La situación de la nutrición en el estado de veracruz

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LA SITUACIÓN DE LA NUTRICIÓN EN EL ESTADO DE VERACRUZ
Genaro Correa Pérez,
Facultad de filosofía y Letras, UNAM
Pueden no existir razones para que esté presente la desnutrición en el Estado de Veracruz,
Sin embargo, es un problema que persiste y que atenta contra la salud y bienestar de la
mayor parte de la población. La lucha contra la ignorancia, las dificultades de proveer la
dieta adecuada, la no disponibilidad de alimentos y el tradicionalismo, no ha resultado
afortunado hasta ahora.
En ello ha pesado bastante el crecimiento poblacional y la presencia de grupos marginados
económicamente.
Introducción
Veracruz es uno de los estados del país que cuenta con un extraordinario medio geográfico y muy
importantes recursos. Sin embargo, su población no deja de crecer y contar con deficiencias
nutricionales.
En 1979 el Sistema Alimentario Mexicano, la SSA, el CONACyT, el INI y el Instituto Nacional de la
Nutrición realizaron una encuesta nacional para conocer los problemas alimentarios en el medio
rural. Este estudio dio una cabal idea de la situación nutricional a nivel rural y permitió apreciar la
magnitud del problema.
Posteriormente, la aplicación de modelos estadísticos y encuestas por muestreo permitieron inferir
la magnitud de las condiciones alimentarías, tanto en el medio rural como en el urbano, y así se
pudo profundizar en al explicación de las causas, los efectos y la distribución y aprovechamiento de
alimentos y otros fenómenos conectados.
La situación
Según el estudio realizado en los municipios del Estado de Veracruz entre 1987 y 1988, nacen a la
semana 4,370 niños y al año casi 230,000 –cifra muy alta-, pero antes de cumplir los cuatro años
de edad mueren 24,740. Entre las causas que lo determinan invariablemente está presente la
desnutrición o la malnutrición vinculada a enfermedades infeccionas.
Cabe señalar que este problema es más acentuado a nivel nacional y que no es privativo de un
sólo estado del país.
Para conocer la magnitud del problema se consideró la situación en el medio rural y suburbano. Así
se advirtió que el problema del hambre en México es muy grave y causa de inquietud social.
A pesar de que el promedio de calorías que ingieren los mexicanos al día es mayor a 2,000 la
nutrición en general no resulta adecuada porque es alta la carencia de proteínas. Aunque este
consumo indica una diferencia de casi 9 gramos con el número mínimo requerible, como no está
regularmente distribuido, resulta que es alto el monto de los habitantes que están en una situación
muy grave, por no contar con posibilidades económicas para adquirir alimentos de contenido
proteínico.
De acuerdo con un muestreo realizado en 30 municipios veracruzanos que se consideraron
representativos de la situación nutricional del estado a principios de la década de los ochenta, se
tiene que: la población que consumió carne por lo menos una vez a la semana equivale a un
porcentaje de 74%; la que consumió huevo, 75%; la que ingirió leche, 46%; la que comió pan de
trigo, 70%, y la que consumió pescado, 69%. El consumo en el medio rural fue de un 60% en la
carne (también, por lo menos una vez a la semana); de 59% en el huevo; de 39% en la leche; 54%
en el pan y de 32% en el pescado.
Veracruz pertenece a la zona del Golfo y, según el Instituto Nacional de Nutrición (INN), a ésta le
correspondió un consumo promedio de calorías de 2,100 y de proteínas de 6.2 gramos por persona
y por día (cifras inferiores a las recomendables).
La mayor parte de la población del campo consume de hecho los mismos alimentos característicos
de la época precolonial: tortillas (que aportan el 70% de las calorías de la dieta), frijoles y algunas
frutas, y en muy pocas ocasiones se agregan las pastas, carne, pescado, azúcar y aceites. Como
estos productos los ingieren en cantidades limitadas y cuando no es época de sequía o de
carencia, tan solo les proporcionan unas 2,100 calorías y casi 50 gramos de proteínas.
La mujer cría a su bebé desde el tercer día de nacido. La alimentación para los menores de un año
está condicionada en la mayor parte de los casos a la costumbre y a la necesidad. Existen madre
que no le suprimen el pecho a sus hijos ni aún pasados los nueve meses, y que como respuesta a
todo tipo de llanto está la de ofrecerles el pecho. Las que no pueden amamantar a sus hijos o que
realizan un destete temprano les llegan a dar leche de vaca o industrializada y a veces caldos,
tortilla suavizada, arroz, agua o té. Si tienen dientes para masticar, además de lo anterior les dan
tortillas normales, frijoles sin moles o algún otro sólido suave.
