Lección 1 - Ministerios PM

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Lección 1
Estudio de la Escuela Sabática
Efesios:
El evangelio de las relaciones
LA IGLESIA DE ÉFESO
Hechos 19; 20:17-38
“Escribe al ángel de la iglesia en Efeso:
El que tiene las siete estrellas en su diestra,
el que anda en medio de los siete candeleros de oro,
dice esto:…”
Apocalipsis 2:1
HISTORIA DE EFESO
“Algunos definen el nombre Efeso
con el significado de ‘deseable’.”
7CBA, 759
Éfeso fue una antigua ciudad de Jonia, en la costa oeste de Asia Menor, cerca de la actual
ciudad turca de Izmir. Fue un puerto importante en la desembocadura del río Caístro y sirvió
como punto de partida de las rutas comerciales hacia el interior de Asia Menor. Conocida en la
antigüedad por sus santuarios, el más famoso fue el templo de la diosa Ártemis, una de las siete
maravillas del mundo antiguo, también conocido como templo de la diosa Diana, que es su nombre romano. La ciudad creció mucho durante el período romano. Basándose en los datos disponibles se ha estimado que Efeso tenía en el siglo II a. C. una población de 225.000 habitantes. Efe-
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so compartía con Antioquía de Siria y Alejandría, en Egipto, el honor de ser una de las ciudades
más grandes e importantes del mundo oriental en el Imperio Romano.
Se cree que Èfeso fue fundada en el siglo XI a.C. por los griegos jonios. Posteriormente, la
ciudad fue conquistada por diferentes pueblos, primero los cimerios en el siglo VII a.C., después
Creso, rey de Lidia, durante el siglo VI a.C. En el siglo V a.C. fue parte del Imperio ateniense,
sin embargo, durante la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) se puso del lado de Esparta contra
Atenas. Después fue conquistada por Ciro el Grande, rey de Persia, quienes fueron expulsados
por Alejandro Magno en el 333 a.C. Después de la muerte de Alejandro, quedaron los Seléucidas
dominando la ciudad. En esa época, floreció y recibió el nombre de Arsinoeia por cierto tiempo.
En el 189 a.C., la ciudad pasó a poder romano y permaneció como importante centro comercial.
Allí, San Pablo, estableció una congregación cristiana en el siglo I d.C., convirtiéndose en un
importante centro del cristianismo. En el año 262, fue saqueada por los godos y aunque reconstruida, la ciudad nunca recuperó su anterior esplendor. En el 431 fue el emplazamiento del tercer
concilio general de la Iglesia cristiana, la cual condenó el nestorianismo. El edificio cristiano más
importante y grandioso fue la basílica de San Juan Evangelista, construida en el siglo IV, y lujosamente reconstruida por el emperador bizantino Justiniano I a principios del siglo VI. En esa
misma época, el emperador Justiniano reconstruyó en Constantinopla la Basílica de la santa sabiduría, haciendo llevar desde Efeso 8 columnas del templo de Diana, junto con columnas y esculturas de otros templos paganos, para hermosear esa iglesia cristiana. Por lo tanto, algunas de
las columnas que se encuentran en el museo de Santa Sofía en Estambul, pertenecieron al templo
de Diana de los efesios.
En el siglo VII, la ciudad sufrió ataques, primero de los persas y después de los árabes.
También padeció los efectos de un importante terremoto, hacia el 614. Aunque Éfeso recuperó
algo de prosperidad en los siglos X y XI, a principios del siglo XIV el puerto estaba obstruido,
comenzando su declive y abandono final, hasta desaparecer totalmente, cayendo en el olvido.
En el año 1863, J. T. Word, empezó las excavaciones en Efeso por cuenta del Museo Británico, que se extendieron hasta 1874, en las que se gastó unos 80.000 dólares. Su principal meta
fue encontrar el Artemision, y lo logró después de varios años de búsqueda y de haber removido
unos 100.000 metros cúbicos de tierra, aunque sólo descubrió las piedras de los cimientos del
gran edificio, sepultadas bajo unos 7 m de escombros y tierra. Otro de los frutos importantes del
trabajo de Word, permitió descubrir la mayor parte de la ciudad, incluidos los templos, edificios
públicos, tiendas, casas, calles, un teatro magnífico e iglesias. También se descubrieron trabajos
de los escultores griegos Fidias y Policleto.
