Martes 3 de Abril de 2012

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3 /4/2012
Teórico N° 3
Docente: María Rosa del Coto
Temas: definición de lógica/ semiótica. Definición de representar y de signo. Respecto de
éste se consideraron las nociones de “relación triádica genuina y degenerada”, de
“fundamento del representamen”, de semiosis ilimitada o infinita, de interpretante como
signo equivalente o más desarrollado.
(Las respuestas a las duda de las fichas no pudieron ser grabadas)
Consideremos la siguiente definición:
Como ustedes ven, aparece una articulación entre semiótica y lógica. Saben que Saussure
“inventa”, crea, el término semiología para dar cuenta del estudio de los sistemas de signos
que se encuentran en la sociedad. Habíamos visto que Saussure es un lingüista, y, podemos
presumir que, por eso, no tiene demasiados conocimientos de filosofía ni de lógica, porque
si no hubiera hecho referencia a la denominación “semiótica” o bien lo hubiera mantenido.
El término “semiótica” fue establecido en el siglo XVII por un autor, un filósofo lógico,
que fue John Locke (1632-1704). Este autor, remontándose a ―o retomando―
investigaciones que llevan muchos siglos, organiza las distintas ciencias. Habla de las
ciencias naturales, de las prácticas, y de una tercera a la que nombra semiótica, y a la que
define como “teoría de los signos”, teoría dentro de la cual destaca los lingüísticos. ¿Por
qué destaca los signos lingüísticos? Porque son los que tienen operadores lógicos que
permiten realizar proposiciones, algo que le preocupa a la lógica. Como Peirce es un
filósofo y un lógico conoce Locke, conoce la definición formulada por este autor y utiliza el
mismo término que él empleó. Ahora bien, si ela denominación corresponde a Locke, la
relación entre lógica y semiótica no es algo que surja con este autor, sino que éste hace
Locke es ponerle nombre a la teoría de los signos. La relación entre los signos y la lógica se
remonta prácticamente al nacimiento del pensamiento occidental. Se encuentra la idea de
signo en Aristóteles, se la encuentra en escuelas de lógicos posteriores (en los estoicos, los
epicúreos, en los escépticos), que coincidían en la preocupación por los modos de la
inferencia y de los razonamientos que se efectuaban a través de signos. Uno de estos
investigadores griegos, que se llamaba Filodemo, es el que utiliza el término “semiosis”,
que luego va a utilizar Peirce. Le da un estatuto muy interesante, cercano al del signo
acción, el signo que sirve para el actuar del hombre sobre la naturaleza, sobre la realidad.
Esto lo digo simplemente para que vean cómo operan como condición de producción en la
teoría de Peirce estos autores y estas teorías que se remonta a muchos siglos atrás.
Lo que fundamentalmente nos importa en la definición de la diapositiva son las
características de “cuasi necesaria o formal” que presenta la lógica/semiótica.
Hay que destacar que en ese punto de la definición no tendría que aparecer un “o”, sino un
“y”, en tanto “cuasi necesaria” es diferente de “formal”. ¿Por qué Peirce habla de esta
doctrina como cuasi necesaria? Es una cuestión de sutileza lógica que está relacionada con
el tema del saber relativo. Si los saberes a los cuales llega el hombre a través de los signos
fueran absolutos, incontestables e inmodificables a lo largo del tiempo, no corregibles,
auténticamente verdaderos, en tal caso esta doctrina sería necesaria. Pero, como los
conocimientos son relativos, para Peirce la lógica o semiótica resulta cuasi (casi) necesaria.
Ahora, nosotros podemos decir que aunque desde la perspectiva de Peirce sea cuasi
necesaria, a la luz del pensamiento peirciano también es imprescindible. Porque el hombre,
si no contara con ella, no podría pensar. En este sentido es más que necesaria.
Pero en cuanto a los resultados que se obtiene con ella, se la califica como cuasi necesaria.
“Formal” tiene que ver con algo que se pone en juego en todos esos fragmentos del texto
peirciano en donde se habla de clasificaciones de los signos, división de los signos,
etcétera. Si uno lee sin prestar demasiada atención a esto de clasificación o de división,
entiende estos términos como algo equivalente a una taxonomía.
Cuando se habla de taxonomía se habla de una clasificación de elementos en términos
tradicionales.
Cuando Peirce habla de división o clasificación, por el modo en que lo hace, advertimos
que no está utilizando la idea de taxonomía o de clasificación tradicional. Cuando uno
habla de una taxonomía o de una clasificación en el sentido tradicional del término, se
piensa que se ha utilizado una serie de criterios que permiten que se organice en clases un
conjunto de elementos. La idea fundamental, la idea rectora es que cada uno de esos
elementos tiene necesariamente que adscribir, pertenecer o ser incluido, en una y sólo en
una de las clases que se han identificado. Si yo me manejo con este criterio no puedo poner
un elemento en dos o tres clases. Si lo hago, o bien está mal hecha la clasificación, o bien
no la sé manejar adecuadamente y clasifico mal.
