36 LA CUENTO FANTÁSTICO DE L a balada de Lenora, tan popular en toda la Germania, fué inspirada por una joven. Una tarde, alumbrada por los pálidos rayos de la luna, Purger, oyó á una joven alemana cantar con una voz balbuciente estas palabras: «La luna brdla pura! «Los muertos á caballo' arrastra el vendaval! «Díme hermosa amiga, no tiemblas de tristura? Purger no descansó hasta que compuso una Compuesta la balada de Lesociedad litcria de Goëttinga. Cuando llego á este pasage: «se lanzó con ímpetu contra una reja de hierro con un golpe de su ligera varilla biére los cerrojos se rompen, &c., dio un golpe contra la pared de la sala los que le escuchaban trémulos se levantaron espontáneamente. De todas las baladas alemanas Lenora, dice mad. de Staël, es la que mas fama tiene. —Hela aqui.— historia fantástica. ñara, la leyó á la l.Ei\OR.%. El sol se levantaba radiante, y Lonoru despertaba después de un angustioso sueíio Wilhem, donde estas? dijo. Te han visto las llanuras de Praga victorioso, ó la cruel muerte te ha herido? La espada del gran Federico está suspendida en el templo de la paz.^EI soldado vuelve gozoso, y buscan sus ojos la torre de su pueblo, donde le espera su anciano padre... y donde hallará la que ama... Todo el mundo es feliz, y tu no vienes á secar mis lágrimas! La infortunada Lenora suspira, se queja, siempre esperando, mas en vano; Wilhem no volverá mas! Desesperada, acusa la providencia... en vano su madre le estrecha en sus brazos contra su corazón.—Hija mia la dice, • soporta los males que el cielo te envía.—Dejadme, madre mia, le responde, por que hablad del cielo?... Con Wilhem, si, siempre el cielo; sin Wilhem, el infierno!... VEGA. Asi en su desesperación, osaba provocar la cólera del que todo lo puede; y golpeaba su seno, llamando á la muerte La noche descendió. Era tarde, y los astros brillaban en el cielo; y reinaba el silencio mas profundo..... Escuchad Es el ruido de un corcel Se detiene..... El martillo se levanta.... Cae, y el golpe hace estremecer á Lenora Escuchad Se siente hablar Ábreme, Lenora; duermes, mi prometida? Mi ausencia no te tiene desvelada para gemir? —Es AA'ilhem, dice Lenora, y se lanza á la puerta.-Eres tú, mi amigo, mi bien, que tanto hé llorado! mis dias no tenían reposo,ni mis noches sueno Mas por que hp tardado tanto, dejando asi á tu prometida? — Partí de la Bohemia, cuando la campana de la noche hirió la primera hora, llego cerca de tj rápido como el pensamiento Es necesario partir; el tiempo vuela, ven conmigo, ó mi pro metida. —Es tan tarde, amigo mío, dijo la joven, el viento es tan frío, las ojas del bosque se agitan y caen, la tempestad parece acercarse rápidamente; entra. —rsiila, que es la noche? que son los vientos? No puedo detenerme cn estos lugares; mi negro corcel está impaciente: no escuchas tu la tierra temblar bajo sus pasos? Yen, no pierdas un instante; Lenora, monta en la grup.i, parlamos, cien millas hay que andar para llegar á tu lecho nupcial.—Que! nada puede detenerle, y cien millas, no llegaremos jamás!—Vén, partamos; noves las vaslas llanuras que hay que atravesar? Partamos, yo soy rápido como el relámpago que desgarra las nubes; vén el lecho nupcial nos espera.— Tu residencia eslá muy lejos! no puedes dejarla por olra? — No eslá hecha para mi; es pequeña, al abrigo de la bruma, el abeto del norte la rodea por lodos lados. —Mas, di, y estaremos los dos?—Si, los dos.... No lardes, monta sobre mi corcel, lleguemos a] festín, los convidados llegan y nos cspei'an, y la residencia tranquila está pronta para mi prometida. Sobre la grupa del corcel, Lenora se lanzó por fio, y sus blancas manos rodearon el cuerpo de su amigo. La tierra retumba, los puentes crugen á los pasos de sombrío corcel, que, de sus polvorosos pies, hace saltar chispas ama-