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MEDICINA LEGAL
Aspectos médico-legales del internamiento
psiquiátrico y la incapacidad civil
118.150
Lourdes San José-Sanz y Teresa Sol-Ordis
Servicio de Clínica Médico Forense. Instituto de Medicina Legal de Cataluña. División de Barcelona Ciudad.
Barcelona. España.
Tipos de internamiento
Sobre la base de la actual legislación y según la participación o aceptación del ingreso psiquiátrico del paciente, pueden considerarse los siguientes tipos de internamiento1:
1. Voluntarios. Son los internamientos no judiciales que se
establecen por contrato directo entre el paciente y la institución médica, el cual puede rescindirse por ambas partes sin
más. Para esta modalidad se precisa de una solicitud firmada por el paciente donde exprese la voluntad del internamiento. Este tipo de internamiento implica que el paciente
puede abandonar el tratamiento y pedir voluntariamente el
alta, que sería preceptivo conceder, ya que no se puede retener a nadie en contra de su voluntad.
Si durante su permanencia en la institución el paciente sufre una crisis que anula la libertad de obrar y, por tanto, la
voluntad con que entró, se pasaría al trámite de urgencia
mencionado en el artículo 763 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil (LEC)2, debiendo ser comunicado este cambio al juez
en el plazo de 24 h.
2. Involuntarios. Dentro de los problemas jurídicos asistenciales del enfermo mental, los internamientos involuntarios
son sin duda un tema polémico que suscita no pocas dificultades. Pueden subdividirse, a su vez, según la jurisdicción de que se trate, en:
–Internamientos penales3. Son internamientos acordados en
un procedimiento o causa penal. El concepto de «voluntariedad» del sujeto es ajeno a este tipo de internamiento,
pues el ámbito propio del derecho penal es la sanción y su
aplicación.
–Internamientos civiles ordinarios4. Son los internamientos
contra la voluntad del paciente, pero que no tienen el carácter de urgencia en sentido estricto. Precisan de la autorización judicial previa y puede darse el caso de que el internamiento sea rechazado por los servicios médicos del centro
al no considerarlo médicamente indicado. Se diferencia del
anterior principalmente en que la autorización judicial no es
de obligado cumplimiento, mientras que la orden judicial
obliga al centro a ingresar al enfermo.
–Internamientos civiles urgentes. En este caso acuciante no
se precisa la autorización judicial previa. El paciente es conducido al centro, que debe comunicar el ingreso al juez en
el plazo de 24 h. El juez lo autorizará a posteriori si lo considera pertinente después de seguir el mismo procedimiento
que en los casos ordinarios (tras examen del presunto incapaz y una vez oído el dictamen de un facultativo por él designado).
Correspondencia: Dra. L. San José-Sanz.
Instituto de Medicina Legal de Cataluña.
Balmes, 7, 6.ª planta. 08007 Barcelona. España.
Recibido el 2-6-2005; aceptado para su publicación el 20-1-2006.
Son estos 2 últimos tipos de internamiento en los que se va
a centrar este artículo.
Antecedentes legislativos y normativa aplicable
La necesaria intervención judicial para autorizar los ingresos
involuntarios por razón de trastorno psíquico tiene su primer
antecedente legislativo en el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, suscrito el 4 de noviembre de 1950 en Roma y
ratificado por España el 26 de septiembre de 19795, que en
su artículo 5 establece que «toda persona tiene derecho a la
libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su libertad, excepto en los casos y con los procedimientos previstos en la ley». Entre estos casos previstos por la ley, el
apartado e) establece: «Si se trata del internamiento conforme a derecho de una persona […] enajenada…». El propio
texto añade que la persona tiene derecho a recurrir la decisión ante la autoridad judicial.
Para esta privación de libertad, según doctrina consolidada
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, debe establecerse judicialmente que el afectado padece una perturbación mental real, comprobada médicamente de forma objetiva, y que esa perturbación presenta un carácter o
magnitud que justifica el internamiento, por no poder vivir
esa persona libremente en sociedad.
