Compilación de diarios autobiográficos - Cátedras

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Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
Compilación de diarios autobiográficos
Lic. Érica Gunther (comp.)1
Extracto del diario de abordo de Cristóbal Colón2
El texto que transcribimos a continuación es un documento importantísimo para conocer las impresiones que causó en los primeros
navegantes que llegaron a América el encuentro con el Nuevo Mundo y con sus habitantes. No tenemos el diario de Cristóbal Colón
en su versión original, sino en la que nos ha dejado fray Bartolomé de las Casas. No obstante, en algunos casos, el fraile dominico
nos ha trascrito párrafos completos del diario del Almirante; en general podemos percibir qué párrafos han pasado por la mano de fray
Bartolomé y cuáles son colombinos de primera mano por el uso de la persona (cuando habla fray Bartolomé lo hace en tercera
persona: "navegó", "anduvieron", etc. y cuando lo hace Colón usa la primera persona: "vi", "partí", etc.); normalmente, fray Bartolomé
aclara explícitamente cuando el texto es de Colón, usando cláusulas como: "estas son palabras formales del almirante".
Jueves, 11 de octubre
Navegó al Oestesudoeste. Tuvieron mucha mar, más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas3 y un junco verde junto a la
nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de
caña y otra hierba que nace en tierra y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado
de escaramojos. Con estas señales respiraron y se alegraron todos. Anduvieron este día, hasta puesto el sol, 27 leguas. Después de
puesto el sol, navegó a su primer camino al oeste. Andarían doce millas cada hora, y hasta dos horas después de medianoche
andarían 90 millas, que son 22 leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e
hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra [la] vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana, puesto que el
Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre; aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que
fuese tierra, pero llamó a Pero Gutiérrez repostero de estrados del Rey y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo, y la
vio. Díjolo también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en la armada como veedor, el cual no vio nada
porque no estaba en lugar adonde la pudiese ver. Después que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla
de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la
acostumbran decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y los amonestó el Almirante que hiciesen buena
guarda del castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda,
[aparte de] las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro a quien primero la viese4. A las
dos horas después de media noche apareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el
treo que es la vela grande, sin bonetas, y se pusieron a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los
lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahaní. Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada
y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera real y los capitanes
con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una I, encima de cada letra su
1
Lic. en Trabajo Social, UBA. Docente de la cátedra Ferrarós
El texto lo hemos tomado de: Cristóbal COLON, Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales, 2a.
reimp., Madrid 1989, 381 + mapas. Nos hemos permitido adaptar a los usos modernos la grafía, y ligeramente la redacción.
3
"Aves marinas".
4
El "juro" era una pensión perpetua que se concedía sobre las rentas públicas. Bartolomé de las Casas cuenta que los reyes asignaron
esta cantidad a Cristóbal Colón, quien la cobró toda su vida con cargo a las carnicerías de la ciudad de Córdoba, y que parece fueron
usufructuadas por Beatriz Enríquez de Arana, madre de Hernando Colón. Según una tradición, Rodrigo de Triana, despechado por la
2
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
corona, una de un cabo de la + y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas
maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo escribano de toda la
armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho
tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo
se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito. Luego se juntó allí mucha gente de la isla. Esto que sigue son palabras
formales del Almirante en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias. "Yo", dice él, "porque nos tuviesen
mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra santa fe con amor que no por fuerza, les di
a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor,
con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos
adonde estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las
trocaban por otra cosas que nos[otros] les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y todo daban de
aquello que tenían de buena voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andaban todos desnudos como su
madre los parió, y también las mujeres, aunque no vi más que una, harto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que
ninguno vi de edad de más de XXX años, muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi
como sedas de cola de caballos y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que
jamás cortan. [Algunos] de ellos se pintan de prieto y ellos son del color de los canarios5, ni negros ni blancos, y [algunos] de ellos se
pintan de blanco y [otros] de ellos de colorado, y [otros] de ellos de lo que hallan; y [algunos] de ellos se pintan las caras, y otros todo
el cuerpo, y otros sólo los ojos, y otros sólo la nariz. Ellos no traen armas ni la conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por
el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro; sus azagayas son unas varas sin fierro y algunas de ellas tienen al cabo un
diente de pez, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo
vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hice señas qué era aquello, y ellos me mostraron cómo allí venía
gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos
por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que
ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo
de mi partida seis a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos de esta
isla". Todas son palabras del Almirante.
Sábado, 13 de octubre
Luego que amaneció, vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura,
gente muy hermosa; los cabellos no crespos, sino corredíos [lacios] y gruesos como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza
muy ancha, más que otra generación que hasta aquí haya visto; y los ojos muy hermosos y no pequeños; y ellos ninguno prieto
[negro], sino del color de los canarios [...]. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, sin muy bien hecha. Ellos
vinieron a la nao con almadías [canoas], que son hechas del pie de un árbol como un barco largo y todo de un pedazo[...]. Y yo
estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vi que algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen en la
nariz. Y por señas pude entender que, yendo al Sur o volviendo la isla por el sur, que estaba allí un Rey que tenía grandes vasos de
ello y tenía muy mucho[...]. Y esta gente es harto mansa, y por las ganas de tener de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de
dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; mas todo lo que tienen lo dan por cualquier cosa
que les den, que hasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban, hasta que vi dar 16 ovillos de algodón
por tres ceotís6 de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habría más de una arroba de algodón hilado. Esto defendería yo
y no dejaría tomar a nadie sino que yo lo mandaría tomar todo para vuestras Altezas, si tuviera en cantidad. Aquí nace en esta isla,
mas por el poco tiempo no pude dar así del todo fe. Y también aquí nace el oro que traen colgado a la nariz, mas, por no perder
tiempo, quiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Ahora como fue noche todos se fueron a tierra con sus almadías.
actitud de Colón, se hizo mahometano y se fue a vivir al África (Consuelo VARELA en: Cristóbal COLON, Textos y documentos..., pag.
29, nota 26).
5
En varias ocasiones Colón compara el color de los habitantes del Nuevo Mundo con el de los habitantes de las Islas Canarias. En
efecto, en la antigüedad se tenía la creencia de que a medida que se avanzaba en latitud hacia el sur el color de la piel se volvía más
oscura. En un paralelo inferior a las Canarias Colón pensaba encontrarse con hombres de piel negra, y de allí su estupor.
6
Moneda de cobre de la época de Juan I.
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
Domingo, 14 de octubre
...y vide un pedazo de tierra que se hace como isla, aunque no lo es, en que había seis casas, el cual se pudiera atajar en dos días
por isla, aunque yo no veo ser necesario, porque esta gente es muy simple en armas, como verán Vuestras Altezas de siete que yo
hice tomar para llevarlos y aprender nuestra habla y [de]volverlos, salvo que Vuestras Altezas cuando mandaren puédenlos todos
llevar a Castilla o tenerlos en la misma isla cautivos, porque con cincuenta hombres los tendrán todos sojuzgados, y les harán hacer
todo lo que quisieren...
Diario de una docente
Los primeros catorce años de mi trayectoria escolar transcurrieron en una escuela privada bastante rígida y tradicional, de orientación
alemana, ubicada en el centro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). La elección de esta institución educativa por parte de
mi familia estuvo asociada a la propia historia formativa de mi padre (mis hermano/as y yo concurrimos a la misma escuela a la que él
había ido casi cuarenta años antes), a nuestra pertenencia de clase (mis padres no consideraron la posibilidad de incorporarnos al
sistema público y partieron del supuesto de que en el privado recibiríamos educación de mejor calidad) y al país de origen de nuestro
apellido (mi abuelo era un inmigrante alemán y de algún modo, esta escuela respondía a la enseñanza del idioma y la transmisión de
algunas costumbres).
En 1995 finalicé mis estudios secundarios y me enfrenté al difícil momento de la elección profesional. También guiada por ciertas
expectativas propias de la clase media –y el impulso de mis hermanos mayores que ya transitaban por el nivel universitario- tenía
claridad con respecto a que mi proyecto de vida incluiría la educación superior. Y orientada por otros intereses político-ideológicos
que había comenzado a desarrollar en el último ciclo de la escuela media –militancia estudiantil y trabajos voluntarios- también sentía
que mi vocación estaba orientada a algún área ligada a “lo social” donde pudiera desarrollar cierto ideal de “transformación”.
