La enseñanza de la - Cátedras

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Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
La enseñanza de la comunicación. Análisis de la práctica docente de los licenciados
en Ciencias de la Comunicación1.
Lic. Juan José Ferrarós, Lic. María José Acevedo, Lic. Fernando Martínez, Lic. Delia Guiliani, y
Esteban Acerbo.
Introducción
Este trabajo presenta una línea de investigación acerca de cómo se instituyen las prácticas profesionales. Desde el principio
nuestra investigación estuvo orientada a las prácticas menos difundidas de los comunicadores: orientaciones de Procesos
Educativos, Promoción Comunitaria y Planificación de la Comunicación. Según nuestra indagación anterior, aproximadamente
un tercio de esos egresados se dedicaban a tareas de educación formal e informal.
Objetivo
Nos centramos así en indagar las representaciones sociales de los licenciados en comunicación sobre su práctica profesional,
específicamente la práctica docente universitaria. Consideramos que la docencia universitaria en el ámbito público presenta
especificidades que configuran modos de pensar, sentir y hacer.
Abordaje metodológico
El acercamiento al objeto se ha realizado desde un enfoque clínico, mediante un trabajo en terreno que incluyó observaciones y
entrevistas en profundidad a veinticinco docentes de la UBA de distintas categorías (ayudantes y profesores), egresados de la
carrera de Ciencias de la Comunicación.
Las observaciones han permitido obtener información de primera mano sobre las condiciones ecológicas de los ambientes
laborales en donde se ejerce la docencia.
La entrevista en profundidad ha brindado a los entrevistados cierta libertad para facilitar la aparición de diversas opiniones,
informaciones, descripciones de experiencias y comportamientos que hacen parte a nuestro objeto de estudio. Como es sabido,
en la entrevista cualitativa se trata de sondear los detalles de las experiencias de las personas y los significados que éstos les
atribuyen.
1
Este avance del trabajo de indagación del Proyecto Ubacyt S 405/2008 reconoce sus antecedentes en las investigaciones de la Cátedra de
Análisis Institucional con reconocimiento institucional de la Facultad de Ciencias Sociales. UBA: Resoluciones CD N° 1651/03; 4044/04;
2115/07.
Este trabajo fue presentado al Primer Congreso Internacional de Pedagogía Universitaria, 7 al 9 de Septiembre de 2009. Secretaría de Asuntos
Académicos de la Universidad de Buenos Aires.
La enseñanza de la comunicación. Análisis de la práctica docente de los licenciados en Ciencias de la
Comunicación.
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Las entrevistas fueron de carácter semi-estructurado, y realizadas en base a una guía de pautas conformada por un conjunto de
preguntas abiertas, que posibilitaron la reformulación y profundización en algunas áreas.
Perspectiva teórica
Tomamos de la Psicología Social el concepto de “representaciones sociales”. En tanto fenómenos, las representaciones sociales
se presentan como imágenes que condensan un conjunto de significados, como sistemas de referencia que permiten interpretar
y pensar una realidad. Son una forma de conocimiento social, socialmente elaborado y compartido (Jodelet, 1976).
De la Psicodinámica del Trabajo retomamos la idea del trabajo como “productor de sufrimiento o generador de placer”. Nos
interesa conocer las consecuencias del trabajo sobre la salud mental de los trabajadores. Si las consecuencias son nefastas, el
trabajo será patógeno, si son favorables, será estructurante. Por lo tanto, el trabajo puede ser patógeno y generador de
sufrimiento, o fuente de placer.
Del enfoque de la Clínica de la Actividad, aplicamos el concepto de “eficacia a pesar de todo”. Ives Clot considera que, pese a las
condiciones adversas y los obstáculos producidos por la naturaleza y organización del trabajo, quienes trabajan logran superar
las deficiencias de la organización a partir de compensaciones. Ese trabajo de tipo compensatorio, esa especie de compromiso
profesional para hacer lo que debe ser hecho, es denominado por este autor como “la búsqueda de la eficacia a pesar de todo”
(Clot, 1995).