Marco constitucional y legal de la privación
de libertad por razón de un trastorno psíquico
En cuanto a la legislación española, además de la adhesión al
Convenio de Roma, España inició su propia reforma legislativa democrática en esta materia desde la propia Constitución.
De conformidad con lo establecido en el artículo 10.2 de la
Constitución española (CE)6, los derechos fundamentales, y
en este caso la libertad, deben interpretarse de acuerdo con
los tratados y acuerdos internacionales vigentes en España
por virtud de lo establecido en el artículo 96.1 de la CE, que
proclama que los tratados internacionales válidamente celebrados formarán parte del ordenamiento interno. Por esta
vía se otorgó así rango de ley a la necesaria intervención judicial en los internamientos psiquiátricos, a tenor de lo previsto en el Convenio de Roma.
Además, la CE reconoce en su título primero los derechos y
deberes fundamentales de las personas. Entre ellos, el artículo 17 consagra el derecho a la libertad y a la seguridad; el
artículo 15, el derecho a la vida y a la integridad física y moral, así como a no ser sometido a penas o tratos inhumanos
y degradantes, todo ello en armonía con la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y con el
Convenio de Roma.
Asimismo, la CE establece, en su artículo 24, el derecho de
los ciudadanos a obtener la tutela efectiva de los tribunales
en el ejercicio de sus derechos. Este derecho de amparo y
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tutela es de especial importancia en materias que afectan a
los derechos fundamentales como los que aquí nos ocupan.
El internamiento psiquiátrico constituye una forma de privación de libertad que debe autorizarse judicialmente, como
una concreción del amparo que los jueces y tribunales
prestan a la protección de los derechos y libertades fundamentales (art. 53.2 de la CE).
El desarrollo normativo legal se hallaba contenido inicialmente en el artículo 211 del Código Civil (CC). Fue introducido con la reforma llevada a cabo por la Ley 13/83 de 24
de octubre7, que impuso la obligatoriedad de la autorización
judicial para practicar un internamiento de un presunto incapaz en contra de su voluntad.
Este precepto fue modificado por la Ley Orgánica 1/1996,
que delimitó con mayor precisión su ámbito de aplicación
material al hablar del «internamiento por razón de trastorno
psíquico, de una persona que no esté en condiciones de
decidirlo por sí, aunque esté sometida a la patria potestad».
Y con ese mismo alcance ha pasado ahora al artículo 763
de la LEC, que entró en vigor en enero del año 2001.
Garantías constitucionales y legales
De la jurisprudencia del Tribunal de Estrasburgo y del Tribunal Constitucional podemos extraer las garantías que deben presidir todo internamiento por razón de trastorno psiquiátrico:
–El internamiento ha de venir motivado por una perturbación mental del interesado, que deberá quedar acreditada
por medio de un dictamen médico.
–El artículo 763 de la LEC, y antes el artículo 211 del CC,
refuerza la anterior garantía, con la exigencia de una previa
exploración del juez al enajenado. Se trata de un requisito
de inmediación. Esta exploración judicial previa asegura la
audiencia de la persona afectada, que vendría exigida por el
artículo 24 de la CE.
–El trastorno psíquico debe ser de tal carácter o magnitud
que justifique la privación de libertad.
–El internamiento psiquiátrico ha de acordarse por resolución judicial en la que se justifiquen los motivos por los que
se acuerda esta medida (art. 763 de la LEC).
–El internamiento acordado será revisado periódicamente
por el juez, una vez vistos los informes médicos recabados
al efecto y practicadas las diligencias que estime imprescindibles (art. 764 de la LEC), y sólo puede prorrogarse en la
medida en que persista la situación de trastorno que justificó el ingreso.
Vemos, pues, que la autorización judicial es necesaria e imprescindible para garantizar que los ingresos involuntarios
en instituciones adecuadas cerradas se efectúen dentro de
la legalidad y por exclusivos motivos terapéuticos, habiendo
de ser revisados periódicamente por el juez. Esta intervención ha de ser previa al ingreso del enfermo en el centro,
salvo en aquellos casos excepcionales en que por razones
de urgencia fuese necesaria la inmediata adopción de la
medida, de la que se dará cuenta al juez en el plazo máximo de 24 h, debiendo acudir el juez al centro antes de las
72 h desde la comunicación del ingreso (art. 763 de la
LEC).
