comentario lingüístico de un fragmento de la obra boquitas pintadas

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COMENTARIO LINGÜÍSTICO DE UN FRAGMENTO DE LA OBRA
BOQUITAS PINTADAS.
INTRODUCCIÓN
Pretendemos realizar un comentario lingüístico de un texto
hispanoamericano contemporáneo, perteneciente a la obra Boquitas pintadas de
Manuel Puig. El fragmento se basa en el diálogo entre la señorita Celina (una
“solterona” hipócrita y aparentemente refinada) y una señora viuda, madre de una
niña de ocho años, que se ve con Juan Carlos (hermano de la primera), aspirando
a convertirse en cuñada de la misma. Destacaremos el hecho de que la señorita
Celina visite a la viuda con la intención de dejarle claro que si pretende mudarse a
Cosquín, lo lleve a cabo de la manera más discreta posible, para que nadie
critique que su hermano viva con alguien mayor que él. En el dialogo se reflejan
los pensamientos de ambos personajes. En ellos vemos la antipatía que se
inspiran.
Por otra parte, nuestro trabajo constará de tres apartados: el primero, en el
que aportaremos algunos datos sobre el autor, la obra en la que se inserta el texto
y el contexto en el que Puig lo escribió. Con ellos pretendemos demostrar la
datación del fragmento y la intención que tuvo el autor al redactarlo; el segundo
apartado constituye el comentario lingüístico propiamente dicho. Dedicaremos
un espacio mínimo al nivel fonético, puesto que nuestro texto, al pertenecer al
siglo XX, no posee peculiaridades que nos proporcionen una información útil para
alcanzar nuestro objetivo. No obstante, nos detendremos más en aspectos como
la entonación, la morfología, sintaxis, estilo y léxico, a partir de los cuales
esbozaremos nuestras conclusiones. Estas conformarán el tercer y último
apartado de nuestro trabajo.
AUTOR, OBRA, CONTEXTO
Manuel Puig nació en General Villenas, provincia de Buenos Aires, en
1.932-1.990. Publicó ocho novelas. Una de ellas, Boquitas pintadas es en la que,
como hemos afirmado, se localiza nuestro texto. Esta obra se basa en lo que ha
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sido denominado como “radio-novela”, en el sentido de que su lenguaje será el de
la cultura popular tal y como lo infunden medios masivos como la radio, la revista
y el folletín. Sería importante apuntar que este es un lenguaje “pre-hecho”, es
decir, está creado por el autor y puesto en boca de sus personajes, pero ellos no
se identifican con esa forma de expresión, es más, esta les sirve para ocultar su
verdadera personalidad, la cual conocerá el lector a través de los pensamientos de
los mismos. Todo esto será comentado en el apartado correspondiente.
En lo que se refiere al contexto, para hacernos una idea de la literatura
hispanoamericana contemporánea y del sentido que sigue la obra de nuestro
texto, advertiremos que tras el nacimiento de la novela de la revolución mejicana
(que contaba las hazañas y crueldades de los jefes revolucionarios mejicanos),
apareció una “nueva” novela. Esta se caracterizaba por la abundancia de
tendencias y el enorme número de escritores de calidad. Era difícil encontrar
rasgos comunes a todas ellas debido a las divergencias en las corrientes y
personalidades de los autores que las integraban. Sin embargo, existía un
elemento compartido que las distinguía de su predecesores: su original visión del
mundo americano y su intento por revolucionar el lenguaje. Dentro de estas
corrientes destacaremos desde el “realismo mágico” y los “novelistas de la
angustia humana”, pasando por la denominada “caída de las mascaras” y la
“literatura del exilio”, hasta el “formalismo literario”. La última citada se halla en una
situación en la que se ha desbordado el terreno estrictamente poético, para invadir
un género que tampoco podemos llamar novelesco debido a que se centra en la
naturaleza del discurso, esto es, del lenguaje mismo. Esto se desarrolla mediante
juegos de palabras, componiendo series verbales, etc. Curiosamente, en esta
perspectiva se encuentra Manuel Puig. Lo exclusivo de él es que se centra en el
lenguaje oral.
