La trayectoria de Francisco Rio de la Loza en la sección de química

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REVISTA
MEXICANA
DE CIENCIAS
FARMACÉUTICAS
Trabajo científico
La trayectoria de Francisco Río de la Loza en la Sección de
Química Analítica del Instituto Médico Nacional
The trajectory of Francisco Río de la Loza in the Analytical Chemistry Section
of the Instituto Médico Nacional
Liliana Schifter Aceves,1 Angélica Morales Sarabia.2
2
Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades,
Universidad Nacional Autónoma de México.
1
Resumen
El objetivo de este trabajo, es analizar la actividad científica de Francisco Río de la Loza, uno de los farmacéuticos más
destacados del Instituto Médico Nacional (IMN). Asimismo, se examinará su participación en las exposiciones universales y
conmemorativas más relevantes del siglo XIX, a partir de la revisión de diversas publicaciones de la época. Los resultados
obtenidos por los farmacéuticos, médicos y químicos que conducían sus investigaciones en instituciones científicas de enorme
prestigio como el IMN, constituyen un legado científico y cultural sin precedente que mantiene su vigencia hasta nuestros días.
Abstract
The objective of this study is to analyze the scientific activity of Francisco Rio de la Loza, one of the most prominent pharmacists
of the Instituto Médico Nacional (IMN). Our paper will also consider his participation in the most relevant universal and
commemorative exhibitions of the XIXth century based on the analysis of publications of the time. The results obtained by
pharmacists, physicians, and chemists that conducted their research in scientific institutions of great prestige as the IMN,
constitute a scientific and cultural legacy without precedent in Mexico which maintains in force to the present day.
Palabras clave: Francisco Río de la Loza, Instituto Médico
Nacional, plantas medicinales, farmacia mexicana, siglo XIX,
exposiciones universales.
Correspondencia:
Dra. Liliana Schifter Aceves
Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco
Calzada del Hueso 1100, Col. Villa Quietud, C.P. 04960,
Delegación Coyoacán, México D.F.
Tel 54837338
email: [email protected]
Key words: Francisco Río de la Loza, Instituto Médico
Nacional, medicinal plants, mexican pharmacy, XIXth
century, universal expositions
Fecha de recepción: 06 de septiembre de 2012
Fecha de recepción de modificaciones:
18 de diciembre de 2012
Fecha de aceptación: 11 de enero de 2013
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Introducción
El Instituto Médico Nacional, inaugurado en la Ciudad de
México en 1888, fue sin lugar a dudas, el centro de
investigación más importante sobre plantas medicinales del
siglo XIX y la primera década del siglo XX. La institución logró
concentrar a la élite científica de la época, entre ellos a
Francisco Río de la Loza, uno de los químicos y farmacéuticos
mexicanos más destacados de este periodo.
En el IMN, Río de la Loza fue Jefe de la Sección de Química
Analítica durante diez años (1891-1901), y tuvo bajo su
responsabilidad el estudio de diversas sustancias
medicamentosas derivadas de aguas minerales, suelos, animales
y plantas. Es importante destacar que el estudio de las plantas
medicinales y sus aplicaciones terapéuticas, constituyó la
principal línea de investigación de la farmacia mexicana
durante el siglo XIX. En esta investigación se pondrá especial
énfasis en sus aportaciones al estudio de las plantas medicinales
dentro de esta Sección. Por otra parte, también nos ocuparemos
de sus contribuciones fuera del laboratorio, tal es el caso de su
participación en los trabajos sobre plantas y sus preparaciones
medicinales, para las exposiciones universales y
conmemorativas más relevantes de la época.
Material y método
Las fuentes primarias consultadas en este trabajo incluyen las
revistas oficiales publicadas por el IMN como El Estudio y Los
Anales del Instituto Médico Nacional, además de los 5
volúmenes de los Datos para la Materia Médica Mexicana.
Este texto también fue elaborado por el IMN y constituye la
principal publicación acerca de plantas medicinales de su
tiempo. Por otra parte, se consultó la tercera edición de la Nueva
Farmacopea Mexicana de 1896, para determinar las
aportaciones de Francisco Río de la Loza a dicho texto. Para el
tema de las exposiciones se consultó el Catálogo de la Sección
de México (t. I y II) de la Exposición Histórico-Americana de
Madrid, la revista Anales del Museo Nacional y el Fondo de
Exposiciones del Archivo General de la Nación. La
delimitación temporal de la investigación coincide con la
trayectoria de Francisco Río de la Loza en el IMN, por lo que
comienza en 1890 y termina alrededor de 1901 con la muerte de
nuestro biografiado.
Resultados y discusión
Los primeros años (1856-1890)
Francisco Río de la Loza Miranda nació en la Ciudad de México
el 23 de enero de 1856 y murió el 9 de noviembre de 1901 tras
lo que sus cronistas definieron como “una breve y aguda
dolencia de rápidos avances que lo paralizaron física e
70
intelectualmente”.1 Hijo del ilustre Leopoldo Río de la Loza y
María Valenta Miranda, fue el primogénito del segundo
matrimonio de su padre, que desde niño lo llevó a su laboratorio
para familiarizarlo con los instrumentos y accesorios propios de
la química. La impresión que Don Leopoldo causó sobre
Francisco fue profunda, en 1874 decidió seguir sus pasos y se
inscribió a la Escuela Nacional de Medicina para cursar los
estudios de farmacia.
Don Leopoldo murió dos años después, en 1876, habiéndolo
nombrado su albacea testamentario y heredero de algunos de
sus compromisos. Como veremos más adelante, junto con estas
obligaciones, también le transfirió contactos y relaciones con el
régimen porfirista que a la postre fueron definitorios en su
trayectoria profesional. Ese mismo año, Francisco participó
como miembro de la comisión mexicana en la Exposición
Universal de Filadelfia bajo la dirección del farmacéutico
Alfonso Herrera. Poco tiempo después, en 1877, obtuvo su
título de farmacéutico con una tesis acerca del estudio del
colorín, tema propuesto y dirigido por el mismo Herrera.
Esta tesis fue un trabajo de tipo teórico-experimental que
abarcó la historia, usos vulgares y distribución geográfica de la
planta, además de su descripción y clasificación botánica.