De esta manera se entiende taxonomía o clasificación tradicional. Pero cuando Peirce habla
de clasificación o división de los signos no lo hace en este sentido. Lo hace en relación con
lo que se plantea aquí como “formal”. Formal se relaciona con otro concepto: con la
distinción entre análisis y síntesis. En relación con esto, Verón dice que el pensamiento de
Peirce es un pensamiento analítico disfrazado de taxonomía. ¿Qué implica hacer un
análisis? Partir de una totalidad e ir distinguiendo allí elementos, y niveles, para luego, al
final de ese abordaje, llegar a la síntesis. Entonces, cuando Peirce plantea la clasificación o
la división de los signos postula la idea de que los signos (como cualquier elemento)
presenta algo así como facetas diferentes, dimensiones distintas; el trabajo analítico, trabajo
abstractivo, formal, consiste en advertir -a partir de determinados criterios- cómo es el
funcionamiento de cada una de esas facetas. Esto aparece como muy abstracto y de hecho
lo es, pero van a ver cómo se va concretizando. Vamos a adelantar algo para ver cómo va
funcionando.
Cuando decimos que un signo es un índice, un ícono o un símbolo es porque lo hemos
observado desde una perspectiva determinada que hace que de ese signo aparezca esa
dimensión, esa faceta o ese aspecto. Para Peirce todos los signos contienen dosis, grados de
iconicidad, de indicialidad y de simbolicidad: no hay signos que sean todo ícono, sino que
por ser signos, tienen que tener también algo de índice y algo de símbolo. O bien hay un
aspecto que predomina, o bien el analista observa haciendo resaltar un aspecto (porque
quiere centrarse en él, aunque no predomine). Y esto se verifica muy bien en Peirce cuando
da los distintos ejemplos. Por ejemplo, cuando habla de la fotografía, ejemplo que ha sido
fuertemente retomado en el campo de los estudios sobre ese tipo especial de imágenes. Por
ejemplo, Schaeffer trabaja sobre la fotografía y plantea, siguiendo a Peirce, que ella es un
signo icónico-indicial. O sea, es indicial si se considera el modo en que se produce la
imagen; si, en cambio se pone el acento en el resultado obtenido del modo en que se
produce el signo, es icono. Esto lo van a ir comprendiendo poco a poco. Conceptualmente
hoy alcanza con que entiendan que el pensamiento peirciano no es un pensamiento que
efectúe clasificaciones de modo tradicional, sino que analiza, y ese análisis implica advertir
ciertos aspectos de los signos, poner la atención en los distintos aspectos que los
caracterizan. Esto está relacionado con el adjetivo “formal” que se le adjudica a la lógica y
que se vincula con el esfuerzo abstractivo, con el esfuerzo de realizar una abstracción
respecto de los signos y que permite hablar de tipos en relación con ellos.
Reitero la cualidad de “formal” fundamentalmente está relacionada con la operatoria del
análisis que luego se convertirá en síntesis. Ese es el funcionamiento que se da en esa
relación. De análisis y síntesis ustedes tienen cierta idea. Cuando en, por ejemplo, en
Semiótica I, les decían que analizaran tal corpus. ¿Ustedes que hacían?: buscaban
elementos en el corpus, elementos pertenecientes a distintos órdenes y remitían esos
elementos a esos órdenes, los correlacionaban con otros componentes del mismo orden. Eso
es desagregar, frente a un determinado texto, poner la mirada es eso, ir desglosando los
textos para advertir cuáles son sus componentes, lo que constituyen el todo textual. Y luego
de hacer este proceso de desagregación, de ver cómo funcionan esos elementos en los
distintos niveles ―hay un pensamiento estructural que está dominando todo este
proceso―, se realiza la síntesis. Esto es lo que, más o menos, entraña la idea de lo
“Formal”. El pensamiento de Peirce es, básicamente, un pensamiento abstractivo y
constructivo.
Pasamos, ahora, a otra diapositiva.
En esta diapositiva se empieza a hablar de Signo, ya que se empieza a hablar del
representar y en eso nos vamos a detener.
