A.D.R. 650/2016.

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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 650/2016,
DERIVADO DEL JUICIO DE AMPARO
DIRECTO **********
QUEJOSA Y RECURRENTE: **********
PONENTE: MINISTRO JOSÉ FERNANDO FRANCO GONZÁLEZ SALAS
SECRETARIO: ROBERTO FRAGA JIMÉNEZ
SÉPTIMO. Estudio. Por cuestión de método, en primer lugar
debe significarse la inoperancia de los agravios sintetizados en los
incisos c) y d), en la medida en que la recurrente se limita a repetir
los argumentos que formuló a título de conceptos de violación en su
demanda de garantías, sin controvertir las consideraciones que adoptó
el Tribunal Colegiado a fin de desestimarlos.
En efecto, la inconforme reitera los razonamientos que expresó
en parte del concepto de violación identificado como primero que hizo
valer en su demanda de amparo, en el que argumentó, principalmente,
que el artículo 29 bis 3, fracción VI, numeral 6, de la Ley de Aguas
Nacionales contraviene el derecho a la seguridad jurídica, dado que no
establece con certeza el momento a partir del cual empieza a correr el
plazo de quince días para que los concesionarios informen sobre la
actualización de alguno de los supuestos de interrupción del lapso de
caducidad, pues establece de manera ambigua que será a partir de
“estar realizando inversiones” o “ejecutando obras”; lo que no permite
determinar si la solicitud relativa debe presentarse desde el inicio o al
final de las inversiones u obras.
Luego, si se toma en cuenta que lo esgrimido en los argumentos
en cuestión, al ser una reproducción esencial de lo planteado en el
aludido concepto de violación de la demanda presentada por la aquí
recurrente, es indudable que se encuentran dirigidos a insistir sobre
la inconstitucionalidad del precepto reclamado, sin exponer
razonamientos contundentes en relación con las consideraciones que
sustentan el fallo del Tribunal Colegiado sobre el particular.
Al respecto, la peticionaria del amparo omitió controvertir
lo considerado por el Tribunal Colegiado en el sentido de que la
AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 650/2016
interpretación armónica del precepto reclamado evidencia que la razón
por la que el legislador redactó en tiempo gerundio la conjugación de
las acciones cuya realización interrumpe el plazo de caducidad de los
títulos de concesión para la explotación, uso y aprovechamiento de
aguas (efectuar inversiones o ejecutar obras autorizadas), obedeció a
su intención de que el concesionario esté de manera real y efectiva
llevando a cabo cualquiera de esos actos, en tanto que el fin de la
norma es que la interrupción de la caducidad sólo se produzca cuando
existan motivos suficientes que se puedan constatar objetivamente,
como ocurre cuando el concesionario ya esté desenvolviendo
fácticamente actividades que entrañen inversiones o la ejecución de
obras.
De igual modo, la quejosa nada dice en relación con lo concluido
por el Órgano Colegiado del conocimiento tocante a que de acuerdo
con la teleología del precepto reclamado, referente a que el plazo de
caducidad sólo se interrumpa por el periodo en el que efectivamente
se llevan a cabo los supuestos referidos, no existe duda en que el
plazo de quince días para informar sobre aquéllas, comienza a
transcurrir a partir de que inician las inversiones tendientes a elevar la
eficiencia del aprovechamiento del agua o la ejecución de las obras
autorizadas.
Así mismo, la quejosa no intenta desvirtuar lo sostenido por
el Tribunal Colegiado respecto de que de considerarse que el
concesionario puede dar el aviso correspondiente en cualquier
momento mientras siga realizando inversiones o ejecutando las obras,
conllevaría dejar a su arbitrio el momento en que desee hacerlo, es
decir, generar para sí mismo el derecho que desea o prevalerse de su
propio dolo.
Bajo esa óptica, la quejosa estaba obligada a exponer los
motivos y circunstancias especiales por los que es de estimarse que la
mencionada conjugación en gerundio no da certeza en la postura
asumida por el Tribunal Colegiado referente a que debe informarse a
la autoridad la actualización de alguna de las hipótesis de interrupción
de la caducidad, a partir de que se da inicio con los actos
correspondientes y no después o, en su caso, que entender que el
concesionario puede hacerlo durante todo el tiempo que se realicen
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 650/2016
las inversiones u obras, no supone dejar a su arbitrio tal situación y
menos aún que implique un actuar doloso; sin que aquélla haya
cumplido con esa carga procesal.
