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La actual fase industrial
argentina y los limites
del modelo
Guillermo Gigliani* y Santiago Juncal**
Resumen
La reestructuración de la economía argentina operada a partir de 2002, posibilitó
un ciclo expansivo con muy elevadas tasas de crecimiento del PBI global y manufacturero. Sin embargo, muchos problemas del pasado siguen sin ser resueltos. Es cierto que
la balanza comercial argentina se convirtió en superavitaria, pero arroja un resultado
muy negativo en los productos industriales, de un valor semejante al experimentado en
los años noventa. Por su parte, el llamado “salto exportador” industrial tiene lugar a
partir de ramas con muy bajo valor agregado. Finalmente, la inversión fija se ha recuperado, pero se encuentra por debajo de los niveles deseados por el gobierno. Estos
elementos representan factores de riesgo en el modelo de acumulación de ganancias
altas y salarios deprimidos, puesto en marcha por el gobierno.
Palabras clave: reestructuración productiva, salto exportador, inversiones.
Introducción
La crisis de la convertibilidad de fines de 2001 desembocó en una sucesión de devaluaciones, que aceleraron la caída del salario y posibilitaron una
gran recomposición de las ganancias, sobre todo, en la industria y en el agro. A
partir de estos ajustes, la economía argentina empezó a registrar, hacia mediados de 2002, una recuperación de su actividad económica, que se prolonga a
nuestros días.
Como muestra de ello, el Producto Bruto Interno (PBI) exhibe tasas de
crecimiento que estuvieron en el orden del 8% y 9% en los últimos cuatro años.
Entre 2002 y 2006, la inversión bruta interna fija (IBIF) subió del 11% a cerca
*
Professor da Universidade de Buenos Aires e integrante do EDI – Economistas de Izquierda.
Professor da Universidade de Buenos Aires.
**
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del 22% del PBI y las exportaciones aumentaron un 82%. Finalmente, el ajuste
de las cuentas públicas se tradujo en un superávit fiscal a partir de 2003, que
posibilitó que el gobierno realizara elevados pagos de la deuda externa.
La política de tipo de cambio real alto marcó el ingreso a una fase de
superávit de la balanza comercial, en un contexto de precios internacionales
muy favorables a los bienes exportados por la Argentina (commodities vinculadas al complejo sojero, fundamentalmente). De esta forma, se revirtió la situación de desbalances externos crónicos de los años noventa. Estos datos –dólar
alto perdurable y superávit comercial- constituyen modificaciones de suma importancia en la economía argentina, siendo su contrapartida una sustancial reducción del ingreso de los trabajadores. Más allá de la recuperación cíclica
obtenida durante la actual fase expansiva, el salario real promedio de 2006 es
todavía inferior al de 1998, aún cuando el PBI per cápita se encuentre hoy un
5% por encima del registrado en dicho año; del mismo modo, la pobreza alcanza en 2006 al 31% de la población, cuando en 1998 era del 25% (BERCOVICH
y GIGLIANI, 2006).
Tanto la duración de la presente fase de aumento del producto, como el
hecho de que estén ausentes los desequilibrios fiscal y externo, que fueron
crónicos en el desenvolvimiento productivo de nuestro país, indicarían que el
capitalismo argentino se encuentra ante la perspectiva de ingresar en una etapa
de crecimiento de más largo plazo.
Esta es una cuestión que, de a poco, se va instalando en el debate público.
En este trabajo nos ocuparemos de ella, haciendo hincapié en el análisis de la
base exportadora industrial y de las inversiones. Los datos muestran que en
estos cinco años, el gobierno pudo poner en marcha la producción y reordenar
las variables macroeconómicas. Sin embargo, el desenvolvimiento de la industria muestra algunos problemas que se encuentran lejos de estar resueltos. En
primer lugar, es cierto que la balanza comercial global es superavitaria.
Pero tal balanza arroja un resultado muy negativo en las exportaciones e
importaciones de productos industriales, esto es, en las MOI (Manufacturas de
Origen Industrial), que alcanza una magnitud semejante a la experimentada en
los años noventa. Por otra parte, el “salto exportador” en las MOI tiene lugar
con una incorporación muy débil de valor agregado. Ello denota que las políticas actuales de dólar alto han tenido un impacto reducido en términos de corregir las condiciones en que se desenvuelve la estructura industrial argentina.
Rasgos parecidos se observan cuando se examina la composición tecnológica
de las colocaciones industriales en el exterior o el proceso de integración con el
Brasil.
