SENTENCIA Nº 260/13 En nombre de S.M. el Rey En la ciudad de Gandia, a veintiocho de junio de dos mil trece. La Ilma Sra. Dña. AMPARO TUR ESCRIVA, Magistrado-Juez titular del JUZGADO DE INSTRUCCIÓN Número Tres de Gandiay su partido judicial, ha visto en juicio oral y público la causa tramitada ante este Juzgado como Juicio de Faltas 135/13sobre la presunta comisión de falta de coacciones, injurias y amenazas como consecuencia de denuncia de D. Vicent Mascarell Tarrazona, quien en su condición de Letrado actuó en su propia representación, contra D. Gonzalo Morant Mayor asistido por el Letrado Dña. Inmaculada Zacarés González, no interviniendo en la condición de parte el Ministerio Fiscal por no ser preceptiva su intervención atendida la naturaleza de la falta enjuiciada. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.-Para la celebración del acto del juicio oral fueron convocadas a través de la correspondiente citación en forma, con la legal antelación, las prevenciones sobre asistencia letrada, medios de prueba y demás apercibimientos oportunos, todas las partes, además de, en su caso, testigos, peritos y demás intervinientes llamados de oficio, no llamándose al representante del Ministerio Público, por no ser preceptiva su participación en razón a la naturaleza de la falta enjuiciada. SEGUNDO.-En el plenario fueron oídas todas las partes interesadas, denunciantes, denunciados o perjudicados que asistieron al acto, reflejándose el contenido de sus declaraciones en el acta extendida al efecto, compareciendo el denunciado quien formuló oralmente sus alegaciones en términos de defensa. Asistió a juicio oral el denunciante, quien en su condición de letrado actuó en su propia representación e interesó la condena para el denunciado como autor de una falta de coacciones, amenazas e injurias, previstas y penadas en el art. 620. 2 del Código Penal a la pena de 20 días de multa con una cuota diaria de 20 euros. Asistió a juicio oral el denunciado, con asistencia letrada por quien, tras formular oralmente las alegaciones que estimó oportunas en defensa de los intereses de su patrocinado terminó por interesar la libre absolución del mismo con todos los pronunciamientos favorables. TERCERO.-Acudieron asimismo al acto del plenario, bien por razón de llamamiento efectuado de oficio, bien por causa de su presentación y proposición por la parte que le interesó, prestando las declaraciones que les fueron exigidas, previa la admisión de la procedencia de sus testimonios y de los interrogatorios propuestos, y tras serles recibido juramento o promesa de ser veraces en la forma establecida por la Ley, con el resultado que consta en el acta de la sesión extendida al efecto, los testigos siguientes: D. Javier Viciano, Dña. Diana Morant Ripoll, D. José Manuel Orengo Pastor, y D. Rubén Moreno Benlloch. HECHOS PROBADOS UNICO.- Que el día 10/04/13 sobre las 16:00 horas cuando el denunciante D. Vicente Mascarell, salía de comer del establecimiento “Vins i més” de la localidad de Gandia, junto a dos compañeros de grupo parlamentario, Dña Diana Morant Ripoll y D. José Manuel Orengo Pastor, encontrándose este último pagando el ticket, se encontró en una mesa cercana a la puerta con el denunciado D. Gonzalo Morant, quien se encontraba comiendo con un compañero de trabajo, D. Javier Viciano. El denunciante había realizado unas manifestaciones en una rueda de prensa publicada en el diario Las Provincias el 6/04/13 en la que relacionaba el nombre del Sr. Morant con el del Sr. Bárcenas, y en la que se refería a la empresa pública de la que el Sr. Morant es gerente como “la cueva de Alí Babá”. El denunciado, molesto por tales comentarios, se dirigió al denunciante, en clara referencia al contenido de la rueda de prensa, con expresiones tales como “lávate la boca con lejía antes de atreverte a pronunciar mi nombre”, “a ver si te atreves a decírmelo a la cara”, “ven a mi despacho mañana y hablamos cara a cara” a lo que el denunciante le preguntó si le estaba amenazando, manifestando que se lo tomase como quisiera, que si así lo entendía era una amenaza. No consta que hubiera más clientes en el establecimiento. El denunciado es gerente de la empresa Iniciatives Públiques de Gandia, siendo su jefe el Alcalde de la localidad perteneciente al Partido Popular. