I. EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR Qué

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I. EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO
DEL ACREEDOR
Qué duda cabe que ha existido, desde siempre, una
gran preocupación por mantener al acreedor en una posición que le permita resarcirse con mayor seguridad y efectividad frente al deudor. El artículo 1.911 del Código Civil,
sienta el principio general de responsabilidad del deudor al
establecer que «del cumplimiento de, las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes presentes y futuros».
De esta manera, la protección del crédito se levanta en fundamento del derecho de obligaciones (1).
Pero este principio general no basta para consolidar la
posición del acreedor frente al deudor en el cumplimiento
de la obligación, por ello, esta constante preocupación ha
llevado a la aparición y desarrollo en el tráfico jurídico de
las garantías (2) como medida para asegurar el cumplimiento de la obligación o, si se prefiere, como «instrumento para combatir el riesgo de que el crédito no se pueda realizar» (3). Tales garantías tradicionalmente se clasifican en
(1) Vid., el estudio de CERDA GIMENO, José, «La protección del crédito en la
jurisprudencia», ed. Colegios Notariales de España, Madrid, 1995.
(2) Sobre el concepto y función de la garantía, puede consultarse REYES LOPEZ, María José, «Fianza y nuevas modalidades de garantía. Análisis crítico de
sus elementos y efectos. Comentarios y jurisprudencia», ed. General de Derecho,
Valencia, 1996, págs. 17 y sigs.; pág. 24: «Los datos expresados permiten describir] en sentido genérico la garantía como una estructura jurídica que asegura su
eficacia en el ámbito del poder de agresión del acreedor sobre los bienes del deudor
puesto que esta le confiere la facultad de poder aprehenderlos oportunamente...».
(3) REYES LÓPEZ, María José, «Fianza...», O. C., pág. 25.
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atención a la naturaleza de las m i s m a s , en personales o reales (4), según o t o r g u e n al acreedor u n a facultad de dirigirse bien contra la p e r s o n a del d e u d o r o de un tercero,
bien p e r m i t a n la realización de u n o o varios bienes concretos pertenecientes a aquéllos. Así, señala la Sentencia
del Tribunal S u p r e m o de 3 de m a r z o de 1956 (5), «...los derechos de obligación pueden ser garantizados por distintos
medios, tales como la constitución de un derecho especial sobre una cosa que asegure al acreedor que obtendrá sobre su
valor la satisfacción de su crédito (hipoteca, anticresis, prenda, derecho de retención), la intervención de un tercero que se
comprometa al cumplimiento de la obligación en determinadas circunstancias (fianza) y la pretensión generalmente de
carácter pecuniario, que el deudor promete como pena al
acreedor, para el caso de que no cumpla su obligación o no la
cumpla de modo pertinente (pena convencional)».
Sin embargo, m u c h a s veces el a s e g u r a m i e n t o del cumplimiento de la obligación no basta, h a c e n falta, a d e m á s ,
m e c a n i s m o s q u e p e r m i t a n u n a efectividad p a r a q u e el acreedor p u e d a ver satisfecho su interés en el m i s m o . Esta
efectividad del c u m p l i m i e n t o se desenvuelve en la prontitud o rapidez c o n q u e el acreedor p u e d e ver realizado su
derecho de crédito desde q u e se p r o d u c e , precisamente, el
incumplimiento del deudor. De esta m a n e r a , el tiempo viene a erigirse en f u n d a m e n t o de la efectividad del cumplim i e n t o de la obligación insatisfecha. C o m o señalaba COUTURE (6), «en el procedimiento el tiempo es algo más que
oro: es justicia. Quien dispone de él tiene en su mano las cartas del triunfo. Quien no puede esperar, se sabe de antemano
derrotado». Este sentir general e n c u e n t r a a m p a r o en el
(4) Respecto de las garantías reales puede consultarse, en otros, CAMY SÁNCHEZ-CAÑETE, Buenaventura, «Garantías patrimoniales. Estudio especial de la
hipoteca", ed. Aranzadi, Pamplona, 1993.
(5) Ponente Don José Bonet Ramón (R. A. 1956/1.141).
(6) COUTURE, cit. por MONTERO AROCA, Juan, «Introducción al Derecho
Procesal. Jurisdicción, acción y proceso», ed. Tecnos, Madrid, 1976, pág. 165.
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principio constitucional de tutela judicial efectiva, a través
del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas (7).
Tal efectividad del crédito, como consecuencia del principio constitucional, ha supuesto la instauración por los legisladores de todos los Estados, y de todos los tiempos, de
procesos, más o menos rápidos, que permitan la realización por el acreedor de su derecho de crédito con rapidez
y, con mayor o menor fortuna, «sin dilaciones indebidas».
Tal preocupación es común a todas las legislaciones (8)
y, por supuesto, ha alcanzado también a las Instituciones
Europeas, como lo demuestra la Propuesta de Directiva
(98/C 168/09) del Parlamento Europeo y del Consejo, presentado por la Comisión el 23 de abril de 1998 (9), por la
que se establecen medidas de lucha contra la morosidad en
las transacciones comerciales, en donde se recoge, entre
otras, el establecimiento de un «procedimiento acelerado de
(7) La Sentencia del Tribunal Constitucional 26/1983, de 13 de abril (cit. por
SARAZA JIMENA, Rafael, «Doctrina constitucional aplicable en materia civil y pro-,
cesal civil», ed. Civitas, Madrid, 1994, pág. 138), ha señalado: Desde el punto de
vista sociológico y práctico, puede seguramen te afirmarse que una justicia tardíamente concedida equivale auna falta de tutela judicial efectiva». Señala, asimismo,
esta sentencia (O. C, pág. 154 y sig.): «El derecho a que se ejecuten los fallos judiciales que reconocen derechos propios sólo se satisfacen cuando el órgano judicial
adopta las medidas oportunas para llevar a efecto esa ejecución con independencia
de cuál sea el momento en el que se dicta. Si esas medidas se adoptan, el derecho a
la tutela judicial efectiva se habrá satisfecho, aunque si se adoptan con una tardanza excesiva e irrazonable puede considerarse lesionado el derecho al proceso sin dilaciones indebidas. Cuando, por el contrario, se adoptan, aunque sea con la mayor
celeridad, medidas que no son eficaces para asegurar la ejecución o que, aún siendo
en principio quedan privadas de eficacia por no ir seguidas a las destinadas a cumplimentarlas, no cabrá hablar seguramente de dilaciones indebidas». También, la
Sentencia del Tribunal Constitucional (Sala 2.a) 197/1993, de 14 de junio, ponente Don Julio Diego González Campos (R.A. 1993/197).
(8) Cfr., LEIPOLD, Dieter «Tendencias actuales en el proceso civil alemán», en
«Revista General de Derecho», año 1995, pág. 2.029 y sigs. Véase la Exposición
dé Motivos de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil (I).
(9) («Eur-Lex», Documento 598PC0126). La razón estriba, como apunta el
considerando 14.ª de la Propuesta en que: «las consecuencias de la morosidad sólo pueden ser disuasorias si van acompañadas de procedimientos de reclamación
rápidos, eficaces y poco costosos, para el acreedor; y que, de conformidad con el
principio de no discriminación establecido en el artículo 6 del Tratado, tales procedimientos deben estar a disposición de los acreedores de todos los Estados
miembros, independientemente de su lugar de residencia».
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cobro de deudas no impugnadas» (10) y de un «procedimiento jurídico simplificado para deudas no superiores a
20.000 ecus» (11).
a) El Juicio Ejecutivo
En nuestro derecho, entre los distintos medios que se
han utilizado para ese deseo común de efectividad del derecho de crédito, podemos destacar el juicio ejecutivo, nacido históricamente de la reacción contra la lentitud de los
procesos ordinarios (12). De esta forma, el juicio ejecutivo
regulado en nuestro ordenamiento, como ha tenido oportunidad de señalar el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, en su Sentencia de 19 de febrero de
1998 (13), «... tiende únicamente al pago rápido de una deuda reconocida...».
(10) Artículo 5: «1. Los Estados miembros establecerán un procedimiento de
cobro acelerado de las deudas no impugnadas.
2. El procedimiento se aplicará con independencia del importe de la deuda.
3. El procedimiento estará a disposición de los acreedores de todos los Estados
miembros, independientemente de su lugar de residencia.
