CARLOS ARTURO TORRES Poemas .~. 'V Fantásticos ::: ~\: Edgard Baudelaire, A. Poe, Heine, R.ollinat, Bürger, Musset, V. Hugo, Leconte de Lisle PARIS n. ROGER l~'r F. CHERNOVIZ ÉDITE\:IlS !y'l, 1l0l'LE\·.\Il[) Il \~P.\I!., !l!l Poemas Fantásticos A mi herma110 Octavio. OBRAS DE CARLOS ARTURO TORRES: L o pe de Aguirre (Echeverria Hnos, Editores, Bogotá). O bra Poética (Angel de San Martin, Editor, Madridl. Estudios Varios (Angel de San Martin, Editor, Madrid). Estudios Ingleses (Angel deSanMartin, Editor,Madrid). La Estatua del Precursor (phillip and Son, Liverpool). En preparación: Idola Fori (Ensayo sobre las mpersticiones políticas). E stados de Alma (Apuntes de Viaje). Poemas en Prosa. Estudios de Historia y de I'olitica Contemporaneas. CARLOS ARTURO TORRES Poemas ..• l;Õ: \ Fantásticos Edgard A. Poe, Heine, Bürger, V. Hugo, Baudelaire, Rollinat, Musset, Leconte de Lisle PARIS R. ROGER B'l' F. CH]!jRNOVIZ ÉDlTEUltS !Y..l, BOl'LE'·AIII) [\.151'.\11., !l!l Durante algunas noches de invierno, en una ciudad del norte de Inglaterra - donde los inviernos son :an intensos y las noches tan largas - y sólo como un alto en nada poéticas faenas, se han escrito las presentes traducciones, imitaciones y adaptaciones de ciertas obras maestras de la poesia fantástica. Cuando la lluvia y el viento en desatadas ráfagas azotan lo vidrios de las ventanas y gimen entre las tinieblas como desolados espíritus del invierno; e uando la nieve cubre blandamente la ticrra con s u silencioso manto de blancura y los carbones encendidos del hogar nos sobresaltan con una crepitación súbita ó nos fascinan con las cvocadoras fulguraciones de sus rojas miradas, la imaginación tiende el vuelo hácia ~~ las plutónicas riberas" de lo desconocido y de lo sobrenatural; de ahí la ensoñación de donde brota Ia poesia fantástica, poesia de invierno, de sombras y de soledad. En la noche callada, en el aislamiento y la mclancolia, presa el espíritu de vagas ansiedades y de indefinibles tristezas, comprende la inspiración legendaria y fúnebre, la poesia de la pavura y de la - VI- muerte, imposible en las horas y en los paises fortunados de la alegria y del :,01; tal mentalidad es una de las fases de la evo!l:ción del misterio, fórmula además de la inquietud de una alma y emblema muchas veces de una. doliente y perdurable remembranza. A ser leido en tales momentos y en tal estado de espíritu está destinado este libra que, por lo demas, no tiene pretenciones literarias ningunas. Hartington Rd, Sefton Pa.rk, diciembre de I~o7. EL CUERVO En una noche pavorosa, inquie.o Releia un vetusto mamotreto Cuando creí escuchar U n extraño ruído, de repente Como si alguien tocase suavemente A mi puerta: " visita impertinente Es, dije y nada más ". II Ah! me acuerdo muy bién j era en invierno E impaciente media el tiempo eterno Cansado de buscar En los libros la calma bienhechora Al dolor de mi muerta Leonora Que habita con los ángeles ahora Para siempre jamás! -- 8 -- Il[ Sentí al scdeño y crujidor y elástico Rozar de las cortin.ls, un fantástico Terror, como jamás Sentido habia y qu:se aquel ruïdo Explicando, mi esp;ritu oprimido Calmar por fin : « lin viajador perdido Es, dije y nada :nás ". IV Ya sintiendo más ca'ma : -< caballero Exclamé, ó dama, suplicaras quiero Os sirvais excusar Mas mi atención no ('staba bien despierta y fué vuestra llamada tan incierta ... " Abrí entónces de par ~n par la puerta: Tinieblas, nada más. V Miro al espacio, exploro la tiniebla Y siento entónces que .ni mente puebla Turba de ideas cud Ningun otro mortal las tuvo antes Y escucho con oídos ar.helantes " Leonora" unas voce~, susurrantcs Murmurar, nada m,ís. -9- VI Vuelvo á mi estancia con pavor secreto y á escuchar torno pálido é inquieto Más fuerte golpear; " Algo, me digo, toca en mi ventana, Comprender quiero la señal arcana y calmar esta angustia sobrehumana" El viento y nada más! . VI I y la ventana abrí: revolcando Vi entónces un gran cuervo venerando Como ave de otra edad; Sin mayor ceremonia entró en mis salas Con gesto señorial'y negras alas y sobre un busto, en el dintel, de Palas Po,óse y nada más. VIII Miro al pájaro negro, sonriente Ante su grave y serio continente y le principio á hablar, N o sin un dejo de intención irónica: " - Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica, ¿ Cuál es tu nombre en la región plutónica? " Dijo el cuervo: " Jamás. " ---- lU IX En este caso al par grotesco y raro Maravilléme al eSCLlC :lar tan claro Tal nombre pronunciar y debo confesar que sentí susto Pues antes nadie, cre,), tuvo el gusto De un cuervo ver, posado sobre un busto Con tal nombre: " Jamás. " x Cual si hubiese vertido en ese acento El alma, calló el aye ;r ni un momento Las plumas movió ya, " Otros de mi han huido y se me alcanza Q.uc él partirá mañana sin tardanza Como me ha abandonado la Esperanza; " Dijo el cuervo: ,. J amás ~" XI Una respuesta al escu:har tan neta Me dije, no sin inquietud secreta, " Es esto nada más Cuanto aprendió de un amo infortunado, A quien tenaz ha perseguido el hado y por solo estribillo ba conservado Ese jamás, jamás! " - Il -- XII Rodé mi asiento hasta quedar enfrente De la puerta, del busto y del vidente Cuervo y entónces ya Reclinado en la blanda sederia En ensueños fantásticos me hundia , Pensando siempre qué decir querría Aquel jamás, jamás. XIII Largo tiempo quedéme asi en reposo Aquel extraño pájaro ominoso Mirando sin cesar, Ocupaba el divan de terciopelo Do juntos nos sentamos y en mi duelo Pensaba que ella, nunca en este suelo Lo ocuparia mas. XIV Entónces parecióme el aire denso Con el aroma de quemado incienso De un invisible altar; y escucho voces repetir fervientes: " Olvida á Leonor, bebe el nepcnthes Bebe el olvido en sus letales fuentes; " Dijo el cuervo: " Jamás! " -- 12 - xv " Profeta, dije, augur de otras edades Que arrojaron las negras tempestades Aqui para mi mal, Huésped de esta morada de tristura, Dí, fosco engendro de la noche obscura, Si un bálsamo habrá .11 fin á mi amargura" Dijo el cuervo: " JamÚs! " XVI " Profeta, dije, ó diablo, infausto cuervo Por Dios, por mi, por mi dolor acerbo, Por lU poder fatal Dîme si alguna vez á L,~onora Volveré á ver en la eternal aurora Donde feliz con los que rubes mora; " Dijo el cueno : ,< Jamás! " XVII " Sea tal palabra la post"era, Retorna á la plulÓnica ribera. " Grité: " no vuelvas m<Ís, No dejes ni una huelJa, ni una pluma y mi espíritu envuelto en densa bruma Libra por fin del peso que le abruma ~" Dijo el cuervo: "Jamás! " : -- 13- XVIII y el cuervo inmóvil, fÚnebre y adusto Sigue siempre de Palas sobre el busto y bajo mi fanal. Proyecta mancha lÚgubre en la alfombra y su mirada de demonio asombra ... Ay! ¿ mi alma enlutada de su sombra Se librará? Jamás! ULALUME Los ciclos cenicientos y sombrios, Crespas las hojas, lívidas y mustias y era una noche deI doliente octubre De tiempo inmemorial entre las bruma~, Era en las tristes márgenes del Auber El lago tenebroso de aguas mudas, Antc los bosques tétricos del Weir, La región espectral de la pavura. Il A solas con mi Alma, recorria Avenida titánica y obscura De fúnebre cipreses ... con mi Alma, Con Psíq u is, alma que el misterio turba ... Era en la edad del corazón volcánico Como las llamas del Yanek sulfúreas, Como las lavas del Yanek, que brotan Allá del polo en la región nocturna. II) IrI Pocas palabras nos iijimos, era Como una confidencia íntima y muda; Palabras serias, pen:¡amientos graves Que la memoria para siempre turban; No recordamos que era el triste Octubre Que era la noche (neche infausta y Ùnica~; No recordamos la rcsión del Auber Que tánto conoció mi desventura. Ni el bosque t"antasmático del Weir, La región espl:ctral de la pavura. IV y cuando la noc:le ya ayanza De estrellas al vago tremer, AI fin de lu obscura avenida Un lánguido ray') se vé, Fulgor diamantino que anuncia De fúnebre velo al través Que emerge de nube fantástica La luna, la