lo femenino monserrat - Guabancex, Viento y Agua

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LO FEMININO EN LO TAÍNO:
RELIGIÓN, MITOLOGÍA, SOCIEDAD, SEXUALIDAD,
HISTORIA, MAGIA Y POESIA
Conferencia dictada en la Biblioteca Nacional de Santo Domingo el 9 de
agosto de 2005 y en el Centro Cuesta del Libro el 17 de octubre de 2005
Por Mon González
“...tanto son gente de amor y sin codicia y convenibles para toda cosa que
certifico a Vuestras Altezas, que en el mundo creo que no hay mejor gente, ni
mejor tierra; ellos aman a sus prójimos como a sí mismos y tienen una habla la
más dulce del mundo y mansa y siempre con risa”.
[Cita de Fray Bartolomé de las Casas quien llegó a Ayití en 1502]
I. INTRODUCCION
Al leer sobre los taínos y vivenciar esta isla me han ido llamando mucho la
atención diversas cuestiones relacionadas con la fuerza de lo femenino en la
religión, en la mitología, en la historia y en lo mágico taíno. Sobre eso quiero
hablarles hoy.
I.a. El nombre de la Isla
Antes de empezar, quiero hacer una aclaración sobre el nombre de esta
isla, para poder hablar de ella en su totalidad y usar el nombre taíno.
El primer nombre que Pedro Martir de Anglería atribuye a esta isla es
Quisqueya. Cito: “Los nombres que los primeros habitantes pusieron a la
Española, fueron primero Quizquella, después Haití, y no sólo por voluntad de los
que le pusieron el nombre, sino por el efecto que ellos creían. Llamaban
Quizquella a alguna cosa grande que no la haya mayor: Quizquella la interpretan
grandeza, universo, todo, como los griegos su Pan”. El genial lingüista Emilio
Tejera, en sus “Indigenismos”, página 1148, discrepa de la visión de Martir. Hago
un inciso: “Indigenismos” de Emilio Tejera es el más completo diccionario de la
lengua taína que existe con 1383 páginas y editado por la Sociedad Dominicana
de Bibliófilos.
Con lo que si está de acuerdo Tejera es con el nombre de Haití. Cito de sus
“Indigenismos”, página 754: “Haití- Nombre indígena de la Isla de Santo Domingo
y de las cumbres de las montañas del Cibao. De acuerdo con muchos autores
quiere decir “tierra alta”. Y ya como curiosidad sigue la cita: “Todavía se usa en los
campos dominicanos la voz indígena “haytinal” por horcón alto”.
Quisqueya –o si hubieran tenido grafías quizás lo hubieran escrito
“Kiskeya”-, nombre femenino, era, pues, el primer nombre de esta isla,
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cuando esta isla era el paraíso perdido. Con el tiempo, las incursiones de otros
pueblos y, sobre todo, tras la llegada de los españoles, los taínos empiezan a
“volar hacia sus montañas”, esas que cobijaron al último gran rebelde, Guarocuya
–bautizado de niño “Enriquillo”- y prevaleció el nombre de Ayití, “La Montañosa”.
Ayití en la época del descubrimiento no conocía fronteras físicas. No habían
llegado a Ayití las leyes de separación, aislamiento y combate de los hombres.
Ayití hoy está dividido por la fuerza de lo masculino en dos países. Es
necesaria la fuerza curativa de lo femenino para equilibrar esta isla.
I.b. Las taínas y los taínos y su lengua
El término “taíno” lo describe Tejera, en la página 1193, como –y cito“hombre de bien. Bueno...Hoy se usa esa voz para designar a los antillanos de
raza arahuaca y a su lengua. El Profesor Félix Pérez Sánchez dice que “es un
error etnológico llamar taínos a los arauacas. Realmente –sigue la cita- ningún
autor antiguo aplicó ese vocablo con tal acepción, pero hoy está tan generalizado
su uso... que se ha impuesto a pesar de ser evidente error”.
En otras culturas aborígenes de América también existe la palabra taíno. En
guaraní, una de las lenguas del Amazonas, también de la familia arahuaca, taihin
significa gente de raza o gente de linaje y en aimará, lengua del pueblo amerindio
que habita junto al lago Titi Caca, significa primogénito.
Taíno no era, pues, el nombre de los indios que habitaban esta isla,
sino que era una simple palabra en su lengua que significaba persona de
bien. No obstante, la magia que nace del olvido de los datos fácticos es la
que nos lleva a denominarlos tainos, es decir, seres buenos, con lo que vengo
a aseverar que discrepo frontalmente de la tesis masculina (“sólo creo lo que veo”)
del profesor Pérez y que si creo que las lenguas tienen una magia intrínseca que
escapa del raciocinio pleno y hace que a esa gente buena se la acaba
denominando urbi et orbe “taína”.
Así mismo, quiero puntualizar que cuando me refiero en lo sucesivo a
hombre o a lo masculino me refiero a varón únicamente y no al género humano,
como desafortunadamente recoge el Diccionario de la Lengua Española –
diccionario que, por lo demás, tanto respeto y en tal alta estima tengo-. Cito:
“Hombre (del latín homo) m. Ser animado racional. Bajo esta acepción se
comprende todo el género humano”. Discrepo. Para describir a ambos, hombres y
mujeres, existen los conceptos de Persona o Ser Humano, que son lo
suficientemente amplios para dar cabida a lo masculino, a lo femenino y también a
lo neutro, homosexuales y lesbianas, más allá de machismos y discriminaciones
por orientación sexual.
Yendo a la lengua taína, en la lengua castellana, según la Real Academia,
habría sólo 39 palabras provenientes del taíno. Extraño, pues el propio Pedro
Henríquez Ureña, uno de los grandes humanistas de este país, dijo –reproduzco lo
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que citó Tejera- que “tres idiomas son las fuentes principales de las palabras
indígenas de América en el español: en orden cronológico de conocimiento e
influencia, el taíno, de las Antillas; el náhualt, de México; el quechua, del Perú....
Del taíno...es de donde ha penetrado mayor número de palabras indígenas al
español general, o por lo menos al de unos cuantos países”. Dada la aparente
contradicción entre una y otra afirmación y la falta de estudios exhaustivos en esta
área, aquí se abre otra vía de investigación exhaustiva. En cualquier caso, en
Ayití, como bien señaló Las Casas, había tres lenguas, no una sola y la
denominación de taíno parece que se ha venido a aplicar a la lengua mayoritaria o
“universal” de esas tres.
La exposición está dividida en 6 partes: religión o deidades; mitología o
mitos (la creación de la mujer y la ciguapa); la sociedad taína previa; la historia; la
magia; y la poesía, seguidas de una conclusión final.
II. RELIGIÓN
Por Religión se entiende el conjunto de creencias o dogmas acerca de la
divinidad.
Abordaremos en este apartado las principales divinidades taínas,
explicando primero la divinidad suprema y luego las otras. Todas ellas permeables
por la fuerza de lo femenino.
Al hablar de Religión Primitiva en Ayití quiero nombrar a dos autores.
Fray Ramón Pané, fraile jerónimo catalán, es la única fuente directa y quien
ha permitido rescatar del olvido esos conocimientos. Pané llegó a Ayití en el
segundo viaje de Colón (1494), patrocinado, impulsado y protegido por este, y
recogió los dioses, mitos y ceremonias de los primitivos moradores de las Antillas.
Su obra, “Relación acerca de las antigüedades de los indios”, supone la
primera recopilación etnológica escrita en el Nuevo Mundo. El primer ejemplar de
su obra no se acabó de redactar hasta después de 1498, se calcula que fue traída
a España por Colón al final de su tercer viaje y no apareció impreso hasta 1571
por Alfonso de Ulloa en italiano y 1749 en español.
Desde entonces muchos autores han analizado la obra de Pané. Entre ellos
quiero destacar al gran lingüista estructuralista cubano José Juan Arróm analizó
y completó la obra de Pané mediante la suya propia: “Mitología y Artes
Prehispánicas de las Antillas” (1975).
II.a. La deidad suprema taína encarna una trilogía
Pané recoge en su prólogo que al dios supremo lo llaman “Yucahu Baguá
Maórocoti”. De él dice que “creen que está en el cielo y es inmortal, y que nadie
puede verlo, y que tiene madre, más no tiene principio”.
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Por un lado, estaría Yocahú que es el Espíritu de la Yuca, el Espíritu
simplemente, la Inteligencia Cósmica, la fuerza masculina. No hay que olvidar que
la yuca era la base de la alimentación de los taínos; era lo que les daba el fuego
vital (el equivalente al yang del taoísmo chino).
En sus análisis posteriores Arrom afirma que Yocahú Bagua Maórocoti
equivale a Yocahú. En mi opinión, esta última afirmación del autor es errónea,
pues la trilogía es más amplia que uno sólo de sus miembros. Así, cuando se
fusiona ese Yocahú, con Baguá y con Maórocoti, es cuando nace el Gran Espíritu,
Yocahú Baguá Maorocotí, que sería más amplio que sólo Yocahú, sería el
equivalente al Gran Espíritu, a la deidad suprema que todas las culturas
aborígenes americanas tienen en su mitología, a la Gran Conciencia Unitaria.