Generalmente en esta etapa el niño es víctima de infecciones virales y de exposición a
enfermedades parasitarias, que aumentan el problema de la desnutrición por los vómitos y diarreas
que los llegan a afectar por lo menos ingestión de alimentos que permiten.
La cantidad de alimentos suplementarios es mayor en las regiones mejor dotadas económicamente
o que cuentean con mejor formación educativa. Los alimentos suplementarios están constituidos
por cereales y leguminosas.
Como existen entre la población rural poca o mala información nutricional, impropia y deficiente
que se ofrece a los niños de menos de un año de vida es causa de la mortalidad de los mismos.
En el medio rural es más alto el consumo de maíz y sus derivados, de trigo y sus productos y de
fríjol que en el medio urbano, pero en este último es considerablemente mayor el uso de carne,
leche, huevo, pescado y mariscos. También es más elevado el consumo de arroz, papa, frutas,
azúcar y aceite.
En el ambiente rural la mujer en estado de embarazo no recibe casi ninguna cantidad de nutrientes
extras.
En el medio urbano, donde existen estratos culturales y económicos más elevados, se propicia
mejor la alimentación para la futura madre. Los servicios médicos asistenciales coadyuvan a ello
con su aporte de leche en polvo y por otras atenciones.
Hasta hace unos cuantos años la costumbre generalizada de los campesinos de guardar para su
consumo diario parte de la producción agropecuaria propiciaba cierto grado de autosuficiencia
alimentaría. Ahora son numerosos quienes en tiempos malos convierten sus reservas en recursos
de venta o de trueque.
Las proteínas que generalmente consume el campesino son de origen vegetal, pero tienen una
calidad inferior a las que provienen de animales. Las proteínas de los vegetales presentan
desequilibrio en sus aminoácidos, lo que las hace menos digeribles y por mucho que sea su
consumo bastan para cubrir los requerimientos. Las deficiencias de triftófano, la metionina, la lisina,
la treotina, y la valina son notorias –según los bioquímicos- en las proteínas vegetales. Por tal
circunstancia no resulta tan saludable el empleo de alimentos de esta naturaleza.
No está de más señalar que las proteínas son necesarias para que el organismo forme el tejido
óseo, muscular y nervioso, la piel, el pelo, etcétera. Estas constituyen casi la mitad de los
componentes sólidos del cuerpo.
Las calorías se obtienen tanto de la grasa como de los carbohidratos. En el organismo las
moléculas de carbohidratos se descomponen en azúcares y sirven para aprovechar eficazmente
las grasas. Forman parte de las fibras nerviosas. Las grasas son gran fuente de energía; son
indispensables para aprovechar las proteínas y los carbohidratos y sirven de almacén a ciertas
vitaminas solubles en ellas.
Puede afirmarse que gran parte de la población rural no está bien alimentada y los alimentos de
que dispone o que acostumbra tan sólo le sirven para “irla pasando” o para conservar la vida y, por
lo mismo, resulta difícil que pueda realizar con eficiencia o sin desgano cualquier actividad.
La población suburbana tiene un patrón alimentario que se parece más al de la población rural que
urbana, tanto por la calidad como por la cantidad de alimentos de que dispone.
La deficiencia alimentaría no es ahora, ya que se ha padecido desde hace varios siglos o ya se han
acostumbrado a ella desde entonces, realizándose un fenómeno de adaptación a la ingestión
reducida de nutrientes (no de comida).
Tanto la población rural como la urbana se han acostumbrado a comer mal, y todo ha conducido a
una desnutrición crónica que afecta cuando menos al 25% de la población.
De la desnutrición (Zubirán, 19649 provienen varias características del mexicano, como la baja
estatura, el poco peso, la menor energía psíquica y la mengua de capacidad orgánica para
defenderse de las posibles agresiones del medio físico; porque, en efecto, el hombre desnutrido es
esencialmente víctima de las enfermedades infecciosas.
A consecuencia de la desnutrición en el medio rural y semirrural, más del 25% de las mujeres, y un
porcentaje casi igual de niños en edad preescolar, sufre de anemia. También un 25% de los niños
campesinos padece la detención del crecimiento.
