ADULTEROS, HOMICIDIO DE LOS. En lo que concierne al

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312635. . Primera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XLIII, Pág. 1591.
ADULTEROS, HOMICIDIO DE LOS. En lo que concierne al homicidio o lesiones a los
adúlteros, dos son los requisitos exigidos para la aplicación de la pena atenuada: a) Que el
sujeto activo del delito sorprenda a su cónyuge; y b) Que esa sorpresa se refiera al acto carnal
o a uno próximo a su consumación. La actitud de sorpresa implica, por parte del cónyuge
inocente, la revelación repentina de un acto de su cónyuge, inesperado por él, o sea, un
elemento subjetivo que consiste en la obtención de un conocimiento inesperado de la
infidelidad sexual, pero también implica un elemento objetivo consistente en percibir por
medio de los sentidos físicos el acto sexual o uno próximo a él; por acto carnal deben
entenderse no sólo la cópula consumada normalmente, sino también aquella vertida
anormalmente en vasos no idóneos para el coito; los actos próximos a la consumación carnal,
pueden ser no sólo los preparatorios anteriores, sino también los posteriores, ligados a su
ejecución. La excusa atenuadora deberá aplicarse en el caso de que el cónyuge burlado
sorprenda la consumación de la incontinencia adulterina, y también cuando los hechos
ejecutados por los responsables de la infidelidad, demuestren, por sí mismos, evidentemente,
su relación inmediata anterior o posterior a la copulación. El Código Penal al establecer en su
artículo 310, la pena atenuada para aquel que, sorprendiendo a su cónyuge en el acto carnal o
próximo a su consumación, lo mate o lo lesione, ha querido que el acto del ofendido sea un
acto primo, nacido de una sorpresa súbita, recibida involuntariamente; que el hecho de
encontrar el esposo ofendido a su mujer en esa situación, sea para él un acontecimiento
inesperado e insospechado, porque el único elemento que puede, aunque lejanamente,
justificar el acto bárbaro que se permite realizar, sería el estado de ánimo, el de perturbación
mental que el marido sufriera en ese momento trágico y tremendo, cuando en él hubiere
ausencia total de antecedentes y noticias sobre ese estado de cosas, que hiriendo sus sentidos
con tanta violencia, pudiendo ponerlo en un estado en que no le sea permitido discernir bien.
El Código Penal es explícito en este extremo, dice: "matar en el acto"; quiere, pues, que la
reacción sea inmediata a la sorpresa, que en una y otra no medie tiempo ninguno, pero estas
palabras deben tomarse en un sentido, tan absoluto, que excluya del beneficio de la ley, al
marido que, sorprendiendo en adulterio a su esposa, persiga a cualquiera de los culpables, que
se da a la fuga, y viene a matarlo en un lugar distinto del sitio donde el adulterio se consumó
indudablemente no; el beneficio debe ser aplicado siempre que la muerte se dé sin que haya
habido interrupción en la persecución del culpable, aun cuando esto ocurra en las condiciones
enunciadas, porque lo que la ley expresa con las palabras "matar en el acto", es que la muerte
ocurra por un acto súbito, no pensado ni reflexionado por el marido; y cuando se persigue
violentamente, sin cesar, al que ofende, se está en el caso de no poder meditar ni reflexionar,
porque para los efectos legales, el acto se está cometiendo, y lo que pretende la ley, es un acto
impulsivo, y en este caso, es exactamente igual al que se cometería si los matara en el lecho.
Amparo penal directo 4818/34. Hidalgo Varela Ruperto. 26 de febrero de 1935. Mayoría de
tres votos. Ausente: Rodolfo Asiáin. Disidente: Hermilo López Sánchez. La publicación no
menciona el nombre del ponente.
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