Diario nro 70popular!

Anuncio
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
D i a r i o
d e
w w w .
D o c t r i n a
y
●
Nº 70 - AÑO LII
J u r i s p r u d e n c i a
e l d e r e c h o . c o m . a r
Rosario digital
SERIE ESPECIAL - Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario
BULLYING, ACOSO, VIOLENCIA ESCOLAR: ¿DE QUÉ ESTAMOS
HABLANDO?
Por Verónica Elvia Melo
Abogada (UCA). Doctora en Derecho (UNR). Docente de grado y de posgrado en la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales del Rosario, Pontificia Universidad Católica Argentina , Santa María de los Buenos Aires
“Ningún estudiante debería tener miedo de ir a la escuela por el temor de ser
asediado o humillado y ningún padre ni madre debería preocuparse porque
alguna de estas cosas le pudiera pasar a su hijo o hija” (DAN OLWEUS, Acoso
escolar, bullying en las escuelas: hechos e intervenciones)
Sumario: I. INTRODUCCIÓN.– II. MARCO LEGAL.– III. CONCLUSIONES.
I. Introducción
El maltrato entre iguales, hace referencia al conjunto de comportamientos físicos y/o verbales que una persona o grupo de personas, de
forma hostil y abusando de un poder real o ficticio, dirige contra un
compañero/a de forma repetitiva y duradera con la intención de causarle daño.
Esta definición supone:
a) la existencia de un desequilibrio de poder entre víctima y agresor
que ha de ser entendido como el uso deshonesto, prepotente y oportunista de poder sobre el contrario sin estar legitimado para hacerlo;
b) la frecuencia y duración de la situación de maltrato, estimando
una frecuencia mínima de una vez por semana y una duración mínima
de seis meses;
c) la intencionalidad y el carácter proactivo de la agresión, ya que se
busca obtener algún beneficio social, material o personal, sin que medie provocación previa; y,
d) la pretensión de provocar daño.
En la mayoría de los casos son comportamientos no encubiertos en
los que el agresor ni se esconde ni se mantiene en el anonimato y que
engloban agresiones directas e indirectas tanto físicas como verbales,
psicológicas y de exclusión social 1.
La violencia escolar es un tema álgido y tremendamente polémico,
ya sea por los sujetos involucrados (siempre menores de por medio), ya
sea por el entorno en que se desarrolla (normalmente la escuela), ya sea
por la manera en que se ejerce (golpes, insultos, empujones, amenazas). La literatura especializada la ha definido como “aquella actitud
que rompe los límites del propio territorio y los del otro, invade la relación y los vuelve confusos 2; obstaculiza la interacción entre los diferentes actores del ámbito escolar, perjudica la convivencia y el clima
escolar, con acciones violentas, injustificadas, crueles, intencionales,
dañinas, persistentes, repetitivas y unidireccionales entre pares, con la
participación de testigos pasivos y/o activos, cómplices de castigos,
torturas, chantajes, humillaciones, burlas, ridiculizaciones, abusos, aislamiento social, insultos, golpes, apodos y difamaciones” 3.
El bullying no es reciente, la primera investigación sistemática de
1979, fue mérito del psicólogo Dan Olweus de la Universidad de Bergen de Noruega, a raíz del suicidio de tres adolescentes que sufrían de
acoso escolar4.
A finales de 1990 se implementaron otras investigaciones en Inglaterra, Holanda, Alemania y España, donde se fueron desarrollando varios
programas de intervención anti bullying que se extendieron hasta
Japón. España se destaca por tener el primer y único estudio epidemiológico nacional más completo de bullying hasta la fecha, el informe
Cisneros X «Violencia y acoso escolar en España», motivado por el
1 QUINTANA PEÑA, Alberto y RUIZ SANCHEZ, Gabriela, “Panorama de la investigación del
bullying y cyberbullying en el Perú y el mundo”, en CAROZZO , Julio C., Bullying: opiniones
reunidas, Observatorio sobre la violencia y la convivencia en la escuela, Lima, 2013, pág. 168.
2 OLWEUS, Dan, Conductas de acoso y de amenazas entre escolares, Editorial Morata SL,
Madrid, 2004 (reimpresión), ver especialmente capítulo primero.
3 ASEBEY MORALES, Ana María del Rosario, “La complicidad del sistema educativo y político
en el acoso académico”, en CAROZZO , Julio C., Bullying: opiniones reunidas, Observatorio sobre
la violencia y la convivencia en la escuela, Lima, 2013, págs. 109-110.
4 idem.
CONTENIDO
DOCTRINA
Bullying, acoso, violencia escolar: ¿de qué estamos hablando? , por Verónica Elvia Melo .................................................................................... 1
JURISPRUDENCIA
Civil y Comercial
Recurso Contencioso Administrativo: Causales de improcedencia: imposibilidad de cumplimiento de objeto; sustracción de materia;
casuística; impugnación de proyecto de ordenanza sancionada durante el proceso. Derecho: Fuentes: leyes materiales; ordenanzas municipales;
aplicabilidad ex officio; innecesariedad de pedimento de parte y/o prueba. Costas: Régimen de imposición: supuestos especiales; sustracción de
materia; imposición en el orden causado; fundamentos (CApel.CC Rosario, sala I, febrero 5-2014 ) …............................................................. 5
Laboral
Trabajo: Derechos del trabajador: régimen de caducidad; excepcionalidad; interpretación restrictiva; su conexión con el principio de
irrenunciabilidad; implicancias en el ámbito procesal; impulsión de oficio; caducidad de instancia; regulación legal; art. 37 del CPL; legitimidad
y fundamento constitucional de su régimen diferenciado; el principio protectorio y su prevalencia sobre el valor seguridad jurídica; la cuestión
del ejercicio abusivo del régimen de caducidad de instancia en el fuero laboral; la pendencia indefinida de la instancia procesal; test de
constitucionalidad (CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, febrero 5-2014) …................................................................................................... 2
| 2 | EL DERECHO Rosario digital
suicidio de Jokin Ceberino, que convulsionó a la sociedad española, un
joven de 14 años que desesperado por el sufrimiento de bullying de parte
de ocho de sus compañeros, se arrojó con su bicicleta al vacío, cerca de su
casa, en Hondarribia, municipio del País Vasco, España, en septiembre de
20045.
II. Marco legal
A los fines del encuadre legal de la violencia escolar, corresponde, en
primer lugar, reseñar las normas que tutelan la infancia: la Convención
Americana sobre Derechos Humanos 6, el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos7, Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre8 y la Convención de los Derechos del Niño.
La Convención de los Derechos Del Niño ordena en su art. 2.2 9 el deber
de los Estados partes de tomar las medidas correspondientes para garantizar la no discriminación de los menores. En su at. 3.1 establece el interés
superior del niño como eje fundamental de las medidas que deban tomar
las instituciones intervinientes, cualquiera sea su carácter y función.
En tal sentido, el mentado artículo en su inc. 2, plasma el compromiso
asumido por los estados partes a asegurar al niño la protección y el cuidado que sean necesarios para su bienestar, como así también de adoptar
todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico
o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido
el abuso sexual10.