blonda Astarté. v y yo dije á mi Alma: " Más que Diana Ardiente, aquella misteriosa luna Rueda al través de un éter de suspiros; Lágrimas de su faz una por una Resbalan do el gusano nunca muere. Para mostrarnos la celeste ruta - 17- Y el al mo im perio de Ia paz Letea Atras dejó el León en las alturas, Del León las estrellas traspasando, Del León á despecho, ora nos busca y sus miradas límpidas y dulces Son las miradas que el amor anuncian. " VI Mas PSíquis dijo señalando al cielo: " La palidez de ese astro me conturba, Pronto, huyámos de aqui, pronto, es prey de sus alas recogió Ias plumas r ciso! " Con intenso terror y sollozando Presa de promo de invencible angustia Plegó las alas, hasta el polvo fria Lentas dejando descender sus plumas. VII y yo la dije: tu terror es vano, Sigamos esta luz trémula y pura, Que nos bañen sus rayos cristalinos, Sus rayos sibilinos que ya auguran E irradian la belleza y la esperanza; Mira : la senda de los cielos busca, Sigamos sin temer sus límpios rayos Que ellos á playa llevarán segura, Sigamos esa luz limpia y tranquila Al través de la bóveda cerúlea. -- 18-- VIII Tranquilicé ú mi Psíquis y besándola, De su mcnte aparté las inquietudes y sus zozobras disipé profundas y convenceria que siguiera pude, Llegamos hasta el fin; ojalá nunca Llegara! Al fin de la avcnida lÚgubre Nos detuvo la puertl de una tumba (Oh triste noche del lejano Octubre!) Nos detuvo la losa de una tumba, De legendario monumento fúnebre Oh hermana, dije ¿qué inscripción confusa En la sellada losa se descubre? Respondióme : " Ulalume" esta es su tumba La tumba de tu pálida Ulalume! IX Quedó mi corazón como ese cielo Ceniciento, como esas hojas mustias, Como esas hojas )'ertas y crispadas ... Ay! pensé: el mismo Octubre fue sin duda, Fué en esa misma ¡lOche cuando vinc AI través del horror y de la bruma Aqui trayendo mi doliente carga, Oh noche infausta, infausta cual ninguna! Oh! qué infernal e.píritu me trajo A esta región fatal de la tristura? Bien reconozco el mudo lago de Aubcr, y esta comarca qUt~ci horror anubla y el bosque fantasmático del \Veir La región espectral de la pavura! LAS CAMPANAS Por el aire se dilata Alegre campanilleo ... Son las campanas de plata Del trineo; ¡Oh qué mundo de alegria expresa su melodia! j Qué retintin de cristal En el ambiente glacial ~ Mientras las luces a~trales Que titilan en los cielos Se miran en los cristales De los hielos, y sube la nota única Como una ágil rima rúnica Que allá en la noche serena Va dilatando sus ecos por el último confin, y la campanilla suena Dilín, dilín · - 2 (l -- Melodiosa y cristalina Suena, suena Suena, suena, suena, suena La nota ¡¡gil y argentina Con metálico y alegre y límpido retintín! Il Escuchad! Un dulce coro Puebla la atmósfera toda, Son las campanas de oro De la boda; j Qué mundo de venturanza la plácida nota lanza! Su voz como una c,uicia O como un suave reproche Desgrana en la calma noche Las perlas de su de.licia; Son las áureas notas una fuente de ledo murm ulla O el enamorado arrullo de l.i tórtola j la luna En la dormida laguna vierte miradas de plata Yen éter y en las linCas palpita la serenata, ;y cómo en los aires flota La áurea nota! i Cómo brota, Cuál díce de dicha ignota En el balsámico efluvio de n'Jehe primaveral! j y cuán dulce y cuán sonoro i Din dan, din, dan! Es el coro i Dín dan, dín dan! De la campana de oro Que en su lengua nnsical Celebrando está el misterio d,~ la noche nupcïal! - 2l -- III iTurba el nocturno sociego Súbita alarma y entónce La gran campana de bronce Toca á fuego! ¡Qué terrífica pavura la siniestra nota augura! Es desesperado ruego Desgarrador y tenaz Al rojo elemento ciego Cada instante más frenético, cada instante más voraz; En indescriptible pánico El cataclismo volcánico Con raudo impulso titánico A vanza, la campanada alarido es de terror, Sigue el bronce, sigue el bronce eon su clamo rosa esDiciendo [truendo Cuál crece el peligro horrendo Cuál se inflama La llama y la luna como forma de sangriento tabernáculo, Alumbra el rojo espectáculo En su fantástico horror. y el bronce alarmante clama Clama, clama Cómo se extiende la injuria Del incendio y crece ell furia Yes ya locura el pavor ... Bajo cielos escarlatas se extiende inflamado manto, El espanto Entanto Crece y sigue la campana de su rebato el clangor - -- 22 - y en ese fr::caso ,lrmígero i Dan dan, dan dan! Crece el estrago qamígero j Dan dan, dan dan! AI són violento que dan Las campanas de la torre que tocando á fuego están! IV Dobla y dobla lentamente N cgra cam pana d,~ hierro Que invita con són doliente Al entierro. ¡Qué solemnes pensamientos despiertan esos acentosl Del lento y triste sonido Cada toque, cada Ilota En el vago viento Ilota Como doliente gcmido, y de la noche en lli calma El melancolico són, Siente extremecida el alma Cual solemne admonición. Se desprenden esos dobles higubres y funerarios De los altos campanarios En fùnebre vibraciÓn; En esos dobles alienta algún espíritu irónico Que á cada nota que zumba, Con agrio gesto sardónico Rueda implacable y derrumba y oprime con todo el peso de la piedra de una tumba El humano corazón! Quienes taÚen las campanas de los toques funerales -- 23-N o son pobres cam paneros, no son sencillos mortales Son espectros sepulcrales! y es el Rey de los espectros quien toca con mas tesón. Pausado, implacable, lento Su toque á cada momento Resuena como un lamento Pregonando la hora única En extraÍ1a rima rúnica, y parece que sintiera intenso placer diabólico En este toque simbólico Dc muerte y desolación. Din dan, din don Din dan, din don, Dobla, dobla el són monótono, dobla el toque funeral y el Rey espectro su gozo Reflna en este sollozo, En este intenso suspiro Que en su giro Remeda el doble augural Que vá recordando al hombre de su existencia el final. EllOque sigue y no cesa y vibra en el alma opresa Sordamente como un cuerpo que cayera en una hueDin dan, din don [sa ... Resuena en el corazón Din dan, din don De la campana que dobla el lento y lúgubre són ! ESTRELLAS FIJAS (TO HELEN) Te ví un punta Era una noche de julio, noche tibia y perfumada, Nochè diáfana; De la luna plena)' límpida Límpida como tu álma Descendian Sobre el parque adormecido grácil es velas de plata; Ni una ráfaga El infinito silencio y la quietud perturbaban, En el parque Evaporaban las rosas los perfumes de sus almas, Para que las recogieras En aquella noche mágica; Para que tu lo aspiraras su último aliento exha laban Como en una muerte extática, y era una selva encantada y era una noche de ensueños y claridades fantástica s ! 26 -- II Toda de blanco vestida Toda blanca Sobre un banco ele violetas Reclinada Te veia y á las ro~as moribundas y á ti una luz ténue y diáfana Alumbraba, Luz de perla diluída En un éter de suspiros y de evaporadas lágrimas! III ... ¿ Qué hado extraílO (Fué yentura, fUt: desgracia?) Me condujo Aquella noche hasta el parque de las rosas que exhaLas suspiros perfu mados [laban De su alma? Ni una hoja Susurraba, No se oia Una pisada, Todo mudo, Todo en calma, Todo en sueií.