FUNDACIÓ FUNDACIÓN ESTUDIANTES UNIVERSIDAD POLITÉ POLITÉCNICA INEF MADRID ABRIL 2009 CURSO DE EXPERTO UNIVERSITARIO EN LESIONES DEPORTIVAS R.P.G. (Reeducación Postural Global) 17 de abril de 2009 ¿Qué es la R.P.G.? La R.P.G. es un método de fisioterapia creado por Philippe Souchard, derivado del concepto Mèziéres. ¿Qué conseguimos con la R.P.G.? Con R.P.G. corregimos alteraciones posturales. Ciertamente, el enfoque postural de la R.P.G. es muy eficaz y quizás sea su seña de identidad. Una de las principales dificultades con las que se ha encontrado la fisioterapia a lo largo de su corta historia, es la modificación de la forma, de la estructura. Esto es algo que llega a crear impotencia y desaliento entre los fisioterapeutas. La R.P.G. rompe los clichés en este sentido. ¿Qué más podemos hacer? Con R.P.G. también tratamos patología músculo-esquelética. Una de las principales indicaciones de la R.P.G. es la patología osteo-articular, las “algias”: lumbalgias, cervicalgias, coxalgia, gonalgia, periartritis escápulo-humeral, etc. Y, por último, realizamos una importante labor preventiva en la aparición de todos estos problemas. ¿De qué forma conseguimos todos estos objetivos? Con R.P.G. conseguimos una corrección de la postura así como de los problemas articulares derivados de ella, basándonos en posturas globales de estiramiento. Este es un punto clave de la R.P.G., quizás el más importante de su metodología, algo que la aleja de otros métodos y tratamientos que tienen por objetivo modificar la “forma” y recuperar la función articular. Nos estamos refiriendo a la globalidad, a las “posturas globales de estiramiento”. La globalidad es necesaria para que la corrección postural, o la corrección de una lesión concreta, sean eficaces y duraderas. Desde el momento que concebimos una globalidad anatómica, o sea, una interconexión entre todas y cada una de las partes del cuerpo, no podemos pasar por alto, por ejemplo, la corrección pélvica en el tratamiento del cuello o del hombro. Y no podemos hacerlo porque ambas regiones son un todo anatómico, un conjunto unitario. Pero esto mismo ya se lo propone, por ejemplo, la osteopatía, las técnicas miofasciales u otros métodos cadenistas. ¿Cuál es la originalidad entonces de la R.P.G.? Lo que resulta más importante y fundamental para la R.P.G., es la corrección de todas y cada una de las estructuras… ¡A LA VEZ! ¡AL MISMO TIEMPO! Este es el verdadero giro de la R.P.G., su verdadera originalidad. ¿Por qué es tan importante la postura y la estática articular? Porque son el fiel reflejo de nuestras retracciones, de nuestros desequilibrios musculares. Si la postura es buena, las articulaciones, músculos, incluso los órganos internos, podrán trabajar de una forma armoniosa, libre… de una forma funcional. Por ejemplo, una cadera fijada en rotación interna, restringe la necesidad fisiológica de rotación externa cuando damos un paso. Esto obliga al hueso iliaco a realizar una exagerada rotación posterior en la articulación sacro-iliaca al caminar. A la larga, por todo esto, pueden aparecer irritaciones del sistema cápsulo-ligamentario provocando sacroileítis. Una herramienta correctamente diseñada, correctamente ubicada y correctamente programada dentro de su cadena de montaje, desempeñará unas funciones correctas sin dar muestras de fatiga o de rotura. Por el contrario, si la herramienta está fuera de sitio o desprogramada, poco a poco, comenzará a dañarse y a alterar el producto final. Las “herramientas músculo-esqueléticas” con las que cuenta nuestro cuerpo, en la inmensa mayoría de los casos, están perfectamente diseñadas… ¿por qué fallan entonces? Porque se descolocan o se desprograman. Algo muy claro para la R.P.G., es que los síntomas que sufrimos suelen estar relacionados con un problema postural subyacente, con un problema de la estática corporal, a no ser que sean traumáticos, claro. Pero siendo realistas… ¿cuántos de los pacientes que pasan por nuestra consulta acuden tras un traumatismo? Muy pocos. ¿Y es un traumatismo agacharse para coger a nuestro hijo, hacer limpieza en casa o cambiar la rueda al coche? Pues tampoco, y muy habitualmente nos vemos tentados a achacar los problemas que nos cuentan nuestros