capítulo 1 - Biblioteca Digital Universidad de San Buenaventura

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UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
LICENCIATURA EN FOLOSOFÍA
1. TÍTULO
EL NIHILISMO EN NIETZSCHE
2. AUTOR
JORGE ENRIQUE OROZCO ROMERO
3. PUBLICACIÓN
Lugar: Bogotá D.C. – Cundinamarca
Año: 2007
Páginas: 58
4. TIPO DE DOCUMENTO
Trabajo de grado
5. PALABRAS CLAVES
Nihilismo, nihilismo pasivo, decadencia, pesimismo, cultura de occidente,
platonismo, cristianismo, moral cristiana, nihilismos activo, sin sentido,
fortaleza, destrucción, nihilismo radical, superación del nihilismo, martillo,
voluntad de poder, superhombre, Dios ha muerto, idealismo.
6. DESCRIPCIÓN DEL PROBLEMA
El análisis filosófico que hace Federico Nietzsche sobre el nihilismo y su
propuesta del superhombre como el superador de éste, aparecen en el
panorama como una trémula luz en medio de la espesa decadencia del
mundo de la razón occidental señalando los límites de la “irracionalidad” a
que ha sido llevado el hombre por los sistemas de pensamiento, a partir de
los cuales se ha distanciado de la naturaleza.
7. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA
¿En qué consiste el nihilismo pasivo, activo y radical según el pensamiento
de Nietzsche, y la “tabla de valores” que propone para la decadente
sociedad de Occidente?
8. LÍNEA DE INVESTIGACIÓN
Investigación de Proyecto de Grado.
9. METODOLOGÍA
Investigación de tipo analítico, crítico, argumentativo y reflexiva sobre el
nihilismo en Nietzsche, centrada en la lectura seria y sistemática de las
obras del autor y sus más importantes críticos sobre el particular.
10. RESULTADOS
El resultado de esta Investigación La Universidad de San Buenaventura,
Sede Bogotá, hará publicaciones en su página Web y en su Revista de
Filosofía.
11. FUENTES
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NIETZSCHE, Federico. Antología. Barcelona: Península, 1988.
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_________. Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie.
Madrid: Alianza, 1980.
·
_________. Así habló Zaraustra. Madrid: Sarpe, 1983.
·
_________. Consideraciones intempestivas. Madrid: Alianza, 1988.
·
_________. Ecce homo o cómo se llega a ser lo que se es. Madrid:
Alianza, 1971.
·
_________. El anticristo. Maldición sobre el cristianismo. Madrid:
Alianza, 1974.
·
_________. El crepúsculo de los ídolos. 6ª ed. Madrid: Alianza, 1982.
·
_________. El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo.
Madrid: Alianza, 1973.
·
_________. En torno a la voluntad de poder. Barcelona: Península,
1973.
·
_________. Fragmentos póstumos. Bogotá: Norma, 1992.
·
_________. Genealogía de la moral. Un escrito polémico. Madrid:
Alianza, 1981.
·
_________. Más allá del bien y del mal. Preludio de una filosofía del
futuro. 2ª ed. Madrid: Alianza, 1975.
·
_________. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Madrid:
Tecnos, 1994.
·
BATAILLE, George. Sobre Nietzsche: Voluntad de suerte. Madrid:
Taurus, 1972.
·
BISER, Eugen. Nietzsche y la destrucción de la conciencia cristiana.
Salamanca: Sígueme, 1974.
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BRANDES, Jorge. Nietzsche: un estudio
aristocrático. Buenos Aires: Taurus, 1993.
·
COLLI, Giorgio. Después de Nietzsche. Barcelona: Anagrama, 1988.
·
DELEUZE, Gilles. Nietzsche y la filosofía. Barcelona: Anagrama, 1971.
·
FINK, Eugen. La filosofía de Nietzsche. Madrid: Alianza, 1966.
·
FOUCAULT, Michel. Nietzsche, la genealogía y la historia. En:
Microfísica del poder. Madrid, Piqueta, 1978.
·
HEIDEGGER, Martín. “La Frase de Nietzsche: Dios ha Muerto”. En:
Sendas Perdidas. Buenos Aires, Losada, 1960.
·
_________. Nietzsche 125 años. 2ª ed. Bogotá: Temis, 1977.
·
KLOSSOWSKI, Pierre. Nietzsche y el círculo vicioso. Barcelona: Seix
Barral, 1972.
·
LEFEBVRE, Henri. Nietzsche. 1ª reimpresión. México: FCE, 1975.
·
VATTIMO, Gianni. Introducción a Nietzsche. Barcelona: Península, 1987.
sobre
el
radicalismo
PÁGINAS DE WEB CONSULTADAS
·
http://www.nietzscheana.com.ar/temblores.htm
·
http://www.geocities.com/fdomauricio/nih.htm
·
http://www.nietzscheana.com.ar/nihilismo_temporalidad.htm#_ednref56
·
http://www.nietzscheana.com.ar/determinacion_nihilismo.htm
12. COORDINADOR DE LA INVESTIGACIÓN
LIC. WILLIAM ROJAS CORDERO
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EL NIHILISMO EN NIETZSCHE
POR
JORGE ENRIQUE OROZCO ROMERO
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
BOGOTÁ D.C.
2007
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EL NIHILISMO EN NIETZSCHE
POR
JORGE ENRIQUE OROZCO ROMERO
Este trabajo monográfico es requisito para obtener el título de licenciado en
filosofía.
ASESOR
LIC. WILLIAM ROJAS CORDERO
UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
BOGOTÁ D.C.
2007
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NOTA DE ACEPTACIÓN
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Firma del Presidente del Jurado
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Firma del Jurado
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Firma del Jurado
Bogotá, D.C. _____ de _____________ de 2007
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DEDICATORIA
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Al ser más importante para mí, mi madre Gloria Nancy Romero de
Orozco, cuya muerte introdujo sentido a mi vida, a mi búsqueda de un
horizonte prometedor.
·
En segundo lugar, pero no por eso menos importante, le dedico este trabajo
a mi padre Salvador Orozco Rodríguez, a mis hermanos, hermanas,
sobrinos y sobrinas.
·
En tercer lugar, a mis más entrañables amigos, para quienes las mejores
dedicatorias están escritas en mi corazón.
·
A Federico Nietzsche a quien dediqué con especial cariño estos últimos
dos años de estudio de su pensamiento en sus obras más importantes y a
quien presento mis disculpas si en algo no lo he comprendido totalmente.
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TABLA DE CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN
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1. NIHILISMO PASIVO
10
1.1. Nietzsche y el nihilismo
10
1.2. Signos y síntomas del nihilismo pasivo
18
1.3. Diagnóstico sobre el sentido
27
2. NIHILISMO ACTIVO
30
2.1.
El nihilismo activo: ¿signo de fortaleza?
31
2.2.
Otra forma de nihilismo activo
35
2.3.
Introducir un sentido: la tarea de los activos
38
3.
41
NIHILISMO RADICAL
3.1.
Inaceptabilidad radical de transmundos
41
3.2.
Elementos del nihilismo radical
46
3.3.
Cómo ser nihilista radical
49
4.
54
CONCLUSIONES
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BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN
Atrapados entre dos grandes eternidades, el pasado que ya se esfumó y el futuro
del que poco o nada se sabe, los hombres nunca dejan de indagar la verdad de
las cosas y de buscar las respuestas a las preguntas más coyunturales de las que
se pueda tener algún saber. ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿por qué
estamos aquí? son sólo algunas preguntas en virtud de las cuales se ha levantado
la civilización de occidente y el edificio racional que la caracteriza.
Esta circunstancia tan particular y particularizante de los hombres, ha llevado a la
cultura occidental a presenciar por lo menos tres grandes épocas de incesante
búsqueda de las respuestas a estas preguntas, de acuerdo a la investigación
hecha. Cada época tiene su acento particular, sus voceros principales y sus
preguntas peculiares. Cabe decir que se asume esta periodización y no la
tradicional (la de la historia), en virtud de que el devenir que se analiza aquí no es
el de la evolución de la sociedad humana, entendiendo por tal, los cambios
sociales, económicos, políticos, culturales, ideológicos, etc., que se operan desde
las instituciones que la humanidad crea para su mejor convivir y bienestar tanto
colectivo como particular e individual, sino el del nihilismo, que transcurre
marginalmente a la historia misma de la humanidad, y por tanto, no coincide con la
periodización de ésta. Así pues, la primera época del nihilismo, fue signada por
profetas que prefiguraron la salvación de la humanidad proveniente del Dios de los
Cielos y por filósofos en procura de la verdad que se encontraba en la razón, en
el mundo de los conceptos. Luego vino otra, donde la búsqueda se trasladó de
escenario y no se apeló a la inspiración divina de los profetas ni a la revelación
individual de la razón. Los buscadores fueron los hombres en sociedad cuyo
propósito era lograr la “civilización” dentro del espíritu liberal. La tercera surge
como consecuencia de las dos anteriores, es decir, es la época donde la
humanidad se hace dueña de sí, de sus responsabilidades y de su realización
porque quiere una nueva forma de ver, sentir y vivir, la de los hombres que
enseñan que la vida vale la pena.
La primera época, la de profetas y filósofos idealistas, corresponde a la del
pesimismo y decadencia. Ella es el preámbulo y el desarrollo del nihilismo pasivo,
mirada con ojos nietzscheanos, pues, corresponde al tiempo en el que, por un
lado, la civilización griega daba el paso de la explicación mítica del mundo a la
racional, desarrollando todo un sistema de pensamiento que vamos a conocer con
el nombre de filosofía, cuyos máximos exponentes, y por tanto, más influyentes
en la historia de Occidente, serán Sócrates, Platón y Aristóteles, y por otro, al
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período de los grandes profetas de la historia de Salvación del pueblo de Israel y
de la venida, predicación y muerte del Hijos de Dios. Sin embargo, la filosofía de
los griegos como la historia de Salvación y el Cristianismo amplían su horizonte en
la Edad Medieval, cuando los Padres de la Iglesia como San Agustín, Santo
Tomás, por nombrar algunos, crean de la combinación de la fe y la razón la
doctrina de la Iglesia que influenció de manera decisiva todos los ámbitos del
saber, del conocer y del vivir humano hasta bien entrada la Modernidad que, a
pesar de ganarle a la fe el espacio que había perdido la razón, no logró superar la
doctrina del temor de Dios y el pecado enseñada por la Iglesia. Es decir, ni el
racionalismo cartesiano, ni el positivismo ni el formalismo racional kantiano
pudieron con la moral y los valores cristianos transmitidos desde los pulpitos.
Como se puede apreciar, el devenir del nihilismo pasivo llega hasta la Modernidad,
realizándose en virtud de los hechos de la historia de la humanidad. Sin embargo,
la ironía está en que desde el comienzo, tal vez sin proponérselo, la humanidad
cogió por el camino que la llevó hasta donde hoy se encuentra, en el pesimismo y
la decadencia, pero paradójicamente, ese mismo camino la condujo también al
auge de la civilización de occidente, creyente en el progreso y en el derecho para
toda la humanidad. El problema está en que el hombre, inmerso en la búsqueda
de los transmundos cristianos y/o platónicos que se le predicaban desde el pulpito,
no se percató de la pérdida de control sobre su propio futuro, por lo que las
fuerzas de la historia lo dominaron haciéndole creer que los cambios históricos
ocurrían de acuerdo a leyes fijas y determinadas, y que por tanto, se podía prever
el curso de la historia pero no alterarlo. Así se retorna a la predicción, antiguo
papel de los profetas, pero ahora realizado por los hombres de espíritu liberal, que
llevan al hombre a la catástrofe, al paso previo a su transformación, pues
efectivamente, nadie estaba más ciego y distante de su propia naturaleza que el
hombre mismo que había negado paulatinamente la posibilidad de encontrarse
como un ser dispuesto a la vida, al agrado, a la dignidad y al amor. En
consecuencia, la decadencia y el pesimismo estaban latentes en el desarrollo de
la historia de la humanidad de Occidente y nadie había notado su presencia.
Hubo que esperar hasta las tres últimas décadas del siglo XIX para que, por una
parte, se iniciara una segunda época del nihilismo, la activa, y por otra, el hombre
se diera cuenta de lo que le estaba ocurriendo, desde hacía muchísimo tiempo
atrás, por causa del sin sentido que le ocasionaba el no poder tener acceso al
mundo, la vida y al conocimiento ideal que prometía el platonismo y el cristianismo
respectivamente. Sin lugar a dudas, Nietzsche es el filósofo que mejor entendió
esta situación y por ello la anunció. En realidad este pensador, lo que contó fue la
historia del nihilismo, un movimiento que fluía como algo trivial, marginal al lado de
las más importantes corrientes de la cultura de Occidente, en el cual reconoce una
potencia histórica para aprovechar, con la que puede contar para pasar revista al
resultado lógico que daba la tabla valorativa de la cultura antigua y la cultura
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occidental, señalar la decadencia del mundo de la razón occidental mostrando los
estrechos límites de la racionalidad, a los que ha sido confinado el hombre por los
sistemas de pensamiento a partir de los cuales se ha distanciado de la naturaleza.
Dichos límites son los asumidos por la sociedad actual, ávida de competencia, de
tener y poder, una sociedad voraz donde el estilo de vida se marca por los medios
masivos, y la pragmática crudeza contemporánea, que buscando alcanzar lo que
desea sin importar cómo, niega la naturaleza humana: nada más grato que dejar
de dormir o comer si el trabajo así nos lo demanda; cada vez nuestro estado físico
se pierde por falta de deporte, actividad, descanso, y creatividad, y nuestro ser
pensante, de discusión, crítica, sensualidad, amor, comunicación y sensibilidad.
Es decir, Nietzsche es el primero en reaccionar contra esta situación de
decadencia, asumiendo así el papel del último nihilista pasivo y el primero activo,
pues su tarea se centrará en desenmascarar las falsedades del idealismo
platónico y del cristianismo.
Esto quiere decir que la tercera época del nihilismo, la radical, esta por venir. Es la
etapa de la historia del nihilismo que sólo se puede discernir en virtud de los
hechos que desde ahora la anuncian como la superación del nihilismo por el
nihilismo mismo, como la fase donde los hombres por causa de su
disciplinamiento se habrán hecho espíritus fuertes capaces de aguantar el sin
sentido, y a pesar de ello, tener el suficiente deseo de vivir y entregarse a la tarea
de introducir nuevos sentidos, de crear nuevos mundos. Así pues, el nihilismo,
desde la perspectiva nietzscheana, es en primer lugar, un proceso paulatino y
dosificado que va del pesimismo a la decadencia (nihilismo pasivo), en segundo,
crítica y ruptura con el pasado, con las concepciones básicas de la cultura
occidental (nihilismo activo), y en tercer lugar, un proceso sistemático de
comprobación de que la cultura de Occidente se ha construido sobre una tabla
valorativa viciada por el pesimismo y la decadencia que debe ser superada de una
vez y para siempre (nihilismo radical).
Por eso, la pregunta central que orienta este trabajo es ¿en qué consiste el
nihilismo pasivo, activo y radical según el pensamiento de Nietzsche, y la “tabla de
valores” que propone para la decadente sociedad de Occidente? Para efectos de
responder al cuestionamiento anterior, se abordará éste en tres capítulos.
En el primero de ellos, se responde a la pregunta: ¿qué entiende Nietzsche por
nihilismo pasivo? con el propósito de identificar las características esenciales que,
según el filósofo alemán, presenta este tipo de nihilismo en la cultura de
Occidente; luego se hace el reconocimiento de los Signos y síntomas de esta
forma de nihilismo y, posteriormente, un Diagnóstico sobre el sentido que el
devenir histórico ha determinado para los hombres que asumieron los valores de
la tradición antigua de manera pasiva sin hacerlos pasar por el tamiz de la
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sospecha.
El segundo capítulo comprende el siguiente interrogante: ¿cuál es la evolución
que se puede establecer entre el nihilismo pasivo y el nihilismo activo según este
filósofo? Asumir esta pregunta requiere que, en primera instancia, se clarifique el
proceso de transición que se puede dar entre el nihilismo pasivo al nihilismo
activo, y por ello, se analiza el nihilismo activo como un signo de fortaleza; luego
se procede a ver este tipo de nihilismo desde su otra perspectiva, es decir, como
signo de fuerza insuficiente. Acto seguido, se explica qué se debe entender por
introducir un sentido pero de manera activa, según los planteamientos de
Nietzsche.
En el tercero capítulo se asume la pregunta ¿cómo se puede caracterizar el
nihilismo radical para una mejor comprensión de él dentro del pensamiento de
Federico Nietzsche? Lo primero que se hará, entonces, es clarificar el significado
de nihilismo radical dentro del pensamiento de Nietzsche, para luego hacer un
reconocimiento de los elementos que conforman esta forma de nihilismo, y a partir
de allí explicar cada una de las condiciones que se requieren para ser un auténtico
nihilista radical.
