LOS ERRORES EN PALEOPATOLOGÍA, ANTROPOLOGÍA y

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Conferencias e Introducciones
LOS ERRORES EN PALEOPATOLOGÍA, ANTROPOLOGÍA y ANATOMÍA
Doménec Campillo
Museu d'Arqueologia de Catalunya, Barcelona (MAC).
RESUMEN
En 1980 Aidan Cockburn en el "3th European Meetin of the Paleopatholgy Association" que tuvo lugar en
Caen (Francia), expresó la necesidad de que todos los trabajos de paleopatologia antiguos fuesen revisados,
modificando los errores que con toda seguridad se observarán gracias a las nuevas tecnologías y
siguiendo su consejo me he decidido a iniciar esta revisión, un trabajo que es imposible para una sola
persona, aunque él ya sugirió que fuese realizado mediante grupos de trabajo. Sin embargo, para alentar
a que se proceda a reestudiar los trabajos antiguos, muchos de ellos realizados por pioneros de la
Paleopatología, he abordado este tema.
En mi somero examen, me he referido a algunas de las publicaciones que he tenido la oportunidad de leer a
lo largo de más de tres décadas, en las que incluyo autores antiguos, pioneros de la Paleopatología y
algunos autores contemporáneos, centrándome en la anatomía, antropología y la patología, pues los errores
que incluyen estas especialidades afectan a la Paleopatología y si no se corrigen, se corre el peligro de que
se acepten como hechos ciertos y se conviertan en dogmas, sobre todo para los que se inician en esta
especialidad. Todos cometemos errores y con frecuencia cambiamos de criterio, sobre todo en los
diagnósticos, que en Paleopatología casi siempre son de probabilidad, aunque cuando nos apercibimos no
dudamos en rectificar nuestra opinión, que es lo correcto en cualquier actividad científica. No soy una
excepción y también he cometido errores que los he incluido en esta exposición explicando mis cambios de
criterio, aunque no pongo en duda que otros me habrán pasado desapercibidos y pueden haber sido captados
por otros colegas, que espero que libremente me los expongan. No deseo que nadie se sienta ofendido por
mis discrepancias, que acepto que pueden ser un defecto mío de apreciación, del que espero que me
aperciban. Por anticipado pido disculpas, pues estoy seguro de que nadie desea querer persistir en sus
errores.
Palabras clave: Errores, anatomía, antropología, diagnostico, Paleopatología.
SUMMARY
In the course of the "3rd European Meeting of the Paleopathology Association" held in Caen (France) in 1980,
Aidan Cockburn emphasized the necessity that all the former published works about Paleopathology
were revised and the errors now noticed, most surely thanks to the new technologies, corrected. Taking his
sounds advice, I have now taken the decision on initiate that revision; this is obviously a task hardly
attainable to an individual rechercher, as Aidan already did mention, and so, he suggested it should be
carried out by means of working groups. I, however will endeavour to deal with the matter to encourage the
re-study of old works, many of them produced by the very actual paleopathologist pioneers.
In my first superficial examination, reference is made to some publications I have had the opportunity to read
since over three decades, especially focusing on Anatomy and Pathology, as the errors concerning those
disciplines do affect Paleopathology as well. And if not duly corrected, might be accepted as true facts and
further taken as dogmas, mainly by the beginners in the speciality. We all commit errors and are compelled,
quite often, to change our criteria, especially in paleopathological diagnoses, where they
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are to taken just as a probability ¡n most instances. I am not, of course, an exception and have also
committed errors; they have been included ¡n this statement, with an explanation about my change of opinion.
I fear that other ones may have escaped my perusal and been detected by other colleagues, whom I
encourage to let me know. I do want my discrepancies be an offence to anybody, as they might be due to my
own wrong point of view. I apologize in advance, and ask to receive any relative comments, to consider and
report, because no own wants to persist in one's own errors.
Key words: Errors, anatomy, anthropology, diagnostic, paleopathology.
INTRODUCCIÓN
Tras más de tres lustros dedicado a estas especialidades, me acojo a lo que en el tercer congreso de la
Paleopathology Association celebrado en Caen en 1980, su presidente, Aidan Cockbum fallecido en 1981,
expresó como una necesidad ineludible, que "todos los trabajos antiguos debían ser reestudiados" y vistos
según los nuevos criterios y tecnologías aplicables a la Paleopatología.
Los tipos de error que podemos encontrar en las publicaciones científicas, sea cual sea la materia a que hacen
referencia pueden ser muy variadas. Algunas de ellas, pueden cambiar de tal forma su contenido que pueden
tergiversar la materia en estudio. No pretendo proceder a un examen exhaustivo sobre este tema y tan sólo
prevenir a los estudiantes, a las personas poco versadas en estas materias y a los que basan sus
investigaciones en la lectura de los trabajos publicados, sin profundizar en su contenido, que luego incluyen
datos o transcriben párrafos en los que ellos publican. Por fortuna, los que practican estas especialidades
con seriedad, ya se habrán apercibido de muchos de los errores, algunos de los cuales los expondré a modo
de ejemplo, con el fin de que los que estén poco avezados en estas materias estén sobre aviso y no
acojan estos errores como dogmas. He aunado tres especialidades, que generalmente se consideran
independientes: la Paleopatología, la antropología y la anatomía, pero que ateniéndonos a la realidad tienen
tales interrelaciones que no siempre permiten delimitar bien sus ámbitos.
Para una mejor comprensión de este problema he dividido este trabajo en tres apartados: 1)
investigadores antiguos; 2) pioneros; 3) autores modernos. Excluyendo a los autores de algunos textos
antiguos y valorando la problemática que se les planteó a los pioneros y a los autores de los primeros
trabajos modernos, me referiré en mi exposición a seis tipos de errores: 1) errores tipográficos; 2) errores
en el diagnóstico; 3) errores semánticos; 4) errores en la concepción del autor; 5) errores de trascripción o
copia; 6) escritos fantasiosos.
II. ERRORES EN TEXTOS ANTIGUOS.Me referiré a varios autores, algunos clásicos y a otros, que por el período en que vivieron no se les puede
considerar antiguos, pero que son pioneros de las materias que comentaré.
2.1. ANDRÉS VESALIO (1514-1654)
Andrea Vesalii, nombre latinizado del belga de nacimiento, autor DE HUMANI CORPORIS FABRICA,
editada en Basilea en 1543 por J. Oporinis que fue reeditada con algunas modificaciones en 1555. Es un
libro magnífico, revolucionario y modélico que emplea una sistemática que posteriormente siguieron los
anatómicos, de los siete volúmenes en que dividió su obra, fue la osteología la que ocupó el primero, por
considerar al esqueleto como el sostén del organismo. Como quiera que en Paleopatología la mayoría de
las afecciones que se han descrito tienen una base osteológica sólo me referiré al primer volumen del libro de
Vesalio.
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Vesalio fue crítico, en especial con Galeno al que acusó de haberse dejado engañar por los monos, dado
que este autor no practicó disecciones en humanos, sino tan sólo en animales, entre los que destacan los
simios, que aunque guardan una notable similitud con los humanos, tienen notables diferencias
esqueléticas. Algunos autores también lo han criticado, entre ellos Barcia Goyanes (1995-2002) y consideran
que sus méritos se han exagerado, pero no voy a entrar en una discusión histórica y solamente comentaré dos
láminas, la quinta (figs.1) y la novena (fig. 2).
Figura 1.- Lámina 5. Parte superior: yendo de izquierda a derecha, podemos observar que el primer cráneo es normal, pero el
segundo muestra la persistencia de la sutura metópica asociada a la ausencia de la coronal, circunstancia que
aunque hasta cierto punto no es patológica, por lo menos es muy rara y el tercero muestra un gran aplanamiento de
la mitad posterior de los parietales y la región lambdoidea es muy aguzada, resultando sospechosa de que tal vez
hubiese una craneostenosis (paquicefalia).
Parte inferior: El situado a la izquierda muestra una persistencia de la sutura metópica y unas desproporción entre
los huesos frontales, con una reducción de tamaño de los parietales y una sutura coronal muy posterior que se aleja
notablemente del pterión y finaliza en la porción media de la escama temporal, finalmente el de la derecha es un
caso extraño de turricefalia, que respeta la sutura coronal, pero con una probable soldadura prematura del pterión y
una exagerada dimensión de la escama temporal, que parece ir desde el punto lambda hasta el nasión, siendo
además la ensilladura nasal anómala.
En la lámina novena muestra en la imagen derecha un hueso hioides de morfología normal, mientras que en
el lado izquierdo se trata de una anomalía poco frecuente en el hombre, que se conoce como aparato
estilohioideo óseo (fig. 2) y probablemente corresponda a casos de atavismo. Ésta anomalía puede ser
asintomática, pero en ocasiones entraña molestias faríngeas y de la deglución. Tal vez Vesalio, sabía que
la mayoría de los mamíferos tetrápodos, tienen un aparato estilohiodeo óseo, como por ejemplos los Equus y
los canidae.
Figura 2.- Lámina 9. A la izquierda aparato estilohioideo óseo y a la derecha hueso hioides
normal.
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2.2. JOSÉ DÍAZ-BENITO y ÁNGULO (1873)
Este médico del siglo XIX dedicó un estudio a las enfermedades venéreas y publicó en Madrid en 1873 el
ATLAS DE ENFERMEDADES VENÉREAS Y SIFILÍTICAS, con una iconografía en colores digna de
admiración. En aquellos tiempos el diagnóstico de la sífilis sólo era clínico, pues se desconocía el agente
causal, el Treponema pallidum, aun no se había introducido la prueba serológica original de Wassermann
(1906) específica para el diagnóstico de esta enfermedad y el diagnóstico era morfológico No entraré en la
discusión de si este individuo tuvo o no la sífilis en vida, pero la morfología de sus alteraciones craneales no
me parecen compatibles con esta enfermedad y a mi entender se trata de una leontiasis ósea (fig. 3).
