría que construye Mandel tiene una característica
más que la distingue de todas las otras teorías de las ondas largas: por una parte,
es
esencialmente
una
combinación
singular
de
elementos
endógenos
(composición orgánica del capital, tasa de plusvalía, rotación del capital, etcétera)
y, por otra parte, es una combinación singular de elementos exógenos
(revoluciones, contrarrevoluciones, lucha de clases, guerras de conquista,
mundialización forzada del capital, etcétera.) La suma de ambas partes propicia
que la dinámica económica capitalista presente fluctuaciones largas, de manera tal
que, hasta la fecha, y de acuerdo a diversas series estadísticas, a una onda de
signo positivo le suceda una onda de signo negativo.
Sin embargo, hasta el momento, no existe algún fundamento sólido y
contundente para postular que dichas ondas estén sujetas a una periodicidad fija
(para Mandel son de veinticinco años, aproximadamente). Ni los fundamentos
monetarios, tecnológicos o institucionales brindan una explicación satisfactoria de
la aparición exacta o declinación precisa de estas ondas. No obstante, tanto para
136
E. Mandel, Las ondas largas del desarrollo capitalista., op. cit., p. 18.
Página | 93
Kondrátiev como para Mandel, dichas ondas largas tienen una duración teórica
similar, en total de cincuenta años en promedio. Pero, aunque ambos proponen la
una longitud similar de la onda larga, no concuerdan en los años en que cada
onda comienza o termina. En Kondrátiev, de acuerdo con los métodos de análisis
de datos que realiza, se aprecian los siguientes periodos:
Primer ciclo largo de Kondrátiev
1. Onda ascendente, desde finales de los años ochenta-comienzos de
los noventa del siglo XVIII hasta el periodo de 1810-1817.
2. Onda descendente, desde el periodo de 1810-1817 hasta el periodo
1844-1851.
Segundo ciclo largo de Kondrátiev
3. Onda ascendente, desde el periodo 1844-1855 hasta el periodo
1870-1875.
4. Onda descendente, desde el periodo 1870-1875 hasta el periodo
1890-1896.
Tercer ciclo largo de Kondrátiev
5. Onda ascendente, desde el periodo 1891-1896 hasta el periodo
1914-1920.
6. Probable onda descendente, desde el periodo 1914-1920.
Mandel de acuerdo a sus estudios estadísticos, propone una periodización un
tanto distinta, basada en los movimientos de largo plazo de la tasa de ganancia.
Primera onda larga de Mandel
1. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo
1793-1825.
2. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo
1826-1847.
Página | 94
Segunda onda larga de Mandel
3. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo
1848-1873.
4. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo
1874-1893.
Tercera onda larga de Mandel
5. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo
1894-1913.
6. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo
1914-1939.
Cuarta onda larga de Mandel
7. Onda de signo positivo, tasa de ganancia ascendente en el periodo
1940/45-1966.
8. Onda de signo negativo, tasa de ganancia estancada en el periodo
1967-?
Entonces ¿podríamos decir que la disputa entre ambas teorías, propuestas
por Kondrátiev y Trotsky, radica en la elección “adecuada” de las variables a
estudiar? Ciertamente sí. Cada una de las propuestas elaboradas obtiene
conclusiones en función de las variables que consideran determinantes en estos
movimientos ondulatorios. No obstante, esto es sólo en parte, ya que el principal
problema a vencer es el de formular una explicación teórica sustentada en la
verificación empírica.
3.2.2 Centralidad de los cambios tecnológicos
Un fenómeno tan complejo como el de las ondas largas, que ha suscitado toda
una gama de explicaciones en torno a los aspectos centrales de su origen, no
puede reducirse tan fácilmente, como vimos, a una explicación monocausal. Las
explicaciones fundadas en una sola causa pueden caer en la desconfianza y
Página | 95
descrédito de la mayoría de los economistas científicos. Tal es el caso de las
diversas concepciones de los llamados “economistas de la innovación”, que en su
afán de marginar el papel determinante de la tasa de ganancia en la manifestación
de las ondas largas, han confundido permanentemente los factores de causalidad
con los factores sintomáticos.