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1. NIHILISMO PASIVO
Con este capítulo se pretende caracterizar tres aspectos. El primero de ellos, que
corresponde al objetivo del primer apartado de este capítulo, es saber cómo
aparece el nihilismo en la filosofía de Nietzsche e identificar qué fue lo que atrajo
su atención hasta el punto que este tema se convirtió en uno de los pilares de su
pensamiento.
Posteriormente se analizará, en el segundo apartado de este capítulo, cada uno
de los signos y síntomas que Nietzsche presenta respecto del nihilismo pasivo y
que permitirán hacer un rastreo de la manera cómo el filósofo entiende el proceso
que en la cultura de Occidente lleva a la negación de este mundo.
El tercer apartado del capítulo, tiene como intención caracterizar y/o diagnosticar
la realidad que aparece, mejor aún, que queda después de que las fuerzas
productivas claudican o sucumben ante la imposibilidad de crear nuevos recursos
y nuevas metas que tengan crédito. Se trata del sin sentido como el resultado final
que queda del proceso que vivió la cultura de Occidente en su negación de este
mundo.
1.4. Nietzsche y el nihilismo1
El nihilismo como término se empieza a emplear hacia finales del siglo XVIII en la
filosofía de corte alemán, y se difunde a lo largo del siglo XIX a través de varios
escritores rusos entre los cuales hay que nombrar a Fiodor Dostoievski. Así mismo
hay que resaltar el hecho de que el nihilismo como “movimiento” corría por la
historia como algo marginal y/o paralelo a las principales corrientes de la cultura
europea, hasta que Nietzsche lo acoge y acepta como una fuerza histórica con la
que se puede contar, pues éste (el nihilismo) no sería más que la expresión del
resultado lógico de la tabla valorativa que desde la antigüedad ha llegado a la
cultura Occidental2.
1
La intención aquí no es hacer un recuento histórico sobre el nihilismo sólo se pretende hacer un
análisis de la relación que hay entre el pensamiento de Nietzsche y el nihilismo, y en
consecuencia, tratar de comprender cómo entiende el nihilismo este filósofo.
2
La noción de nihilismo desempeña un papel importante en el pensamiento de Nietzsche, al punto
que en La volunta de poder hace referencia a él denominándolo «el nihilismo europeo» al que ve
por todos lados avanzar como «la pleamar del nihilismo» (como tradujo Ortega y Gasset), y que
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Analicemos, entonces, la manera cómo el nihilismo irrumpe en la filosofía del
pensador alemán. Al respecto Nietzsche mismo dice que:
-Quien aquí toma la palabra no ha hecho hasta ahora, por el contrario,
otra cosa que recapacitar. Como filósofo y eremita por instinto, que
encontró su provecho estando al margen, por fuera, en la paciencia, en
el retardamiento, en el atraso; como un espíritu osado y experimentador
que se ha perdido ya alguna vez en cada laberinto del futuro; como un
espíritu de ave profética que mira hacia atrás cuando narra lo que
vendrá; como el primer nihilista perfecto de Europa que, sin embargo, ya
ha vivido el nihilismo en sí mismo hasta el final- que lo tiene tras de sí,
debajo de sí, fuera de sí(…)3.
Lo anterior quiere decir, que fue en el recapacitar donde este filósofo encontró el
sentido propio del nihilismo, pues en el re-capacitar, es decir, en el volver a…
reflexionar detenidamente en los propios actos de la humanidad, entendió que el
encadenamiento histórico de éstos desde su circunstancialidad particular, es decir,
el propio de cada pueblo, cultura, incluso de cada ser humano en singular,
llevaría a lo que en el momento es nuestra cultura Occidental en sus ideas,
conceptos, principios, entre otros.
Pero este encadenamiento no está en las manos de todos, sólo en las de un
nihilista filosófico4, por un lado, puesto que “El nihilista filosófico tiene la convicción
de que todo acontecer es vano y sin sentido;(…)”5. Además un nihilista filosófico
no permite ambigüedades en sus reflexiones porque las ha fundamentado con
además considera una amenaza, porque es el término final de un desarrollo histórico sin salida.
Pero, de igual forma cabe considerar como nihilista la interpretación de la existencia humana y del
mundo proporcionada por la Europa cristiana y por la Europa moderna, tanto en el campo moral
como en el metafísico. Esta interpretación niega los auténticos valores superiores de la fuerza, la
espontaneidad, la «superhombría», a beneficio de los supuestos valores de la equidad, la
humildad, etc. Se puede hablar así de un nihilismo «malo», que es el nihilismo pasivo de la
tradición moral y metafísica (...) [FERRATER MORA, José. Diccionario de filosofía, Tomo III.
Barcelona: Ariel, 2002. p. 2563.]. Así mismo, no hay que olvidar que la separación que este autor
hace entre nihilismo pasivo y nihilismo activo respectivamente, la sustenta desde la capacidad de
creencia que se pueda tener, porque para Nietzsche creer significa estar más lejos o más cerca de
la verdad, es decir, entre más se cree en un mundo verdadero (el de la alegría de vivir), más cerca
se está de liberarse de este mundo y en proporción, más lejos de ser pasivo.
3
NIETZSCHE, Federico. Fragmentos póstumos. Bogotá: Norma, 1992. p. 69
4
Cuando Nietzsche se habla del nihilista filosófico deja claro que él y sólo él es el más indicado
para referirse a la vida, porque el mero filósofo o no tiene ojos para ver lo que fue y lo que deviene,
o es miope, porque en su claroscuro modo de ver sólo descubre lo ente y, en vista de que éste no
existe, no le queda más que el mundo imaginario, al cual termina por adherirse inevitablemente
(Ibid., p. 108).
5
Ibid., p. 61
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base en un sentido que le da la claridad suficiente para juzgar todo ser. Este
sentido es el que le brinda la experiencia del nihilismo en todas sus
manifestaciones. Es más, el nihilista filosófico está convencido y cree firmemente
que si existe un ser vano y sin sentido es porque hay algo que lo ha llevado a tal
condición o situación, ya que “no debería existir ningún ser vano y sin sentido
(...)”6, y sin embargo, parece imposible sostener la inexistencia del ser vano y sin
sentido, pues, sin duda ante las preguntas “¿de dónde viene este: «no debería»?
¿De dónde toma uno este «sentido»? ¿esta medida?”7, queda claro, que el más
apto para responderlas no es el filósofo puro en virtud de que él todavía no ha
recorrido los recovecos del nihilismo, sino aquel que es nihilista filosófico porque
habiendo experimentado ya el nihilismo por adelantado, fácilmente comprende
que las respuestas a estas interrogaciones están en la noción de devenir
encerrada en la expresión debería, porque ella remite a la posibilidad que pudo o
no haber sido. En ambos casos implica que algo devino como esto o aquello.
En el caso del ser vano y sin sentido, éste pasa desapercibido y sin importancia
frente a los hechos y acontecimientos que a diario suceden en el devenir de la
vida, porque para el común de la gente priman aquellos sobre éste, pues, son más
importantes al punto de considerárselos en ciertas ocasiones de vida o muerte,
razón por la que no vale la pena poner atención a éste, es decir, al ser vano y sin
sentido; afortunadamente, está el ojo curioso del nihilista filosófico, porque para él
los acontecimientos de esta vida que valen no necesitan ser tan trascendentales y
extremistas, incluso, los verdaderos acontecimientos no están, en su modo de ver,
ocupando el centro de la vida como lo considera la gran mayoría, sino la periferia,
en la margen de la vida en espera de un nihilista filosófico que los descubra en su
profundidad y realidad misma. Por eso, cuando “─ el nihilista cree en el fondo que
la contemplación de semejante ser desolado e inútil obra sobre un filósofo como
insatisfactoria, desoladora, desesperadamente;(…)”8 no se equivoca. Por el
contrario, el filósofo considera que el nihilista filosófico esta desenfocado en su
apreciación admitiendo que lo más importante de la vida radica en la
contemplación de un ser (entiéndase por tal, un hecho, un acontecimiento, una
criatura, un hombre, una mujer, etc.) que para el común de la gente no merecen
tanto por vanos y sin sentido, pues “tal conocimiento contradice nuestra fina
sensibilidad como filósofos”9 sostendrá éste. Pero muy a su pesar, el nihilista
filosófico acepta que la contemplación que hace del ser vano y sin sentido
“desemboca en la absurda valoración: el carácter de la existencia debería
complacer al filósofo, si es que ha de persistir con justicia (…)” 10 puesto que
termina por darle al filósofo la razón de que la vida en su debería (…) no hace más
6
Ibid., p. 61
Ibid., p. 61
8
Ibid., p. 61
9
Ibid., p. 61
10
Ibid., p. 61
7
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que caer en la aceptación de la existencia como representación de la voluntad mía
(del filósofo) y de nadie más11 cuestión inaceptable para el nihilista filosófico. Y por
otro, en las manos de un eremita instintivo, ya que él es capaz de captar, de un
sólo tajo aquello que el nihilista filosófico conoce conceptualmente, porque el
eremita instintivo no necesita mediación alguna de la razón, sólo le basta su
capacidad innata, su tendencia, su impulso, su propensión indeliberada12 para el
conocimiento y para el alejamiento, la soledad y la meditación; porque el eremita
instintivo está capacitado para experimentar en sí mismo lo desconocido y para
profetizar de espaldas al futuro, pues, es la única manera de conocer lo que
vendrá, lo que ya se ve por todas partes, en tanto en cuando que los
acontecimientos que ya se han dado van mostrando hacia donde se encaminan el
devenir de la vida y la existencia, del mundo, la historia y de los valores.
Nietzsche descubre de esta manera el nihilismo en su sentido más práctico, su
potencia propia, siendo precisamente eremita por instinto, pensando como nihilista
filosófico y caminando de espalda hacia el futuro para no perder de vista lo que
sucedió en el pasado remoto que habla del presente que se va quedando en el
tiempo pretérito en la medida en que se adentra al futuro. Es decir, se puede llegar
a saber cuál es el futuro de las cosas, los hechos y los acontecimientos si se sabe
cuál es su devenir en el presente en virtud de lo que dejaron tras de sí. El filósofo
alemán anuncia, por tanto, lo que se desarrollará como nihilismo, prescribe al
futuro como un enfermo terminal, y comprende mejor el desenvolvimiento que el
nihilismo tuvo, tiene y tendrá. Por ello, Nietzsche constituye una interpretación del
pasado y un sentido futurista al predecir el advenimiento del nihilismo en el mundo
moderno, situación que se advierte en el siguiente texto de él.
Describo lo que viene: el advenimiento del nihilismo. Estoy, en este
caso, en condiciones de hacer una descripción porque aquí acontece
algo necesario – los signos se hallan por todas partes, sólo falta los ojos
para estos signos. Celebro, no condeno, que venga: creo que tiene
lugar una de las crisis más grandes, un instante en que el hombre
recapacita sobre sí mismo de la forma más profunda: si el hombre se
repondrá o no, si domeñará la crisis o no, es una cuestión que atañe a
su fuerza: es posible (…)13.
11
Al respecto dice Maurice BLANCHOT en su artículo titulado “Nietzsche y la Escritura
Fragmentaria” que el “pluralismo es uno de los rasgos decisivos de la filosofía que ha elaborado
NIETZSCHE, pero también en este caso existe la filosofía y lo que no se contenta con la filosofía.
Existe el pluralismo filosófico, ciertamente muy importante, puesto que nos recuerda que el sentido
es siempre muchos sentidos, que hay una superabundancia de significaciones (…)” [HEIDEGGER,
Martín y otros. Nietzsche, 125 años. 2da ed, Bogotá: Temis, 1977, p. 266-267].
12
Entiéndase deseo natural para preferir o querer esto y no esto otro.
13
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 66
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La anterior cita da una idea de la esencia del nihilismo, es decir, que éste se
acerca para la humanidad como una gran crisis donde el hombre encontrará, al
recapacitar sobre sí mismo, un profundo vacío que nada fácil será de resolver. Es
decir, el hombre se enfrentará a la decadencia como individuo y como especie, la
que ha sufrido sin saberlo porque la creía ya superada en absoluto, pero que
renacerá cuando se enfrente al nihilismo que ya llega. Por lo menos así lo anuncia
el autor alemán cuando dice:
¡Habéis ya recorrido el sendero que va desde el gusano al hombre, pero
queda aún en vosotros mucho de gusano!
En tiempos pasados fuisteis simios, ¡pero ahora es el hombre más simio
que cualquier simio! Y el más sabio de todos vosotros no pasa de ser
una realidad disparatada. Un ser híbrido de planta y fantasma (…)14.
Pero el nihilismo no sólo vendrá como una gran crisis, también será la
manifestación de una sensación tal de envenenamiento del espíritu humano, que
habrá la necesidad imperativa de los espíritus más selectos, en virtud de que han
conocido y experimentado el nihilismo antes que todos los demás hombres, de
discernir a través de todos los hechos, acontecimientos y realidades que rodean la
existencia humana en qué consistirá este envenenamiento. Sin embargo,
Nietzsche mismo adelanta parte de esta respuesta en el siguiente texto:
Cuando aparecí entre los hombres, les hallé sentados sobre una vieja
presunción: todos creían saber, desde hacía mucho tiempo, qué es lo
bueno y qué es lo malo para el hombre.
Todo hablar en torna a la virtud le parecía cosa anticuada y enojosa (…)
Yo sacudí la torpeza de esos sueños cuando enseñé: «¡Nadie sabe
todavía qué es bueno y qué es malo! ¡Nadie, excepto el creador!».
Mas éste es el que crea la meta del hombre, el que fija a la tierra su
sentido y su futuro. Sólo éste crea el hecho de que una cosa se buena y
una mala15.
Esto significa que el advenimiento del nihilismo implicará descubrir que en lo que
se había creído ha perdido su valor, es decir, que la historia, la filosofía, la religión,
el mundo, la vida, etc., pierden su razón de ser en virtud de la metafísica sobre la
que se edificaron. En otras palabras, que el nihilismo es la materialización de la
desvalorización de los valores supremos (del pudor respecto del cuerpo, la
14
15
NIETZSCHE, Federico. Así habló Zaratustra. Madrid: Sarpe, 1983. p. 26-27
Íbid., p. 221
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vergüenza sobre la sexualidad, la humildad, el amor a la pobreza, la renuncia a
vivir en plenitud, el deseo de muerte) sobre los que se construyó la realidad
humana hasta el presente. Con la respuesta anterior podemos discernir
inmediatamente, para toda comprensión del nihilismo, que éste es un proceso por
el cual se llega a una desvalorización, un proceso a través del cual todos y cada
uno de los valores supremos de la cultura Occidental se vuelven, precisamente,
sin valor. Pero queda entre el tintero la discusión de si con esta caracterización se
ha indagado hasta sus más profundas raíces la cuestión de la esencia del
nihilismo, puesto que si los valores pierden su valor, entonces, declinan en su
razón de ser como tales, es decir, pierden su vigencia, se vuelven obsoletos,
caducos. Por lo menos esto se puede deducir cuando el autor escribe:
El hombre moderno cree tentativamente ya en este, ya en aquel valor
dejándolo luego caducar: el círculo de los valores desechados y caídos
en desuso aumenta sin cesar; el vacío y la pobreza de los valores se
convierte cada vez más en vivo sentimiento; el movimiento es imparable
– a pesar de que intenta, con gran estilo, la dilatación.
Finalmente el hombre moderno se atreve a una crítica de los valores en
general; llega a reconocer su procedencia; conoce entonces lo
suficiente como para no creer ya en ningún valor; aquí el pathos, el
nuevo sobrecogimiento (…)
Lo que narro es la historia de los próximos dos siglos (…)16.
Por tanto, el derrotero que toma la pregunta por la esencia del nihilismo se abre a
indagar la explicación última acerca de cuál es el carácter particular del proceso
que lleva a que los “valores supremos” transformen su valor en tanto valores y
averiguar cómo la filosofía de Nietzsche conduce a desentrañar los aspectos
fundamentales del nihilismo como proceso inscrito dentro de la historia, que es
particular y particularizante, por cuanto que el nihilismo no sólo corresponde a un
“estado psicológico” de un momento y una cultura precisos que otrora lo
desencadenaron, sino que trasciende las fronteras del tiempo y hace de éste el
dinamo que ha de llevarlo a convertirse en el motor que mueva y haga sucumbir
todos los fundamentos metafísicos principales de la tradición de Occidente.
Pero ¿en qué medida todo este proceso de génesis y maduración del nihilismo
que describe el autor constituye la historicidad de la historia de nuestra propia
época?; pues bien, todo esto sólo puede comprenderse si previamente sabemos
qué es en general algo así como un valor, en qué medida hay valores supremos
16
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 66
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(sumos) y cuáles son esos valores supremos.