FONÉTICA, ENTONACIÓN, MORFOLOGÍA, SINTAXIS, ESTILO,
LÉXICO.
FONÉTICA
Antes de comenzar este apartado debemos aclarar que el nivel fonético lo
comentaremos a partir de otro texto, extraído de la misma obra, donde se reflejan
ciertos rasgos. Ha sido necesario buscar un fragmento distinto debido a que en el
que nos estamos centrando no posee ejemplos que podamos citar. De manera
que hemos hallado dos variaciones fonéticas con respecto a la actual: un caso de
confusión b/v, en concreto en la línea 9: “bueltas” (en lugar de “vueltas”); ejemplos
de ceceo y seseo. De ceceo sólo una palabra: “avice” (por “avise”) en la línea 21; y
de seseo, cinco: “vesino” (por “vecino”) en la línea 4, “vistaso” (por “vistazo”) en la
47, “desgrasiado” (por “desgraciado”) en la 53, “vocasión” (por “vocación”) en la 73
y “presiosa” (por “preciosa”) en la 60.
Acerca de la confusión entre b/v, hemos pensado que, el hecho de que sólo
aparezca un caso a lo largo de todo el texto, nos llevaría a interpretar que no
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parece la manifestación de un rasgo fonético, sino que podría ser un medio del
que se vale Puig para caracterizar al personaje que escribe la agenda que
constituye el fragmento completo. De modo que el lector pudiera deducir que el
protagonista comete un error ortográfico. La causa tal vez sea su bajo nivel en
cuanto al conocimiento de la lengua vernácula, con lo que Puig podría conseguir la
ridiculización del personaje. Pero todo esto es sólo una hipótesis.
En cuanto a la presencia de ceceo y seseo, explicaremos que este
fenómeno de confusión entre los fonemas apicoalveolares: /s/ y /z/, y
predorsodentales: /s/ y /z/, tiene su origen en Andalucía en el siglo XVI. De
manera que el fonema resultante de los cuatro se caracterizará por ser más
dentalizado (frente al norte de España donde: /s/ y /z/ > /s/; /s/ y /z/ > /o/). Dicho
fonema: /s/, constituía el denominado “ceceo” o “zezeo”, cuyas grafías: “c” y “z”, se
explicaban como una forma de reflejar que ambas pronunciaciones procedían de
un único fonema. Éste, al mismo tiempo, poseía dos variedades articulatorias: una
dental que conllevaba un matiz “siseante” (de donde proviene el seseo actual) y
otra, interdentalizada, cuyo matiz “ceceante” originó el ceceo contemporáneo.
Como sabemos, el ceceo/seseo constituye uno de los “meridonalismos” que se
extendieron a Canarias. De ahí llegaron a América. Tal y como lo explica la “teoría
andalucista” de Rafael Lapesa se extendió en el Nuevo Mundo en el momento de
la conquista y colonización. Hoy en día la mayor parte de Hispanoamérica es
seseante, lo cual explicaría su predominio en el texto que nos ocupa.
Curiosamente, nuestro fragmento posee vocablos en los que no se da ceceo ni
seseo, lo cual no suele ser usual, pues se da el primero, el segundo, o ninguno de
los dos, pero nunca algo intermedio. Hemos interpretado al respecto que puede
ser que el autor no haya sabido recrear correctamente dicho fenómeno, pero no
existe nada que demuestre tal afirmación.
ENTONACIÓN
Como hemos podido observar nuestro texto está constituido por un diálogo,
de ahí que la entonación pueda aportarnos una información importante sobre el
mensaje del mismo y la intención del autor.
Tras nuestro análisis, hemos encontrado continuos ascensos y descensos
de tono. Ya desde el inicio aparece una interrogación con una elevación final que
desciende por completo cuando se expresan en la primera línea, cuando llega la
señorita Celina para visitar a su futura cuñada: “¿Se puede ↑? el estómago se le
revuelve ↓”. Lo curioso es que el tono ascendente suele mantenerse cuando las
dos protagonistas utilizan el lenguaje “pre-hecho” del que hablamos en nuestra
introducción. Sin embargo, cuando aparecen sus reflexiones, el texto se carga de
un tono árido, en el sentido de que la oración parece perder la musicalidad
mantenida durante el diálogo directo, basado en preguntas, respuestas o
enunciaciones más formales y corteses. Prueba de ello sería el momento en el
que la señorita Celina advierte en las líneas 13-15: ¡Mire ↑, a mí no me importa ir a
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la cocina ↑, si está más calentito ↑... no tiene estufa ↓, ya se le cayó la papada ↓,
debe tener cuarenta y cinco ↑, y los ojos bolsudos ↓”.
