Antonio López: un erotismo desconocido

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SÁBADO 26 DE SEPTIEMBRE DE 2015
692
El padre con
el corazón
partido
Lluís Maria
Todó relata
una historia de
droga dura
PÁGINA 4
Vampiras
en la noche
iraní
Ana Lily
Amirpour
sorprende con
su ópera prima
PÁGINA 24
Juicio real
al príncipe
Hamlet
Y otras
propuestas de
Temporada
Alta
Antonio López:
un erotismo
desconocido
PÁGINA 28
PÁGINAS 18, 19 Y 20
LIBROS
Libro|s
Hijos,
drogas
y abismos
4
Cultura|s La Vanguardia
Sábado, 26 septiembre 2015
entrevista a Lluís Maria Todó
JULIÀ GUILLAMON
“Las drogas no me han hecho nun­
ca ninguna gracia, más bien me da­
ban miedo. No tuve nunca relación
con ellas, no me gustan las altera­
ciones de conciencia. En una época
de mi vida venía gente a casa los sá­
bados por la noche, se fumaban po­
rros. Y yo encontraba que era idiota
colocarse de aquella manera”.
Estos encuentros del sábado, en
casa de un matrimonio joven, cen­
tran uno de los episodios funda­
mentales de L’últim mono, la nove­
la del retorno de uno de los grandes
autores catalanes contemporá­
neos: Lluís Maria Todó (Barcelona,
1950). Novelista, traductor y profe­
sor de traducción –ahora emérito—
de la Universitat Pompeu Fabra,
paró máquinas hace nueve años,
después de ganar el premio Josep
Pla con El mal francès (2006), un
relato autobiográfico sobre su pa­
ternidad prematura y el descubri­
miento de la homosexualidad, que
era también el inicio de una auto­
biografía intelectual.
Los clásicos y la vida marginal, la
gran literatura y la atracción del
abismo. Entre estos dos polos se
mueve la obra de Todó, que arran­
có en 1991 con una novela de inicia­
ción, Els plaers ficticis. Después tra­
tó el desmadre del franquismo final
y la transición en El joc del mentider
(1994) y retrató las familias libera­
les, el escoltisme y las primeras es­
cuelas catalanistas en El cant dels
adéus (2001), por citar sólo tres de
sus libros mejores y más conocidos.
Volvamos a aquellos encuentros
del sábado en los que se fumaban
porros. Si el hijo se hubiera levanta­
do de la cama, se hubiera asomado
al salón y hubiera visto a sus padres
colocados ¿habría influido esta vi­
sión en el hecho que mayor, empe­
zara a tomar drogas hasta acabar
enganchado al caballo? Al protago­
nista la sospecha no le deja vivir.
La novela contiene una gran des­
cripción del Jazz Colón, al final de
La Rambla, que en los años sesenta
fue uno de los primeros locales de
España en los que se pinchaba soul
Lluís Maria Todó en el bar Velódromo de Barcelona
Un ‘Pater dolorosus’ con el corazón partido
JULIÀ GUILLAMON
Lluís Maria Todó explica que ha escri­
to L’últim mono después de la crisis de
los grandes grupos editoriales, sin
prisas ni anticipos. El libro conecta lo
que ha sido hasta ahora su mundo,
otorgándole una dimensión narrativa
y analítica, de acción y pensamiento,
que lo sitúa unos cuantos peldaños per
encima de donde había llegado hasta
hoy.Por un lado enlaza con El mal
francès (2006), desde la perspectiva
del narrador y de la ficción autobio­
gráfica, más ficción que autobiografía
en este caso que en la novela anterior.
Por el otro, agita el poso de recuerdos
de juventud, vinculados a una época
gloriosa de la Rambla, que ya había
tratado en El joc del mentider (1994).
Todó no ha dejado nunca de intere­
sarse por los jóvenes. Y así han surgi­
do novelas como Els plaers ficticis
(1991) y El cant dels adéus (2001) don­
de el joven es él mismo, que busca su
identidad personal, intelectual y se­
xual, y L’adoració perpètua (1997) e
Isaac i els dubtes (2006), donde es un
compañero o un confidente. Que la
novela sea una especie de suma de su
mundo indica que ha alcanzado aquel
punto de madurez en el que dará el
arte final a su obra, incluso reescri­
biendo alguno de sus libros anteriores.