Baguá es el nombre que los taínos daban al Mar Caribe, es el
Espíritu
del Mar, el Alma simplemente, el Amor incondicional y la Sabiduría que de él se
deriva, la fuerza femenina, el yin del taoísmo chino.
La fusión de Yocahú y de Baguá se puede ver en otras culturas, es el
equivalente a la fusión del Espíritu (elemento guía masculino) con el Alma
(elemento guía femenino) de la concepción greco-cristiana (el Padre y la Madre) o
a la fusión-equilibrio del yin-yang taoísta.
Lo más curioso es que los taínos no se quedaron ahí, sino que los taínos
llegaron con su cosmogonía en la definición de su divinidad principal más
allá que los chinos o los occidentales.
¿Cómo? Al introducir en su concepto de Gran Espíritu una última
matización, que ninguna otra cultura que yo conozca ha introducido con ese
mismo significado. Esa matización se obtiene mediante la adición del término
“Maórocoti”, que viene de “ma” que significa “sin” y “órocoti” que significa
“abuelo”, según traducción de Arrom, lo que textualmente significa “sin abuelos” o
como definía Pané “que tiene madre, más no tiene principio”, es decir, que al Gran
Espíritu inmanente se le incorpora expresamente en su denominación un
reconocimiento a su principio primigenio femenino y no ya el masculino, que
con el tiempo se va perdiendo.
Maórocoti
podría ser, pues, la fuerza de la matrilinealidad o
femenino, la que crea y da origen a las sociedades, y los taínos lo tenían presente
en su cosmogonía. Sé que la palabra matrilineal no está aún aceptada por la
Real Academia, pero ya Veloz Maggiolo la usaba en 1972.
La deidad principal taína era, por lo tanto, una deidad en la que lo
femenino tenía un gran poder. Precisamente ese poder de lo femenino que, por
definición y naturaleza es amplio e incluyente, incorpora, amorosamente, como
hacen las mujeres, todo lo que hay sobre la faz de esta bella tierra. En este
contexto, me atrevo a hacer una interpretación más audaz, que sería que esa
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tercera fuerza fuera la fuerza en la que imbricar a homosexuales y lesbianas.
Me explico, sería una subfuerza bajo la protección de lo femenino que nacería con
una orientación diferente, simplemente diferente y nunca condenable.
Partiendo de esto podíamos hacer un intento de reescritura del taoísmo.
Lao Tse se cuidaba mucho de alejar su concepto de Tao de todo aquello que
pudiera dar una idea de algo concreto y lo define en cierto lugar como “la madre
de la creación, el antepasado de todos los seres”. Por ende, me atrevo a asimilar
el Tao al concepto de Maórocoti, con lo que ya tendríamos también aquí la trilogía.
La lengua alemana es, en mi opinión, la lengua viva más perfecta
conceptual y estructuralmente tiene tres géneros (masculino, femenino y neutro)
que permean todos sus seres y objetos. En esta línea, según el filósofo alemán
Hegel, el movimiento dialéctico se compone de tesis, síntesis y antítesis.
La religión taína, la hinduista y la taoísta, tienen, al igual que el alemán y
sus geniales filósofos, un anclaje claro en la trilogía, es decir, en que son tres y no
dos las fuerzas que permean todo lo creado. Un aforismo taoísta del “Libro de las
Trasformaciones” dice: “El Uno genera el Dos, el Dos genera el Tres y el Tres
genera todas las cosas”.
Yocahú suele estar asociado con los trigonolitos, aunque su trilogía también
podría estar simbolizada por este recipiente de cohoba. El trigonolito, cemí
tricornio o icono tricúspide estaba asociado al crecimiento de la yuca. Nunca se
han hallado trigonolitos en el actual Haití y estos proceden fundamentalmente de
la zona sur central y oriental de la República Dominicana, que los arqueólogos
denominan Boca Chica.
II. b. Atabey
Pané dice que “a su madre –de Yocahú Baguá Maórocoti- llaman Atabey,
Yermao, Guacar, Apito y Zuimaco, que son cinco nombres”.
Atabey es pues la madre de Yocahú Baguá Maórocoti. Como señala el
profesor portorriqueño Jalil Sued-Badillo “la madre del Dios principal...tiene cinco
nombres; el hijo sólo tres”. En la sociedad taína, según este profesor, el número
de nombres que se adquirían en vida respondían a importantes mecanismos de
diferenciación social. Así la madre era más poderosa que el hijo.
Atabey significa, según Arrom, Madre de las Aguas a partir de “Atta”,
madre, y de algún derivado de una palabra que se sigue usando hoy en las
Antillas y que es “itabo” (charco o depósito de agua dulce y limpia). Agua que está
muy unida a la fertilidad y al nacimiento. Carrada traduce “Ataba” como principio y
“ey” como perteneciente a, es decir, La que Pertenece al Principio. El segundo
nombre Yermao estaría relacionado con una capa de algodón (mao) y podría
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simbolizar la labor de tejedora que desempeñaban las mujeres. El tercer nombre
Guacar vendría, según Arrom, de “wa” nuestra y “kairi” luna o mes, compuesto a
su vez de “ka” fuerza e “iri” marea, menstruación, es decir, Nuestra Luna Fuerza
de la Marea. Para Carrada, “Gua” sería el artículo y “car” bueno, es decir, La
Bondadosa. El cuarto nombre Apito significaría Diosa. El quinto Zuimaco no lo he
podido identificar.
Pero en cualquier caso ya tenemos a la Diosa Madre Bondadosa, la que
cuida del nacimiento, del agua, de la luna, de las mareas y nuestra menstruación y
de las tejedoras. En la lengua yoruba de los esclavos negros africanos que
vinieron a esta isla en el s. XV a esta deidad se la denominaba Yemayá.
De Atabey se han encontrado innumerables objetos tanto en la actual
República Dominicana, como en Haití, aunque es sobre todo en Haití donde mayor
número ha sido hallado. Los principales objetos hallados de la Diosa Atabey tienen
diversas funciones. Así mismo están relacionados con diversos animales,
principalmente con la rana. Las funciones serían:
1) Funciones ceremoniales:
a. Cemíes de piedra para los altares, en que se puede observar
elaborada cabellera y bebé saliendo de la barriga. Las de Haití son
menos elaboradas que las de República Dominicana. Pané describe
en el capítulo XV los tipos de cemíes y estos pienso que equivalen a
los que “hacen llover”.
b. Piedras planas rituales.
c. Cetros petaloides .
d. Piedra redonda .
e. Duho.
f. Cinturones del juego de pelota.
1.1.) Dentro de lo ceremonial, hay varios objetos que tienen específicamente
funciones relacionadas con el rito de la cohoba (ritual que Pané explica con
detalles en los capítulos XI, XV y XIX y que el mismo resume como que sirve para:
hacer oración; complacer al cemí; preguntar y saber cosas malas y buenas; y
pedir riquezas):
a. Espátula vómica en lambi.
b. Recipiente inhalador para cohoba en madera.
c. Recipiente para cohoba en madera de guayacán y piedra.
d. Plato porta cohoba.
2) Funciones ornamentales:
a. Collares de lambí y huesos; y de lambí, huesos de pescado, oro,
jade –muestra comercio existente con Centroamérica-.
b. Amuletos de frente hechos en lambí.
c. Sellos para pintase el cuerpo con biha.
En el relato de Pané habla de que fue una mujer, Guabonito, la que regaló al
primer hombre (Guahayona) los primeros guanines (adornos de metal para las
orejas) y las primeras cibas (piedras que se ataban a brazos y cuellos).
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3) Funciones relacionadas con la fertilidad::
• De la tierra y cosechas de yuca como los trigonolitos. Estos
corresponderían a los cemíes del capítulo XV que Pané clasifica
como “otros hacen nacer las cosas que comen”.
• Para los rituales de desvirgación como los falos de piedra.
• Piedras de parto. Pané hace alusión a estas piedras en varios
capítulos. Así en el capítulo XVI dice que “algunas veces tienen por
cierto que aquellas piedras son buenas y ayudan a hacer parir a las
mujeres y las guardan con mucho cuidado, envueltas en algodón,
metiéndolas en pequeñas cestas y les dan de comer de lo que ellos
comen” y en el capítulo XIX dice que hay cemíes de piedra que los
behiques (médicos) “sacan del cuerpo y aquellos son los mejores
para hacer parir a las mujeres preñadas” -¿piedras del riñón?-.