pacientes a estas trivialidades, diciéndoles que son un trauma para su cuerpo debido a que no están acostumbrados a ello. Si la pelvis está en retroversión, fijada por unos pelvitrocantéreos retraídos, agacharnos a recoger cualquier objeto del suelo, puede suponer una hernia discal o una distensión de los ligamentos ilio-lumbares; si el hombro está en rotación interna por la retracción de un pectoral mayor, limpiar los estantes altos de casa puede suponer una periartritis escápulo-humeral; si nuestra tibia se encuentra en rotación externa fijada por una retracción de la fascia lata, acuclillarse puede provocar un pinzamiento meniscal interno. ¿Cuál es el problema entonces? ¿Un acto traumático? Verdaderamente sería observar el problema de una forma demasiado parcial. La elasticidad es uno de los pilares esenciales del buen funcionamiento corporal y es tan importante como el resto de elementos constituyentes de una buena condición física. Para poder desarrollar una buena fuerza muscular y realizar movimientos potentes, necesitamos que nuestros miembros se muevan con amplitud, que gocen de un gran recorrido articular. Si el sistema músculo-esquelético ha perdido elasticidad, el gesto será menos amplio, también será menos veloz y por tanto, menos potente o, de forma análoga, requerirá más fuerza o mayores compensaciones para ser realizado con igual potencia. Sirva de ejemplo el tiro con arco. Para lanzar la flecha muy lejos, preciso una correcta elasticidad del arco. Si el arco no se combara porque fuera rígido, no acumularíamos suficiente energía potencial para mandar la flecha contra la diana a 90 metros de distancia. Antes de realizar un lanzamiento de penalti, debemos extender la pierna para poder darle potencia al golpeo. Lo mismo ocurre con un lanzamiento de jabalina o con un salto a canasta para realizar un mate. La repetición de ciertos movimientos (como gestos deportivos o laborales) o el mantenimiento de algunas posturas (en el trabajo o en la práctica deportiva), provocan un exceso de tono y/o una retracción conectiva de determinados músculos. Estos acortamientos, crean desalineaciones corporales, sobrecargan las articulaciones y distorsionan la postura. La primera repercusión del acortamiento muscular es la desalineación. Pero al cuerpo no le hace ninguna gracia verse desestabilizado. Por eso, se defiende, y lo hace contrayendo a la desesperada los músculos vencidos, tratando de contrarrestar la caída del segmento. Tanto si esta respuesta tiene éxito y restituye el equilibrio, como si fracasa, el resultado final es: la compresión. Esta es la segunda repercusión del acortamiento muscular. El cuerpo sufre compresión articular principalmente por su propio tono, por sus retracciones, mucho más que por la fuerza de la gravedad, a la que siempre se ha achacado esta responsabilidad. La mayor damnificada por este proceso compresivo es… la articulación. Pero no es la única. Este escenario de desalineación corporal con sufrimiento articular y acortamientos musculares asociados, además de ser patológico en sí mismo, es campo abonado para el desarrollo de movimientos compensatorios que suelen derivar en lesiones. Si no podemos elevar un brazo, lordosaremos las lumbares. Si no podemos girar la pelvis, sobre-giraremos el cuello. Si no podemos estirar un codo, echaremos el hombro hacia delante. Todo esto, en los quehaceres de la vida diaria, puede ser intrascendente, pero en la práctica deportiva, cuando se precisa un recorrido completo en todas las articulaciones y cuando los movimientos son muy bruscos y muy excéntricos, puede ser sinónimo de lesión. ¿Qué podemos hacer desde la fisioterapia para revertir estas desalineaciones? Existen dos alternativas: Podemos tonificar con ejercicio físico los músculos “vencidos”. O estirar los músculos “vencedores”. La fisioterapia clásica siempre se ha inclinado por lo primero, puesto que de toda la vida hemos considerado que las alteraciones de la postura o de la posición articular eran un problema de debilidad en ciertos grupos musculares frente a otros grupos antagonistas más fuertes. Todos conocemos ejemplos ilustrativos de esto: la “natación” para la escoliosis, la tonificación de espinales lumbares