La Constitución Argentina en su art. 75, inc. 22 incorpora al ordenamiento jurídico nacional los tratados internacionales enumerados, confiriéndoles expresamente raigambre constitucional.
A nivel nacional, la ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de
las Niñas, Niños y Adolescentes11, reglamenta los Principios, Derechos y
Garantías de los mismos como así también un sistema de protección integral
de sus Derechos y los órganos administrativos de Protección de Derechos y
su financiamiento.
Repasando el articulado de la ley, surge que los arts. 6°, 7° y 8°, establecen las obligaciones gubernamentales, comunitarias y familiares. Por su
parte, el art. 9° consagra el derecho a la dignidad y a la integridad personal.
El art. 22, contempla el derecho a la dignidad, adquiriendo particular
relevancia el art. 28 en cuanto establece el principio de igualdad y no discriminación; art. 29 con el principio de efectividad; art. 30 el deber de comunicación de los miembros de los establecimientos educativos y de
salud, públicos o privados y todo agente o funcionario público que tuviere
conocimiento de la vulneración de derechos de menores; y el art. 31, el deber de los funcionarios de recepcionar denuncias 12.
Por su parte, la Ley Federal de Educación 24.195 establece los derechos, obligaciones y garantías, y en su art. 4° declara que las acciones educativas son responsabilidad de la comunidad en su totalidad 13.
También, el art. 5°, inc. 23 contempla que la política educativa debe
tender al respeto de la integridad, dignidad, libertad de conciencia y de expresión.
A su turno, el art. 45 determina las “obligaciones de los padres o tutores
de los alumnos/as”, dentro de las que se encuentra el de respetar y hacer
respetar a sus hijos/as las normas de convivencia de la unidad educativa 14.
Por último, el 11/9/2013 se sancionó la ley 26.892 “para la promoción
de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas”, y fue promulgada el 1/10/2013 15, pero aún no está en
vigencia porque no se ha reglamentado.
5 ALTAVA LAVALL, Manuel G., Estudios sobre la responsabilidad penal del menor, Publicaciones
de la Universidad de Jaume, 2006, págs.181 a 188 (el autor transcribe la sentencia de la alzada donde
se ven los fundamentos de la misma).
6 Art. 5.1: Derecho a la integridad personal: 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su
integridad física, psíquica y moral.
7 Art. 24.1: Todo niño tiene derecho, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, origen nacional o social, posición económica o nacimiento, a las medidas de protección que su condición de menores requiere, tanto por parte de la familia como de la sociedad y del
Estado.
8 Artículo I: Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Artículo II: Todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en
esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna. Artículo VI: Toda persona
tiene derecho a constituir familia, elemento fundamental de la sociedad, y a recibir protección para
ella. Artículo VII: Toda mujer en estado de gravidez o en época de lactancia, así como todo niño,
tienen derecho a protección, cuidados y ayuda especiales. Artículo XII: Toda persona tiene derecho a
la educación, la que debe estar inspirada en los principios de libertad, moralidad y solidaridad humanas.
9 Art. 2.2: “Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que el niño se
vea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condición, las actividades,
las opiniones expresadas o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares ”.
10 BUSTOS, María José, La situación legislativa de la violencia escolar, La Ley, Supl. Act.
07/02/2013, 1.
11 B.O. 26/10/2005.
12 BUSTOS, María José, ob. cit., pág. 3.
13 idem.
14 Idem.
15 B.O. 4/10/2013.
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
III. Conclusiones
Puede pensarse que el acoso, por ser un suceso que se ha producido desde siempre, o dada la minoría de edad de quienes lo padecen es un mal
menor que no debiera despertar alarmas en ningún caso. Sin embargo, son
tales las consecuencias del fenómeno para las partes intervinientes, victimario y víctima, que debe ser tomado con la gravedad suficiente a fin de
darle una respuesta pronta, susceptible de reparar el daño causado y reeducar a sus autores.
Tengo para mí que sería provechoso que cada institución educativa dispusiera de un protocolo para canalizar adecuadamente el supuesto de acoso escolar, desde sus orígenes hasta su terminación, con la adopción de las
medidas educativas y punitivas que resuelvan el problema satisfactoriamente. Esto es más perentorio, si cabe, en la enseñanza primaria integralmente y en secundaria parcialmente entre la franja de trece a dieciséis
años, pues en ambos ámbitos la solución al problema recae únicamente en
el equipo directivo y demás profesores del claustro.
JURISPRUDENCIA
Trabajo:
Derechos del trabajador: régimen de caducidad; excepcionalidad; interpretación restrictiva; su conexión con el principio de irrenunciabilidad; implicancias en el ámbito
procesal; impulsión de oficio; caducidad de
instancia; regulación legal; art. 37 del Código
Procesal Laboral; legitimidad y fundamento
constitucional de su régimen diferenciado; el
principio protectorio y su prevalencia sobre el
valor seguridad jurídica; la cuestión del ejercicio abusivo del régimen de caducidad de
instancia en el fuero laboral; la pendencia indefinida de la instancia procesal; test de constitucionalidad.
1 – La posibilidad de que los derechos del trabajador caduquen ha de
entenderse excepcional y por ende, como toda excepción a una regla
de derecho, debe interpretarse restrictivamente (de los fundamentos
del voto del doctor MACHADO).
2 – El proceso laboral, que como todos los ritos debe estar al servicio
instrumental del derecho de fondo, se encuentra íntimamente ligado a
la garantía constitucional de protección del trabajo del cual derivan,
entre otras, la directriz de irrenunciabilidad de los créditos, de que el
silencio del trabajador no comporta un abandono de derechos y de que
el desistimiento –del cual la caducidad de instancia no es sino una
manifestación distinta– requiere de su conformidad expresa y del contralor judicial suficiente para descartar que suponga una vía oblicua
destinada a burlar el orden público (de los fundamentos del voto del
doctor MACHADO).
3 – La caducidad de instancia en el proceso laboral constituye un instituto al que deliberadamente se le ha impuesto un determinado tratamiento legal, tomando como punto de partida que la tutela de la
pervivencia del derecho (del crédito alimentario laboral) ha de prevalecer sobre los argumentos basados en la seguridad jurídica (de los
fundamentos del voto del doctor MACHADO).
4 – La calidad predominantemente inquisitiva del proceso laboral
implica que incumbe al juzgado la impulsión del proceso, y por ello se
ha entendido, en general, que el instituto de la perención resulta un
“cuerpo extraño” en su seno y una “contradicción en sus términos”,
ya que convoca al juez a declarar la caducidad de un proceso cuya
instancia omitió (de los fundamentos del voto del doctor MACHADO).
5 – La disposición normativa del art. 37 del Código Procesal Laboral es
violatoria de los derechos subjetivos constitucionales de propiedad,
debido proceso y defensa en juicio de la empleadora demandada
porque, además de los requisitos comunes de inactividad procesal y de
transcurso del tiempo, requiere para la declaración judicial de cadu-
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
cidad de instancia la manifestación por la contraparte sobre si aún
tiene interés en el pleito, posibilitando de esta manera el abuso de derecho de mantener la instancia aún sin impulso procesal (del voto en
disidencia del doctor COPPOLETTA).