Pero aparte de la rana, que es la asociación más inmediata, Atabey también
está relacionada con algunos otros animales:
a) Inriri o pájaro carpintero, sobre el que hablaremos en breve al abordar los
mitos. Una pieza curiosa es un majador de inriri y rana.
b) La iguana. Pané en el capítulo XI habla de que para los taínos el sol y la
luna salieron de una cueva en el país del cacique Mautiatihuel (Hijo del
Alba), cueva que se llamaba Iguanaboina, que Arrom traduce como la
cueva de la iguana y de la serpiente parda. Cueva que estaba pintada y
tenía dos cemíes: Boinayel (Hijo de la Serpiente Parda, Señor de la LLuvia)
y Marohú (Espíritu de Sin Nubes, Señor del Tiempo Despejado).
c) La serpiente. Aparece como cemí de tierra junto con rana; como cemí de
trigonolito junto con rana; como piedra ritual plana; como amuleto y como
sello para pintarse. En el capítulo XVIII de Pané se cuenta como los
parientes de las personas fallecidas cuando creen que el culpable de la
muerte es el behique o médico lo apalean y que “por la noche vienen
muchas culebras de diversas clases, blancas, negras y verdes y de muy
diversos colores” que reviven al behique. Aquí claramente se aprecia el
poder mágico unido a la vida y la muerte de la culebra.
d) La tortuga. Pané relata en los capítulos IX, X y XI cómo Itiba Cahubaba
murió en parto tras tener cuatro gemelos y cómo estos llegaron a pedir
cazabe a Bayamanaco y este les tiró un guanguayo lleno de cohoba a la
espalda, del golpe al gemelo mayor, Demián Caracaracol, se le hinchó la
espalda, se la abrieron con hacha y salió una tortuga viva, hembra; se
fabricaron casa y la criaron.
e) El búho. Generalmente al búho –y al murciélago- se le asocia con la
muerte, como bien exponen Arrom y Manolo García Arévalo en su estudio
sobre los murciélagos y los búhos/lechuzas. Maquetaurie Guayaba, Señor
de la Región de los Muertos (de “ma” que, como ya vimos, es “sin” y
“quetaurie” “vida”), cuya morada estaba en la mítica Soraya. No obstante, el
majador que asocia búho con rana puede simbolizar el clásico ciclo vida-
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muerte-vida que en las sociedades primitivas era regido por las mujeres.
Relacionadas con este ciclo están las bolas rituales ciguayas.
f) Manatí, como en este inhalador de hueso.
g) El perro. El perro mudo que existía en la isla antes de la llegada de los
españoles parece, según figura, asociado también a los rituales de
desfloración. Opiyelgoubirán, Espíritu de los Ausentes, salía por las noches
con figura de perro.
Hoy en día también existe en la calle Socorro Sánchez de la capital una
clínica de ginecología que lleva el nombre de Atabey.
II.c. Guabancex
Guabancex es la Señora de los Vientos. A Guabancex le consagra
Pané el capítulo XXIII. La describe como un cemí mujer que cuando “se encoleriza
hace mover el viento y el agua y echa por tierra las casas y arranca los árboles”.
Pané relata cómo Guabancex tiene otros dos cemíes en su compañía: el
pregonero Gautaubá (Dios del Trueno) y la inundadora Coatrisquie.
Arrom señala que “es sabido que hacia fines de verano y principios del
otoño se forman los huracanes que hoy se ha dado en identificar, por extraño
misoginismo, con nombre de mujer…Y el taíno, por curiosa coincidencia, también
las identificaba como obra de una airada divinidad femenina a la que llamaba
Guabancex” (op.cit. 72).
Aquí no puedo evitar discrepar del comentario de Arrom. Para mí esa
asociación de Guabancex con lo femenino no es por misoginia, sino por algo que
está mucho más allá y que iré desgranado poco a poco: la humanidad sabia,
entre los que incluyo los taínos, funciona no sólo con los 5 sentidos a los
que el racionalismo ha llevado a Occidente y que han convertido a personas
e iglesias en entres materiales, materialistas y no espirituales. La humanidad
sabia se rige y regía por más sentidos, como el llamado sexto sentido o
intuición, que pertenece al mundo de lo mágico, es lo que hace que,
aparentes errores, tengan tras de sí grandes verdades. Los taínos consideraba
los huracanes femeninos, al provenir de Guabancex, y el imaginario colectivo –
para mí mucho más sabio que el mental colectivo- sigue atribuyéndoles esa
misma vibración femenina.
Según Oviedo, “Huracán, en lengua desta isla, quiere decir propiamente
“tormenta” o “tempestad muy excesiva””. Como señala Arrom, “igual que... Santa
Bárbara y la tempestad, ...[los taínos] separaban a las airadas deidades de esta
trilogía de los efectos que causaba; es decir, a Guabancex, Gautaubá y
Coatrisquie de la incontenible fuerza de los vientos, del retumbar de los truenos y
de la violencia de las aguas torrenciales”.
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II.d. Una explicación personal del “exceso de femenino”
Dando un salto en espacio y tiempo, alrededor del 1200 a.C. pueblos
procedentes de la meseta iraní se establecieron en el Punjab y en el valle del Indo
(parte de la actual India), naciendo así la civilización védica con el sánscrito
como lengua y el hinduismo como religión. Pues bien, el Hinduismo también
tenía una trilogía de fuerzas en la cúspide de lo sagrado: Brahma (A), Vishnu (U),
Shiva (M), que encarnan tres fuerzas: la destrucción; la creación; y la
conservación. Aquí podríamos avanzar un breve paralelismo. La fuerza creadora
sería la femenina (Brahma, Atabey), la fuerza conservadora sería la masculina
(Vishnu, Yocahú), la fuerza de la destrucción sería la tarea de la energía neutra
(Shiva, Gubancex).
Si intentamos transliterar ciertos esquemas de los pueblos amerindios de
tierra firme (aztecas, toltecas, lakotas, nahualtis, mapuches, etc.) y aplicar a la
concepción religiosa taína el esquema de los cuatro elementos, vemos que el
Fuego sería Yocahú, masculino; el Aire sería Guabancex, femenino; y el Agua y la
Tierra serían Atabey o Atabey y Baguá, ambas femeninas.
De esto se concluye que en esta isla las fuerzas serían tres versus una, es
decir, tres fuerzas femeninas vs. una masculina (el aire-viento en otras culturas
suele ser masculino).
El tener tres de los cuatro elementos femeninos es, en mi opinión, lo
que hace de esta isla un lugar tan especial. La gente, cuando llega aquí,
aunque sea como turista y para pocos días, se queda maravillada del talante de
sus gentes. Hay un fluir con la vida y una alegría de alma, ambos, muy
femeninos.
III. MITOLOGIA
Por Mitología se entiende el conjunto de mitos e historias que se cuentan,
pero cuya verdad material no se afirma. Pertenecen al mundo de la poesía y de la
imaginación.
La mitología taína es muy rica. En relación con lo femenino cabría destacar
el mito de la creación de la mujer y el de la ciguapa. Para el primero, se ha
seguido al portorriqueño Ricardo Alegría y sus “Apuntes en torno a la mitología de
los indios taínos de las antillas mayores y sus orígenes suramericanos” (1978).
Para el segundo a Don Manuel Mora Serrano y a Gabriel Atiles.
III.a. La creación de la mujer
Se procede a narrar el mito en una versión personal, apoyada en los
capítulos II, VII y VIII de Pané:
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Érase una vez un gran taíno llamado Guahayona, que estaba molesto
porque uno que había enviado a recoger la hierba llamada digo, no regresó. Así,
Guahayona decidió salir de la cueva Cacibajagua y le dijo a las mujeres: “Dejad a
vuestros maridos e hijos y vámonos a otras tierras”. Las mujeres le siguieron,
marcharon todas de Ayití y tras un largo viaje llegaron a la isla de Martininó, donde
dejó a todas las mujeres.
Los hombres de Ayití querían mujeres y se las pedían a los cielos. Un día,
mientras se lavaban, “vieron caer de algunos árboles, bajándose por entre las
ramas, una cierta forma de personas, que no eran hombres, ni mujeres, ni tenían
sexo de varón, ni de hembra, las cuales fueron a cogerlas; pero huyeron como si
fueran anguilas”. Llamaron a cuatro caracaracoles, personas con una enfermedad
que les hacía la piel muy áspera. Los caracaracoles las cogieron.
“Después que las hubieran cogido, tuvieron consejo sobre cómo podían
hacer que fuesen mujeres, puesto que no tenían sexo de varón, ni de hembra”.
“Buscaron un pájaro que se llama Inriri, que agujerea los árboles. E
igualmente tomaron a aquellas mujeres sin sexo de varón, ni de hembra, y les
ataron los pies y las manos, y trajeron el pájaro mencionado y se lo ataron al
cuerpo. Y este, creyendo que eran maderos, comenzó la obra que acostumbra,
picando y agujereando donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y
de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres”.
Algunas imágenes de inriris: como cinturón ornamental de hombro (43),
como colgante (23) o como majador (34/35/36).
Alegría afirma que variantes de este mito se pueden encontrar en el trópico
sudamericano.
Sobre este mito quiero únicamente desarrollar dos ideas (aunque podrían
desarrollarse decenas).
Lo de Martininó es seguramente un hecho verídico que explica porque
en esa isla -la actual Martinica- vivían las mujeres guerreras, lesbianas y
auto-suficientes, que sólo tomaban hombre para engendrar y si los hijos nacían
varones eran sacados de la isla para devolverlos a los padres. Me recuerdan a las
amazonas, nombre que en la mitología griega elaborada a 8000 km. de aquí,
recibían las mujeres guerreras. En ese mismo lugar, la Grecia clásica, existió en la
isla de Lesbos una gran poetisa, Safo, en el siglo VII a.C., que Sócrates llamaba
“la hermosa” y Platón “la décima musa”, que estuvo casada, tuvo una hija y creó
una hermandad de mujeres para buscar el amor a través de la delicadeza. Esto es
el origen del término lesbiana, prima hermana de las mujeres de Martininó. Esto
me da pie a especular que estas mujeres están en el origen de las muchas
lesbianas que hay en las Antillas menores y mayores.