Schumpeter, en su Análisis del cambio económico, parte de los “aspectos
más característicos” de la sociedad capitalista, descartando la posibilidad de que
las perturbaciones al sistema económico, tal como las guerras, la legislación, los
cambios en las cosechas, etcétera, todos ellos factores externos, sean capaces de
explicar el proceso “cíclico rítmico” del sistema.137 Por ello, Schumpeter, en su
hipótesis principal, señala que las causas suficientes de fluctuaciones económicas
se basan en los cambios tecnológicos; “... la presencia o ausencia de una
fluctuación [de orden tecnológico] inherente al proceso económico en el tiempo es
práctica y científicamente el problema fundamental y único que va a considerarse
en este trabajo.”138 Basta señalar que, para él, la ausencia de las innovaciones en
el sistema arrastra a éste hacia un estado estacionario que se repite
invariablemente a través del tiempo. Así, tanto la ganancia como el interés
financiero, estarían ausentes del análisis de la corriente circular (la corriente
circular es similar a lo que Marx llama la Reproducción simple del capital.)
Sin embargo, nos dice, la principal virtud del capitalismo no es la de
permanecer en un nivel estático o estacionario, sino dinámico. La ruptura con el
estado estacionario se presenta como la suma de “numerosos factores”: En primer
lugar, está la capacidad de las posibles acciones que tomen los empresarios para
introducir en la economía nuevos productos o bienes de calidad diferenciada. En
segundo lugar, se refiere a la introducción de, por lo menos, un nuevo método de
producción capaz de explotar mercados poco explorados o, simplemente, buscar
nuevas formas de producir un bien o servicio. Y, en tercer lugar, se refiere a la
137
J. Schumpeter, “Análisis del cambio económico”, en Ensayos sobre el ciclo económico., op.
cit., p. 19.
138
Ídem, Teoría del desenvolvimiento económico. México: FCE, 1957, p. 256.
Página | 96
apertura de nuevos mercados, en donde la producción de las nuevas industrias no
ha podido insertarse, o bien no habían tenido nunca acceso.139
Según Schumpeter, las innovaciones nunca se encuentran distribuidas de
manera uniforme, esto debido a que hay una fuerte resistencia por parte de los
empresarios a introducir mejoras técnicas, ya que las viejas rutinas resultan más
cómodas que las nuevas. No es sino hasta que surgen “personalidades
innovadoras”, al tanto de los negocios, que confían en la puesta en vigor de un
nuevo invento capaz de explotar en el mercado. En la prosperidad, las nuevas
personalidades innovadoras deben vencer a la oposición de los trabajadores por la
no-implementación de nuevas tecnologías. Sólo hasta que se vence la resistencia
hacia las tecnologías, tanto por empresarios como por trabajadores, las
innovaciones se implementan en forma de “oleadas”, primero unos cuantos,
después más, y luego grandes multitudes que producen, a la par, nuevas olas de
progreso.
En el caso contrario de la prosperidad, el proceso de la depresión, se hace
notar debido a que la llamada “agrupación de las innovaciones”, que ponen a
andar el desarrollo económico, trae consigo la propia decadencia. Un desfase
entre el tiempo requerido para la fabricación de medios de producción y la nueva
cantidad suplementaria de productos acabados irrumpe en el mercado. Al entrar
de forma simultanea, las nuevas innovaciones y las que ya existían en el mercado,
el sistema se abastece en exceso. Tarde o temprano, la masa de nuevos
productos, ejerce presión en el mercado provocando tensiones deflacionarias que
disminuyen las perspectivas de las ganancias y, con ello, el ritmo de las
innovaciones.
En palabras de Aftalion, este mecanismo de sobreacumulación, es, para
Schumpeter, el factor fundamental del “movimiento cíclico.
Si para remediar la insuficiencia de calor en una habitación se aviva el fuego de la
estufa, habrá que esperar cierto tiempo hasta que se consiga la temperatura
apetecida. Como el frío persiste y el termómetro lo señala, parece que lo normal sería
arrojar más combustible, si la experiencia no nos enseña otra cosa. Se acumularía
más combustible, sin tener en cuenta que el ya empleado es más que suficiente para
139
Ibídem, p. 77.
