LO FEMININO EN LO TAÍNO: RELIGIÓN, MITOLOGÍA, SOCIEDAD, SEXUALIDAD, HISTORIA, MAGIA Y POESIA Conferencia dictada en la Biblioteca Nacional de Santo Domingo el 9 de agosto de 2005 y en el Centro Cuesta del Libro el 17 de octubre de 2005 Por Mon González “...tanto son gente de amor y sin codicia y convenibles para toda cosa que certifico a Vuestras Altezas, que en el mundo creo que no hay mejor gente, ni mejor tierra; ellos aman a sus prójimos como a sí mismos y tienen una habla la más dulce del mundo y mansa y siempre con risa”. [Cita de Fray Bartolomé de las Casas quien llegó a Ayití en 1502] I. INTRODUCCION Al leer sobre los taínos y vivenciar esta isla me han ido llamando mucho la atención diversas cuestiones relacionadas con la fuerza de lo femenino en la religión, en la mitología, en la historia y en lo mágico taíno. Sobre eso quiero hablarles hoy. I.a. El nombre de la Isla Antes de empezar, quiero hacer una aclaración sobre el nombre de esta isla, para poder hablar de ella en su totalidad y usar el nombre taíno. El primer nombre que Pedro Martir de Anglería atribuye a esta isla es Quisqueya. Cito: “Los nombres que los primeros habitantes pusieron a la Española, fueron primero Quizquella, después Haití, y no sólo por voluntad de los que le pusieron el nombre, sino por el efecto que ellos creían. Llamaban Quizquella a alguna cosa grande que no la haya mayor: Quizquella la interpretan grandeza, universo, todo, como los griegos su Pan”. El genial lingüista Emilio Tejera, en sus “Indigenismos”, página 1148, discrepa de la visión de Martir. Hago un inciso: “Indigenismos” de Emilio Tejera es el más completo diccionario de la lengua taína que existe con 1383 páginas y editado por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos. Con lo que si está de acuerdo Tejera es con el nombre de Haití. Cito de sus “Indigenismos”, página 754: “Haití- Nombre indígena de la Isla de Santo Domingo y de las cumbres de las montañas del Cibao. De acuerdo con muchos autores quiere decir “tierra alta”. Y ya como curiosidad sigue la cita: “Todavía se usa en los campos dominicanos la voz indígena “haytinal” por horcón alto”. Quisqueya –o si hubieran tenido grafías quizás lo hubieran escrito “Kiskeya”-, nombre femenino, era, pues, el primer nombre de esta isla, 1 cuando esta isla era el paraíso perdido. Con el tiempo, las incursiones de otros pueblos y, sobre todo, tras la llegada de los españoles, los taínos empiezan a “volar hacia sus montañas”, esas que cobijaron al último gran rebelde, Guarocuya –bautizado de niño “Enriquillo”- y prevaleció el nombre de Ayití, “La Montañosa”. Ayití en la época del descubrimiento no conocía fronteras físicas. No habían llegado a Ayití las leyes de separación, aislamiento y combate de los hombres. Ayití hoy está dividido por la fuerza de lo masculino en dos países. Es necesaria la fuerza curativa de lo femenino para equilibrar esta isla. I.b. Las taínas y los taínos y su lengua El término “taíno” lo describe Tejera, en la página 1193, como –y cito“hombre de bien. Bueno...Hoy se usa esa voz para designar a los antillanos de raza arahuaca y a su lengua. El Profesor Félix Pérez Sánchez dice que “es un error etnológico llamar taínos a los arauacas. Realmente –sigue la cita- ningún autor antiguo aplicó ese vocablo con tal acepción, pero hoy está tan generalizado su uso... que se ha impuesto a pesar de ser evidente error”. En otras culturas aborígenes de América también existe la palabra taíno. En guaraní, una de las lenguas del Amazonas, también de la familia arahuaca, taihin significa gente de raza o gente de linaje y en aimará, lengua del pueblo amerindio que habita junto al lago Titi Caca, significa primogénito. Taíno no era, pues, el nombre de los indios que habitaban esta isla, sino que era una simple palabra en su lengua que significaba persona de bien. No obstante, la magia que nace del olvido de los datos fácticos es la que nos lleva a denominarlos tainos, es decir, seres buenos, con lo que vengo a aseverar que discrepo frontalmente de la tesis masculina (“sólo creo lo que veo”) del profesor Pérez y que si creo que las lenguas tienen una magia intrínseca que escapa del raciocinio pleno y hace que a esa gente buena se la acaba denominando urbi et orbe “taína”. Así mismo, quiero puntualizar que cuando me refiero en lo sucesivo a hombre o a lo masculino me refiero a varón únicamente y no al género humano, como desafortunadamente recoge el Diccionario de la Lengua Española – diccionario que, por lo demás, tanto respeto y en tal alta estima tengo-. Cito: “Hombre (del latín homo) m. Ser animado racional. Bajo esta acepción se comprende todo el género humano”. Discrepo. Para describir a ambos, hombres y mujeres, existen los conceptos de Persona o Ser Humano, que son lo suficientemente amplios para dar cabida a lo masculino, a lo femenino y también a lo neutro, homosexuales y lesbianas, más allá de machismos y discriminaciones por orientación sexual. Yendo a la lengua taína, en la lengua castellana, según la Real Academia, habría sólo 39 palabras provenientes del taíno. Extraño, pues el propio Pedro Henríquez Ureña, uno de los grandes humanistas de este país, dijo –reproduzco lo 2 que citó Tejera- que “tres idiomas son las fuentes principales de las palabras indígenas de América en el español: en orden cronológico de conocimiento e influencia, el taíno, de las Antillas; el náhualt, de México; el quechua, del Perú.... Del taíno...es de donde ha penetrado mayor número de palabras indígenas al español general, o por lo menos al de unos cuantos países”. Dada la aparente contradicción entre una y otra afirmación y la falta de estudios exhaustivos en esta área, aquí se abre otra vía de investigación exhaustiva. En cualquier caso, en Ayití, como bien señaló Las Casas, había tres lenguas, no una sola y la denominación de taíno parece que se ha venido a aplicar a la lengua mayoritaria o “universal” de esas tres. La exposición está dividida en 6 partes: religión o deidades; mitología o mitos (la creación de la mujer y la ciguapa); la sociedad taína previa; la historia; la magia; y la poesía, seguidas de una conclusión final. II. RELIGIÓN Por Religión se entiende el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad. Abordaremos en este apartado las principales divinidades taínas, explicando primero la divinidad suprema y luego las otras. Todas ellas permeables por la fuerza de lo femenino. Al hablar de Religión Primitiva en Ayití quiero nombrar a dos autores. Fray Ramón Pané, fraile jerónimo catalán, es la única fuente directa y quien ha permitido rescatar del olvido esos conocimientos. Pané llegó a Ayití en el segundo viaje de Colón (1494), patrocinado, impulsado y protegido por este, y recogió los dioses, mitos y ceremonias de los primitivos moradores de las Antillas. Su obra, “Relación acerca de las antigüedades de los indios”, supone la primera recopilación etnológica escrita en el Nuevo Mundo. El primer ejemplar de su obra no se acabó de redactar hasta después de 1498, se calcula que fue traída a España por Colón al final de su tercer viaje y no apareció impreso hasta 1571 por Alfonso de Ulloa en italiano y 1749 en español. Desde entonces muchos autores han analizado la obra de Pané. Entre ellos quiero destacar al gran lingüista estructuralista cubano José Juan Arróm analizó y completó la obra de Pané mediante la suya propia: “Mitología y Artes Prehispánicas de las Antillas” (1975). II.a. La deidad suprema taína encarna una trilogía Pané recoge en su prólogo que al dios supremo lo llaman “Yucahu Baguá Maórocoti”. De él dice que “creen que está en el cielo y es inmortal, y que nadie puede verlo, y que tiene madre, más no tiene principio”. 