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La segunda idea es que aunque los seres que encontraron en los árboles
no tenían sexo de varón, ni de hembra, algo le debieron notar para decidir, en
lugar de añadirle un guineo y convertirlos en varones; perforarle una vagina. Esta
narración para mí arroja mucha luz sobre un factor, eso sí reconociendo que me
muevo nuevamente en terreno especulativo. En esta isla existieron y existen los
“maórocotis”, seres neutros, que hoy se identificarían con los homosexuales.
Este mito de la mujer que Pané transcribe explica, en mi opinión, el origen
de todos los femeninos y neutros: de la mujer normal –léase de la heterosexual o
de la casta-; de la mujer guerrera; de la lesbiana; del homosexual; y del travestido,
éste último sería al que perforó el inriri.
III.b. La Ciguapa
Javier Angulo Guridi escribió una novela sobre la Ciguapa en 1866. Don
Manuel Mora fue uno de los primeros que investigó, con verdadera devoción, este
mito. Ahí queda su artículo sobre “Indias, Vien Vienes y Ciguapas: Noticias sobre
tres tradiciones dominicanas” publicado en la revista EME-EME en 1974 y su
novela “Goeiza”, Premio Siboney 1979. Hace poco, el arqueólogo Gabriel Atiles,
ha publicado en internet: “Génesis de un mito. La Ciguapa a 139 años de su
documentación
escrita. Análisis de la percepción y transformación del mito”.
Atiles afirma que “lo cierto es que la Ciguapa es una leyenda de casi todo el país”;
aunque “no existe nada en la tradición rupestre que nos hable de la ciguapa”.
El mito se podría recrear como sigue:
Cuentan los ancianos que existen mujeres hermosas, llamadas ciguapas,
de pequeña estatura, tez morena, ojos negros y rasgados; con los cabellos
suaves, lustrosos y tan largos que son la única vestimenta de sus cuerpos; con las
piernas largas y delgadas; y con los pies hacia atrás. Algunas hasta estarían
bellamente emplumadas.
Las ciguapas serían mujeres salvajes, que poseerían poderes mágicos, a
pesar de los cual serían completamente inofensivas y sumamente tímidas llegando incluso a asustarse de la gente-.
Las ciguapas habitarían en las montañas, generalmente en cavernas
montañosas, aunque también se las podría localizar en los charcos de los ríos en
las noches de luna nueva.
Las ciguapas tendrían un corazón cazador y saldrían por las noches de las
serranías en busca o bien de manteca y carne cruda o bien en busca de algún
caminante nocturno al que embrujar, amar y luego matar. Si se la mirara a los
ojos, embrujaría con su poder y si el hombre respondiera a su canto, estaría
perdido para siempre. Encontrarse con una Ciguapa podía significar ser amado de
una manera incomparable, pero también ser enajenado de lo conocido para entrar
por siempre en el mundo oscuro y nocturno de las Ciguapas.
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Las ciguapas sólo podrían ser capturadas con un perro blanco y negro, con
patas de cinco dedos, en noches de luna llena.
Personalmente, creo que aunque en la recopilación de Pané no se
mencione específicamente a las ciguapas por ese nombre sí que se alude a ellas
en el prólogo cuando dice que: “Y creen que los muertos se les aparecen por los
caminos cuando alguno va solo; porque, cuando van muchos juntos, no se les
aparecen”. Ya en aquella época existía esa superstición-miedo a la noche en
soledad y a lo desconocido... y con el tiempo el acecho materializó en una mujer
mágica... ¡Cómo no! Lo mágico siempre fue femenino.
En otro orden de cosas, “La Gran ciguapa” del joven artista plástico
dominicano Domingo Guaba me parece entrañable.
Antes de pasar a la parte socio-histórica, concluyamos con el hermoso poema
del poeta cubano Samuel Feijoo "La Asamblea Mundial de Pájaros" dedicado a
este mito: "La Ciguapa en su nido se dijo: “La labor es grande. Si se quiere la paz
entre las aves, hay que cambiar sus estilos de vida. Todas quieren la paz, porque
en general no hay ave que no esté amenazada por otra. Hay que lograrla”. Y calló
porque vio la sombra del gavilán cruzar sobre el ateje donde estaba su nido”.
Todos queremos la paz, como la querían los taínos, pero la historia fue otra.
IV. SOCIEDAD TAINA PREVIA Y SU SEXUALIDAD
IV.a. Clases sociales como expresión de estratificación espiritual
La sociedad taína era una sociedad de clases, en cuya cúspide estaban los
caciques o cacicas/ caciquesas; le seguían los nitaínos; los tainos; y, por último,
los naborías, que servían al resto.
El concepto de clase social entre los taínos, en mi opinión, no estaba
cimentado únicamente en la riqueza material o posesiones, sino que también
influía la evolución espiritual de la persona. De lo poco que se recogió
verdaderamente de ellos en la época se puede deducir que los taínos basaban su
“selección natural” en la fuerza espiritual, que esa era la medida para elegir a sus
guías.
A mi juicio, los taínos habían comprendido lo sencillo que es alcanzar la
liberación del alma mediante la sola búsqueda de la armonía dentro y fuera de uno
y con el entorno. Todo hombre adulto debería, para ser un Ser Humano completo,
incorporar plenamente la fuerza de lo femenino y de lo neutro (y viceversa, la
mujer incorporar la fuerza de lo masculino y de lo neutro). Ahí radica para mí la
diferencia esencial entre hombre y Ser Humano, el hombre encarna sólo la
energía masculina, cazadora y agresiva, mientras que si llega a ser un Ser
Humano habrá incorporado energía femenina, la bondad, la dulzura, la sonrisa
fácil, a su idiosincrasia y la energía neutra, que mediante la destrucción de
12
esquemas caducos arrastra a la humanidad a un nivel evolutivo superior. Así
mismo, ni hombres, ni mujeres –ni homosexuales, ni lesbianas, aventuro yo- eran
discriminados por cuestiones de orientación sexual, sino que, a mi juicio, tenían
muy claro que debían incorporar todo el espectro dentro de Sí para alcanzar el
equilibrio.
Nuevamente, aquí se puede trazar algunos paralelismos. El sistema de
castas hinduista nace de una división de la sociedad en la época védica. Existen
cuatro grandes castas: los sacerdotes o brahmanes; los dirigentes o castrilla; los
agricultores o artesanos o vaishya y los servidores o shudra. Los intocables son
personas fuera de casta. Aquí en Ayití también había su estratificación, donde
el cacique o cacica/ caciquesa era quien entraba en contacto con la
divinidad.
En cualquier caso, no cabe duda de que, como señala Jalil Sued “la
participación política de la mujer dependió del estrato social al que pertenecía”
(op.cit. 6).
IV.b. Sociedades matrilineales
El Doctor Marcio Veloz Maggiolo en su “Arqueología Prehistórica De Santo
Domingo” (Ed. Macgraw hill, 1972, 235) dice que “el matrimonio monogámico y la
sucesión matrilineal predominaban en la sociedad taína”.
Siguiendo al gran filósofo de la antigüedad greco-egipcia, Hermes
Trimegistro, en su “Kybalión” [donde define los siete principios que rigen el
cosmos] y siguiendo el “principio de correspondencia”, que reza “como arriba es
abajo, como abajo es arriba”, se puede afirmar que así como los dioses tenían en
Ayití una preeminencia femenina, también la sociedad tenía una preeminencia
matrilineal.
IV.c. Sociedades monogámicas
En la cita anterior, el Doctor Veloz Maggiolo dice que lo habitual era la
monogamia y, en esa misma obra, dice: “El cacique tenía derecho a poseer varias
mujeres, pero en términos generales la poligamia estaba totalmente abolida”.
Yo comparto plenamente esta visión. Ayití antes de la llegada de los
españoles, era, como ya dije arriba, lo más cercano que había en la tierra al
Paraíso; sus gentes por tanto eran buenas y libres de muchos de los vicios que
infectaban a los que llegaban de Europa (codicia, lujuria, envidia). Ellos tenían su
pareja y sabían que era la pareja que le tocaba en esta existencia para hacer el
trabajo físico y el espiritual. Con el sexo se jugaba desde la adolescencia y era
una vía lúdica más de acercamiento a la divinidad. Ni codiciaban a la del vecino; ni
se les retorcían las entrañas por la lujuria, puesto que podían hacer libremente el
amor con sus parejas en el suave arrullo de la Madre Tierra; ni envidiaban a las
ajenas, pues había una ley no escrita, que siempre se ha practicado en las
13
sociedades secretas avanzadas espiritualmente, que permite que terceras
personas mantengan relaciones sexuales, siempre con el conocimiento y
consentimiento de las esposos. Como cuando Caonabó yacía con Onaney para
intentar enfadar a su sagrada esposa Anacaona, ante la indiferencia de esta,
mucho más avanzada espiritualmente que él. Jalil Sued afirma que “Fray
Bartolomé de las Casas dedicó tres capítulos de su Apologética Historia a
demostrar la “superioridad” de las costumbres sexuales indígenas sobre las de
muchos pueblos de otras partes del mundo” (op.cit., 14).
