F E C U N D A C I Ó N A R T I F I C I A L Celebramos la vida, regalo de Dios a los hombres P a r r o q u i a I n m a c u l a d a C o n c e p c i ó n Monte Grande ¿Qué es la fecundación artificial? Por «procreación artificial» o «fecundación artificial» se entienden diversos procedimientos técnicos encaminados a lograr la concepción de un ser humano por una vía diversa de la unión del varón con la mujer, tratando de lograr la fusión de un gameto masculino (espermatozoide) y uno femenino (óvulo) de manera artificial. Esa fusión puede darse dentro del cuerpo de la mujer (inseminación artificial o fecundación intracorpórea) o fuera (fecundación in Vitro o extracorpórea). El problema de la imposibilidad de concebir un hijo actualmente es de vastas dimensiones: se estima que aproximadamente el 15% de los matrimonios padece problemas de esterilidad o infertilidad. Clasificación de las técnicas de fecundación artificial según su complejidad Baja complejidad Estimulación de la ovulación: ingesta de hormonas. Habitualmente se indica la ingesta de píldoras anticonceptivas durante el ciclo previo al tratamiento con hormonas. Luego se realizará una estimulación de los ovarios con la ingesta de hormonas, esto es porque la tasa de éxito de embarazo en la fecundación in Vitro es mayor si se puede obtener más de un ovocito. Estimulación de la ovulación e inseminación intrauterina: consiste en el procedimiento anterior y la posterior inyección en el útero de una muestra espermática de buena calidad (por lo menos 5 millones de espermatozoides). Inseminación con Swim Up: en lugar de realizar el eyaculado fresco en forma directa, con esta técnica se realiza una selección previa teniendo en cuenta la calidad de los espermatozoides. Alta complejidad Fertilización in Vitro (FIV): consiste en la extracción de varios óvulos de la mujer, su posterior fecundación con espermatozoides obtenidos días antes por la técnica de Swim Up y, al tercer día, cuando están formados los embriones, se los introduce dentro del útero. Inyección intracitoplasmática de espermatozoide (ICSI): esta técnica se emplea cuando existe un escaso recuento de espermatozoides, éstos son de baja calidad o movilidad, o bien existen demasiadas anormalidades en la morfología de los mismos. Esta técnica consiste en la inyección de un solo espermatozoide directamente dentro del citoplasma del óvulo. Método GIFT: se colocan óvulos y espermatozoides dentro de la trompa de Falopio, para que allí se fecunden solos. Diagnóstico preimplantacional: ésta técnica consiste en el análisis genético de los embriones a los fines de determinar la presencia de enfermedades que se encuentran presentes en la pareja consultante y realizar así una selección de los mismos, descartando aquellos que presentaren la afección genética no deseada. Esta técnica es utilizada para incrementar la probabilidad de éxito en la implantación y el logro del embarazo, transfiriendo al útero los embriones no afectados por cierta enfermedad genética. Método TOMI: se inyecta el espermatozoide dentro del óvulo y, sin permanecer en medios de cultivo, el conjunto se coloca inmediatamente en la trompa de Falopio. Pasos de la FIV/ICSI Hiperestimulación ovárica controlada y monitoreo de la ovulación: se administra medicación para producir el desarrollo de varios óvulos, dando mayores expectativas para la implantación. Recuperación de los ovocitos: este procedimiento se realiza por vía transvaginal guiado por ecografía, punzando y aspirando los óvulos disponibles, cantidad que generalmente asciende a 8 ó 9. El tiempo de duración de la intervención oscila entre los 15 y 30 minutos. Fertilización: los ovocitos aspirados son examinados en el laboratorio y se clasifican según su madurez. Ese mismo día el cónyuge lleva una muestra de semen que se procesa y se incuban junto con los óvulos en una estufa a la misma temperatura que la corporal de la mujer. En caso que la muestra espermática sea de baja calidad se procederá a seleccionar un espermatozoide e inyectarlo directamente en el ovocito (método ICSI). Una vez realizada la fecundación se continúa con