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En segundo término, y vinculado con el punto anterior, nos preguntaremos
sobre el actual estado de las inversiones de un país cuya estructura se encuentra, en un alto porcentaje, en manos del capital extranjero. Toda etapa de crecimiento de largo plazo depende decisivamente de la acumulación del capital
reproductivo. ¿En qué nivel están hoy las inversiones cuando se las compara
con los valores vigentes durante la Convertibilidad?. ¿Qué papel están llamados a cumplir los capitalistas “nacionales” en este proceso?. ¿Cuáles han sido,
hasta el momento, los resultados de la política oficial de estimular la inversión
directa extranjera para conseguir ampliar la base productiva manufacturera?.
Todos estos interrogantes serán tratados en la segunda sección del trabajo
I. Exportaciones y balanza de divisas
Nos abocamos, en primer lugar, al estudio de la evolución de las exportaciones en el último quinquenio. Así, se puede observar que entre 2002 y 2006,
las ventas totales al exterior subieron de U$S 25.651 millones a U$S 46.569
millones. Este incremento estuvo fundamentalmente impulsado por las subas
en las ventas de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) y las Manufacturas de Origen Industrial (MOI)1; también contribuyeron, aunque en menor
medida, los movimientos alcistas observados en Productos Primarios y Combustibles y Energía.
De esta manera, tanto las MOA como las MOI se consolidaron como los
dos rubros de mayor incidencia en la estructura exportadora, incrementando su
participación conjunta de 61,3% a 64.5% entre 2002 y 2006. En particular, las
MOI casi se duplicaron (95% de aumento) entre esos años 2.
Cuadro 1
EXPORTACIONES ARGENTINAS POR GRANDES RUBROS
en millones de dólares y en porcentajes
Rubro
2002
2006
Variación
internanual
Productos Primarios
MOA
MOI
Combustibles y energía
Total
5.273
8.138
7.601
4.639
25.651
8.953
15.251
14.801
7.564
46.569
70%
87%
95%
63%
82%
Fuente: INDEC
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Conviene, en este punto, introducirnos en el análisis de las manufacturas
de origen industrial (MOI), con el objeto de analizar el comportamiento de las
exportaciones de la industria no vinculada a la producción agroalimentaria.
El cuadro 2 permite apreciar las exportaciones de MOI (desagregadas a
3 dígitos de los Grandes Rubros) 3. Allí se observa que los distintos segmentos
experimentan ritmos de suba disímiles.
Cuadro 2
MANUFACTURAS DE ORIGEN INDUSTRIAL
en millones de dólares y en porcentaje
Rubro
2002
2006
Var. %
Material de transporte terrestre
Productos químicos y conexos
Metales comunes y sus manufacturas
Máquinas, aparatos y material eléctrico
Materias plásticas artificiales
Restantes rubros MOI
Total MOI
1.607
1.344
1.594
939
642
1.476
7.601
4.042
2.613
2.476
1.560
1.211
2.899
14.801
152%
94%
55%
66%
89%
96%
95%
Fuente: INDEC.
Cuatro de los rubros MOI concentraron, tanto en 2002 como en 2006,
más del 70% de las ventas externas de manufacturas industriales. Entre ellos,
el que tuvo un avance significativo en su participación en el quinquenio considerado fue Material de transporte terrestre, que pasó de ocupar 21,1% de las
ventas en 2002 a 27,3% de las mismas en 2006, consolidándose como el rubro
de mayor importancia, con más de U$S 4.000 millones en el último año 4.
En segundo término, veamos las balanzas comerciales respectivas al total
de exportaciones, en general, y a las ventas externas de MOI, en particular. El
cuadro 3 da cuenta del primero de estos análisis.
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Cuadro 3
ARGENTINA. SALDO COMERCIAL TOTAL
en millones de dólares
Año
Exportaciones
Importaciones
Saldo
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
26.441
23.333
26.341
26.610
25.651
29.484
34.576
40.106
46.569
31.404
25.508
25.280
20.321
8.990
13.813
22.445
28.689
34.159
-4.963
-2.175
1.061
6.289
16.661
15.671
12.130
11.418
12.409
Fuente: INDEC.
Las exportaciones exhiben una trayectoria estable desde fines de los noventa y, a partir de 2002, aumentan en forma sostenida. Por su parte, las importaciones sufren caídas desde el comienzo de la recesión y, sobre todo, entre 2001
y 2002. Al igual que las exportaciones, se recuperan en los años posteriores a la
crisis y a las devaluaciones. El saldo del comercio exterior global se ve influido
por estas dos tendencias. Así, en 2002 registra un excedente de U$S 16.661
millones, frente al déficit de U$S 4.963 millones verificado en 1998 y en cada
uno de los años posteriores mantiene el nivel positivo (U$S 12.409 millones en
2006).