IV.d. De cómo y por qué lo Femenino fue quedando relegado en el Mundo
Este Mundo en que habitamos todos, en sus orígenes, tenía un importante
elemento matriarcal muy ligado a la sabiduría intuitiva de la mujer, a la fecundidad,
al Alma, al Amor incondicional. Ese elemento fue reconocido en muchas culturas
antiguas.
En Oriente, aunque el taoísmo primitivo marcaba la supremacía del hombre,
no dejaba de tener un gran respeto hacia la mujer, en tanto ambos, hombre y
mujer, eran elementos indispensables para un correcto fluir de las energías
sexuales y, por ende, para la longevidad. En Occidente, la mujer accedía al
sacerdocio tanto el la Grecia clásica (las hiereia), como en la Roma clásica (las
vestales).
Con el cambio de era, los hombres de todas las culturas fueron relegando a
la mujer. En China el confucianismo se impuso hacia el siglo II a.C. y con su
conocido puritanismo vino a subyugar tanto al taoísmo y su libertad sexual,
como a la mujer. En Occidente, la Iglesia Católica primitiva, que en sus orígenes
tuvo una apóstola –no suena bien, pero es por falta de costumbre, la Real
Academia no lo excluye, pues se puede asimilar al caso de concejal/concejalacomo Junia, fue variando sus postulados hasta que le dio tres estocadas
mortales a lo mágico-femenino.
Primera, eliminado a las mujeres del sacerdocio y relegándolas a
siervas de esa Iglesia (siglo III con la consideración de los gnósticos como
herejes).
Segunda, eliminado del corpus doctrinal de la Iglesia la reencarnación
o metempsicosis en que creían los griegos, siendo su máximo exponente Platón;
los cristianos primitivos gnósticos, siendo su máximo exponente Jesús de
Nazareth; los hinduistas; los budistas; sectas antiguas como los pitagóricos; y, me
atrevo a aventurar, los taínos. Colón escribía en 1496 que los taínos tenían
“cierto natural respeto al futuro” y creían “en la inmortalidad de nuestras almas”. La
reencarnación no se eliminó del corpus doctrinal cristiano hasta fecha tan
tardía como el 553 D.C. durante el Segundo Concilio de Constantinopla. El
mártir Justino (100-165), Origen (185-254), San Gregorio (357-432) defendieron
todos ellos en sus escritos la existencia de una cadena de vidas a lo largo de las
cuales el alma debía ir limpiándose. No obstante, al ser la reencarnación una
14
explicación “mágica”, que trasciende lo que la mente patriarcal y lineal puede
aprehender, resultando, por lo tanto, peligrosa pues escapaba al control del
hombre, fue suprimida. Con esa supresión se dio una estocada mortal a lo mágico
dentro de la religión, esfera esta, lo mágico, en que la mujer seguía siendo señora.
La tercera estocada fue prohibiendo de manera definitiva el
matrimonio de los sacerdotes. Por fortuna, sobrevino el Cisma de Oriente en
1054 (que dio origen a la Iglesia Ortodoxa griega) y esta Iglesia se pudo salvar de
la estocada mortal a lo femenino. Así, en 1123 y 1139 tuvieron lugar el Primer y
Segundo Concilio Laterano que prohibía de manera definitiva el matrimonio de
los sacerdotes. Algo tan reciente relativamente, pues fue en el siglo XII, supuso la
culminación de una tendencia iniciada con el Concilio de Elvira (España) en el
305 D.C., donde se empezó a hablar, concretamente en el canon 33, de que “los
clérigos dedicados al servicio del altar debían mantener completa continencia
respecto de sus mujeres”.
En mi opinión, detrás de esta estocada mortal subyacía un odio cada vez
mayor a lo femenino activo, pues al ir alejando desde sus inicios la Iglesia lo
femenino de su entorno y reduciendo a la mujer y al propio ente (La Iglesia) a
seres meramente pasivos, fácilmente domeñables, se fue alejando del principio
activo de la feminidad, ese que guiado por la intuición hace de las mujeres seres
generalmente más receptivos, adivinadores, magos y mágicos. A eso siguió la
demonización, tan conocida y manida en la Historia, de ese principio femenino
activo y la quema de miles de mujeres en las hogueras de la Inquisición, a la que
ya hicimos referencia antes. Reitero que fue Aragón quien estuvo detrás de esto y
no Castilla; como fue Aragón el lugar de proveniencia de Fray Ramón Pané, que
con sus relatos ha sido la única puerta existente a lo mágico taíno. El círculo se
cierra.
Pienso que tanto en Oriente, como en Occidente los hombres nos
relegaron porque tenían miedo. Miedo a nuestros poderes ocultos cuando
conectamos con lo Sagrado que llevamos dentro. El miedo se debe a una
anomalía del riñón y el riñón es el órgano que almacena la energía primigenia
ancestral (energía tsing), esa energía que si se pierde, lleva a uno a la muerte. El
hombre intuyó el poder de la mujer y su naturaleza combativa le llevó a verla como
rival y a temerla y de ahí a querer dominarla y subyugarla (¡Cuán irracionales
somos los humanos a causa del miedo!).
V. HISTORIA
V.a. Anacaona y Jaragua
Soy consciente de que un estudio histórico exige un rigor que una novela no
tiene. No obstante y lamentablemente, no existe ninguna investigación
histórica seria sobre la figura de Anacaona. El gran historiador dominicano
Demorizi no recoge ni siquiera el nombre de Anacona en ninguno de sus índices.
Y, sin embargo, Anacaona fue la cacica/ caciquesa de Jaragua. Jaragua fue el
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cacicazgo políticamente mejor estructurado de todo Ayití, en opinión de Reina
Rosario, hasta hace poco Decana de la Facultad de Humanidades de INTEC, tesis
que apoya el historiador Roberto Cassá.
Ante la calamidad que supone la inexistencia de una historiografía seria en
la materia, recurriré para mi análisis principalmente a las novelas históricas, como
la de Manuel de Jesús Galván y la de Fernando Hernández Díaz.
Manuel de Jesús Galván –romántico, contemporáneo de Salomé Ureñacomienza su novela “Enriquillo” (1882) diciendo –y cito-: “El nombre de Jaragua
brilla en las primeras páginas de la historia de América con el mismo prestigio que
en las edades antiguas y en las narraciones mitológicas tuvieron la inocente
Arcadia, la dorada Hesperia, el bellísimo valle de Tempé, y algunas otras
comarcas privilegiadas del globo, dotadas por la Naturaleza de todos los encantos
que pueden seducir la imaginación, y poblarla de quimeras deslumbradoras. Como
ellas, el reino indio de Jaragua aparece ante los modernos argonautas que iban a
conquistarlo, bajo el aspecto de una región maravillosa, rica y feliz. Regido por una
soberana hermosa y amable [nota a pie: Anacona, viuda del valeroso Canoabó,
cacique de Maguana, era la hermana de Behechio, cacique de Jaragua; pero por
su talento superior era la que verdaderamente reinaba –añado, plenamente, tras la
muerte del hermano-, hallándose todo sometido a su amable influencia, incluso el
cacique soberano]; habitado por una raza benigna, de entendimiento despejado,
de gentiles formas físicas; su civilización rudimentaria, por la inocencia de sus
costumbres, por el buen gusto de sus sencillos atavíos, por la graciosa disposición
de sus fiestas y ceremonias y más que todo, por la expansión generosa de su
hospitalidad, bien podría compararse ventajosamente con esa otra civilización que
los conquistadores, cubiertos de hierro, llevaban en las puntas de sus lanzas, en
los cascos de sus caballos y en los colmillos de sus perros de presa”. Para poder
entender en su justa medida la crítica de Galván, se debe saber que era un
anexionista, partidario de la anexión bajo Santana de la República Dominicana
nuevamente a España (1861-1865). A pesar de su claro pro-hispanismo, la
crítica velada al fuerte choque cultural (el metal contra la carne desnuda) que
supuso la conquista es meridiana.
Anacaona batalló en la batalla de Jánico y fue la clave para liberar al resto
de caciques; estuvo en la batalla de Guaco [que por tristes ironías de la historia
vino a llamarse batalla del Santo Cerro] y fue el único ser entre los caciques –
quitando Guacanagaríx que desde el principio se apoyó en los descubridores- que
defendió hasta el final el diálogo con los llegados de fuera. Si Ayití estaba dividido
en 5 cacicazgos principales (los cuales a su vez se subdividían en unidades
menores), a la muerte de su esposo Caonabó y de su hermano Behechio, ella
pasó a ser la Gran Cacica/ Caciquesa de Jaragua y se cree que también de
Maguana. Por el sur había otra gran cacica/ caciquesa, Higuanamá. Juntas las
dos tenían bajo el control de lo femenino el sur de la isla.