para la lumbalgia crónica, los ejercicios isométricos para las tendinopatías del hombro, la potenciación del cuádriceps para las desalineaciones de la rótula, etc, etc. Pero las alteraciones de la forma deben ser contempladas desde un punto de vista tónico, estático, donde no hay cabida para la debilidad. Las unidades motoras tónicas, las que mantienen nuestra postura, solo entienden de hipertono. Por eso, al observar una desalineación estática, solo podemos pensar en una escalada de tono, a la que seguirá, irremisiblemente, la retracción del tejido conectivo. Y mucha atención a esto, es fundamental que concibamos el hipertono y la retracción conectiva, de un modo indisociable. ¡No existe músculo acortado que no sufra de ambos fenómenos! El tejido conectivo tiende a amoldarse a los “contextos mecánicos” en los que le toca “vivir”, y no tarda en retraerse en torno a los músculos acortados. Si yo mantengo un codo flexionado en cabestrillo durante mucho tiempo, posiblemente no pueda volver a estirarlo. Y esto será no solo por el acortamiento del bíceps braquial, el braquial y otros flexores, sino fundamentalmente por la retracción conectiva (por la retracción de la fascia profunda, por la retracción de la cápsula, por la retracción de los ligamentos) que, por otro lado, no entienden de terapias inhibitorias basadas en la reducción del tono. Quitando solo conseguiremos eliminar un 30% del problema (cifra orientativa). Otro 50% (cifra orientativa) es debido a la retracción de las estructuras conectivas profundas. El 20% final (cifra orientativa) solo puede obtenerse con la reequilibración de la función antagonista y la reprogramación de las tareas motrices. Todo esto suele pasarse por alto cuando realizamos un tratamiento de fisioterapia destinado a recuperar flexibilidad. Para que la posición ganada a un grupo muscular acortado pueda tener continuidad en el tiempo, es imprescindible que los músculos antagonistas vuelvan a asumir el recorrido que en algún momento perdieron. Y, ¿cómo? Reequilibrando su tono. ¡No aumentándolo! Aunque estén vencidos… no están débiles. Hay que permitirles expresar su tono en una posición corregida. Solo en ese momento será cuando debamos integrar las mejoras obtenidas trabajando nuevos y “normales” patrones motores. ¿Qué sería, por tanto, lo ideal para devolver el rango máximo a nuestras articulaciones y que este rango sea integrado en los movimientos del día a día o en los gestos deportivos? - Bajar tono en la medida de lo posible: las técnicas reflejas son ideales. Elongar el tejido conectivo retraído: solo lo conseguiremos, como veremos más adelante, empleando las reglas de la viscoelasticidad. Reequilibrar el tono de los antagonistas. Integrar los cambios desde el punto de vista dinámico, es decir, moviendo. ¿Hay que fortalecer entonces el tríceps braquial para recuperar un flexo de codo? Pensamos que no. Esto solo produciría mayor compresión articular. Solo tendría sentido trabajar de forma dinámica los extensores del codo en la cuarta fase de tratamiento, cuando hemos quitado “los frenos” al cuerpo y hemos reequilibrado la función muscular tónica. Por este mismo motivo no puede concebirse la ergonomía, sin: - Primero. Quitar frenos al cuerpo. - Segundo. Reequilibrar tono. - Tercero. Enseñar los nuevos gestos al paciente. Retomando el tema de la flexibilidad, en R.P.G. consideramos que una persona es flexible, elástica, cuando puede realizar un gesto amplio manteniendo las amplitudes de movimiento en todas las articulaciones, no cuando para poder llevar a un rango excéntrico una articulación, tiene que compensar acortando otra. Mirando este ejemplo de la derecha, Philippe Souchard trata de reducir la hiperlordosis lumbar de forma aislada mediante la contracción de la musculatura abdominal. Lo único que consigue es agravar la hiperlordosis cervical. Lo mismo ocurre cuando la curva que corrige es la cervical: la hiperlordosis lumbar aumenta. Esto guarda relación con otro de los conceptos fundamentales para la R.P.G.: las cadenas musculares. Sabemos desde hace tiempo que no existe acción muscular aislada. Todos podemos recordar a nuestros profesores diciéndonos aquello de que “el cerebro no entiende de músculos, sino