“Representar” (Representación) son términos que están vinculados a una de las categorías,
eso lo vieron en prácticos. Todo el edificio teórico de Peirce, se basa en las categorías; para
él ―aparece esto en Las Cartas a Lady Welby― sólo hay tres categorías. A ellas categorías
él las piensa también de un modo sumamente abstracto y por eso las denomina Primeridad,
Secundidad y Terceridad, trabajando en el nivel de abstracción más alto imposible, porque
no nos dice nada: la primera categoría es la primeridad, la segunda es la secundidad y la
tercera, la terceridad. Entonces, la Primeridad, tiene que ver con el modo –así empiezan
todas las definiciones- de ser de aquello que es tal como es sin que ese elemento se
relacione con ningún otro (esto es muy importante, pues las categorías tienen resonancia
en todo el pensamiento peirciano); se trata de la categoría más simple. La secundidad ya
tiene un grado de complejidad intermedio, y por último la Terceridad es la más compleja.
La secundidad es el modo de hacer de aquello que es en relación con un segundo
elemento. Siempre lo que aparece como segundo implica una relación entre dos
constituyentes; y, por último, tenemos la categoría de la Terceridad, que implica una
relación con un segundo y un tercero, una relación entre tres. Acá es cuando se inserta
el Representar, cuando Peirce da distintos ejemplos acerca de la terceridad el ejemplo que
pone es el de Representar. Las ideas que tienen que ver con la representación son las
correspondientes a los signos. Entonces acá estamos como traspasando un umbral, dejando
atrás algo para engancharnos con un nuevo orden que no corresponde al de las categorías,
(las categorías tienen que ver con el modo de ser de aquello que es, por lo tanto tiene que
ver con lo ontológico). Cuándo hablamos de Representar, y, más específicamente, de signo,
estamos en el territorio de lo semiótico, para Pierce. O sea hay como dos grandes
territorios, el primero es el de lo ontológico y luego tenemos el semiótico. Pero el
Representar se puede observar desde el punto de vista ontológico o se lo puede observar
desde el punto de vista semiótico. Lo que vamos a hacer es verlo desde la perspectiva
semiótica, pero arrastra las cualidades, las características con las cuales piensa Peirce la
primeridad, la segundidad y también la terceridad. Entonces vamos a ver cómo define
Peirce Representar.
Representar: Estar en el lugar de algo, es decir, encontrarse en relación tal con otro, que
para ciertos fines, es tratado por alguna mente como si fuera ese otro.
¿Qué nos muestra esta definición?
Nos muestra en primera instancia esto de estar en lugar del otro. De ahí se parte. Y de esto
de lo que se parte es de una conceptualización tradicional de “representar”. La definición
más clásica de “representar” ponía en juego dos elementos: algo que es lo representado y
algo que es el representante. En líneas generales, lo “representado” puede, o bien estar
presente en el momento que se realiza la representación, o bien estar ausente. Lo más
común, o por mejor decir, lo bueno que tiene la “representación”―que es el acto de
representar―, es que lo Representado puede estar ausente. Dicho de otra manera: por
ejemplo, refiero algo sobre el pizarrón, la silla, algún alumno, la iluminación de la clase; y
todos estos elementos están efectivamente presentes en este lugar al mismo tiempo que yo
los refiero. Pero también puedo utilizar los signos para referirme a diferentes elementos que
no estén presentes; o sea, lo representado puede estar ausente, y así puedo hablar de lo que
hice el año pasado o de cómo es mi casa o que es lo que hay en la calle. Esta posibilidad de
hacer referencia a objetos ausentes es uno de los elementos más interesantes que presenta el
mecanismo de la “representación”.
Pero la definición continúa:
“Encontrarse en relación tal con otro”. Acá aparece el tema de la relación del
Representado con el Representante, y lo importante es lo que viene después, porque está
de alguna manera especificando cómo debe entenderse la relación. Entonces tenemos: “que
para ciertos fines es tratada por alguna mente como si fuera ese otro”. Aquí se
incorpora, de una manera muy lateralizada por así decirlo, un tercer elemento. O sea vemos
con claridad la puesta en juego de dos, la idea de que hay una relación entre dos elementos
y que esa relación se define por los fines –se utiliza el signo para determinados fines-, eso
tiene que ver con la teoría a la cual pertenece Peirce, que es el Pragmatisismo, teoría que
pone el acento en la acción y en el hecho de que los signos sirven para, esto es, tienen una
funcionalidad determinada, le sirven al hombre; cuando dejan de servirle o si no le sirven
hay que desecharlos, esa es la idea que se afirma, la idea de eficiencia, de eficacia; para
Peirce, los signos tienen que ser eficientes. Ustedes van a trabajar seguramente en los
prácticos, la idea de que “los signos hacen eficientes las relaciones ineficientes”. Esta idea
está relacionada con la cuestión de cuáles son los fines y el hecho de que se subraye la idea
de finalidad. ¿Para qué se utilizan estos signos? Para que el hombre pueda actuar mejor,
podríamos decir, para que pueda desempeñarse mejor en la realidad que le ha tocado vivir,
en la sociedad. Lo signos son elementos fundamentales, y tienen ese carácter de
herramienta, digamos, para actuar también sobre la realidad y para descubrir cómo ella está
hecha y para accionar sobre ella para beneficiarnos.