La organización del trabajo en la Universidad de Buenos Aires y la satisfacción y sufrimiento de la práctica docente
Pensar la práctica docente desde una dimensión institucional supone, entre otras, una mirada analítica sobre las condiciones
materiales de una organización. Éstas son un primer sustrato que moldea toda práctica profesional. Imponen límites y
posibilidades a nivel de los recursos con los que se cuenta; le otorgan no sólo una funcionalidad a la tarea, sino que además
están relacionadas con los aspectos políticos de toda organización (lucha por la distribución de los recursos) y aspectos
simbólicos (asignación de recursos en base a distribución de roles o a la fantasmática institucional sobre personas y profesiones).
Los condicionamientos materiales forman parte de la actividad real desarrollada por los equipos docentes; la atraviesan y le
imponen sus restricciones.
En el marco de esta investigación, han surgido de los dichos de los entrevistados una serie de elementos materiales que arrojan
aspectos en general negativos respecto de la práctica docente desempeñada por los licenciados en Ciencias de la Comunicación
en el ámbito de las instituciones públicas, centralmente en la Universidad de Buenos Aires. Dichos aspectos se relacionan con
carencias materiales que dificultan la organización del trabajo de los distintos colectivos académicos, desde los grupos de
docentes hasta los sectores administrativos de la organización. Estas carencias materiales podrían agruparse en “carencias de
infraestructura”, y “carencias académico-pedagógicas”.
En el primer grupo encontramos las insuficiencias edilicias pronunciadas que dificultan la organización docente y generan la
búsqueda de formas alternativas –obligadas-, para lograr el desarrollo de las distintas actividades de formación. Estas
dificultades abarcan tanto la pluralidad de sedes en que debe desarrollarse la tarea docente –la UBA tiene en este momento tres
sedes para la Facultad de Ciencias Sociales, dentro de la cual se encuentra la carrera de Ciencias de la Comunicación-, como la
insuficiencia de los espacios al interior de cada edificio para las distintas funciones.
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Entre las carencias académicas más importantes mencionadas por los entrevistados se incluye la falta de lugar en las bibliotecas
–en algunos casos directamente la falta de bibliotecas-, el inadecuado tamaño de las salas de profesores o bares internos para el
encuentro de los docentes, que obligan a buscar sitios alternativos para la corrección de trabajos, la organización de las clases, o
las reuniones de cátedra. A ello se suma la falta de materiales y recursos pedagógicos específicos para el desarrollo de las
clases: disponibilidad de computadoras, impresoras para la impresión de trabajos o guías de actividades, acceso a Internet,
pizarras para la visualización de ejercicios, cañones, retroproyectores, etc.
A todos estos aspectos materiales se agrega la insuficiencia de los salarios universitarios para el ejercicio de actividades
exclusivas de docencia e investigación. A este respecto, vale la conceptualización más o menos reciente del “docente taxi”, aquel
que debe tener una multiplicidad de trabajos en diferentes instituciones para lograr un sueldo mínimo adecuado, lo que le impide
concentrar el foco en cada actividad realizada, afectando de esta forma la calidad educativa que brindan. En algunos casos, el
“multitrabajo” tiene consecuencias lógicas de desgaste en el trabajador docente.
Es necesario agregar a esta lectura, un análisis de contexto, es decir, enmarcar el ejercicio de la docencia e investigación en un
contexto de crisis de las universidades públicas. Esta crisis ha sido señalada como la inercia en la que funciona la universidad
desde hace años, inercia que incluye el trabajo ad honorem de los docentes, los paros frecuentes, la falta de información sobre lo
que acontece. La situación de la crisis en la universidad merece un análisis que incluya la dimensión de la distribución de la
información. En este sentido, los entrevistados resaltan la falta de información precisa sobre los motivos de la crisis o los paros
universitarios, señalados como una paradoja en el caso de la carrera de Ciencias de la Comunicación.
