Diario del 30 de Julio del 2012popular!

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Rosario, lunes 30 de julio de 2012
D i a r i o
d e
D o c t r i n a
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Nº 54 - AÑO L
J u r i s p r u d e n c i a
e l d e r e c h o . c o m . a r
Rosario digital
SERIE ESPECIAL - Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario
JURISPRUDENCIA
Contratos Administrativos:
Suprema de Justicia de la Provincia, doctores Daniel Aníbal Erbetta, Roberto Héctor Falistocco, Rafael Francisco Gutiérrez, Eduardo Guillermo
Spuler, con la presidencia de la señora Presidenta doctora María Angélica Gastaldi, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados “Perlo,
Rafael Alberto contra Comuna de Bigand s/recurso contencioso administrativo de plena jurisdicción” (Expte. CSJ n° 306, año 1994), de conformidad con el acuerdo celebrado el día diez del corriente mes y año.
Requisitos de forma: carácter esencial; proyecciones sobre la validez y prueba del contrato. Procedimientos de contratación: regulación legal; fundamento; exclusión de la
discrecionalidad de la Administración.
A la primera cuestión –¿es procedente el recurso interpuesto?–, el
señor Ministro doctor Spuler dijo:
1 – La validez y eficacia de los contratos administrativos se supedita
al cumplimiento de las formalidades exigidas por las disposiciones
legales pertinentes en cuanto a la forma y procedimientos de contratación.
Relata que la presente acción “tiene como substractum un contrato
de obra pública –administrativo por excelencia– y conforme a la Orden
de Trabajo de fecha 9/1/86 procedió a confeccionar el Proyecto, Planos
de Construcción y Planillas, Pliego de Condiciones y Cómputos Métricos y Presupuesto Global del Proyecto correspondiente a la Obra de
Saneamiento de la Comuna demandada. Dice que el trabajo fue entregado en tiempo y forma y recepcionado de conformidad por las autoridades públicas; como así también, que la factura de honorarios profesionales, debidamente visada por el Consejo de Ingenieros, fue asimismo
conformada por la Comuna.
2 – La prueba de la existencia de un contrato administrativo se halla
íntimamente vinculada a la forma en que dicho contrato queda legalmente perfeccionado. Cuando la legislación aplicable exige una
forma específica para la conclusión de un determinado contrato, la
misma debe ser respetada pues se trata de un requisito esencial para su existencia.
3 – Las distintas formalidades de que se reviste la contratación pública constituyen verdaderas garantías para los intereses en juego,
tanto los públicos de la Administración como los privados de los
proponentes. Sólo cuando se configura alguna de las excepciones a
esta regla general, precisadas taxativamente en la ley, queda el
Estado autorizado a licitar privadamente o a contratar de manera
directa, pero la prescindencia del proceso previo de selección que
tales excepciones comportan no puede, obviamente, quedar librado
al arbitrio del administrador ni extenderse a otros supuestos que
no sean los que la norma legal prevé.
190 – CS Santa Fe, abril 17-2012.– Perlo, Rafael Alberto c.
Comuna de Bigand s/recurso contencioso administrativo de plena
jurisdicción.
En la ciudad de Santa Fe, a los diecisiete días del mes de abril del año
dos mil doce, se reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte
1. Rafael Alberto Perlo promueve recurso contencioso administrativo de plena jurisdicción contra la Comuna de Bigand tendente a
que se dejen sin efecto las resoluciones recaídas en el expediente 3108
ME, de fecha 8 de abril y 29 de abril de 1994 y emanadas de su comisión Comunal por estar viciadas de nulidad; y, en consecuencia, se
haga lugar al cobro de la facturación adeudada por los trabajos técnicos
realizados.
Sin embargo, sigue diciendo, a pesar de los pedidos de prorroga realizados por el señor presidente comunal al Consejo de Ingenieros para
hacer efectivo el depósito de honorarios, estos no fueron jamás depositados. Ante ello interpuso formal reclamo administrativo tendente al
cobro de la facturación adeudada, y no habiendo razones para oponerse
a su pedido, la Comuna de Bigand rechazó el reclamo en base a tres
motivos de orden formal: falta de constitución del domicilio real y del
domicilio legal del reclamante y falta de firma del mismo.
Dicha decisión motivó la interposición de un recurso de reconsideración, el que fue desestimado en reunión ordinaria de fecha 27 de abril de 1994 por considerarlo carente de sustento fáctico y legal.
Solicita en definitiva, se tenga por iniciado recurso contencioso
administrativo de plena jurisdicción contra la Comuna de Bigand, y
que “una vez producida la admisibilidad formal, se cite y emplace a la
demandada a comparecer a estar a derecho por el término y bajo los apercibimientos de ley.
CONTENIDO
CS Santa Fe
Contratos Administrativos: Requisitos de forma: carácter esencial; proyecciones sobre la validez y prueba del contrato. Procedimientos de
contratación: regulación legal; fundamento; exclusión de la discrecionalidad de la Administración (CS Santa Fe, abril 17-2012) …..................... 1
Civil y Comercial
Competencia: Pautas para su fijación; justicia en lo contencioso administrativa; criterios para delimitar su competencia. Contrato de Obra
Pública: naturaleza; incumplimiento; justicia competente (CApelCC Santa Fe, sala I, marzo 21-2012) …............................................................ 10
Pago: Por consignación: causales de procedencia; carácter enunciativo del art. 757 del cód. civil; pautas genéricas. Límite temporal de su
ejercicio: derecho del deudor de purgar la mora; alcances; la resolución contractual. Prueba de la negativa del acreedor a recibir el pago:
relevancia sustancial y procesal. Contratos: Resolución contractual: Requisitos; comunicación fehaciente y recepticia; alcances. Improcedencia
en caso de consignación judicial previa; fundamento (CApel.CC Rosario, sala I, marzo 14-2012) ….................................................................................. 6
Laboral
Contrato de Trabajo: Subcontratación y delegación: Art. 30 de la LCT; configuración; la relación de pertinencia técnica; las actividades
secundarias o coadyuvantes; Empleo no registrado: Sanciones; indemnización del art. 1º de la ley 25.323; caracteres; procedencia; supuestos
comprendidos (CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, marzo 19-2012 ) ….......................................................................................... 3
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2. Dictada por presidencia la admisibilidad del recurso interpuesto (f.
11), comparece la Comuna de Bigand (f. 23). Corrido traslado de la demanda (f. 28) plantea la nulidad del mismo (f. 30), recurso que es desestimado por el Cuerpo a f. 34.
En su responde a la demanda (fs. 37/40) el Ente público niega la totalidad de los extremos fácticos y jurídicos esgrimidos por la actora explayándose en el punto y desarrollando argumentos en contrario sobre aspectos
sustanciales en que se fundó la demanda.
Alega que nunca existió orden de trabajo alguna emanada de la Comuna
de Bigand para con el actor, por lo tanto no es cierto que éste haya procedido a confeccionar “el Proyecto, Planos de Construcción y Planillas, Pliego de Condiciones y Cómputos Métricos y Presupuesto Global de Proyecto”. Desconoce que se haya entregado el trabajo en tiempo y forma y que
este haya sido recepcionado de conformidad por las autoridades.
Dice además, que no le consta que la factura de honorarios profesionales estuviera visada por el Consejo de Ingenieros, pues jamás fue recibida
o conformada por la Comuna de Bigand.
Peticiona, en suma, que se rechace la demanda instaurada, con costas,
introduciendo excepción de arraigo.
Rechazada la excepción de arraigo (f. 105), abierta la causa a prueba (f.
109) y producida la que consta en autos, informan las partes sobre su
mérito (fs. 230/232 y 233).
Dictada la providencia de autos (f. 234) y consentida por las partes, queda la causa en condiciones de ser resuelta.
3. La actora pretende el cobro de supuestos honorarios que –según dice–
se han producido como consecuencia de los trabajos realizados en su carácter de ingeniero encargados por la Comuna según Orden de Trabajo del
día 9.1.86. Frente a esa pretensión la demandada negó que la acción
intentada tenga como substractum un contrato de obra pública, como así
también que se haya contratado al señor Rafael Alberto Perlo para que realice trabajos de “confección del proyecto de ‘Red Colectora y Cloaca Máxima de la Comuna de Bigand’”.
Se adelanta que el recurso contencioso administrativo no puede prosperar.
En efecto, el actor sostiene en su demanda que los honorarios adeudados “tiene como substrctum un contrato de obra pública –administrativo
por excelencia–”, por lo que es menester recordar que la validez y eficacia
de los contratos administrativos se supedita al cumplimiento de las formalidades exigidas por las disposiciones legales pertinente en cuanto a la
forma y procedimientos de contratación (Fallos, 308:618; 316:382; 323:
1515).
Por lo que, en razón del carácter administrativo del contrato que se dice
celebrado, el caso debe ser juzgado con arreglo a los principios y reglas
propios del derecho público, para lo cual debe acudirse a las normas sobre
contrataciones que rigen en la Comuna demandada contenidas en la ley
2439 (Ley Orgánica de Comunas).
El art. 65 –vigente a la fecha de la supuesta contratación– exigía para
todos los asuntos de pertenencia a obras comunal, como así también para
las enajenaciones, compras, trabajos, instalaciones, reconstrucción y contratos en general, la licitación pública como procedimiento de selección; y
admitía, sólo en forma excepcional, la contratación directa en determinados supuestos entre los cuales no resulta de las actuaciones ni lo ha invocado el recurrente que se encuentre el que según dice el actor motiva
este proceso.
Además, el art. 66 agrega que la licitación debe ir acompañada en todos
los casos del correspondiente pliego o formulario de especificaciones en
forma clara y precisa y se llamará a ella por medio de avisos publicados
por un término que no bajen de diez días.
De las constancias obrante en la causa surge que no se ha invocado y
menos probado que en la contratación a que hace referencia la actora se
hallan observado los procedimientos sustanciales pertinentes a los efectos
de formalizar el contrato, tal como lo exige la normativa señalada. Ello no
puede suplirse con la presentación efectuada el 27 de octubre de 1987 –es
decir más de un año y medio después de la fecha en que el actor manifiesta
haber recibido la Orden de Trabajo– ante el Consejo de Ingenieros, firmada por Perlo y por Ramón Mauri y Héctor Martino como Presidente y Secretario respectivamente de la Comuna demandada (f. 205).
En este aspecto, la prueba de la existencia de un contrato administrativo
se halla íntimamente vinculada a la forma en que dicho contrato queda
legalmente perfeccionado. Cuando la legislación aplicable exige una forma específica para la conclusión de un determinado contrato, dicha forma
debe ser respetada pues se trata de un requisito esencial de su existencia
(Fallos, 323:1515; 323:3924).
Esta condición, que se impone ante las modalidades propias del derecho
administrativo, concuerda con el principio general también vigente en
derecho privado en cuanto establece que los contratos que tengan una forma determinada por las leyes no se juzgarán probados si no estuvieren en
la forma prescripta (arts. 975 y 1191, cód. civil). Esta Corte ha señalado al
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respecto que las distintas formalidades de que se reviste la contratación
pública constituyen verdaderas garantías para los intereses en juego, tanto
los públicos de la Administración como los privados de los proponentes
(Fallos, 175:254; 179:249; 241:313). Sólo cuando se configura alguna de
las excepciones a esta regla general, precisadas taxativamente en la ley de
referencia, queda el Estado autorizado a licitar privadamente o a contratar
de manera directa. La prescindencia del proceso previo de selección que
tales excepciones comportan no puede, obviamente, quedar librado al
arbitrio del administrador ni extenderse a otros supuestos que no sean los
que aquellos incisos prevén. Ello no responde, por otra parte, a una mera
formalidad, sino que traduce el plausible propósito de asegurar un trato
estrictamente igualitario de los oferentes, procedimiento que, en última
instancia, tiende a crear condiciones que garanticen la selección de la
propuesta más conveniente al interés general (Fallos, 310:2278) (“Pagliettini S.A.” del 31.10.2006).
A ello debe agregarse la deficiente actividad probatoria de la actora en
este proceso en cuanto, en primer lugar, el Ingeniero Perlo no compareció
a la audiencia fijada para absolver posiciones sin tener motivo para ello,
con la consecuencia jurídica que ello significa; y, en segundo lugar, la
recurrente no ha instado el reconocimiento de la documental acompañada
por su parte al demandar.
En efecto, a f. 155 se encuentra agregado el acta donde consta la realización de la audiencia a los fines de la absolución de posiciones del
actor, sin que el mismo comparezca a dicho acto. Como así también que la
demandada solicita ante la incomparecencia del actor que se proceda a la
apertura del sobre, se tenga por producida la prueba confesional y se
apliquen los apercibimientos legales. El sobre contenía las siguientes posiciones: Para que jure y confiese como es cierto que: 1) La Comuna de
Bigand jamás suscribió contrato de obra pública con Ud. ; 2) La Comuna
de Bignad jamás firmo “orden de trabajo” con Ud.; 3) Que Ud. jamás
efectuó trabajos para la Comuna de Bigand; 4) Que la Comuna nunca recibió una orden de trabajo firmada con Ud.; 5) Que nunca se allegó a la
Comuna, ni se conformó por ésta una factura por honorarios profesionales;
6) Que jamás existieron pedidos de prórroga por parte de las autoridades
comunales al Consejo de Ingenieros; 7) Que nada adeuda a Ud. la Comuna
de Bigand por ningún concepto; 8) De público y notorio.
Solicitada por el actor nueva audiencia a los efectos de absolver posiciones con fundamento en la falta de notificación a Perlo en su domicilio
real, la misma fue desestimada por este Cuerpo en fecha 19.3.2008 (fs.
180/183).