4. El acreedor podrá decidir si desea o no ser representado por terceros.
5. El procedimiento judicial se desarrollará de forma tal que no se supere un
plazo de 60 días naturales entre la fecha de recepción de la demanda del acreedor
y la fecha en que el mandamiento judicial devenga ejecutivo.
Dicho periodo se entenderá sin perjuicio de:
a) la aplicación de las normas de notificación
b) el derecho del demandado de impugnar la deuda».
(11) Artículo 6: «Los Estados miembros establecerán procedimientos simplificados que se aplicarán a las deudas hasta un umbral no inferior a 20.000 ecus.
Dichos procedimientos permitirán aplicar unos métodos simples y de bajo coste para proceder judicialmente al cobro de deudas.
En caso necesario, la Comisión podrá modificar dicho umbral, con arreglo al
procedimiento previsto en el artículo 9, a fin de reflejar los cambios de las condiciones económicas.
Estos procedimientos estarán a disposición de los acreedores de todos los Estados miembros, independientemente de su lugar de residencia».
(12) Para una visión histórica del juicio ejecutivo, puede consultarse PRIETO
CASTRO, Leonardo, «Derecho Procesal Civil (Manual)», vol. 2.°, Madrid, 1956,
págs. 187 y sigs. También PÉREZ GORDO, Alfonso, «Contribuciones a la historia
del juicio ejecutivo», en «Revista de Derecho Procesal», año 1972, págs. 165 y sigs.
(13) Caso «Edificaciones March Gallego contra España» (R.A. 1998/7). La
Sentencia del Tribunal Europeo viene ratificar, en definitiva, la Sentencia dicta-
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Junto a éste se ha de situar también la previsible introducción del «proceso monitorio», importado del derecho
alemán y austríaco principalmente, y caracterizado por
procurar al acreedor una ejecución inmediata del crédito
insatisfecho (14). Señalaba PRIETO CASTRO (15) respecto de este proceso su evidente utilidad; en la vida práctica y
comercial, ya que «proporciona al acreedor una ejecución
inmediata cuando tenga la seguridad de que el deudor carece de excepciones que oponer, y que, por consiguiente, no seda por el Tribunal Constitucional español en su Sentencia de 19 de diciembre
de Í994, ponente Don Alvaro Rodríguez Bereijo (R:A. 1994\331), recaída en un
recurso de amparo, señalando que no se ha vulnerado el artículo 6, párrafo 1.°,
del Convenio Internacional de Derechos Humanos de 4 de noviembre de 1950,
ratificado por España el 26 de septiembre de 1979.
(14) También, GÓMEZ ORBANEJA, Emilio, y HERCE QUEMADA, Vicente,
«Derecho Procesal. Vol. I. Derecho Procesal Civil», 3.ª Edición, aumentada y puesta al día, Madrid, 1951, págs. 510 y sigs., que consideran el procedimiento del
artículo 41 de la Ley Hipotecaria y al juicio ejecutivo de los artículos 1.429 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil como una modalidad del proceso monitorio documental. HERCE QUEMADA, Vicente, «Derecho Procesal Civil», vol.
2.°, 8.ª Edición, Madrid, 1979, pág. 50 y sig.: «El proceso monitorio propiamente
dicho, o proceso monitorio puro, tiene por objeto la creación de un título de ejecución, a base de la afirmación unilateral y no probada del acreedor de un crédito, que presumiblemente nó será discutida, por falta dé oposición del deudor. El
juez, en vista de la solicitud del acreedor (la que normalmente reviste la forma de
demanda ordinaria), dicta un mandamiento condicionado de pago, sin oír al deudor, quien puede formular oposición sin necesidad de motivarla,' dentro del plazo
legal señalado al efecto. Si no media oposición, transcurrido el plazo legal, el mandamiento provisional adquiere fuerza ejecutiva. Pero sí el deudor se opone en el
plazo legal el mandamiento pierde toda su eficacia sin más; el proceso especial termina y el acreedor tiene que acudir al proceso ordinario... El proceso ordinario que
se inicia después de terminado el proceso especial no constituye una fase de éste,
sino un proceso separado que requiere nueve demanda.
El proceso monitorio documental tiende a conseguir el título ejecutivo incluso
aunque medie oposición del demandado) pero el acreedor tiene que probar por medió., de documentos los hechos constitutivos de su pretensión, para que el Juez pronuncie el mandamiento, sin oír al deudor, pero éste puede oponerse dentro del plazo legal. Si no hace valer sus excepciones o motivos de oposición oportunamente,
el mandamiento, transcurrido él plazo legal, adquiere él rango de título ejecutivo;
si se opone dentro del plazo, se abre una fase contradictoria de conocimiento sumario, a la que pone fin la sentencia que privará al mandamiento de todo efecto,
o lo confirmará dándole fuerza ejecutiva, según qué estime o rechace los motivos
de oposición o excepciones invocados por el demandado. En el tipo de proceso monitorio documental existen dos fases, una sumarísima, sin audiencia del demandado, y otra sumaria, en la que se entra por la oposición del demandado dentro del
plazo legal, integrando ambas un sólo proceso».
(15) PRIETO CASTRO, Leonardo, O. C, vol. 2.°, pág. 198.
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rá preciso entrar en el juicio ordinario». En la nueva Ley de
Enjuiciamiento Civil (16) se prevé su introducción en los
artículos 812 a 818, y junto a éste, como una modalidad del
mismo, un «proceso cambiario» (artículos 819 a 827), desvinculado del proceso ejecutivo.
La jurisprudencia, siguiendo a la doctrina procesalista
(17), viene calificando al juicio ejecutivo bien como un
«proceso declarativo, especial y sumario» —como la Sentencia de la Audiencia Provincial de Granada (Sección 3.°)
de 7 de julio de 1997 (18), la Sentencia de Las Palmas de
Gran Canaria (Sección 1.a) de 24 de octubre de 1998 (19) o
(16) La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil ha sido aprobada por la Ley
1/2000, de 7 de enero («Boletín Oficial del Estado», núm. 7, de 8 de enero).
(17) Cfr. PRIETO CASTRO, Leonardo, O. C, vol 2.°, pág. 186; GÓMEZ ORBANEJA, Emilio, y HERCE QUEMADA, Vicente, O. C, págs. 498; GUASP, Jaime, «Derecho Procesal Civil», ed. Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1956,
págs. 769 y sigs.; PÉREZ GORDO, Alfonso, «Reflexiones retrospectivas en tomo
a la naturaleza jurídica del juicio ejecutivo», en «Revista General de Derecho»,
1974, págs. 306 y sigs., 418 y sigs. y 532 y sigs.; ESTEPA MORIANA, Vidal, «El
juicio ejecutivo como proceso de ejecución en el derecho histórico español», en
«Revista de Derecho Procesal», año 1977, págs. 87 y sigs.; RAMOS MÉNDEZ,
Francisco, «Derecho Procesal Civil», ed. Librería Bosch, Barcelona, 1980, págs.
951 y sigs.; MONTERO AROCA, Juan, «La naturaleza del juicio ejecutivo», en
«Revista de Derecho Procesal», año 1993, págs. 269 y sigs.; CASTILLEJO MANZANARES, Raquel, «El juicio ejecutivo basado en pólizas bancarias», ed. Tirant
lo Blanc, Valencia, 1996, pág. 45.
(18) Ponente Don Domingo Bravo Gutiérrez (R.A. 1997/1.474): «...a pesar del
nombre que la misma le proporciona, es unánimemente conceptuado por doctrina y jurisprudencia como juicio o proceso declarativo especial y sumario, cotí
adopción inmediata a su admisión a trámite de medidas cautelares, en base a documentos —títulos— que la Ley reconoce con una presunción de veracidad —«fumus boni iuris»—, representativos de obligaciones vencidas y líquidas, que la Ley
denomina despacho de ejecución y que va seguida de la sentencia de remate, verdadero título ejecutorio, o de una cognición limitada en caso de oposición, para finalizar también en aquella resolución siguiendo o no adelante la ejecución (sic),
mejor medidas aseguratorias aludidas, convirtiéndolas en ejecutivas».