6 – El ejercicio abusivo por parte de la actora del art. 37 del Código
Procesal Laboral y del art. 3987 del Código Civil permite mantener
jurídicamente vigente por tiempo indefinido la deuda reclamada,
impidiendo a la empleadora de liberarse por el instituto de la prescripción liberatoria. Esta actividad abusiva que es permitida por el
art. 37 del Código Procesal Laboral al exigir la manifestación de voluntad de la contraparte para operar la caducidad de la instancia,
afecta el derecho subjetivo constitucional de propiedad de la demandada (del voto en disidencia del doctor COPPOLETTA).
7 – Si bien en la ponderación de dos derechos subjetivos constitucionales como son la protección del trabajador y la propiedad del empleador tiene cierta ventaja el primero atento el carácter de sujeto con
preferente tutela constitucional, esta “preferencia” debe al menos ser
honrada por el sujeto trabajador en su carácter de actor laboral, y por
el profesional abogado que represente sus intereses en el litigio. Por lo
tanto, si la propia conducta procesal de la parte actora es claramente
contraria a la brevedad de su pleito (de tal forma que se toma 10 años
entre el despido y la notificación de la demanda) el principio protectorio se encuentra bastardeado por el propio sujeto titular del interés y
no merece entonces una “preferente” protección (del voto en disidencia del doctor COPPOLETTA).
240 – CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, febrero 5-2014.– M., H.
G. De L. c. Esc. Incorp. N° 1179 M. A. Pautasso s/CPL.
En la ciudad de Santa Fe, a los 5 días de febrero del año dos mil catorce,
se reúnen en acuerdo ordinario los señores jueces de la sala segunda de la
Cámara de Apelación en lo Laboral, doctores José Daniel Machado, Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para resolver los recursos
de nulidad y apelación puestos por ambas partes, contra la sentencia dictada por el señor juez de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la
Primera Nominación de Santa Fe, en los autos caratulados: “M., H. G. De
L. c. Esc. Incorp. N° 1179 M. A. Pautasso s/CPL” (Expte. 68 - Fo. 133 Año 2013).
Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones:
1a ¿Procede el recurso de nulidad?
2a En caso contrario ¿se ajusta a derecho la sentencia impugnada?
3a ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Dispuesto el orden de votación, resulta: Coppoletta, Machado, Alzueta.
A la primera cuestión el doctor Coppoletta dice:
Contra la Resolución nº 106 de fecha 13 de abril de 2009 por la cual el
Sr. juez a quo rechaza el planteo de caducidad de instancia interpuesto por
la demandada, se alza la vencida mediante los recursos de nulidad y apelación total que interpone y son concedidos con efecto diferido. A su vez,
contra la Resolución nº 283 de fecha 27 de noviembre de 2012 por la cual
el Sr. juez a quo admite la demanda se alzan ambas partes: la actora, por
medio de los recursos de nulidad y apelación parcial indicando que el rubro recurrido es la tasa de interés reducida aplicada por el a quo, que son
concedidos; y la parte demandada a través de los recursos de nulidad y
apelación total que interpone y son concedidos. Elevados los autos a esta
instancia, la actora expresa sus agravios por memorial que se agrega al expediente, los que son contestados por la demandada quien a su vez expresa
sus propios agravios por escrito agregado a los autos, los que a su vez son
contestados por la actora. Habiéndose decretado el pase de los autos a resolución, quedan las presentes en estado de dictar sentencia.
Ambas partes interponen recursos de nulidad contra la Resolución n° 283;
y la demandada interpone recurso de nulidad contra la Resolución n° 106,
pero, en sus respectivos escritos en esta instancia, ninguna queja expresan
sobre el tema. Por otra parte, no se advierten vicios que impusieran de oficio
la anulación de ninguna de las sentencias. A mi juicio pues, de acuerdo con
las breves consideraciones expuestas, los planteos de nulidad han de rechazarse.
En consecuencia, voto por la negativa.
A la misma cuestión el doctor Machado dice:
Que expone las mismas razones vertidas por el Juez preopinante y, como él, vota por la negativa.
A igual cuestión el doctor Alzueta dice:
Que comparte los fundamentos vertidos por los preopinantes, y como
ellos, vota por la negativa.
EL DERECHO Rosario digital | 3 |
A la segunda cuestión el doctor Coppoletta continúa diciendo:
Paso ahora a tratar el recurso de apelación de la parte demandada contra
la Resolución nº 106.
La actora interpuso demanda el día 29 de junio de 2001 a las 8,45hs (fs.
0). El expediente registra una actividad procesal hasta el día 7 de septiembre de 2001, fecha en la cual el Sr. juez a quo decreta la citación de la
demandada y el traslado de la demanda. Luego, no existen constancias de
actividad procesal alguna hasta el día 7 de noviembre de 2008, cuando la
parte actora presenta un escrito. Y el decreto del 07/09/01 es notificado a
la demandada por cédula diligenciada en fecha 15 de diciembre de 2008
(fs. 91).
La demandada opone la caducidad de la instancia, y plantea la inconstitucionalidad del art. 37 del Código Procesal Laboral de la Provincia de
Santa Fe (fs. 82 vta). El a quo rechazó el planteo de caducidad y no trató la
cuestión constitucional, decisión recurrida por vía de apelación.
En su expresión de agravios, la demandada sostiene la arbitraria interpretación del a quo sobre el instituto de caducidad de instancia y reitera la
petición de declaración de inconstitucionalidad del art. 37 del Código
Procesal Laboral invocando la protección de sus garantías constitucionales.
Al tratar la caducidad, el a quo hizo referencia a los requisitos del art.
37 del Código Procesal Laboral: 1) inactividad procesal por más de un
año; 2) intimación a la parte para que manifieste si tiene interés en la
prosecución de la causa; 3) vencimiento del período de emplazamiento sin
actividad procesal idónea para impulsar el proceso. Sin embargo, esta
situación presupone una litis ya trabada, por la cual la parte demandada
que interviene en el proceso, ante la inactividad procesal por más de un
año opone la caducidad e intima a la parte actora a que se pronuncie en
tiempo y forma válida; mas no es ese el caso de autos, pues la demandada
no tuvo conocimiento del juicio iniciado en Junio de 2001 sino hasta
Diciembre de 2008. Lo que aquí tenemos es el caso de la demanda a los
simples fines de interrumpir la prescripción, aunque ello no surge explícito
de la demanda (para no confundir con los casos en que en la demanda se
hace expresa referencia que su objeto es a los simples fines interruptivos
de la prescripción) ha resultado evidente del comportamiento de la parte
actora.
La actividad de la actora implica un ejercicio abusivo del art. 37 del
Código Procesal Laboral y del art. 3987 del Código Civil que le permite
interrumpir la prescripción con la presentación de la demanda y, sin notificar la misma por un prolongado período de tiempo sin ningún tipo de
justificativo (7 años), mantiene su reclamo sin prescribir y sin que se produzca la caducidad de la instancia por disposición del art. 37 del Código
Procesal Laboral. El abuso del derecho ha sido reconocido de alguna
forma por el a quo, ya que reduce a la mitad los intereses moratorios
devengados.
