Limitaciones de espacio me impiden referirme a toda la argumentación contenida en la Resolución de la Corte Suprema. Por ello me limitaré a hablar de las obligaciones de medios y de resultado. Esta distinción la efectuó sucintamente el jurista francés René Demogue en el año 1923, en su Tratado de las Obligaciones. Sin embargo, ella no es acogida unánimemente. Basta leer, para comprobarlo, a Ripert y Boulanger, Breccia, Brigant, Miccio, Carresi u Ospina. En esta materia comparto lo expresado por Ernesto Clemente Wayar (Derecho Civil. Obligaciones. Buenos Aires: Ediciones Depalma, 1990. Tomo I, páginas 126 y siguientes), quien afirma que entre las obligaciones de medios y de resultado no hay diferencias ontológicas, siendo su distinción solo aparente, pues en aquellas que la tradición llama “de medios” es siempre posible encontrar “un resultado”, lo que determina que en toda obligación hay medios y en ella también se persiguen resultados. El objeto del derecho del acreedor equivale a un resultado que él espera de la conducta del deudor y la prestación o conducta del deudor es el medio productor de tal resultado. Por tanto, “resultado” y “medios” son dos elementos íntimamente ligados dentro de la estructura de toda relación obligacional, pues constituyen parte de su esencia. Por ello afirmar que existen obligaciones de medios en las cuales no se promete ni se debe un resultado, equivaldría a sostener que el derecho del acreedor carece de objeto. La circunstancia de que en algunas obligaciones los medios o prestación adquieran singular importancia, no autoriza a prescindir del resultado. En la denominada obligación de medios, la prestación (es decir, la conducta debida) persigue siempre un resultado, que no es otro que satisfacer el interés del acreedor. Existe por tanto un punto en donde el objeto del derecho del acreedor se confunde con el resultado al que apuntan los medios que proporciona el deudor, por lo que se considera imposible escindir los medios del resultado. Sería absurdo suponer que quien adeuda un medio no se preocupa por lograr un resultado. En la denominada obligación de medios el acreedor desea satisfacer un interés definitivo, para lo cual no basta la sola conducta de obligado; se desea obtener un resultado determinado. Es evidente, en consecuencia, que en la obligación de un abogado ante su cliente se utilizan medios y se espera lograr resultados. Cabe reconocer que la diligencia en los medios puede exigir requisitos más severos, pero en todo caso lo que se busca es el fin, el cumplimiento de la prestación. Es así que la ejecución de una prestación no puede ser vista como medio para cumplir, pues ejecutar una prestación constituye el cumplimiento propiamente dicho de la misma. Por tanto, no es que haya medios y ulteriores resultados. Si se percibe al medio como algo independiente del resultado, llegaríamos al absurdo de sostener que una prestación se cumple o ejecuta (medios) pero no se paga (ausencia de resultado). Cabe agregar, por último, que el Código Civil peruano no efectúa tal distinción ni en los artículos 1329 y 1130 ni en ninguno de sus preceptos. C:\FOP\Artículos\Gaceta Jurídica.octubre 12.docx