La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia Introducción La indumentaria indudablemente va ligada a la persona, y es un elemento fundamental en la elaboración de la estructura social del sujeto. La literatura maneja la palabra y permite la construcción del individuo ya que a través de ella, se identifican los objetos y se transmiten los valores. El título de mi lección está muy pensado, pero cabe la posibilidad de preguntarse el por qué. El motivo fundamental para utilizar la palabra vestido y no moda o indumentaria es porque vestido tiene infinitivo. Resalto algunas formas del verbo vestir. Indicativo Presente Yo visto Subjuntivo Presente Yo vista Imperativo afirmativo Tú viste Otras formas Participio pasado Vestido Me gusta este cierto sentido polisémico porque nos pone en consonancia dos elementos, de un lado el objeto: vestido, y por el otro, la vista. El vestido se hace con el tacto, se elabora con tejido, pero se dirige a la vista; es ésta la que codifica e identifica la imagen que construimos cuando nos vestimos. Además, quiero traer a colación la figura de Saussure, ya que la literatura organiza el guión de este curso, y con él, me gustaría recordar las características del signo lingüístico. Ferdinand Saussure define al signo como "una entidad psíquica de dos caras, la imagen acústica y el concepto, dos elementos íntimamente ligados que se requieren mutuamente". La imagen acústica tomará el nombre del significado y el concepto el del significante. Este preámbulo me sirve para introducir el concepto de lo simbólico. Detrás de cada prenda, de cada imagen tenemos que saber encontrar las relaciones que se establecen entre forma-función; en la función encontramos la carga simbólica y el significante. Finalmente quiero destacar que para recuperar la memoria tenemos el poder y la fuerza de convicción que nos dan las fuentes. Podemos hablar de la importancia de las fuentes literarias para el estudio del vestido; es un trabajo atractivo aunque duro, enfrentarse a la rotundidad de documentos tales como actas notariales, actas gubernamentales, testamentos con sus 5 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” minuciosos inventarios, etc. También están las fuentes gráficas. Cada época tienes las suyas propias. Podemos hablar de esos documentos tangibles, que se aprecian en dos, tres y cuatro dimensiones, me refiero al peculiar lenguaje de la pintura, escultura exenta o en relieve, la cerámica, la miniatura, el dibujo, el grabado, la fotografía, el vídeo y el cine. En otros abrigos levantinos, hay reproducciones de personajes masculinos desnudos, pero llevan a modo de ligas o jarreteras en las piernas. Desde la Edad del Bronce se conoce la existencia de esos pequeños y perfectos artilugios, llamados imperdibles -fíbulas- que servían para ajustar las prendas. A través de esas fuentes -las gráficas- voy a ir recobrando la memoria del vestido. No es un recorrido lineal ni exhaustivo, es sólo, una especie de muestrario. El vestido y las fuentes gráficas Pinturas en los abrigos levantinos, cueva de La Araña (Bicorp, Valencia) En la cueva de la Araña, en Bicorp, se encuentran unas pequeñas pinturas que hablan de las mujeres y del uso de unas faldas holgadas. El escriba sentado (Museo del Louvre, Paris) El escriba egipcio, semidesnudo, apenas se cubre con una ligera pampanilla de lino o algodón. No lleva el klaft o pañoleta sobre la cabeza para resguardarse de la insolación y deshidratación. Se encuentra en un interior y su atención y concentración nos permitirá descubrir siglos después el gran legado de la escritura egipcia que se va a plasmar en el Libro de los Muertos y en la decoración de las tumbas. Desde el interior de las tumbas, nos hablan sus múltiples personajes. Esta figura femenina, se muestra con su mejor peluca, diadema, sobria en el aderezo ya que no lleva el pote cerámico de grasa y esencia 6 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” para lubricar el pelo o la piel, encima de la cabeza; pero su clase queda marcada por la joyería, es decir, el collar de varias vueltas hecho en oro y cuentas de piedras de lapislázuli o cornalina, o los brazaletes con decoración geométrica. El maquillaje es evidente y tenía la doble función de buscar la belleza y también la higiene ya que se evitaba la reverberación del sol y desinfectaba o desparasitaba la zona de las pestañas. Sobre la tez morena aplicaban sombra de ojos en los párpados y era usual el kohol para perfilar cejas y ojos. Los tejidos dominantes eran el lino y el algodón. Al principio no se teñían ni se decoraban, era elegante llevar los tejidos naturales, transparentes pero con un plisado muy marcado. La tipología de este vestido es muy sencilla ya que arranca debajo del pecho, dejando éste al descubierto, aunque se sostiene con dos tirantes. La decoración retoma temas naturales como las imbricaciones de las escamas o las plumas de las aves. Resulta una prenda muy ajustada, se marca la anatomía. Seguramente se trata de una prenda hecha con intestino de algún animal, recurso parecido al del pueblo Inuit de Canadá, que hace vestidos con vejigas animales. El pueblo persa cuenta con la unión de dos tribus, los Medo-Persas y los Aqueménidas. A través de la indumentaria podemos conocer la distinta procedencia de cada uno de ellos. También se puede adivinar la relación entablada con los griegos a través de las interminables guerras médicas. Los Aqueménidas visten túnicas muy elegantes, marca de identidad que toman de su relación bélica con los griegos. Estas prendas se elaboran con tejidos policromados. Hay que resaltar el canesú de la manga. Esta especie de parche se hace con un tejido y colores diferentes al resto de la prenda, es amplia y plegada, de modo que hace el efecto de un abanico que Pintura mural, tumba de la reina Nefertari (Valle de las Reinas, Egipto) Relieve (Museo del Louvre, Paris) 7 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” funda para las flechas. En el hombro se apoya el arco. La procedencia del pueblo MedoPersa es la de un pueblo invasor, bélico y nómada. Las interminables cabalgadas les lleva a adoptar un tipo de prenda original y muy funcional. Se trata de un incipiente pantalón de mucho vuelo que se recoge a la altura del tobillo. Encima