ü Menos tÚ yyo (¡cuál me agito al unir las dos palabras!) Menos tú y yo. De repente Todo cambia (i Oh el parque de los misterios, I)h la región encantada!) Todo cambia 0_- 27 -De la luna la luz límpida, la luz de perla se apaga, El perfume de las rosas muere en las dormidas áuras, Los senderos se obscurecen, Espiran las violas castas, Menos tú y yo todo huye, todo muere, todo pasa ... Todo se apaga y se extingue, menos tus hondas mimTus dos ojos donde arde ["das, Tu álma! y sólo veo entre sombras aquellos ojos ... Oh amada! iQué tristezas extra humanas, Qué irrcales Leyendas de amor relatan! i Qué misteriosos dolores, Qué sublimes esperanzas, Qué mudas renunciaciones Expresan aquellos ojos que en las sombras fijan en mi [sus miradas! o IV N ache obscura, Ya D'iana Entre turbios nubarrones hundió la faz plateada; y tÚ sóla En media de la avenida Funeraria, Te deslizas Irreal, mística y blanca, Te deslizas y te alejas in corpórea cual fantasma, Sólo flotan lUS miradas, Sólo tus ojos perennes, Tus ojos de hondas miradas Fijos quedan! - :~8- Al través de los espacios y los tiempos marcan, marcan Mi sendero y no me dejan cual me dejó la esperanza. Van siguiéndome, Siguiéndome Como dos estrdlas cándidas, Cual fijas estrellas dobles en los cielos apareadas. En la ooch,e Solitaria Purifican con sus rayos y mi corazón abrasan y me prosterno ante ellos cno adoración extática; y en el dia No se ocultan cual se ocultÓ mi esperanza; Por todas partes me siguen mirándome fijamen te En mi espíritu clavadas ... M isteriosas y lej[.nas Me persiguen tu:; miradas Como dos estrellas fijas, C0l110 dos estrellas tristes, [como dos estrellas blancas ~ EL PALACIO EN CANTADO (POI':) En el más verde de nuestros valles Donde habitaron ángeles buenos, En otro tiempo su frente alzaba Hasta las nubes palacio espléndido, Era el dominio de un Rey altivo: El Pensamiento; Jamás querube batÍó las alas Sobre un palacio más noble y régio. II Gualdas, doradas, rojas banderas Sobre las torres flotan al viento (¡ y esto hace tiempo, tiempo remoto, Ya mucho tiempo!) y toda brisa que en las almenas Rizaba alegre laIes trofeos En los espacios evaporaba Como un aroma de azul incienso. - -- 3 () _. III Los peregrinos d{, aquellos valles Por las ventanas a bsortos vi eran En los salones danzar espíritus De ágiles flautas a.. ritmo aéreo, Ycn torno á un trono luégo acercábansc (Un trono excelso) Donde en su gloria resplandecia El fortunado Rey de ese reino. IV OrIada en perlas y ;)edreria s, La vasta puerta del monumento Cual ledo rio pasar dejaba Las muchedumbres de alados Ecos, De alados Ecos que reretian En sus concentos De aquel Monarca las alabanzas Las alabanzas del Pensamiento. v Mas de repente seres extra¡]os, Fúnebres seres siempre de duelo, El trono altivo de aq uel monarca Asaltan pérfido:,. La antigua gloria y el poderio, El poderio del Pensamiento Son ya una historia C1si olvidada Hace ya tiempo, ya mucho ticmpo ! _d 3 I --- VI y hoy el viandante de aquellos valles Por los balcones vé, siempre abiertos Formas extrañas que danzan, danzan, At són de músicas que son lamentos, y por las puertas pasan y pasan Los foscos Suei10s Cual negro rio de sombras lívidas De sombras lívidas siempre de duelo ... EL GUSANO VENCEDOR (POE) i Mirad! Es noche de gala y en una espléndida sala Desde un elevado asiento Celeste querub atento Se apercibe á presencial' Un gran drama de dolores, De esperanzas y temores, De anhelos y de pesar Mientras fantástica orquesta En aquella extraÍla tiesta Una música funesta Toca y toca sin cesar. II Con Los Son Que sandio y raro ademán personajes exóticos muñecos estrambóticos hablan y vienen y van, -- 3+ -Cual si el hilo conductor De un oculto Director Les moviese i cosa extraña! y toda la esc~na empaña La sombra densa y huraña De un ínvísib:e dolor. III Quien vé el drama un solo instante N unca olvida en adelante Esos tristes personajes Que con simbÓlicos trajes .Iuegan obscuro papel Sin comprend er ellos mismos Los intensos cataclismos De esa concepciÓn crud; Pecado, locura, miedo y de ventura un remedo Forman el cor.fuso enredo Del lÚgubre drama aquél. IV En mitad de la tragedia Un intruso se adelanta En sangre tint,), que espanta y á los actores asedia, H íspida som bra falaz Se arrastra lenta, y tenaz A los actores se enrosca y cual la araña á la mosca Va devorándoles fosca Con apetito vo:-az. - 3S -- v Oscuridad! El final Ninguna luz ilumina; Baja la negra canina Como paila funeral... y el querube espectador Comprende con hondo horror Sin que aquel final le asombre Que la tragedia es " El Hombre y de ella el héroe sin nombre El Gusano Vencedor! ,. EL DORADO (POE) Un gallardo caballero Valiente como un cruzado, Alegre, j6ven y fiero Por un áspero sendero Marcha en busca de El Dorado. Il Ya esta ahora jadeante Siente el corazón pesado, y aunque prosigue adelante El férvido caminante No encuentra nunca El Dorado. lH La fuerza le ha abandonado, Cae al tin y alcanza á ver Fúnebre Sombra á su lado: " Sombra le dice al caer ¿ En dónde se halla El Dorado? " - 38 -- IV " En un a:¡tro muy distante Se encuentra d valle encantado Del Ensuello ... caminante Llega á esa estrella radiante Si estás buscando El Dorado! " DREAMLAND (POE) En una senda abandonada y triste Que recorren tan sólo ángeles malos, Una extraña Deidad, la negra Noche Ha erigido su trono solitario; Allí llegué una vez; crucé atrevido De Tule ignota los contornos vagos y al Reino entré que extiende sus confines Fuera del Tiempo y fuera del Espacio. II Valles sin lindes, mares sin riberas, Cavernas, bosques densos y titánicos, Montañas que los cielos desafian y hunden la base en insondables lagos, En lagos insondables siempre mudos De misteriosos bordes escarpados, Gélidos lagos cuyas muertas aguas Un cielo copian tétrico y extra/la. -- 40 -- III Orillas de esos lagos que reflejan Siempre un ciclo fatídico y huraño, Cerca de aquellos b,}sques gigantescos, Enfrente de esos negros oceános, Al pié de aquellos montes formidables, De esas cavernas. en los hondos antros, V énse á veces fantasmas silenciosos Que pasan á lo léjos wllozando, Fúnebres y dolientes ... , j son aquellos Amigos que por siempre nos dejaron, Caros amigos para si'~mpre idos, Fuera del Tiempo y fuera del Espacio! IV Para el alma nutrida cie pesares, Para el transido coraz.)n, acaso Es el asilo de la paz snprema, Del reposo y la calma un Eldorado. Pero el viajero que azorado cruza La región no contempla sin espanto, Que á los mortales ojo~. sus misterios Perennemente seguirán sellados, Así lo quiere la Deidad sombria Que tiene allí Sll imperio incontrastado. v Por esa senda desolada y triste Que recorren tan sólo ángeles malos, - 41-- Senda fatal donde la Diosa Noche Ha erigido su trono solitario, Donde la inexplorada, última Tule Esfuma en sombras sus contornos vagos, Con el alma abrumada de pesares Transido el corazón, he paseado ... i He paseado en pos de los que huyeron Fuera del Tiempo y fuera del Espacio! MARIA ANTONIET A Sobre el palacio de VersalIcs Alegre luz el sol envia, Mas allá adentro, i qué detalles Extraños vénse en pleno dia! Mas deslumbrante que la aurora, La Reina Maria Antonieta Se levanta con la etiq ueta Que la antigua pompa decora, Las grandes Se apresuran Una duquesa Otra la ayuda damas su homenajc á presentar, le dá el traje á levantar, Ninguna, empcro, que no acate La rigurosa precedcncia, y más de un adamado abate H ace galante reverencia; 4+ -Alli se ven cir..turas finas, Faldas que de: an ver el pié, Alto el tacón de las batinas Que bailaron tÚnto el minué. i Qué cortesía y gentileza, Qué eleganci£. tan exquisita, Lástima, lástima infinita Que nadie tenga alIi cabeza! De los César'~s la heredera No arreglará por esta vez La alta y soberbia cabellera Que exhibió con tánta altivez. Su Majestad no usa peinado Ni cabeza ... triste suerte! Y reina ahora hasta la muerte Sobre un mundo decapitado! Y todo sigue como antes Los ademanes son muy bellos, Los saludos muy elegantes Pero ay! qUI; sobre los cuellos Ya no hay cabezas empolvadas, Las gargantas truncas están ... Yes por las artes combinadas De Robcspi'~rre y de Satán. Las camareras en las puertas Forman corrillos al pasar, Sin pensar :;iquierqne estan muertas Y sin cabezas qué inclinar, Una marquesa gentilmente De amantes frases al compás, No pudiendo inclinar la frente Se inclina sólo por detras. Agita el viento las cortinas y el sol que llega al interior, Cosas al ver tan peregrinas Se vela y huye con horror ~ LA EVOCACION (m:I1Œ) Es alta noche; en su mísera celda El monje vela sin tragua leyendo Polvoso libro de mágia recóndita Que tiene por título" Llave del Infierno p. La media noche de súbito anuncia Lugubremente el reloj del convento, El fraile cierra el infolio y fantásticos Sus labios se abren al