Según viene entendiendo jurisprudencia menor que, como
hacía la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona
Sección 16, de 16 de julio de 1996, interpretaba el artículo
211 del CC en el contexto del artículo 17 de la CE, del artículo 5 del Convenio de Roma y de la jurisprudencia generada por el mismo en el Tribunal de Estrasburgo, que se refiere a supuestos de privación de libertad por ingresos
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motivados por enfermedades psíquicas agudas y nunca por
enfermedades degenerativas, quedan al margen los internamientos asistenciales de personas que, entre otras enfermedades o deficiencias, padecen un trastorno psíquico, cuando el motivo primordial del ingreso sea satisfacer su
atención y cuidado personal, dentro del cual, lógicamente,
está el tratamiento médico. Pero éste, como se ha mencionado, no es un criterio que se esté aplicando a todo el territorio nacional.
A tenor de los acuerdos del Consejo de Europa, se constata
que los tratamientos, según las tendencias actuales de defensa de los derechos humanos en esta materia, deben
contemplar, además de condiciones de internamiento dignas, la asistencia psiquiátrica, psicológica y social de los enfermos, así como la búsqueda de tratamientos alternativos y
la duración mínima de los ingresos involuntarios.
Actividad probatoria
El juez dispondrá el examen de la persona cuyo internamiento se solicita y el dictamen de un facultativo, que ordinariamente será el médico forense. En cualquier caso, el
médico que emita el dictamen debe ser designado por el
juez que vaya a otorgar la autorización (art. 763 de la LEC).
–El dictamen médico debe centrarse en las causas que justifican la necesidad u oportunidad del ingreso e incluir una
orientación diagnóstica o descripción de los síntomas de la
enfermedad o trastorno.
–La exploración debe practicarla el mismo juez que resuelva
sobre el ingreso.
–El artículo 763.3 de la LEC añade también la audiencia de
cualquier persona que estime conveniente el juez o que solicite el afectado por la medida.
–Con la entrada en vigor de la LEC 2000, resulta obligado
oír al ministerio fiscal antes de acordar el internamiento (art.
763.3 de la LEC).
–Una vez practicada la prueba y evacuado el dictamen del
ministerio fiscal en su caso, el juez, por medio de auto, concederá o denegará el internamiento. Cabe recurso de apelación ante la Audiencia Provincial.
Duración del internamiento
El internamiento por razón de un trastorno psíquico es temporal, no se concede para siempre, sino tan sólo por el
tiempo estrictamente necesario. La autorización es temporal, pero no implica un plazo fijo; su duración viene determinada por su carácter terapéutico-asistencial, de tal modo
que se prolongará hasta que desaparezca la causa que motivó el ingreso. No será necesaria la autorización judicial
para dar de alta al ingresado (art. 723.4 de la LEC: «cuando
los facultativos que atiendan a la persona internada consideren que no es necesario mantener el internamiento, darán de alta al enfermo y lo comunicarán inmediatamente al
tribunal competente»).
En cualquier caso, el juez puede revisar la autorización concedida en su día, para lo cual solicitará informes médicos
cuando quiera, y en todo caso debe hacerlo cada 6 meses.
Según el artículo 211 del CC, este control debía hacerse de
la misma forma en que debía prestarse la originaria autorización, esto es, previa exploración judicial y con un nuevo
informe médico, pero ahora el artículo 763.4 de la LEC elude esta exigencia de la exploración judicial y se limita a imponer la obligación del centro psiquiátrico de informar periódicamente, cada 6 meses, sobre la necesidad de
mantener la medida, sin perjuicio de los demás informes
que el juez pueda exigir cuando lo estime oportuno.
