ORIGEN Y DESTINO DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO Introducción a la problemática contemporánea de la ciencia y la tecnología Capítulo 1 TEORÍA DEL CONOCIMIENTO Rosalvina Jaimes LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO El hombre a través de sus sentidos capta la presencia del objeto, su relación y dependencia con otro(s). Al interpretarlas sensaciones y estímulos que recibe del exterior, construye la esencia del conocimiento primario que le permite satisfacer sus necesidades básicas de comprenderla realidad a su alrededor y explorar lo desconocido. El concepto de la percepción se identifica solamente con lo que se puede interpretar a través de los sentidos. Sin embargo, la naturaleza del saber va más allá de lo que demuestra esa experiencia explícita del conocimiento común o empírico Se requiere captar no sólo la apariencia de los objetos sino su esencia, a manera de poder establecer conexiones lógicas entre ellos. Esa presencia de la actitud crítica y transformadora ante lo que nos rodea es lo que va a evolucionar como conocimiento científico, que será el objeto de la Ciencia. Lo significativo del conocimiento científico es que transformará esa experiencia cotidiana sensorial, que se tiene de los fenómenos. Por ejemplo, la línea recta en el horizonte que da la percepción, se hará curva cuando se "reforme" la concepción de la forma de la Tierra. La distinción entre ambos conocimientos (empírico y científico) no debe interpretarse en un sentido peyorativo en el cual uno es superior al otro, debe valorarse como una necesaria complementación entre la percepción y la razón. Lo fundamental es tener presente que el hombre a lo largo de su historia ha perfeccionado su arte de razonar para superar las exigencias cada vez más ambiciosas del conocimiento. Esta evolución del pensamiento humano continúa en ascenso y la urgencia del porqué de las cosas sigue siendo el punto vital para entender el progreso del acto reflexivo y creador. La curiosidad y perplejidad del hombre hacia su mundo exterior e interior progresa como producto natural, histórico y social. El ser humano ha experimentado esa necesidad desde los tiempos más primitivos de acuerdo a las exigencias y aspiraciones de vida que tendría que afrontar. Esta evolución puede ser comparable a la que se observa en el niño en su proceso de transformación que hace de él un ser moral, social y confrontador con la realidad. La interpretación de la realidad es una constante del pensamiento presente desde el mito hasta la más elevada racionalización tecnológica. El mito da las primeras respuestas sobre el origen del mundo y de las cosas de una manera fantástica, expresada fundamentalmente en conceptos religiosos. Este naturalismo milico-religioso satisface en las primeras etapas históricas, las necesidades del conocimiento humano. Sobre los mitos se construyen religiones, sistemas de creencias, además constituyen rituales y autoridades (dioses). El mito es un valor que no aspira ser verificado, se usa la razón instintiva pero no está sometido al cuestionamiento. La historia de la naturaleza, alcance y límites del conocimiento en el mundo occidental, comienza con los primeros filósofos griegos, quienes designaban todo saber teórico como filosofía, advertían que el pensamiento mítico no representaba las cosas como ellas son en sí mismas. Ese ISBN 980-6004-87-6 Rosalvina Jaimes proceso de la civilización naciente opacó el mito por la idolatría a la razón. La filosofía griega entrega diversas interpretaciones sobre el ser y el ente (realidad) y sobre la existencia y presencia de las cosas en este mundo. El conocimiento científico proviene de esa fuente filosófica, por ello la estrecha relación entre la 1 filosofía y la ciencia, evidente hasta la época moderna . A partir de esta época, se plantea otra posibilidad del conocimiento, distinta a lo trajinado por los griegos: se distingue entre la certeza y la verdad. La primera es un estado de la mente mientras que la segunda es una propiedad de afirmaciones relacionadas con el mundo exterior. Se inicia, entonces, la interpretación matemática de la naturaleza. La transformación del saber griego en saber matemático nutre posteriores proposiciones, surge el concepto de verdad como una forma eficaz del conocimiento y su 2 "aspiración llega a figurar como una necesidad entre las demás necesidades" . Este sentido de la verdad se eleva posteriormente a la certeza, lo que se entendería como la mutación de la verdad en certeza, característica inicial del pensamiento moderno a partir de Descartes. En la época contemporánea esta mutación puede interpretarse como la mutación de certeza en poder, en el sentido de que la producción del conocimiento responde a necesidades específicas de la producción económica. El análisis sobre el acto de conocer maximiza una significativa disciplina filosófica: La teoría del conocimiento, cuyo objetivo lo constituyen las formas generales e invariables del pensamiento. Esa teoría ha variado en sus interpretaciones como producto de trabajos de científicos y de filósofos. La indagación sobre el proceso de la producción del conocimiento no cesa y cada vez se entregan nuevos planteamientos para explicar el progreso del pensamiento humano, que lo hacen proseguir hacia tipos más altos de comprensión que pretenden el dominio de la naturaleza. El curso del razonamiento con rigor científico ha atravesado etapas oscuras y esclarecedoras para perfeccionarse: Si las pasiones del hombre casi no han variado en el curso de los siglos, su arte de razonar, al contrario, ha cambiado lentamente. Ya en la Edad Media, el conocimiento del mundo no tomaba prestadas las mismas vías de la antigüedad. En el Siglo XVII vino la revolución, que para simplificar, podemos llamar cartesiana. Y desde el Siglo XVII hasta nuestros días el juego del razonamiento ha seguido evolucionando. Sería aventurado decir que en la actualidad dicha 3 evolución ha terminado su curso La clarificación, al menos de una forma generalizada, de esas etapas sucesivas y difíciles de delimitar que constituyen verdaderas revoluciones del conocimiento científico, permite tener la posibilidad de entender el significado de la teoría del conocimiento y de hecho el de la ciencia contemporánea. A través de la historia de la humanidad se han dado diferentes interpretaciones sobre el origen y progreso de la intuición humana para resolver problemas. La rama de la filosofía llamada Epistemología o Teoría del Conocimiento o Filosofía de la Ciencia, propone estudiar de manera general la producción del conocimiento bajo diferentes ópticas: lógica, histórica, ideológica, incluyendo igualmente la imagen social de ese conocimiento. Entre las interrogantes fundamentales de la Teoría del Conocimiento se pueden destacar las siguientes: a) Precisar si el origen del conocimiento parte de la experiencia (percepción) o de la razón. En este 1 Cuando se usa el término filosofía moderna, significa la filosofía a partir de Descartes en el siglo XVII. Nietzche, F. 1983. LA Gaya Cencia. México: Editores Mexicanos Unidos SA., p. 147. 3 Hamburg, J. 1986. Los límites del conocimiento. México: Fondo de cultura Económica, p. 25. 2 2 Capítulo 1: Teoría del conocimiento sentido surgen dos tendencias opuestas: el empirismo y el racionalismo. Para los empiristas el auténtico conocimiento es el proporcionado por los sentidos, es decir, deriva de la experiencia, igualmente argumentan los empiristas que los objetos inmediatos del conocimiento no son las cosas, sino las ideas o representaciones de ellas. En cuanto al racionalismo su máxima es que las verdades absolutas dependen de la razón. Ambas tendencias a lo largo del tiempo se han fragmentado en diversas doctrinas, tal es el caso por ejemplo, del racionalismo en apriorismo o criticismo. b) Interpretar la relación entre el sujeto y el objeto. La permanente discusión es si ese observador (que es el sujeto) mira al objeto (mundo que lo rodea) como independiente de él o si ese objeto varía o no de acuerdo al modo de acercamiento del observador. Todavía eso se pone en duda "no es seguro que haya un objeto invariable, indiferente a nuestra observación, es posible que nuestra 4 observación cambie al objeto" . Esto significa la posibilidad de cambiar la realidad de los fenómenos en estudio de acuerdo a la escala de observación empleada. Innegable acontecimiento que se da cuando una investigación incorpora, por ejemplo, instrumentos de medición y observación de alta precisión. En el estudio de la relación entre el sujeto y el objeto surgen fundamentalmente dos perspectivas de interpretación: el realismo y el idealismo. El realismo duda de la existencia del mundo exterior independiente de la idea que el sujeto se hace de él, es decir, no existen cosas reales independientes de la razón. Los objetos externos son exactamente lo que parecen, aun cuando se perciban de manera ingenua o apoyada en reflexiones críticas. Contrario al realismo está el idealismo que sostiene que las cosas que percibimos son dependientes de la razón, en otras palabras, la realidad del mundo exterior está contenida dentro de la conciencia del sujeto. Igual que lo sucedido con el empirismo y el racionalismo, de estas tendencias también surgen nuevas y opuestas doctrinas. Por ejemplo, contra las construcciones metafísicas del idealismo surge el Positivismo que tendrá una influencia importante en la reflexión científica, ya que argumenta que la ciencia no debe preocuparse del porqué de las cosas sino del cómo. Esto último ha sido debatido como un riesgo a esterilizar la imaginación teórica por favorecer la praxis de la investigación científica. c) Clarificar el origen y naturaleza del llamado sentido común, es decir la imagen instintiva que el 5 sujeto tiene de la realidad de acuerdo a su etapa de vida y/o su nivel de progreso social . En este sentido está el estudio de cómo se articulan las diferentes etapas del conocimiento (de la infancia a la adultez) asociando el análisis lógico al análisis psicológico. Lo que se pretende establecer es que la imagen instintiva de la realidad es distinta en el niño que en el adulto. Por otra parte están los estudios de las sociedades primitivas en cuanto a la imagen de la realidad que los rodea. La capacidad del ser humano para los procesos cognitivos supuestamente son iguales para las sociedades primitivas como para las sociedades civilizadas; sin embargo, lo que parece distinguirlas es la confrontación con la realidad que hace el hombre "civilizado" con la verdad que pretende establecer como válida. d) Identificar el conocimiento científico con el problema del método, es decir, el proceso mismo del conocimiento se garantiza a través de la metodología empleada para alcanzarlo. En este sentido dos métodos opuestos surgen del conocimiento: la inducción y la deducción. En la elección entre ambos o en su complementación se darán las bases para el desarrollo del progreso de la investigación. El espíritu científico estaría comprometido con la aplicación adecuada de un método para resolver los diferentes acertijos. e) Determinar los límites del conocimiento ante ciertos problemas, fundamentalmente ontológicos. 4 5 Ibid, p. 14. Las investigaciones realizadas por Piaget sobre las diversas edades de la vida (epistemología genética) y las realizadas por Lévi-Strauss con respecto a los diversos apectos de la mentalidad primitiva aclaran el nacimiento y la naturaleza del sistema de referencia lógica que se ubica como sentido común. 3 Rosalvina Jaimes Los partidiarios de estos límites se sitúan en tres corrientes. Unos especifican la imposibilidad del conocimiento científico de las cosas en sí, objetando lo difícil de clarificar a nivel ontológico enigmas como la muerte, la esencia de la vida, del espíritu o de la materia. Otros partidarios de los límites del conocimiento científico argumentan, que cada explicación (aun cuando parezca definitiva) que se plantea como solución a un problema determinado trae a su vez nuevos enigmas. Influye la multiplicidad y complejidad de factores intervinientes en un hecho en estudio. El investigador a medida que llega a niveles de respuestas debido a las diferentes escalas de observación sobre el objeto (por ejemplo de la macroscópica a la microscópica), también llega a niveles de interrogantes igualmente complejas. La tercera corriente se ubica en la comparación de los logros obtenidos a través de la actividad científica propiamente dicha y el reino de la fe, las creencias y el arte. En la actividad científica, el investigador se guía básicamente por el espíritu de la razón, el ejercicio lógico, la exigencia experimental y de verificación crítica. Lo que impone un límite en la exploración del conocimiento al que quiere llegar, pues debe ajustarse completamente a esos procesos. En cuanto al hombre de arte, místico o religioso, no sigue o acepta esas escalas de valores, pues sus intuiciones creadoras nacen y prosperan en su mundo interior. Ello supone la inexistencia de límites formales en su búsqueda. Cualquiera de estas dos posiciones, racionales y afectivas, naturalmente que requieren del mismo funcionamiento cerebral, sólo son diferentes en cuanto a las exigencias metodológicas. f) Por último, la epistemología moderna estudia otros aspectos menos específicos del origen del conocimiento científico pero en conexión de éste con otros planos como el ideológico, el histórico o el propiamente relacionado con la reflexión científica. Los criterios históricos y sociales del conocimiento son presentados en toda su magnitud de complejidad en la sociedad contemporánea como elemento que complementa el desarrollo y fundamentación de la teoría del conocimiento. Ello significa que la ciencia en su interpretación más integral incluye la clarificación de sus conceptos epistémicos, sociales e históricos. El análisis de los aspectos señalados anteriormente como tema obligante para la comprensión de la producción del conocimiento no se interrumpe, a pesar de los logros alcanzados por la ciencia y la tecnología. A partir de los inicios de la civilización se ha planteado el problema y la solución sobre el interrogante del hombre de conocerse a sí mismo y de entender su entorno para alcanzarla plenitud de su existencia. El hombre desde su primitivismo alcanza una certeza antropomórfica o mística sobre el origen de sí mismo y de la naturaleza. Luego el esfuerzo por esa indagación se hace filosófico y se particulariza en tres grandes territorios: el Ser (Ontología), el Saber (Gnoseología) y el Existir (Metafísica). Así las preguntas del hombre se refieren a ¿qué o quién es el Ser? ¿Qué es el conocer o cuál es su origen? y ¿Qué existe? A través de la historia de la filosofía las respuestas se han dado en cuatro direcciones fundamentales: realismo, idealismo, racionalismo y empirismo. El realismo responde a que lo que existe son las cosas que se perciben, de este criterio se teje la esencia del conocimiento y del ser. Para el idealismo lo que existe no son las cosas sino el pensamiento, de aquí igualmente se bosqueja la esencia de lo que es el conocimiento humano. Para el racionalismo solo existe la razón en oposición al empirismo que destaca exclusivamente la experiencia. A lo largo de los trabajos de filósofos y de las sistematizaciones doctrinarias, estas tendencias llegan a sus máximas realizaciones para luego unificarse y ampliarse. Es decir, para culminar en la consideración de que el conocimiento humano es una unidad específicamente estructurada de intuición (lo que se percibe) y pensamiento. Todo esto ha sido el hilo conductor del hombre con el Universo, con Dios, consigo mismo y sus semejantes, con el conjunto de todas las cosas de la naturaleza y las que están en su imaginación por construir. En cada uno de los esquemas trazados por las diferentes doctrinas filosóficas se plantea en definitiva cómo actuará el hecho de pensar, razonar o sentir de la existencia humana. Ello exige una permanente y necesaria mirada retrospectiva a la procedencia histórica de los problemas que sobre este tema se han debatido desde las primeras intenciones de la filosofía la cual constituyó en su inicio la esencia de la sabiduría misma. 