En cuanto a la documental, en la etapa respectiva el actor ofrece la siguiente prueba: Instrumental pública: todas y cada una de las actuaciones
administrativas generadas como consecuencia del Reclamo Administrativo
presentado mediante Nota n° 3108 ME, su resolución, notificada mediante
Nota del 8.4.1994, Recurso de Reconsideración interpuesto contra la misma
y su resolución notificada mediante Nota de fecha 29.4.1994. Documental:
Planos de Proyecto B-101, B-102, B-103, B-104, B-105, B-106, B-107 y B108 recibidos de conformidad por el Presidente y Secreta-rio de la Comuna;
nota de fecha 22.6.87 dirigida al señor Administrador General de DIPOS a
los efectos de solicitar la visación previa y aprobación del proyecto por la
repartición, actuación 120125, firmado por el Presidente y Secretario de la
Comuna; nota de fecha 15.10.87 por la cual la comuna recibe de conformidad los trabajos comprendidos en la Orden de Trabajo; nota de fecha
22.10.87 dirigida al Consejo de Ingenieros por la cual la Comuna solicita
plazo para el depósito de los honorarios; nota de la Comuna de Bigand de
fecha 22.10.87 por la cual se dan por iniciados el Pliego de Condiciones
Generales y Pliego de Condiciones Particulares, Proyecto de Ordenanza,
Cómputo y Presupuesto Oficial; Orden de Trabajo Ley 4114 de fecha 9.1.86
ingresada al Consejo de Ingenieros el 27.10.87, expediente nº 407377,
firmado por el Presidente y Secretario de la Comuna; liquidación de honorarios de fecha 15.10.87 ingresada la Consejo de Ingenieros el 27.10.87, expediente nº 407377, firmada por el Presidente y Secretario de la Comuna;
nota nº 028 de fecha 3.2.88 por la cual el S.P.A.R. comunica la aprobación
de la documentación técnica presentada; nota al Consejo de Ingeniero de
fecha 7.11.89 solicitando plazo para depósito de honorarios, firmado por el
Presidente y Secretario de la Comuna; nota de fecha 14.6.91 dirigida al Presidente de la Comuna recibiendo el pliego para el llamado a licitación de la
obra; nota de fecha 24.7.92 dirigida por el Consejo de Ingenieros al Presidente de la Comuna de Bigand comunicando monto de actualización de los
honorarios; liquidación de honorarios de fecha 21.8.92 y nota de presentación al Consejo de Ingenieros de fecha 24.8.92; nota de fecha 10.9.92 de la
Comuna de Bigand dirigida al actor desconociendo antecedentes que avalen
los trabajos realizados (f. 115).
Agregada la documental acompañada por el actor con la demanda (fs.
193 a 221) esta no ha sido reconocida a pesar de que al momento de ofrecer la documental como prueba manifestó que la “documentación se acompaña en original y será motivo de oportuno reconocimiento”. Por lo demás,
la respuesta dada por el Consejo de Ingenieros tampoco mejora la situación procesal del recurrente. Ello es así, ya que al serle requerida copia de
las notas o cartas remitidas por el presidente comunal de Bigand efectuando pedidos de prórroga para efectivizar el depósito por honorarios a favor
del señor Rafael Alberto Perlo durante el período año 1986 al año 1994 inclusive, informa el Colegio Profesional de la Ingeniería Civil que el colegio profesional comenzó sus actividades a partir del año 1994, por lo que
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la información requerida deberá solicitarse al Órgano Liquidador del
Consejo de Ingenieros, sito en Av. Belgrano 650 de la ciudad de Rosario
(f. 120). Intimado este Órgano, contesta que carece de la documentación
archivada entre los períodos señalados por haber sido enviados a los respectivos colegios profesionales, agregando que la disolución del Ex Consejo de Ingenieros se concretó definitivamente en 1995 (f. 163).
En tales condiciones, debe rechazarse el recurso contencioso administrativo interpuesto ya que no es posible admitir la acción basada en obligaciones
que derivarían de un supuesto contrato que, de haber sido celebrado, no lo
habría sido con las formalidades establecidas por el ordenamiento jurídico
aplicable para su formación.
Voto, pues, por la negativa.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez, los señores
Ministros doctores Erbetta, Falistocco y la señora Presidenta doctora Gastaldi expresaron idénticos fundamentos que los vertidos por el señor Ministro doctor Spuler y votaron en igual sentido.
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191 – CApel. en lo Laboral Santa Fe, sala II, marzo 19-2012, Meyer,
Marcelo Alberto c. Huber, Erico Carlos Julio y otros s/C.P.L.
En la ciudad de Santa Fe, a los 19 días de marzo del año dos mil doce,
se reúnen en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Sala Segunda de
la Cámara de Apelación en lo Laboral, doctores José Daniel Machado,
Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para resolver el recurso
de apelación parcial puesto por la actora, y los recursos de nulidad y apelación puestos por la demandada FRIAR S.A.; contra la sentencia dictada
por la Señora jueza de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la
Quinta Nominación de Santa Fe, en los autos caratulados: “Meyer, Marcelo Alberto c. Huber, Erico Carlos Julio y otros s/C.P.L.” (Expte. 166 - Fo.
88 - Año 2011).
Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones:
1ª ¿Procede el recurso de nulidad?
2ª En caso contrario ¿se ajusta a derecho la sentencia apelada?
A la segunda cuestión –en consecuencia ¿qué resolución corresponde
dictar?– el señor Ministro doctor Spuler dijo:
3ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Atento el resultado obtenido al tratar la cuestión anterior, corresponde
rechazar el recurso interpuesto. Las costas serán impuestas a la actora, tal
como lo dispone el art. 84 de la ley 4106.
A la primera cuestión el doctor Coppoletta dice:
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez, los señores
Ministros doctores Erbetta, Falistocco y la señora Presidenta doctora Gastaldi dijeron que la solución que correspondía dictar era la propuesta por
el señor Ministro doctor Spuler, y así votaron.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia resolvió: Rechazar el recurso interpuesto,
con costas. Registrarlo y hacerlo saber.– María A. Gastaldi.– Daniel A.
Erbetta.– Roberto H. Falistocco.– Rafael F. Gutiérrez.– Eduardo G.
Spuler (Sec.: Fernández. Riestra).
Contrato de Trabajo:
Subcontratación y delegación: Art. 30 de la
LCT; configuración; la relación de pertinencia
técnica; las actividades secundarias o coadyuvantes; Empleo no registrado: Sanciones; indemnización del art. 1º de la ley 25.323; caracteres; procedencia; supuestos comprendidos.
1 – A los efectos de predicar aplicable el art. 30 de la LCT, si bien no
cualquier ingrediente de una logística en sentido amplio de la que se
valga la empresa principal vendrá a constituir axiomáticamente parte
de la actividad inherente a todo y cualquier establecimiento –bajo el efectista argumento de que es imposible funcionar sin contar con el
mismo– cuando hay una relación de pertinencia técnica tal que resulta
imposible cumplir con la actividad de la empresa principal, incluso
acotándola con el adjetivo “específica”, sin contar con el “servicio” o
la “infraestructura” que le proporciona la subcontratista, estos últimos no pueden juzgarse meramente complementarios o accesorios (del
voto de la mayoría).
2 – Siendo lo relevante al momento de interpretar el art. 30 de la LCT la
“actividad” de la sociedad comercial principal y no su “objeto social”, la contratación con terceros de la actividad secundaria que no
hace a la actividad societaria propia de la empresa no compromete a
ésta en los términos de la norma legal, aun cuando esta actividad secundaria o coadyuvante presente caracteres de necesariedad y/o exclusividad en el proceso de producción de un bien o servicio (del voto
del doctor COPPOLETTA).
Dispuesto el orden de votación, resulta: Coppoletta, Machado, Alzueta.
Contra la sentencia que hace lugar en forma parcial a la demanda e impone el total de costas a las partes vencidas se alzan todas las partes de la
litis: el actor mediante el recurso de apelación parcial que interpone a fs.
205 y es concedido a fs. 206; el demandado Sr. Huber mediante los recursos de nulidad y apelación que interpone a fs. 199vta. y son concedidos a
fs. 219; y la codemandada FRIAR SA mediante los recursos de nulidad y
apelación que interpone a fs. 204 y son concedidos a fs. 219. Elevados los
autos ante esta instancia, la parte actora expresa sus agravios mediante el
memorial de fs. 243/244, que resultan contestados únicamente por el demandado Sr. Huber a fs. 267. A su vez, la codemandada FRIAR SA expresa sus agravios a fs. 258/263. El demandado Sr. Huber no ha expresado
agravios por lo que a fs. 268 se tiene por operada la deserción (Expte. N°
166 - Año 2011) de los recursos. Habiéndose decretado el pase de los autos a resolución, quedan las presentes en estado de dictar sentencia.
La codemandada FRIAR SA interpone recurso de nulidad, pero, en su
escrito en esta Instancia, ninguna queja expresa sobre el tema. Por otra
parte, no se advierten vicios que impusieran de oficio la anulación de la
sentencia. A mi juicio pues, de acuerdo con las breves consideraciones
expuestas, el planteo de nulidad ha de rechazarse.
En consecuencia, voto por la negativa.
A la misma cuestión el doctor Machado dice:
Que expone las mismas razones vertidas por el juez preopinante y, como él, vota por la negativa.
A igual cuestión el doctor Alzueta dice:
Que comparte los fundamentos vertidos por los preopinantes, y como
ellos, vota por la negativa.
A la segunda cuestión el doctor Coppoletta continúa diciendo:
Han sido sostenidos en esta instancia los recursos de apelación del actor
y de la codemandada FRIAR SA, los que trataré en ese orden.
El actor, en su único agravio expresado, se queja sobre la decisión de la
Sra. jueza de rechazar la demanda respecto del rubro indemnización art. 1º
de la ley 25.323.
La Sra. jueza a quo realiza en su sentencia un detallado y amplio
análisis de la aplicabilidad del art. 1º de la ley 25.323, exponiendo notablemente las corrientes jurisprudenciales y doctrinarias que se han desarrollado sobre el tema. Las alternativas sobre la interpretación de la norma
decididamente se generan en la imperfección del texto normativo.
Sin entrar en las corrientes amplias y restrictivas, y siguiendo el razonamiento de la Sra. jueza a quo, estimo que la conducta juzgada en esta litis
puede entenderse comprendida en los mismos términos del art. 10 de la ley
24.013, dentro del supuesto fáctico de registrar una remuneración inferior
a la verdaderamente abonada. ¿Cuáles serían los casos en que se produce
la conducta típica?
3 – El art. 1º de la ley 25.323 eliminó la exigencia de la intimación
registral y habilitó la sanción indemnizatoria directa para los supuestos
de falta o deficiente registración, permitiendo, además, la duplicación de
las indemnizaciones aun cuando no mediare indemnización, siempre y
cuando exista una deficiencia registral; es decir, cuando algunos de los
datos consignados en la documentación laboral no coincidan con la
realidad, tales como los relativos a la fecha de ingreso del trabajador.
Sin pretender agotar los supuestos, señalo los siguientes: 1) abonar sumas como rubros no remuneratorios; 2) registrar el sueldo correspondiente
al CCT, pero abonar un plus o sobresueldo no declarado; 3) registrar un
contrato de trabajo a tiempo parcial, y abonar el total de la jornada normal
trabajada; 4) registrar y liquidar una categoría inferior de CCT, abonando
“por separado” la diferencia por las tareas realizadas correspondientes a
una categoría superior.
4 – El art. 1º ley 25.323 no establece supuestos especiales de irregularidad en la registración, sino que aprehende cualquier tipo de irregularidad habida y no se detiene sólo en la falta de registración, o en
la adulteración de la fecha de ingreso o del monto de las remuneraciones: la ley deja abierta la puerta a cualquier tipo de deficiencia
registral, que puede estar referida a la categoría laboral, a la naturaleza de los pagos, o la fecha de los mismos.
Tenemos entonces que el supuesto 4) habilitaría la aplicación de la ley
24.013 y, siguiendo a la Sra. jueza a quo también –como opción– el art. 1º
de la ley 25.323, aún en la tesis restringida.
Sin embargo, la diferencia entre el supuesto descripto y la conducta de
la demandada es que mientras en el primero no se generan diferencias salariales pues se abona la real remuneración devengada, éstas sí se deven-
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gan en el segundo, y tal es así que en el supuesto de autos el actor ha reclamado diferencias salariales que la Sra. jueza a quo ha reconocido. No
obstante ello, en los dos casos se genera un derecho del trabajador al
ingreso de las diferencias en los aportes al sistema de seguridad social y un
crédito de la administración de la seguridad social por la percepción de lo
adeudado. Como corolario, entre las dos situaciones expuestas, el perjuicio
al Fisco Nacional es el mismo, y la situación personal del trabajador es
peor aún en el caso de autos que en el supuesto contemplado en el art. 10
de la ley 24.013 pues aquí ni siquiera ha podido percibir el sueldo que
realmente le corresponde conforme el CCT aplicable. De este modo, aún
siguiendo la tesis restrictiva que propone la a quo, no veo la posibilidad de
diferenciar la situaciones como para excluir en este caso la aplicación del
art. 1º de la ley 25.323. Más aún, entiendo que realizar la diferenciación
sería otorgar un (Expte. N° 166 - Año 2011) premio a un empleador que se
comporta en forma aún más antijurídica que otro, pues no sólo evade al
fisco sino que también perjudica directamente el salario debido.
Obiter dictum, y a los efectos de la claridad de mi voto, señalo que existiría un caso en el cual se generarían diferencias salariales pero sin posibilidad de aplicación del art. 10 de la ley 24.013 y eventualmente del art.
1º de la ley 25.323: cuando el empleador declara correctamente la categoría laboral y tributa sobre la misma pero, incumpliendo con el pago salarial
a través del sistema bancario, paga en efectivo al trabajador un salario
menor al declarado. En esta hipótesis, no habría perjuicio al Fisco ni tampoco a la protección de seguridad social del trabajador, aún cuando éste
fuere acreedor de las diferencias salariales adeudadas.
Tengo en cuenta que el art. 1º de la ley 25.323 no otorga la posibilidad
de morigerar la deuda en casos de una razonable duda sobre la aplicación
de uno u otro sistema jurídico; y más aún, conforme las pruebas de autos
de las que surge que el empleador había registrado algunos trabajadores
que realizaban tareas similares en el régimen de la construcción y otros bajo el CCT 260/75, que el empleador no es una empresa del rubro de la
construcción y que no se ha acreditado en autos que el actor realizara obras de construcción que eventualmente podrían llevar a aplicar el régimen
de la ley 22.250, todo me lleva a concluir que no puede existir una razonable duda en el régimen legal aplicable a la registración laboral del actor, como lo ha decidido la a quo.
Por último, tengo también presente que la sala I de esta Cámara, en el
fallo dictado en la causa “Franco, Ramón c. Verde e Hijos S.C.A. s/
C.P.L.”, de fecha 04/05/10, ha sostenido con el voto del doctor Villaggi en
referencia al art. 1º de la ley 25.323 que: “...esta nueva norma no establece supuestos especiales de irregularidad en la registración, sino que
aprehende cualquier tipo de irregularidad habida y no se detiene sólo en
la falta de registración, o adulteración de la fecha de ingreso o del monto
de las remuneraciones: la ley deja abierta la puerta a cualquier tipo de
deficiencia registral, que puede estar referida a la categoría laboral, a la
naturaleza de los pagos, a la fecha de los mismos, etc.”; y también en
fecha más reciente –agosto 2011– in re “Jagou, Ignacio Ángel y otros c.