conjuro horrendo. Dice: "i Infernales espíritus, promo El mÚs amado y espléndido cuerpo Por una noche volved á la vida, Con su amor ardiente renovarme quiero! " La propia fórmula dijo, rasgando Las sombras densas, la Muerta, al momento En la silente celdilla aparece Envuelta en sus blancos y fúnebres licnzos! Al soplo ardiente qu<~ ya le deseca Quiere lanzarse el fraile a I espectro Son un volcan sus ojos, ya sus brazos Para recibirla se estan entreabriendo ... Mas un terror invencible le asalta por fin su deseo, La hermosa pálida avanza y entrambos Se miran, se miran ... y guardan silencio. Al ver cumplido ENSUEÑO I ~n un jardin me hallaba pleno de extrañas flores y de arboles exóticos; marmóreos surtidores Levantan en la fiesta de rayos matinales La irisada columna de sus limpios cristales. De pronto ví una joven de belleza extrahumana Que lava en una fuente que entre céspedes mana; Era la mÚs hermosa joven que ví en la vida y á mis ojos atónitos era desconocida (Desconocida, empero ... la conocia tánto!) Lava una blanca tela y entona un raro canto: " Corre, agua de la fuente, corre abundante y pura y deja como nieve mi blanca vestidura" Acércome y la digo entre atrevido y blando: " ¿ MaravíIJosa niña qué estas ahí lavando? ., Y ella responde al punto con voz solemne y baja: " Prepárate, lavando estoy ya tu mortaja ". y al decir las palabras que el ánimo estremecen .Jardin y fuente y dama de pronto desparecen. 4 -- s o - II y me encuentro de súbito en un bosque intrincado A donde el rayo nunca del sol ha penet rada. Avanzo y me extravio por esa selva obscura Cuando escuchar paréceme en la densa espesura A lentos intervalos como los golpes roncos Del hacha que derriba los formidables troncos; Avanzo, y á ver llego ent~c una fronda umbria A la joven muy hosca ma:; bella todavia Que con una hacha fúlgidaderriba un tronco en tanto Que acompaña sus golpes con este extraño canto: " Corta acerada hacha, corta el tronco más duro Que quiero fabricarme un ,:ajón bien seguro " "¿Para qué bella dama preparas la madera? " A la jóven á un tiempo tan hermosa y tan fiera Acércome y pregúntole con intensa inquietud, LI Prepárate, me dicc, que !.1bro tu ataÚd, " Yal decir las palabras que el anímo estremecen La dama, el hacha, el bosque de pronto desparecen ... III y víme transportado á un párano sombrio, U n yermo desolado y gélido; de fria y de pavor sentia apreso el corazón Ante aquella siniestra y honda d¡:solación; Avanzo y luego veo en la llanada escucta Una blanca figura que con una piqueta Cava y cava en el suelo; allí lT..e acerco al punta y advierto ¡cosa rara! que es ella todo junto 51 Una mujer hermosa y un horrendo espantajo, Que con un canto lúgubre prosigue su trabajo: "¡Cava, piqueta mia, una fosa bien honda Que para siempre el cuerpo de mi adorado esconda! -¿Qué haces? la pregunto con trémula pavura: " - Prepárate, me dice, cavo tu sepultura - l'. Yal oir sus palabras me contemplo sujeto Por los dos descarnados brazos de un esqueleto y entre esos brazos h6rridos y para siempre inerte Me sepulto en los senos profundos de la muerte! " LA CONDESA PALATINA (HEINE) La Condesa y su doncella El Rin van cruzando solas En un esquife; la luna Alumbra las crespas ondas y los vientos de la noche Lúgubres soplan y soplan ... iAy cuán triste es el nadar De los muertos en la sombra! II De repente de las aguas Emergen extrañas formas, Van bajando por el rio Fúnebres y silenciosas, Luego al esquife se acercan Como en fantástica ronda. iAy cuán triste es el nadar De los muertos en la sombra! 5+ III La doncella va re:l1ando, La condesa con voz sorda Dice: "¿ V es sicte cadáveres Que nadando nos acosan? Fueron siete caballeros Rríllantes de amor y gloria, Juráronme fé constante y despues de dulces horas Los hice arrojar al rio Para que su fé no rompan ... " Ay! ; cuán triste es el nadar De los muertos en la sombra! IV Lanza al viento la condesa U na carcajada ir,)nica Que repercuten los ecos De las montaÍ'ías remotas, Los nadadores se ~rerguen Si nies tras sobre las alas, Alzan las crispada:; manos Cual para jurar y tornan Hacia la condesa Jutta Las pupilas vidrïm:as ... i Ay cuán triste es d nadar De los muertos en la som bra! EL CASTILLO DE LAS AFRENTAS (HmŒ) ¡Jardin maldito! En él ni un sitio habia Donde no hubiese sido yo ultrajado Por unos labios rudos hoy, mañana Por unos frescos labias sonrosados; j Jardin maldito! Allí los surtidores Secos esta ban siempre aunque en su mármol Que no refrescó el agua, muchas lágrimas H ubiesen de mis ajas chorreado. Talvez por las odiosas avenidas Vientos de muerte y maldición pasaron; Las violetas enfermas se ocultaban, Las rosas se morian en sus tallos, El ruiseñor callaba tristemente Como transido de invencible espanto, Por que allí un ceo malicioso habia Eco falaz, sardónico y extralÍo Que un canto al repetir ó una palabra Le daba siempre un mal significado y el viejo regalÍon, el hosco Bóreas P asaba por doquier refunfulÍando. ¡Jardin maldito! En él ni un sitio había Donde no hubiese el corazón sangrado )(j- Al insulto, al oprobio, al vilipendio; ¡Jardin maldito! Pronto el renacuajo Recogió las calumnias y las dijo A la víbora y ésta al sucio sapo y toda aquella impúdica ralea (Como sucede en semejantes casos) Con una suerte de placer maléfico Por doquier mis afreo',as pregonaron. Tambien á veces en las kntas tardes Paseando en el glácis ¡:olitario Donde á morir acuden impotentes En pleamar las olas de.'. mar Báltico, Me entregaba á salvaje!: fantasias Las vastas lontananzas contemplando; Mi alma como el mar, !;Us tempestades y su espumar rabioso)' desatado Sentia, é impulsos de tender el vuelo Como un alción por el inmenso espacio y para siempre del fatal Castillo De las Afrentas alejarm'~ rápido. Pero mi furia y mi espumar rabioso y mi anhelo y mis ansias cran vanos, Impotentes como esas crespas olas Que gol pean las rocas de basalto Cuando alza hasta los muros del castillo En pleamar sus aguas el mar Báltico; y contemplaba con letal tristeza Cruzar las aves por el ancho espacio y las hinchadas velas á los léjos A felices regiones navegando i Mientras que yo, infeliz. permanecia Al Castillo maldito encacicnado! DON RAMIRO IHEll-:r·:) , Don Ramiro le dice " Mi amor, único Mas que la vida y Has pronunciado J á DoÍla Clara bien de mi existencia, que los ciclos cara,' mi mortal sentencia. A otro aceptaste; ingrata desdeñando Mi pasión, decidiste de mi suerte, Al dar el si fatal á Don Fernando Sin compasión me condenaste á muerte. Doña Clara responde: " Don Ramiro, Cruëles tus palabras como el Hado Son, que se opone á cuanto amante aspiro y nos ha para siempre separado. No lo quiso quizás nuestro destino! Resignémonos, pues, esa as la vida; A otras hallarás en tu camino, Don Ramiro consúelate y me olvida! - ;8 .Tambien Mas nos Como al Valiente, mi coraz6n de pena estalla, separa un insondable abismo, Moro venciste en la batalla ahora, véncete á ti mismo, y empéí1ame tu fé de caballero De que me cumplirás io que te digo: " Ven maí1ana á mi fiesta, yo lo quiero Ven á mi boda y bailarás conmigo .• , " Iré! " dice R3miro en voz que deja Comprender el dolor de su alma fuerte, " Te lo juro! " repíte!é~ y se aleja Mudo y fatal cual condenado á muerte. Il A la caricia de auras estivales y del Tajo al rumor lejano y quedo Brillan en los fulgores matinales Las altas torres de la grLn Toledo. La ciudad se engalana con la pompa Esplendorosa y regia del pasado y el aire asorda el toque ,je la trompa A campanas y músicas mezclado; L3 capital A celebrar Las bodas y la muy alegre despertando cual cumple se prepara, del muy noble Don Fernando noble y bella Doña Clara. 