Al respecto, Nietzsche mismo nos da una indicación cuando dice: “El nihilismo, un
estado normal. Nihilismo: falta la finalidad; falta la respuesta al «¿para qué?»”, y a
la vez se preguntará: “¿qué significa el nihilismo? ─que los valores supremos se
desvalorizan”17, es decir, la desvalorización de los valores, y con ella el nihilismo,
consiste en que falta la finalidad o la meta. Queda, sin embargo, la pregunta: ¿por
qué y para qué una meta? Pues, porque, al tenor del autor, falta la respuesta al
¿para qué? En la pregunta ¿para qué? queda abierta la cuestión de por qué algo
es de tal y cual manera; la respuesta proporciona lo que llamamos la razón o el
fundamento y lo que Nietzsche llama la finalidad o la meta. La pregunta se repite:
¿para qué tiene que haber un fundamento?, ¿qué conexión puede haber entre
fundamento y valor?
A partir de esta referencia se vislumbra una conexión esencial entre «nihilismo» y
«transvaloración» de todos los valores válidos hasta el momento y, más
específicamente, de los valores supremos; y, además, puede verse que el
concepto de valor desempeña un papel conductor en el pensamiento de
Nietzsche.
¿Y qué es un valor? Conocemos como «valor» un bien que poseemos o no
poseemos. Pero un valor no podría ser para nosotros un valor si en cuanto tal no
fuera previamente considerado como esto, como un valor, como algo que
estimamos querido, que «importa». Valor es lo que vale, y sólo lo que tiene esta
categoría es un valor. Pero vale aquello que desempeña un papel normativo.
Entonces, surge la siguiente pregunta: ¿un valor vale porque es normativo, o sólo
puede ser norma porque vale? Porque si es lo último, entonces, surge otra
pregunta más radical que la anterior, y es: ¿qué quiere decir: el valor vale? En tal
caso ¿algo vale porque es un valor o es un valor porque vale? De lo que se
desprende una pregunta todavía más profunda y radical: ¿Qué es el valor mismo?
¿Cuál es el valor del valor?
El «valer» es el modo en el que el valor en cuanto tal, «es», lo que supone que el
valer es un modo del ser, porque sólo hay valor en un ser-valor. De ahí que la
pregunta por el valor y por su esencia se remite a la pregunta por el ser. Los
«valores» sólo son aceptados y aptos para dar una norma allí donde se estima
algo como valor, cuando se prefiere o no una cosa por otra, o sea, sólo un valor
implica estimar y valorar allí donde, respecto de un comportarse, hay algo que así
lo exige porque «importa», porque da sentido a aquello a lo que todo comportarse
17
Ibid., p. 45
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siempre tiende en todo instante. En consecuencia, estimar algo, es decir,
considerarlo valioso, significa al mismo tiempo: dirigirse a…rigiéndose por ello.
Este dirigirse «a» implica una «meta» y por eso la esencia del valor está en una
conexión interna con la esencia de la meta. Los mismos análisis se pueden hacer
a propósito de la relación entre valor y fundamento, pues allí “donde la existencia
vive firmemente encuadrada en un sistema de valores, considera a éstos como
algo existente en sí; (…)”18 porque si el valor es aquello que importa, entonces, él
se vuelve el fundamento indiscutido de todo lo que es querido más aun, se hace
una obligación para tal posibilidad, porque lo que vale tiene allí su permanencia y
su existencia como éste o aquel valor.
En fin, el nihilismo en la filosofía de este pensador se puede entender como crítica
y ruptura con el pasado, con las concepciones básicas, por no decir
fundamentales, de lo que se ha llamado cultura Occidental, como un concepto que
se puede equiparar a espíritu de creación, fuerza activa o espíritu libre, a apertura
o paso al auténtico valor del valor; el nihilismo indica un proceso paulatino que va
desde el pesimismo a la decadencia; el nihilismo es un huésped que encuentra
asiento allí donde la falta de sentido del acontecer echa raíces; el nihilismo es la
ruptura con la creencia de un mundo cuya esencia es producida por “la
consecuencia de una comprensión de la falsedad de las interpretaciones
anteriores, una generalización de la pusilanimidad y de la debilidad…”19 que el
hombre de otrora, por causa de su inmodestia, nos ha legado como el único y
verdadero sentido, aún cuando haya existido otro que por no haber sido visto con
un determinado sentido, fue negado.
En suma, el nihilismo en Nietzsche es esencialmente desenmascaramiento y
desmitificación de la metafísica de la cultura de Occidente, pues en ella “…se
vislumbra la oposición entre el mundo que veneramos y el mundo que vivimos,
que –somos. No queda sino acabar con nuestros objetos de veneración o con
nosotros mismos. Esto último es el nihilismo”20. Queda sin aclarar aún por qué la
idea de valor domina ante todo el pensamiento de Nietzsche, y, además, por qué
el nihilismo, según este filósofo, “es ambiguo”21.
18
FINK, Eugen. La filosofía de Nietzsche. Madrid: Alianza, 1969, p. 174
Ibid., p. 21
20
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 25
21
Ibid., p. 45
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1.5. Signos y síntomas22 del nihilismo pasivo
Hasta el momento se ha hablado del Nihilismo como un todo. Ahora se va a hacer
el estudio de lo que particularmente es el nihilismo pasivo. El autor lo define en
un texto que escribió en otoño de 1887: “Nihilismo como ocaso y regresión del
poder del espíritu: el nihilismo pasivo como un signo de debilidad: la fuerza del
espíritu puede estar fatigada, agotada, de forma que las metas y los valores hasta
ahora existentes resultan inadecuados y ya no encuentran ningún crédito─”23. De
acuerdo a la cita anterior, se describe el nihilismo pasivo como un ocaso, como
una regresión de todo el poder que alberga el espíritu, es decir, este tipo de
nihilismo sería el más claro signo de la pérdida de la fuerza, de la fatiga, del
agotamiento del espíritu, porque todo aquello que lo fundamentó (la metafísica, la
religión) en su existir y que llegó desde lejos en el tiempo de igual manera se
agotó.
Entonces, se puede entender que el nihilismo pasivo sería en Nietzsche un
decaimiento de lo que normalmente la tradición histórica de Occidente tuvo como
fundamento y razón de ser de toda práctica, costumbre y forma de valorar la
realidad. En otras palabras, lo que Nietzsche quiso decir respecto del nihilismo
pasivo es que éste es un signo de la decadencia que arrastra consigo la religión,
la cultura, la moral, la tradición transmitida de generación en generación desde la
antigüedad, y aún desde la aparición del cristianismo con todo aquel edificio
valorativo-moral que se construyó en su entorno. Es decir, el nihilismo pasivo en
tanto signo de la decadencia hace, que los síntomas de algo terrible, el sin
sentido, aparezcan.
Pero ¿cómo llega nuestro autor a este punto de la reflexión? Es lo que ahora se
pretende descifrar a partir del análisis detallado que haga de los signos y
síntomas que vio Nietzsche y que le anunciaron con una claridad meridiana que el
nihilismo pasivo ya se encontraba a las puertas de la historia de la humanidad
moderna de Occidente24.
Para tal fin, como fuente de inspiración se toman dos fragmentos que el autor
escribió, uno entre el invierno de 1884 y 1885 refiriéndose a los signos del
nihilismo: “Signos: prevalencia de la compasión, la extenuación espiritual y la falta
22
El signo es todo aquello concreto que se presta para una interpretación pero como algo dado
desde lejos, desde fuera de quien lo interpreta, mientras que el síntoma indica la presencia de la
enfermedad porque se le sufre ya y, por ello, es más concreto que el signo, puesto que se le
experimenta no se le interpreta.
23
Ibid., p. 46
24
Ibid., p. 68-69
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de disciplinamiento. Placer o displacer – a esto se reduce todo (...)”25.
Respecto del primer signo enunciado, la “prevalencia de compasión”, debemos
decir que corresponde en Nietzsche a lo que él mismo llamó la época más
honesta y compasiva entendida como aquella época en la que toda interpretación
que se hacía del mundo estaba totalmente determinada por una interpretación de
tipo cristiano-moral que llevó a que el espíritu paulatinamente se fuera agotando,
se fuera extenuando, entendiendo por esto, no cansancio únicamente, sino
desespero, crisis, flojera ante lo que hay o lo que es lo mismo, deseo de cambio,
porque interpretar desde lo cristiano-moral significaba perder la capacidad de
mostrar aquí, allá y acullá la falta de armonía entre lo que en verdad se es (sus
condiciones particulares), lo real, y lo que se quiere-ser, lo ideal.
Por tanto, síntoma evidente, que la interpretación cristiano-moral condujo a la
extenuación espiritual, porque amarró al hombre a pensar-se, entender-se y
saber-se desde una sola óptica hasta el punto de hacerse repulsiva, inadecuada y
agotada de tanto usarse; porque ella ofreció al hombre un antídoto contra la
elevación y el fortalecimiento del hombre mismo en todas sus dimensiones26; aún
más, llevó al hombre en tanto que voluntad de poder a la “más desesperada
amargura contra la existencia y elevó a la categoría más alta a aquellos hombres
tan comunes como incapaces de ponerse desde sí y no desde fuera una meta, un
«sentido», a los que «necesitan de dogmas extremos»”27.
De otro lado, la extenuación espiritual también se debe a la falta de
disciplinamiento entendiendo por éste la pérdida de la capacidad de desarrollar
leyes a través de las cuales el hombre se garantice a sí mismo la acumulación de
la más fecunda energía posible para emplearla en el “máximo deleite de la
existencia [y en evitar desperdiciarla] a causa de asociaciones y formas de vida
inadecuadas”28 definidas por los hombres superiores como falta de
disciplinamiento del hombre común para granjearse su propia superación. Es
decir, la falta de disciplinamiento sería en el ámbito del nihilismo pasivo aquel
signo del hombre modelado por medios que lo han hecho débil, demasiado bueno
y vengativo hacia todo lo que significa poder, existencia y deleite.
Y por falta de disciplinamiento se entiende que no existen los ejercicios para el
hombre, por medio de los cuales o se haga fuerte, poderoso, se eleve, o por el
25
Ibid., p. 10
Ibid., p. 31-32
27
Ibid., p. 36-39
28
Ibid., p. 13
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contrario, que sería lo propio del hombre inmerso en el nihilismo pasivo, se
reduzca a la condición de ser un hombre moral en cuanto que se ejercita en la
resignación, en la humildad, en la espera que desde fuera se le dicten normas y
prescripciones de cómo desarrollar su vida29.
En suma, la falta de disciplinamiento, significa que la desconfianza en las
valoraciones anteriores ha crecido al grado en que preguntarse por un fin de las
cosas es inexistente e innecesario. Y por qué se da esto? Pues, porque “¿no son
todos los «valores» medios de seducción con los cuales se alarga la comedia sin
que se aproxime en lo más mínimo a un desenlace?”30.
En otras palabras, la falta de disciplinamiento significa que no ha habido
adiestramiento previo para cultivar las exigencias y necesidades que se requieren
para la instauración de otra, de la nueva tabla valorativa, pues, es bien sabido que
nada se hace o se logra sin trabajo, sin repetición y refuerzo, y visto que todos los
valores hasta ahora aceptados han sido medios de seducción que han mantenido
adormecido el deseo de adiestramiento, no sentimos la necesidad de poner
nuevos valores-supremos (lo que es un síntoma de decadencia), incluso no vemos
necesidad de oír y/o seguir a los hombres que los proponen.
En la disyuntiva entre “Placer o displacer” el nihilista pasivo verá en el displacer
más que en el placer el término último al que se puede llegar; sin embargo, y aún
dando más importancia al placer o al displacer, en ambos casos la finalidad que se
coloca denota falta de iniciativa para poner otro sentido dado que se deja
pasivamente que la aparición de éste o aquél de sentido y finalidad a la vida, al
acontecer que se vive. En ambos casos se es nihilista-pasivo, porque se ha
pretendido tomar al placer y al displacer como causa o finalidad cuando sólo
tienen el sentido de medios31. En fin, la disyuntiva entre placer o displacer es signo
del nihilismo pasivo mientras que la falta de iniciativa para poner otro sentido es su
síntoma.
Ahora bien, para identificar los signos y los síntomas del nihilismo pasivo de
manera un poco más extensa y más explícita, tomaremos como punto de
referencia el texto que Nietzsche escribió entre el otoño de 1885 y 1886, el cual
se analizará en sus secciones más relevantes, es decir, no se aborda esta cita en
todos los numerales en que se divide. Sólo en su parte introductoria, en sus cuatro
primeros numerales y en el último numeral (10), porque para el asunto aquí
29
Ibid., p. 30
Ibid., p. 34
31
Ibid., p. 60-62
30
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estudiado son los más pertinentes. La cita, en su parte introductoria, reza: “Se
vislumbra la oposición entre el mundo que veneramos y el mundo que vivimos,
que ─somos. No queda sino acabar con nuestros objetos de veneración o acabar
con nosotros mismos. Esto último es el nihilismo”32.
Para Nietzsche es claro que en la cultura de Occidente los individuos valoran,
juzgan su estar-en-el-mundo en oposición al otro mundo que está por detrás de
éste, es decir, sopesan lo que son desde la metafísica del odio a la vida,
subsumiéndolos a dicho mundo, que fue válido sí, pero para individuos de otra
época con condiciones de vida y circunstancias sociales, económicas, políticas,
culturales, incluso anímicas y espirituales diferentes a las actuales.
Pero el problema no está en saber qué tabla valorativa se empleó para valorar
esas situaciones de vida o si al menos fue adecuada para tal realidad. El problema
está en considerar que fuera de esa tabla de valores no existe(n) otra(s) y se nos
legue como la única desde la cual se puede valorar-entender todo tiempo futuro,
negando así la posibilidad de hacerlo desde otra(s) que en algún momento se
rechazó o rechazaron por ésta. Y que al no ser legitimada(s) como otra(s)
posible(s) tabla(s) de valor, capa tras capa de tradición, se fueron perdiendo en el
tiempo con la consecuente condena a la pena capital, es decir, a la invalidez de su
reconocimiento como fundamento para toda realidad, para toda verdad, para todo
actuar, para todo mundo que vivimos, que somos, que pudimos llegar a ser33.
Surgen, entonces, los siguientes cuestionamientos. ¿Por qué, cuándo y cómo
comenzamos a juzgar este mundo que vivimos en oposición a otro?, ¿dónde está
ese otro mundo?, ¿es válido como este que tenemos?, ¿cómo lo sabemos? Por el
momento diremos que el mundo que se ha quedado por detrás del que se supone
es el “válido” para el individuo que valora y/o juzga empieza a renovar su validez,
“su ser-valor para”.
La cita continúa como sigue: “1. El nihilismo inminente, teórico y práctico.
Derivación errónea del mismo (Pesimismo, sus modalidades: preludios del
nihilismo, aunque no necesariamente). Predominio del Norte sobre el Sur”34. En
esta sección del texto lo que más inquieta es el término pesimismo y la frase
“Predominio del Norte sobre el Sur” aunque no deja de serlo también la alusión
que hace al nihilismo inminente, teórico y práctico que habrá que ver de qué
manera vienen o no a ser los mismos tipos de nihilismos que se ha venido
32
Ibid., p. 25
FINK, La filosofía de Nietzsche, Op. cit., p. 25
34
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 25
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denominado como pasivo, activo y radical.
Respecto al término pesimismo Nietzsche parece tener dos posiciones frente a él.
Una en la que no lo acepta por considerarlo charlatanería, dado que tomarlo
como “la suma de displacer [que] predomina sobre la suma de placer [y aceptar
que] el no-ser del mundo sería, por lo tanto, mejor que su ser...”35, es aceptar de
antemano que el mundo que nos es apetecido se quede de nuevo detrás del que
se nos ha dado desde antiguo. En otras palabras, el mundo verdadero al quedar
oculto por el mundo del en-sí es el que aparecerá a nuestra sensibilidad como el
mundo verdadero y por eso será preferible abandonarnos en el placer que éste
ofrece, porque se acerca de alguna manera a lo que preferimos, a lo que se nos
niega. Cuestión de locos, de poseídos por el sin-sentido y por la rebeldía más
profunda que no exige coherencia ni argumentación, pues, el “mundo es algo que,
no existiría racionalmente, dado que causa al sujeto sensible más displacer que
placer”36; la segunda posición que asume Nietzsche frente al pesimismo es la de
la aceptarlo, pero sólo en virtud de su lógica interna, como forma previa y extrema
del nihilismo37, quedando así expuesto que el nihilismo en tanto pasivo tiene su
origen en el pesimismo, pues, ambos (nihilismo pasivo y pesimismo) son
expresión de la decadencia y la difamación por parte de la civilización de los
impulsos más prometedores de la vida38, a la cuestión de si es mejor el no-ser que
el ser39.