4 Capítulo 1: Teoría del conocimiento 1. LA FILOSOFÍA GRIEGA La historia de la filosofía occidental comienza con el trabajo de los llamados filósofos presocráticos quienes intentan encontrar los principios universales que explicarán el mundo natural. De ellos resaltan Pitágoras, Heráclito y Tales. Sócrates inicia la polémica al estar en contradicción por esa búsqueda o interrogantes sobre la naturaleza. Sócrates se vuelca hacia el hombre; para 61 lo determinante era la explicación o búsqueda del conocimiento sobre la naturaleza humana. Por lo tanto, su ámbito fue en el plano de las cuestiones morales y en el significado de las cosas en el sentido de preguntar qué son: ¿qué es la belleza?, ¿qué es la amistad?, ¿qué es el amor? o ¿qué es el conocer? En otros términos, interpreta el conocimiento como un saber en conceptos, obteniéndose esos conceptos por la inducción de la experiencia. No escribió este sabio griego sus argumentos sino que ellos fueron recogidos e interpretados por su discípulo Platón. Platón presenta sus ideas en forma de diálogos donde el principal protagonista es Sócrates. Así desarrolla sus argumentos partiendo de una pregunta general que es debatida a través de ese diálogo. Algo fundamental en sus interrogantes es la demostración de que cada pregunta está conectada con otra y nunca se detiene porque la respuesta o conclusión que se alcance descansará en la siguiente pregunta. Platón toma interrogantes familiares: qué es la piedad, el amor o la justicia. Igualmente se interesa en el análisis de grandes temas metafísicos como son el conocimiento, la verdad y la realidad. A través de sus proposiciones desarrolla una teoría del conocimiento que rompe con la tradición impuesta por Parménides. Ella está esbozada fundamentalmente en dos diálogos, el Menon, una obra de transición, y La República, escrita en su madurez. En el diálogo de Menon, aun cuando esté dedicado a dilucidar sobre la definición de la virtud, Platón tiene una clara intención de mostrar las reglas del método para la indagación y la discusión filosófica. De hecho lo que se trata de buscar es el conocimiento de algo que se ignora absolutamente. La respuesta a cómo lograrlo se encuentra en la famosa teoría de la reminiscencia. No hay nada que no se haya aprendido o sobre el cual no se tenga una idea primaria, lo fundamental es recordarlo, “[...] hay en el (hombre) verdaderas opiniones que se hacen 6 conocimiento cuando se les despierta con el preguntar” . Partiendo de una hipótesis, tal como hacían los geómetras, se examina a lo largo del interrogatorio la causalidad de una cosa cuya naturaleza no se conoce. Así se sigue hasta encontrar la respuesta. Para ejemplificar este argumento conduce a un esclavo a resolver o descubrir por sí mismo puntos de geometría que jamás había aprendido, limitándose a suplir con preguntas su falta de reflexión. Es decir, lo hace recordar y reflexionar sobre las ideas primarias anteriores y superiores a la experiencia. Dentro de este contexto, Platón comienza a situar el valor de la opinión o conjetura, la cual es tan útil como la ciencia en lo relativo a la rectitud de la acción. Sin embargo, se debe distinguir que sólo este beneficio se produce cuando las opiniones son verdaderas y ello se logra por el conocimiento razonado en la relación de causa o efecto. Así, estas opiniones, al estar “ligadas, se hacen por lo pronto conocimiento y adquieren estabilidad. He aquí por donde la ciencia es más 7 preciosa que la opinión, y cómo difiere de ella por este encadenamiento” . Posteriormente, en La República, Platón desarrollará con mayor precisión cómo la ignorancia se 8 eleva progresivamente hasta la ciencia , presentando de esta manera una gradación en la escala del conocimiento humano, totalmente innovadora para la época. Todo el trasfondo de su teoría del conocimiento, transcrita en La República (Libro VI), se centra 6 Platón. 1962. La República. Madrid: ADSF, p. 455. Ibíd., p. 471. 8 Para Platón “la ciencia en sí es la ciencia de la verdad en sí”. 7 5 Rosalvina Jaimes en la proposición de la existencia de dos mundos, el sensible o de los sentidos y el inteligible. Identificado uno con el sol y el otro con el bien, “[...] lo que da al alma la facultad de conocer, es la idea del bien, que es el principio de la ciencia y de la verdad, en cuanto caen bajo el dominio del 9 conocimiento” . Según Platón, cada uno de estos mundos se divide. En el de los sentidos una sección abarca las imágenes y la otra los objetos que estas imágenes representan. El conocimiento que se refiere a las imágenes de los objetos visibles es la creencia y el que se refiere a los objetos mismos es la conjetura. En la división del mundo inteligible, la primera sección se vale de las figuras visibles que sólo pueden conocerse por el pensamiento, lo que se identifica con la suposición. Mientras que la segunda sección la conforman los principios, las verdades eternas o 10 inmutables, es decir las ideas 10 que no se apoyan en nada sensible y que se comprenden por medio del razonamiento. En La República (Libro VI) se puede leer en el siguiente trozo, los rasgos más resaltantes de la teoría platónica: Me parece esta materia muy oscura. Sin embargo, figuráseme que lo que te propones es probar que el conocimiento que, de los seres puramente inteligibles, se adquiere por la dialéctica, es más claro que el que se adquiere por medio de las artes, que se sirven de ciertas hipótesis como principios. Es cierto que estas artes están obligadas a valerse del razonamiento y no de los sentidos; pero como están fundadas en suposiciones y no se elevan hasta un principio, crees que no tienen ese claro convencimiento que tendrían si se remontaran a un principio; y llamas conocimiento razonado, a mi parecer, el que se adquiere por medio de la geometría y demás artes semejantes, y le colocas entre la opinión y el puro conocimiento. Has comprendido perfectamente mi pensamiento. Aplica ahora a estas cuatro clases de objetos sensibles e inteligibles cuatro diferentes operaciones del alma, a saber: a la primera clase, la pura inteligencia; a la segunda, el conocimiento razonado; a la tercera, la fe; y a la cuarta, la conjetura; y concede a cada una de estas maneras de conocer más o menos evidencia, según que sus objetos participen más o menos de la verdad.11 La proyección de sus obras en la historia de las vías del conocimiento actúa desde la antigüedad hasta los tiempos modernos. Todos los filósofos que posteriormente estudiaron estas problemáticas tienen una marcada influencia de sus pensamientos, que le sirvieron de base para criticarlo y construir los propios. Uno de ellos será Aristóteles, quien junto a Platón, define las dos grandes ramas del pensamiento filosófico. Aristóteles (384 antes de J.C.), discípulo de Platón, se identifica con el rigor científico en oposición al misticismo poético de su maestro. La postura metodológica que asume es la deducción, argumentando que el procedimiento clave en el razonamiento acertado es el silogismo. Para Aristóteles el conocimiento comienza con la experiencia sensorial que proviene de la memoria. Ese conocer significa formar un concepto y aplicar ese concepto a una cosa individual. Sostiene que todos los hombres tienen el deseo de saber, pero que existen diferencias en quienes 12 alcanzan ese saber. Sólo algunos conocen el por qué y la causa de las cosas 12, ellos serán los sabios. Las raíces de lo que es la lógica son establecidas por Aristóteles, es decir, los principios del 9 Platón. 1962. Diálogos. Madrid: ADAF, p. 263. En el Diálogo Parménides de las Ideas, Platón argumenta que si existe una idea de algo (bien sea de la ciencia, la belleza, o demás cosas semejantes) es evidente que esta es mucho más perfecta que la cosa en sí. 11 Ibíd., p. 1267. 12 ¿Qué es la cosa? Es una de las preguntas fundamentales de la metafísica. La palabra “cosa” se comprende en dos significados: a) sentido restringido es los tangible, lo presente, lo fáctico (una piedra, una tuerca, etc.) y b) sentido más amplio, son las cosas que ocurren en el mundo, acontecimientos o sucesos. Las cosas son particulares y tienen propiedades, por ejemplo, la piedra es dura, blanca, etc. Si la cosa se identifica con la palabra no es ni verdadera ni falsa. Sólo es verdadero o falso una unión de palabras (la puerta abierta). A esta unión se le llama enunciado simple (proposición, información, comunicación, expresión). La pregunta por la cosa tiene carácter histórico, se define desde el antiguo griego hasta las épocas decisivas de la ciencia moderna. 10 6 Capítulo 1: Teoría del conocimiento razonamiento correcto. En sus seis obras recopiladas con el nombre de Organon presenta un estudio de la estructura del razonamiento humano, desarrollando su teoría filosófica de una tendencia metafísica realista. Proporciona la manera de cómo los filósofos encontrarán lo que se llama episteme o entendimiento en cada área de estudio. En una investigación teórica el filósofo está supuesto a encontrar ciertos principios que son previos, básicos o más conocidos que otros. En términos generales el ser humano tiene la facultad de encontrar los primeros principios. Aristóteles como exponente máximo del realismo, contesta que lo que existe son las cosas que se perciben. A esas existencias reales denomina substancias, las cuales no solo tienen existencia sino esencia y caracteres que las especifican. De esta tesis se desprende su concepción del conocimiento. La primera operación del mismo consistiría en formar conceptos de los caracteres esenciales de cada substancia y la segunda operación del conocimiento sería aplicar esos conceptos a cada cosa individual. La obra de Aristóteles abarcará diferentes tópicos: biología, ética, metafísica, retórica, teoría política, literatura y medicina. El pensamiento científico conceptual que dominó occidente hasta el siglo XVII estuvo guiado por las representaciones, conceptos y principios fundamentales que Aristóteles elaboró y que fueron adoptados por la escolástica medieval y luego superados, transformados o enriquecidos por generaciones posteriores. A la época del florecimiento de la cultura griega sigue un período denominado la Edad Media, que para muchos es considerado como un estancamiento del saber. Sin embargo, es importante resaltar que durante ese lapso (desde la caída del Imperio Romano hasta el Renacimiento) no se paraliza la búsqueda del conocimiento, ya que fueron cimentándose importantísimos hechos que serían determinantes para ser posibles los cambios y proposiciones que florecerían en la Edad Moderna. Un ejemplo de ello es la creación de la Universidad. Por primera vez una corporación de individuos comprometidos profesionalmente a tiempo completo dedican sus enseñanzas a grupos que desean obtener conocimiento. La Universidad se convierte en el principal núcleo de discusión e instrucción de los tópicos más resaltantes de la época. Naturalmente que los textos de Aristóteles y los preceptos religiosos fueron la base de los programas de enseñanza. Una de las principales preocupaciones de la Edad Media fue el deseo de reconciliar la filosofía griega y los postulados de la religión cristiana. Quienes se destacan en esta empresa son San Agustín, San Anselmo, Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, no sólo los temas teológicos fueron expuestos a la instrucción y discusión, sino que se desarrolló la lógica, la mecánica, la psicología y la medicina. Esto evidencia la evolución del conocimiento en ese periodo calificado como oscuro y paralizante. Aquí se encuentra el germen de las ciencias que se afianzarán en la filosofía moderna inaugurada por Descartes. 2. EL RACIONALISMO Uno de los máximos exponentes del Racionalismo fue René Descartes, nacido en Francia (15961650) quien produjo una obra determinante en matemáticas, en filosofía y en proposiciones básicas sobre la ciencia (aun cuando en esta época la ciencia y la filosofía no habían sido demarcadas). Descartes creó la geometría analítica; fue su idea la de medirla posición de un punto por su distancia desde dos líneas fijas. De hecho, esas dos familiares líneas sobre un gráfico son conocidas como ejes cartesianos. Cartesiano viene siendo el adjetivo que proviene de Descartes. Un gran aporte que situó a este filósofo matemático en los orígenes de la Teoría del Conocimiento fue el argumento de que la filosofía debería partir de la pregunta ¿qué puedo yo saber?, reflexión que llevó a esta teoría como centro de la filosofía cartesiana. Otra reflexión necesaria a este tópico se ubicó en su preocupación por mostrar que no había un camino cierto para adquirir conocimiento, la pregunta crucial fue entonces si ese método existía al menos en principio. Surge así un nuevo método de razonar: la famosa duda cartesiana. En la medida en que Descartes al dudar impulsó a los hombres a la duda, los llevó a que pensaran 7 Rosalvina Jaimes en sí mismos, en su “yo”. Así el “yo”, la subjetividad humana, se declaró como centro del pensar. De aquí nace el punto de vista lógico de la época moderna y su subjetivismo. La filosofía a su vez, llegó así al convencimiento de que la duda debe estar en el comienzo de la filosofía, es decir, la reflexión sobre el conocimiento mismo y su posibilidad. Previamente a la teoría sobre el mundo debe elaborarse una teoría del conocimiento. La teoría del conocimiento será en adelante el fundamento de la filosofía, y eso la hace a ella moderna a diferencia de la medieval Desde entonces los intentos de renovación de la escolástica se esfuerzan por destacar la teoría del conocimiento en su sistema, añadirla donde falta, para hacerla utilizable para la época moderna. De acuerdo a esto, 13 Platón y Aristóteles se reinterpretan como si fueran teóricos del conocimiento . Descartes, fundador de la ideología de la objetividad científica, consideró que el verdadero fundamento de la verdad no podía ser la experiencia sino la razón. En el Discurso del Método escribe: “[…] Ni la imaginación de los sentidos pueden aseguramos de que sea cierta alguna cosa 14 sin la intervención del entendimiento” . En su propósito de instruirse pensó que no debía contentarse “ni por un momento con las opiniones de los otros; a no ser para emplear mi propia 15 razón en examinarlas cuando fuese tiempo, o para librarse de escrúpulos al seguirlas...” . Descartes se convertirá en el portavoz del siglo XVII de que los misterios de la naturaleza son transparentes a la razón, mediante un proceso de duda sistemática. Como bien es sabido, su proposición Cogito ergo sum (Pienso, luego existo) se constituyó en el primer principio de la filosofía que buscaba y fue determinante influencia en pensadores de posteriores generaciones. El pienso, luego existo es el fin último e indudable de todo conocimiento, “[...] es la piedra de toque de un proceso dentro del cual el hombre, luego del desmoronamiento de la certeza de un orden 16 universal determinado por la Providencia Divina, busca un nuevo asidero de su existencia” . El Cogito (pensar) se convierte en el fundamento de una nueva construcción del conocimiento, “pero al mismo tiempo esta evidencia de su conocimiento racional da al hombre la certeza de un derecho de dominación sobre la naturaleza que halla su campo de desarrollo en el seno de la técnica 17 moderna” . Ninguna obra científica del siglo XVII y de los posteriores se mantuvo libre de la influencia de Descartes y la mayor parte de los acontecimientos ocurridos no pueden entenderse sin tener en cuenta su obra. Suceso comparable al reinado que ejerció Aristóteles siglos anteriores. La obra de Descartes sirvió de base filosófica al trabajo de Newton (1624-1717), quien entregó al mundo la posibilidad de reducir a fórmulas matemáticas exactas las leyes fundamentales de la naturaleza, de los objetos, de los cuerpos en movimiento y de la gravitación. Se establece la ciencia físico-matemática de la naturaleza. “En la obra de Newton se hizo posible la reconciliación de la tradición de la descripción matemática, representada por Galileo, con la tradición filosófica mecanicista, representada por Descartes. Uniéndolas, Newton elevó la obra científica del siglo 18 XVII a este nivel de logros que ha llevado a los historiadores a hablar de revolución científica” . Los rasgos de la filosofía mecanicista de la naturaleza y las teorías de Newton están contenidas en sus libros Óptica, Hipótesis de la Luz y los Principia. Otro importante representante del racionalismo es el filósofo Baruch Spinoza (1632-1677), cuya obra alcanzó un apasionado movimiento crítico por lo polémico y arduo del tema tratado. Incursiona en el ámbito de la supremacía de la razón crítica sobre la superstición, atacando a su vez a la intolerancia religiosa de la época. Sus dos textos fundamentales son Ética y El Tratado Teológico-Político. 13 Heidegger, M. 1975. La pregunta por la cosa. Buenos Aires: Editorial Alfa, p. 90. Descartes. 1978. Discurso del Método. Caracas: El Cid Editor, p. 67. 15 Ibíd., p. 54. 