Mi experiencia escolar había sido muy “exitosa”7, dejando una fuerte impronta en mi gusto por la escuela como institución. Hacia el
final del secundario también había tenido la suerte de encontrarme con buenos docentes que supieron estimularme, despertar mis
intereses y valorarlos, señalar mis capacidades y potenciarlas. Recuerdo que una docente de Química –materia que me interesaba
mucho, no tanto por su objeto de estudio, sino por la modalidad de trabajo8 que la profesora tomaba en sus clases- me pedía que me
reuniera en espacios extra-áulicos con algunos/as compañeros/as para que les explicara contenidos que no comprendían bien. Creo
que ella vio en mí –antes que yo, quizás, lo que refuerza mi apreciación positiva acerca de su labor y su sensibilidad para la
observación- capacidades para la enseñanza y para la conexión con los/as otros/as.
Con dudas, pero fiel a estas inquietudes, elegí inscribirme en el Profesorado de Enseñanza Primaria en una institución pública de la
CABA. Haber terminado –hasta ese momento- mi paso por el subsistema privado resultaba un alivio, en tanto me brindaba la
posibilidad de lograr la coherencia ideológica que hacía tiempo necesitaba9. Inicié mi formación como docente en un momento
complicado, ya que la reforma educativa plasmada en la Ley Federal de Educación Nº 24.195 se encontraba en pleno auge. Con mis
17 años y la enorme decepción que significó en mí descubrir que la formación docente de base no tenía la calidad que yo deseaba10,
pude encontrarme con profesores/as que, con sus particulares estilos, me alentaron para que estudiara en la universidad.
Es así que, mientras continuaba con el Profesorado y trabajaba para poder pagar mis estudios y ayudar a mi familia, comencé el Ciclo
Básico Común (CBC). Nuevamente vislumbré la opción de lo público –aún con más fuerza que antes- como la única a considerar. No
7
Tomo este término entrecomillado debido a que las categorías de “éxito” y “fracaso” ligadas a lo escolar, son utilizados para mostrar
como problemas de aprendizaje, fenómenos que en realidad obedecen a problemas de la enseñanza, adjudicando a los/as niños/as la
incapacidad del sistema para dar respuesta a sus necesidades educativas. Siguiendo a Sanjurjo y Vera (1998: 125), valdría preguntarse
“…¿quién ha fracasado? ¿los alumnos menos aptos? ¿la escuela como institución responsable de acrecentar el capital cultural de los
sujetos que concurren a ella? ¿la sociedad que ha delegado tanta responsabilidad en la escuela sin su debido reconocimiento? ¿o ha
triunfado la escuela como órgano de selección? ¿nuestros alumnos no sirven para nuestras escuelas o nuestras escuelas no sirven para
nuestros alumnos?...”.
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
concebía la posibilidad de estudiar en una institución privada, al mismo tiempo que dentro de las públicas, la Universidad de Buenos
Aires (UBA) se presentaba, por su historia y su prestigio, como la universidad. En un curso de extensión, pude conocer la Facultad de
Ciencias Sociales (FCS). Al entrar por primera vez al edificio de M. T. de Alvear, supe que ese iba a ser para siempre mi lugar. Luego
de muchas dudas entre Trabajo Social y Ciencias de la Comunicación, opté sin demasiado convencimiento por la primera carrera,
elección que a la distancia hoy evalúo con gran satisfacción.
En los años siguientes, fueron tres los momentos de mi camino en la educación que resultaron especialmente relevantes para la
constitución de la docente (y la persona) que soy, a los que me gustaría referirme:

la realización de mis prácticas y residencia en escuelas públicas de la CABA:
Desarrollé esta actividad en escuelas céntricas, a las que concurrían niños/as de clase media y media baja, con altas
expectativas respecto a la educación como vía de ascenso social. Fue el momento inicial, ya que tuve que enfrentarme
por primera vez a una actividad de tipo profesional, respondiendo a miradas propias y ajenas que esperaban de mí un
relativo saber-hacer. Se trató de experiencias con un balance altamente positivo, en tanto me brindaron aprendizajes
relativos al oficio del docente, me permitieron ver que me gustaba enseñar y me hicieron comprender que mi formación
era insuficiente.

mi incorporación al mercado de trabajo como docente de nivel primario:
A través del contacto generado con una capacitadora de un curso de Didáctica de la Matemática que realicé luego de
recibirme, ingresé a trabajar en una escuela privada del barrio de Colegiales. Se trataba de una institución joven y
pequeña –casi familiar- destinada a clase media-alta y alta de la zona y con un marcado enfoque de tipo constructivista11.
Allí me incorporé como docente auxiliar, labor que desempeñé durante dos años hasta estar a cargo de un grado. En ese
período, tuve oportunidad de formarme en el contacto con compañeras/as y directivos en estas líneas de trabajo, que
pasaron a constituir parte esencial de mi modo de ser docente. A su vez, la capacitación recibida determinó en gran
medida mis incorporaciones laborales futuras, puesto que continué mi recorrido por otras escuelas de muy similares
características.

mi ingreso como auxiliar docente en la FCS de la UBA:
En un momento bastante incipiente de mis dos carreras (hacía poco tiempo que trabajaba como maestra y que estudiaba
Trabajo Social), al finalizar la cursada de una materia me invitaron a formar parte del equipo de la cátedra. Acepté la
invitación con una mezcla de sensaciones, referidas a la satisfacción por el reconocimiento, el honor de ser docente en la
UBA, el temor por la complejidad de la tarea a desempeñar, las contradicciones que surgían del ser docente y estudiante
a la vez. El dispositivo de trabajo, que busca el acompañamiento entre los/as docentes en su propio proceso formativo,
favoreció mi veloz incorporación. También me permitió guardar coherencia con las pedagogías constructivistas que venía
explorando en mi labor en la escuela primaria. A lo largo del tiempo, logré trabajar muchos de mis miedos –mi propia
relación con el saber, mi percepción negativa de mi desempeño, mi ubicación en el rol docente, mis dificultades para
equilibrar la evaluación por procesos y la evaluación por resultados, mis temores al momento de calificar, mi relación con
8
Más adelante, pude nominar su tarea, y asociarla a un modelo pedagógico constructivista, que me sirvió como guía de mis propias
acciones educativas.
9
Con el tiempo, y luego haber trabajado como docente en varias escuelas primarias privadas de la CABA destinadas a público de alto
poder adquisitivo, radicalicé mis posturas en contra de los discursos y políticas públicas que establecen a la educación como un bien de
mercado, que destruyen a la escuela pública y que agudizan la desigualdad socio-económico-cultural mediante la fragmentación del
sistema y el establecimiento de circuitos pedagógicos diferenciados.
10
Dado que me estaba formando para “ser docente”, esperaba encontrarme con personas apasionadas por la escuela, el conocimiento
y la enseñanza. Gente que me transmitiera ese saber casi mágico que yo adjudicaba al acto de enseñar y aprender. Me encontré, sin
embargo, con docentes improvisados/as, vencidos/as, apáticos/as, acríticos/as, autoritarios/as, funcionales a la reforma neoliberal, o
en el mejor de los casos, ausentes. También me sorprendió el público que optaba por la carrera docente. Si bien yo esperaba personas
recién egresadas del secundario que hubieran realizado con convicción mi misma elección vocacional, en líneas generales, me
encontré con gente bastante más grande, que había tomado este camino luego de frustrados intentos en el ámbito universitario.
11
En la jerga docente, a este tipo de instituciones se las denomina en forma despectiva “escuelas progres”.
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
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compañeros/as de mayor experiencia- y constituirme en un referente clave para el equipo y para la formación de
nuevos/as compañeros/as (algunos/as de ellos/as, mis propios/as ex alumnos/as).
Es así que hoy, luego de estos diez años de recorrido, me resulta imposible referirme a mi persona sin hacer una inmediata
alusión a mi condición de docente. O por el contrario, pensar en la Educación sin verme a mí misma como parte de ese proceso. Soy
mujer, soy asalariada, soy latina, soy Trabajadora Social, soy estudiante, soy petisa, soy hija, soy argentina, soy de clase media, soy
amiga, soy hermana, soy de Boca, soy porteña… pero antes que nada, y sobre todo, soy docente. Es mi atributo de identidad más
importante, es lo que define mis inscripciones institucionales más fuertes, es lo que orienta mi modo de ver el mundo, es lo que regula
la mayoría de mis intercambios.
