ANÁLISIS DEL LIBRO INTRODUCCIÓN AL PENSAMIENTO COMPLEJO DE EDGAR MORÍN La de Edgar Morin es, qué duda cabe, una aventura intelectual. Extraña asociación la de estos dos términos. Lo intelectual evoca a la razón, al orden, a lo científico y, bien estructurado, a lo sesudo y alejado del riesgo. Aventura, en cambio, es el nombre de la pasión, del libre juego resistiendo la asfixia impuesta por las reglas, de lo impulsivo y espontáneo, de lo impredictible. La síntesis fértil, tensa pero creativa, de esos términos es, no solamente un hilo conductor de la ya monumental obra teórica de Edgar Mo-rin, sino también una cualidad de su trayectoria personal. Su obra debe, en consecuencia, ser entendida no sólo en términos de su contenido sino del proceso productor. Es sobre ese proceso que Morin ha meditado muchas veces en un intento de adivinar la forma oculta de su búsqueda, una búsqueda que, como todos los destinos humanos, como lo pensaba Jorge Luis Borges, es una configuración única, diseñada tal vez por los pasos que cada uno de nosotros urde en un laberinto incalculable, y condensable en una ci- secreta, un «aleph», al que a veces creemos vislumbrar (como Einstein pensaba que pasa, ocasionalmente, con el sentido de lo humano) pero nunca logramos capturar plenamente. Edgar Morín, en su obra, nos invita a recorrer su mundo cognitivo, a entender la complejidad del mundo actual, empezando por nuestra propia complejidad. Introducción al pensamiento complejo es una colección de textos que nos pasea por diversos aspectos del pensamiento complejo, que tiene que ver con la integración de todo aquello que pone orden, claridad y precisión en el conocimiento eliminando con ello la ceguera que produce la simplificación del mundo real. En Morin su producción teórica no es nunca un intento de ser un logro acabado, sino más bien un proceso que, en su devenir mismo, marca un rumbo cognitivo en el que somos invitados a participar. Recorramos algunos aspectos de ésa, su aventura intelectual. Morin nace en Parísen 1921. Esclarece en su obra que no debemos confundir complejidad con completud. Si es verdad que la complejidad busca el conocimiento multidimensional esta consciente de que el pensamiento completo es imposible de lograr. En este sentido se debe reconocer el principio de incompletud y de incertidumbre, que es la realidad de todo conocimiento, nunca se llega a la verdad absoluta, al conocimiento completamente acabado, siempre hay una duda, algo nuevo que queda en expectativa, siempre estará presente la incertidumbre. En esta recopilación, Morín señala que es necesario ubicar el objeto en su contexto, en su historia y que para su estudio es necesario asumir el pensamiento multidimensional, siendo esto una de las grandes diferencias que existen con el enfoque que ha predominado en nuestra visión del mundo, el enfoque reduccionista, monodisciplinar, que ve solo una faceta del objeto, nos hemos acostumbrados a ver solo una cara de la luna que se nos olvida su cara oculta. Es nuestra responsabilidad y otros límites y nuestras posibilidades. nuestro destino el que está en juego. El pensamiento como Vivimos un momento en el que cada vez más y, hasta plejo es una aventura, pero también un desafío. En este sentido, Morín nos invita a sensibilizarnos ante las enormes carencias de nuestro pensamiento, a tomar conciencia de la patología contemporánea del pensamiento, producto de lo que llamo el paradigma de simplificación: el paradigma reduccionista, unidimensional que mutila al pensamiento. Es la inteligencia ciega que destruye los conjuntos y las totalidades, que aísla todo objeto de su contexto, incapaz de concebir la complejidad de la realidad humana y que nos ha conducido a infinidad de tragedias. Uno de los aspectos que desarrolla Morín, en esta obra, es el término complejo, afirmando que el mismo abarca no solo interacciones o cantidades de unidades sino que también incluye incertidumbre, indeterminación,fenómenos aleatorios y diversidad, excluyendo el parcelamiento del conocimiento. Un pensamiento complejo, de existir como lo resalta Morín, no abre todas las puertas, sino que identifica dificultades que en la medida que son despejadas y abordadas surgen nuevas y más complejas dificultades, pero que en su momento alcanza niveles de luz, permitiendo comprender y aprender de los cambios y dinámicas del mundo y del mismo hombre. Igualmente, dice que vivimos una crisis planetaria –¿afortunada o desafortunadamente?- que resulta en una oportunidad para asumir el pensamiento complejo, para volver al origen, a ser humanos, a sorprendernos diariamente con las maravillas del mundo, a descubrir en la sencillez de las cosas la grandeza del universo, a recorrer nuestro pasado histórico y nuestra conciencia histórica. Asimismo, para enfrentar los desafíos de la globalización es necesario volver a unir, en un pensamiento complejo, las ciencias naturales con las ciencias humanas. En esta obra, Morín también establece la diferencia entre la racionalidad y la racionalización, donde esta última no esta abierta al dialogo, a la retroalimentación de un mundo en constante cambio mientras que la racionalidad enfrenta al error, es abierta al dialogo, al cambio, a la autocrítica. Quedarnos en la racionalización es caer en el error de la ilusión, de que ya conocemos todo, que somos perfectos, de que somos el centro del universo, no aceptar el error y este sería nuestro grave error.De seguir con la visión simplista, siempre buscando soluciones iguales, desde una sola perspectiva, no daremos soluciones verdaderas a nuestros problemas complejos. Solo un pensamiento complejo nos permitirá entender la complejidad de nuestros problemas para darles solución. En este enfoque del pensamiento complejo, Morín no deja de lado el papel que deben de jugar las universidades, las cuales no deben conformarse con ser solo transmisoras de conocimientos, sino que deben ir más allá, deben de ser creadoras del mismo. Deben educar a jóvenes proactivos, con capacidad de tomar decisiones enfocadas en el cambio y en el aprovechamiento de la incertidumbre. Deben de formar ciudadanos conscientes de sus derechos y deberes, la educación debe contribuir a la autoformación de la persona crítica y autocritica, de la formación del ciudadano planetario. Por último Morín, deja claro que la complejidad no es una receta para conocer lo inesperado. Pero nos vuelve prudentes, atentos, no nos deja dormirnos en la mecánica aparente y en la trivialidad aparente de los determinismos. Nos permite hacer frente a los constantes cambios de nuestro mundo.