EL nacimiento de la tragedia de Friedrich Nietsche. Trabajo de análisis del texto Autor: Marta Peña. Profesora del Depto. De Psicoanálisis. Maestranda en Psicoanálisis He tomado el texto “El nacimiento de la tragedia” con traducción e introducción de Andrés Sánchez Pascual. Este texto de Friedrich Nietzsche (15-10-1844/25-8-1900) tuvo en vida del autor tres ediciones. La primera, en 1872. La segunda, en 1874, y la tercera en l886, que es idéntica a la 2° con la excepción de que el título se modifica un poco. Pasa a ser “El nacimiento de la tragedia, o Grecia y el pesimismo”, en lugar de “El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música”. El traductor advierte que ha tomado la última de las ediciones. Quiero hacer mención a los orígenes de este libro pues, fue escrito en circunstancias que considero significativas. Pienso que fue escrito casi como desde el lugar de una deuda. Nietzsche había sido nombrado profesor extraordinario en la Universidad de Basilea en l869. La Universidad de Leipsig le concedió el grado de Doctor basándose en sus publicaciones filológicas. En 1870 fue nombrado catedrático en la Universidad de Basilea de la que ya era profesor. En 1872 publicó “El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música”. Esos nombramientos parecen haberlo dejado en deuda y tiene la necesidad de escribir un libro, de entregar algo de lo suyo. No obstante previamente dicta conferencias que son anticipatorias de este texto que me atrevo a decir, es altamente comprometido respecto de su posición frente al mundo occidental. La primera de las conferencias se titula “El drama musical griego”(18-01-1870). La segunda “Sócrates y la tragedia” dictada el 1° de febrero de 1870. Aparece también un ensayo titulado “La visión dionisíaca del mundo” escrito entre los meses de julio y agosto de l870. Los tres se consideran como escritos preparatorios de lo que será “El nacimiento de la tragedia”. ¿Qué es la tragedia? ¿Por qué? La Tragedia Arcaica permitía un equilibrio simbólico entre fuerzas plásticas y musicales, que no era ajeno a la vida profunda de la comunidad. Ofrecía un nexo, un espacio simbólico que denunciaba una tensión entre pulsiones estéticas diferentes. Estaba lo dionisíaco y lo apolíneo. El primero expresa la desmesura, la renovación, el ímpetu y lo hace a través de la música y la poesía lírica. Lo apolíneo es la búsqueda de la figura, el orden, medida y razón. Nietzche invita a considerar la eficacia simbólica que la Tragedia Arcaica ofrecía como marco espiritual para la vida profunda de los griegos. Señala desde una mirada retrospectiva hacia esta civilización tan lejana una actualidad y aún más, hace reflexionar acerca del futuro de la modernidad. A fin de dar ejemplo de ello prefiero transcribir un párrafo que aparece en la página 149 de la edición antes citada que evidencia claramente la preocupación de este pensador: “El signo característico de esta quiebra de la que todo el mundo suele decir que constituye la dolencia primordial de la cultura moderna consiste, en efecto, en que el hombre teórico se asusta de sus consecuencias, e , insatisfecho, no se atreve ya a confiarse a la terrible corriente helada de la existencia, angustiado corre de un lado para otro por la orilla. Ya no quiere tener nada en su totalidad, en una totalidad que incluye también la entera crueldad de las cosas. Además se da cuenta de que una cultura construida sobre el principio de las ciencias tiene que sucumbir cuando comienza a volverse ilógica, es decir, a retroceder ante sus consecuencias” La obra En 1886 Nietzsche decide agregar un prólogo a esta tercera edición y lo titula “Ensayo de autocrítica”. Reflexiona acerca de esos años pasados. Se refiere a 1870-1871 cuando se le ocurrió escribir algo tan “contrario” a la juventud y habla de su libro como de un libro “imposible” (unmöglich) que como señala el traductor se refiere al libro que no se puede escribir, el que no se puede leer, el que no se puede entender. Pienso si no nos está disuadiendo de todo intento de lógica sistematizada para tratar de entender aquello tan profundo del sentimiento trágico. Ya se comprenderá que Nietzsche no confiaba totalmente en el lenguaje como modo de expresar este sentimiento. El sentido de lo trágico resiste toda lógica. El sentido de lo trágico resiste al “hombre teórico” que viene de la mano de Eurípides, el tercer gran exponente de la tragedia griega y de Sócrates, su inspirador. En este Ensayo de Autocrítica, formula preguntas que él mismo se plantea y que nos abren el camino a más de una inquietud. Pag. 2 ¿Qué significa, justo entre los griegos de la época mejor, más fuerte, más valiente, el mito trágico?. ¿Y el fenómeno de lo dionisíaco, qué significa nacida de él, la tragedia? Y la inquietud crece cuando incrementa la apuesta y se pregunta ¿Acaso es el cientificismo nada más que un miedo al pesimismo y una escapatoria frente a él?1. Si bien confiesa que le resultó algo extraño el reencuentro con el texto después de dieciséis años, no lo es, ese espíritu que motivó su redacción “Ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte, con la de la vida”. Nietzsche y su lectura