Ante el desafío de la globalización al constitucionalismo

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Ante el desafío de la globalización al
constitucionalismo contemporáneo
Una respuesta desde el proyecto emancipador de los
Derechos Humanos
Silvana Sánchez Pinto*
Ecuador
“No hay una Constitución tan buena y sólida como aquella capaz de alcanzar el corazón de
los ciudadanos”.[1]
Rousseau
Introducción
En este ensayo pretendo hacer un aporte para la necesaria construcción de un proceso de
apropiación por parte de la sociedad civil de los contenidos y principios constitucionales
que evite que el cambio operado en el paradigma constitucional se quede en el nivel que la
autora Alda Facio, cuando analiza los componentes del Derecho, denomina “componente
formal normativo.”[2]
Propongo la importancia de contar con los aportes culturales para hacer realidad la
vigencia de la normativa constitucional, ya que éstos brindan sentidos, significados y
valores para la aplicación de los principios de interpretación constitucional y para la
formulación de los juicios de ponderación, de la manera que más respete y garantice la
vigencia de derechos humanos, y así se permitirá “reducir la desviación existente entre [las
normas] y la realidad social.”[3]
Para lograr la apropiación social de la Constitución considero trascendental que el Estado
reconozca y garantice los derechos a la educación, al acceso a la información, a la
organización y a la participación social, a fin de posibilitar que cada persona, grupo,
comunidad, pueblo y la sociedad entera puedan conocer los contenidos constitucionales y
construir una cultura jurídica que permita que el paradigma del constitucionalismo
contemporáneo sea puesto en la práctica, también desde la sociedad. Cuando el Estado
reconozca y garantice estos derechos se dará “la rehabilitación del Estado al servicio del
constitucionalismo social y democrático.”[4]
El paradigma constitucional contemporáneo
Gerardo Pisarello define al paradigma constitucional como “el sistema de vínculos y
controles a los poderes públicos y privados en beneficio de los derechos de las
personas.”[5]
Solo un Estado que cumpla formal y materialmente con los postulados del paradigma; es
decir, que asegure constituir este sistema de “vínculos y controles a los poderes públicos y
privados” y que tenga como objetivo el respeto y garantía de los derechos de las personas
podrá ser y ser percibido como “un constitucionalismo garantista.”[6]
Cuando cada persona, grupo, comunidad, pueblo y la sociedad toda pueda comprobar que
el Estado es el primer garante del paradigma; entonces, también se comprometerán a
contribuir, desde cada uno de sus espacios de acción, en la consolidación del paradigma.
Además, es imprescindible para el proceso de apropiación de la normativa constitucional
que, como señala Pedro De Vega García, las personas y los pueblos vean reflejados sus
“propios valores, principios y objetivos en las normas;” así, “se abre el camino para que la
confrontación entre normatividad jurídica y realidad política pueda empezar a resolverse.”[7]
A la par, para la apropiación social será imprescindible que todas las personas y los
pueblos se vean integrados al proceso de interpretación constitucional, si “la interpretación
se convierte en el proceso público en el que se expresan y realizan los deseos y exigencias
de la sociedad pluralista […] intérpretes de la Constitución, en cuanto partícipes posibles
de ese proceso público, pueden y deben serlo todos, desde el Tribunal Constitucional,
hasta el último ciudadano del Estado.” [8]
En el caso ecuatoriano se ha avanzado en un proceso participativo, con todas sus
limitaciones, para la redacción de la nueva Constitución a fin de reflejar de mejor manera
tales principios y valores propios; y, al mismo tiempo, se ha avanzado en actualizar la
Constitución al nivel del paradigma constitucional contemporáneo, a fin de contar con una
Constitución situada en el tiempo y en el espacio, como lo señala Gurutz Jáuregui: “toda
Constitución es Constitución en el tiempo, la realidad social […] está sometida al cambio
histórico […] por ello la Constitución […] debe estar atenta al devenir de los
acontecimientos, deben cobrar conciencia del significado de los nuevos problemas para los
derechos fundamentales y para los órganos estatales.”[9] Sin embargo, hace falta avanzar
en el proceso de apropiación social para la aplicación e interpretación constitucional.
Estos avances de nuestro constitucionalismo tratan de llenar la “necesidad de establecer
un suelo jurídico básico para nuestra vida en común.”[10]
Desafíos al paradigma constitucional
El paradigma constitucional enfrenta desafíos de carácter interno y externo; los desafíos
internos son que el propio Estado no garantice constituir el sistema de control a los
poderes públicos y privados; y que no tenga como fin último la garantía de los derechos de
las personas. Y el desafío que se presenta cuando la sociedad no se compromete en la
consolidación del paradigma.