de movimientos”. Ciertamente, el cuerpo, para moverse, se vale de cadenas funcionales formadas por músculos y articulaciones. La R.P.G. identifica y describe varias de estas cadenas compuestas por músculos de predominio tónico. Cuando algún componente de la cadena se retrae, toda ella se ve afectada, pudiendo aparecer las compensaciones y los síntomas en cualquier punto. Por ejemplo, un tríceps sural acortado, puede ser perfectamente responsable de una pelvis retrovertida. Quiere decirse que, la tensión, puede progresar desde el calcáneo hasta los iliacos ejerciendo su efecto restrictivo en la zona más proximal. Resultado: nuestro jugador de hockey desarrolla una hernia discal L3-L4 ó L4-L5 por hiper-flexión lumbar, o nuestro futbolista padece una psoitis crónica y recidivante por el empuje expulsivo de la cabeza femoral al permanecer las caderas en relativa extensión. Del mismo modo, unos pronadores del antebrazo retraídos, pueden arrastrar la clavícula homolateral en rotación anterior, puesto que transmiten su acortamiento cranealmente hasta el pectoral mayor clavicular. Resultado: nuestro jugador de voley o nuestro tenista se lesiona el hombro o las lumbares al sacar. Todo esto nos obliga a tratar la cadena funcional al completo, a corregir todos los componentes y, lo que es más importante si queremos evitar fenómenos compensatorios como los descritos anteriormente, corregirlos a la vez, no intentar desrotar la clavícula sin mirar el brazo o machacar el psoas sin echar un ojo a la pierna. El ESTIRAMIENTO del MÚSCULO que se ha vuelto RÍGIDO, solo puede hacerse DENTRO DE LA CADENA A LA QUE PERTENECE e IMPIDIENDO CUALQUIER COMPENSACIÓN en los demás músculos o articulaciones. El objetivo de la R.P.G., por tanto, es elongar a la vez todos los músculos pertenecientes a una misma cadena funcional de forma SUAVE, LENTA y ACTIVA. Además, debemos descomprimir y recolocar las articulaciones afectadas al mismo tiempo, puesto que según vamos aumentando la tensión, tenderán a comprimirse o desalinearse. Llegado este punto, recapitulemos de forma resumida los principios fundamentales de la R.P.G.. Los músculos se organizan en forma de cadenas encargadas de realizar unas mismas tareas neuromotrices. Cualquier alteración en un músculo afecta a la cadena de la que forma parte Cualquier alteración en la cadena, afecta a la función para la que está destinada. Todo estiramiento muscular analítico provoca un acortamiento en otro punto de la cadena a la que pertenece. Los estiramientos siempre deben ser activos. El paciente mantiene la postura correctiva, realiza las progresiones e impide a la vez las compensaciones. El terapeuta, por tanto, solo guía la progresión y aporta la manualidad necesaria en ciertos momentos, por ejemplo, a la hora de descomprimir una articulación o cuando hay que realizar maniobras de inhibición. El camino es siempre el mismo: la progresión hacia la excentricidad postural y la corrección global. Las paradas que tendremos que realizar en el camino, son siempre diferentes, dependen por completo de cada individuo y sus retracciones. Trabajar con técnicas activas, minimiza los riesgos de los estiramientos pasivos. Es muy difícil que el paciente supere su límite de elasticidad voluntariamente, lo que convierte a la R.P.G. en un método muy seguro. Además, el trabajo activo posibilita la reequilibración tónica entre grupos musculares antagonistas puesto que son estos músculos vencidos, quienes toman poco a poco las riendas del control postural, ese que perdieron en algún momento. El estiramiento sigue los principios físicos de los materiales visco-elásticos. La R.P.G. ha trasladado a la práctica clínica algunos principios básicos de la física. Nuestros tejidos se comportan como sólidos no newtonianos, materiales muy hidratados que no cumplen las leyes de elasticidad tal y como Hooke o Young las formularon, y en los que tiene una vital importancia la duración de la tensión más que la intensidad de la misma. Por eso, las posturas de tratamiento R.P.G. emplean estiramientos soportables y muy muy duraderos. No superaremos jamás los límites de elasticidad tisular, por lo que nunca provocaremos dolor (algo difícil de calibrar con los estiramientos