Y volver a incorporarme en un Profesorado, en situación de estudiante, me permite retomar ciertas lecturas, con otros ojos, con otro
bagaje, con otras construcciones de sentido, con otras discusiones. Específicamente, la posibilidad de repensar la Didáctica como
“…la teoría acerca de las prácticas de la enseñanza significadas en los contextos socio-históricos en que se inscriben…” (Litwin,
1996: 94), me permite volver a conceptualizar la enseñanza como “…una práctica humana que compromete moralmente a quien la
realiza…” (Contreras, 1990: 37). De este modo, me enfrento al desafío de repensar mi propia práctica docente en la Universidad donde continúo trabajando desde el año 200112- y especialmente, a interpelar mi labor profesional en campo13.
Actualmente no ejerzo actividad docente en aula como maestra, pero sí desarrollo mis acciones como Trabajadora Social en un
Equipo de Orientación Escolar de un Centro Educativo Complementario14 (CEC) ubicado en un contexto de pobreza urbana de la
zona norte de la Provincia de Buenos Aires. Se trata de una institución privada de gestión cooperativa, de carácter público, gratuita y
abierta a la comunidad. En el CEC pueden inscribirse chicos/as desde sala de 4 años hasta 9º grado, con el único requisito de estar
escolarizados/as. Llevamos a cabo proyectos específicos de alfabetización y matemática, junto con otras actividades como apoyo en
tareas escolares, biblioteca, arte, educación física y acciones comunitarias. Los/as niños/as concurren en contraturno a su escuela
obligatoria y trabajan en grupos de plurigrados coordinados por maestros/as especializados/as.
Las familias habitan un barrio que se caracteriza por la precariedad habitacional, el subempleo o desempleo, la violencia
institucional, las profecías autocumplidas, la constatación cotidiana de las profundas desigualdades socio-económico-culturales. En
tanto Trabajadora Social del CEC, parte importante de mi labor consiste en diseñar y ejecutar proyectos comunitarios en conjunto con
instituciones de la zona, establecer articulaciones con las escuelas de origen de los/as alumnos/as, abordar situaciones familiares
específicas en acuerdo con los/as docentes y realizar un seguimiento sistemático de las trayectorias educativas de cada chico/a.
Siguiendo a Sanjurjo y Vera (1998: 108-109), en el CEC constatamos la forma en que opera la puesta en práctica del curriculum en
las escuelas de nuestros/as alumnos/as, como balance entre curriculum explícito (lo prescripto, lo escrito, lo declarado), curriculum
oculto (aquello que enseñamos a través de lo que enseñamos intencionadamente y de la forma en que lo enseñamos), curriculum
nulo (lo que no se enseña, las opciones que no se le proporcionan al/la estudiante), curriculum vivido (comprende los anteriores y
hace referencia a cómo se lleva a cabo la práctica cotidiana). También observamos que esta puesta en práctica no puede ser
reducida a una cuestión de contenidos, sino que implica atender a la concepción de aprendizaje que se sustenta, al papel que se le
otorga a los saberes previos, a las expectativas de los/as niños/as y sus familias respecto a la institución escolar y a la función social
que la escuela debe –o debería- cumplir en la sociedad (Sanjurjo y Vera, 1998: 118).
12
Siguiendo a Gatti (2000: 29), en el equipo de cátedra que pertenezco acordamos con la idea del docente universitario en tanto
“práctico reflexivo”, capaz de recuperar su condición de “intelectual transformativo” y resistir las imposiciones de un modelo
hegemónico que entiende al tiempo de la tarea docente como un tiempo ascético –modelo tradicional- o un tiempo empresario –
modelo neoliberal-.
13
Luego de trabajar en diferentes organismos públicos nacionales o municipales ligados a áreas de “Desarrollo Social” en los que me
enfrentaba a diario con enormes contradicciones entre la profesional que quería ser y la que estaba siendo, decidí renunciar y explorar
espacios institucionales en donde pudiera reunir mis dos áreas de interés: la Educación y el Trabajo Social.
14
Los CEC son instituciones educativas que por su estructura y dinámica se diferencian de otras instituciones formales del sistema
educativo de la Provincia de Buenos Aires. Surgieron a fines de los años 60’, respondiendo a la necesidad de “…solucionar problemas
de la población infantil que frente a la sobreocupación de sus familias, carece del cuidado adulto en los horarios de trabajo…”.
Asimismo, para “…dar respuesta a otros problemas de socialización, alimentación, apoyo escolar, entre otros. Procurando asistir al
niño escolarizado, colaborando no solo con su familia sino también con la escuela formal…” (Documento del Poder Ejecutivo Nacional:
1987).
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
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Entendiendo que “…de la misma manera que la escuela no es neutral, no hay una manera neutral de acercarse a ella…” (Contreras,
1990: 55), esta experiencia laboral me ha permitido resignificar muchos aprendizajes previos, profundizar mi conocimiento del sistema
educativo y clarificar de este modo, algunas posiciones respecto al enseñar y aprender (Moreno, Quaranta y otros, 2006):

en la escuela se puede enseñar que se puede aprender, se puede enseñar a hacer como que se aprende, se puede
enseñar a no aprender y se puede enseñar a aprender que uno no puede aprender.

el ser docente implica sentir pasión y compromiso con el trabajo, bajo la profunda convicción de que la democratización
del acceso al conocimiento es una parte indelegable de la responsabilidad de quien enseña.

la existencia de circuitos pedagógicos diferenciados –escuelas para ricos y escuelas para pobres, maestros/as para ricos
y maestros/as para pobres, propuestas pedagógicas para ricos y propuestas pedagógicas para pobres- construye,
refuerza y legitima las desigualdades sociales.

toda propuesta educativa que pretenda tener resultados positivos, especialmente en sectores populares, debe
contemplar tanto las carencias como los saberes de los/as alumnos/as, al igual que el contexto en el que éstos/as viven y
aprenden.

el fracaso escolar –en sus múltiples expresiones de deserción, repitencia, sobreedad, pobreza de aprendizajes,
expulsión explícita o encubierta- es el eufemismo tras el cual se oculta un sistema injusto que niega a las mayorías el
ejercicio de su derecho social a la educación.

la permanencia pasiva en el sistema –conocida como aprendizaje del oficio de alumno/a- también es un proceso
excluyente, por lo tanto, analizar qué conocimientos se enseñan, cómo se los enseña y qué significan para los sujetos,
implica una dimensión político-pedagógica que no puede ser dejada de lado.

la escuela realiza clasificaciones que naturalizan la imposibilidad de ciertos niños/as y jóvenes para aprender, con las
consecuencias que esto implica en el orden de la autoestima, la autoconfianza y la constitución de un proyecto de vida.

la educación tradicional o usual, no sólo no garantiza el aprendizaje efectivo, sino que considera al error como una
muestra de no saber, niega a los/as niños/as y jóvenes el sentido y el placer del aprendizaje, y fundamentalmente, los
priva de su derecho a pensar.

brindando posibilidades reales, todos/as los/as niños/as y jóvenes son capaces de aprender, y asumiendo el compromiso
ético de repensar la práctica cotidiana en el intercambio con otros/as, todos/as los docentes deberíamos ser capaces de
enseñar.
Como cierre de esta producción y como síntesis de esta etapa de maduración en este camino, me parece importante compartir un
fragmento de texto, ya que refleja los principios de la Educación en la que mis compañeros/as de trabajo y yo creemos, que
intentamos construir en nuestra práctica y que volvemos a elegir todos/as los días:
“…Pensamos una educación que considere que todos los niños y las niñas son iguales ante el derecho social al
conocimiento y todos diferentes en la atención de sus particularidades. Propugnamos una educación sustentada en
una concepción democrática sobre la construcción colectiva de conocimientos, una educación del diálogo y no de la
exposición constante, de la pregunta y no de las respuestas preestablecidas, de lo grupal y lo solidario, frente a la que
refuerza el individualismo y la competencia. Se trata de una educación que genere la autovaloración de los sujetos y
que permita el desarrollo de una conciencia crítica para poder transformar la realidad en la que vivimos…”
(Moreno, Quaranta y otros, 2006)
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
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Extracto del diario de Roxana Bassi en Kabul15
Día 1 - Mayo 31 Buenos Aires - "¡Nos vemos en 6 meses!"
¡Finalmente llegó el día de partir! Por primera vez creo que me agarró el ataque de "¿Qué estoy haciendo?" y realmente caí en la
cuenta que me iba. Tuve hasta almuerzo de despedida, ¿qué tal? ¡Nos vemos de vuelta en 6 meses!