Por tanto, es palmario que la quejosa sólo reitera planteamientos
que expuso a título de conceptos de violación en la demanda de
amparo, sin controvertir las consideraciones que sirvieron de base al
Tribunal Colegiado para demostrar su ineficacia jurídica, lo que
conduce a la convicción de que tales argumentos no se encaminan a
cuestionar la sentencia recurrida y, por ende, resultan inoperantes
para revocar o modificar esta última.
Sirve de apoyo a las consideraciones anteriores,
jurisprudencia número 2ª./J. 62/2008, del siguiente rubro:
la
“AGRAVIOS INOPERANTES EN LA REVISIÓN. SON AQUELLOS
QUE REPRODUCEN, CASI LITERALMENTE, LOS CONCEPTOS DE
VIOLACIÓN, SIN CONTROVERTIR LAS CONSIDERACIONES DE LA
SENTENCIA RECURRIDA”1.
De igual modo es inoperante el argumento en el que la quejosa
aduce que sí es aplicable al caso la jurisprudencia número
P./J. 158/2008, de rubro: “ISSSTE. EL ARTÍCULO 251 DE LA LEY
RELATIVA, AL ESTABLECER UN PLAZO DE DIEZ AÑOS PARA LA
PRESCRIPCIÓN DEL DERECHO A RECIBIR LOS RECURSOS DE
LA CUENTA INDIVIDUAL DEL TRABAJADOR SIN PRECISAR EL
MOMENTO DE SU INICIO, ES VIOLATORIO DE LAS GARANTÍAS
DE SEGURIDAD Y CERTEZA JURÍDICA Y SEGURIDAD SOCIAL
(LEGISLACIÓN VIGENTE A PARTIR DEL 1o. DE ABRIL DE 2007)”.
Se expone tal aserto, en principio, porque la quejosa no combate
la razón por la que el Tribunal Colegiado determinó en la sentencia
recurrida que ese criterio jurisprudencial es inaplicable al caso, esto
Cuyo texto y datos de identificación se leen: “Conforme al artículo 88 de la Ley de Amparo, en el recurso de
revisión se expresaran los agravios que cause la resolución o sentencia impugnada, esto es, se cuestionarán
las consideraciones jurídicas sustentadas en la determinación judicial que se estime contraria a los intereses
del recurrente. En ese sentido, son inoperantes los agravios, cuando sólo reproducen casi literalmente, los
conceptos de violación expuestos en la demanda de amparo y respecto de los cuales se hizo un
pronunciamiento en la sentencia recurrida, pues no controvierten los argumentos jurídicos sustentados por el
órgano jurisdiccional, que posibiliten su análisis al tribunal revisor.” Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena Época, Tomo XXVII, Materia: Común, abril de 2006, registro IUS: 169974, página 376.
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es, que la norma cuya inconstitucionalidad se declaró en aquél
establece que el derecho a recibir los recursos de la cuenta individual
del trabajador prescribe a favor de la autoridad en un plazo de diez
años a partir “de que sean exigibles”, sin definir esta última premisa;
expresión que no coincide ni se asemeja a la indefinición alegada por
la peticionaria del amparo.
Además, el citado planteamiento se trata de una afirmación
dogmática a través de la cual la recurrente no expone los motivos o
circunstancias especiales por las que debe estimarse que la
jurisprudencia en cuestión es aplicable al evento estudiado, incluso por
razones analógicas, resultando insuficiente para que este Alto Tribunal
analice si es observable o no a fin de examinar la regularidad
constitucional del precepto legal reclamado2.
En otro orden de ideas, se analizan los agravios compendiados
en los incisos a) y b), a través de los cuales la recurrente sostiene que
a diferencia de lo asumido por el Tribunal Colegiado, la indefinición del
vocablo “inversiones” a que se refiere el artículo reclamado, sí crea un
estado de inseguridad jurídica en el gobernado, al dejar al arbitrio de la
autoridad su interpretación y aplicación práctica.