La sífilis, como la lepra sigue siendo una enfermedad de la que se habla desde hace siglos y que se ha
prestado a confusión con otras muchas patologías, no se sabe si comenzó antes o después del
descubrimiento de América y su detección por medios serológicos tiene menos de un siglo de
antigüedad y los modernos métodos paleobioquímicos basados en el ADN aún no han dado frutos seguros
e incluso las alteraciones de la anatomía patológica en hueso seco siguen sin poder diagnosticar con
seguridad los distintos tipos de treponematosis. Sin embargo la morfología del cráneo que aquí he comentado
no tiene ningún parecido con las osteopatías atribuidas a la lúes.
Figura 3.- Cráneo sifilítico según Díaz-Benito, que a mi entender se trata de un caso típico de
Leontiasis ósea o de una forma rara de hiperostosis.
III. PIONEROS.A los primeros que inician cualquier actividad, se les denomina pioneros y no debe extrañarnos que quienes
con posterioridad siguen sus pasos, discrepen de algunas de sus conclusiones e incluso detecten algunos
errores, comprensible ya que una autoformación no permite una discusión de aquellos aspectos que plantean
dudas, mientras que los que posteriormente prosiguen estas actividades, han
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podido efectuar comentarios que a los que iniciaron el camino les fue imposible, disponiendo en general de
nuevos y mejores medios y han aprovechando la experiencia de quienes les precedieron, pudiendo reafirmar
las conclusiones en que están de acuerdo, aportando nuevos datos, o diferir de algunos o de todos los
criterios que sus predecesores expresaron, basándose en nuevos argumentos. Sin embargo en cuanto al
tema que he abordado, mis discrepancias en cuanto a diagnósticos o conceptos que voy a comentar y que
hoy o en un futuro también me pueden ser rebatidas, en general, no las considero un demérito para los
pioneros que nos han precedido, a quienes sigo respetando y admirando. Como la base de este estudio es
paleopatológico, debo recordar que no todos los investigadores fueron médicos, no considerando esta
circunstancia peyorativa, pues algunas de sus aportaciones, han sido fundamentales para la medicina.
En este apartado sólo me referiré a Moodie, Sena i Vilaró y Bosch Millares.
3.1. ROYMOODIE, Ph.D. (1923)
Fue un admirador y seguidor de Marc Armand Ruffer, a quien dedicó su libro PALEOPATHOLOGY. An
introduction to the study oi andent evidences ofdisease, publicado en 1923, y que transcurridos más de
cincuenta años fue reeditado en 1980, sin incluirse ninguna modificación. A Ruffer los anglosajones y otros
muchos paleopatólogos lo consideran el pionero de la paleopatologia y el libro de Moodie, también puede
considerarse el pionero de los libros de paleopatologia, pues a pesar de los muchos cambios que ha sufrido
ésta especialidad, gracias a los nuevos conceptos y a la aplicación de las nuevas tecnologías, muchos de sus
conceptos aun siguen plenamente vigentes. Como resulta lógico, teniendo en cuenta los grandes avances
que se han originado a partir de la segunda mitad del siglo XX, numerosos aspectos de esta obra son
discutibles, pero sólo me referriré a dos de los temas que en ella se tratan, el opistótonos y la mutilación
digital.
3.1.1. EL OPISTÓTONOS (CAPÍTULO X)
Muestra en las láminas XVI, XVII y XVIII casos de "pleurostótonos", y opistótonos, que comenta en este
capítulo en que expone que resulta bastante frecuente en los fósiles, sobre todo en los de origen marino (fig.
4).
Me llama la atención en la lámina XVIIIa, que la compare con el opistótonos del tétanos, basándose en el libro
de Sir Charles Bell. No creo que la incurvación de la columna de los animales fósiles que muestra,
puedan atribuirse a un proceso patológico, como él sugiere, "manifestaciones clínicas muy severas,
opistótonos y los fenómenos similares pleurostótomos y emprostótomos (opistótonos) hace mucho tiempo
que son conocidos en la clínica asociados a ciertas fases del tétanos, abscesos del cerebro, otitis media,
meningitis cerebroespinal, envenenamiento por estricnina y otras afecciones...". Personalmente, he tenido la
ocasión de ver estas contracturas antaño, cuando las enfermedades que las ocasionan eran mucho más
frecuentes y en general mortales, y recuerdo el caso de un tetánico que falleció durante una crisis de
opistótonos en mi presencia, pero instantes después de su muerte desapareció la contractura y quedó
flácido en decúbito supino. Las posturas postmortem pueden ser distintas, pero solamente persisten cuando
están presentes al iniciarse el rigor mortis y pueden variar cuando este cede y la musculatura vuelve a
relajarse. Por ello creo la causa de las posturas que valora Moodie, pueden obedecer a causas totalmente
ajenas al proceso que originó su muerte. Las imágenes de la lámina LXVIII (fig. 4) a mi entender, la "b" dista
mucho de ser un opistótonos, ya que la arquitectura tóraco-alar del reptil volador está alterada y las
extremidades posteriores no parecen contracturadas; también es discutible las imágenes "c" y la "d", puede
depender del lugar en donde quedó apoyado el cadáver del pez. Tampoco las imágenes de la lámina LXVI,
que muestra imágenes de opistótonos me parecen muy convincentes.
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Figura 4.- Reproducción de la lámina LVIII de Moodle con sus correspondientes pies de figura, en que
se representan varios casos de opistotonos.
3.1.2. LA EXTINCIÓN DE LAS RAZAS (CAPÍTULO XI)
En este capítulo hace referencia a las presuntas amputaciones digitales de la cueva de Gargas y a un caso
publicado por Virchow de amputación digital entre los bosquimanos. Comenta el autor que se han observado
improntas semejantes a las de la cueva de Gargas en "... las paredes de diversas cuevas en California,
Arizona, Perú, África y Australia correspondientes a períodos recientes, (Figura 34) (fig. 5)... y 'manos rojas'
en Egipto, Palestina, Arabia, Babilonia, India, Fenicia y México...". En resumen considera que es una
práctica ritual frecuente desde la prehistoria.
Moodie parece aceptar las ideas de Solías (1924) de que se trata de un ritual antiguo. Personalmente he
estudiado este problema (Campillo, 1995 y 1998) y discrepo de este criterio generalizado, aunque
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no excluyo que en algún caso pudiese tratarse de amputaciones rituales o de una perdida digital
patológica, accidental o por enfermedad.
Las causas patológicas más frecuentes que pueden dar origen a perdidas digitales son: 1) la gangrena seca,
que es una patología excepcional según Steinbock (1973); 2) la lepra podría ser un agente causal, pero
su aparición parece posterior a la última migración de Asia a América (Grmek, 1983), continente en el que
también se encuentran improntas (Menghin, 1964); 3) las agenesias digitales son poco frecuentes y no he
encontrado referencias en la literatura paleopatológica; 4) la enfermedad de Dupuytren, rara antes de los
cincuenta años de edad, a partir de la cual suele comenzar a aparecer (Simón, 1976), era una edad
raramente alcanzada por el hombre prehistórico; 5) traumatismos y acciones rituales.
Mi opinión es, que sin excluir la posibilidad de algún caso de amputación ritual, se trate más de un defecto
en la colocación de la mano o de un lenguaje simbólico semejante al que emplean los sordomudos,
establecido entre algunos pueblos cazadores, para comunicarse durante la cacería sin hablar para no alertar
a la presa. Esta opinión ya fue expresada por Leroi-Gourhan en un magnífico estudio en 1967 y
posteriormente por Piveteau (1991).
Figura 5.- Imágenes tomadas de Moodie (figs. 33 y 34) como presuntas amputaciones
digitales, que según Solías (1924) fue tomado de Burchell.
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En 1906 Cartaillac (1906) describió por primera vez las impresiones digitales de manos en la cueva de
Gargas (Campillo, 1998) y Breuil (1911) describió las descubiertas en 1901 en la Cueva del Castillo en Puente
Viesgo (Cantabria, España). Aunque es evidente que algunos pueblos primitivos actuales, aun practican
amputaciones digitales, generalmente de la mano izquierda pues no debemos olvidar que la motilidad de la
mano es fundamental en la especie humana y una amputación limita su funcionalidad (Campillo, 1998).
3.2. JOAN SERRAI VILARÓ (1923)
Mosen Sena i Vilaró, era sacerdote pero dedicó gran parte de su tiempo al estudio arqueológico de la
comarca del Solsonés y fue uno de los pioneros de la arqueología catalana, dedicando parte de su estudio
a la antropología, que hoy en día nos parecería un tanto superficial. Sin embargo describió la presencia de
trepanaciones prehistóricas en numerosos yacimientos de la región que estudió. Indudablemente su labor
fue muy importante y no voy criticarla y solamente me referiré a la calva deteriorada núm. 2 del Megalit de
Clara, que correspondía a una caleta de un individuo joven de sexo masculino que él incluyó entre los
cráneos trepanados de la región. Probablemente en su diagnóstico erróneo influyó el deterioro póstumo, pero
cuando se examina con detenimiento resulta evidente que se trata de un traumatismo contuso, con pérdida de
substancia ósea y signos de una corta supervivencia.
Figura 6.- Cráneo núm. 2 del Megalit de Clara. Imagen derecha: bóveda craneal con una perforación cuadrangular izquierda que
fue diagnosticada como trepanación y que en su ángulo posteroexterno muestra un surco por deterioro póstumo. Imagen
izquierda: la misma imagen vista por su cara interna, que permite apreciar que el deterioro mencionado es el que le da su
aspecto cuadrangular, pero el hecho más importante es que la lesión es más amplia en el endocráneo que en el exocráneo, la
reacción osteogénica es evidente pero no ha recubierto por completo el diploe.