(19) Ponente Don Antonio Juan Castro Feliciano (R.A. 1998/7.345): «...el juicio ejecutivo, en nuestra Ley Procesal, no es un proceso de ejecución sino de cognición, si bien sumario, por razones cualitativas, para satisfacer pretensiones revestidas de una fehaciencia legalmente privilegiada, y ello lo une nuestra Ley al
título (articulo 1.429 de la Ley de Enjuiciamiento Civil); al referirse a que la acción
ejecutiva deberá fundarse en título que tenga aparejada ejecución, no se refiere a
un título de ejecución verdadera, sino al que abre la posibilidad de obtener una
sentencia de remate en un juicio sumario y que tiene, entre otras exigencias, el que
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la Sentencia de la Audiencia Provincial de León (Sección
1.a) de 2 de julio de 1998 (20);—, bien c o m o un «proceso de
ejecución» — c o m o la Sentencia de la Audiencia Provincial
de Zaragoza (Sección 5.a) de 23 de s e p t i e m b r e de 1998 (21)
o la Sentencia de la Audiencia Provincial de Vizcaya (Sección 3.a) de 12 de m a r z o de 1997 (22)—, e incluso c o m o
contenga una obligación exigióle y determinada pero permitiendo, para favorecer
la creación de títulos, su integración o liquidación posterior...».
(20) Ponente Don Juan Francisco García Sánchez («Revista General de Derecho», año 1998, pág. 15.553): «El llamado "Juicio ejecutivo", pese a tal denominación legal, es un proceso declarativo, especial y sumario (la cognición en él es limitada y la sentencia que en el mismo recaiga no, produce excepción de cosa
juzgada material, conforme al artículo 1.479 de la Ley de Enjuiciamiento Civil),
que el Legislador arbitró para obtener rápidamente un título ejecutivo (éste es la
sentencia firme de remate) con base en determinados títulos llamados por la doctrina "ejecutorios", la mayoría de los cuales se contienen en el artículo 1.429 de la
citada Ley procesal, y algunos otros se contemplan en otros Textos legales; pero todos estos títulos tienen la característica de su acusada rigidez formal, de tal suerte que si no cumplen todas las formalidades legalmente previstas, carecen de fuerza bastante para poder generar en su día una sentencia de remate, sin perjuicio de
que la deuda, si es que existe, pueda ser reclamada en un proceso declarativo ordinario, diferente del "Juicio ejecutivo", por constituir, este último un procedimiento privilegiado para el acreedor, privilegio que la Ley compensa con la antedicha exigencia de rigidez formal.
(21) Ponente Don Juan Ignacio Medrano Sánchez (R.A. 1998/6.590): «El ordenamiento jurídico-procesal permite la ejecución de determinados títulos extrajurisdiccionales creando un procedimiento cuya naturaleza es la de ser un verdadero proceso de ejecución. El legislador reseña en el art. 1429 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil determinados documentos que ofrecen una apariencia de
buen derecho susceptibles de iniciar su ejecución...».,.
(22) Ponente Doña María del Mar García González (R.A. 1997/2.450): «...el
juicio ejecutivo es un verdadero proceso de ejecución dado que a través de este cauce procesal, el actor hace valer un derecho a conseguir directamente satisfacción
pecuniaria a cargo del patrimonio del demandado sin.precisión de más base o fundamento que el tener en su poder alguno de los títulos ejecutivos que la Ley estatuye. Hecho constitutivo de esta pretensión del demandante lo es, por tanto y exclusivamente, la posesión de uno de los documentos que llevan aparejada fuerza
ejecutiva en las condiciones y con los requisitos legales. La acción ejecutiva está
íntimamente ligada al título ejecutivo y al documento, que lo consagra, de modo
que la posesión del título ejecutivo es condición bastante para que el acreedor obtenga el acto ejecutivo sin que deba probar también el derecho a la prestación.
De otro lado, el escrito de oposición no es una genuina contestación a la demanda ejecutiva, sino una auténtica demanda incidental de oposición a la ejecución decretada por el juez en la que el demandado puede aducir, sin duda, la. ausencia de elementos constitutivos del derecho a la ejecución que.el actor ejercita,
ora por defectos que repercuten en la regularidad formal, del título, ora por la falta
de otros requisitos y presupuestos procesales condicionantes del despacho. Pero
cuantas otras alegaciones defensivas introduzca en el proceso —dentro, como es
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una variedad del «proceso monitorio documental» —como
las Sentencias de la Audiencia Provincial de Alicante (Sección 4.a) de 5 de febrero de 1999 (23) o la Sentencia de la
Audiencia Provincial de Almería (Sección 1.a) de 11 de
abril de 1998 (24)—.
Sin embargo, independientemente de la consideración
y problemática de la naturaleza jurídica de este proceso, lo
obvio, de los márgenes que se le conceden— pertenecen ya a la esfera de los hechos
obstativos o, si se prefiere, de los hechos constitutivos de su oposición, por lo que
sobre él recae la carga de su probanza.
(23) Ponente Dona María Amor Martínez Atienza («El Derecho», año 1999,
ref. 5.917 y 5.919): «...en puridad, en el juicio ejecutivo, como modalidad del juicio monitorio documental, el ejecutado, al oponerse a la ejecución despachada y
en su contra, formalizando debidamente oposición en base a excepción comprendida en el limitado marco determinado por los artículos 1464 a 1467 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, se convierte en actor, produciéndose entonces lo que en la
doctrina procesalista se conoce como «inversión del contradictorio»».
(24) Ponente Don Juan Ruiz-Rico y Ruiz-Morón («El Derecho», año 1998, ref.
8.921): «Como es sabido, el juicio ejecutivo es doctrinalmente conceptuado como
un proceso declarativo no ordinario, sino especial en razón a su naturaleza sumaria, la cual se refleja en su brevedad de trámites y plazos, su limitado ámbito
objetivo con motivos de oposición legalmente tasados, su carencia de fuerza de cosa juzgada material y, especialmente a los efectos que aquí interesan, su técnica de
disposición procesal basada en la inversión de la iniciativa del contradictorio, lo
que ha llevado en ocasiones a un cotejo asimilativo con los llamados procesos monitorios, ya que, efectivamente, en el juicio ejecutivo se parte de un titulo procesalmente privilegiado en cuanto que presenta una fuerza legitimadora per se que
hace nacer una presunción iuris tantum de justeza y buen derecho, siempre que se
ajuste a las exigencias del artículo 1.429 de la Ley de Enjuiciamiento y preceptos
complementarios, y ello produce singularmente dos efectos de distinto signo:
a) De un lado, la necesidad normada de que el Juez, antes de despachar ejecución,
examine de oficio la validez y ejecutividad del titulo aportado (art. 1.440-3.º de la Ley
de Enjuiciamiento), debiendo denegar de plano la ejecución si manifiestamente la
obligación o el titulo son nulos o si éste último carece de fuerza ejecutiva.
b) De otro, el desplazamiento de la iniciativa del contradictorio a cargo del demandado, el cual, si quiere rebatir la validez o ejecutividad del titulo o ampararse
en alguna otra de las causas de oposición permitidas, debe anunciar primero y formalizar después de su oposición, abriendo así la fase declarativa o de debate, de tal
suerte que, si el ejecutado no se opone, el Juez ha de dictar directamente sentencia
de remate ordenando seguir la ejecución despachada. Como a veces se ha indicado, la sentencia dictada en un juicio ejecutivo sin oposición es de naturaleza exclusivamente procesal en su contenido mismo, ya que, al no haberse formalizado
oposición, no ha existido fase declarativa contradictoria, no ha sido combatida, —
y menos aún desvirtuada— la ejecutividad del titulo y, por tanto, sólo cabe mandar que siga adelante la ejecución acordada, sin entrar en cuestiones sustantivas
que, como decimos, no han sido traídas a juicio por quien podía hacerlo, esto es,
el ejecutado».
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que si que está de acuerdo en señalar la jurisprudencia (25)
es su carácter de privilegio del crédito. Son numerosas las
Sentencias que hablan de «procedimiento privilegiado» (26)
o de «cauce privilegiado» (27).