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- En el acto del juicio oral se han sostenido versiones absolutamente contradictorias entre denunciante y denunciado en cuanto a la producción de los hechos. Este radical enfrentamiento entre el modo en que los hechos aparecen descritos respectivamente por los interesados, no ha encontrado el mínimo auxilio probatorio, en orden al esclarecimiento de los hechos a fin de dotar de mayor credibilidad a la versión inculpatoria frente a su contraria. Y ello a la vista de que la versión del denunciante fue corroborada, por las declaraciones testificales vertidas en juicio, tras prestar juramento o promesa de decir verdad, por Dña Diana Morant Mayor y D. José Manuel Orengo, y la del denunciado por el testigo D. Javier Viciano, siendo los dos primeros compañeros concejales pertenecientes al Grupo Socialista, al igual que el denunciante y el segundo compañero de trabajo del denunciado, en régimen de dependencia jerárquica, tal y como ha sido reconocido por los mismos, y sin que exista motivo alguno para dar mayor credibilidad a la declaración de unos u otro frente a otro. Consta en autos la declaración testifical del gerente del establecimiento “Vins i mes” D. Rubén Moreno Benlloch, el cual goza de una presunción de objetividad mayor que la del resto de testigos propuestos, al carecer de relación profesional o personal alguna respecto de las partes que pueda hacer dudar de la objetividad de su testimonio, la cual tampoco puede considerarse prueba de cargo suficiente en la que basar una sentencia de condena toda vez que dicho testigo, tras ser exhortado a relatar qué es lo que vio y oyó, manifestó, en un claro intento de no faltar a la verdad “que vio a las partes hablando, pero no prestó una atención especial”, “que no prestó atención al contenido de la conversación y que oyó algo de la prensa y macarra”, “que intenta no fijarse en las conversaciones de los clientes”, “que oyó hablar pero intenta pensar que no es una pelea”, “que el Sr. Viciano y el Sr. Orengo tenían una actitud positiva”, y solo a preguntas directas del denunciante afirmó “que el tono elevado lo tenía el Sr. Gonzalo”, y “que le suena haber oído la palabra cobarde y mentiroso”, pero sin afirmar tajantemente que esas expresiones tuvieran lugar, ni quien las utilizó, ni el contexto de las mismas en una conversación o discusión, es decir, sin secuencia lógica ni cronológica de los hechos. Se ha advertido la inexistencia de elementos de juicio objetivos o periféricos que conduzcan a otorgar refrendo a la versión inculpatoria frente a su contraria. Este Tribunal considera que aún considerando probados los hechos en los términos que constan en la denuncia, de las pruebas practicadas en el acto de Juicio Oral resulta que los mismos no reúnen los elementos típicos de las faltas de coacciones, de amenazas ni de injurias previstas y penadas en el art, 620.2 del Código Penal y por las que se ha formulado acusación. En efecto, en relación a la falta de coacciones y a la luz de la Jurisprudencia del Tribunal Supremo que exige para configurar una conducta como típica el impedir hacer algo que la ley no impide hacer, u obligar a hacer algo a alguien con violencia, sin especificar si la violencia debe ser grave o no. Para que la conducta sea constitutiva del delito de coacciones, requisitos aplicables a las faltas, es necesario, en primer lugar, que el sujeto pasivo vea lesionado su derecho a la libertad de actuación, en sí misma considerada, y en segundo lugar que no sea un medio necesario para lesionar otro bien jurídico. La jurisprudencia exige para apreciar este delito: 1) una actuación o conducta violenta de contenido material, de forma directa o indirectamente a través de terceras personas; 2) un resultado al que se orienta la actuación, que es la de impedir a alguien hacer lo que la ley prohíbe u obligarle a efectuar lo que no quiere; 3) ánimo de restringir la libertad ajena; 4) la ilicitud de la acción. Sin que en el presente haya resultado acreditado conducta violenta por parte del denunciado, que limite la libertad de actuación del denunciante, ni el acto que con dicha violencia se impida u obligue al denunciante a realizar. En cuanto a la falta de amenazas, no se aprecia en el presente expresión alguna, ni en la de acudir al despacho “cara a cara”, elemento que permita afirmar la existencia por parte del denunciado de una expresión que objetivamente se configure como una amenaza, entendida la misma como mal futuro y cierto referido al denunciante, ni aunque así lo afirmase el denunciado o lo entendiese el denunciante. En último lugar y en cuanto a la falta de injurias objeto de acusación, tampoco resulta probada en el presente. Al efecto debe indicarse que la acción típica la constituye toda expresión proferida o acción ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio de una persona, siendo el criterio jurisprudencial mayoritario, que es requisito exigible para poder estimar que el delito o falta ha sido cometido, que concurra el dolo específico representado por el “animus injuriandi”. Por ello es aplicable la doctrina, tan reiteradamente mantenida por la Sala Segunda del Tribunal Supremo, según la cual, "aún cuando hayan concurrido palabras, gestos o expresiones o se haya hecho la imputación de algo subsumible en un precepto del Código Penal, atendiendo a su acepción gramatical y, por lo tanto, proceda estimar que ha concurrido el elemento objetivo del delito, tales acciones deben quedar totalmente desvalorizadas desde el punto de vista delictivo o jurídico penal, cuando del análisis del conjunto de los hechos se llegue a la convicción de que el ánimo del inculpado no fue el deshonor, desacreditar o menospreciar, sino otro distinto de los diversos que puedan existir entre los cuales se halla el de ejercer la crítica, informar o reprochar. Así mismo, se ha dicho de manera reiteradísima por la jurisprudencia que cuando se trata de indagar cual haya sido el elemento intencional, como este pertenece al arcano de la intimidad imposible de comprobar directamente por ser sensorialmente inaprensible ha de deducirse del detenido y ponderado análisis de toda la constelación de circunstancias concurrentes en cada concreto caso objeto de enjuiciamiento que por pertenecer al mundo externo sean objetivamente comprobables. Que al proceder de conformidad con las pautas anteriormente referidas, que conforme aparece del resultado de hechos probados, en el juicio en cuestión se comprueba que en él se contienen todos los elementos objetivamente constitutivos de la falta de injurias, sin que por ello, no obstante, proceda estimar que la infracción fue cometida, ya que no es de estimar que haya concurrido "el animus injuriandi". En efecto, no debe perderse la perspectiva del contexto claramente político en el que se producen los hechos, y la rentabilidad política que de los mismos pretende extraerse, de que quien denuncia es un miembro de la corporación local de la ciudad perteneciente al grupo PSPV y el denunciado gerente de la empresa pública Iniciatives Públiques de Gandia, siendo el PP quien ostenta la Alcaldía en la ciudad, y entre los cuales han existido diversas discrepancias y tensiones en sus respectivas actuaciones, reconocidas por ambos. En este sentido es reconocido por todas las partes la existencia de una rueda de prensa efectuada por el denunciante en la que se relacionaba el nombre del denunciado con un conocido caso de corrupción política, el llamado “caso Bárcenas”, y se hacía referencia a la entidad de la que el denunciado es gerente como de “cueva de Alí Babá”, publicándose información sobre esa rueda de prensa en el periódico Las Provincias de fecha 6/04/13. El incidente objeto de actuaciones tiene lugar el día 10/04/13, y el hecho de que el denunciado instase al denunciante a no volver a pronunciar su nombre en ninguna de sus declaraciones, tal y como expone el denunciante en su denuncia, utilizando la frase “lávate la boca con lejía antes de atreverte a pronunciar mi nombre”, “ven si te atreves a decírmelo a la cara”, no constituye objetivamente expresión injuriosa alguna, y la expresión “mentiroso” y “cobarde”, si bien pudieran considerarse objetivamente como peyorativas, y en cualquier caso totalmente desafortunadas y faltando a las más elementales normas de prudencia y saber estar, y como queda dicho, objetivamente constitutivas de la infracción penal, cuya comisión debería ser estimada, sino se llegase a la convicción de que su intención no fue la de vilipendiar sino la de reprochar y mostrar su desacuerdo con las palabras que el denunciante utilizó en un acto previo refiriéndose al denunciado, pidiendo por ello explicaciones y la invitación para hablar cara a cara en el despacho, lo que se valora como un dato que, en este contexto en el que se suele proclamar que tratándose de personas con relevancia o proyección pública, en particular cuando se ejercen cargos o funciones públicas o se desarrollan actividades políticas, deben soportar un mayor riesgo de injerencia en sus derechos de la personalidad que las personas anónimas y privadas (STC núm. 136/94y 132/95) y junto con todos los demás datos a ponderar para tratar de descubrir cual haya sido la verdadera intención, lleva a la convicción de que no fue el ánimo de injuriar lo que movió al denunciado a proferir las expresiones en los términos que constan en la denuncia, por lo que su