Como les decía, aparece allí, asomando, un tercer elemento, no solo lo “representado” y el
“representante”, sino también un tercer elemento que acá se presenta de una manera
particular, una manera que nos puede llevar a una confusión. ¿Por qué? Porque se habla de
“Alguna mente”. Al respecto, debe tenerse en claro que en la teoría de Peirce no se pone el
acento en el individuo. Entonces eso de “por alguna mente”, en singular, confunde. Si
dijera “por las mentes” o “por algunas mentes”, la cosa adquiriría otra cara, la expresión
sería más adecuada, y lo sería porque estaría de acuerdo con el sistema que él intenta
plantear. Entonces, lo que tiene que quedar claro es que, en realidad, tenemos que
relativizar y pluralizar esta “Alguna mente” ya que no se trata de una teoría que ponga el
acento en lo individual, en el sujeto. Precisamente el tercer elemento que asoma a través de
“Aquella mente”, elemento que pone en juego una constitución tríadica particular –sobre
eso vamos a volver- un signo particular y concreto, el “interpretante”. O sea, para Peirce,
el tercero es siempre el “interpretante”. Primera cuestión: Interpretante no es sinónimo de
“intérprete”. En esta definición, el tercer elemento se presenta bajo la figura del “intérprete”
y no del “interpretante”, porque se habla de “Alguna mente”.
Por ahora sabemos que, cuando se trata del signo, para Peirce hay una puesta en juego de
tres elementos.
Vamos a encontrar varias definiciones de Signo. Centramos la atención en dos de ellas, y
en la de “representar”. Con eso tendremos lo básico para dar cuenta de modo general de la
teoría del signo peirceana.
Veamos la siguiente diapositiva que nos proporciona una de las dos definiciones de signo a
las que recién aludí.
DEFINICIÓN DE SIGNO
“Un Signo o Representamen es un Primero que
está
está en una relació
relación triá
triádica genuina tal con un
Segundo, llamado su Objeto, que es capaz de
determinar un Tercero,
Tercero, llamado su Interpretante,
para que asuma la misma relació
relación triá
triádica con
su Objeto que aquella en la que se encuentra él
mismo respecto del mismo Objeto”
Objeto”.
(C. P. 2.274)
2.274)
¿Qué nos aporta esta definición?
Primera cuestión: ustedes ven que aparecen los términos signo y representamen y todo hace
pensar que presentan equivalencia, que puede considerárselos como sinónimos. En
realidad, hay un pequeño matiz que los diferencia (quiero aclarar que esto simplemente se
los digo para que lo sepan, pero pueden considerarlos como si fueran sinónimos).
Cuando, dentro de la teoría de Peirce, se emplea el término “signo” se está hablando de una
entelequia. ¿Que quiero decir con esto? Que el autor está hablando a un nivel de
abstracción muy alto, que está haciendo una generalización, que no se refiere a ningún
signo en particular; sino, por el contrario, que habla de todos los signos, en general.
Cuando, en cambio, utiliza “representamen”, no estamos en presencia de un primero
entendido de manera general, sino de un primero determinado, en el sentido de que es un
primero concreto, particular. Esto quiere decir que es algo que posee materialidad, es algo
que puede percibirse por los sentidos: el representamen es algo que puede percibirse por
los sentidos y por eso puede entrar en una relación ternaria con otros dos elementos
que forman al signo.
Otra cosa que podemos decir en relación con la definición que estamos considerando es que
el Representamen aparecerá como un primero de la relación tríadica genuina. El “objeto”
siempre es un segundo.
Esto de primero, segundo y tercero está relacionado con las categorías. Hace un momento
decía que el representamen es algo que se percibe por los sentidos. Y esto quiere decir que
presenta cualidades, propiedades. Esto después lo vamos a ampliar, pero está la idea de que
―se acuerdan ustedes― la primeridad tiene que ver con cualidades o sentimientos, que no
están presentes en objetos concretos. La cualidad del “rojo”, por ejemplo, si la vemos
encarnada en una manzana, nos enfrenta a un existente, o sea a una segundidad.
Les digo esto para que vean cómo la noción de signo está gobernada, por así decirlo, por las
categorías de Primeridad, segundidad y terceridad, y por qué siempre el representamen es
un primero (porque, a excepción del símbolo, presenta o manifiesta características que
pueden ser percibidas a través de los sentidos).