3 Por un lado, estaría Yocahú que es el Espíritu de la Yuca, el Espíritu simplemente, la Inteligencia Cósmica, la fuerza masculina. No hay que olvidar que la yuca era la base de la alimentación de los taínos; era lo que les daba el fuego vital (el equivalente al yang del taoísmo chino). En sus análisis posteriores Arrom afirma que Yocahú Bagua Maórocoti equivale a Yocahú. En mi opinión, esta última afirmación del autor es errónea, pues la trilogía es más amplia que uno sólo de sus miembros. Así, cuando se fusiona ese Yocahú, con Baguá y con Maórocoti, es cuando nace el Gran Espíritu, Yocahú Baguá Maorocotí, que sería más amplio que sólo Yocahú, sería el equivalente al Gran Espíritu, a la deidad suprema que todas las culturas aborígenes americanas tienen en su mitología, a la Gran Conciencia Unitaria. Baguá es el nombre que los taínos daban al Mar Caribe, es el Espíritu del Mar, el Alma simplemente, el Amor incondicional y la Sabiduría que de él se deriva, la fuerza femenina, el yin del taoísmo chino. La fusión de Yocahú y de Baguá se puede ver en otras culturas, es el equivalente a la fusión del Espíritu (elemento guía masculino) con el Alma (elemento guía femenino) de la concepción greco-cristiana (el Padre y la Madre) o a la fusión-equilibrio del yin-yang taoísta. Lo más curioso es que los taínos no se quedaron ahí, sino que los taínos llegaron con su cosmogonía en la definición de su divinidad principal más allá que los chinos o los occidentales. ¿Cómo? Al introducir en su concepto de Gran Espíritu una última matización, que ninguna otra cultura que yo conozca ha introducido con ese mismo significado. Esa matización se obtiene mediante la adición del término “Maórocoti”, que viene de “ma” que significa “sin” y “órocoti” que significa “abuelo”, según traducción de Arrom, lo que textualmente significa “sin abuelos” o como definía Pané “que tiene madre, más no tiene principio”, es decir, que al Gran Espíritu inmanente se le incorpora expresamente en su denominación un reconocimiento a su principio primigenio femenino y no ya el masculino, que con el tiempo se va perdiendo. Maórocoti podría ser, pues, la fuerza de la matrilinealidad o femenino, la que crea y da origen a las sociedades, y los taínos lo tenían presente en su cosmogonía. Sé que la palabra matrilineal no está aún aceptada por la Real Academia, pero ya Veloz Maggiolo la usaba en 1972. La deidad principal taína era, por lo tanto, una deidad en la que lo femenino tenía un gran poder. Precisamente ese poder de lo femenino que, por definición y naturaleza es amplio e incluyente, incorpora, amorosamente, como hacen las mujeres, todo lo que hay sobre la faz de esta bella tierra. En este contexto, me atrevo a hacer una interpretación más audaz, que sería que esa 4 tercera fuerza fuera la fuerza en la que imbricar a homosexuales y lesbianas. Me explico, sería una subfuerza bajo la protección de lo femenino que nacería con una orientación diferente, simplemente diferente y nunca condenable. Partiendo de esto podíamos hacer un intento de reescritura del taoísmo. Lao Tse se cuidaba mucho de alejar su concepto de Tao de todo aquello que pudiera dar una idea de algo concreto y lo define en cierto lugar como “la madre de la creación, el antepasado de todos los seres”. Por ende, me atrevo a asimilar el Tao al concepto de Maórocoti, con lo que ya tendríamos también aquí la trilogía. La lengua alemana es, en mi opinión, la lengua viva más perfecta conceptual y estructuralmente tiene tres géneros (masculino, femenino y neutro) que permean todos sus seres y objetos. En esta línea, según el filósofo alemán Hegel, el movimiento dialéctico se compone de tesis, síntesis y antítesis. La religión taína, la hinduista y la taoísta, tienen, al igual que el alemán y sus geniales filósofos, un anclaje claro en la trilogía, es decir, en que son tres y no dos las fuerzas que permean todo lo creado. Un aforismo taoísta del “Libro de las Trasformaciones” dice: “El Uno genera el Dos, el Dos genera el Tres y el Tres genera todas las cosas”. Yocahú suele estar asociado con los trigonolitos, aunque su trilogía también podría estar simbolizada por este recipiente de cohoba. El trigonolito, cemí tricornio o icono tricúspide estaba asociado al crecimiento de la yuca. Nunca se han hallado trigonolitos en el actual Haití y estos proceden fundamentalmente de la zona sur central y oriental de la República Dominicana, que los arqueólogos denominan Boca Chica. II. b. Atabey Pané dice que “a su madre –de Yocahú Baguá Maórocoti- llaman Atabey, Yermao, Guacar, Apito y Zuimaco, que son cinco nombres”. Atabey es pues la madre de Yocahú Baguá Maórocoti. Como señala el profesor portorriqueño Jalil Sued-Badillo “la madre del Dios principal...tiene cinco nombres; el hijo sólo tres”. En la sociedad taína, según este profesor, el número de nombres que se adquirían en vida respondían a importantes mecanismos de diferenciación social. Así la madre era más poderosa que el hijo. Atabey significa, según Arrom, Madre de las Aguas a partir de “Atta”, madre, y de algún derivado de una palabra que se sigue usando hoy en las Antillas y que es “itabo” (charco o depósito de agua dulce y limpia). Agua que está muy unida a la fertilidad y al nacimiento. Carrada traduce “Ataba” como principio y “ey” como perteneciente a, es decir, La que Pertenece al Principio. El segundo nombre Yermao estaría relacionado con una capa de algodón (mao) y podría 5 simbolizar la labor de tejedora que desempeñaban las mujeres. El tercer nombre Guacar vendría, según Arrom, de “wa” nuestra y “kairi” luna o mes, compuesto a su vez de “ka” fuerza e “iri” marea, menstruación, es decir, Nuestra Luna Fuerza de la Marea. Para Carrada, “Gua” sería el artículo y “car” bueno, es decir, La Bondadosa. El cuarto nombre Apito significaría Diosa. El quinto Zuimaco no lo he podido identificar. Pero en cualquier caso ya tenemos a la Diosa Madre Bondadosa, la que cuida del nacimiento, del agua, de la luna, de las mareas y nuestra menstruación y de las tejedoras. En la lengua yoruba de los esclavos negros africanos que vinieron a esta isla en el s. XV a esta deidad se la denominaba Yemayá. De Atabey se han encontrado innumerables objetos tanto en la actual República Dominicana, como en Haití, aunque es sobre todo en Haití donde mayor número ha sido hallado. Los principales objetos hallados de la Diosa Atabey tienen diversas funciones. Así mismo están relacionados con diversos animales, principalmente con la rana. Las funciones serían: 1) Funciones ceremoniales: a. Cemíes de piedra para los altares, en que se puede observar elaborada cabellera y bebé saliendo de la barriga. Las de Haití son menos elaboradas que las de República Dominicana. Pané describe en el capítulo XV los tipos de cemíes y estos pienso que equivalen a los que “hacen llover”. b. Piedras planas rituales. c. Cetros petaloides . d. Piedra redonda . e. Duho. f. Cinturones del juego de pelota. 1.1.) Dentro de lo ceremonial, hay varios objetos que tienen específicamente funciones relacionadas con el rito de la cohoba (ritual que Pané explica con detalles en los capítulos XI, XV y XIX y que el mismo resume como que sirve para: hacer oración; complacer al cemí; preguntar y saber cosas malas y buenas; y pedir riquezas): a. Espátula vómica en lambi. b. Recipiente inhalador para cohoba en madera. c. Recipiente para cohoba en madera de guayacán y piedra. d. Plato porta cohoba. 2) Funciones ornamentales: a. Collares de lambí y huesos; y de lambí, huesos de pescado, oro, jade –muestra comercio existente con Centroamérica-. b. Amuletos de frente hechos en lambí. c. Sellos para pintase el cuerpo con biha. En el relato de Pané habla de que fue una mujer, Guabonito, la que regaló al primer hombre (Guahayona) los primeros guanines (adornos de metal para las orejas) y las primeras cibas (piedras que se ataban a brazos y cuellos). 6 3) Funciones relacionadas con la fertilidad:: • De la tierra y cosechas de yuca como los trigonolitos. Estos corresponderían a los cemíes del capítulo XV que Pané clasifica como “otros hacen nacer las cosas que comen”. • Para los rituales de desvirgación como los falos de piedra. • Piedras de parto. Pané hace alusión a estas piedras en varios capítulos. Así en el capítulo XVI dice que “algunas veces tienen por cierto que aquellas piedras son buenas y ayudan a hacer parir a las mujeres y las guardan con mucho cuidado, envueltas en algodón, metiéndolas en pequeñas cestas y les dan de comer de lo que ellos comen” y en el capítulo XIX dice que hay cemíes de piedra que los behiques (médicos) “sacan del cuerpo y aquellos son los mejores para hacer parir a las mujeres preñadas” -¿piedras del riñón?