16
V.b. Anacaona e Isabel
Mi tesis personal es que Anacaona guardaba muchas similitudes con
Isabel I de Castilla. Ambas eran mujeres que sabían combinar la sabiduría de
lo femenino con el temple de la acción masculino; las dos eran mujeres que
habían integrado todo lo integrable dentro de su ser y eran completas y
sabias.
Isabel I fue Reina de Castilla de 1474 a 1504 y reina consorte de Aragón
desde 1479 por su matrimonio, diez años atrás, con Fernando II. Durante el
reinado de su hermanastro Enrique IV fue la candidata al trono con el apoyo de
una parte importante de la alta nobleza castellana, que obligó a su hermano a
reconocerla sucesora en el pacto de Guisando (1468), cuando Isabel contaba
sólo con 17 años. A la muerte de Enrique IV, en 1474, estalló la guerra de
sucesión entre sus partidarios y los linajes que defendían a la heredera legítima
doña Juana la Beltraneja. Es una lástima que para una vez que en la historia, al
menos en la historia que nos han contado, aparecen dos mujeres, estas tengan
que enfrentarse. La guerra concluyó con el triunfo de Isabel en la batalla de Toro
en 1476, ese toro que pasaría a ser el emblema del país en ciernes. Nuestra, y
digo nuestra, pues lo fue de españoles y tainos, Reina se caracterizó por el
reforzamiento del poder real frente a la nobleza; la organización de la Santa
Hermandad; el control de las órdenes militares y el establecimiento de la
Inquisición castellano-aragonesa. En 1492 fueron expulsados los judíos, se dio fin
a la conquista de Granada y se financió el viaje que permitió a Cristóbal Colón
descubrir América.
Antes de entrar a hablar de ambas Reinas quiero avanzar una teoría, creo
que indemostrable, pero teoría en cualquier caso. Cuando Sixto IV creó en 1478
la Inquisición Española a petición de los Reyes Católicos, Isabel I estaba
muy fatigada en su femenino sabio tras la guerra de sucesión y, luego,
embarcada como estuvo en las otras guerras por el control de la península le faltó
energía para reaccionar ante los desmanes de la Inquisición Española. Esa
Inquisición, que se creó inicialmente ante la supuesta amenaza que para la fe
representaban los judíos y moriscos, fue posteriormente ocupándose de brujería,
bigamia, blasfemia, libros prohibidos, etc.
Isabel I murió en 1504. A su muerte quedaron sentadas las bases de la
unidad política española. Ya tuvo que ser una gran mujer para que la Enciclopedia
Santillana de la que he tomado estos datos escriba, comparativamente, tanto de
ella. Anacaona, que era la Gran Reina o Cacica/ Caciquesa de Ayití en
aquellos años, no aparece en esta Enciclopedia. Fue mujer. Es triste ver que
ella no aparece y, en cambio, sí lo hace, su sobrino, Guarocuya, eso sí, aparece
bajo el nombre cristiano, Enriquillo. Quizás eso también haya influido: Anacaona
nunca se convirtió al cristianismo: ella fue la Gran Reina y Gran Sacerdotisa,
que llevaba a cabo sus rituales mágico-religiosos en una Cueva del actual
Léogane, en Haití, a dos horas y media al oeste de Puerto Príncipe. Una Cacica/
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Caciquesa que tuvo la suficiente dignidad como para no doblegarse ante
quien había basado la conquista en la urdimbre de traiciones diplomáticas.
No digo esto por la Reina Isabel; sino más bien por Fernando II (quien fue el
verdadero alentador de la horrible maquinaria de la Inquisición) y los enviados,
instruidos por él, que hubo sobre el terreno dirigidos a partir de 1502 por Ovando,
que llevaban diez años ya traicionando y siguieron haciéndolo, una vez tras otra,
primero traicionando la confianza de los taínos y luego sesgando su vida, como en
aquella gran y terrible Matanza de Jaragua, donde los españoles hicieron una
encerrona a la nobleza taína y casi la exterminaron. Guarocuya fue de los pocos
que logró escapar con vida siendo aún muy niño.
En el fonde es de justicia reflejar a Guarocuya, pues fue el primer líder
rebelde indígena en encabezar una sublevación indígena contra el Gobierno
de Diego de Colón en 1520 y, aún más importante, el primer amerindio en
lograr que el Emperador Carlos I firmara personalmente unas capitulaciones,
en 1533, que aseguraron la libertad de Guarocuya y sus compañeros,
estableciéndose la “Primera Reserva Indígena del Nuevo Mundo”.
V.c. Ovando el regicida
Nicolás de Ovando (1460-1511), Comendador de Alcántara, fue nombrado
en 1501 Gobernador de las Indias (no hay que olvidar que por aquel entonces se
“había descubierto” sólo el territorio caribeño). En 1502 se estableció
definitivamente en La Española (Santo Domingo). Allí implantó el sistema
económico de la encomienda, impulsó la evangelización y procuró establecer la
autoridad de la Corona, debilitada por los conflictos entre la familia Colón y
Francisco de Bobadilla y por la oposición de los nativos, muy castigados por la
explotación de los colonos. Actuó con eficacia y buena voluntad, aunque también
con dureza, lo que le granjeó enemigos. En el año 1509, regresó a España tras
ser sometido a un juicio de residencia en el que no se le probaron cargos.
La mano dura de Ovando fue necesaria para luchar contra tantos desmanes
en tantos frentes. Pero ahí se notaba que era un hombre, muy curtido en las artes
militares, que, cuando llego a Ayití aún no había incorporado su femenino sabio. El
hecho de que los Reyes Católicos pusieran al frente de la Colonia Primada de
América a un hombre y no a un Ser Humano sabio, es lo que explica que ese
Señor, acostumbrado a las durezas militares de la árida Extremadura, fuera
incapaz de fluir con la energía del trópico, de querer a y creer en sus gentes.
A modo de ejemplo, un incidente: el fatídico huracán que arrasó Ayití el 3 de
julio de 1502. Anacaona llegó a avisar a Ovando de que el huracán –voz taína- se
acercaba y ofreció su ayuda; aviso y ayuda que Ovando ninguneó cegado por su
incredulidad. Ovando era incapaz de creer en el huracán, pues el creer
ciegamente sólo le está permitido a las mujeres y a los hombres que son ya Seres
Humanos; implica creer sin muestras que palpar y tocar, sólo dejándose llevar por
esa intuición que no se ve, pero que es el faro en la noche que ha ayudado a las
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mujeres a sobrevivir en los duros dos mil años de patriarcado que nos ha tocado
vivir.
También a Ovando le faltó madurez y humildad para reconocer que el fluir
mágico de Ayití, y concretamente del Cacicazgo de Jaragua, era muy superior al
nivel vibratorio de la Corte española, donde reinaban las intrigas; intrigas que iban
mermándole la fuerza a Isabel I, hasta que consumida falleció en Medina del
Campo en 1504.
A Anacaona la ejecutó Ovando en 1503, contra la voluntad de Isabel I de
Castilla. Mi tesis central es que si estas dos grandes mujeres hubieran podido
conocerse personalmente y unir la fuerza de sus femeninos sabios, quizás
no hubiera ocurrido el “choque de civilizaciones” en que se convirtió el
descubrimiento de América.
VI.d. Otras grandes mujeres taínas
Es por arte de magia que sus nombres han sobrevivido hasta hoy,
magia que debemos a Fernando Hernández Díaz, un hombre que de corazón ha
investigado lo femenino taíno. Por desgracia queda poco más que los nombres de
esas que seguramente fueron grandes mujeres. Pidiendo disculpas por posibles
errores u omisiones, procedo a listar las que he ido extrayendo del olvido y
anotando:
• Higuanamá, vieja caciquesa de Higüey famosa por sus conocimientos de
plantas curativas.
• Bema, caciquesa esposa de Guarionex, cacique de Maguá;
• Iguaniona, rubia descendiente de Gautawa –deidad rubia que tuvo que ser
algún vikingo extraviado-;
• Onaney, amante de Caonabó;
• Higuamota, hija de Anacaona, quien gracias a que su madre lo permitió,
pudo casarse felizmente con un capitán español Don Hernando de
Guevara, yerno, por tanto de Anacaona y que fue, a mi juicio, el primer
español que gracias a ser “valiente, arrojado, imprudente e indisciplinado”,
como lo define Fernando Hernández Díaz, de quien hablaré en breve, pudo
convertirse en el primer español que lavó las traiciones de sus
coetáneos y el primer eslabón de la “Alianza de Civilizaciones”. Yo
pretendo, humildemente, con este texto, seguir su estela sobre la mar.
• Mencía, primera hija del “Amor de Civilizaciones”. Fue la esposa de
Guarocuya. Precisamente, Guarocuya se levantó en armas contra los
españoles cuando el encomendero de turno le robó y violó a su sagrada
esposa, nieta de la Reina de Jaragua.
• Guaybanequema, amante de Bohechío.