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Singularidades del artículo 255 del Código de Familia
Catalán de 19988
Competencia mental y consentimiento en los trastornos
mentales
Si bien proclama también la necesaria intervención judicial
para autorizar ingresos involuntarios en personas que no estén en condiciones de decidirlo por sí mismas, con intervención del fiscal, a) para describir el ámbito de aplicación de
la preceptiva autorización judicial se habla del «internamiento de una persona por razón de trastorno psíquico»,
cualquiera que sea su edad, en una institución adecuada y
cerrada, y b) se refuerza el control judicial del internamiento, al prescribirse su revisión cada 2 meses.
La falta de conciencia de enfermedad en muchos casos de
trastorno mental grave, y, asociado a ello, la frecuencia de
riesgo para uno mismo o para terceros, en las situaciones
agudas que padecen algunas personas, es un hecho que limita la autonomía del sujeto y cuestiona su competencia
mental para determinadas decisiones.
La variabilidad clínica psiquiátrica entre individuos con un
mismo diagnóstico, incluso en una sola persona a lo largo
de su evolución, puede hacer que determinadas decisiones,
en un momento adecuadas, dejen de serlo poco después.
Esta idiosincrasia del enfermo mental obliga a tener en
cuenta la variabilidad del grado de competencia mental.
La elevada frecuencia de presentación de síntomas graves,
acompañados de baja competencia mental, obliga a realizar
muchos internamientos forzosos; así, aquello que en la práctica médica es teóricamente una excepción –decidir en
nombre del paciente– en psiquiatría se da en múltiples ocasiones. En muchos de estos casos no existe una conciencia
suficiente de la enfermedad, o bien esta conciencia está distorsionada patológicamente. En esta situación, difícilmente el
paciente puede participar de manera realista en todas las
decisiones sobre su propia salud.
Beauchamp y McCullough9 señalaban que la característica
de una decisión autónoma es su fundamentación en un conocimiento suficiente, en la comprensión y en la intencionalidad, sin la influencia de coacciones internas y externas. La
competencia mental es la capacidad del paciente para, una
vez entendida la situación, así como las opciones de actuación posibles y sus probables consecuencias, escoger, expresar y defender una decisión consecuente con sus propios valores.
Hay que tener presente que el término «suplir» la voluntad
debe contemplarse como una intervención restrictiva y mínima, sólo justificada porque la persona afectada, precisamente por las características de su enfermedad, no está en
condiciones de decidir por sí misma. Por ello la decisión judicial parte de la garantía de los derechos personales más
elementales, como son la libertad (art. 17 de la CE), la vida
(art. 15 de la CE), la seguridad y la salud.
Internamiento extraordinario o por razones de urgencia
Responde a razones imperiosas, sobre todo derivadas de la
peligrosidad del enfermo, que hace necesario su ingreso inmediato e inaplazable en un centro adecuado.
Hemos de distinguir el criterio de urgencia del de gravedad
clínica, en el sentido de que no siempre progresan a la par:
sería el caso de auto o heteroagresividad con grave riesgo
para el paciente o su entorno, con independencia de la gravedad y la complejidad del trastorno de base.
Ha sido desarrollado por el artículo 763.1 de la LEC. En
principio, cualquiera puede promover dicha medida, que
sólo requerirá, de entrada, la conformidad de los responsables del establecimiento en que se efectúe. Es a partir de
ese momento cuando la ley impone una serie de exigencias:
1. Comunicación del internamiento al juez de primera instancia del domicilio del establecimiento, mediante parte médico. Esta comunicación debe hacerse dentro del plazo de
24 h.
2. En este caso el juez también deberá explorar al ingresado, con la asistencia del médico forense, y resolverá después ratificando o desautorizando el internamiento. Así lo
exigía el párrafo segundo del artículo 211 del CC y ahora el
artículo 763.1 de la LEC, que expresamente dispone un plazo de 72 h al juzgado para que ratifique la medida del internamiento.
En los demás aspectos, le será de aplicación todo lo mencionado para el internamiento ordinario.
Hay que tener presente que tanto en menores como en pacientes con sentencia de incapacitación se requiere la autorización judicial para su internamiento en un centro psiquiátrico. El internamiento de menores se realizará siempre en
un establecimiento adecuado a su edad.
