Hacia el shock petrolero - ccoo

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Hacia el shock petrolero
Hacia el shock petrolero
Al terminarse el petróleo abundante, el Mundo registrará permanentes subidas de precios, aunque bien es cierto
que una depresión económica profunda podría retraer temporalmente el consumo de crudo en muchas
economías, y aliviar temporalmente este ascenso.
Sin embargo, la gran demanda y dependencia existente hoy en los cuatro puntos cardinales del Planeta permite pensar
que, aunque progresivamente los países se vayan descolgando de forma trágica del mercado de adquisición de materias
primas energéticas, alimentarias o de otro tipo ? la descomposición aguda y violenta que sufren algunos países
africanos, asiáticos y americanos es un síntoma evidente de colapso socioeconómico de quienes difícilmente pueden
afrontar los costes crecientes ? es previsible que se mantengan precios importantes y crecientes para quienes, cada vez
menos, puedan pagarlos en esta nueva era histórica del ?racionamiento creciente del petróleo (y otros bienes) por el
precio?.
Un shock es un proceso de inevitable ajuste de la demanda constante o creciente a una oferta decreciente: es un
fenómeno que se puede ya vislumbrar en decenas de países, en forma de desabastecimiento puntual, subidas de los
precios de casi todo, acaparamiento, desempleo, conflictos sociolaborales y, en última instancia, el recurso a la dolorosa
emigración o a la violencia sin tapujos, desde el Estado o por parte de facciones sociales de cualquier tipo. Este ajuste
viene dado, en la cuestión petrolera, fundamentalmente, por motivos geológicos: no se ha descubierto crudo suficiente
en las últimas décadas para sustituir a los supergigantes yacimientos que suministran al Mundo; así, pese a que en el
periodo 1980-2002 se perforaron 6 veces más pozos de petróleo que en el periodo 1963-1980, únicamente se pudo
extraer un 50% menos. Como resultado de este hecho, desde los 80 el consumo global bebe de forma creciente de los
llamados ?supergigantes? yacimientos antiguos con más de 30 años de existencia, que en más de un 70% suministran de
crudo al Planeta, aunque muchos de ellos no pueden ya incrementar físicamente su producción o se encuentran en
franco y terminal declive. Más aún, esta situación de inevitable ?estrés? petrolero ? un líquido esencial para entender
nuestra civilización - lleva, lógicamente, a los países productores a planificar medidas de descenso de las exportaciones,
sabedores como son del valor estratégico de sus hidrocarburos para los próximos tiempos.
La diferencia de este shock que ya se vislumbra ? cuyo detonante puede ser un jueves negro de la burbuja financiera, un
conflicto bélico, o cualquier otro episodio puntual consecuencia (y no causa) de ese déficit de la oferta para atender la
demanda creciente ?, con los que han vivido ya las economías occidentales en 1973 y 1980, es su carácter más o menos
permanente y creciente. Es una tendencia históricamente muy diferente a la vivida con anterioridad donde, aunque se
conocían, no se habían alcanzado los más que probables límites globales de producción y declive posterior en el que nos
encontramos hoy.
Intentar aliviar ese ajuste podría formar parte de nuestra agenda social y económica, si no fuera porque nos negamos a
aceptar que exista ese ?límite del crecimiento?, y seguimos planificando mantener el status quo actual, pensando en un
crudo que no existe o con alternativas tecnofantásticas que no lo son realmente. Mientras no queramos atender a las
advertencias de tantos conocedores de las evidencias geológica, física y energética, , sólo cabe esperar a que un shock
petrolero nos despierte, para bien, de este letargo acomodaticio y con muy poco futuro que supone el mirar para otro
lado en tiempos de crisis energética.
Juan Jesús Bermúdez
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