-. Pero aparte de la rana, que es la asociación más inmediata, Atabey también está relacionada con algunos otros animales: a) Inriri o pájaro carpintero, sobre el que hablaremos en breve al abordar los mitos. Una pieza curiosa es un majador de inriri y rana. b) La iguana. Pané en el capítulo XI habla de que para los taínos el sol y la luna salieron de una cueva en el país del cacique Mautiatihuel (Hijo del Alba), cueva que se llamaba Iguanaboina, que Arrom traduce como la cueva de la iguana y de la serpiente parda. Cueva que estaba pintada y tenía dos cemíes: Boinayel (Hijo de la Serpiente Parda, Señor de la LLuvia) y Marohú (Espíritu de Sin Nubes, Señor del Tiempo Despejado). c) La serpiente. Aparece como cemí de tierra junto con rana; como cemí de trigonolito junto con rana; como piedra ritual plana; como amuleto y como sello para pintarse. En el capítulo XVIII de Pané se cuenta como los parientes de las personas fallecidas cuando creen que el culpable de la muerte es el behique o médico lo apalean y que “por la noche vienen muchas culebras de diversas clases, blancas, negras y verdes y de muy diversos colores” que reviven al behique. Aquí claramente se aprecia el poder mágico unido a la vida y la muerte de la culebra. d) La tortuga. Pané relata en los capítulos IX, X y XI cómo Itiba Cahubaba murió en parto tras tener cuatro gemelos y cómo estos llegaron a pedir cazabe a Bayamanaco y este les tiró un guanguayo lleno de cohoba a la espalda, del golpe al gemelo mayor, Demián Caracaracol, se le hinchó la espalda, se la abrieron con hacha y salió una tortuga viva, hembra; se fabricaron casa y la criaron. e) El búho. Generalmente al búho –y al murciélago- se le asocia con la muerte, como bien exponen Arrom y Manolo García Arévalo en su estudio sobre los murciélagos y los búhos/lechuzas. Maquetaurie Guayaba, Señor de la Región de los Muertos (de “ma” que, como ya vimos, es “sin” y “quetaurie” “vida”), cuya morada estaba en la mítica Soraya. No obstante, el majador que asocia búho con rana puede simbolizar el clásico ciclo vida- 7 muerte-vida que en las sociedades primitivas era regido por las mujeres. Relacionadas con este ciclo están las bolas rituales ciguayas. f) Manatí, como en este inhalador de hueso. g) El perro. El perro mudo que existía en la isla antes de la llegada de los españoles parece, según figura, asociado también a los rituales de desfloración. Opiyelgoubirán, Espíritu de los Ausentes, salía por las noches con figura de perro. Hoy en día también existe en la calle Socorro Sánchez de la capital una clínica de ginecología que lleva el nombre de Atabey. II.c. Guabancex Guabancex es la Señora de los Vientos. A Guabancex le consagra Pané el capítulo XXIII. La describe como un cemí mujer que cuando “se encoleriza hace mover el viento y el agua y echa por tierra las casas y arranca los árboles”. Pané relata cómo Guabancex tiene otros dos cemíes en su compañía: el pregonero Gautaubá (Dios del Trueno) y la inundadora Coatrisquie. Arrom señala que “es sabido que hacia fines de verano y principios del otoño se forman los huracanes que hoy se ha dado en identificar, por extraño misoginismo, con nombre de mujer…Y el taíno, por curiosa coincidencia, también las identificaba como obra de una airada divinidad femenina a la que llamaba Guabancex” (op.cit. 72). Aquí no puedo evitar discrepar del comentario de Arrom. Para mí esa asociación de Guabancex con lo femenino no es por misoginia, sino por algo que está mucho más allá y que iré desgranado poco a poco: la humanidad sabia, entre los que incluyo los taínos, funciona no sólo con los 5 sentidos a los que el racionalismo ha llevado a Occidente y que han convertido a personas e iglesias en entres materiales, materialistas y no espirituales. La humanidad sabia se rige y regía por más sentidos, como el llamado sexto sentido o intuición, que pertenece al mundo de lo mágico, es lo que hace que, aparentes errores, tengan tras de sí grandes verdades. Los taínos consideraba los huracanes femeninos, al provenir de Guabancex, y el imaginario colectivo – para mí mucho más sabio que el mental colectivo- sigue atribuyéndoles esa misma vibración femenina. Según Oviedo, “Huracán, en lengua desta isla, quiere decir propiamente “tormenta” o “tempestad muy excesiva””. Como señala Arrom, “igual que... Santa Bárbara y la tempestad, ...[los taínos] separaban a las airadas deidades de esta trilogía de los efectos que causaba; es decir, a Guabancex, Gautaubá y Coatrisquie de la incontenible fuerza de los vientos, del retumbar de los truenos y de la violencia de las aguas torrenciales”. 8 II.d. Una explicación personal del “exceso de femenino” Dando un salto en espacio y tiempo, alrededor del 1200 a.C. pueblos procedentes de la meseta iraní se establecieron en el Punjab y en el valle del Indo (parte de la actual India), naciendo así la civilización védica con el sánscrito como lengua y el hinduismo como religión. Pues bien, el Hinduismo también tenía una trilogía de fuerzas en la cúspide de lo sagrado: Brahma (A), Vishnu (U), Shiva (M), que encarnan tres fuerzas: la destrucción; la creación; y la conservación. Aquí podríamos avanzar un breve paralelismo. La fuerza creadora sería la femenina (Brahma, Atabey), la fuerza conservadora sería la masculina (Vishnu, Yocahú), la fuerza de la destrucción sería la tarea de la energía neutra (Shiva, Gubancex). Si intentamos transliterar ciertos esquemas de los pueblos amerindios de tierra firme (aztecas, toltecas, lakotas, nahualtis, mapuches, etc.) y aplicar a la concepción religiosa taína el esquema de los cuatro elementos, vemos que el Fuego sería Yocahú, masculino; el Aire sería Guabancex, femenino; y el Agua y la Tierra serían Atabey o Atabey y Baguá, ambas femeninas. De esto se concluye que en esta isla las fuerzas serían tres versus una, es decir, tres fuerzas femeninas vs. una masculina (el aire-viento en otras culturas suele ser masculino). El tener tres de los cuatro elementos femeninos es, en mi opinión, lo que hace de esta isla un lugar tan especial. La gente, cuando llega aquí, aunque sea como turista y para pocos días, se queda maravillada del talante de sus gentes. Hay un fluir con la vida y una alegría de alma, ambos, muy femeninos. III. MITOLOGIA Por Mitología se entiende el conjunto de mitos e historias que se cuentan, pero cuya verdad material no se afirma. Pertenecen al mundo de la poesía y de la imaginación. La mitología taína es muy rica. En relación con lo femenino cabría destacar el mito de la creación de la mujer y el de la ciguapa. Para el primero, se ha seguido al portorriqueño Ricardo Alegría y sus “Apuntes en torno a la mitología de los indios taínos de las antillas mayores y sus orígenes suramericanos” (1978). Para el segundo a Don Manuel Mora Serrano y a Gabriel Atiles. III.a. La creación de la mujer Se procede a narrar el mito en una versión personal, apoyada en los capítulos II, VII y VIII de Pané: 9 Érase una vez un gran taíno llamado Guahayona, que estaba molesto porque uno que había enviado a recoger la hierba llamada digo, no regresó. Así, Guahayona decidió salir de la cueva Cacibajagua y le dijo a las mujeres: “Dejad a vuestros maridos e hijos y vámonos a otras tierras”. Las mujeres le siguieron, marcharon todas de Ayití y tras un largo viaje llegaron a la isla de Martininó, donde dejó a todas las mujeres. Los hombres de Ayití querían mujeres y se las pedían a los cielos. Un día, mientras se lavaban, “vieron caer de algunos árboles, bajándose por entre las ramas, una cierta forma de personas, que no eran hombres, ni mujeres, ni tenían sexo de varón, ni de hembra, las cuales fueron a cogerlas; pero huyeron como si fueran anguilas”. Llamaron a cuatro caracaracoles, personas con una enfermedad que les hacía la piel muy áspera. Los caracaracoles las cogieron. “Después que las hubieran cogido, tuvieron consejo sobre cómo podían hacer que fuesen mujeres, puesto que no tenían sexo de varón, ni de hembra”. “Buscaron un pájaro que se llama Inriri, que agujerea los árboles. E igualmente tomaron a aquellas mujeres sin sexo de varón, ni de hembra, y les ataron los pies y las manos, y trajeron el pájaro mencionado y se lo ataron al cuerpo. Y este, creyendo que eran maderos, comenzó la obra que acostumbra, picando y agujereando donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres”. Algunas imágenes de inriris: como cinturón ornamental de hombro (43), como colgante (23) o como majador (34/35/36). Alegría afirma que variantes de este mito se pueden encontrar en el trópico sudamericano. Sobre este mito quiero únicamente desarrollar dos ideas (aunque podrían desarrollarse decenas). Lo de Martininó es seguramente un hecho verídico que explica porque en esa isla -la actual Martinica- vivían las mujeres guerreras, lesbianas y auto-suficientes, que sólo tomaban hombre para engendrar y si los hijos nacían varones eran sacados de la isla para devolverlos a los padres. Me recuerdan a las amazonas, nombre que en la mitología griega elaborada a 8000 km. de aquí, recibían las mujeres guerreras. En ese mismo lugar, la Grecia clásica, existió en la isla de Lesbos una gran poetisa, Safo, en el siglo VII a.C., que Sócrates llamaba “la hermosa” y Platón “la décima musa”, que estuvo casada, tuvo una hija y creó una hermandad de mujeres para buscar el amor a través de la delicadeza. Esto es el origen del término lesbiana, prima hermana de las mujeres de Martininó. Esto me da pie a especular que estas mujeres están en el origen de las muchas lesbianas que hay en las Antillas menores y mayores. 