Y el ejercicio de un derecho en forma abusiva no puede ser amparado
por el Derecho. Desde ya que entiendo que el Principio Protectorio –cardinal en el Derecho del Trabajo– no implica una suerte de patente de corso
para hacer y deshacer el Derecho en forma abusiva, pues de tal forma se
llega a la inexistencia de reglas.
La disposición normativa del art. 37 del Código Procesal Laboral es
violatoria de los derechos subjetivos constitucionales de propiedad, debido
proceso y defensa en juicio de la demandada porque, además de los requisitos comunes de inactividad procesal y de transcurso del tiempo, requiere
para la declaración judicial de caducidad de instancia la manifestación por
la contraparte sobre si aún tiene interés en el pleito, posibilitando de ésta
manera el abuso de derecho de mantener la instancia aún sin impulso procesal tal como lo ha realizado la actora en estos autos.
El abuso del derecho procesal de la actora afecta el derecho subjetivo
constitucional de propiedad de la demandada. Así, el Código Civil posibilita a todas las personas liberarse de las deudas por la prescripción liberatoria, modo de extinción de las obligaciones por el transcurso del tiempo y
la inacción del acreedor. La ley 20.744 recepciona en forma especial para
el Derecho del Trabajo este modo de extinción de las obligaciones estipulando un plazo de prescripción de dos años.
Pues bien, la demandada se encuentra reclamada en diciembre de 2008
por deudas que la actora reclama como devengadas exactamente diez años
antes, dado que el despido se produje en 17 de diciembre de 1998 y la
cédula anoticiando el juicio se diligenció el 15 de diciembre de 2008. Si
bien estas deudas se encontrarían prescriptas y la demandada debería liberarse de la deuda reclamada, lo cierto es que el ejercicio abusivo por parte
de la actora del art. 37 del Código Procesal Laboral y del art. 3987 del Código Civil permite mantener jurídicamente vigente la deuda reclamada,
impidiendo a la empleadora de liberarse por el instituto de la prescripción
liberatoria.
Esta actividad abusiva es permitida por el art. 37 del Código Procesal
Laboral, que exige la manifestación de voluntad de la contraparte para
operar la caducidad de la instancia.
| 4 | EL DERECHO Rosario digital
Como acertadamente lo afirma Nicolás Vitantonio, situaciones como la
de autos donde la actora presenta la demanda y luego abandona el expediente para notificar el traslado de la demanda mucho tiempo después sin
justificación alguna de la demora, “…proyectan una situación no querida
por el legislador y resulta evidente que –al margen de cualquier opinión
sobre la existencia o inexistencia de caducidad en el procedimiento
laboral– no fue la teleología del legislador provocar situaciones como las
referidas. La distorsión resulta consecuencia de la oscuridad normativa.
Ello supone que el operador judicial debe utilizar todos los medios
técnicos y doctrinales necesarios para dar respuesta a una situación
fáctica no querida ni buscada por el legislador” (Vitantonio, Nicolás,
“Caducidad de instancia. Comentario al art. 37 del CPL”, en: Vitantonio,
Nicolás [Dir.], Código Procesal Laboral de la Provincia de Santa Fe, Tomo
I, Ed. Nova Tesis, pág. 299).
El análisis constitucional del caso es difícil, toda vez que frente al sujeto de especial tutela constitucional que es la parte actora amparado en
sus derechos laborales por el Principio Protectorio, se encuentra el sujeto
empleador con las garantías constitucionales a su propiedad y la obtención
por parte de la jurisdicción de un debido proceso y de una sentencia
suficientemente fundada. Y en la ponderación del caso, estimo relevante
que como indudable expresión del Principio Protectorio, la Constitución
de la Provincia de Santa Fe, en su art. 20, dispone que Santa Fe “Establece
tribunales especializados para la decisión de los conflictos individuales
de trabajo, con un procedimiento breve y expeditivo...”, es decir, que la
necesidad de la brevedad en el juicio es reconocida a nivel constitucional
en ésta Provincia, y si bien en el trabajo de ponderación entre dos derechos
subjetivos constitucionales como son la protección del trabajador y la propiedad del empleador tiene cierta ventaja el primero atento el mencionado
carácter de sujeto de preferente tutela constitucional con la cual está investido el trabajador, esta “preferencia” debe por lo menos ser honrada por
el sujeto trabajador en su carácter de actor laboral, y por el profesional
abogado que represente sus intereses en el litigio y, por lo tanto, si la propia conducta procesal de la parte actora es claramente contraria a la brevedad de su pleito (de tal forma que se toma 10 años entre el despido y la
notificación de la demanda) el Principio Protectorio se encuentra bastardeado por el propio sujeto titular del interés y no merece entonces una
“preferente” protección.
Tengo especialmente en cuenta que la declaración de inconstitucionalidad de una norma jurídica es un acto de suma gravedad y, si bien el
control de constitucionalidad y convencionalidad debe ser efectuado –aún
de oficio– por todos los jueces, debe ser utilizado como ultima ratio decidenci, pues implica desconocer en el caso concreto la voluntad democrática expresada por el Poder Legislativo.
Como corolario, voto por la negativa y, modificando la sentencia de
grado declarar en éste caso la inconstitucionalidad del art. 37 del Código
Procesal Laboral y, por aplicación del art. 233, párr. 2° del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Santa Fe declarar operada la caducidad de la instancia en estos autos el día 8 de septiembre de 2002.
Atento mi voto, resulta abstracto el tratamiento de los demás recursos
de apelación de ambas partes.
A la misma cuestión el doctor Machado dice:
Disiento en esta oportunidad con el Sr. juez preopinante, sin perjuicio
de valorar la inspiración ética y moralizadora del proceso que subyace a su
opinión.
La cuestión de la caducidad del proceso laboral reconoce un debate de
vieja data en la doctrina nacional y también en los operadores de nuestra
provincia. Muchos códigos provinciales no la contemplan bajo ninguna
modalidad puesto que se la estima antitética con un procedimiento en que
el impulso de oficio es la regla (cfr. Toselli, Carlos y Ulla, Alicia, “Código
Procesal del Trabajo - Ley 7987”, Alveroni, Córdoba, 2007, pág. 141;
Somaré, José I. y Mirolo, René, “Comentarios a la ley procesal del trabajo
de la provincia de Córdoba”, Advocatus, 1998, pág. 99). La calidad predominantemente inquisitiva del proceso laboral implica que incumbe al juzgado la impulsión del proceso, por cuanto se ha entendido, en general, que
el instituto de la perención resulta un “cuerpo extraño” en su seno y una
“contradicción en sus términos”, ya que convoca al juez a declarar la
caducidad de un proceso cuya instancia omitió (Fernández Gianotti, Enrique, “La perención de instancia en el proceso laboral de la Capital y de la
Provincia de Buenos Aires”, DT, 1974-277). También se ha entendido que
el art. 259 del RCT en tanto declara que “no hay otros modos de caducidad que los que resultan de esta ley” proyecta sus consecuencias sobre
el campo específicamente procesal impidiendo que las legislaciones
provinciales regulen en sentido contrario (Cfr. Bermúdez, Jorge Guillermo, en “RCT Comentado”, dirigido por Miguel Maza, La Ley, 2012, III505).