No obstante, llegamos a la conclusión de que la entonación nos desplaza a
un diálogo vivaz, próximo a lo coloquial debido a sus altibajos continuos, a esa
sensación de improvisación mantenida. Gracias a ella, además, corroboramos la
idea expuesta de que Boquitas pintadas posee un lenguaje propio de la cultura
popular. Es más, nos cercioramos de que Manuel Puig trabaja con el lenguaje
oral.
MORFOLOGÍA
Dentro de este apartado nos detendremos en cinco puntos que hemos visto
pertinentes: el voseo, los tiempos verbales, los diminutivos, adverbios, la
utilización del los clíticos y la aparición de expresiones hechas. Comenzando con
el voseo enunciaremos que consiste en la utilización del pronombre vos (que
originariamente, en España se utilizaba para la segunda persona del plural, pues
proveía de “vosotros”, y después como pronombre de cortesía, en sustitución de
“tú”. Cuando “vos” se relegó a un tratamiento inferior fue cuando llegó a América)
para la segunda persona del singular. De manera que en las zonas voseantes de
Hispanoamérica: “vos” desplazó a “tú” y “ustedes” a “vosotros”. Al respecto, Rafael
Lapesa afirmó que en el siglo XVI, en España: “El tú quedó relegado a la intimidad
familiar o al trato con inferiores y se desvalorizó tanto el “vos” que era descortés
emplearlo con quien fuese inferior”.
Existen tres tipos de voseo: pronominal, verbal y el completo (pronominal y
verbal a la vez). En el texto aparece el último caso. Como ejemplos expondremos
los siguientes: en la línea 116: “[...] ¿qué querés insinuar vos y la papada que
tenés? [...], en la 144: “[...] y vos que te andás subiendo al auto ... [...]”, en la 145:
“[...] vos [... ] que derecho tenés a hablarme en ese tono? [...]”. Este tipo de voseo
consiste, como podemos observar, en la presencia del pronombre “vos” junto con
las desinencias verbales en segunda persona del plural, en su forma
monoptongada o diptongada. En el texto aparece la monoptongada. Debemos
apuntar que puede haber una elisión del texto demuestra la existencia de voseo
completo, afirmaremos que hay casos en los que el “vos” no aparece como en:
línea 43: “[...] confesá [...]”, o en la línea 91: “[...] cómo tenés coraje de
ofenderme... [...]”, entre otros, y que también hay ejemplos de ausencia del verbo
como en: “[...] nosotras [...], no vos [...]”, en las líneas 61-69. Además, dentro de
este tercer tipo de voseo existe una variedad en “-is”. Ésta no aparece en el texto y
es típica de la sierra de Ecuador, Chile y sur peruano.
Por otra parte, como el voseo no posee la forma complementaria “os”, usa
la correspondiente del tuteo: “te”. Esto aparece en la línea 42: “[...] qué te pensás
...[...], en la 144: “[...] y vos que te andás subiendo “ustedeo”, es decir, hacen uso
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del pronombre “usted”. En América, este pronombre se utilizaba en plural para
sustituir a “vosotros”. Pero también se tomaba su forma en singular cuando el
tratamiento era respetuoso y se refería a la segunda persona del singular (“vos”).
Ejemplos: línea 32: “[...] usted hace bien en irse... [...]”; línea 43: “[...] ¿Qué edad
tenía usted ...[...]”, etc. De todo ello, concluiremos que la presencia de voseo
puede aproximarnos a la hipótesis de que nuestro texto refleje un habla dialecta,
ya que éste es un rasgo exclusivo de algunas zonas hispanoamericanas.