Con ese propósito, es necesario transcribir la parte conducente
de los artículos 14 y 16 de la Constitución Federal, que son del tenor
siguiente:
“Artículo 14. A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de
persona alguna.
Nadie podrá ser privado de la libertad o de sus propiedades,
posesiones o derechos, sino mediante juicio seguido ante los tribunales
previamente establecidos, en el que se cumplan las formalidades
esenciales del procedimiento y conforme a las Leyes expedidas con
anterioridad al hecho.
[…]”
Es aplicable al caso, la jurisprudencia número 2ª./J. 188/2009, cuyo rubro y datos de publicación se
transcriben enseguida: “AGRAVIOS INOPERANTES EN LA REVISIÓN. SON AQUELLOS EN LOS QUE SE
PRODUCE UN IMPEDIMENTO TÉCNICO QUE IMPOSIBILITA EL EXAMEN DEL PLANTEAMIENTO QUE
CONTIENEN”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXX, noviembre de
2009, registro IUS: 166031, página 424.
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“Artículo 16. Nadie puede ser molestado en su persona, familia,
domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito
de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del
procedimiento.
[…]”
De conformidad con los preceptos transcritos, los principios de
legalidad y seguridad jurídica ahí contenidos, exigen que las
facultades atribuidas a las autoridades encargadas de la aplicación de
la ley deban estar determinadas en el propio texto legal, a fin de no
dejar elemento alguno a su arbitrio, pues sólo de esa manera los
gobernados pueden saber de antemano lo que les obliga por voluntad
del legislador, por qué motivos y en qué medida, y a la autoridad, en
cambio, sólo queda aplicar lo que la norma le ordena.
Es así, dado que es impermisible la afectación a la esfera
jurídica de una persona por actos de autoridades que no estén
facultadas expresamente por la ley para realizarlos, pues es principio
general de derecho que, en salvaguarda de la seguridad jurídica,
la autoridad sólo puede hacer lo que la ley le autoriza; por tanto, las
facultades de las autoridades deben estar consignadas en el texto de
la ley pues, de otro modo, se les dotaría de un poder arbitrario,
incompatible con el régimen de legalidad.
Por tanto, la seguridad jurídica, como derecho humano protegido
constitucionalmente,
debe
entenderse
principalmente
como
proscripción de la arbitrariedad del Estado, por un lado, y, por el otro,
como tutela de la regulación de las relaciones sociales mediante
pautas preestablecidas y previsibles que permitan a las personas
anticipar, con un grado suficiente, las posibles consecuencias de sus
actos —entre otros posibles entendimientos—.
En relación con lo expuesto, debe tenerse presente que si bien la
claridad de las leyes resulta imprescindible a fin de impedir su
ambigüedad, confusión o contradicción, también lo es que ningún
precepto constitucional exige que el legislador defina los vocablos o
locuciones utilizados en las leyes, pues tal situación tornaría imposible
la función legislativa, en vista de que implicaría una labor interminable
e impráctica.
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 650/2016
Sobre el particular, este Alto Tribunal ha sostenido que si bien es
deseable que en las leyes no existan conceptos ambiguos o que
provoquen confusión en su aplicación, lo cierto es que ni en la
Constitución Federal, ni en las propias leyes que de ella emanan,
existe precepto alguno que obligue al creador de la norma a definir
cada vocablo o locución utilizada en los textos legales, lo cual se
justifica en la medida en que se comprende que las leyes no son
diccionarios.
Por tal motivo, resulta inexacto sostener que una ley es violatoria
del principio de legalidad y/o seguridad jurídica y, por tanto, de la
Constitución Federal, en virtud de que en ella no se definan
determinados vocablos, o bien, por eventuales irregularidades que
pudieran acusarse en su redacción.
En otras palabras, sin desconocer que la claridad de las leyes
constituye uno de los imperativos necesarios para evitar o disminuir su
oscuridad, ambigüedad, confusión y contradicción, lo cierto es que la
propia Carta Magna contempla la interpretación legislativa y judicial de
las normas pero sin condicionar su constitucionalidad al hecho de que
describan detalladamente el significado adecuado de los vocablos
utilizados en su redacción, en razón de que se traduciría en una labor
interminable y nada práctica, provocando que no se cumpliera de la
manera oportuna que se requiere, con la finalidad principal que busca
tal función del Estado, que es la de regular y, en consecuencia,
armonizar las relaciones humanas.