16 Landgrebe, L. 1987. La filosofía actual. Caracas: Monte Ávila Editores, p. 26 17 Ibíd. p. 28. 18 Westfall, RS. 1989. La construcción de la ciencia moderna. Barcelona: Editorial Labora SA., p. 223. 14 8 Capítulo 1: Teoría del conocimiento En el Tratado Teológico-Político, Spinoza se propone separar la fe o teología de la filosofía. Allí analiza la producción del conocimiento a través de la fe, pero un conocimiento reducido a lo que han interpretado los profetas. Los argumentos de Spinoza son plenamente identificados con la figura de Dios y toda la connotación de su obra tiene una dimensión religiosa y profunda sobre lo que significa la verdad revelada por las Sagradas Escrituras. Es interesante leer en su Tratado la interpretación de las Profecías y cómo trata de demostrar que la certidumbre de las opiniones de los profetas se basa fundamentalmente en su imaginación y en su alma inclinada al bien y a la justicia. Por lo tanto, las verdades de cualquier profecía no llevan consigo la certeza matemática, sino la certeza moral. Spinoza utiliza un riguroso método crítico-histórico para analizar el contenido de la Sagrada Escritura; señalando que lo importante es consultar a la misma Escritura. La separación de la Teología con la filosofía es muy clara: Tengamos por verdad indiscutible que la teología no debe prescindir de la razón, ni ésta de la teología, pero que cada una tiene su dominio y soberanía, porque así como hemos dicho que la razón tiene en patrimonio el dominio de la verdad, de la sabiduría, y la teología el de la piedad y el de la obediencia, así el poder de la razón no se entiende hasta poder determinar si en virtud de la sola obediencia y sin la inteligencia de las cosas, los hombres pueden ser dichosos. Pero la teología no nos da otra enseñanza; no prescribe sino la obediencia; nada quiere, nada puede contra la razón, en cuanto a los dogmas de la fe, no los determina sino en cuanto es necesario para inspirar la obediencia; y en cuanto a precisar el sentido y la verdad que encierran, deja este cuidado a la razón, 19 que es realmente la luz del espíritu, fuera de la cual todos son sueños y quimeras . Leibniz (1646-1716) representa la metafísica del racionalismo en la segunda mitad del siglo XVII. Profundiza la teoría de Descartes y de Locke para construir su teoría del conocimiento. De Descartes toma el argumento del Cogito, el punto de partida de toda filosofía no puede ser otro que la intuición del yo, del alma como sustancia pensante. En relación a Locke admite las ideas innatas pero no como inexistentes antes de la experiencia individual sino como presentes en estado de virtualidad potencial que se adquieren a través de la razón en el transcurso del desarrollo del hombre. Leibniz desarrolla toda su obra filosófica con la intención (creencia firme de su época) en un esquema lógico pero metafísico por su noción apriorística de Dios como ente manera intenta rehabilitar no sólo la filosofía medieval y la antigua, especialmente el criterio de reminiscencia de Platón. de reajustar el sistema de la razón al mismo tiempo sigue un camino absolutamente perfecto. De alguna escolástica sino también la filosofía Naturalmente, nada nos llega al espíritu desde afuera y es un mal hábito que tenemos de pensar suponer que nuestra alma recibe algunas especies mensajeras, e imaginarla como si tuviera puertas y ventanas. Tenemos en el espíritu todas estas formas, e incluso desde siempre, porque el espíritu expresa siempre todos sus pensamientos futuros y piensa ya confusamente en todo lo que ha de pensar alguna vez distintamente. Y nada se nos podría enseñar cuya idea no tengamos ya en la mente, pues esa idea es como la materia de que se forma este pensamiento. Esto es lo que Platón 20 consideró de un modo excelente . En relación al problema del conocimiento señala que para entender la naturaleza de las ideas, es preciso distinguir entre el conocimiento del mundo animal (realizado más por el principio de la 21 memoria) y el conocimiento de las verdades necesarias y eternas . Este último “[...] nos hace 22 tener la razón y las ciencias, elevándonos al conocimiento de nosotros mismos y de Dios” . A esto llama Leibniz “Alma Razonable o Espíritu”. En otras palabras, el hombre es elevado a los 19 Spinoza B. 1985. Tratado teológico-político. Barcelona: Ediciones Orbis, p. 164. Leibniz, G. 1983. Discurso de Metafísica. Barcelona: Ediciones Orbis, p. 97-98. 21 Cuando una verdad es necesaria, según Leibniz, se puede hallar su razón por medio del análisis, resolviéndola en ideas y verdades más simples, hasta que se llega a las primitivas. En cambio, la religión de las verdades eternas es el Entendimiento de Dios. 22 Leibniz, G. 1983. Barcelona: Ediciones Orbis, p. 30. 20 9 Rosalvina Jaimes actos reflexivos que suministran los principales objetos del razonamiento en la teoría teleológica de Leibniz. Leibniz plantea que el razonamiento está fundado en dos grandes principios: a) Principio de Contradicción, al cual le corresponden las verdades de razón. Según este principio es cierto lo que no implique contradicción, por ejemplo 2+2=4, lo contrario sería falso por cuanto implica contradicción. Las verdades de razón tienen la razón en sí mismas, no pueden ser de otra forma. Son las verdades de las matemáticas, de la lógica pura, b) Y el de razón suficiente, el cual considera que no podría hallarse ningún hecho verdadero o existente, ni ninguna enunciación verdadera, sin que haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo. A este principio le corresponden las verdades de hecho caracterizadas por su contingencia y porque están basadas en la experiencia. Las verdades de hecho son aquellas que anuncian que algo es de cierta manera pero que podría ser de otra, por ejemplo “el calor dilata los cuerpos”. Las verdades de hecho son las verdades de la experiencia física, las verdades históricas. Los argumentos de Leibniz sobre los elementos racionales puramente intelectuales que hay en el pensamiento y en el conocimiento, pretenden mediar entre la metafísica y las ciencias experimentales, aun cuando no logra un sistema acabado de esta unión. Las escuelas filosóficas posteriores separaron otra vez la metafísica de la experiencia y el conocimiento especulativo del empírico. Esta fue la obra de Cristian Wolf, quien al separarlas evidenció la relación que entre ambas existía e hizo más fácil su comparación. 3. EL EMPIRISMO Desde finales del siglo XVII y durante los dos siglos siguientes, se avivan las posiciones empiristas del conocimiento. Estudiándose desde tres esferas esenciales: la psicológica, la lógica y la ontológica. Muchas de las teorías del conocimiento se ubicaron en particular en alguna de ellas minimizando en extremo las otras. Un ejemplo evidente fue la corriente del empirismo inglés, que se parcializó por el psicologismo que entendió el origen del conocimiento en las vivencias del hombre. El empirismo inglés lo inicia Locke (1623-1704). Refuerza la tesis de que no existe más fuente del conocimiento que la experiencia y la reflexión sobre las ideas que aquella nos aporta. El punto de partida consiste en negar la existencia de principios innatos en la mente, todos surgen posteriormente debido a la experiencia. En su máxima obra Ensayo sobre el Entendimiento Humano, Locke estudia detalladamente el origen, la certeza y la extensión del conocimiento humano. La experiencia la argumenta de la siguiente manera: Supongamos que la mente es, como nosotros decimos, un papel en blanco, vacío de caracteres, sin ideas, ¿Cómo se llena?, ¿de dónde procede el vasto acopio que la ilimitada y activa imaginación del hombre ha grabado en ella con una variedad casi infinita? A esto respondo con una palabra: de la experiencia. En ella está fundado todo nuestro conocimiento, y de ella se deriva todo el último término. Nuestra observación, ocupándose ya sobre objetos sensibles externos o ya sobre las operaciones internas de nuestras mentes, percibidas y reflejadas por nosotros mismos, es la que abastece a nuestro entendimiento con todos los materiales del pensar. Estas dos son las fuentes del 23 conocimiento, de ellas proceden todas las ideas que tenemos o podemos tener . Los postulados de Locke son continuados por Berkeley (1685-1753) quien estudia el origen del conocimiento desde una perspectiva espiritual: todo lo que vemos está dado por Dios, surge de él y no hay nada fuera de él. El obispo irlandés Berkeley es el metafísico espiritualista del empirismo, sus ideas las expone en el Tratado sobre los Principios del Conocimiento Humano. Según este filósofo la existencia del mundo exterior no aporta alguna explicación de la forma en que se producen nuestras ideas, esta producción es inexplicable. Lo que maximiza en sus argumentos es la total espiritualidad del ser, no hay experiencia directa del mundo exterior, lo que se cree materia no es más que el epifenómeno fantasmal del pensar. Sólo lo pensante y lo pensado 23 Locke, J. 1963. Ensayo sobre el entendimiento humano. Barcelona: Ediciones Orbis, p. 47-48. 10 Capítulo 1: Teoría del conocimiento es real. Aun cuando Berkeley es exponente del empirismo su respuesta es la de un idealista religioso al empirismo materializante. La tesis idealista de Berkeley se concreta en el argumento de que ninguna cosa material puede existir sin ser percibida. Para salvar la suposición que daba el sentido común de que las cosas podían existir aunque ningún ser humano estuviese percibiéndola, admitía que sin embargo existían porque podían ser percibidas por Dios. Este razonamiento fue debatido en el sentido de que las proposiciones que afirman la existencia de esas cosas materiales no puede ser correcto analizarlas en términos de entidades metafísicas tales como las percepciones de un dios trascendente, ya que tienen una indiscutible significación factual. El tercer empirista de renombre fue David Hume (1711-1776), para quien el mundo es un mundo sin razón y sin lógica, sólo recibimos impresiones de los sentidos. Llama impresiones a los fenómenos psíquicos actuales, por ejemplo: yo tengo la impresión de rojo. Llama ideas a los fenómenos psíquicos reducidos: ya no tengo la impresión de rojo. El punto central de la teoría de Hume fue el de examinar el concepto de la causalidad. Para él sólo se percibían los hechos individualmente y no en enlace causa y efecto. Por ejemplo, en la proposición “la pelota rebota en el piso”, se tiene por una parte el hecho perceptible “la pelota de goma” y por otra parte “rebota en el piso”. Pero no la condición pelota de goma como causa del rebote (A luego B). Ahora la pregunta fundamental para Hume fue ¿cómo esa condición de causalidad fue posible? Responde que cuando se toma un hecho por causa de otro es porque una vez tal situación se dio de esa manera y por lo tanto se supone que siempre será así. Esta creencia se funda en un hábito que va formándose poco a poco mediante la experiencia repetida. Así el concepto de causalidad es definido como una sucesión habitual. Sin embargo la cuestión a resolver era si la causalidad era un enlace necesario, es decir sin contradicción. La respuesta fue que solo los juicios analíticos (a priori) tienen esta condición (A=A). Los juicios sintéticos (empíricos) no son necesarios sino en la apariencia que produce el hábito y que hace posible, por ejemplo, la proposición A actúa sobre B. En otros términos, lo que determina Hume es que el principio de causalidad es imposible a priori. Este criterio de la relación causa y efecto genera una propuesta inductiva en la que toda hipótesis es de hecho una generalización a partir de un número de ejemplos observados. La limitación o irracionalidad de tal situación es lo que ha sido denominado “el problema de Hume” o “el problema de la inducción”. En el sentido de que no hay derecho a inferir una ley general a partir de una serie de observaciones, aun cuando éstas se repitan. En ese caso para que la proposición sea certeza objetiva se requeriría una propiedad constante de las propiedades de los hechos (por ejemplo la pelota de goma no puede desinflarse). Hume asume su escepticismo cuando sostiene que estas proposiciones inductivas son ilegítimas de afirmar, pues no son demostradas sino creídas. No son producto ni de la experiencia ni de la razón. Tal escepticismo de Hume será analizado y combatido por el filósofo Kant. Con él la lucha entre la metafísica y la experiencia, la filosofía y las ciencias particulares desaparece, ya que ambas adquieren su propia identidad. En resumen, los tres representantes del empirismo ingles reducen el pensamiento a pura vivencia. El conocimiento es una correlación entre un sujeto y un objeto mediante un pensamiento, el empirismo desconecta estos tres elementos y toma el elemento pensamiento despojado de toda relación con los otros dos. Si bien no se discute que el pensamiento es una vivencia resulta determinante acentuar la elaboración racional en él. 4. APRIORISMO Emmanuel Kant (1724-1804) inaugura una nueva filosofía al entregarle una fundamentación propia que había perdido con el surgimiento de otras ciencias particulares. Para analizar la obra de Kant es importante resumir las diferentes tesis acerca del conocimiento científico que le precedieron y las diferentes posiciones por las cuales la filosofía perdía independencia: a) En la antigüedad la filosofía como ciencia única daba la explicación de las cosas y de la 11 Rosalvina Jaimes realidad. En la Edad Media donde privó la esencia religiosa, continuó la filosofía ejerciendo su influencia, pero la teología ocupó su lugar. b) En la Edad Moderna (inaugurada por Bacon y Descartes) con el surgimiento de la física procedente de la metafísica, decae casi definitivamente el reinado de la filosofía. La física aparece independiente de toda base filosófica y estaba fundada en la sola observación de los hechos. A partir de este período hay que destacar las siguientes posiciones que fueron base de la obra kantiana, sobre las cuales construiría sus argumentos que estarían en marcada oposición a cada una de ellas: 1) Posición realista. Representada por Bacón, hace depender la filosofía de la física. Introduce un método particular, la inducción, como método científico, la filosofía es considerada instrumento o método. Aquí el conocimiento posible es el de las ciencias de la observación, especialmente la física. No existe el conocimiento de las cosas sobrenaturales o del espíritu. En un sentido general el conocimiento es igual a la experiencia, teoría que más tarde asumen los empiristas. 2) Posición metafísica dogmática. Representada por Descartes, indaga el conocimiento de las cosas a partir de la mera razón y no por la experiencia. La fundamentación básica era la matemática, como si las cosas en el mundo no fueran más que cantidades abstractas. Spinoza intenta, basado en la metafísica cartesiana, explicar por las reglas matemáticas no sólo la naturaleza, sino también la vida humana con sus pasiones. De esta manera la situación de la filosofía estaba entre la experiencia y la metafísica. El trabajo de Leibniz fue el de tratar de mediar entre ambas, sin lograrlo sistemáticamente. Más tarde Wolf y sus seguidores intentan separar ambas tendencias, pero sólo logran maximizar su relación. 3) El escepticismo. Representado por Hume negaba la existencia de la razón y de la experiencia para destacar la certeza subjetiva del conocimiento relacionada con la apariencia, creencia o ficción. Hasta este momento y de acuerdo a todas las tesis y posiciones señaladas, el argumento central sobre la verdad era su relación con los hechos absolutos. Es decir, la verdad es lo que señala la realidad a través de lo que se puede ver, lo que no alcanza la visión no es conocimiento. Lo que distinguía al conocimiento científico del ordinario eran dos características: primero, crece por acumulación; progresa al acumular hechos absolutos. Segundo, el conocimiento científico tiene un solo método particular que es la inducción. Con este esquema la ciencia descubría al mundo y su estructura. Pero esta tesis central se derrumba con la obra de Kant. Kant se opone a que la verdad es la correspondencia única con la realidad, pues es incompleta sin la participación de la mente. Si es verdad que todos nuestros conocimientos comienzan con la experiencia, todos, sin embargo, no proceden de ella, pues bien podría suceder que nuestro conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos por las impresiones y de lo que aplicamos por nuestra propia 24 facultad de conocer . Kant sugiere la dificultad que existe en saber a simple vista si hay algún conocimiento independiente de la experiencia y también de toda impresión sensible. Llama a este conocimiento “a priori” (base primordial de sus argumentos) para distinguirlo del conocimiento empírico de la experiencia que llama “a posteriori”. Es así como los juicios que se omiten sobre las cosas son a 24 Kant, E. 1970. Crítica de la Razón Pura. Buenos Aires: Editorial Losada SA., p. 147. 