Pero el pesimismo de suyo presenta varias dificultades más en Nietzsche, porque
además de considerarlo como ya se dijo, el filósofo alemán lo aborda desde una
versión nueva, en la que lo entiende como búsqueda de los elementos de la
existencia que hasta ahora han sido negados y que se reclaman como deseables
por sí mismos y porque permiten comprender el mundo como tal, como es. En
otras palabras, el pesimismo en esta nueva versión se lo entiende como fuerza,
como deseabilidad, como receptáculo de sensibilidad y de superioridad40.
Y porque además, Nietzsche habla de dos pesimismos: el de la sensibilidad y el
de la fortaleza. El primero se refiere a la disyuntiva entre placer y displacer del cual
Nietzsche dice que lo desprecia porque “él mismo es signo de un profundo
empobrecimiento de la vida”41, puesto que dejar que la vida se rija por “«un
35
Ibid., p. 60
Ibid., p. 60
37
Ibid., p. 50-57-59
38
Ibid., p. 52-53
39
Ibid., p. 73-75
40
Ibid., p. 54-55
41
Ibid., p. 60
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provechoso» o «un nocivo» que se pronuncia en forma de sentimiento”42 es
permitir que ésta se convierta, por consiguiente, en “algo absolutamente pasajero
y dependiente. Pues por cada provechoso o nocivo43 se puede preguntar aún por
cien ¿para qué? distintos”44. El segundo implica entender que el miedo al mal se
traduce en “Tres cosas: el azar, lo incierto, lo repentino [y que las consecuencias
de éstas se pueden interpretar]…como bienintencionadas, como plenas de sentido
(…)”45. Sin embargo, la historia de la cultura no es la historia de la manera cómo
se ha interpretado el mal, sino de cómo ha disminuido el temor al azar, a lo
incierto, a lo repentino por una parte, y por otra, de una historia de cómo se ha
concebido al mal como razón, como poder y como persona para poder influir en
ellos y prevenirlos, hasta el punto que lo excitante de la vida estará mediado por la
constante necesidad de sometimiento al azar, lo incierto y lo repentino. Nietzsche
expresa lo anterior de la forma siguiente:
Con el crecimiento de la cultura aquella forma primitiva de sometimiento
al mal (llamada religión o moral), aquella “justificación del mal” se
convierte para el hombre en algo prescindible. Ahora le hace la guerra al
“mal” –lo suprime. Es más, se hace posible un estado consistente en un
sentimiento de seguridad, de fe en la ley y en la calculabilidad en el que
éste se presenta a la conciencia como hastío –en el que entonces surge
el placer del azar, de lo incierto, y de lo repentino a manera de
excitante46.
El pesimismo de la fortaleza lleva consigo el disciplinamiento a través del cual el
hombre se hace un ser fuerte para aceptar todo lo que le sucede de malo, y
además aguantarlo y disfrutarlo como parte de su esencia, porque así lo quiere el
azar, lo incierto, lo repentino, en otras palabras, “el desorden universal sin dios”47.
De ahí que Nietzsche diga que este pesimismo termina siendo “una teodicea, esto
es, en un absoluto decir-Sí al mundo, pero por las mismas razones por las cuales
se le ha dicho anteriormente No: a él y por ende, a la concepción de este mundo
como el ideal más alto posible en realidad alcanzado (…)”48.
42
Ibid., p. 60
Provechoso hace alusión a todas aquellas situaciones que son benéficas para el hombre,
mientras nocivo a las que lo perjudican, pero dentro del contexto del pesimismo de la sensibilidad
tanto lo provechoso como nocivo no se diferencian porque no imprimen en el hombre un sentido
que ayude o invite a hacerlo querer la vida.
44
Ibid., p. 60
45
Ibid., p. 55
46
Ibid., p. 56
47
Ibid., p. 56
48
Ibid., p. 57
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En todo caso, siendo el pesimismo un signo y a la vez un síntoma que anuncia la
llegada del nihilismo, es evidente que pese a las dificultades y a las diferentes
acepciones que se presentan para su comprensión no se escapa de considerarlo
en cada caso como paso e incluso parte del nihilismo-pasivo.
Ahora analicemos otro signo, el que se descubre a través de la siguiente cita: “2.
El cristianismo sucumbiendo a causa de su moral. «Dios es la verdad» «Dios es el
amor» «el Dios justo» ─El mayor acontecimiento ─«Dios ha muerto»-, vagamente
sentido…”49. Con respecto a este signo que preludia la llegada del nihilismopasivo, es evidente que se vuelve uno de los más importantes, pues manifiesta el
fondo mismo del que se compone el mundo que ha sido valorado por la Tradición
Occidental. Es decir, la historia del mundo instintivo de la época griega y romana
(diríamos época pre-moral) cuando llega a su fin por causa de la entrada en la
historia del cristianismo y su devoción al Dios Todopoderoso, hace que la pulsión
de la fuerza sea poco a poco debilitada y reemplazada por la moral, por la época
moral en la que los hombres se hacen débiles, hipócritas, hasta mentirosos porque
exaltaron, en contra de su deseabilidad, un más allá, un mundo, una vida fuera…
del más acá50, haciendo de este mundo un valle de lágrimas; de esta vida un
tormento, un precio con el cual pagamos la deuda del pecado que tenemos con
Dios Todopoderoso; y del más acá el antípoda del paraíso, un sinónimo de
muerte, de la venganza de Dios por haber faltado al pacto.
Esta época de la historia de la humanidad hizo de la moral un instrumento por el
cual Dios se pronunciaba para negar al hombre, al mundo y a la vida y a todo lo
prometedor que ellos y ella tenían51. Por eso, para Nietzsche Dios ha muerto
porque ya es hora de que la fuerza de la vida regrese, mejor…retorne
eternamente; de que la moral descubra la esencia de que está hecha, es decir, el
odio y el desprecio a los dominantes y fuertes, que en el fondo, es la
manifestación inversa de la voluntad de poder, pues, “ese odio y ese desprecio
son también una voluntad de poder”52; que las posiciones extremas que hay sean
reemplazadas por otras tanto o más extremas pero inversas y de esta manera
conseguir que “la creencia en la inmoralidad absoluta de la naturaleza, en la falta
de fin y de sentido [sea] el afecto psicológicamente necesario una vez que la fe en
Dios y en un orden esencialmente moral ya no [pueda] seguirse sosteniendo”53.
Después de la muerte de Dios, la moral queda “(…) desde ahora sin sanción, no
49
Ibid., p. 25
Ibid., p. 31-32
51
Ibid., p. 10-15
52
Ibid., p. 36
53
Ibid., p. 33
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sabe ya como sostenerse a sí misma. Se abandona finalmente la interpretación
moral dejándola caducar”54, pero con evidentes muestras de que no toda la moral
se había des-moralizado, pues, “– (El sentimiento, por todas partes aún lleno de
resonancias del juicio de valor cristiano–)”55, se hacía palpable porque de lo
contrario no habría habido un “intento de deshacerse del orden moral del mundo
para preservar a Dios, un mundo subsistente ante la razón (…)”56. Este intento de
deshacerse de Dios lo encontramos en Hegel, el spinozismo, Schopenhauer, y en
los sistemas socialistas y positivistas, cuando dieron la categoría de moral a todo
que pretendían se honrara con los más altos honores, olvidando que la moral y lo
que tenga visos de ésta, termina por caducar por la moral misma. En otras
palabras, se quiso dejar de un lado la moral pero asumiendo criterios morales,
pues, en vez de bien y mal (criterios de la moral cristiana), el hombre puso en su
lugar términos como error, o verdadero, o bello con sus respectivos antónimos y/o
sinónimos, o cualquier otro nombre con el cual se pudiera señalar moralidad. No
bastó con hacer una crítica de la moral únicamente, hacía falta la crítica de la
moral cristiana57 y mostrarla como peligrosa para el hombre en tanto que por su
origen o posee muy poco valor o es inmoral.
Una vez Nietzsche ha visto el material del que está constituida la moral, descubre
a su vez, de qué está hecha la religión y la función que en tales circunstancias
cumple Dios. Es decir, la moral, la religión y Dios, en tanto meras creaciones e
inventos del hombre, no han devenido y por eso son medios y no causas. O sea,
los seres humanos condenan todo lo que son, porque desconocen cómo esta
hecha la moral. Es consecuencia, la moral, la religión y Dios niegan la vida y el
mundo porque nacen y mueren, en contrapartida con los que designan y afirman
en sí mismos “lo incondicionado, lo uno, lo cierto, lo ente”58, que no devienen.
Entonces, ¿cuál es el panorama que nos queda después de la muerte de Dios, de
la consiguiente extinción de la moral y de las religiones negadoras de vida
(cristianismo y budismo)? Que el mundo, la vida, la muerte, Dios, moral y religión
junto con su valor como lo conocíamos, como lo experimentábamos se invierten,
se presentan de otra manera –extrema─. Un panorama donde es claro que no
queda valor alguno que sea lo suficientemente valedero, un verdadero valor, pues,
“(…) el valor residía hasta ahora en juicios morales ¡y en especial el valor de la
filosofía! («de la voluntad de verdad») los ideales populares de «el sabio», «el
profeta», «santo»han caducado”59. Fijémonos que dice “hasta ahora” con lo que se
quiere dar a entender que hubo un antes, que hay un durante y que habrá un
54
Ibid., p. 25
Ibid., p. 25
56
Ibid., p. 27
57
Ibid., p. 24-25
58
Ibid., p. 14
59
Ibid., p. 26
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después de la valoración moral; y aquí lo que nos interesa es el después, el futuro
que se quiere expresar con toda plenitud y con toda fuerza ahora que se sabe qué
hay de malogrado en todo lo que se conoce como civilización occidental. Nos
queda, después de toda esta autodestrucción de la moral y sus más altas
expresiones, un panorama abierto a la nada en tanto expresión de la falta de
sentido, porque:
Se ha descubierto: el mundo no vale aquello que creíamos. El pesimista
nos da a entender incluso que éste es precisamente el resto de valor
que aún guardaría para nosotros: que podemos descubrir eso –y que el
mundo no tiene aquel valor que creíamos. El mundo sería de esta
manera un medio para desencantarse del mundo, para
“desmundanizarse” uno mismo de la mejor manera posible; un sin
sentido que finalmente comienza a ser comprendido después de
infortunados rodeos, una Comedia de Errores un tanto prolongada que
se pierde vergonzosamente en la nada60.
De ahí que se diga que el valor de la filosofía (de la voluntad de verdad) haya
residido en la moral. Qué es una filosofía construida sobre bases morales, qué tipo
de verdad podría producir desde esta perspectiva. Las respuestas: una filosofía de
Dios, o sea una teología o una metafísica de Dios que en tanto su objeto de
estudio se hace obscura, misteriosa, difícil de comprender porque Dios rehúye la
comprobación de cualquier tipo; es una verdad encubierta, no dicha
completamente, porque Dios es escurridizo por causa de su más “grandiosa
creación”: el más allá, de donde sólo sale, cuando no se le increpa y se le acepta
por artículo de fe o de dogma. Por eso, el valor de la filosofía ha sido puesto en
tela de juicio, pues, que podría decir de un Dios como éste, que no se deja ver en
su auténtica verdad, que no se deja preguntar por su “verdadero ser” y lo más
escondido que hay en él, por lo cual, en tal caso, la voluntad de verdad sucumbe y
se hace débil, se hace teología por amor a lo que se desconoce y se desea toda la
vida, incluso contra ella: Dios.
En otras palabras, la filosofía sucumbe en su verdad frente a la verdad que no se
comprueba, que sólo se acepta por fe, además que se le suma el hecho de que la
filosofía en cuanto producto racional ha construido todos sus sistemas atendiendo
a una serie de categorías que son sólo expresiones del estado psicológico de
quien las ha pronunciado como algo absoluto para todos, haciendo creer que el
“bienestar de la generalidad exige la entrega del individuo”61, olvidando que en la
generalidad no todo ni todos seguimos los mismos principios ni estamos de
60
61
Ibid., p. 31
Ibid., p. 63
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acuerdo con lo mismo, es más, no apuntamos a una única meta, si la hay, y
tampoco creemos en forma similar en tal meta, porque para muchos es bien cierto
que de existir un fin, una meta, quizás ya debía haberse alcanzado, y por el
contrario lo que se observa es que entre más el hombre se acerca a dicha meta,
en igual proporción, más distante se hace. Es decir, la meta a la que el hombre
pretende llegar se aleja a cada segundo que pasa, porque el “sentido del devenir
tiene que estar en cada instante cumplido, alcanzado, acabado”62 .
Por consiguiente, lo que queda por hacer frente a este estado de las cosas es
preguntarse ¿qué ha sucedido en el fondo con toda esta “verdad”?, ¿qué
debemos hacer para recomponer el mundo, la vida? Hacer un diagnóstico sobre
el sentido que deben tomar el mundo y la vida una vez han perdido los cimientos
morales, las bases valorativas sobre las que se han levantado e inventar una
contrapartida o sucumbir totalmente y para siempre; en palabras de Nietzsche,
“¡no buscar el sentido en las cosas, sino introducirlo!”63.
1.6. Diagnóstico sobre el sentido
Si la cuestión del sentido radica en introducirlo y no en encontrarlo en las cosas,
se entiende, entonces, que introducir el sentido es un asunto que implica poner
en marcha la capacidad creadora que hay en todos nosotros para hacer aparecer
el sentido en las cosas de una manera diferente al común, al que normalmente
reconoce la generalidad. Esto a su vez supone que el ser humano tiene el poder
para hacer del sentido algo novedoso y poderoso en tanto se hace un argumento,
asume una razón de ser…para aquel que lo crea lo pone en consideración de una
colectividad que lo valore, acepte como tal y encuentre en éste un argumento que
justifique, de peso a su mundo, a su vida.
Por lo anterior, el asunto del sentido de las cosas, en Nietzsche, asume una
posición inversa, pues cualquiera que sea el asunto del que se trate, llámese
mundo, vida, Dios, moral, valor y muerte entre otros, adquiere al tenor de este
autor un sentido diferente, “negativo”, pues, para este filósofo todo sentido dado
desde la Tradición de Occidente está viciado por las características moralesreligiosas desde las cuales se han valorado y construido los conceptos más
extremos, por no decir, “meta-físicos”, de todos los tiempos y que no sólo han
contribuido a la quiebra de su sentido mismo, sino que además han “negado”
otros posibles. Por ello, Nietzsche escribe:
62
63
Ibid., p. 61
Ibid., p. 40
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El nihilismo está a las puertas: ¿de dónde nos llega éste, el más
inquietante de todos los huéspedes? –
1. Punto de partida: es un error remitir a los “estados de penuria social”
o a las “degeneraciones fisiológicas” o incluso a la corrupción como
causa del nihilismo. Todo ello aún es susceptible de interpretaciones
totalmente distintas. El nihilismo se encuentra, por el contrario, en una
interpretación totalmente determinada, en la interpretación cristianomoral. Es la época más honesta y compasiva. La penuria, la penuria
anímica, corporal, intelectual no está de por sí en absoluto en capacidad
de generar nihilismo, esto es, el rechazo radical de valor, de sentido, de
deseabilidad64.
La anterior cita nos remite de inmediato a comprender que en Nietzsche hablar de
sentido es hablar de falta de sentido pero no como algo que nunca ha existido,
sino por el contrario, que lo ha habido pero que por causa del uso y del abuso que
tiene que soportar se hace vacío, obsoleto, incluso “in-válido”, es decir, sin valor,
por lo cual falta de sentido es igual a “falta de valor”. Por ello, el hastío, la
desesperación, la incredulidad en la que vive el hombre, y de ahí el deseo que
tiene de algo nuevo, de una nueva manera de ver y entender el mundo, la vida, la
muerte, Dios en el supuesto de que aun no siga con la necesidad de querer
conservarlos como ideales que le dan sentido. En fin, se exhorta a trabajar en la
consecución de una voluntad de sentido. Es lo que Nietzsche hace cuando dice:
Si no existe una finalidad en toda la historia de los destinos humanos,
entonces, tenemos que introducirle una: suponiendo que nos es
necesaria una meta y que, por otro lado, se nos ha hecho transparente
la ilusión de una meta o de una finalidad inmanentes (sic). Y tenemos
necesidad de metas porque tenemos necesidad de una voluntad –que
es nuestra columna vertebral. “Voluntad” como sustituto compensatorio
de la “fe”, esto es, de la idea de que existe una voluntad divina. Alguien
que se propone algo con nosotros (…)65.