Resulta ilustrativa a la reflexión expuesta la jurisprudencia de
esta Segunda Sala número 2ª./J. 92/2005, cuyo rubro señala:
“LEYES. SU INCONSTITUCIONALIDAD NO DEPENDE DE LOS
VICIOS EN LA REDACCIÓN E IMPRECISIÓN DE TÉRMINOS EN
QUE EL LEGISLADOR ORDINARIO PUEDA INCURRIR”3.
Del texto y datos de identificación siguientes: Si bien la claridad de las leyes constituye un imperativo para
evitar su ambigüedad, confusión o contradicción, ningún artículo constitucional exige que el legislador defina
los vocablos o locuciones utilizados en aquéllas, pues tal exigencia tornaría imposible su función, en vista de
que implicaría una labor interminable y nada práctica, provocando que no se cumpliera oportunamente con la
finalidad de regular y armonizar las relaciones humanas. Por tanto, es incorrecto pretender que una ley sea
inconstitucional por no definir un vocablo o por irregularidad en su redacción, pues la contravención a la Carta
Magna se basa en aspectos objetivos que generalmente son los principios consagrados en ella, ya sea
prohibiendo una determinada acción de la autoridad en contra de los particulares gobernados u ordenando la
forma en que deben conducirse en su función de gobierno. Además, de los artículos 14, 94, párrafo séptimo y
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Ahora bien, la parte quejosa afirma que del artículo 29 bis 3,
fracción VI, numeral 6, de la Ley de Aguas Nacionales vigente en dos
mil trece, no es posible desprender el significado del término
“inversiones”, lo cual contraviene el derecho a la seguridad jurídica
consagrado en los artículos 14 y 16 de la Constitución Federal.
La porción normativa tildada de inconstitucional establece lo
siguiente:
“Artículo 29 bis 3. La concesión o asignación para la explotación, uso o
aprovechamiento de aguas nacionales sólo podrá extinguirse por:
[…]
VI. Caducidad parcial o total declarada por ‘la Autoridad del Agua’
cuando se deje parcial o totalmente de explotar, usar o aprovechar
aguas nacionales durante dos años consecutivos, sin mediar causa
justificada explícita en la presente Ley y sus reglamentos.
Esta declaración se tomará considerando en forma conjunta el pago de
derechos que realice el usuario en los términos de la Ley Federal de
Derechos y la determinación presuntiva de los volúmenes
aprovechados.
No se aplicará la extinción por caducidad parcial o total, cuando:
[…]
6. El concesionario o asignatario esté realizando las inversiones que
correspondan, o ejecutando las obras autorizadas para la explotación,
uso o aprovechamiento de las aguas nacionales, siempre que se
encuentre dentro del plazo otorgado al efecto.
[…]”
El precepto transcrito establece que la concesión para la
explotación, uso o aprovechamiento de aguas nacionales puede
extinguirse por caducidad parcial o total declarada por la autoridad del
agua competente, cuando el concesionario deje de explotar, usar o
aprovechar total o parcialmente, durante dos años consecutivos, el
volumen de agua concesionado sin que exista una causa que
legalmente justifique ese proceder.
Del propio artículo se desprende que el plazo para que se
actualice la caducidad de la concesión no operará cuando el
72, inciso f), de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se advierte el reconocimiento, por
parte de nuestro sistema jurídico, de la necesidad de que existan métodos de interpretación jurídica que, con
motivo de las imprecisiones y oscuridades que puedan afectar a las disposiciones legales, establezcan su
sentido y alcance, pero no condiciona su validez al hecho de que sean claras en su redacción y en los
términos que emplean”. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXII, agosto
de 2005, registro IUS: 177584, página 310.
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 650/2016
concesionario o asignatario esté realizando las “inversiones” que
correspondan, o ejecutando las obras autorizadas para la explotación,
uso o aprovechamiento de las aguas nacionales, siempre que se
encuentre dentro del plazo otorgado al efecto.
