No. 2 página 32-36 1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje. Durante mucho tiempo del oficio de profesor se ha asociado con el curso magistral acompañado de ejercicios, por esta razón se insiste en que las situaciones de aprendizaje no añaden nada nuevo a la visión clásica del oficio de profesor. Los profesores hoy en día no se consideran espontáneamente como diseñadores y animadores de situaciones de aprendizaje. Cuando se da una clase, cada alumno vive el curso en función a sus ganas y disponibilidad, lo que entiende, según su capacidad de concentración, interés, lo relacionado con otros intereses o su imaginación. El sistema educativo se construye por arriba. Por esta razón se pueden emplear las competencias para secundaria y primaria. Cuando se da la clase a un número grande de alumnos se utilizan medios disciplinarios clásicos, donde todos los alumnos escuchan con atención y participan activamente, en apariencia, en las tareas asignadas. Saint-Onge (1996): Yo enseño, ellos aprenden. Bordieu (1996) menciona que sólo aprenden los que disponen de medios culturales para sacar provecho a una enseñanza que se dirige a todos. Ha sido necesario un siglo para proponer un modelo más centrado a los estudiantes, sus representaciones, actividad, situaciones concretas y efectos didácticos. Lo que significa que escuchar un curso magistral y ejercicios no basta para aprender. Existen vínculos estrecgos entre la pedagogía y las situaciones diferenciadas y la reflexión sobre las situaciones de aprendizaje. Creando una escuela más eficaz se hace énfasis en la voluntad de elaborar situaciones didácticas óptimas para alumnos que no sólo aprenden escuchando lecciones. Organizar y animar situaciones de aprendizaje es mantener un lugar justo para estos métodos; es sacar energía, tiempo y disponer las competencias profesionales necesarias para imaginar y crear otra clase de situaciones de aprendizaje: amplias, abiertas, con sentido y control, haciendo referencia a un proceso de investigación, identificación y resolución de problemas. Moviliza varias competencias más específicas: Conocer los contenidos que enseñar y su traducción en objetivos de aprendizaje. Trabajar con representaciones. Trabajar con errores y obstáculos de aprendizajes. Construir y planificar dispositivos y secuencias didácticas. Investigación y proyectos de conocimiento Conocer, a través de una disciplina determinada, los contenidos que hay que enseñar y su traducción en objetivos de aprendizaje La verdadera competencia pedagógica consiste en relacionar los contenido por un lado con los objetivos y por otro, las situaciones de aprendizaje. Chevallar (1991) dice que ya existe transposición didáctica donde los objetivos se definen de forma implícita por los contenidos, donde el alumno trata de asimilar el contenido y comprobarlo con una prueba oral, escrita o un examen. La importancia de los objetivos se remonta a los años setenta con la “pedagogía de control”. Bloom en 1975 propone la primera taxonomía de objetivos pedagógicos. Hameline 1979 propone la pedagogía por objetivos. Huberman en 1988 demuestra que el modelo de la pedagogía de control sigue siendo pertinente. Pero hoy en día, nadie aboga por una enseñanza guiada por objetivos muy precisos. La enseñanza si persigue objetivos pero no de una forma mecánica y obsesiva. Aquí intervienen tres estadios: Planificación didáctica: identificar los objetivos trabajados. Análisis de lo posteriori de situaciones y actividades: delimitar lo que se ha desarrollado y hacer modificaciones. Evaluación: controlar las experiencias de los alumnos. Traducir el programa en objetivos de aprendizaje no es lineal. Es indispensable que el profesor encuentre lo esencial bajo múltiples apariencias, en contextos variados. Para hacer aprender, no para con estructurar el texto y luego leerlo con energía, si no que exige talentos didácticos. La competencia necesaria hoy en día es controlar los contenidos en situaciones abiertas y tareas complejas, partiendo de los intereses de los alumnos, explotando acontecimientos, favoreciendo la apropiación activa y transferencia de conocimientos sin pasar por el orden de contenidos. Es importante saber identificar los conceptos núcleo o las competencias clave para organizar los aprendizajes para guiar el trabajo en clase y fijar prioridades.