Prosigamos con la definición. El segundo siempre es el objeto. Después vamos a ver que
hay varios tipos de objeto. Este objeto en el cual se está pensando cada vez que se habla de
signo, es lo que se denomina “objeto dinámico”, noción que voy adelantando para, en otra
clase, desarrollar ampliamente. El tercero es el “interpretante”. Y por serlo, es una
terceridad, o sea, es otro signo. Entonces, todo signo es una terceridad, es representación.
Como el Interpretante es un tercero, es un signo.
¿Qué nos queda para resaltar en esta definición? Lo de la Relación Triádica genuina.
Estamos en presencia de una condición imprescindible para que podamos hablar de signo
en la teoría peirceana: que se dé una relación entre tres elementos. A esta relación ternaria,
él la va a llamar “Relación tríadica genuina”. Si, en el caso de la teoría de Peirce, falta el
tercer elemento, si de alguna forma nos enfrentamos a una relación binaria, él va a decir
que estamos en presencia de un signo degenerado, esto es, de una simplificación de una
relación ternaria genuina. Cuando Peirce hace una de las clasificaciones de los signos y
trabaja la segunda tricotomía (Icono-índice-símbolo) ―por ahora simplemente establezco
la conexión que hay entre la segunda tricotomía y lo que estamos viendo―, cuando se
refiere al índice, dice: “El índice puede tener Interpretante o no tenerlo”. Entonces un
ejemplo de signo degenerado ―de un signo que puede no tener interpretante―, es el
índice, tenemos una relación entre dos elementos, el signo o representamen y el objeto,
falta el tercero. Entonces, ¿Qué es lo que sacamos como conclusión? Que para Peirce hay
signos que no reúnen las condiciones necesarias como para ser signos en el sentido estricto
del término, esto es, no constituyen una relación triádica genuina, y no obstante siguen
existiendo bajo la categoría de Signos degenerados. Cuando Peirce dice degenerados es que
la relación es diádica, que falta el último elemento, el Interpretante.
Alumno: ¿Si falta deja de ser signo?
En el caso de los símbolos, sí. En el de los índices, no. Ahora vamos a poner algunos
ejemplos para que vean esto.
Antes de proseguir, quiero hacer una aclaración: habrán observado que digo “categoría” a
cada rato. Utilizo el término, no en el sentido pierceano, sino en sentido general. Si, por
ejemplo, en el parcial domiciliario van a usar el concepto así, ponen una nota al pie y dicen
algo así como “no empleamos aquí la noción Peirceana de categoría, sino la usamos en un
sentido amplio”.
Volvemos a la definición peirciana de signo. Cuando habla de los signos genuinos, pone un
ejemplo. Esto para ilustrar lo que es un signo degenerado y lo que es un signo con todas las
de la ley, por así decirlo. Es un ejemplo, no de signo sino de cómo son los signos en un
caso y en otro. Entonces, él imagina una escena en donde hay un elemento (una lapicera,
por ejemplo) y una persona que es la propietaria de la lapicera, la que tiene en su poder la
lapicera. Pensemos en cualquiera de ustedes que empieza a guardar todo en la mochila, se
pone el saco, y deja, porque se olvida o por lo que fuere, una lapicera en el escritorio.
Luego pasa por allí otra persona y toma la lapicera que ustedes dejaron. Ahí hay dos
relaciones duales. En primera instancia, hay una persona que tiene la lapicera, y, en
segunda instancia, otra persona que tiene la misma lapicera. Lo que se quiere marcar con el
ejemplo es que se dan dos relaciones duales; la relación es entre una lapicera y una persona,
primero, y luego, la relación entre una lapicera y otra persona.
Si estuviéramos frente a una relación tríadica genuina, se daría una relación entre una
persona (la “dueña” de la lapicera), la que le entrega a la otra, como una suerte de donación,
la lapicera, indicándole si se la regala, si se la presta, etc. Entonces, ahí está legitimando el
hecho de que la otra persona entable relación con la lapicera. Entonces, el Interpretante es
ese elemento que establece la relación existente entre el representamen y lo representado
(para el caso, la segunda persona y la lapicera). Si no se da ese elemento no hay una
relación tríadica genuina, hay una relación entre dos elementos. Como digo, Peirce, no está
poniendo el ejemplo de un signo en particular sino que está operando por analogía: una
persona que se relaciona con un elemento, así como el representamen se relaciona con el
objeto, pero sin que se indique el modo en que se relaciona el uno con el otro. Reitero,
Peirce, cuando, en la segunda tricotomía, habla del símbolo, para diferenciarlo de manera
fuerte con el índice, dice: No puede ser signo sino tiene Interpretante. O sea, el símbolo
tiene que tener Interpretante sí o sí. ¿Por qué el símbolo tiene que tener Interpretante y el
índice no? Porque la relación es por convención, por ley. Entonces, si no está establecida
con claridad esa relación, el representamen no puede funcionar como tal respecto del
objeto. Es decir, tenemos al representamen “Mesa”, tenemos el objeto “Mesa, tiene que
existir entonces el Interpretante que indique qué relación hay entre uno y otro, porque si no
¿cómo vincularíamos la palabra mesa con la mesa?; esto es, el símbolo exige la
explicitación de la convención que me diga que en esta lengua tal palabra va a representar a
tal objeto y no a tal otro o a ninguno. Entonces, tratándose de símbolos donde lo que
importa es la ley, la convención, necesariamente tiene que estar presente el Interpretante.