10 La segunda idea es que aunque los seres que encontraron en los árboles no tenían sexo de varón, ni de hembra, algo le debieron notar para decidir, en lugar de añadirle un guineo y convertirlos en varones; perforarle una vagina. Esta narración para mí arroja mucha luz sobre un factor, eso sí reconociendo que me muevo nuevamente en terreno especulativo. En esta isla existieron y existen los “maórocotis”, seres neutros, que hoy se identificarían con los homosexuales. Este mito de la mujer que Pané transcribe explica, en mi opinión, el origen de todos los femeninos y neutros: de la mujer normal –léase de la heterosexual o de la casta-; de la mujer guerrera; de la lesbiana; del homosexual; y del travestido, éste último sería al que perforó el inriri. III.b. La Ciguapa Javier Angulo Guridi escribió una novela sobre la Ciguapa en 1866. Don Manuel Mora fue uno de los primeros que investigó, con verdadera devoción, este mito. Ahí queda su artículo sobre “Indias, Vien Vienes y Ciguapas: Noticias sobre tres tradiciones dominicanas” publicado en la revista EME-EME en 1974 y su novela “Goeiza”, Premio Siboney 1979. Hace poco, el arqueólogo Gabriel Atiles, ha publicado en internet: “Génesis de un mito. La Ciguapa a 139 años de su documentación escrita. Análisis de la percepción y transformación del mito”. Atiles afirma que “lo cierto es que la Ciguapa es una leyenda de casi todo el país”; aunque “no existe nada en la tradición rupestre que nos hable de la ciguapa”. El mito se podría recrear como sigue: Cuentan los ancianos que existen mujeres hermosas, llamadas ciguapas, de pequeña estatura, tez morena, ojos negros y rasgados; con los cabellos suaves, lustrosos y tan largos que son la única vestimenta de sus cuerpos; con las piernas largas y delgadas; y con los pies hacia atrás. Algunas hasta estarían bellamente emplumadas. Las ciguapas serían mujeres salvajes, que poseerían poderes mágicos, a pesar de los cual serían completamente inofensivas y sumamente tímidas llegando incluso a asustarse de la gente-. Las ciguapas habitarían en las montañas, generalmente en cavernas montañosas, aunque también se las podría localizar en los charcos de los ríos en las noches de luna nueva. Las ciguapas tendrían un corazón cazador y saldrían por las noches de las serranías en busca o bien de manteca y carne cruda o bien en busca de algún caminante nocturno al que embrujar, amar y luego matar. Si se la mirara a los ojos, embrujaría con su poder y si el hombre respondiera a su canto, estaría perdido para siempre. Encontrarse con una Ciguapa podía significar ser amado de una manera incomparable, pero también ser enajenado de lo conocido para entrar por siempre en el mundo oscuro y nocturno de las Ciguapas. 11 Las ciguapas sólo podrían ser capturadas con un perro blanco y negro, con patas de cinco dedos, en noches de luna llena. Personalmente, creo que aunque en la recopilación de Pané no se mencione específicamente a las ciguapas por ese nombre sí que se alude a ellas en el prólogo cuando dice que: “Y creen que los muertos se les aparecen por los caminos cuando alguno va solo; porque, cuando van muchos juntos, no se les aparecen”. Ya en aquella época existía esa superstición-miedo a la noche en soledad y a lo desconocido... y con el tiempo el acecho materializó en una mujer mágica... ¡Cómo no! Lo mágico siempre fue femenino. En otro orden de cosas, “La Gran ciguapa” del joven artista plástico dominicano Domingo Guaba me parece entrañable. Antes de pasar a la parte socio-histórica, concluyamos con el hermoso poema del poeta cubano Samuel Feijoo "La Asamblea Mundial de Pájaros" dedicado a este mito: "La Ciguapa en su nido se dijo: “La labor es grande. Si se quiere la paz entre las aves, hay que cambiar sus estilos de vida. Todas quieren la paz, porque en general no hay ave que no esté amenazada por otra. Hay que lograrla”. Y calló porque vio la sombra del gavilán cruzar sobre el ateje donde estaba su nido”. Todos queremos la paz, como la querían los taínos, pero la historia fue otra. IV. SOCIEDAD TAINA PREVIA Y SU SEXUALIDAD IV.a. Clases sociales como expresión de estratificación espiritual La sociedad taína era una sociedad de clases, en cuya cúspide estaban los caciques o cacicas/ caciquesas; le seguían los nitaínos; los tainos; y, por último, los naborías, que servían al resto. El concepto de clase social entre los taínos, en mi opinión, no estaba cimentado únicamente en la riqueza material o posesiones, sino que también influía la evolución espiritual de la persona. De lo poco que se recogió verdaderamente de ellos en la época se puede deducir que los taínos basaban su “selección natural” en la fuerza espiritual, que esa era la medida para elegir a sus guías. A mi juicio, los taínos habían comprendido lo sencillo que es alcanzar la liberación del alma mediante la sola búsqueda de la armonía dentro y fuera de uno y con el entorno. Todo hombre adulto debería, para ser un Ser Humano completo, incorporar plenamente la fuerza de lo femenino y de lo neutro (y viceversa, la mujer incorporar la fuerza de lo masculino y de lo neutro). Ahí radica para mí la diferencia esencial entre hombre y Ser Humano, el hombre encarna sólo la energía masculina, cazadora y agresiva, mientras que si llega a ser un Ser Humano habrá incorporado energía femenina, la bondad, la dulzura, la sonrisa fácil, a su idiosincrasia y la energía neutra, que mediante la destrucción de 12 esquemas caducos arrastra a la humanidad a un nivel evolutivo superior. Así mismo, ni hombres, ni mujeres –ni homosexuales, ni lesbianas, aventuro yo- eran discriminados por cuestiones de orientación sexual, sino que, a mi juicio, tenían muy claro que debían incorporar todo el espectro dentro de Sí para alcanzar el equilibrio. Nuevamente, aquí se puede trazar algunos paralelismos. El sistema de castas hinduista nace de una división de la sociedad en la época védica. Existen cuatro grandes castas: los sacerdotes o brahmanes; los dirigentes o castrilla; los agricultores o artesanos o vaishya y los servidores o shudra. Los intocables son personas fuera de casta. Aquí en Ayití también había su estratificación, donde el cacique o cacica/ caciquesa era quien entraba en contacto con la divinidad. En cualquier caso, no cabe duda de que, como señala Jalil Sued “la participación política de la mujer dependió del estrato social al que pertenecía” (op.cit. 6). IV.b. Sociedades matrilineales El Doctor Marcio Veloz Maggiolo en su “Arqueología Prehistórica De Santo Domingo” (Ed. Macgraw hill, 1972, 235) dice que “el matrimonio monogámico y la sucesión matrilineal predominaban en la sociedad taína”. Siguiendo al gran filósofo de la antigüedad greco-egipcia, Hermes Trimegistro, en su “Kybalión” [donde define los siete principios que rigen el cosmos] y siguiendo el “principio de correspondencia”, que reza “como arriba es abajo, como abajo es arriba”, se puede afirmar que así como los dioses tenían en Ayití una preeminencia femenina, también la sociedad tenía una preeminencia matrilineal. IV.c. Sociedades monogámicas En la cita anterior, el Doctor Veloz Maggiolo dice que lo habitual era la monogamia y, en esa misma obra, dice: “El cacique tenía derecho a poseer varias mujeres, pero en términos generales la poligamia estaba totalmente abolida”. Yo comparto plenamente esta visión. Ayití antes de la llegada de los españoles, era, como ya dije arriba, lo más cercano que había en la tierra al Paraíso; sus gentes por tanto eran buenas y libres de muchos de los vicios que infectaban a los que llegaban de Europa (codicia, lujuria, envidia). Ellos tenían su pareja y sabían que era la pareja que le tocaba en esta existencia para hacer el trabajo físico y el espiritual. Con el sexo se jugaba desde la adolescencia y era una vía lúdica más de acercamiento a la divinidad. Ni codiciaban a la del vecino; ni se les retorcían las entrañas por la lujuria, puesto que podían hacer libremente el amor con sus parejas en el suave arrullo de la Madre Tierra; ni envidiaban a las ajenas, pues había una ley no escrita, que siempre se ha practicado en las 13 sociedades secretas avanzadas espiritualmente, que permite que terceras personas mantengan relaciones sexuales, siempre con el conocimiento y consentimiento de las esposos. Como cuando Caonabó yacía con Onaney para intentar enfadar a su sagrada esposa Anacaona, ante la indiferencia de esta, mucho más avanzada espiritualmente que él. Jalil Sued afirma que “Fray Bartolomé de las Casas dedicó tres capítulos de su Apologética Historia a demostrar la “superioridad” de las costumbres sexuales indígenas sobre las de muchos pueblos de otras partes del mundo” (op.cit., 14). IV.d. De cómo y por qué lo Femenino fue quedando relegado en el Mundo Este Mundo en que habitamos todos, en sus orígenes, tenía un importante elemento matriarcal muy ligado a la sabiduría intuitiva de la mujer, a la fecundidad, al Alma, al Amor incondicional. Ese elemento