Actualmente las ruinas de Efeso se encuentran en un lugar abandonado. En su vecindad se
halla el pueblo turco antes llamado Aya Soluk, distorsión fonética de Hágios Theólogos, "el santo teólogo", título que primero se le dio a Juan y más tarde al pueblo. El nombre actual del pueblo es Selyuk. Se encuentra a unos 75 km de lzmir, la antigua Esmirna, y se puede llegar a él por
carretera o por ferrocarril.
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LA DIOSA DIANA
“No sólo hay peligro de que este negocio se desacredite, en perjuicio nuestro,
sino también que el templo de la gran diosa
Diana sea estimado en nada,
y comience a derrumbarse su majestad, a quien
toda el Asia y el mundo honra.
Cuando oyeron esto, se llenaron de ira,
y gritaban:
"‘¡Grande es Diana de los efesios!’"
Hechos 19:17-18
Artemisa según el pintor flamenco del
siglo XVII, Petrus Paulus Rubens
Por registros antiguos sabemos que había un templo a Diana anterior al que se registra en
el libro de los Hechos. Estuvo en construcción durante 120 años antes de que fuera terminado entre el 430 y 420 a.C. Se dice que este edificio fue destruido en el año 356 a.C., la noche en que
nació Alejandro Magno, y luego fue reedificado con mayor esplendor que antes. En su interior
estaba la famosa estatua de Artemisa. Algunos escritores antiguos afirman que estaba hecha de
madera negra cubierta parcialmente de oro, pero dejando al descubierto cabeza, brazos, manos y
pies. La parte superior de la imagen de Diana era una figura femenina con muchos pechos. Desde
la cintura para abajo era simplemente una columna cuadrada adornada con símbolos misteriosos,
que incluían abejas, mazorcas y flores, extrañamente entremezcladas. Estaba tallada en madera,
pero se había ennegrecido con los años. Algunos, como el escribano de la ciudad de los días de
Pablo (Hech.19:35), afirmaban que había descendido del cielo, por lo que algunos eruditos deducen que fue construida con la piedra negra de un aerolito. Cualquiera que haya sido el material,
la estatua era un símbolo de la fertilidad, por cuya razón su cuerpo estaba cubierto con muchos
pechos. En el Museo Vaticano hay una reproducción de esta figura y en el museo de Efeso hay
dos notables esculturas de Diana en marfil.
La fama del Artemision se debió a muchos factores. Sus dimensiones y la belleza de su arquitectura lo convirtieron en uno de los más magníficos edificios de la antigüedad. Los antiguos
lo incluían entre las siete maravillas del mundo. Además, estaban en el Artemision, numerosas
estatuas y otras obras de arte, fruto de los más famosos artistas del mundo griego. Muchos reyes
y personas ricas donaron obras de arte para este templo como regalos consagrados a él. En el
predio del templo se celebraban numerosos festines relacionados al culto de Diana. Estas eran
ocasiones en las que se comía y bebía con desenfreno y se practicaba la más burda inmoralidad.
La más espectacular de esas festividades duraba varios días, durante el mes de artemisio (marzoabril), que era dedicado a la diosa. Durante ese mes llegaban muchos visitantes a la ciudad, y
probablemente fue en esta ocasión cuando se produjo el tumulto contra Pablo que registra el capítulo 19 de los Hechos. El templo también era conocido como un lugar que concedía el derecho
de asilo a los fugitivos políticos, privilegio sumamente estimado en la antigüedad. Además, uno
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de los bancos más ricos y más hábilmente administrado de la época pertenecía a los sacerdotes
de este templo. El resultado era que grandes sumas de dinero se depositaban en sus bóvedas.
Por lo tanto, es fácil entender que cualquier esfuerzo por socavar la autoridad y la fama de
esta institución encontraría una oposición muy decidida de los habitantes de Efeso y de todos los
interesados en perpetuar su sistema. En antiguas inscripciones y también según las palabras del
"escribano" ("magistrado", BJ) de Efeso, la ciudad era llamada neÇkóros "guardiana del templo"
(Hech. 19: 35) o "custodio" de la gran Artemisa, título del cual los efesios estaban muy orgullosos. Por eso se produjo un gran tumulto cuando debido a la predicación de Pablo disminuyeron
los ingresos de los que se ganaban la vida haciendo templecillos y estatuillas de Artemisa o Diana.