Algunas provincias argentinas legislan específicamente en ese sentido,
aclarando que la caducidad es improcedente (Mendoza –ley 2144 y sus
modificatorias–, art. 108 y Tierra del Fuego –ley 6204–). En otras legislaciones rituales que nada explícito dicen sobre el tema, se ha arribado a la
misma conclusión por vía interpretativa (Entre Ríos, Córdoba y Justicia
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
Nacional del Trabajo de la Capital Federal) (cfr. Maddaloni, Osvaldo y Tula,
Diego, “Prescripción y caducidad en el derecho del trabajo”, AbeledoPerrot, 2008, pág. 198). Las únicas provincias que responden afirmativamente a la pregunta sobre la caducidad en el proceso laboral sin modificaciones respecto del instituto del proceso civil son Tucumán, Catamarca y
San Juan.
Las demás, no sin matices, adoptaron la solución mixta que en su hora
propiciara Antonio Vázquez Vialard (“La caducidad en el proceso laboral”, TySS, 1973-801), admitiendo la caducidad pero de manera modalizada o adaptada no solo en tanto prevén plazos más largos que los usuales
en materia civil, sino que requieren una vista previa al trabajador (o a
ambas partes) para que produzcan actividad procesal útil que revele su
interés en continuar o no con el proceso. Es la solución, entre otras, de la
Provincia de Buenos Aires (art. 12, ley 11.653), de la de Corrientes (art.
16, ley 3540), de Formosa (art. 11, ley 639), de Misiones (art. 33, ley
2884), de Río Negro (art. 13, ley 1504) y, obviamente, de Santa Fe.
De lo dicho se sigue que, en una epidérmica mirada comparatista, la
posibilidad de que los derechos del trabajador caduquen ha de entenderse
excepcional y por ende, como toda excepción a una regla de derecho, debe
interpretarse restrictivamente. El Código Procesal Laboral santafesino, ley
7945, elastizó si se quiere esta directriz al posibilitar que opere la caducidad pero bajo reglas precisas que permitan cerciorarse del efectivo
desinterés de las partes en continuar con el proceso. La idea rectora es que,
a diferencia de lo que acontece en el proceso civil, ese desinterés no puede
presumirse por el solo transcurso del tiempo de inactividad. La reforma al
art. 37 del Código Procesal Laboral dispuesta por la ley 13.039, y que diera lugar a un intenso e interesante debate en el seno de la Comisión reformadora entre quienes proponían la lisa y llana derogación de la posibilidad
de caducidad y quienes, por el contrario, propiciaban la adopción del
sistema del CPCC aunque con un plazo más largo, optó a propuesta del
suscripto y de los doctores Vitantonio, De Petre, Suasnábar y Mambelli
por una fórmula “de compromiso” por la que se mantuvo el sistema cuyo
eje es la intimación a las partes con la limitación de que solo podrá
utilizarse esta modalidad redentora una sola vez durante el proceso. Con
todo lo cual quiero significar que estamos en presencia de un instituto al
que deliberadamente se le ha impuesto un determinado tratamiento legal
tomando como punto de partida que la tutela de la pervivencia del derecho
(del crédito alimentario laboral) ha de prevalecer sobre los argumentos basados en la seguridad jurídica. Marginalmente anoto, aunque no necesariamente tenga que ver con el caso en examen, que pueden haber razones no
espurias ni indolentes por las cuales se decida no notificar la demanda.
Tales por ejemplo los casos en que se desea la continuidad del vínculo sin
dejar que prescriba un crédito por diferencias salariales o por un accidente,
o el esperar la decantación (a favor o en contra) de la jurisprudencia sobre
ciertas cuestiones cuya interpretación o constitucionalidad esté en crisis.
También es frecuente que el empleador “evanesca” quitando interés actual
a la causa para “materializarse” luego en otra actividad económica que
renueva las posibilidades de efectivizar el cobro. O que sea el propio trabajador quien migra –esto es especialmente común en el medio rural– dejando a su abogado sin la información suficiente para impulsar el proceso.
No me atrevería a calificar a ninguna de dichas especulaciones como maniobras contrarias a la buena fe.
La propuesta del vocal preopinante en cuanto propone la declaración de
inconstitucionalidad del art. 37 del Código Procesal Laboral, aun cuando
lo fuera para el caso en particular y no con carácter absoluto, conlleva a la
dificultad de establecer casuísticamente cual plazo de inactividad ha de
entenderse abusivo y cual no, abriendo un espacio a la discrecionalidad judicial y, paradójicamente, a la incerteza jurídica de los litigantes. Es
impensable un sistema de perención sin plazo cierto, de modo que, a falta
de otro, habría que tomar el de un año de inactividad, lo que nos conduciría a un camino en que inexorablemente se terminaría por afirmar una
voluntad contraria a lo que explícitamente especificó el legislador.
Pero además de ese argumento consecuencial entiendo que el proceso
laboral, que como todos los ritos debe estar al servicio instrumental del derecho de fondo (CS, “Azimonti c. Cianni”, LL, 1979-A-59), está íntimamente
ligado a la garantía constitucional de protección del trabajo del cual derivan,
entre otras, la directriz de irrenunciabilidad de los créditos, de que el silencio
del trabajador no comporta un abandono de derechos y de que el desistimiento –del cual la caducidad no es sino una manifestación distinta– requiere de su conformidad expresa y del contralor judicial suficiente para
descartar que suponga una vía oblicua para burlar el orden público.
Voto pues por la confirmación de la resolución recurrida.
Tocante a la prescripción, ha dicho esta sala en su composición originaria y en la causa “Bogado c. Casa Tía” (expte. n° 12/año 2005) (auto de
fecha 01.11.05).
“Es doctrina recibida que el efecto interruptivo asignado por el art. 3987
del CC a las demandas judiciales sólo cede en los supuestos expresamente
previstos en dicha norma (desistimiento, caducidad o “absolución”),
tradición que se remonta a un antiguo Plenario de la CNCC (“Mulhall c.
Nouguier”, del 23.08.1922, JA, 12-863; ver también Salvat, “Tratado”, III2160) según el cual la norma adopta el adagio romanista “las acciones que
por el tiempo y la muerte se pierden, incluidas en juicio, se salvan para
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
siempre” (omnes actiones qua morte aut tempo peremit, semel inclusae
iudicio salvae permanent ). Así lo ha entendido también la CSJN de
manera reiterada desde el 26.04.1957 (en “Diltlevsen c. Gobierno Nacional”; LL, 87-725): “la interrupción de la prescripción causada por la demanda se prolonga cualquiera sea luego la rapidez o continuidad del trámite en toda la duración del proceso” (cfr. Cifuentes, Santos, Código Civil
Comentado, IV-703, La Ley, 2004 y sus citas.).”
De allí que, cuando el Sr. juez de la anterior instancia razona que el
rechazo de la caducidad condiciona en sentido negativo la posibilidad de
que el plazo de prescripción pueda computarse nuevamente, se ajusta a
derecho más allá de las razonables críticas que al funcionamiento del
dispositivo en el caso dedica el recurso.