de la tragedia ática. Desde el comienzo de la obra sitúa su posición, dice que el desarrollo del arte está ligado a la duplicidad de lo apolíneo y de lo dionisíaco y hace una comparación con lo que sucede con la generación; ésta depende de la dualidad de los sexos entre los cuales la lucha es constante y la reconciliación sólo se efectúa periódicamente. Lo apolíneo y lo dionisíaco no provienen de conceptos sino que se hacen perceptibles al hombre inteligente a partir de las figuras representativas de sus dioses. Así quedaba planteada la antítesis que subsistía en el mundo griego entre el arte del escultor, arte apolíneo y el arte no-escultórico de la música que es dionisíaco. Estos dos instintos (trieb) en permanente lucha, logran a partir de un “milagroso acto metafísico de la voluntad” aparearse y engendrar la tragedia. Lo apolíneo y lo dionisíaco serán como potencias artísticas que brotan de la naturaleza misma sin mediación del artista humano. El primero se encuentra en el mundo de imágenes del sueño y el segundo en esa realidad embriagada que no presta atención al hombre sino que incluso intenta aniquilar al individuo y redimirlo mediante un sentimiento místico de unidad. Dirá que todo artista es con respecto a estos estados artísticos de la naturaleza, un imitador. Imitador apolíneo del sueño, o dionisiaco de la embriaguez o, como en la tragedia griega, de ambos. Establece una relación intima entre la identidad del lírico y la del músico. Dice del lírico, que es un artista dionisiaco, se ha identificado con lo Uno primordial, con su dolor y contradicción y produce una replica de lo Uno primordial en forma de música. En la pagina 71 dirá “que la poesía del lírico no puede expresar nada que no esté ya con máxima generalidad y vigencia universal, en la música”. 1 Nietzsche, Friedrich; Buenos Aires, Alianza 1998. Cap. I, Pag. 26/27 Pag. 3 Con el lenguaje es imposible alcanzar de modo exhaustivo el simbolismo universal de la música, precisamente porque ésta se refiere de manera simbólica a la contradicción primordial existente en el corazón de lo Uno, y por tanto, simboliza una espera que esta por encima de toda apariencia. El lenguaje en cuanto órgano y símbolo de las apariencias, nunca ni en ningún lugar, puede extraverter la interioridad mas onda de la música. En cuanto trata de imitar queda en contacto externo con ella, en cuanto a lo profundo no nos lo puede acercar ni un solo paso, aun con toda su elocuencia lírica. Pienso que Nietzsche ya había intuido, como lo expresa en la página 49, cuando menciona lo impetuoso dionisíaco, que ese grito o ese lamento nostálgico en los cantos denuncian una pérdida insustituible. Esa pérdida que intenta velarse a través de las imágenes de lo apolíneo, es igual develada por lo donisíaco que irrumpe sin mesura. Dionisos no es domesticable y representa lo que puede escapar a la razón. La Tragedia en su origen Nietzsche menciona que el proceso del coro trágico es el fenómeno dramático primordial. Verse es como una transformación de si mismo, y un actuar como si realmente hubiese cambiado en otro cuerpo, en otro carácter. El griego Dionisiaco es aquel que quiere la verdad y la naturaleza en su fuerza máxima, y se ve a si mismo transformado en sátiro. ¿Qué es el sátiro para los griegos?. Es la representación de la naturaleza no trabajada por ningún conocimiento. Es la imagen primordial del hombre, símbolo de la omnipotencia sexual de la naturaleza, que según Nietzsche, provocaba en los griegos “respetuoso estupor” 2. En el período más antiguo de la tragedia-dioniso-héroe del escenario no está presente, sino solo representado como presente. En el origen, la tragedia es solo “coro” y no “drama”. Luego se hace el ensayo de mostrar como real al dios y de representar como visible a cualquier ojo la figura de esa visión, con todo el marco transfigurador. Así comienza el drama en sentido estricto. El coro ditirámbico tendrá la tarea de excitar dionisiacamente el animo de los oyentes a fin de que cuando aparezca el héroe trágico, no vean al hombre cubierto de la máscara, sino a una visión nacida de su propio éxtasis. Se percibe en la tragedia una antítesis estilista: Por un lado la lírica dionisiaca del coro y, por otro, el onírico mundo apolíneo de la escena. 2 Ibídem página 80 Pag. 4 El filólogo considera que en su forma mas antigua la tragedia griega tuvo como objeto único los sufrimientos de Dionisos, y que este fue el único héroe en la escena hasta llegada la pluma de Eurípides. De los misterios de este dios surge que siendo niño fue despedazado por los Titanes y venerado como Zagreo (primer dioniso), de ahí se desprende su sufrimiento. Surge del mito, que de la sonrisa de este dios nacieron los dioses olímpicos y de sus lágrimas, los seres humanos. Así tiene dioniso una doble naturaleza de demón cruel y salvaje y de un soberano dulce y clemente. Quiero señalar que demón no debe confundirse con el término demonio, sino que, de acuerdo a la traducción del griego significa algo intermedio entre lo divino y lo mortal. De la lectura de la obra se desprende que, para el autor, mediante la tragedia, el mito alcanza su contenido mas hondo, su