el cultivo en el laboratorio durante 48 a 72 horas, período durante el cual el óvulo fecundado se dividirá varias veces, transformándose en un embrión multicelular. Selección de los embriones: luego del paso anterior, el profesional juzga, con un método de puntuación, la calidad de los embriones. Los que son considerados «mejores» se transferirán al útero, el resto de los embriones serán descartados. Transferencia embrionaria: los embriones que pasaron la selección se cargan en un catéter blando que se pasa por el cuello uterino para depositar los embriones en la cavidad uterina. Este procedimiento suele efectuarse unos 3 días posteriores a la recuperación de los ovocitos. Habitualmente el número de embriones implantados es de 2 ó 3, actualmente no se supera esta cantidad, pues aumentan las posibilidades de embarazo múltiple o de alta gemelaridad, con el consiguiente riesgo de un parto prematuro. Comienzo y dignidad de la existencia de la persona La ciencia nos demuestra que la existencia de una persona humana comienza desde su concepción. Es decir, desde el mismísimo instante en que el espermatozoide humano penetra el óvulo humano y lo fecunda, momento en que comienza el conjunto de fenómenos biológicos que conducen a la singamia1, donde queda definitivamente organizado el genoma propio de cada ser humano, el que es inalterable y único. En la unión del óvulo con el espermatozoide queda establecida la naturaleza humana del nuevo ser. Juan Pablo II nos dice en su encíclica «Evangelium Vitae» (n. 60) : “Desde el momento que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla a sí mismo...Por lo demás, está en juego algo tan importante que, desde el punto de vista de la obligación moral, bastaría la sola probabilidad de encontrarse ante una persona para justificar la más rotunda prohibición de cualquier intervención destinada a eliminar un embrión humano... el ser humano debe ser respetado y tratado como una persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida”. Ahora reflexionemos... Las técnicas descritas anteriormente presentan un conjunto de problemas éticos y morales imposibles de solucionar y que atentan contra la dignidad del ser humano, tanto de los hijos concebidos como de los cónyuges: Manipulación de embriones Como vimos anteriormente, las técnicas que actúan sobre la reproducción humana implican una manipulación indebida de la vida humana naciente. La persona es tratada como un mero producto o resultado de una técnica, a ella se aplican términos como «sobrante» «congelada» «transferida», y se le somete a controles de calidad. Se toma a la persona como un objeto de producción ó experimentación, un medio para alcanzar un objetivo, un objeto de manipulación meramente instrumental y no como un sujeto personal. La fecundación artificial no es un modo digno de nacer de la persona humana, ya que se subordina “la llegada al mundo de un niño a las 1 Unión de los pronúcleos masculino y femenino. condiciones de eficiencia técnica mensurables según parámetros de control y de dominio” (Instr. Donum Vitae, II, 4, c). Si quienes practican estas técnicas mantuvieran un completo respeto por la vida humana, aún desde su mismo comienzo —la fecundación—, no se arriesgarían a manipularlo colocándolo en grave peligro de muerte. No cabe duda que la motivación es buena: proporcionar un niño a un matrimonio sin descendencia, pero la bondad del motivo no implica que todo lo que se haga a continuación quede moralmente justificado. Donación de gametos y madres de alquiler En algunos casos, los gametos utilizados no son propios del matrimonio que accede a las técnicas sino que «pertenecen» a un tercero extraño a los cónyuges. En este supuesto, se lesiona el derecho del niño a nacer de un padre y una madre conocidos de él y ligados entre sí al matrimonio. De esta manera se quebranta su derecho a llegar a ser padre y madre exclusivamente el uno a través del otro. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2376). Es moralmente injustificable además, la fecundación artificial de una mujer no casada, soltera o viuda, sea quien sea el donante. (Instr. Donum Vitae 11. A. 2). La introducción de terceros para la «obtención» de un hijo, utilizando óvulos o esperma de donantes, o a través de la maternidad de alquiler, viola la integridad de la relación matrimonial, de la misma forma que se violaría con las relaciones sexuales con una persona fuera del matrimonio. Las clínicas de fertilidad demuestran una grave falta a la dignidad de los hombres y mujeres jóvenes cuando los tratan como mercancías, al ofrecerles grandes sumas de dinero por ser donantes de esperma u óvulos con trazos intelectuales, físicos o personales específicos. Además, la donación anónima de gametos implica negarle al niño el derecho a conocer sus padres biológicos, su historia, denigrando su condición de ser humano. Carácter abortivo de las técnicas Admitir la fecundación extracorpórea implica autorizar no sólo que las personas concebidas por este procedimiento sean objetos de manipulación, sino que, en la mayoría de los casos, se produzcan abortos que, aunque no fueran directamente queridos, son previsibles y por tanto moralmente ilícitos. La técnica es «eficaz» si logra un embarazo exitoso: ahora bien, planteado este objetivo la técnica está exigiendo para su «eficacia» que se conciban, por ejemplo, 3 embriones. En tanto nadie recurre a estas técnicas pensando tener un embarazo múltiple, es claro que se espera que dos de los embriones mueran antes del nacimiento. Estamos por tanto ante procedimientos que prevén que el 60% de las personas que se traen a la vida, mueran en forma «espontánea» y sólo un 33% pueda llegar nacer. La criopreservación de embriones Con el fin de aumentar las posibilidades del embarazo, quienes aplican estas técnicas aumentan la cantidad de óvulos que son fertilizados. De esta forma, son concebidos fuera del cuerpo de la madre numerosos embriones planteándose el siguiente dilema: si todos son «transferidos» en una misma oportunidad, se corre el riesgo de un embarazo múltiple, mientras que si se transfieren «algunos» de ésos (seleccionados por el médico), surge el interrogante de qué hacer con los «sobrantes». Estos embriones son hoy «congelados», para disponer así de un «lote de reserva» para proceder a nuevos intentos de transferencia si el primero fracasara. ¿Por qué debe haber embriones «sobrantes»? ¿Se justifica que en la búsqueda de una «mayor eficacia» se fertilicen tantos óvulos, sabiendo que algunos de los embriones así concebidos deberán ser congelados? Es un grave atentado contra la dignidad de una persona someterla a congelamiento o cualquier otro proceso que detenga su normal desarrollo. ¿Cuál será la razón que impida que el día de mañana esta posibilidad de congelar a una persona prevista en algunos proyectos de ley no se extienda a los recién nacidos o a cualquier otra persona que «la reglamentación» determine? ¿Derecho al hijo? El matrimonio no confiere a los cónyuges el derecho a tener un hijo, sino solamente el derecho a realizar los actos naturales que de suyo se ordenan a la procreación. “Un hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad: es más bien un don, ‘el más grande’ y el más gratuito del matrimonio, y es el testimonio vivo de la donación recíproca de sus padres. Por este título el hijo tiene derecho a ser fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres y también tiene derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción.” (Instr. Donum Vitae, II. B. 8). Dignidad de la sexualidad humana La sexualidad humana es la faceta física de la entrega amorosa entre un hombre y una mujer, entrega que se promete en la celebración del matrimonio y se lleva a cabo durante toda la vida matrimonial. Los gestos sexuales humanos sólo tienen sentido dentro de esa entrega amorosa mutua propiamente humana. El elemento clave de la sexualidad humana es, pues, el amor esponsal, del que es manifestación y signo. Por esta razón, las diversas posibilidades de ejercicio de la sexualidad que no responden a un amor esponsal son deshumanizantes. Así, la fornicación, el adulterio, la masturbación, la prostitución, la violación, etc., contrarían radicalmente la