Cambiando de tema, continuaremos el apartado morfológico deteniéndonos
en la utilización que se hace de los tiempos verbales. En el texto dominan los
sintagmas verbales los cuales aportan una mayor vivacidad, puesto que los
cambios de acción son continuos. Hemos localizado distintos tiempos: presentes
del indicativo, para hablar de temas o situaciones del momento de la
conversación. Por ejemplo en las líneas 1: “[...] ¿Se puede? [...]”, 14: “[...] Qué
lindas tiene las plantas ...[...]”, 20: [...] traga mucha leña esta cocina? [...]”, etc.
Este tiempo verbal aporta realismo al diálogo. También existen pasados, cuando
se pretende hacer referencia a acciones acaecidas. En el texto nos ayudan en el
conocimiento de la relación entre la señorita Celina y la viuda: Líneas 60-61: “[...]
yo recibí carta de mi hermano contándome lo que usted piensa hacer; línea 68:
“[...] usted supo que nosotras, mamá y yo, [...]”, e incluso aparecen referencias al
futuro mediante condicionales: línea 5: “[...] Es lo único que me daría lástima dejar,
si me voy de Vallejos ... [...]”. Además, refuerzan el futuro las abundantes
perífrasis verbales, rasgos típicamente hispanoamericano. Destacan en la línea
11: “[...] vas a encontrar mugre ... [...]”, línea 45: “[...] te voy a dar el gusto ... [...]”,
línea 97: “[...] ¿Usted va a vender ... [...]”.
Nuestra conclusión acerca de los verbos se basa en que el predominio de
los sintagmas verbales, junto con las variaciones continuas de los tiempos, nos
aproximan, de nuevo, a una conversación coloquial. Añadiremos que la utilización
que de ellos se hace es similar a la que realizamos hoy en día, en el sentido de
que el presente se refiere al momento; el pasado, a lo ya acaecido; y el futuro, a lo
que está por venir. Esto corroboraría que el texto es contemporáneo.
En cuanto a los diminutivos afirmaremos que en Hispanoamérica se utiliza
la “innovación lexicogenésica” a través de “morfemas derivativos”. Con esto nos
referimos a que se crean palabras mediante la adición de intensificadores, sufijos,
afijos. Sobre todo, se ha observado una mayoría de sufijación, en concreto en “ito” e “-illo”. En el texto aparece el primero, como ejemplo de sufijo cuantitativo:
“limpito” (línea 16), “solterita” (línea 31), etc. Otros derivativos en el Nuevo Mundo
sería “-ico” o “-ingo” (exclusivo de Bolivia), pero no aparecen en el fragmento que
nos ocupa. Debemos aclarar que, a pesar de que la terminación en “-ito” ofrezca,
por lo general, un matiz afectivo, dentro de esta conversación se nsertan casos en
los que su valor cambia a despectivo mediante el tono sarcástico que los
acompaña. Por ejemplo, esto sucede cuando la viuda, dialogando con Celina, le
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habla de su hija y piensa: “[...] pero casada, casada, no solterita como quien sabés
[...]”, lo cual refleja el tipo de relación de las dos protagonistas.
Apoyando este tono irónico-sarcástico, hallamos en el texto derivados
cualitativos como “-udo” o “-ada”. El último es el más empleado en
Hispanoamérica. Ejemplos: “bolsudo” (línea 15), “copetuda” (línea 12),
“remanyada” (línea 33). En “remanyada”, además, observamos el intensificador
“re-“, presente en otros vocablos del texto: “refregar” (línea 21), “rematar” (línea
97). Ante esto opinamos que tanto la intensificación como la expresión de
diminutivos son elementos que vuelven a reforzar la idea de que nos encontramos
ante la recreación de un habla popular e incluso vulgar, ya que, por ejemplo, en
“remanyada” podríamos pensar que la aparición de “y” y no de “i” es algo
intencionado del autor. Su finalidad sería la de reflejas una pronunciación
palatalizada del sonido [i].