Día 2 - 1 de junio - París y Dubai, Emiratos Árabes - "El primer mundo con petrodólares"
El vuelo muy bien. Dubai parece el primer mundo... bah...es el primer mundo pero mejorado con petrodólares: todo es blanco y
dorado, muy iluminado. El aterrizaje me hizo acordar a cuando los aviones llegan a Buenos Aires, que pasan sobre Pilar y uno ve los
countries, las casas con piletas... acá es igual, solo que son mansiones de estilo árabe con enormes piletas y palmeras, rodeadas de
desierto. En el aeropuerto unos señores vestidos como cuando hay una fiesta de disfraces y no sabes que ponerte, y te pones una
sabana y te disfrazas de "árabe"...bueno, igual, solo que de 1,90 mts y 150 kgs ... bueno, estos señores te llevan a unas máquinas
donde registran el iris del ojo y lo verifican contra una base de datos...y si está OK te dejan pasar. Verificación que no vi en ningún
aeropuerto del mundo. Luego hay taxis manejados por hombres, y otros por mujeres para llevar a pasajeras mujeres. La ciudad me
recuerda un poco a Río de Janeiro y otro poco a Los Ángeles en USA, pero huele al glamour y el dinero de Hollywood.
Día 3 - 2 de junio- Arribo a Kabul - "¡Este país tengo la sensación que va a gustarme mucho!"
Viajamos en el avión de la ONU, un DC9 con azafatas y todo. Durante el vuelo pude ver bastante del país desde el aire, me hizo
acordar a Mendoza, a la precordillera. La ciudad está a 1900 mts sobre el nivel del mar. Apenas se abre la puerta del avión va la
primera sensación: el aire es muy limpio, como hace tiempo no olía. En el aeropuerto todos son muy amables y sonrientes. En los
ojos hay como una pureza, no sé que es, simpatía y naturalidad. Si bien estaba rodeada de gente vestida rara y no entiendo nada de
nada de lo que hablan, la verdad es que no tuve miedo. Muy por el contrario, me sentí cómoda desde el primer momento. De camino
al hotel donde me quedo (una suerte de pensión donde tengo un cuarto grande con baño para mi sola) pude ver algunas imágenes
que me quedaron grabadas (no saqué fotos aún) pero las relato. Una es que era la hora de salida del colegio, y salían todas las
nenas vestidas con sus trajes negros y las cabezas con pañuelos blancos, como un uniforme... hermosas, charlando como todas las
chicas de esa edad, con las carpetas en la mano. En otra imagen, varios equivalentes de albañiles sentados a la sombra de los
árboles habían armado una gran alfombra con sus alfombras de oración personales superpuestas, y compartían un melón (o algo
así).
Como curiosidad te cuento que hay muy pocos autos, así que la circulación es muy rápida y más bestial que en una avenida de
Buenos Aires. Exactamente al revés que en Suiza, los peatones no tienen ninguna prioridad. Y lo más divertido es que tienen las
patentes con números árabes.
PD: ¿Mis padres me habrán predestinado con el Roxana de nombre? Cuando me presento y se los digo los afghanos se sonríen,
porque lo pueden pronunciar de inmediato y además porque es un nombre originario del norte de Afghanistán, así que enseguida me
preguntan si soy musulmana.
Día 4 - 3 de junio- En Kabul - "Jet Lag"
No pude dormir nada de nada casi en lo que se llama un horario razonable, con 7 horas y media de demora en mi sistema, así que
estoy escribiendo a una hora en la que todos duermen. Aquí hay toque de queda de 23 a 5, así que no hay ningún sonido en la calle.
Aprovecho para empezar a escribir las reglas de convivencia en Afghanistán.
Por lo pronto no sé por qué me traje chocolates y esas cosas. Ayer fuimos a "Flower street" donde están los negocios de compras
para turistas, y bien podría haber sido un negocio de Nueva York. A excepción de las letras de las etiquetas y algunas frutas secas,
hay té Lipton, chocolates Cadbury y Nescafé.
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Esta es una selección de los primeros diez días del diario de Roxana Bassi realizado durante los 6 meses de viaje en Kabul,
Afghanistán, donde trabajó para la ONU en IT en el programa de reconstrucción del país como voluntaria internacional en el 2004.
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
Fui a la oficina y es realmente impresionante. El complejo es muy grande y cuenta con su propia estructura de restaurants y servicios,
casi una ciudad en sí misma. Acá dentro la gente viste occidental, y si no fuera porque hablan las lenguas locales, se diría que es una
oficina de la ONU que bien podría estar en cualquier parte del mundo. Es muy divertido porque el personal es de todas las regiones,
aunque no he visto ningún latino. Cuando se presentan los afghanos tengo que pedirles que me repitan sus nombres tres o cuatro
veces, porque es muy difícil saber cómo se llaman cuando te dicen "rabujnadizipal" o "jabinolamazal" o algo así.
Por otro lado el viaje está muy entretenido en cuanto a hablar con gente. Hoy desayune con un dinamarqués que trabaja con el
ministerio de finanzas, almorcé con una pareja de australianos de desarme de soldados, cene con cuatro mujeres afghanas que
enseñan en escuelas de Herat a las nenas y que siguieron enseñando escondidas con los talibanes, y con un alemán que hace
documentales, y una koreana que vive en suiza!!!
Día 5 - 4 de junio- En Kabul - "Día de trabajo"
Viernes es el día de descanso de los musulmanes, quienes consideran a los domingos uno de los días más productivos de la semana
para comenzar tareas nuevas (como para nosotros los lunes). A pesar de eso vine a la oficina ya que casi no hay mucho más para
hacer que trabajar. Aprovecho para ponerme al día con el mail y trabajo de Argentina.
Para imaginar cómo es Kabul hay que tomar un barrio de Buenos Aires, como el once, pasar 20 años sin reparar las calles, colocar
un clima montañoso y polvo por todos lados, y queda algo como Kabul. Me dicen quienes conocieron la ciudad hace 20 años que está
irreconocible. Aún los barrios más familiares y tradicionales están destruidos por los años de guerra, y la mayoría de los árboles
fueron cortados.
Quitando el tema de los velos o las burkas (que aún hay muchas) y las barbas de los hombres más tradicionalistas, la población bien
podría ser argentina. Los hombres jóvenes y de a poco también las mujeres se visten más occidentales, aflojando las fuertes reglas
religiosas que los talibanes habían impuesto en la región.
PD: No hay perros en Afganistán, ya que los musulmanes los consideran animales sucios (casi como al cerdo) y por tanto son muy
maltratados. El famoso "perro afghano" existe pero no se parece mucho a la variedad que los creadores del mundo exterior han
logrado, aquí son pequeñitos y les falta el orgullo en el porte que tienen tradicionalmente.
Día 6- 5 de junio- En Kabul
Algunas curiosidades: los afghanos en general no tienen apellido. Usan su nombre de pila seguido del nombre de su padre. Por
tanto, se vuelve difícil a veces entender como se llaman, ya que los dos o tres componentes de sus nombres son nombres de pila! Y
si son mujeres, es un nombre de mujer ¡seguido de uno de hombre!. Otra curiosidad: todo aquí es importado, la mayor parte de
Pakistán o Irán: lácteos, fruta fresca, pollos, carne de vaca, chocolates, galletitas. Lo único totalmente local que he visto han sido
huevos y frutas secas. Por ahora en todas las comidas no he probado un solo plato afghano: comí pizza, pollo frito con papas fritas, y
comida china.
Siguiendo con el tema de los perros, me prometieron una visita al centro de entrenamiento de perros pastores que usan para detectar
minas terrestres. Los perros están educados por Holandeses y pueden entender 150 comandos diferentes. ¡Chorritud, una
vergüenza! (ver artículo sobre perro que entiende 200 comandos, cortesía de Vera)
Otra curiosidad: la latitud y longitud de Kabul es casi casi la misma que la de Buenos Aires, solo que en hemisferios opuestos y del
otro lado de Greenwich!
Día 7- 6 de junio- En Kabul
Ayer fui a cenar a una casa de familia, lo cual me permitió por primera vez conocer cómo viven y qué comen. Fue muy interesante.