En un índice, pongamos como ejemplo del índice, a los síntomas de las enfermedades.
Nosotros podemos saber que esto es un síntoma: “Me duele tal cosa o tal lugar del cuerpo”,
pero no de qué enfermedad se trata, cuál es la causa del síntoma. Entonces, en el índice se
da una relación de causa-efecto, metonímica. El síntoma de la enfermedad es simplemente
un efecto de aquello que lo causa: el objeto es la causa, la enfermedad. Los médicos se
pueden encontrar (así ha sucedido a lo largo del tiempo), con síntomas, que saben que están
relacionados con aquello que los motiva, pero – y allí viene esta cuestión del Interpretantehasta tanto no adviertan cual es la relación que se establece, o sea, cual es el objeto al cual
el síntoma está remitiendo, pueden decir “Y si, este es síntoma de una enfermedad”. En tal
caso, falta el interpretante; pero en algún momento va a aparecer el Interpretante que dé
cuenta de la relación que hay entre el signo y aquello a lo cual está remitiendo, en este caso,
la enfermedad que causa el síntoma. Sabemos que es un signo de enfermedad, indicio de
que el cuerpo está enfermo, que algo le pasa, pero no se sabe de qué es indicio; esto no le
impide que esté operando como signo, aunque no sea una relación triádica genuina; lo
estaría si se descubriera cuál es la conexión entre el representamen y aquello que lo causa.
Y eso nos remite al Interpretante. El Interpretante está conectando al primero con el
segundo. El “interpretante” es el elemento que permite establecer esa conexión y es siempre
un acuerdo entre mentes, siempre implica la idea de acuerdo para un conjunto de mentes.
(Alumna plantea que no ha entendido bien el ejemplo)
Lo que quiero aclarar es lo siguiente. Lo que plantee se relaciona no antes de que se diga
“esto es varicela”, sino antes de que se descubra la varicela, ¿se entiende? Es para la
comunidad de mentes, no es que para nosotros sea un signo, el signo opera igual, sepamos
o no sepamos el “interpretante” que le corresponde, la enfermedad específica.
Bueno, veamos la otra definición de Signo seleccionada. Ésta es la más conocida de las
definiciones de signo, y lo es porque es la más amplia.
OTRA DEFINICIÓN DE SIGNO
“Un signo o representamen es algo que
representa algo para alguien en algú
algún aspecto o
cará
carácter. Se dirige a alguien, es decir, crea en la
mente de esa persona un signo equivalente o, c
quizá
quizás aú
aún, má
más desarrollado. A este signo
creado, yo lo llamo elcInterpretante del primer
signo. El signo está
está en lugar de algo, su Objeto.
Representa este Objeto no en todos sus
aspectos, pero con referencia a una idea que he
llamado a veces del Fundamento del
representamen”
representamen”.
(C. P. 2.228)
De esta definición rescatamos el hecho de que el signo es “algo que representa algo para
alguien, en algún aspecto o carácter. Esta primera frase procede de la más honda
tradición. Siempre se pensó al signo como algo que representaba otra cosa y siempre que lo
hacía no en su totalidad. Dicho de otra manera, el signo no presentaba todas las cualidades
o propiedades del objeto, sino solamente algunas. Si las presentara a todas, el signo se
confundiría con el elemento al que representa. Serían lo mismo. Hacemos una nota al pie de
página. Habrán leído el texto de Peirce y habrán visto que hace como una suerte de
paréntesis con respecto a esta cuestión. Dice que a veces, se dan excepciones, que, en
ciertas ocasiones, hay identidad entre el signo y el objeto al que él representa, y esto ocurre
porque es el propio objeto el que asume el lugar de representamen, él se representa a sí
mismo. En tal caso, están todas las cualidades del objeto presentes en aquello que lo
representa. Como ejemplo, Peirce habla de una representación teatral, en la que un actor va
a representar a un rey histórico, o sea, a un rey que efectivamente existió. Y, en un
determinado momento de la obra, el personaje que interpreta al rey, utiliza la corona que el
rey histórico efectivamente usó. Lo que se da aquí es que el actor usa en vez de una corona
de utilería, la corona que realmente utilizó el rey. Entonces, ¿qué está representando la
corona del rey? La corona del rey. No es una corona hecha para representar la auténtica
corona, es la corona verdadera. Ella, por lo tanto, se representa a sí misma. Entonces, hay
algunos casos en los que el propio objeto puede funcionar como representante de él.