A nivel externo, Pisarello advierte sobre el desafío que la globalización plantea para el
paradigma constitucional.[11] El autor señala que la globalización “es una ideología que
pretende legitimar ex post la expansión y hegemonía militar, cultural y económica de las
potencias y de macropoderes vinculadas a ellas.”[12]
El desafío planteado por la globalización al paradigma constitucional es que ha restringido
los espacios políticos dentro de los Estados nacionales, y “ha cargado de opacidad el
funcionamiento de las sociedades actuales, de suerte que los gobiernos han reasignado
buena parte de su autoridad a unas élites que operan de forma casi invisible.”[13]
De Vega García señala al respecto que “[la realidad social] ya no es el más
importante problema; sino que, a consecuencia de mundialización económica, […] los
poderes políticos reales que la Constitución debía controlar se convierten en poderes
ocultos.[14] Este autor igualmente advierte que la globalización produce una aniquilación
de la política […] en la órbita del Estado y en la llamada sociedad civil […]. Cuando el
Estado muestra su limitación e impotencia hasta el punto de no poder garantizar los más
elementales derechos […] y cuando la política como espacio de libertad y reino de las
alternativas se somete a la disciplina del pensamiento único que marca la lógica del
crecimiento […].[15]
Se produce una paradoja como señala De Vega señala “cuando las Constituciones dejan
de ser un mero conjunto de principios orientadores de la vida pública […] y se convierten
en un verdadero sistema de preceptos con fuerza jurídica vinculante […] sea justamente
cuando nos convirtamos […] en testigos […] de la impotencia generalizada del Estado.”[16]
La globalización potencia las características negativas de la cultura jurídica, cuando
propicia la restricción de la participación democrática; propicia el desconocimiento de los
derechos; asegura la consolidación de una elite concentradora de poder; fomenta la
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fragmentación y polarización social, promueve la ausencia de transparencia en la actuación
estatal; y exacerba el racismo, la discriminación y la exclusión dentro de la sociedad.
En cuanto a la restricción de la participación democrática, Pisarello establece que ésta se
da “en beneficio de un […] decisionismo tecnocrático, […] que sepulta los […] principios de
publicidad bajo el imperio de la opacidad y el secreto;” por lo que “amplios contingentes
sociales resultan constreñidos en sus derechos más básicos por normas que directamente
ignoran.”[17]
Proyectos alternativos frente a los desafíos de la globalización
Frente a este panorama de desafíos internos y externos para el paradigma constitucional
contemporáneo es necesario fortalecer las características positivas de la cultura jurídica
como la ampliación de la participación democrática; la información, educación y
capacitación en derechos; el fortalecimiento del tejido social; la transparencia y rendición
de cuentas por parte del Estado; y, los procesos sociales y culturales; que, a través de
mecanismos de participación que promueven procesos de exigibilidad de derechos, luchan
por terminar con el racismo, la discriminación y la exclusión.
El objetivo primordial de los proyectos alternativos a los desafíos de la globalización es
evitar que “el sistema de poderes efectivos […] actuando en el mercado mundial, se
[transforme] a pasos agigantados en la auténtica Constitución material de todos los
Estados.”[18]
El proyecto emancipador de los derechos humanos
Los caminos para fortalecer las características positivas de la cultura jurídica pasan
necesariamente por construir, como señala Pisarello, citando a De Sousa Santos, un
proyecto emancipador de derechos humanos.[19] Para ello, el diálogo intercultural es
indispensable “para que las identidades […] culturales no vinieran impuestas sobre bases
organicistas o primordialistas, sino a partir de una permanente circulación, definición y
redefinición de acuerdos colectivos y de argumentos en donde se respete el derecho a la
disidencia, dentro de las comunidades […].”[20]
Igualmente, es indispensable para la construcción del proyecto emancipador de derechos
humanos, la aplicación de “la hermenéutica diatópica” que son principios de interpretación
“basados en que los topoi de una cultura son tan incompletos como la cultura en que se
producen. Esa incompletud es sólo percibible desde otra cultura, el objetivo es que cada
cultura tome conciencia de la incompletad recíproca, participando en el diálogo con un pie
en cada cultura.”[21]
El proyecto emancipador de los derechos humanos, que fortalece las características
positivas de la cultura jurídica, que permiten finalmente la consolidación del paradigma
constitucional, no puede concretarse sin el respeto y la garantía irrestrictos al derecho a la
participación social en procesos de exigibilidad de derechos, que sería como señala
Pisarello, el respeto “al principio democrático que garantiza espacios públicos no estatales
y ámbitos ciudadanos de poder social directo.”[22]
Expresiones de la participación social en procesos de exigibilidad de derechos
Pisarello encuentra que “la propia mundialización ha generalizado […] señas de una
racionalidad integradora;”[23] que, precisamente, son expresiones de la participación social,
expresiones del principio democrático:
1. El surgimiento de los movimientos contra hegemónicos dispuestos a oponer a la
mundialización de mercancías construida desde arriba, de forma excluyente, una
mundialización de derechos construida desde abajo, con vocación inclusiva.