forma mas expresiva, y por otra parte, cómo, en la medida en que empieza a quedar impregnado por la pretensión histórica, va perdiendo su naturaleza. A medida que triunfa “el hombre teórico”, la tragedia va pereciendo. Por ello, es relevante considerar el tratamiento que da Nietzsche a la influencia de Eurípides y Sócrates en la decadencia de la tragedia. Aún más, los hace directamente responsable, y con respecto al primero lanza una denuncia que formula así, ¿qué es lo que tu querías, sacrílego Eurípides, cuando intentaste forzar una ves mas, a este moribundo a que te prestase servidumbre?3. Le adjudica a Eurípides intereses personales, políticos en la nueva presentación de la tragedia. Este agregó un prólogo, que evidencia el método racionalista de este autor de la nueva tragedia. Nietzsche lanza contra Eurípides una critica frontal. No justifica que en el comienzo de la pieza aparezca un personaje individual haciendo su propia presentación y relatando lo ocurrido. Lo considera y califica de petulante e imperdonable renuncia al efecto de tensión. Eurípides adhería al pensamiento de Sócrates, para quien “la virtud es el saber”, “se peca por ignorancia”, “el virtuoso es feliz”. Son estas teorías las que degradarían la tragedia a la justicia poética, por lo cual la virtud debe ser premiada y el vicio castigado. El coro, que fue “causa de la tragedia” y de lo trágico en general, fue quedando como reminiscencia. 3 Ibídem página 99 Pag. 5 Triunfo de la lógica, la razón y lo apolíneo. Los dioses abandonan la escena y sigue el reinado del conocimiento. La tragedia, la música, el porvenir. Lo trágico no puede derivarse de la esencia del arte, tal como se concibe según la categoría de la belleza y la apariencia. Lo trágico se deriva del espíritu de la música. La alegría metafísica por lo trágico es una transformación de la sabiduría dionisiaca. Nietzche expone en el capítulo 21, ya sobre el final de la obra que he investigado, un alerta sobre la importancia de la tragedia. Dice “Entre la vigencia universal de su música y el oyente dionisíacamente receptivo , la tragedia interpone un símbolo sublime, el mito, y despierta en aquel la apariencia de que la música es sólo un medio supremo de exposición destinado a dar vida al mundo plástico del mito. El mito nos protege de la música y el mismo otorga a ésta libertad. La música presta al mito una significatividad metafísica tan consistente y persuasiva, cuál no podrían alcanzarla jamás, sin aquella ayuda única, la palabra y la imagen.” Los capítulos finales de la obra aparecen impregnados de reflexiones y me atrevo a decir advertencias que permitan mayor claridad al hombre de su época y por qué no, a cada hombre en la época que le toque vivir. Dirá que si a una cultura le falta el mito, pierde su fuerza natural, sana y creadora y sólo por el mito quedan salvadas todas las fuerzas de la fantasía y del sueño apolíneo se su andar vagando al azar. Los mitos otorgan cerramiento y unidad a un movimiento cultural. El hombre no-mítico está eternamente hambriento, ente todos los pasados y excavando y resolviendo busca raíces aun excavando en las antigüedades. El placer que el mito trágico produce tiene idéntica patria que la sensación placentera de la “disonancia” en la música. Lo dionisíaco, con su placer primordial percibido incluso en el dolor, es la matriz común de la música y del mito trágico. Con motivo de la conmemoración de los ciento cincuenta años del nacimiento de Nietzsche, el diario Clarín, en su suplemento Cultura y Nación, publicó el 20 de octubre de 1996, textos de diferentes filósofos analizando la obra de este gran pensador. Elegí un artículo de Franco Rella , que es un ensayista italiano: “Nietzsche nos enseñó que existía un pensamiento, el trágico, en el cual aquellas contradicciones exhibidas como tales, eran una experiencia del mundo...que la derrota de aquel pensamiento había sido la derrota de la pluralidad y de la diferencia - de la democracia ateniense. Nietzsche nos enseñó que la historia es un inmenso proceso de sacrificio de la diferencia. La reposición de lo trágico como pensamiento de los contradictorios no negociables es la gran herencia, la inmensa herencia de Nietzsche, su legado, que es fundante de nuestra modernidad. Pag. 6 Avanzado este desarrollo, quiero retomar un párrafo que he mencionado al comienzo del trabajo. Me refiero a esa advertencia al hombre teórico, al hombre de ciencia. Advierte de las consecuencias que trae a una cultura construida sobre el principio de las ciencias, anticipa su caída cuando comienza sucumbir, a volverse ilógica, a retroceder ante sus propias consecuencias. Se me ocurre que, independientemente de adherir o no a los postulados de este pensador, no puede pasar inadvertido este llamado a reconsiderar en profundidad el sentido de lo trágico, eso indomeñable, no domesticable, que resiste la institucionalidad y que hace a lo particular de cada cultura. Pag. 7 Bibliografía Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia o Grecia y el pesimismo. Buenos Aires, Alianza Editorial, 1998. Petrie, A.. Introducción al estudio de Grecia. México, Fondo de cultura económica. 1977. Pag. 8