Salvagiot, Octavio Santiago s/consignación”, con voto del doctor Garraza
ha expresado que: “[E]l art. 1 de la ley 25.323 eliminó la exigencia de la
intimación registral y habilitó la sanción indemnizatoria directa para los
supuestos de falta o deficiente registración. Permite, además, la duplicación de las indemnizaciones aún cuando no mediare indemnización, siempre y cuando exista una deficiencia registral; es decir, cuando algunos de
los datos consignados en la documentación laboral no coincidan con la
realidad, tales como –en la especie– los relativos a la fecha de ingreso del
trabajador”.
Por lo tanto, estimo procedente el recurso de apelación del actor, y voto
por modificar la sentencia de grado haciendo lugar a la demanda en lo que
respecta al rubro indemnización art. 1º de la ley 25.323. La suma adeudada
devengará intereses desde la mora y hasta el efectivo pago, a una tasa
similar a la aplicada por la a quo para los demás rubros que prosperan.
Paso ahora a tratar el recurso de apelación de la codemandada Friar S.A.
En sus dos primeros agravios la empresa recurrente se queja por su condena solidaria dispuesta por la a quo con fundamento en el art. 30 de la ley
20.744.
Debo señalar también que en su escrito de demanda el actor ha sido
directo y claro argumentando que el fundamento de la responsabilidad de
Friar S.A. es sobre la base de la solidaridad dispuesta por el art. 30 de la
ley 20.744 sosteniendo a fs. 31vta. que las tareas desarrolladas por el empleador Sr. Huber eran “necesarias, coadyuvantes e inescindible ya que
completan o complementan la actividad principal de la empresa delegante
(Friar S.A.)”. De este modo, conforme los términos de la litis, la materia
sometida a resolución judicial es la aplicabilidad al caso del art. 30 ley
20.744 como consecuencia de la contratación de actividades complementarias a la actividad (Expte. N° 166 - Año 2011) principal de la empresa
Friar S.A.
Reiteraré en este caso los argumentos sobre la interpretación del art. 30
de la ley 20.744 expuestos en mis votos en las sentencias dictadas por esta
Sala II en los casos “Ortiz, Juan Carlos c. El Sabor S.A. y otro s/C.P.L.” de
fecha 31/03/11; “Pereyra, Mónica Susana c. Club del Vino S.A. s/C.P.L.”
de fecha 18/08/11 y “Dolinsky, Sergio Gustavo c. Unidem SA y otro
s/C.P.L.” de fecha 28/12/11; aun cuando algunos de ellos han sido la minoría en la decisión judicial.
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
Conforme los precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia
de Santa Fe en los casos “Vanni” (AyS, 178-83); “Franco” (AyS, 200-151),
“Mergen” (AyS, 225-357-363), “Prieto” (AyS, 228-388/394), “Manatini”
(AyS, 229-324/330), la aplicación del art. 30 de la LCT debe efectuarse sin
caer en un mero dogmatismo, analizando detalladamente las circunstancias
del caso, con la dificultad que implica otorgar la protección propia del sistema del derecho del trabajo al trabajador como sujeto de especial tutela
constitucional y, al mismo tiempo, proteger los derechos constitucionales del
demandado quien podría verse en la situación de asumir como propia una
deuda ajena.
Y la Corte Santafesina ha señalado una serie de criterios que deben ser
valorados por los jueces de la causa al analizar la aplicabilidad al caso del
art. 30 de la ley 20.744: a) comprobación rigurosa de los presupuestos fácticos establecidos en la norma; b) inaplicabilidad del dispositivo cuando
un empresario suministre a otro un producto determinado, desligándose
expresamente de su ulterior procesamiento, elaboración y distribución, aún
con exclusividad; c) en los contratos de concesión, distribución y demás
afines, no existe contratación de servicios mentada como determinante de
la solidaridad; d) se reafirma la plena vigencia de la debida y severa tutela
de los derechos del trabajador en supuestos de fraude laboral; e) la aplicación del artículo 30 debe hacerse en base a la actividad normal y específica
de la empresa, la actividad real del establecimiento en vez del objeto social; f) para que nazca la solidaridad prevista en la norma debe tratarse de
servicios contratados o subcontratados que complementen o completen la
actividad normal de la empresa y existir una unidad técnica de ejecución
entre la empresa y su contratante.
Siendo lo relevante al momento de interpretar el art. 30 de la LCT la
“actividad” de la sociedad comercial principal y no su “objeto social”, la
contratación con terceros de la actividad secundaria que no hace a la actividad societaria propia de la empresa no compromete a ésta en los términos del art. 30 de la LCT. Aún cuando esta actividad secundaria o coadyuvante presente caracteres de necesariedad y/o exclusividad en el proceso
de producción de un bien o servicio. Así, en el caso de autos, el mantenimiento y reparación de los equipos de frío de la empresa frigorífica Friar
S.A. es una actividad necesaria para llevar acabo el proceso productivo de
la empresa, pero ello no implica que esa actividad comercialmente importante configure la actividad societaria “normal y específica propia” de la
empresa Friar S.A.
Estimo importante señalar que toda contratación que realice la empresa
va a estar dirigida directa o indirectamente a su producción, pues ese es el
fin de la empresa. De esa forma, razonar el caso pensando si la contratación realizada está vinculada a la producción siempre va a llevar a una
respuesta afirmativa y, por lo tanto, toda contratación que realice la empresa implicaría su responsabilidad en los términos del art. 30 de la ley
20.744.
En el caso de autos, la contratación del mantenimiento y reparación de
los equipos de frío del frigorífico (reitero, actividad importante en la producción) no implica la delegación en un tercero de la actividad societaria
normal y específica propia del establecimiento, pues Friar S.A. no está
desmembrando su actividad frigorífica propia para delegar una porción de
ella en la empresa del Sr. Huber, ni se ha constituído entre las partes una
unidad técnica de ejecución distinta al establecimiento Friar S.A.. (Expte.
N° 166 - Año 2011) Por último, realizando el control de constitucionalidad
y convencionalidad de oficio que corresponde efectuar a cada juez conforme la estructura difusa del mismo en el sistema argentino, no observo que
existan normas jurídicas que por violación al bloque constitucional federal
deban ser declaradas inconstitucionales de oficio.
Voto por la negativa, haciendo lugar al recurso de apelación del actor,
modificando la sentencia de grado haciendo lugar a la demanda en lo que
respecta al rubro indemnización art. 1º de la ley 25.323. La suma adeudada
devengará intereses desde la mora y hasta el efectivo pago, a una tasa similar a la aplicada por la a quo para los demás rubros que prosperan. Costas
al demandado Huber.
Y voto por hacer lugar al recurso de apelación de Friar S.A. y modificando la sentencia de grado disponer el rechazo de la demanda contra Friar
S.A.; con costas al actor en ambas instancias.
A la misma cuestión el doctor Machado dice:
Respecto al agravio del actor tocante a la procedencia de la indemnización del art. 1º de la ley 25.323 coincido con la conclusión del preopinante
en el sentido de revocar la decisión alzada.
A mi ver, la expresión “registrado defectuosamente” aprehende las
hipótesis en que, como en autos, el trabajador ha sido inscripto con referencia a una actividad –la construcción– visible y groseramente impertinente en relación con la actividad de la empleadora, de la codemandada
que la subcontrató e incluso de la propia tarea del trabajador, con lo cual
no hay posibilidad alguna de dispensa de la culpa basada en algún error de
hecho o de derecho. Y aclaro esto último por cuanto, en precedentes, esta
sala ha dejado abierta cierta elasticidad del rigor legal tanto cuando concurre un encuadramiento convencional objetiva y seriamente dudoso, como
cuando –por suponer mejores derechos para el trabajador y recaudación
para el fisco– no hay bien jurídico alguno por tutelar. Aclaro, por fin, que
trato la cuestión tal como ha llegado a esta altura del debate, esto es, como
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
controversia entre aquella CCT y la pertinente a la industria metalúrgica,
sin dejar de consignar que en mi criterio, como se verá, bien podría haberse aplicado una norma colectiva distinta –la de la industria frigorífica–
que el principio de congruencia me impide abordar oficiosamente.
Disiento en cambio con el doctor Coppoletta en punto a los alcances del
art. 30 de la LCT y la solidaridad que emerge del mismo, aplicadas a la
situación de la codemandada FRIAR S.A.
Como su nombre lo sugiere sin equívocos, todo frigorífico tiene por rasgo idiosincrásico dentro de la cadena de elaboración de productos cárnicos
el de generar la cuota de “frío” indispensable para asegurar su conservación y la consecuente llegada al mercado de bienes de consumo en
condiciones aptas. Es decir que, sin perjuicio de otras tareas que también
puede asumir eventualmente (trozado, envasado, procesamiento, distribución, etc.), no caben dudas que la “masa crítica” o núcleo que le confiere
especificidad como establecimiento, para utilizar el término legal, no
puede prescindir de la maquinaria que genera el frío o permite conservarlo
y que resumo, para ser breve, en la emblemática “cámara frigorífica”. Por
ende, todo lo que gira en torno a este aspecto de la empresa es inherente a
su establecimiento, como conjunto de medios de los que se vale para el
logro de sus fines (arts. 5º y 6º, LCT), sin que pueda establecerse ninguna
diferencia relevante entre quienes aseguran técnicamente su buen
funcionamiento y quienes, por ejemplo, controlan cotidianamente el nivel
de temperatura o ingresan a la cámara para colocar, acomodar o retirar la
carne. La norma profesional colectiva de actividad, en fin, prevé todas esas
especialidades bajo los respectivos nombres de “maquinista”, “temperaturista” y “guinchero” (arts. 4º a 8º, CCT 1/75). En fin, mi opinión es
sutilmente diferente a la de la doctora de Petre en tanto yo considero que
no es del caso que estemos ante una actividad o tarea meramente necesaria e imprescindible para el funcionamiento de la codemandada como tal,
sino que a la respuesta incriminante puede arribarse directamente atribuyéndole la calidad de específica que predica la norma.
Por otra parte, destaca la Sra. jueza de anterior instancia que conforme a
la prueba se (Expte. N° 166 - Año 2011) ha demostrado que FRIAR aparece como única comitente de la subcontratista a la que fuera afectado el
actor y que, por ende, su trabajo en las instalaciones de la empresa (o sea,
en el establecimiento, en el sentido del art. 6º de la LCT) ha de considerarse permanente. Tengo especialmente en cuenta para ello los términos
de la suspensión que se le aplica el 06.02.08 y que se funda en “la crisis
frigorífica de público conocimiento que llevó a Friar a despedir más de
100 trabajadores y redujera la cantidad de trabajadores de esta empresa
que cumple tareas en ese frigorífico... lo que implica una disminución de
trabajo por fuerza mayor”, lo que ancla la prestación de Meyer tanto en
un específico locus como a sus vicisitudes.
Desde ese ángulo, considero que en realidad, aunque la actora no lo
haya así propuesto, el caso hubiera encontrado también una adecuada y
misma resolución en el contexto jurídico objetivo del art. 29 de la LCT,
puesto que supuso una lisa y llana intermediación. En efecto, los testigos
son coincidentes en que el actor y demás trabajadores empleados por
Huber recibían sus órdenes de trabajo y eran fiscalizados por quien
estuviera a cargo de la oficina de mantenimiento del frigorífico (primero
Maldonado, luego Collanis), de suerte que la disponibilidad sobre la
fuerza de trabajo, como objeto típico del contrato de trabajo, era utilizada
y dirigida por FRIAR S.A. a través de su personal jerárquico. Es más, la
iniciativa en orden a la suspensión y rescisión del vínculo, según manifiesta el testigo Balla, partió del propio frigorífico (que le “solicitó” a
Huber reducir su plantel de 16 a 4 trabajadores), lo cual es congruente con
el telegrama arriba mencionado.
He dejado para el final dos cuestiones. La primera, es que no puede
disimularse a esta altura que la C.S.J.N. ha abandonado la doctrina que al
respecto sentara en los años 90, con su anterior integración, en la causa
“Rodríguez c/Cía. Embotelladora Argentina y otra” (15.04.1993) y sus
secuelas.
Así lo ha dicho claramente en el precedente “Benítez c. Plataforma Cero
S.A.”, del 22.12.09, considerandos 3 a 6, donde descalificó –contra aquél
precedente– la pretensión de instituir a la Corte en una suerte de órgano de
casación de normas de derecho común, o de fijar doctrina sobre su recta
interpretación, por cuanto anuló el fallo de la sala IX de la CNAT por
haber fundado su sentencia en un estricto apego a la doctrina mayoritaria
de “Rodríguez c. Compañía Embotelladora Argentina S.A. y otro” –cuya
ratio decidendi se estima inconveniente mantener– sustituyendo mediante
esta sumisión el criterio propio de los jueces.
Este fallo, que según Ricardo Foglia hace “perder a la doctrina sentada
en el caso Rodríguez su valor de precedente interpretativo del art. 30
LCT” (TySS, 2010-238) corona una trayectoria en que, tras su nueva
integración y acusadamente desde el año 2006, la Corte ha ido desentendiéndose gradualmente por vía del art. 280 del CPCCN de intervenir ante
numerosos precedentes en que se aplicó –en anterior instancia– la solidaridad del art. 30 de la LCT incluso en supuestos que pueden considerarse
genuinamente dudosos, como en los casos “Páez” (contra concesionario
del hotel del Sindicato del Seguro, 18.10.06); “Herrera Nerio” (contra
distribuidora domiciliaria de las ventas del supermercado COTO, del
10.04.07), “Makarski” (contra la empresa que vendía alarmas monitoreadas por ADT Servicios de Seguridad, del 08.05.07); “Fiorentino”, “Le-
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desma” y “Farías” (contra las subcontratadas para la atención médica de
los afiliados a Socialmed S.A., del 29.05.07, o el traslado de los afiliados a
OSPRERA, del 05.06.07, o la atención psiquiátrica de los beneficiarios del
PAMI, del 17.07.07); “Castro Bourdin” (contra el concesionario gastronómico del hipódromo del Jockey Club); “Ajís de Caamaño” (contra la subcontratista de limpieza de las instalaciones de Y.P.F., del 26.02.08) y
“Della Marca” (contra la subcontratista de auxilio mecánico del A.C.A.,
del 18.06.08). Por supuesto, que el Alto Tribunal haya aplicado el art. 280
CPCCN no implica que coincida necesariamente con el contenido de todas
las decisiones recurridas, como tampoco el suscripto, pero implica que en
esa etapa 2006-2008 cambió su criterio (Expte. N° 166 - Año 2011)
anterior en punto a que una interpretación amplia del art. 30 constituyera
cuestión constitucional (cfr. Kesselman, Andrea Sofía: El que calla otorga: a propósito de los últimos fallos de la C.S.J.N. en materia de solidaridad en casos de subcontratación; R.D.L. Actualidad, Rubinzal; 2008-2,
pág.389 y Maza, Miguel: La Corte Suprema cambia su interpretación del
art. 30 de la LCT El abandono de “Rodríguez”; en ídem, 2009-1, pág. 9).