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La resolución del problema es sencilla, los orificios de una trepanación siempre son de mayor tamaño en el
exocráneo que en el endocráneo, mientras que los secundarios a traumatismos siempre son mayores en el
endocráneo que en el exocráneo y es obvio que la lesión en el cráneo núm. 2 del Megalit de Clara (Solsonés)
es mayor en el endocráneo.
Otro caso similar es del cráneo núm. 9 de Les Llometes (Alcoy, Alicante) que también fue diagnosticado de
trepanación, cuando en realidad era una lesión traumática (Campillo, 1976 y 1977).
3.3. JUAN BOSCH MILLARES, M.D. (1983-1979)
El Dr. Juan Bosch Millares fue un pionero de la Paleopatología canaria y de la española, aunque sus trabajos
pasaron casi desapercibidos en la Península. No tuve la suerte de conocerlo personalmente, pero me unió a
él una amistad epistolar (Campillo, 1989, Rodríguez Martín, 1989 y Cabrera, 1992), pues hacía más de veinte
años que había finalizado la carrera de medicina, cuando mi maestro en neurocirugía, Dr. Adolfo Ley
Gracia (1908-1975), que había nacido en las Palmas de Gran Canaria, supo que estaba realizando
investigación paleopatológica, me informó que tenía un gran amigo y compatriota suyo que era
paleopatólogo, facilitándome su dirección para que le escribiera. Así lo hice y me contestó con suma
amabilidad, me envió varios de sus libros publicados y algunas separatas, muy interesantes y que
constituyeron una gran ayuda para mi labor, dada la escasez de estudios paleopatológicos a los que en
aquellas fechas había podido acceder. Lamentablemente su elevada edad y su delicada salud, me impidió
conocerlo personalmente pues falleció en 1979.
Pienso que su labor fue muy importante, aunque a mi entender, no se había apartado de algunos de los
prejuicios clásicos que en su época aun seguían vigentes, pues procedían de autores cuyo prestigio parecía
inapelable y que él un internista, historiador de la medicina, difícilmente podía soslayarlos. Algunos de los
errores que cometió y que comentaré, nunca los puse en su conocimiento ya que dada su edad y su precaria
salud me pareció improcedente, sin embargo es un tema científico que considero que se deben comentar, sin
que ello represente un demérito a su labor, pues debemos situarnos en la época en que la desarrolló y casi
todos los temas que serán objeto de discusión están reflejados en su libro "PALEOPATOLOGIA ÓSEA DE
LOS PRIMITIVOS POBLADORES DE CANARIAS", que será al único libro que me referiré.
Abordaré los siguientes temas: las escarificaciones, las cauterizaciones, la "T" sincipital, cauterización
suprainiana y la trepanación, refiriéndome por separado a los temas en que discrepo.
3.3.1. ESCARIFICACIONES (CAPÍTULO IV)
Dice, "Es sin duda la intervención que con más frecuencia realizaron los canarios prehispánicos, toda vez
que llegó a alcanzar el 11%... Puede considerarse como la más leve y exenta de complicaciones dada la
sencillez de la misma y la facilidad con que la efectuaban, pues ella se reducía a practicar incisiones en las
partes blandas y en la superficie de los huesos para facilitar la salida de ciertos líquidos o humores o para
aliviar cierta clase de dolencias". Prosigue, "... Es curioso observar que muchas de ellas lo hacían en parejas
casi paralelas y otras con bifurcaciones a partir de la línea principal en número de tres, cuatro cinco y seis
formando ángulos ... siendo de anotarse el hecho de que muchas de ellas se aprecian en los dos agujeros
que limitan la línea ... También hay que anotar que si bien la mayoría de los cráneos las presentaban en los
dos lados del frontal, también los hay en que sólo las tienen en uno o en el otro (lado).... algunas veces parten
del agujero supraorbitario ... Todas ellas cicatrizaron ...". Teniendo en cuenta que los restos momificados son
frecuentes en las islas Canarias, sería interesante averiguar si se han encontrado cráneos con
"escarificaciones" y sus correspondientes cicatrices cutáneas. Rodríguez-Martín (1991), ya se refiere a la
patología observada en Canarias y dice "... quizás la de menos valor sea la de Bosch por la gran fantasía
que impone a casi todos los temas que trata y por no tener ninguna cautela a la hora de comparar e incluso,
en muchos casos, suponer sus resultados con los otros pueblos primitivos sin ninguna conexión geográfica,...,
lo cual aumenta la confusión de los no versados".
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En las figuras 7, 8 y 9, tomadas de Bosch Millares (1975), considero que se trata de surcos vasculares y no de
escarificaciones, pues aunque son inconstantes en el hueso frontal, no son excepcionales. Generalmente se
inician en un orificio vascular un tanto alejado del borde orbitario, próximo a la cresta lateral del frontal
(Testut, 1944) y también pueden iniciarse en el orificio o escotadura supraorbitaria, que según mi experiencia
son menos frecuentes, aunque Hauser y De Stefano (1989), no los consideran raros en su revisión e incluso
parece que según su estadística son bastante frecuentes.
Opino también igualmente, que sus supuestas incisiones rituales localizadas a nivel de los huesos
parietales, en realidad son surcos vasculares, que he podido ver en algunos pacientes durante las
intervenciones microquirúrgicas, constatando su presencia con relativa frecuencia. A mi entender se trata
de una interpretación errónea de Bosch de unos surcos descritos en los tratados de anatomía, que con
frecuencia los encontramos los neurocirujanos, y tan sólo llama la atención su presencia tan frecuente en
la población guanche, que tal vez sea una característica tipológica acentuada por la endogamia isleña.
Figura 7.- (Texto de Bosch). "Cráneo 663 (20 altos niños). Guayadeque $ tipo 2,75. Wormianos del temporal.
Escarificaciones en ambos lados del frontal; las de la derecha en forma de líneas paralelas en número de 3
que salen de la vertical trazada partiendo del agujero supraorbitario. Incidido el periostio y la lámina externa
de 7 cm de longitud y las de la izquierda en número de 2 verticales y paralelas de las cuales nacen 2 en
dirección vertical hacia arriba y del mismo tamaño".
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Figura 8.- (Texto de Bosch). "Cráneo 380 (12 bajos). Guayadeque $ tipo 2,81. Marcado prognatismo. Escarificaciones en ambos
lados del frontal y paralelas, de las cuales 4 están situadas en el lado derecho y 3 en el izquierdo pero de distintos tamaños, pues la
mayor del lado derecho alcanza 5 cm y 3 las del izquierdo. De las primeras la externa es la más profunda que las restantes y su
comienzo parte de un agujero con el instrumento sobre la región superciliar derecha hasta llegar al diploe".
Figura 9.- (Texto de Bosch). "Cráneo 290 (17altos). Guayadeque ♂, tipo 2. Depresión de los maxilares superiores. Cauterización en el
frontal izquierdo con asperezas y porosidades; exostosis en el occipital y prognatismo. Escarificaciones en el frontal. En el lado
izquierdo del mismo, presenta cauterización de 3 x 3 cm con una exostosis pequeña del tamaño de un grano de mijo, sin bordes limitados,
otra mayor fuera de ella en su parte superior y otra en el lado derecho del occipital:
Cauterización suprainiana con rugosidad encima del inión".
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Bosch Millares presenta un cuadro con las 48 "escarificaciones" encontradas (fig. 10).
Figura 10.- Esquema de las 48 escarificaciones presentes en cráneos canarios según Bosch (pp. 52).
3.3.2. CAUTERIZACIONES (CAPÍTULO V)
Las cauterizaciones, constituyen un problema que sigue preocupándome desde que comencé a
interesarme por la Paleopatología, pues observé que en las publicaciones de prehistoria, son frecuentes las
referencias a ésta práctica entre los pueblos prehistóricos y primitivos, que ha persistido en determinados
lugares hasta bien entrada la edad contemporánea, pero tengo la impresión de que poco tiempo después de
que Broca (1965) diagnosticase la primera trepanación primitiva, comenzó a prodigarse el diagnóstico de
cauterización, sobre todo a partir de que Manouvrier (1895) describiera la "T-Sincipital", tema sobre el que
insistió en trabajos posteriores (1904).
La frecuencia con que se prodiga éste diagnóstico me sorprende y tanto más que pueda hacerse
basándose exclusivamente en el aspecto morfológico de la lesión. Los neurocirujanos con frecuencia
cauterizamos el hueso cuando sangra el periostio y no se origina ninguna cicatriz específica. Después de
leer numerosos trabajos publicados sobre cauterización, que no me convencían, pues eran
contradictorios, con el fin de esclarecer éste problema hice un trabajo experimental, llegando a la
conclusión de que la cauterización del hueso no da lugar a ninguna cicatriz que le sea característica,
mientras que cuando se actúa sobre los tejidos blandos epicraneales, suele originarse una intensa reacción
inflamatoria que también afecta al hueso, dando lugar a una importante huella osteolítico-osteogénica (fig.
11). Considero también de interés recordar, que cuando se origina una lesión osteoperióstica (erosión,
trepanación, cauterización, etc.) localizada en las proximidades o en contacto con una sutura, en general, al
cicatrizar se sinostosa la sutura que queda incluida (Campillo, 1977) (fig. 12).
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Figura 11.- Lesión experimental por cauterización en un perro que dio lugar a una gran reacción exostósica
postinflamatoria.