12 Capítulo 1: Teoría del conocimiento priori (analíticos) o a posteriori (sintéticos). Ahora bien, el centro del problema estaba en determinar cuál de estos juicios constituirían el fundamento del conocimiento. Kant responde que no pueden ser los juicios analíticos porque repiten en el predicado lo que está enunciado en el sujeto, significando que sólo explican lo conocido (deducción), hecho que supuestamente no aumenta el saber. Por ejemplo el juicio “el triángulo tiene tres ángulos” o “Sócrates es mortal”. Por cierto que esa limitación la señala Descartes cuando dice que los silogismos Aristotélicos sirven para exponer verdades conocidas, pero no para descubrir nuevas. Kant argumenta que tampoco los juicios sintéticos pueden fundamentar el conocimiento porque su legitimidad está en la experiencia. Aun cuando el concepto del predicado no está contenido en el concepto del sujeto (por ejemplo el calor dilata los cuerpos) el pensamiento sintético sólo es certeza mientras la percepción sensible lo esté verificando, además su contrario no es imposible, es decir, es un juicio particular y contingente. Al no ser ni los analíticos ni los sintéticos los juicios del conocimiento, Kant propone un juicio mixto y extraño a la lógica tradicional: el juicio sintético y a priori. Su máxima obra Crítica a la razón pura (publicada en 1781), conduce a explicar cuáles son las condiciones que hacen posible ese tipo de juicio. Los juicios matemáticos, los de la física y la metafísica, son de esta condición. Uno de los ejemplos que da de estos juicios sintéticos a priori es: “la línea recta es la más corta entre dos puntos”. En el predicado está el concepto de corto (magnitud) que no está incluido en el concepto de recto, el concepto de corto es añadido. Pero no es sólo en los juicios, sino también en los conceptos, donde se encuentra un origen a priori. Quitad del concepto experimental de un cuerpo todo lo que tiene de empírico, a saber: color, dureza o blandura, pesadez, penetrabilidad, y siempre queda el espacio que ocupa ese cuerpo (el cual ha desaparecido) y no podéis destruir. Cuando separáis de alguno de los conceptos empíricos de un objeto, corpóreo o no, todas las propiedades que la experiencia señala, no podéis, sin embargo, privarle de aquella mediante la cual le pensáis como sustancia o como dependiente de ella (aunque este concepto de sustancia contiene más determinación que el de un objeto en general). Debéis, pues, reconocer, convencidos por la necesidad con que este concepto se os impone, que existe a 25 priori en nuestra facultad de conocer. Lo que Kant argumentará en definitiva es que el conocimiento humano está compuesto de juicios sintéticos a priori y que se divide en tres grupos: conocimiento matemático, conocimiento físico y conocimiento metafísico. De esta manera sintetiza todos los argumentos que hasta el presente se habían establecido sobre este tema. Creando los fundamentos para una ciencia (estética Trascendental) que contenga todos los principios a priori de la sensibilidad, opuesta a la Lógica Trascendental que exponía y demostraba rigurosamente las reglas formales de todo pensar. De aquí surge algo muy importante sobre el progreso del conocimiento “y es que ciertos conocimientos por medio de conceptos, cuyos objetos correspondientes no pueden ser dados en la experiencia, se emancipan de ésta y parece que extienden el círculo de nuestros juicios más allá de 26 sus límites” . Este tipo de búsqueda es mucho más “sublime a todo lo que la inteligencia pueda 27 aprender en el campo de los fenómenos” . En este sentido se nota que la contribución del pensador en la resolución de los acertijos dará un carácter subjetivo a la ciencia, pero también que el entendimiento humano poseía las formas universales que le permitían organizar los datos múltiples suministrados por los sentidos. Igualmente, esta misma condición de participación humana daba la posibilidad del errar y por lo tanto el de rectificar, lo que significaría que el conocimiento científico es corregible porque no puede ser confiable y válido en un momento dado. Esta situación será muy cierta cuando se desmorone la ciencia newtoniana (válida y confiable por cientos de años) por los argumentos posteriores y ya contemporáneos de Einstein. 25 Ibíd., p. 150. Ibíd., p. 151. 27 Ibíd. 26 13 Rosalvina Jaimes Los filósofos que suceden a Kant rechazando o aceptando sus postulados, están en alguna forma influidos por su posición de explicar el mundo de la realidad sensible como resultado o producto de las leyes de síntesis lógica de nuestro pensamiento. Naturalmente las nuevas corrientes imperantes después de Kant cambiaron las condiciones que hicieron propicio y posible sus planteamientos, “por lo general se reconoce que el concepto del ‘a priori’ sintético, por ejemplo, es una noción débil, muy atacada, y ciertamente no viable para las matemáticas, como lo creyó Kant 28 (muchos sostienen hoy que las proposiciones matemáticas sólo son a priori analíticas” . 5. EL IDEALISMO Hegel (1770-1831) fue uno de los filósofos alemanes que debate los planteamientos de Kant, considera erróneo el argumento de que todo conocimiento comienza y termina en la experiencia, ya que el concepto fundamental y único está en la Razón, la cual ésta vinculada en un orden histórico, definido con trasfondo político. Entre los trabajos fundamentales de Hegel se pueden nombrar La Fenomenología del Espíritu, La Ciencia de la Lógica y La Filosofía de la Historia. Su lectura está considerada como difícil e incomprensible por su elevada abstracción. Sin embargo, uno de ellos, La Filosofía de la Historia, resulta ser para muchos el texto más accesible, por tratar con específicos eventos históricos que aclaran las partes más abstractas de la filosofía Hegeliana. El punto de partida en esos conceptos históricos puede ser la comparación que surge con el argumento Kantiano sobre la naturaleza humana y que lleva a Hegel a la consideración del nacimiento de la conciencia individual o del principio de la razón en una determinada sociedad. Kant consideró a la naturaleza humana eternamente dividida entre su razón y sus instintos. El hombre estaría entonces a mitad de camino entre el primate y el ser racional. Hegel niega esta característica inmutable y ve la naturaleza humana en términos históricos. Es decir, existe un movimiento que impulsa el comportamiento instintivo hacia el comportamiento racional a través de un proceso histórico denominado Proceso Dialéctico. Hegel explica este proceso valiéndose de la sociedad griega como ejemplo para señalar que en un momento histórico ésta tuvo una armonía simple entre el instinto y la razón. Era simple esa armonía porque el pueblo no había desarrollado la noción de la conciencia individual. Ello quiere decir que los individuos no se consideraban separados de la ciudad-estado y no eran capaces de hacer sus propios juicios de lo que era bueno o malo en relación al funcionamiento social. Hegel señala a Sócrates como el iniciador de un cuestionamiento que lo convierte en subversivo y corrupto a los ojos de la sociedad ateniense. Más tarde un rasgo de cuestionamiento surge en la sociedad europea con el advenimiento del movimiento Protestante. El momento de la simple armonía es denominado por Hegel como la tesis y el momento del cuestionamiento o surgimiento de la razón o conciencia individual es denominado antítesis. El cumplimiento de estas dos etapas da como resultado la síntesis, en la cual se combinan la armonía y la conciencia individual en la sociedad. La Revolución Francesa se interpreta como la síntesis, en la cual todos los ciudadanos tienen acceso a la política y al reconocimiento de la libertad individual. Sin embargo, aquí no termina el proceso dialéctico, pues esta nueva situación contiene en sí misma nuevos conflictos que convierte la etapa histórica en una nueva tesis seguida por la antítesis que dará base a una nueva síntesis y así continúa indefinidamente. 28 TESIS ANTÍTESIS Simple armonía entre el individuo y la sociedad. No existe el principio moderno de razón Cuestionamiento del individuo a proposiciones convencionales SINTÉSIS Combina armonía conciencia individual Holton, G. 1985. La imaginación científica. México: Fondo de Cultura Económica, p. 250-251. 14 y Capítulo 1: Teoría del conocimiento Es importante destacar que el advenimiento de la síntesis tiene como objetivo fundamental el desarrollo de la mente hacia la libertad absoluta y hacia el conocimiento absoluto. Con el “saber 29 absoluto corona Hegel el ascenso fenomenología) a la ciencia” . La otra obra fundamental de Hegel es precisamente La Fenomenología del Espíritu, para él “[…] la fenomenología quiere superar a la Filosofía misma, entendida como aspiración del saber...es el fin de la filosofía en este sentido y la inauguración de una nueva etapa histórica en que el saber científico será ya posible 30 plenamente” . Todo el camino recorrido por la filosofía desde los tiempos griegos sigue un curso ascendente hacia el saber absoluto que conduce a la ciencia. Es así como: El saber absoluto está presente como fin latente en todas las estaciones y es el motor del recorrido y por eso, aún el Hegel de la Fenomenología, está siempre a mil leguas de cualquier tentación irracionalista. El camino que conduce al saber absoluto es, desde luego, un camino dramático, pero tiene unas dimensiones perfectamente abarcables y es practicable por el hombre. Es más, debe 31 recorrerlo para alcanzar el estado de adulto . La teoría Hegeliana ha sido producto de permanentes controversias y críticas por su interpretación idealista que entiende el mundo material como producto del espíritu. El máximo opositor de Hegel fue Marx, filósofo y sociólogo alemán, quien presenta la teoría del materialismo dialéctico e histórico. Marx, igual que Hegel, analiza los fenómenos económicos, sociales e históricos desde un punto de vista filosófico, pero en un contexto materialista y no idealista como Hegel. El objetivo marxista fue el de organizar científicamente el estudio de la historia sobre la base del concepto de causalidad económica. Su influencia y rechazo son ampliamente conocidas y debatidas en el mundo contemporáneo. La obra de estos tres grandes pensadores se puede resumir en los siguientes términos: Un poco antes de la conclusión de su Crítica de la Razón Pura, Kant plantea las tres preguntas que más preocupan a la razón humana: ¿Cómo puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? Estas preguntas y los intentos de solucionarlas abarcan, en efecto, el propio centro de la filosofía, su preocupación por las potencialidades esenciales del hombre, en medio de las privaciones de la realidad. Hegel había situado esta preocupación filosófica en el contexto histórico de su tiempo, de modo que se hizo evidente que las preguntas de Kant conducían al proceso histórico efectivo. El conocimiento, la actividad y la esperanza del hombre estaban dirigidos al establecimiento de una sociedad racional. Marx se abocó a demostrar las fuerzas y tendencias concretas que estorbaban o 32 promovían este objetivo . Frente al ideal de Hegel surge Schopenhauer (1788-1860) quien reivindica la irracionalidad metafísica de Platón y parte de la premisa fundamental Kantiana de que no se pueden experimentar los objetos excepto situados en el tiempo y el espacio como sujetos a relaciones temporo-espaciales. Platón está en lo cierto cuando no concede existencia propia más que a las ideas, y no reconoce a las cosas existentes en el tiempo y el espacio, de que se compone el mundo real para el individuo, más 33 que una existencia aparente y como soñada . El conocimiento puro no obedece a la razón sino al mundo de las ideas. Para que el individuo pueda dar ese salto al conocimiento puro se debe dar en él un cambio. Puesto que como individuos no tenemos otro conocimiento que el sometido al principio de razón, y puesto que esta forma excluye el conocimiento de las ideas, resulta de ahí que, si existe para 29 Plana Valls, R. 1971. Del yo al nosotros. Barcelona: Editorial Laia, p. 357. Ibíd., p. 4. 31 Ibíd., p. 23-24. 32 Marcuse, H. 1972. Razon y Revolución. Madrid: Alianza Editorial. 33 Schopenhauer, A. 1985. El mundo como voluntad y representación (Libros III y IV). Barcelona: Ediciones Orbis, p.19. 30 15 Rosalvina Jaimes nosotros la posibilidad de elevarnos del conocimiento de las cosas particulares al de las ideas, sólo podrá ser esto si se opera en el sujeto una modificación correspondiente y análoga a la que se ha producido en la naturaleza del objeto; una modificación en virtud de la cual el sujeto, cuando 34 conozca una idea, deje de ser individuo . Schopenhauer distingue el mundo de la razón perteneciente a la ciencia y el mundo de las ideas perteneciente a las artes. El conocimiento de las ideas es el conocimiento puro que no se limita como la ciencia a buscar las relaciones en las cosas; es decir sus conexiones, las relaciones del tiempo y del espacio, las causas de los cambios físicos, la comparación de las formas o los motivos de los acontecimientos. En este sentido está muy claro como este filósofo coloca el arte en el más alto nivel del esquema de las cosas (naturalmente se refiere al arte de los grandes y verdaderos creadores). En pocas palabras es el arte la obra del genio. El arte concibe y reproduce por medio de la contemplación pura las Ideas eternas, lo que hay de esencial en todos los fenómenos de este mundo; y según la materia de que se sirve para esta reproducción constituye, a las artes plásticas, la poesía y la música. Su origen único es el conocimiento de las ideas; y comunicar este conocimiento su fin único. Mientras las ciencias, obedeciendo a la corriente incesante de las causas y los efectos, bajo sus cuatro formas, se ven obligadas siempre a correr tras un nuevo resultado, sin encontrar jamás el término de su carrera, sin 35 poder dar satisfacción completa...El arte, por el contrario, llega a su fin en cualquier instante . De una manera muy general se pueden señalar como tesis fundamentales de Schopenhauer las siguientes: a) Se considera al mundo como pura representación y como un objeto para el sujeto; b) El mundo como representación es la objetivación de la voluntad; c) La teoría de la representación equivale al abandono radical de las formas a priori, ni espacio ni tiempo subsisten como formas a priori de intuición; d) “el conocimiento intuitivo en general, que comprende la Idea, es directamente opuesto al conocimiento reflexivo o abstracto, dirigido por el principio de la razón: al contrario, un espíritu genial está sometido muchas veces a afecciones violentas y pasiones poco 36 razonables” ; e) “No existe lo trascendental ‒por ende: intuición trascendental‒ sino un 37 formalismo de la razón” . Los pensadores nombrados representan paradigmas o modelos de sus épocas y llenaron la filosofía hasta la primera mitad del siglo XIX. Cuando se fue labrando un abismo entre la filosofía y la ciencia, es decir se empiezan a darlas bases de la ciencia como separada de la filosofía para el análisis del conocimiento. La filosofía pasa a ser la “filosofía” de la ciencia, situación influenciada por la Revolución Científica-Tecnológica que se estaba desarrollando. 6. EL POSITIVISMO LÓGICO En la segunda mitad del siglo XIX, el positivismo surge como importante movimiento filosófico que reacciona frente al Idealismo trascendental. Promueve que la filosofía se limita al conocimiento de los hechos de la experiencia, a comprenderlos y unificarlos, lo que la alejan de la metafísica y la acerca a las Ciencias Naturales. Favorece a esta tendencia los progresos de estas últimas; por una parte Meyer (La Ley de la Conservación de la Energía) y por otra parte Darwin (La Teoría de la Evolución de las Especies). En este sentido se pretende unificarla filosofía con la ciencia. A las ciencias de la naturaleza se les exige estar impregnada de ella. Tal identificación será luego combatida. El idealismo trascendental y el positivismo son las más determinantes corrientes que se derivan del pensamiento de Kant, nutriéndose a su vez del influjo de otras circunstancias y del progreso científico. Para el idealismo lo absoluto es la moral, el arte o la filosofía, para el positivismo es la ciencia. Uno de los principales representantes del Positivismo es 34 Ibíd., p. 15. Ibíd., p. 22. 