Más todavía, en la causa “Preiti, Pantaleón c. Elemac S.A. y otra” (del
20.08.2008), dejó sin efecto el fallo de la sala VIII de la CNAT –que había
desestimado la solidaridad de Telefónica de Argentina– con el argumento
de que “Asiste razón al apelante en cuanto reprocha incongruencia y autocontradicción. En efecto, el a quo no pudo calificar [a la actividad subcontratada] como “ajena a la actividad normal y específica” de Telefónica de Argentina cuando expresamente afirmó que esta era “una empresa
destinada a prestar el servicio detelecomunicación” y, por el otro, que
había contratado a Elemac S.A. para la realización de “trabajos de instalación y reparación de líneas y servicios telefónicos”. Es aquí evidente
que el Alto Tribunal, o al menos su mayoría, considera que constituye una
“segmentación artificiosa” el escindir o desmembrar como procesos autónomos el servicio que se presta y la necesaria infraestructura logística que
lo hace posible.
Ya en mi opinión, esto no significa que cualquier ingrediente de una logística en sentido amplio de la que se valga la empresa principal (por ejemplo, la limpieza o la seguridad) vengan a constituir axiomáticamente parte de
la actividad inherente a todo y cualquier establecimiento, bajo el efectista
argumento de que es imposible funcionar sin contar con el mismo.
Pero cuando hay una relación de pertinencia técnica tal que resulta
imposible cumplir con la actividad de la empresa principal, incluso acotándola con el adjetivo “específica”, sin contar con el “servicio” o la “infraestructura” que le proporciona la subcontratista, estos últimos no pueden
juzgarse meramente complementarios o accesorios.
Como he escrito en precedentes, el derecho no puede ni debe claudicar
ante la técnica, porque para esta última la capacidad de desmembrar procesos (poniéndoles bajo titularidades distintas) tiende a infinito y cada uno
de los pasos de producción puede, no sin razones, identificarse con una
etapa diferente y en cierto sentido autónoma. Como lo demuestra el célebre ejemplo del “supermercado chileno” tomado por O.I.T. como emblema
de aquél aserto (y de una descentralización inoponible a la norma laboral),
una cosa es acopiar mercadería, otra distinta montar su exhibición al
público, perfectamente distinguible –siempre en sentido técnico– de cobrar
al público (es lo que había hecho el supermercado en cuestión) o de transportarlas a domicilio del cliente (que es lo que hizo COTO, en el precedente arriba citado). Frente a ello, es decir, a la diáspora técnica que se
promueve con fines de optimización económica (con o sin la intención de
licuar la responsabilidad de la tercerizante), es necesario que el Derecho
ponga el límite, porque así lo dispone la ley, restituyendo a la empresa su
capacidad de brindar coherencia, sentido y finalidad unitaria al conglomerado de procesos que se cumplen a su servicio.
Voto por la negativa, propiciando se rechace el recurso de apelación de
la codemandada y se haga lugar al de la actora en cuanto a la indemnización del art. 1º de la ley 25.323, que se admite con más los intereses
devengados desde la mora y hasta su efectivo pago según la tasa dispuesta
por el fallo de anterior instancia para los demás rubros de condena.
A igual cuestión el doctor Alzueta dice:
Que comparte los fundamentos vertidos por el doctor Machado, y como
él, vota en idéntico sentido.
A la tercera cuestión los doctores Coppoletta, Machado y Alzueta dicen:
Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: 1)
rechazar el (Expte. N° 166 - Año 2011) recurso de nulidad de la codemandada FRIAR S.A.; 2) hacer lugar al recurso de apelación de la actora en
cuanto a la indemnización del art. 1º de la ley 25.323, que se admite con
más los intereses devengados desde la mora y hasta su efectivo pago según
la tasa dispuesta por el fallo de anterior instancia para los demás rubros de
condena; 3) rechazar el recurso de apelación de la codemandada FRIAR
S.A.; 4) las costas de Alzada se imponen a la demandada recurrente; 5) los
honorarios de los letrados por el trámite del recurso de apelación se
regularán en el 50% de los que, en definitiva, se regulen en primera
instancia.
Por los fundamentos y conclusiones del Acuerdo que antecede, la sala II
de la Cámara de Apelación en lo Laboral resuelve:
1) Rechazar el recurso de nulidad de la demandada FRIAR S.A.
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2) Hacer lugar al recurso de apelación de la actora en cuanto a la
indemnización del art. 1º de la ley 25.323, que se admite con más los
intereses devengados desde la mora y hasta su efectivo pago según la tasa
dispuesta por el fallo de anterior instancia para los demás rubros de
condena.
3) Rechazar el recurso de apelación de la demandada FRIAR S.A.
4) Las costas de alzada se imponen a la demandada recurrente.
5) Los honorarios de los letrados por el trámite del recurso de apelación
se regularán en el 50% de los que, en definitiva, se regulen en primera
instancia.
Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente
bajen.– Sebastián C. Coppoletta.– José D. Machado.– Julio C. Alzueta
(Sec.: Claudia M. Barrilis).
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
192 – CApel.CC Rosario, sala I, marzo 14-2012.– De Giule, María A.
c. Riarte, Ernesto y otros s/consignación judicial.
En la ciudad de Rosario, a los 14 días del mes de Febrero de dos mil
doce, se reunieron en Acuerdo los señores miembros de la sala Primera de
la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de la ciudad de Rosario,
doctores María Mercedes Serra, Ricardo A. Silvestri y Ariel Carlos Ariza,
para dictar sentencia en los autos caratulados “De Giule, María A. contra
Riarte, Ernesto y otros sobre consignación judicial” (Expte. Nº 404/2010),
venidos para resolver los recursos de nulidad y de apelación interpuestos
contra el fallo número 956 de fecha 23 de abril de 2010, provenientes del
Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial Nº 4 de
Rosario.
Realizado el estudio de la causa, se resolvió plantear las siguientes
cuestiones:
1ª ¿Es nula la sentencia recurrida?
Pago:
Por consignación: causales de procedencia;
carácter enunciativo del art. 757 del cód. civil; pautas genéricas. Límite temporal de su
ejercicio: derecho del deudor de purgar la
mora; alcances; la resolución contractual.
Prueba de la negativa del acreedor a recibir el
pago: relevancia sustancial y procesal. Contratos: Resolución contractual: Requisitos;
comunicación fehaciente y recepticia; alcances. Improcedencia en caso de consignación
judicial previa; fundamento.
1 – La enumeración brindada por el art. 757 del cód. civil sobre los supuestos en los que procede el pago por consignación es meramente
enunciativa y no limitativa, considerándose autorizado dicho instituto
cuando el deudor inocente se viese impedido de realizar en forma válida y segura el pago directo por motivos atribuibles a la conducta del
acreedor o por cualquier otra dificultad que obstaculice la ejecución
directa en favor del sujeto activo de la obligación.
2 – En línea con el principio de subsistencia del negocio, la posibilidad
del deudor de purgar la mora tiene su fundamento en que la obligación
subsiste mientras no se produzca efectivamente la resolución del contrato. A tales fines, debe mediar de parte del deudor un ofrecimiento
real, efectivo e íntegro de cumplir la prestación debida y, si el acreedor le rechaza el pago, se halla habilitado para promover la pertinente
consignación judicial.
3 – La prueba de la negativa a recibir el pago no tiene interés en el
juicio de consignación, más que al solo efecto de establecer la carga
de las costas, ya que si intentada la consignación el acreedor dice que
él no se ha negado a recibir el pago, ello implicará que también en ese
momento aceptará el pago ofrecido, resultando absurdo un rechazo de
la consignación puesto que el deudor desea pagar y el acreedor desea
recibir, procediendo aceptar la consignación e imponer las costas al
actor. Y, en caso de que el acreedor tenga un interés en rechazar el
pago, como por ejemplo si sostiene que ha operado la resolución del
contrato y en ello sustenta su oposición a la consignación, entonces está implícita su negativa a recibir el pago, por lo que la prueba de ésta
se hace innecesaria.
4 – La manifestación de la voluntad resolutoria del acreedor es recepticia, o sea que su eficacia depende de la efectiva recepción por el destinatario de modo que llegue a su esfera de conocimiento, considerándose irrelevantes a tal respecto los hechos materiales del deudor o lo
que éste manifieste a terceros, ya que la ley exige que la notificación
sea “fehaciente”, es decir, que se baste a sí misma como prueba, quedando en principio excluida la forma verbal.
5 – Aun cuando la resolución por pacto comisorio expreso se produce
sin necesidad de requerimiento previo de cumplimiento, ella no opera
automáticamente y sólo surte efectos desde que la parte interesada
comunique a la incumplidora, en forma fehaciente, su voluntad de
resolver, pues de lo contrario no se trataría de un pacto comisorio sino
de una condición resolutoria en la cual el interesado carecería de derecho de opción.
6 – Con arreglo a la máxima prior in tempore potior in iure, y con sustento en el principio de la subsistencia del negocio, queda descartada
la posibilidad del acreedor de operar la resolución contractual si el
deudor se anticipó a pagar por consignación.
2ª En su caso, ¿es ella justa?
3ª ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?
Correspondiendo votar en primer término a la señora vocal la doctora
Serra, sobre la primera cuestión dijo:
La parte demandada dice sostener el recurso de nulidad interpuesto a
foja 116, alegando que considera improcedente la sentencia recurrida en
cuanto hizo lugar al pago por consignación promovido por la actora omitiendo fijar los intereses que afirma devengados como consecuencia de
los pagos fuera de término. Aduce que la sentencia, de quedar firme, le
provocaría un daño irreparable teniendo en cuenta que, por las fechas de
los depósitos y la ausencia de dación en pago de los montos respectivos,
deberá percibir una suma totalmente despreciada desde el punto de vista
económico. Esgrime que la omisión debe ser subsanada por esta alzada por
la vía del recurso interpuesto a fin de que el daño alegado sea reparado de
modo justo y equitativo.
La crítica que la recurrente enuncia refiere a vicios in iudicando y no in
procedendo y puede obtener adecuada respuesta al tratarse el recurso de
apelación, donde los recurrentes se extendieron sobre tales cuestiones. Por
añadidura, no se advierten irregularidades en el procedimiento que justifiquen un pronunciamiento de oficio, debiendo en consecuencia desestimarse el recurso de nulidad.
Voto, pues, por la negativa.
Sobre la misma cuestión, el señor vocal doctor Silvestri, a quien le correspondió votar en segundo lugar dijo:
Que coincide con los fundamentos expuestos por la señora vocal doctora Serra, y vota por la negativa.
Concedida la palabra al señor vocal doctor Ariza, a quien le correspondió votar en tercer término, y a esta cuestión dijo:
Que habiendo tomado conocimiento de los autos y advertir la existencia
de dos votos totalmente concordantes, invoca la aplicabilidad al caso de lo
dispuesto por el art. 26 de la ley 10.160, absteniéndose de emitir opinión.
Sobre la segunda cuestión, la señora vocal doctora Serra dijo:
1. LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
Mediante sentencia número 956 de fecha 23 de abril de 2010 (fs. 109/
115), la jueza de primera instancia hizo lugar a la demanda declarativa de
pago por consignación interpuesta por María Alejandra De Giule contra
Ernesto Rubén Riarte, Norma Blanca Castillo y Silvia Esmeralda Castillo
e impuso las costas respectivas en un 60% a cargo de los demandados y el
40% restante a la actora en función de lo previsto por el art. 252 del cód.
procesal. Asimismo, rechazó la pretensión reconvencional de resolución
contractual e indemnización de daños deducida por los demandados, imponiéndoles a los reconvinientes las costas respectivas según lo normado en
el art. 251 del cód. procesal.
Para así decidir, la sentenciante señaló que estaba fuera de controversia
el vínculo contractual existente entre las partes, originado en un boleto de
compraventa obrante en copia a fojas 5/6, según el cual Silvia Esmeralda
Castillo, en nombre y representación de Ernesto Rubén Riarte y Norma
Blanca Castillo (según poder especial para vender y percibir el precio glosado en copia a fojas 26/27), vendió a María Alejandra Giule un inmueble
sito en avenida Libertador número 1040 de Villa Gobernador Gálvez,
fijándose como precio de la operación la suma de U$S 6060, abonándose
en el mismo acto la suma de U$S 100 y estipulándose que el saldo se
cancelaría en cincuenta y nueve cuotas mensuales, iguales y consecutivas,
venciendo la primera el 30 de agosto de 2004.
Mencionó que tampoco estaba en discusión que la compradora pagó las
primeras veintiocho cuotas, es decir, hasta la correspondiente a noviembre
de 2006, según la documentación acompañada por la actora a fojas 7/15
coincidente con la agregada por los demandados a fojas 6/8 de los autos
“Riarte, Ernesto y otra c. De Giule, M. Alejandra s/resolución de contrato daños y perjuicios (Expte. N° 525/2007 según numeración del juzgado de
origen), acumulados por cuerda a los presentes.
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
Señaló que desde allí el relato de las partes resultaba divergente. Por un
lado, indicó la jueza, la actora afirmó no haber podido efectuar el pago de
las cuotas correspondientes a diciembre de 2006 y enero de 2007 debido a
la ausencia de la demandada de su domicilio, por lo cual intentó comunicarle a esta última que ponía a su disposición la suma respectiva mediante carta documento de fecha 2 de febrero de 2007 que nunca fue recibida
y, en consecuencia, debió promover juicio de consignación. Por otro lado,
continuó la magistrada, la parte demandada alegó que la morosidad de la
compradora era frecuente y que no abonó las cuotas de diciembre de 2006
y enero de 2007 pese a los requerimientos efectuados, por lo que la
interpeló al pago de las cuotas adeudadas mediante carta documento que
tampoco fue recibida y posteriormente le notificó su voluntad de resolver
el contrato conforme lo estipulado en la cláusula 11° del boleto, corriendo
la misma suerte la misiva respectiva, viéndose en consecuencia precisada a
promover el proceso de resolución contractual e indemnización de daños
agregado por cuerda, del que luego desistió para introducir idéntica pretensión en los presentes por vía reconvencional.
Señaló entonces que el retardo de la actora en el pago de dos cuotas era
un hecho probado, mientras que lo discutido era la imputabilidad de esa
demora.
Indicó, con relación a la aducida morosidad en el pago de las cuotas
anteriores, que si bien de los recibos acompañados se podía inferir que
existió cierto retraso de la compradora en el cumplimiento de sus obligaciones, también se desprendía que dichos retardos no fueron significativos
y que la vendedora recibía los pagos de conformidad sin formular reserva
alguna.