La juventud es la juventud del mun­
do, la inocencia y la falta de malicia,
que la vida se encarga de contradecir.
La mirada del narrador es escéptica,
algo desengañada, flemática. Se lanza
a una crítica de los valores del mayo
del sesenta y ocho y de la cultura pop,
que da pie a una página demoledora
en la que desnuda el conservadurismo
de las letras de canciones de Crosby,
Still, Nash & Young y de Cat Stevens
JORDI ROVIRALTA
(oponiéndoles la alegría y la ironía de
los Beatles).
La relación entre padre e hijo tiene
momentos muy logrados: cuando los
padres se acaban de separar, y entre el
protagonista y el chaval se establece
una relación que antes no existía. El
niño le dice que ha soñado que tenían
la nevera llena. El padre decide que
hará realidad el sueño del hijo y sale
a comprar. El libro está lleno de este
tipo de episodios escritos con una
naturalidad espléndida. Y más tarde,
cuando el hijo le presenta a sus novios,
el protagonista asume el papel de
suegro de hijo gay de manera sencilla
y discreta. Y más adelante, cuando,
ante el drama de la adicción se con­
vierte en un Pater dolorosus. O cuan­
do, en una fiesta, el chico va a recoger
un premio de diseño gráfico muy bien
“Los padres
coqueteaban con el
peligro, el hijo vive en
el barrio chino y se ha
metido en el caballo”
“Por culpa del doctor
Freud los padres
nos atribuimos más
responsabilidades
de las que tenemos”
aquello que les pasaba a los padres
cuando un hijo confesaba que era
gay: “¿Qué hemos hecho mal?”. Y,
al mismo tiempo, hay otro tema
importante: hasta qué punto somos
libres o respondemos a automa­
tismos”.
En L’últim mono los protagonis­
tas hablan mucho. Mientras la ma­
dre del chico discursea sobre las al­
teraciones de la conducta y los con­
dicionantes químicos, el traductor
escucha sin rechistar. Por dentro
piensa que estas explicaciones in­
validan la reflexión filosófica y an­
tropológica de parte de las culturas
del padre ante la tragedia del chico.
Todó dice que no ha querido ofre­
cer un documento sobre el mundo de
las drogas, y que no se ha documenta­
do especialmente. Pero hay episodios
Todó desnuda el conservadurismo de una parte de
la cultura de los sesenta a través de las letras de las
canciones de Crosby, Still, Nash & Young y Cat Stevens
vestido, el padre lo ve palidísimo y
tiene la sensación de estar viendo a
su hijo muerto. Son magníficos estos
pequeños detalles a través de los cua­
les se dibuja el amor y la impotencia
con una consistencia que impresiona:
la comida de Navidad con el hijo que
no se presenta y la búsqueda por los
bares del barrio chino (rebautizado
con el nombre insípido de Raval)
y crea una categoría de personas
exentas de las leyes morales, que
actúan con unas pautas más pro­
pias de los mecanismos automáti­
cos que de las personas.
Le comento que me han gustado
especialmente los personajes fe­
meninos: Alícia, la madre del cha­
val y primera pareja del traductor, y
Montse, la segunda, de sexualidad
arrebatada y conflictiva. Segura­
mente son sus personajes femeni­
nos más logrados. “En El cant dels
adéus intenté retratar a dos muje­
res activas, de un mundo que el
franquismo había prácticamente
destruido. Però L’últim mono la he
podido trabajar más a fondo por­
que el contexto ha cambiado y no
había ninguna editorial esperando
el libro. He podido elaborarlo me­
jor, reescribirlo y cuidar los deta­
lles. Y por eso el personaje de la
mujer guapa e interesante tiene
más protagonismo y densidad”.
El traductor es un tipo reservado
y cauteloso. Dedica un gran elogio a
la familia, a partir de la frase de An­
dré Gide Familles, je vous hais (Fa­
milias, os odio) que debería ser Fa­
milles, je vous envie (Familias, os
envidio). “Hablamos muy mal de
ellas, pero nos pasamos la vida bus­
cando y reconstruyendo familias”.