se superpone una amplia y bien plegada túnica. Volviendo al Mediterráneo, en el Mar Egeo, en torno al periodo neolítico se desarrolla la cultura cretense. Las mujeres tienen un papel principal en la organización de la vida cotidiana, pues los hombres, grandes navegantes, se dedican sobre todo, al intercambio comercial. Estautilla de mármol de la Diosa de la Fecundidad (Fitzwilliam Museum, Cambridge) se abre y cierra según el brazo se echa hacia delante o hacia atrás durante la marcha. La túnica se ajusta con el tradicional cinturón, del cual penden las armas. Las costuras se rematan con unas cortapisas de pasamanería. El cuello, abierto por delante, sube bastante. Sobre la espalda se lleva el carcaj o Las pinturas murales nos ofrecen muchos datos. En algunos fragmentos aparecen algunos personajes masculinos con el torso desnudo, sólo se cubren la parte inferior del cuerpo con una doble pampanilla, que se dispone asimétricamente para que se pueda apreciar la superposición. La más exterior, cae en punta por la parte delantera. Llama la atención la búsqueda de la estética corporal del talle o cintura de avispa. La exigua cintura se conseguía a través de un cinturón muy apretado que se colocaba a los niños desde muy pequeños. Encima del torso se llevaba la capa o manto. Las mujeres visten de manera original. Las pequeñas esculturas de terracota o marfil representan a las diosas de la fecundidad, se trata de representaciones femeninas con anchas caderas, pechos al descu8 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” bierto que lanzan los brazos al aire sosteniendo sendas serpientes con un marcado sentido fálico. Estas figuritas pueden vestir una especie de camisa muy fina y transparente, encima un corsé muy ajustado y entreabierto. Lleva media manga y el conjunto se ajusta con las cintas que recorren toda la prenda. En la parte inferior se viste una falda que se compone de varios pisos de volantes más o menos fruncidos. Estos volantes pueden tener varios colores como consecuencia de usar telas de distintos colores. Los volantes se disponen de dos maneras, bien de forma perpendicular formando a modo de anillos, bien en forma algo inclinada, en cuyo caso, esta falda puede dar la idea falseada de ser casi una falda-pantalón. El final de esta falda de volantes puede llevar una especie de aro que mantiene la forma acampanada de la misma. En Roma, dado su sentido pragmático, podemos decir que tanto las prendas interiores como el calzado se afinan bastante. Los hombres visten con una especie de taparrabo de lino que se llama subligaculum. También conocemos la existencia de unos calzones largos. Lo acoplan los militares, aunque pronto lo asume el emperador y tras él, el pueblo. Se llaman femoralia y feminalia los calzones largos que asumirán las mujeres. Encima se visten la túnica de vivos colores, para la exterior blanco y verde, y toda la gama del rojo al violeta. Se trata de dos telas cosidas, de lino. Son flotantes y sueltas, o bien pueden ir ceñidas con un cinturón. Durante el Imperio los hombres se vestían con dos túnicas. La interior de manga larga y estrecha, la superior o dalmática, de manga corta y ancha, para dejar asomar las mangas de la túnica interior. La túnica se fue alargando en el Bajo Imperio hasta los tobillos. Como prenda de abrigo tenemos la toga. Es la prenda de las clases altas, impide libertad de movimientos. Los senadores la llevan blanca. La toga praetexta es la que lleva el borde de púrpura, tejida en la tela de la prenda en su orillo delantero, pero nunca sobre el borde cortado y redondeado con las tijeras. Esta toga queda reservada a las magistraturas curiles, sacerdotes, que al mismo tiempo tenían derecho a ocupar la silla de marfil. Los muchachos patricios, al llegar a la pubertad, en medio de un gran ceremonial, cambiaban a la toga virilis que era de color blanco. La toga de luto era de color oscuro y se lleva sobre la cabeza, lo mismo que en las ceremonias religiosas. A los muertos se les amortajaba con la toga. Encima de la toga se ponen una especie de echarpe o lacerna. La paenula es un tipo de camisaponcho pero con capucha, que llevan las clases trabajadoras. Desde el punto de vista del estilismo podemos decir que el emperador era el que solía imponer la moda. Al principio llevaban barba, después se afeitaron. Del pelo largo -con el tiempo- vendrá el gusto por el pelo corto. Los elegantes se rizaban el pelo con tenacillas. El hombre se perfumaba, usaba ungüentos, se ponía afeites sobre la cara. Podía llegar a adornar la cara con lunares postizos y depilarse las 9 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” piernas ante el uso de túnicas transparentes. El anillo de oro era señal de distinción. El calzado en Roma es muy peculiar y variado. Hay un tipo de calzado para cada ocasión. Distinguen claramente el pie derecho del izquierdo. La sandalia se llamaba calceus. Con el frío suelen usar la bota o borceguí. De los griegos toman las crépidas que era una especie alpargata o espardeña de cuero sujetadas por una correa que pasaba entre los dedos del pie y cuyas formas de sujeción eran variadas. Los Coturnos era el calzado con una plataforma, habitual en el teatro. El soccus era una especie de zapato bajo, flexible y muy ligero. Realizado en piel de fino cabrito, o en tejido de lana, estaba reservado a las mujeres y se llevaba en la intimidad. Con frecuencia se hacían de cuero púrpura y sobreponían adornos de finos bordados que le acabó dando un sentido fetichista. Mosaico de la Villa de Piazza Armerini (Sicilia) Las mujeres suelen vestir interiormente el strophium que era una especie de banda-sujetador. Debía contener el volumen del pecho, ya que lo contrario no era signo de virtud. Si la banda de tela no servía, usaban los mamillae, bandas de cuero que aprisionaba y neutralizaba más el volumen. La braga era corta y la feminalia era la prenda interior más larga, parecido a los femoralia masculinos. Visten varias túnicas superpuestas de lana, lino y algodón. Las mujeres más poderosas las llevan de seda. La segunda túnica podía llevar a modo de corpiño al que se fijaba una banda bordada. Para abrigarse incorporan el manto, que se parece a la toga y recibe el nombre de pallium o pella. Si se lleva sobre la cabeza, indica