Asimismo, incluyó el análisis químico de las semillas y el
método de aislamiento del principio activo principal, bautizado
por Francisco Río de la Loza como Erythrocoraloidina, así
como también la descripción de sus características
fisicoquímicas, organolépticas y su composición química
cuantitativa. El estudio de Río de la Loza sobre el colorín fue
reconocido en México y en el extranjero. Aparece
repetidamente citado en otros trabajos relacionados con la
planta y fue retomado en las investigaciones del doctor
Fernando Altamirano, que estudió la acción fisiológica de las
semillas de colorín en diversas especies de animales.
Tras obtener su título, Río de la Loza viajó a Europa para
completar su instrucción y especializarse en química industrial.
Por su pericia en el análisis químico, a su regreso, la oficina de
Côntrole Chymique con sede en París, lo nombró como su
Secretario en México.2 Ya en su nuevo cargo emprendió
numerosas iniciativas para establecer un laboratorio de control
químico de alimentos y bebidas en nuestro país, e incluso
consiguió un subsidio del gobierno, pero no llegó a culminar
esta empresa y el laboratorio nunca se estableció.
En 1890 ingresa como Profesor de la Segunda Sección de
Química Analítica del IMN; posteriormente sería nombrado
Jefe de la Sección, posición que ocupó de forma intermitente
hasta su muerte en 1901. Siendo ya miembro del IMN, en 1898
fue nombrado Profesor de Física y Química de la Escuela
Normal para Profesores, cargo que desempeñó hasta que su
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estado de salud lo imposibilitó. Fue miembro de sociedades
científicas nacionales y extranjeras y tuvo corresponsales en
México y en Europa. Además de sus artículos científicos y sus
aportaciones a los textos del IMN y la Farmacopea, fue autor de
un Tratado de Química pensado como libro de texto para la
Escuela Normal y otro acerca de los productos químicos del
país que desafortunadamente quedaron inéditos.
Algunas características de la red de científicos en torno al
IMN
Francisco Río inicia su carrera profesional con el apoyo de una
red de farmacéuticos especializados en el estudio de la materia
médica mexicana. Ya en su tesis agradecía los consejos y la
ayuda de Alfonso Herrera y Gumesindo Mendoza. Estos
destacados farmacéuticos del siglo XIX, se distinguieron por
sus trabajos sobre plantas medicinales mexicanas.3 A lo largo
de su vida, Mendoza formó parte de numerosas instituciones
educativas, científicas, culturales y gubernamentales. Tal es el
caso del Museo Nacional que presidió durante siete años, y la
Escuela Nacional de Medicina, donde fue profesor de química
analítica en la década de 1880. Fue un autor prolífico de
artículos científicos y colaborador muy cercano de Herrera con
el que publicó varios trabajos en conjunto en la Gaceta Médica
y otros periódicos de la época.4 No menos importante fue la
relación que mantuvo Francisco Río de la Loza con Fernando
Altamirano quien fue director del IMN desde la fundación de
este establecimiento hasta 1908, año en que falleció. Altamirano
colaboró en la Segunda Sección de Química Analítica del IMN
de forma intermitente. Ambos eran farmacéuticos lo que
necesariamente los llevó a tener una relación de trabajo
sumamente estrecha.
Algunos de los integrantes de la primera generación de
profesores que se sumaron al IMN como el propio Francisco
Río de la Loza, provenían de familias en la que uno o varios de
sus integrantes formaban parte de los proyectos de educación y
de salud de la época. Entre ellos podemos nombrar a los
Ramírez, a los Herrera y a los Altamirano. José Ramírez fue
Secretario del Consejo Superior de Salubridad y Jefe de la
Primera Sección de Historia Natural del IMN, su hermano
Román fue profesor de la Escuela Nacional de Agricultura, y de
la Escuela Nacional de Jurisprudencia y también colaboró con
el Museo Nacional. Para esta institución escribió Catálogo de
anomalías coleccionadas en el Museo Nacional (1896). Por su
parte Ricardo Ramírez fue integrante de la Sociedad Mexicana
de Historia Natural (SMHN) y colaborador intermitente del
IMN. Por otro lado, los hijos de Alfonso Herrera también
contribuyeron con el IMN. Alfonso Luis Herrera participó en
los primeros años de esta institución, como Ayudante de la
Primera Sección de Historia Natural. Más tarde, impulsó sus
propios proyectos vinculados con la creación de la Sección de
Biología del IMN (1909-1911), de la cual fue nombrado jefe.
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Fuera del IMN propuso la creación de la Comisión de
Parasitología Agrícola (1900) y de la primera cátedra de
Biología en la Escuela Normal (1902). Años más tarde, su
hermano el arquitecto Carlos Herrera participó en la
construcción de las nuevas instalaciones del IMN, ubicadas en
la avenida Balderas y la calle de Ayuntamiento en la ciudad de
México. Finalmente, no podemos dejar de mencionar a los
Altamirano. Su principal representante fue
Fernando
Altamirano, que como ya hemos mencionado, presidió la
institución durante casi dos décadas además de colaborar con la
segunda sección. También participó su hijo, Rafael Altamirano,
que trabajó en la Sección de Química Analítica en calidad de
estudiante con funciones de Perito Agrónomo (1906) y más
tarde fue nombrado bibliotecario encargado de las
publicaciones del IMN (1908). Existe también el registro de la
presencia de A. Altamirano, que aparece como ayudante en la
Sección Cuarta de Terapéutica Clínica (1906). A todos ellos los
encontramos colaborando en un mismo espacio o en diversas
instituciones. Señalamos esto, ya que nos arroja luz sobre las
características de la comunidad de este establecimiento; una
nueva generación de investigadores jóvenes, que supo
aprovechar el legado intelectual de sus progenitores y su
cercanía con el poder. La confluencia de estos dos factores,
influyó de forma definitiva en sus trayectorias profesionales y
les permitió contar con recursos suficientes para trabajar con
cierta libertad. La creación del IMN fue un proyecto que hoy en
día reconocemos inédito dentro de la ciencia mexicana. Los
resultados obtenidos por esta generación de médicos, químicos,
farmacéuticos y naturalistas no tienen precedentes. Fueron los
responsables de publicar los textos acerca de materia médica y
farmacología mexicanas más completos escritos hasta ese
momento; uno de esos científicos fue Francisco Río de la Loza.
Los trabajos desarrollados en forma colectiva por las diferentes
secciones del IMN y las aportaciones individuales de algunos
de sus miembros, pueden consultarse en el periódico El Estudio;
publicación semanal que funcionó como su órgano de difusión
entre 1889 y 1893. A partir de esa fecha, fue remplazado por los
Anales del Instituto Médico Nacional que estuvo en circulación
hasta 1914, año en que se publicó el tomo correspondiente al
número XII (1912-1914).5
El primer tomo del semanario refleja claramente la situación del
Instituto durante sus primeros años. En este periodo el IMN
trabajó en condiciones poco favorables.
