Discurso profesora Ana María García B.

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PRESENTACION LIBRO FUNDACION IGUALDAD
Viernes 28 de agosto 2015
Salón de Sesiones Cámara de Diputados, Catedral 1158, Stgo.
Señor Ex Presidente de la República, don Ricardo Lagos Escobar.
Señor Presidente del Instituto Igualdad, don Alvaro Elizalde.
Señor Presidente de la Comisión de Constitución, Legislación y
Justicia de la Cámara de Diputados don Leonardo Soto.
Señora Presidenta del Partido Socialista, Sra. Isabel Allende.
Autoridades presentes, profesores y estudiantes.
Han transcurrido
doce meses desde que se celebrara en la
Facultad de Derecho de la Universidad de Chile el Seminario que
recibió por título “Nueva Constitución: Hacia un Pacto nacido en
Democracia”, organizado por el Instituto Igualdad, con el patrocinio
de la Fundación Ebert y del Departamento de Derecho Público de esa
Facultad, y que fue el origen del libro que hoy se presenta.
En esa oportunidad, acogimos con gran interés la iniciativa del
Instituto porque estimamos que coincidía con el quehacer de nuestra
unidad académica, cual es el de responder, desde la perspectiva que
da el conocimiento del derecho público, particularmente el derecho
constitucional,
a las demandas sociales y al debate público, que
desde hace algunos años, se observa y se desarrolla intensamente
en nuestra sociedad.
No obstante ser la actual Constitución la Carta más reformada
que ha existido en Chile, la inquietud por su modificación o reemplazo
persevera y se acentúa cada día en nuestro medio.
Desde los más osados que estiman que la aprobación de un
nuevo Texto debe partir de una hoja en blanco – tesis que no comparto porque
considero que somos tributarios de nuestra historia-
que sólo
hasta aquellos que consideran
unas pocas reformas son necesarias para dar una
adecuación a la Carta que hoy nos rige.
Dos extremos opuestos… Y no podría ser de otra forma pues,
como nos recuerda el político francés Michel Rocard: “la Democracia
no significa la unanimidad ni el consenso, sino el reconocimiento de la
legitimidad recíproca de las fuerzas opuestas mientras se enfrentan”.
Sin embargo, a medida que el tiempo
ha transcurrido, los
debates, seminarios y publicaciones se han multiplicado, y se ha ido
produciendo un proceso continuo, no una situación paralizada;
pareciera que estamos comenzando a arribar a fórmulas de unidad
construidas alrededor de lo que algunos
llaman el “derecho a la
diferencia”, que permitirá el acuerdo sobre ciertas bases comunes
para llegar a ese pacto que todos anhelamos.
Porque una Constitución Política no es otra cosa que un pacto,
el pacto de mayor jerarquía, que preside todo el ordenamiento jurídico
y político, y que es expresión de la voluntad de un pueblo respecto de
las normas que lo regirán, de su forma de gobierno, de los límites de
las potestades públicas y el resguardo de los derechos de los
ciudadanos.
Así, la publicación de este libro titulado “Propuestas para una
Nueva Constitución (originada en Democracia)” no puede ser más
oportuna en el Chile de hoy, como un aporte a la discusión y una
contribución seria y rigurosa al debate público.
En Chile existe, sin duda, la madurez cívica y la experiencia
jurídica y política que nos brinda una historia constitucional más de
dos veces centenaria.
Desde el Primer Reglamento Constitucional de 1811, dictado
para el “Arreglo de la Autoridad Ejecutiva
Provisoria de Chile” -
considerado, como el bosquejo de una primera Constitución - hubo al
inicio de nuestra independencia varios textos constitucionales.
embargo,
Sin
son tres las Cartas que latamente nos han regido y
acompañado durante estos dos siglos de vida republicana:
a) La Constitución de 1833, que tuvo una duración de casi un siglo
de existencia, lo que nos distinguió y diferenció positivamente
de numerosos países de Hispanoamérica. Alcanzó a tener 12
reformas
que
la
hicieron
avanzar
de
un
acentuado
presidencialismo a un pseudo parlamentarismo.
b) Luego, la Constitución de 1925, aprobada por plebiscito bajo el
régimen del Presidente Arturo Alessandri, y que consagrara un
gobierno de tipo presidencial puro,
ciudadana
por
casi
50
años
y
la que rigió nuestra vida
fue
reformada
en
10
oportunidades.
c) Posteriormente, la Carta Fundamental de 1980 con sus 54
primeras enmiendas en 1989 y las incontables modificaciones
posteriores, siendo la
más vasta y profunda
la reforma
aprobada bajo el gobierno del Presidente Ricardo Lagos, el año
2005.