Estos guarismos permiten trazar dos conclusiones. Por un lado, los años
posteriores a la crisis coincidieron con el aumento de las exportaciones, que se
vio favorecido por la bonanza de los precios internacionales. Por otro, si bien es
cierto que las importaciones se recuperan, el impacto de las devaluaciones
ajustó estructuralmente la balanza comercial, al haberse generados excedentes
muy elevados en 2002-2006.
El balance de las Manufacturas de Origen Industrial tiene una trayectoria
muy diferente. El cuadro 4 ayuda a tener un panorama de la evolución de esta
variable.
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Cuadro 4
SALDO COMERCIAL DE MOI
en millones de dólares
Año
Exportaciones MOI
Importaciones MOI
Saldo comercial MOI
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
8.624
6.952
8.230
8.289
7.601
7.675
9.550
11.881
14.801
28.240
22.899
22.344
17.789
7.683
12.103
19.835
25.287
30.595
-19.616
-15.948
-14.114
-9.500
-82
-4.429
-10.285
-13.406
-15.794
Fuente: INDEC.
En 1998, el desequilibrio entre las exportaciones y las importaciones industriales (MOI) fue de casi 20.000 millones de dólares, lo cual evidencia hasta
qué punto la política de los noventa agravó el funcionamiento tradicionalmente
deficitario en divisas de la producción manufacturera.
Por otra parte, la drástica corrección cambiaria de 2002 llevó a cero la
diferencia entre exportaciones e importaciones MOI, en ese año. En este resultado incidieron tanto la devaluación como la recesión interna, con su secuela de
gran reducción de las compras de insumos y de bienes de equipo del exterior.
Tal situación se revirtió cuando la producción se volvió a poner en marcha. De esta forma, aumentó la producción exportable pero las importaciones
lo hicieron a una tasa superior. Como resultado de ello, el déficit en las MOI
creció cada año y en 2006 ascendió a cerca de 16.000 millones de dólares. Es
así como se produjo una vuelta atrás en la balanza comercial de las manufacturas industriales, a una situación semejante a la registrada durante la
Convertibilidad.
Ahora bien, para analizar los distintos rubros en que se descomponen los
déficit del sector industrial, conviene observar el cuadro que sigue.
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Cuadro 5
SALDO DE DIVISAS DE MOI
en millones de dólares
Saldos comerciales
Rubro
Máquinas, aparatos y material eléctrico
Productos químicos y conexos
Material de transporte terrestre
Materias plásticas artificiales
Metales comunes y sus manufacturas
Restantes Rubros MOI
Total MOI
Total exportaciones argentinas.
1998
2002
2006
-9.134
-2.683
-2.033
-970
-782
-4.014
-19.616
-4.963
-940
-1.123
874
97
1.003
7
-82
16.661
-8.666
-2.812
-1.778
-389
212
-2.445
-15.794
12.409
Fuente: INDEC.
La gran mayoría de los rubros presenta saldos negativos en 1998 y en
2006. Asimismo, los tres segmentos que concentran gran parte del déficit de
MOI continúan siendo los mismos que en 1998: Máquinas, aparatos y materiales eléctricos, Productos químicos y conexos y Material de transporte terrestre,
en ese orden de importancia.
Finalmente, las últimas dos filas del cuadro 5 permiten comparar los resultados de la balanza de las MOI y de la balanza comercial total del país, entre
2002 y 2006. Así, la devaluación pudo corregir el déficit comercial global, pero
no ocurrió lo mismo en el sector externo de la industria, que mantuvo (aunque
con una reducción) el desequilibrio que caracterizó su evolución durante los
noventa.
El estudio de los datos expuestos, permite extraer algunas conclusiones
que resulta adecuado mencionar en este punto, antes de pasar a la segunda
sección del trabajo.
Tras la salida de la Convertibilidad, es posible apreciar un aumento en los
distintos grandes rubros en que se descompone la oferta exportable. Las exportaciones de MOI no fueron una excepción, creciendo, incluso, por encima
del total exportado. No obstante ello, también se verifica un fuerte crecimiento
en las importaciones, que se tradujo en el restablecimiento del desequilibrio en
el balance comercial de MOI. En otras palabras, la actual fase exportadora
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muestra que la industria argentina para nada modificó su estructura deficitaria
en divisas. Esto es así, aún cuando este hecho pueda resultar disimulado por el
boom de precios externos y por la bonanza de las cosechas.
Por otra parte, los resultados de las exportaciones netas industriales muestran el alcance y las limitaciones de la devaluación en los países periféricos.
Carchedi explica que las devaluaciones contribuyen a elevar la competitividad
exportadora, pero a costa de depreciar el valor exportado por el país periférico.
En el caso argentino, además, el crecimiento industrial exportador continúa
siendo dependiente de las divisas del agro, tal como ocurría durante el período
sustitutivo (CARCHEDI, 1993).