La carencia o el bajo consumo de vitaminas, principalmente A, B1, C2, y C, se da un gran
porcentaje de la población veracruzana que oscila entre 47 y un poco más de 92%, según la
región, tipo de población y de alimentos.
Si se toma en cuenta las necesidades diarias de vitamina A, son 5,000 U. I. por persona y día,
resulta que más del 92% de la población estuvo lejos de lograr tal requerimiento. Esta vitamina
mantiene saludable la piel, da resistencia contra las infecciones y ayuda a evitar la ceguera. Se
tiene principalmente en el hígado, verduras y la leche.
Los requerimientos diarios por persona de vitamina B1 son de 1.6 mg (para adultos), pero también
más del 92% de la población no cubre las necesidades señaladas. Esta vitamina es útil para
normalizar el apetito y la digestión y para mantener en buenas condiciones el sistema nervioso. La
contienen los cereales en grano, el germen de trigo, hígado, riñones, chícharos, etcétera.
De vitamina B2, los adultos requieren 1.5 mg en promedio, pero de hecho casi ningún habitante
satisface el consumo indispensable.
Esta vitamina ayuda a la oxigenación de las células, conserva la visión clara y la piel suave. Se
encuentra en la leche, huevos, riñones, hígado, espinacas, hongos y algunas frutas y verduras.
La necesidad de vitamina C para los adultos es de 90 mg y se satisface en el consumo de cítrico y
otras frutas y verduras. Sólo el 53% de la población sobrepasa los requerimientos mínimos. Esta
vitamina ayuda a unir las células y fortalecer las paredes de los vasos sanguíneos; es
antiinfecciosa y cicatrizante.
Los requerimientos diarios de vitamina D para adulto son de 450 U. O. En este caso y por la
insolación de que goza el estado, casi todos los pobladores pueden alcanzar el número de
unidades que se requieren. La vitamina D ayuda a asimilar el calcio y el fósforo y a fortalecer los
huesos. Se tiene en la sardina, atún, leche y margarina.
Las vitaminas son substancias de gran importancia para la vida humana y la incorporación de ellas
depende de los alimentos que se coman, pero lamentablemente en nuestro medio y por malos
hábitos, negligencia e ignorancia, la carencia de las mismas es muy grande y se propicia con ello
diversos trastornos orgánicos o la pérdida de la salud.
En el consumo de nutrientes minerales Veracruz parece tener mejor situación que la mayor parte
de los estados del país. Sin embargo, el consumo en miligramos del calcio es en promedio inferior
a los 840.3 mg que se recomiendan para los adultos. Es también inferior a los 6.0 gramos el
consumo de cloro (cantidad mínima recomendada). Resulta bastante bajo el consumo de cobre
que debiera ser de 2.0 miligramos. El del fósforo casi es satisfactorio pero inferior a 1.3 g, que es la
cifra recomendada. Es inferior a 16.4 gramos el consumo rehierro y lo mismo acontece con lo del
sodio que debiera ser de menos de 2.5 gramos. La ingerencia de potasio es un poco inferior a 2.3
gramos y la del yodo esta más debajo de los 0.2 miligramos que el número mínimo requerible.
Los minerales existen en el líquido celular y extracelular. Su carencia ocasiona la muerte y aunque
sus proporciones son pequeñas las funciones que ejercen son importantísimas. Los minerales son
aportados por los alimentos naturales.
El potasio es importante en la síntesis de las proteínas, en el metabolismo celular y en el equilibrio
osmótico. Las verduras, las frutas y la carne lo contienen.
El magnesio actúa en las reacciones enzimáticas del metabolismo de los carbohidratos y proteínas
y es indispensable par aprevenir el depósito cálcico de los huesos. Numerosas frutas y verduras lo
contienen.
El yodo es necesario para sintentizar la tiroxina, que es hormona de la glándula tiroides (regula el
crecimiento y el metabolismo). Su falta ocasiona el bocio. La sal yodatada contiene ese mineral.
Tanto el cobre como el hierro se tienen en los frijoles y lentejas, pero estos alimentos no son
suficientes para atenuar su deficiencia. El cobre ayuda al hierro a formar la hemoglobina. Su
carencia disminuye la vitalidad y perjudica la salud.
El sodio se encuentra en el líquido extracelular, interviene en la regularización de la presión
osmótica entre otras funciones. La sal de cocina y el agua son fuente de este mineral.