59 A los dos un innúmero gentio Con flores y con plácemes agobia, y es de admirar del novio el garbo y brio y la dulce hermosura de la novia. La bendición nupcial ya recibida, Don Fernando á las damas y señores, A una fiesta magnífica convida En la rica mansion de sus mayores, Tocan las arpas, vibran los timbales y cada cual con regocijo ledo Se prepara á unas fiestas nupciiiles Cual nunca ha visto la imperial Toledo. III N ache de fiesta; el señorial palacio De Don Fernando brilla como el dia y llena alegremente el ancho espacio De músicas y danzas la armonia. Las parejas con trajes de colores Luciendo joyas y vistosas galas Gayas y perfumadas como flores De amor y de placer, llenan las salas. Bajo un dosel de seda Don Fernando A Doila Clara en íntimas delicias De dulces notas al arrullo blando Dice frases de amor que son caricias. 60 De pronto Doña Clara vé una sombra Que en medio del salón, lenta se avanza El negro duelo de su traje asombra Entre los tonos claro 5 de la danza. A Don Ramiro vé, sombra macabra Que se acerca y la dice sin testigo: " Cual yo la cumplo. cumple tu palabra Del sitial baja y bailarás conmigo ", " Bajo, ., responde Doña Clara, y baja: Doña Clara enlazada á Don Ramiro, Con las otras parejas se baraj a, De danza alegre en el radiante giro. IV La música ensordece, Clara ardiente Le dice: " ¿á qué ese fúnebre vestido? " Don Ramiro respondl~ solamente Con sorda voz: " j tu misma lo has querido ~ " Sigue la danza y Doña Clara advierte Que Ramiro está helajo y aterido y le dice: "estás fria cual la muerte" y él responde: " i tu misma lo has querido ~". " Véte, dice, tu voz me causa miedo Cual si te hubieras del sepulcro huído ", y ella responde misterioso y quedo Como siempre: " i tu misma lo has querido! ". -- 61 - ., ¡En el nombre de Dias, yo te conjuro! ,. Grita Clara y entóncc en raudo giro Como filtrado en el espeso muro Desparece de súbito Ramiro. Desvanécese Clara y alarmados Don Fernando y la absorta concurrencia, Logran con sus solícitos cuidados V oloverla poco á poco á la existencia. Cuánto el asombro fué de Doña Clara Al comprender que ni un solo momento Desde que el baile principió, dejara De Don Fernando alIado, su alto asiento, ¿Todo fué una visión?: Dice Fernando, la turbó, Pues ya se recobró, siga Mas Doiía Clara atónita " ¿ Dónde esta La vista inquieta Con extrañeza y con pausado "tal vez la orquesta no empece la fiesta ", parece : Don Ramiro? " dice y gira entorno, " ¿ en dónde, en dónde? " Don Fernando mira acento la responde Mientras un fuego de repente arde En sus ojos irónico y sombrio: " Señora, antes del baile, por la tarde Don Ramiro fué muerto en desafio ". LENORA (BÜRGEH; Lenora despierta y exclama llorando: Oh madre, ¡qué tristes han sido mis sueños! Guillermo, mi amado se fué y no retoma Acaso me olvida ó acaso habrá muerto. Ya pasó la guerra, los bravos soldados Que el Rey Federico llevó, ya volvieron Despues del asedio de Praga, tan sólo, iTan sólo mi amado GuiHermo no ha vuelto! - Consuélate, niña, le dice la madre del cielo. - El cielo es impio, responde Lenora Pues me ha arrrebatado mi amado Guillermo. y acata los fallos supremos "- No blasfemes, hija, temblando la madre Le dice, Dios pronto te dará consuelo. - Dios ha torturado mi alma, es injusto j Dios á los humanos dolores es ciego! Ven al templo, dice la madre angustiada, Ven que el sacerdote te dé el sacremento. - La hostia es amarga ceniza á mis labios, La hostia no vuelve la vida á los muertos ... - Arcanos al hombre de Dios los designios, No los juzgue nunca tu audaz pensamiento. - A mi no me importan ni Dios ni sus fallos Sin mi amado, itodo para mi es infierno! Fiera, inconsolable, sola con su pena Lenora se agasta cual flor ciel desicrto; Su dolor rechaza todo lenitivo y asi pasan dias y asi pasan tiempos ... La nicve desciende cual blanco sudario Es una callada noche del invierno, Lenora cual siempre doliente, inmutable Sola con su pena vela en su aposento; Oid! ¿qué ruïdo perturba la calma? ¿ Acaso el gemido lúgubrc dd viento? N 6; son las pisadas de hem:do caballo Que galopa y viene de lejos, de lcjos ... Se pára á la puerta, desciende el ginete Suenan sus espuelas en el pavimcnto, y Lenora siente tocar á la pucrta . y de voz amada reconoce el eco . . - Despiérta Lenora, amada, despierta! - Dios Santo; qué escucho! por ventura Eres tú Guillermo ... tan tarde ... ¿supiste Acaso mi intenso, mi incurable duelo? sueño? ·.-- 65 -- Ven á mi y partamos, la noche es propicia, Propicia á mi viaje la noche de invierno La suerte lo quiere ... partamos, partamos, ; Relincha impaciente mi caballo negro! - Nó, amado, la noche me aterra, está fria Entra y celebremos nuestra boda luégo, l~ntra y que te abriguen mis brazos amantes Mientras fuera sopla desolado el viento ... - Vístete tus galas de novia y partamos La suerte lo quiere ... penetrar no puedo, • Recorrer es fuerza muchas, muchas leguas Hasta donde se halla de nupcias el lecho. - Pronto la campana tocarÚ las doce Llegar esta noche, mi amor, no podremos ... -- Esta misma noche llegarás; mu y raudo Galopa el alado corcel de los muertos! - ¿ y todo esta listo? Todo, amada mia; La mansion segura, pero angosto el lecho, Seis planchas tan solo, muy triste y muy fria Pero allí se duerme con profundo sueño. Lenora se viste su traje de novia y á la grupa salta, veloz como el viento Galopa el caballo; de sus cascos brotan Al herir las piedras, chispas y destellos. Galopan, galopan! casas, prados, bosques Atras van huyendo muy léjos, muy lejos, - j H urra amada mia, la pálida luna Alumbra el galope fatal de los muertos!. .. " 5 --- 66 Lanzando á intervalos a¡;gural graznido Por los aires cruzan bandadas de cuervos, - ¿ Los muertos no teme,? i cuan rápidos corren! i Ay amado mio, déja enJaz los muertos! Oyense á distancia doblar las campanas y en las sombras pasan pausados entierros, - i Ah de los dolientes! cantad mis salmodias, Que esta misma noche desposarme quiero! Dice el caballero y una cU'cajada E~tridente y ronca repiten los ecos, Luego todo pasa, desparece todo Delante se extiende sin till el desierto, Esfumado en sombras, fantástico, vago Flotando en las nieblas cual nave sin puerto, y corre ci caballo, de sus cascos brotan Al herir la tierra chispas y destellos. Luego á un lado y otro vénse montes, bosques y luégo ciudades y páramos luego - i Hurra y adelante! ¿ los muertos no temes? i Ay! i amado mio, deja en paz los muertos! De un llano en el medio ;e eleva un cadalso y giran en torno cien bultos siniestros, - iJ a, ja! com pañeros seguidme esta noche i Venid y en mi boda bail1reis frenéticos! Zumba en sus aidas como un torbellino De agostadas hojas que arrebata el viento, Galopa el caballo; de sus cascos brotan Al herir la tierra chispas y destellos. La luna, los cielos, los aires parecen Lanzarse al vacío con horrible vértigo. i H urra! i cuál cabalgan los muertos, Lenora - Deja, amado mio, por piedad los muertos! - Ya el canto del gallo se anuncia, adelante! Aprisa, caballo, la aurora presiento, La adorada mia cansada desea Dormir de sus nupcias por fin en el lecho. De súbito paran ante una gran puerta N egra y funeraria como un mausoleo, Los gonce s de hierro rechinan, la luna Alumbra un callado, triste cementerio. Lenora temblando se vuelve á su amado gentil caballero. i Horror! ve que ciñen sus brazos amantes Solo un descarnado, lívido esqueleto! y en vez del gallardo, El caballo negro relincha furioso, De sus cascos brotan sulfúreos destellos Al herir las piedras ... luégo desparece y todo es espanto, tristeza y silencio. Abierto un sepulcro comtempla Lenora Allí reconoce su fúnebre lecho, Su noche de boda sera noche eterna ... i Cuán tristes cabalgan de noche los muertos! EL CAZADOR MALDITO (BÜRGER) En los montes y en los valles, ora alegre ú ora grave, Resuena el cuerno de caza del poderoso Margrave. Sús! los bosques y los llanos alegres monteras llenan y los ecos de sus cuernos por los ámbitos resuenan. La campana de la iglesia llama en vano á la oración El Margrave va de caza de su ronco cuerno al s6n. [deras Cuando llega á un sitio agreste do confluyen dos senPor los dos opuestos lados á él vienen dos caballeros: El de la derecha es blanco, de