Las casas son de dos plantas con paredes muy gruesas (60 cm), techos bajos y con un jardín rodeado de muros, en el que hay
frutales y una huerta. Las familias plantan sus frutas y verduras, y hacen con ellas conservas. Los patios son muy agradables y la
sobremesa se hace en los jardines bajo los parrales. En veranos todas las noches está despejado, y no hay mosquitos.
La comida consistió en quesos y fiambre, luego una sopa muy espesa de maíz, porotos y carne (muy energética y parecida a nuestro
locro, la fuente blanca en la foto), luego arroz (que acá es fino, como arroz salvaje, y con gusto a nuez, la fuente grande de la
izquierda en la foto) cocido con cebolla y trozos de pollo, y berenjenas con yoghurt, espinaca cocida, y ensaladas. Se acompaña de
un pan sin levadura. Y por supuesto, en las casas de la gente acomodada, hay vino, en este caso chileno. De poste helado de
mango. Les debo los nombres de los platos porque no me los aprendí aún. La verdad es que comí de todo, aunque los vegetales
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
usualmente no me gustan mucho. Afortunadamente la comida no está muy condimentada, a diferencia de Pakistán o la India. Los
cocineros son todos hombres, por lo que vi. Y las conservas de la casa, como ciruelas o berenjenas, también las hacen los hombres
de la casa.
Curiosidad: las casas emplean a mucho personal doméstico que es parte de la familia, me recuerda a México. En cada casa hay
guardias, cocinero y una suerte de mayordomo. Esto se debe, claro, a que es muy barato contar con personal.
Día 8- 7 de junio- En Kabul
Ya estoy trabajando intensamente, ayer fue un día agotador. Teóricamente el horario de trabajo es de 8:30 a 16:30, pero nunca me fui
antes de las 18. La cantidad de trabajo es mucha y el equipo es bueno pero con poca experiencia, así que hay que invertir mucho
tiempo en formarlos.
Ayer cenamos con un proveedor en el restaurant del hotel Intercontinental. La cena estuvo bien, pero la comida era de mediana
calidad. El hotel debió ser fastuoso en los años 60 o 70, donde era el único hotel de gran clase no solo del país, sino de la región. En
su interior había unos Budas esculpidos que eran piezas arqueológicas, y como mucha de la decoración fueron destruidos por los
Talibanes, y así quedaron. Me impresionó tanto como ver el río Kabul, cuyo lecho está completamente seco hace 4 años. Los
afghanos hablan con mucha pena del país que fue, y la verdad es que veo que la destrucción no solo impactó en los edificios sino en
el espíritu de la gente.
Día 9- 8 de junio- En Kabul
¡Estoy A-G-O-T-A-D-A! Los afghanos trabajan mucho, desde muy temprano, y además me había olvidado lo que era estar en un
centro de cómputos que atiende a muchas personas y debe funcionar durante las 24 horas. Por otro lado, la verdad es que si no es
por trabajar no sé que hay para hacer: no hay muchas actividades y tenemos grandes limitaciones para movernos por la ciudad, ya
que a donde vaya debo llevar un chofer de la ONU. Y por ahora almuerzos y cenas también han sido de trabajo. Me prometieron que
iremos al cine (películas en francés) algún día. Y sé que hay un cine al aire libre también. Y la pileta del club de la ONU, a la que
incluso se puede ir en bikini, que aún no conozco! Lo que hay que hacer es conectarse con otra gente del staff internacional, pero
lamentablemente en mi área todo el personal, hasta incluso mi jefe, son afghanos, así que no he tenido la oportunidad de sumarme a
ninguna actividad que no sea...TRABAJAR!
Me preguntaban qué desayuno: bueno, casi toda la comida, más aún la envasada, viene de Pakistán. Pero casi no he visto productos
locales. Por ejemplo, en el desayuno hay te Lipton (inglés), queso (francés), leche y cereal (pakistaníes), manteca (hindú). Creo que
el pan y el huevo revuelto son lo único auténticamente local.
Día 10- 9 de junio- En Kabul - ¡FELIZ CUMPLE MA!
Bueno.... ayer fue día de metidas de pata en cuanto a lo cultural se refiere.... iba a pasarme algún día, pero me olvido que las reglas
del trato, especialmente en lo que respecta al contacto físico entre hombres y mujeres, son muy diferentes acá. Es fácil tratar de no
cometer conscientemente un error, pero difícil acordarme que no debo palmear el hombro de un colega ante un trabajo bien hecho, o
guiñar el ojo si me lo cruzo en el pasillo (me vi obligada a agregar ítems a las reglas de trato!). Mi jefe dice que en eso soy bien
"Latina" y necesito el contacto físico con mis compañeros. Bueno... ¡tendré que cambiar! Los afghanos, aún los jóvenes y modernos
como con los que trabajo, han pasado muchos años de sumisión. Según quienes vivían acá hace años, Afghanistán era una cultura
europea y moderna hasta 1979, muy distinta de la cultura que han dejado los rusos y los talibanes. Sin importar eso, se ve en la
prensa internacional que políticamente las cosas acá están difíciles y seguirán más difíciles. En septiembre están planeadas las
elecciones nacionales que colocarán en el poder a un gobierno legítimo en lugar del temporario actual. Será la primera vez que las
mujeres afghanas voten. Hay muchas fuerzas que tratarán de que las elecciones no se lleven a cabo. Veremos.
Como curiosidad, en la ciudad todas las noches se corta la luz, así que un elemento fundamental para poder bañarse es... ¡llevar
linterna a la ducha!
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
Diario de una estudiante de medicina
LA OBSERVACIÓN
Entré al jardín de infantes segura de que esta observación iba a ser un fracaso.
¿Podía ser que mi futuro como médica tambaleé por una situación así? Me parecía ridículo, una alumna como yo, con lo que sabía de
anatomía e histología, con lo bien que me había ido en los exámenes... ¿qué era esa materia? ¿Acaso alguna vez como médica iba
a tener que ir a un jardín de Infantes? Yo ni siquiera quería ser pediatra.
Había elegido mi colegio para la observación, bueno, el que era mi colegio, porque allí trabaja una ex compañera y me pareció el
camino más fácil. Ya en el hall de entrada, apenas entré, algo me pasó, no sé qué, pero volví a sentir esa cosa (¿cómo explicarlo?)
que me bajaba y me subía por adentro, de la garganta a la barriga, de la barriga a la garganta. Como cuando era alumna y entraba a
las ocho de la mañana por esa puerta tan grande. Tragué saliva (como entonces) y seguí de largo.
Ya en la sala me encontré con Verónica, mi amiga y maestra de los chicos de cinco años. La saludé con un beso y me asombre,
como si no fuese lógico, que tenga puesto el guardapolvo de maestra.
Pensé que ya era hora de hacer esa maldita observación y con el cuaderno en la mano me senté en una sillita dispuesta a escribir.
No pude, el resultado es que no pude escribir nada. Los chicos inmediatamente me rodearon, me besaron, me preguntaron de todo,
me tocaron, me querían llevar al baño, al patio, en fin… por suerte Verónica puso fin a eso y los hizo sentar alrededor de sus mesitas
para que jueguen con plastilina.
Cualquiera puede pensar que en ese momento empecé a tomar nota, pero no, no pude. Ya dije que no escribí nada. El olor a
plastilina me embriagó totalmente; otra vez me empezó a subir y bajar la cosa por adentro, pero esta vez, con lágrimas en los ojos y
totalmente transpirada me tuve que retirar.
El aire de la calle me hizo de maravillas. Parecía otro mundo. ¡Qué bien me sentí de nuevo en la calle!
Definitivamente no entendía que era lo que se me pedía en Salud Mental. Yo iba a ser médica y este no podía ser un obstáculo. Por
suerte no lo fue; pero cada vez que en la guardia aparece un paciente transpirado y con taquicardia, le pregunto algo más que dónde
le duele.