luto. Los peinados se van complicando hasta el punto de necesitar a una mujer que les ayudara en su manipulación a lo largo de toda una mañana. Estaba de moda el pelo rubio, aunque primero fue el color caoba. Rodeaban la cara con rizos y podían utilizar pelucas. A partir del S. II se acompañarán de una sombrilla, un fulard y un abanico. El maquillaje estaba al día. Se usaba el rojo tanto para remarcar las mejillas como los labios. El negro se usaba para marcar cejas y pestañas. El maquillaje blanco permitía dar más prestancia al tinte. El azul muy pálido servía para resaltar las venas. La mujer joven que quería seducir podía recurrir a la estrategia de colocarse una especie de liga de seda debajo de la rodilla, de la cual pendía una joya que su pretendiente tenía que encontrar. En la Baja Edad Media nos encon 10 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” Miniatura de Fouquet, manuscrito 247, folio 163. Siglo XV (Biblioteca Nacional, Paris) tramos un cambio sustancial, los tejidos son ricos y muy variados, como estambres, sargas, tiritañas, sedas, brocados. El cendal, una especie de tafetán, paño de Alejandría, un paño de seda recamado el osterín, es un tejido teñido de púrpura, el mollequín es el que genera una tela acolchada. La muselina es una tela muy usada en las tocas de señora, y para terminar, recordamos los impresionantes tejidos blasonados. Sobre las familiares pieles que tanto se usan para forrar como para ribetear las prendas, podemos decir que proceden de Asia y se introducen en Occidente a través de las Cruzadas; se traen pieles de Armenia o de Siberia como las de oso o marta que son las más caras. Más asequibles resultan las que extraen del zorro, cordero, liebre, gato o perro. Todas ellas se podían teñir. Los hombres vestían con una camisola, prenda larga y estrecha que cae encima de los calzones. Progresivamente se irá acortando. Puede ir plisada o estampada. Se encuentra enteramente tapada por el brial, al exterior sólo se aprecia algo de los puños. Se corta por delante y por detrás para montar a caballo. El jubón o prenda de encima y corta, es ceñido y acolchado. Aparece sobre el S. XIV. La jaqueta es el jubón que se alarga, tapando la cadera. La brigantina es el chaleco de láminas metálicas que procede del ámbito militar. Como prendas de abrigo tenemos la capa, huca y la hopalanda; ésta se deja caer sobre los hombros y ajusta con un cinturón. Las mangas son muy anchas. Cuello alto y subido por el cuello o nuca. Bordes de formas caprichosas con cuidados y organizados pliegues jironados, que parecen los tubos de un órgano. El calzado suele ser de tafilete, de cordobán. Los modelos más generales son el borceguí o bota de 11 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” rizado se consigue con tenacillas y la barba se lleva partida. El tocado más común es la caperuza, como la que muestra Dante. Se une a la hopalanda a través de una "beca". Los sombreros llevan amplia ala y una copa que gana en altura. Los collares son muy llamativos y grandes, se muestran sobre la hopalanda. Sobre el traje femenino diremos que en primer lugar se ponen una banda-venda para sujetar el pecho. Después visten la camisola que queda oculta debajo del brial. Solo se ven las mangas y un bordado en el escote. Se hacen de lana o de crespón de seda o de hilo. Miniatura de las Muy Ricas Horas del Duque de Berry (Musée Condé, Chantilly) caña corta, la bota alta y el zapato abierto o escarpín. Chapines o zuecos -soletes- que sobreponen a los zapatos, forrados, llevan suela de corcho. Encima visten el brial o túnica. Es una prenda más larga que la masculina y se arrastra por el suelo. Las mangas son muy anchas y adornadas, tan largas que llegan a arrastrase por tierra. El corpiño del brial modela el torso, se abrocha lateralmente, aunque puede llevar un corpiño que se ate por delante. Cuello redondo. La prenda suele estar estampada, decorada al hierro caliente o bordado. Las cotas de las mujeres pueden tener varios pares de mangas que se cosen y descosen cada vez que se ponen, quedan como una segunda piel. La pelliza o pellote veces sustituye al brial, es de piel y tiene unas pecaminosas ventanas del infierno, es decir, amplias sisas, que dejan ver la túnica interior ceñida y mostrando las peligrosas curvas femeninas. De la sobrevesta se puede decir lo mismo que para los hombres. El pelo se corta a modo de melena, aunque más largo por detrás. El Como prenda de abrigo cuentan con la unisex hopalanda que va 12 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” cortada por delante. Alto cuello abotonado. Cinturón atado a la espalda, colocado debajo de los senos. Otra prenda de abrigo es el manto o capa. Los tocados femeninos se multiplican, aunque el denominador común es que enmarcan la cara. Los hay de diferentes tipos, en forma de corazón, de mariposa, rueda, chimenea como el famoso henín. Unos saquitos en punta la altura de las sienes da lugar al tocado de cuernos. en la nuca o lo llevan sobre las sienes. A veces sujetan el pelo con redecillas o tranzados. Es común llevar las sienes afeitadas En el barroco, la moda ofrecerá variaciones de estilo según los países, su tradición o tendencia religiosa. Las características dominantes serán las de un gusto acentuado por la libertad, buscando efectos y movimientos, abundancia de detalles, abandono de la simetría y del equilibrio de la etapa anterior. Búsqueda de la singularidad, la exageración llegando hasta el preciosismo de los canons y rhingraves. El encaje se usa por doquier, tanto en los calcetines como en la camisa, mangas y pechera. Las cuchilladas menudas se mantienen en el primer cuarto de siglo pero no son tipo fuelle y no permiten jugar con los forros. Los burgueses quieren imitar los trajes y tejidos de los nobles, obligando a éstos a crear modas nuevas constantemente. Margarita van Eyck, por Jan van Eyck (Museo Comunal de Bellas Artes, Brujas) El peinado de las muchachas o doncellas permite llevar los cabellos sueltos, caídos sobre los hombros. Las mujeres casadas parten el pelo en dos, lo trenzan y lo unen detrás El traje masculino se compone de camisa con pechera. El alzacuello, que reemplaza a la gorguera, es blanco y liso, adornado con encajes dentados. La desaparición de la gorguera trae