Del relato de la secuencia que culmina en el despido de la actora por
abandono de trabajo hecha por la recurrente a f. 195, fluye sin más
explicada la falta de justificación del mismo.
El art. 209 de la LCT no impone al dependiente otra carga que la de dar
aviso de la incapacidad laboral por motivo de enfermedad, circunstancia
que aparece cumplida por medio de la pieza postal remitida por su esposo
el día 16.12.98 y de cuya recepción por la demandada antes de la
formalización del despido da cuenta su telegrama de f. 42. Luego, a la
fecha en que este último se comunica (17.12.98), obraba entonces en perfecto conocimiento de la imposibilidad argumentada por la trabajadora, lo
cual excluye la posibilidad de interpretar su inasistencia como intención
de abandonar el contrato. Y aunque no haya sido argumento utilizado por
el a quo, cabe recordar además que según pacífica interpretación de los
arts. 57 y 242 de la LCT el plazo de la intimación (24 horas) resultó irrazonable, máxime cuando mediaban antecedentes inmediatamente anteriores
de licencia por enfermedad inculpable.
Doctrina y jurisprudencia son pacíficas en el entendimiento de que el
instituto reglado por el art. 244 de la LCT no puede entenderse configurado sino cuando el trabajador, que tiene “la obligación de explicarse
según la ley”, omite responder a la intimación. De modo que la sola
invocación del derecho a licencia por enfermedad aborta la posibilidad de
despedirlo bajo tal motivación. Y, en todo caso, si la empleadora entiende
que la excusa es inválida cuenta con las atribuciones que le confiere el art.
210 de la LCT para encaminar luego el despido por violación al deber de
fidelidad.
La actora se agravia por la reducción a la mitad de la tasa de interés
usual dispuesta por el a quo entre la fecha de la mora y la de la contestación de la demanda. Advierto, para empezar, cierta oscuridad en este
pasaje del fallo que merece ser aclarada, ya que omite especificar desde
que momento corresponde pasar del 7,5% anual al 11 % anual, quedando
en cambio en claro que la tasa del 22% corre desde la contestación de la
demanda. Ese momento, en mi opinión, no puede ser otro que el del abandono del criterio de la libre apreciación –coincidente con la “salida de la
convertibilidad”– para adoptar mayoritariamente la llamada tasa activa, es
decir que la fecha de corte entre una y otra tasa ha de coincidir con lo
dispuesto por la Resolución CNAT 2357/02 –seguida por la jurisprudencia
de esta Cámara– es decir el 01.01.02.
Aclarado ello, resulta que la tasa impuesta se asemeja a la tasa de interés puro con la que corresponde indemnizar al acreedor por la indisponibilidad del capital, privándole en cambio del lucro cesante que hubiere
obtenido de su colocación financiera. Y ello, en el caso, resulta de estricta
justicia en la medida en que los argumentos considerados para rechazar la
caducidad opuesta no valen en cambio para justificar que sea el deudor
quien deba internalizar totalmente las consecuencias de la depreciación de
la moneda –ingrediente insoslayable entre los fundamentos que oportunamente se dieran para aplicar la tasa activa– cuando no ha mediado una
diligencia razonable de la acreedora en la constitución o prosecución de la
litis.
Voto por la afirmativa. Costas a la demandada.
A igual cuestión el doctor Alzueta dice:
Que comparte los fundamentos vertidos por el doctor Machado, y como
él, vota en idéntico sentido.
A la tercera cuestión los doctores Coppoletta, Machado y Alzueta dicen:
Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: 1) Rechazar los recursos puestos por actora y demandada: 2) Aclarar la sen-tencia
alzada en punto a que los intereses del 11% anual correrán entre el 01.01.02
y la fecha de contestación de la demanda, sin perjuicio de los dispuestos por
el fallo para la etapa anterior (7,5% desde la mora) y posterior (22% hasta el
efectivo pago); 3) Los honorarios de segunda instancia se regulan en el 50%
de los que se fijen en la anterior.
Por los fundamentos y conclusiones del acuerdo que antecede, la sala II
de la Cámara de Apelación en lo Laboral resuelve:
1) Rechazar los recursos puestos por actora y demandada.
2) Aclarar la sentencia alzada en punto a que los intereses del 11%
anual correrán entre el 01.01.02 y la fecha de contestación de la demanda,
EL DERECHO Rosario digital | 5 |
sin perjuicio de los dispuestos por el fallo para la etapa anterior (7,5%
desde la mora) y posterior (22% hasta el efectivo pago).
3) Los honorarios de segunda instancia se regulan en el 50% de los que
se fijen en la anterior.
Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente
bajen.– Sebastián C. Coppoletta.– José D. Machado.– Julio C. Alzueta
(Sec.: Claudia Barrilis).
Recurso Contencioso Administrativo:
Causales de improcedencia: imposibilidad de
cumplimiento de objeto; sustracción de materia; casuística; impugnación de proyecto de
ordenanza sancionada durante el proceso.
Derecho: Fuentes: leyes materiales; ordenanzas municipales; aplicabilidad ex officio;
innecesariedad de pedimento de parte y/o
prueba. Costas: Régimen de imposición:
supuestos especiales; sustracción de materia;
imposición en el orden causado; fundamentos.
1 – No resulta jurídicamente posible el cumplimiento del objeto del
recurso contencioso administrativo, debiendo predicarse la sustracción de materia, si con él se pretendía proceder al retiro de un proyecto de ordenanza por contravenir disposiciones legales en materia
ambiental, cuando éste ya había sido tratado, aprobado y sancionado
por el Concejo municipal durante la tramitación del proceso. Ello así
en tanto el envío del proyecto de ordenanza agotó sus efectos en el
preciso momento de su tratamiento y aprobación por el cuerpo
colegiado de gobierno, quien sancionó una ordenanza, jurídicamente
autónoma e independiente respecto del proyecto que se pretendía
cuestionar.
2 – Resulta injustificado que se reproche al magistrado aludir a la existencia de una ordenanza municipal y haberla aplicado bajo el pretexto
de que no había sido probada, porque es sabido que el derecho vigente
no requiere demostración y los jueces están obligados a aplicarlo aun
cuando no medie petición de parte (iura novit curiae).
3 – Cuando se verifica un supuesto de sustracción de materia litigiosa
corresponde que las costas se impongan, en principio, en el orden causado, pues se aplica la regla general establecida en la ley procesal que
determina que cada litigante debe satisfacer las costas causadas a su
instancia (art. 250, CPCC).
4 – En la hipótesis de extinción del proceso por sustracción de materia
litigiosa, se impone el criterio de distribución de las costas en el orden
causado dado que no media vencimiento. Ello es así pues no obstante
su ostensible naturaleza procesal, las costas tienen finalidad resarcitoria o indemnizatoria, buscando reparar el perjuicio que el vencido le
ha generado al vencedor obligándolo a litigar en pos de su derecho;
pero el criterio de imposición es objetivo, ya que para la determinación causídica no se tiene en cuenta si el vencido tenía o no tenía
razón para pleitear, sino que sólo se valora su posición frente al resultado del juicio.
241 – CApel.CC Rosario, sala I, febrero 5-2014.– Vecinos del Recinto
del ex Regimiento 11 posterior Batallón 121 y otros c. Municipalidad
de Rosario s/recurso contencioso administrativo sumario. Ley 10.000.