La prueba forense en los internamientos
por razón de trastorno psíquico
Las dificultades que comporta en la clínica la evaluación de
la competencia mental en una situación concreta son importantes. ¿En qué circunstancias se ha de considerar el
principio de beneficio del paciente por encima del de autonomía? Por tanto, ¿cuándo se ha de forzar un tratamiento
psiquiátrico en contra de la voluntad del paciente? ¿Sólo
cuando represente un peligro para sí mismo o para los demás?
La Organización Mundial de la Salud apunta los siguientes
criterios para un tratamiento forzoso en psiquiatría: a) el paciente no es lo suficientemente competente para comprender y decidir respecto a su tratamiento; b) el tratamiento supone una evaluación del binomio riesgo-beneficio
claramente favorable para el paciente, y c) la no aplicación
del tratamiento podría provocar un daño superior para el
paciente, la familia y/o la comunidad.
Proceso de capacidad de las personas
Capacidad jurídica
Es la aptitud e idoneidad de un sujeto para ser titular de derechos y obligaciones, y en general de relaciones jurídicas.
Es decir, la capacidad jurídica constituye un atributo esencial
de la persona («una consecuencia inmediata de la personalidad»). Toda persona, por el hecho de serlo, posee capacidad jurídica (goce de derechos, ejercicio de actos jurídicos).
Toda persona que nace con vida, en las condiciones previstas en el artículo 29 del CC10, goza de esta capacidad jurídica, que sólo perderá con la muerte, con independencia de
su edad y estado de salud mental y física. La capacidad jurídica es una cualidad que el derecho no otorga, sino que reconoce a toda persona por el mero hecho de serlo.
Capacidad de obrar11,12
La capacidad de obrar, en cambio, es una posibilidad o una
aptitud para realizar eficazmente actos jurídicos. Como se ve,
es también un atributo de la persona, pero, a diferencia de la
capacidad jurídica, admite variaciones o graduaciones. Se
puede distinguir así una capacidad plena de obrar y una capacidad limitada de obrar. La primera se encuentra en funMed Clin (Barc). 2006;126(14):549-53
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ción de la natural capacidad de querer y entender, y las limitaciones de la capacidad de obrar se deben a una falta total o
parcial de esa capacidad natural para entender y querer.
Si la capacidad de obrar es la aptitud para ejercer derechos
y obligaciones, presupone en la persona la existencia de 3
requisitos o «elementos integrantes de la capacidad»: a) conocimientos acerca de sus derechos y deberes sociales y de
las reglas de la vida en sociedad; b) juicio suficiente para
aplicarlos en un caso concreto, y c) voluntad firme para inspirar la libre decisión. Se atribuye a todas las personas mayores de edad que no hayan sido expresamente privadas de
ella, total o parcialmente, por medio de la incapacitación.
Legitimación para instar el juicio de incapacitación13
El artículo 757 de la LEC regula quién puede promover la
incapacitación de un mayor de edad:
1. «La declaración de incapacidad pueden promoverla el
cónyuge o quien se encuentre en una situación de hecho
asimilable, los descendientes, los ascendientes o los hermanos del presunto incapaz.»
2. «El ministerio fiscal deberá promover la incapacitación si
las personas mencionadas en el apartado anterior no existieran o no la hubieran solicitado.»
3. «Cualquier persona está facultada para poner en conocimiento del ministerio fiscal los hechos que puedan ser determinantes de la incapacitación. Las autoridades y los funcionarios públicos que, por razón de sus cargos, conocieran
la existencia de posible causa de incapacitación en una persona deberán ponerlo en conocimiento del ministerio fiscal.» Es decir, todos aquellos que carezcan de legitimación
para pedir la incapacitación podrán dirigirse a la fiscalía
para poner en su conocimiento la existencia de una persona
con posible causa de incapacitación. Es el caso de parientes colaterales, vecinos, médicos, directores de centros geriátricos o servicios sociales del ayuntamiento o comunidad
autónoma; así lo declaró expresamente la sentencia del Tribunal Supremo de 24 de mayo de 1991 (RJ 1991, 38), en
un supuesto en que negaba la legitimación al ayuntamiento.