dulce mirar y apuesto, Negro es el de la siniestra como un augurio funesto; Este dice en voz cortante como una daga; " oh señor Nada hay ni en cielo ni en tierra á la caza superior. El placer es ley suprema, avancemos y salúd 1 " El de la diestra responde con dulce voz de laúd: - iO-" Hoy vedada esta la caza; hoy cs dia consagrado Al Señor, id á la iglesia fervoroso y prosternado. " " N 6, dejemos á los monjes rezo, misa y letani a y que siga de la caza la frenética alegria", Replica el de la siniestra y elrvIargrave su corcel Espolea y adelante! sigue ell'ápido tropel. " ¿ Quién por rezos mujeriles puede la caza dejar? " Batidores y montcros, adelan':e y á cazar! Van galopando por valles por montes y por oteros [ros; y siempre del conde al lado marchan los dos cabalIeAl fin de entre unas malezas que medio oculta un barSúbito salta á su vista un enorme ciervo blanco, [ranco ¡Adelante y á la pieza! iadelante! los caballos Atropellan un mendigo con SIlS acerados callos, El Margrave no se pára, i ade] ante! nada importa, Es el placer muy intenso y es la existencia muy corta. Dorado por los efluvios de tibio sol otoñal Se 'presenta ante sus ajas un (,ndulante trigal, dice al conde: i oh seÚor, éste que veis Es el pan de muchos pobres, por piedad no lo agos[teis J y cllabrador El jinete de la diestra suplica: tened piedad y el de la siniestra grita: isin escrúpulo avanzad! - Oh labriego despreciable, aparte Ó te aplastará El casco de mi caballo que tu campo invade ya! " y cual ráfaga de invierno ó enhambrecida langosta La mesnada el blondo campo, invade, tala y agosta. Donde era ayer abundancia y fruto de bendici ón Es ahora yermo erío de ruina y desolación Atraviezan campos, rios; en su carrera parece [Ieee; Que el gran ciervo blanco agota sus fuerzas y desfalLe sigue ávido el Margrave con sus perros y monteras y siempre del conde alIado galopan dos caballeros. En esto el ciervo penetra por enmedio de un rebaño Yel pastor dice temblando al conde; " no me hagai s [daño. Este rebaño es el sólo bien de una probre vïuda, De huérfanos infelices único sosten y ayuda ". El jinete de la diestra suplica: tened piedad y el de la siniestra grita: " ¡sin escrúpulo avanzad! - Aparta, perro importuno, aparta ó te aplastará Mi caballo que el rebaño mísero devasta yá. Como si hubiera llegado banda de lobos hambrient Del rebaño sólo quedan tristes despojos sangrientos. os Atraviezan llanos, bosques; en su carrera parece [lece; Que el gran ciervo blanco agota sus fuerzas y desfal y por buscar un refujio el ciervo se precipita Zn el recinto sagrado de una solitaria ermita, El santo ermitaño dice al empedernido conde: - En el asilo de Cristo la pobre bestia se esconde, --- T~ -Respetad de Dios la ermita, respetad este lubar, N o mancheis con esa sangre de los santos el altar, Si seguis en vuestra furia de la pobre bestia en pos, ¡Oh poderoso Margrave, os podrá castigar Dias! El caballero de blanco suplica: tened piedad y el negro con ira grita: i sb escrúpulo avanzad ~ - i Santos ó nó nada importan Si no te apartas, mendigo, ni tu gruta ni tu altar, mi corcél te vá á aplastar! Audaz avanza y su rabia con cI sacrilejio crece ... En ese mismo momento súbito desaparece Todo: ciervo y eremita, caballeros y santuario Todo se ha desvanecido y el Margrave solitario Se encuentra subitamente en un páramo sombrio Perdido, solo, en tinieblas temblando de espanto y frio; ¿ En donde estan sus monteras Ensaya el cuerno ... ¡silencio! i' sus batidores ¿ en dón[de? ¡nadie a su acento res¡ponde! Todo se halla silencioso como abandonada tumba, Solo el viento del crío lastimosamente zumba ... Pero luégo en los connnes de la obscura lejania Escucha los alaridos de una rabiosa jauria, [avanzan y vé grandes perros negros que entre las sombras y sobre él como á su presa deVOl'lldores se lanzan. - 73 --- y huye y huye y la fantástica batida sigue incansable~ H uye y huye y la jauria va siguiendo al miserable A delante en pos del Conde y con perseguir eterno Corren con vértigo horrible los sabuesos del infierno, ¡grave y en los montes y en los valles con són lastimero y Res uena el cuerno de caza, de la caza del Margrave, y despues de años sinnúmero por las noches todavia Se oye ladrar á lo lejos la diabólica jauria, [mente senderos por donde él cazó incleLos perros negros dan caza al Margrave eternamente. y por los mismos ,LA CONCIENCIA (V. HUGo) Bajo cielos adustos y por desiertas rutas Cubiertos çon las pieles de alimañas hirsutas Con sus hijos iba Caín, La noche sorprendi6Ies en su medrosa huída. " Padre, dicen los tristes al hosco fratricida Descansemos aqui por fin. " Era en los lindes últimos de N ad, comarca extraña y todos se tendieron al pié de una montaña y todos duermen menos él, Menos él que las sombras explora ... de repente Vé en los cielos un ojo que mira fijamente, iQue le mira airado y cruë\! A sus hijos despierta y en hondas agonias Andando treinta noches y andando treinta dias Llegan á las tierras de Assur, y cuando se preparan á descansar, levanta Caín la frente lívida: el ojo que le espanta Siniestro brilla en el azur. Jubal el que cautiva it las hembras incautas Con el soplo mel6dico de las primeras flautas Con Jabel alza un aduar, Zilla á la tienda llega donde Caín se oculta, " - ¿ Lo veis? " "- Si ", dice el mísero y en las manos La faz, " j lo veo sin cesar! " :sepulta Llama á Irad el fornido que en los desiertos medra Donde caza á los renas con sus lanzas de piedra, Para que un ITiuro erija audaz; Toscos bloques granític05 se amontonan: " seguro Estareis, padre, " dice" detras del recio muro: ., i y el ojo allí brilla tenaz! Tubal Caín sus forjas dispone y al precario Hombre arma contra el u:o y el oso cavernario, Las tri bus guerrean y ya está Vengado Abel; vengado ~;jete veces sententa, La tierra es una pira y ur.a charca sangrienta Como vasta of-enda á J ehová. Haciendo immensa copia de rocas y de bronces Los cimientos de Hcnochia se principian entónces y la titánica ciudad Se extiende poco á poco por la vasta llanura y sus muros cicl6peos son una masa obscura Que entristece la inmensidad. Para alzar la muralla que la ciudad circunda Trescientos años dieron el cuello it la coyunda Las tribus de Seth, Cainán y En6s, y Tubal gravó en bronce:; una incripción tremenda Sobre la inmensa puerta con esta audaz leyenda: i Se pl'ohibe la entrada á Dios! - - 77 --Enmedio del recinto y alta de cien toesas Se eleva ingente torre de murallas espesas y allí Caín se refujió, Allí busco un asilo contra el eterno enojo Zilla llega y le dice" ¿ no desparece el ojo? " Trémulo el viejo dice: j N <Í ! ~~ i Scpultádme, ocultádme cicn piés bajo la tier. Cavan fosa profunda y el réprobo se encierra [ra! " Allí para el tiempo sin fin; Mas en aquella mmba de sombra perdurable De la tierra en los antros, el ajo incxorab le Mira eternamente il Caín [ CAMINO DEL INFIERNO (BAUDELAIRE) Hermoso el rostro, altiva la mirada Fulminadora aún de amor y estrago, La siniestra en el pomo de la espada, Don Juan prosigue su fatal jornada Sobre las ondas del Estigio lago. Sigue la barca de CarÓn, hendiendo La fúnebre corriente, á su destino ... Una estátua el timón va dirijiendo, Es el Comendador que hosco y tremendo Al fiero seductor marca el camino. Desceñidas las blancas vestiduras, El seno henchido que de amor suspira, Mujeres de gallardas aposturas Se agrupan, seducidas hermosuras, Entorno á la doliente Doña Elvira. --- go -Víctimas de pasión inÍortunada Aun guardan á Don Juan su amor eterno, y él, impasible y sin pensar en nada, Al viento lanza alegn: carcajada y prosigue camino dd infierno! LA BLIOTECA ( ROLLI:-<AT) Gabinete de extraña arquitectura; Negras cortinas; la mullida alfombra Apagaba el ruïdo; fria, obscura Todo era en ella soledad y sombra. Dormian con los libros misteriosos Plenos de horror, de sombra, y de secretos Los viejos pergaminos polvorosos En los negros estantes siempre quietos. Trece