En lo que al terreno de los adverbios se refiere, hemos detectado dos tipos
que son muy característicos del mundo hispanoamericano. Estos son “acá” (líneas
104, 114, 125, etc) en lugar de “aquí” (propio de España) y “allá” (línea 134) en
vez de “allí” (también español). Pensamos que la manifestación de este tipo de
adverbios es un rasgo dialectal, puesto que nos desplaza inmediatamente al
Nuevo Mundo. Junto a esto, la abundante presencia de “acá” aproxima el diálogo
al lector, de modo que aportaría mayor realismo.
Con respecto al empleo de los clíticos, en general, comentaremos que
pueden llevar una posición libre o adosada al verbo. Son pronombres átonos de
tercera persona, en concreto: lo, la, le. Su utilización en América era etimológica,
de modo que “lo/la” se empleaba para el objeto directo; “le”, para el indirecto. Sin
embargo, en el texto hemos encontrado un caso de loísmo (aparición de la forma
“lo” en función de dativo): línea 72: “[...] que usted lo escribió diciéndole que ...
[...]”. Opinamos que éste es un rasgo vulgar, común en el habla popular. Ya en su
momento Rufino José Cuervo observó que en América había leísmo, laísmo y
loísmo.
En cuanto a lo que expresiones hechas se refiere hemos localizado algunas
como: línea 41: “[...] me llegó la hora de pasarla bien, [...]” te la dije [...]”. En
ambos casos, en España, se utilizaría el pronombre “lo” y no “la”. La única
explicación que hemos podido encontrar a este cambio de género es que se deba
a que si en España el pronombre sustituye a algo masculino o neutro, se
explicaría el uso de “lo”. Por el contrario, en América, debía hacer referencia a un
elemento de género femenino. Otra expresión hecha sería: línea 192: “[...] siempre
de taco alto y zoquetes [...]”. Valiéndonos del contexto, hemos deducido que “taco
alto” podría significar “tacón alto” y que “zoquetes”, provenga del término
anglosajón “sock” (que quiere decir “calcetín roto”). Con lo que el sentido podría
ser que la protagonista vaya bien arreglada (de ahí el “tacón alto”) y realmente no
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posea dinero (por eso “calcetín roto”). Esto constituiría una crítica puesta en boca
de Celina y dirigida a la viuda. Como podemos ver, las expresiones hechas
también aportan popularidad y vulgaridad.
SINTAXIS
Hemos observado una sintaxis próxima a la de la lengua hablada. La
demostración de ello la basamos en la presencia, dentro del texto, de elementos
típicos de la sintaxis coloquial. Nos estamos refiriendo a recursos tales como la
coordinación en las líneas 22: “[...] Y, bastante, pero ...[...]”; 23: “[...] ¿y qué te
importa? [...]; 33: “[...] y remanyada [...]”, etc. Este rasgo aporta más simplicidad al
texto si lo comparamos con las subordinadas existentes en la expresión escrita.
Sin embargo, en él, aparecen otros mecanismos que adquieren valores
propiamente subordinados y que también se dan en el lenguaje coloquial. Por
ejemplo en la línea 10: “[...] Sí, perdone que esta casa es tan fría [...]”. Otro
ejemplo: “[...] venga por acá que pasamos a la sala [...]”. El nexo “que” funciona
ahora como una final.
Otro recurso coloquial dentro de la sintaxis sería la repetición. Así hallamos
oraciones o frases con la misma construcción sintáctica: línea 9: “[...] qué frío hace
... [...]”, línea 43: “[...] ¿qué edad tenía ... [...]”, etc. Esto es indicio de una sintaxis
acumulativa, ya que se insiste una y otra vez en los mismos medios expresivos.
Además, destacaremos la tendencia a lo que más informativo preceda a lo menos,
junto con la abundancia de suspensiones. Ejemplo de lo primero: línea 9: “[...] no
tiene estufa, esta orillera [...]”. En la escritura se antepondría el sujeto, pero como
vemos, lo que el personaje quiere sobresaltar es que la otra persona no posee
estufa. Ejemplos de las suspensiones: línea 11-12: “[...] si sos bruja ... fíjate que
limpieza [...]”, línea 44: “[...] la nena tenía ocho... no, no, no, no te voy a dar el
gusto [...]”. La función de las suspensiones es la de dejar la información en el aire,
pero una información que se sobreentiende.