Sobre esa base, aun cuando la norma reclamada no define de
manera expresa o formal el vocablo “inversiones”, se estima que éste
es comprensible tanto para sus destinatarios como para las
autoridades que deben vigilar su observancia, a partir de la
interpretación sistemática que debe efectuarse de ese precepto dentro
del contexto de las demás disposiciones aplicables de la Ley de Aguas
Nacionales.
En efecto, es menester tener en cuenta que el Diccionario de la
Lengua Española editado por la Real Academia Española define
la palabra “inversión” (singular del sustantivo “inversiones”), como la
acción o efecto de “invertir”, verbo respecto del cual distingue las
siguientes cuatro acepciones:
i. Cambiar, sustituyéndolos por sus contrarios, la posición, el
orden, o el sentido de las cosas.
ii. Emplear, gastar, colocar un caudal (hacienda, bienes de
cualquier especie y más comúnmente dinero).
iii. Emplear u ocupar el tiempo.
iv. En una razón, intercambiar numerador y denominador.
Para el presente análisis son relevantes los significados
anotados en los puntos ii y iii, en función de los cuales invertir conlleva
la idea de emplear, gastar u ocupar ya sea capital (bienes de cualquier
especie y/o dinero) o, en su defecto, tiempo.
Bajo esa óptica, la acción de invertir puede tener una
connotación económica, es decir, relacionada con la erogación de
cierto capital o, en contraste, el simple transcurso del tiempo.
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En ese contexto, debe traerse a cuenta el artículo 24 de la Ley
de Aguas Nacionales, que es del tenor siguiente:
“Artículo 24. El término de la concesión o asignación para la
explotación, uso o aprovechamiento de las aguas nacionales no será
menor de cinco ni mayor de treinta años, de acuerdo con la prelación
del uso específico del cual se trate, las prioridades de desarrollo, el
beneficio social y el capital invertido o por invertir en forma
comprobable en el aprovechamiento respectivo. En la duración de
las concesiones y asignaciones, ‘la Autoridad del Agua’ tomará en
consideración las condiciones que guarde la fuente de suministro, la
prelación de usos vigentes en la región que corresponda y las
expectativas de crecimiento de dichos usos.
Las concesiones o asignaciones en los términos del Artículo 22 de esta
Ley, serán objeto de prórroga hasta por igual término y características
del título vigente por el que se hubieren otorgado, siempre y cuando sus
titulares no incurrieren en las causales de terminación previstas en la
presente Ley, se cumpla con lo dispuesto en el Párrafo Segundo del
Artículo 22 de esta Ley y en el presente Artículo y lo soliciten dentro de
los últimos cinco años previos al término de su vigencia, al menos seis
meses antes de su vencimiento.
La falta de presentación de la solicitud a que se refiere este Artículo
dentro del plazo establecido, se considerará como renuncia al derecho
de solicitar la prórroga.
Para decidir sobre el otorgamiento de la prórroga se considerará la
recuperación total de las inversiones que haya efectuado el
concesionario o asignatario, en relación con la explotación, uso o
aprovechamiento de los volúmenes concesionados o asignados.
‘La Autoridad del Agua’ está obligada a notificar personalmente a los
promoventes la resolución sobre las solicitudes respectivas referidas en
el presente Capítulo, conforme al plazo establecido en el Artículo 22 de
la presente Ley y al procedimiento establecido en el Artículo 35 de la
Ley Federal de Procedimiento Administrativo. En caso de que la
autoridad omita dar a conocer al promovente la resolución recaída a su
solicitud, se considerará que ha resuelto negar lo solicitado. La falta de
resolución a la solicitud podrá implicar responsabilidades a los
servidores públicos a quienes competa tal resolución, conforme a lo
dispuesto en las leyes aplicables”.
Como es fácil advertir, el numeral transcrito establece, en la
parte que aquí interesa, que uno de los factores que debe ponderar
la autoridad del agua a efecto de determinar la vigencia de la
concesión o asignación para la explotación, uso o aprovechamiento de
las aguas nacionales es el capital invertido o por invertir, de manera
comprobable, en el aprovechamiento de ese recurso natural.
Además, el precepto legal en estudio prevé que para resolver
sobre el otorgamiento de la prórroga de una concesión o asignación
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deberá considerarse la recuperación total de las inversiones que
haya efectuado el concesionario o asignatario, en relación con la
explotación, uso o aprovechamiento de los volúmenes de agua
concesionados o asignados.