Por lo demás, la experiencia argentina contrasta con otras recientes de
América Latina, como el caso de Brasil, cuyo sector productor de manufacturas industriales se convirtió en superavitario en forma permanente después de
la devaluación de 1999.
El valor agregado de las exportaciones argentinas
Analicemos el valor agregado de las exportaciones industriales. Este indicador mide el aporte efectivo del trabajo nacional a las ventas industriales al
mercado mundial. Siguiendo la misma lógica utilizada por Castagnino, el cuadro
siguiente establece un ranking de las industrias exportadoras de MOI de acuerdo a su valor agregado, en base a la Matriz de Insumo-Producto (MIP) de 1997
(CASTAGNINO, 2006).
Cuadro 6
LAS MOI Y SU VALOR AGREGADO NACIONAL (VAN) (*)
en porcentajes
VAN
nacional
Rama
% sobre
MOI 2005
Productos de minerales no metálicos
0,87
0,9%
1,0%
Calzado y sus partes
0,88
0,1%
0,2%
Marroquinería y talabartería
0,89
8,4%
6,9%
Vidrio y productos de vidrio
0,86
0,4%
0,3%
Muebles y colchones
0,86
2,5%
0,9%
Folletos, libros, peródicos y discos, CDs, etc.
0,85
0,7%
0,7%
Prendas de vestir, terminacion y tenidos de pieles
0,84
0,8%
0,9%
Buques, locomotoras y aeronaves
0,83
1,0%
0,5%
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% sobre
MOI 2002
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VAN
nacional
Rama
Tejidos de punto
0,83
% sobre
MOI 2002
0,1%
% sobre
MOI 2005
0,1%
Hilados y tejidos; acabado de productos textiles (*)
0,80
1,8%
1,4%
Fabricación de papel y productos de papel (*).
0,78
3,3%
3,3%
Productos de caucho
0,82
1,7%
1,7%
Fabricación de maquinaria de uso general (*)
0,79
4,4%
3,4%
Procesos de acabado de superficies metálicas (*).
0,80
1,3%
1,2%
Estruc. metalicas, tanques y gen. vapor
0,82
0,4%
0,7%
Fabricación de productos químicos (*).
0,74
9,8%
9,1%
Carrocerias y remolques
0,79
0,1%
0,2%
Metalurgia de no ferrosos
0,80
5,8%
4,8%
Instrum medicos, de precision, opticos y relojes
0,78
1,0%
1,3%
Impresiones y reproduccion de grabaciones
0,77
0,1%
0,1%
Mot., gen. y transf. eléc., y ap. de distrib.
0,74
0,9%
0,7%
Autopartes
0,77
6,1%
7,2%
Industrias basicas de hierro y acero
0,75
12,5%
12,4%
Maquinaria de uso especial
0,73
1,8%
1,7%
Productos de plastico
0,74
1,8%
2,7%
Acum., pilas y bat. primarias, lámparas y eq. ilum.
0,73
0,9%
0,9%
Otras industrias menufactureras
0,69
0,3%
0,2%
Sustancias químicas básicas, excepto abonos.
0,69
12,3%
14,0%
Hilos y cables aislados
0,68
0,2%
0,3%
Tubos y transmisores de radio, TV y telefonía
0,64
0,3%
0,1%
Fibras sinteticas manufacturadas
0,64
0,9%
0,5%
Motocicletas, bicicletas y otros tipos de transporte
0,62
0,1%
0,0%
Maquinas de oficina e informatica
0,58
0,5%
0,2%
Receptores de radio y TV
0,56
0,4%
0,3%
Fertlizantes y plaguicidas
0,52
2,2%
3,0%
Vehiculos automotores
0,50
Total MOI
VALOR AGREGADO NACIONAL
14,2%
16,9%
100,0%
100,0%
0.72
0.71
(*) Elaboración propia en base a Castagnino (2006), matriz de insumo-producto
1997 (INDEC) y datos del CEP.
Este cuadro muestra que algunas ramas exportadoras de bajo valor agregado nacional detentan una importancia significativa dentro del total exportado
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de MOI. En segundo término, evidencia que una paridad marcadamente más
favorable no ha servido para corregir este problema, puesto que entre 2002 y
2005, la composición de valor agregado de las MOI no se ha modificado en lo
sustancial (retrocedió levemente de 72% a 71%).
En tal sentido, se destaca la evolución exportadora de dos ramas, cuyo
crecimiento ha contribuido a que se mantenga este perfil exportador de muy
débil incorporación local de valor. Una de ellas es la de productos químicos. La
otra es la automotriz, cuyas exportaciones explican, como se vio anteriormente,
gran parte del aumento de las MOI en 2005 y en 2006, además de ser la rama
que en el ranking de valor agregado manufacturero figura en el último lugar. La
industria automotriz, que está beneficiada por tratamientos aduaneros e
impositivos especiales, se caracteriza por una baja integración de autopartes
nacionales.