fue reconocido en muchas culturas antiguas. En Oriente, aunque el taoísmo primitivo marcaba la supremacía del hombre, no dejaba de tener un gran respeto hacia la mujer, en tanto ambos, hombre y mujer, eran elementos indispensables para un correcto fluir de las energías sexuales y, por ende, para la longevidad. En Occidente, la mujer accedía al sacerdocio tanto el la Grecia clásica (las hiereia), como en la Roma clásica (las vestales). Con el cambio de era, los hombres de todas las culturas fueron relegando a la mujer. En China el confucianismo se impuso hacia el siglo II a.C. y con su conocido puritanismo vino a subyugar tanto al taoísmo y su libertad sexual, como a la mujer. En Occidente, la Iglesia Católica primitiva, que en sus orígenes tuvo una apóstola –no suena bien, pero es por falta de costumbre, la Real Academia no lo excluye, pues se puede asimilar al caso de concejal/concejalacomo Junia, fue variando sus postulados hasta que le dio tres estocadas mortales a lo mágico-femenino. Primera, eliminado a las mujeres del sacerdocio y relegándolas a siervas de esa Iglesia (siglo III con la consideración de los gnósticos como herejes). Segunda, eliminado del corpus doctrinal de la Iglesia la reencarnación o metempsicosis en que creían los griegos, siendo su máximo exponente Platón; los cristianos primitivos gnósticos, siendo su máximo exponente Jesús de Nazareth; los hinduistas; los budistas; sectas antiguas como los pitagóricos; y, me atrevo a aventurar, los taínos. Colón escribía en 1496 que los taínos tenían “cierto natural respeto al futuro” y creían “en la inmortalidad de nuestras almas”. La reencarnación no se eliminó del corpus doctrinal cristiano hasta fecha tan tardía como el 553 D.C. durante el Segundo Concilio de Constantinopla. El mártir Justino (100-165), Origen (185-254), San Gregorio (357-432) defendieron todos ellos en sus escritos la existencia de una cadena de vidas a lo largo de las cuales el alma debía ir limpiándose. No obstante, al ser la reencarnación una 14 explicación “mágica”, que trasciende lo que la mente patriarcal y lineal puede aprehender, resultando, por lo tanto, peligrosa pues escapaba al control del hombre, fue suprimida. Con esa supresión se dio una estocada mortal a lo mágico dentro de la religión, esfera esta, lo mágico, en que la mujer seguía siendo señora. La tercera estocada fue prohibiendo de manera definitiva el matrimonio de los sacerdotes. Por fortuna, sobrevino el Cisma de Oriente en 1054 (que dio origen a la Iglesia Ortodoxa griega) y esta Iglesia se pudo salvar de la estocada mortal a lo femenino. Así, en 1123 y 1139 tuvieron lugar el Primer y Segundo Concilio Laterano que prohibía de manera definitiva el matrimonio de los sacerdotes. Algo tan reciente relativamente, pues fue en el siglo XII, supuso la culminación de una tendencia iniciada con el Concilio de Elvira (España) en el 305 D.C., donde se empezó a hablar, concretamente en el canon 33, de que “los clérigos dedicados al servicio del altar debían mantener completa continencia respecto de sus mujeres”. En mi opinión, detrás de esta estocada mortal subyacía un odio cada vez mayor a lo femenino activo, pues al ir alejando desde sus inicios la Iglesia lo femenino de su entorno y reduciendo a la mujer y al propio ente (La Iglesia) a seres meramente pasivos, fácilmente domeñables, se fue alejando del principio activo de la feminidad, ese que guiado por la intuición hace de las mujeres seres generalmente más receptivos, adivinadores, magos y mágicos. A eso siguió la demonización, tan conocida y manida en la Historia, de ese principio femenino activo y la quema de miles de mujeres en las hogueras de la Inquisición, a la que ya hicimos referencia antes. Reitero que fue Aragón quien estuvo detrás de esto y no Castilla; como fue Aragón el lugar de proveniencia de Fray Ramón Pané, que con sus relatos ha sido la única puerta existente a lo mágico taíno. El círculo se cierra. Pienso que tanto en Oriente, como en Occidente los hombres nos relegaron porque tenían miedo. Miedo a nuestros poderes ocultos cuando conectamos con lo Sagrado que llevamos dentro. El miedo se debe a una anomalía del riñón y el riñón es el órgano que almacena la energía primigenia ancestral (energía tsing), esa energía que si se pierde, lleva a uno a la muerte. El hombre intuyó el poder de la mujer y su naturaleza combativa le llevó a verla como rival y a temerla y de ahí a querer dominarla y subyugarla (¡Cuán irracionales somos los humanos a causa del miedo!). V. HISTORIA V.a. Anacaona y Jaragua Soy consciente de que un estudio histórico exige un rigor que una novela no tiene. No obstante y lamentablemente, no existe ninguna investigación histórica seria sobre la figura de Anacaona. El gran historiador dominicano Demorizi no recoge ni siquiera el nombre de Anacona en ninguno de sus índices. Y, sin embargo, Anacaona fue la cacica/ caciquesa de Jaragua. Jaragua fue el 15 cacicazgo políticamente mejor estructurado de todo Ayití, en opinión de Reina Rosario, hasta hace poco Decana de la Facultad de Humanidades de INTEC, tesis que apoya el historiador Roberto Cassá. Ante la calamidad que supone la inexistencia de una historiografía seria en la materia, recurriré para mi análisis principalmente a las novelas históricas, como la de Manuel de Jesús Galván y la de Fernando Hernández Díaz. Manuel de Jesús Galván –romántico, contemporáneo de Salomé Ureñacomienza su novela “Enriquillo” (1882) diciendo –y cito-: “El nombre de Jaragua brilla en las primeras páginas de la historia de América con el mismo prestigio que en las edades antiguas y en las narraciones mitológicas tuvieron la inocente Arcadia, la dorada Hesperia, el bellísimo valle de Tempé, y algunas otras comarcas privilegiadas del globo, dotadas por la Naturaleza de todos los encantos que pueden seducir la imaginación, y poblarla de quimeras deslumbradoras. Como ellas, el reino indio de Jaragua aparece ante los modernos argonautas que iban a conquistarlo, bajo el aspecto de una región maravillosa, rica y feliz. Regido por una soberana hermosa y amable [nota a pie: Anacona, viuda del valeroso Canoabó, cacique de Maguana, era la hermana de Behechio, cacique de Jaragua; pero por su talento superior era la que verdaderamente reinaba –añado, plenamente, tras la muerte del hermano-, hallándose todo sometido a su amable influencia, incluso el cacique soberano]; habitado por una raza benigna, de entendimiento despejado, de gentiles formas físicas; su civilización rudimentaria, por la inocencia de sus costumbres, por el buen gusto de sus sencillos atavíos, por la graciosa disposición de sus fiestas y ceremonias y más que todo, por la expansión generosa de su hospitalidad, bien podría compararse ventajosamente con esa otra civilización que los conquistadores, cubiertos de hierro, llevaban en las puntas de sus lanzas, en los cascos de sus caballos y en los colmillos de sus perros de presa”. Para poder entender en su justa medida la crítica de Galván, se debe saber que era un anexionista, partidario de la anexión bajo Santana de la República Dominicana nuevamente a España (1861-1865). A pesar de su claro pro-hispanismo, la crítica velada al fuerte choque cultural (el metal contra la carne desnuda) que supuso la conquista es meridiana. Anacaona batalló en la batalla de Jánico y fue la clave para liberar al resto de caciques; estuvo en la batalla de Guaco [que por tristes ironías de la historia vino a llamarse batalla del Santo Cerro] y fue el único ser entre los caciques – quitando Guacanagaríx que desde el principio se apoyó en los descubridores- que defendió hasta el final el diálogo con los llegados de fuera. Si Ayití estaba dividido en 5 cacicazgos principales (los cuales a su vez se subdividían en unidades menores), a la muerte de su esposo Caonabó y de su hermano Behechio, ella pasó a ser la Gran Cacica/ Caciquesa de Jaragua y se cree que también de Maguana. Por el sur había otra gran cacica/ caciquesa, Higuanamá. Juntas las dos tenían bajo el control de lo femenino el sur de la isla. 16 V.b. Anacaona e Isabel Mi tesis personal es que Anacaona guardaba muchas similitudes con Isabel I de Castilla. Ambas eran mujeres que sabían combinar la sabiduría de lo femenino con el temple de la acción masculino; las dos eran mujeres que habían integrado todo lo integrable dentro de su ser y eran completas y sabias. Isabel I fue Reina de Castilla de 1474 a 1504 y reina consorte de Aragón desde 1479 por su matrimonio, diez años atrás, con Fernando II. Durante el reinado de su hermanastro Enrique IV fue la candidata al trono con el apoyo de una parte importante de la alta nobleza castellana, que obligó a su hermano a reconocerla sucesora en el pacto de