Por último, los entrevistados han considerado en forma comparativa la situación de las diferentes instituciones de las que forman
parte. Por un lado, se ha señalado una mayor disposición de recursos en nombramientos para docencia e investigación en las
universidades privadas y en algunas universidades estatales del conurbano. Una de las mayores ventajas mencionadas ha sido
la posibilidad de dedicación diferenciada del cuerpo docente a tareas de docencia e investigación, con asignación de horas
diferenciadas y rentadas para cada actividad. También la conformación de equipos para el dictado de clases exclusivamente con
equipos diferenciados que se encargan de actividades de investigación, constituyendo una suerte de especialización académica
en cuanto a las distintas modalidades educativas.
Quizás la Universidad de Buenos Aires sea la institución de formación universitaria donde se concentran las mayores críticas;
tanto desde los sectores de gobierno, como del empresariado y la sociedad en general. Sin embargo, es aún una universidad
que goza de un enorme prestigio social en Argentina y en el exterior; a partir de la excelencia de sus recursos humanos y el
material de investigación que produce -la mayoría de las veces en condiciones que no llegan al mínimo requerido para la
realización de trabajos de calidad-.
Ahora bien, ¿cómo se explica entonces que en un marco de carencias que bloquean y obstaculizan la organización del trabajo se
mantenga un nivel elevado de funcionamiento y formación?
Usualmente, no sólo la actividad real desarrollada por los equipos docentes satisface los requerimientos mínimos de la tarea
prescripta (las horas de docencia exigidas al frente de cursos, además de horas adicionales para correcciones, reuniones de
cátedra y otras, según el cargo docente), sino que además los equipos académicos desarrollan actividades de autoformación,
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investigación y extensión que contribuyen a la calidad de la formación que brindan, además de superar todos los aspectos
administrativos y restricciones temporales propias de la organización académica.
Desde el punto de vista de la Psicología del Trabajo podríamos preguntarnos: ¿qué es entonces lo que sostiene la actividad
académica en este marco desfavorable? Sin duda podrán encontrarse factores motivacionales ligados a cada sujeto, su historia
académica y elección profesional. Pero en tanto colectivo de trabajo que desarrolla una actividad en un ámbito común, los
equipos docentes realizan determinadas acciones vitales para soslayar las dificultades y darle continuidad a su tarea, podríamos
decir, “pese a todo”.
En este punto, vale recordar un pasaje del institucionalista francés Ives Clot, quien dice:
“A menudo, quienes trabajan logran superar las deficiencias de la organización a partir de
compensaciones que les resultan costosas. Me inclino a identificar ese trabajo de ‘ingenio
compensatorio’, esa especie de compromiso profesional para ´hacer lo que debe ser hecho´
frente a los obstáculos inesperados producidos por la organización misma” .
Clot ha llamado a este accionar la “eficacia a pesar de todo”, que se transforma en principio de equilibrio de las situaciones
laborales desarrolladas en contextos problemáticos.
Los aspectos institucionales señalados por los entrevistados marcan la situación de fragmentación a que son llevados los
docentes en su actividad continua; fragmentación que puede observarse en la falta de espacios de reuniones conjuntas entre las
distintas cátedras y al interior de las mismas. Por falta de tiempo y recursos muchas de ellas ni siquiera realizan reuniones con
una frecuencia adecuada para la organización de las tareas y del trabajo en clase.