pálidas lámparas que ardian Con espectral fulgor la iluminaban: Trece góticas sillas me atraian, Trece mudos retratos me miraban. Sondeaba Desde su La vácua Turbada una noche entristecido alta ventana, con pavura inmensidad; ningún ruïdo el reino de la noche obscura. G - 82-Pero en medio al silencio, de repente Un terror inYencibl~ mi alma agita: i Dió trece canpanaclas lentamente El reloj de la CÚmara maldita! LA NOCHE DE DICIEMBRE ('\'1 lJSSET) EL POETA En tiempo en que era estudiante Una noche vigilante Quedéme en sálón lejano, Cuando {¡ mi muy semejante Un pobre enlutado ni1'ío Se me acercó con cari1'ío Como si fuese un hermano. Su rostro era triste y beIlo y al moribundo destello De mi lámpara, leia En mi líbro, contemplando Mi rostro de cuando en cuando Con honda melancolia. Siendo adolescente estaba U n dia en la selva brava y ví cerca á un tronco anciano, y bajo las ve::des copas Un jóven de negras ropas El cual se me asemejaba Como si fuese un hermano. Al decide qu~ el camino Me señalase, 3.mi vino Con un ramo y un laúd y me mostró el horizonte Mas allá del alto monte Que guardó mi juventud. En la edad de los amores Lloraba acerbos dolores Buscando cor.suelo en vano, Cuando vi en negro vestido U n hombre Ú mi parecido Como si fues'~ un hermano; Estaba mustio y doliente y miraba fijamente MostrÚndome con empeno El cielo, mientra empuñada Tenia fulgent'~ espada ... Luégo huy6 como un ensueño. Años despues en la orgia Levanté la co')a un dia Con libre gesto liviano, y frente á ser tarse vino Enlutado libertino El cual se me parecia Como si fuese un hermano. ,- bS --- Bajo su manto ocultaba La regia grana y llevaba Un seco mirto en los brazos Me miró como á un amigo y al ir á brindar conmigo Rompió mi copa en pedazos. Anos mas tarde, de hinojos Ante los yenos despojos De mi padre sollozaba y vi un huérfano enlutado Igual á mi que á mi lado Como un hermano velaba; Ambas manos sobre el pecho En triste llanto deshecho, En tierra roto ellaÜd, La espada y la negra capa Cruzadas sobre la tapa Del solitario ataÚd. Mis recuerdos reconcentro y doquiera que me encuentro Sombra amiga me ha prestado, Es un extraño fantasma Que me admira y que me pasma y siempre veo á mi lado. Cuando en busca del olvido Mi espíritu entristecido, Férvido al mundo se lanza Incansable en su carrera Buscando por donde quiera Vestigios de una esperanza, - 86 De Florencia en los palacios, Do se alzan á los espacios Los Alpes, en el Leman, En los verdes limoneros De Génova, en los senderos Que á Saboya fama dan, Donde el Rin su:; ondas riza, En la sonriente Niza, Ante el oceáno enático, En Ve necia fren'e al Lido Donde con sordo gemido Viene á morir el Adriático, Doquier que en pos de un remedio A mi insoportab:e tedio Huir quise de mi mismo Sintiendo, ya indiferente Cada vez más he ndamente Hundirme en m: propio abismo, Doquier que como el cordero En las zarzas del sendero Deja su blanco vellón Mi alma en la prueba tremenda Ha dejado en cacia senda Girones de una ilusión, Por doquier que peregrino A la orilla del ca :nino Me he sentado á sollozar, y arrastrando mi fatiga Quise en la tierra enemiga Para siempre de~cansar, Por doquier que las cadenas Quise romper de mis penas y en mi dolor inhumano Dormir el sueIÍo postrero, Mi enlutado compaÍ1ero Vi alIado como un hermano! ¿ Quién eres, huésped silencioso y triste De todos mis instantes? ¿ Fúnebre amigo, el que de negro viste A do llevas tus pasos vigilantes? ¿ Quién eres pues? N o el ángel de mi guarda Pues nos me apartas del fatal camino Donde el dolor me aguarda; Veinte alÍas ha que sigues mi destino, y aun hoy no sé siquiera Cuál es tu nombre. Explícame quién eres ¿ Te manda Dias de la celesta esfera A ser en mi carrera Testigo de mis penas y placeres? Te apareces tambien en esta hora De la noche fatal; el viento zumba y en honda soledad aterradora Ante mi lecho, como helada tumba Doliente el alma llora De la amada mujer la inconsecuencia Viendo con lentitud, hora por hora Desgarrarse' un girón de mi existencia. Del amor las reliquias recogiendo En mortüorio paIla, La realidad con despertar tremendo Me hacia comprender para mi daño - 88 Que era yo una ruïna Do crece del olvido la maleza, y recordando mi pasión divina Lloraba á solas con mortal tristeza. Más en la noche silenciosamente Cual sobre blanda alfombra Atraviesa la estancia de repente Una fúnebre sombra; Se sienta sobre el borde de mi lecho, De hito en hito me mira, Con ambas manos apretando el pecho Desolada suspira, ¿ Qué buscas? Dí, ¿ quién eres sombra errante? ¿ O eres sólo un ref1ej o De mi agastado y lángcido semblante En el cristal profundo de mi espejo? ¿ Quién eres, mudo espectro de mi mismo? ¿ Viajador incansable, qué deseas? ¿ Porq ué siempre paseas Por los tristes senderos de mi abismo? Visitador perpétuo, h uésped triste A quien nada se c;conde De cuanto por mi mal surge ó existe, Por qué siempre en la tierra me seguiste? ¿ Qué me quieres? i Respónde! LA VI~;ION Say tan s610 un peregrino Que comparte tu camino De la vida en el 2.rcano ; -- 89 -Soy compañero del hombl'c y tú me has dado mi nombre Cuando me llamaste hermano No soy ángel de tu guarda, Mas mi protección te aguarda En tu jornada fatal, y te seguiré hasta cuando Vaya á sentarme llorando En tu piedra sepulcral. Ven pues á mi cuando implores, Pues yo ofrezco á los dolores La suprema caridad, Soy tu compallero, hermano, Mas no te daré la mano Jamás: soy la Soledad 1 EL LEBREL DE MAG NUS (LECOl'iTE DE LISLE) I Viejo ya, pero recio como encina Cuenta el burgrave Magnus ochenta años y sabe que á la tumba se avecina; Con ademánes ásperos y huraños A largos pasos el salan recorre De vetusto castillo que los daños Mal resiste del tiempo y cuya torre Se mira en el espejo retratada Del Rin undoso que á sus plantas corre. Allá en la juventud con su mesnada Por ánsia de botin más que por celo Marchó de Barbaroja en la cruzada; De Palestina en el sagrado suelo Taló, robó, violó la gente aquella Conquistando el infierno más que el cielo. Por muchos años se perdié su huella, Su tropa pereció, pero él potente Venció al tiempo, á los hombres y á su estrena. Después de sesenta ailOs, d~ repente Una noche levántasc el ras:rillo y él aparece misteriosamente: No viene del guerrero con I~lbrillo, Ni es peregrino de la tierra santa Que con burdo sayal vuelve al castillo ... Ninguno á recibirle se adelanta y como una visión de la otra vida A monje y siervo su presencia espanta. Desde la vieja almena derruida Mansión del buho, hasta lo:; hondos Del subterráneo, vaga sin rr:edida; senos Le acompañan tres mudos sarracenos, Tres compañeros de su vida impura, Torvos y al mundo, al perecer, ajenos. Flota un soplo de espanto y de locura Sobre el cruzado y su mansión maldita Que nadie vé á lo lejos sin pavura. Como un espectro que el terror agita Magnus recorre su salón, entanto Que el seco tuero en el haga: crepi ta; Es noche de borrasca y negro espanto: Ronco del viento escúchase (:1gemido O de una ave agorera el trist8 canto, -- 93 --U n gran lebrel de Siria, enflaquecido y hosco, ante la pesada chimenea Parece en vagos sueños sumergido. Furioso temporal fuera aletea y un torbellino gélido de nieve En las ventanas sin cesar golpea; Mas nada al viejo empedernido mueve; Le azota una tormenta más sombria y su pasado á confrontar se atreve y mientras que el recuerdo desafia El gran lebrel, medio cerrado el ojo En la penum bra, irónico, le espia; y los tres sarracenos, de su enojo Asiduos é implacables compañeros Lanzan de su mirada un fulgor rojo. El amo, el perro y los esclavos, fieros y mudos, en la noche aterradora Parecen aguardar fallos severos; Parecen aguardar, reparadora De algun horrendo crímen la sentencia y el viejo evoca en tan siniestra hora El pasado fatal de su existencia: II Al oriente de Tarso un caballero A los quemantes rayos que el sol lanza, Vestido todo de bruñido acero - 04 Por el desierto ilimitado