“Mi gestión marcó un antes y un después” en la defensa del medio ambiente A fines de noviembre de 2000, un camión con acoplado estaciona frente a la sede de la Secretaría de Medio Ambiente en la calle San Martín al 400, en el centro porteño. Allí realiza una operación especial: la carga de cientos de ejemplares del bautizado “libro blanco de María Julia”. La Revolución Libertadora que derrocó a Perón había hecho escribir un “libro negro” para denigrar al líder justicialista; y María Julia, uno para autoelogiarse. El Desafío de la década. 100 hechos que mejoraron la calidad de vida de los argentinos se llama el libro –una cuidada edición de cien páginas– con el que María Julia resalta su polémica gestión al frente de esa secretaría. Oscar Massei, reemplazante de María Julia en el gobierno de la Alianza, había decidido tirar el sobrante de esos libros y por eso contrató un camión. Antes de ser descartados, decenas de estos costosos libros habían sido enviados a embajadas y entidades ecologistas, así como a universidades y empresas privadas. Los funcionarios de mayor confianza de la secretaria se llevaron un libro. El libro arranca con una foto de Menem con la banda y el bastón presidenciales en la que se lo ve rejuvenecido, gracias al photoshop. En la presentación, María Julia dice que durante su gestión de ocho años siguió tres objetivos: “Respetar el federalismo, armonizar los programas con las políticas globales del Presidente en favor de la economía y, por último, recuperar nuestra credibilidad en el mundo”, afirma aludiendo críticamente a la gestión del ex presidente Raúl Alfonsín. Lejos está el libro de ser una rendición de cuentas del manejo de un presupuesto multimillonario y una cartera que tenía a su cargo, además de Recursos Naturales, Parques Nacionales y la Dirección Nacional de Hidráulica. Aunque María Julia decía en los reportajes: “Soy muy dura, no soy soberbia”, en el libro sostiene que durante su gestión hubo “un antes y un después” en la historia de la defensa del medio ambiente nacional, como si su gestión hubiera sido el nacimiento de Jesús o la aparición de Google en Internet. Este capítulo tiene una foto del día que asumió en 1991 ante Menem como secretaria de Medio Ambiente (aquel del lapsus linguae del “no puedo darle un imperio”). Detrás se los ve a los entonces secretario privado de Menem, Miguel Ángel Vicco, y al ministro de Trabajo, Rodolfo Díaz, entre otros. En otra “Maryjú” posa, siempre producida y elegante, junto con el ex presidente de la Unión Soviética Mijail Gorbachov. En estos términos se refiere a algunos de los “100 hechos que mejoraron la calidad de vida de los argentinos”: • Incendios de bosques: “Por primera vez existe un programa que combina la prevención con el despliegue de eficaces acciones frente a las emergencias [...] El programa cuenta con una sofisticada tecnología: helicópteros, aviones hidrantes y aeronaves de observación y alerta temprana”. Seguidamente, como justificando sus errores, agrega que “por efecto del cambio climático y el recalentamiento del planeta, las zonas boscosas están más expuestas al fuego”. Y puntualiza que “en la región patagónica el promedio histórico de áreas rurales quemadas es de 10 a 15 000 hectáreas de bosques y 100 000 de pastizales por año”. Entre 1995 y 1997 se quemaron miles de hectáreas de bosques patagónicos en los alrededores de Bariloche y Menem se vio obligado a mandar al secretario de Seguridad de la Nación, el brigadier Andrés Antonietti, a organizar la lucha contra el fuego. ¿Qué había pasado? Ante los medios María Julia había parecido desbordada por los incendios y, además, se denunció que había nombrado coordinador de la regional patagónica a un marino submarinista sin experiencia pero que era conocido de ella, entre otros errores. • Programa de Desarrollo Institucional (PRODIA). “Los logros del PRODIA, un extenso catálogo de realizaciones” es el título del capítulo referido a este tema. Sin embargo, la Justicia procesará a María Julia por irregularidades en la refacción de las oficinas del PRODIA a raíz de denuncias de sobreprecios. • Defensa de las ballenas: “Seguimiento satelital de la ballena austral. Fue declarada monumento natural por la Argentina”. Se trata del mismo tipo de ballena que habría acariciado durante un avistaje en Puerto Pirámide, Chubut, a