Los materiales y los equipos escaseaban y las instalaciones eran
inadecuadas e insuficientes, especialmente los laboratorios, es
por ello que la prioridad de los trabajos fue inicialmente la
adecuación de los espacios físicos. Por otra parte, las plantas
medicinales que llegaban hasta el IMN lo hacían en cantidades
insuficientes o en malas condiciones, por lo que se avanzaba
muy lentamente.
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Los artículos publicados en El Estudio durante este periodo, son
en su mayoría reproducciones de textos extranjeros, los temas
abarcan la descripción de formulaciones novedosas y las
técnicas químicas de separación y extracción de compuestos
químicos a partir de vegetales. Sin embargo también aparecen
algunos trabajos que se realizaban en el IMN, un ejemplo es el
artículo sobre el matarique en el cual se describe
minuciosamente la planta y la técnica de extracción de sus
principios activos a partir de un método desarrollado por Río de
la Loza. En este trabajo también participa Altamirano, quien
reporta los resultados de pruebas preclínicas realizadas en
animales y algunas aplicaciones terapéuticas en pacientes.6
A partir del 15 de agosto de 1890, las oficinas de El Estudio se
mudan definitivamente al IMN y paulatinamente, sus páginas
comienzan a llenarse con los trabajos del Instituto. Para
noviembre del mismo año apareció publicado el Reglamento de
la institución y su organización, quedando constituido por 5
secciones que trabajaban de forma independiente:
1) Historia Natural Médica, 2) Química Analítica, 3) Fisiología
Experimental, 4) Terapéutica Clínica, 5) Climatología y
Geografía Médica.
En el artículo 31 de dicho reglamento, se especificaba que para
ser profesor de cualquiera de estas secciones, se necesitaba
tener título legal de médico-cirujano, farmacéutico o veterinario
desde hacía por lo menos 5 años, haberse dedicado con
predilección al género de estudios correspondientes a la plaza
vacante, haber sido propuesto por la Dirección del Instituto a la
Secretaría de Fomento y ser nombrado por el Supremo
Gobierno.7
Las distintas secciones del Instituto trabajaban de manera
simultánea con las mismas plantas; la primera se encargaba de
su descripción botánica e histórica, la segunda de los estudios
químicos de la misma, así como de la extracción de sus
principios activos en un vehículo adecuado. En la tercera se
conducían pruebas farmacológicas en animales, y en la cuarta se
llevaban a cabo ensayos en humanos. Aquí hay que hacer
referencia al Hospital de San Andrés, donde se llevaban a cabo
las pruebas. Finalmente, la quinta sección trabajaba sobre
aspectos relacionados con las zonas geográficas y las
condiciones climatológicas para el correcto desarrollo de las
especies de interés.8 Es importante mencionar que la segunda
sección también funcionaba como gabinete de análisis y oficina
de farmacia. Esta última se mudó posteriormente al Hospital de
San Andrés con la intención de dar un servicio más eficiente a
la cuarta sección de Terapéutica Clínica.
Las secciones trabajaban de acuerdo a un plan anual establecido
por el propio Instituto, y un programa específico por cada
sección.
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Durante 1890, la segunda sección estuvo muy activa ya que se
prepararon las siguientes formas farmacéuticas: extracto de
cocolmeca, de pambotano, de chocolon, tlalocopetate, sangre de
drago y de Perú, así como otras tinturas y aguas destiladas. Por
otro lado se avanzó en los estudios acerca de la sustancia
azucarada del hueso del aguacate, sobre la yerba del burro y el
pañete y también se estudió el yoloxochitl, el zoapatli, el
estafiate y el encino borracho. Algunas de estas plantas
siguieron siendo las protagonistas de los trabajos en el IMN
para el año siguiente, tal y como lo demuestra el programa anual
de 1891.9
Tabla 1. Plantas indígenas estudiadas en el IMN durante 1891
Yoloxochitl
Nopalillo
Zoapatli
Yerba de la Puebla
Colorín
Añil
Yerba del Burro
Llora sangre
Matarique
Quina de Michoacán
Guaco
Pambotano
Programa anual para la segunda sección En El Estudio. Semanario en
ciencias médicas, 1891; IV (1):105
En ese año se continuaron los estudios sobre el tlahuile, la anona
morada, la artemisa, las lobelias, el periquillo y la contrayerba.
Asimismo se llevaron a cabo análisis elementales de muestras
de aguas potables y minerales provenientes de todo el país.10
Durante este período, existe en la segunda sección, un
predominio de los trabajos de preparación de extractos y
elixires para ser utilizados por las demás secciones del IMN.
Esta actividad requería de mucho tiempo, por lo que las demás
investigaciones iban retrasándose. Como ya mencionamos,
eventualmente la oficina de Farmacia saldría de la segunda
sección hacia el Hospital de San Andrés desahogando parte del
trabajo.
Entre los artículos publicados en El Estudio durante 1891, sobre
las nuevas plantas medicinales, destaca uno de Río de la Loza
acerca de las características químicas y posibles aplicaciones
terapéuticas de la cáscara amarga. Sus resultados y conclusiones
estaban respaldados por los numerosos ensayos experimentales
que había realizado en su laboratorio tal y como dejó asentado
en sus informes de actividades publicados en los Anales del
Instituto Médico Nacional, texto oficial del IMN.11
Por otra parte, durante estos primeros años, también
encontramos a Río de la Loza fuertemente involucrado en la
remodelación del laboratorio de Química Analítica. En 1892,
enunciaba en su informe un listado de problemáticas que iban
desde la readaptación de los espacios asignados a la sección,
con miras a mejorar su funcionamiento; hasta la incapacidad de
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responder a las exigencias de los ministerios por falta de equipo,
de personal y de tiempo. Los espacios físicos durante esta
primera época fueron inadecuados para dar cumplimiento a
todas las demandas. Esto no debemos pasarlo por alto, por el
contrario, es un dato significativo que nos permite dimensionar
el esfuerzo que debieron llevar a cabo los investigadores para
capitalizar
sus
recursos,
establecer
procedimientos
estandarizados que aseguraran la reproducibilidad de sus
investigaciones y encarar compromisos como las exposiciones
universales y las encomiendas gubernamentales.