Destacó que a principios de 2007 sobrevino el conflicto, en cuyo contexto la actora dijo haber interpelado para la recepción del pago y la
demandada pretendió intimar al pago y posteriormente resolver el contrato. Pero dado el fracaso de las notificaciones que surge del hecho de que
todas las piezas postales fueron devueltas por el correo a sus respectivos
remitentes, la actora promovió el pago por consignación judicial y la
demandada acudió a la vía judicial para resolver el contrato.
Sobre ese sustrato fáctico, señaló la jueza que el deudor de una obligación no sólo tiene el deber de pagarla sino también el derecho de hacerlo
y para ello cuenta con la posibilidad de obtener su liberación forzada
mediante el pago por consignación judicial conforme al art. 757 del cód.
civil. Pero también mencionó que el derecho del deudor a pagar, aún
hallándose en mora añadiendo los intereses correspondientes, persiste en
la medida en que subsista la obligación que le sirve de causa al pago. En
tal sentido indicó que la resolución del contrato, al extinguir las obligaciones respectivas, priva al deudor del derecho de cumplir.
En ese tren señaló que, en el supuesto de no mediar pacto comisorio
expreso y a tenor de la doctrina elaborada en torno al art. 1204 del cód.
civil, si el deudor intenta el pago una vez vencido el plazo del requerimiento con apercibimiento resolutorio previsto en la norma para el mecanismo extrajudicial, o después de interpuesta o de notificada –según la
postura a la que se adscriba– la demanda cuando se opte por requerir la
resolución por la vía judicial, el acreedor podrá rechazar el pago por
extemporáneo pues ya habrá operado la resolución del contrato, debiendo
rechazarse, correlativamente, la demanda de consignación. Pero si el deudor cumple la prestación dentro del plazo del requerimiento extrajudicial o
antes de interpuesta la demanda judicial, el acreedor perderá el derecho a
obtener la resolución del contrato.
Y de mediar pacto comisorio expreso, continuó la magistrada, el mecanismo resolutorio se regirá por lo estipulado por las partes y, en su defecto,
habrá de estarse a lo normado en el párrafo tercero del art. 1204 del cód.
civil, en el sentido de que la resolución se producirá de pleno derecho y
surtirá efectos desde que la parte interesada comunique a la incumplidora,
en forma fehaciente, su voluntad de resolver. Señaló que sobre este particular se suscitan discrepancias de la doctrina y adhirió al criterio sostenido
como despacho de minoría por Ramella, Parellada, Bouín, Catapano y
Kemelmajer de Carlucci en las Segundas Jornadas provinciales de Derecho Civil de Mercedes (1983), en el sentido de que hasta que la parte no
incumplidora no haya comunicado su voluntad de resolver, el incumplidor
podrá purgar la mora.
Sin desconocer que calificada doctrina reconoce al acreedor la posibilidad de enervar dicha prerrogativa jurídica desechando la oferta de pago en
tiempo propio y aún en el marco de una consignación judicial, entendió
que en estos casos debe priorizarse la subsistencia del contrato.
Desde tales coordenadas señaló que en el presente caso, si bien el contrato en cuestión contenía expresamente la facultad de la vendedora de
resolver la compraventa frente a la mora en el pago de dos cuotas consecutivas, la demandada reconviniente no pudo concretar una notificación
idónea a tal fin, poniendo de relieve que a tenor del citado art. 1204 tal
comunicación es de carácter recepticio y, como tal, debe llegar a la esfera
de conocimiento de la contraria para producir sus efectos. En ese orden de
ideas destacó que la propia reconviniente admitió que las misivas remitidas le fueron devueltas y que la demanda esgrimida en los autos acumulados –ahora desistida por haberse encauzado la misma pretensión por vía
reconvencional en los presentes– fue articulada en fecha 26 de marzo de
2007, es decir, cuando la demanda de consignación ya se había impetrado
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(el 19.02.2007) y se le había dado curso (según providencia de fecha
09.03.2007, fs. 21). Añadió que si bien la notificación de la demanda de
consignación fue posterior a la interposición de la demanda de resolución
contractual, no constaba que esta última hubiese sido notificada a la aquí
reconvenida.
En definitiva, juzgó que al momento de promoverse el presente juicio de
consignación subsistía el derecho de la actora de redimir su estado de mora en tanto no había operado la resolución del contrato de compraventa, sellando ello la suerte adversa de la reconvención pues, admitido el pago por
consignación, desaparece el incumplimiento que abre la posibilidad resolutoria y el consecuente reclamo indemnizatorio derivado de tal situación.
Agregó que tal tesitura importaba dar por sentada la mora de la compradora, ya que ésta no desarrolló una actividad probatoria idónea que permitiera tener por configurada la mora accipiendi –concretamente, no probó
haber intimado a la vendedora en forma fehaciente a recibir el pago, ni
tampoco la ausencia de la acreedora de su domicilio, limitándose a acompañar una carta documento que nunca fue recibida–. No obstante, juzgó
procedente la consignación pues consideró que la conflictiva relación
entre los contratantes desde fines de 2006, reflejada en la absolución de
posiciones de ambas partes, tornaba verosímiles los dichos de la deudora
referidos a la existencia de serias dificultades para obtener su liberación,
circunstancia que consideró suficiente para viabilizar tal modalidad de
pago.
Sin perjuicio de ello, atendiendo al contexto dentro del cual tuvo lugar
la consignación y al déficit probatorio apuntado, consideró adecuado distribuir prudencialmente entre las partes las costas del juicio de consignación, en la proporción ya señalada.
2. LOS AGRAVIOS DE LOS RECURRENTES
Contra la decisión de primera instancia interpusieron recurso de apelación, a foja 116, los demandados reconvinientes, Ernesto Rubén Riarte,
Norma Blanca Castillo y Silvia Esmeralda Castillo, concedido a foja 116
vta. Radicada la causa en esta sala, los recurrentes expresaron agravios a
fojas 134 a 137. Ordenado y notificado el traslado a la contraria para contestarlos (fs. 138 y 139), vencido el plazo respectivo y consentida la providencia de autos (fs. 140), quedó la cuestión en condiciones de ser resuelta.
No se han efectuado objeciones al relato de los antecedentes del caso
que ha reseñado el fallo, por lo que en este aspecto corresponde remitirse a
la sentencia de grado por razones de brevedad.
2.1. Los quejosos tachan de arbitraria a la sentencia apelada, endilgándole escasa y carente valoración de los elementos probatorios aportados,
los cuales, dicen, no fueron interpretados por la sentenciante con la discrecionalidad y el sustento jurídico debidos.
En ese orden de ideas sostienen, en primer lugar, que aun cuando no
estuviera controvertida la existencia del contrato, sí correspondía analizar
la mora en el cumplimiento a la luz de las pruebas producidas.
Remarcan que tampoco se discutió que hasta noviembre de 2006 la
deudora venía pagando con demora las cuotas mensuales –destacando que
ello surgiría también de la prueba documental– y sostienen que la sentenciante no valoró el esfuerzo desplegado por la parte acreedora para lograr
el cumplimiento del contrato.
Esgrimen que la interpretación del contrato debe hacerse de modo
conforme a la voluntad expresada en él y, en tal sentido, remarcan que en
la cláusula undécima del boleto se estipuló que el incumplimiento de la
compradora de dos cuotas daría lugar sin más a la resolución del contrato.
Expresan los apelantes que su negativa a recibir carta documento alguna
no demuestra nada, como tampoco la copia glosada a foja 3 sin constancia
de emisión ni de recepción, agregando que tampoco se instó la producción
del informe requerido al correo según oficio de foja 84. Indican que, por
oposición, las misivas remitidas por la parte vendedora sí lucen agregadas
en originales, donde aquélla claramente habría establecido su voluntad
resarcitoria y la mora de la deudora.
Añaden que la mora estaba pactada en el contrato y que, para eximirse
de responsabilidad, la deudora debía probar que el incumplimiento no le
era imputable.
Expresan que no era necesario constituir en mora a la compradora porque sus obligaciones eran a plazo determinado, resultando la mora automática, trayendo aparejado el mecanismo resolutorio del art. 1204 del cód.
civil.
Afirman también que la jueza se apartó de las constancias de la causa y
omitió considerar prueba relevante, señalando que de la absolución de
posiciones de la actora surgiría que el codemandado Riarte estaba esperando el pago y asimismo que éste se habría encontrado en su domicilio para
recibirlo, no habiendo quedado probada su ausencia ni su negativa a recibir el pago.
Por otro lado, afirman que la consignación intentada no ha purgado la
mora de la deudora, pues para ello debía ser integral, con intereses incluidos. Agregan que los efectos del pago por consignación se producen desde
el día del depósito judicial, señalando que el primer depósito judicial fue
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efectuado el día 6 de marzo de 2007, a más de un mes del intercambio
epistolar.
Aducen que el cumplimiento tardío no le resulta útil al acreedor y que la
resolución del contrato tiene lugar ipso iure una vez vencido el plazo legal.
Sostienen que no era necesario un previo requerimiento de cumplimiento
dentro de cierto plazo con apercibimiento resolutorio.
Concluyen que la demandante se encontraba en mora por el solo vencimiento del plazo.
2.2. Alegan que la voluntad de ejercer la facultad resolutoria fue claramente puesta de manifiesto mediante la misiva remitida a la deudora en
tiempo y forma, además de telefónicamente.
Expresan que no aceptaron el cumplimiento tardío por considerar que el
contrato ya estaba resuelto conforme lo estipulado en la cláusula undécima
del boleto de compraventa, entendiendo que sólo faltaba el dictado de la
resolución judicial.
Invocan la posibilidad de pactar la resolución contractual en el supuesto
de dominio revocable, conforme al art. 2668 del cód. civil y agregan que
tal mecanismo legal les permitió tener por resuelto el contrato, posibilidad
que dicen no valorada en la sentencia.
Recuerdan que la resolución del contrato fue el efecto pactado por ambas partes para el supuesto de incumplimiento de dos cuotas consecutivas.
Y señalan los apelantes que no fueron ellos quienes dieron motivo al incumplimiento del contrato ni quienes intentaron apartarse de lo convenido
sino, por el contrario, ejecutarlo conforme lo pactado.
2.3. Por último sostienen que el pago por consignación, para resultar
idóneo en orden a la extinción de la obligación, debe ser articulado de conformidad con lo establecido en el art. 757 del cód. civil. En tal sentido expresan que no puede haber pago sin el depósito judicial correspondiente.
Indican que la actora interpuso la demanda afirmando haber pagado pero sin exhibir el comprobante respectivo y que luego lo acompañó a requerimiento del juzgado, observándose que el depósito fue efectuado en fecha
6 de marzo de 2007, fecha en la cual la parte acreedora ya había manifestado su voluntad de resolver el contrato.
Agregan que en el ejercicio del derecho a pagar, el deudor debe integrar
su pago con los intereses correspondientes, además de formalizar el cumplimiento de buena fe.
Dicen que la deudora no abonó la deuda en forma oportuna ni integral,
dado que no lo habría hecho en término ni con sus respectivos intereses, señalando que ello surgiría claramente del comprobante de depósito por $ 960
de fecha 6 de marzo de 2007, correspondiente a las cuotas de diciembre de
2006 y enero y febrero de 2007.
Por otro lado, esgrimen que la voluntad resarcitoria ya había sido expresada el día 22 de febrero de 2007 mediante la emisión de la misiva obrante
a foja 12 de los autos agregados por cuerda a los presentes. En tal sentido
indican que, antes de efectuarse el depósito judicial, la actora ya sabía que
tenía un requerimiento domiciliario emitido por la vendedora, el cual no
fue retirado del correo pese al aviso dejado en su domicilio. Sostienen que
el derecho a pagar no es aplicable al caso ni purga la mora, en atención a
que tal facultad no podía ejercerse ante el funcionamiento del pacto comisorio expreso operado por la notificación emitida por la vendedora.
Agregan que, a tenor de la absolución de posiciones de la actora, ésta
habría admitido que el codemandado Riarte le había preguntado si iría a
pagarle o no, de lo que los apelantes deducen que el accipiens no habría
estado ausente sino en su domicilio, extremo que entienden corroborado
con lo expresado por la absolvente al final de su declaración, cuando dijo
que, por tener identificador de llamadas, sabía que aquél llamado fue hecho por Riarte desde el teléfono de Castillo. Aducen que la actora sabía
que le estaban reclamando el pago, sabía que Riarte se encontraba en el
domicilio de Castillo, pero no pagó y dejó transcurrir el plazo, aparte de
que tampoco pagó al iniciar el juicio de consignación sino un mes después.
Entienden que ello deja en descubierto que la voluntad de la actora nunca
fue la de pagar en término. Alegan que la actora evidentemente necesitaba
tiempo, pues pese a haber iniciado el juicio de consignación, efectuó el
depósito recién treinta días después, el cual a la postre habría resultado
insuficiente.
Sostienen que la evaluación de la sentenciante relativa a la falta de comunicación de la voluntad resolutoria quedó librada a la voluntad de la
propia deudora. Explican que la actora, sabiendo que Riarte le había manifestado que se quedaría con la casa, no acudió al correo a recibir la carta
interpelatoria, colocando entonces la facultad de purgar su mora a su
conveniencia al conocer la existencia de la voluntad resolutoria manifestada por la otra parte pero sin darse por notificada, continuando con el
incumplimiento hasta que se le intimó por vía judicial a depositar.
Insisten en que la sentenciante no consideró la voluntad del acreedor. Se
preguntan qué sentido tenía pactar el pacto comisorio expreso si luego no
pudo ser ejercido por la parte cumplidora en cuyo beneficio se estipuló.
Entienden que un efecto contrario a lo expresamente pactado tal como la
continuación de la relación contractual debería haber sido la expresión de
la voluntad de ambos contratantes pero, prosiguen, una sentencia que los
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
obligue a mantener vigente un contrato resuelto estaría apartándose de la
voluntad plasmada por las partes, dándole un sentido contrario a lo convenido.
Indican los apelantes que, al absolver posiciones, manifestaron claramente no haber recibido interpelación alguna. Agregan que la ausencia de
pruebas acerca de que la actora hubiese requerido fehacientemente la
recepción del pago y su confesión en cuanto a que los acreedores se encontraban en su domicilio, eximen de comentarios acerca de la falta de
recaudos para la procedencia del pago por consignación. Se quejan porque
la prueba no fue analizada en tal sentido, señalando que la sentenciante
expresó que existía un pacto comisorio, que existía la mora, que no hubo
acreditación de la interpelación a recibir el pago, pero que la deudora tuvo
serias dificultades para realizar el pago, pese a que ella misma declaró que
Riarte le había reclamado que le pagara. Sostienen que en la sentencia se
enumeran las razones esgrimidas en la reconvención para dar por resuelto
el contrato (que la deudora se encontraba en mora, que nunca fue puntual y
que la acreedora no recibió requerimiento para recibir el pago).
