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LATERCERA Domingo 5 de junio de 2016
EnDebate
LO DIJO
BANDEJA DE ENTRADA
EL DINERO
FÁCIL NO EXISTE
Sergio Jadue
EX PDTE. DE LA ANFP
“En particular, yo y
otros oficiales de
fútbol recibimos
sobornos de las
compañías de
marketing de
deportes, las cuales
pagaron los
sobornos para
obtener, mantener y
renovar los derechos
de televisión”.
Lionel Messi
FUTBOLISTA
“Yo me dedicaba a
jugar al fútbol,
confiaba en mi
papá”.
Jaime Estévez
EX PRESIDENTE DE LA UC
“Fue un error
comunicacional
decir que las
cuentas de Jadue
estaban en orden”.
POR RICARDO MATTE
P
eriódicamente nos
enteramos de personas que han sido defraudadas en sus inversiones, con pérdidas que van desde
unos pocos miles de
pesos hasta los ahorros de su vida y hasta la casa familiar. El tema es serio: hay
quienes nunca logran recuperarse por
completo del impacto financiero, pero
también hay una merma en la salud mental y problemas laborales y familiares.
No hablamos aquí de la posibilidad de
pérdidas inherentes a cualquier inversión
financiera, sino de estafas, versiones más
sofisticadas del cuento del tío.
¿Cómo pueden protegerse las personas? No hay una receta única ni infalible.
Los estafadores son astutos y manipuladores, saben cómo dirigir una situación de
manera de conseguir el resultado que desean. Pero sí hay recomendaciones que hacen más difícil el engaño.
La primera es analizar cualquier propuesta con detención. Si le parece que
una propuesta es demasiado buena para
ser cierta, lo más probable es que lo sea.
La plata fácil no existe y los grandes retornos suelen ir asociados a grandes riesgos.
Porque si una inversión es tan buena que
garantiza el enriquecimiento de quienes
participan sin peligro de perder lo invertido, ¿por qué no lo hace todo el mundo?
Y si alguien tiene un secreto para hacerse
rico de manera instantánea, ¿por qué lo
comparte con otros?
Una presión intensa por firmar o entregar dinero en el momento, como única y
última oportunidad, es una señal de alerta. Hay que darse el tiempo de revisar los
antecedentes de la empresa, de la propuesta y de las promesas. Aproveche internet para hacer búsquedas. Si le dicen que
son supervisados por la Superintendencia
de Valores o la Superintendencia de Bancos, llame a la autoridad y confírmelo.
No se limite a la página web de quien le
hace la oferta: los sitios web son fáciles (y
baratos) de hacer, incluso copiando la
imagen de compañías legítimas. No entre-
gue dinero ni información personal y/o
bancaria, ni firme documentos sin haberse dado el tiempo de investigar a la
empresa y sus referencias.
No tenga miedo de preguntar. Si no logra entender en qué se está invirtiendo, o
si siente que las explicaciones no son satisfactorias, insista. Y desconfíe si la respuesta es que no es necesario que entienda, porque lo que importa son las grandes
ganancias garantizadas que obtendrá. En
este momento, los depósitos a plazo, que
son inversiones de muy bajo riesgo y cuentan con garantía estatal, tienen un retorno promedio en torno a 4% por año. Si en
cambio le ofrecen una tasa muy por sobre
No hablamos aquí de la
posibilidad de pérdidas
inherentes a cualquier
inversión financiera, sino de
estafas, versiones más
sofisticadas del cuento del tío.
La plata fácil no existe y los
grandes retornos suelen ir
asociados a grandes riesgos.
Porque si una inversión es tan
buena que garantiza el
enriquecimiento de quienes
participan sin peligro de
perder lo invertido, ¿por qué
no lo hace todo el mundo?
Desconfíe si la respuesta es
que no es necesario que
entienda, porque lo que
importa son las grandes
ganancias garantizadas que
obtendrá.
esto, por ejemplo 4% pero mensual para
una inversión segura, hay algo extraño,
porque la diferencia es enorme.
Manténgase informado respecto de los
distintos tipos de fraudes. Revise los sitios
web de los reguladores financieros, del
servicio de protección al consumidor y
de organizaciones de consumidores. Haga
búsquedas en internet, de manera de reconocer los modus operandi o mecanismos utilizados por los estafadores. Por
ejemplo, los esquemas piramidales prometen un gran retorno financiero a cambio de
un pago relativamente menor -una cuota
de incorporación o membresías mensuales, por ejemplo, para poder participar en
un negocio o club de inversiones-. A medida que más personas se incorporan al esquema, su dinero se usa para pagar a los
miembros anteriores. Pero llega el momento en que el dinero no alcanza para pagar lo prometido, los inversionistas se inquietan y retiran, y la pirámide se cae. Un
ejemplo es el de los quesitos de Madame
Gil, que ocurrió hace unos años en Chile.
Y el daño suele ser más que la pérdida financiera, porque es habitual que las personas llamen a familiares y amigos a invertir con ellos.
Los esquemas de Ponzi son parecidos.
El caso más conocido en la historia reciente es el de Bernie Madoff, que lideraba una
firma de inversiones con su nombre en
Wall Street y que dirigió un fraude de
más de US$ 50.000 millones. Aquí, el defraudador apunta a personas de mayores
recursos, se relaciona con ellas directamente y les ofrece retornos demasiado
altos o inusualmente consistentes en el
tiempo. Suele convencerlos de reinvertir
su dinero, lo que disminuye la necesidad
de ampliar la base de la pirámide con
nuevos inversionistas y puede prolongar
el esquema en el tiempo.
En todos los casos, la primera señal de
alerta es la promesa de ganancias fáciles.
Invertir a través de firmas establecidas y reguladas le otorga a usted seguridad en sus
inversiones.
Gerente general Asociación de Bancos
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