Tal naturaleza privilegiada predicable del crédito viene
dada en dos ordenes diferentes. Desde un punto de vista jurídico material, la Ley dota a determinados créditos de un
tratamiento privilegiado para ser cobrados antes que otros
(con preferencia) sobre los bienes del deudor o sobre algunos de ellos en partipular (artículos 1.922 y siguientes del
Código Civil). Desde un punto de vista jurídico procesal,
esa misma Ley dota a determinados créditos, con unas señaladas características, de un proceso, el ejecutivo, que,
corno indicaba MANRESA (28), «se emplea a instancias de
un acreedor contra su deudor para exigirle breve y sumariamente el pago de la cantidad líquida que le debe de plazo vencido y en virtud de documento indubitado». Señala, así, la
(25) Así, por ejemplo, la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de
5 de noviembre de 1990, ponente Don José Vicente Zapater Ferrer («Revista General de Derecho», año 1991, pág. 4.278); la de la Audiencia Provincial de Almería (Sección 1.a) de 11 de abril de 1998, ponente Don Juan Ruiz-Rico y Ruiz-Morón («El Derecho», año 1998, ref. 8.921); la de la Audiencia Provincial de
Córdoba (Sección 2.a) de 5 de abril de 1999, ponente Don Antonio Puebla Povedano («El Derecho», año 1999, ref. 11.953).
(26) Sentencia de la Audiencia Provincial de Asturias de 17 de marzo de
1993, ponente Don José Antonio Seijas Quintana («El Derecho», año 1993, ref.
13.027).
(27) Auto de la Audiencia Provincial de Madrid de 4 de mayo de 1992, ponente Don Lorenzo Pérez San Francisco (R.A. 1992/766).
(28) MANRESA Y NAVARRO, José María, «Comentarios a la Ley de Enjuicia
miento. Civil», T. VI, 7a Edición, Madrid,, 1957, pág. 374. Señalaba ESCRICHE,
Joaquín, «Diccionario Razonado de Legislación y Jurisprudencia», Tomo II, Librería de la Señora Viuda e Hijos de D. Antonio Calleja, Editores, 3. a Edición aumentada y corregida, Madrid, 1847, término «Juicio Ejecutivo», pág. 287, que
este tipo de procedimiento es «un juicio sumario que no se trata, de declarar derechos dudosos y controvertidos, sino sólo de llevar a efecto lo que ya está determinado por el juez ó consta evidentemente de uno de aquellos títulos que por sí
mismos hacen prueba plena y á que la ley da tanta fuerza como a la decisión judicial. Este juicio pues no es propiamente juicio, sino, más bien un modo de proceder para que se ejecuten y no queden ilusorias las obligaciones o deudas ventiladas y decididas en juicio o comprobadas por títulos, o instrumentos tan eficaces
como los juicios; y así tiene por objeto la aprehensión o embargo y la venta o adjudicación de los bienes del deudor moroso en favor de su acreedor».
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Sentencia de la Audiencia Provincial de Toledo (Sección
1.a) de 20 de abril de 1998 (29): «El trato privilegiado que determinados créditos ostentan en nuestra Ley Procesal Civil, a
través de su efectividad en un Juicio sumario en que la fase
de ejecución es coetánea a la admisión del ejercicio de la acción, es inherente a la naturaleza y características del título
del que surge o está documentado dicho crédito y al cumplimiento de las garantías o formalidades exigidas expresamente en la ley. El artículo 1.429 contiene un listado tasado de
tales documentos cuya nota común es su autenticidad, derivada de la intervención de fedatario público o de su reconocimiento por el deudor, excepto en los documentos mercantiles del número 4.°...».
En su carácter de privilegio del crédito, el juicio ejecutivo viene, así, a ser u n o de los medios q u e m á s profusamente emplean las entidades de crédito, a h o r r o y financiación
(30), a d o r n a n d o los contratos, con los requisi— tos legales
(29) Ponente Don José Luis Quesada Varea («Revista General de Derecho»,
año 1999, pág. 6.974).
(30) Sector que comprende, conforme especifica el artículo 1, párrafo 1.º, del
Real Decreto Legislativo 1.298/1986, de 28 de junio, de adaptación del derecho
vigente al de la Comunidad Económica Europea, modificado por el artículo 39
de la Ley 26/1988, de 29 de julio, sobre Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito, aquellas entidades que tengan por actividad típica y habitual recibir fondos del público en forma de depósito, préstamo, cesión temporal de activos financieros u otras análogas que lleven consigo la obligación de
restitución, aplicándolos por cuenta propia a la concesión de créditos u operaciones de análoga naturaleza y figuren enumeradas en el párrafo 2.° del artículo 1.° del citado Real Decreto Legislativo, según redacción dada por la Ley
3/1994, de 14 de abril, por la que se adapta la legislación española en materia de
entidades de crédito a la Segunda Directiva de Coordinación Bancaria, entre las
que se encuentran no sólo los Bancos como tales, sino también las Entidades
Oficiales de Crédito, Cajas de Ahorro y Cooperativas de Crédito. Los Establecimientos Financieros de Crédito (E.F.C.), creados por la Disposición Adicional
Primera, apartado 1.°, de la citada Ley 3/1994, se definen como aquellas entidades que no sean entidad de crédito y cuya actividad principal consista en ejercer, en los términos que reglamentariamente se determinen, una o varias de las
siguientes actividades: a) la de préstamos y créditos, incluyendo crédito al consumo, crédito hipotecario y financiación de transacciones comerciales; b) las de
«factoring», con o sin recurso; c) las de arrendamiento financiero, con inclusión
de las actividades complementarias previstas en el párrafo 8.° de la Disposición
Adicional Séptima de la Ley 26/1988, de 29 de julio, de Disciplina e Intervención
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EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
que los convierten en un título ejecutivo (31), y mediante el
cual, c o m o gráficamente señala la Sentencia de la Audiencia Provincial de Cantabria (Sección 1.a) de 23 de septiembre de 1998 (32), «cualquier acreedor... tiene perfecto derecho, una vez vencido el término de pago, a reclamar, por la vía
judicial privilegiada que le otorga el ordenamiento, el cobro de
la deuda, sin que veriga obligado a esperar ni un solo día, y
mucho menos a negociar cpn el deudor el pago de lo debido».
El artículo 1.429 (33) de la Ley de Enjuiciamiento Civil
señala en su p r i m e r párrafo q u e «la acción ejecutiva deberá
de las Entidades de Crédito; d) La de emisión y gestión de tarjetas de crédito; y
e) la de concesión de avales y garantías, y suscripción de compromisos similares; señalando en su apartado 2.a que «los establecimientos financieros de crédito no podrán captar fondos reembólsables del público, en forma de depósito, préstamo, cesión temporal de activos financieros u otros análogos, cualquiera que sea
su destino». Sobre la definición del Entidad de Crédito puede consultarse, entre
otros, SÁNCHEZ CALERO, Fernando, «La delimitación de la figura de "entidad
de crédito "y la de otros sujetos», en «Revista de Derecho Bancario y Bursátil»; año
1.987, págs. 709 y sigs,; MARTÍNEZ DE SALAZAR BASCUÑANA, Lucio, «Aspectos informativos y de transparencia de la contratación bancaria», en «Revista
General de Derecho», año 1995, págs. 4.745 y sigs.; CABANILLAS SÁNCHEZ,
Antonio, «La configuración del arrendamiento financiero (LEASING) por la Ley
de 29 de julio de 1.988, en la jurisprudencia y en el Convenio sobre leasing internacional», en «Anuario de Derecho Civil», tomo XL1V,1 año 1.991, págs. 961 y
sigs.; MARTIN-RETORTILLO BAQUER, Sebastián, «Reflexiones sobre la ley de
disciplina e intervención bancaria», en «Administración Pública», año 1989,
págs. 7 y sigs.
(31) ESCRICHE, Joaquín, O. C, «instrumento ejecutivo», pág: 194, lo definía
como «el título que por sí misma produce plena prueba, y en cuya virtud por lo
tanto se puede proceder sumariamente, sin las dilaciones y dispendios del juicio
ordinario, a la aprehensión de la persona o bienes del deudor moroso para el pago
de la deuda»; definición queden parecidos términos señála la Exposición de Motivos de la Ley de Enjuiciamiento Civil (XVII) que «esta Ley entiende los títulos
ejecutivos extrajudiciales, no como un tercer género entre las sentencias y los documentos que sólo sirven como medios de prueba, sino como genuinos títulos ejecutivos, esto es, instrumentos que, por poseer ciertas características, permiten al
Derecho considerarlos fundamento razonable de la certeza de una deuda, a los
efectos del despacho de una verdadera ejecución forzosa». GÓMEZ ORBANEJA,
Emilio, y HERCE QUEMADA, Vicente, O. C, pág. 607: «El título ejecutivo es el
presupuesto o base de la ejecución forzosa, y consiste en el documento que da origen a la obligación por arte de los órganos jurisdiccionales de desarrollar su actividad ejecutiva».