Insisten en que Riarte, además de remitir sendas epístolas de requerimiento de pago y comunicación de su voluntad resolutoria, llamó por teléfono a la deudora (según confesión de ésta) e inició la demanda de resolución
contractual, ingnorando en esa oportunidad que existía una demanda de pago
por consignación.
Entienden que era clara su voluntad de resolver el contrato y de rechazar el pago extemporáneo, faltando toda acreditación respecto del derecho
de la deudora a purgar su mora.
Vuelven a mencionar que las partes habían pactado que la falta de pago
o mora por dos meses le daba a la vendedora la opción de resolver el contrato y señalan que en función del art. 1204 del cód. civil comunicaron fehacientemente su voluntad de resolver.
Estiman que a la luz de los hechos y con las declaraciones de las partes
surge que la voluntad de resolver fue comunicada fehacientemente como
para dejar expedita la vía judicial para resolver el contrato.
Se quejan de la consideración de la sentenciante acerca del carácter recepticio de la notificación resolutoria. Entienden que, de ser así, la decisión resolutoria queda atada a la voluntad de la deudora de recibir la notificación, omitiendo tener en cuenta que aquélla no estaba dispuesta a darse
por notificada pese al aviso dejado por el correo, ya que su intención era
continuar en mora y purgarla a comodidad.
Cuestionan que la sentencia le haya acordado a la actora el derecho a
redimir su mora, permitiéndole no acatar la voluntad resolutoria de la
acreedora, con la promoción de la demanda sin el depósito en debida forma y soslayando las circunstancias de la demanda resolutoria.
Destacan que el pago por consignación funciona cuando el tradens encuentra obstáculos que le impiden o imposibilitan la realización de un
pago normal, recalcando que no es lo mismo un mero ofrecimiento que el
pago propiamente dicho y que además éste debe ser judicial, de carácter
excepcional y de interpretación restrictiva. Indican que el inc. 1º del art.
757 (del cód. civil) establece que el pago por consignación procede cuando
el acreedor no quiere recibirlo, negando que sea tal el caso de autos.
Recuerdan que la sentenciante expuso que subsistía el derecho de la actora de redimir su estado de mora en tanto no había operado la resolución
del contrato y que en ello selló la suerte adversa de la reconvención.
Arguyen que si bien era necesaria la sentencia que declarara resuelto el
contrato, la voluntad de resolver había sido manifestada mediante cartas
que la deudora no quiso recibir, no pudiendo el fallo expresar que, admitido el pago por consignación, desaparecía el incumplimiento, cuando a
todas luces resulta continúa que el acreedor, por vía postal y telefónica e
incluso judicial, solicitó la resolución del contrato con la indemnización de
los daños y perjuicios.
Expresan que mora creditoris y pago por consignación están íntimamente vinculados y que, en el deudor, el retardo se presume culpable, a
diferencia de lo que ocurre con el acreedor. En tal sentido sostienen que no
hay en autos elemento alguno que hubiese sido tomado en cuenta por la a
quo para revertir la línea general impuesta al deudor en mora, toda vez que
no pagó en término, no acreditó que el incumplimiento obedeciera a un
obstáculo, no hubo ofertas previas a la demanda y, sin embargo, la jueza
juzgó purgada la mora por efecto de una consignación inválida, inoportuna, intentada cuando ya había fenecido el plazo contractual y el acreedor
le había manifestado su voluntad de resolver, según se desprendería de la
absolución de posiciones de la actora, al admitir ésta que Riarte le dijo
telefónicamente que ya se le había vencido el plazo y que le quitaría la
casa.
Agregan que, en atención a que el pago por consignación surte efectos
desde el día del depósito, ya desde los primeros días de febrero de 2007 la
actora sabía, por aplicación de lo estipulado en el boleto y a la luz del art.
1204 (del cód. civil), que la falta de pago de dos mensualidades vencidas
daría lugar a la resolución del contrato, recalcando que de allí venía la
advertencia de Riarte a la actora en el sentido de que le quitaría la casa.
Concluyen que la resolución contractual, a la luz de los arts. 1204 y 1197
del cód. civil, no fue razonablemente aplicada por la jueza de grado y
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
señalan que, al juzgar procedente el pago por consignación, la magistrada
soslayó el requisito esencial de la falta de colaboración del acreedor y no
consideró la mora de la deudora y la procedencia de la resolución
contractual operada por el incumplimiento de dos cuotas consecutivas, a
tenor de lo establecido en el propio boleto y en la normativa aplicable al
caso. Mencionan que la a quo en ningún momento consideró abusiva la
pretensión resolutoria, toda vez que se trataba de una obligación a plazo con
mora automática.
Postulan, en consecuencia, la revocación del fallo, con costas.
3. SOBRE LA PROCEDENCIA DE LA APELACIÓN
Liminarmente corresponde recordar que si bien la expresión de agravios
no está sujeta a formas sacramentales, tampoco importa una simple fórmula, puesto que tal recurso no constituye solamente un medio de someter
el proceso al parecer de otro tribunal sino que, para dar por cumplida la
carga procesal contenida en el art. 365 del cód. procesal, es menester que
quien recurre presente una crítica razonada que intente seriamente refutar
los puntos de la sentencia en los cuales el a quo basó su pronunciamiento,
indicando concretamente, con claridad y precisión, los argumentos que
considera erróneos o injustos, rebatiendo los fundamentos esenciales que
sirven de sustento a la decisión atacada (cfr. Alvarado Velloso, Adolfo,
“Estudio Jurisprudencial del Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia de Santa Fe”, Rubinzal Culzoni, 1987, t. III, págs. 1218/1220;
Baracat, Edgar, en “Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de
Santa Fe. Análisis doctrinario y jurisprudencial”, dir. Jorge W. Peyrano,
coord. Roberto Vázquez Ferreyra, Juris, 1997, t. 2, págs. 145/155 y sus
citas).
Del mero cotejo del memorial recursivo de la demandada, ya reseñado,
con los fundamentos del fallo anterior, se desprende la carencia de suficiencia técnica de aquél a fin de dar cumplimiento a la carga procesal derivada del citado art. 365, al no mediar un enjuiciamiento crítico, concreto
y fundado del pensamiento judicial de la instancia de grado que ponga en
crisis los argumentos allí desarrollados.
En efecto, las críticas de los apelantes, en virtud de las cuales le adjudican a la sentencia de grado una serie de omisiones y errores de apreciación probatoria, constituyen, en rigor, una mera discrepancia de aquéllos
con la ponderación de las probanzas de autos efectuada por la sentenciante, insuficiente para refutar eficazmente el pensamiento judicial anterior
pues omiten hacerse cargo de las consideraciones basilares en las que la
jueza sustentó los distintos aspectos del fallo recurrido.
En síntesis y sin perjuicio del inveterado criterio que postula que los
jueces no están obligados a ponderar todas y cada una de las pruebas producidas sino sólo aquéllas que se estimen conducentes para la resolución del
pleito (CSJN, Fallos, 272:225, 278:271, 274:113, 280:320, entre otros), se
advierte que la argumentación de los recurrentes, por la cual intentan imponer su propia valoración de las probanzas de la causa, orientando todos sus
esfuerzos a sostener que el pago por consignación resultó ineficaz y tardío
por haber operado previamente la resolución del contrato, no logra persuadir
que el criterio de la magistrada anterior haya sido equivocado.
Sin perjuicio de ello y a fin de no generar eventuales cuestionamientos
sobre el derecho de postulación, se efectuará un pormenorizado tratamiento de los temas propuestos por los apelantes.
3.1. Del boleto de compraventa obrante en copia certificada a fojas 5/6,
reconocido por ambas partes, resulta que Silvia Esmeralda Castillo, en
representación de Ernesto Rubén Riarte y Norma Blanca Castillo, vendió a
María Alejandra de Giule un lote de terreno situado en Villa Gobernador
Gálvez, pactándose el precio en la suma de U$S 6.060, entregándose la
suma de $ 100 en ese acto y el resto a pagarse en cincuenta y nueve cuotas
mensuales y consecutivas de U$S 100 cada una, venciendo la primera de
ellas el 30 de agosto de 2004.
Es decir, las obligaciones a cargo de la compradora relativas al pago del
saldo del precio tenían un plazo cierto y determinado, con vencimientos
parciales y sucesivos, operando la mora, por ello, automáticamente (art.
509, cód. civil).
Sin embargo, no parece que se tratara de un plazo esencial, pues ello no
fue pactado de modo expreso ni surge tácitamente de la naturaleza misma
de la prestación. Tanto es así que, hasta la cuota número veintiocho vencida en noviembre de 2006, la vendedora fue aceptando sin reservas los
pagos efectuados con cierto retraso por la compradora, conforme surge de
los recibos acompañados por la actora a fojas 7/15 coincidentes con la documentación agregada por los demandados a fojas 6/8 de los autos “Riarte,
Ernesto y otra c. De Giule, M. Alejandra s/resolución de contrato - daños y
perjuicios (Expte. N° 525/2007 según numeración del juzgado de origen),
acumulados por cuerda a los presentes, sin que existan otras pruebas que
desvirtúen tal conclusión.
En consecuencia, respecto de las cuotas restantes y mientras no hubiese
operado la resolución del contrato, no podría negarse la posibilidad de que
el deudor en mora impusiera su cumplimiento tardío mediante un pago íntegro comprensivo de las prestaciones originarias más el resarcimiento del
daño moratorio derivado del retraso, purgando así su estado de mora y evitando la resolución del contrato, de acuerdo con la opinión de la doctrina y
de la jurisprudencia mayoritarias que, en línea con el principio de subsis-
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tencia del negocio, señalan que la posibilidad de purgar la mora tiene su
fundamento en que la obligación subsiste mientras no se produzca efectivamente la resolución (v. Lavalle Cobo, Jorge E., en “Código Civil y leyes
complementarias. Comentado, anotado y concordado”, dir. Augusto C.
Belluscio, coord. Eduardo A. Zannoni, Astrea, 1994, t. 5, págs. 1007/1008;
Llambías, Jorge J., “Tratado de Derecho Civil. Obligaciones”, Perrot,
1967, t. I, n° 133, pág. 149; Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho
Civil. Obligaciones”, 8ª ed., Perrot, 1998, t. I, n° 76-c, pág. 75 y n° 767,
pág. 473; Wayar, Ernesto C., “Tratado de la mora”, LexisNexis, 2007, n°
99, pág. 719; Moisset De Espanés, Luis, “Mora del acreedor y pago por
consignación”, JA, 1977-II-707; Ramella, Anteo E., “La resolución por
incumplimiento”, Astrea, 1975, n° 77, págs. 210/211; Farina, Juan M.,
“Rescisión y resolución de contratos”, Orbir, 1965, pág. 205; CNCiv., sala
A, 08.08.1976, ED, 68-166; sala D, 23.09.1969, LL, 138-847; CNCiv, sala
D, 13.10.1978, La Ley, 1979-C-609, 35.250-S; CNCiv, sala A, 06.07.1972,
JA, 16-1972-32; CNCiv, sala C, 07.07.1981, ED, 95-216; CNCiv, sala E,
24.10.1979, LL, 1980-A-624; CNCiv, sala F, 12.08.1980, LL, 1981-A513; entre muchos otros).
A tal fin, debe mediar un ofrecimiento real, efectivo e íntegro de cumplir la prestación debida y, si el acreedor le rechaza el pago, el deudor está
habilitado para promover la pertinente consignación judicial (art. 757, inc.
1º, cód. civil). Por lo demás, se coincide en que la enumeración brindada
por el art. 757 sobre los supuestos en los que procede el pago por consignación es meramente enunciativa y no limitativa, considerándose autorizado dicho instituto cuando el deudor inocente se viese impedido de realizar
en forma válida y segura el pago directo por motivos atribuibles a la conducta del acreedor o por cualquier otra dificultad que obstaculice la ejecución directa a favor del sujeto activo de la obligación (Ameal, Oscar J., en
“Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y concordado”, dir. Augusto C. Belluscio, coord. Eduardo A. Zannoni, Astrea, 1994,
t. 3, pág. 540; Llambías, Jorge J., “Tratado de Derecho Civil. Obligaciones”, Perrot, 1970, t. II, n° 1558, págs. 885/886; Alterini, Atilio A., Ameal,
Oscar J. y López Cabana, Roberto M., “Derecho de Obligaciones Civiles y
Comerciales”, 4ª ed., Abeledo-Perrot, 2008, págs. 439/442; Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil. Obligaciones”, 8ª ed., Perrot, 1998,
t. I, n° 762, pág. 471; CNCiv, sala A, 26.04.1960, LL, 99-587; CNCiv, sala
C, 21.11.1985, LL, 1986-B-413).
En autos la actora afirmó que durante el mes de enero de 2007 no pudo
hallar a la apoderada de los vendedores en su domicilio y que, en consecuencia, le remitió una carta documento ofreciéndole el pago de las cuotas
adeudadas la cual, en razón de no haber sido recibida por su destinataria,
motivó la necesidad del pago judicial. Si bien no fue acompañada en
original la pieza postal obrante en copia simple a foja 3, la versión de la
actora no resulta contradictoria con lo expuesto por ella al absolver
posiciones –en cuanto narró que Riarte la había llamado desde el teléfono
de Silvia Castillo preguntándole si le pagaría o no le pagaría– toda vez
que, a tenor del relato de la absolvente en la audiencia respectiva, el llamado telefónico habría ocurrido con posterioridad al invocado ofrecimiento epistolar de pago (v. fs. 78).
En cualquier caso, se ha señalado que la prueba de la negativa a recibir
el pago no tiene interés en el juicio de consignación, más que al sólo efecto de establecer la carga de las costas, ya que si intentada la consignación
el acreedor dice que él no se ha negado a recibir el pago, ello implicará
que también en ese momento aceptará el pago ofrecido, resultando absurdo
un rechazo de la consignación puesto que el deudor desea pagar y el
acreedor desea recibir, procediendo aceptar la consignación e imponer las
costas al actor. Y, en caso de que el acreedor tenga un interés en rechazar
el pago, como por ejemplo si sostiene que ha operado la resolución del
contrato y en ello sustenta su oposición a la consignación –como en autos–
entonces está implícita su negativa a recibir el pago, por lo que la prueba
de ésta se hace innecesaria (cfr. Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho
Civil. Obligaciones”, 8ª ed., Perrot, 1998, t. I, n° 750/751, págs. 467/468).
3.2. Sentado lo anterior, cabe acotar aquí que si bien para purgar la
mora se exige un pago íntegro comprensivo de las prestaciones originarias
más el resarcimiento del daño moratorio derivado del retraso, nada obsta a
que el acreedor reciba un pago defectuoso en cuanto al monto si no ha
formulado reserva alguna en tal sentido.