Como conclusión podemos afirmar que la sintaxis coloquial parece ser más
simple de lo que realmente es, puesto que valiéndose de la “economía lingüística”,
esto es, de la utilización de menos recursos y palabras, expresa tanta información
o más que el lenguaje escrito.
ESTILO
El estilo de este texto se puede dividir en dos partes: una, la dialogada y
otra, la de la manifestación de los pensamientos. Como ya hemos dicho la primera
respeta en mayor medida las normas lingüísticas. Su tono es aparentemente más
dulce y cortés. En oposición, la segunda se acerca en demasía a lo popular y
vulgar. A esto último acompaña el sentido irónico (y, a veces, sarcástico) que
impregna las expresiones, junto con el descaro y el desparpajo que suele
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relacionarse con las clases más bajas. Ejemplo de ello lo tenemos en la línea 53,
cuando Celina piensa de la viuda: “[...] orillera chusma, vas a sufrir sin contárselo
a la vecina [...]”. De modo que podemos afirmar que la intención de ridiculización
que pensamos que posee el autor no se consigue tanto con la adjetivación o la
expresión, sino mediante un tono sarcástico mantenido que permite al lector
captar otra idea distinta de la que se extrae de la literalidad de las palabras. A esto
se une la comicidad que conlleva la situación de apariencia que viven las
protagonistas, al mismo tiempo que el lector tiene conocimiento del interior de
cada una de ellas.
LÉXICO
Éste es el nivel en el que la diferenciación lingüística entre América y la
Península es palpable. Esto se aplica porque cuando el andaluz y, más tarde el
castellano, llegaron al Nuevo Mundo siguieron un proceso evolutivo normal, pero,
al mismo tiempo, aparecieron nuevas inflexiones y vocablos, que por haberse
originado en América denominamos “americanismos”. Según la R.A.E.,
“americanismo” es el vocablo o giro propio derivativo de los americanos que
hablan español. A continuación destacaremos distintos tipos de americanismos:
primero, aquellos que Hispanoamérica ha asimilado proveniendo de otro lugar,
respetando su forma y su significado. Nos referimos a los vocablos extranjeros y
también a los que han caído en desuso o son arcaicos en España. En el texto,
como ejemplos de extranjerismos hemos hallado dos galicismos: “Petisa” (línea 3).
Significa “pequeño, bajo, rechoncho”. Palabra que utiliza la señorita Celina para
burlarse de la viuda; el otro galicismo: “Garςonne” (línea 48) que significa
“marimacho”. Utilizado también por la misma protagonista para burlarse del corte
de pelo de la futura cuñada. De procedencia anglosajona hemos localizado:
“zoquetes” (línea 76), del inglés “socks”, cuyo significado es “calcetín roto”. Éste
ha sido comentado anteriormente. En cuanto a los arcaísmos en España, hemos
detectado dos casos posibles en el texto “auto” (línea 144) que podría tener su
origen en el “automóvil” español (hoy en día se utiliza “coche”); y “viajante” (línea
145) que se explicaría como un mantenimiento de la forma del participio de
presente latino, pero esto sólo son hipótesis. Actualmente, en la Península,
utilizamos “viajeros”. Este término último en América constituiría un americanismo
semántico, ya que existe la forma “viajero”, pero el significado varía: “mandadero
que hace los mandados a caballo, por estar la casa lejos de la ciudad o pueblo”.
El segundo tipo de americanismo que mencionaremos son los semánticos,
enlazando, así, con la idea anterior. Ejemplos: “Embromé” (línea 64). Significa
“meter broma” en España. En Argentina, Colombia, Cuba, Chile y Puerto Rico:
“fastidiar, molestar”. En el texto aparece siempre el significado americano. Otro
caso: “Chusma” (línea 49): “Conjunto de gente soez”. En el Nuevo Mundo:
“Muchedumbre de indios salvajes no guerreros”. En el texto se utiliza este último
significado a modo de insulto.
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El tercer tipo, los americanismos léxicos. Estos consisten en que se crea
una forma nueva en Hispanoamérica para un significado que ya existe en España.
Ejemplos: “atorranta” (línea 69 y 119). Forma femenina de “atorrante”. Es vulgar:
“golfa, ramera, mujer que comercia con su cuerpo, entregada a la prostitución”.
