PRESENTACIÓN Med. Vet. Mario H. Sirvén Hay un camino de la leche desde su fabricación (secreción) en la glándula mamaria hasta el tanque de conservación de donde el transporte la retira para llevarla a fábrica. Es necesario, entonces, dividir en dos grandes lugares donde puede alterarse la calidad: LA UBRE y LOS EQUIPOS DE ORDEÑO Y DE FRÍO. Desde que la leche se industrializa en plantas la principal preocupación ha sido la calidad higiénica, antes y después de la implementación de la pasteurización. Sin embargo, hoy debería requerir más atención el origen; las mismas ubres. No porque la higiene de la leche ya extraída no sea importante, sino porque en la mayoría de los tambos de mediana tecnología que entregan leche a industrias serias, la higiene es algo atendido y los problemas de contaminación no son graves. Además, son relativamente fáciles de corregir en forma inmediata cuando son detectados. Desde el punto de vista microbiológico, el tejido glandular mamario y los tejidos de conducción de la leche dentro de la ubre pueden contener un número variable de bacterias patógenas. Es una realidad que la incidencia de mastitis subclínica (sin síntomas) es alta en los rodeos lecheros de nuestro país y que el total de esa leche es industrializada. Las bacterias que producen mastitis son principalmente los llamados PATÓGENOS MAYORES, como los Gram+ Staphylococcus aureus, Staphilococcus spp (coagulasa (-), Estreptococo agalaciae y otros como E. uberis, E. dysgalactiae, etc. En los sistemas de producción más intensivos, el confinamiento de las vacas lecheras (permanente o no) ha aumentado la incidencia de mastitis “ambientales”. Distintos microorganismos Gram -, y especialmente Escherichia coli, son hoy más prevalentes. La pobre respuesta a los antibióticos de uso corriente hace cada vez más necesario abordar en profundidad el problema de manejo de las vacas e higiene de las ubres. Las rutinas de trabajo en las salas de ordeño incluyen en muchos casos desinfección de pezones antes y después de cada ordeño. Vale recordar que la pasteurización elimina muchas bacterias, pero no sus toxinas. Otros microorganismos como Klebsiela y Prothoteca pueden infectar a las ubres y, si bien no son muy frecuentes, su prevalencia está en aumento. Otros contaminantes de origen microbiológico pueden ser distintas Mycotoxinas, siendo la AFLATOXINA M1 (derivado metabólico de la AFLATOXINA B1) y la ZEARALENONA las más frecuentemente encontradas. La gran difusión que han tenido los ensilajes de forrajes y granos y el no siempre buen manejo de éstos a la hora de suministrarlos como alimento hacen que los riesgos aumenten. Como contaminantes químicos están los inhibidores del desarrollo bacteriano (principalmente antibióticos) y varios otros que hoy no son incluidos en los informes de calidad de las industrias a los productores ni tenidos en cuenta para premios y castigos en los precios. (fertilizantes químicos, plaguicidas de distinta clase, etc.) Fuera de la ubre, cabe mencionar a las pezoneras como un importante vehículo de microorganismos patógenos y otros, que no lo son pero alteran la calidad higiénica de la leche. Esto ocurre durante los trabajos de ordeño. La higiene de los equipos, en su mayor parte de acero inoxidable, no difiere mucho de lo que se hace en la industria. La secuencia de lavado (en las máquinas de ordeñar es en circuito cerrado) es: enjuague, lavado alcalino, enjuague, ácido desincrustante (en general no se usa luego de cada ordeño sino dos o tres veces por semana) y, luego del proceso o antes del turno de ordeño siguiente, un pasaje de una solución antiséptica. El circuito de la leche, desde las ubres al tanque enfriador y/o de conservación, es casi siempre por tuberías y otros elementos que se mantienen limpios. Las entradas a ese circuito son las pezoneras, que están expuestas a altas contaminaciones cuando no se trabaja con normas de higiene o bien por microorganismos provenientes de las mismas glándulas mamarias infectadas.