Guisando (1468), cuando Isabel contaba sólo con 17 años. A la muerte de Enrique IV, en 1474, estalló la guerra de sucesión entre sus partidarios y los linajes que defendían a la heredera legítima doña Juana la Beltraneja. Es una lástima que para una vez que en la historia, al menos en la historia que nos han contado, aparecen dos mujeres, estas tengan que enfrentarse. La guerra concluyó con el triunfo de Isabel en la batalla de Toro en 1476, ese toro que pasaría a ser el emblema del país en ciernes. Nuestra, y digo nuestra, pues lo fue de españoles y tainos, Reina se caracterizó por el reforzamiento del poder real frente a la nobleza; la organización de la Santa Hermandad; el control de las órdenes militares y el establecimiento de la Inquisición castellano-aragonesa. En 1492 fueron expulsados los judíos, se dio fin a la conquista de Granada y se financió el viaje que permitió a Cristóbal Colón descubrir América. Antes de entrar a hablar de ambas Reinas quiero avanzar una teoría, creo que indemostrable, pero teoría en cualquier caso. Cuando Sixto IV creó en 1478 la Inquisición Española a petición de los Reyes Católicos, Isabel I estaba muy fatigada en su femenino sabio tras la guerra de sucesión y, luego, embarcada como estuvo en las otras guerras por el control de la península le faltó energía para reaccionar ante los desmanes de la Inquisición Española. Esa Inquisición, que se creó inicialmente ante la supuesta amenaza que para la fe representaban los judíos y moriscos, fue posteriormente ocupándose de brujería, bigamia, blasfemia, libros prohibidos, etc. Isabel I murió en 1504. A su muerte quedaron sentadas las bases de la unidad política española. Ya tuvo que ser una gran mujer para que la Enciclopedia Santillana de la que he tomado estos datos escriba, comparativamente, tanto de ella. Anacaona, que era la Gran Reina o Cacica/ Caciquesa de Ayití en aquellos años, no aparece en esta Enciclopedia. Fue mujer. Es triste ver que ella no aparece y, en cambio, sí lo hace, su sobrino, Guarocuya, eso sí, aparece bajo el nombre cristiano, Enriquillo. Quizás eso también haya influido: Anacaona nunca se convirtió al cristianismo: ella fue la Gran Reina y Gran Sacerdotisa, que llevaba a cabo sus rituales mágico-religiosos en una Cueva del actual Léogane, en Haití, a dos horas y media al oeste de Puerto Príncipe. Una Cacica/ 17 Caciquesa que tuvo la suficiente dignidad como para no doblegarse ante quien había basado la conquista en la urdimbre de traiciones diplomáticas. No digo esto por la Reina Isabel; sino más bien por Fernando II (quien fue el verdadero alentador de la horrible maquinaria de la Inquisición) y los enviados, instruidos por él, que hubo sobre el terreno dirigidos a partir de 1502 por Ovando, que llevaban diez años ya traicionando y siguieron haciéndolo, una vez tras otra, primero traicionando la confianza de los taínos y luego sesgando su vida, como en aquella gran y terrible Matanza de Jaragua, donde los españoles hicieron una encerrona a la nobleza taína y casi la exterminaron. Guarocuya fue de los pocos que logró escapar con vida siendo aún muy niño. En el fonde es de justicia reflejar a Guarocuya, pues fue el primer líder rebelde indígena en encabezar una sublevación indígena contra el Gobierno de Diego de Colón en 1520 y, aún más importante, el primer amerindio en lograr que el Emperador Carlos I firmara personalmente unas capitulaciones, en 1533, que aseguraron la libertad de Guarocuya y sus compañeros, estableciéndose la “Primera Reserva Indígena del Nuevo Mundo”. V.c. Ovando el regicida Nicolás de Ovando (1460-1511), Comendador de Alcántara, fue nombrado en 1501 Gobernador de las Indias (no hay que olvidar que por aquel entonces se “había descubierto” sólo el territorio caribeño). En 1502 se estableció definitivamente en La Española (Santo Domingo). Allí implantó el sistema económico de la encomienda, impulsó la evangelización y procuró establecer la autoridad de la Corona, debilitada por los conflictos entre la familia Colón y Francisco de Bobadilla y por la oposición de los nativos, muy castigados por la explotación de los colonos. Actuó con eficacia y buena voluntad, aunque también con dureza, lo que le granjeó enemigos. En el año 1509, regresó a España tras ser sometido a un juicio de residencia en el que no se le probaron cargos. La mano dura de Ovando fue necesaria para luchar contra tantos desmanes en tantos frentes. Pero ahí se notaba que era un hombre, muy curtido en las artes militares, que, cuando llego a Ayití aún no había incorporado su femenino sabio. El hecho de que los Reyes Católicos pusieran al frente de la Colonia Primada de América a un hombre y no a un Ser Humano sabio, es lo que explica que ese Señor, acostumbrado a las durezas militares de la árida Extremadura, fuera incapaz de fluir con la energía del trópico, de querer a y creer en sus gentes. A modo de ejemplo, un incidente: el fatídico huracán que arrasó Ayití el 3 de julio de 1502. Anacaona llegó a avisar a Ovando de que el huracán –voz taína- se acercaba y ofreció su ayuda; aviso y ayuda que Ovando ninguneó cegado por su incredulidad. Ovando era incapaz de creer en el huracán, pues el creer ciegamente sólo le está permitido a las mujeres y a los hombres que son ya Seres Humanos; implica creer sin muestras que palpar y tocar, sólo dejándose llevar por esa intuición que no se ve, pero que es el faro en la noche que ha ayudado a las 18 mujeres a sobrevivir en los duros dos mil años de patriarcado que nos ha tocado vivir. También a Ovando le faltó madurez y humildad para reconocer que el fluir mágico de Ayití, y concretamente del Cacicazgo de Jaragua, era muy superior al nivel vibratorio de la Corte española, donde reinaban las intrigas; intrigas que iban mermándole la fuerza a Isabel I, hasta que consumida falleció en Medina del Campo en 1504. A Anacaona la ejecutó Ovando en 1503, contra la voluntad de Isabel I de Castilla. Mi tesis central es que si estas dos grandes mujeres hubieran podido conocerse personalmente y unir la fuerza de sus femeninos sabios, quizás no hubiera ocurrido el “choque de civilizaciones” en que se convirtió el descubrimiento de América. VI.d. Otras grandes mujeres taínas Es por arte de magia que sus nombres han sobrevivido hasta hoy, magia que debemos a Fernando Hernández Díaz, un hombre que de corazón ha investigado lo femenino taíno. Por desgracia queda poco más que los nombres de esas que seguramente fueron grandes mujeres. Pidiendo disculpas por posibles errores u omisiones, procedo a listar las que he ido extrayendo del olvido y anotando: • Higuanamá, vieja caciquesa de Higüey famosa por sus conocimientos de plantas curativas. • Bema, caciquesa esposa de Guarionex, cacique de Maguá; • Iguaniona, rubia descendiente de Gautawa –deidad rubia que tuvo que ser algún vikingo extraviado-; • Onaney, amante de Caonabó; • Higuamota, hija de Anacaona, quien gracias a que su madre lo permitió, pudo casarse felizmente con un capitán español Don Hernando de Guevara, yerno, por tanto de Anacaona y que fue, a mi juicio, el primer español que gracias a ser “valiente, arrojado, imprudente e indisciplinado”, como lo define Fernando Hernández Díaz, de quien hablaré en breve, pudo convertirse en el primer español que lavó las traiciones de sus coetáneos y el primer eslabón de la “Alianza de Civilizaciones”. Yo pretendo, humildemente, con este texto, seguir su estela sobre la mar. • Mencía, primera hija del “Amor de Civilizaciones”. Fue la esposa de Guarocuya. Precisamente, Guarocuya se levantó en armas contra los españoles cuando el encomendero de turno le robó y violó a su sagrada esposa, nieta de la Reina de Jaragua. • Guaybanequema, amante de Bohechío. • Yana, tatarabuela de Anacaona • Toeya, abuela de Anacaona • Ainaima, madre del cacique Guarionex, gran curandera (mujer sabia) • Atobei, hija de Ainaima y madre de Guarionex 19 • • Fuma, esposa del cacique Bainoa Anaya, esposa taína de Don Pedro de las Casas, quien a su vez tenía y mantenía esposa, casa e hijos en España. Bígamo a quien la Inquisición no prendió... no sería por que no lo sabía, sino que con los poderosos siempre se ha hecho y se sigue haciendo la vista gorda, lo cual no es justo. Como dato urbano quiero apuntar que en Santo Domingo de Guzmán, capital de la República Dominicana, hay un barrio que se llama “Los Cacicazgos”, cuyas calles llevan nombres de personajes taínos. De todos los nombres taínos sólo hay dos de mujer [nuevamente salvo errores u omisiones]: Anacaona y su nieta Mencía, pese a no ser este último nombre taíno, sino español. Curioso. VI. MAGIA VI.a. Reencarnación Aunque acabamos de hablar de la reencarnación desde la perspectiva histórica, es imprescindible dedicarle