El artículo 757.4 de la LEC regula quién puede promover la
incapacitación de un menor de edad: «la incapacitación de
menores de edad, en los casos que proceda, conforme a la
ley, sólo podrá ser promovida por quienes ejerzan la patria
potestad o la tutela».
Solicitar la modificación de la previa incapacitación
Según el artículo 761 de la LEC:
1. «La sentencia de incapacitación no impedirá que, sobrevenidas nuevas circunstancias, pueda instarse un nuevo
proceso que tenga por objeto dejar sin efecto o modificar el
alcance de la incapacitación ya establecida.»
2. «Corresponde formular la petición para iniciar el proceso
a que se refiere el apartado anterior a las personas mencionadas en el apartado 1 del artículo 757, a las que ejercen
cargo tutelar o tuvieran bajo su guarda al incapacitado, al
ministerio fiscal y al propio incapacitado», aunque en este
último caso el artículo 761 de la LEC dispone que, «si se
hubiera privado al incapacitado de la capacidad para comparecer en juicio, deberá obtener expresa autorización judicial para actuar en el proceso por sí mismo».
Limitaciones a la capacidad de obrar14
–La minoría de edad.
–La incapacitación.
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Incapacitación civil
Al mayor de edad se le presupone la plena capacidad de
obrar al presuponérsele las cualidades necesarias para obligarse y ejercitar por sí mismo sus derechos15. Sólo en el
caso de que carezca de estas cualidades, porque una enfermedad o deficiencia física o psíquica lo haya impedido o
le haya privado de ellas, podría ser incapacitado, para lo
cual se requiere una sentencia judicial que así lo declare.
Son causas de incapacitación, según el artículo 200 del CC,
«las enfermedades o deficiencias persistentes de carácter
físico o psíquico que impidan a la persona gobernarse por sí
misma».
El Tribunal Supremo entiende por deficiencias «aquellos estados en los que se da un impedimento físico, mental o psíquico, permanente y a veces progresivo, que merma la personalidad, la deteriora y amortigua, con efectos en la
capacidad volitiva y de decisión, incidiendo en su conducta
al manifestarse como inhabilitante para el ejercicio de los
derechos civiles y demás consecuentes16».
Como se ha mencionado, se precisa que las enfermedades
o deficiencias sean persistentes en el tiempo, de tal modo
que se pueda asegurar que será crónica o, cuando menos,
que presumiblemente se prolongará por mucho tiempo. Un
simple trastorno mental transitorio o momentáneo no puede
dar lugar a la incapacitación, con independencia de que
pueda tenerse en cuenta a fin de determinar la concurrencia del consentimiento válido en la realización de un negocio jurídico.
Los intervalos lúcidos tampoco impedirán la incapacitación, si
el estado general de la persona es de enajenación o ausencia
de autogobierno. Así se ha pronunciado la jurisprudencia en
el caso de enfermedades como trastornos psicóticos.
Como se ha dicho, entre las causas de incapacitación figura
la imposibilidad de autogobierno. El autogobierno es la aptitud necesaria para obrar libremente. Presupone un conocimiento suficiente y un acto de la voluntad, de querer o desear algo. Es por ello que algunas enfermedades limitan o
excluyen el autogobierno, ya sea porque: a) impiden el conocimiento adecuado de la realidad y la posibilidad de realizar juicios de conveniencia, o b) anulan o merman la voluntad, pudiendo constituir causas de incapacitación.
Prueba de incapacidad
Para llegar a formarse una convicción respecto a la capacidad de los sujetos en que se sospeche que concurre una
causa de incapacitación, el juez puede recurrir a diversos
medios de prueba, gracias a los cuales llega a formular la
declaración de incapacitación. No hay que olvidar que el artículo 199 del CC establece taxativamente que «nadie puede ser incapacitado sino por sentencia judicial, en virtud de
las causas establecidas por la ley».