Pero el escándalo generado en Èfeso por la prédica de Pablo, fue un episodio más de una
antigua confrontación entre las enseñanzas divinas y ese culto idolátrico. Cuando los griegos llegaron a Asia Menor a fundar sus colonias, ya existía la religión basado de la diosa de la fertilidad. A esa divinidad asiática le dieron el nombre griego de Artemisa, por alguna semejanza que
descubrieron con el culto de esa diosa griega. Sabemos que Diana es la misma “reina del cielo”
que despertó la indignación de Jeremías por las prácticas idolátricas que le realizaba el pueblo de
Israel de sus tiempos (ver Jer.44:17). Se identifica con Ishtar, diosa de los asirios y los babilonios. Equivalía a la diosa que los hebreos denominaban Astoret, y los cananeos, Astarté, que en
Asia Menor era Atargatis y Venus en otros lugares. Esta diosa de la fertilidad, de la maternidad,
del amor sexual y de la guerra, era adorada con ritos sumamente inmorales y degradantes.
En la mitología griega, Ártemis era la diosa de las cosechas, de la naturaleza y de la caza.
Asociada a la luna, era la protectora de los partos de las mujeres, y también de la juventud. Una
clase de sacerdotes, conocida como los Theologoi, tenía la misión de interpretar los misterios del
culto que se le rendía a la diosa Diana. Entre los asirios y babilonia, Ishtar, se la conocía como la
madre misericordiosa que intercede ante los dioses en favor de los adoradores de ella. Algunos
de esos nombres y atributos se aplican hoy a la Virgen María o la virgen de Gudalupe, tan famosa y inspiradora de movimientos de fieles y devoción en México.
Durante los casi tres años que Pablo predicó en Efeso, las prácticas idolátricas de Diana
disminuyeron de adeptos. Aunque después del tumulto que se registra en Hechos 19, el apóstol
abandonó la ciudad, sin embargo, la semilla que había sembrado produjo una abundante cosecha.
Dos siglos más tarde toda la ciudad y la zona de influencia aceptó el cristianismo. Lo que temían
los contemporáneos de Pablo ocurrió. El templo de Diana perdió importancia y cuando fue incendiado por los godos en el año 262, había decaído tanto su influencia que no fue reedificado.
Sus columnas de mármol fueron derribadas y se las usaron para la edificación de iglesias cristianas como la de Santa Sofía, en Constantinopla. Lo que quedó de esa gran maravilla del mundo
fue usado en la construcción de casas, quemado y convertido en cal. Finalmente todo el lugar
quedó cubierto con escombros, y se olvidó por completo su ubicación hasta que Wood la descubrió en los tiempos modernos.
Sin embargo, la antigua controversia entre ambos cultos de los días de Pablo, que aparentemente terminó con el triunfo del cristianismo, todavía continúa. Hoy prosigue el culto a la diosa Diana bajo otras modalidades y rituales, asumiendo diferentes nombres locales, pero con las
mismas prácticas idolátricas, originando igual fervor religioso, arrastrando a multitudes e igualmente generando altos intereses económicos a quienes explotan sus pingües negocios. La diferencia es que Diana hoy no es más una diosa pagana, con ceremoniales inmorales, ahora se ha
convertido al cristianismo y se comporta de manera totalmente opuesta al pasado, ya que se ha
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vuelto pura y casta, abandonando la exaltación del sexo desenfrenado y la virtud de la fecundadad, para predicar las excelencias de la abstinencia y la virginidad.
APOLO VS PABLO
“Cuando uno dice: "Yo soy de Pablo", y el otro: "Yo de Apolo",
¿no procedéis a lo humano?