Un último dato también aporta una idea de la vulnerabilidad industrial,
esta vez, en el marco regional (cuadro 7). La balanza comercial argentina (exportaciones totales menos importaciones totales) presenta un saldo positivo con
la mayoría de los países del mundo.
Cuadro 7
BALANZA COMERCIAL ARGENTINA TOTAL Y CON BRASIL
en millones de dólares
Totales
Brasil
Año Exportaciones Importaciones Saldo Exportaciones Importaciones Saldo
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
26.441
23.333
26.341
26.610
25.651
29.484
34.576
40.106
46.569
31.404
25.508
25.280
20.321
8.990
13.813
22.445
28.689
34.159
-4.963
-2.175
1.061
6.289
16.661
15.671
12.130
11.418
12.409
7.949
5.690
6.990
6.206
4.848
4.608
5.605
6.328
8.152
7.055
5.596
6.443
5.230
2.517
4.701
7.567
10.187
11.992
895
93
547
975
2.331
-93
-1.962
-3.859
-3.840
Fuente: INDEC.
Sin embargo, registra un saldo muy negativo (en 2005 y en 2006, cercano
a los U$S 4.000 millones) con su mayor socio del Mercosur, el Brasil, eviden16 •
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ciando que, a pesar de que la paridad peso/real es netamente favorable para la
Argentina, el sistema productivo no parece capaz de revertir la falta de
competitividad de cada rama industrial con respecto a ese país.
Este hecho constituye una seria dificultad para la actual estrategia de
integración del gobierno, que resiste los acuerdos con el ALCA y busca apoyarse en el Mercosur. Sin embargo, la imposibilidad de revertir en estos cinco
años tales desequilibrios determina la existencia de una fuente objetiva de colisiones y de conflictos con Brasil.
Las debilidades del perfil exportador
El panorama trazado muestra una estructura industrial exportadora que
mantiene desequilibrios que son de larga data y que fueron analizados, décadas
atrás, por los teóricos del ciclo argentino, como Braun y Diamand. Las políticas
aplicadas desde 2002 no han conseguido corregir estos problemas, ni siquiera
en forma parcial. Las dificultades más grandes se relacionan con el déficit
estructural de divisas en las exportaciones MOI y con una integración muy
débil de valor agregado, que condicionan la perspectiva de un perfil exportador
manufacturero dinámico.
Esto significa que la reestructuración operada a partir de 2002 tuvo éxito
en algunos planos. Tal es el caso del ajuste de las variables macroeconómicas,
como el superávit fiscal, el tipo de cambio y las metas monetarias. Este ajuste
resulta decisivo, a su vez, para el mantenimiento de una elevada rentabilidad
exportadora. Pero a cinco años de estas modificaciones, el sistema industrial
sigue exhibiendo serias distorsiones, que en algunos casos presentan una magnitud semejante a las de la década del noventa. Estas debilidades nos conducen
a la otra dimensión analizada en este trabajo: la ampliación de la base productiva del país.
II. Las inversiones
La política puesta en marcha en 2002 ha garantizado a los capitalistas de
la industria y del agro un fuerte incremento en sus márgenes de ganancia. ¿En
qué medida se canalizaron tales beneficios sobre la acumulación reproductiva?.
Entre 2002 y 2006, las tasas de crecimiento anual fueron muy elevadas y, como
proporción del PBI, la inversión fija total subió del 11% a alrededor del 22%.
Este gran salto permitió que la relación relación inversión/PBI recuperara
los niveles de precrisis, de 1998. Pero, si se presta atención a la distribución de
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este coeficiente de inversión, entre construcciones y capital reproductivo, del
cuadro 8, se advierte que en la actualidad el panorama es menos favorable que
en aquel entonces. Así, la inversión en construcciones (de la cual el 60% consiste en construcción residencial) exhibe en 2006 un valor de 13,2% del PBI
frente al 11,7% de 1998.
Cuadro 8
INVERSION BRUTA FIJA. 1998 y 2006 (*)
en porcentajes
Participación en el total
1998
Inversión bruta total
1. Construcción
2. Equipo durable
Nacional
Importado
100,0%
56,4%
43,6%
20,1%
23,5%
Niveles en % del PBI
2006
1998
2006
100,0%
62,8%
37,2%
16,0%
21,2%
20,8%
11,7%
9,1%
4,2%
4,9%
21,0%
13,2%
7,8%
3,4%
4,4%
(*) segundo trimestre de cada año.
Fuente: INDEC.