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2. La irrupción en las opiniones públicas de ámbito nacional de problemas continentales o
incluso planetarios,” ejemplifica el caso de cumbres sobre ecología (Río de Janeiro)
derechos de las mujeres (Beijing), señalando que “pueden constituirse en factores de
presión sobre partidos políticos y gobiernos, mediante la tematización de los problemas
más importantes.
3. La multiplicación de las organizaciones no gubernamentales, algunas de ellas vinculadas
a dichos movimientos y empeñadas en construir el tercer sector o sector público voluntario
alrededor de servicios sociales o culturales o de prácticas de solidaridad […] pueden
construir un importante punto de apoyo para un proceso de fortalecimiento y profundización
de las dimensiones locales, regionales e internacionales de una democracia constitucional.
Conclusiones
Una vez que se ha logrado la consagración formal del paradigma constitucional en nuestra
Constitución es necesario plantearse los retos para lograr que el paradigma se concrete en
una realidad para la vida de las personas y de los pueblos, a través del cumplimiento de las
responsabilidades estatales pero también a través de un proceso de apropiación de la
sociedad de la misma Constitución.
Frente al desafío que plantea la globalización al paradigma constitucional contemporáneo
es importante trabajar para que no se concrete la paradoja evidenciada por Pedro de Vega
respecto de que precisamente cuando se ha logrado la concreción formal del paradigma el
Estado y la sociedad se queden impotentes para lograr sus objetivos.
El trabajo desde la sociedad civil debe consistir en potenciar y fortalecer, a través del
diálogo intercultural, las características positivas de la cultura jurídica como el buscar
espacios de ampliación de la participación democrática; la demanda de acceso a la
información, a la educación y a la capacitación en derechos; el fortalecimiento del tejido
social; exigir transparencia y rendición de cuentas por parte del Estado; y, continuar con los
procesos sociales y culturales que promueven procesos de exigibilidad de derechos a fin
de hacerlos realidad en un marco de no discriminación.
Para concluir, empleo la frase de Pisarello, referida únicamente al territorio de un Estado,
para señalar que “la construcción del constitucionalismo democrático comporta la
eliminación de privilegios y la minimización de poderes en beneficio de los derechos de
todos los habitantes, su puesta en marcha, no sería posible sin luchas, conflicto e
importantes niveles de movilización social. El reconocimiento de derechos no ha sido
nunca el producto de pacíficas y gratuitas concesiones.”[24]
Y comparto finalmente un verso de Holderlin, quien dijera “donde abunda el peligro crece lo
que salva:”
El fuego mismo de los dioses día y noche nos empuja a seguir adelante.
¡Ven! Miremos los espacios abiertos, busquemos lo que nos pertenece,
por lejano que esté.[25]
Bibliografía
De Sousa Santos, Boaventura, De la mano de Alicia, Lo social y lo político en la
posmodernidad, Bogotá, Universidad de los Andes, Facultad de Derecho, Ediciones
Uniandes, Siglo del Hombre Editores.
De Vega García, Pedro, Mundialización y derecho constitucional: la crisis del principio
4
democrático en el Constitucionalismo actual, en Miguel Carbonell, Estado constitucional y
globalización, México, Editorial Porrúa, 2003.
Facio, Alda, Metodología para el análisis de género del fenómeno legal, en Alda Facio y
Lorena Fries, Género y Derecho, Santiago, American University, Ediciones La Morada,
1999.