Las posibles disfunciones son compensadas sin embargo por aspectos que funcionan de interfase entre cada ciclo de trabajo. En
el marco de las cátedras mismas, algunas funciones intermedias actúan para reponer las posibles fallas y olvidos, organizar las
actividades adicionales que no pueden ser realizadas por los docentes estables a raíz de la carga de trabajo cotidiana, y hasta
pensar en acciones de desarrollo a futuro. Este rol es cumplido, según los casos, por los Jefes de Trabajos Prácticos, Adjuntos o
Titulares de cátedra, rol que no puede ser reducido a una mera tarea de “coordinación”, sino que podría pensarse como “sutura”
de los quiebres y fallas que, de otro modo y atendiendo a las deficiencias institucionales, se darían con una frecuencia que haría
peligrar la actividad.
La “eficacia a pesar de todo” tiene un costo en la generación de sufrimiento psíquico asociado al desarrollo de la práctica en
dichas condiciones que afectan la calidad de la tarea docente. Estas condiciones no son las únicas, sino que confluyen junto con
otro conjunto de variables ligadas a la historia de la institucionalización de la carrera y a la constitución actual del campo
comunicacional que se exploran a continuación.
La complejidad del objeto “comunicación” y la dificultad de su definición
La carrera de Ciencias de la Comunicación cuenta con una configuración particular en el ámbito de la Universidad de Buenos
Aires por dos motivos. Por un lado, es una carrera que, comparada con carreras tradicionales como medicina, abogacía o
economía, puede calificarse como “nueva”, característica que generalmente conlleva una menospreciación por parte de
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académicos y profesionales de las Ciencias Naturales y Exactas (las llamadas “ciencias duras”). Ello implica un proceso de
institucionalización que aún requiere definiciones de base. Téngase en cuenta por ejemplo que en este momento la carrera vive
un proceso de discusión del actual plan de estudios con el objetivo de reformarlo. En el plano laboral esta situación tiene un
correlato de incertidumbre en los graduados, a lo que se suma una débil legitimación de las Ciencias de la Comunicación, cuyo
imaginario social proyectado se reduce muchas veces al propagado por los medios masivos de comunicación.
El otro factor clave para comprender la práctica profesional en comunicación es el estatuto epistemológico de estas ciencias,
caracterizado por su naturaleza interdisciplinaria. Esto implica, de parte de los graduados, un esfuerzo adicional de síntesis de las
distintas corrientes con marcos teóricos, metodologías y herramental práctico diverso.
Ahora bien, de las entrevistas realizadas pueden extraerse una serie de dificultades relacionadas con el ejercicio de la práctica;
unas vinculadas con el plano académico o de formación, las otras con la inserción y el ejercicio profesional.
Entre las primeras, se menciona la dificultad de articulación entre teoría y práctica. El actual plan de estudios, organizado en
asignaturas que diferencian modalidades de dictado entre teóricos y prácticos, tiende a dificultar la integración y aplicación de los
conocimientos a situaciones o casos actuales; lo que en el momento de la inserción laboral se constituye en un obstáculo de
peso. En este sentido, la carrera es usualmente calificada de academicista en el sentido de un excesivo peso en la formación
puesto en las cuestiones teóricas. En este sentido, suele decirse que la carrera forma “comunicólogos” (preparados para la
investigación en comunicación) y no “comunicadores” (orientados hacia el ejercicio de la profesión). Ello se convierte en un
problema considerando que la mayor demanda actual por parte del mundo del trabajo se concentra en graduados que puedan
desarrollar su saber en torno a diferentes tareas comunicacionales no necesariamente relacionadas con la investigación. Como
dice uno de los entrevistados, “la sociedad necesita comunicadores, no comunicólogos”. También ha surgido el problema de la
diversidad de los contenidos de la carrera, a lo que se suma la fragmentación, desarticulación y redundancia en el plan de
estudios. Estas dificultades son generadas por la amplitud de las Ciencias de la Comunicación, lo que a su vez produce
heterogeneidad en cuanto a las razones de ingreso de los estudiantes.