36 Ibíd., p. 27. 37 Cacciari, M. 1982. Krisis. México: Siglo Veintiuno Editoras, p. 60. 35 16 Capítulo 1: Teoría del conocimiento el Francés Augusto Comte (1796-1857). Para Comte existen tres estados en la evolución del espíritu humano: a) estado teológico (dominio de la fantasía para explicar los fenómenos; b) estado metafísico (prevalece la razón) y c) el estado positivo (búsqueda a las relaciones constantes de semejanza y de sucesión entre fenómenos). Cuanto más simple y abstracta es una ciencia, tiene la posibilidad de entrar en el último estadio, lo que la llevará a través de los descubrimientos de las leyes naturales al dominio de la naturaleza por parte del hombre. Situación exigida por la misma circunstancia de la época: el industrialismo. No tarda en surgir reacción al planteamiento positivista de que lo absoluto es el dominio de los hechos observados en la experiencia y de que las ciencias naturales constituyen la forma típica del saber positivo. Se inicia así una posición anti positivista en nombre del espíritu y de las leyes espirituales, que pretende encerrar la filosofía dentro de los confines del hecho natural. Se comienza a separar una vez más la filosofía de la ciencia, y la construcción crítica de ésta, indagándose los elementos subjetivos que entran en la elaboración científica de la experiencia. En esta revisión del positivismo se destacan dos momentos: una crítica aguda al cientificismo y una valoración de la ciencia fundada en la intuición. De esta manera, las posiciones anti positivistas adquieren una identificación con la metafísica. A este nuevo movimiento se le opone, en las primeras décadas del siglo XX, una corriente que se denominará Positivismo Lógico, la cual atacará cualquier sugerencia metafísica, en el sentido de negar la existencia de un mundo más allá del mundo ordinario y del sentido común. El siglo XX se perfiló como una de las eras donde se derrumban muchas tradiciones y posturas y se edifican nuevas bases para la interpretación del conocimiento y del mundo. Naturalmente que jamás se desconocieron todos los logros anteriores sino que se corrigieren o reinterpretaron dando abono fértil a novedosas interpretaciones. Como en cualquier época en este siglo no se pueden ubicar estrictamente escuelas y/o personalidades en un período determinado, ya que muchas teorías que fueron elaboradas en un año preciso se impusieron mucho tiempo después. Con esta condición se señalan en las próximas líneas algunas tendencias desde las primeras décadas, unas han sido supuestamente superadas pero continúan siendo de obligada referencia para la comprensión de las más recientes. En los años 20 surge la Escuela de Filosofía conocida como Círculo de Viena, elaborándose una tendencia filosófica denominada Positivismo Lógico. Los argumentos se centraban en dos premisas: primero, debatir la metafísica, esto es alejarse de cualquier sugerencia de que existiera en un mundo más allá del mundo de la ciencia y del sentido común; segundo, que todo enunciado debería ser contrastable empíricamente. De hecho se condenaba cualquier teología imperante. Se pueden destacar dos filósofos que resultan precursores de este movimiento y que proporcionaron herramientas de análisis filosófico al Círculo de Viena: Frege, en Alemania y Russell en Inglaterra. Igualmente influyente fue el austríaco Wittgenstein. En cuanto a Frege y Russell ellos trabajan en el área de la matemática y su relación con la lógica. Definen los conceptos matemáticos en términos puramente lógicos y muestran que la aritmética es deducible de premisas igualmente lógicas. Antes de Frege las leyes de la lógica habían sido relacionadas como leyes del pensamiento, es decir como algo elaborado sólo a través del proceso mental. Frege cree que la validez de una prueba no puede depender de las contingencias de la psicología humana. En otras palabras, la lógica era completamente objetiva aunque la mente fuera capaz de controlar. A Bertrand Russel (1872-1970) sus obras de contenido social y filosófico lo convierten en uno de los pensadores ingleses más conocidos. Son muchas sus producciones sobre la perspectiva científica y sobre la teoría del conocimiento que este filósofo dejó para su posterior análisis. Para nombrar uno solo de sus textos, se puede señalar El Conocimiento Humano, donde reflexiona y examina la relación entre la experiencia individual y el cuerpo general del conocimiento científico. Allí expone sus planteamientos sobre los límites del empirismo inglés. Se puede leer el siguiente párrafo: 17 Rosalvina Jaimes En la práctica, la experiencia nos lleva a generalizaciones, tales como los perros ladran. Como punto de partida para la ciencia, basta que tales generalizaciones sean verdaderas en una gran mayoría de casos. Pero aunque la experiencia de perros que ladran baste para causar la creencia en la generalización 'los perros que ladran', por si misma no da ningún fundamento para creer que esto es verdad en los casos no experimentados. Para que la experiencia brinde tal fundamento, debe ser complementada con principios o causales que hagan previamente plausibles ciertos tipos de generalizaciones. Estos principios, si se les da por sentados, llevan a resultados que están en conformidad con la experiencia, pero esto no basta lógicamente para hacer siquiera probables los 38 principios . Además de esa nueva lógica se mostró también una nueva ciencia personalizada por Einstein (1879-1955). Ambas situaciones fueron asimiladas por los positivistas lógicos del Círculo de Viena. Entre los más conocidos de sus miembros y defensores se pueden citar Schlick, Carnap, Neurath y Ayer. Ellos desarrollaron doctrinas que defendían los siguientes criterios: a) Las proposiciones de la lógica y de la matemática y cualquier otro enunciado verdadero eran tautologías; b) Se enfatiza la relevancia del lenguaje de la filosofía y c) Es de vital importancia el principio de verificabilidad. Algunas de esas doctrinas se debilitaron por sus limitaciones, como fue el caso del principio de la verificabilidad por mostrarse impracticable en las proposiciones generales de la ciencia. La imagen global que deriva de ese cuadro solo es comprensible en relación a los argumentos planteados por Berkeley y posteriormente Mach para la construcción de una epistemología radicalmente anti metafísica. Todo término “esencial”, es decir, carente de significado empírico, debe ser rechazado por la teoría física; la ciencia no tiene nada que hacer con la esencia de las cosas, la cual no puede proporcionar ninguna explicación causal; no existe nada que esté dentro de los cuerpos físicos; las leyes de la naturaleza no son sino descripciones de regularidad observables, que el formalismo matemático 39 traduce en un lenguaje que le permite, de una manera más económica, organizar y prever . Los principios que se acaban de señalar están presentes en la obra de la mayoría de los positivistas lógicos. Una muestra de ello son los argumentos del filósofo inglés Alfred Ayer, quien comienza por afirmar que es necesario establecer la distinción entre verificabilidad práctica y verificabilidad en principio. Para él existían proposiciones que se pueden verificar si se tienen los medios prácticos para hacerlo, en cambio con otras esto no es posible. Un ejemplo simple y familiar de tales proposiciones es la proposición de que hay montañas en la cara oculta de la luna. Todavía no se ha inventado ningún cohete que me permita ir y mirar a la cara oculta de la luna, de modo que me veo incapacitado para decidir la cuestión mediante la observación real. Pero yo sé que observaciones la decidirían para mí, si alguna vez, como es teóricamente concebible, me encontrase en situación de hacerlas... Y, por consiguiente, digo que la proposición es verificable en principio, ya que no en la práctica, y es por lo tanto, significante. Por otra parte, una seudo-proposición metafísica como “el Absoluto forma parte de, pero es, en sí mismo, incapaz de evolución y progreso”, ni siquiera en principio es verificable. Porque no se puede concebir una observación que nos permitiese determinar si el Absoluto forma o no forma 40 parte de la evolución y del progreso . Este ejemplo luce muy clarificador en los tiempos actuales, cuando en 1969 (43 años después que Ayer publicó su obra) se realiza el primer viaje a la luna y se pueden verificar muchas de las proposiciones que hasta ese momento existían. Naturalmente que esta tesis es discutible cuando un cálculo o ecuación, nacidos de una abstracción matemática, puede traducir una realidad no observada. Por ejemplo, la ecuación propuesta por Einstein para reemplazarlas ecuaciones 38 Russel, B CCacciari, M. Op. Cit. , p. 32. 40 Ayer, A. 1984. Lenguaje, verdad y lógica. Barcelona: Ediciones Orbis, p. 39. 39 18 Capítulo 1: Teoría del conocimiento newtonianas. “La lección es clara: tenemos que adquirir una desconfiada reserva frente a la presión que ejercen nuestros hábitos, fuente de nuestro sentido común, sobre nuestra manera de 41 razonar” . Independiente de las limitaciones de los argumentos de este positivista lógico, lo fundamental es destacar su criterio de que la función de la filosofía debe ser enteramente crítica. Ayer afirmaba que “la labor del filósofo es la de probarla validez de nuestras hipótesis científicas 42 y de nuestros supuestos cotidianos” . De esta manera se da la contribución de la filosofía a la producción del conocimiento. Sin embargo, permanecía entre los miembros del Círculo la incertidumbre sobre como verificar las proposiciones metafísicas o generales. Más tarde, Popper introduce el concepto de falsabilidad señalando que aunque las hipótesis científicas no podían ser verificadas, podían sin embargo, demostrarse como falsas. Admitiendo las críticas y la superación de los planteamientos positivistas, uno de los méritos más reconocidos de esta escuela ha sido haber dado gran importancia a la claridad, y oponerse con fuerza a lo que podría denominarse imprecisión. Incluso, ese criterio ha animado debates sobre la importancia de las categorías metafísicas o proposiciones ilusorias, en la búsqueda de verdades nacidas de los actos de fe, de los impulsos y de las pasiones de los hombres. En otras palabras, el enaltecimiento al poder creador libre de los compromisos de la lógica de la confirmación. En términos concretos la teoría del conocimiento expresaba una nueva relación entre el sujeto y el objeto, en el sentido de objetividad por parte del sujeto. La idea del sujeto (observador) posteriormente se ubica en una situación más activa y creativa. Que el sujeto adquiera o pierda autonomía será la tragedia misma del sujeto y la permanente preocupación y estudio por parte de estudiosos durante este siglo. Siempre hemos vivido el esplendor del sujeto, y de la miseria del objeto. El sujeto es el que hace la historia, el que totaliza el mundo. Sujeto individual o sujeto colectivo, sujeto de la conciencia o sujeto del inconsciente, el ideal de toda metafísica es el mundo-sujeto, el objeto de no es más que 43 una peripecia en el camino real de la subjetividad . En resumen, lo que se evidencia a partir del positivismo lógico es el carácter puramente operativo de las funciones cognoscitivas. Tal criterio abarca una importancia determinante en los fundamentos del pensamiento científico en el mundo occidental. Para el continente europeo esta posición constituye una guía hasta las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, cuando se inicia un alejamiento. El movimiento filosófico emergente trata de resurgir los planteamientos metafísicos, en el sentido de indagar sobre la realidad más allá de su imagen científica. Significa que el tema a discutir es la esencia del Ser, pues no se trata tan sólo de una crisis del pensamiento sino del hombre en general. El concepto del hombre y del mundo, del conocer y del construir, inician renovadas interpretaciones que continúan debatiéndose en la presente época. Esta tesis europea atrajo la atención del pensamiento latinoamericano, donde se discutió más sobre la obra de Husserl, Heidegger, Marcuse, etc., que la de los positivistas lógicos y a sus corrientes metodológicas posteriores. En oposición, la filosofía norteamericana asumió fuertemente la tendencia del pensar lógico con su pragmático y refinado materialismo. Por ahí se puede comprender la peculiar afinidad que exhibe la sociedad de ese país con respecto al predominio de la ciencia y de cómo han logrado un sitial determinante en su avance. Se podría pensar que en la presente década Europa con sus ambiciones de productividad y competitividad está acercándose nuevamente al patrón de las ciencias objetivas y exactas. La pregunta por la renovación del mundo occidental puede estar escondida detrás de aquella interpretación del mundo que entiende el construir del hombre en el sentido de la dominación técnica del mundo y en la conexión del proceso técnico de la producción. Sin embargo, esto no limita la investigación al plano teórico. El siglo XX recoge la importancia de ambas posiciones (aun cuando en la balanza una pese más que otra). Por encima de las discusiones académicas sobre el problema de lo ingenuo o limitado del positivismo lógico y la necesidad de ordenar los valores o implicaciones del lema “saber es 41 Hambuerger, J. Op. Cit., p. 73. Ayer, A. Op. Cit., p. 55. 43 Baudrillard. Citado por Ortis, J. en La lógica del caos. 1990. Caracas: Fondo Editorial Universidad Nacional Abierta, p. 72. 42 19 Rosalvina Jaimes poder” debe adoptar la decisión de su esencia, sus posibilidades y tareas. La referencia es el acuerdo de atender al problema mismo y a su solución. Ello pone de manifiesto la necesidad de la discusión sobre los valores teóricos y la preocupación por la pregunta del destino de occidente y su crisis. También que en estas respuestas se repiten todas las posiciones del siglo XIX, que quedaron en estado de no resuelta polémica y que siguen siendo tratadas en el presente siglo. 7. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO COMO ANÁLISIS DEL LENGUAJE Según el positivismo lógico la esencia del conocimiento humano era la ciencia, lo que implicaba que cualquier enunciado que no fuera empíricamente verificable (excepto los enunciados matemáticos y lógicos) carecía de significado. Para rescatar las preguntas metafísicas y éticas y para analizar a fondo las formas en que funciona un concepto, surge la Teoría del Significado a través de la Filosofía Lingüística y la Filosofía del Lenguaje. La primera es una técnica o método para resolver problemas filosóficos y pone mayor énfasis en tener conciencia plena del lenguaje en que se formulan las proposiciones. La segunda, la Filosofía del Lenguaje es una rama de la filosofía que se ocupa principalmente de los problemas del lenguaje mismo. Históricamente muchas teorías del lenguaje han incursionado en los problemas del conocimiento. Sin embargo, la filosofía del lenguaje contemporáneo comienza con la obra del filósofo y matemático alemán G. Frege a finales del siglo XIX y con Rusell a principios del siglo XX. Ambos para desarrollar sus teorías sobre la naturaleza de la verdad matemática realizaron investigaciones acerca de la naturaleza de la lógica y de la naturaleza de la representación lingüística. De esos criterios se nutren las investigaciones del filósofo vienes Wittgenstein (18891951), quien será uno de los principales exponentes en la filosofía lingüística del siglo XX. En la filosofía del lenguaje se pueden definir dos líneas de desarrollo en las que Wittgenstein desempeña un papel crucial. Una línea está fundamentalmente ubicada en las relaciones entre significado y verdad. La pregunta que interesa es ¿Cuáles son las condiciones de verdad de una expresión? Aquí este filósofo ejerce influencia a través de su libro Tractatus, escrito en 1922. La otra línea de desarrollo del lenguaje está más particularizada por las cuestiones de uso lingüístico, es decir, el lenguaje visto como parte de la conducta humana. Se pretende responder la pregunta ¿cuál es la relación entre significado y las intenciones con las que un hablante anuncia una expresión? La publicación de Investigaciones filosóficas en 1953 es una prueba de la consideración del lenguaje como una actividad social. Cuando en la literatura especializada se habla de la etapa temprana y la etapa tardía de Wittgenstein es por la diferencia de este tiempo de las publicaciones. Ambas obras representan diferentes etapas de su vida y para muchos son entre sí contradictorias, aun cuando mantengan características comunes. Cada una focaliza el rol del lenguaje en el pensamiento y la vida humana y delinean la marcación entre la validez de los usos del lenguaje. En las interpretaciones de sus argumentos se refiere que en el Tractatus se enfatiza al lenguaje de una manera muy individualista sin considerársele como instrumento comunicativo, fundamental para describir los hechos del mundo. En Investigaciones Filosóficas el lenguaje comienza a verse como un fenómeno social. Sin embargo, lo que plantea en términos generales es que la cuestión epistemológica y metafísica derivan en la cuestión lingüística. El pensamiento es definible en términos de lenguaje y con ello la teoría del conocimiento se hace análisis del lenguaje. La teoría del conocimiento es la filosofía de la psicología. ¿Acaso no corresponde mi estudio del lenguaje sígnico al estudio de los procesos de pensamiento que los filósofos consideraban tan 44 esencial para la filosofía de la lógica? El Tractatus, su obra más conocida, la escribió en párrafos muy breves y numerados, ésta es 44 Wittgenstein. 