Página | 97
producir un calor insoportable cuando todo se avive. Dejándose guiar por la
sensación de frío actual y por las indicaciones simultaneas del termómetro, se
calentará con exceso la pieza”.140
Aunque acertadamente Kondrátiev señala, a partir de todo un instrumental
estadístico, que las invenciones técnicas no son parte “... de las causas, sino de
las características del curso de los ciclos largos.” No está exento de toda crítica,
ya que relaciona indebidamente, al igual que Schumpeter, el origen de los
ciclos/ondas largas con la aplicación de las innovaciones técnicas. El curso de las
innovaciones técnicas, según Kondrátiev, “aproximadamente, de dos decenios
antes del inicio de una onda ascendente de un ciclo largo se observa una
animación en la esfera de las invenciones técnicas. Antes de y durante el mismo
inicio de una ola ascendente se observa una amplia aplicación de estas
invenciones en la esfera de la práctica industrial, vinculada con la reorganización
de las relaciones de producción.”141
La primera crítica a Kondrátiev, así como a Schumpeter, en cuanto a la
simultaneidad en la aplicación de las innovaciones técnicas y el comienzo de una
onda larga de signo positivo, se refiere a que una innovación técnica de gran
envergadura, en forma de oleadas; implica una sustitución radical de las
tecnologías en todas las esferas capitalistas, tanto de producción como de
circulación. Sin en cambio, en la práctica, la implementación de las nuevas
tecnologías no es algo del todo planeado por la clase capitalista, en conjunto, sino
que se instala de manara gradual en las diversas esferas capitalistas hasta
generalizarse. La segunda crítica, derivada de la primera, se debe a que las
innovaciones a gran escala difícilmente puede ocurrir durante una onda larga de
signo negativo, debido a que “las expectativas de ganancia son mediocres”142. Es
decir, una gran mayoría de empresas capitalistas, que atraviesan por los efectos
de una onda negativa, antes de desembolsar una cantidad de dinero importante
en nuevas tecnologías que procuren la obtención de una plusvalía extraordinaria,
prefiere agotar hasta el límite la obtención de plusvalía absoluta, basada en la
140
Aftalion, Les crieses périodiques de surproduction, vol. II, p. 361, en
Prosperidad y depresión, op. cit., p. 133.
141
N. Kondrátiev, Los ciclos largos de la coyuntura económica., op. cit., p. 39.
142
E. Mandel, Las ondas largas…, op. cit., p. 22.
G. Haberler,
Página | 98
extensión del tiempo de trabajo excedente, ya que el costo de implementar nuevas
tecnologías, en un primer momento, es superior al beneficio.
Tal es la desazón con la teoría de la innovación de Schumpeter con respecto a
la teoría marxista, en especial con el pensamiento de Mandel. El último, incorpora
al análisis de las ondas largas la noción de las revoluciones tecnológicas, pero, sin
conceder la interpretación de Kondrátiev y Schumpeter. Para Mandel, las
revoluciones tecnológicas son un elemento adicional de las ondas largas que
coadyuvan a que éstas tomen impulso y mantengan su tendencia durante un largo
periodo. Aunque, sin duda, las innovaciones tecnológicas se implementan en
mayor medida durante una onda larga de signo positivo, no son sino los
movimientos de largo plazo de la tasa media de ganancia los responsables de los
periodos de ascenso y descenso que experimenta el sistema capitalista. 143
Recientemente, Amin, economista africano perteneciente al grupo de los
neomarxistas, se ha ocupado de estudiar “la problemática” de los ciclos largos en
el capitalismo. Para él, basado en las evidencias empíricas elaboradas por Joshua
Goldstein, la expansión del capitalismo carece de regularidad. En su hipótesis
sostiene que la expansión vista desde un enfoque histórico se puede comprender,
inclusive, al margen de los ciclos. Por ello, nos dice, “Ningún fenómeno social, y
quizá ni siquiera cultural, se desarrolla de manera regular, continua e indefinida.
Ocurre lo mismo con la expansión capitalista, cuyas fases de crecimiento rápido
alternan con momentos de reajuste difíciles, que dejan en el lector de series
históricas la impresión de una evolución por ondas largas”.144
Para validar su hipótesis, Amin, se apoya en dos argumentos. El primero tiene
que ver con la manera en que concibe los movimientos de las fases por las que ha
atravesado el capitalismo. Dichas fases, que se suceden a través de movimientos
alternos, sólo pueden explicarse con base en las propias contradicciones que
guardan entre sí.
Así, las contradicciones que se encuentran en la fase de
143
“Mi propia contribución a la formulación de una teoría marxista de las ondas largas en el
desarrollo capitalista ha sido mal interpretada. Algunos críticos la entendieron como una
“explicación tecnológica” de estas ondas largas. La idea de que las revoluciones tecnológicas –de
las que distingo tres desde la revolución industrial– son la causa de ascensos a largo plazo de la
tasa media de crecimiento industrial no se corresponde en absoluto con mi análisis”. Ibídem, p. 8.
144
A. Samin, op. cit., p. 72.
Página | 99
impulso detonan en crisis, obligado a reajustes que permiten una nueva fase de
auge. En el segundo concibe a la expansión fuera de un tratamiento convencional.