Entre los medios de prueba figuran los siguientes (art. 759
de la LEC):
–La declaración de los parientes más próximos del presunto
incapaz y demás personas que el tribunal considere oportuno, que se realizará en el propio acto del juicio verbal.
–El examen del supuesto incapaz, realizado directamente
por el juez.
–El dictamen pericial médico acordado por el tribunal.
Estos dos últimos son previos al juicio verbal.
El informe médico tiene como finalidad establecer el juicio
médico-legal sobre la capacidad del sujeto para gobernarse
a sí mismo y administrar sus bienes, en función de las posibles causas de incapacitación. En la exploración se considera conveniente valorar criterios clínicos como los siguien-
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tes: a) déficit cognitivo persistente; b) afectación del juicio
de la realidad (fuera de las situaciones agudas); c) ausencia
o déficit de conciencia de enfermedad, y d) conductas de
riesgo derivadas de la enfermedad.
Asimismo, deben valorarse: a) la frecuencia de ingresos y
tiempo de permanencia de hospitalización en los últimos
años, y si los internamientos han sido voluntarios o involuntarios, así como la aceptación o no de tratamiento ambulatorio y la frecuencia de recaídas por abandono del tratamiento, y b) la evolución tórpida con pronóstico previsible
hacia una deterioro mayor.
Además de los criterios meramente clínicos, se tendrán en
cuenta otros aspectos de la enfermedad o interrelacionados
con ella, tales como: a) la dependencia parcial o total para
las actividades de la vida diaria; b) el paciente no puede llevar a cabo actividades laborales, asumir responsabilidades
familiares, etc.; c) falta de capacidad para el gobierno de
sus bienes, como consecuencia del uso inadecuado del dinero, debido a su enfermedad; d) aislamiento y marginación
social, y e) si tiene capacidad de defenderse y buscar ayuda
si lo necesita.
Valoración en las diversas áreas sobre la capacidad
de las personas
Es conveniente hacer la distinción sobre la afectación de la
enfermedad en las diversas áreas de la vida de la persona y,
por tanto, en aquellas que requieren protección por considerar limitada la autonomía del paciente, así como especificar el grado, es decir, si hay una limitación total en esa área
o si únicamente precisa supervisión:
1. Cuidado de la salud.
2. Promoción de la integración social.
3. Autonomía instrumental y en el ámbito doméstico (actividades cotidianas), así como para desplazamientos.
4. Capacidad para contraer matrimonio.
5. Si necesita protección en todas las áreas de la vida.
6. Administración patrimonial compleja (contratos de compra-venta de bienes inmobiliarios, créditos hipotecarios,
operaciones bursátiles) y para testar.
7. Incapacidad para administrar la pensión o trámites/gastos cotidianos.
8. Incapacidad para realizar cualquier operación comercial
simple (mercado doméstico, compras banales, etc.). Es decir, cualquier gasto que comporte el manejo de «dinero de
bolsillo».
9. Otros, por ejemplo, si conoce o no el sentido del sufragio,
así como si demuestra un cierto interés por la realidad política, conocimientos de los principales partidos y líderes políticos.
10. Mención especial merecen aquellas situaciones en que
la falta de capacidad civil radica en la persona; para ser libre y obrar como tal, no sólo debe tener aptitud para conocer, enjuiciar, querer y decidir, sino además posibilidad de
manifestar o ejecutar su voluntad.
Determinación de la extensión y límites de la
incapacitación
Cuando el juez valore las pruebas, evaluará si la incapacitación es total o parcial y, en este segundo caso, graduará la
limitación de la capacidad:
–Incapacitación total. Vendrá dada por la carencia de condiciones para el autogobierno y la administración patrimonial
como consecuencia del déficit de las funciones cognitivas
básicas, que impiden al paciente actuar libremente.
–Incapacitación parcial. Si el déficit de la capacidad afecta
sólo a algunas facetas del actuar humano impidiéndole actuar libremente o haciéndose vulnerable a engaños y abusos. La limitación de las facultades cognitivas o las carencias
de voluntad o la deficiencia afectiva restringen parcialmente
su capacidad.
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