Por su parte, los niveles de gasto en equipo durable de producción rondan
en 2006 el 7,8% del PBI frente a un valor del 9,1% en 1998. Ello significa que
el gasto en capital reproductivo, que representa el rubro que determina en forma directa el aumento de la capacidad, es todavía inferior al de aquellos años
de la Convertibilidad.
Además de los datos de la inversión que surgen de las cuentas nacionales,
si se analizan las cifras de importaciones de bienes de capital, también se evidencian limitaciones en el actual proceso de inversión (cuadro 9). En 1998, el
equipo de inversión para la industria manufacturera (U$S 2.727 millones) equivalía al 32,1% de los bienes de capital importados por el país.
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Cuadro 9
IMPORTACIONES DE BIENES DE CAPITAL
en millones de dólares y en porcentajes
Año
1998
2005
2006 (*)
Totales
Industria
Industria/Total
8.499
7.011
7.372
2.727
1.590
1.810
32,1%
22,7%
24,6%
(*) primer semestre anualizado
Fuente: Ministerio de Economía.
Pero en 2006, el equipo para la industria (U$S 1.810 millones) constituye
sólo el 24.6% de las adquisiciones de bienes extranjeros de capital. Como contrapartida, se registró un incremento sustancial, entre otras, de las importaciones de equipo de comunicaciones. Esto significa que el gasto en maquinaria
importada se encuentra por debajo de los años de la Convertibilidad y que tal
rezago se verifica a pesar de que la tasa de ganancia en la industria es superior
a la vigente en los noventa.
En algunas ramas manufactureras, la falta de inversiones determina que
se esté operando al límite de la capacidad, como en textiles y metales, con la
consiguiente restricción sobre las posibilidades de producción. Además, la insuficiencia de las inversiones tiene un carácter muy serio en el sector energético.
La perspectiva de un racionamiento de energía está obligando a las empresas
industriales a afrontar costos elevados para procurarse fuentes alternativas y a
reprogramar sus planes de producción.
¿Cuál debería ser el coeficiente de inversión de hoy en la
Argentina?
Veamos, asimismo, un aspecto cuantitativo de la acumulación reproductiva.
Para muchos economistas, incluso para algunos cercanos al gobierno (Curia,
González Fraga), los valores actuales de la acumulación son insuficientes y el
coeficiente inversión fija/PBI debería llegar al 25% o al 26%. El propio gobierno en un documento que trata sobre el “perfil productivo” hizo referencia, a
fines de 2006, a la necesidad de un coeficiente del 25%.
Estos cálculos se basan en la hipótesis de que en la Argentina la depreciación del capital equivale anualmente el 13% del PBI. Con un coeficiente de
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inversión del 22%, ello arroja una acumulación neta del 9% del PBI. Por otra
parte, la relación capital/producto tiene un valor estimado de 2,5 (esto es, la
relación producto por unidad de capital es de 0,4). En base a estos números, se
tiene que un aumento del stock del capital del 1% anual posibilitaría que el PBI
crezca en 0,4%.
Por consiguiente, con una acumulación neta equivalente al 9% del PBI,
éste podría crecer anualmente al 3.6%. En consecuencia, un crecimiento anual
del producto del 6% podría ser obtenido sólo con un mayor esfuerzo inversor,
que lleve el coeficiente al 28%. Si bien se trata de cifras estimadas y que,
además, un uso más eficiente de las inversiones podría bajar aquel requerimiento del 28%, este ejercicio ilustra la discusión que se plantea en torno a la
magnitud que debe tener hoy la inversión. Como se observa, tras cinco años de
una gran recuperación del producto, el país no ha podido obtener ritmos considerados satisfactorios de crecimiento del capital.
¿Quién va a liderar las inversiones?
Si bien el gobierno de Kirchner reconoce la necesidad de que se profundice el proceso de acumulación, nunca se ha discutido cuáles sectores del bloque dominante deberían tomar la iniciativa.
Difícilmente la actual “brecha” pueda ser cubierta por el sector público
porque la Argentina privatizó todas sus empresas productivas en los noventa y,
además, porque la política de superávit fiscal permanente asigna una chance
muy baja a que el gobierno encare ese cometido. No parece probable, tampoco, que los capitalistas “nacionales”, en los cuales Kirchner había depositado
una cierta confianza en el primer tramo de su gestión, puedan garantizar aquel
proceso. Ello es así por dos razones: por su posición debilitada en el bloque
dominante y por su baja propensión histórica a la acumulación. Con respecto a
lo primero, la Argentina es un país semiindustrializado con una muy elevada
presencia del capital transnacional. De acuerdo a las estadísticas oficiales, el
66% de la facturación de las 500 empresas más grandes está en manos de
firmas extranjeras y ese porcentaje es aún mayor en la industria. Esto muestra
que los capitalistas locales tienen a su cargo sólo una fracción del aparato
productivo y de las posibilidades de inversión.