el alargamiento del pelo que se llevará suelto, algo despeinado y melena al viento, pero a veces se trenzaría a ambos lados. A medida que va pasando el siglo, la camisa gana importancia pues queda muy a la vista y casi se convierte en la prenda más importante, guarnecida con encajes. El jubón es de un solo color, se lleva entreabierto y a través de él se deja ver la pechera de la camisa. Al principio llevaba un pequeño faldón 13 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” forma puntiaguda. Después evolucionará quedando con un talle corto, amplio y abotonado. Finalmente, hay que mencionar la jaqueta, prenda semi interior que se lleva medio abierta y puede combinar distintos tejidos. Van der Meulen, Luis XIV recibiendo a los embajadores suizos (1663) (Musée National du Château de Versailles, Paris) corto que consistía en lengüetas superpuestas. Estas lengüetas se van alargando, se curvan hacia abajo en la parte delantera de El calzón pierde relleno, se va estrechando y alargando. Se abrocha por delante con una hilera de botones, llega hasta la rodilla y se toca con la bota. El encuentro con el jubón se hace por medio de una ancha faja de tafetán. Después, hacia la mitad de siglo, evoluciona y aparece el calzón-enagua llamado rhingrave, que se llevará desde el 50 hasta el 80. Bajo éste se llevan otros calzones atados encima de la rodilla. Van adornados con cintas hasta las aberturas de los bolsillos y alrededor de la cinturilla y de la camisa. Se trata de una moda francesa, introducida por Rhingrave y de él tomó el nombre tan peculiar cal- Hombres a la moda (1630-1640) 14 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” zón-falda, pues eran muy anchos y con tanto vuelo que parecían faldas. En el último tercio vuelve un pantalón más ajustado, que sustituye al rhingrave y se abrocha debajo de la rodilla. Como prendas de abrigo tenemos la capa que se lleva de forma desenfadada, asimétricamente caída ya que se lleva echada sobre un hombro o enrollada. La otra prenda es la casaca, procede del atuendo militar, se trata de una prenda corta y suelta. Mangas abiertas en forma de capa que pueden cerrarse con botones y delanteros con bordados de hilo de oro. La casaca reemplazará a la capa. Primero cae recta. Poco a poco se ajustará al talle, con el vuelo repartido en amplios faldones verticales sobre la cadera y grandes vueltas de mangas. El calzado común es la bota que se acorta y ensancha dando lugar a la bota de embudo. Se acoplan calcetines para proteger la media del roce de la bota, pero para resguardar las botas del fango se suelen poner éstas con "chanclos" de madera, sujetados con trabillas y se llaman "soletes". Las botas se combinan con los zapatos, con tacón parecido al de carrete, después será más cuadrado, adornados con lazos, o rosetas, de anchas puntas cuadradas. Las medias se llevan de seda y de todos los colores, aunque en invierno son de lana Hay medias de botas que son de tela y eran enteras, o de estribo, que no tienen punta en el pié, ni talón. Los calcetines desaparecen, pero quedan las jarreteras o cañones que se des- pliegan en anchos volantes debajo de las rodillas. El sombrero de la época es el de ala ancha, adornado con plumas de avestruz y altivamente inclinado sobre una oreja, después, el más usual es el tricornio, se suele llevar debajo del brazo. Sobre 1690 aparece una corbata alrededor del cuello, de encaje o de hilo con encaje. Se anuda a la garganta de manera que los encajes formen una especie de chorrera bajo el mentón. Se pueden sujetar con un broche de piedras preciosas o por una cinta de color. El diamante será la joya favorita y se usa incluso como botones de jubón o de jaqueta, en caso de falta de recursos, se imitan con una especie de pasta de vidrio coloreada. Las pelucas se popularizan sobre 1640 y están destinadas a suplir o camuflar la calvicie. La peluca no se usa en casa, se sustituye por un gorro o bonete de noche, negro. Las pelucas más asequibles eran las de crin de caballo, incluso las de cadáveres. Había una peluca de "campaña" y otra de "viaje", en 1690 se pone de moda las pelucas empolvadas, para hacer contraste con un rostro afeitado. La indumentaria de las mujeres, igual que la masculina, va a evolucionar a lo largo del siglo. Desaparece el corsé y el verdugado, la silueta se define a través de unos hombros alargados y cintura alta. La indumentaria básica se compone de camisa, calzones, cuerpo emballenado, con pechera rígida cuya punta se prolonga. A 15 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” veces se lleva un escote grande con mangas anchas. El vestido del primer tercio de siglo se adorna con cuchilladas, la falda de arriba podía ir recogida formando a modo de aguaderas o faltriqueras, de este modo se mostraba ampliamente la falda de debajo. El cuello suele ser grande, de encaje y se lleva caído sobre los hombros. El peinado más usual es a base de rizos en la frente y laterales. Dos mechones de bucles por encima de las orejas. Toca de terciopelo, en punta, sobre la frente. Las mangas terminan en grandes puños de encajes, en ocasiones se presentan recogidas en el codo por una cinta de seda que termina en una roseta roseta, que en cierto modo separa la manga en dos globos. Un elemento a resaltar es el uso del miriñaque, por ello, la sobrefalda cobra mucho vuelo. La falda de debajo está adornada con recortes de un tejido diferente y lleva aplicadas franjas o guarniciones fruncidas, dispuestas a modo de volantes. Las mangas son estrechas y abotonadas a la altura del codo. Los zapatos quedan ocultos bajo las faldas largas. A veces llevaban chapines cubiertos de piel, la suela era muy alta, casi como una plataforma a modo de zanco. El pelo se lleva liso en la parte alta, ensortijado en los laterales. Hacia la mitad del siglo hay un cambio y la imagen da idea de un aparente mayor descuido y desorden. La silueta aparece cada vez más rígida y estrecha. Las faldas se llevan recogidas hacia arriba. Se levanta por los lados mediante lazadas. Se mantiene abierta la sobrefalda, sobre la falda interior de tafetán, que puede llevar cola bastante larga. Se cubren los hombros y el escote con una pañoleta. El escote más frecuente es el de perfil de barca, que llega de hombro a hombro, guarnecido