complexión natural del ser humano en el terreno de la sexualidad, y son condenables desde el punto de vista ético. Por esta razón, la mayoría de las técnicas de fertilización artificial resultan condenables pues, según se practica normalmente, requieren la masturbación del varón para obtener el semen que se emplea. El amor esponsal está abierto a los hijos, por tanto esas relaciones sexuales que no son fruto del amor esponsal son éticamente condenables, aunque tengan la apariencia externa de matrimonio. Los hijos tienen derecho a nacer en una familia como fruto del amor de sus padres. Con éstas técnicas se frustra precisamente este último aspecto de modo radical. El acto de los padres que genera hijos in Vitro no tiene nada que ver con la entrega corporal mutua propia del amor esponsal. Puede que el resultado sea el mismo —un hijo—, pero la acción de los padres no es amarse, sino «producir» el hijo que desean (mediante manipulación técnica de su sexualidad). La ética médica Estos procedimientos son costosos, de eficacia escasa y dudosa, que someten a la pareja, y especialmente a la mujer, a numerosas molestias físicas, incertidumbres y ansiedades. Por último, hay que señalar que no se tratan de procedimientos médicos en el sentido estricto del término, sino que representan técnicas de apariencia médica. La medicina tiene por finalidad curar, aliviar o consolar; sin embargo, estas técnicas no se insertan en esta dinámica. Aunque, en algunos casos, la pareja abandone la clínica con un hijo, sigue siendo tan estéril como antes: no la han curado ni aliviado. Así, mientras que se fabrican niños en serie y con control de calidad, el estudio de muchas cuestiones de fisiología reproductiva y de los mecanismos de la esterilidad de origen indeterminado siguen sin resolverse, y se da un escaso ritmo de investigación y de práctica en la prevención de la esterilidad. La Iglesia ante la imposibilidad de concebir un hijo El sufrimiento de los esposos que no pueden procrear o que temen traer al mundo un hijo minusválido es una aflicción que todos deben comprender y valorar adecuadamente. Por parte de los esposos el deseo de descendencia es natural: expresa la vocación a la paternidad y a la maternidad inscrita en el amor conyugal. Este deseo puede ser todavía más fuerte si los esposos se ven afligidos por una esterilidad que parece incurable. La esterilidad, cualquiera que sea la causa, es una dura prueba. La comunidad cristiana está llamada a iluminar y sostener el sufrimiento de quienes no consiguen ver realizada su legítima aspiración a la paternidad y a la maternidad. Los esposos que se encuentran en esta dolorosa situación están llamados a descubrir en ella la ocasión de participar particularmente en la cruz del Señor, fuente de fecundidad espiritual. Los cónyuges estériles no deben olvidar que “incluso cuando la procreación no es posible, no por ello la vida conyugal pierde su valor. La esterilidad física puede ser ocasión para los esposos de hacer otros importantes servicios a la vida de las personas humanas, como son, la adopción, los varios tipos de labores educativas, la ayuda a otras familias, a los niños pobres o minusválidos”. Por la defensa de la vida y dignidad de la persona por nacer La autoridad política tiene el deber de defender la vida desde la concepción, prohibiendo el empleo de las técnicas de procreación artificial, por atentar contra la dignidad de la persona por nacer, y poner en grave riesgo su vida. El legislador debe tener en cuenta que, como sostenía Juan Pablo II, no es posible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a la vida, sobre el que se fundamentan y desarrollan todos los demás derechos inalienables del ser humano. No puede haber verdadera democracia, si no se reconoce la dignidad de cada persona y no se respetan sus derechos. (Evangelium Vitae, n. 101). “Donde los derechos del hombre son profesados, realmente reconocidos y defendidos públicamente, la paz se convierte en la atmósfera alegre y operante.” (Mensaje para la Jornada Mundial de la paz, 1977). Encuentre este subsidio en: www.inmaculadamg.org.ar