Transcribo algunos párrafos de su texto, "... lesiones de límites precisos y formas ovaladas, losángicas,
redondas o circulares y en menos veces irregulares. Sus diámetros... alcanzando 3-4 cm en sentido
anteroposterior y 0'5-2'5 en el transversal. ... el grado de profundidad también oscila ... en las más sencillas
la lesión puede quedar reducida a una erosión de la lámina externa y en las restantes al diploe y la lámina
interna que queda al descubierto sin llegar a perforarse, casos en los cuales queda convertida la
cauterización en trepanación. ... una vez cicatrizada, la superficie (es) rugosa con relieves y surcos más o
menos salientes rodeada lo más frecuentemente de un reborde óseo en forma de rodete también irregular
que circunscribe parte o toda la lesión. El aspecto ondulado de la superficie ha sido descrita como específica
de esta clase de lesiones." (figs. 13 y 14)
Figura 12.- Cráneo trepanado de Algayarens que permite apreciar como la sutura coronal y la sagital en las proximidades
de los bordes anterior y medial del área trepanada casi se ha sinostosado por completo, mientras que las
mismas suturas, cuando están lejos de la zona trepanada siguen libres.
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Figura 13.- (Texto de Bosch). "Cráneo 78 (17altos) de Guayadeque ♂ sin tipo, 79. Depresión en el maxilar izquierdo;
porosidades y asperezas parietales, doble escama temporal. Cavidad glenoidea del temporal a mitades. En el
occipital presenta cauterización rugosa 1x1 cm de forma circular, con diploe al descubierto y puntos derecha
arriba, cerca de lambda, cerca del lambda, se aprecia otra más pequeña de igual forma. Nota: ¿podrían ser
metástasis?).
Figura 14.- (Texto de Bosch). "Cráneo 506 (17bajos). Temisa. Agüimes ♂, sin tipo 72. Asperezas y porosidades
parietales y occipital prognato. Cauterización en la parte izquierda del frontal de forma circular y tamaño
de 1x1 cm: en el fondo aparición del diploe". (Nota: recuerda el lecho de un tumor epidermoide).
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Conferencias e Introducciones
Figura 15.- (Texto de Bosch). "Cráneo 297 (17 altos). Guayadeque ♂, sin tipo, 68. Caries con hundimiento de las
superiores; asperezas y porosidades en parietales y occipital. Presenta en parte izquierda del
frontal, cerca de la coronal 3'5x3 cm de forma oval, con bordes irregulares y fondo constituido por
diploe rugoso y desigual que le dan aspecto estriado".
De las 13 láminas que Bosch Millares incluye en su monografía, solamente el cráneo 297 (17 altos)
Guayadeque, me parece que reúne las características compatibles con una cauterización (fig. 15), las
que corresponden a los números 287, 582 y 287 me sugieren tumores epicraneanos y los demás
podrían ser quistes epidermoides (fig. 14), el cráneo 415, tiene el aspecto de una lesión intencional, una
cauterización, el 78 podría ser una neoplasia maligna (fig. 13) y las restantes, entran dentro de las que
denominé en 1977 "erosiones craneales" (Campillo, 1973 y 1977) y su etiología a través de las
fotografías es difícil de definir.
3.3.3. CAUTERIZACIONES, 'T"-SINCIPITALSUPRAINIANAS (CAPÍTULO VI)
En este capítulo expone dos técnicas rituales específicas descritas la primera por Manouvrier (1895) y
la segunda por Weiss (1958). Todo lo expuesto en el apartado precedente sobre la cauterización sigue
siendo válido para este apartado.
A) 'T"-SINCIPITAL
En 1895 Manouvrier describió una rara cicatriz quirúrgica en seis cráneos femeninos procedentes de
Seine-et-Oise, en los alrededores de Mantés, al noroeste de París y que denominó "T"-Sincipital (fig.
16). Posteriormente publicó otros casos, siendo interesantes sus comentarios de 1904 ante la Société
d'Anthropologie de Paris, en que dice así al presentar un nuevo caso: "... parece que la forma de
proceder ha sido de la misma (refiriéndose al publicado en 1895) y por las mismas razones que lo
hacían los cirujanos de época galénica de la que tan sólo han transcurrido unos pocos siglos...
(comenta que) de época neolítica ya he presentado ocho o nueve casos. "... (sigue) El caso que
presento ahora es una auténtica trepanación por cauterización... siendo innegable la aplicación del
cauterio (fig. 16)... la intervención fue practicada en un niño...". En el acta de la sesión consta que esta
comunicación fue contestada por Marcel Baudouin que expresó sus dudas: "... Es necesario estudiar la
cuestión partiendo de ciertas ideas y directrices nuevas (supongo que se refiere a modernas), por
ejemplo examinando por microscopía los bordes de la trepanación y estudiado las modificaciones del
hueso a dicho nivel". Otros muchos autores han publicado con posterioridad diversos casos, siendo
interesante la opinión de Guiart (1930), que textualmente dice: "La analogía de las trepanaciones
craneales entre los (hombres) prehistóricos y los (pueblos) primitivos es completa en todos sus detalles,
pues se trata de curaciones mediante operaciones, por su frecuencia, por su localización, por su forma y
por los procedimientos empleados.
Una operación quirúrgica particular, la T sincipital, ha llamado nuestra atención: practicada en Europa
durante el Neolítico, en Oceanía en los tiempos modernos, se trata sin duda de un método revulsivo,
destinado a remplazar en la mujer la trepanación craneal, operación de mayor gravedad".
53
Resulta curioso que Guiart hable de la amplia difusión de esta técnica, incluso en Oceanía, aunque en su
libro no hay iconografía.
No he tenido la oportunidad de poder examinar ningún cráneo con una "T—Sincipital y excepto los casos
presentados pos Bosch Millares las imágenes siempre han sido esquemas, Circunstancia lógica en un
período en que la fotografía era una técnica complicada y estos dibujos se reproducen en los libros
modernos.
Figura 16.- La T-Sincipital de Manouvrier, según sus publicaciones de 1895 y de 1904 (infantil) que se
comentan en el texto.
Me sorprende que Webb no comente esta técnica en Australia y aun me sorprende más, que Dastugue et
Gervais (1992), el primero, que opinaba que la trepanación prehistórica tiene un carácter científico, comente:
"... las prácticas de cauterización que algunos paleopatólogos, siguiendo a L. Manouvrier las han descrito con
gran complacencia. A pesar, de la incontestable autoridad científica del inventor de la «T sincipital», la simple
honestidad nos obliga a decir que, en el curso de nuestra práctica, nosotros no hemos encontrado, entre
los centenares de cráneos examinados, ninguna alteración que nos incite a asignar este diagnóstico".
COMENTARIO DE ALGUNOS CASOS DE "T", SEGÚN BOSCH
Sólo me referiré a los cráneos 869 (33 altos), 649 (9 altos) y 61 (28 bajos) de Guayadeque. En
"Guayadeque 869", como según parece se conserva la piel momificada hasta bregma, llama la atención que
no se observe ninguna reacción cutánea secundaria atribuible a una cauterización, al contrario, la piel está
deprimida por la depresión sagital subyacente. Es evidente que hay una depresión sagital que afecta a toda la
sutura y finaliza en un wormiano apical (fig. 17). En "Guayadeque 649" parece evidente que hay una
depresión prelambdática (fig. 18). Sinostosis avanzada de la región obélica y de las porciones medias de
las lamdoideas.
54
Conferencias e Introducciones
Figura 17.- (Texto de Bosch) "Cráneo 869 (33 altos). Guayadeque ♂, mestizo con predominio de caracteres guanches en la cara, 78.
Caries en los maxilares. Cuero cabelludo y piel de mortaja adheridos al cráneo. Pelo de color castaño, pequeños wormianos, asperezas
y porosidades en piel, parietales y occipital. Prognatismo. Cauterización sincipital completa que comienza en el bregma y sigue hasta
los lambdas, rugosa al tacto, con rebordes pronunciados y suturas marcadas. En los lambdas algunos wormianos. Su tamaño es de 12
cm de largo por tres de ancho, menos en las lambdas que es de uno".
Figura 18.- (Texto de Bosch). "Cráneo 649 (9 altos). Guayadeque ♀, mestizo de caracteres predominantemente en el cráneo 71.
Cauterización sincipital completa que se extiende desde el bregma y sigue por las suturas sagital y lambdoideas de 2 cm de largo por 3 de
ancho, lisa, con bordes poco pronunciados y desaparecida la sutura sagital".
En "Guayadeque 61". A juzgar por la imagen, la sutura sagital se ha sinostosado por completo y parece que
también la coronal, siendo avanzada la sinostosis de la lambdoidal incluyendo el gran wormiano derecho.
Dos crestas parasagitales bordean el área sagital dándole una morfología casi triangular de vértice anterior.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
Figura 19.- (Texto de Bosch). "Cráneo 61 (28 bajos). Guayadeque ♂, tipo 2,73. Grandes wormianos y porosidades. Cauterización sincipital
incompleta que va desde la mitad sagital hasta cerca del lambda, lisa en toda su extensión sin apreciarse la sutura y con bordes y
agujeros parietales marcados. Alcanza una anchura de 3 cm".
A juzgar por las imágenes comentadas, creo que se trata variedades morfológicas que se mencionan entre
los caracteres descriptivos en los estudios antropológicos. Aunque la bóveda craneal en su sección
transversal es arqueada, es bastante frecuente la presencia de una depresión sagital, aunque con más
frecuencia se encuentra una cresta sagital, siendo también bastante habitual la presencia de una depresión
postcoronal o prelambdática, pudiendo coincidir en un mismo individuo varias (fig. 20).
Diversos autores han mencionado la T-sincipital, generalmente mediante un estudio historiográfico, sin haber
examinado directamente, al menos directamente la totalidad de los cráneos (Rodríguez-Martín, 1988,
1990,1991 y 1998). Dado el alto porcentaje que en la literatura se encuentra este tipo de lesión, creo que
sería aconsejable una revisión en profundidad.