En consecuencia, la falta de sentido llega hasta sus últimas consecuencias
cuando la interpretación de las cosas ya no aguante más otro en sí y la moral se
haga insípida y sosa. La tarea fundamental que debe hacer en adelante el
hombre, el superhombre es introducir para todos un nuevo “sentido”, el cual
deberá ser un nuevo sentido, que no tenga por fuera en “estado metafísico” y
64
65
Ibid., p. 22
Ibid., p. 40
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tanto poder de de-construcción (en el sentido derridiano)66 que siga a-niquilando el
viejo sistema de interpretación determinada desde fuera. En suma, un sentido con
base en el cual se proponga una nueva tabla valorativa tan firme y duradera que
discipline seres superiores, hombres nuevos, dioses nuevos, incluso, lleve a un
“nuevo volver otra vez”, pero desde el comienzo, pues, la lógica es que en algún
momento lo que ahora es válido se consuma y nuevamente entre en desuso y
suponga un volver a empezar de nuevo por toda la eternidad en la busque de los
“sentidos” que el devenir pueda sacar a relucir. Por ello, la tarea es introducir un
sentido, pues, como los sonidos, que además de tener mil maneras de sonar,
siempre son diferentes; igual sucede “(…) con los destinos de los pueblos: se
prestan a la interpretación y a la más diversa orientación hacia distintos fines”67.
Por ello, ver cuál es la lógica que sigue el nihilismo en su tarea de Introducir
sentido, pero ya no hacia la decadencia, sino hacia la destrucción de todo lo que
lleva a ésta y no permite la asunción de los “fuertes” es lo que viene. Enseguida,
trataremos de comprender qué es el nihilismo activo.
66
También la deconstrucción derridiana es un constante temblor: solicitando el edificio de la
metafísica, se experimenta ese temblor de los muros que, desde siempre, desde el supuesto
origen, ya se están deconstruyendo. Mientras que el discurso hegemónico de la tradición
occidental pretende que el edificio es seguro, que sus cimientos son sólidos, la deconstrucción
hace patente la incerteza. De este modo, pone en jaque a las certidumbres, las nociones de
verdadero y falso, las oposiciones de forma y fondo, o forma y contenido, los supuestos centros y
orígenes. Y a los límites de los saberes: defenestrada la filosofía en su posición fundacional, los así
llamados límites se tornan difusos y el trabajo se realiza en los bordes
(http://www.nietzscheana.com.ar/temblores.htm , página consultada el 20 de mayo de 2007 a las
2:23 p.m.).
67
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 49
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2. NIHILISMO ACTIVO 68
Una vez precisado el nihilismo pasivo en el pensamiento de Nietzsche, es
necesario proceder ahora a caracterizar en sus aspectos importantes otra forma
de nihilismo que el autor menciona como Nihilismo activo, y para tal fin, en el
capítulo se aborda este tema en tres apartados.
En el apartado intitulado: El Nihilismo Activo: ¿Signo de Fortaleza?, se quiere
hacer énfasis en que este tipo de nihilismo tiene su génesis en aquel “estado
patológico intermedio”, es decir, el que está entre lo débil y lo fuerte, en otras
palabras, en aquel estado que es al mismo tiempo fuerte-débil. Por medio de éste
el ser humano descubre que ciertas circunstancias de su existencia no sólo son
inapropiadas y ambiguas por causa del presupuesto o fundamento metafísico con
el cual las acogió, sino porque también éstas colocan su razón de ser en creencias
profundas que ya no dicen nada más porque ya no valen.
Por eso, una vez se ha perdido la fe en las “metas preexistentes”; ahora que están
desvestidas de sus apariencias se hacen superfluas y permiten la aparición de
Otra forma de nihilismo activo (título del segundo apartado del capítulo), con el
cual se pretende explicar cómo el pesimismo también se hace presente entre los
activos al pretender recuperar el poder que empleaban para justificarse a sí
mismos como activos y al mundo que construían encima y en torno de él (del
pesimismo).
En el tercer apartado, que se llama Introducir un sentido: la tarea de los activos, se
quiere mostrar cuál es el camino por seguir que lleva a la transición de un estado
nihilista pasivo a otro activo y de allí a otro de tipo radical, pues, definitivamente la
realidad en la que el hombre actual se encuentra está signada por el nihilismo
activo al cual se ha llegado sin haberse siquiera dado cuenta. Es decir, introducir
68
(…) Pero se puede hablar asimismo de un nihilismo «bueno», que sería más adecuado llamar
«auténtico». Este nihilismo es un nihilismo activo y consiste justamente en destruir el sistema de
valores de aquel nihilismo pasivo tradicional. El nihilismo de los «espíritus fuertes» pone punto final
al nihilismo débil del pesimismo, del historicismo, del afán de comprenderlo todo, de la idea de que
todo es vano (FERRATER MORA, Diccionario de filosofía, Op. cit., p. 2563). En suma, el nihilismo
pasivo y el nihilismo activo son semejantes en cuento ambos reconocen los valores dados por la
tradición de Occidente como falsos, pero se diferencian en la “capacidad” de fuerza que tiene cada
uno para destruirlos, porque mientras el nihilismo activo cree poder destruirlos y colocar unos
nuevos, el nihilismo pasivo no cree en absoluto que pueda hacer ni lo uno ni lo otro.
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un sentido significa no sólo saber dónde esta éste sino cómo reinventarlo y
reintroducirlo, en principio de manera activa y luego radicalmente. La tarea
entonces será, ante todo, descubrir cuál es el sentido que introdujo Nietzsche para
ocasionar que el nihilismo pasivo se volviera activo.
2.1. El nihilismo activo: ¿signo de fortaleza?69
Hablar del “Nihilismo como signo del poder incrementado del espíritu: en cuanto
nihilismo activo”70 supone haber logrado superar, en algún momento, un
nihilismo que no lo es, es decir, pasivo. Sin embargo, en Nietzsche el asunto no es
tan simple como se cree, porque así como se puede hablar de un nihilismo activo
como consecuencia de un pasivo, también se puede decir que el nihilismo pasivo
es resultado de un activo, porque el nihilista activo puede, en primer lugar, hacer el
desenmascaramiento o revelación de lo que han sido hasta ahora los valores
legados por el platonismo y el cristianismo en Occidente. En segundo, cuando la
fuerza del nihilista activo se lo permita, carear al platonismo y al cristianismo, sin
temor de sucumbir ante ellos por causa del derroche de energía, con el propósito
de mostrarles que su validez, en cuanto a la moral, ya está refutada. Pero aunque
ha logrado desenmascararlo no ha podido superarlo debido al cansancio que
sigue a tal lid, la del desenmascaramiento. Es en este momento donde el nihilismo
activo le da paso al nihilismo pasivo en tanto que ya no ataca más y quiere
apagarse pasivamente sin el ruido que lo caracterizaba cuando estaba pleno de
fuerza. Como el león que después de esperar un buen tiempo para ser una
poderosa bestia, lucha para ser el rey de la región y luego de otro tiempo pelea
otra batalla para ceder el trono a otro de su misma especie y morir como un gato
manso (pasivo).
Recurriendo un poco a las palabras de Deleuze, se quiere decir, por un lado, que
la vida reemplaza a Dios, por otro, que la vida que ahora crece a la sombra de los
valores superiores y se “(…)rebela contra el principio de su propio triunfo y no
reconoce más valores que los suyos (…)71 y la vida que se encuentra extenuada y
“(…) preferiría no querer, apagarse pasivamente, antes que ser animada por una
69
Nietzsche pregunta: “¿Qué es lo que es activo?” a lo cual responde “Tender al poder” (Cita
tomada de DELEUZE, Gilles. Nietzsche y la filosofía. Barcelona: Anagrama, 1986. p. 63).Se coloca
entre signos de interrogación porque considero que en Nietzsche el nihilismo activo significa,
dependiendo del contexto en que se interprete, o excesiva fuerza para subvertir todos los valores o
excesiva fuerza para aceptarlos con desesperación porque no ha sido posible subvertirlos a pesar
de luchar en pro de tal efecto. Es decir, fortaleza en Nietzsche no se debe entender como
típicamente se entiende y en un solo sentido, sino como fortaleza para aguantar y fortaleza para
asumir una tarea por hacer.
70
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 45
71
DELEUZE, Op. cit., p. 213
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voluntad que la sobrepase”72 es siempre la misma vida con nueva presentación,
porque los valores que ahora la arropan “(…) pueden cambiar, renovarse y hasta
desaparecer. Lo que no cambia y no desaparece, es la perspectiva nihilista que
preside esta historia desde el principio hasta el fin, y de la que derivan al mismo
tiempo todos estos valores y su ausencia”73.
Siguiendo este hilo conductor, queda claro que para Nietzsche el poder o fuerza
que emana del nihilismo activo tiene una medida y “la medida de la fuerza [en
este caso] está en hasta qué grado podemos aceptar la apariencialidad, la
necesariedad de la mentira, sin sucumbir.”74 En efecto, resistir la apariencialidad y
la necesariedad significa que se es fuerte de espíritu pero para soportar tal
cantidad de mentiras, de falsedad y que en tal caso dicha fortaleza es mera
aceptación de una condena que es dada por otros y desde fuera, desde el lado
donde la negación de la vida se disfraza de verdad y vida, incluso adquiere la
categoría de Plena Felicidad. En suma, cuando el nihilismo activo deja de luchar
se vuelve atrás, al comienzo de la historia donde la lucha no se hace por falta de
voluntad sino por falta de fuerza. Utilizando otra forma analógica propia de
Nietzsche, es la reaparición del camello pero ahora con una sola joroba (una carga
menos), o sea una nueva especie, el dromedario, pero en el fondo, lo mismo.
En consecuencia, así como podemos considerar que la interpretación del mundo
inicialmente fue hecha con esquemas viciados por oscura tradición o pesimismo
contaminado de nihilismo pasivo, de igual manera podemos afirmar que toda
interpretación realizada sobre bases de un nihilismo activo es de una u otra forma
una interpretación pesimista y decadente, en tanto que no supone más que un
optimismo o deseabilidad de un mundo diferente pero para el que aun no hay
ninguna posibilidad de saber como puede llegar a ser ese tal mundo. En otras
palabras, “dicha y conocimiento colocados ingenuamente en mutua dependencia
es expresión de una voluntad en pos de optimismo en la cual se delata alguien
que sufre profundamente”75, porque el nihilismo activo solo descubre la falsedad
de este mundo, pero no muestra con claridad el verdadero mundo, solo lo anuncia.
Se quiere decir, que hablar de un nihilismo activo al tenor de este autor tiene de
suyo una serie de dificultades que no se pueden soslayar, pues, así como activo
puede llegar a significar fortaleza también puede llegar a expresar todo lo
contrario; aun más, el mismo hecho de que el nihilismo activo signifique fortaleza
hace pensar que lo fuerte sólo es en la medida en que se ha visto y ha sido débil,
72
Ibid., p. 213
Ibid., p. 213
74
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 47
75
Ibid., p. 27
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porque el “(…) impulso que quiera ser satisfecho, expresa su insatisfacción con el
estado presente de las cosas”76, es decir, pesimismo y decadencia.
En consecuencia, en Nietzsche, el nihilismo activo, no es susceptible de vérsele
en una sola dirección sin considerársele diametralmente la otra, porque el
nihilismo activo presupone uno pasivo y al mismo tiempo el nihilismo pasivo es
gracias al activo. Además, hay otra situación y es que se puede dar que lo que
aquí y ahora puede ser pasivo, en otro momento sea activo y viceversa.
La cuestión de si es primero el nihilismo pasivo o el nihilismo activo cobra cierta
importancia, la cual radica en precisar cómo se destruyeron las finalidades
preexistentes que llevaron al hombre a venerar la falsedad antes que la verdad sin
importar si es la falsedad que surge del nihilismo pasivo o la falsedad que sale del
nihilismo activo, porque en ambos casos sería la misma falsedad, la de los
menos77 que “ven claramente lo que encierra el punto de vista de la deseabilidad,
cada ‹‹así debería ser, pero no es›› o incluso ‹‹así debería haber sido›› (…)”78. En
conclusión, aceptar una u otra falsedad implica aceptar que los menos hagan “una
condena de la marcha total de las cosas”79 a partir de su pequeña injusticia, y el
problema de esta situación radica en considerar tal deseabilidad como la fuerza
impulsora o deus sobre la que descansa “la construcción total del futuro”80, porque
de darse esta situación no se podría evitar convertir esta deseabilidad en una
realidad metafísica, suprema e incondicionada. Por eso, la necesidad de
deshacerse de lo que se presenta con estas características de deseabilidad y
fuerza que supongan el Todo, porque claramente dice Nietzsche que “(…) no hay
ningún Todo, falta el gran sensorium o inventarium o despensa de fuerza (…)”81.
Consideremos, entonces, el nihilismo activo en una de las dos formas en que
podría interpretarse; la primera en cuanto “(…) puede ser un signo de fortaleza: la
fuerza del espíritu puede haber crecido de tal manera que sus finalidades
preexistentes (‹‹convicciones››, artículos de fe) son inapropiadas”82. Es decir, el
nihilismo activo no es otra cosa que un modo de pensar, de actuar y de suponer
que ya se está listo para abandonar todo aquello que de alguna manera me ha
permitido crecer y madurar hasta ahora. El nihilismo activo hace posible que lo
que el hombre “es”, verdaderamente aparezca ahora con tanto vigor y candidez
76
Ibid., p. 43
El término hace alusión a lo más pequeño, lo mínimo, al hombre más feo del que habla
Nietzsche.
78
Ibid., p. 42
79
Ibid., p. 42
80
Ibid., p. 43
81
Ibid., p. 44
82
Ibid., p. 45
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que le haga creer que es el dueño de todo y que puede con todo lo que hay, que
sea temerario y no tenga miedo del mundo porque éste le debe temer a él.
Por tanto, un nihilismo de esta índole es apasionado, fuerte y por qué no decirlo,
demasiado crédulo en las convicciones actuales, una vez ha replanteado las que
validaban el nihilismo pasivo. El hombre cuando ha descubierto que no hay
finalidades más allá de… y ha visto el tiempo y la energía desgastados, por no
decir perdidos, tratando de alimentar en la conciencia, de entender con la razón y
de hacer propias con el disciplinamiento esas condiciones de vida por las que
creció, encuentra la oportunidad ahora para derrochar toda esa fuerza vital
añejada por el encierro en ese mundo ficticio. “En efecto, una creencia expresa en
general la forzosidad de ciertas condiciones de existencia, una sumisión a la
autoridad de circunstancias bajo las cuales un ser prospera, crece, gana poder
(…)”83.
Advirtamos que no se ha dicho que sea bueno o malo estar sometidos a las
mentadas condiciones de existencia, sólo que sin ellas, de todas maneras ningún
ser humano podría lograr sobrevivir y adquirir poder. Por ejemplo, pensemos en
un niño pequeño (o un animal que acaba de nacer o en una planta que tiene en la
naturaleza a su madre – la madre naturaleza), sin el cuidado de un adulto no
podría sobrevivir y aprender los más variados códigos que le permitan
desarrollarse algo sano, fuerte y apto para la vida. Es decir, para que haya
fortaleza debe haber primero una especie de debilidad en el ser humano (y en
cualquier ser vivo) que alimente su deseo de algún día ser quien mande. Es como
si la sed de poder fuera la que incentivara el deseo de crecer. Este es, al menos,
un posible sentido que se puede advertir en el pensamiento de este autor de
acuerdo con el siguiente texto.
Todos (sic) las pasiones humanas, así como todos (sic) las pulsiones
animales, se han constituido, bajo ciertas circunstancias, en condiciones
de existencia, y han sido colocadas en primer plano. Las pulsiones son
la consecuencia de valoraciones largamente abrigadas que ahora obran
instintivamente como un sistema de juicios de placer y de dolor. Primero
forzosidad, luego acostumbramiento, luego necesidad, luego, inclinación
natural (pulsión).84
En fin, si afirmamos que es a partir de la sed de poder que crecemos, entonces, es
necesario verificar si en todos los casos esto se cumple y en consecuencia, hasta
83
84
Ibid., p. 45
Ibid., p. 125
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qué punto es posible aceptar esta verdad (la de que sólo por sed de poder el
hombre crece) de manera absoluta. Sobre este particular, la respuesta no se hace
esperar mucho, pues es evidente que Nietzsche no hace distinción entre sed de
poder e instinto de supervivencia.