Espacios verdes y calidad de vida.
Vistos: Los autos “Vecinos del Recinto del ex Regimiento 11 posterior
Batallón 121 y otros contra Municipalidad de Rosario sobre recurso
contencioso administrativo sumario. Ley 10.000. Espacios verdes y calidad de vida” (expte. n° 137/2013), venidos para resolver los recursos de
apelación y nulidad interpuestos por la actora a fojas 109/116, contra el
auto número 328 del 15.03.2013 dictado por el Juez de Primera Instancia
de Distrito Civil y Comercial de la 5ª Nominación de Rosario (fs.100/106),
habiendo evacuado la vista la señora Fiscal de Cámaras (fs.137); y,
Considerando:
1. Mediante auto número 328 del 15.03.2013, el juez anterior resolvió
declarar que no existe materia a resolver en los presentes e imponer las
costas en el orden causado.
| 6 | EL DERECHO Rosario digital
Para así decidirlo, tuvo en cuenta que el recurso contencioso administrativo sumario se dirigió a cuestionar la remisión efectuada por el Departamento Ejecutivo Municipal a las Comisiones de Planeamiento y Gobierno del Concejo Municipal, de un proyecto de ordenanza de plan de
reordenamiento urbanístico para la zona del ex Batallón de Comunicaciones 121; que la actora criticó el proyecto por cuanto –afirmó– no se
cumplieron los requisitos previos de realización de un estudio de impacto
ambiental, una audiencia pública y la inclusión del seguro ambiental obligatorio, por lo que pretendió que se retirara el proyecto oportunamente
enviado al Concejo Municipal; que la demandada denunció la sustracción
de materia litigiosa en razón de que el susodicho proyecto –que había sido
elevado por el Departamento Ejecutivo Municipal al Concejo Municipal
para su tratamiento por ese cuerpo mediante expediente administrativo n°
28.102-D-2012 y que ingresó al órgano legislativo el 30.08.2012– había
sido aprobado por el Concejo en la sesión del 13.12.2012 y se había sancionado la Ordenanza número 9.027, concluyendo de ese modo el proceso
legislativo de formación de voluntad de la administración mediante el ejercicio concurrente de las respectivas facultades de sus órganos, plasmándose en la sanción de aquélla, por lo que varió sustancialmente la plataforma
fáctica y jurídica de la acción promovida, por encontrarse ahora frente a
una norma, ley en sentido material, sancionada por el Concejo Municipal
en el ejercicio de sus competencias funcionales (fs. 77/81).
Luego de sustanciar con la contraria el pedido de la Municipalidad de
Rosario, el a quo destacó que los fallos no debían recaer sobre cuestiones
que, como en el caso, pudieran haber devenido abstractas, sino que el comportamiento cuestionado debía tener vigencia al momento de resolver; que
la decisión sobre la existencia de efectos actuales del acto impugnado
susceptibles de ser reparados o neutralizados a través de la vía intentada,
no sólo debía ser previa al juzgamiento sobre el fondo del asunto, sino
también respecto de cualquier otra incidencia generada en el trámite de la
causa.
Juzgó que la sanción por el Concejo Municipal en fecha 13.12.2012 de
la ordenanza número 9.027 estableciendo el Plan Especial de Reordenamiento Urbanístico ex Batallón 121, tenía un efecto innegable sobre el objeto del recurso, cual era que aquel había perdido virtualidad, habida cuenta que no resultaba jurídicamente posible proceder al retiro de un proyecto
de ordenanza cuando éste ya había sido tratado, aprobado y sancionado
por el Concejo; que el envío del proyecto de ordenanza agotó sus efectos
en el preciso momento de su tratamiento y aprobación por el cuerpo
colegiado de gobierno, quien sancionó una ordenanza, jurídicamente autónoma e independiente respecto del proyecto que se pretendía cuestionar.
Expresó que las únicas atribuciones que sobre dicha norma tenía el intendente municipal consistían en la posibilidad de observarla total o parcialmente (art. 40, inc. 6°, ley 2756) o, en caso contrario, promulgarla o
proveer a su ejecución conforme a lo dispuesto por el art. 40, inc. 5° de la
Ley Orgánica de Municipalidades; que el Departamento Ejecutivo optó
por promulgar la Ordenanza sancionada por el Consejo, publicándose la
norma en el Boletín Oficial número 252/2012, del 18.01.2013, como consta publicada en el sitio web oficial que individualizó.
Concluyó que, sin que implicara abrir juicio alguno sobre si resultaba
admisible el cuestionamiento por la vía intentada de la remisión de un proyecto de ordenanza al Consejo Municipal, correspondía considerar que no
subsistía materia a resolver en la presente causa.
Estimó que, sin perjuicio de que lo expuesto bastaba por sí solo para
sellar la suerte del recurso, resultaba oportuno efectuar algunas consideraciones sobre los alcances que, respecto de la situación generada en el caso,
la actora pretendía asignar a lo previsto en el art. 8° de la ley 10.000.
En cuanto a las costas, juzgó que debían imponerse en el orden causado
atento a lo dispuesto en el art. 11 de la ley 10.000.
2. Los agravios.
La actora pretende la revocación del fallo, con costas en ambas instancias a la demandada y, en su caso, al juez por haber dado lugar a la nulidad.
Las críticas pueden enunciarse en estos términos:
2.1. Interpretación errónea de la ley y de las constancias de autos
respecto de la sustracción de materia y de la conducta de la demandada.
Sostiene que no pudo el juez desestimar la irregularidad denunciada que
llevó a ese resultado sin haber evaluado cuál era el rol de la demandada en
la mutación jurídica operada entre el anteproyecto y la ordenanza; que el
oficio otorgó validez a los meros dichos de la contraria y efectuó una
búsqueda personal para confirmar la defensa de la Municipalidad de Rosario, excediendo sus facultades de director del proceso; que la demandada
se limitó a señalar la sanción de la ordenanza pero no probó ni ofreció
probar su dichos con la documentación adecuada; que el juez no juzgó la
omisión en que aquélla se encontraba incursa y, en contra de los principios
del Derecho Ambiental (de congruencia, prevención y precautorio) presumió jurídicamente algún extremo de valor procesal en contra de los intereses difusos que se pretendían tutelar en la causa, subrogándose indebida-
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
mente en el lugar procesal de la contraria al indagar en el sitio web de la
Municipalidad de Rosario, los extremos invocados que incorporó al fallo.
Considera que la demandada adoptó una conducta contraria a la buena
fe, tanto por haber desobedecido la medida cautelar ex lege de dejar sin
efecto el acto impugnado, como al no haber demostrado que sus argumentos eran genuinos y no haber peticionado en forma expresa la comunicación prevista en el art. 8° de la ley 10.000 a fin de que se la dispense de
acatar la medida legal cautelar, lo que justifica la aplicación del art. 251
del Código Procesal en cuanto a la imposición de las costas.
2.2. Cuestiona la evaluación de los alcances de la medida cautelar del
art. 8° de la ley 10.000 y de la conducta de la demandada en acatar la ley.