Para dar una idea rápida de que el signo representa al objeto solo en algunas de sus
cualidades, en algunas de sus características, podemos dar el ejemplo del representante
artístico. Éste puede representar, puede ocupar el lugar que ocupa el representado, en
relación con determinadas funciones. Para ciertas cosas puede funcionar como el artista, el
representado, pero no para subirse al escenario, agarrar la guitarra, cantar, tocar el piano o
representar a Hamlet, ¿se entiende? O sea para algunas cosas puede funcionar como él, para
otras no.
Esto es entender de una determinada manera a la cuestión. Pero podemos entrar al tema de
una manera diferente, una manera que nos va a permitir sintonizar con la teoría peirciana de
manera más adecuada y recordar algunas cosas que ustedes están viendo en prácticos, y que
nos permitirá tener una idea más global del pensamiento peirciano.
Habíamos hablado del “objeto”, del segundo, y habíamos dicho que ese objeto era el
dinámico. Podemos pensar al objeto dinámico como un elemento que está compuesto por x
cantidad de cualidades. La teoría de Peirce nos va a decir ―esto está relacionado con la
cuestión del conocimiento o del saber al que puede aspirar el hombre (Saber relativo, no
absoluto) ― que el hombre va a poder conocer x cantidad de propiedades o cualidades, esto
implica que, por definición, siempre va a haber algunas cualidades que nunca sean
conocidas. Por lo tanto nunca van a ser representadas. Forman parte del objeto pero nunca
serán representadas precisamente porque el hombre no las conoce. Si las llegara a conocer
tendría, respecto de ellas, un “interpretante”. Entonces, lo primero que podemos decir es
que, por un lado, es el propio funcionamiento de la representación el que hace que no sean
convocados todos los aspectos que constituyen al objeto; y esto quiere decir que otra
representación puede dar cuenta de esas cualidades que no fueron convocadas en una
representación X. Vamos a tomar el ejemplo de la manzana. Si hacemos en el pizarrón un
dibujo de ella, en esa representación del objeto aparecen algunas de las propiedades del
objeto, aquellas convocadas en la representación: el color y la forma. Pero el sabor no
aparece, el tamaño específico de la manzana tampoco, el aroma de la manzana tampoco.
Otra representación no va a presentar las cualidades de la forma y el color: tal el caso del
juego en que, por ejemplo, se le tapa los ojos a alguien y se de a comer un trocito de una
manzana, para que diga de qué fruta se trata. ¿Cuál es la cualidad que está funcionando
como seleccionada para operar como representamen? El sabor que tiene la manzana,
cualidad que percibimos a través del sentido del gusto.
Entonces, esto de que el signo representa parcialmente al objeto, tiene, algo así como dos
facetas: una, que tiene que ver con esto que desarrollé más ampliamente recién, pero que
estaba presente también en el ejemplo de representante artístico, o sea, no pueden estar
convocadas todas las propiedades del objeto, en el representamen; pero por otro lado, esto
es imposible porque el hombre está destinado a conocer sólo parcialmente a los objetos. De
ahí que algunas cualidades del objeto no van a ser tomadas en ninguna representación.
Otras lo serán en el futuro, hasta el momento no, porque no se conocen.
Alumno: En una palabra, ¿qué aspectos no participan en la representación?
Depende de la representación de que se trate.
Alumno: de la palabra “mesa.
Para seguir con el modo en que plantearía el tema Peirce, si alguien dice la palabra “mesa”
crea en la mente de una persona un signo equivalente; entonces, como conocemos el
“interpretante” de mesa en castellano”, nos enfrentaríamos a las cualidades generales y no
las individuales que poseería una mesa en particular, o sea, aquellas cualidades que
permiten diferenciar una mesa de un banquito o de otra cosa que no sea la mesa.
En referencia al tema que estamos tratando nos falta definir lo que significa el sintagma
“fundamento del representamen”.
“Fundamento del representamen” es un concepto que Peirce construye para dar cuenta de lo
que ya sabían todos. ¿Qué es lo que sabían todos? Que un signo no representa a lo
representado en su totalidad, sino siempre en algún/os aspecto/s o característica/s.
Entonces, lo que hace Peirce es inventar un sintagma que explica eso que se sabía desde
siempre. El sintagma remite a la base a partir de la cual se realiza toda representación; y la
base son las cualidades que se van a tomar en cuenta, que van a aparecer en el signo o
representamen.