Por tanto, el nihilismo activo como signo del poder incrementado del espíritu en
Nietzsche significa “(…) que la fuerza para crear, para querer, ha crecido hasta el
punto de no querer más de estas interpretaciones totalizantes e introyecciones de
sentido (…)”85; que el ser humano después de andar sujeto a verdades creadas y
puestas por él mismo fuera de este mundo, se halla ahora con la fuerza suficiente
para el “autodominio, como poder-prescindir de mundos ilusorios dispensadores
de consuelo y salvación…”86. De tal forma que el análisis hecho al nihilismo activo
como signo de fortaleza permitió descubrirlo también como un nihilismo cansado
por la batalla contra el sin sentido; es hora, entonces, de realizar el
correspondiente análisis del nihilismo activo como signo de fuerza insuficiente.
2.2. Otra forma de nihilismo activo
La segunda manera de entender el nihilismo activo en Nietzsche corresponde a
aquella que lo considera “un signo de fuerza insuficiente para asignarse ahora
nuevamente de modo productivo una meta, un ¿para qué?, una fe”87. Es decir, el
nihilismo en tanto que activo se entiende aquí como el último incremento de
fuerza88 para justificar todo, incluso hasta lo que está malogrado y es peligroso.
Pero es evidente que la fuerza es insuficiente para aguantar el tiempo necesario
que permita culminar la tarea de acabar con los ideales preexistentes. Aquí nos
encontramos, en palabras de Nietzsche, frente a “(…) un instante en este síntoma
de la más alta cultura – yo la denomino el pesimismo de la fortaleza”89, pues, lo
que ha sucedido es que, o la economía interior del hombre ha quedado con saldo
en rojo y ya no tiene fuerza para seguir atacando lo que se sabe es dañino para
éste y termina aceptándolo como parte de su esencia, o que la fuerza no alcanzó
el temple para generar destrucción y por el contrario se quedó en el nivel donde
todo se justifica por las mismas razones, bajo las cuales antes no todo era
justificado. En palabras propias de Nietzsche sería como siguen:
85
Ibid., p. 101
Ibid., p. 101
87
Ibid., p. 45
88
Quiere decir, el último aliento que se puede dar después de una larga carrera que se sabe, no
puede ganarse, pero en la que se desgasta las fuerzas que quedan para sentirse ganador a pesar
de no serlo, para justificar la incapacidad de ganar y tener algo en que consolarse. En
concordancia con el símil anterior, último incremento de fuerza significa aceptar como válido lo que
no fue subvertido suficientemente.
89
Ibid., p. 56
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El hombre ya no necesita de una “justificación del mal”, aborrece
justamente el “justificar”: disfruta del mal, puro, crudo, considera el mal
carente de sentido como el más interesante. Si antes tenía necesidad
de un dios, ahora se siente fascinado por un desorden universal sin
dios, un mundo del azar en el que lo terrible, lo ambivalente, lo seductor
pertenecen a la esencia (…).
En un estado semejante es lo bueno lo que requiere en particular de
una justificación, esto es, ha de tener un fondo malo y peligroso, o
encerrar una gran estupidez: entonces gusta todavía90.
En la cita anterior se pone de manifiesto un tipo de hombre que queriendo
presentarse como superador de lo tradicional no hace más que mostrar, de esta
manera, “el hacer-No después de que toda existencia ha perdido su «sentido»”91,
es decir, aquí se pone en evidencia que el nihilismo activo entendido como signo
de fuerza insuficiente, reconoce que los valores de la cultura de Occidente son
falsos, pero no tiene a su vez la fuerza necesaria para crear una nueva tabla
valorativa y, por eso, lleva su tarea hasta allí, hasta la destrucción de dichos
valores en busca de una sociedad sin Dios, con lo cual se reconoce la necesidad
de una nueva creencia, incluso de una nueva forma de creer. La incapacidad de
creer en el determinismo de los valores de la moral del cristianismo, no significa
otra cosa que la expresión de un deseo por la posibilidad de abrirse a una nueva
creencia que no apunte como hasta ahora a la voluntad de nada. “Cuando la moral
pone al descubierto sus segundas intenciones ocultas obtiene el resultado de todo
el camino recorrido: éste es un camino hacia la nada. Dios era la máscara de la
nada”92. De ahí la necesidad de desenmascarar el nihil que germina en el
summum ens93 y eso implica quemar una serie de etapas que permitan al hombre
alcanzar tal resultado. Estas etapas que deben quemarse serían las siguientes:
(…) primero, la desesperación, como resultado del esfuerzo vano de
descubrir un sentido, una finalidad en lo que ocurre; después, la
conmoción por el hecho de no conseguir descubrir una forma
90
Ibid., p. 56
Ibid., p. 38
92
FINK, La filosofía de Nietzsche, Op. cit.., p. 221
93
Desde el punto de vista etimológico summum ens proviene de dos vocablos latinos; summum es
un adjetivo latino (summus, a, um) cuyo significado es “el más alto”; por su parte ens traduce
siendo, existencia, esencia, entidad. Por lo tanto, summum ens significa la entidad más alta, la
esencia suprema, haciendo de esta manera alusión a Dios.
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dominante, una unidad organizadora del todo, de no poder penetrar la
estructura del mundo y encontrar arraigada en ella el puesto del
hombre en el cosmos, y el nihilismo es también el sentimiento de estar
arrojado a un mundo incomprensible, laberíntico, sin saber de dónde
venimos ni adónde vamos, es el sentimiento paralizador de encontrarse
totalmente a la intemperie, de estar angustiosamente perdidos en medio
de una situación impenetrable, en la cual nos encontramos como Edipo,
que mató a su padre y profanó el lecho de su madre94.
Es claro que en Nietzsche el nihilismo activo como signo de fuerza insuficiente
está caracterizado por la presencia de un poder que acompaña y capacita para
soportar la ausencia de respuesta al para qué del nihilismo pasivo, por un lado, y
por otro, el nihilismo activo como signo de fuerza insuficiente es también señal de
un acercamiento al momento en donde incluso la pregunta para qué desaparece
porque ya no habrá necesidad de pregunta alguna, pues tal será el sin sentido que
se preferirá la nada antes que cualquier otra realidad. Es decir, el nihilismo activo
entendido como signo de fuerza insuficiente lleva al vacío total de este mundo
falseado desde antaño. Miremos la interpretación que al respecto hizo Eugen Fink:
Cuando se experimenta el saber trágico acerca de la situación edipea
del hombre y esta experiencia tiene todavía la forma negativa del
fracaso de lograr una concepción unitaria del mundo que defina el papel
del hombre desde la conexión del todo, entonces este saber se
trasforma, en última instancia, en la renuncia nihilista: nada tiene ya
sentido si el puesto del hombre en el mundo es incognoscible. Y efectos
desalentadores parecidos produce también el conocimiento del carácter
insostenible de un “verdadero mundo” pensado metafísicamente95.
En consecuencia, el nihilismo activo alcanza su “maximum de fuerza relativa (…)
como fuerza de destrucción (…)”96, porque hasta aquí el hombre lo que ha hecho
es luchar por la destrucción de los valores que lo han hecho tal hombre, y, por ello,
su lucha es también una autodestrucción de sí mismo. “El hombre que ha matado
a Dios ha llevado a cabo un acto necesario; y, sin embargo, es el insensato de
quien habla La gaya ciencia y el ‹‹más feo de los hombres›› de quien se trata en la
94
Ibid., p. 221-222
Ibid., p. 222
96
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 45
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última parte del Zaratustra”97. En otras palabras, el hombre del nihilismo activo
sólo ha hecho la destrucción de lo que estuvo vigente hasta ahora y con ese
pretexto también ha destruido su cielo, su mundo y sus más altos valores que son
la esencia de su ser, pero por estar inmerso en tal empresa no pudo crearse un
nuevo cielo, mundo y valores. La tarea que está por hacerse, comienza, por tanto
con lo que Eugen Fink llama el período de la catástrofe98 (o período del
pesimismo). Pero después de toda catástrofe hay un renacer y una trasformación
del hombre de consumidor de moral a destructor de la misma y creador de nuevos
valores, pues, que más que recomenzar otra vez desde la nada, donde el hombre
busque, encuentre e introduzca un nuevo sentido a su destino después de la
catástrofe.
2.3. Introducir un sentido: la tarea de los activos
Hasta el momento no se ha hecho otra cosa que mirar con detenimiento las dos
caras que puede presentar el nihilismo activo según Nietzsche, y ha quedado claro
que en sus dos maneras de aparecerse tiene un elemento en común: “La vida no
vale la pena”99, o como también puede decirse: “Sería posible una preponderancia
del sufrimiento y, no obstante, una voluntad poderosa, un decir-Sí a la vida: un
tener-necesidad de esta preponderancia”100, o qué sentido tiene “el ¿‹‹para qué››?
después de una terrible lucha, incluso de una victoria”101.
En consecuencia, se hace necesaria la instauración de una nueva forma de hacer
que la vida salga del destino que la conduce al fallecimiento. Por ello, las
preguntas por formular de aquí en adelante no están presididas por el para qué
sino por el cómo hacer, donde la pregunta por la vida asume el sentido de ser la
pregunta que busca darle a la vida misma el carácter de superior, preponderante.
Entonces, la pregunta se hará así: ¿cómo hacer que la vida interior crezca sin
volverse contra la vida misma?, ¿cómo hacer que la vida interior no atropelle la
vida exterior ─de la cotidianidad, de la mundanidad─? ¿Cómo hacer para que ni la
vida interior ni la exterior crezcan una por encima y sobre la otra hasta el punto de
volverse un en sí necesario para?
He aquí la tarea que se debe realizar, a la que hay que darle sentido, pues si no
hay sentido, de lo que se trata es de introducirlo102 y no “poner” o “dar” sentido,
97
LEFEBVRE, Henri. Nietzsche. México: FCE, 2004. p 112
FINK, La filosofía de Nietzsche, Op. cit., p. 225
99
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 51
100
Ibid., p. 51
101
Ibid., p. 51
102
Al resaltar esta expresión se pretende hacer notar que la expresión introducir ofrece mayor
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porque es una tarea que debe comprometer a todo el que quiera asumirla. La
cuestión es, entonces, introducir sentido al sujeto que por mucho tiempo se definió
como un ser re-ligado a Dios su creador y al distanciamiento radical entre verdad y
falsedad, esencia y apariencia. Se trata de introducir sentido al fundamento sobre
el que se construye la certeza de los cosas, al devenir de la historia de la
humanidad en general y al particular de cada uno, al determinismo conceptual de
nuestras ideas. En fin, introducir sentido al vaciamiento del sentido mismo.
Por tanto, el sentido por introducir es, de acuerdo a la propuesta de Nietzsche,
aceptar que la vida sí es posible a pesar de no tener un horizonte estable de
sentido, o quitarnos todas esas metas preestablecidas, porque con ellas la
humanidad y la individualidad se desintegran, y construir un concepto de mi yo a
partir de una descripción de éste surgida de muchas posibles descripciones sin
fundamento y articulación alguna. Introducir sentido implica comprender: "No ya
ausencia de sentido, sino experiencia del desgaste en la búsqueda de un
fundamento que se escurre. La pérdida de sentido se vuelve inseparable del
cansancio por la infructuosa tarea de sustituirla con nuevos sentidos”103.
Por ende, es muy propio del nihilismo nietzscheano que su dureza obligue a
experimentarlo y también a padecerlo, porque introducir sentido implica introducir
uno nuevo cada vez que el anterior se ha hecho insatisfactorio, y ese ejercicio
exige mucha vitalidad que se irá consumiendo en la medida en que esta dialéctica
demande más y más sentidos, sin que se pueda llegar a un término o thelos ya
que sería contradictorio con el devenir mismo de este proceso de introducir
“sentidos”, ya que de acuerdo con este planteamiento, en Nietzsche no se puede
hablar en singular, sino en plural respecto del sentido, porque no es un sentido,
sino varios “sentidos” que pueden tener las cosas.
Así pues, liberados de moral cristiana y de sus prolongaciones en la cultura
precisión en la comprensión de la tarea que Nietzsche considera se debe asumir después de
corroborar que es una falsedad este mundo, esta vida y todo lo que se es gracias a ellos. Si
vemos, la expresión indica que no hay algo o alguien que quede fuera del acto mismo de introducir,
pues, esta acción supone actividad y no pasividad de quien realiza el acto de introducir porque sólo
hay tal efecto cuando hay algo o alguien que lo ejecuta y lo acompaña. Las expresiones como dar
o poner, o buscar, con las que se podría traducir este texto al castellano, dejan entrever un acá y
una allá, es decir, dar o poner, o buscar suponen que algo o alguien por un momento ejecuta una
acción que causa un efecto determinado, pero después de ahí no hay necesidad de permanecer
vigilando el desarrollo del mismo, dado que se ha cumplido con dar o poner o buscar y allí termina.
La expresión introducir exige compromiso, permanencia y participación, lo que no las otras
palabras y, por ello, se considera en cuanto a su significación, más completa para la comprensión
de la frase “Introducir un sentido” (Ibid., p. 40-49).
103
http://www.geocities.com/fdomauricio/nih.htm (esta página fue consultada el 19 de mayo de
2007 a las 5:55 p.m.).
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moderna, se hace necesario que ahora el niño de Zaratustra surja y extienda este
sentido que rompe con los paradigmas que lo construyeron desde fuera. El
balbuceo del niño de Zaratustra debe no decir nada, pero expresarlo todo; es el
discurso de la superación del camello y del león que implica enterrar tanto a Dios y
a los valores superiores que él suponía. Es la posibilidad de superar todo orden
simbólico que encasilla al “otro yo” (el de la moral) que yace dentro de mi yo y las
circunstancias que lo rodean. Se trata de ver el sin sentido y a pesar de ello
tomarle el gusto a la vida misma a pesar de la vaciedad que se pueda
experimentar al no encontrar un sentido ulterior después de que han pasado
muchos otros sentidos, o como dirá Nietzsche: "El que ve el abismo, pero con ojos
de águila, el que aferra el abismo con garras de águila: ése tiene valor"104.
104
NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Madrid: Alianza, 2000. p. 392
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3. NIHILISMO RADICAL
En el apartado titulado El nihilismo radical se pretende clarificar en qué consiste
éste, según Federico Nietzsche, pues, considerando que de éste se ha dicho muy
poco perdiendo la importancia que tiene en el conjunto de las reflexiones sobre el
nihilismo que elabora este pensador alemán; luego de realizar esta tarea se pasa
a mostrar los elementos que pueden caracterizar este tipo de nihilismo, aspecto
central por tratar en el apartado que recibe el título de Elementos del nihilismo
radical, y que ayudarán a comprender con mayor claridad la funcionalidad que
tiene ser un hombre nihilista radical. Acto seguido, se hará un señalamiento de los
aspectos que la tradición de la cultura de Occidente negó al mundo y a la vida y
que ahora merecen ser reivindicados con toda justicia. Lo anterior me ayuda a
construir el perfil del verdadero nihilista radical y cómo actuar bajo esta consigna
según el planteamiento de Nietzsche; esto será el objetivo por alcanzar en el
apartado titulado Cómo ser nihilista radical.
3.1.
Inaceptabilidad radical de transmundos
Haciendo una observación panorámica del asunto, se puede ver que pocos
estudiosos de Nietzsche hablan, y por lo mismo, hacen un análisis del nihilismo
radical, al que por demás, en contadas oportunidades hace alusión este filósofo.
Tal vez éste sea uno de los motivos por los cuales no se le haya dado la
importancia que merece, e incluso, algunos tienden a considerar que en este
pensador sólo hay dos formas de nihilismo: el pasivo y activo105 o al tenor de
Gianni Vattimo (por nombrar algún ejemplo) para quien sólo hay dos perspectivas
del nihilismo en Nietzsche, el negativo y el positivo según lo expresa en su artículo
El Nihilismo y el Problema de la Temporalidad, donde se lee lo que a continuación
se transcribe:
Respecto al sentido histórico, como respecto al nihilismo, se enfrenta en
Nietzsche un doble juicio, negativo y positivo a la vez: negativo en
cuanto que es índice de debilidad y de pérdida de iniciativa por parte del
hombre, positivo en cuanto que, caídas las construcciones
providencialistas de la historia, está libre el campo para una perspectiva
105
FERRATER MORA, Diccionario de filosofía, Op. cit., p. 1563
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nueva que devuelva al hombre la plena libertad de iniciativa en el
mundo histórico106.
Por otra parte, algunos pensadores toman esta forma de nihilismo como nihilismo
activo porque sostienen que con él se llega a la transmutación de los valores
superiores, suponiendo que el nihilismo en su totalidad sólo llega hasta esta
fase107. No hacen distinción entre activo y radical. Incluso, la lectura de los textos
de Nietzsche deja entrever que para él mismo el nihilismo en todo su proceso
parte desde el pesimismo a la decadencia y de allí al nihilismo pasivo y de él al
nihilismo activo que a su vez se bifurca en un pesimismo de la fortaleza que da
paso al pesimismo de la fuerza insuficiente hasta culminar en un nihilismo activo
nuevo porque tiene una mayor cantidad de fuerza relativa, la de la destrucción108.