con un drapeado de muselina. El corpiño en punta, suele abrocharse con cordones por delante. Las mangas cortas se prolongan con tres filas de volantes de encaje. En el último tercio del siglo aparece de nuevo el corsé. El cuerpo se lleva muy ajustado al talle, adornado con lazadas horizontales que se disponen paralelamente. Las pelucas se llevan de diferentes tipos. Se hizo famosa "a la fontange". Se usa asociada a la cola del vestido. Se mantenía ligeramente inclinada hacia delante. Profusión de rizos como tubos de órganos, con aplicaciones de encajes, muselinas, etc., todo ello dispuesto en un armazón de alambres. En la época que va desde 1870 a 1900, los trajes resultan voluminosos y chillones ya que se descubren los tintes con anilinas. Estaba de moda llevar el corpiño de distinto color que la falda y hacer el vestido con dos tejidos distintos, uno liso y otro con dibujo, guarneciendo la parte lisa del vestido con la dibujada y viceversa. Un escritor de una revista se quejaba: "Ahora es imposible describir los vestidos con exactitud: las faldas están drapeadas tan misteriosamente, la disposición de los adornos se hace generalmente en uno de los lados y los corchetes 16 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” continúan haciendo de la mujer elegante un ser fastuosamente vestido y perfectamente inmóvil. Tras la desaparición de la crinolina, hacia el 67, las mujeres se colocaron trasportines o polisones sobre los riñones, formados con volantes de crin o de lencería almidonada, además de pequeños delantalitos cuyo relieve podía aumentar o disminuir por un aro interior. El aspecto erótico del polisón es evidente y explica el éxito prolongado de una moda tan artificial, con ciertas variantes, se llevaría durante veinticinco años. Hacia 1890, aún se colocaba sobre los riñones un cojín relleno de crin, para sostener la amplitud de la falda, cuando ésta ya no se usaba con vueltas. Por la misma época, el corsé se ha desarrollado a placer. Ya no se trata de un simple bustier que realza todo el corpiño; ahora cubre todo el cuerpo de la mujer desde el pecho hasta las caderas, dividiendo la silueta en dos masas: una violentamente proyectada hacia delante y la otra, modelando toda la grupa bajo una falda en forma de corola y hasta el suelo. Rebuscados volúmenes femeninos mientras el hombre simplifica su apariencia son tan artificiales que si me pongo a detallar una determinada "toilette"..., resultaría imposible detallarla entera." En esta época se impone en la mujer el traje de estilo "tapicero", que quiere decir traje lleno de frunces, encajes, guarniciones de distintos colores, pompones..., que Según Laver, había dos clases de vestidos, los hechos de una sola pieza y los formados de vestido y cuerpo. La chaqueta se llevaba encima ya desde la década anterior. La chaqueta podía ser corta o llevar faldones y formaban una especie de sobrefalda. El polisón de los 80 estaría hecho de alambre, resultaría más cómodo para sentarse. Los últimos vestigios del polisón llegan hasta los años 90. 17 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” Los vestidos de mañana tenían cuellos muy altos y acababan en plisados o en un gran lazo de tul. Se utiliza mucho el encaje, incluso en las blusas de diario y algunos vestidos de tarde, eran totalmente de encaje; también se usaba en las enaguas que adquieren tras la década de los 80 mayor importancia. Desde el momento en que era imposible cruzar la calle sin sujetarse la falda con la mano, este gesto permitía ver el adorno de la enagua de encaje, lo que parece haber tenido en la época un enorme atractivo erótico. El traje suele llevar mangas de jamón montadas muy arriba, ensanchando los hombros, hacia 1894 comienzan a tener inmensas proporciones, algunas necesitaron cojines para ahuecarlas. La imagen se completa con sombreros que se fijan al pelo rizado mediante largas agujas. El conjunto es el de una mujer que parece muy alejada de la vida práctica. No podemos olvidar el traje sastre. El creciente entusiasmo por los deportes hizo necesario el uso de prendas más racionales y hubo una tendencia general hacia el llamado “traje sastre” que consistía en una falda, blusa y chaqueta del mismo tejido. Las prendas de abrigo al aire libre eran los mantos, chales y capas. La capa era corta y solía llegar hasta la cintura. Los mantos al principio, llevaban cuellos que tapaban las orejas y se sostenían con alambres. 1 Página de Internet sobre polisón. Los abrigos más usuales eran el Chesterfield y el tres cuartos, tipo paletó. Los complementos básicos eran los zapatos de tacón alto y punta redondeada, que se atan por delante. Las botas, atadas o abotonadas y eran de cuero o de paño. Las medias, casi siempre negras, de hilo de Escocia y de seda para la noche. Guantes muy largos y ajustados por la noche, de piel. A veces, con muchos botones. El abanico no puede faltar, es muy grande y está hecho a base de plumas de avestruz. Los sombreros son muy pequeños y se colocan en la frente, sobre una masa de pelo rizado que formaba un moño enorme con rizos y trenzas, dando lugar al peinado en forma de scalpette y frizzette. Visto de perfil, el peinado repetía la silueta de la parte posterior de la falda. Las Señoritas Del Polisón Canciones de corro A esa que está en el medio se le ha caído el volante y no lo quiere coger porque está el novio delante. Ay chundarataratachúndara, ay chundarataratachón ay chunda, las señoritas que llevan el polisón. Las señoritas de ahora dicen que no beben vino; debajo del polisón llevan el frasco escondido.1 La década de los 40 va a ser confusa y contradictoria. No se vivirá de la misma manera en Europa que en EEUU. En general podemos decir que la ciencia y la tecnología avanzan. Se desarrollan grandes estructuras de hormigón como las de Nervi, se investiga en la insonorización acústica. La guerra ha sido 18 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” una gran fuente de investigación que tendrá sus consecuencias Pero también es la década del racionamiento, cada prenda tenía su valor en dinero y también en puntos. Si una mujer contaba con 20 puntos, debía tener en cuenta que un abrigo ya valía 14 puntos. Pero frente al racionamiento se generan soluciones creativas como la de pintarse las piernas