En ese orden corresponde señalar que los cuestionamientos de los
recurrentes relativos a la integridad del pago intentado en autos por la vía
de la consignación judicial, aduciendo que la actora habría omitido
adicionar los respectivos intereses, aparecen como el fruto de una reflexión tardía toda vez que se trata de un capítulo o argumento introducido ex
novo, no propuesto en la instancia de grado al contestar la demanda de
consignación (v. fs. 52/53) ni en el alegato (v. fs. 107/108), oportunidades
en las cuales los demandados se limitaron a cuestionar la procedencia de la
pretensión consignatoria por considerarla extemporánea, aunque no insuficiente.
Es oportuno recordar que la oposición de todas las defensas de las que
pretenda valerse, explicitando con claridad los hechos en que se apoyan,
constituye una verdadera carga para la parte demandada (art. 142, inc. 4º,
CPCC). Su notable importancia radica en que lo que escape a dicha carga
no habrá de ser materia de contradictorio ni de prueba o de la sentencia
(art. 243, CPCC). Y desde luego que en la segunda instancia no pueden
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proponerse capítulos no propuestos al conocimiento del juez precedente,
toda vez que la Cámara no es órgano de creación sino de revisión del pensamiento judicial anterior (art. 246, CPCC).
Aceptar un criterio distinto importaría la afectación al principio de
congruencia (arg. arts. 243 y 246, CPCC).
En consecuencia, los planteos relativos a la integridad del pago por
consignación, vertidos en sustento del recurso de nulidad y también a lo
largo del memorial apelatorio, no configuran un agravio jurídicamente
atendible.
3.3. Ahora bien, como ya se adelantó, la facultad que tiene el deudor de
redimir su mora se extingue cuando el acreedor ha fundado su derecho en
esa mora para resolver el contrato. En el sub examine, las partes estipularon expresamente el pacto comisorio (arts. 1203, cód. civil), previendo que
en caso de que la compradora incumpliese y el período de mora alcanzase
los dos meses corridos desde el último pago realizado, la parte vendedora
podría resolver el contrato teniendo derecho a la restitución del inmueble y
a retener lo abonado hasta ese momento en concepto de indemnización.
No está en discusión que, al iniciarse las presentes actuaciones, el 16 de
febrero de 2007, se encontraban impagas las cuotas vencidas en diciembre
de 2006 y enero de 2007.
Pero cabe aclarar que, aun cuando la resolución por pacto comisorio
expreso se produce sin necesidad de requerimiento previo de cumplimiento, ella no opera automáticamente y sólo surte efectos desde que la parte
interesada comunique a la incumplidora, en forma fehaciente, su voluntad
de resolver (arg. art. 1204, párr. 3°, cód. civil).
En tal sentido se ha señalado que aunque se pacte que el incumplimiento de las obligaciones produce la resolución del contrato de pleno derecho, ésta no se producirá hasta que el acreedor haya hecho conocer su
voluntad de resolverlo, pues de lo contrario no se trataría de un pacto
comisorio, sino de una condición resolutoria en la cual el interesado carecería de derecho de opción (cfr. Lavalle Cobo, ob. cit., pág. 996; Wayar,
ob. cit., pág. 721; Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil. Contratos”, 7ª ed., Perrot, 1997, t. I, n° 307, pág. 201; Alterini, Atilio A.,
“Contratos. Civiles. Comerciales. De consumo. Teoría general”, 2ª ed.,
Abeledo-Perrot, 2009, págs. 457/458; CNPaz, sala II, 07.04.1972, LL, 147125; CNCiv, sala A, 07.06.1979, LL, 1979-D-159; CNCiv, sala B, 18.08.
1976, LL, 1976-D-518; CNCiv, sala C, 09.06.1981, ED, 99-779, sum. 133;
SC Buenos Aires, 18.08.1981, ED, 99-779, sum. 132).
Asimismo, se ha enfatizado que la manifestación de voluntad del acreedor es recepticia, o sea que su eficacia depende de la efectiva recepción
por el destinatario de modo que llegue a su esfera de conocimiento,
considerándose irrelevantes a tal respecto los hechos materiales del deudor
o lo que éste manifieste a terceros, ya que la ley exige que la notificación
sea “fehaciente”, es decir, que se baste a sí misma como prueba, quedando
en principio excluida la forma verbal (cfr. Lavalle Cobo, ob. cit., pág. 996;
Ramella, ob. cit., págs. 188/189; Wayar, ob. cit., pág. 717; Farina, ob. cit.,
págs. 203/204; CNCiv, sala A, 15.10.2010, LL, 2011-A-224), por lo que se
descarta la argumentación ensayada por los recurrentes que, sobre la base
de los dichos de la actora al absolver posiciones, pretenden tener a la
compradora por notificada telefónicamente de la voluntad resolutoria.
A todo evento cabe agregar que la manifestación de voluntad resolutoria
debe tener un contenido claro a fin de que pueda conocerse sin duda alguna que se refiere a la intención de resolver el contrato. Los dichos de la
actora no tienen el sentido que los apelantes pretenden otorgarles, ya que
de lo expuesto por aquélla al absolver posiciones –en cuanto a que al día
siguiente de remitir la carta documento ofreciendo el pago de las cuotas
adeudadas, Riarte la habría llamado por teléfono y le habría dicho: “ya se
te pasó el término y te voy a quitar la casa” (fs. 78)– en modo alguno se
desprende una confesión de la absolvente en el sentido de que la
demandada le hubiese comunicado una decisión efectivamente tomada de
resolver el contrato reflejando una clara intención en tal sentido, sino que
lo conversado entre las partes aparecería más bien como un mero aviso o
advertencia sobre el curso de acciones a seguir.
Tampoco son atendibles las objeciones de los recurrentes en el sentido
de que la recepción de la comunicación epistolar quedó sometida a la discrecionalidad de la deudora, ya que bien pudieron utilizar una forma que
no les creara problemas, como una notificación hecha por escribano (v.
Borda, Guillermo A., “Tratado de Derecho Civil. Contratos”, 7ª ed., Perrot, 1997, t. I, n° 307-2, p. 202), o bien con la notificación de la demanda
en el supuesto de instar la resolución por vía judicial (cfr. Ramella, ob.
cit., pág. 201).
3.4. Desde tales coordenadas, no resultan desvirtuadas las consideraciones de la jueza anterior que, con arreglo a la máxima prior in tempore,
potior in iure y con sustento en el principio de la subsistencia del negocio,
descartó que en el caso pudiera operar la resolución contractual intentada
por la vendedora en razón de la anticipación de la compradora a pagar por
consignación.
Ello es así porque, si bien la interpelación epistolar que la actora afirmó
haber remitido el 2 de febrero de 2007 para que la demandada le recibiera
los pagos de las cuotas vencidas (en copia a fs. 3) nunca habría llegado a
destino según dijo la propia actora, la ulterior demanda de pago por con-
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
signación fue interpuesta el 16 de febrero de 2007 (fs. 16), dándosele curso el 9 de marzo de 2007 (fs. 21) cuando la actora acreditó el depósito de
lo consignado, notificándose a la demandada el 9 de abril de 2007 (según
carta con acuse de recibo de fojas 25/26, dirigida al domicilio real denunciado en el boleto por la apoderada de los vendedores).
Por otro lado, la misiva emitida por la vendedora manifestando su voluntad resolutoria, fechada el 22 de febrero de 2007 y obrante en copia a
foja 12 de los acumulados, fue devuelta a la remitente, mientras que, hasta
donde consta en estos autos y en la causa conexa, la demanda de
resolución contractual esgrimida en el proceso desistido nunca fue
notificada a De Giule. Recién al comparecer en estos autos, en fechas 13
de abril de 2007 (fs. 28) y 30 de mayo de 2007 (fs. 33 con aclaración de fs.
42), los demandados denunciaron la conexidad existente con el proceso
por ellos iniciado por ante el Juzgado de Primera Instancia de Distrito en
lo Civil y Comercial N° 11 (autos “Riarte, Ernesto y otra c. De Giule, M.
Alejandra s/resolución contrato - daños y perjuicios”, agregados por
cuerda) tendiente a la resolución del contrato, ordenándose su acumulación a los presentes el 25 de junio de 2007 (fs. 36), proceso del que aquéllos desistieron para introducir la misma pretensión por vía reconvencional en los presentes, en fecha 12 de febrero de 2008 (fs. 52/53).
Siendo ello así, no puede afirmarse que la voluntad de resolución contractual manifestada por esas vías haya llegado a la esfera de conocimiento
de la compradora con anterioridad a la interposición, admisión y notificación de la demanda de pago por consignación, que tendió a purgar la
mora obstando a la resolución del contrato.
La sentencia recurrida resulta, por tanto, ajustada a derecho.
Voto, pues, por la afirmativa.
Sobre la misma cuestión, el señor vocal doctor Silvestri, dijo:
Que coincide con lo propuesto por la señora vocal doctora Serra, y vota
por la afirmativa.
Sobre la misma cuestión, el señor vocal doctor Ariza, dijo:
Que se remite a lo expuesto en la primera cuestión, absteniéndose de
emitir opinión.
Sobre la tercera cuestión, la señora vocal doctora Serra dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar las cuestiones anteriores, corresponde desestimar el recurso de nulidad y rechazar el recurso de apelación.
Las costas de esta segunda instancia se impondrán a la parte recurrente
por su condición de vencida (art. 251, CPCC).
Los honorarios profesionales de alzada se fijan en el cincuenta por
ciento (50%) de los que en definitiva resulten regulados en primera instancia (art. 19, ley 6.767).
Así voto.
Sobre la misma cuestión, el señor vocal doctor Silvestri dijo:
Que coincide con la resolución propuesta por la señora vocal preopinante, y vota en igual forma.
Concedida la palabra al señor vocal doctor Ariza, a esta cuestión dijo:
Que se remite a lo considerado en la primera cuestión, y se abstiene de
votar.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la sala Primera
de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario, resuelve:
Desestimar el recurso de nulidad y rechazar el recurso de apelación. 2)
Imponer las costas de esta segunda instancia a la parte recurrente. 3)
Regular los honorarios profesionales de alzada en el cincuenta por ciento
(50%) de los que en definitiva resulten regulados en primera instancia.
Insértese, hágase saber, bajen y tómese nota marginal en el protocolo del
juzgado de origen. (Expte. Nº 362/2010).– María M. Serra.– Ricardo A.
Silvestri.– Ariel C. Ariza –art. 26, ley 10.160–.
Competencia:
Pautas para su fijación; justicia en lo contencioso administrativa; criterios para delimitar
su competencia. Contrato de Obra Pública: naturaleza; incumplimiento; justicia
competente.
1 – A los fines de fijar la competencia no solo hay que acudir a la naturaleza de las pretensiones y a la exposición de los hechos que el
actor hace en la demanda, sino que además, es necesario examinar su
origen como así también la relación de derecho existente entre las
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
partes. Desde esa perspectiva, es indudable reconocer que el precisar
los límites de la competencia contencioso administrativa de la ordinaria presenta matices particulares derivados de una importante casuística que impone como razonable no reducirse a un criterio único de
distingo, que probablemente fracasaría apenas se lo enfrente con una
experiencia que es rica, intrincada y proteica, sino, más bien, en
guiarse por la concurrencia de una serie de pautas que oriente para
decidir en cada caso si la Administración obra ahí como poder público
o como persona privada.
2 – Al formularse ante la justicia ordinaria reclamo de pago de un saldo
supuestamente adeudado por un ente comunal demandado con relación a un contrato que es pacíficamente asumido por ambas partes como de obra pública (en el caso, estabilización granular en una ruta
provincial), y aunque conforme a los términos de la demanda no se
controviertan aspectos negociales que hagan a la conformación del
vínculo jurídico convenido, no puede perderse de vista que la naturaleza administrativa del contrato de marras, del interés público comprometido al suscribirlo, y del rol del ente público territorial en que lo
hiciera la Comuna, llevan los efectos de dicho convenio claramente al
ámbito del derecho público y no del privado, ya que la competencia
contencioso administrativa es indudable cuando el crédito reclamado
tiene origen en un contrato celebrado por autoridad administrativa,
vinculado a un fin público y bajo un régimen de derecho público.
193 – CApel.CC Santa Fe, sala I, marzo 21-2012.– Cravero, Ricardo
Mateo c. Comuna de San Martin de las Escobas s/ordinario.
Santa Fe, marzo 21 de 2012.–
Y Vistos: Estos autos caratulados “Cravero, Ricardo Mateo c. Comuna
de San Martin de las Escobas s/ordinario” (Expte. Sala I N° 201 - año
2011), originarios del Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil,
Comercial y Laboral de San Jorge, en virtud del recurso de apelación interpuesto a fs. 71 por los apoderados de la parte demandada contra el auto
resolutorio de fecha 06/12/2010 (v. fs. 70/70 vto.); y,
Considerando:
Que por intermedio de apoderado, Ricardo Mateo Cravero promueve
demanda ordinaria contra la Comuna de San Martín de las Escobas, tendiente al cobro del capital adeudado de $ 11.107,32 con más intereses y
costas. Refiere que celebró en fecha 01/12/06 con las Comunas de Cañada
Rosquín, San Martín de las Escobas y Colonia Belgrano, un contrato de
construcción de obra estabilizado granular en Ruta N° 80, el que fue firmado por el presidente de la Comuna de Cañada Rosquín, quien representó en ese acto a las tres Comunas. Agrega que habiéndose dado comienzo a
la obra en mayo de 2008, las tres Comunas notificaron a la actora que se
resolvió prescindir de su trabajo desde el 01/03/08, reconociendo que el
mismo ha llegado hasta la progresiva 16+100 en la ejecución de la Obra
Estabilizado Granular en la ruta provincial N° 80. Agrega que en relación
al contrato celebrado el 01/12/06 fue rescindido de común acuerdo entre
las partes, quedando sin efecto la relación contractual, eximiendo al profesional de responsabilidad por daños y perjuicios en la ejecución de la
obra. En razón de ello, explica que su parte inició las tratativas para cobrar
su acreencia por los trabajos realizados hasta el momento de la rescisión,
por lo que determinó que el saldo adeudado por cada una de las comunas
era de $ 11.107,32 –certificado N° 7 de fecha 12/05/08–, constituyendo el
capital reclamado a cada Comuna y a partir de dicha fecha se calcularán
los intereses legales. Continúa expresando que por el motivo mencionado
celebró convenios de pago con las Comunas de Cañada Rosquín y Colonia
Belgrano, las que abonaron sus respectivas deudas, no haciéndolo la
Comuna de San Martín de las Escobas, por lo que la intimó mediante carta
certificada con aviso de retorno enviada en fecha 20/04/09 sin resultado
positivo, habiendo iniciado reclamo administrativo previo.