Por ende, argumenta, la expansión no debe de reducirse exclusivamente a la
medición de magnitudes económicas como la producción, los precios, ingresos,
beneficios, comercio exterior, etcétera. Ni tampoco a los conflictos sociales como
las guerras, las oleadas de innovaciones tecnológicas, etcétera; ya que, para
Amin, la dificultad proviene al momento de fusionar ambas explicaciones, la
convencional y la social, en una sola teoría. De aquí desprende su idea de que las
fases no necesariamente implican admitir una teoría del ciclo.
Goldstein y Amin, de acuerdo a la síntesis de los trabajos propuestos por el
primero, establecen cuatro ondas de auge y crisis capitalista de medio siglo cada
una de ellas.
1. 1790-1814 Auge
1814-1848 Crisis
2. 1848-1872 Auge
1872-1893 Crisis
3. 1893-1914 Auge
1914-1945 Crisis
4. 1945-1968 Auge
1968…
Crisis
En plena concordancia con su hipótesis inicial, Amin concluyen que el estudio
de las ondas largas, asociadas al movimiento de la inversión en la producción, de
ningún modo obliga a adherirse a la teoría del ciclo. 145 En todo caso, en adelante
se aprecia, tal y como Amin lo reconoce, su inclinación por aceptar la propuesta de
Kondrátiev, en oposición a la de Trotsky, por considerar a las innovaciones y
algunos factores políticos como elementos centrales explicativos de las ondas.
Reconoce que la primera onda se encuentra relacionada a la revolución industrial,
las guerras de Revolución y la dominación de un imperio; la segunda la relaciona
con el descubrimiento del ferrocarril y la unificación alemana e italiana; la tercera
al descubrimiento de la electricidad y el imperialismo colonial y, finalmente; la
cuarta onda la relaciona con la reconstrucción y modernización de Europa y
Japón, además de lo que él llama la “civilización del automóvil”.
De todo esto propone dos tesis para analizar la dimensión económica y social
del capitalismo. La primera tesis, según Amin, es la de construir un modelo
145
Ibídem, p. 76.
Página | 100
económico con la característica de autogenerar un ciclo económico monótono que
contenga principalmente dos mecanismo: el multiplicador y el acelerador
económico; además de incluir, para mejorar el modelo, un ciclo de respuesta del
crédito y de variaciones relativas del salario real y del comportamiento de las
ganancias. La segunda tesis, que comparte con Baran, Sweezy y Magdoff, tiene
que ver con el análisis de las tendencias más profundas del sistema económico
capitalista. Para él, el modo de producción capitalista se puede expresar mediante
una contradicción social inmanente que conlleva al sistema a una tendencia
permanente de “producir más de lo que puede consumir”.146
146
Ibídem, pp. 73-74.
Página | 101
________________________________________________________________________
CONCLUSIONES
________________________________________________________________________
¿Por qué elegir la teoría de Karl Marx como eje central para explicar las crisis
periódicas de la economía capitalista? No es casual que las crisis económicas por
las que ha atravesado el capitalismo, causando severas dislocaciones en sus
estructuras de reproducción, de alguna u otra manera hayan incidido en el
pensamiento económico de cada época. Al parecer han sido
los elementos
coyunturales presentes en cada crisis, los encargados de determinar el dominio de
tal o cual teoría. Aunque la mayoría de las hipótesis sobre las crisis parten de
premisas distintas, poseen una característica en común, todas intentan explicar
sus posibles motivaciones para reestructurar los mecanismos de extracción de
plusvalor. Sería erróneo decir, por tanto, que unas teorías son buenas o malas o
que, por la época en que fueron elaboradas, han perdido su vigencia explicativa o,
simplemente, refutar su validez a partir de juicios de valor cargados de ideología.
No obstante, en determinados momentos históricos cruciales, en los que lo
anormal se convierte en lo cotidiano y la lucha de clases se intensifica, es cuando
las tesis de Marx parecen resurgir de las cenizas. Su crítica profunda de la
economía política, lejos de conservar el aparato teórico conceptual de sus
predecesores, encuentra la posibilidad objetiva de transformarse en un discurso
revolucionario, y no necesariamente porque en cada fase de crisis prevalezca una
lógica automática de fenómenos que se entrecruzan, sino en cuanto que las crisis
del sistema confirman sus propias contradicciones y evidencian sus límites
históricos. Con esto no se pretende decir que en las obras de Marx se encuentra
la última palabra sobre las crisis. Pero, la coherencia interna de sus argumentos y
su verificación al ser contrastados en la práctica, hacen de la teoría de Marx digna
de estudiarse con toda la seriedad posible.