Diario de una estudiante de ciencias de la comunicación
LA OBSERVACIÓN
Ese día me desperté súper temprano para llegar a la cita con mis compañeros del grupo. Confieso que dada la descripción del lugar,
me vestí normal pero sino nada de “adornos”… creo la gente se da cuenta de eso. Había averiguado en qué colectivo irme, porque mi
“Guía T” se la había prestado a una amiga de Colombia que está acá, yo súper canchera le había dicho que no la necesitaba, que ya
me movía en la ciudad. Eso creía. Me demoré 50 minutos hasta el sitio de reunión, y aunque me llevé un libro para leer en el camino,
no pude leer sino el primer tramo del viaje (trataba sobre la percepción social) porque no sabía por dónde iba y tenía que estar
pendiente. Como siempre, una persona amable que se me sentó al lado me dijo dónde debía bajarme. Pero cuando llegué corriendo
y todo al sitio de reunión, ya mis compañeros se habían ido. Llamé entonces al celular de Laura, porque pensé que a lo mejor podían
creer que me había hecho la loca y los había dejado metidos. Así que Nicolás me contestó y me dijo cómo debía irme, en el colectivo
5. Efectivamente me subí al colectivo 5, y pasaban y pasaban cuadras y ya las calles tenían nombres desconocidos para mí. Pensé
“definitivamente, no conozco Buenos Aires”, y pensé que es lo mismo que me pasa en Bogotá: no conozco la ciudad, solo un pedacito
por el que me muevo, un 5 a lo sumo un 10% de la ciudad. Todo era ya distinto al Buenos Aires que conocía, el color e incluso el olor
eran también distintos. Pero aún así, y comparado con los barrios más marginales de Bogotá, esto sigue estando mejor (claro, todo
depende del punto de comparación). La gente se iba bajando del colectivo y finalmente quedó una sola persona, quien se levantó
cuando ya el colectivo había llegado a la calle en la cual debía bajarme, entonces le pregunté (disculpa, Piedra Buena al 3800 es para
la derecha o para la izquierda”, y me dijo, “no, ni idea, ¿para dónde vas? “para el centro de salud”, “ahh, eres de las chicas de
comunicación”, “sí”, “bueno, vení conmigo, yo voy para allá, yo conozco a Virginia”, y entonces pensé, como siempre, soy la más de
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
buenas, estoy por creer que como me decía una amiga de la universidad, tengo una estrella que me protege. Así que llegué sin
problema al centro de salud. Si era un barrio pobre, pero no tanto como me lo habían pintado. Me impresionó el color del centro de
salud, verde, un verde que creaba una sensación rara… después pensé, cuando conocí el lugar donde ellos se reúnen, que
contribuye a la sensación de humedad que allí percibí. Había algunas personas sentadas esperando para ser atendidas, y había
también un vigilante. Subimos a un salón, que según me dijo Laura no era el lugar habitual de reunión, pero que por nosotros habían
decidido cambiar de sitio para que cupiéramos. Era un salón mejor que lo que había visto abajo, mejor porque tenía luz natural…
debe ser que la luz me parece importante porque cuando me vine me dijeron: “vive en un sitio iluminado, con la oscuridad, la gente se
deprime más fácilmente”. Así que me gustó este salón de arriba por la luz. Nos sentamos, y la verdad no sabía en qué punto deba
iniciar la “observación”, me sentía rara siendo observadora y haciendo de cuenta que no estaba ahí… eso lo recuerdo cuando estaba
en la universidad, una vez tuve que ir a observar la sede de un grupo político… esa clase donde nos ponían hacer estos ejercicios
me gustaba mucho, opinión pública se llamaba. Pero bueno, empezó la reunión, pero no sabía si debíamos o no presentarnos…
parecía que ellos sabían quiénes éramos, como grupo, en general, estudiantes de la UBA, pero nosotros no sabíamos quienes eran
ellos. Me llamó la atención que efectivamente hacían de cuenta que no existíamos… sólo uno de los hombres, el que estaba sentado
más cerca de nosotros nos saludó, y de tanto en tanto nos decía algo. Hablaban de las residencias, y por mi trabajo en Colombia, es
un tema que me llamó la atención, me causó curiosidad, allá sólo las residencias como tal son para los médicos, y pensaba yo, tanta
pelea, y en Colombia las residencias no son pagas, lo fueron en algún momento, pero ya no. En la observación me preguntaba si en
el grupo habría algún médico, al final me enteré que sí, y me pareció bueno, porque si están trabajando en un servicio de salud,
siempre es bueno contar con la visión de los médicos… a mi me caen bien los médicos, de hecho, llevo viviendo con ellos 4 años,
desde que salí de la facultad. Miraba la hora frecuentemente, digamos que como sesgo profesional… y personal, siempre miro la
hora. Durante la observación me di cuenta de la dificultad de registrarlo todo, la gente habla muy rápido… pero en la trascripción me
di cuenta que también hablan –hablamos-de manera un tanto incoherente, no terminamos las frases, los otros terminan nuestras
palabras o suponen lo que vamos a decir. Me impresionó como en Argentina no hay conversación en donde no salga el tema de lo
económico…me pregunto ¿qué posibilita eso? ¿Qué obstaculiza? Lo otro es que el grupo se diferencia de los otros grupos o
personas del medio… todos los otros son vistos de manera un tanto negativa: la Diva, la coordinadora de la residencia, los médicos
municipales… Al principio me pareció que estaban actuando para nosotros, una reunión de equipo “perfecta”, con planificación,
agenda del día, protocolante… después, cuando empezaron a hablar de la “Diva” sentí que ya estaban más relajados. Al final, ya no
veía la hora de que terminara. Había quedado de llamar a un amigo a las 11:30, pero definitivamente no iba a llegar a esa hora a mi
casa. Al terminar, se nos acercó la jefa de residentes y nos mostró el lugar: primero el lugar donde ellos trabajan, que me pareció
húmedo y oscuro, pero bueno, parece que es mejor tener un lugar propio que no tener ninguno. Nos mostró algunas cosas, las fotos
de la gente que ya no está la computadora que no funciona, después hicimos un recorrido por el centro de salud, vimos las famosas
carteleras de las que hablaron en la reunión. A la salida compré unas verduras en la esquina y nos vinimos con Laura y Ximena en el
colectivo, hablando de nuestras impresiones: que la de verde escribía, que cuando ella hablaba todos escuchaban… un montón de
tiempo en el colectivo… pensé en la gente que debe desplazarse por toda la ciudad todos los días y gastar tanto tiempo…
nuevamente pensé: “no conozco Buenos Aires… que es lo que hace que vivamos en ciudades tan distintas… pensé en Dieguito y su
historia de que nunca había ido al mueso del oro, pero no por falta de plata, sino porque existe entre nosotros una frontera de otro
tipo… ¿cómo cruzar esas fronteras? Después pensé en la trascripción de la observación, y pensé en la manera de optimizar el
tiempo… todos juntos creo que no íbamos a terminar, así que empecé a pasarla, y se la mandé a Laura el sábado por la mañana
antes de irme a la facultad. Por la tarde llegue un poco antes y terminamos con ella de armar el esqueleto sobre el cual trabajar con
las observaciones de los demás. Fue un trabajo largo… siento que a veces me pongo tensa en los trabajos en grupo… pero creo que
ayer no estaba en mi mejor día. Pero creo que hasta ahora hemos funcionado bien, al menos las tareas van saliendo bien. Quedamos
de corregirlo por mail y yo inicié, llegué ayer y lo mandé a la persona que seguía, Roxana. Veremos qué pasa. Todavía no sé en qué
lugar de la ciudad estuve… ablando ayer con Richard, mi amigo inglés, me dijo, “sí, efectivamente, una vez estuve en un sitio y
pensé, ahora si estoy en Latinoamérica, porque la ciudad por donde nos movemos, no es Latinoamérica, se parece a Europa, pero no
a Latinoamérica… me acuerdo de las discusiones con mi mamá porque yo quería estudiar en Latinoamérica y ella quería que
estudiara en una “cultura diferente” y yo le dije, para estudiar en una cultura diferente basta con irme a vivir a Ciudad Bolívar16… y
ahora pienso, realmente, ¿en qué cultura estoy viviendo? ¿Qué tanto cambié de cultura?
16
El sitio más marginal de Bogotá, el equivalente, me imagino, a una villa.
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Diario de un ciclista
HOLA A TODOS... SEGUIMOS TODAVÍA VIVOS. ESTAMOS EN ANDALGALÁ (Pcia. De Catamarca).
Me olvide de contarles que al grupo del minibus se sumaron Patricia Laub de Olivos que viajo en bus, Víctor Squilario de Villa
Giardino (Córdoba), Javier Torre de Tigre, Lucia y Martín Macjus e Inocencio y Julia Espinosa (los 4 de Misiones). Todos arribaron en
sus vehículos particulares.
1ª ETAPA: CONCEPCION - CUESTA DEL CLAVILLO – ACONQUIJA
Nos levantamos tipo 6:30 hs dado que el día era largo y había que salir con tiempo suficiente por cualquier imprevisto. Desayunamos.