Resumiendo la cuestión, no debe extrañarnos que cuando Manouvrier en 1895 describió el primer caso las
opiniones que se expresaron se aceptasen, pues efectivamente, la "cirugía craneal" que no se podía aun
llamar "neurocirugía", pues ésta comenzaba con sus primeros balbuceos diera lugar a estas opiniones,
que hoy en día los neurocirujanos no podemos admitir. Greenblatt (1997) divide la historia de la Neurocirugía
en tres períodos:
Período premodemo, antes de Macewen……………………………………….. 1879
Período de gestación (antes de Harbey Cuhsing)……………..…………1879-1919
Período moderno iniciado por Cushing (1869-1939)………………. a partir de 1920
56
Conferencias e Introducciones
Figura 20.- Modificaciones normales que suelen presentarse a nivel de las suturas coronal, sagital y lamdoidal, carentes de un valor
patológico, aunque suelen aparecer con mayor frecuencia en determinadas tipologías: 1) dp = depresión postfrontal, que afecta a la sutura
sagital; dpi = depresión prelambdática que afecta a la sutura sagital. 2) es = cresta sagital, bastante frecuente en los individuos
dolicocéfalos. 3) d = depresión sagital bordeada por una ligera reacción exostósica (e). 3) d = depresión sagital sin reborde.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
B) CAUTERIZACIÓN SUPRAINIANA
El diagnóstico de cauterización suprainiana fue introducido por Weiss en 1958, quien comenta: "El carácter
de cauterización en realidad lo apoyamos en el parecido estrecho con las cauterizaciones del Antiguo
Continente". Todas como dice su diagnóstico están situadas en la escama occipital suprainiana. No entraré en
la problemática de la cauterización pues ya efectué una amplia revisión sobre el tema (Campillo, 1977,
Capítulo XIII, pp-511-536) y sólo me referiré a los casos en que Bosch, muestra y comenta las imágenes en
su libro.
Figura 21.- (Texto de Bosch). "Cráneo Acusa A (27 bajos). Tipo guanche visto de frente, cara ancha y corta, arcos superciliares muy
desarrollados en su parte interna, órbitas anchas, rectangulares, nariz mediana y saliente; maxilar superior relativamente estrecho, algo
prognato, mandíbula robusta con barba ancha y saliente, 81. Por encima del inión trepanación suprainiana con depresión de 5 cm de largo
por 1 de alto, rugosa en parte sobre todo en el centro. Por debajo de la línea curva superior, exóstosis de 0'5 cm e irregular. Cauterización
sincipital posterior de 3 cm de largo y 2 de ancho con desaparición de los agujeros parietales".
Figura 22.- (Texto de Bosch). "Cráneo 36 (38 altos) Guayadeque ♂ tipo 2,76. Caries en el maxilar superior derecho.
Escarificaciones en ambos frontales lineales cubiertas por piel, la que aparece rota en el sitio de la incisión, lo que permite apreciar su
espesor (sería interesante que en este cráneo con escarificaciones frontales, se comentaran las alteraciones, que es de suponer que se
originaron al practicar la escarificación). Cauterización suprainiana de 3 cm de ancho en su parte central y 1'5 en su parte derecha más
extensa que la izquierda y en su fondo el diploe de forma triangular con el vértice unido al inión y líneas occipitales sobre todo la derecha
más prominente".
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Conferencias e Introducciones
Figura 23.- (Texto de Bosch) "Cráneo 261 (18 bajos). Guayadeque ♂, tipo 2,68. Caries y depresiones en los maxilares superiores,
exostosis en el frontal. Por encima del inión cauterización oblicua y ascendente de izquierda a derecha, de 2 cm de ancho en la parte
izquierda y 1'5 en el derecho, lisa, lisa con ligeras rugosidades. Cauterización sincipital doble a los lados de la sagital con bordes
prominentes de 10 cm de largo y 2'5 de ancho y 2'5 la izquierda, lisas. Fractura lineal en temporal izquierdo.
COMENTARIOS
Respecto a las figuras 21 y 22 no veo alteraciones que me parezcan patológicas, en mi opinión entran dentro
de la variabilidad anatómica que con frecuencia se encuentra en esta región, que además no serían
suprainianas, sino infrainianas. Estas modificaciones, más aun tratándose de varones, parecen guardar una
relación con la robustez de la musculatura de la nuca. Imágenes parecidas se ven en los tratados de
anatomía (figs. 24 y 25).
En un trabajo antiguo (Campillo, 1977, pp.285 y figs. 209 y 210), basándome en los trabajos que
comentaban las cauterizaciones craneales, ante unas irregularidades suprainianas las atribuí a un probable
proceso inflamatorio, pero con casi tres décadas más de experiencia, creo que ahora no me atrevería a
afirmar dicho diagnóstico.
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Figura 24.- Hueso occipital normal según Sobota, con irregularidades importantes en la escama infrainiana.
Figura 25.- Cráneo visto por su cara posterior que permite visualizar bien el hueso occipital, considerado normal
por Gardner, en el que son evidentes las irregularidades infrainianas.
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Conferencias e Introducciones
Respecto al tercer caso (fig. 22) no me atrevo a opinar, aunque habla de abolladuras parietales, que más
bien me recuerdan un adelgazamiento biparietal senil.
3.3.4. TREPANACIONES (CAPÍTULO Vil)
No voy a discutir sobre la trepanación en las Islas Canarias, pues se trata de un hecho harto conocido y sólo
comentaré un caso en el que difiero del diagnóstico, pues a mi entender se trata de una lesión traumática
situada en el hueso parietal derecho, sin signos evidentes de supervivencia y la otra, frontal derecha (fig. 26),
que tampoco me parece una trepanación y según parece opinar, al menos la frontal con supervivencia. La
agresividad y la violencia entre los nativos prehispánicos está muy documentada y no debe sorprendernos.
Sin embargo, no es infrecuente como ya lo he expuesto en otras ocasiones (Campillo, 2001) que en los
lugares donde aparecen cráneos trepanados, suele diagnosticarse como trepanación lesiones que
corresponden a otras etiologías, entre las que se encuentran lesiones traumáticas, tumores benignos
epicraneanos y otras lesiones, generalmente por un examen no muy meticuloso y que he dado en llamar
"diagnóstico por inercia", pues esta palabra tiene dos significados: 1) desidia y (2) "tendencia a no variar de
estado físico, sea de reposo o de movimiento" y en esta segunda acepción es en la que la empleo, pues
cuando en un yacimiento se encuentran varios cráneos trepanados, es frecuente que alguno que también
tenga una perforación, si no se examina con detenimiento por "inercia" se le asigne el mismo diagnóstico.
Figura 26.- (Texto de Bosch). "Cráneo 305 (19 altos). Guayadeque ♂, tipo segundo, 83. Prognatismo y porosidades en la bóveda.
En parietal derecho, cercana a la sutura coronal parietal derecha, trepanación incompleta de forma alargada, de 175 de largo
a 1'5cm de ancho, con bordes lineales y limpios, hundidos hasta el diploe y con fractura de la lámina interna. Presenta
además otra trepanación en la parte derecha del frontal, también alargada y de 1 '5 por 1 '25 cm que llega al diploe y rugosa
en el fondo. Supervivencia.
3.3.5. COMENTARIO FINAL A BOSCH-MILLARES (1975)
A mi entender Bosch fue un trabajador infatigable y dio un gran impulso a la historia y a la
Paleopatología Canaria, pero estuvo influenciado por opiniones un tanto anticuadas y que no se habían
sometido a un trabajo experimental científico, que se daban por válidas pero no habían sido
demostradas, por esta causa es imprescindible proceder a una revisión a fondo de la labor realizada por
Bosch Millares, y creo, que con toda seguridad sus aciertos serán muy superiores a las rectificaciones que se
hagan y al menos, a mí personalmente, me parecerá muy correcto que se rectifiquen mis errores, que
con toda seguridad a lo largo de tantos años también habré cometido.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
IV. AUTORES MODERNOS.En este apartado me referiré: A. Rincón de Arellano y J. Fenollosa; M. Fuste; J.M. R. Tejerína; S. Sergi;
D. Campillo; S. Zivanovic; D.R. Brothwell.
4.1. A, RINCÓN DE ARELLANO y J. FENOLLOSA (1950)
En una pequeña monografía, Rincón de Arellano y Fenollosa (1950) publicaron los cráneo trepanados,
que habían sido exhumados en la Cueva de La Pastora (Alcoy, Alicante), entre los que incluyeron el
núm. 45, que consideraron que tenía una trepanación incompleta, pero cuando se examina
detenidamente la lesión, que está situada sobre el lado izquierdo de la sutura coronal (fig. 27) se aprecia
perfectamente que su la morfología es la de un tumor epidermoide sincipital, en el que en su fondo hay
la exostosis típica, en la que se une el pedículo de este tipo de lesiones al hueso (fig. 28) (Campillo,
1977). Se trata de un "diagnóstico por inercia" (Campillo, 2001).
Figura 27.- Cráneo 45 de La Pastora, que sobre el lado derecho de la sutura coronal muestra la
pseudotrepanación que se comenta.
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Conferencias e Introducciones
Figura 28.- Detalle de la lesión de la figura precedente, con la típica exostosis (J,) que se ha
comentado (para más detalles, ver Campillo 1977).
4.2. MIQUEL FUSTE (1955 y 1957)
Miquel Fuste Ara (1919-1966) fue un buen y prolífico antropólogo que realizó una importante labor, que fue
difundida mediante un elevado número de publicaciones y había colaborado durante años con el Museu
d'Arqueologia de Catalunya (MAC). Por coincidencias de la vida, su muerte prematura influyó en mi dedicación
a la antropológica y la paleopatológica, ya que el MAC precisaba la colaboración de un antropólogo y a
pesar de mi inexperiencia, su director Eduardo Ripoll i Perelló me propuso mi colaboración en 1966 y
posteriormente, en 1971 se inauguró el "Laboratori de Paleopatologia i Paleoantropologia" del MAC, que
tengo a mi cargo.