Como todo fenómeno natural, los determinantes de las crisis se encuentran en
constante movimiento. De hecho, el tratamiento que les brinda Marx en sus obras,
abarca distintos niveles del proceso de conocimiento. Parte de las expresiones
más abstractas hasta llegar a su forma concreta de manifestación, pero sin perder
Página | 102
de vista las relaciones de causa y efecto. Esto último es precisamente lo que
constituye el campo de la polémica. Los elementos causales de las crisis, el
carácter de su periodicidad, las contratendencias, sus efectos en la sociedad, y la
manera en que se manifiestan, forman parte de la discusión académica.
Para analizar el fenómeno de las crisis, en su obra de El Capital, Marx
comienza por analizar el proceso de circulación simple de mercancías. En este
movimiento se expresan las contradicciones del capitalismo, es decir, la
contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio, el trabajo y el capital. De
esta manera, la producción social aún sin ser del dominio capitalista, presenta de
sí la posibilidad de generar crisis. La interrupción de su metamorfosis denota la
imposibilidad de realización de las mercancías. Al pasar de una posibilidad a su
forma desarrollada, cuando la producción capitalista domina las relaciones
sociales de producción, las crisis se despojan del velo que las cubría. La desnudes
de sus formas concretas permite observar su intima naturaleza.
El hecho de poner al descubierto los elementos causales de las crisis, le
permitieron a Marx formular las leyes de su comportamiento basadas en el
proceso de producción y acumulación del capital. Así, pues, la acumulación del
capital permite que una clase social minoritaria de capitalistas no sólo acreciente
su capital, sino que lo expanda a través del tiempo. Sin embargo, el proceso de
acumulación, necesario para el progreso del sistema capitalista de producción y
reproducción del orden económico, degenera en crisis periódicas. ¿Cómo es
posible, entonces, que al progresar la economía capitalista genere internamente
de vez en vez fases de crisis? Marx tenía bien claro que la palanca de desarrollo
del capitalismo era, y continúa siendo, el incremento acelerado de la productividad
social del trabajo. Pero, el crecimiento de la productividad, generalmente se
encuentra asociado a la innovación de las fuerzas productivas (en el rubro de
medios de producción). Al desarrollarse las fuerzas productivas bajo el dominio de
la producción capitalista, los procesos de producción se vuelven menos
demandantes de fuerza de trabajo, ya que la automatización productiva requiere
de menos trabajadores para controlar las máquinas. Esta tendencia a la
Página | 103
disminución relativa de fuerza de trabajo, ocasionada por la restitución del capital
fijo, se ve acompañada de una disminución relativa de plusvalor.
De modo que, si en la teoría marxiana, la única fuente del plusvalor se
consigue mediante la explotación de la fuerza de trabajo, al verse reducida la
participación de la clase trabajadora en la producción de igual manera lo hace la
plusvalía. Y dado que la plusvalía, forma transmutada de la ganancia y motor del
capitalismo, decrece; la acumulación del capital se ve interrumpida por nuevas
crisis de sobreproducción.
Las crisis de sobreproducción encuentran su más firme expresión en la
existencia de una masa abundante de mercancías que no pueden realizarse en el
mercado. Sin embargo, el exceso de mercancías no se encuentra en relación a las
necesidades sociales, ya que las necesidades sociales son ilimitadas; más bien el
exceso de mercancías se encuentra en relación a una tasa ordinaria de ganancia
que espera obtener el capitalista. Cuando el capitalista coloca sus mercancías en
el mercado, no lo hace con la intención de venderlas a su precio de costo. Su
atención se centra en la posibilidad de obtener la máxima tasa de ganancia. Este
es realmente el incentivo para que el capitalista no deje de producir. Así como la
clase trabajadora no puede dejar de laborar por el temor de verse al borde de la
inanición, de igual forma la clase capitalista no puede dejar de producir pues de lo
contario perdería su lugar privilegiado en la sociedad.
El problema de la sobreproducción, pues, se encuentra planteado en un
primer momento en sus formas fenoménicas. La expresión concreta del fenómeno
de las crisis permite observar que las empresas capitalistas poseen un arsenal
gigantesco de mercancías sin poderse vender. Se puede observar un enorme
ejército industrial de reserva desempleado. Además, el comportamiento cíclico del
sistema, medido a partir de las variables reales de la economía (precios,
producción, consumo, exportaciones, importaciones, el movimiento de la inversión
productiva, etc.) manifiestan tan sólo lo superficial del fenómeno. Para penetrar en
la esencia del fenómeno de las crisis se debe de abstraer de sus particularidades
concretas. Al despojar al fenómeno de sus propiedades corpóreas lo que queda
son los movimientos de la tasa de ganancia.