El otro conjunto de factores que sirve para comprender la práctica profesional está relacionado con el campo laboral y la
inserción profesional. En primer término, los imaginarios sociales sobre la comunicación se encuentran fuertemente conformados
por la percepción general de la práctica en medios masivos. A partir de ello suele asociarse al comunicador con el conductor
televisivo o radial, o bien con el periodista de los grandes medios gráficos. La configuración de estos imaginarios afectan luego
los procesos de incorporación de los graduados, ya que, por ejemplo, un decisor no se interesará por un comunicador para un
área de relaciones con la comunidad, si piensa que es un periodista. Los graduados deben hacerse con esfuerzo un espacio en
las organizaciones, que tienden a ubicarlos en roles que no concuerdan con el ideal de formación transmitido en la carrera. “Al
principio me enojaba, ya después digo, sí, periodismo. Hay muy poco conocimiento. Ahora estoy haciendo una maestría y ni
siquiera allí saben lo que hace un comunicador.”
Por otro lado, la pluralidad de la formación construye una situación de dispersión de tareas en el campo laboral. Esta
característica tiene sin embargo efectos ambiguos sobre la práctica. Si por un lado dificulta la delimitación de actividades para el
ejercicio profesional, por el otro amplía las posibilidades de inserción profesional, en contradicción con el imaginario profesional
que dicta “no hay trabajo en comunicación”, muy sostenido incluso por los mismo estudiantes.
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La pertenencia a la UBA como refuerzo a la constitución y ligazón identitaria
La práctica docente aparece como el lugar de realización de los ideales forjados durante la etapa de la formación. Está asociada
al prestigio académico. Es el trampolín para acceder a otros puestos dado que permite a quienes ejercen la docencia adquirir un
capital simbólico. Está asociada también, por algunos entrevistados, a la defensa de lo público, a la construcción de un
conocimiento, la contribución al desarrollo de un pensamiento crítico, la militancia política como alternativa, la pertenencia a la
comunidad académica, la posibilidad de transformación social, etc.
Para otros es un modo de devolver o de retribuir por la formación recibida: la docencia es vista como un servicio que se presta en
forma gratuita y desinteresada por el cual no se busca una retribución salarial sino la cooperación solidaria con la sociedad.
Implica también una postura ideológica y política que integra la defensa de la educación pública y gratuita, el sentirse parte de un
colectivo que se identifica mutuamente con creencias, valores, códigos, etc.
Otros apuestan a la formación permanente. Valoran la formación académica e intelectual que brinda la pertenencia a una
cátedra. La libertad de cátedra, la autonomía para la conducción de la clase aparecen también como factores productores de
placer.
Reflexiones finales
Las representaciones que los egresados tienen acerca de la carrera y del ejercicio de su práctica profesional configuran un modo
particular de vincularse con la comunicación como objeto de estudio y como objeto de enseñanza. Creemos que es en la
situación de clase, frente a sus alumnos también estudiantes de comunicación, que estos docentes asisten al encuentro de sus
representaciones con las expectativas de sus alumnos, expectativas que evocan sus antiguas esperanzas y perspectivas en la
etapa de la formación. Esta situación, creemos, provoca un tipo de sufrimiento particular y propio de estos docentes.
Los docentes quizás sostenidos en esos ideales que se confirman y alimentan en el pertenecer con orgullo a una universidad
pública de prestigio, logran compensar las situaciones de carencia mediante la implementación de diversas estrategias que
permiten reponer las fallas constantes y crecientes de la institución.
Sin embargo, ¿cuán propias son estas condiciones de la práctica docente de los egresados de la Carrera de Comunicación, y
cuánto de todo docente de la UBA?
Bibliografía
-
Clot., I. (1995): Le travail sans l'homme?, París, La Découverte.
-
Dejours, C. (1990): Trabajo y desgaste mental. Una contribución a la psicopatología del trabajo, Buenos Aires,
Humanitas.
-
Jodelet, D., “La representación social: fenómenos, concepto y teoría”, en Moscovici, S. (1976): Psicología Social,
pensamiento y vida social, Paidós, Barcelona.
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