Voy a referirme a dos cuestiones distintas y ninguna de ellas afecta a la obra realizada por Fuste, pero nos
permitirá comprender la problemática de la época y los cambios ocurridos a partir de la década de los años
sesenta del siglo XX.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
4.2.1. CRÁNEO 2 DE LA COVA JOAN D'OS
En 1955 Fuste estudió los restos humanos de la "Cova Joan d'Os de Tartareu (Avellanes, La Noguera) y
apreció la presencia de evidentes e importantes lesiones patológicas en el cráneo núm. 2, consistentes de 16
perforaciones irregulares (figs. 29 y 30).
Figura 29.- Cráneo núm. 2 de Tartareu con las lesiones: 1, 2, 3, 5, 6, 8, 9 y 14.
Figura 30.- Cráneo núm. 2 de Tartareu y las lesiones: 5, 6, 7, 8, 9,12 y 13.
Con buen criterio, se asesoró por el entonces catedrático de Anatomía Patológica, Prof. J. G. Sánchez
Lucas, quien opinó que:"... es posible que se tratase de un mieloma múltiple o enfermedad de Kahler".
64
Conferencias e Introducciones
Esta opinión fue recogida y difundida por Wells (1964) y por Brothwell (1967 y 1972) y en las distintas
ediciones de este último libro, algunas traducidas al español, por lo menos hasta 1987). De este
diagnóstico he discrepado (Campillo, 1977) por cuanto no se ha tenido en cuenta un factor de suma
importancia, se trata de un adulto joven y la enfermedad de Kahter es una afección senil y no se
conocen casos juveniles como exponen con claridad Dahlin (1980) y una larguísima lista de autores. En
mi opinión es muy probable que se trate de un sarcoma de Ewing afección juvenil que con frecuencia
afecta al cráneo o de alguna otra neoplasia maligna que predomina en estas edades como por ejemplo
la istiocitosis maligna entre otras. La opinión de Wells de que tal vez el mieloma se iniciase en individuos
más jóvenes en la prehistoria no ha sido demostrada.
4.2.2. LOS POBLADORES NEO-ENEOLÍTICOS DE LA REGIÓN VALENCIANA
Esta monografía hace referencia a la inclusión en el estudio de la serie de dos cráneos patológicos
procedentes de la Cueva del Palanqués (Navarrés) (Fuste, 1957), los núm. 5 afecto de una platicefalia y
el núm. 6 afecto de una escafocefalia, que son incluidos como si fuesen tipologías extremas normales
en la estadística general de la serie.
Antes proseguir, a modo de inciso, debo aclarar que los primeros libros de paleopatologia que pude leer
fueron: Human Paleopathology (Jarcho, 1966); Sones, Bodies and Disease (Wells, 1964); Diseases in
Antiquity (Brothwell and Sandison, 1967); Paleopatholoy (Moodie, 1923) y en ninguno de ellos se
hablaba de las craneostenosis y de las patologías afines, que antes he mencionado y tan sólo Wells
mencionaba la escafocefalia como una particularidad. En trabajos posteriores seguía sin mencionarse
esta patología y proseguía su inclusión en las series antropológicas, como por ejemplo: Manual de
antropología física (Comas, 1976); Estudios de los restos humanos procedentes de la necrópolis de Son
Real. Alcudia, Mallorca (Font, 1977). No tengo noticia de que esta patología se mencionase
específicamente antes de la publicación de mi monografía, Lesiones patológicas en cráneos
prehistóricos de la Región Valenciana (Campillo, 1976).
Estas patologías ya habían sido descritas por Virchow (1851) y Manouvríer (1886) las consideró
anormales, posteriormente Crouzon (1912) describió las formas disostosicas, a partir de la segunda
mitad del siglo XX, las publicaciones de los neurocirujanos, neurólogos y pediatras han sido múltiples,
entre ellas las de Obrador et al., (1956) y la interesante monografía del congreso de la SÓCETE DE
NEURO-CHIRURGIE DE LANGUE FRANCAISE de 1977 (Montaut et Stricker) dedicado a éstas patologías.
Comas (1965) había publicado una monografía sobre cinco cráneos escafocefálicos mejicanos, con una
valoración histórica pero sin profundizar en su carácter patológico. En 1993 en México, presente la
lección, Problema antropológico de las craneoestenosis y patologías afines) y personalmente, en el "Vil
Simposio de Homenaje a Juan Comas (México, 1993", (Campillo, 1977), con el fin de alertar entre los
antropólogos de estas patologías, que debían ser excluidas en los estudios de las series antropológicas,
ya que distorsionan la frecuencia en los resultados en los distintos grupos tipológicos.
Finalizo, destacando que Fuste siguió las pautas de su época y confío de que en el futuro se excluyan
de las series, ya que estos problemas surgen de que en los estudios académicos hay una separación
artificial entre la anatomía y la antropología física, a la que se suma con frecuencia una ausencia de
conocimientos patológicos.
4.3. JOSÉ M. R. TEJERÍNA (1968,1972 y 1981)
J.M. Tejerína, publica dos artículos (1968 y 1972) sobre la trepanación prehistórica en Mallorca y en
1981 la "HISTORIA DE LA MEDICINA EN MALLORCA", todos ellos llenos de fantasías sobre la que no me
extenderé mucho, ya que las personas interesadas en el tema pueden leer mis comentarios críticos en
Campillo (1977).
Basa sus afirmaciones en autores clásicos entre los que menciona a Estrabón y Pompeyo Mela en las
"Fontes Hispaniae Antiquae", publicadas por Schulten, el Hábeas hippocraticum", Punto, Colmuela y
Galeno, literatos españoles, como Séneca entre otros, destaca también los testimonios arqueológicos y
la bibliografía de numerosos investigadores entre los que destaca a MacWhrte, Martínez Santaolalla y
García y Bellido, en que el primero habla de las trepanaciones y el segundo de la época prerromana y
finaliza este apartado con una frase, según él trascendente: "Antes de proseguir hemos de hacer
65
VII Congreso Nacional de Paleopatología
constar un dogma, hasta ahora no derribado: el de «la identidad de la medicina antigua en todos los
pueblos del mundo»". Sorprende esta dogmática afirmación de Tejerína, pues de todos es sabido que entre
los denominados pueblos primitivos hay muchas afinidades culturales, pero resulta difícil aceptar que estas
culturas sean idénticas y que los diversos investigadores aceptan y rechazan algunas, aunque no siempre son
las mismas y la coincidencia de pareceres dista mucho de ser unánime.
En el apartado que dedica a Tas trepanaciones craneales" dice que, "la técnica fundamental de la
neurocirugía es la trepanación". Uno de los problemas de los estudios paleopatológicos sobre la
trepanación se debe a que numerosos autores equiparan la trepanación a la neurocirugía, aunque la realidad
es otra, pues el neurocirujano trepana porque es la única forma de acceder al endocráneo y poder actuar
sobre la patología de las estructuras que están contenidas en él, aunque en ocasiones se trepane para
intentar curar procesos que afectan al hueso craneal a los tejidos epicraneanos. Por el contrario, las
trepanaciones prehistóricas, según mi entender, tienen un carácter mágico-religioso o de ritual, problema que
no abordaré pues sobre este tema, tanto como neurocirujano como paleopatólogo ya he publicado
numerosos trabajos (Campillo, 1977 y 1992 y Campillo et al, 1999). Es seguro que en el siglo XXI aún en
alguna cultura primitiva se sigue practicando la trepanación de tipo ritual.
Considero alucinante, que después de criticar a López-Piñero y a Zaragoza-Rubira (1967) diga: "Esta
ausencia en la Historia de la medicina Española del testimonio inequívoco de los cráneos trepanados
encontrados en Mallorca, tan demostrativo de que en esta Isla se practicaba la cirugía craneal con una técnica
sorprendente, con un criterio clínico magnífico, en épocas tan lejanas, considero justificado el estudio
preliminar realizado por nosotros" (1968). Considero la frase de una soberbia e ignorancia total del tema,
pero en 1972 dice: "... se practicaba en la Isla la cirugía craneal con una perfección sorprendente, con un
criterio clínico magnífico...". Como en este apartado sólo pretendo mostrar lo inadecuado que es un estudio
superficial, complementado con la fantasía y las deficiencias radiográficas dan lugar a un diagnóstico próximo
al disparate, solamente me referiré al cráneo I (Colección Enseñat) de la necrópolis de Son Real (Can
Picafort, Alcudia, Mallorca), que con posterioridad pude reestudiar y publicar mis conclusiones (Campillo,
1977).
4.3.1. CRÁNEO I DE SON REAL (COLECCIÓN ENSEÑAT)
En la necrópolis de Son Real (siglos Vl-ll, a.C.) se exhumaron los restos de 168 esqueletos según Forrt,
(1974).