Desde esa arista, es indudable que la connotación que el
creador de la norma confirió al vocablo “inversiones” en relación con la
explotación, uso o aprovechamiento de aguas nacionales es
eminentemente económico, es decir, vinculado a todo acto que
conlleven el empleo, gasto u ocupación de capital con el propósito de
aprovechar de modo eficiente el volumen de agua autorizado.
Por tanto, no puede estimarse que el numeral 6 de la fracción VI
del artículo 29 bis 3 de la Ley de Aguas Nacionales vigente en dos mil
trece sea violatorio del derecho a la seguridad jurídica, sólo porque el
legislador federal omitió adicionar a esa porción normativa la definición
del vocablo “inversiones”, ya que basta interpretar ésta en armonía
con las demás disposiciones legales de ese cuerpo normativo, en
especial con el artículo 24, para que resulte suficientemente entendible
que consiste en las erogaciones de capital dirigidas a optimizar la
explotación, uso o aprovechamiento de los volúmenes de agua
concesionados o asignados.
Robustece el aserto anterior, la circunstancia de que, según se
apuntó, no puede llegarse al extremo de reclamar al legislador que
defina cada una de las palabras que emplea en los ordenamientos
legales, más si las que incorporó al texto adquieren en el entorno de
su aplicación y de su repercusión en las actividades de los gobernados
una usanza que revela su orientación y pretensión para con aquéllos.
Luego, si la interpretación sistemática del precepto combatido
pone de manifiesto la naturaleza económica que reviste a las
“inversiones” efectuadas por los concesionarios, como una de
las hipótesis para interrumpir el plazo de caducidad, entonces, a
diferencia de lo afirmado por la impetrante de garantías, se impide
la actuación caprichosa y arbitraria de la autoridad, siendo posible
examinar la regularidad de los actos que emita de acuerdo con los
lineamientos y principios sentados por la normativa aplicable,
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AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 650/2016
considerando, además, la obligación a su cargo de fundar y motivar su
actuación.
Por último, debe decirse que no escapa a la atención de esta
Segunda Sala el argumento de la quejosa en el que hace depender
la inconstitucionalidad del segmento normativo reclamado de la
supuesta incongruencia en que incurrió el Tribunal Colegiado al dictar
la sentencia recurrida tocante a que al determinar la noción que debe
tenerse de éste, ese órgano jurisdiccional señaló que consiste en todo
acto que implique emplear, gastar o colocar el capital del
concesionario, es decir, un aspecto indudablemente económico,
empero, líneas subsecuentes sustentó que esa inversión no
tendría que ser inexorablemente el pago (en numerario) que realice el
concesionario a un tercero; lo cual revela la confusión que genera
el vocablo cuestionado.
Lo anterior es así, pues sin soslayar que la alegada
incongruencia interna de la sentencia, en los términos planteados, se
traduce en un argumento de mera legalidad, el cual escapa de la litis
constitucional materia de esta instancia, en realidad aquélla no existe y
menos aún la ambigua referencia al vocablo “inversiones”, pues si bien
el Tribunal Colegiado sostuvo que éstas no necesariamente implican
el pago a un tercero, en momento alguno dejó de considerar que son
todo acto relacionado con la erogación de capital destinada al eficiente
aprovechamiento de aguas nacionales; de lo que se sigue la
inoperancia de ese planteamiento.
Corolario de lo hasta aquí expuesto es que son infundados
los agravios en estudio, en tanto el artículo 29 bis 3, fracción VI,
numeral 6 de la Ley de Aguas Nacionales vigente en dos mil trece,
respeta el derecho fundamental a la seguridad jurídica consagrado en
los preceptos 14 y 16 de la Constitución Federal.
En las relatadas condiciones, en la materia de la revisión,
procede confirmar la sentencia recurrida.
Por lo expuesto y fundado, se resuelve:
PRIMERO. En la materia de la revisión, se confirma la sentencia
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recurrida.
SEGUNDO. La Justicia de la Unión no ampara ni protege a la
sociedad quejosa.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución, vuelvan los
autos a su lugar de origen y, en su oportunidad, archívese el toca
como asunto concluido.
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