avanza Sin mas amigo ni égida ni guia Que su caballo, escudo, e~;pada y lanza, Nada se advierte en la ext~nsión vacia, Se han ido los cruzados que formaron AI César de Suabia campa ñia, Otros en Ptolemaïs se juntaron Al rey Plantagenet y otro~; su huesa Ante la gran Jerusalem ca\faron ; Solo Magnus prosigue en la árdua empresa Soñando una diadema dcl oriente Para su sien de la ambición apresa; Es fuerte y jóven, su pasión ardiente Le hace buscar extrañas aventuras y avanza en los desiertos audazmente; Presintiendo de un pozo IDS frescuras Su caballo galopa; ya al ocaso Desciende ci rojo sol de las llanuras; Al fin detiene el vagabunde paso : Ha encontrado una fuente :r ha bebido, Luego se tiende á descansar al raso. Pero ¿qué extraÚo, asordadJr ruído En el vasto silencio del desierto Viene en la noche á golpear su oido? ¿Son chacales que rondan? ya despierto Ve Magnus una nube polvorosa y oye un tropel unánime é incierto, -95iSon los beduinos \ furibúnda acosa La banda al bravo duque y cae inerte Qt:ien primero acercarse á Magnus osa; Es larga la refriega y es á muerte Pero vence el cruzado ... en adelante La banda tiene ungefe audaz y fuerte! i Horror y oprobio! El caballero errante Ha olvidado su fé, su honor, su tierra y el albornoz ciíiendo y el turbante, La Siria toda con su nombre aterra y duerme bajo tiendas carmesíes Despues de las fatigas de la guerra, De Hedjaz y de Circasia las huries Forman su harem, deslumbrador acervo Son sus piedras preciosas y sequies, De sus pasiones miserable siervo Le impelen sin cesar y el forajido Se exhibe en cada crímen mas protervo, Su nombre En vértigo y cnmedio Le inspira y religión hechó al olvido espantable el Renegado al fango impuro en que se ha hundido el Diablo el último atentado. fIl En las ásperas faldas del Carmelo Un convento de monjas se levanta Como una blanca tumba bajo el cielo; -- 96Erigió Godofredo aquella santa Mansión y Salah-:~d-Din ha respetado Tánta pureza é inocencia tánta; Pero muerto el Su:tán, solo ha quedado De las piadosas vírgenes el nido Par la Vírgen purí:;ima amparado; jAy! pero ese refugio ha conocido Un rondador siniestro y como un lobo Por las tiernas ovejls atraido Acecha el monasterio; rapto y robo Medita con diabólica malicia Aquel hambriento y lujurioso lobo. Del éxtasis divino en la delicia Viven allí cien monjls obedientes A su abadesa jóven, Sor Alicia; Hija de los gloriosos descendientes Del príncipe Baheme,ndo de Antioquía Halló al nacer los hados sonrientes, Dicha, riqueza, halagos á porfia Todo lo abandonó por el divino Amor que en su almo corazón ardia_ Fervorosa el oficio vfspertino Ofrecia una tarde; todo calla Yes paz en el santuario peregrino, Mas de repente entre la calma, estalla Horrenda griteria, qu,~ á lo lejos Finge el recio fragor de una batalla. - 97- Son degollados los guardianes viejos, El monasterio presa del pillaje; Del incendio á los cárdenos reflejos De Magnus penetró la horda salvaje y las cicn indefensas recluïdas Víctimas fueron de infamante ultraje. j Alicia! i Alicia! ¿dónde bendecidas Palmas habrá que amparen tu hermosura) Hubieras dado sin temblar mil vidas Por conservarte en tu inviolada albura, horrenda inocente, mas no pura; y ora infeliz, en tu desgracia Te encuentras Del torpe forzador allá en la tienda Te yergues y le miras de hito en hito y le gritas profética y tremenda: " Víctima ya de tu hórrido delito Perdida estoy, mas t(¡, monstruo execrable Para la eternidad estás maldito, Tu crímen castigar me será dable Cuando te llegue la suprema hora y por doquier mi sombra inexorable Te llevará, manchada y vengadora Al antro de Satan, de horrores lleno ... i Libre de tus abrazos véme ahora ( " Dice y toma una daga al sarraceno Que la custodia y rápida y resuelta La sepulta en la nieve de su seno. 7 - ~8- Oh impuro Magnus! desde enl6nce envuelta En sangriento sudaric,. ú cada instante La miras ante tí, blarca y esbelta, El tiempo pasa pero til constante Mente vez el espectro ensangrentado De tuS ojos de réprobo delante. y desde que tu lúbrico pecado Obligó á Sor Alicia ú darsl: muerte Vela un negro lebrel siempre á tu lado, y tres sombras fatídicas advierte Tu espíritu, tres mudos sarracenos Que espanto ponen en tu pecho fuerte ~ Harto de los países agarenos Magnus quiere volver 1ver un dia Del patrio Rin los márgenes amenos, y cierta noche entante< que sombria Del lebrel le persigue 11 mirada Despierta ... ¿ cs que su mente se extravia? ¿ No es ésta su mansión abandonada Hace ya sesenta años? ,:Quién le trajo? Lo mira todo y no comprende nada Busca por todas partes ·:on trabajo, Nadie ... en la torre no hay un ser viviente Tan sólo como lívido espantajo Los mudos y ellebrcl \c frente á frente. Se lanza contra ellos ... vano empeño Pues como en red fatíd: ea se siente Envuelto ('11 los horror'~s de su sueI1o. - 99- IV Del huracán al ímpetu violento El señorial castillo se estremece Desde la vieja torre hasta el cimiento; A cada instante Ia tormenta crece y Magnus, reclinado en lln escaño H undirse en sueños lóbregos parece. Qué horrible sueño! Allí, para su daño Se congregan las víctimas que han sido Presa de su pasión, su ira y su engaño. Monjes, turcos, mujeres que ha perdido, Judias degollados, sandios gira.n Entorno, contemplándole vencido; Parecen que se hablan y le miran y sus gemidos de infinito duelo Del viento entre las ráfagas espiran, y las visiones pasan con su vuelo De vampiro; en seguida se presenta La escena de los monjes del Carmelo. Su honda zozobra y su terror aumenta El lebrel que furíoso, en su mirada Vibra todo el horror de la tormenta. De promo ve á la bestia transformada En humana visión ... j es Ella, es Ella, Es Sor Alicia que le mira airada! -- 100 - y quc le dicc : " Magnus, desde aquella N ache de oprobio y m .Ierte, Dios me im puso Como expiación, seguir tu torpe huella AI crímcn de mi muece que me acuso, Tal el justo castigo del Eterno Pero él ya fin á mis tormentos puso. Arrepiéntete, es tiempo, ó el infierno Dará si n remisiÓn en (ste instantc A tu alma el castigo sempiterno! " Despues un sarraceno ye delante Sórdido, como engendro de codicia y voraz como hiena repugnantc Que dice con sardónica malicia: Soy parte de ti mismo ¿ me conoces? Pirata, expoliador; i so;, tu Avaricia ~ El otro, de unos ojos t.m feroces Que hiclan de terror á quien los mira A Magnus grita con rabiosas voces: Asesino, incendiaria: i:¡oy tu Ira! El otro, blando y cuya 'IOZ injuria El pudor y asco y repugnancia inspira Como el pecado que celeste furia Trajo sobre Pclttápolis, exclama: Impuro violador: i soy tu Lujuria! - Réprobo, terne la sulfúrea llama Dicen los cuatro, " i Nó l " responde fiero Magnus, " mi alma su valor inflama - 101- Ser hasta el fin como al principio quiero, Lo hecho eslÚ hecho, en ésta y la otra vida El Diablo ó Dios me encontrarán entero! " Dijo, el hogar cual boca maldecida Se abre y una gran garra ase al anciano ... Al pumo con tremenda sacudida Tiemblan roca y castillo y mame y llano, La torre se desploma abrumadora y se hunde con estruendo soberano. De entónce en los encombras y á la hora De la noche invernal, medrosa gente Oye siempre en la sombra aterradora U n gran lebrel que aÚlla tristemente. INDICE / EDGAR A. BÜRGER POE El Cucn·o ............... Ulalumc ............... ,. Las Campanas .... '" .. , . Fijas ........... Estrellas El Palacio Encantado .... El Gusano Vencedor ..... El Dorado .. '" ... '" .... Drcamland .............. 7 15 19 25 29 V. HUGO La Conciencia 33 37 39 63 69 Lcnora .................. E\ Cazador MaldilO ...... .•......... 7" BAUDELAJlŒ Camino del Inficrno ..... 79 ROLLl~AT HEI:01r¡ La Bibliotcca Maria Antonieta ... " .... La Evocación ............ EnsucílO ....... , .. , ...... La Condesa Palatina ..... El Castillo de las Afrentas Don Ramiro ............. 43 47 ..•...... '" SI MUSSET 49 La Nochc 53 55 5-I El Lebrel de Magnus. dc Dicicmbrc .. 83 " .. 91 LECONT¡'; DE LISLE