Aquí podemos comentar la tendencia americana de cambiar los géneros. De ahí
que creen “atorranta” cuando lo que existe es “atorrante”. Otro ejemplo: “abarájate”
(línea 90). “Abarajar” significa “ensartarle de contragolpe”. En el texto se utiliza en
el sentido de golpear, pero verbalmente, esto es, mediante lo que se dice con las
palabras. En España se utilizaría, por ejemplo, “chúpate ésa”, manteniendo el
mismo nivel de la conversación del texto.
Dentro de los americanismos léxicos podemos añadir la presencia de
ciertos mecanismos de los que se vale Hispanoamérica para obtener nuevas
formas. Estos mecanismos son la motivación, derivación, composición, etc. En el
texto sólo hemos detectado casos de derivación. Son los siguientes: “Remanyada”
(línea 33). Significa “podrido, inservible”. En España tenemos también el término
“manido” o “remanido”, para hacer referencia a la misma realidad, pero no el de
“remanyada” (cuyacomposición se explicó anteriormente); “Copetudas” (línea 12).
Puede provenir de “copete” (diminutivo de copo) que significa “batista, ave de
rapiña”. En el texto el sentido es el de una persona ávara. Además, hemos
observado un americanismo léxico (por derivación) y semántico, de modo que el
vocablo constituiría una forma nueva de Hispanoamérica tanto en el significante
como en el significado. La palabra es “orillero/a” (líneas 9, 54, 80): “dícese de la
gente de la raza blanca de mal pelaje o de la mala fama en América”. La causa de
este tipo de derivación puede basarse en que si los españoles nos situamos en la
“otra orilla”, guardando el recuerdo despectivo que de nosotros se tenía desde la
colonización, sería posible unir al sustantivo “orilla” el sufijo degradante “-ero”,
logrando nominar esa realidad.
Concluiremos este apartado afirmando que el léxico demuestra totalmente
que nos encontramos ante un texto que recrea el habla hispanoamericana.
CONCLUSIONES
Como hemos podido comprobar a lo largo de nuestro comentario existen
una serie de factores en los que nos apoyaremos para afirmar que nuestro
fragmento es dialectal, contemporáneo y coloquial. El calificativo de dialectal lo
justificamos mediante la aparición de elementos como el voseo, adverbios de tipo
“acá” y “allá”, e incluso en la presencia de un léxico tan peculiar. Todo esto nos
desplaza la visión al mundo hispanoamericano. Dentro de él, hemos pensado que,
tal vez, se centre en el habla argentina debido a la utilización del voseo completo,
esto es, pronominal y verbal a la vez, ya que Argentina es una de las zonas más
voseantes. También a la aparición del verbo “embromar”, típico de esta zona; y al
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hecho de que el autor, Manuel Puig, naciera en ella, con lo que sería lógico que
recreara el habla más cercana a sus vivencias.
En cuanto a que el texto es contemporáneo lo deducimos a partir de la
observación de una ortografía ya fijada. A esto unimos la utilización que se ofrece
de los tiempos verbales, en el sentido de que tanto el presente, como el pasado y
el futuro se comportan con los mismo valores de la actualidad. Y, finalmente, a la
nueva visión que nos aporta Puig de la sociedad hispanoamericana. Este último
dato es relevante porque sólo en la literatura del siglo XX, centrándonos en la
producción del ámbito del Nuevo Mundo, se proporcionan ideas completamente
innovadoras con respecto a lo escrito anteriormente. En este caso, hemos
pensado que la intención del autor es la de mostrarnos una sociedad hipócrita (de
ahí los pensamientos ocultos de cada protagonista) y con un manejo pésimo de su
lengua (como lo reflejan los vulgarismos).
Acerca del nivel coloquial del texto nos basaremos en el predominio de
diminutivos, tanto con matiz afectivo como despectivo; a las frases hechas e
incluso al tono irónico-sarcástico que domina este fragmento y que podría ser
esencial en el momento en el que el lector intente captar la vulgaridad de la
situación que presenta el diálogo entre las dos protagonistas.
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