para simular que se llevan medias, o pintar la raya de éstas. Es el momento de hacer de lo viejo algo nuevo y la prensa especializada se encarga de dar fórmulas y consejos para lograr buenas transformaciones. Por ejemplo, el patchwork genera teji dos nuevos. Se deshacen jerséis, la lana se lava y estira y otra vez se empieza a construir algo nuevo a golpe de ganchillo o agujas. Se crea la fórmula de las tiendas de venta de ropa de segunda mano, sobre todo de ropa infantil. Los EEUU invaden Europa. Frente al glamuroso Hollywood, Europa se viste de uniforme, bajo el criterio de austeridad y funcionalidad. Se tiende al ahorro en el tejido, se eliminan los adornos, fuelles, tablas, predomina la línea sobria y recta, el largo de la falda sube hasta la rodilla Los hombros se ensanchan, pelo recogido, líneas rectas, hasta que nazca el New Look en el 47. El sombrero original y que se hace con cualquier cosa expresa la creatividad del momento ante la falta de medios, pero tiende a sustituirse por el fulard. Los peinados serán altos y ondulados Las mujeres han aceptado los pantalones sin ningún problema ya que en el trabajo llevan un mono. Las prendas deportivas tienen un amplio desarrollo en EEUU, pero tienen su eco en Europa ya que resultan cómodas y económicas. También hay que tener en cuenta que se ha generalizado la bicicleta como medio de transporte más asequible, por ello, se impone el sentido práctico de comodidad. Por esta misma razón, se adoptan los bolsos que permiten llevar en bandolera las cosas personales, incluso la comida del trabajo. Pero, pasada la guerra, hay que recuperar la vida cultural a través del cine o el teatro y la vida social “La moda es indestructible”, foto de Cecil Beaton de una modelo con traje del diseñador inglés Digby Morton, delante de unas ruinas Aparece un curioso teatro, le Théâtre de la Mode. En este 19 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” val de Cannes a la par que se da a conocer la línea Corola de Dior. Pero como más de la mitad de la década queda estigmatizada por la guerra, a continuación vamos a ver cómo iban vestidos tantos miles de prisioneros. "Al principio, en el campo de Auschwitz, la ropa de los presos era ropa de dril con rayas azules y blancas. Normalmente a los hombres presos les correspondían una camisa, unos calzoncillos largos, una chaqueta, un pantalón, unos zuecos y en invierno a veces un abrigo sin forro, de tela un poco más gruesa. Las mujeres muy raras veces recibían ropa interior. Los prisioneros de guerra soviéticos eran los únicos a quienes estaba permitido seguir llevando sus uniformes".2 Ropas y elementos de identificación de un preso del campo de concentración de Buchenwald, Alemania (Foto M. Astor) Vestidos de cóctel conjuntados con chaqueta y abrigo. Sombreros para el exterior, guantes acompañando la manga tres cuartos 2 Página de Internet sobre campos de concentración. ambiente de austeridad y desestructuración, los modistos presentan sus propuestas sobre unas curiosas maniquís de alambre. Estas se disponen sobre la escenografía que para el momento crea Christian Berard, pintor, ilustrador y decorador que fue capaz de crear un escenario apropiado para este renovador espectáculo de la moda. Estas maniquís-muñecas, vienen a relevar a las antiguas Pandoras y se trasladarán por todas partes como embajadores de la moda. Curiosamente, en el año 47 se celebra la primera edición del festi- Además de esta descripción que nos trae a la memoria imágenes 20 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” conocidas, quiero personalizar este tema de la mano y pluma de nuestro gran escritor Jorge Semprun, quien en su libro La escritura o la vida describe su experiencia en el campo de Buchenwald, cerca de Weimar, en Alemania: "Habrá supervivientes, por supuesto. Yo, por ejemplo. Aquí estoy como superviviente de turno, oportunamente aparecido antes estos tres oficiales de una misión aliada para contarles lo del humo del crematorio, el olor a carne quemada sobre el Ettersberg, las listas interminables bajo la nieve, los trabajos mortíferos, el agotamiento de la vida, la esperanza inagotable, el salvajismo del animal humano, la grandeza del hombre, la desnudez fraterna y devastada de la mirada de los compañeros”.3 Aquí describe algo de su porte en un dialogo: 3 Semprún, Jorge, La escritura o la vida, Tusquets, Barcelona, 2002, p. 25. 4 Semprún, op. Cit. pp. 95 y 96. 5 Semprún, op. Cit. pp. 97. 6 Semprún, op. Cit. pp. 99 y 100. "El, por su parte, miraba el numero 44904, y la "S" inscrita en el triángulo de tela roja que lucía en mi chaqueta de basto tejido azul... la "S" era la inicial de Spanier… 44904 - prosiguió. Corresponde a las llegadas masivas de enero del cuarenta y cuatro, ¿no es así?... 4 "Teníamos que desnudarnos, dejar todas nuestras ropas, nuestros objetos personales… los individuos que impartían las órdenes… Iban calzados con zuecos de madera y vestían una especie de mono de trabajo de tela grisácea y descolorida. Llevaban el cráneo rasurado…"5 Reparto de ropas en el campo: "A la derecha, detrás de un mostrador que ocupaba todo el largo de la sala, unos individuos…nos tiraban piezas de ropa a medida que íbamos pasando. Calzoncillos y camisas sin cuello de una tela basta, pantalones y chaquetas. También algo para cubrirnos la cabeza. Y, para terminar, un par de zuecos de suela de madera. A medida que nos las tiraban, nos fuimos poniendo esas ropas, de tallas escogidas al azar... Tras una ojeada a nuestra estatura o a nuestra corpulencia, aquellos individuos nos tiraban las prendas que escogían de diferentes montones dispuestos delante de ellos en el mostrador. Pero pocas veces acertaban: demasiado ancho o demasiado estrecho, demasiado largo o demasiado corto. Desparejo, más que nada. Así, al final del mostrador, acabé enfundado en un pantalón viejo de etiqueta, a rayas negras y grises, demasiado largo, y en una estrecha chaqueta deportiva de color castaño. Y de regalo, heredé un sombrero blanco amarillento para ponerme en la cabeza. Sólo los zuecos eran nuevos, pero se trataba de un calzado extremadamente rudimentario: una suela de madera con una simple tira de tela para meter el pie. Correr por la nieve con semejante calzado era un auténtico suplicio…."6 Y para terminar este interrumpido recorrido de las fuentes gráficas, vamos a recuperar la experiencia de los 80 que tan revisada está últimamente. Con Gorvachov se marca el final de la guerra fría y adquiere protagonismo la generación que no ha vivido la guerra y se caracteriza por el puro pragmatismo y la búsqueda del éxito. 