Dice Tejerína (1972): Tos dos cráneos trepanados I y II (de la Colección Enseñat) fueron encontrados en la
Necrópolis de Son Real... .". "Tiene uno de ellos (se refiere al cráneo I), cuatro pequeños orificios de
trepanación de 7 mm en el parietal izquierdo, en el ángulo occipital cerca del asterío.". "Estos dos cráneos
trepanados sin duda alguna in vivo, son, los únicos que describiremos a continuación, los únicos
conocidos en Mallorca". (Ya se habían publicado en 1924 por Martínez Santa-Olalla el de "La sinia de
Andreu" y de Sa Tortea en 1932 por Cameron procedentes de Menorca). Debo manifestar que en ese
momento ya se conocían muchos cráneos mallorquines y menorquines trepanados y en cuanto hace
referencia a los dos que habían sido trepanados in vivo, estoy de acuerdo con el II, del que además por
su destrucción del orificio occipital dije:"... podría pensarse en que se pudo empalar... pues (las empalaciones)
fueron practicadas por numerosos pueblos prehistóricos ... (aunque no) ni tengo ninguna referencia con
respecto a que esta práctica se hubiese realizado en las Islas Baleares.", pero las cuatro trepanaciones
occipitales izquierdas del cráneo I son típicamente póstumas pues no presentan ningún signo de
regeneración, ósea (Campillo, 1977), es más, la más anterior se aparta por completo de las técnicas
prehistóricas habituales y es de factura compleja, que incluso sería difícil de practicar con los instrumentos
modernos de neurocirugía y está asociada a numerosas fisuras que inducen a pensar a que se practicaron
en un cadáver o más probablemente en un cráneo seco (figs. 31, 32 y 33).
66
Conferencias e Introducciones
Figura 31.- El cráneo I de Son Real, que hace referencia Tejerína (1972 y 1981), en que se aprecian las cuatro
trepanaciones mencionadas.
Figura 32.- Detalle de las lesiones del cráneo I de Son Real, tomado de Tejerína (1981), en el que se pueden
apreciar algunas de las fisuras que he comentado.
Figura 33.- Texto de Tejerína, 1972 (no es posible ampliar más la imagen por estar tomada de su libro). Radiografía
lateral del cráneo núm. 1 en el que se observa, además de los cuatro orificios de trepanación, el
engrasamiento de los huesos craneales, como si se tratara de una craneopatía metabólica de Morgagni.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
Figura 34.- La misma imagen de la figura 31 precedente tomada de Campillo (1977):... permite apreciar en su detalle las
lesiones del cráneo I de Son Real. Los cuatro orificios de trepanación con la particular morfología del num. 1. A,
B, C, D, E, F, y G, por detrás de la fractura F, se ven las líneas incisas "e" que se comentan en el texto.
Figura 35.- (Texto de Campillo, 1971). ... cráneo I de Son Real (Cliché M. Revira Molist). Se aprecia con claridad la inexistencia
de alteraciones patológicas y la ausencia de reacción ósea en los orificios de trepanación. Con flechas he
indicado las distintas líneas que por problemas de paralaje, origina la tabla interna en las distintas zonas, frontal
(f), parietal (p) y occipital (o), las cuales, si las características radiográficas son inadecuadas, pueden dar lugar a
falsas imágenes de engrasamiento óseo.
68
Conferencias e Introducciones
La craneopatía metabólica de Morgagni más conocida como hiperostosis frontalis interna, Tejerína no aclara
el sexo y la edad del individuo, corresponde a un adulto del sexo masculino y la hiperostosis frontal interna
casi es exclusiva del sexo femenino, suele aparecer a partir de la menopausia y origina hirsutismo viriloide y
obesidad. La radiografía que muestra es deficiente y da lugar a una pseudoimagen de engrasamiento del
cráneo, que en modo alguno es una hiperostosis frontal interna (fig. 35). las radiografía que publiqué
(Campillo, 1977), demuestra que es una caso claro de pseudopatología radiográfica y la figura 36 muestra
como unas deficientes características radiográficas pueden falsear una imagen normal dándole una
apariencia patología. En el presente caso, el grosor a nivel de las trepanaciones no está aumentado y en
caso de duda, con un espejo de otorrinolaringología o de odontología, se puede examinar el endocráneo y
confirmar de visussu ausencia.
Figura 36.- Cráneo que radiografiado que demuestra como las imágenes se prestan a confusión dando lugar a imágenes
pseudopatológicas, pasando de unas características normales (1) a pseudopatológicas (2, 3 y 4), por
haberse empleado una técnica inadecuada.
4.3.2 COMENTARIO
Como dijimos al principio hay diversos tipos de errores, que cuando uno se apercibe de ellos no ha de tener
ningún reparo en corregirlo, pero cuando los errores se deben a la fantasía de un autor o a un estudio
superficial, plantea un problema grave, no para los expertos en la especialidad sino para los que se inician en
ella que la aceptan como una realidad, cuando es una falacia. Considero que debemos lamentar, que
opiniones como los que éste autor vierte en sus trabajos desprestigian a los estudios historicomédicos en los
que se incluye la Paleopatología.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
4.4. SERGI 1918
En 1918 Sergi ideó un cuadro que permitía incluir el esferoide, que conforma el cráneo visto por su norma
superior, en siete polígonos: rectángulo, hexágono, "cuadrado", pentágono, rombo y los trapecios regulares.
Este es el sistema que se usa habitualmente entre los antropólogos que permite denominarlos según
sus normas superiores en: 1) elipsoide; 2) ovoide; 3) esferoide; 4) pentagonoide; 5) romboide; 6) bursoide; 7)
esfenoide.
Como ya dijimos hay errores tipográficos, casi imposibles de evitar incluso entre los libros mejor editados
y de los que el lector suele apercibirse fácilmente, pero lo que ya no es tan frecuente es que ante una
imagen en la que aparece un error de este tipo, cambiando la denominación de una figura geométrica por
otra que como suele decirse, salta a la vista, otros autores copien el dibujo y el error, circunstancia que
hemos observado con la clasificación de Sergi, en que el error lo encontré por primera vez en Martind und
Saller (1957) que hace pensar que algunos autores, que lo copiaron posteriormente, probablemente de
este autor no se apercibieron del error ni fueron meticulosos en la revisión, puesto que procedía de un autor
de reconocido prestigio. Personalmente, me apercibí en el primer tratado de antropología que usé (Ollivier,
1960), que consideré un error de imprenta, pero su posterior repetición por otros autores, me han hecho variar
de opinión.
Este error, puede dar lugar a que los que se inicien en antropología caigan en el error, aunque en otros libros
el equívoco ya ha sido corregido, como por ejemplo en Capecchi y Messeri (1979) Campillo y Vives (1981)
y en Strouhal und Jungwirth (1984), entre otros.
Figura 37.- 1) elipsoide; 2) ovoide; 3) esferoide; 4) pentagonoide; 5) romboide; 6) bursoide; 7) esfenoide.
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Conferencias e Introducciones
Figura 38.- Cuadro de Sergi erróneo.
Figura 39.- Cuadro de Sergi erróneo.
71
VII Congreso Nacional de Paleopatología
Figura 40.- Cuadro de Sergi erróneo, visto por su norma superior.
Figura 41.- Cuadro de Sergi erróneo.
72
Conferencias e Introducciones
4.5. CAMPILLO (1977,1979 y 1981)
Como cualquier investigador he cometido errores y en este apartado intentaré rectificar algunos que en este
momento me parecen muy evidentes, concretamente tres, aunque no dudo que seguramente he cometido
algunos más.
4.5.1. CRÁNEO T DE LA 'COVA DE LA TORRA NEGRA"(1977)
Se trata de una calota que muestra una depresión lobulada (Campillo, 1977, Capítulo X), págs. 262-266, que
por su morfología atribuí a una cauterización, que tal vez se había realizado con la intención de curar una
lesión cutánea (fig. 42 y 43).
Con posterioridad, con mayor experiencia en lesiones epicraneales que dejan su impronta en el hueso, creo
que la reacción ósea es muy moderada para tratarse de una cauterización y aunque no excluyo esta
posibilidad, me parece más probable que se trate de un tumor epicraneal benigno, tal vez un fibroma o
algún tipo de tumor quístico.
Figura 42.- que permite apreciar el aspecto tetralobulado de la lesión, situada en el parietal derecho, bastante centrada y en que la
cavidad mayor mide 13 x 12 mm y las tres menores entre 5 y 7 mm de diámetro aproximadamente, con una profundidad de 1'5 a 1
mm, sin que en ningún lugar se vea el diploe.
73
VII Congreso Nacional de Paleopatología
Figura 43.- La radiografía sólo muestra una ligera reacción de condensación ósea alrededor del área lesional.
4.5.2. LA ENFERMEDAD EN LA PREHISTORIA (1981)
En el Capítulo IV, pp. 38, fig. 4.7, de época indeterminada, procedente del Codolar de Biniatram
(Menorca) presente un fragmento de una mano derecha, probablemente femenina, que formaba un bloque
en el que estaban incluidos: el escafoides, los huesos de la segunda hilera del carpo y los cuatro últimos
metacarpianos. Pensé que probablemente se trataba de una artritis supurada que había curado, lo comenté
con algunos ortopedas y aunque tenían sus dudas pensaron que era el diagnóstico más probable (figs. 44).
Con más experiencia en este tipo de patología rectifiqué el diagnóstico llegando a la conclusión de que se
trata de una artritis reumatoide (Campillo, 1993).
Figura 44.- En la imagen izquierda el fragmento carpo-metacarpo de la mano derecha procedente del Codolar de Biniatram
(Menorca) y a la derecha radiografía que muestra la sinostosis de todos los huesos formando un bloque.
74
Conferencias e Introducciones
4.5.3. MUTILACIONES DENTALES RITUALES POSTUMAS (1979 y 2001)
Encontramos mandíbulas con mutilaciones dentales póstumas que afectaban a los caninos y/o
premolares (Campillo, 1979 y Campillo et al, 2001), en el primer trabajo se incluyeron varias lesiones
dentales que se atribuyeron a prácticas rituales póstumas, que posteriormente he descartado pues creo
que son casos deterioro póstumo espontáneo, pero en tres de ellas sigo creyendo que es un ritual
funerario que no he visto descrito en ningún artículo y estas corresponden:
1) cráneo completo procedente del Museu d'Ullastret (Girona), registrado con el núm. 3.653, que con
carácter póstumo se ha deteriorado la arcada albeolar superior con la perdida de los dientes anteriores,
mientras que la mandíbul a, bien conservada presenta mutilados ambos caninos y los primeros
premolares (fig. 45);
2) cráneo completo de in individuo joven de sexo femenino procedente de la Cueva del Barranco de la
Higuera (Baños de Fortuna, Murcia), que presenta mutilaciones en ambos caninos de la mandíbula,
iguales que los de la mandíbula de Ullastret (fig. 46);
3) mandíbula de la Cova d'Horta (Sant Quintí de Mediona) (LP. 230), que muestra una mutilación
similar a las anteriores en el canino derecho (fig. 47).