pesar de que está prohibido hacerlo para no alterarlas. • La promesa de bañarse en el Riachuelo en “mil días”. Cinco páginas le dedica el libro al “logro” número 80: la limpieza del Riachuelo. Bajo el título “Un desafío ambiental que encontró su curso”, señala que “el inicio de las obras comenzó a brindar sus frutos. Si hay continuidad en la ejecución del plan, con el financiamiento ya asegurado, marchamos hacia la solución definitiva de uno de los problemas más graves y complejos de contaminación: el de la cuenca Río Matanza-Riachuelo”. Sorprende esa falta total de una mínima autocrítica. Menem y María Julia habían prometido en 1993 que iban a sanear las pestilentes aguas del Riachuelo en mil días. Incluso el ex presidente auguró que 1995: “Vamos a ir allí a pasear en barco, a tomar mate, a bañarnos y a pescar”. En “libro blanco” alimenta esa promesa pero de forma más moderada: “Luego de décadas de inacción se puso en marcha –dice– un plan de gestión ambiental que contempla respuestas específicas al conjunto de las causas que producen la contaminación de la cuenca río Matanza-Riachuelo”. Se trata del Plan de Gestión Ambiental y Manejo de la Cuenca (PGA) que puso en marcha el Comité Ejecutivo del Plan (CEMR), un organismo integrado por la secretaría de María Julia, el Ministerio de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires y la Secretaría de Producción y Servicios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Uno de los grandes gastos del CEMR fue en consultorías. Este comité manejó 35 millones de dólares y destinó 22 de ellos a consultoras que hicieron estudios sobre el origen de la contaminación. Dos de los consultores fueron el ex secretario de Justicia Rodolfo Barra –el mismo del caso Meller– y su hija María Eugenia. El contrato de María Eugenia fue como paisajista del CEMR por un total de 12 500 dólares. Antes de la publicación del libro, el 22 de noviembre de 1996, a tres años de su irrealizable promesa, María Julia es citada para rendir cuentas sobre su gestión por el Riachuelo en el Congreso. –María Julia: Las demoras en las tareas de saneamiento del Riachuelo son por los errores cometidos en la concesión de Obras Sanitarias en 1993. –Diputado socialista Héctor Polino: Pero usted prometió limpiar la cuenca en mil días… –María Julia [enfática]: Nosotros siempre hablamos de dejar de contaminar. Yo no dije que había que limpiar el barro del fondo del Riachuelo. El problema son los basurales que lindan con el Riachuelo, más que los efluentes industriales. Yo solo coordino el comité intergubernamental (CEMR). La oposición no se queda conforme con sus explicaciones. Al salir, se cruza con su padre y diputado, quien había escuchado su exposición. Con ironía, Álvaro Alsogaray le comenta: “La única solución es estatizar todo de nuevo”. “No”, responde la hija, “habría que haber sido prolijo con los pliegos de licitación”, en otro comentario-dardo contra el ministro de Economía Domingo Cavallo, que había dado la concesión de Obras Sanitarias de la Nación a Aguas Argentinas. La contaminación del Riachuelo sigue sin resolverse hasta el cierre de este libro, en julio de 2010. En agosto de 2006, la Nación, Provincia y Ciudad le entregaron un plan de saneamiento a la Corte Suprema de Justicia, a la que habían llegado varias causas judiciales por la contaminación con otros plazos distintos a los mil días: diez años o 3650 días para llevar a cabo la limpieza y 3000 millones de dólares de presupuesto. Es cierto, no se trata de un tema simple. La población que vive alrededor de la cuenca Matanza-Riachuelo es de 4 884 823 personas. Más de un millón de estas personas habitan en villas de emergencia y carecen de cloacas. El otro problema son los desechos industriales. Esta cuenca recibe 88 500 metros cúbicos por día provenientes de casi cien empresas. Pero pasaron esos mil días y otros mil días más y el Riachuelo siguió siendo el mayor foco de contaminación del país, al punto que la Corte Suprema en 2008 emplazó al gobierno de la presidenta Cristina Kirchner a presentar un plan de obras viable - que a mediados de 2010 seguía sin aparecer, aunque se estaba por firmar, finalmente, un crédito del Banco Mundial por 1500 millones de dólares- para encarar las obras de drenaje y cloacas. En el camino, hasta renunció, en 2008, la polémica