21 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” A mediados de la década se dan varios hechos que empiezan a marcar el espíritu de la aldea global. Por un lado, la OMS declara el sida como una epidemia y ello conlleva a un freno en la permisividad sexual, y al espíritu hedonista tan deseados desde los 60. Ahora, la nueva herramienta va a ser el miedo para poner límite a los excesos tan despreciables para las mentes más puritanas. Cindy Crawford rechazando el uso de pieles en apoyo de la campaña de protección de los animales. El accidente del reactor nuclear de Chernobyl hace tomarse mucho más en serio la política atómica y cambiar las actitudes entre los contendientes. Como consecuencia de este hecho y el conocimiento del agujero de ozono, se concreta una nueva sensibilidad medioambiental que de alguna manera, viene a justificar una preocupación por el cuerpo y la imagen sin precedentes. En este sentido, hay que señalar que figuras públicas y de la pasarela delatan su sensibilidad e ideología. Varias modelos protestaron por el uso de las pieles de los animales, el cantante Bob Geldorf destinó los beneficios de su televisado macro concierto a los afectados por la hambruna de Etiopía. Las diferencias entre las distintas clases se va ir acusando sin cesar, las tendencias también. Lacroix en un extremo, es el reflejo de la ostentación y suntuosidad, Comme des Garçons, resulta arquetipo de la sencillez y el espíritu informal. Lo urbano se asienta con el estilo punk, y en plan elegante llega hasta la pasarela. Se adivina también cierta vuelta el estilo romántico de la mano de Vivienne Westwood a través de la colección pirata y las mini crinolinas; blusas con volantes y vestidos de fantasía. Todo esto se pone de manifiesto en el traje de boda de Diana de Gales. Es la década de los diseñadores y es el momento de la moda de España. Hay algo que empieza a cuestionarse y es el papel, el valor de los creativos, frente a la fuerza del marketing, que tan bien saben explotar Kalvin Klein y Ralph Lauren. Es el momento de las franquicias y las concesiones ya que las grandes marcas se mantienen y progresan gracias a la multitud de productos industriales que salen con sus iniciales, como las gafas, complementos diversos, perfumes, zapatos etc. Además de conocer mejor las firmas americanas, supone toda una revolución la aparición de los japoneses con Miyake, Yamamoto y Kawakubo escondido bajo la marca ya mencionada Comme des Garçons. No solo nos atrapan la mira 22 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” Superposiciones, costuras imprevisibles, frunces nuevos, cortes, asimetrías... Miyake, 1983, y Kawakubo, 1984-1985 da con sus tejidos singulares y plegados renovados, sino que irrumpe un aire más sobrio, irregular, asimétrico, superpuesto y con volúmenes inusitados. Se pierde la silueta y el cuerpo se mueve con libertad entre prendas sueltas, holgadas con costuras y frunces en lugares no esperados. Es la década de grandes mitos como Jackson o Madonna. Ambos se recrean constantemente y devienen portavoces de alguna marca como la de Versace, Dolce & Gabbana, o Gaultier. Ambos encarnan el espíritu del showman o showgirl, audaces, atrevidos, exhibicionistas, polifacéticos. Exageradamente cuidadosos de su puesta en escena, verdaderos actores y protagonistas únicos de su auto exaltación en los mass media. También es la década de los babyboomers, es decir, los niños nacidos en los 60 se han hecho grandes y entre sus objetivos están la riqueza, poder y sexo. Su objetivo vital es el ganar dinero de cualquier manera, lo antes posible, sin muchos miramientos. A esta tipología de personajes no les interesan los temas solidarios y pasan de las ONG. Un personaje tipo es el yuppie (young urban professional). Frente a la dejadez de los 70, éstos, los hombres, llevan traje y corbata pero no como sus padres. Se viste con un estilo agresivo (power look), No hay tiempo para la familia, el objetivo principal es cuidarse y justificar 23 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” o pantalón. Igual que los hombres, las hombreras imprimen y remarcan el carácter de firmeza, autoridad y masculinidad. Thierry Mugler (1980). Talle de avispa junto a prominentes hombros y cadera. la existencia por el mucho trabajo. Tiene muchos gastos. El tiempo libre se dedica a las compras. Es el materialismo puro y duro. Es el estilo que se identifica con Armani, Ralph Lauren o Hugo Boss, al estilo de Corrupción en Miami. La silueta del hombre se debate entre la rectitud de hombreras y las telas de mucha caída, suaves y arrugadas. Su chaqueta es cruzada y las hombreras grandes y marcadas. El bóxer es la prenda interior más común y empieza a llevar motivos divertidos. Complemento ideal una gafa Ray Ban. Es el momento de superwoman, sobre todo en España, es la hora de la verdad, de demostrar que se vale, la mujer tiene que tener un cuerpo 10, por ello el aeróbic es de gran ayuda, no hay celulitis que pueda aparecer, el photoshop se conoce y comienza a intuirse la gran distancia que hay entre la figura real y la virtual. La mujer no tiene horario porque el hombre todavía, se hace de rogar. Pero ya se puede diseñar un cuerpo a la carta. Se da por supuesto que hay que cuidar el cuerpo, mantenerlo joven, pero la cirugía permite hacer un cuerpo a medida, se recorta por aquí o se infiltra por allá. Es el momento de la escultura del cuerpo. Paradójicamente, no hay mucho tiempo que perder, por ello, el tatuaje permanente, permite tener cejas o labios contorneados y siempre, como recién pintados. Gaultier y Madonna: el corsé emerge como prenda exterior También se da la mujer yuppie. Su identidad se consigue con trajes de chaqueta de falda corta y entallada 24 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” La sofisticación en la ropa interior es una realidad y su auge quedará marcado con la proposición de Madonna y su corsé de Gaultier. Esta década, la de la superwoman, paradójicamente