algo de espacio desde la perspectiva mágica. Aunque yo creo en la reencarnación, como haría casi cualquier indio, tanto de la India, como de aquí, ni puedo confirmar que existe, ni que yo crea o deje de creer es relevante. Lo fundamental y es lo que afirmo es que tanto la reencarnación, como la maternidad son los dos puntales en los que el matriarcado primigenio había basado su despótico control. Con la cantidad de denominaciones que ha adquirido Dios en dos mil años de patriarcado, sólo faltaba haberle tenido que dar nombres en femenino. Así, tenemos el Yaveh judío, en hebreo, pues imagino que sefardíes, ashkenazies u otros le darán su propia entonación y forma; el Dios cristiano, en sus distintas acepciones lingüísticas derivadas del fraccionamiento de las lenguas indoeuropeas, que pese a la abrumante disparidad se dice pertenecen a un mismo y único Dios [latinas –Deus (latín vocativo y portugués), Dios, Dieu, Dio (latín general e italiano), Déu-; germánicas –God, Gott y similares-; eslavas – Bog-; griego –Zeos-]; el Jainko vasco -que dadas las divergencias ancestrales tanto lingüísticas como culturales no se sabe muy bien si es el mismo Dios o, como suena tan diferente a los otros, es otro Dios-; el Allah árabe -puede que en cada dialectal varíe, pero en árabe clásico es uno, aunque de todas formas es una deidad a la que asocian 99 nombres más-; el turco Tann –se supone que es el mismo Dios que Allah, pero en su lengua, el turco, lo llaman Tann-; Cristo –para aquellos que creen que el fue, no el enviado, sino el mismo Dios; Kami, en japonés; Budah, para los budistas; Ying-Yan, para los taoistas; Yocahú Baguá Maórocoti, para los taínos; o Brama-Shiva-Vishnu, para los hiduistas. Sólo por citar algunos nombres de Dios, mono-, bi- o triteístas, pues la lista no pretende ser exhaustiva, sino simplemente mostrar la multiculturalidad del planeta, que desde el Forum Barcelona 2004 se reivindica como una riqueza cultural a preservar. Y los 20 primeros amenazados del mundo a preservar son los idiomas. Ante el empuje imparable del inglés, todos nos tambaleamos. Rindo aquí un sereno y callado homenaje a la lengua taína, que llevamos los españoles a la extinción. De hecho, se cuenta que fray Ramón Pané escribió, además del libro citado en esta conferencia, uno sobre la lengua taína, libro que no se ha podido encontrar hasta la fecha. VI.b. Sexualidad La sexualidad está muy ligada al otro terreno pantanoso por el que se nos castigó a las mujeres y con nosotras al Imperio. Me explico: la maternidad fue uno de los puntales en los que se basó la tiranía del matriarcado en una época primitiva en que todo eran supersticiones y donde la mente humana aún se hallaba en un estadio evolutivo incipiente. Digo que el castigo fue tan grande que incluso, como es bien sabido y está bien documentado, llegó a afectar al Gran Imperio Romano. Una de las causas de su hundimiento fue la incorporación de la mujer al trabajo y la consecuente disminución de la natalidad, con lo que el imperio se acabó auto-fagocitándose y fue invadido por otros con mayor tasa de crecimiento de la población. Demonizar lo femenino, pasaba obviamente por alejarse de la sexualiad, léanse confucianismo y cristianismo; pues los indios de ambos continentes han logrado permanecer por encima de la ola de dualismo y se han mantenido los de la India en su trilogía y los de América en su tetralogía, en el fondo de sus almas bastante libres a pesar de la dominación extranjera oficial. Y ahora que creo haberla explicado correctamente, permítaseme exponer mi tesis de que los indios de ambos continentes son los seres más puros del planeta, de más elevadas miras; es por ello que se les llama con el mismo nombre, por mucho que mi admirado lingüista Tejera intente decir que el error que hay al aplicar la palabra taíno a los taínos es “lo mismo que ocurre con las palabras Antillas, Indios, Indias y muchas otras que se han impuesto a pesar de ser evidentes errores” (op.cit.pág. 1193). No son errores, son producto de las magias de las lenguas, que tienen fuerzas propias e invisibles (mágicas totalmente) y que son las únicas que logran salirse con la suya engañando al intelecto humano. Volviendo a mi interpretación sobre la fuerza de lo taíno femenino con la transliteración de la concepción amerindia de los cuatro elementos, es decir, volviendo, pues, al planteamiento anterior, a lo de 3 energías femeninas vs. 1 masculina, quiero enlazarlo con las siguientes dos ideas. El hecho de que esta isla, Ayití, sea “tan femenina” es una de las cosas que ayudan a que las energías del amor fluyan con mucha mayor libertad, al tiempo que influye sobre la definición energética de las personas que en ella viven. Al haber tanta energía femenina no es fácil saber hacia dónde tiene uno que dirigir su mirada de “buscador o buscadora de amor”. 21 Aquí quería introducir una reflexión personal sobre la sexualidad y enlazarla con lo dicho sobre aquellas teorías que se impusieron en el Mundo con el cambio de Era, como el confucianismo o el catolicismo, contraponiéndolo a otras religiones. El taoísmo consideraban la sexualidad como parte del orden universal, algo normal, creado para disfrutarlo, elemento que debía conocerse bien para acceder al Conocimiento. Idea que sigue perviviendo en el Tantra. Muchos cristianos primitivos y algunos grupos cristianos posteriores creían también en eso. Con la demonización –no encuentro la palabra en el Diccionario de la Lengua Española, pero es la única con la que sé expresar lo que quiero decir- del sexo lo único que se ha logrado ha sido “desvirtuarlo”. Al no permitir que hombres y mujeres fluyan libremente, ellos en el yang y ellas en el yin en búsqueda de la Unidad Cósmica Divina, se han forzado muchas situaciones. Así, una persona yang, generalmente hombres, pero también hay mujeres yang buscará una persona yin, generalmente una mujer, aunque también hay hombres posicionados en el yin. El fluir libremente implica como condición sine qua non que uno pueda experimentar libremente con el sexo desde la pre-adolescencia. Pues bien, si uno puede desde pequeño jugar con el sexo, experimentarlo como un juego antes de que se corra el riesgo de concebir (como defendían las culturas indígenas de América), uno llega a la adolescencia con un bagaje sexual personal que le faculta para decidir en la vida. Si, en cambio, nos castran nuestra capacidad de fluir y jugar con el sexo, se crean, fomentan y difunden situaciones como la homosexualidad y el lesbianismo, así como patologías y enfermedades entre los heterosexuales. Homosexuales y lesbianas son un 10-12% de la población mundial. Si todos fluyéramos más con el Tao, con Maórocoti (la parte primigenia de la divinidad, que las culturas mono- y biteístas han suprimido) habría muchos menos homosexuales y lesbianas, pues para llevar a cabo su misión ancestral (a saber: romper con los moldes caducos preestablecidos) no les haría falta enclaustrarse en un ghetto del que obtener la fuerza, que fuera en el mundo les succionan. Otra hipótesis, el hecho de que ahora históricamente sea tan necesario el cambio –la Madre Tierra nos grita para que paremos las guerras y le dediquemos tiempo, dinero y esfuerzo- quizás explique el que haya tantos homosexuales encarnados en estos últimos tiempos y que se lleven tan estupendamente bien con las mujeres, pues es a nosotras que ellos nos alimentan con su lucha. VI.c. Virgen de la Altagracia El mismo año que Ovando ejecutó a Anacaona, los hermanos Trejo trajeron a Higüey la imagen de la Virgen de la Altagracia desde la pequeña aldea de Garrovillas en Extremadura (España), la misma región de donde provenía Ovando. Así se cerraba un círculo mágico y el espíritu de la Reina Protectora pasaba a encarnar en la Pequeña Virgen. 22 Esta pequeña isla, Ayití, protegida por el Espíritu de Anacaona, encarnado en la Virgen de la Altagracia, es una tierra de mezclas de razas, un pequeño laboratorio cósmico, que aunque pequeño y débil, puede con orgullo demostrarle al mundo que la “Alianza de Civilizaciones” puede existir sobre la faz de la tierra. Por todo ello, me he permitido llamar a esta Virgen de la Altagracia dominicana, en un acto de infinito amor, la Virgen de los Crisoles. Pero ¿qué significa crisol? El Diccionario de la Lengua Española (consultable en www.rae.es) lo define como “1. Recipiente hecho de material refractario, que se emplea para fundir alguna materia a temperatura muy elevada. 