secretaria de Medio Ambiente del kirchnerismo Romina Picolotti. Su alejamiento se debió al enfrentamiento con el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, por el tipo de obras para el saneamiento del Riachuelo y también al escándalo en el que se vio envuelta por nombramiento de familiares y uso supuestamente indebido de recursos del Estado. Se puede decir que el Riachuelo hasta terminó contaminando el humor de los argentinos. El grupo de murga y teatro “Los Descontrolados de Barracas” presentaron la obra Flora y Fauna del Riachuelo. La puesta era una mirada irónica sobre la contaminación y en la que se declaraba a “Santa María Julia de los Mil Días”, patrona de los barrios contaminados. Mario de Marco Naón, de Alaska a la cárcel El libro blanco de María Julia destaca como “logro” de su gestión la expansión del sistema de agua potable y cloacas. Sin embargo, en 1999 el entonces presidente del Instituto Nacional del Agua (INA), Mario de Marco Naón, dependiente de la secretaria de Medio Ambiente, se convirtió en el eje de otro escándalo. Era el mismo polémico funcionario que transmitió por Internet su ostentosa boda en Alaska, en la que, se rumoreaba, regaló una pepita de oro a cada invitado. De Marco Naón contrataba en 22 000 dólares mensuales a su propia empresa de remises llamada Transportes y Servicios para transportar a sus empleados a las instalaciones del INA en Ezeiza y aumentó vertiginosamente su patrimonio. Frente a las cámaras de televisión, De Marco Naón quedó en ridículo cuando puso cara de oso y no reconoció su propia firma en la escritura de creación de Transportes y Servicios. Desde el INA también se habían hecho los estudios de impacto ambiental que sirvieron para que Menem le concediera el polémico contrato por la concesión de 33 aeropuertos argentinos al empresario Eduardo Eurnekián, a través de la empresa Aeropuertos Argentina 2000. El mismo Eurnekián, que apoyaba a Menem y recibía otros favores del Gobierno (recordar la concesión de Canal 2 de televisión de La Plata), en el 2003 pasaría a ser kirchnerista. De todos los contratos que le dio el gobierno de Néstor Kirchner, el más polémico fue la renovación de la concesión de los aeropuertos. Todo pasajero que pasa por el aeropuerto de Ezeiza es sometido a dos controles para pagar la tasa aeroportuaria de 18 dólares a Aeropuertos Argentina 2000. Pero los controles del Gobierno no son tan estrictos sobre la concesionaria: Eurnekián debía al Estado el pago del canon por tener esa concesión que incluye los free shops y la playa de estacionamiento. El ente de control de los aeropuertos lo manejaba, de hecho, otro que pasó rápidamente de menemista a kirchnerista: Osvaldo Granados, el intendente de Ezeiza. Recién tuvo control cuando lo denunciaron ante la Justicia. El fiscal nacional de investigaciones administrativas, Manuel Garrido, denunció en una presentación ante el juez federal Daniel Rafecas en 2007 que hacía diez años que AA2000 violaba “burdamente” sus deberes contractuales y adeudaba más de 600 millones de dólares por cánones impagos e incurrió en un “total incumplimiento” del plan de inversiones. En tribunales se afirmaba que si el empresario de origen armenio no pagaba, terminaría yendo preso. Sin embargo, en diciembre de 2007, el entonces presidente Kirchner sorpresivamente le renegoció el contrato y luego el congreso con mayoría kirchnerista lo ratificó dejando la denuncia de Garrido fuera de la cancha. Otra vez María Julia era el espejo de los Kirchner. Volvamos ahora al escándalo de 1999. María Julia califica con altanería como “pregunta ridícula” a la consulta de un periodista sobre si no había hecho investigar la supuesta autocontratación de De Marco Naón. La pregunta no fue nada despistada. Por esa maniobra, el juez federal Rodolfo Canicoba Corral procesó a De Marco Naón en 1999 y le trabó un embargo de 100 000 dólares que el ex funcionario cubrió con un auto importado para no ir preso. Cuatro años después, en junio de 2003, De Marco Naón quedó con prisión preventiva porque se lo había acusado por otro delito: la supuesta sustracción de fondos del Estado. Esta vez por orden del juez federal de Lomas de Zamora, Alberto Santamarina, se le trabó un embargo por 500 000 dólares sobre sus bienes. ¿Qué había pasado en esos cuatro años? Sucedió que el entonces titular