Terminamos de cargar todo y partimos. En la plaza principal sacamos la foto de rigor y con el saludo del Coordinador dimos por
iniciada oficialmente la travesía. Concepción nos vio partir sin pena ni gloria... pasando totalmente desapercibidos pese a ser (casi
con seguridad) los primeros ciclistas que en forma organizada realizaban esta vuelta.
Rápidamente ganamos la ruta 365. La mañana estaba fresca. El pedaleo era lento, salvo por el matrimonio Macjus que pico en punta,
dado que habíamos avisado que nadie se "queme" en los primeros kilómetros. Llama la atención, del ciclista consciente por el
cuidado del medio ambiente, la gran cantidad de basura al costado del camino: bolsas de nylon, botellas de plástico, bolsas de
residuos enteras... en fin desde que entramos a La Banda (Santiago del Estero) hasta aquí hay mucha mugre y falta de conciencia.
No obstante a medida que nos alejamos de los centros poblados la basura va disminuyendo. El paisaje a la vera de la ruta es el
cultivo de la caña de azúcar.
Los Nevados del Aconquija se ocultan tras una bruma pero a medida que ganamos altura se ven con más nitidez.
Otra característica de este corto tramo de asfalto es que parece plano pero sube imperceptiblemente y a muchos nos costó...
decíamos ¿puta, tan mal estoy? pero era la leve pendiente en contra. Paramos en Alpachiri, nos terminamos de sacar la ropa en
exceso, comimos una banana y comenzamos el ascenso en ripio. El día estaba espectacular. El frío de la mañana ya había cedido a
una temperatura muy agradable como para pedalear en calza corta y remera.
Al rato el 1º problema mecánico. Martín había roto el "fusible" de su bici y la ruedita del descarrilador. Por suerte había hecho caso al
listado de equipo y había seguido la recomendación al pie de la letra: había traído el fusible!!!! El repuesto de la ruedita se lo
proveímos nosotros de un descarrilador usado. Alrededor de 40 minutos duro la reparación. Parada que fue aprovechada por ......
para subirse a la combi (no es cuestión de deschavar a nadie).
Superado el contratiempo seguimos el ascenso que si bien no tiene pendientes empinadas el mismo es constante. El camino tiene
bastante piedra suelta pero a medida que se adentra en la selva el Nevado (justamente muy nevado producto de la última nevada) se
muestra entoda su magnitud. Le pedí por handy a Sebas móvil que se adelantara para informar al
grupo de que siga avanzando hasta la próxima parada. Me costó bastante esfuerzo alcanzar al último: Tito quien había parado para
descansar un rato.
Al tiempo fui alcanzando a los más rezagados. Pensé que mis ojos me embromaban porque divisé un mojón de kilómetro que
indicaba "35" o sea que ya estaba en Cochuna. Unos Km. más y ya arribo al camping educativo donde haríamos un breve descanso y
una mini picada de pionono y queso. Comimos, nos repusimos y cuando ya todos estábamos preocupados apareció Tito.
Bueno lo que todos estaban esperando llego por fin: "La Cuesta del Clavillo": un impresionante camino de cornisa que trepa la
montaña en interminables zig-zag.
Lentamente tras cada vuelta de pedal vamos ganando altura... disfrutando del paisaje... sudando por el esfuerzo... parando para
sacar una foto... tratando de mantener el equilibrio de la bike tras cada curva cerrada... viendo para abajo y observando lo que nos
falta... pedaleando solo o de a dos o tres la cuesta se va subiendo... la mayoría sobre la bici y algunos pocos en la combi...
cada uno lo disfruta a su manera.
La idea era que Sebas se adelantara para pre-armar el almuerzo pero cada parada para subir la bici al portabici lo demoro más de la
cuenta así que cuando arribo al punto acordado ya varios habían llegado. Un aplauso para Petroff que salió último y llego primero.
Instalados ya en el punto "casi" más alto armamos la infraestructura para el almuerzo: mesa, banquitos, el anafe calentando el caldo y
los participantes (no todos) colaborando en cortar el peceto, los tomates, etc. para unos buenos sándwiches con queso, peceto,
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
tomate, mayo, lechuga. Un torrontés y a disfrutar del paisaje espectacular que nos rodea: un valle que cae a pique, una infinidad de
filos y las cumbres nevadas del Aconquija como telón de fondo.
Un poquito los tiempos:
Levantamos: 6:30 AM
Desayuno: 7:00 hs.
Partida desde Concepción: 8:20 hs.
Cochuna: aprox. 12:30 Hs. Parada 1 hora
El Clavillo a 2.020 m.s.n.m. Km. 50 15:30 Hs aprox.
Hace una semana en este lugar había como 1 metro de nieve... costaba creerlo pero así fue...
Paramos una hora para almorzar y como se hacía tarde tipo 16:30 comenzamos le tramo final rumbo a Las Estancias... Quedaba un
poco mas de subida. Ingresamos a Catamarca y comenzamos a bajar... primero lentamente pero después de pasar el control policial
comienzan unos adrenalíticos caracoles en donde mucha velocidad no se puede ganar pero era bajada al fin y todos la disfrutan al
mango...
Un tramo de unos 2 Km. donde habían tirado tierra sobre el ripio fue el más adrenalítico de todos, dado que se podía ganar velocidad
con cierta seguridad de no pegarse el palo... El valle comenzó a ampliarse... aparecieron las primeras casitas y los chicos que con su
alegría nos saludan al pasar. La gente es muy amable y respetuosa ya que une les dice "hola" y ellos contestan "buenas tardes
señor" o "que le vaya bien"... Nos reagrupamos en el Charquiadero (un pueblito) y realmente siento el cansancio acumulado de haber
trepado y descansado poco en el almuerzo... los pies me duelen y necesito sentarme.
Me recupero a medias con un Mantecol barrita. Algunos vuelven a subirse a la combi y el resto sigue adelante. Las sombras ya
avanzan sobre el valle y no es cuestión de pasar frío. Un error en mi hoja de ruta provoca que un par se pasen el alojamiento.
Igualmente no paso a mayores ya que regresaron (también no ver semejante cartel!!!!) Y encima que pedalearon menos algunos me
cachaban en joda con los Km. de mas que le pase (10 y fueron 7 realmente) Se descargo la combi y más o menos se fueron todos
acomodando.
El
Hostal
es
sencillo
pero
muy
acogedor
aunque
siempre
hay
un
pero:
calefón eléctrico: El agua tan fría no se calienta bien y 1 no se baño y la mayoría se ducharon con agua caliente (no muy caliente
como uno desearía).
Pero bueno estamos en medio de la montaña y es lo único que hay. Hay que adaptarse.
Luego de bañarse algunos se recostaron, otros tomaron mate junto al hogar a leña y otros charlaban con la asadora Chela que asaba
dos espectaculares corderos a la parrilla adobados con romero. De más está decir que el aroma llegaba hasta las piezas más lejanas.
Un rato antes de las 21 Hs estaba la cena: ensalada mixta, salsa criolla y un manjar el cordero... se deshacía en la boca... no le
hicimos asco y nos bajamos los dos corderos.
De postre flan casero con dulce de leche y... al "sobre" de a uno todos se fueron a dormir después de un día muy duro: 76 Km. que
demoramos aprox. (incluyendo reparaciones, descansos y paradas) unas 10 Hs.
Diario de un antropólogo
DE LA PRODUCCIÓN DE DATOS: NOTAS DE ARIEL GRAVANO17
Ese día estaba entreteniéndome dentro de mi recorrida habitual por el barrio. Jugaba a entrecerrar los ojos con el propósito de
distinguir elementos que hasta ese momento me habían resultado familiares por su obviedad pero difícilmente carecieran de una
explicación, salvo -claro está- que yo no me interesara en proporcionarla o hipotetizarla. Estaba, en suma, tratando de poner en
relieve mis propias obviedades, cuando me detuve ante una figura reflejada en un cristal: anteojos oscuros, gorra gris, campera con
cuello levantado, bufanda tapando la garganta, barba, pelo un poco largo, una figura muy obvia para mí: era antropólogo, se llamaba
Gravano y hacía exactamente lo que yo, desde ese lado de la realidad: “¿Qué vas a hacer ahora, Gravano, antropólogo?”, me
pregunté. “¿Adónde vas con esa pinta de pescador estrenando equipo?”, me pregunté. Y por un momento cuestioné el significado
17
Extraídas de Gravano (1988) en: Guber, R. (2004): El salvaje metropolitano. Reconstrucción del conocimiento social en el trabajo
de campo, Buenos Aires, Paidós, págs. 270-273.