va a ver renacer el corsé de la mano de Lacroix y confirmado en el 90 por Gaulthier. riam-, por todo lo que ha vivido y animado mis trabajos sobre la indumentaria. Nada que ver con el espíritu étnico y natural que dejará en muchos la película Memorias de Africa. El estilo safari se desarrollará plenamente a través del BoBo en la década siguiente. BIBLIOGRAFÍA En este momento emergen con fuerza las marcas que se acuñan en Japón, hablamos de Yamamoto, Miyake, Comme des Garçons. Irrumpen en las pasarelas con un aire fresco y provocando a base de asimetrías, prendas superpuestas, que envuelven y tapan la estructura del cuerpo, frunces inesperados, para lograr un aire de cierto abandono o un estilo reconstruido en suma. Para terminar debemos tener en cuenta que mundo gay empieza a manifestarse y mostrar tendencias desenfadadas, con tanto eco en las décadas siguientes. Hasta aquí este pequeño salpicado de estilos y referencias. Como parece que el sigo XX está más cercano, he querido insistir en las épocas anteriores. Pero invito al lector a hacer una mirada analítica al entorno cotidiano y descubrir las propuestas creativas de los que caminan a nuestro lado. Este escrito quiero dedicárselo a dos acompañantes de camino. A la soprano Paloma Mairant, que es mi casa en Madrid y mucho más, y al tenor Segundo García -in memo- Valencia, 15 de Abril, 2006 AAVV: Artes decorativas, Taschen, Colonia, 2000 AAVV, Catálogo: España, cincuenta años de moda, desde Balenciaga hasta Sybilla. Ayuntamiento de Barcelona, 1987 AAVV, 100 años de moda. VOGUE España, Junio 2000 Aguirre, A. Rodríguez, S. Skin, Punki, Okupas y otras tribus urbanas, Bárdenes, Barcelona, 1997 Astor, Marisa. Indumentaria e imagen. Valencia en los siglos XIV y XV, Ayuntamiento de Valencia, 1999 Beaulieu, Maurice. El vestido antiguo y medieval, Oikos-Tau, Barcelona, 1987 Beaulieu, Maurice. El vestido moderno y contemporaneo, Oikos-Tau, Barcelona, 1987 Boehn, Max von. La moda, Hª del traje en Europa, Salvat, Barcelona, 1928-29. Boucher, François. Hª del traje en occidente, desde la antiguedad hasta nuestros días, Montaner y Simón, Barcelona,1965 Brandfield, Nancy. Costume in detail, Harrap, London, 1985 Bravo, Angela. Femenino singular. La belleza a través de la historia, Alianza, Madrid, 1996 Calefato, Patrizia. El sentido del vestir, Engloba, Valencia, 2002 Cintora, Pilar. Historia del calzado, Aguaviva, 1988 Deslandres, Yvonnne. El traje, imagen del hombre, Tusquets, Barcelona, 25 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” 1985. Dorfles, Gillo. Moda y modos, Engloba, Valencia, 2002 Dormer, Peter. El diseño desde 1945, Destino, Barcelona, 1995 Echeverría, Xavier. Cosmopolitas domésticos, Anagrama, Barcelona, 1995 Entwistle, Joannne: El cuerpo y la moda. Una visión sociológica. Paidós, Barcelona, 2002 Ewing, Elisabeth. Dress and undress. A history of woman´s underwear, Atheneum. Fashion Design, 1850-1896, Pepin Press, Amsterdam, 1997 Feixa, Carles. De jóvenes, bandas y tribus. Antropología de la juventud, Ariel, Barcelona, 1998 Gavarrón, Lola. Piel de angel, Tusquets, Barcelona, 1982. Gil Calvo, Enrique. Medias miradas. Un análisis cultural de la imagen femenina, Anagrama, Barcelona, 2000 Hats (Sombreros). The Pepin Press, Amsterdam, 1990 (M-3-82) Haye, Amy de la. Mode "Le livre", Florilege, París, 1990 König, Renè. La moda en el proceso de la civilización, Engloba, Valencia, 2002 Klein, Naomi. NOLOGO, el poder de las marcas, Paidós, Barcelona, 2001 Kybalová, L y Herbenová, O. Encyclopédie illustrée du costume et de la mode, Gründ, París, 1988. Laver, James. Breve historia del traje y la moda, Cátedra, Madrid, 1988. Lemoine-Luccioni, Eugènie. El vestido. Ensayo psicoanalítico, Engloba, Valencia, 2003 Lipovetsky, Gilles. El imperio de lo efímero, Anagrama, Barcelona, 1990. Lombardi, Paolo. ¡Oh las medias!, Mondadori, Madrid, 1987. Lurie, Alison. El lenguaje de la moda. Una interpretación de las formas de vestir, Paidós, Barcelona, 1994. Marangoni, Giorgio. Evoluzione stori- ca e stlistica della moda, Centro Stile, Milano, 1988 Martín, Francisco. La moda, un tejido de injusticias. Campaña ropa limpia, Intermón Oxfam, Barcelona, 2003 Martínez Barreiro, Ana. La moda en las sociedades avanzadas, Tecnos Martínez Barreiro, Ana: “¿Cómo configuran los españoles su vestuario?”, Revista Internacional de Sociología, nº 25, (enero-abril), 2000, pp. 77-98 Martínez Barreiro, Ana: "Moda y globalización: de estética de clase al estilo subcultural", Revista Internacional de Sociología, nº 39, (SepDic), 2004, pp. 139-166 Maynard, Margaret. Dress and globalisation, Manchester University Press, Manchester, 2004 McDowell, Colin. Histoire de la mode Masculine, La Martinière, París 1997 Montoya Ramirez ed. Moda y Sociedad, La indumentaria, estética y sociedad, Universidad de Granada, Granada, 2002. Mulvey, K. y Richards, M. La mujer en el S. XX, Tres Torres, Barcelona, 1998 O´Keeffe. Zapatos. Un tributo a las sandalias, botas, zapatillas, Locteam, Barcelona, 1997 Peacock, John. La mode de XX siécle, Ed. Caliv, París, 1993 Pérez Tornero. Tribus urbanas, Paidós, Barcelona, 1996 Riviere, Margarita. La historia de la media, Hogar del libro, Barcelona, 1983 Roselle, Bruno de. La mode, Notre Siécle, París, 1980 Rossetti, Ana. Prendas íntimas, Ed. temas de Hoy, Madrid, 1989 Saltzman, Andrea. El cuerpo diseñado. Sobre la forma en el proyecto de la vestimenta, Paidós Seeling, Charlotte, Moda. El siglo de los diseñadores, 1900-1999. Könemann, Colonia, 1999 Squicciarino, Nicola. El vestido habla, Cátedra, Madrid, 1990 26 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria” Steele, Valerie. Zapatos. Un símbolo de estilo, Cartago, Palma de Mallorca, 1999 Madrid, 1990. Steffen, Alfred. Portrait of a generation the love parade family book, Taschen Ventura, Lourdes. La tiranía de la belleza. Las mujeres ante los modelos estéticos, Plaza y Janés, Barcelona, 2000 Tambini, Michael. El diseño del S. XX, Ed. B. Toussaint-Samat, M. Hª técnica y moral del vestido. (Vol. 1, Las Pieles. Vol. 2, Las Telas. Vol. 3, Complementos y estrategias). Alianza, Troy, Nancy. Couture Culture, The MIT Press, London, 2002 Victorian Fashions and Costumes, 1867-1898, Dover Publications, New York, 1974 Watson, Linda. S. XX. Moda, Edilupa ediciones, 2004 27