Gradualismo vs. Shock. Una discusión incompleta Por Daniel

Anuncio
Gradualismo vs. Shock. Una discusión incompleta
Por Daniel Artana*
Los desequilibrios macroeconómicos que legará la administración actual al futuro
gobierno son importantes. De la lista sobresalen el elevado déficit fiscal que, en los
últimos años, se financió con una mezcla de reservas internacionales, deuda (colocación
directa o indirecta a través de la esterilización con Lebac y Nobac del BCRA) y emisión
monetaria, y el atraso cambiario y tarifario. En ese contexto, no sorprende que se
discuta si las soluciones deben ser graduales o de shock.
En realidad, las opciones y el análisis deben ser más amplios. Por un lado, en principio
se debería incluir la inacción como alternativa, entendiendo por tal la continuidad de las
políticas actuales, aunque fuera del gobierno hay cuasi unanimidad de que esta opción
no es viable. No habrá mucho margen para financiar al gobierno en el mercado de pesos
sin afectar el crédito al sector privado (el stock de letras del BCRA terminaría el año en
algo más de 6% del PIB) y, además, como las reservas netas del BCRA serán escasas, la
única opción que evitaría aumentar la tasa de emisión/inflación es el endeudamiento
externo. Paradojalmente, el gradualismo fiscal requeriría de un acuerdo de shock con los
fondos buitre en el cual el futuro gobierno tendría poco margen para negociar alguna
quita. Sin ese acuerdo, no es posible obtener financiamiento de la magnitud que se
requiere para reemplazar las fuentes que se usan hoy y que no estarán más disponibles.
Por otro lado, habría que incluir los riesgos de cada alternativa, no sólo los asociados a
las turbulencias iniciales, sino los que pueden surgir después. Ello es importante porque
en general se asocia una política de shock con mayores dificultades iniciales (por
ejemplo, por tener que lidiar con problemas de sobre ajuste en algunas variables –
overshooting-), pero si el gradualismo falla, el riesgo es tener que hacer después un
shock desordenado porque en la primera etapa se quemaron los últimos activos
disponibles, cuyo uso es el que permitió administrar el proceso.
También se requieren precisiones respecto de una corrección gradual del déficit fiscal.
Ello implica que ¿no hay ninguna mejora al comienzo o que se acepta una, por ejemplo,
de un punto del PIB? Los anuncios únicamente de correcciones futuras, aún cuando
provengan de un presidente creíble, despertarán dudas porque no es evidente que éste
siempre contará con el apoyo de un Congreso fragmentado, en particular a medida que
se acerque la fecha de las elecciones de medio término, que tendrán lugar en el año
2017.
Tampoco parece que tenga que ser todo shock o todo gradual. Puede ocurrir que la
corrección en alguna variable sea mucho más urgente que en otras. Por ejemplo, si
hubiera que elegir entre tipo de cambio y tarifas, el primero urge resolverlo antes porque
el atraso cambiario actual, además de complicar seriamente al sector transable de la
economía, desalienta la entrada de capitales que haría más llevadera la transición y
facilitaría que la economía se recupere luego de cuatro años con crecimiento nulo.
Dentro de la corrección del atraso tarifario, también hay matices para las sugerencias.
La mitad del costo fiscal del subsidio a la energía favorece a empresas, mientras que en
transporte, el beneficio lo disfrutan mayoritariamente las familias, pero dentro de este
último, en el aéreo, en gran medida el beneficio acrece a las de altos ingresos. Además,
hay que salir del simple cálculo de porcentajes, porque en algunos casos se aplican
sobre facturas de valor irrisorio.
En definitiva, un ajuste de shock en las tarifas a empresas, con una corrección gradual
en las tarifas residenciales, sobre todo en las de menores recursos, no debería ser difícil
de aplicar.
Hay otras áreas donde parece haber acuerdo respecto de que es necesario un shock al
comienzo. Un ejemplo fuera del oficialismo es el INDEC. Otros ejemplos,
probablemente, sean las restricciones cuantitativas a las exportaciones de carne, trigo y
maíz.
En resumen, la discusión de gradualismo versus shock requiere de precisión en los
números y en las variables económicas que se piensa incluir y de ponderar
adecuadamente los riesgos que conlleva una u otra estrategia. Dada la pesada herencia
que recibirá la próxima administración parece inevitable que al menos una parte de las
correcciones sea de shock.
*Economista de FIEL
Descargar