1987. Tractus. Madrid: Alianza Universal, p. 65 20 Capítulo 1: Teoría del conocimiento considerada como compleja y de difícil lectura, incluso para el propio Wittgenstein, quien señala que será sólo entendida por aquel que “haya pensado alguna vez por sí mismo los pensamientos 45 que en él se expresan o pensamientos parecidos” El contenido del libro es el siguiente: a) Análisis del lenguaje y la aplicación de sus resultados al análisis del lenguaje lógico, matemático y científico natural. Al respecto escribe: “Las proposiciones de la lógica son tautologías” (6.1.), “La matemática es un método lógico” (6.2.), “La totalidad de las proposiciones verdaderas es la ciencia natural entera (o la totalidad de las ciencias naturales)” (4.11). b) La función de la filosofía. “La filosofía no es una doctrina sino una actividad” (4.1.12). c) Análisis lógico del mundo. El mundo como totalidad de los hechos puede descomponerse en cada uno de ellos (como el lenguaje en proposiciones) para su análisis. “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo” (5.6.). d) Definición del pensamiento en términos de lenguaje. “El pensamiento es la proposición con sentido” (4.). e) Tratamiento de lo ético fuera del ámbito lógico. No existe lenguaje ético alguno; la ética como lo místico es inexpresable "...En el mundo todo es como es y todo sucede como sucede; en él no hay valor alguno, y si lo hubiera carecería de valor..." (6.41). "por eso tampoco puede haber proposiciones éticas. Las proposiciones no pueden expresar nada más alto" (6.42). Un aporte reciente sobre el enfoque lingüístico es el del norteamericano WV. Quine, nacido en 1908. El sostiene la necesidad de analizar el lenguaje, incluso para tratar problemas que no sean esencialmente lingüísticos. Para entender profundamente nuestro esquema conceptual, nuestro sistema del mundo, conviene que consideremos como se adquirió; como lo aprende el individuo, y como puede haberlo desarrollado la raza. El individuo adquiere el sistema, principalmente, en el proceso de aprender el lenguaje mismo y, de igual manera, el desarrollo de nuestro sistema conceptual básico, a través del 46 tiempo, está vinculado a la evolución del lenguaje . 8. DOCTRINA FENOMENOLÓGICA El panorama filosófico es completado por la doctrina fenomenológica, asociada a los nombres de Husserl (1859-1938) y Heidegger (1886-1976). Husserl es un crítico al psicologismo que explica la naturaleza del conocimiento por medio de actos cognoscitivos como actos psíquicos. Fija los límites de la lógica con la psicología a través de la doctrina que identifica como fenomenología, inspirada en memoria de la Fenomenología del Espíritu de Hegel, aun cuando combatió sus argumentos. La fenomenología de Husserl está dedicada al análisis sistemático de la conciencia y sus objetos. Este término continúa actualmente referido al análisis de todo lo que es experimentado, indiferente a todo lo que hay en cualquier sentido en la cual las sustancias objetivamente son como las experimenta el ser humano, incluyendo entidades abstractas como pensamientos, emociones, dolores, etc. Husserl en sus textos fundamentales Ideas para una Fenomenología Pura y Meditaciones Cartesianas, parte de la referencia cartesiana de la auto certeza de yo soy, yo pienso. Esta referencia toma forma en su dilucidación “de la exigencia del positivismo de reducir todo lo experimentado a sus datos últimos, eliminando su recubrimiento por las teorías, por los conceptos 'metafísicos' recibidos de la tradición y no probados científicamente, es decir, la exigencia de 45 46 Ibíd., p. 11. Quine, WV. Citado por Magee, en Los hombres detrás de las ideas. 1982. México: Fondo de Cultura Económica, p. 188. 21 Rosalvina Jaimes 47 erigir una experiencia pura y primaria” . Lo fundamental en la Teoría del Conocimiento sería qué contenido debe tener la experiencia para ser objetivamente válida y no cómo se origina. Conforme a este tipo de consideración la esencia del hombre está centrada en la conciencia de cada quien, “en la reflexión fenomenológica yo-como este hombre-aparezco ante mi visión como un objeto de 48 mi conciencia” . En relación a la interpretación científica del mundo, queda evidente que “[…] no le interesa una esencia universal del hombre y de su conciencia, sino precisamente este hombre y 49 su situación histórica, sus posibilidades y sus necesidades” . Partiendo de allí otros filósofos indagan la pregunta del Ser, entre ellos Heidegger. La obra de Heidegger se orienta básicamente a interpretar el espíritu de la técnica moderna partiendo de la reflexión metafísica de la pregunta por el ente en su totalidad y por el ser del ente. El piensa en la técnica moderna a partir del momento en que el saber se identifica con las ciencias matemáticas de la naturaleza en el siglo XVII, cuando se interpretó al ente de tal modo que era conminable respecto a algo. A diferencia de la que tenía en la Antigüedad y la Edad Media cuando el ente se interpretaba en su posibilidad de aparecer tal cual es y no tal como sea útil o dañino. Heidegger argumenta que para tener una visión de la pregunta por el Ser y el Ente es “imprescindible... el conocimiento de aquel comienzo como de las épocas decisivas de la ciencia 50 moderna” . Entendimiento básico para comprender igualmente las características de la técnica actual. El surgimiento de la ciencia moderna, inaugurada por Descartes altera el carácter del pensamiento y con ello la metafísica y prepara para la necesidad de una crítica de la razón pura. En este sentido es necesario caracterizar la ciencia moderna ante la ciencia antigua y medieval. El criterio de diferencia entre ambas no es la ciencia de hechos, lo experimental y medible, ni la consideración de que una es más verdadera que otra. La diferencia está en que en la ciencia moderna la verdad se convierte en certeza. Sin embargo: Lo único perfectamente claro es que el cambio de la ciencia se cumplió sobre el fondo de una disputa secular acerca de los conceptos y principios fundamentales del pensar, es decir, acerca de la posición fundamental frente a las cosas y al ente en general. Una tal disputa sólo se pudo realizar a través del completo dominio de la tradición medieval y antigua de las doctrinas de la naturaleza; pero exigió también una amplitud y seguridad extraordinaria del pensamiento conceptual, y 51 finalmente un dominio de las nuevas experiencias y método . La búsqueda de Heidegger consiste en cómo se desarrolla la metafísica moderna conforme a los momentos de la concepción básica del cristianismo y al rasgo matemático configurado a partir de la razón. La metafísica entendida según el cristianismo trata de Dios (Teología), del Mundo (Cosmología) y del Hombre (Psicología). Al incorporarse el rasgo fundamental matemático del pensar moderno, tienen connotación racional cada uno de ellos. A esta metafísica racional se oponía Kant al destacar la intuición como el momento sustentador del conocimiento humano. Así Heidegger promueve el análisis de la obra kantiana porque constituye el comienzo de una época decisiva del pensamiento occidental. Lo que en última instancia pretende rescatar es que Kant al preguntar por la intuición y el pensar, por la experiencia y sus principios, pregunta por el hombre. Esto no significa que las cosas se transformen en una fábrica humana, sino a la inversa: hay que comprender al hombre, como aquel que desde siempre va más allá de las cosas, pero de modo tal, que este ir más allá sólo se hace posible en cuanto las cosas salen al encuentro, y así permanecen 52 ellas mismas, en cuanto ellas reenvían tras nosotros mismos y tras nuestra superficie . En resumen el planteamiento de Heidegger es el regreso al propio fundamento de la metafísica 47 Lanbgrebe, L. Op. Cit., p. 38. Ibíd., p. 45. 49 Ibíd., p. 45. 50 Heidegger, M. 1975. La pregunta por la cosa. Buenos Aires: Editorial Alfa, p. 53. 51 Ibíd., p. 62. 52 Ibíd., p. 211-212. 48 22 Capítulo 1: Teoría del conocimiento rechazado por los positivistas lógicos. Pero además es la crítica a los argumentos de los filósofos de la Escuela de Fráncfort (Marcuse, Horkheimer, etc.) sobre el abordarlos problemas sociales y políticos de la ciencia sin atender al concepto metafísico del Ser. A medida que la obra de Heidegger se ha ido asimilando, ésta se considera como una aportación decisiva y única en la interpretación del destino de la edad moderna, de la era de la ciencia y de la tecnología. El análisis filosófico que plantea dirige sus objetivos más bien a la tarea del pensar que al cuestionamiento de la técnica como perturbadora al hombre moderno. Esta distancia de su pensamiento con los resultados de la era tecnológica y su cercanía con las raíces del sentido del ser para realmente comprender el sentido del tiempo moderno hace que la obra de Heidegger resulte a muchos estudiosos compleja. Ciertamente se han dedicado numerosos ensayos sobre sus argumentos, desarrollados en El Ser y Tiempo. 9. CRITERIOS HISTÓRICOS DEL CONOCIMIENTO Y LA LÓGICA DE LA CONFIRMACIÓN En la década de 1950 el debate contemporáneo sobre el razonamiento científico se advierte muy intenso cuando un grupo de estudiosos intentan la búsqueda de otras nociones sobre la ciencia y su desarrollo. Básicamente defendiendo los criterios históricos e incluyendo en sus análisis el papel social de la ciencia y el estudio de la actividad de la sociedad científica. Entre estos hombres de ciencia podemos señalar a Popper y Kuhn, quienes parten de argumentos distintos pero que actualmente son referencias importantes en el estudio del objeto fundamental de la ciencia como es la formulación de la Teoría Científica, la cual constituye la culminación de la investigación científica y es la explicación última que da el investigador al fenómeno que estudia. Uno de los aspectos más polémicos en el desarrollo de la ciencia es si una teoría ofrecida a la sociedad es científica o no. La discusión de los criterios determinantes en tal calificación de la teoría han sido expuestos en los trabajos de Popper y Kuhn. Cada uno de ellos con sus posiciones han contribuido a clarificar este aspecto tan crítico dentro de la ciencia. La formulación de teorías científicas demuestra ser un proceso realmente complejo. En la historia de la ciencia sólo algunos han ofrecido nuevas explicaciones con la coherencia que se requiere de una teoría y con argumentos que se consideran científicos. Proposiciones de teorías han estado respaldadas por creadores tales como Copérnico, Newton, Einstein, Galileo, Darwin, Freud y otros. Cada una de estas teorías se convirtió en paradigma de la época en que se destacaron y sustituyeron a otras anteriores que también en su tiempo fueron paradigmas. En este sentido hay un momento muy interesante en el desarrollo científico. Es el momento de transición y al momento de tratar de imponer la nueva teoría, “durante el período de transición habrá una gran coincidencia, aunque nunca completa, entre los problemas que puedan resolverse con ayuda de los dos paradigmas, el antiguo y el nuevo; pero habrá también una diferencia 53 decisiva en los momentos de resolución” . Definitivamente quien se comprometa a la compleja tarea de formular una teoría debe tener muy presente que el destino de ella no sólo será ofrecer a la sociedad una nueva interpretación del tema en estudio, sino que también ha de ser un punto de reflexión a combatir por otro(s) investigador(es). Ello implica el hecho de que el investigador ha de prepararse intelectual y emocionalmente a ser debatido o cuestionado. El esfuerzo necesario para afrontar el rechazo de su teoría debe estar dirigido a tener los argumentos válidos y convincentes para explicar y justificar sus planteamientos. Que se formulen las teorías del modo más exacto posible, para exponerlas a refutación del modo 53 Kuhn, T. 1982. La estructura de la revoluciones científicas. México: Fondo de cultura Económica, p. 139. 23 Rosalvina Jaimes menos ambiguo posible. Y al nivel metodológico no deberíamos, eludir sistemáticamente la refutación reformulando continuamente o bien nuestra teoría o bien nuestra evidencia empírica con el único fin de mantenerlas de acuerdo. Esto es lo que hacen los marxistas y muchos psicoanalistas. 54 Así sustituyen la ciencia por el dogmatismo mientras siguen proclamando su cientificidad . A. El método de la falsabilidad El impulsor de este criterio fue K. Popper. Sus trabajos se remontan desde la década de los años 30, cuando inicia sus interpretaciones sobre la metodología científica y otros temas relacionados con la ciencia. Entre sus trabajos fundamentales se encuentran La lógica del descubrimiento científico, La sociedad abierta y sus enemigos, y Conjeturas y Refutaciones, publicado en 1963. Es creador de una corriente epistemológica que distingue tres niveles: el mundo de la realidad material, el mundo interno de las ideas y el mundo de las creaciones intelectuales, científicas y artísticas. La contribución más fértil de Popper es la determinación de la tarea de la lógica de la investigación científica. En este sentido desarrolla las siguientes tesis: a) El problema central de la epistemología es el progreso del conocimiento, “el mejor modo de 55 estudiar el aumento del conocimiento es estudiar el del conocimiento científico” . b) La lógica inductiva lleva forzosamente a incoherencias lógicas, tal como se planteó a partir de la obra de Hume. El problema de la inducción se elimina con el método de contrastación deductiva. c) Es necesario establecer la distinción entre la psicología del conocimiento (hechos empíricos) y la lógica del conocimiento (relaciones lógicas). A la primera le interesa el acto de la creación, es decir esa etapa de inventar o concebir una teoría, lo cual no exige un análisis lógico. Mientras que la lógica del conocimiento “consiste pura y exclusivamente en la investigación de los métodos empleados en las contrastaciones sistemáticas a que debe someterse toda idea nueva antes de que 56 se la pueda sostener seriamente” . d) La falsabilidad es el criterio que permite distinguir las ciencias empíricas de los sistemas metafísicos. La distinción entre ambas ciencias no niega que las ideas metafísicas tienen un rol importante en el avance de la ciencia a través de toda su historia. En principio Popper resuelve el problema central del denominado principio de verificabilidad propuestos por los positivistas lógicos, como era el de la imposibilidad de verificar proposiciones generales de la ciencia. Popper sugiere que si algunas hipótesis científicas no podían ser verificadas, podían, sin embargo, demostrarse como falsas. Esta visión básica y elemental es la característica fundamental para ubicar la teoría en su condición de científica, y de hecho para establecer la demarcación entre la ciencia y la no ciencia. Para que sea cierta una teoría debe ser lógicamente falseada. Estas ideas tuvieron mucha influencia en lo que representa el modelo hipotético-deductivo de la ciencia. En Popper también es determinante su posición del conflicto entre el racionalismo y el irracionalismo, al cual considera como uno de los problemas intelectuales y morales más importantes de la época. Se confiesa: “enteramente al lado del racionalismo” siempre y cuando no asuma posición extrema, es decir, que la fe en la razón no sea solamente individual sino también social. El “mundo” no es racional, pero la tarea de la ciencia es, precisamente, racionalizarlo. La “sociedad” no es racional, pero la tarea del ingeniero social es racionalizarla. (Esto no significa, por supuesto, que deba “dirigirla” o que sea deseable la “planificación centralizada y colectiva”). El lenguaje ordinario no es racional, pero nuestra tarea consiste en racionalizarlos o por lo menos 54 Popper. Citado por Magee, B. en Popper. 