La Segunda Sección se vio sometida a la presión de las
exposiciones desde un primer momento. Como ya
mencionamos, el tiempo dedicado a la preparación
farmacéutica de las sustancias medicamentosas, ocupaba un
tiempo importante del conjunto de sus actividades de
laboratorio.12 Por otro lado, los diversos estudios que solicitaba
la Secretaría de Fomento (análisis para establecer la calidad de
sustancias alimenticias, aguas minerales, aguas potables,
abonos y tierras),13 generaban una enorme presión sobre la
sección. Cabe mencionar también, que a diferencia de otras
secciones que componían el establecimiento, la segunda
sección albergó desde muy temprano a estudiantes que estaban
en proceso de realizar su tesis de farmacia. Esta carga en
ocasiones desmesurada –considerando el número de personal y
recursos materiales disponibles- cancelaba cualquier
posibilidad para los trabajos dedicados a la Química Industrial,
uno de los intereses de Río de la Loza.14 En aquel momento, los
integrantes de la sección además de Francisco Río de la Loza
eran Mariano Lozano y Castro (Preparador y más tarde
Ayudante) y Federico Villaseñor (Preparador, quien a la muerte
de Río de la Loza tomó la jefatura de la sección).
Durante 1893, los trabajos en el IMN fueron muy intensos, con
la inminente publicación del primer tomo de los Datos para la
materia médica mexicana impreso en 1894, los profesores
incrementaron su trabajo. La importancia de la aparición de este
texto radica en su labor de rescate de algunas plantas
medicinales que ya habían sido estudiadas por destacados
científicos europeos y mexicanos a lo largo de los siglos
anteriores. Su publicación ponía a disposición de la comunidad
en general, información acerca de sus características
morfológicas, origen, usos y posibles aplicaciones terapéuticas.
A diferencia de textos anteriores sobre plantas medicinales
mexicanas, los Datos para la materia médica contaban con el
respaldo de los trabajos de un grupo ampliamente reconocido de
científicos que además estaban avalados por el Estado. Fue la
primera vez que el gobierno se involucró directamente para
impulsar el estudio de las plantas nativas del país. Los criterios
para la selección de las especies estudiadas fueron los
siguientes:
“Las plantas que proponemos para ser publicadas (en los
Datos) se han elegido en su mayoría de las que cita nuestra
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Farmacopea. Dos motivos nos han guiado para esta elección:
primero, que son usuales tanto entre los médicos como entre el
vulgo; y segundo porque son las que primero hemos conseguido
en fuertes cantidades para satisfacer los pedidos diarios de la
experimentación clínica. Muchas de ellas son vulgarsísimas,
inertes, despreciables se pude decir, y tal podría creerse que no
deberíamos ocuparnos de ellas. Es verdad, pero si lo hacemos,
es porque no tenemos ningún dato científico para juzgarlas y
desecharlas como inútiles, y porque si las consignamos ahora
es para exponer los experimentos y análisis hechos con ellas y
que se vea con qué fundamento se les puede desechar de la
Materia Médica Nacional.” 15
En el primer tomo del texto, se hace mención a los trabajos de
Río de la Loza sobre distintas plantas; por ejemplo la boconia,
para la cual corroboró el método de extracción y obtención de
sus principios activos, o el yoloxóchitl, del que logró aislar su
aceite esencial. También se hace referencia a sus
investigaciones sobre la yerba de la Puebla, el chicalote y la
yerba del tabardillo a partir de las cuales aisló e identificó
algunos alcaloides. En total, el primer tomo de los Datos para
la materia medica, contiene trabajos acerca de 29 plantas. En el
segundo volumen del texto, publicado en 1898, aparecen otras
11 monografías. La parte química de todas ellas fue redactada
por Río de la Loza, en conjunto con sus colaboradores de la
sección, hecho que pone en evidencia su enorme aportación a
los contenidos de la obra.16
En el tercer tomo publicado en 1900 se incluyen 9 plantas más,
sin embargo Río de la Loza ya no participa, su salud estaba ya
muy deteriorada y murió al año siguiente. El cuarto tomo se
publicó en 1907 y contenía 12 monografías. Finalmente, al año
siguiente, el IMN publicó avances de lo que conformaría el
siguiente tomo: el Primer Folleto de la quinta parte dedicado a
los azafracillos de México.17
Entre 1892 y 1896, la segunda sección estudió 115 plantas y dio
a conocer los análisis cuali-cuantitativos completos de 42 de
ellas. Río de la Loza estudió 18 especies, por su cuenta o en
colaboración con sus colegas a partir de las cuáles se aislaron
31 principios activos.
Es importante destacar que los trabajos de Río de la Loza sobre
13 de estas plantas, permitieron que sus monografías fueran
incluidas en la tercera edición de la Nueva Farmacopea
Mexicana publicada en 1896. La siguiente tabla recoge las
plantas cuyo análisis químico se completó durante el periodo
1892-1896. Las que aparecen dentro de un recuadro negro,
corresponden a las que fueron incorporadas a la Farmacopea.
Así, al igual que las contribuciones de su hermano Maximino
Río de la Loza y de su padre Leopoldo Río de la Loza, los
hallazgos de Francisco también formaron parte de las páginas
de la Farmacopea Mexicana.
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Tabla 2. Análisis cuali-cuantitativos de plantas medicinales realizados entre 1892 y 1896
Nombre vulgar
Nombre científico
Principios encontrados
Arnica del país
Heterotheca inuloides
Alcaloide (arnicina)
Atanasia amarga
Brickellia Cavanillesii
Glucósido (brickelina) y una resina
Calatola
Juglans sp?
Glucósido y materia colorante
Caña de javalí
Costus spicatus
Dos ácidos orgánicos
Capulín
Prunus capuli
Alcaloide (prunuina)
Cáscara amarga
Exostema sp?