Lic. Érica Gunther (comp.) “Compilación de diarios autobiográficos”.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
que tendría mi imagen para mis potenciales informantes. ¿Cuál sería el sentido que ellos atribuirían a mi indumentaria, a mi postura, a
mi forma de ponerme en escena, al encararlos? ¿Sería para ellos también un pescador estrenando equipo? Había una sola forma de
probarlo: testearlo con la realidad en ese momento, tratando de hacer un registro del primer contacto y de la puesta en marcha de mis
propios prejuicios y preconceptos sobre esa misma relación. Mientras decidía esto, automáticamente fui sacando de foco mi propia
imagen y dejando que, desde el fondo del cristal, surgieran cada vez con mayor nitidez las figuras que se movían dentro del local: dos
mujeres y un hombre; y las figuras que no se movían: tres grandes mesas, un mostrador y una docena de sillas. Las mujeres
tomaban mate detrás del mostrador; una revisaba un fichero de metal, aparentaba 35 años de edad y de vez en cuando movía los
labios. La otra aparentaba 50 y también movía los labios, pero cuando la otra dejaba de hacerlo. Era obvio que estaban conversando
sobre algo (¿sobre mí?). El hombre, vestido de guardapolvo azul, inclinaba sus canas sobre el diario que leía. El lugar estaba limpio,
prolijo, silencioso. De pronto, el lugar comenzó a interrogarme: ¿qué mira, pescador? ¿Va a entrar o se va a quedar ahí parado, como
hambriento en ventana de restorán? Ahí fue que volví a poner en foco mi propia imagen. ¿Qué sería yo para ellos?... Antes de
empezar a imaginar personajes posibles, opté por despejar mi cara, me saqué la gorra, la bufanda quedó desatada, el cuello de la
campera se abrió y a pesar de mi miopía bajé los anteojos hasta la punta de la nariz; ahora por lo menos me verían la cara. Mi temor
era no parecer muy “normal” a ojos adultos y burócratas. Me detuve -sin dejar de mirarlos- a leer un cartelito que anunciaba:
“Biblioteca Municipal” y ofertas de libros para estudiantes secundarios, universitarios, horarios, funcionamiento del Plan de
Alfabetización, etc. Me fui deslizando hasta la entrada, tratando de que se fijaran en mí. Automáticamente estipulé un objetivo: lograr
algunos trazos de la imagen que estos actores tendrían del barrio y de su propia actividad dentro de él, tal como venía haciendo en
otras instituciones. Entré despacio, saludé con calma y firmeza, en plan buen tipo, y con una de esas tautologías que se dicen para no
parecer prepotente pero con las que se corre el riesgo de parecer un tanto “faltito”:
-Buen día, ¿para la biblioteca atienden aquí?
-Sí señor- contestó la mujer de 50 años, con amabilidad de mostrador público y algo que me pareció condescendencia, que era tal
cual lo que yo quería lograr.
-Mi apellido es Gravano, trabajo en la universidad, estoy haciendo un estudio en el barrio, seguramente ustedes me podrán
informar.
Esta frase cayó bien, a juzgar por el cambio de posición de la mujer, que se inclinó un poco sobre el mostrador y me sonrió,
aunque enseguida puso cara de “depende qué información”, así que le aclaré el tema:
-¿Acá tienen también material para universitarios?- la pregunta fue un golpe bajo hacia lo que yo prejuzgaba que sería un orgullo
de toda bibliotecaria de barrio.
-Sí, señor, tenemos libros para el secundario y para la universidad.
En ese momento entró una chica de unos 14 años con un libro forrado en la mano, lo puso sobre el mostrador y la otra mujer lo
tomó; la chica estaba vestida con un suéter bastante usado y pantalones vaqueros gastados, de lo que deduje que vivía muy cerca,
pues hacía mucho frío.
-¿Los lectores son chicos de por aquí?- pregunté.
-Sí, toda gente de acá, del barrio, todos chicos del barrio, la biblioteca está abierta de 10 a 16:45, hay sala parlante también, se
hacen préstamos a domicilio...
-Chicos del barrio- agregué, tratando de encarnar la línea... de última, yo era un pescador.
-Sí, acá les damos el material que nos piden... A esa altura, si era por datos, yo podría haber preguntado por la cantidad de chicos
que concurrían, de qué colegios, qué estudiaban, pero en realidad los datos que buscaba eran de otro tipo; el problema era cómo
podría lograr que surgiera su propia visión de esos chicos del barrio y su visión de lo que yo suponía que era el conjunto de chicos
que no concurría a la biblioteca; la pregunta más directa y frontal habría sido: “¿Qué piensa usted de los chicos del barrio que no vienen a la biblioteca?”; pero eso era como poner un cartelito en el anzuelo, que dijera: “Quiero que pique un dorado de 85 cm, ya
asado”; así que opté por no preguntar en forma directa, pero sí tratando de inquirir sobre su opinión de los “chicos del barrio” en
relación con su propio trabajo o servicio dentro del barrio, lo que suponía, a su vez, indagar sobre su propia imagen del barrio; sólo
deslicé: “¡Qué interesante!, me llama la atención una biblioteca para los chicos del barrio...”. Me jugué con una opinión en vez de una
pregunta; es que no podía seguir dando la imagen de recipiente total; aunque mi otro yo me tironeaba para el lado de la
antropología... En fin, la mujer suspiró y dijo seria:
-Para los chicos que estudian -recalcó-, los vaguitos no vienen, ésos no...
-Claro, entiendo- dije. (Mi otro yo antropológico me gritó: “¡No, Gravano! ¡No tenés que entender nada! ¡Tenés que hacerle abrir el
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sentido que tienen para ella los vaguitos!”. Lo aparté de mi oreja justificándome: si no le muestro que algo entiendo, me va a tomar
por un opa, ya vas a ver cómo le hago abrir el sentido, tengo la caña y el anzuelo listos, ya vas a ver)-. ¿Son muchos los que
estudian? (“Dijo ‘vaguitos’, Gravano, ‘va-gui-tos’, tenés que seguir por ahí”, me gritó de nuevo; lo volví a apartar).
-Sí, son muchos- contestó ella.
-Y ésos ... (enganché la lombriz) los vaguitos... (la eché al agua), ¿son muchos? (¿habrá pique?). Cerró los ojos asintiendo, bajó
la voz y miró hacia la puerta.
-Sí, hay muchos... desgraciadamente.... (¡Picó!)
-Usté dice vaguitos... ¿por qué? (ahora empecé a recoger).
-Y... no hacen nada, andan por ahí... (pausa interminable, parece que se escapa, agito el agua).
-¿De qué edades son?- intento de nuevo sin mucha lucidez.
-Y... de 13, 14 años, hay más grandes también (me comió la carnada y me dejó de seña).
-¿Y sólo andan por ahí? Le pregunto porque a mí también me sorprende no ver en el barrio ningún bar, ningún lugar... (Puse otra
lombriz).
-Sí, antes había, pero ahora no... Será porque hay problemas, hay... (La pausa me impulsó a que me acercara a ella casi hasta
rozarnos las narices; para esto apelé a la cara de padre de familia preocupado que llevo siempre a mano; ¡resultó!, salió todo de
golpe-. Porque, ¿sabe una cosa? Lo que pasa es que éste es un barrio obrero. En un barrio obrero no hay mucha plata, la verdá... no
tienen... piden: ¿me da cincuenta centavos? Y por ái se juntan entre veinte, piden y se fuman un solo cigarrillo de marihuana... Lo que
pasa es que de este barrio se habla porque es un barrio obrero, o-bre-ro... Si en Caballito o en Belgrano o en Flores se drogan,
porque ahí hay cocaína, de todo... nadie dice nada, porque es lo normal. Y ahí sí hay gente de plata, porque la cocaína cuesta mucha
plata. Pero como aquí es gente pobre, se habla y se habla de aquí, por eso, por eso se habla.
Buen pique, ¡y con equipo viejo! La entrevista siguió durante hora y media.
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Diario de una investigadora18
18
Extraído de: Carman, María (2006): Las trampas de la cultura. Los “intrusos” y los nuevos usos del barrio de Gardel, Buenos Aires,
Paidós. Capítulo 1: “Una intrusa entre los intrusos”.
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Diario del Che Guevara en Bolivia
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