Junto
a
esta
breve
referencia
a
nuestros
ordenamientos
fundamentales, quisiera también poner de relieve que no obstante las
particulares complejidades, presiones y problemas que precedieron a
su gestación,
los principios del constitucionalismo fueron
incorporados en ellos muy tempranamente, y luego considerados en
forma progresiva y sistemática en todo nuestro desarrollo institucional.
Así, desde sus primeros albores, nuestras Cartas fundamentales
dieron efectivo reconocimiento a
principios constitucionales tales
como: a) la soberanía radicada en la nación, que luego dio origen a la
representación; b) el principio de la separación de funciones y la
independencia del poder judicial;
c) el poder de los gobernantes
limitado por el imperio de la ley y sujetos al principio de
responsabilidad; d) la incorporación de un catálogo de derechos
individuales, que se ha ido enriqueciendo sistemáticamente y
garantizando su ejercicio; e) y, en fin,
la importancia de la
Constitución escrita, solemne, que preside el ordenamiento, como
producto del poder constituyente.
Si bien es cierto que durante varios períodos históricos nuestra
“vida política”, nuestra “realidad política”, no se ha ajustado al más
puro constitucionalismo, siendo éstas Constituciones no plenamente
“normativas”, siguiendo la tipología de Karl Loewenstein, no puede
negarse que nuestras cartas fundamentales han contribuido a generar
un apego a ciertas pautas jurídico-políticas y
sobre todo a
generar una auténtica
tradición constitucional
que nos
caracteriza como país.
En este orden de materias,
la Facultad de Derecho de la
Universidad de Chile, a través de su Departamento de Derecho
Público, ha ocupado un lugar, que merece ser destacado, en cuánto
a
la
influencia
que
ha
tenido
en
innovaciones
relevante.
Determinadas materias de rango constitucional han germinado en su
interior concretándose posteriormente
en reformas que han
significado un perfeccionamiento de nuestra institucionalidad.
Así, por ejemplo, en encuentros académicos, como son las
Jornadas Chilenas de Derecho Público, nació la recomendación para
otorgar a un tribunal especial el control de la constitucionalidad de los
proyectos de ley, lo que posteriormente, el año 1970, se concretó en
la creación del Tribunal Constitucional. Igualmente, en sus aulas se
deliberó sobre la importancia de crear un sistema que permitiese la
incorporación automática en el cuerpo electoral de todas las personas
con derecho a sufragio, lo que fue reconocido constitucionalmente el
año 2009.
Asimismo, la Revista de Derecho Público creada el año 1963 y
publicada semestralmente por el Departamento,
hoy alcanza el
volumen 82, siendo una tribuna abierta a los académicos para
enriquecer la disciplina en áreas que necesitan mayor reflexión.
Finalmente, me permito hacer presente que el mismo motivo que
hoy nos convoca, como son las propuestas para una nueva
constitución, ha sido el origen de la organización, por el Departamento
de Derecho Público, de un Ciclo de Discusiones sobre “Proceso
constituyente y Nueva Constitución”, que actualmente se lleva a cabo
en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, a través de
sesiones semanales de discusión que se extenderán desde agosto a
noviembre próximo, para abordar temas cruciales en este proceso.
Termino estas palabras felicitando, en nombre del Departamento
de Derecho Público de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Chile, a la Fundación Igualdad por esta iniciativa, la que contribuye
en gran medida a reconstituir el tejido social chileno a partir
de
nuestro sentimiento de pertenencia a una historia y a un proyecto
colectivo.
Muchas gracias.
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