conducta, absolutamente censurable y acreedora de reproche desde el punto de vista social, especialmente al tratarse de persona que desempeña un trabajo directa o indirectamente relacionado con la actividad pública, no merece ser calificada como constitutiva de las faltas por las que fue acusado, dado que, por las razones expuestas, no es de apreciar que haya ocurrido el dolo específico requerido para que se pueda entender cometido esta clase de infracciones penales, y todo ello en aplicación del principio de intervención mínima del derecho penal. Lo anteriormente expuesto se obtiene de la conjunta valoración del material probatorio practicado en el acto de juicio oral, de acuerdo con los principios de inmediatez, y oralidad, atendiendo a las palabras de las partes y testigos en el momento de producirse, que es cuando pueden valorarse las palabras, gestos y actitudes. No se ha desvirtuado el principio de presunción de inocencia que preside nuestro ordenamiento jurídico penal, que fue enunciado por el Tribunal Constitucional ya en su sentencia 31/81, de 28 de julio, y que luego se ha ido perfilando por doctrina y jurisprudencia. En el campo del Derecho Procesal este derecho significa que toda condena debe ir precedida de una actividad probatoria, que las pruebas tenidas en cuenta para fundar la decisión de condena han de merecer tal concepto jurídico y ser constitucionalmente legitimas; supone a su vez que se han debido practicar en el acto de juicio oral, salvo prueba preconstituida y anticipada, y que la carga de tal actividad probatoria pesa sobre los acusadores, sent. TC 109/86 de 24 septiembre, y 76/90, 26 abril, entre otras muchas.En definitiva, como expone la STS de 29 de marzo de 1994, “la presunción de inocencia. Como verdad interina constitucionalmente garantizada, afecta al aspecto fáctico de la existencia del hecho ilícito imputado y la participación en el mismo del acusado, esto es, al aspecto de la culpabilidad en su sentido anglosajón de responsabilidad por tal ejecución” (SSTS de 9 de mayo de 1989, 12 de mayo de 993, 30 de septiembre de 1993 y 21 de febrero de 1995); precisión que se hace obligada dada la polisemia del vocablo culpabilidad en lengua española, a diferencia de la inglesa”(STSde 15 de marzo de 1997); por lo que, a sensu contrario, cae fuera de su ámbito de aplicación y pertenece al de legalidad ordinaria el juicio jurídico penal sobre el elemento de la culpabilidad del delito en sentido técnico jurídico (STS de 9 de febrero de 1995 ). “ La culpabilidad como reproche jurídico por el acto contrario a Derecho realizado, forma parte ya del juicio a emitir por el juzgador de la instancia”(STS de 22 de febrero de 1997). Las razones que anteceden llevan a dictar un fallo en la forma que se dirá en la parte dispositiva de la presente resolución. SEGUNDO.-En materia de responsabilidad civil, establece el Código Penal en su artículo 116, tras especificar los criterios que rigen su contenido y extensión en los artículos 109 a 115 del mismo Título, que toda persona criminalmente responsable de una falta lo es también civilmente si del hecho se derivaren daños o perjuicios. Siendo el fallo absolutorio, no cabe hacer pronunciamiento alguno en materia de responsabilidad civil TERCERO.- En estricta aplicación del artículo 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por el que se prescribe que nunca se impondrán las costas procesales a quienes fueren absueltos, resulta imperativa la declaración de costas de oficio que se contempla en el número primero del mismo precepto. En atención a lo expuesto, vistos los preceptos citados y los demás de general y pertinente aplicación, FALLO Debo declarar y declaro la libre ABSOLUCION de GONZALO MORANT MAYOR de las faltas de coacciones, amenazas e injurias tipificadas en el artículo 620.2 del Código Penal, por la que se había formulado acusación, con declaración de las costas procesales de oficio. Notifíquese la presente sentencia a las partes y al Ministerio Fiscal, haciéndoles saber que contra la misma cabe interponer RECURSO DE APELACION, ante este Juzgado y para ante la Ilustrísima Audiencia Provincial de Valencia, en el plazo de los CINCO DIAS siguientes a su notificación. Así por esta mi sentencia, de la que se dejará testimonio en los autos, juzgando definitivamente en primera instancia, lo pronuncio, mando y firmo. E/ PUBLICACION.-Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por la Ilma. Sra. Magistrado-Juez que la ha dictado, estando celebrando audiencia pública en el mismo día de su fecha, de lo que como Secretario Judicial doy fe.