El calcio y el fósforo tienen como función principal la ostiogénesis. Su carencia determina el
raquitismo. El calcio se encuentra principalmente en la leche y en sus derivados. El fósforo se
localiza en numerosos alimentos como carne, pescado, legumbres secas y huevo.
No solamente son las condiciones económicas de la familia las que determinan el problema de la
subalimentación, sino también la disponibilidad de alimentos, cuya producción y distribución no
siempre está acorde con los requerimientos. Inciden también en el problema la especulación y el
lucro.
Llama la atención que siendo Veracruz una entidad con amplio litoral nos e aprovechen los
recursos pesqueros, y que no se busquen las formas más adecuadas y económicas para lograr
una más extensa conservación de pescado y su acceso a los grandes núcleos de población.
Entre otras principales consecuencias de la subalimentación se tiene el rendimiento escolar y llama
la atención que disminuya éste conforme se evoluciona en el grado escolar.
El grado de rendimiento escolar que correspondió al estado de Veracruz entre 2970 y 1975,
considerando la educación primaria, fue de 33.9% y entre 1975 y 1980 de 30.5%.
En la educación media durante los quinquenios indicados fue menor el 30.5%. Lo anterior se
atribuyó a la baja capacidad alimentaria que las personas tenían aun antes de su nacimiento, en la
primera infancia y en las etapas fundamentales de su formación física y mental, lo que no permitió
obtener una asimilación cognoscitiva para alcanzar a ser un “ente” útil y productivo.
Población escolar que no consume alimentos básicos
(en por ciento)
Entidad
Veracruz
D. F.
N. L.
Promedio
escolar
2.6
4.9
5.1
Carne
Huevos
Leche
Pescado
Pan
18.0
5.0
11.1
22.1
9.2
8.0
42.2
10.4
16.2
57.0
49.3
89.2
18.0
5.3
20.1
Como es natural tanto en el país como en el estado se tienen las siguientes dietas:
“Indígena”, basada en alimentos autóctonos: maíz, chile, fríjol, y cantidades variables de otros
alimentos generalmente de origen vegetal.
“Mestiza”, que es propia de las comunidades semirrurales, en la que además de los productos del
maíz y los frijoles, se intercalan otros como el café, la leche, el pan, la sopa de pasta o arroz, y la
carne cocida o guisada.
“Rica”, influida por las diversas culturales, sobre todo occidentales, que incluye en el desayuno jugo
de fruta o fruta, café o café con leche o leche, pan o tortillas; a mediodía: sopa de pasta y/o arroz,
carne, ensalada, frijoles, postre, pan o tortillas; y en la noche: algo semejante a lo de la comida (si
se cena) o a lo del desayuno (si se merienda), pero con menos ración (Zubirán, 1974).
Se puede calcular que cuando menos el 40% de la población consume la dieta indígena o
campesina (1980), con las variantes o matices que deben suponerse de acuerdo con los
regionalismos.
Entre los indígenas también hay desnutrición porque el medio natural de donde obtenían alimentos
complementarios se ha alterado grandemente como nicho ecológico, y ahora no se dispones de la
fauna que en épocas anteriores les proporcionaba proteínas y grasas en grado importante. Se
puede asegurar que la misma vegetación de carácter nativo y con gran riqueza vitamínica y mineral
no en todos los sitios o en todas las épocas del año se puede conseguir.
En los días de fiesta y “si se puede”, la dieta resulta más vasta y opulenta que la de los días
comunes y corrientes.
En general, el indígena –como el ranchero- está mal nutrido porque no tiene muchos recursos para
comer bien, aunque no se puede negar que en varios de los casos se presentan resistencias
culturales.
La modificación de la dieta indígena está ligada a los cambios de niveles de integración que las
comunidades guardan con relación al núcleo rector nacional en derredor del cual rigen (Beltrán,
1974).
Entre los platillos que integran la rica cocina veracruzana (que se distingue por su presentación,
buen gusto y hasta por el colorido de sus viandas) se tienen: enchiladas veracruzanas, enfrijoladas,
tamales costeños, tamal de cazuela, mole de tasajo, pipían de pepitas de calabaza, chiles
capones, pollo rapeado jalapeño, arroz en adobo, caldo largo alvaradeño, huachinango, bagre en
salsa de jitomate, escabeche, pámpano relleno, pescado frito, sopa de pescado, jaibas rellenos,
frijoles veracruzanos, caldo de frijoles y otros.