Que al contestar la demanda, interponen los apoderados de la Comuna
de San Martín de las Escobas excepción de incompetencia a tenor de lo
prescripto en el art. 139, inc. 1º del CPCC, excepción de falta de legitimación pasiva y, subsidiariamente, contestan la demanda. Explica la demandada que corresponde la competencia de la Justicia en lo Contencioso
Administrativo para entender en las presentes, conforme lo previsto en la
Ley Orgánica del Poder Judicial 10.160, art. 59, inc. 1º - b). Agrega que el
accionante demanda a la Comuna de San Martín de las Escobas sobre
bases absolutamente falsas e inexactas, por cuanto el actor celebró contrato con el presidente de la Comuna de Cañada Rosquín en el cumplimiento de sus funciones, y el mencionado instrumento se encuentra rubricado por Ricardo Cravero –Ing. Civil– y Hugo B. Dallari, Presidente de la
Comuna de Cañada Rosquín; pero dicho contrato no fue celebrado por
Cravero con la Comuna de San Martín de las Escobas. Expresa que si bien
el presidente comunal de Cañada Rosquín representaba también a las
comunas de San Martín de las Escobas y Colonia Belgrano, la vía elegida
por el actor no es legalmente correcta para trabar la litis por cuanto los
términos en que se vinculan las comunas que menciona el actor no pueden
ser de su conocimiento, ya que si existiera vínculo, el mismo sería un acto
administrativo celebrado entre las comunas sin efecto frente a terceros.
Aclara que frente a terceros, la cabeza visible es la de comuna de Cañada
Rosquín, con quien Cravero firmó el contrato y si surgiera un reclamo sería por parte de la comuna de Cañada Rosquín contra las demás comunas.
Al fundar la contestación de la demanda niega los hechos imputados y
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explica que antes de suscribir el contrato de obra pública entre el presidente comunal de Cañada Rosquín y el Ingeniero Cravero había un acuerdo entre las comunas para observar cómo y en qué proporción contribuirían cada una en la posterior obra y al momento de la rescisión, la Comuna
de San Martín de las Escobas había adquirido en exceso el material granulado con el que se estaba haciendo la obra, que no sólo alcanzaba para
cubrir la parte de obra sobre su jurisdicción, sino que sobraba para las
demás copartícipes del emprendimiento. Aclara que las tratativas con la
actora fueron llevadas a cabo por el presidente de la Comuna de Cañada
Rosquín, por lo que su parte fue ajena a las negociaciones, no así a los
reclamos por cuanto éstos se derivaron desde un principio y en forma
directa hacia la comuna de San Martín de las Escobas y en forma absolutamente improcedente.
Que al contestar las excepciones opuestas, sostiene la actora que no está
impugnando ningún acto administrativo por ilegitimidad, lo que motiva
que no es aplicable el art. 59 de la ley 10.160. Agrega que lo debatido en
las presentes se trata de un supuesto en que el estado actúa con su capacidad de derecho privado, contratando a particulares para el logro de sus
objetivos por cuanto se reclama un saldo impago de un contrato de locación de obra, lo que implica que hubo otros pagos realizados durante el
transcurso de la obra sin que el deudor objetara el carácter de acreedor del
actor, lo que demuestra la inaplicabilidad del recurso contencioso administrativo al reclamo. Aclara que cuando la norma excluye del recurso contencioso administrativo al acto de ejecución de otro anterior, se refiere a
aquellos actos que procuran la realización del contenido de otro, careciendo en cuanto al contenido de la autonomía propia a los efectos de la
integración. En cuanto a la prórroga de competencia explica que no hay
norma jurídica alguna que ordene que se deba invocar la prórroga para que
ésta sea válida, ya que bastará con demandar en el juzgado elegido por las
partes para litigar y acompañar la documental que acredite tal extremo. Al
contestar la excepción de falta de legitimación pasiva expresa que las tres
comunas pactaron un acuerdo de cómo hacer frente a los gastos de
materiales y mano de obra, lo que configura una cuestión interna de las
comunas entre sí, inoponible a Cravero ya que a éste no le compete la
relación contractual existente entre ellas. Por último, agrega que se reclama la tercera parte del contrato por cuanto presume que el costo fue
asumido por las tres comunas en partes iguales ya que de lo contrario
hubiere constado en el contrato.
Que por sentencia de fecha 06/12/2010 (v. fs. 70/70 vto.), el juez a quo
desestimó la excepción de incompetencia interpuesta, con costas. Para así
decidir consideró que al ser la competencia la aptitud del juez para ejercer
su jurisdicción en un caso determinado, no se advierte dicha carencia en
las presentes, por cuanto lo que se demanda es el cobro de una suma de
dinero por locación de obra, haciendo propio los criterios que consideran
que la competencia contencioso administrativa implica la existencia de
intereses públicos trascendentes y también un litigo entre un sujeto público
actuando en carácter de tal y un particular a propósito de aquél, supuestos
que –pondera– no concurren en la cuestión bajo tratamiento.
Que interpuesto recurso de apelación por la demandada (v. fs. 71) y
radicados los presentes en esta sede, expresa agravios sosteniendo que la
Comuna de San Martín de las Escobas es un sujeto de derecho público, y
para ella o sus representantes hay en juego intereses públicos trascendentes e implica un litigio entre un sujeto público y un particular a propósito
de un acto de aquél. También se agravia de la arbitrariedad de la sentencia
por falta de fundamentación suficiente, agregando que el a quo no consideró que los sujetos intervinientes en las presentes se tratan de la Administración (en el caso un ente público, la Comuna de San Martín de las Escobas) y un particular –Cravero–, de lo que se deduce la sustancia administrativa y, por lo tanto, está regida por el ordenamiento jurídico público.
Al contestar agravios la actora (v. fs. 103/107 vto.), expresa que la impugnación formulada no constituye una derivación razonada del derecho
vigente, reiterando argumentos ya vertidos en el curso de la causa. Cita jurisprudencia y doctrina al efecto.
Que en primer lugar debe consignarse que los agravios donde focaliza
su petición el quejoso se dirigen a obtener el pago del capital adeudado
por parte de la Comuna de San Martín de las Escobas, originado en un
contrato celebrado con la comuna precitada para la ejecución de la Obra
Estabilizado Granular en la ruta provincial N° 80. A dicho reclamo, la entidad comunal opuso excepción de incompetencia a tenor de considerar
que la relación entre las partes responde a la justicia en lo Contencioso
Administrativo. Trabada así la litis, el juez a quo rechazó la excepción de
incompetencia articulada, fundándose en sintéticos argumentos que radican fundamentalmente en que el objeto de la demanda lo constituye el cobro de una suma de dinero en virtud de la locación de obra.
Ahora bien, debe consignarse que ha sido criterio sostenido por esta
Sala que a los fines de fijar la competencia “hay que acudir a la naturaleza
de las pretensiones y a la exposición de los hechos que el actor hace en la
demanda (in re: “Villalba c. Provincia de Santa Fe”, del 6/8/1996 publicado en Zeus, tomo 70, pág. J-63, entre otros; 06/12/04, “Municipalidad de
Santa Fe c. A.R.T. Intracción S.A. s/ordinario”, F° 402, T° 44)” (esta sala,
06/09/2010, “Longoni, Jorge Fabián c. Rosas, Diego Marcelo s/juicio ordinario”, F° 398, T° 8). En sentido concordante se ha pronunciado el Máximo Tribunal Provincial al estimar que “si bien es aceptado tanto doctrinaria como jurisprudencialmente que la competencia se determinará por la
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naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las defensas opuestas por el demandado, es también criterio del máximo Tribunal nacional, que para la dilucidación del tema no basta con indagar la
naturaleza de la acción a fin de determinar su carácter civil; es necesario,
además, examinar su origen como así también la relación de derecho
existente entre las partes” (CS Santa Fe, 06/06/2001, “Ingeniero Pell Construcciones S.A. c. Provincia de Santa Fe”, Lexis N° 18/19805).
Bajo tales parámetros, no puede soslayarse que la pretensión esgrimida
por la actora encuentra su fundamento en la existencia de un contrato
celebrado con una entidad comunal. Es decir se trata de un contrato de ejecución de obra, respecto del cual es conveniente dejar sentado que si bien
es innegable su naturaleza de derecho público enfrentado a circunstancias
que lo particularizan –cuestiones que ameritan profundos análisis que
exceden al objeto bajo tratamiento– “suelen ser borrosos los límites que
separan, dentro del género de los contratos de la administración, las dos
especies de contratos comunes y contratos públicos. A ese propósito, la
posición más razonable estribaría en no reducirse a un criterio único de
distingo, que probablemente fracasaría apenas se lo enfrente con una
experiencia que es rica, intrincada y proteica, sino, más bien, en guiarse
por la concurrencia de una serie de pautas que oriente para decidir en cada
caso si la Administración obra ahí como poder público o como persona
privada (cfr. Argañaraz, “Tratado de lo contencioso administrativo”, págs.
108/109) AyS, 35-208)” (CSJ, “Cerquetti”, AyS, 55-285/291).
Teniendo en cuenta estos criterios expuestos, es indudable reconocer
que el precisar los límites de la competencia contencioso administrativa de
la ordinaria presenta matices particulares derivados de una importante casuística que continúa expandiéndose en el correr de los años, y que se traduce en fallos emanados del Alto Tribunal que ponen de relieve aspecto
que refieren a que se “trata de un tema que está en permanente desarrollo:
es sensible a las novedades provenientes del mundo actual y a los intereses
que en cada caso se hallan en juego, y no resulta, en algunos casos, desvinculado de razonamientos fundados en criterios de política judicial”
(Capdevila, Silvina y Deb, Leonardo: “Algunos capítulos de la competencia contencioso administrativa de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia”, en “Derecho Administrativo y Constitucional N° 3”, Juris,
Rosario, N° 3).
Volviendo a la cuestión medular, y reiterando lo dicho, del análisis de
los distintos aspectos para decidir la causa surge que se trata de un contrato de obra pública que vinculó a las partes, cuya objeto era el estabilizado granular en ruta N° 80, y que la deuda que –según dice–, el particular
que insta la acción tendría la comuna para con su parte, es la que origina el
inicio de la presente, lo que pone de manifiesto la injerencia de las normas
de derecho público involucradas, como lo manifiesta la demandada en la
excepción opuesta.
Es que “en tren de detectar pautas generales, nos parece que no puede
soslayarse la norma contenida en el art. 94 de la ley 5188 (de Obras
Públicas), que establece que “todas las gestiones a que de lugar la aplicación e interpretación de los contratos de obras públicas derivados de los
mismos, se resolverán en última instancia por el Tribunal competente para
conocer y juzgar las causas de la materia contencioso administrativa, previa interposición del o de los recursos pertinentes” (Capdevila, Silvina y
Deb, Leonardo, ob. cit.).
Si bien es cierto que conforme a los términos de la demanda no se controvierten aspectos negociales que hagan a la conformación del vínculo
Rosario, lunes 30 de julio de 2012
jurídico convenido entre las partes, sino que se formula un reclamo de
pago de un saldo supuestamente adeudado por el ente comunal demandado
con relación a un contrato que es pacíficamente asumido por ambas como
de obra pública (estabilización granular en la ruta provincial n° 80), no
puede perderse de vista que la naturaleza administrativa del contrato de
marras, del interés público comprometido al suscribirlo, y del rol del ente
público territorial en que lo hiciera la Comuna de San Martín de las Escobas (junto con los otros dos entes comunales suscriptores, no demandados), llevan los efectos de dicho convenio claramente al ámbito del
derecho público y no del privado, ya que como la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe lo ha declarado (“Constructora del Litoral
S.A. c. Comuna de Timbúes s/conflicto negativo de competencia”, 23 de
abril de 2008) la competencia contencioso administrativa es indudable “...
cuando el crédito reclamado tiene origen en un contrato celebrado por
autoridad administrativa, vinculado a un fin público y bajo un régimen de
derecho público”. Mutatis mutandi, el mismo Alto Tribunal provincial en
la causa “Construcciones Ingeniero Eduardo C. Oliva S.A.I.C.I. c. Provincia de Santa Fe” en fallo del 3 de abril de 2002, señaló que la competencia contencioso administrativa hace al orden público y es irrenunciable,
y que resulta inadmisible que porque el Estado, como consecuencia de un
contrato de obra pública, haya expedido títulos de créditos en favor del
contratista, el cobro de dichos títulos ejecutivos desplace la competencia
hacia la justicia civil y comercial, “... lo cual evidencia un claro desenfoque de las normas de nuestro sistema local y de las pautas de atribución
de competencia en ella contenidas”. Similar criterio abonó lo resuelto
también por la Corte Suprema de Justicia local en la causa “Ingeniero Pell
Construcciones S.A. c. Provincia de Santa Fe” del 06/06/2001 –precedentemente citada–, en la cual se priorizó el origen del vínculo jurídico
(contrato de obra pública) por sobre la forma de la documentación del
saldo adeudado (pagarés), para asignar la competencia de los órganos
jurisdiccionales constitucionalmente habilitados para juzgar conflictos de
derecho público por sobre la de los calificados para hacerlo en relación a
controversias de derecho privado.
A luz de lo dicho, meritando que, en la especie, la pretensión tiene
como sustento una base contractual de naturaleza pública, puesto que “las
acciones participan de la naturaleza del derecho que protegen en cada caso
en particular, pues siendo la acción un poder dirigido a la tutela de un
interés, toma su naturaleza de éste” (Chiovenda, José, “Principios de
derecho procesal civil”, t. I, pág. 76)” (AyS, 66-244/255); debe concluirse
que cuanto corresponde en las presentes es hacer lugar al recurso de
apelación opuesto por la demandada, debiéndose revocar el decisorio
venido en revisión, siendo –en consecuencia– competente para intervenir
en las presentes, la Justicia en lo Contencioso Administrativo, con costas
(art. 251, CPCC). Por ello, la sala primera de la Cámara de Apelacion en
lo Civil y Comercial de Santa Fe, resuelve: 1) Hacer lugar al recurso de
apelación interpuesto, revocando el decisorio traído en revisión, con costas
(art. 251, CPCC). 2) Los honorarios de alzada se liquidarán en la proporción establecida en el art. 19 de la ley 6767, modificada por la ley 12.851,
oportunidad en que se correrá vista a la Caja Forense. Insértese, hágase
saber, bajen.– Edgardo I. Saux.– Abraham L. Vargas.– Maria C. de Césaris (en abstención) (Sec.: Selva A. Penna).
ABSTENCIÓN DE LA DOCTORA DE CÉSARIS.– Habiendo tomado conocimiento
de estos autos y existiendo votos totalmente concordantes de dos jueces,
de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la jurisprudencia de la
Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir opinión.– Maria C. de Césaris.
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