1 Corintios 3:4
¿Por qué tuvo tanto éxito la predicación de Apolo en Efeso? Dice el registro de los Hechos
que era “hombre elocuente”, hablaba “con fervor” y “enseñaba con todo esmero lo referente a
Jesús” (Hech.18:24-25). También se dice que era un hombre valiente, con gran capacidad dialéctica y de persuasión, ya que “refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por
las Escrituras que el Cristo era Jesús” (v.28). Es evidente que era un gran predicador, un evangelista bien dotado con grandes habilidades retóricas. Pero igualmente no es fácil predicar en un
medio hostil como era Éfeso, dominado por el culto idolátrico a Diana. Probablemente parte de
su éxito haya tenido relación con las conexiones de su nombre con la mitología. Apolo, en la mitología griega, era hijo del dios Zeus y de Leto, hija de un titán y hermano gemelo de Ártemis, la
célebre Diana de los efesios. De acuerdo a la leyenda de Homero, Apolo era el dios de la profecía. Su oráculo más importante estaba en Delfos, donde había nacido. Solía otorgar el don de la
profecía a aquellos mortales a los que amaba, como dice la leyenda ocurrió con la princesa troyana Casandra.
También, el Apolo de la leyenda, era un músico muy dotado, tocando la lira, un arquero diestro y un atleta veloz, acreditado por haber sido el primer vencedor en los juegos olímpicos.
Mientras su hermana Ártemis, era guardiana de las muchachas, Apolo protegía a los muchachos.
Asimismo, era dios de la agricultura y de la ganadería, de la luz y de la verdad, y enseñó a los
humanos el arte de la medicina. El Apolo histórico, evangelista cristiano, también tenía muchas
virtudes, que en algo lo acercaba al legendario dios homónimo. Es posible que sus cualidades
hayan sido exageradas debido a la notable fama que acompañaba su nombre, entre quienes pertenecían a la cultura mitológica. De todos modos, el hecho fue que muchos miembros de la iglesia de Éfeso se hicieron discípulos de él, convirtiéndolo en su líder. Lo mismo ocurrió en la iglesia de Corinto, donde cosechó adhesiones fervorosas, que llegaron al partidismo fanático, ya que
otros, se oponían favoreciendo a Pablo, instalando de ese modo el antagonismo del liderazgo en
la iglesia (1 Cor.1:12; 3:4-11). Aunque no se dice que en Èfeso hubo disputas de banderías, no
sería extraño que hayan ocurrido, considerando el estilo fervoroso de adhesión que profesaban a
sus creencias y que manifestaban en los torneos y competencias deportivas que dominaban en la
cultura de esos días.
Las contiendas crean rivalidades, espíritu de disensión y discordias en la iglesia. El apóstol
Pablo calificó tal actitud como un “proceder humano”; lo contrario del espíritu que debe dominar
entre los cristianos. Esa competencia había perturbado a la iglesia de Corinto y eventualmente a
Éfeso, como posiblemente otras iglesias de la antigüedad. También puede ser un gran problema
hoy, en nuestra propia iglesia. ¿Cuál es el remedio para las disputas de liderazgo? El trabajo en
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equipo, en armonía, buscando el beneficio general, más que los intereses egoístas de sobresalir
en forma personal. Pablo lo expresa diciendo: “Un Pablo puede plantar y un Apolo puede regar,
pero Dios es el que da el crecimiento.” (1 Cor.3:6).
También Elena de White tiene pensamientos muy persuasivos sobre la importancia de trabajar juntos en compañerismo. Durante esta semana, en la Devoción Matutina del día 27, se registra una cita muy aleccionador. Dice así: “Los que son enviados para trabajar juntos, deben
abandonar sus nociones particulares y sus ideas preconcebidas, y tratar de trabajar juntos, con el
corazón y el alma, para realizar la voluntad de Dios. Deben planear trabajar en armonía con el fin
de trabajar para sacar provecho.” (Ser semejante a Jesús, pág. 277). En el Comentario Bíblico
Adventista se reiteran los mismos conceptos, en estos términos: “Los cristianos deben poder trabajar juntos en armonía a pesar de las diferencias en puntos de vista, si el espíritu de orgullo es
suprimido por un deseo genuino de trabajar juntos. Entonces disminuirán las diferencias entre los
hombres y todos estarán unidos por un vínculo cordial de compañerismo.” (7CBA, 587).
El doctor Mario Pereyra ha autorizado a Ministerios PM a publicar sus comentarios de la
Escuela Sabática en Ministerios PM
Centro Internacional para el estudio de la Escuela Sabática (CIEES)
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