Francia, el único `paraíso fiscal` para las indemnizaciones por despido

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MARTES, 1 DE JULIO DE 2014 EL ECONOMISTA
Web: www.eleconomista.es E-mail: [email protected]
Economía
Francia, el único ‘paraíso fiscal’ para
las indemnizaciones por despido
El resto de la Unión las somete a gravámenes
fiscales que pueden llegar hasta el 33%
Alemania constituye el extremo opuesto, ya que
no prevé ninguna cantidad como mínimo exento
la tributación se aplica a partir de
36.000 euros, una cota que muy gente alcanza y por lo tanto quedan
exentos.
I. Flores MADRID.
La tributación de las indemnizaciones por despido que España acaba
de estrenar (se encuentra en vigor
desde el día 20 del mes pasado y sólo deja libres los primeros 20.000
euros por año trabajado) no constituye un fenómeno nuevo en la
Unión Europea (UE). De hecho, lo
raro es justo lo contrario, hasta el
punto de que, tras el cambio que ha
supuesto la reforma fiscal en nuestro país, prácticamente sólo queda
Francia como caso de excepción.
Así, en el país presidido por Françoise Hollande ni un céntimo de este tipo de compensaciones acaba
en las arcas de Hacienda. Así ocurre con independencia de la cuantía que el afectado acabe cobrando
y sin considerar tampoco la manera en que se ha llegado a fijar esa
cantidad.
Es decir, igual da que haya habido un acuerdo entre el despedido
o la empresa o que ambas partes hayan tenido que ponerse ante un juez.
En suma, si un contrato contempla
el derecho a la indemnización (y
solamente dejan de hacerlo los que
tienen una duración de seis meses
a un año), el fisco galo considera
que ése es un asunto entre el trabajador y el empleador en el que no
debe inmiscuirse. Muy diferente es
la situación en otros países europeos.
■ Alemania, sin excepciones
Para los alemanes, la situación es
bien sencilla, de partida: toda indemnización por despido constituye un rendimiento por trabajo y, por
tanto, tiene que tributar en el tramo del IRPF que le corresponda
(una indemnización a partir de
30.000 euros puede hacerlo al 33
por ciento aproximadamente). A
partir de ahí, comienzan las complicaciones, primero derivadas del
hecho de que Alemania es un país
federal y, por tanto, cada uno de los
Länder tiene competencias fiscales. Pero no es solamente una cuestión de organización política; Alemania es un país con una compleja regulación laboral también según
sectores de actividad. Además, en
el caso de que las partes lleguen a
juicio, es frecuente que el juez tenga muy en cuenta la situación personal del trabajador a la hora de fijar una cantidad.
■ Dinamarca: margen amplio
El mercado de trabajo danés ofre-
■ Italia, un caso complejo
En el país transalpino, a diferencia
de lo que ocurre en Reino Unido, se
dan casos en los que el límite del
mínimo exento es muy bajo y, a partir de 300 euros, el fisco ya puede
llevarse su parte en la declaración
del Impuesto sobre la Renta. De todos modos, resulta difícil establecer una pauta general ya que Italia
es un país con una legislación laboral muy compleja, semejante a la
española hasta hace muy poco, con
más de 40 tipos de contratos diferentes.
■ Bélgica hila más fino
El país que acoge a la capital de la
Unión Europea se distingue notablemente con respecto al régimen
de las indemnizaciones por despido. No en vano su vinculación a los
años trabajados dista de ser tan estricta como en otros países, mien-
Dinamarca ni
siquiera tiene una
definición jurídica
del despido
improcedente
ce muchas posibilidades para despedir; de hecho, no existe una definición jurídica de lo que es un despido improcedente. Ahora bien,
eso no implica que deje de preverse y puede llegar a cobrarse hasta
seis meses de salario (los cuales
también tributan). Igualmente es
Todavía marcando distancias
con respecto a Estados Unidos
Además de la tributación, existen otros aspectos que hacen
que las indemnizaciones por
despido, pese a los amplios márgenes de variación en sus regímenes, tengan un claro denominador común en la Unión Europea. En todos los casos, se trata
de evitar el despido libre, lo que
quiere decir que generalmente
se tiene que alegar una causa
para que un contrato se rescinda
y, además, tiene que preverse algún tipo de compensación, por
pequeña que sea, incluso en el
caso del Reino Unido, quizá el
más cercano en el Viejo Continente a la manera de funcionar
al otro lado del Atlántico. Así, en
Estados Unidos, la indemnización por despido no se halla asegurada, sino que con frecuencia
es un aspecto más que tiene que
negociarse a la hora de firmar un
contrato. Si no ocurre así, en teoría existe la posibilidad de despedir libremente (con las restricciones que marcan los casos jurídicamente punibles, como
aquéllos en los que la rescisión
se debe a una discriminación por
raza, sexo o religión).
cierto que las empresas danesas pagan unos impuestos notablemente
altos en concepto de planes sociales (por ejemplo, para formación
de trabajadores) en comparación
con el resto de países de la Unión.
■ Reino Unido fija un mínimo
Las indemnizaciones por despido
británicas no se caracterizan por su
generosidad, sino todo lo contrario. Es más, desde 2011 únicamente tienen derecho a su mínimo los
trabajadores que llevan dos años en
la empresa (y no uno como ocurría
antes de ese ejercicio). Además, el
Gobierno fija la cantidad semanal
máxima que se puede cobrar por
semana trabajada en un determinado año, la cual se puede ver incrementada durante el juicio por el
salario de tramitación, hasta que el
juez se pronuncie. Estas circunstancias explican que, aun cuando
las indemnizaciones están gravadas muy poco gente acabe pagando a Hacienda. Ello se debe a que
tras que los jueces tienen en cuenta aspectos más sutiles como estimaciones acerca del tiempo que taradará el afectado en encontrar un
puesto semejante, sobre todo en
cuanto a sueldo, del que ha sido
echado improcedentemente. Eso
sí, reciba lo que reciba, deberá tributar por ello.
■ La ‘troika’ dicta en Portugal
Tras la petición de rescate, y el aterrizaje de los hombres de negro de
la troika, Lisboa tuvo que acometer
una reforma laboral que redujo las
indemnizaciones a 20 días por año
trabajado con un límite máximo de
un año (incluso puede llegarse a un
máximo de doce días); anteriormente, los trabajadores lusos podían cobrar hasta 30 días sin someterse a ninguna restricción. En cuanto a la tributación, más allá del IRPF,
pueden sufrir retenciones también
de la Seguridad Social en caso de
que haya habido acuerdo con estas
entidad.
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