de la Oficina Anticorrupción, Manuel Garrido, denunció que el funcionario mariajulista había abierto una cuenta bancaria por afuera de la contabilidad oficial del INA para cobrar trabajos a terceros entre 1997 y 1999. Y que a esa cuenta se documentó que ingresaron “sólo 2.500.000 dólares sobre un total de más de 3,6 millones de pagos de terceros que recibió el INA”. En el mismo sentido, el diputado del ARI Jorge Giles afirmó, en ese momento, que De Marco Naón habría “contratado a un chofer para que retirara dinero del banco en una valija de cuero y lo entregara en el INA a un funcionario de su confianza, que también quedó preso. Por ejemplo, el chofer extrajo –en varios retiros– sumas de 200 000 dólares y no habrían quedado los debidos registros en la contabilidad del INA”. En el procesamiento, el juez Santamarina usó los siguientes argumentos contra De Marcó Naón: • “El desquicio y la desorganización caracterizaron al INA durante la administración de De Marco Naón”. • “De los registros contables tampoco surge el destino dado a tales fondos, lo cual ilustra con claridad meridiana el riesgo al que había sido expuesto el dinero público y la incertidumbre que hoy existe acerca de su administración” • De Marco Naón “pergeñó e implementó un sistema para el manejo de recursos propios del instituto al margen del circuito oficial previsto por las normas que regulan la actividad financiera del Estado”. • “Tampoco pudo delegar válidamente el manejo y control de fondos a la auditoría interna y firmar notas de pago a ‘ciegas’ y sin saber lo que hacía. Su calidad de abogado y funcionario público de alto rango echan por tierra tal argumento”. En 1999, en medio de este nuevo alboroto mediático-judicial, el candidato a vicepresidente de la Alianza Carlos “Chacho” Álvarez da a conocer un comunicado que, en ese momento, pasa prácticamente inadvertido para los grandes medios de comunicación. Se titulaba: “Transformar la condena social en sanción efectiva”. Los principales puntos sintetizaban ideas que por entonces aceptaban las clases medias argentinas: –“Para apurar los tiempos un equipo especializado de la Alianza ya está trabajando para entregarle a la Justicia las pruebas que transformen la condena social de los responsables de la corrupción menemista como María Julia Alsogaray y Víctor Alderte en sanción efectiva. La sociedad no quiere impunidad, no quiere que estos personajes se vayan del país a vivir de la plata del pueblo, quieren ver entre rejas a los corruptos”. –“Hoy vuelve a ser noticia el área de María Julia, esta vez con un funcionario que se contrata a sí mismo y que no solo cambia el auto y la casa, sino que realiza una fiesta de casamiento regalando pepitas de oro […] Me indigna que mientras millones de argentinos no tienen agua corriente ni cloacas, el titular del INA festeje su fiesta de casamiento de manera opulenta y obscena”. –“Para que también en la corrupción exista un ‘Nunca Más’, Nunca más a la corrupción. Nunca más la oscuridad del manejo de fondo. Nunca más funcionarios que se benefician con el dinero de la gente”. Con este discurso anticorrupción, la fórmula De la Rúa-“Chacho” Álvarez se impone en las elecciones al binomio Eduardo Duhalde-Palito Ortega. El 10 de diciembre de 1999, Menem entrega el bastón de mando a De la Rúa. La expectativa popular era que se empezara a escribir un capítulo inédito en la lucha contra la corrupción. Chacho Álvarez logra poner en marcha la Oficina Anticorrupción. Y pone al frente del nuevo organismo a un “intachable”: el ex juez José Massoni. El flamante funcionario tenía, al principio, la voluntad política de investigar la corrupción que no habían tenido hasta ese momento, salvo excepciones, los jueces nombrados por Menem, la mayoría automática de la Corte y los organismos neutralizados por el menemismo como la Sindicatura General de la Nación y la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, entre otros. El “Nunca Más” de la corrupción –en alusión a los jucios que se llevaron a cabo durante el gobierno de Raúl Alfonsín por las violaciones a los derechos humanos– prometido por “Chacho” seguiría siendo otra deuda pendiente de la democracia pero, al menos, la Oficina Anticorrupción se convertiría en un motor de las investigaciones contra María Julia. El ex marido contratado en Parques Nacionales Al