(32) Ponente Don Joaquín Tafur López de Lemus (R.A: 1998/L748).
(33) Tradicionalmente los títulos ejecutivos se clasifican en judiciales, parajudiciales o equiparables a los judiciales, y contractuales. Así,: por ejemplo,
PRIETO CASTRO, Leonardo, O. C, t. II, pág. 454 y sigs.; GÓMEZ ORBANEJA,
19
PASCUAL V. RAGA BLANCH
fundarse en un título que tenga aparejada ejecución», p a r a ,
a renglón seguido (párrafo 2.°), e n u m e r a r los títulos (34)
Emilio, y HERCE QUEMADA, Vicente, O. C, pág. 608. El artículo 1.429 de la
Ley de Enjuiciamiento Civil viene a enumerarlos denominados títulos contractuales. MONTERO AROCA, Juan, en «La naturaleza.-», O. C, pág. 271: «...es
preciso distinguir dos grandes épocas respecto de las que actúa como elemento divisor la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855; antes de la misma podemos hablar
de un sistema unitario de ejecución civil, mientras que a partir de ella hay que hacer referencia a una dualidad de sistemas de ejecución, pues, por un lado, se regula la ejecución de sentencias y demás títulos judiciales y, por otro, la ejecución de
los títulos no judiciales». El Proyecto de Ley de Enjuiciamiento Civil ha venido
a recoger el sentir de nuestra doctrina procesalista y la tradición histórica reuniendo bajo un sólo precepto la enumeración apuntada de los títulos ejecutivos,
guardando necesariamente sus propias características. Así, DE LA PLAZA, Manuel, en «Derecho Procesal Civil Español», vol. 2°, ed. Revista de Derecho Privado, Madrid, 1944, pág. 524, señalaba que: «Por esta rápida enumeración [del artículo 1.4291 se comprueba que la Ley de Enjuiciamiento Civil ha intentado una
enumeración de los títulos ejecutivos que recuerda, SERVATA DISTANTIA, la más
simplista del derecho común; pero se omite la enumeración de la sentencia que son
el título ejecutivo más puro, no sólo cuando constituye cosa juzgada, sino siempre
que, sin agotar la cognición, tienen predominante función ejecutiva y los actos (recuérdese el acto conciliatorio) a los que la misma ley procesal española otorga
igual valor». En el mismo sentido, GÓMEZ ORBANEJA, Emilio, y HERCE
QUEMADA, Vicente, O. C, pág. 502: «Con evidente falta de sistema, dice la Ley
de Enjuiciamiento Civil. Que "sólo tendrán aparejada ejecución" los títulos contractuales enumerados, sin tener en cuenta que existen otros títulos ejecutivos,
cual son los judiciales y los equivalentes a los judiciales o parajudiciales». Una crítica del proceso de ejecución en general puede verse en MANZANA LAGUARDA, Rafael, «La ejecución procesal y su adecuación constitucional», en «Revista
General de Derecho», año 1990, págs. 1 y sigs.; RAMOS MÉNDEZ, Francisco, O.
C, págs. 959 y sig.
(34) En las Partidas se señalaban como títulos ejecutivos los siguientes (ESCRICHE, Joaquín, O.C., término «instrumentos ejecutivos», pág. 194): «/. la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada; 2. la ejecutoria expedida por los tribunales; 3. la sentencia arbitral; 4. la transacción hecha ante escribano; 5. el juicio
uniforme de contadores confirmado por el juez; 6. la escritura pública que acredite
la obligación de alguna deuda en cantidad líquida, cuyo plazo haya vencido; 7. la
confesión de la deuda hecha en juicio; 8. el vale, carta u otro papel ó documento privado reconocido con juramento por el deudor ante el juez, ó de su orden por escrito ante el alguacil ó el escribano; 9. la letra de cambio; 10. las cédulas ó provisiones
del rey que no sean contrarias á derecho, ni dadas en perjuicio de alguno sin haber
sido citado ni oido; 11. las libranzas espedidas con autoridad judicial para hacer pago al acreedor del dinero depositado». La nueva Ley de Enjuiciamiento Civil recoge en el Título I del Libro III, bajo la rúbrica «De los títulos ejecutivos» señala como tales, en su artículo 517, los siguientes títulos: «1.a La sentencia de condena
firme; 2.a Los laudos o resoluciones arbitrales firmes; 3.a Las resoluciones judiciales que aprueben u homologuen transacciones judiciales y acuerdos logrados en el
proceso...; 4.º Las escrituras públicas...; 5.º Las pólizas de contratos mercantiles...;
6.º Los títulos al portador o nominativos, legítimamente emitidos, que representen
obligaciones vencidas y los cupones, también vencidos, de dichos títulos...; 7.º Los
20
EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
que llevan aparejada tal 'ejecución (35), y entre los que destacan la «escritura pública» (núm. 1.°), y las «pólizas de
contratos mercantiles» (núm. 6.°), objeto del presente estudio. El acreedor presenta la demanda ajustada a la prescripciones del artículo 524 y 1.439 de la Ley de Enjuiciamiento Civil en base a uno de los mencionados títulos
ejecutivos; y el Juez, examinada su competencia, realiza un
estudio de los mismos, de modo que si del título no resulta su nulidad, despachará; la ejecución (36).
No obstante, lo verdaderamente relevante de este proceso es que, una vez examinado el título, sus requisitos y
competencia, el Juez adopta una serie de medidas, sobre
los bienes del deudor tendentes a asegurar la efectividad
certificados no caducados expedidos por las entidades encargadas de los registros
contables respecto de los valores representados mediante anotaciones en cuenta...;
8.a El auto que establezca la cantidad máxima reclamable en concepto de indemnización... cubiertos por el Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil derivada
del uso y circulación de vehículos dé motor; 9.º Las de las resoluciones judiciales
y documentos que, por disposición de esta u otra ley, lleven aparejada ejecución».
Las letras de cambio, pagarés y cheques en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil pasan a constituir una variante del proceso monitorio documental, regulado
en los artículos 819 a 827 del mismo, bajo la rúbrica del «proceso cambiario».
Junto a éstos, el artículo 519 recoge una «acción ejecutiva de consumidores y
usuarios fundada en sentencia de condena sin determinación individual de los
beneficiarios». Por su parte, el Capítulo II, reconoce fuerza ejecutiva en España
(artículo 523) a las sentencias firmes y demás títulos ejecutivos extranjeros de
conformidad «a lo dispuesto en los Tratados internacionales y a las disposiciones legales sobre cooperación jurídica internacional». Por último, el Título II,
regula la ejecución provisional de resoluciones judiciales, distinguiendo entre
sentencias de condena dictadas en primera instancia (Capítulo II) y sentencias
de condena dictadas en segunda instancia (Capítulo III).
(35) Aunque no son los únicos, junto a ellos se encuentran el testimonio del
Auto de cantidad líquida máxima y el dictamen pericial ratificado bajo juramento, señalados en los artículos 10 y 11 del Texto Refundido de la Ley sobre
Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor; así como, los títulos ejecutivos recogidos en el artículo 1.545 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, sobre el procedimiento de apremio en negocios de comercio, referidos en su mayoría al ámbito del derecho marítimo; el procedimiento de jura
de cuentas de Procuradores y Letrados de los artículos 7, 8 y 12 de la Ley de Enjuiciamiento Civil; y los títulos hipotecarios.
(36) Sobre la ejecución basada en pólizas bancarias puede verse, entre otras,
CASTILLEJO MANZANARES, Raquel, O. C, y MOXICA ROMÁN, José, «Las
pólizas bancarias. Ejecución; oposición y prelación (Análisis de doctrina y jurisprudencia. Formularios)», ed. Aranzadi, 2.° Edición, Pamplona, 1994.