Cuando tengo que explicar esto utilizo una especie de metáfora; pienso a la expresión
“fundamento del representamen” como si se tratara de un aparato lumínico. Tenemos el
objeto, le aplicamos el dispositivo lumínico y éste nos permite iluminar algunas “partes”
del objeto, algunos de los elementos que lo constituyen, al tiempo que deja en la sombra
otros. Los elementos que se iluminan son los que son capturadas para/ en la representación,
son los que entran en ella; los otros permanecen en el objeto, no son iluminados, no son
considerados.
Alumno: ¿Qué pasa con las cualidades en un concepto?
Estamos poniendo como ejemplos, signos que remiten a objetos concretos. Para Peirce, un
concepto es también un objeto. Tomemos el ejemplo de “signo”. Las cualidades que
presenta tienen que ver con el modo en que se lo ha definido a lo largo de los siglos. Hay
varias definiciones de signo. Y esas diferentes maneras configuran al objeto “signo”.
Proseguimos con la definición. Ésta dice: “Se dirige a alguien, es decir, crea en la mente
de esa persona un signo equivalente o quizás más desarrollado. Este signo creado yo lo
llamo el Interpretante del primer signo”.
¿Qué nos importa de este fragmento de la definición? El hecho de que el Interpretante es
otro signo, que no se trata de una persona, que no es un intérprete.
Aquí aparece algo que es fundamental: esta definición presenta lo que en matemáticas se
conoce como recursividad: dada una definición, como es este caso, se llega a un punto en
ella en la cual, uno tiene que retroceder al punto inicial.
¿Qué define la definición? El concepto de signo. Ahora bien, cuando llegamos al momento
de definir el tercer elemento, o sea, el interpretante, la definición nos dice que se trata de
otro signo. Por lo tanto, si es otro signo va a tener otro objeto y va a tener otro interpretante,
y así al infinito. Acá aparece la idea de la semiosis, como proceso infinito, ilimitado. ¿Se
entiende? Y esto a partir de que el interpretante es otro signo.
Pero además de la idea de proceso ternario infinito, está la idea de que ese signo, que es el
interpretante, puede ser equivalente o puede ser más desarrollado que el primero.
Esto también es muy importante. Si el interpretante fuera sólo equivalente al primer signo,
el modelo peirciano sería un modelo circular; se estaría repitiendo la misma semiosis; se
trataría de un proceso ilimitado, pero reiterativo, que generaría un círculo vicioso. Pero el
modelo peirciano no plantea esto, porque el interpretante puede ser también un signo más
desarrollado que el “primero”.
Esto de más desarrollado tiene que ver con que los signos, para Peirce, nacen, crecen y se
desarrollan. Cuando Peirce habla de que los signos crecen y se desarrollan piensa sobre
todo en los símbolos. La idea de la semiosis que se va ampliando, aumentando a lo largo
del tiempo está vinculada con dos cosas: por un lado, con las adquisiciones de
conocimiento. Cuando un nuevo conocimiento se anexa a los existentes, entonces, se
ensancha la semiosis, cosa que sucede porque entra a jugar un nuevo interpretante. Esto
puede implicar la ampliación del objeto, es decir, cuando, a través de la investigación, se
produce el descubrimiento de una propiedad de un objeto, eso se hace siempre a través de
un nuevo Interpretante. Cuando se amplía la semiosis, suele “ampliarse” el objeto. Pongo
comillas a la palabra ampliarse, porque la propiedad descubierta “estaba” ya en el objeto,
pero, antes de que la descubriera, para el hombre no existía.
Esto por un lado. Por otro, la ampliación de la semiosis puede producirse gracias a que se
suma un significado nuevo. Esto está ligado ya no con el descubrimiento de una propiedad,
sino con el agregado de un sentido a los que un objeto tenía para una comunidad, o sea,
tiene que ver con algo que corresponde al orden de lo cultural. Para dar cuenta de este tipo
de ampliación de la semiosis, también nos sirve el ejemplo de la manzana.
Respecto de ella, puede darse que se descubra una nueva propiedad que hasta ahora no
conocíamos. Así tendríamos un nuevo interpretante, el que vendría a ensanchar el
conocimiento del objeto.
Pero también el signo más desarrollado tiene que ver con un sentido que se otorgó a la
manzana a partir de un error. En la traducción del Génesis, “la caída en el pecado del
hombre” aparece relacionada con la presencia de una manzana. En el texto original se dice
que Eva tentó a Adán con el fruto del árbol del mal. La expresión fruto del árbol era
metafórica, pero mal se decía igual que manzana, entonces, el traductor tradujo
literalmente, y el “el árbol del mal” se convirtió en “el árbol de la manzana”. Quedó así,
relacionada culturalmente –en la tradición judeocristiana- la manzana con las ideas de
tentación y de pecado.
Continuamos la próxima clase.
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