2.3. Se agravia de la conducta del juez a quo, por subrogarse en el interés procesal de la parte demandada al interpretar en su defensa lo que
aquella no invocó.
Reitera que la Municipalidad de Rosario no realizó ante el Tribunal la
comunicación prevista en el art. 8° de la ley 10.000.
2.4. Impugna la imposición de costas por su orden.
Reitera que la demandada dio lugar a la reclamación y el juez se
excedió en su actividad indagatoria, actuando ambos en forma negligente;
que corresponde aplicar el art. 251 del Código Procesal que dispone que la
imposición de las costas a la parte gananciosa del pleito cuando hubiere
dado lugar a la reclamación.
3. El recurso de nulidad no ha sido sustentado de modo autónomo en
esta sede. A todo evento, las críticas del memorial refieren a vicios in iudicando y no in procedendo que pueden ser respondidas con el tratamiento
de la apelación. Por ello y no advirtiendo vicios en el procedimiento anteriores al pronunciamiento que justifiquen una declaración de oficio, corresponde su desestimación.
4. Sobre el recurso de apelación.
En primer lugar, el memorial no resulta suficiente para rebatir en los
términos del art. 365 del Código Procesal, es decir, de manera concreta,
razonada y jurídica los fundamentos en los que el a quo sustentó el rechazo del recurso contencioso administrativo sumario ya que, en definitiva,
sólo trasluce una mera discrepancia en relación a la solución a la que se
arribó en la instancia anterior y que le resulta adversa.
4.1. En efecto, la primera crítica no puede ser considerada un agravio en
los términos requeridos por la norma procesal anteriormente citada sino
que, en rigor, no constituye un cuestionamiento jurídico, dado que las consideraciones que efectúa en el apart. 1 del memorial (fs.109 vta./112) implican que el juez desconozca un acto jurídico con efecto legal (la ordenanza 9027) que se encuentra publicado en el Boletín Oficial, tal como
ha sido referenciado por el a quo en el auto cuestionado, por lo que el
planteo resulta un desatino y debe ser desestimado de plano por carecer de
sustento lógico y de derecho.
En este aspecto, resulta oportuno recordar que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha considerado que las ordenanzas municipales son
actos normativos con sustancia legislativa. En lo que al caso interesa,
destacó la Corte con remisión a las consideraciones del dictamen de la
procuradora fiscal, que: “…las ordenanzas municipales emanan de un órgano de gobierno elegido por el sufragio popular; es, como la ley, una
expresión ‘soberana’ de la voluntad popular, de la voluntad comunitaria
organizada” (cfr. CSJN., 24.08.1989, “Promenade S.R.L. c. Municipalidad de San Isidro”, en La Ley online: AR/JUR/2307/1989; v. también,
“Rivademar, Angela Digna Balbina Martínez Galván de c. Municipalidad
de Rosario s. Recurso Contencioso Administrativo de Plena Jurisdicción”,
R. 593, XXI, del 21.03.1989, en especial considerando 8).
Atento a ello, resulta injustificado que se reproche al magistrado haber
aludido a la existencia de la ordenanza 9027 y haberla aplicado, cuando no
había sido “probada”, porque es (debe ser) sabido que el derecho vigente
no requiere demostración y los jueces están obligados a aplicarlo aun
cuando no medie petición de parte (iura novit curiae).
4.2. Por otra parte, habida cuenta que el propio recurrente reconoce
expresamente en el memorial que, en el caso, se ha producido un supuesto
de sustracción de materia (v. fs.110, 111 vta., punto 6 al sostener que “De
manera tal que es verdad que se ha producido sustracción de materia”),
la afirmación invalida cualquier agravio que le pretenda atribuir a la resolución por cuanto constituye una conducta jurídicamente relevante con
relación a tal extremo que es coincidente con lo resuelto, lo que sella la
suerte adversa de la impugnación.
4.3. Sin perjuicio de lo expuesto, cabe señalar que dado que el juez
consideró que la sola declaración de sustracción de materia litigiosa
resultaba suficiente por si sola para rechazar el recurso, las demás consideraciones efectuadas respecto de lo actuado por la demandada en relación a la cautelar legal fueron expuestas a mayor abundamiento y no
constituyen, por tanto, el sustento por el cual se rechazó la demanda.
Consecuentemente, las objeciones que sobre el particular vuelca el recu-
Rosario, viernes 28 de marzo de 2014
rrente no resultan atendibles por ausencia de agravio actual, en tanto no se
dirigen a cuestionar la razón por la que se estableció la terminación del
juicio por un modo anormal (sustracción de la materia litigiosa).
4.4. El cuestionamiento relativo a la imposición de costas por su orden
tampoco resulta procedente.
En primer lugar, el pronunciamiento resulta conforme a derecho habida
cuenta que se limitó a aplicar lo dispuesto en la ley específica, por
considerar que no se daban ninguno de los presupuestos establecidos en el
mencionado art. 11 de la ley 10.000 que justificasen apartarse del principio general allí establecido.
La crítica que sobre el particular efectúa el demandante no resulta eficaz
en los términos establecidos del art. 365 del Código Procesal para controvertir la solución propuesta por el magistrado.
Por otra parte y, a todo evento, resulta de aplicación al caso la doctrina
establecida invariablemente por esta sala en cuanto a que cuando, como en
el caso ocurre, se verifica un supuesto de sustracción de materia litigiosa,
corresponde que las costas se impongan, en principio, en el orden causado,
pues se aplica el principio general establecido en la ley procesal santafesina que establece que cada litigante debe satisfacer las costas causadas
EL DERECHO Rosario digital | 7 |
a su instancia (art. 250, CPCC) y sólo le serán impuestas al que resulte
vencido (art. 251, CPCC). En la hipótesis de extinción del proceso por
sustracción de materia litigiosa, es evidente que el criterio de distribución de
las costas en el orden causado se impone dado que no media vencimiento.
Ello es así pues, no obstante su ostensible naturaleza procesal, las costas
tienen finalidad resarcitoria o indemnizatoria, pues buscan reparar el perjuicio que el vencido le ha generado al vencedor obligándolo a litigar en pos de
su derecho. Pero el criterio de imposición es objetivo, ya que para la determinación causídica no se tiene en cuenta si el vencido tenía o no tenía razón
para pleitear, sino que sólo se valora su posición frente al resultado del juicio
(cfr. CApel.CC Rosario, sala I., A. n° 152 del 13.05.2008 “Cardella, Salvador c. Provincia de Santa Fe s/amparo”, expte. nº 16/2008; Ac. n° 39 del
12.03.2013, “Mayer, María de las Mercedes c. Provincia de Santa Fe s/amparo por mora”, expte. n° 305/2012).
Por tanto, la sala primera de la Cámara de Apelación Civil y Comercial
de Rosario, resuelve: Desestimar el recurso de nulidad y rechazar la apelación deducida por la actora contra el auto número 328 del 15.03.2013, con
costas de la alzada en el orden causado (art. 11, ley 10.000). Insértese,
hágase saber y bajen, dejándose nota marginal de la presente en el
protocolo del juzgado de origen.– María M. Serra.– Ricardo A. Silvestre.–
Ariel C. Ariza.
Descargar