21
PASCUAL V. RAGA BLANCH
del crédito, y que comienzan con la diligencia de requerimiento de pago, embargo (37), y citación de remate; entre
las cuales destaca, por propia entidad, la anotación de embargo (38) en el Registro de la Propiedad (artículo 1.453 de
la Ley de Enjuiciamiento Civil).
(37) Sobre el embargo vid., entre otros, el estudio de CACHÓN CADENAS,
Manuel-Jesús, «El embargo», ed. Librería Bosch, Barcelona, febrero 1991; sobre
el embargo como medida cautelar, ORTELLS RAMOS, Manuel, «El embargo
preventivo», ed. Librería Bosch, Barcelona, 1984.
(38) No obstante, la afección de bienes se produce por el embargo mismo, careciendo la anotación de carácter constitutivo, según una constante jurisprudencia, limitándose la anotación a publicitar registralmente el embargo practicado. Así, señala la Sentencia del Tribunal Supremo de 16 de junio de 1.988,
ponente Don Jesús Marina Martínez-Pardo (R.A. 1998/4.898): «El embargo de inmuebles en vía ejecutiva sujeta los bienes sobre que recae al cumplimiento de la
sentencia en cuya vía de apremio se toma. No constituye en modo alguno un derecho real, no altera la naturaleza del crédito, ni puede calificarse como lo que antiguamente se denominó hipoteca judicial. Pero da una preferencia para el cobro
de la deuda cuyo pago se persigue, sobre cualquier otro derecho que haya nacido
con posterioridad a la traba (vid. Sentencias del Tribunal Supremo de 10 de mayo
de 1.989, 21 de febrero de 1.975 y 22 de febrero de 1.994) [...] El acceso al registro
del embargo de inmuebles lo impone obligatoriamente la Ley de Enjuiciamiento
Civil (artículo 1453), pero no tiene naturaleza constitutiva, esto es, nace de la decisión judicial válidamente tomada y no de su acceso al registro; baste pensar que
en nuestro derecho la inscripción no es obligatoria [...] Pero si accede al registro,
por la vía de la anotación preventiva, avisa a los terceros que confían en el registro, su existencia y que cualquier derecho sobre los bienes con anotación nacido
con posterioridad a la fecha de ésta, tendrá su eficacia subordinada a lo que resulte
de la preferencia que el embargo proporciona. En todo caso, los terceros regístrales tendrán la protección que el artículo 34 de la Ley da quien adquiere derechos
con todos los requisitos que este precepto exige». Por su parte, las Resoluciones
de la Dirección General del Registro y del Notariado de 7 y 8 de noviembre de
1996 (R.A. 1996/8.156 y 1996/8.157) señalan que: «La traba del embargo es una
medida cautelar, susceptible de adopción en el procedimiento ejecutivo que, aunque no altera la naturaleza del crédito para cuya efectividad se practica, tiene eficacia real en cuanto vincula «erga omnes» el bien trabado al procedimiento en el
que se decreta (Cfr. Resolución de 3 de junio de 1996) y, una vez anotado, atribuye al crédito que lo motiva, respecto de los bienes embargados, preferencia frente a
créditos posteriores a la anotación (artículo 1.923, apartado 4.º del Código Civil),
siendo la fecha de aquella traba, determinante a efectos de tercerías (Cfr. Sentencia
del Tribunal Supremo de 24 de febrero de 1995), precisándose la necesaria anotación para que no quede inutilizado ante la eventual aparición de terceros adquirentes protegidos por la fe pública registral (Cfr. artículos 69 y 71 de la Ley Hipotecaria)». Sobre la anotación de embargo puede consultarse a RIVAS
TORRALBA, Rafael A., «Anotaciones de embargo», ed. Colegio de Registradores
de la Propiedad y Mercantiles de España, Centro de Estudios Regístrales, Madrid, 1992.
22
EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
El artículo 587, párrafo 1.° de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, recogiendo la anterior doctrina, señala
que el embargo «se entenderá hecho desde que se decrete por
resolución judicial o se reseñe la descripción de un bien en el
acta de la diligencia de embargo, aunque no se hayan adoptado aún medidas de garantía o publicidad de la traba».
Practicado éste, el ejecutante, podrá solicitar del Juez, y éste acordar librando mandamiento al Registro, la anotación
de embargo, disponiendo: la remisión por fax de éste el
mismo día de su expedición, «quedando en suspendo la
práctica de la anotación hasta que se présente el documento
original en la forma prevista por la legislación hipotecaria»
(artículo 629).
Por tanto, esta característica del juicio ejecutivo permite, cuando el crédito va asegurado, además, con otras garantías, que el acreedor pueda ver efectivamente satisfecho
su crédito o, por lo menos, con una alta probabilidad de
efectividad.
El deudor puede oponerse a la ejecución (39) a través
de la alegación y proposición de prueba de unas concretas
y determinadas excepciones o bien de unos motivos de nulidad del juicio (40), a las que contestará el acreedor proponiendo, a su vez, la prueba de que intente valerse (41).
Practicada la prueba o, en su caso, no habiéndose opuesto
el deudor (42), el Juez dictará sentencia de remate continuando la ejecución despachada o, de estimarse alguna excepción, declarar no haber lugar a dictar la misma, o bien,
de estimarse algún motivo de nulidad, declarando la nulidad del juicio (43). La sentencia es apelable en ambos efectos, y si fuera la de remate el acreedor podrá llevar adelante la vía de apremio, dando fianza bastante para responder
(39)
(4Q)
(41)
(42)
(43)
Artículo 1.461 de la vigente Ley de Enjuiciamiento Civil.
Artículos 1.462, 1.463, 1.464, 1.466 y 1.467.
Artículo 1.468.
Artículos 1.462, 1.471 y 1.472.
Artículo 1.473.
23
PASCUAL V. RAGA BLANCH
de todo lo que perciba, en el caso de que, por ser revocada
la sentencia, deba devolverlo (44).
Consentida la sentencia de remate, resuelta la apelación, y devueltos los autos, o prestada la fianza, se inicia
una segunda fase, denominada vía de apremio (45), y que
tiene por finalidad, como señala RAMOS MÉNDEZ (46),
«extraer una utilidad económica de los elementos patrimoniales embargados al ejecutado».
Este es, a grandes rasgos, el juicio ejecutivo regulado
en la todavía vigente Ley de Enjuiciamiento Civil, que supone, en definitiva, lograr la efectividad del derecho de crédito del acreedor. Como destaca PIQUER PASCUAL (47),
(44) Artículo 1.476.
(45) Artículos 1.481 a 1.531.
(46) RAMOS MÉNDEZ, Francisco, «Derecho...», O. C, pág. 1.036. FRANCO
ARIAS, Just, «El procedimiento de apremio», ed. Librería Bosch, Barcelona,
1987, pág. 12, señala que la finalidad última que persiguen conjuntamente embargo y apremio es «la entrega de una cantidad determinada de dinero para subsanar el incumplimiento por el ejecutado de lo ordenado por la resolución jurisdiccional que es objeto de ejecución». Existen, según señala este autor, tres
sistemas de apremio (pág. 14 y sigs.): a) la entrega al ejecutante de una cantidad
determinada de dinero previamente afectado; b) la conversión en dinero de los
elementos patrimoniales afectados y la posterior entrega al ejecutante de una
determinada cantidad del mismo; y c) la administración por el ejecutante de los
elementos patrimoniales afectados hasta la obtención de la suma dineraria necesaria para subsanar el incumplimiento del ejecutado. Cfr., ROBLEDO VILLAR, Antonio, «La subasta judicial y su problemática», en «Revista General de
Derecho», año 1.996, pág. 6.591 y sigs.; ORTEGA CIFUENTES, José Arturo,
«Problemática de los pliegos cerrados en las subastas judiciales», en «Revista General de Derecho», año 1997, pág. 5.235 y sigs.