Dos principios amargos
Chicalote
Argemone mexicana
Papaverina, morfina y un purgante
Chichicuahuitl
Garrya racemosa
Alcaloide (garryna)
Cicutilla
Parthenium hysterophorus
Alcaloide
Colorín
Erythrina corallodendron
Cuatro alcaloides
Contrayerba
Psoralea pentaphylla
Alcaloide cristalizado (psoralina)
Costomate
Physalis costomatl
Alcaloide (physalina) y resina
Epazote de zorrillo
Chenopodium foetidum
Alcaloide (se sospecha) y esencia
Espinosilla
Loeselia coccinea
Alcaloide (leselina) y saponia
Estafiate
Artemisia mexicana
Alcaloide, esencia y santonina
Falsa cebolleja
Hymenocalis rotata
Alcaloide (himenocalina)
Inguande
Bocconia arborea
Cuatro alcaloides
Madroño borracho
Aretostaphylos arguta
Glucósido
Matarique
Cacalia decomposita
Alcaloide y resina
Palillo
Croton morifolius
Glucósido y esencia
Pambotano
Calliandra grandiflora
Glucósido (caleandreina)
Pegarropa
Mentzelia hispida
Alcaloide y resina
Pimienta de tierra
Peperomia unbilicata
Alcaloide, resina y esencia
Pingüica
Arctostaphylos pungens
Arbutina
Pipitzahoac
Perezia adnata
Quinona (perezona)
Raíz del oso
Valeriana ceratophylla
Alcaloide?, esencia y ácido
Simonillo
Conizia filaginoides
Principio amargo
Tlanepaquelite
Piper sanctum
Esencia
Tlalocopetate
Coriaria atropurpurea
Glucósido (coriamirtina)
Tumbavaqueros
Ipomea stans
Glucósido
Sangre de toro
Spigelia longiflora
Alcaloide (espigelina)
Yerba de la Puebla
Senecio canicida
Alcaloide, ácido especial y senecatos
Yerba de S. Nicolás
Piqueria trinervis
Alcaloide cristalizado
Yerba del zorrillo
Croton morifolius
Esencia
Yoloxochitl
Thalauma mexicana
Alcaloide (talaumina)y dos grasas
Yoyote
Thevetia yecotli
Tebetosa y aceite
Zacatechichi
Calea zacatechichi
Principio amargo
Zapote blanco
Casimiroa edulis
Alcaloide (casimiroina) y principio hipnótico
Zábila
Aloe vulgaris
Alcaloide (aloesina)
Zoapatle
Montagnoa tomentosa
Acido especial (montanoico) y alcaloide
Anales del Instituto Médico Nacional, t. II, 1896, pp. 93
Por otro parte, Río de la Loza y el médico y naturalista José
Ramírez, fueron comisionados como responsables de otro
proyecto: el estudio de las aguas y las tierras del lago de
Texcoco a partir su análisis químico y bacteriológico.
Se acordó que además se estudiarían cuestiones de carácter
higiénico, meteorológico, industrial y agrícola ocasionadas por
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Analizadores
Río de la Loza
Carmona
Lozano y Armendáriz
Lozano
Lozano
Río de la Loza
Río de la Loza y Villaseñor
Armendáriz
Río de la Loza
Río de la Loza y Altamirano
Lozano
De Lille
Villaseñor
Villaseñor
Villaseñor
Río de la Loza
Lozano y Armendáriz
Lozano
Lozano
Río de la Loza
Altamirano
Lozano
Villaseñor
Murillo
Río de la Loza
Río de la Loza
Río de la Loza y Armendáriz
Lozano
Río de la Loza
Montes de Oca
Cordero
Río de la Loza
Río de la Loza
Río de la Loza
Armendáriz y Río de la Loza
Villaseñor
Río de la Loza y Armendáriz
Río de la Loza
Lozano
Río de la Loza y Armendáriz
su desecación parcial o total.
Esta desecación era una derivación de las obras de desagüe que
se realizaban en dicho lago.
Dadas la dimensión del empresa urbanística y sanitaria, fue un
proyecto prioritario para el IMN en ese año (1895).
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Las expediciones en el contexto de las exposiciones
universales
Francisco Río de la Loza participó en diferentes ferias y
exposiciones científicas, lo que nos revela una faceta poco
conocida de este personaje. Las exposiciones universales
fueron movilizadoras de una diversidad de agentes sociales.
Además de que contaban con la participación directa del
gobierno y las instituciones públicas como institutos, museos o
comisiones científicas, estas exposiciones tuvieron la capacidad
de convocar a comerciantes, empresarios, políticos locales y en
general ciudadanos interesados en participar a través de
donaciones o préstamos de objetos dignos de ser presentados en
la exposición (arqueológicos, artesanales, productos
comerciales etcétera).
En esta coyuntura, los institutos de investigación se vieron
beneficiados al formar colecciones, catálogos, floras y
farmacologías regionales, entre otros materiales para la
investigación. Más aún, se impulsaron líneas de trabajo que
dieron renombre al IMN, como fue el caso de la materia médica.
Un ejemplo fueron los materiales que preparó Altamirano para
la Exposición Universal de París.18 En esa ocasión elaboró un
catálogo con nombres científicos y vulgares de cerca de 300
plantas medicinales. Llamó la atención sobre las plantas
pertenecientes a la familia de las Labiadas como la
zarzaparrilla; propuso que se continuaran los estudios sobre el
azafrán que como ya mencionamos formó parte del quinto y
último tomo de Datos para la materia médica (1908) y
recomendó el estudio de la tullidora, el chilillo de la huasteca,
las semillas del globo, la raíz del zacatechichi y el pambotano,
plantas que por sus cualidades astringentes o purgantes fueron
promovidas como “productos nacionales”. Efectivamente, años
más tarde, algunas de estas plantas también formaron parte de
Datos para la materia médica mexicana.
Durante el tiempo que Río de la Loza colaboró en el IMN,
participó en el Cuarto Centenario del Descubrimiento de
América en Madrid (1892), la Exposición Internacional de
Chicago (1893), la Exposición Universal de París (1900) y la
Exposición Pan-Americana de Búfalo (1901). También asistió a
la Exposición Universal de París (1889), pero en calidad de
auxiliar de la Secretaría de Fomento, cuando aún no formaba
parte del IMN. En algunas de estas exposiciones se le asignó
específicamente el nombramiento de Auxiliar, que combinó con
su puesto de Jefe de la Segunda Sección de Química Analítica
del IMN.
En la Exposición Universal de París de 1889 la delegación
mexicana quedó integrada por personalidades adscritas a los
establecimientos de educación e investigación.19 Los científicos
que formaron parte de las comisiones de exploración
escribieron informes técnicos y catálogos que robustecieron con
información científica los “productos nacionales” que se
promoverían en el extranjero.