Jáuregui, Gurutz, Estado, soberanía y constitución: algunos retos del derecho
constitucional ante el siglo XXI, en Miguel Carbonell, Teoría de la Constitución, ensayos
escogidos, México, Editorial Porrúa, 2002.
Peña Freire, Antonio, La garantía en el Estado constitucional de derecho, Madrid, Editorial
Trotta, 1997.
Pisarello, Gerardo, Globalización, Constitucionalismo y derechos: las vías del
cosmopolitismo jurídico, en Miguel Carbonell, Estado constitucional y globalización,
México, Editorial Porrúa, 2003.
Sábato, Ernesto, Antes del Fin, Barcelona, Seix Barral Biblioteca Breve, 1999.
* Silvana Sánchez Pinto, Doctora en Jurisprudencia, Pontificia Universidad Católica del
Ecuador; Especialista Superior en Derechos Humanos, y Especialista Superior en Derecho
Administrativo, Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. Tiene una amplia
experiencia en la promoción y defensa de derechos humanos y derechos de las mujeres.
[1] Jean Jacques Rousseau, Consideraciones del gobierno sobre Polonia, en Gerardo
Pisarello,“Globalización, Constitucionalismo y derechos: las vías del cosmopolitismo
jurídico”, en Miguel Carbonell, Estado constitucional y globalización, México, Editorial
Porrúa, 2003, p. 267.
[2] Alda Facio, “Metodología para el análisis de género del fenómeno legal”, en Alda Facio y
Lorena Fries, Género y Derecho, Santiago, American University, Ediciones La Morada,
1999, p. 108. Los otros componentes del derecho como fenómeno legal son el componente
estructural: contenido que le dan las cortes; y el componente político-cultural: contenido
que las personas le van dando a la normativa.
[3] Antonio Peña Freire, La garantía en el Estado constitucional de derecho, Madrid,
Editorial Trotta, 1997, p. 259.
[4] Gerardo Pisarello, “Globalización, Constitucionalismo y derechos: las vías del
cosmopolitismo jurídico”, en Miguel Carbonell, Estado constitucional y globalización,
México, Editorial Porrúa, 2003, p. 249
[5] Gerardo Pisarello, “Globalización, Constitucionalismo…”, op.cit., p. 239.
[6] Íbíd., p. 252.
[7] Pedro De Vega, “Mundialización y derecho constitucional: la crisis del principio
democrático en el Constitucionalismo actual”, en Miguel Carbonell, Estado constitucional y
globalización, México, Editorial Porrúa, 2003, p. 190.
[8] Haberle, en Pedro De Vega, “Mundialización …”, op.cit., p. 212.
[9] Gurutz Jáuregui, Estado, soberanía y constitución: algunos retos del derecho
constitucional ante el siglo XXI, en Miguel Carbonell, Teoría de la Constitución, ensayos
escogidos, México, Editorial Porrúa, 2002, p. 412.
[10] Ibíd.., p. 413.
[11] Gerardo Pisarello, “Globalización, Constitucionalismo…”, op.cit., p. 239.
[12] Ibíd., p. 241.
[13] Ibíd., p. 246.
[14] Pedro De Vega, “Mundialización y derecho…”, op. cit., p. 191.
[15] Ibíd., p. 168 y 169.
[16] Ibíd., p. 185.
[17] Gerardo Pisarello, “Globalización, Constitucionalismo…”, op. cit., p. 247 y 248.
[18] Pedro De Vega, “Mundialización y derecho…”, op. cit., p. 191.
5
Gerardo Pisarello, “Globalización, Constitucionalismo…”, op. cit., p.255.
Ibíd., p. 255.
[21] Boaventura de Sousa Santos, De la mano de Alicia, Lo social y lo político en la
posmodernidad, Bogotá, Universidad de los Andes-Facultad de Derecho / Ediciones
Uniandes / Siglo del Hombre Editores, p. 357.
[22] Gerardo Pisarello, “Globalización, Constitucionalismo…”, op. cit., p. 250.
[23] Ibíd., p. 264 a 266.
[24] Ibíd., p. 267.
[25] Holderlin, en Ernesto Sábato, Antes del Fin, Barcelona, Seix Barral Biblioteca Breve,
1999, p. 180, 181.
[19]
[20]
Programa Andino de Derechos Humanos, PADH
Toledo N22-80, Edif. Mariscal Sucre, piso 2
Apartado Postal: 17-12-569 • Quito, Ecuador
Teléfono: (593 2) 322 7718 • Fax: (593 2) 322 8426
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