Página | 104
La tasa de ganancia, de por sí, es un indicador económico-social que sintetiza
la tendencia del sistema, ya a la alza o a la baja. Su función principal es la de
regular el comportamiento de los productores y de la producción social. Dada la
importancia de dicho indicador, los esfuerzos de los expertos en economía se
traducen en la búsqueda de mecanismos que permitan acrecentarla lo más alto
posible. Por ello, lejos de creer que las crisis asociadas a la tasa de ganancia
representan un problema, lejos de creer que son perniciosas a su funcionamiento,
las crisis son fases de la economía en las que se expulsa a los capitales
ineficientes, es decir, se destruyen aquellos capitales que no logran obtener
siquiera una ganancia media. Las crisis constituyen, así, una necesidad intrínseca
en la naturaleza del capitalismo, ya que al superarse elimina de manera temporal
las contradicciones del sistema.
Pero, bajo los argumentos vertidos arriba, parecería que las crisis son el
resultado de movimientos mecánicos que actúan de contrapeso a los momentos
de dislocación en la economía. Nada de eso. La visión circular del desarrollo del
capitalismo, tan pregonada por Schumpeter y sus seguidores, pierde su capacidad
explicativa ante una visión histórica del desarrollo capitalista. Las fases
prolongadas de ascenso y descenso del desarrollo del capitalismo lo que
evidencian es una fuerte presunción de que, a lo largo de su historia, se generan
mediante saltos bruscos de la actividad económica. Las ondas largas del
capitalismo, entre sus herramientas de aplicación, tienen el poder de dividir en
segmentos la realidad económica, por ejemplo, sea a través del tipo de
organización del trabajo que se implementa en las diversas ramas de la
producción, del grado de desarrollo de la ciencia y la tecnología aplicada a los
procesos productivos, la intensificación de la lucha de clases, etc.
La tasa de ganancia, componente más dinámico de las ondas largas, nos
indican el grado de sincronización de los factores que operan sobre la tasa media
de ganancia. Además, la singular mezcla de elementos internos y externos la
convierten, sin duda alguna, en la explicación más importante producida bajo el
esquema teórico marxista. En cuanto a sustento teórico se refiere, no hay motivo
alguno para sospechar de su existencia. Las ondas largas son teóricamente
Página | 105
demostrables y estadísticamente verificables. Su esencia y soporte radica, no en
mitos o dogmas de fe sino, simplemente, en el curso de la tasa media de ganancia
en el largo plazo, los movimientos decenales que experimenta la industria
capitalista, la intensificación de la lucha de clases, y, por supuesto, en la aplicación
de técnicas de producción que, en conjunto, coadyuvan a que éstas tomen
impulso y se mantengan por largos periodos. Como se ve, en ello no hay nada de
enigmático, toda vez que es en la propia industria, según lo expuesto por Marx, en
donde se produce la ganancia.
Tan sólo en apariencia, los periodos amplios de fluctuación de la actividad
económica, llámese de signo positivo o negativo, están determinados por el tipo
de políticas económicas que se implementan en cada país o región. Así, por
ejemplo, en el periodo “dorado” del Estado benefactor de corte keynesiano
(después de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de le década de los
ochenta) se implementaron en la mayoría de los países capitalistas medidas de
política económica sustentadas en la expansión del gasto público. No existe la
menor duda de que, bajo una onda de signo positivo, dichas políticas fueron
exitosas, ya que contribuyeron a una acumulación acelerada de capital en todos
los países de orden capitalista. La producción industrial creció, el nivel de vida de
la clase trabajadora mejoró en términos reales y, con ello, se posibilitó un periodo
de relativa estabilidad social. La clase trabajadora fue la más beneficiada, ganó
espacios legales importantes mediante reformas que procuraban el pleno empleo
y un mayor gasto en seguridad social, bajo estas condiciones, el sistema,
aseguraba sin problemas un incremento sostenido de empleos, salarios, regalías y
prestaciones.