clásicos, más aún si son pasivos). La respiración es el motor del estiramiento Un aspecto fundamental para la R.P.G. es la respiración. Cualquier problema en el cuerpo o cualquier alteración emocional, provoca inmediatamente una respuesta a nivel de la respiración. Tenemos músculos inspiratorios repartidos por todas nuestras cadenas musculares. Es muy lógico, puesto que respirar es la acción más hegemónica e imprescindible para la vida: necesitamos muchos músculos y a poder ser muy tónicos, o sea, que no se fatiguen fácilmente, que nos aseguren algo tan esencial. Por eso, un tratamiento R.P.G. comienza siempre eliminando el “nudo” respiratorio. No pocas veces tenemos que dedicar las primeras sesiones solamente a esto, puesto que no podemos progresar hacia la excentricidad sin haber eliminado antes un bloqueo tan central. Sabemos que, si lo pasamos por alto, solo conseguiríamos generar compensaciones y el estiramiento dejaría de ser eficaz a largo plazo. Todos y cada uno de nosotros tenemos un bloqueo inspiratorio de mayor o menor importancia. Este puede ser de predominio… Anterior, posterior o mitad y mitad, y marcará en nosotros una serie de huellas patológicas características. Elevará nuestro tórax en una actitud “militar” si el bloqueo es de predominio posterior. Arrastrará nuestra cabeza hacia delante si el bloqueo es de predominio anterior. O elevará nuestro tórax y acentuará la lordosis lumbar en la región torácica baja, si es mixto. El último de los principios R.P.G. del que hablaremos está basado en otra ley fundamental de la física. Para estirar un cuerpo elástico debemos tirar de todos sus extremos. Este concepto tan sumamente lógico, se nos olvida en la inmensa mayoría de los casos. En R.P.G. consideramos que uno de los extremos, el más importante como hemos dicho hace un momento, pertenece a la cadena respiratoria que, además, participa de las cadenas musculares anterior y posterior. El otro extremo corresponderá a cada una de las CINCO EXTREMIDADES quienes, empleando nexos anteriores y posteriores, se unen a la parte central del cuerpo. Llegados a este punto, mostraremos algunos resultados obtenidos con tratamiento R.P.G.. STRETCHING GLOBAL ACTIVO. El Stretching Global Activo (SGA) nace de la Reeducación Postural Global, y sigue exactamente los mismos principios que hemos visto hasta ahora. Aporta por tanto, beneficios muy parecidos. Se emplea en aquellas situaciones que no precisan de un tratamiento individual realizado por un terapeuta: en prevención, mantenimiento, en deporte, danza, etc. Los estiramientos emplean las mismas posturas de tratamiento R.P.G., a las que sumamos distintas progresiones en función de los grupos musculares diana. Es muy habitual que los R.P.Gistas derivemos a nuestros pacientes a un programa SGA al finalizar los tratamientos con el objetivo de mantener las mejoras y como herramienta preventiva. El SGA se puede realizar individualmente, por parejas o bien en grupo. La formación en SGA está sumamente abierta pudiendo acceder a ella todo tipo de profesionales: preparadores físicos, monitores de fitness, entrenadores deportivos, fisioterapeutas… Actualmente, muchos clubes y selecciones nacionales, realizan sistemáticamente entrenamiento de la flexibilidad con técnicas R.P.G. y, más concretamente, con SGA. Algunos estudios realizados con deportistas, muestran enormes beneficios del tratamiento SGA respecto a la ganancia de fuerza y elasticidad. Mostramos los resultados de algunos de ellos. Pero el abordaje R.P.G./SGA para el deportista, no solo tiene en cuenta el trabajo de la elasticidad de manera aislada. Es muy importante analizar el morfotipo del deportista y pautar un trabajo de fondo que atenúe las desalineaciones concretas del individuo, puesto que su “naturaleza” puede llevarle por caminos de acortamiento diferentes a los que le lleva su deporte. De esta forma, mitigamos las compensaciones de base. Haremos además, un trabajo específico de los grupos musculares utilizados en cada deporte. Esto se precompetición, acondicionamiento postcompetición, contracturas y aumento de tono muscular. realizará a modo de muscular, y para paliar el inevitable e intoxicación La cosa podría quedar de esta forma…