FARMACÉUTICAS
Las expediciones en la que colaboró Río de la Loza las hemos
denominado expediciones de prospección y recolección
(primeras inspecciones del territorio o región, con el fin de
establecer las posibilidades futuras de explotación, basadas
sustancialmente en observaciones directas). Aunque también es
cierto que por reglamento se establecía que el IMN debía
realizar periódicamente “excursiones científicas” con el fin de
explorar el territorio. De acuerdo con Altamirano estas
excursiones servían para “recoger ejemplares de la flora con los
nombres vulgares que se les atribuyan, y, en fin reunir todas
aquellas observaciones que puedan servir para los estudios de la
Geografía botánica, para el conocimiento de la abundancia de
tal ó cual materia prima, de la fauna del lugar visitado y aún de
sus condiciones topográficas y climatológicas, en lo que se
refiera á la Geografía Médica”. 20
Entre las características de las expediciones de prospección y
recolección destacan: el ser financiadas casi exclusivamente
con recursos públicos; ser planeadas en el contexto de la
promoción comercial y científica del régimen, y marcar su
agenda de investigación desde una institución científica. Otra
de sus características relevantes es que fueron constituidas por
personas con diferentes profesiones y adscripciones
institucionales (ingenieros militares, naturalistas, químicos y
médicos). En ese sentido, estaban formadas por especialistas,
así como por amateurs, y su tiempo de duración variaba, pero
generalmente eran muy cortos.
El Cuarto Centenario del Descubrimiento de América en
Madrid (1892)
Río de la Loza se desempeñó en el Cuarto Centenario del
Descubrimiento de América en Madrid (1892) como fotógrafo,
bajo el nombramiento de Auxiliar. Esta designación fue
expedida por la Junta Colombina, responsable de organizar los
trabajos de México en Madrid, formalmente constituida el 9 de
mayo de 1891.21 No deja de ser sorprendente que alguien que
venía desarrollándose dentro de los campos de la química y la
farmacia, fuera llamado para ocupar ese puesto. Es probable
que sus actividades en la Exposición de París de 1889, hayan
estado vinculadas en alguna medida con la fotografía, o que
haya sido una actividad que viniera desempeñando de tiempo
atrás. Lo que es un hecho, es que demostró manejar la técnica
fotográfica durante las expediciones de 1892.
La Junta Colombina planeó varias expediciones arqueológicas y
etnográficas con el fin de cubrir diferentes puntos del territorio.
Su objetivo explicito: reunir un extenso número de objetos para
ser exhibidos en Madrid. Esto quiere decir que las colecciones
de los museos nacionales y estatales eran insuficientes.22 En las
expediciones, Río de la Loza hizo registros de sitios
arqueológicos, de objetos y códices. Son de su autoría los
estudios fotográficos al Códice de Santa Catarina de Tuxpan23 y
75
Rev Mex Cienc Farm 43 (4) 2012
al Códice de Yuncuitlán (ambos resguardados hasta 1892 en la
Academia de Pintura de Puebla).24 En la primera expedición,
recorrió las costas del sotavento en Veracruz, en donde hizo
registros de “sitios notables” y “objetos arqueológicos”.25 Esta
expedición estuvo comandada por Francisco Del Paso y
Troncoso, y duró escasos quince días. Más tarde, se le asignó a
una segunda expedición, con la compañía del ingeniero militar
Pedro Pablo Romero. Sus objetivos: “recoger objetos, levantar
planos de ruinas y reproducir por medio de la fotografía
monumentos y tipos indígenas”.26 Ambos recorrieron las
regiones que comprenden los estados de Tabasco y Chiapas.
Cabe señalar que trabajaron en el sitio arqueológico de
Palenque (Chiapas), que previamente había sido explorado por
Alfred Madslay (diciembre de 1890- mayo de 1891), situación
que les ayudó en las tareas de desmonte y reconocimiento del
sitio.27 Por su parte, Del Paso y Troncoso trabajó la zona
arqueológica del Tajín (Veracruz).28
La expedición que realizaron Río de la Loza y Romero estuvo
sometida en todo momento a los contratiempos climáticos, a la
carencia de materiales y a la ausencia de herramientas de
trabajo. Tuvieron que hacer uso de sus habilidades para
subsanar las problemáticas derivadas de la pobre infraestructura
de comunicaciones y de transportes. Es probable que la
expedición durara poco menos de dos meses, aunque no lo
podemos afirmar del todo, porque sólo contamos con registros
del 2 abril al 19 mayo de 1892.
La Exposición Universal de París (1900)
En la Exposición Universal de París (1900), Río de la Loza
contó con el nombramiento de Adjunto de los grupos XIV y XV,
dedicados a la Industria Química e Industrias Diversas
respectivamente.29 El jefe de estas secciones fue el Dr. Manuel
Flores,30 quien fue director de la Escuela Nacional Preparatoria
(1901-1910), y también fue diputado federal durante veinte
años a demás de haber integrado en su juventud la Asociación
Metodófila “Gabino Barreda.”31, 32
Para esa exposición, Altamirano, dispuso que la Segunda
Sección entregara varias preparaciones químicas extraídas de
plantas. Para 1900, la segunda sección ya contaba con una lista
nada despreciable de tinturas, extractos fluidos, grageas,
cápsulas, perlas y granulados hechos a base de plantas
medicinales mexicanas.33 En esa ocasión, a Río de la Loza se le
encomendó la entrega de 26 sustancias, de las cuales sólo pudo
reunir 24, debido a la falta de materia prima, quedando
pendientes las preparaciones de yoyote y del yoloxochitl.34
Como se ha señalado en otras investigaciones es evidente la
falta de un jardín botánico asociado a los requerimientos del
IMN, ya que las “excusiones científicas” nunca pudieron cubrir
al cien por cien las necesidades de materia prima indispensable
para las diversas secciones del establecimiento.
76
Otra de las tareas que realizó fue un viaje de expedición a los
Estados de Querétaro, Jalisco y Territorio de Tepic (diciembre
de 1899). Su misión: “recoger los productos naturales de origen
mineral, vegetal y animal que se encontraran en las
localidades”.35 Recordemos que una de las tareas de los
adjuntos era fungir como curadores de la exposición.
Algunos de los productos que colectó fueron previamente
seleccionados por el IMN. José Ramírez, Jefe de la Sección
Primera de Historia Natural le solicitó que llevara ejemplares de
algunas plantas (el peyote y papayos) que venía estudiando y
que deseaba presentar en París. Pero la mayoría fueron elegidos
por el propio Río de la Loza como lo demuestra su informe:
“Algunos datos relativos á los estados de Querétaro y de Jalisco
y al Territorio de Tepic” (1900).36
De esta expedición de prospección y recolección deseamos
destacar varios elementos. En primer lugar, a diferencia de la
expedición que realizó para exposición de Madrid, en ésta
ocasión colectó productos naturales con potencial comercial.