1974. España: Grijalbo, p. 57. Popper, K. 1977. La lógica de la investigación científica. Madrid; Editorial Tecnos, p. 16. 56 Ibíd., p. 31 55 24 Capítulo 1: Teoría del conocimiento conservar sus patrones de claridad. Podríamos dar el nombre de “racionalismo pragmático” a esta actitud ... El racionalismo pragmático puede reconocer que el mundo no es racional, pero si exigir que lo sometamos o sujetemos a la razón, en la medida de lo posible. Usando las palabras de Carnap podría describirse lo que nosotros llamamos racionalismo pragmático como la “actitud” que se esfuerza por llevar la claridad a todas partes pero que reconoce que la maraña de los hechos de la 57 vida nunca es completamente comprensible o racional . En 1945 se publica un libro de Popper de fundamental importancia, como es La Sociedad Abierta y sus Enemigos, allí critica aquellos sistemas filosóficos sociales que según él atenían contra las posibilidades de cambios o reformas democráticas. A su juicio, uno de estos sistemas y el más poderoso es el historicismo, cuyas profecías históricas de largo alcance están fuera del campo del método científico. Popper centra su análisis en las teorías de Heráclito, Platón y Aristóteles, como representantes de las formas antiguas del historicismo y a la filosofía histórica de Marx. De los antiguos dedica mayor atención a Platón y Aristóteles para continuar con Hegel, a quien considera el sucesor directo de estos pensadores. De este modo entra en el análisis de Marx. Destaca que el sistema historicista platónico es menos riguroso que otros de esta misma característica, pues según Platón el hombre “puede infringir la férrea ley del destino”. En este plano de análisis Popper contrasta el historicismo con la expresión ingeniería social. Ambas expresiones son opuestas y un ejemplo de ello es la consideración de las actitudes asumidas por un historicista y un ingeniero social hacia las instituciones sociales. Al primero le interesa contemplarlas desde el punto de vista de su historia, es decir su origen, su desarrollo y su significación presente y futura. Al segundo ello no es necesario, ya que lo que le incumbe es si las instituciones están bien organizadas y constituidas para alcanzar sus propios objetivos. Estas dos actitudes en oportunidades se han combinado. El ejemplo más antiguo de esa combinación está, según Popper, en la filosofía social y política de Platón. En Platón lo fundamental era la revelación de la esencia o descripción de la verdadera naturaleza de las cosas. Esto sería el objetivo de la ciencia (Esencialismo Metodológico). En oposición al nominalismo metodológico que se ocupa de describir cómo se comporta un objeto en diversas circunstancias. Es importante decir que el término esencial es prácticamente idéntico al término naturaleza. Lo natural es lo innato, original o divino de un objeto. Es importante destacar que el análisis de Popper sobre la filosofía de Platón y Aristóteles tiene como objetivo principal evidenciar la influencia que han desempeñado en el surgimiento del historicismo y en la lucha contra la sociedad abierta. De igual manera pretende demostrar la influencia de estos sobre ciertos problemas contemporáneos, por ejemplo, el surgimiento de la filosofía oracular de Hegel, el padre del historicismo del totalitarismo moderno. Finalmente Popper destaca su estudio hacia el pensamiento de Marx. Antes de continuar, es conveniente recordar la definición de sociedad abierta y cerrada. La primera es aquella en que los individuos adoptan decisiones personales. La segunda es la sociedad mágica, tribal o colectivista donde el estado es más importante que el individuo. Uno de los aspectos más polémicos y combatidos a Popper en la Sociedad Abierta y sus Enemigos son las críticas y consideraciones que hace al marxismo como la forma más pura, desarrollada y 58 peligrosa del historicismo. Entre las interpretaciones que hace se pueden destacar las siguientes : 57 58 Marx ha conducido por la senda equivocada a decenas de poderosas mentalidades, convenciéndolas de que la profecía histórica era el método científico indicado para la resolución de los problemas sociales. Marx es el responsable de la devastadora influencia del método de pensamiento historicista en las filas de quienes desean defender la causa de la sociedad abierta. Popper, K. 1984. La sociedad abierta y sus enemigos. Barcelona: Ediciones Orbis SA., p. 528. Ibíd., p. 260-299. 25 Rosalvina Jaimes El marxismo es una teoría puramente histórica, una teoría que aspira a predecir el curso futuro de las evoluciones económicas y, en especial, de las revoluciones. Es perfectamente correcto insistir en que el marxismo constituye, fundamentalmente, un método. La interpretación materialista de la historia de Marx por muy valiosa que sea, no debe ser tomada demasiado al pie de la letra; debemos considerarla tan solo una sugerencia sumamente valiosa para no pasar por alto la relación de las cosas con su marco económico. Otro de los peligros de la teoría de Marx seguida literalmente, es que induce falsamente a interpretar todos los conflictos sociales como si fueran luchas entre explotadores y explotados (o bien como tentativas de salvar el “abismo real”, el conflicto de la clase subyacente). Es por ello que hubo marxistas, especialmente alemanes, que interpretaron que algunas guerras, como la primera mundial, se libraban entre revolucionarios u opositores a los poderes centrales y una alianza de países conservadores partidarios de dichos poderes; interpretación que podría esgrimirse para disculpar cualquier agresión. El análisis marxista se debilita en gran parte por minimizar tan exageradamente el poder político ante el poder económico. Por ello falla el historicismo económico como método aplicado por Marx en el análisis de los cambios inminentes de nuestra sociedad. Independientemente de la certeza en la interpretación popperiana sobre el marxismo, ésta es importante por el sólo hecho de maximizar la necesidad de tales análisis a las tendencias (llámense historistas a otras) que puedan privar en las investigaciones que se proponen. En cualquier caso el profesional que inicie labores de investigación debe tener presente la posibilidad de autoevaluar la tendencia que en él priva cuando interpreta una realidad determinada y la posibilidad de que otro profesional evalúe su interpretación de acuerdo al enfoque desde la cual es presentada. De esta manera queda también claro que en todo trabajo indagatorio queda presente la ideología científica. En otras palabras “el terreno específico de investigación en donde uno está situado ‒desde la física hasta la literatura; desde la biología molecular a la informática‒ no nos libera de la inexorable 59 responsabilidad teórica de ser marxista o estructuralistas, neo-positivistas, o la que sea” . Volviendo al método de la falsabilidad este ha sido debatido e interpretado y en muchos casos superado por otros estudiosos. Entre ellos se puede citar a Irme Lakatos, quien a partir de 1970 entrega sus reflexiones desde la Escuela de Economía de Londres. Lakatos mantiene la esencia del falsacionismo metodológico popperiano, pero está en desacuerdo en valorar la cientificidad en base a teorías aisladas o en base a la conjunción de teorías. He tratado de corregir la definición falsacionista de la ciencia de forma tal, que no gobierne por más tiempo las tácticas esenciales de la ciencia actual. He tratado de realizar tal corrección, en primer lugar trasladando el problema de valoración de teorías al problema de la valoración de las series históricas de teorías, o mejor dicho, de programas de investigación', y cambiando las reglas 60 falsacionistas del rechazo de teorías . Un programa de investigación ofrece, según Lakatos, una guía sobre los problemas que el científico debe seguir desarrollando (Núcleo duro) y los problemas que puede cambiar (Muro protector o teorías auxiliares). Es decir, en un determinado Programa de Investigación existe un núcleo de hipótesis irrefutables por ser ya universalmente admitidas y otro grupo de hipótesis 59 60 Lanz, R. 1980. El marxismo no es una ciencia. Caracas: Universidad Central de Venezuela, p. 99. Lakatos, I. 1980. El papel de los experimentos cruciales en la ciencia. Cuadernos de Episteme No. 2. Caracas: Instituto de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, p. 26. 26 Capítulo 1: Teoría del conocimiento auxiliares y protectoras del núcleo que pueden ser comprobadas, refinadas o rechazadas. Cuando esto último ocurre el programa tendrá un carácter progresivo, de otra forma será descrito como degenerativo. Es muy difícil decidir, especialmente si no se exige progreso en cada una de las etapas, cuando un programa de investigación ha degenerado irreversiblemente; o cuándo uno, entre dos programas rivales ha alcanzado una ventaja decisiva sobre el otro. En este sentido no puede haber un 'instante de racionalidad'. Ni la prueba lógica de la inconsistencia ni el veredicto de anomalía de los 61 científicos experimentales pueden vencer de un solo golpe a un programa de investigación . Lakatos destaca que un programa constituido por hipótesis o teorías irrefutables y auxiliares no puede ser rechazado por el simple hecho de que una de esas teorías sea demostrada como falsa, sino que se requiere rechazar todo el programa. Si esto último ocurre se produciría un acontecimiento equiparado con una revolución científica. Aquí se da una identificación con lo que Kuhn llama paradigmas, tema que será objeto de discusión en las próximas líneas. Los criterios de Lakatos igualmente han sido interpretados y enriquecidos, pero continúan como referencia importante en la demarcación entre el conocimiento científico y no científico. La siguiente es una de sus interesantes apreciaciones: El problema de la demarcación entre ciencia y seudo-ciencia tiene graves implicaciones para la institucionalización de la crítica. La teoría copernicana fue prohibida por la Iglesia Católica en 1616 porque se la consideraba seudocientífica. Se levantó la prohibición en 1820 porque para ese entonces la Iglesia juzgó que los hechos la habían probado y por lo tanto se podía considerar científica. El Comité Central del Partido Comunista Soviético declaró en 1949 seudocientífica a la genética mendeliana e hizo asesinar en campos de concentración a sus seguidores, como por ejemplo, al académico Vavilov. Después de la muerte de éste, la genética fue rehabilitada. Sin embargo, el Partido se reservó el derecho de decidir qué es ciencia y publicable y qué es seudociencia y punible. Los nuevos Estados Liberales de Occidente también ejercen el derecho de negar la libertad de expresión a lo que es considerado seudo-ciencia, tal es el caso de supresión de debates sobre razas e inteligencia. Todos estos juicios están inevitablemente basados en algún tipo de criterio de demarcación. Esta es la razón de por qué el problema de la demarcación entre ciencia y seudo-ciencia no es un seudo-problema de filósofos de cafetín; por el contrario, es un problema que 62 tiene graves implicaciones éticas y políticas . B. El paradigma científico Thomas Kuhn inicia sus planteamientos sobre la tradición y el cambio en el ámbito de la ciencia en 1962, cuando publica su primer trabajo titulado La estructura de las revoluciones científicas. Allí entrega uno de sus conceptos fundamentales: paradigmas. Los cuales son considerados como “realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y solución a una 63 comunidad científica” . Durante el dominio de un paradigma determinado la actividad científica normalmente va dirigida a la articulación de aquellos fenómenos y teorías que proporciona el paradigma vigente. A esta situación, Kuhn llama ciencia normal. Lo contrario se da cuando el paradigma es reemplazado por otro, episodio denominado como revolución científica. El desarrollo científico depende en parte de un proceso de cambios no acumulativos, es decir, se trata de un proceso revolucionario. Algunas revoluciones son grandes, como las asociadas con los nombres de Copérnico, Newton o Darwin, pero en su mayoría son mucho más pequeñas, como el descubrimiento de oxigeno o del planeta Urano. “Estos cambios se anuncia, según creo, con la conciencia de una anomalía, de un acontecimiento o conjunto de acontecimientos que no 64 encaja en las maneras existentes de ordenar los fenómenos” . 61 Ibíd., p. 28. Citado por Sánchez Mujica, B. en Lakatos: un intento crucial fallido. Revista Episteme NS No. 7. EneroDiciembre 1987. Instituto de Filosofía UCV. 63 Kuhn, T. 1982. La estructura de la revoluciones científicas. México: Fondo de cultura Económica, p. 17 64 Kuhn, T. 1982. La tension esencial. México: Fondo de cultura Económica, p. 17. 62 27 Rosalvina Jaimes Los cambios de una teoría o de un paradigma tradicional obedecen a muchas razones. Quizás la infinita ansia de llegar a la última de las respuestas hace que permanentemente se reemplacen o renueven interrogantes del presente. Pero así como se reemplazan, también las teorías se eligen o se aprueban. Kuhn señala algunos criterios fundamentales en la elección de una teoría. Estos son los siguientes: a) La precisión es uno de los primeros criterios que debe poseer una teoría. Una teoría es precisa cuando dentro de su dominio, las consecuencias deductibles de ellas deben estar en acuerdo demostrable con los resultados de los experimentos y las observaciones existentes. Sin embargo, la precisión no es por sí sola un criterio suficiente para la elección de una teoría, pues ésta no puede distinguirse siempre en razón de tal criterio. “El sistema de Copérnico, por ejemplo, no era más preciso que el de Tolomeo, hasta que fue revisado 65 a fondo por Kepler, más de sesenta años después de la muerte de Copérnico" . b) La coherencia es otro de los criterios de elección de teorías. Consiste en que la teoría ha de ser coherente no sólo de manera interna o consigo misma, sino también con otras teorías aceptadas y aplicadas a aspectos relacionados de la misma naturaleza. c) La Teoría debe ser amplia: Dado que los problemas y los hechos, en un espacio determinado y en un período definido pueden o deben interrelacionarse, es conveniente que las teorías den explicaciones que se extiendan más allá de su propio campo. Aquí están presentes las relaciones tangenciales entre diversas disciplinas, por ejemplo biología y química. Es así como un hallazgo a una teoría formulada en el campo químico tiene posibilidad de alta injerencia en el campo físico, de tal suerte, que puede ser factor para explicar el comportamiento físicoquímico. Esto se puede referir a muchas otras áreas de conocimiento, donde una determinada teoría sería de gran importancia para explicar fenómenos tangenciales. Se evidencia así el carácter sistemático del conocimiento. Además, el avance de la ciencia en la actualidad se da en base al carácter multidisciplinario del proceso de producción del conocimiento. La interdisciplinalidad es lo que garantiza la generalización de los hallazgos, leyes o sub-teorías a otros hechos de campos científicos diferentes. Por ello se exige de la teoría la amplitud, es decir que “en particular las consecuencias de una teoría deben extenderse más allá de las observaciones, leyes o sub-teorías particulares para las cuales se 66 destinó en un principio” . d) La teoría debe ser simple. Este criterio está íntimamente relacionado con el anterior y consiste en que 1 a teoría debe ordenar fenómenos que, sin ella, y tomados uno por uno, estañan aislados y, en conjunto, serían confusos. e) El quinto criterio se refiere a la fecundidad de la teoría, tiene importancia especial para las decisiones científicas reales. Una teoría fecunda significa que ella debe revelar fenómenos nuevos o relaciones no observadas ante las cosas que ya se saben. Algunos de los criterios explicados por Kuhn, como valores más que como reglas, han sido referidos con ejemplos de siglos pasados. Sin embargo, el mismo autor reconoce que las situaciones que se presentan en el siglo XX no están alejadas de estas ilustraciones. Sería un interesante ejercicio para aquellos que inician una investigación, trasladar esos ejemplos a teorías contemporáneas. Otro aspecto que destaca Kuhn es el relacionado al aspecto subjetivo que puede privar en la elección de una teoría, por lo que los criterios señalados no constituyen reglas sino que constituyen valores que influyen en tal elección. Sobre los planteamientos de Popper y Kuhn se han escrito diferentes interpretaciones señalando las coincidencias y desacuerdos entre estos dos filósofos de la ciencia contemporánea. El mismo Kuhn se ocupa 67 de mostrar algunas concepciones, señalando como punto de coincidencia los siguientes : El interés en el proceso dinámico durante el cual se adquiere el pensamiento más que en la estructura lógica de los productos de la investigación científica. La negación de que la ciencia progresa por acumulación. Dando importancia vital a los procesos 65 Ibíd., p. 346. Ibíd., p. 345. 