Es decir, Nietzsche parece reconocer que el devenir del nihilismo culmina con el
nihilismo activo de la destrucción. En fin, a partir de esta lectura del autor en
mención, no entienden al nihilismo radical como una tercera fase del devenir total
del nihilismo, sino como la otra forma de ser del nihilismo activo. De ahí que
supongan, y en eso coincido con ellos, que Nietzsche sólo llegó hasta el nihilismo
activo (tanto en su forma activa como su forma activa de la destrucción) como lo
sostiene Martín Heidegger en su artículo La determinación del nihilismo según la
historia del ser, asumiendo, en consecuencia, la tarea de superar este nihilismo.
(...) En cuanto piensa una completa transvaloración de todos los valores
válidos hasta el momento, la metafísica de Nietzsche lleva a su
acabamiento la desvalorización de los valores supremos hasta el
momento. Siendo «destructora» de este modo, forma parte del curso de
la historia que ha tenido el nihilismo hasta el momento. Pero en la
medida en que esta transvaloración se lleva a cabo expresamente
desde el principio de la posición de valores, este nihilismo se ofrece al
mismo tiempo como algo que, en su sentido, ya no es: en cuanto
«destructor» es «irónico». Nietzsche comprende su metafísica como el
nihilismo más extremo, de manera tal que éste, al mismo tiempo, no es
ya un nihilismo109.
106
http://www.nietzscheana.com.ar/nihilismo_temporalidad.htm#_ednref56
(esta
página
fue
consultada el 17 de mayo de 2007 a las 8:32 p.m.)
107
DELEUZE, Nietzsche y la filosofía, Op. cit., p. 207-245
108
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 45; o En torno a la voluntad de poder, Op. cit.,
p. 20-21.
108
http://www.nietzscheana.com.ar/determinacion_nihilismo.htm (esta página fue consultada el 17
de mayo de 2007a las 9:43p.m.).
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Y en otros casos, el nihilismo radical es nombrado y analizado bajo otros títulos,
que vistos desde cerca son adecuados si aceptamos que con ellos Nietzsche, al
emplearlos, se refería al nihilismo que aquí se denomina como nihilismo radical.
Por ejemplo, nihilismo completo, o nihilismo perfecto, o este otro, nihilismo
extremo, o nihilismo último, o el verdadero. Lo cierto es que, sea cual sea el título
con el que se identifique, éste es un tipo de nihilismo que debe analizarse y
desarrollarse en su totalidad y complejidad más profunda para reconocerle las
características y posibilidades más adecuadas.
Hechas todas las anteriores precisiones, es hora de entrar a determinar qué es
este tipo de nihilismo que llamamos radical. Para tal efecto, tomaremos como
marco de reflexión la siguiente cita donde Nietzsche habla de esta forma de
nihilismo.
El nihilismo como estado psicológico tiene todavía una tercera y última
forma. Dadas estas dos intelecciones de que no existe nada que se
haya de alcanzar y de que no hay una gran unidad que reine detrás de
todo devenir y en la que el individuo pueda sumergirse enteramente
como en un elemento del máximo valor: entonces ya no hay más
escapatoria que condenar todo este mundo como engaño e inventar un
mundo que quede más allá de éste, como mundo verdadero. Pero tan
pronto como el hombre descubre que ese mundo está construido a
partir de necesidades psicológicas y que no tiene el más mínimo
derecho a esa construcción, surge entonces la última forma del
nihilismo, que encierra la incredulidad con respecto a un mundo
metafísico –que se prohíbe la creencia en un mundo verdadero. Al llegar
a esta posición se admite la realidad del devenir como realidad única, y
se prohíbe todo tipo de caminos subrepticios hacia transmundos y hacia
falsas divinidades –pero no se soporta este mundo cuya existencia ya
no se quiere denegar (…)110.
Como se ve, Nietzsche acepta la existencia de una tercera y última forma de
nihilismo, cuyo preámbulo está determinado por el nihilismo pasivo y el nihilismo
activo con cada una de las formas en que se dan estos. Este preámbulo sobre el
cual se asienta la necesidad de una tercera forma de nihilismo hace, en primera
instancia, revisión de lo que han sido los estadios anteriores de nihilismo, porque
requiere saber con precisión cuál es su campo de acción, pues, éste en tanto que
tercera forma debe evitar que este mundo, con todo lo que hay dentro de él,
nuevamente sea tomado e interpretado como un mundo que tiende hacia un fin
último y en consecuencia que deba comprendérsele como manifestación de uno,
110
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 63-64
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que es más verdadero pero que pertenece a un reino del más allá en donde está
la suprema unidad que lo justifica como el verdadero en oposición al mundo del
más acá. Si lo anterior no es puesto sobre la mesa, se corre el riesgo de que el
nihilismo radical no llegue a serlo y se pierda el hombre, aún más, entre los muros
de la decadencia y el pesimismo, porque es claro que con ésta forma de nihilismo
el hombre, el rescate del hombre, es la máxima tarea por hacer.
En este sentido, el nihilista radical reconoce que él es quien se sumerge en su
totalidad, es decir, como ser individual y particular pero también como especie,
pues, ya no le es permitido valorar más unas cosas que otras, ni poner en riesgo
su vida por las divinidades del cielo, sino todo lo contrario, reconocer que en su
posición de ser pensante en relación con otros y con lo otro es quien precisa el
valor máximo de la existencia y de las cosas que lo rodean. Pero es claro, que no
se trata del valor máximo supremo preconizado por la moral de otrora ni de la de
ahora, que encumbran, enredan, complican las cosas sencillas de la vida y las
ahogan con prebendas y prerrogativas que no le son propias desde el comienzo.
Se trata del valor máximo supremo enraizado y administrado por el devenir mismo
como única entidad por la que y desde la que toda realización de la existencia se
hace real y única, pues ésta es la forma que de antemano le es propia al devenir.
Es decir, el nihilista radical puede saber que está caminando sobre un mundo
real, sólo cuando lo ha visto a través del lente del devenir de esta forma de
nihilismo, o sea a través del lente, incluso, con ojos de incredulidad de que éste
es así y no de otra forma, con el lente y los ojos puestos en lontananza queriendo
siempre un nuevo mundo verdadero y real porque éste, el de ahora, ya no se
siente como tal. En consecuencia, con el nihilismo radical no hay posibilidad de
suponer que se ha llegado a una meta o a un fin porque el devenir de la cosas se
hace eterno en tanto infinito, y considerar que este mundo ha sido superado por el
nihilismo mismo como realización de la última expresión de este proceso, sería
negar la potencia misma del nihilismo en cuanto radical. La cuestión está en
aceptar, a pesar de no soportar la idea de tener que denegar el mundo
experimentado ahora como superado por el nihilismo, la verdad que encierra este
proceso y es la de comenzar nuevamente desde el principio, desde cero hasta un
nuevo mundo que tendrá que denegarse nuevamente a pesar de saberse lo que
implica esta situación. Al respecto, Nietzsche dirá tajantemente de una vez y para
siempre que
El nihilismo radical es la convicción de una absoluta inaceptabilidad de
la existencia cuando se [trata] de los valores supremos que se
reconocen, sumándose a ella también la intelección de que no tenemos
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el más mínimo derecho a establecer un más allá o un en-sí de las cosas
que sea “divino”, que sea la moral en persona111.
En suma, esta es una forma de nihilismo cuya definición está mediada por el tipo
de hombre que lo asuma como su tarea más inmediata, como su razón de ser y
de estar en este mundo, en este tiempo, con este estilo de vida (el que tenga en
su fuero interno y externo individual, particular y particularizante). Se trata de un
nihilismo que hace de la nada un espacio abierto para muchas posibilidades
según sean así las interpretaciones que se den de éste. Por esa razón, Nietzsche
afirmará de manera contundente con relación al mundo y el hombre moderno, lo
que sigue.
El mundo moderno ha de vivir hasta el fin su prueba. Hasta el día en
que, ante la nada, un cierto número de hombres tendrán un sobresalto
de querer y sobrepasará el nihilismo. Estos hombres encarnarán el
imperativo nuevo en una comunidad, en una cultura y un gran estilo. La
«transmutación de todos los valores» será el evangelio de estos tiempos
nuevos112.
Es el nihilismo que predice la superación del nihilismo por el nihilismo mismo; que
antepone la grandeza del hombre por encima del hombre mismo, es decir, hace
del hombre una gran meta por alcanzar no por encima, ni por fuera y ni en el más
allá del fuero espiritual del hombre, porque eso supondría dos hombres, el
verdadero y el falso (el del espíritu y el de la carne). Se trata de un nihilismo que
no acepta por motivo alguno el dualismo en ninguna de sus formas previas ni
futuras, porque es aceptar una existencia que le es cara a cualquiera que la
pretenda asumir en su dualidad, pues, no se podrá servir, sino a una de ellas en
detrimento de la otra, y por consiguiente al falseamiento y la deslegitimación de la
que ha sido rechazada en función de la que no lo ha sido, como si se tratará de
dos fuerzas yuxtapuestas. Es el nihilismo del querer y el sobresalto constante, el
de los hombres más capaces de voluntad de poder, de los hombres más repletos
de espíritu libre, de ganas de vivir a pesar de que la vida sea un constante volver
a comenzar todos los días.
111
Ibid., p. 59
LEFEBVRE, Nietzsche, Op. cit., p.123
112
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3.2.
Elementos del nihilismo radical113
Después de determinar qué es este nihilismo, el aspecto que ahora sigue, en el
intento de acercarnos lo más que se pueda a la noción de este nihilismo, es
identificar y precisar los componentes o elementos que conforman a éste, porque
tenerlo claro facilita, en primer lugar, saber si los hombres ya están o no por las
sendas de dicho nihilismo, y, en segundo, porque comprender de qué partes está
hecho ayuda a establecer cómo es su funcionamiento, su engranaje interno.
Así pues, cuando la tarea para el hombre dada desde el nihilismo radical implica
un re-comenzar otra vez desde el principio, es muy seguro que el cansancio
aparezca en cualquier momento y lleve al más fuerte a denigrar de este estilo de
vida. Sin embargo, como el hombre más fuerte tiene claro que no puede claudicar
en su lucha, para éste se han reservado una nueva arma114 formada de una serie
de elementos que la conforma como tal y con los que puede seguir su lid para
evitar la reaparición del nihilismo en tanto pasivo o en tanto activo.
Por ende, uno de los primeros elementos que se identifican como parte de este
nihilismo es el martillo115. Porque con éste se puede destruir todo lo que está en
decadencia, vacío y necesitado de un fin, “para hacer pedazos las razas
decadentes y agonizantes, para apartarlas del camino y abrir el paso a un nuevo
orden de vida, o para inspirar a los seres degenerados y lánguidos el deseo de
morir”116.
Pero el martillo no funciona como cura contra estos males si no lo precede un
elemento todavía más fuerte y que en muchos casos se prefiere porque da
ventajas sobre el contrincante o enemigo117. Hablo de la sorpresa porque con ella
se puede confundir y hacer que el enemigo se confíe logrando la victoria mucho
antes de que inicie la batalla. Al respecto, las palabras del filósofo alemán son:
Otra cura, en ciertos casos aún más preferida por mí, consistirá en
sorprender a los ídolos (…). Hay en el mundo más ídolos que
113
Se debe aclarar que el objetivo en este apartado no es hacer un análisis exhaustivo de los
elementos del nihilismo radical, sólo hacer un señalamiento de cuáles son y cómo logran que este
nihilismo actúe.
114
“El mayor combate: para ello se requiere de una nueva arma” (NIETZSCHE, Fragmentos
póstumos, Op. cit., p. 29).
115
NIETZSCHE, En torno a la voluntad de poder, Op. cit., p. 30
116
Ibid., p. 24
117
Con estas imágenes se hace referencia indistintamente al nihilismo pasivo y activo.
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realidades: éste es mi «el mal ojo» para este mundo, también mi «mal
oído» (…). Preguntar aquí con el martillo, y escuchar tal vez como
respuesta aquel famoso sonido que emana de las vísceras hinchadas:
¡qué encanto para un hombre que, detrás de las orejas, tiene otras
orejas, –para mí, viejo psicólogo y cazador de ratas, que logra hacer
hablar lo que precisamente querría permanecer silencioso! (...).118.
Es decir, el acto de sorprender significa no dejar que los ídolos se encumbren
nuevamente y nos hagan sus esclavos. Es más, significa hacer hablar al enemigo
de su estrategia para la batalla sin que éste quiera, sin que éste sepa o se de
cuenta, y así evitar ir por el camino de la lucha sin necesidad, del derramamiento
de sangre y la pérdida de vidas en procura de una victoria que de lograrse deja sin
aliento, sin vida y sin deseos de seguir adelante a quien la ganó. La sorpresa es
un elemento de los más poderosos, que obliga a quien la practica estar de cuerpo
completo (como psicólogo y cazador) en este mundo analizando con los ojos y las
orejas el trasfondo de su lucha propia y con «el mal ojo» y las otras orejas o «mal
oído» el de la lucha del contrincante.
De ahí que el otro elemento que se debe considerar a continuación es la guerra,
porque de qué vale tener la mejor táctica de sorpresa y el martillo más fuerte si no
hay una intención que explique para qué tenerlos. “Si se observa con mayor
intención, se descubre en mí un espíritu implacable que conoce todos los rincones
donde el ideal tiene su cubil, donde cava sus mazmorras y, en cierto modo,
encuentra su último refugio”119. Es decir, la intención se traduce, entonces, en un
deseo de guerra, pero es claro que no se trata de una guerra típica, sino de una
guerra contra todo idealismo que haga perder por los caminos de la decadencia, el
menosprecio de la vida y la a-niquilación. Es la guerra que no necesita de
violencia cruenta, porque lo que se quiere es que haya muy pocas bajas entre las
filas del nihilismo radical, y que en lo posible las bajas sean de naturaleza ideal. Es
la lucha que se libra con el fin de rescatar al hombre de las manos de las
divinidades y de la muerte, de las ataduras a las cosas ideales. Esa es la batalla
por librar, “(…) pero la guerra sin pólvora y sin humo, sin actitudes bélicas, sin
pasión ni miembros rotos: todo esto sería aún ‹‹idealismo”››120, en cuanto
comienza a surgir la necesidad de héroes que satisfagan a los hombres que
requieren de máximas preestablecidas para salir de su pesadumbres y pesimismo.
Pero tal guerra requiere de un elemento que ilumine el camino y evite, por un lado,
que se hiera o elimine a los hombres a quienes se pretende proteger, al no
118
Ibid., p. 24
Ibid., p. 26
120
Ibid., p. 26
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vérseles en medio de la oscuridad de los subterfugios donde se encuentran
presos, esclavos del idealismo; y por otro, para evitar que la oscuridad121 sea
ventajosa al enemigo y sorprenda en cualquiera de esos rincones donde puede
esconderse. Con palabras de Nietzsche: “Armado con una antorcha, cuya luz en
absoluto vacila, proyecta un rayo incisivo en estos subterráneos del ideal”122. Por
eso, para una buena guerra se requiere de una antorcha que nunca se apague,
que siempre dé luz constante, fuerte y brillante, que no amague apagarse si quiera
por causa del los vientos que vienen del fondo de las mazmorras del idealismo. En
fin, el otro elemento carísimo al nihilismo radical es la antorcha.
Sin embargo, Nietzsche nos aclara que en el fondo, la guerra que se libra contra el
idealismo no pretende por ningún motivo refutarlo, sino congelarlo, es decir,
conservarlo tal como es para tener de vez en cuando la necesidad de
descongelarlo y dejarlo actuar para que incentive mi deseo de lucha y salir del
aburrimiento en que se puede caer cuando ya todo está terminado, cuando ya el
enemigo ha sido eliminado. Eso sería terrible porque no habría con quien medir
fuerzas, a quien ganarle y dominar y se tendería a desfogar el desespero que
genera este estado de las cosas contra los que fueron la motivación para luchar,
es decir, los hombres mismos, librando el instinto de crueldad que de todas
maneras está en mí, o simplemente creando mundos que calmen mi fuero
externo por oposición a un fuero interno, espiritual, y así conducir a la creación de
otro mundo, otra moral pesimista, decadente y nihilista.
El objetivo de conservar el actual idealismo es evitar que el hombre se cree otro
mundo ideal más a-niquilante, contra el que todas las fuerzas de las que se pueda
hacer acopio sean insuficientes para superarlo. Es decir, hay necesidad de la
mentira para que la verdad aparezca, pero también de que la verdad se confronte
con otra verdad para que el gran poder123 que ella tiene salga a flote y motive
luchar nuevamente y así estar siempre atentos, dispuestos y bien preparados para
la guerra cuando sea necesaria. Más claro todavía, si elimino el idealismo actual y
no hay con quien de vez en cuando practicar esta guerra, llegará el momento que
se olvide como hacerla y se de oportunidad para que otro idealismo comience a
florecer en el horizonte, en medio de la paz que reina por ahora, del aburrimiento,
de lo insípido y sin fuerza que nos rodea y nos ha tornado igualmente así124.