Pero, ¿por qué terminó esta época “dorada”? La onda de signo negativo que
comienza a finales de la década de los sesenta, vuelve ya imposible asegurar el
pleno empleo, la seguridad social, la continua absorción del ejercito industrial de
reserva, la quimera de erradicar la pobreza, entre otros aspectos. La explicación
marxista señala que la propia dinámica de la acumulación, en la época “dorada”
del capitalismo, propició un fuerte incremento de la composición orgánica de
capital y de los salarios, incluso colocando estos últimos por arriba de la
Página | 106
productividad del trabajo. Esta situación terminó por mermar la tasa media de
ganancia. El tipo de medidas de cada empresa para afrontar las crisis fueron, por
antonomasia, la reducción de costos laborales. Pero, en todo caso, ¿qué no las
medidas de los capitalistas lejos de atenuar las crisis las precipitan? Lo que
determina las condiciones de no desarrollo del sistema, no son los errores en la
implementación de las políticas sociales expansionistas ni, mucho menos, los
errores de diversas personalidades que figuran en la política. El modelo
keynesiano sucumbió ante la falta de rentabilidad del capital. Ahora, la función de
una nueva doctrina, la síntesis neoclásica/keynesiana, es la de ser capaz de
responder a las necesidades de la clase capitalista financiera para restablecer las
condiciones propicias de valorización del capital.
Finalmente, resulta relevante señalar que, según la teoría marxista de las
ondas largas, las condiciones necesarias para pasar de la actual onda larga
negativa a una positiva son las siguientes: a) en general, el paso de una onda a
otra, está acompañado por revoluciones armadas, agudización de conflictos
sociales y guerras entre países imperialistas por la repartición de espacios
territoriales vitales, clave tanto política como económicamente; b) un desempleo
masivo que erosione el nivel de los salarios reales de los trabajadores y, a su vez,
termine con las pocas conquistas laborales que pudiesen prevalecer; c) un
incremento súbito de la tasa de plusvalía, incrementando la intensidad del trabajo
gracias a la reorganización a fondo del proceso de trabajo; d) implementando
formas radicales de reducir costos de producción, tales como obtener materias
primas a un costo más bajo que el actual, ahorro importante en los pagos de
energía y, adicionalmente, e) la aplicación de nueva tecnología a la producción de
mercancías. Claramente, con todo ello, la tasa media de ganancia presentaría un
brusco aumento, y, de esta manera, el sistema incursionaría hacia una onda de
signo positivo. No obstante, el costo social y material es excesivo. El dilema de la
humanidad estriba, por eso, entre seguir defendiendo este sistema basado
esencialmente en la propiedad privada o bien, sustituirlo por uno en donde la
riqueza social no sea más una exclusividad de la clase social dominante.
Página | 107
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Página | 110
__________________________________________________________________
ANEXO
__________________________________________________________________
Aplicabilidad de la teoría de las crisis
Para exponer la aplicabilidad de la teoría de Marx al problema de la nivelación de
la tasa media de ganancia y las crisis de la economía capitalista, resulta necesario
tomar un poco más de tiempo para distinguir algunas categorías económicas
formuladas por Marx. Nada mejor que recurrir a un ejemplo numérico, similar al
que desarrolla el propio Marx en El Capital, claro está, con datos completamente
arbitrarios. En este ejercicio se abandonan dos supuestos implícitos que Marx
utiliza a lo largo del primer tomo: a) que la ley del valor controla directamente los
precios de todas las mercancías; b) que la composición orgánica del capital es la
misma en todas las ramas de la producción.
Supóngase que el sistema económico se divide en cinco ramas principales de
la producción. Además, para simplificar el ejercicio, la tasa de explotación o de
plusvalía equivale al 100%.
La situación que se tendría es la del siguiente cuadro.
Cuadro 1. Cálculo de las variables de acumulación del capital
Rama
Precio de
costo
pc=(c+v)
c
v
ϴ
P
Valor
(c+v+p)
g´
(%)
Tasa media de
ganancia
ḡ=g'(pc)
Precio de
producción
PP=(C+ḡ)
Desv del precio
respecto al
valor (PP-M)
I
II
III
IV
V
Totales
100
150
80
125
88
543
50
100
60
75
77
362
50
50
20
50
11
181
1
2
3
1.5
7
50
50
20
50
11
181
150
200
100
175
99
724
50
33.33
25
40
12.5
33.33
50
26.67
41.67
29.33
181
133.33
200.00
106.67
166.67
117.33
724
-16.67
0
+6.67
-8.33
+18.33
Fuente: Elaboración propia en base a Karl Marx.
El capitalista de la Rama I de producción desembolsa un capital inicial total de
£ 100 (llámese cientos, miles o millones) y las distribuye en £ 50 para comprar los
medios de producción y £ 50 para comprar fuerza de trabajo en forma de salario.