El traductor revisa sus argumentos
más adelante, con distancia iróni­
ca. “Es la gran ventaja de la ficción,
el privilegio del novelista. Si escri­
bo un ensayo he de definirme, ex­
poner mis argumentos, articular
una tesis. Como novelista puedo
presentar distintos argumentos y
después abstenerme”. Y que sea el
lector que saque sus consecuen­
cias” –le digo casi en la puerta del
bar donde transcurre la entrevista.
Ya en la calle Muntaner me despi­
do: “Recuerdos a tu tío Paco”. Paco
Todó, el gran pintor de máquinas.
Máquinas libres com L’últim mono
de Lluís Maria Todó, una gran no­
vela que el día 30 de este mes llega a
las librerías. |
hasta que encuentra a un antiguo
conocido de la época en que frecuen­
taba el Jazz Colón que le explica una
historia siniestra de adición, enfer­
medad y muerte. Y el protagonista
ve que lo que pasaba cuando iba al
Jazz Colón y se pensaba ingenua­
mente que estaba viviendo otras cosas.
El elemento metaliterario está muy
bien integrado y da a la historia una
repercursión en el campo del pensa­
miento y la moral.
Lluís Maria Todó
L’últim mono / El último mono
CLUB EDITOR. 256 PÁGINAS. 20 EUROS
LIBROS
Sábado, 26 septiembre 2015
tiende. El padre es traductor profe­
sional y uno de los temas es la trans­
misión de los discursos. Entre pa­
dres e hijos, autores, traductores y
lectores, la ciudad y la gente. En es­
te momento el protagonista tiene
entre manos (le da muchísima
pereza y no encuentra el momento
de empezar) la traducción de una
novela frívola y mal escrita de un
soisante­huitard con una apología
de las drogas que le enciende la
sangre.
“Por culpa del doctor Freud los
padres nos atribuimos más res­
ponsabilidades de las que realmen­
te nos corresponden. ¿Cómo in­
terviene tu manera de ser en la
manera de ser de tus hijos? Es
Cultura|s La Vanguardia
y rhythm & blues. “Es mi juventud
y son los elementos espirituales de
aquellos años. ¡Para mí Rimbaud
era un dios! Teníamos la idea del
éxtasis, nos atraía jugar con fuego.
El hijo del protagonista va más allá
de donde se pararon sus padres.
Hace lo que ellos no se atrevieron a
hacer: vivir el lado caballo”.
Le pregunto hasta qué punto es
real la experiencia que explica.
“Hay algunos detalles sacados de la
realidad, como el chico que tomó
estramonio y se volvió loco, que es
un chico que conocía. La primera
parte es bastante real. Con Marga­
rita, mi mujer de entonces, íbamos
al Jazz Colón y nos hicimos bastan­
te amigos de unos chavales que se
parecían bastante a los que apare­
cen en la novela. Estábamos muy
orgullosos de poder ir al Jazz Co­
lón por la tarde y entrar sin pagar
entrada. Nos imaginábamos que
éramos como aquella gente del ba­
rrio chino”. Estos dos personajes
son unos quinquis un poco tene­
brosos. Se hacen amigos, se produ­
ce un flirteo entre uno de ellos y
una chica del grupo, hermana de la
protagonista. “Un día fuimos a Sit­
ges, me hicieron subir a caballo y
empezaron a galopar. Esto paso de
verdad: creo que me pusieron a
prueba. Decidí que hasta allí había­
mos llegado”.
Le recuerdo El joc del mentider,
cuando explica unos encuentros en
la plaza Reial, con Nazario y Ocaña.
“Me casé a los diecinueve años. Tu­
ve una hija y luego un hijo. Estudié
la carrera como padre de familia.
Después me separé, empecé una
nueva vida como gay e hice bastan­
te el gamberro, cuando en realidad
ya no tocaba”.
La novela relata las tres curas de
desintoxicación que sufre el hijo
del protagonista. El mono que es­
peren que sea el último lo pasa jun­
to al padre, un padre maternal que
acoge al chaval y le presta su apoyo
a pesar de que hay cosas que no en­
5
En ‘L’últim mono’, Lluís Maria Todó (Barcelona, 1950) explica la relación entre un padre y un hijo que, por tercera vez,
ha de pasar una cura de desintoxicación de heroína. La historia de las adicciones y desintoxicaciones, y el recuerdo
de la juventud bohemia de sus padres, da pie a una reflexión sobre la libertad, la transgresión, la moral y la cultura
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