La cocina veracruzana obedece al parecer a patrones muy peculiares de gusto más que a uno
científico basado en la calidad de sus nutrientes, aunque este último no deja de estar presente.
Como es natural los mejores platillos no son cotidianamente accesibles al grueso de la población
que prefiere los que se basan en el maíz, fríjol y chile, vegetales en ciertos casos, en la pesca y
caza o en otros que adquiere en los mercados.
En las ciudades o regiones más ricas del estado la mayor abundancia de la dieta es resultado de
su acceso a mayor número de mercados, al más grande poder adquisitivo o al crédito con que
cuentan los pobladores.
En propio señalar que en el país, y desde 1982 a 1986, se ha observado una reducción
considerable en el consumo de ciertos productos, como el de la carne en un 27%; de la leche, en
un 73%; del fríjol, en 28.1%; de la naranja, en 14%; del plátano, en 29%; del maíz –según la
región- en 15 a 62%.
Según el INN, el consumo de carne en gramos (por persona y por día) disminuyó en casi 100%,
pues bajó de 124 gm a 78 gm entre los años 1981 y 1987.
Hay evidencias de que entre 1983 y 1984 el 59% de la población redujo su consumo de carne; el
74%, la de lácteos; el 75%, la de huevo; el 50% la de pescado; el 73% la de fríjol y el 70% la de
pan.
Según muestreo hecho en Veracruz, el 66% de la población en promedio redujo o dejó de adquirir
alimentos como la carne, los lácteos, el huevo, el pesado, el pan, el fríjol, el maíz y otros.
Para finales de 1984 y principios de 1985 el número de los que disminuyeron sus adquisiciones fue
de un 10% más en promedio.
Si antes de la crisis el 30% de la población económicamente activa no obtenía ingresos suficientes
para cubrir todos sus requerimientos básicos, en 1988 la cifra ha llegado a más de 77%.
Todo lo anterior indica que la magnitud del problema nutricional, no sólo de Veracruz sino del país
en general, es desoladora y ya confrontamos la peor situación nutricional de las últimas décadas.
En efecto, nos encontramos de nuevo con un patrón alimentario semejante al que tenía México en
los años 50 ó 60 –según la región.
Está fuera de toda duda que para la mayor parte de la población resulta difícil sostenerse con un
salario que representa en promedio menos del 24% del PIB, siendo que en 1970 la participación en
él de la remuneración que tenían los trabajadores asalariados representaba más del 37%.
Recapitulando, se hace evidente que la dieta y la nutrición están alejadas de una situación óptima
deseable. Asimismo, la desnutrición está afectando la salud y el bienestar de los pobladores en
grado creciente.
en las ciudades ciertos productos manejados por nacionales y transnacionales que se encuentran
fuera del control de precios y se fabrican con materia prima barata, debido a la publicidad y pese a
que no tienen la más mínima calidad nutricional (pero sí elevados precios) son altamente
consumidos por un elevado porcentaje de la población.
Por hábito también y por la dificultad de tener agua potable a la mano, se consume mucho refresco
que no tiene ningún valor nutricional. El grado de consumo de los refrescos equivale a más de 80 g
por persona por día. Se consumen más refrescos que leche y a veces más cerveza que alcohol
que agua.
El hombre, si no se puede llenar con comida y agua potable, se satisface con refrescos
embotellados o enlatados, con refrescos y alcohol o con cerveza u otras bebidas alcohólicas.
Tanto el pobre como el rico incurren en el alcoholismo sabatino o dominguero, el alcoholismo
festivo o de feria (en el celebralismo acusado o desarrollado por cualquier motivo, ya sea
comunitario o de afianzamiento de lazos amistad).
El fenómeno de la introducción cada vez mayor de pastos a costa de la vegetación natural boscosa
y de la agricultura para desarrollar la ganadería –cuyos productos no son por ahora accesibles a la
mayoría de la población- limitan la posibilidad de alimentarla con granos u otros productos baratos.
Si en lugar de pastos se sembraran alimentos para el consumo humano o sin los granos que se
destinan para alimentar al ganado se utilizaran para el hombre habría menos problemas de
desnutrición.
En ciertos estratos de la población los hábitos alimenticios están condicionados por factores
históricos, sociales, religiosos, económicos y tecnológicos.