(47) PIOUER PASCUAL, Juan, «La fe pública mercantil», en «Ciclo de conferencias sobre la fe pública», ed. Iltre. Colegio de Abogados de Valencia, Valencia,
1992, págs. 107 y sig. Añade este autor (pág. 108): «Esto no obstante, lo privilegiado o especial del procedimiento no debe suponer una indefensión o merma de
los derechos que ineludiblemente asisten al deudor [...] Ello se acusa en mayor medida si ponemos en relación estas ideas con el hecho incuestionable de que la casi
totalidad del mercado crediticio se materializa a través de la contratación en masa —adhesión a formularios contractuales de entidades de crédito y/o financiación— con escaso margen a la autonomía de la voluntad, lo que pone en conexión
directa las consideraciones que anteceden con los principios protectores del consumidor, que han tenido la oportuna plasmación normativa en nuestro panorama
legislativo más reciente». Como también indica VELAYOS MARTÍNEZ («Presente y futuro de la ejecución hipotecaria al margen del procedimiento del artículo 131
de la LH», en «Revista General de Derecho», año 1999, pág. 5.877) el fundamen-
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EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
«desde un punto de vista eminentemente procesal] el hecho
de que el acreedor pueda servirse de un procedimiento privilegiado y especialmente rápido para hacer efectivo su crédito,
ante] el posible incumplimiento del deudor, es un factor decisivo y determinante para la expansión del propio crédito como instrumento-motor del tráfico mercantil incardinado en
la realidad socio-económica en la que sé desarrolla».
b ) E l j u i c i o e j e c u t i v o e n e l P r o y e c t o d e Ley d e E n j u i c i a m i e n t o Civil
La polémica doctrinal acerca de la naturaleza jurídica
del juicio ejecutivo ha venido a q u e d a r zanjada con la fut u r a n u e v a normativa, d a n d o , así, preeminencia 1 a la m o d e r n a p o s t u r a — P É R E Z GORDO, RAMOS M É N D E Z ,
M O N T E R O AROCA, etc.—, q u e e n t i e n d e éste c o m o un
v e r d a d e r o proceso de ejecución, frente a la tradicional
—GUASP, G Ó M E Z ORBANEJA, H É R C E QUEMADA,
PRIETO CASTRO, CASTILLEJO MANZANARES—, que lo
considera un proceso declarativo o cognitorio, a u n q u e de
c a r á c t e r limitado, y s u m a r i o . Así, el Libro III de la nueva
Ley! Procesal, bajo la r ú b r i c a «De la ejecución forzosa y de
las m e d i d a s cautelares», regula el proceso de ejecución. Y
d e n t r o de éste, si bien c o n s e r v a n d o sus especialidades propias, la ejecución de los títulos extrajurisdiccionáles o contractuales.
En la Exposición de motivos de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil se dice (XVII): «En cuanto a la ejecución forzosa, propiamente dicha, esta Ley, a diferencia de la de 1881,
presenta una regulación unitaria, clara y completa. Se diseña
un proceso de ejecución idóneo para cuanto puede considerarse título ejecutivo, sea judicial o contractual o se trate de
una ejecución forzosa común o de garantía hipotecaria, a la
que se dedica una especial atención. Pero esta sustancial unidad de la ejecución forzosa no debe impedir las particularidades que, en no pocos puntos, son enteramente lógicas»:
25
PASCUAL V. RAGA BLANGH
La ejecución de las escrituras públicas y pólizas de contratos mercantiles (48) se rige por lo establecido en los Títulos III y IV de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, y necesitarán para que pueda despacharse ejecución (artículo 520,
similar al vigente artículo 1.435) que se trate de cantidad determinada, superior a cincuenta mil pesetas: 1.° En dinero
efectivo; 2.° En moneda extranjera convertible, siempre que
la obligación de pago en la misma esté autorizada o resulte
permitida legalmente; o 3.° en cosa o especie computable en
dinero. Y también que se trate de cantidad líquida.
Tratándose del importe del saldo de operaciones derivadas de contratos formalizados en escritura pública o en
póliza intervenida por Corredor de Comercio, podrá despacharse la ejecución «siempre que se haya pactado en el título que la cantidad exigible en caso de ejecución será la resultante de la liquidación efectuada por el acreedor en la
forma convenida por las partes en el propio título ejecutivo»;
en estos casos deberá notificarse el importe resultante al
ejecutado ya su fiador (49). El límite señalado podrá obtenerse por la adición de varios títulos ejecutivos (50).
El procedimiento se inicia por demanda, con los requisitos de forma y contenido que señala los artículos 549 y
574, que deberá ir acompañada inexcusablemente de determinados documentos (51). Presentada la demanda el juez
examinará la concurrencia de los presupuestos y requisitos
procesales, que el título no adolezca de ninguna irregularidad formal y que «los actos de ejecución que se solicitan seto se encuentra en: «...la necesidad de disponer procedimientos ágiles que protejan directamente a quienes están en situación de fomentar el crédito territorial, e
indirectamente la sanidad de la economía de un mercado propio del Estado liberal, en la que uno de sus pilares básicos es la riqueza generada de forma lícita por
la actividad de las entidades financieras en sentido amplio, quienes prestan dinero sometidas a las reglas del derecho privado y bajo el imperio, más bien teórico,
de la autonomía de la voluntad de las partes contratantes».
(48) Artículo 517, núms. 4.° y 5.°, de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil.
(49) Artículo 572.
(50) Artículo 520, párrafo 2.°
(51) Artículos 550 y 573.
26
EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
an conformes con la naturaleza y contenido del título», en cuyo ¿aso se despachará ejecución «en todo caso» (52), por la
cantidad que se reclame en la demanda en concepto de
principal e intereses ordinarios y moratorips vencidos, incrementados, provisionalmente y sin perjuicio de ulterior
liquidación, en la cantidad que se prevea para hacer frente
a los intereses que se devenguen durante el proceso (53) y a
las costas, que no podrá superar el treinta por ciento del importe reclamado de aquélla, salvo que se justifique lá fijación de cantidad superior atendidas a las circunstancias de
tiempo (54).
El Juez, examinado su propia competencia (55) y el tituló base del despacho de ejecución, si observa que no
concurren los presupuestos y requisitos procesales exigidos, dictará auto denegándola, que será directamente apelable, o bien, a criterio del acreedor, podrá interponer un
previo recurso de reposición; firme este auto denegatorio,
el acreedor sólo podrá acudir al proceso ordinario correspondiente (56). Sin embargo, el Juez no podrá denegar el
despacho de ejecución aunque entienda que «la cantidad
debida es distinta de la fijada por el ejecutante en la demanda» , sin perjuicio de la pluspetición, salvo que la demanda
no exprese los cálculos mencionados en el artículo 574 o
no se acompañen los documentos del, artículo 573 (57).
Despachada, en su caso, la ejecución, ésta deberá ser
dictada por auto el cual deberá contener los siguientes extremos (58): 1 ° La determinación de la persona o personas
frente a las que se despacha la ejecución (59); 2.° La cantidad por la que se despacha la ejecución; 3.° Las medidas de
(52)
(53)
(54)
(55)
(56)
(57)
(58)
(59)
Artículo 551.
Artículo 575.
Artículo 575, párrafo 1.°, in fine
Artículos 545 y 546.
Artículo 552.
Artículo 575, párrafos 2.° y 3.°
Artículo 553, párrafo 1.°.
Conforme lo dispuesto en los artículos 538, 540, 541, 542, 543 y 544.
27
PASCUAL V. RAGA BLANCH
localización y averiguación de bienes del ejecutado (60);
4.° Las actuaciones ejecutivas que procedan a partir de ese
momento, incluido el embargo de bienes; y 5° El contenido del requerimiento de pago al deudor.
Tal requerimiento de pago se practicará en el domicilio
que figure en el título ejecutivo o, en su defecto, en el señalado por el acreedor si el ejecutado pudiera encontrarse
allí accidentalmente (61), salvo que el acreedor acompañe
a la demanda Acta notarial que acredite haberse requerido
de pago al ejecutado con al menos diez días de antelación,
procediéndose seguidamente al embargo de sus bienes en
cuantía suficiente a cubrir las cantidades por las que se
despachó ejecución (62), que se practicará de conformidad
con lo establecido en los artículos 584 a 633. No obstante,
no procederá el requerimiento de pago, y si sólo la notificación del Auto despachando la ejecución, sin citación ni
emplazamiento, para que el ejecutado pueda personarse
«en cualquier momento», cuando así lo solicite el ejecutante por entender «que cualquier demora en la localización e
investigación de bienes podría frustar el buen fin de la ejecución» y así lo justifique «a juicio del tribunal» (63).