Página | 111
El capitalista de la Rama II desembolsa £ 150 y las distribuye en £ 100 y £ 50 de
capital constante y capital variable, respectivamente. Los siguientes capitalistas
distribuyen su capital en función de los requerimientos de producción, hasta
alcanzar un capital que asciende a £ 543 en el sistema. La plusvalía que se
obtiene en cada una de las ramas es proporcional al capital variable, y suma un
total de £ 181. Así, la tasa de ganancia que se obtiene en cada rama de la
producción es el resultado de la plusvalía obtenida en el proceso de producción en
relación al capital total desembolsado o precio de costo. Destaca la Rama I con
una tasa de ganancia del 50% seguida de la Rama IV con 40% y la más baja en la
Rama V con un 12.5%.
Obviamente, esta situación denota inestabilidad en el sistema pues algunos
capitalistas obtienen una tasa de ganancia más elevada que otros. Todos querrían
dedicarse a la producción de la Rama I con el fin de participar de la tasa de
ganancia más alta que ella ofrece. La emigración de los capitalistas de una Rama
a otra trastornaría, a fin de cuentas, el arreglo del sistema. Entonces, ¿por qué a
pesar de las distintas tasas de ganancia el sistema continúa funcionando? Bajo la
teoría económica de Marx, la situación de equilibrio sólo puede alcanzarse
mediante la uniformidad de las tasas de ganancia en el sistema. Es decir, los
capitalistas se moverán en busca de las tasas de ganancia más alta posibles
hasta que ninguno pueda mejorar su situación. Este estado de cosas se alcanzará
cuando la tasa de ganancia sea la misma en todas las ramas.
Para resolver dicha interrogante, Marx estableció que el precio de las
mercancías (o lo que llama precios de producción) se formaría por el capital
empleado en la producción más una ganancia calculada como porcentaje del
capital total desembolsado. Este porcentaje no es otra cosa que la tasa media de
ganancia del sistema. Los resultados de la transformación de valores en precios
se pueden apreciar en el cuadro 1. En dicho cuadro se puede observar que el
precio de las mercancías de la Rama I ha descendido en -16.67, el precio de la
Rama II no presenta modificación, el precio de la Rama III sube en 6.67, el de la IV
baja en menos 8.33 y, finalmente, la Rama V se incrementa en 18.33.
Este es el método que Marx empleó para ilustrar la estabilidad del capitalismo.
Página | 112
No obstante, la estabilidad sólo es temporal. Si continuamos examinando el
funcionamiento del sistema en el periodo n +1 obtendríamos las modificaciones que
se presentan en el cuadro 2.
Cuadro 2. Cálculo de la caída tendencial de la tasa de ganancia
Rama
Precio de
costo
pc=(c+v)
I
II
III
IV
V
Totales
145
195
98
170
97.9
705.9
c
v
85
60
135
60
74
24
110
60
84.7 13.2
488.7 217.2
ϴ
P
1.42 60
2.25 60
3.08 24
1.83 60
6.42 13.2
217.2
Valor
(c+v+p)
g´
(%)
Tasa media
de ganancia
ḡ=g'(pc)
Precio de
producción
PP=(C+ḡ)
205
255
122
230
111.1
923.1
41.38
30.77
24.49
35.29
13.48
44.62
60
30.15
52.31
30.12
217.2
189.62
255
128.15
222.31
128.02
923.1
Desv del
precio
respecto al
valor (PP-M)
-15.38
0
6.15
-7.69
16.92
Fuente: Elaboración propia en base a Karl Marx.
En esta nueva situación partimos del supuesto de que la plusvalía obtenida en
el periodo n-1 se adiciona al periodo n+1 de la siguiente manera: un 70% se destina
a la nueva adquisición de medios de producción, 20% para contratar fuerza de
trabajo que ponga en funcionamiento el capital constante y el restante 10% lo
utiliza el capitalista para su consumo personal. Las conclusiones generales a la luz
de la situación n+1 se pueden resumir como sigue:
i) Si la ϴ<δ → g’<ḡ; P>ḡ; PP<M
ii) Si la ϴ=δ → g’=ḡ; P=ḡ; PP=M
iii) Si la ϴ>δ → g’>ḡ; P<ḡ; PP>M
Donde δ = composición orgánica media del capital
iv) Ante el proceso de acumulación de n+1, la tasa de ganancia de cada una de
las ramas de producción tiende a la baja. La capitalización, es decir, la adición de
la plusvalía al capital, facilita al capitalista aumentar más y más su capital a costa
de reducir más y más la tasa de ganancia en el sistema. Si en la situación n-1 la
tasa de ganancia calculada era de 50%, 33.33%, 25%, 40%, 12.5%; ahora, en la
situación n+1, la tasa de ganancia calculada es 41. 38%, 30.77%, 24.49%, 35.29%,
13.48%. A excepción de la Rama V, las demás ramas presentan un decremento en
la tasa de ganancia.
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