2. Ingen. Cavidad que en la parte inferior de los hornos sirve para recibir el material fundido”. Como se ve, los Seres Humanos vamos más rápido, en esta Era de la Globalización, que las estructuras e instituciones que nos acogen y dirigen. Así, el Diccionario no recoge la acepción de crisol como mezcla de culturas. Crisol es una palabra de origen catalán, que aunque actualmente en catalán moderno es “gresol”, en catalán antiguo era “cresol”. El castellano tomó en préstamo esta voz en el siglo XV, según describe exhaustivamente el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico de Joan Corominas (Editorial Grados, 1980). Este diccionario, junto al de la lengua castellana citado antes, son para mí las dos “biblias” básicas de mi vida. Cuando el castellano tomó esa lengua del catalán la cambió en “crisol” -y cito a Corominas- “por influjo de las numerosas voces de alquimia”. “En francés –y sigue la cita- croisol “candil” puede documentarse ya en un glosario judío de fines del siglo XI...El francés normal ha alterado hoy el vocablo en creuset por cambio de sufijo”. El diccionario inglésespañol de Collings (Editorial Grijalbo, 1971, reeditado en 1993) define crisol como crucible (fig.) melting pot. Es a través del inglés que uno llega en castellano al sentido figurativo y abstracto del crisol. La lengua de la Era de la Globalización, lo queramos o no, nos guste o no es el inglés, más maleable. En mi modesta opinión, no pasa nada, igual que cada ser humano viene con una función, cada lengua trae la suya. El alemán es la lengua de la filosofía profunda, como imagino que era el griego clásico; el inglés, igual que el latín en su día, es la lengua del Imperio. Igual que ocurrió con el latín, también el inglés es la lengua de la comunicación rápida –precisamente por rápida, generalmente superficial-, así que, que nadie se asuste, nuestras lenguas maternas seguirán existiendo mientras los seres humanos sigamos teniendo la necesidad de expresar ideas desde el fondo de nuestra alma, pues el Alma es Siempre Fiel y en ella no cabe el adulterio: siempre es fiel a la lengua materna (la que habla la madre, la que se hereda en el intercambio de fluidos del útero materno).¿Y el taíno?¿Cuál sería su función si aún perviviera? Pregunta al aire. 23 VI.d. De cómo empieza la esperanza a resucitar del sueño de los justos Ahora, el inicio de este tercer milenio abre nuevas esperanzas de que podamos vencer lo irracional –y el miedo es el primer enemigo irracional a vencer-y hombres y mujeres podamos caminar en pie de igualdad, tanto en los asuntos humanos, como en los terrenales –comercio y política-, como en los divinos. De ahí que una de mis principales reivindicaciones sea que la mujer pueda acceder al sacerdocio en la Iglesia Católica, que es la de mayor preeminencia en mi mundo hispanohablante y de las pocas que aún no han reaccionado a la ola de la modernidad. Septiembre de 1958 marca un punto de inflexión en la tendencia de dos mil años de alejar a la mujer de lo mágico-religioso. En ese mes y en ese año la Iglesia Sueca Luterana admitió la incorporación de la mujer al sacerdocio. En 1971 y 1973 el Obispo Anglicano de Hong Kong ordenó tres mujeres. En julio de 1974 la Iglesia Episcopal de Filadelfia ordenó 11 sacerdotisas –aunque luego fue revertida la decisión-. En junio de 1975 el Sínodo General de la Iglesia Anglicana de Canadá, reunido en Québec, aprobó el principio del acceso de la mujer al sacerdocio, seguido por igual decisión en julio de ese año por el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra. Aun así, Juan Pablo II en la Carta Sacerdotal Ordinatio Sacerdotalis de 22 de mayo de 1994 declaró que la Iglesia no tiene autoridad para conferir el sacerdocio a las mujeres. Esperemos que ahora que ha habido un cambio, este sea para bien. VII. POESIA VII.a. El taíno lengua fértil para la poesía Los taínos, como pueblo sensible y bondadoso, amaban la poesía. Hernández Pérez de Oliva en su “Historia de la invención de las Indias” (1528) dice que: “Estas fábulas, por falta de letras, tenían aquellas gentes notadas en versos medidos... Sabíanlas los sacerdotes y enseñábanlas a los hijos de los reyes para que en las fiestas las cantasen y destos las oían otros”. Su habla “dulce siempre con risa” como la definía tomando prestadas palabras de Las Casas al inicio de esta ponencia es muy apropiada para la poesía, pues para declamar se necesita mucha alegría y como yo escribí en cierto poema titulado “Fluir con la Fuerza del Amor”, poema hermano de esta conferencia: “Una fe que en esta isla es canto, baile y risa, pues aquí hasta las tristezas se llevan con alegría”. 24 VII.b. Poetisa Anacaona Last but not least, Anacaona fue una gran poetisa. El Barón Emile Nau en “Histoire des Caciques de Haití” (París, 1984) la describe como “graciosa Reina e ilustre poetisa”. Esta cita está extraída de la novela titulada “Anacaona La Reina del Nuevo Mundo” que Fernando Hernández Díaz escribió en 2003, en conmemoración de la ejecución de Anacaona. VIII. CONCLUSIÓN El Diccionario de la Lengua Española define aborigen como –y cito“originario del suelo en que vive. Dícese del primitivo morador de un país, por contraposición a los establecidos posteriormente en él”. Los taínos fueron los aborígenes de la isla de Ayití, luego La Española, luego dividida, por la fuerza de lo masculino, en dos países. Los europeos blancos vinieron de Europa y los africanos negros de África a partir de los siglos XV y XVI. También los dos principales grupos étnicos semitas (hebreos y árabes) -digo principales, pues, otros muchos han casi o totalmente desaparecido, como los acadios, arameos, amorritas, y fenicios- también llegaron del Norte de África y de Asia Occidental. Muchos asiáticos también fueron llegando a esta isla. Esta Isla es pues un Gran Crisol, un pequeño laboratorio del planeta, donde a pesar de las inmensas injusticias sociales y de la pobreza extrema, todos los que a ella, a Ayití, han llegado, ya sea de uno u otro lado de la frontera, han sido y son acogidos con mucha más hospitalidad sincera que en ningún otro sitio del planeta que yo conozca. De igual manera que el Imperio se expande con su lengua inglesa, el pequeño crisol de Ayití expande su bombita de Amor por el mundo a través de las redes de parentescos individuales y globales. Todo lo que he dicho en esta conferencia puede ser cierto, como decía Don Quijote en este su año “como yo soy aficionado a leer llevado de esta mi natural inclinación...”o puede ser simplemente “síndrome de Estocolmo”, como llamamos los diplomáticos al mal que nos aqueja cuando nos identificamos más con los intereses del país receptor que con los del país que nos envía. Para intentar desagraviar a España u otros, si en algo se ha o han sentido ofendido/s, concluyo con un poema que mi fantasía atribuye a Anacaona y que esta dirigiría a mi Reina Isabel [he buscado bajo el cielo y sobre la tierra algún rastro de algún poema que escribiera Anacaona, pero lamentablemente no he hallado nada]. Tres palabras están en el diccionario de Indigenismos y otras dos forman parte del imaginario del crisol (aurijuna por extranjero; y guaitiao por los amigos del alma que sacralizan su compromiso juntando sus sangres...)... Esto demuestra que lo taíno pervive y sigue evolucionando a su ritmo, pausado, sosegado, soterrado... 25 Aurijuna Isabel Isabel Aurijuna Guaitiao Isabel Isabel Guaitiao Extranjera Isabel Isabel Extranjera Hermana Isabel Isabel Hermana Atabey Bagua Bagua Atabey Atabey Maórocoti Maórocoti Atabey Diosa de lTierra y Mar Diosa de Mar y Tierra Diosa Matrilineal Matrilineal mi Diosa. Mágico sería también que las dominicanas tomaran conciencia de lo especial que es la feminidad que corre por sus venas y poco a poco fueran tomando posiciones en la sociedad y la política acordes con su gran valía. Por ahora, las mujeres son las grandes proveedoras de remesas en este país, según los estudios del INSTRAW. Hace falta que poco a poco el espíritu de Anacaona o de la Altagracia vaya empoderando al resto de las mujeres. 26 BIBLIOGRAFIA TAINA ALEGRIA, Ricardo E., “Apuntes en torno a la mitología de los indios taínos de las Antillas Mayores y sus orígenes suramericanos”, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y del Caribe, Museo del Hombre Dominicano, 1978. ARROM, José Juan y GARCIA ARÉVALO, Manuel A., “El Murciélago y la lechuza en la cultura taína”, Ediciones Fundación García Arévalo, 1988. ARROM, José Juan, “Fray Ramón Pané. Relación acerca de las antigüedades de los indios. El primer tratado escrito en América. Nueva versión con notas, mapa y apéndices”, Siglo XXI Editores, 1974. ARROM, José Juan, “Mitología y Artes Prehispánicas de las Antillas”, Siglo XXI Editores, 1975. CARRADA, Alfred, “Some notes, remarks, observations, words and names on the language and culture of the Island-arawaks commonly known as tainos”, en internet, agosto 2003. 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