Por otra parte, su baja capacidad de acumulación ha constituido una de
las claves históricas del atraso argentino. Es cierto que, en su gran parte, estos
capitalistas hoy se despojaron del lenguaje neoliberal dominante en los noventa
y que algunos de esos grupos continúan ampliando su base productiva y acre-
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centando sus negocios a partir de diversos estímulos fiscales, pero no hay indicios de que ese sector esté dispuesto a traer una parte de sus fondos radicados
en el exterior (U$S 120.000 millones) para poder cubrir esa brecha de inversión
o, por lo menos, para tomar la delantera en el proceso de acumulación.
Si tenemos en cuenta que la pequeña y mediana empresa tiene una gravitación todavía menor, esto hace ver que la parte sustancial de la inversión debería recaer en las multinacionales. Pero cuando vemos su actual comportamiento inversor, surgen algunos interrogantes ya que en los años posteriores al default,
las inversiones extranjeras en nuestro país han sido relativamente bajas, comparadas con las del resto de América Latina. En 2005, de acuerdo al cuadro 10,
la Argentina recibió flujos de capital por 4.662 millones de dólares, equivalentes
al 5.9% de la inversión directa total dirigida a América Latina, siendo largamente superada por México (22.7% del total), Brasil (19.3%), Colombia (13.0%) y
Chile (9.2%).
Cuadro 10
INVERSION EXTRANJERA DIRECTA
en millones de dólares y en porcentajes
Promedio anual
América Latina
Argentina
% sobre A. Latina
Brasil
% sobre A. Latina
México
% sobre A. Latina
Flujo
1991-1995
1996-2000
2005
22.400
3.782
16,9%
2.477
11,1%
6.805
30,4%
82.140
11.561
14,1%
24.000
29,2%
12.708
15,5%
78.600
4.662
5,9%
15.193
19,3%
17.805
22,7%
Fuente: Cepal.
Por otra parte, esta baja participación actual en el total de América Latina
contrasta con la proporción que mantuvo la Argentina en los años noventa, que
fue del 16.9% en 1991-95 y del 14.1%, en 1996-2000.
Un factor negativo adicional es la baja tasa de reinversión de utilidades de
las empresas extranjeras radicadas en el país. El monto de esas utilidades ascendió de U$S 530 a U$S 3.831 millones, entre 2001 y 2005. Pero sólo el 13%
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del total de las utilidades fue reinvertido en el país, frente a una proporción
cercana al 30% en el período 1992-2000. Una manifestación de este menor
ritmo de radicaciones es la actual paralización de algunos emprendimientos
productivos en insumos industriales básicos (siderurgia, química, petroquímica).
Por su parte, el gobierno se ha planteado una política de atracción a la
inversión directa, dada la alta gravitación del capital extranjero en la industria y
en las exportaciones. Esta estrategia ha tomado impulso últimamente tras la
renegociación de la deuda externa y después de haberse avanzado en la solución de conflictos con las empresas extranjeras de servicios públicos. Ya en
2004, el gobierno extendió subsidios a firmas extranjeras (automotriz, entre
otras) a través de la Secretaría de Industria. A su vez, los ministros de Vido y
Miceli hablan de la necesidad de contar con inversiones foráneas y en 2006, el
presidente Kirchner lo reafirmó en Wall Street. También en 2006 el gobierno
otorgó ventajas impositivas a las empresas multinacionales del área petrolera
para acrecentar la producción.
A modo de síntesis: ¿Es suficiente el “orden” macroeconómico
para crecer a tasas sostenidas?
La salida de la crisis de 2002 se verificó a través de una extensiva reestructuración de la economía, que incluyó un descenso del salario real con respecto a los ya deprimidos niveles de la década del noventa. Asimismo, se obtuvieron elevados superávits de balanza comercial y de las cuentas fiscales.
A partir de estas modificaciones la economía se puso en marcha a mediados de 2002 en base a aumentos del consumo y de la inversión, y ya en 2005 se
habían superado los niveles del producto previos a la crisis (1998). Esta tendencia expansiva se proyecta hacia el futuro y plantea la perspectiva de que el
capitalismo argentino pueda estar frente a un proceso de crecimiento de largo
plazo.
Las secciones anteriores tuvieron por objetivo relevar los factores que
impulsan esta nueva situación y examinar sus posibilidades. Entre 2002 y 2006,
la Argentina aprovechó las condiciones favorables internas y del mercado mundial para incrementar sus exportaciones primarias e industriales. Sin embargo,
este “salto exportador” puso en evidencia algunos rasgos de su estructura manufacturera desequilibrada, que han resurgido con todo vigor en esta nueva
etapa.