• Yana, tatarabuela de Anacaona
• Toeya, abuela de Anacaona
• Ainaima, madre del cacique Guarionex, gran curandera (mujer sabia)
• Atobei, hija de Ainaima y madre de Guarionex
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•
•
Fuma, esposa del cacique Bainoa
Anaya, esposa taína de Don Pedro de las Casas, quien a su vez tenía y
mantenía esposa, casa e hijos en España. Bígamo a quien la Inquisición no
prendió... no sería por que no lo sabía, sino que con los poderosos siempre
se ha hecho y se sigue haciendo la vista gorda, lo cual no es justo.
Como dato urbano quiero apuntar que en Santo Domingo de Guzmán,
capital de la República Dominicana, hay un barrio que se llama “Los
Cacicazgos”, cuyas calles llevan nombres de personajes taínos. De todos los
nombres taínos sólo hay dos de mujer [nuevamente salvo errores u omisiones]:
Anacaona y su nieta Mencía, pese a no ser este último nombre taíno, sino
español. Curioso.
VI. MAGIA
VI.a. Reencarnación
Aunque acabamos de hablar de la reencarnación desde la perspectiva
histórica, es imprescindible dedicarle algo de espacio desde la perspectiva
mágica.
Aunque yo creo en la reencarnación, como haría casi cualquier indio, tanto
de la India, como de aquí, ni puedo confirmar que existe, ni que yo crea o deje de
creer es relevante.
Lo fundamental y es lo que afirmo es que tanto la reencarnación, como la
maternidad son los dos puntales en los que el matriarcado primigenio había
basado su despótico control. Con la cantidad de denominaciones que ha
adquirido Dios en dos mil años de patriarcado, sólo faltaba haberle tenido que dar
nombres en femenino. Así, tenemos el Yaveh judío, en hebreo, pues imagino que
sefardíes, ashkenazies u otros le darán su propia entonación y forma; el Dios
cristiano, en sus distintas acepciones lingüísticas derivadas del fraccionamiento de
las lenguas indoeuropeas, que pese a la abrumante disparidad se dice pertenecen
a un mismo y único Dios [latinas –Deus (latín vocativo y portugués), Dios, Dieu,
Dio (latín general e italiano), Déu-; germánicas –God, Gott y similares-; eslavas –
Bog-; griego –Zeos-]; el Jainko vasco -que dadas las divergencias ancestrales
tanto lingüísticas como culturales no se sabe muy bien si es el mismo Dios o,
como suena tan diferente a los otros, es otro Dios-; el Allah árabe -puede que en
cada dialectal varíe, pero en árabe clásico es uno, aunque de todas formas es una
deidad a la que asocian 99 nombres más-; el turco Tann –se supone que es el
mismo Dios que Allah, pero en su lengua, el turco, lo llaman Tann-; Cristo –para
aquellos que creen que el fue, no el enviado, sino el mismo Dios; Kami, en
japonés; Budah, para los budistas; Ying-Yan, para los taoistas; Yocahú Baguá
Maórocoti, para los taínos; o Brama-Shiva-Vishnu, para los hiduistas. Sólo por
citar algunos nombres de Dios, mono-, bi- o triteístas, pues la lista no pretende ser
exhaustiva, sino simplemente mostrar la multiculturalidad del planeta, que desde el
Forum Barcelona 2004 se reivindica como una riqueza cultural a preservar. Y los
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primeros amenazados del mundo a preservar son los idiomas. Ante el empuje
imparable del inglés, todos nos tambaleamos. Rindo aquí un sereno y callado
homenaje a la lengua taína, que llevamos los españoles a la extinción. De
hecho, se cuenta que fray Ramón Pané escribió, además del libro citado en esta
conferencia, uno sobre la lengua taína, libro que no se ha podido encontrar hasta
la fecha.
VI.b. Sexualidad
La sexualidad está muy ligada al otro terreno pantanoso por el que se nos
castigó a las mujeres y con nosotras al Imperio. Me explico: la maternidad fue uno
de los puntales en los que se basó la tiranía del matriarcado en una época
primitiva en que todo eran supersticiones y donde la mente humana aún se
hallaba en un estadio evolutivo incipiente. Digo que el castigo fue tan grande que
incluso, como es bien sabido y está bien documentado, llegó a afectar al Gran
Imperio Romano. Una de las causas de su hundimiento fue la incorporación de la
mujer al trabajo y la consecuente disminución de la natalidad, con lo que el imperio
se acabó auto-fagocitándose y fue invadido por otros con mayor tasa de
crecimiento de la población.
Demonizar lo femenino, pasaba obviamente por alejarse de la
sexualiad, léanse confucianismo y cristianismo; pues los indios de ambos
continentes han logrado permanecer por encima de la ola de dualismo y se
han mantenido los de la India en su trilogía y los de América en su tetralogía,
en el fondo de sus almas bastante libres a pesar de la dominación extranjera
oficial. Y ahora que creo haberla explicado correctamente, permítaseme exponer
mi tesis de que los indios de ambos continentes son los seres más puros del
planeta, de más elevadas miras; es por ello que se les llama con el mismo
nombre, por mucho que mi admirado lingüista Tejera intente decir que el error que
hay al aplicar la palabra taíno a los taínos es “lo mismo que ocurre con las
palabras Antillas, Indios, Indias y muchas otras que se han impuesto a pesar de
ser evidentes errores” (op.cit.pág. 1193). No son errores, son producto de las
magias de las lenguas, que tienen fuerzas propias e invisibles (mágicas
totalmente) y que son las únicas que logran salirse con la suya engañando al
intelecto humano.
Volviendo a mi interpretación sobre la fuerza de lo taíno femenino con la
transliteración de la concepción amerindia de los cuatro elementos, es decir,
volviendo, pues, al planteamiento anterior, a lo de 3 energías femeninas vs. 1
masculina, quiero enlazarlo con las siguientes dos ideas. El hecho de que esta
isla, Ayití, sea “tan femenina” es una de las cosas que ayudan a que las
energías del amor fluyan con mucha mayor libertad, al tiempo que influye
sobre la definición energética de las personas que en ella viven. Al haber
tanta energía femenina no es fácil saber hacia dónde tiene uno que dirigir su
mirada de “buscador o buscadora de amor”.
21
Aquí quería introducir una reflexión personal sobre la sexualidad y enlazarla
con lo dicho sobre aquellas teorías que se impusieron en el Mundo con el
cambio de Era, como el confucianismo o el catolicismo, contraponiéndolo a otras
religiones. El taoísmo consideraban la sexualidad como parte del orden universal,
algo normal, creado para disfrutarlo, elemento que debía conocerse bien para
acceder al Conocimiento. Idea que sigue perviviendo en el Tantra. Muchos
cristianos primitivos y algunos grupos cristianos posteriores creían también en eso.
Con la demonización –no encuentro la palabra en el Diccionario de la Lengua
Española, pero es la única con la que sé expresar lo que quiero decir- del sexo lo
único que se ha logrado ha sido “desvirtuarlo”. Al no permitir que hombres y
mujeres fluyan libremente, ellos en el yang y ellas en el yin en búsqueda de la
Unidad Cósmica Divina, se han forzado muchas situaciones. Así, una persona
yang, generalmente hombres, pero también hay mujeres yang buscará una
persona yin, generalmente una mujer, aunque también hay hombres posicionados
en el yin.
El fluir libremente implica como condición sine qua non que uno
pueda experimentar libremente con el sexo desde la pre-adolescencia. Pues
bien, si uno puede desde pequeño jugar con el sexo, experimentarlo como un
juego antes de que se corra el riesgo de concebir (como defendían las culturas
indígenas de América), uno llega a la adolescencia con un bagaje sexual personal
que le faculta para decidir en la vida. Si, en cambio, nos castran nuestra capacidad
de fluir y jugar con el sexo, se crean, fomentan y difunden situaciones como la
homosexualidad y el lesbianismo, así como patologías y enfermedades entre los
heterosexuales.
Homosexuales y lesbianas son un 10-12% de la población mundial. Si todos
fluyéramos más con el Tao, con Maórocoti (la parte primigenia de la divinidad, que
las culturas mono- y biteístas han suprimido) habría muchos menos homosexuales
y lesbianas, pues para llevar a cabo su misión ancestral (a saber: romper con los
moldes caducos preestablecidos) no les haría falta enclaustrarse en un ghetto del
que obtener la fuerza, que fuera en el mundo les succionan.
Otra hipótesis, el hecho de que ahora históricamente sea tan necesario el
cambio –la Madre Tierra nos grita para que paremos las guerras y le dediquemos
tiempo, dinero y esfuerzo- quizás explique el que haya tantos homosexuales
encarnados en estos últimos tiempos y que se lleven tan estupendamente bien
con las mujeres, pues es a nosotras que ellos nos alimentan con su lucha.
VI.c. Virgen de la Altagracia
El mismo año que Ovando ejecutó a Anacaona, los hermanos Trejo trajeron
a Higüey la imagen de la Virgen de la Altagracia desde la pequeña aldea de
Garrovillas en Extremadura (España), la misma región de donde provenía Ovando.
Así se cerraba un círculo mágico y el espíritu de la Reina Protectora pasaba a
encarnar en la Pequeña Virgen.
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Esta pequeña isla, Ayití, protegida por el Espíritu de Anacaona,
encarnado en la Virgen de la Altagracia, es una tierra de mezclas de razas,
un pequeño laboratorio cósmico, que aunque pequeño y débil, puede con
orgullo demostrarle al mundo que la “Alianza de Civilizaciones” puede existir
sobre la faz de la tierra.