67 Ibíd., p. 290-316. 66 28 Capítulo 1: Teoría del conocimiento revolucionarios durante los cuales es rechazada y reemplazada la teoría antigua por otra nueva e incompatible. Oposición a muchas de las tesis características de positivismo clásico. Dando énfasis en la correlación íntima e inevitable de la observación científica con la teoría científica. En el análisis del desarrollo científico se debe tomaren cuéntala forma en que la ciencia se practica realmente. No hay reglas para inducir teorías correctas a partir de hechos. Las teorías bien sean correctas o incorrectas no pueden considerarse producto de la inducción. Lo que significa que es un acto de reflexión. Kuhn afirma que la concordancia con Popper es real y sustancia. Sin embargo, aclara alguna de sus diferencias, éstas pueden resumirse de la siguiente manera: Cuando un enunciado o teoría es confrontado con la experiencia, lo que en última instancia se somete a prueba es el propio científico y no la teoría prevaleciente. En oposición a lo que señala Popper, ya que a él le interesa el camino que sigue la ciencia en su desarrollo, el cual ocurre principalmente no por acumulación sino por el derrocamiento revolucionario de una teoría aceptada y sustitución de esa por otra mejor. Para Kuhn, Popper caracteriza a la ciencia entera en términos que se aplican sólo a sus ocasionales revoluciones. La coincidencia entre Kuhn y Popper en cuanto a la rigurosidad de los criterios se da únicamente en los resultados, el proceso de aplicarlos es muy diferente, y aísla distintos aspectos de la actividad acerca de la cual debe tomarse la decisión, la ciencia o la no ciencia. Cuando Popper examina el psicoanálisis o la histografía marxista, a través de sus criterios de prueba, concluye que no puede llamárseles ciencias propiamente dichas. Kuhn sugiere como criterio correcto el de la solución de acertijos, es el menos equívoco y el más fundamental. 10. DEBATE SOBRE CONOCIMIENTO LA TESIS EPISTEMOLÓGICA Y/O SOCIAL DEL A partir de la década de los setenta, sociólogos y filósofos comienzan a plantearse la necesidad de analizar los problemas relacionados a la ciencia de una manera integral, es decir, considerar las limitaciones latentes al particularizar aspectos del fenómeno en dos grandes áreas: epistemológico y social. La actitud tradicional, asumida tanto por filósofos como por científicos sociales, ha sido que los problemas de la dimensión social del conocimiento y los de la naturaleza y validez del conocimiento son muy diferentes y deben tratarse por separado; los primeros deberían constituir el legítimo objeto de estudio de la sociología del conocimiento, mientras que los segundos deberían 68 ser exclusiva preocupación de la teoría del conocimiento . Esta actitud no ha sido erradicada totalmente, pues muchos estudiosos continúan analizando ambas dimensiones de una manera irreconciliable. No obstante, se inicia tal como se ha dicho en la década del 70, a defender posiciones que legitiman la dimensión social y epistemológica del conocimiento como una unidad o por lo menos con una importante relación conceptual. El argumento que defiende esta proposición es que “la sociología del conocimiento puede legítimamente comprenderse como incluyendo tanto el desarrollo de análisis sociológicos, como el desarrollo y fundamentación de teorías de las sociedades, las cuales incluyen una teoría del 69 conocimiento” . 68 69 Olivé, L. 1988. Conocimiento, sociedad y realidad. México: Fondo de cultura Económica, p. 9. Ibíd., p. 40. 29 Rosalvina Jaimes En el análisis de la ciencia no se puede dejar de considerar que es fruto y componente orgánico de la sociedad ni tampoco que constituye un esquema teórico conceptual del conocimiento. Ambas cosas pueden ser consideradas facetas pero no realidades independientes. La ciencia es la obra acabada por el hombre en su nivel más abstracto o primitivo con una intención de éste para sí mismo o para la sociedad donde vive. Al menos la ciencia contemporánea que se forma a partir del siglo XIX está nutrida de las condiciones del mundo exterior en que transcurre la actividad científica y la praxis social. La idea del poder social de la ciencia ha llevado a los escritores contemporáneos a caracterizarla por su interrelación de la parte cognoscitiva y social para entender integralmente su funcionamiento. Entre estos estudiosos se pueden nombrar a H. Rose y S. Rose, Barry Barnes, David Bloor y Jürgen Habermas. Los británicos H. Rose y S. Rose argumentan que la mayoría de los filósofos, historiadores y sociólogos, han tenido un interés internalista (conjeturas y refutaciones entre individuos y escuelas) para ofrecer una explicación del desarrollo de la ciencia. Así quedarían muchas preguntas sin formular y sin posibilidades de formulación, pues se requiere el enfoque externalista (las funciones sociales de la ciencia) en la que intervenga el nivel y el tipo del desarrollo económico y social de un contexto determinado. Ambas posiciones se han hecho extremas, mientras “Popper trataba de explicar cómo una mejor teoría desplazaba a la peor teoría, los científicos y los marcadores de política se dedicaban, en una vena más napoleónica ... a planear las 70 mejores estrategias y tácticas para los adelantos” . De igual manera advierten que: No se trata de argumentar que no hay ciencia sin función social; se trata de que el modo dominante de producción del conocimiento científico tiene funciones sociales. En el caso Rutherford, la aplicabilidad de su ciencia pura a la tecnología militar ha quedado demasiado clara a pesar de que aquel la negara. ..Lo que en el siglo XIX empezó siendo una división técnica del trabajo entre el desarrollo de la teoría y su aplicación a problemas prácticos particulares, se confundió cada vez más con una división social del trabajo. La distinción entre ciencia “pura”... y “aplicada” fue y es 71 apoyada por las instituciones sociales de la ciencia . Estos autores inspirados en la tradición marxista enfatizan que la ciencia como actividad principal ha de generar el conocimiento y las técnicas destinadas a dos amplias áreas de la existencia social: la producción y el control social. Este doble papel de la ciencia, manifiesto especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, obedece a un cambio en el modo de producción del conocimiento científico, desde el trabajo esencialmente manual a la producción industrializada. Y a un cambio en la organización interna y en las relaciones sociales de la ciencia. El resultado fue en pocas palabras la industrialización de la ciencia y su asimilación en la maquinaria del Estado, lo cual maximizó el crecimiento del presupuesto para la actividad científica y promocionó la formulación de una política científica autónoma. Sin embargo, en la década de 1970 al saturar la racionalidad científica todos los aspectos de la vida social ya no era necesario exigir para ella una política autónoma ni yuxtaponer los sistemas sociales y científicos. Para H. Rose y S. Rose tanto en el sistema socialista como en el capitalista hubo una incorporación de la ciencia, en estrecha correspondencia, con las necesidades tecnológicas e ideológicas del Estado y de la industria. En este sentido la visión de la ciencia se hizo automáticamente progresista e inevitablemente opresiva. A partir de allí proliferaron las interpretaciones sobre la ciencia y la sociedad de una manera muchas veces extremista, lo que aumentó la apatía política y la confusión pues no ubicaban los desarrollos actuales de la ciencia y la tecnología en un contexto histórico. 70 71 Rose, H y Rose, S. 1979. Economía política de la ciencia. México: Editorial Nueva Imagen, p. 51. Ibíd., p. 56-67. 30 Capítulo 1: Teoría del conocimiento Únicamente un claro reconocimiento de la fase presente del capitalismo y del imperialismo hará posible desarrollar las formas potenciales de la actividad que permitan a las masas del pueblo trascender la mistificación ideológica, reconocer el verdadero papel de la ciencia y la tecnología, en esta sociedad y desenmascararlas como a tigres de papel, a quienes se puede combatir y derrotar, para abrir el camino de una genuina ciencia 72 para el pueblo . Otros autores, como Barry Barnes y David Bloor, representativos de la tendencia de un grupo de filósofos y sociólogos de los años 70 de la Escuela de Edimburgo, defienden al conocimiento como algo eminentemente social. Eludiendo el tradicional problema filosófico promueven que el “mantenimiento del conocimiento no es sólo un problema de cómo se relaciona con la realidad, sino también, y centralmente, de cómo se relaciona con los intereses y fines existentes para la 73 sociedad determinada” . De manera más enfática se puede apreciaren esta argumentación de Barnes; “la racionalidad del hombre sola no basta para garantizarle acceso a un único cuerpo de conocimiento auténtico, lo que puede lograr dependerá de los recursos cognoscitivos que le sean 74 disponibles y de la manera en que sea capaz de explorar dichos recursos” . Quizás uno de los puntos sobre el que hay más acuerdo en la nueva literatura sobre la problemática contemporánea de la ciencia y la tecnología es el énfasis en la necesidad de desarrollar una epistemología como teoría social, tal como lo señala J. Habermas. Quien recoge la herencia de la Teoría Crítica de la Escuela de Fráncfort (Horkheimer, Marcuse), del pensamiento fenomenológico de Husserl y de otras influencias como la teoría de sistemas. En el plano epistemológico, Habermas señala que los aspectos específicos de la teoría del conocimiento permanecen vagos o indefinidos si no están en relación con la historia y son definidos como panes de una unidad teórica comprensiva, tal como argumentaba Horkheimer. Remitiéndose a Husserl, maximiza la importancia que este filósofo da a la idea del conocimiento que instaura la renovación de la teoría pura. "No es el contenido informativo de las teorías, sino la formación de un hábito reflexivo e ilustrado en los teóricos mismos lo que produce en definitiva 75 una cultura científica” . En este sentido la fenomenología liberaba al conocimiento respecto al interés, aun cuando oriente la acción. Habermas se pregunta cómo puede Husserl defender la eficacia práctica de la fenomenología como teoría pura, sin percatarse de la conexión entre el positivismo (que combate) y la ontología. La proposición es el reconocimiento de esa imbricación del conocimiento con los intereses del mundo de la vida. Pues la desconexión es engañosa. Habermas también indaga sobre la relación entre saber especializado y política. Para ello analiza los diferentes modelos en los que se ha debatido esa relación. En primer lugar refiere el modelo decisionista en el cual el peso de las decisiones sobre la investigación científica está en el poder político. Luego está el modelo tecnocrático, en éste el político ejecuta la proposición del especialista. A ambos modelos se les han determinado debilidades y han sido cuestionados. La proposición final parece estar entonces en el modelo pragmatista, por su evidente separación entre las funciones del especialista y la del político, y donde sólo hay una comunicación recíproca a convenien¬cia de cada grupo. Este modelo sería el necesario para la democracia. En el plano social del conocimiento la ciencia y la tecnología cumplen hoy funciones de legitimación del dominio económico y político, adoptando también el papel de una ideología. Esta doble función del progreso técnico (fuerza productiva e ideológica) es interpretada a través de generalizaciones históricas que describen las características de las sociedades tradicionales y modernas y de los planteamientos de Marcuse, Weber y Marx. Advierte Habermas que el siglo 72 Ibíd., p. 71. Olivé, L. Op. Cit. p. 22. 74 Barnes, B. 1977. Intersts and the Growthof of Knowledge. London: Routlegeand Kegan Paul, p. 20. 75 Habermas, J. Ciencia y Técnca como 73 31 Rosalvina Jaimes XX se caracteriza por la conversión de las ciencias en fuerzas productivas debido a la creciente interdependencia de técnica e investigación. “La dirección del progreso técnico sigue estando hoy 76 amplia¬mente determinada por intereses sociales” . Según esta fusión de técnica y dominio no cabría pensar en una emancipación sino en una revolución previa de la ciencia y la técnica mismas. Cuando Marcuse hace esta proposición realmente está pensando en una actitud alternativa frente a la naturaleza, pero de ahí no cabe deducir la idea de una nueva técnica. Y en consecuencia de una nueva ciencia. Siguiéndolos argumentos anteriores se nota en Habermas la sugerencia de involucrar el análisis epistemológico en el análisis social de las formulaciones teóricas de .la ciencia y la tecnología. En otros términos, intenta establecer una clara relación entre producción de conocimientos y el papel que éstos tienen en los procesos productivos, y en los de mantenimiento y renovación de las diversas sociedades a través de las cuales se da la evolución de la especie humana. Es posible pensar en la conciliación de procesos sucesivos de producción-desarrollo y transformación. Para muchos, la maximización de la praxis social de la ciencia o quizás la tendencia de incluirla como elemento fundamental en su análisis, tienen que ver con la característica que de ella se hace en el siglo XX, en el sentido de que ciencia típica se ha convertido en ciencia aplicada. Sin embargo, también se ha evidenciado en este siglo que la distinción rígida entre la ciencia y su aplicación es menos tajante. La mayoría de la actividad científica en el mundo moderno es llevada a cabo con la esperanza de obtener una ventaja económica, militar o estrictamente social, o de simplemente aclarar acertijos intelectuales. Cualquiera de estos objetivos implican dimensiones cognoscitivas y sociales. Las controversias deben continuar y no agotarse, pues la misma intención de integrar la ciencia dará algún día la justificación del desarrollo científico como promotor del desarrollo del hombre. Lo fundamental es tener claro que las cuestiones epistemológicas conciernen a la sociología, lo que muestra la unidad o relación entre ambos aspectos muchas veces estudiados y analizados separadamente o parcializando por alguno de ellos, “no se trata de que la ciencia tenga sus 77 aspectos sociales ... sino de que la propia ciencia es constitutivamente social” . Se ha podido apreciar, en las épocas anteriores a la industrialización, que la producción del conocimiento científico centraba su análisis fundamentalmente en lo epistémico y metodológico. Luego del auge social de la ciencia pareció que sólo era necesario destacar sus consecuencias sociales (Thanatos y Eros). Estas parcelas en su análisis impiden ubicar el desarrollo y destino actual de la ciencia en un contexto integral. Realmente, lo que debe quedar evidenciado en las más recientes proposiciones para la comprensión del hecho científico, es la importancia de tener una visión integral de éste, donde no se le considere un ente aislado y estático sino inmerso en la sociedad y en permanente evolución por su condición histórica. Los variados elementos filosóficos, ideológicos y metodológicos identificados dentro de la teoría del conocimiento dada a través de las diversas épocas, configuran la estructura de la ciencia como una forma especial de la conciencia social que se destaca de las demás formas de creación (como la religiosa y filosófica) para dar una interpretación nueva de las relaciones necesarias entre los fenómenos. Se promueven así investigaciones que intentan definir de la ciencia su lenguaje, sus reglas operatorias y su objeto. La interpretación dada a ese proceso del pensamiento científico parte y culmina al mismo tiempo cuando se define el concepto o la palabra ciencia. 76 77 Ibíd., p. 127. Woolgar, S. 1991. Ciencia: abriendo la caja negra. Madrid: Antropos Editorial del Hombre. P. 19. 32