De tal suerte que sus recorridos no estuvieron marcados por las
huellas del pasado sino por las rutas establecidas por los
enclaves de explotación minera o agrícola. En segundo lugar, a
diferencia de las excursiones científicas que contemplaba el
reglamento interno de IMN, ésta era eminentemente una
expedición de prospección. Río de la Loza puso sus sentidos en
las potencialidades económicas de los productos vegetales. Ahí
dio cuenta de las “plantas balsámicas, textiles, tintoreales o
productoras de goma, de resinas, de gomo-resinas, esencias,
trementinas y cuyo cultivo y explotación [podían ser un]
manantial inagotable en el que se debe buscar nuestra riqueza y
bienestar”.37 De Querétaro hizo una selección de plantas
(organizadas en “ramos”) para llevarlas al Instituto. Dejó
consignado el costo de las semillas en los mercados locales e
hizo un cálculo de costos de transportación que se erogarían en
su traslado a la Ciudad de México, dejando en claro los altos
beneficios que podría traer su explotación.38
De Querétaro viajó a Guadalajara. Ahí fue auxiliado por el
farmacéutico Adrián Puga, quien a su vez le proporcionó
información sobre las riquezas minerales y vegetales del estado.
Entre los productos que enlistó destacan: el yeso de la Barranca
de Ibarra, el ajijí de los caminos de Jocotepec, el kaolín de
Santa Lucía y las piritas de Ameca. Llevó al IMN muestras de
minerales de magnesio que se encontraban cristalizados,
amorfos, compactos o pulverulentos. Estas muestras fueron
proporcionadas por Ignacio Portugal. Además de reunir
muestras de arcilla ferruginosa, casiterita y manganesa
cristalizada.
Por supuesto también llevó ejemplares de las flores de diversas
especies de sábila y tomó registros fotográficos de unos
ejemplares de abacá (que es una planta semejante al plátano
originaria de Manila). En su informe dedicó un buen espacio
para hablar de los agaves y del proceso de producción de mezcal
conocido como Tequila. Después de dejar Ameca, se vio
REVISTA
MEXICANA
DE CIENCIAS
obligado a prescindir de las comodidades del Ferrocarril
Central. El recorrido a los territorios de Tepic lo tuvo que hacer
en “coche”, y conforme fue adentrándose en el territorio, se
transportó a lomo de caballo o mula.
Como ya señalamos, el interés de Río de la Loza estaba
colocado en los procesos productivos. Hizo anotaciones de las
técnicas locales que fue observando en el procesamiento de los
recursos naturales (vegetales o minerales). Se interesó en las
posibilidades de introducir innovaciones tecnológicas en dichos
procesos. Observó la explotación a pequeña y mediana escala
de plantas medicinales, huleras, fibrosas o alimentarias en los
territorios de Tepic;39 e hizo levantamientos generales de la
infraestructura de comunicaciones de las localidades que iba
recorriendo. Posiblemente, él estaba pensando en el
establecimiento de futuros enclaves de explotación comercial.
Por ejemplo, reportó la existencia de yacimientos de plata en el
territorio de Tepic (pocos y mal explotados).40 De esta región
llevó al IMN ejemplares de diversas plantas entre las que
destaca la malva babosa (huinar), nuevamente ejemplares de
cóngora, ñamole y sacasile41 así como de zapote blanco (de esta
última con hojas más grandes que las especies que nacían en la
ciudad de México. Entre las plantas que colectó en el territorio
de Tepic destacan: mata-iza (izcahue o iztacahue),42 árbol de
hule, papaya, chirimoyas, anonas, añil silvestre, palo de
Campeche, cuautecomates, bejucos, achiote y barbasco entre
muchas otras especies. Cabe mencionar que también reunió una
colección de aves de Mezcaltitlán, Tepic. Inferimos de este
informe que Río de la Loza tuvo un conocimiento de
mineralogía y de botánica importantes. Hizo anotaciones sobre
las diversas regiones botánico-geográficas -sobre todo para el
territorio de Tepic- que recorrió como ya lo dijimos a lomo de
caballo y de mula.
Inmediatamente después de París, vendría la Exposición
Pan-Americana de Búfalo, (1901). Para esos momentos su salud
ya estaba fuertemente disminuida. Villaseñor recordaba que sus
dolencias no habían sido un obstáculo para supervisar los
trabajos de la sección hasta el último momento.43 Para ese año
la sección había alcanzado el estudio de 122 plantas, de las
cuales se habían extraído resinas, ácidos, esencias, alcaloides,
glucósidos, materias colorantes entre otras, computando más o
menos 700 substancias.44
Conclusiones
Francisco Río de la Loza era un químico meticuloso y dedicado.
Dentro del IMN se especializó en el estudio de las plantas
medicinales y en específico de las características fisicoquímicas
de los principios activos involucrados en su acción. Durante su
paso por la institución se dedicó en gran medida al aislamiento
de dichas sustancias a partir de plantas medicinales nacionales,
FARMACÉUTICAS
asimismo trabajó para mejorar los rendimientos de las
reacciones que permitían obtenerlas y en facilitar las técnicas
involucradas para estos procesos. Su conocimiento del trabajo
de laboratorio y la química analítica eran tales, que le valieron
ser uno de los redactores de la parte química de los trabajos
sobre plantas medicinales que aparecen en el segundo tomo de
los Datos para la materia médica, y de más de una decena de
monografías de la sección de productos naturales de la Nueva
Farmacopea Mexicana (1896). Por lo que consideramos que
sus aportaciones a la química analítica en el ámbito de las
plantas medicinales fueron fundamentales para la
sistematización de su estudio y aprovechamiento.
Sin embargo, su participación en las exposiciones le exigió a
Río de la Loza el desarrollo de habilidades que rebasaron su
formación como químico y farmacéutico. Requirió el
perfeccionamiento de conocimientos técnicos y comerciales
vinculados al campo de la química industrial. En las
exposiciones universales aprendió a desenvolverse como
representante del gobierno mexicano frente a los agentes
comerciales, los institutos científicos, y otros agentes sociales.
Referencias
1. Villaseñor F. Discurso en la inhumación del cadáver del Dr.
Francisco Río de la Loza. En Anales del Instituto Médico
Nacional. Continuación de “El Estudio”. Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento. México. 1903; V:
206-209.
2. Ibid, p. 206.
3. Véase Aceves P. Olea A. (coords.), Alfonso Herrera:
homenaje a cien años de su muerte, UAM: México; 2002, pp.