mismo tiempo que la Oficina Anticorrupción empieza a formular denuncias penales contra María Julia, en el 2000, se conoce un informe reservado del Banco Mundial que critica su gestión en los Parques Nacionales, uno de los patrimonios más importantes de los argentinos. Durante el gobierno de Menem, el Banco Mundial otorgó 19 millones de dólares para modernizar la administración de Parques Nacionales y donó otros 10 para crear cinco nuevos parques nacionales. El informe confirma que el ex marido de María Julia, Francisco Erize, estaba contratado en Parques Nacionales. Primero controlaba el manejo de los fondos del programa de modernización, pero luego esa prerrogativa pasó a manos del nuevo hombre de confianza de la funcionaria: el arquitecto Santiago María Bignoli, quien había remodelado la oficina de María Julia y la había ayudado con el reciclaje de su petit hotel. Aunque en los papeles el consultor externo para estos importantes proyectos del Banco Mundial era Oscar Banchio. Este no tenía ningún título universitario ni experiencia en el área pero era el esposo de la mano derecha de María Julia en Recursos Naturales: Mabel Behal. En el mismo contrato en que María Julia nombra a Banchio con un sueldo mensual de 5000 dólares más viáticos, Bignoli es designado coordinador general de estos proyectos. El presidente formal de Parques es Felipe Lariviere, pero desde el punto de vista político, poco a poco Bignoli pasa a tener más poder. Lariviere sale a decir que durante la gestión de Menem fue el período en que “más creció la cantidad de hectáreas destinadas a parques nacionales” en la Argentina. Los nuevos parques nacionales y reservadas naturales creados durante la gestión de María Julia son: “Sierra de las Quijadas, Pre-Delta, Campo de los Alisos, Los Cardones, Quebrada del Condorito, Mburucuya, Copo, San Guillermo, Bosques Petrificados, El Leoncito, Otamendi, San Antonio y Colonia Benítez”. Pero los nuevos parques también encierran negocios. El entonces diputado Rafael Flores (Alianza, Santa Cruz) denuncia que seis meses antes de irse María Julia había convocado de urgencia a 43 licitaciones en áreas de parques nacionales, donde prácticamente está prohibido construir para preservar el ecosistema. Y afirma que había autorizado la construcción de una “obra de 7000 metros cuadrados” en el parque nacional Los Alerces de Chubut, uno de los mejor preservados y hermosos del país. Más allá de la denuncia de Flores, de todos los nuevos parques, el de Quebrada del Condorito fue el único que se creó con la infraestructura necesaria. Sin embargo, según una auditoría del año 2000 del secretario de Turismo, el radical Hernán Lombardi, las tierras del Parque Nacional Quebrada del Condorito se compraron por un total de 2.660.000 dólares. En razón de “100 dólares cada hectárea, cuando el precio de mercado era, antes del anuncio de la creación del parque, de entre 32 y 40 dólares”. En el 2000 la situación del resto de los parques era la siguiente: • Copo: Faltaba la aprobación de una ley por parte del Congreso de la Nación y de la Legislatura santiagueña. • San Guillermo: Fue creado por ley nacional en 1998, pero no se puso en marcha porque había un juicio entre el propietario de las tierras y la provincia de San Juan. • Los Venados: Los pastizales pampeanos que contiene fueron arados por los dueños de las tierras y se perdió la posibilidad de conservarlos como muestra de biodiversidad • Monte León: El dueño de las tierras –un descendiente de la familia terrateniente Braun Menéndez– se negó a venderlas. El remanente del fideicomiso creado para la compra de tierras para todos estos parques es de 1 440 000, a todas luces “insuficiente para pagar todos los terrenos que faltaba comprar”, sostenía Lombardi. Pero el golpe más duro llega del Banco Mundial. A mediados de abril de 2000, una misión del Banco Mundial visita el país para controlar la marcha de los proyectos y elabora un informe que señala entre otros puntos lo siguiente: • “Graves problemas políticos y administrativos” durante la gestión anterior y una conducción “centralizada y autónoma” de los créditos. • Los presupuestos finales de las obras “superan en promedio un 30%” a los valores previstos originalmente en los proyectos. Esto se debió a falta de competencia, malas estimaciones de costos o mayores costos.