De lo anterior se deduce que el otro componente que hace falta para que el
121
Con esta expresión se hace alusión al falseamiento a que puede conducir una interpretación del
mundo de manera ideal.
122
Ibid., p. 26
123
Ibid., p. 26
124
Ibid., p. 26-27
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nihilismo radical esté completo es la voluntad, que es la que mantiene el gusto por
la guerra, porque si no tengo voluntad para luchar en la guerra ni deseo de ella,
pues, vano será ir a ésta o aquella guerra, más aún, no habrá necesidad de hacer
la guerra, pues, ya la he perdido cuando he decidido no tener voluntad para esto o
aquello. Todavía más peligroso es la falta de voluntad, porque ella abisma al
desespero, al sin sentido, a la molestia por esta vida, este mundo, esta existencia.
Por ello, es “preciso enseñar al hombre a comprender que el porvenir del hombre
está en su voluntad, que este porvenir depende de un deseo humano; (…)”125.
Porque allí donde no hay voluntad no hay nada, ni siquiera deseo de vivir o morir,
ni siquiera ganas de abrir los ojos, los oídos, los instintos. Y aun cuando hubiera
alguien con voluntad su intento claudicaría si no encuentra una voluntad del otro
lado de la vida (la que todavía defiende, a pesar de todo, un ideal platónica y
cristiano de vida) que incite a la lucha, al deseo de vencer y de poder.
Para evitar esto último, entonces será necesario que el hombre una vez esté
caminando por las sendas del nihilismo radical prepare suficientes ejercicios y
experiencias de entrenamiento126 para descubrir los mejores nihilistas radicales
que continúen poniendo fin a la “dominación del absurdo y del azar que hasta
ahora ha llevado el nombre de «historia» (…)”127 y que es la fórmula más reciente
de la mayoría de los hombres actuales; para que sigan abriendo los caminos de la
voluntad hasta el sin fin de los tiempos.
En suma, los elementos que conforman el nihilismo radical son: la sorpresa, el
martillo, la guerra, la antorcha y una intención o voluntad, donde éstas más la
sorpresa son el motor que mueven y el martillo, y la antorcha los que despejan y
alumbran la dirección hacia donde conduce el devenir del nihilismo radical.
3.3.
Cómo ser nihilista radical
Ahora la reflexión de este tema se va a centrar en comprender cómo se puede ser
un nihilista radical. En primerísimo lugar digo que el nihilista radical debe conocer
y manejar a la perfección cada uno de los elementos que componen este
nihilismo, y cumplir, entre otras, con las siguientes condiciones importantes:
125
Ibid., p. 31
En palabras de Nietzsche: “…será preciso preparar grandes empresas, grandes experiencias
colectivas de disciplina y selección, (…) Para realizar esto será preciso un día una especie nueva
de filósofos y de jefes, cuya imagen hará palidecer y encogerse a todos los espíritus ocultos,
temibles y benévolos que la tierra ha conocido hasta ahora” (Ibid., p. 31).
127
Ibid., p. 31
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La primera y más útil, ser como un niño porque él no tiene prejuicios ni metas
preestablecidas en función de quien actuar. Ve la vida con total inocencia y la vive
al máximo, al ritmo del momento presente porque para él el pasado y el futuro son
tiempos que le son indiferentes e indistintos. “El niño es inocencia y olvido, un
nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer
movimiento, una afirmación santa”128. El niño es por naturaleza un creador de su
propio mundo, donde todo lo que ve y siente es verdad y no mentira, donde la
realización más profunda de su existencia la realiza en el juego porque es donde
inventa sus reglas y el que domina la situación. Es afirmación santa porque no hay
resentimiento contra nada ni contra nadie y su voluntad no ha sido mancillada por
otra ni tampoco tienen intenciones de hacerlo contra las demás voluntades. El niño
es el mejor ejemplo de auténtica voluntad, pues los límites (que no tiene) los pone
él y nadie más y así se hace dueño y conquistador de su propio destino, de su
propio mundo. “En verdad os digo, hermanos, que para jugar a ser creador es
preciso ser una afirmación santa; el espíritu quiere ahora su propia voluntad; el
que ha perdido el mundo, conquista su propio mundo”129.
Saber decir sí a la vida es la condición que sigue para ser un auténtico nihilista
radical. Esto quiere descubrir que la vida es, ante todo, voluntad de poder y
descarga de fuerza en donde el instinto de conservación es un mera consecuencia
de esta descarga de poder130. Saber decir sí a la vida implica comprender que
este sí compromete a una “(…) continua creación o de transformación o de autosometimiento”131, donde, además, se descubre que el hombre no tiene una sola
voluntad de poder, que incluso es hombre porque precisamente tiene una
“”pluralidad de «voluntades de poder»: cada una con una pluralidad de medios de
expresión y de formas…”132 que conlleva, por tanto, a un sin número de
interpretaciones133. Por ende, saber decir sí a la vida es lograr hacer que la
voluntad de poder delimite, determine grados y diferencias de poder y para ello es
necesario saber interpretar y ser un artista, porque el artista crea mundos a partir
de las interpretaciones que hace de las voluntades de poder y porque, además, el
artista es una voluntad de poder que interpreta lo que quiere, cuando quiere y
como quiere, es decir, no pone límites a su voluntad134. En conclusión, saber decir
sí a la vida es saber interpretar la voluntad de poder y saber que la voluntad de
128
Ibid., p. 30
Ibid., p. 30
130
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p.128
131
Ibid., p. 133
132
Ibid., p. 145
133
NIETZSCHE, En torno a la voluntad de poder, Op. cit., p. 94 -97.
134
“El fenómeno ‹‹artista›› es todavía el más transparente:-¡lanzar a través de él una mirada a los
instintos fundamentales del poder, de la naturaleza, etc.! ¡También a los de la religión y la moral!
(NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p.148).
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poder interpreta135.
Además de las anteriores condiciones, son necesarias, para ser un auténtico
nihilista radical, las siguientes: tener prevención de la mediocrización136,
entendiendo a esta prevención, por un lado, como la fuerza que empuja a ser cada
día mejor. Pierre Klossowski lo entiende de esta manera, cuando dice:
La mediocridad creciente del ser humano es precisamente la fuerza que
nos empuja a pensar en el adiestramiento de una raza más fuerte: la
cual encontraría precisamente su excedente en todo aquello en lo que la
especie mediocrizada sería más débil (voluntad, responsabilidad,
seguridad de sí, poderse fijar finalidades)137.
Pero la prevención de la mediocrización también debe ser entendida en el otro
sentido, es decir, evitar la tentativa de dejar las cosas al azar, que sucedan sin
ningún control sobre ellas. Es evitar, justamente, la pereza y el facilismo en que se
puede incurrir cuando se permite que las fuerzas de la historia gobiernen de
manera determinista sobre el hombre, en cuyo caso, “(…) ¡Incluso el hundimiento
es preferible!”138.
No tener miedo139 es otra condición que necesita el hombre que quiere ser nihilista
radical, porque quien quiera asumir esta tarea debe saber que los espantos, los
fantasmas y los demonios abundan en las mazmorras donde se esconde el
idealismo, el pesimismo y la decadencia. No tener miedo significa que soy lo
suficientemente fuerte para aguantar el peso más agobiante que se pueda cargar
en la vida, o sea la imposibilidad de no poder detener el eterno retorno de la vida
una y otra vez sin descanso y con los mismos desesperos, miedos y
desasosiegos. No tener miedo a este eterno retorno de la vida es estar dispuesto
a soportar el dolor que produce esta situación, porque nada nuevo sucederá en la
vida que retorne. Es decir, “el perpetuo reloj de arena de la vida dará sin descanso
la vuelta, ¡y tú con él (…)! ¿No te arrojarías al suelo, rechinando de odio y
maldiciendo a ese demonio? (...)”140.
Pero a pesar que la vida retorne con sus sabores y sin sabores, con su dolor, éste
135
Ibid., p. 148-149
Ibid., p. 29
137
KLOSSOWSKI, Pierre. Nietzsche y el círculo vicioso. Barcelona: Seix Barral, 1972. p. 232-233
138
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 29
139
NIETZSCHE, En torno a la voluntad de poder, Op. cit., p. 26
140
Ibid., p. 146
136
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debe experimentarse, sentirse y vivirse como una alegría, porque ella (la vida) es
tan exuberante, rica y exigente obligando a quien la niegue que lo haga con
alegría, incluso, con una mayor y más estridente alegría, pues, esto significa
liberarse de la temporalidad de las cosas y preferir la eternidad de la alegría141
porque ella “¡(…) quiere la eternidad de todas las cosas, quiere una profunda,
profunda eternidad”142. En otras palabras, hacer este tipo de negación es liberarse
de las paliaciones de las religiones que obligaron por un tiempo a querer una vida
indefinida en detrimento de ésta, más definida y alegre.
En suma, éstas son las condiciones que se exigen para ser un nihilista radical
perfecto: ser como un niño, saber decir sí a la vida, saber interpretar y ser un
artista o creador. Además de tener prevención de la mediocrización, no tener
miedo y negar con alegría. Sin embargo, ¿es posible ser nihilista radical perfecto
en la sociedad actual, ávida de alegría pero ciega a ésta?, ¿deseosa de la
voluptuosidad de la vida pero asesina de ella?, ¿mediocre hasta los tuétanos? La
respuesta es sí. ¿Pero cómo se puede ser, se preguntarán? Pues, de la manera
más nietzscheana posible: negando esta forma de vida sin sentido y queriendo la
vida que exige entrega de sí, cumplimiento de responsabilidades y sobre todo, que
la meta sea el hombre mismo.
Desde esta perspectiva, Nietzsche sigue siendo tan actual como nunca lo ha sido,
ni siquiera para el tiempo en que vivió. Se cumple así lo que profetizó de su
filosofía: una filosofía para el futuro, para los dos próximos siglos143, cuya
característica más evidente es el nihilismo incompleto en medio del cual
vivimos144, pues, no se han subvertido los valores supremos como debe ser, es
decir, queriendo el hombre hoy vivir al máximo el deleite de la vida, se ha
encontrado ahora esclavo de un mundo abierto a las más variadas posibilidades,
que no han sido analizadas hasta sus más profundas raíces, aceptándolas como
verdades irrefutables y pontenciadoras de los más altos y bajos deseos. Un
mundo y una vida idealizados por sus excesos y desmanes, por lo superficial y
mediocre, por el facilismo y la pereza para trabajar, estudiar, amar y las más
diversas empresas; un mundo y una vida carentes de deseos y poco amante de
los compromisos, dedicados más a la sexualidad que a la sensualidad, a la
representación que a la creación, al consumismo y la competencia desleal. En fin,
un mundo y una vida con un pretendido devenir superfluo que lleva al hombre a
“encontrar su mejor sentido en tanto que maquinaria al servicio de esta economía:
en tanto que un enorme engranaje de ruedas cada vez más finas, cada vez más
sutilmente «adaptadas»; (…) en tanto que una totalidad de fuerzas enormes cuyos
141
Ibid., p. 147-148
Ibid., p. 148
143
NIETZSCHE, Fragmentos póstumos, Op. cit., p. 68.
144
Ibid., p. 58
142
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factores aislados representan fuerzas y valores minimales”145.
En conclusión, el hombre actual es un nihilista activo, y como tal, cansado y
deprimido, deseoso de un nuevo sentido que no ve por ninguna parte, pues, lo
busca entre quienes son incapaces de una rebelión radical. Además el hombre
sigue siendo activo en la actualidad porque cree encontrar el sentido deseado en
los más altos puestos y cargos donde se siente con poder, con fuerza para
mandar, para transformar y tal vez para crear, pero esclavo de sus amos
(patrones) que están detrás del poder que representan, de la voluntad que
representan verdaderamente, que no es la suya sino la de otro, la de los señores
ocultos que dan forma a la tabla de los valores y al sentido de la vida actual146. En
fin, este es el tiempo del hombre que lucha contra la finalidad que persiguen los
supuestos dueños del poder: la igualación, que no hay que combatirla sino
precipitarla, porque “(…) la desaparición total de las diferencias en la satisfacción
de las necesidades, la homogenización de los hábitos de sentir y pensar tendrán
como efecto un entumecimiento moral y afectivo (…) aunque Nietzsche (…)
entiende que el ser humano no se sentirá libre de sí mismo; libre de su substancia,
ni de su poder –aunque en adelante fuera capaz de explotar los otros planetas”147.
145
KLOSSOWSKI, Nietzsche y el círculo vicioso, Op. cit., p. 230
Ibid., p. 228
147
Ibid., p. 235
146
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CONCLUSIONES
1. En Nietzsche es claro que las expresiones de “nihilismo inminente, teórico y
práctico” hacen alusión respectivamente al pasivo, activo y radical. Es decir,
nihilismo inminente es igual a pasivo en tanto que se refiere a lo que está
presente en el momento como signo de decadencia, cansancio y como síntoma
de la enfermedad causada por el trasegar del idealismo anquilosado que ataca a
la vida. El teórico al nihilismo activo, pues, lo más característico de éste es
justamente la creación de discursos engorrosos que justifican la decadencia del
hombre y no le permiten elevarse por encima de esta situación. El nihilismo en
tanto teórico es activo, porque crea las justificaciones necesarias para luchar
contra el pesimismo de la sociedad, pero no hace nada para superarlo. Por ello,
nihilismo práctico es igual que radical, en tanto que lleva a la acción lo que está
formulado como teoría y justificación del cansancio que se soporta después de no
lograr superar el idealismo. El radical hace su más alto aporte cuando enseña y
explicita la acción como creación y voluntad de poder.
2. El centro de la reflexión en Nietzsche lo ocupa la moral, porque para él ésta es
la causa del pesimismo y del nihilismo. Es decir, la metafísica es caracterizada
como mentira, y con ella las idealizaciones de la religión, la ciencia y la moral
misma que encuentran su aparente justificación en las grandes construcciones de
los metafísicos. Por ello, la tarea que debe realizar el hombre para superar esta
metafísica de la decadencia debe estar inscrita dentro de la mentira, porque así se
convierte el hombre en artista de nuevos e inimaginables mundos, en virtud de su
arte, permitiéndole, además, comprender mejor cómo deshacerse de la metafísica,
la moral, la religión, pues igual que las “creaciones” de un artista, aquellas también
salen de una voluntad. Por que el hombre cuando negó esta vida por oposición de
la prometida en el más allá, se hizo un artista de ficciones. La negación de esta
vida lo obligó a la mentira y a través de ella, a creer en la vida.
3. El superhombre causa el nihilismo radical en tanto que lo propicia, pero él es
activo, pues sus tareas en el mundo son: desenmascarar las mentiras del
idealismo platónico y cristiano, ser el opositor del hombre que rehúye de la vida,
el preparador del disciplinamiento de los hombres superiores que rechazarán la
mediocridad. El superhombre, por tanto, es una consecuencia del nihilismo activo,
pues sólo lleva a cabo la destrucción de los valores en virtud de los cuales nos
negamos esta vida, y propone unos nuevos con base en los cuales superar el sin
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sentido que deja la muerte de Dios. Es decir, el superhombre es la anulación del
nihilismo pasivo, afirmación del activo y, exaltación y configuración del radical,
pues prefigura al hombre nuevo que tiene que devenir eternamente; él es el
maestro que prepara los ejercicios más exigentes para la selección de los mejores
superadores que deben cumplir con la tarea de mantener vivo el eterno retorno de
las cosas. En fin, el superhombre es el estado intermedio o patológico que
denuncia con su estilo de vida los síntomas de la decadencia y a su vez anuncia
los signos de un nuevo sentido de la vida.
4. Por lo anterior, Nietzsche sigue siendo un autor muy actual que vale la pena
seguir analizando y discutiendo en su planteamiento acerca del nihilismo como
manifestación del pesimismo, la decadencia, el absurdo y el sin sentido de la vida
actual regida por medios y mecanismos racionales que encasillan las relaciones
con el otro y con lo otro dentro de esquemas mecanicistas, utilitaristas y frívolos,
donde la explotación es el sentimiento más cálido a que tenga derecho el ser
humano, al lado de la vida actual que encuentra su mayor sentido y felicidad en la
muerte, el suicidio, las drogas y la voluptuosidad del sexo sin control, la
pornografía y la fiesta. De ahí que dijera que su nombre, un día, iría unido de
manera formidable al recuerdo de una crisis que jamás ha existido en la tierra.
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