7-245. Guevara R. Los últimos años de la historia natural y
los primeros días de la biología en México. 1ª ed. México:
UNAM; 2002, pp. 7-212.
4. Ortiz M. Las tesis de farmacia del siglo XIX mexicano. En
Biblioteca
de
Historia
de
la
Farmacia.
UAM-X/CNQFB/SQM, México; 2002, 4, 30-31.
5. Fernández del Castillo, Francisco, Historia Bibliográfica del
Instituto Médico Nacional (1888-1915), 1ª ed. México:
UNAM; 1961, p. 107.
6. Altamirano F. El Matarique. En El Estudio. Semanario en
ciencias médicas. 1890; III (6): 80-86.
7. Reglamento de funcionamiento del Instituto Médico
Nacional. En El Estudio. Semanario en ciencias médicas.
1890; III (19): 289.
8. ibidem
9. Programa anual para la segunda sección En El Estudio.
Semanario en ciencias médicas, 1891; IV (1) : 105
10. ibidem
11. Río de la Loza F. La cáscara amarga. En El Estudio.
Semanario en ciencias médicas, 1891. IV (6); 183-202
77
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12. Río de las Loza F. Informe de la Segunda Sección. En El
Estudio. Semanario en ciencias médicas. 1891; IV ( 6) :
212-231
13. Flores L. Reseña histórica acerca del objetivo, fundación,
desarrollo y estado actual del Instituto Médico Nacional,
leída en la sesión del 25 de abril de 1902. En Anales del
Instituto Médico Nacional. Continuación de “El Estudio”.
Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento. México.
1903; V: 272.
14. Reglamento interior de la 2ª sección del Instituto Médico
Nacional. En El Estudio. 1894; IV (8): 96.
15. Programa para los trabajos del IMN en el año de 1894. En
Anales del Instituto Médico Nacional. 1894; I: 215.
16. Introducción. En Datos para la materia médica. Secretaría
de Fomento. México. 1898; II: VII.
17. Datos para la materia médica Mexicana. Los Azafrancillos
de México. Primer Folleto de la quinta parte. 1ª ed. México:
Imprenta y Fototipia de la Secretaria de Fomento; 1908.
18. Morales R. El Naturalista José Ramírez. Un análisis de su
obra científica (1879-1904), Tesis de doctorado,
FFyL-UNAM, México; 2010, pp. 227-228.
19. AGN/Fomento/Exposiciones/caja 1/exp. 14. “Reglamento
Económico para las funciones de la junta y personas
auxiliares de la Comisión Mexicana de la Exposición
Universal de París por la Junta Directiva de México en
sesión extraordinaria de 7 del presente mes de marzo de
1889”, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento, México;
1889, pp. 1-13.
20. Altamirano F. Sobre algunas exploraciones botánicas
practicadas en diciembre de 1907 por el Dr. F. Altamirano.
En Anales del Instituto Médico Nacional. Continuación de
“El Estudio”. México. 1909; X (1908): 18.
21. Ramírez D. La exposición Histórico-Americano de Madrid
de 1892 y la ¿ausencia? de México”, En Revista de Indias.
2009; LXIX (246): 277.
22. Ibid, pp. 273-306; Romero P. Expedición a Chiapas y
Tabasco realizada por el Capitán Primero de Ingenieros D.
Pedro H. Romero el año de 1892. En Anales del Museo
Nacional. 1926; (4): 459-477
23. Exposición histórico-americana de Madrid. Catálogo de la
sección de México. II. Est. Tip. “Sucesores de
Rivadeynera”, 1ª. ed. Madrid; 1893, p. 346.
24. Ibid, p. 359.
25. Ibid, pp. 21-23.
26. Ibid, p. 25.
27. Romero P. Expedición a Chiapas y Tabasco realizada por el
Capitán Primero de Ingenieros D. Pedro H. Romero el año
de 1892…op. cit., p. 466.
78
28. Exposición histórico-americana de Madrid. Catálogo de la
sección de México. I. Est. Tip. “Sucesores de
Rivadeynera”…op. cit., p. 24.
29. AGN/Fomento/Exposiciones/caja 18 bis/exp 5/ f 11-12. En
1898 quedaron constituidos formalmente los grupos para la
Exposición de París (1900). Estos grupos quedaron
organizados de la siguiente manera: 1º. Educación y
Enseñanza, 2º. Obras de Arte, 3º. Instrumentos y
procedimientos generales de las letras, de las ciencias y de
las artes, 4º. Material y procedimientos generales a la
mecánica, 5º. Electricidad, 6º. Ingeniería civil, medios de
transporte 7º. Agricultura, 8º. Horticultura y arboricultura,
9º. Bosques, Caza y Pesca, 10º. Alimentos, 11º. Minas,
Metalurgia, 12º. Decoración y mobiliario de edificios
Públicos y habitaciones, 13º. Hilos, tejidos, vestidos, 14º.
Industria química, 15º. Industrias diversas, 18º. Ejércitos y
armadas.
30. Ibidem.
31. Garcíadiego J. Rudos contra científicos. La Universidad
Nacional durante la Revolución Mexicana. 1ª reim. México:
Colegio de México/UNAM 2000; p. 100.
32. Morales R. El Naturalista José Ramírez. Un análisis de su
obra científica (1879-1904),op. cit., pp. 194-195.
33. AGN/Fomento/Exposiciones/caja 54/exp. 10/f. 30-31.
34. Informes de los trabajas ejecutados por el IMN durante el
mes de noviembre de 1899. En Anales del Instituto Médico
Nacional. Continuación de “El Estudio”. IV. Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento. México. 1900: 187.
35. Río de la Loza F. Algunos datos relativos á los Estados de
Querétaro y de Jalisco y al Territorio de Tepic En Anales del
Instituto Médico Nacional. Continuación de “El Estudio”.
IV. Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento.
México. 1900: 46.
36. Ibid, pp. 46-61.
37. Ibid, p. 47.
38. Ibid, p. 48.
39. Ibid, pp. 57-58.
40. Ibid, p. 52.
41. Ibid, p. 53.
42. Ibid, p. 57.
43. Villaseñor F. Discurso en la inhumación del cadáver del Dr.
Francisco Río de la Loza…op. cit., pp. 206-209.
44. Flores, Leopoldo, “Reseña histórica acerca del objetivo,
fundación, desarrollo y estado actual del Instituto Médico
Nacional, leída en la sesión del 25 de abril de 1902. En
Anales del Instituto Médico Nacional. Continuación de “El
Estudio”. Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento.
México. 1903; V: 272.
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