Es evidente una vinculación entre la nutrición y el desarrollo. Así, quienes no tienen buena
alimentación no cuentan con alta capacidad para desempeñar sus actividades y sin el adecuado
rendimiento de éstas, no hay desarrollo. A la vez, la falta de éste no permite contar con los
elementos indispensables para tener una buena alimentación.
Las carencias nutricionales no son privativas de las personas más pobres sino también de las más
acomodadas, ya que en este estrato se advierten desequilibrios de la dieta.
La deficiente alimentación se refleja en una estatura más baja, en un peso inferior, en la apatía y la
pereza que se manifiesta, en la disminución de energía psíquica y hasta en la agresividad e
incapacidad para controlarla.
El problema de la desnutrición se agrava cada día ante la crisis económica, la explosión
demográfica, las deficiencias de producción, distribución o comercialización de los alimentos, en lo
que va involucrada la especulación y la corrupción.
La crisis reviste una situación muy grave, ya que el 77% cuando menos de los veracruzanos no
cuenta con ingresos suficientes para cubrir todos los requerimientos básicos. A consecuencia de
ello se estima que un 5% de los niños que nacieron en la última década han muerto en los
primeros años de su vida por factores ocasionados por la mala nutrición. Un elevadísimo
porcentaje ha sobrevivido con defectos físicos o deficiencias mentales. Asimismo, el 60% de los
preescolares vive con cierto grado de desnutrición.
Es evidente que existe un desequilibrio entre las comunidades indígenas, campesinas y urbanas y
que cada día que pasa se acentúa más.
No existe una extensa solidaridad, ni acciones humanitarias suficientes para ayudar a resolver el
problema nutricional de las comunidades marginadas.
Considerando que Veracruz cuenta con una importante extensión de litorales y plataforma
continental, lagunas, estuarios y ríos, se hace necesaria una reordenación de la explotación de los
recursos marinos alimenticios, así como de su distribución. En esta acción que se sugiere están
involucrados una serie de conflictos que hay que resolver y que se relacionan con el uso intensivo
del recurso, la comercialización deformada y el deterioro del ambiente.
La descapitalización crónica, la desorganización, los apoyos distorsionados, la inseguridad de la
propiedad, el minifundio improductivo, el uso irracional del suelo y de otros recursos son problemas
que afectan fundamentalmente a la producción de alimentos.
Se desperdicia una gran cantidad de alimentos y el mismo clima tropical influye en la
descomposición acelerada de muchos de ellos, particularmente cuando no se tienen los medios y
las facilidades para preservarlos. Se pierden alimentos en el transporte, en el almacenamiento;
también porque se desperdician o porque no se tiene la costumbre de comerlos, y en ocasiones
deliberadamente cuando se trata de mantener los precios del mercado.
Aunque de hecho ya se hicieron anteriormente sugerencias para ayudar a resolver el problema
nutricional, a continuación se ofrecen otras que se consideran adecuadas para tratar de prevenirlo,
a saber:
Evaluar la situación nutricional por métodos clínicos.
Difundir los síntomas que caracterizan la deficiencia nutricional.
Revisar y proponer la dieta que conviene según la región.
Educar a las personas en lo que a nutrición se refiere y propiciar la formación de hábitos higiénicos
de alimentación.
Mejorar el desarrollo social y cultural de la población propiciando cooperativas de producción y
cultura familiares o comunales.
Propiciar el desarrollo y el aprovechamiento racional de los recursos y sanear los ambientes.
Desarrollar los estudios del uso de la tierra y lograr su aplicación lógica y eficiente.
Propiciar una política agraria productiva y funcional con relación a los alimentos.
Mejorar y difundir los métodos de producción alimentaria rural y de autoabasto, así como de
preservación de alimentos.
Buscar que la población tenga acceso a un mercado permanente y económico de alimentos.
Organizar la comercialización y evitar las distorsiones de la misma.
Adecuar políticas económicas con salarios y precios más justos.
Bibliografía
Zubirán, S., Desnutrición del mexicano, FCE, México, 1979.
Ramos G. R., “Problemas nutricionales”, XII Congreso Internacional de Pediatría, Memoria, México,
1968.
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Correa Pérez, G., La situación nutricional del Estado de Michoacán, Inédito, México, 1988.
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Correa Pérez, G., Geografía de la salud, Inétido, México, 1982.
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