En primer lugar, la producción industrial es muy dependiente de las importaciones de bienes de equipo y de insumos intermedios, tal como se refleja en la
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balanza de divisas, que vuelve a ser deficitaria y que no difiere, en lo fundamental, de la existente durante la Convertibilidad. En segundo término, la oferta
exportable se ha visto liderada por aquellas ramas que presentan un menor
valor agregado, de acuerdo a la matriz de insumo-producto.
La inversión reproductiva es otra cuestión importante que el gobierno
tiene por delante. A pesar del considerable incremento del coeficiente inversión
fija/PBI, en el rubro maquinaria y equipos todavía es inferior al de 1998. ¿Qué
sectores del bloque dominante asumirán este proceso?. Como se ha visto, la
estructura productiva argentina se encuentra fuertemente transnacionalizada,
pero la inversión extranjera directa ha mostrado un crecimiento moderado en
los últimos años. Por otra parte, los capitalistas “nacionales” ocupan un espacio
limitado en la producción y su protagonismo en la inversión ha dependido tradicionalmente del subsidio estatal.
¿Podrá el Gobierno revertir esta situación?. Por ahora, no ha aclarado
cómo intentará hacerlo, aún cuando durante 2006 ha intensificado su empeño
en atraer inversiones del exterior. En la medida en que esas radicaciones se
demoren, la “salida exportadora” tenderá a descansar cada vez más en el sector primario y en los recursos naturales y ello naturalmente repercutirá sobre su
sector industrial, en términos de límites sobre el empleo y la integración productiva.
Los cambios operados a partir de 2002 plantean una dimensión que no ha
sido tratada a lo largo del presente trabajo, pero que constituye uno de los ejes
del actual proceso. Se trata del costo de esta reestructuración, expresada en
términos de la distribución del ingreso y de la pobreza. Es cierto que el crecimiento del PBI ha posibilitado una recuperación cíclica de los salarios, pero
todavía en 2006 el salario real es más bajo que el vigente durante el gobierno de
Carlos Menem. Además, la pobreza es un fenómeno extendido que golpea a
casi un tercio de la población. Esta situación nos coloca ante una inquietante
pregunta frente a los “éxitos” de la política de Kirchner. ¿Cuál será la actitud
futura de los trabajadores frente a un proyecto que, tras años de expansión
sostenida, mantiene los actuales niveles de bajo salario real y miseria popular?.
Abstract
The changes experienced by the economy in Argentina, since the early months of
2002, opened the way to a long cycle of output and industrial expansion, with very high
rates of growth. But although these achievements, a number of problems from the past
remain unsolved. The trade balance for manufactured goods shows huge and persistent
deficits, similar to those registered in the nineties. Besides, the “jump” achieved by
industrial exports is based, primarily, on activities with a rather low value added. Finally,
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fixed gross investment has recovered, but after five years, its level is below those
targeted by the government.
Key words: Export growth, Investment, Trade deficit.
Referências bibliográficas
BERCOVICH, Alejandro y GIGLIANI, Guillermo. Productividad y salarios reales en la
“era Kirchner”. Buenos Aires: Anuario EDI, 2006.
CARCHEDI, Guglielmo. Frontiers of Political Economy. Londres,:Verso, 1993.
CASTAGNINO, Tomás. Contenido tecnológico y diferenciación de producto de las
exportaciones argentinas. Revista del Centro de Estudios Internacionales (CEI),
Nº 5. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, 2006.
Notas
1
Las MOA incluyen fundamentalmente a actividades agroindustriales y de producción de alimentos, mientras que las MOI engloban al mayoritario resto de manufacturas industriales.
2
Cabe destacar que este segmento (cuyos principales sub-rubros son Petróleo crudo y Carburantes, grasas y aceites y lubricantes) había incrementado fuertemente su participación en las
exportaciones argentinas en los años correspondientes a la última recesión; así, entre 1998 y 2002
su cuota casi se duplicó, al pasar de 9,3% a 18,1%, para ubicarse en los años siguientes en valores
siempre superiores a 16%.
3
El segmento Restantes rubros incluye los siguientes rubros a 3 dígitos: Caucho y sus manufacturas,
Manufacturas de cuero y marroquinería, Papel, cartón, impresos y publicaciones, Textiles y
confecciones, Calzado y sus partes y componentes, Manufacturas de piedra, yeso, etc, Piedras
y metales preciosos, Vehículos de navegación, aérea, marítima y fluvial y Resto de MOI.
4
Dentro de Material de transporte terrestre, adquieren una notable importancia las ventas al
exterior de vehículos automotores.
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