Despachada ejecución, ésta no se suspenderá por la interposición de denuncia o querella relacionados con el título ejecutivo o despacho de ejecución, salvo que se encuentre pendiente causa criminal en que se investiguen hechos
de apariencia delictiva que, «de ser ciertos, determinarían la
falsedad o nulidad del título o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución», siempre a instancias del juez que conozca de ellas, oídas las partes y el Ministerio Fiscal, en
cualquier caso, el ejecutante podrá seguir adelante con la
ejecución prestando caución suficiente para responder de
lo que perciba y de los daños y perjuicios que la ejecución
(60)
(61)
(62)
(63)
Conforme a lo dispuesto en los artículos 589 y 590.
Artículo 582.
Artículo 581.
Artículo 581, párrafo 2.°, en relación con el artículo 554.
28
EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
pueda producir al ejecutado (64); pero sí cabe la suspensión
del proceso, en el estado en que se encuentre, cuando se notifique al Juzgado que el ejecutado se encuentra en situación de suspensión de pagos, concurso p quiebra, salvo que
se trate de bienes previamente hipotecados o pignorados en
garantía de la deuda reclamada (65).
El ejecutado podrá oponerse a la ejecución despachada
dentro de los diez días siguientes a la notificación del auto, mediante escrito (66), alegando alguna de las causas establecidas en el artículo 557 (67), o por alguno de los defectos del artículo 559 (68). Si la oposición se funda
exclusivamente en defectos procesales, o se fundan a la vez
también con motivos de fondo, el Juez dará traslado al ejecutante del escrito de oposición a fin de que pueda contestarlo en el plazo de cinco días, pero si el órgano judicial entiende que el defecto, es subsanable, concederá al
ejecutante un plazo de diez días para que proceda a su subsanación; si el defecto es insubsanable, o siéndolo, no ha
sido subsanado en el plazo legal, se dictará auto dejando
sin efecto la ejecución despachada, con imposición de costas al ejecutante; si el tribunal no aprecia defecto alguno
dictará auto mandando seguir adelante la ejecución, imponiendo las costas al ejecutado (69).
(64) Artículo 569.
(65) Artículo 568.
(66) Artículo 556.
(67) Tales causas de oposición son: 1.° Pago, que pueda acreditar documentalmente; 2.° Compensación de crédito líquido queresulte de documento que
tenga fuerza ejecutiva; 3.° Pluspetición o exceso en la computación a metálico
de las deudas en especie; 4.° Prescripción y caducidad; 5.° Quita, espera o pacto o promesa de no pedir, que conste documentalménte; 6.° Transacción, siempre que conste en documento público.
(68) Se trata de defectos procesales, consistentes en: 1.º Carecer el ejecutado del carácter o representación con que se le demanda;, 2° Falta: de capacidad
o representación del ejecutante o no acreditar el carácter o representación con
que demanda; y 3.° Nulidad radical del despacho de ejecución por n o c u m p l i r
el documento presentado los requisitos legales exigidos para llevar aparejada
ejecución, o por infracción, al despacharse ejecución, de lo dispuesto en el artículo 520.
(6?) Artículo 559, párrafo 2°.
29
PASCUAL V. RAGA BLANCH
Si la oposición se funda exclusivamente en motivos de
fondo (artículo 557), o ha sido ya resuelta la oposición relativa a los defectos procesales, el juez dará traslado por
cinco días al ejecutante para que alegaciones y prueba, en
su caso, decretándose la suspensión de la ejecución (70),
salvo que la oposición se funde exclusivamente en pluspetición, en cuyo caso no se suspenderá la ejecución, que
continuará su curso pero el producto de la venta de los bienes embargados en lo que exceda de la cantidad reconocida como debida al ejecutante no se entregará a éste, mientras la oposición no se resuelva, a menos que el ejecutado
ponga a disposición del tribunal, que lo entregará inmediatamente al ejecutante, la cantidad que considere debida (71).
En los casos de ejecuciones de saldos resultantes de operaciones derivadas de contratos formalizados en pólizas intervenidos por Corredor de Comercio y escrituras públicas
(72) o cuando la cantidad reclamada provenga de un préstamo o crédito a interés variable (73), el ejecutado podrá
solicitar, y el tribunal deberá acordar por providencia,
prueba pericial sobre el importe de la duda, dándose traslado del dictamen a ambas partes (74). En sus escritos las
partes podrán solicitar la celebración de vista, que el juez
podrá acordar por providencia, salvo que el juez aprecie
que la documentación aportada por éstas sea suficiente para resolver, que deberá celebrarse en el plazo de diez días siguientes a la finalización del trámite de impugnación (75) o
bien pasados diez días a contar desde el siguiente del traslado a las partes del dictamen pericial sobre la cuantía de
la deuda (76). Si al acto de la vista no comparece el ejecutado se le tendrá por desistido de la oposición, imponién(70)
(71)
(72)
(73)
(74)
(75)
(76)
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
560, párrafo 1.º
558, párrafo 1.°
572.
574, núm. 1.º
558, párrafo 2.°
560, párrafo 2.°
558, párrafo 2.°, in fine.
30
EL JUICIO EJECUTIVO COMO PRIVILEGIO DEL ACREEDOR
dosele las costas y, si lo solicitare y acreditare el ejecutante una indemnización de daños y perjuicios (77). Celebrada, en su caso, la vista, el tribunal dictará alguna de las resoluciones siguientes (78): 1.° Declarar procedente que la
ejecución siga adelante por la cantidad que se hubiere despachado, cuando la ejecución sea totalmente desestimada,
con expresa condena en costas al ejecutado, o si fue estimada pluspetición, señalar la cantidad que ha de hacerse
pago al acreedor; 2.° Declarar que no procede la, ejecución
de estimarse alguno de los motivos enumerados en el artículo 557 o se entienda enteramente fundada la pluspetición, y el ejecutado hubiera procedido a la consignación de
la cantidad debida, dejándose sin efecto ésta y mandando
alzar los embargos y las medidas adoptadas, reintegrándose al ejecutado a la situación anterior al despacho de la ejecución, conforme a los artículos 533 y 534, con imposición
de costas al ejecutante (79).
Contra el auto que resuelva la oposición cabe recurso de
apelación, que no suspenderá la ejecución caso de ser desestimatoria de la oposición, salvo que el ejecutado acredite que «la resolución frente a la que recurre le produce daño
de difícil reparación», prestando fianza suficiente para responder de los daños que el retraso pudiera producir (80); y
en caso de ser estimatoria de la oposición, el ejecutante podrá solicitar, y el juez acordar por providencia, que se mantengan los embargos y medidas adoptadas, e iniciarse el
avalúo de bienes conforme al artículo 637, siempre que se
ofrezca caución que señalará el órgano jurisdiccional en la
resolución (81). El recurso de apelación se interpondrá en
el plazo de cinco días desde la notificación de la resolución
dictada (82). Devueltos los autos o consentida la resolución
(77)
(78)
(79)
(80)
(81)
(82)
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
Artículo
560, 4.a en relación con el artículo 442.
561, párrafo 1.°
561, párrafo 2.º
567.
561, párrafo 3.º
457.
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PASCUAL V. RAGA BLANCH
m a n d a n d o seguir a d e l a n t e la ejecución, se inicia la vía de
a p r e m i o conforme a lo dispuesto en los artículos 634 a
676, que «sólo terminará con la completa satisfacción del
acreedor ejecutante» (83).
La resolución q u e se dicte, respecto de las causas y m o tivos de oposición señalados en los artículos 557 y 559, no
p u e d e n formularse, de nuevo, en un p r o c e d i m i e n t o posterior, señalando el artículo 564: «Si, después de precluidas
las posibilidades de alegación en juicio o con posterioridad a
la producción de un título ejecutivo extrajudicial, se produjesen hechos o actos, distintos de los admitidos por esta ley
como causas de oposición a la ejecución, pero jurídicamente relevantes respecto de los derechos de la parte ejecutante
frente al ejecutado o de los deberes del ejecutado para con el
ejecutante, la eficacia jurídica de aquellos hechos o actos podrá hacerse valer en el proceso que corresponda».
Por último, cabe señalar la existencia de un procedim i e n t o especial p a r a la ejecución de bienes especialmente
hipotecados o p i g n o r a d o s en garantía de la d e u d a de que
p r o c e d a n (84).
(83) Artículo 570.
(84) Artículos 681 a 699.
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