Por todo ello, me he permitido llamar a esta Virgen de la Altagracia
dominicana, en un acto de infinito amor, la Virgen de los Crisoles. Pero ¿qué
significa crisol? El Diccionario de la Lengua Española (consultable en www.rae.es)
lo define como “1. Recipiente hecho de material refractario, que se emplea para
fundir alguna materia a temperatura muy elevada. 2. Ingen. Cavidad que en la
parte inferior de los hornos sirve para recibir el material fundido”. Como se ve,
los Seres Humanos vamos más rápido, en esta Era de la Globalización, que
las estructuras e instituciones que nos acogen y dirigen. Así, el Diccionario
no recoge la acepción de crisol como mezcla de culturas.
Crisol es una palabra de origen catalán, que aunque actualmente en catalán
moderno es “gresol”, en catalán antiguo era “cresol”. El castellano tomó en
préstamo esta voz en el siglo XV, según describe exhaustivamente el Diccionario
Crítico Etimológico Castellano e Hispánico de Joan Corominas (Editorial Grados,
1980). Este diccionario, junto al de la lengua castellana citado antes, son para mí
las dos “biblias” básicas de mi vida. Cuando el castellano tomó esa lengua del
catalán la cambió en “crisol” -y cito a Corominas- “por influjo de las numerosas
voces de alquimia”. “En francés –y sigue la cita- croisol “candil” puede
documentarse ya en un glosario judío de fines del siglo XI...El francés normal ha
alterado hoy el vocablo en creuset por cambio de sufijo”. El diccionario inglésespañol de Collings (Editorial Grijalbo, 1971, reeditado en 1993) define crisol como
crucible (fig.) melting pot. Es a través del inglés que uno llega en castellano al
sentido figurativo y abstracto del crisol.
La lengua de la Era de la Globalización, lo queramos o no, nos guste o
no es el inglés, más maleable. En mi modesta opinión, no pasa nada, igual
que cada ser humano viene con una función, cada lengua trae la suya. El
alemán es la lengua de la filosofía profunda, como imagino que era el griego
clásico; el inglés, igual que el latín en su día, es la lengua del Imperio. Igual que
ocurrió con el latín, también el inglés es la lengua de la comunicación rápida
–precisamente por rápida, generalmente superficial-, así que, que nadie se asuste,
nuestras lenguas maternas seguirán existiendo mientras los seres humanos
sigamos teniendo la necesidad de expresar ideas desde el fondo de nuestra alma,
pues el Alma es Siempre Fiel y en ella no cabe el adulterio: siempre es fiel a la
lengua materna (la que habla la madre, la que se hereda en el intercambio de
fluidos del útero materno).¿Y el taíno?¿Cuál sería su función si aún perviviera?
Pregunta al aire.
23
VI.d. De cómo empieza la esperanza a resucitar del sueño de los justos
Ahora, el inicio de este tercer milenio abre nuevas esperanzas de que
podamos vencer lo irracional –y el miedo es el primer enemigo irracional a
vencer-y hombres y mujeres podamos caminar en pie de igualdad, tanto en los
asuntos humanos, como en los terrenales –comercio y política-, como en los
divinos. De ahí que una de mis principales reivindicaciones sea que la mujer
pueda acceder al sacerdocio en la Iglesia Católica, que es la de mayor
preeminencia en mi mundo hispanohablante y de las pocas que aún no han
reaccionado a la ola de la modernidad.
Septiembre de 1958 marca un punto de inflexión en la tendencia de dos mil
años de alejar a la mujer de lo mágico-religioso. En ese mes y en ese año la
Iglesia Sueca Luterana admitió la incorporación de la mujer al sacerdocio. En 1971
y 1973 el Obispo Anglicano de Hong Kong ordenó tres mujeres. En julio de 1974 la
Iglesia Episcopal de Filadelfia ordenó 11 sacerdotisas –aunque luego fue revertida
la decisión-. En junio de 1975 el Sínodo General de la Iglesia Anglicana de
Canadá, reunido en Québec, aprobó el principio del acceso de la mujer al
sacerdocio, seguido por igual decisión en julio de ese año por el Sínodo General
de la Iglesia de Inglaterra. Aun así, Juan Pablo II en la Carta Sacerdotal Ordinatio
Sacerdotalis de 22 de mayo de 1994 declaró que la Iglesia no tiene autoridad para
conferir el sacerdocio a las mujeres. Esperemos que ahora que ha habido un
cambio, este sea para bien.
VII. POESIA
VII.a. El taíno lengua fértil para la poesía
Los taínos, como pueblo sensible y bondadoso, amaban la poesía.
Hernández Pérez de Oliva en su “Historia de la invención de las Indias” (1528)
dice que: “Estas fábulas, por falta de letras, tenían aquellas gentes notadas en
versos medidos... Sabíanlas los sacerdotes y enseñábanlas a los hijos de los
reyes para que en las fiestas las cantasen y destos las oían otros”.
Su habla “dulce siempre con risa” como la definía tomando prestadas
palabras de Las Casas al inicio de esta ponencia es muy apropiada para la
poesía, pues para declamar se necesita mucha alegría y como yo escribí en
cierto poema titulado “Fluir con la Fuerza del Amor”, poema hermano de esta
conferencia:
“Una fe que en esta isla
es canto, baile y risa,
pues aquí hasta las tristezas
se llevan con alegría”.
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VII.b. Poetisa Anacaona
Last but not least, Anacaona fue una gran poetisa. El Barón Emile Nau en
“Histoire des Caciques de Haití” (París, 1984) la describe como “graciosa Reina e
ilustre poetisa”. Esta cita está extraída de la novela titulada “Anacaona La Reina
del Nuevo Mundo” que Fernando Hernández Díaz escribió en 2003, en
conmemoración de la ejecución de Anacaona.
VIII. CONCLUSIÓN
El Diccionario de la Lengua Española define aborigen como –y cito“originario del suelo en que vive. Dícese del primitivo morador de un país, por
contraposición a los establecidos posteriormente en él”. Los taínos fueron los
aborígenes de la isla de Ayití, luego La Española, luego dividida, por la fuerza de
lo masculino, en dos países.
Los europeos blancos vinieron de Europa y los africanos negros de África a
partir de los siglos XV y XVI. También los dos principales grupos étnicos semitas
(hebreos y árabes) -digo principales, pues, otros muchos han casi o totalmente
desaparecido, como los acadios, arameos, amorritas, y fenicios- también llegaron
del Norte de África y de Asia Occidental. Muchos asiáticos también fueron
llegando a esta isla. Esta Isla es pues un Gran Crisol, un pequeño laboratorio
del planeta, donde a pesar de las inmensas injusticias sociales y de la
pobreza extrema, todos los que a ella, a Ayití, han llegado, ya sea de uno u
otro lado de la frontera, han sido y son acogidos con mucha más
hospitalidad sincera que en ningún otro sitio del planeta que yo conozca.
De igual manera que el Imperio se expande con su lengua inglesa, el
pequeño crisol de Ayití expande su bombita de Amor por el mundo a través
de las redes de parentescos individuales y globales.
Todo lo que he dicho en esta conferencia puede ser cierto, como decía Don
Quijote en este su año “como yo soy aficionado a leer llevado de esta mi natural
inclinación...”o puede ser simplemente “síndrome de Estocolmo”, como llamamos
los diplomáticos al mal que nos aqueja cuando nos identificamos más con los
intereses del país receptor que con los del país que nos envía.
Para intentar desagraviar a España u otros, si en algo se ha o han sentido
ofendido/s, concluyo con un poema que mi fantasía atribuye a Anacaona y que
esta dirigiría a mi Reina Isabel [he buscado bajo el cielo y sobre la tierra algún
rastro de algún poema que escribiera Anacaona, pero lamentablemente no he
hallado nada]. Tres palabras están en el diccionario de Indigenismos y otras dos
forman parte del imaginario del crisol (aurijuna por extranjero; y guaitiao por los
amigos del alma que sacralizan su compromiso juntando sus sangres...)... Esto
demuestra que lo taíno pervive y sigue evolucionando a su ritmo, pausado,
sosegado, soterrado...
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Aurijuna Isabel
Isabel Aurijuna
Guaitiao Isabel
Isabel Guaitiao
Extranjera Isabel
Isabel Extranjera
Hermana Isabel
Isabel Hermana
Atabey Bagua
Bagua Atabey
Atabey Maórocoti
Maórocoti Atabey
Diosa de lTierra y Mar
Diosa de Mar y Tierra
Diosa Matrilineal
Matrilineal mi Diosa.
Mágico sería también que las dominicanas tomaran conciencia de lo
especial que es la feminidad que corre por sus venas y poco a poco fueran
tomando posiciones en la sociedad y la política acordes con su gran valía. Por
ahora, las mujeres son las grandes proveedoras de remesas en este país, según
los estudios del INSTRAW. Hace falta que poco a poco el espíritu de Anacaona o
de la Altagracia vaya empoderando al resto de las mujeres.
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BIBLIOGRAFIA TAINA
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30
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