Figura 45.- Mandíbula de Ullastret, correspondiente al período ibérico, con las mutilaciones de ambos caninos y primeros
premolares con una gran simetría, que no permite dudar de su carácter intencional ritual.
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
Figura 46.- Mandíbula procedente de la Cueva del Barranco de la Higuera, de época eneolítica, que muestra la mutilación
simétrica de ambos caninos.
Figura 47.- Mandíbula de la Cova d'Horta núm.1, probablemente perteneciente al período ibérico, con el canino derecho
mutilado, con características similares a las anteriormente descritas.
Se trata de un ritual funerario practicado en el cadáver y que parecen corresponder a un mismo período,
probablemente pertenecientes a la cultura ibérica mediterránea.
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Conferencias e Introducciones
4.6. ZIVANOVIC. ANCIENT DISEASES (1982)
Zivanovic en el capítulo 4 "Palaeopathology and the art" atribuye en la "píate 9" (fig. 48) la deformación
del cráneo a la costumbre que tienen las mujeres kikuyus de llevar pesos sujetos a la cabeza sujetos
mediante una cincha y considera que esta es la causa de la deformación "píate 10 (fig. 49).
No creo que la causa de esa pequeña depresión pueda atribuirse a la práctica cultural descrita por
varias razones: 1) El hueso craneal es maleable y puede deformarse por presiones continuas, pero si la
presión es intensa y se mantiene durante un periodo prolongado, suelen originarse dolor local intenso y
a continuación da origen a una necrosis cutánea isquémica; 2) Son numerosas las culturas que apoyan
sobre sus cabezas pesos importantes y no se que se hayan descrito patologías similares con esta
etiología 3) Las deformaciones craneales tan frecuentes en las culturas meso y sudamericanas se
practicaban en los recién nacidos y debían mantenerse durante un periodo de tiempo continuo muy
prolongado, pues en caso contrario el cráneo recuperaba su morfología normal.
En mi opinión es una interpretación incorrecta, pues este tipo de depresiones, son muy frecuentes y han
sido descritas por los antropólogos que la denominan depresión postbregmatica y es semejante a la
depresión prelambdática (fig. 50). Las diferencias que él autor detecta de unos a otros individuos
concuerdan con lo que describe en los tratados de antropología (fig. 49).
Figura 48.Figura 49.-
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VII Congreso Nacional de Paleopatología
Figura 50.- Cráneo visto por su norma lateral izquierda que muestra la presencia de una depresión
postbregmática (PB) y otra depresión prelambdática (PL).
4.6. D.R. BROTHWELL, Ph.D. "DIGGING UP BONES" (1982) y "DESENTERRANDO HUESOS"
(1987)
Brothwell publicó en 1981 la primera edición de su libro "DIGGING UP BONES", después de haber
editado junto con A. Sandison en 1967 "DISEASESIN ANTIQUITY". El segundo libro es interesante para
los que deseen iniciarse en la Paleopatología y a causa de su éxito, se han publicado diversas
ediciones, algunas en español, con el título "DESENTERRANDO HUESOS" (1988). En el "4th EUROPEAN
MEETING OF THE PALEOPATHOLOGY ASSOCIATION" que tuvo lugar en Middelburg-Amberes (1509-1982), se expuso mi libro "PALEOPATOLOGIA DEL CRÁNEO EN CATALUÑA, VALENCIA Y BALEARES"
(1977) y se lo mostraron al malogrado Sandison, que al percibirse que estaba escrito en español, no
quiso ni ojearlo.
Cuento estos hechos por que en el libro de Brothwell (1981), hay dos errores muy claros, uno
comprensible pues el estudio no lo hizo él, pero el segundo es un grave error, que persiste en las
múltiples ediciones de este libro destinado a los que se inician en Paleopatología, seguramente porque
nadie lo ha criticado en inglés y como parece ser que las otras lenguas, para la mayoría de los
anglosajones no existen, los errores permanecen inalterables y los mostraré en las figs. 51 y 52.
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Conferencias e Introducciones
4.6.1.- 7 BONE TUMORS
Figura 51.- Imágenes y texto del libro de Brothwell (1981) (pp. 145) y el autor aceptó la opinión de Fuste, que ya he comentado
con anterioridad, aunque cabe destacar que la nitidez que muestran las suturas craneales ya son sospechosas de que no se
trata de un individuo senil, circunstancia que cualquier médico sabe que no puede corresponder a un mieloma múltiple, que
aparece a una edad senil, en la práctica, siempre a partir de la quinta década de la vida.
4.6.2.-16 ABNORMAL SKULL FORM
En el capítulo precedente comenta algunas anomalías congénitas, entre ellos algunas craneostenosis,
hidrocefalia y otras patologías que afectan al esqueleto postcraneal, pero en este pretende diferenciar entre
una plagiocefalia y la deformación craneal por presión de tierras (fig. 51).
Figura 52.- Imágenes y pies de figuras tomados de Brothwell (1981). Según el autor: A) corresponde a una plagiocefalia, pero
como no hay una sinostosis de una hesisutura coronal no es una plagiocefalia.
79
VII Congreso Nacional de Paleopatología
Como explican los tratados de patología y los diccionarios médicos se debe a la sinostosis prematura
unilateral, generalmente de la coronal de un lado y en ocasiones asociada a la lambdoidal del lado
contrario, que da lugar a una distorsión craneofacial asimétrica, pues también afecta a la cara o sea, se
origina una asimetría craneofacial distorsionada por craneostenosis.
Un caso típico de plagiocefalia fue publicado (Campillo, 1977, 1981, 1993 y 1997), que muestro en las
figuras 53 y 54.
Figura 53.- Cráneo de Biniadris en el que aprecia la sinostosis de la hemisutura coronal derecha y
la distorsión craneofacial.
Figura 54.- Craneogramas del cráneo plagiocefálico de la figura precedente.
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Conferencias e Introducciones
Este error a mi entender es importante porque en un libro dedicado a los principiantes, en su labor posterior
pueden desorientarse y resulta curioso que con los numerosos libros que tratan de las craneostenosis,
entre las que se incluye la plagiocefalia, nadie haya apercibido al autor de su error y este persista en las
distintas ediciones que se han hecho a lo largo de más de veinte años. Está dismorfia muy bien descrita en
Aufderheide & Rodríguez-Martín (1998).
V. PALEOPATOLOGÍA Y ARTE
La interpretación paleopatológica del arte es muy difícil y proclive a los errores, pero como el tema es muy
amplio sólo me referiré a unas figuras mejicanas, una de Tlatilco (1300-700, B.P.) que según la
Figura 55.-
Figura 56.-
persona que me regaló una reproducción, era interpretada como una representación del estado de
ansiedad y depresión psíquica (fig. 55). Este diagnóstico parecía aceptable, pero cuando se compara con
otras dos procedentes del mismo yacimiento, correspondientes al período preclásico, según una figura
publicada por Bernal et al. (1968) (fig. 56) me hacen dudar de que la interpretación sea la correcta. La
fig. 56 (derecha), podría basarse en un caso monstruosidad de un individuo con dos cráneos, pero la otra
(fig. 55 y 56 izquierda), podría también basarse en una malformación congénita, pero su carácter repetitivo,
me hace valorarla más como veleidades artísticas.
VI. COMENTARIO FINAL
Considero, que como cualquier otra especialidad, la Paleopatología no puede vivir aislada de las otras
ciencias y está obligada a realizar frecuentes trabajos de conjunto y a mi entender, no es posible
profundizar en Paleopatología, sin unos amplios conocimientos en anatomía y antropología física, teniendo
muy en cuenta la importancia de la variabilidad, teniendo plena conciencia de la dificultad que entraña
discernir entre los límites de la variabilidad anatómico-antropológica y la anormalidad, penetrando con
esta última en la patología. Considero que para ser paleopatólogo también es
81
VII Congreso Nacional de Pa/eopatología
imprescindible tener unos conocimientos básicos en arqueología y admitir, que ante los continuos avances
de la ciencia moderna, cada vez se tendrá que recurrir más a la colaboración interdisciplinaria, como por
ejemplo, el empleo de la microscopia electrónica y los exámenes paleobioquímicos, aunque tampoco las
técnicas novedosas deben ser sobrevaloradas, pues también plantean problemas de incertidumbre.
No he pretendido en ningún momento ser juez de los trabajos que he comentado y como mis críticas también
pueden ser erróneas, agradeceré que se me hagan ver mis equívocos y así poder establecer una discusión
sobre los puntos conflictivos y en modo alguno desearía que nadie se sintiese ofendido por cuanto he dicho,
pues la gran virtud de la ciencia es su cambio de criterios para seguir avanzando, rectificando sus errores y
modificando los conceptos sobre los que repercuten y considero que ningún científico puede sentirse ofendido
por haberlos cometido y tener que aceptar una rectificación. Finalizo con las opiniones de Cockbum en1981 y
con las de Horacio (siglo I, a.C.) hace veinte siglos, el primero dijo que "se han de revisar todos los trabajos
antiguos" y el segundo, que "no estás obligado a jurar acatamiento a las palabras de ningún maestro".
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