462 MANUEL RAMÍREZ M U Ñ O Z LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA HISTORIA DE UNA MALDICIÓN isiDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA ) ASOCIADO DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ, Graduado Social, Licenciado y Doctor en Geografía e Historia por la UNED (Premio Extraordinario de Doctorado y Premio de Investigación Viera y Clavijo 1992, Sección Letras). Dede 1978 y hasta 1996 fue Profesor del Centro de Estudios Sociales de Las Palmas, dependiente de la Escuela Social de Tenerife, y entre 1992 y 1995 colaboró en el Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas, dentro de la programación para Tercer Ciclo, impartiendo cursos para posgraduados. A partir de 1988, y hasta la actualidad, es Profesor-Tutor del Centro Asociado de la UNED de Las Palmas, teniendo a su cargo las asignaturas de Historia Moderna Universal y de España (Facultad de Geografía e Historia) y de Historia de España Moderna y Contemporánea (Facultad de Filología). Es asimismo Seretario del Seminario de Humanidades Agustín Millares Cario, donde lleva a cabo una labor de investigación sobre historia de las instituciones y sobre la vida y la obra de Millares Cario. Entre sus publicaciones destacan los siguientes libros: Historia del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1913-1936 (1995). Para las Aves de Paso (Nacimiento de la aviación en Canarias) (1995). La lucha contra el fuego en Las Palmas de Gran Canaria, Historia del Cuerpo Municipal de Bomberos, 1867-1997 (1998, en colaboración con Encarna Galván), El Lazareto de Gando, 1893-1998. De complejo sanitario a establecimiento aeronáutico (2001), El tirma Historia de un Balandro (en prensa, en c o l a b o r a c i ó n con Encarna Galván). ^1. •¡mimh I LAS VfiUA':^ DE G. CAÑARÍA i N." Do3i:iiisnto a^^fi^á N." Copia . j ^ ^ S d f V j 5-^^-''v MANUEL RAMÍREZ M U Ñ O Z '< V-A í í La langosta peregrina en Gran Canaria Historia de u n a maldición Lección Inaugural del Curso Académico 2001-02 UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA CENTRO ASOCIADO DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA 2001 © MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ © de esta edición: CENTRO ASOCIADO DE LA U N E D DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Director de la Colección: MAXIMIANO TRAPERO Diseño y maquetación: CARLOS CARDOSO GUERRA Impresión: Imprenta PELAYO c. Rafaela de Las Casas, 8 35014 Las Palmas de Gran Canaria ISBN: 84-95402-01-7 D.L.: G.C.-1104-2001 PREÁMBULO Mi maestro Antonio de Bétiiencourt Massieu, maestro de muchos y amigo de todos cuantos nos encontramos aquí, suele decir que al vivir el isleño rodeado por el mar, del mar le puede venir todo lo bueno y todo lo malo. Una pequeña reflexión, basada en un punto muy concreto de este último aspecto, es lo que pretendo exponer ante ustedes, en el solemne acto que inicia la actividad académica del curso 2001/. 2002, y para el cual, la dirección del Centro Asociado de la UNED de Las Palmas me ha distinguido, convirtiéndome inmerecidamente en uno más de sus protagonistas, sin más mérito que el de ser un universitario formado en la UNED, y que su actividad, tanto docente como investigadora, se desarrolla bajo el lema que rodea la universal rosa de los vientos de nuestro logotipo: «la sabiduría es lo que tiene más movimiento de todo lo que se mueve». Quiero agradecer, por tanto, la invitación de Cristóbal García Blairsy, nuestro entrañable Director, y manifestar que me invade una especial emoción que no puedo ni quiero disimular, pues subir a esta tribuna a pronunciar la primera lección del curso, constituye un distintivo de oro, que no se puede llevar en la solapa porque su sitio está en el corazón. 6 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ INTRODUCCIÓN En la memoria colectiva de aquellos grancanarios aficionados al fútbol que rebasamos, algunos con generosidad, el medio siglo, hay un acontecimiento que difícilmente podrá olvidarse. El domingo 17 de octubre de 1954, en una tarde de calima, bajo un calor tórrido, la Unión Deportiva se enfrentaba al Atlético de Bilbao en el Estadio Insular, cuando hizo su aparición una enorme bandada de langostas. El Estadio quedó cubierto con un techo de ocre rojizo, mientras llenaba el aire una monocorde sinfonía producida por el roce de millones de élitros y una alfombra viviente se extendía por el terreno de juego y por el graderío. El partido, que terminó empatado a tres goles, dejó para la posteridad la instantánea fotográfica de los palos y la red de una portería -creo que era la de Carmelo-, cubiertos totalmente de langostas. Un periodista de la época decía que la llegada de la langosta al Estadio fue para «festejar a nuestros jugadores e insuflarles ánimos y energías para llevar a buen fin una epopeya felizmente iniciada»^. La Unión Deportiva iba ganando. No era la primera vez que una plaga de cigarrón berberisco se adueñaba de Gran Canaria. Tampoco sería la última ¿Quienes eran estos extraños, pero al mismo tiempo conocidos visitantes? En el refranero español, ese compendio de sabiduría práctica «hecha por el pueblo y sancionada LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA por el pueblo»^ a través del tiempo, que tan pródigo se muestra con determinados conceptos como mar, ingratitud, mujer, orgullo, matrimonio, riqueza, pobreza, etc., sólo hay tres referencias acerca del término «langosta», dos como animal marino y una a la que desde antiguo ha constituido la más terrible amenaza para una economía esencialmente agraria: La langosta hace la tripa angosta Nunca, tan pocas palabras, tuvieron tanto significado. El refrán, recogido en 1555 por Hernán Núñez, lleva la aclaración «porque exterminan las plantas alimenticias»^, aludiendo a sus efectos destructores y a la situación en la que quedaba el campo tras el paso de una bandada de estos voraces insectos. Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana de 1611, define la langosta como «animalejo infecto y por mal nuestro conocido, según el daño que hace en los frutos de la tierra [..] plaga y a§ote de Dios por los pecados de los hombres»'*. Definición que aparece relativamente suavizada en el actual diccionario de la Real Academia Española: «insecto ortóptero [..] fitófago, y en ciertas circunstancias se multiplica extraordinariamente, formando espesas nubes que arrasan comarcas enteras»^. Hoy, en la mayoría de las ocasiones, el término «langosta» nos sugiere la carne, con sabor a mar, de un rico y caro crustáceo, capaz de satisfacer las exigencias de los paladares más exquisitos. Pero duran- 7 8 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ te siglos, y hasta bien entrado el XX, hablar de «langosta» era hablar de dolor, de hambre y de desolación, situación que podemos adivinar mediante una mirada retrospectiva hacia una época en la que el consumo estaba determinado por la producción del campo, y las posibilidades de intercambiar excedentes agrarios eran muy remotas. Una plaga de langostas dejaba a su paso un reguero de desesperación, al ver que en pocas horas desaparecía la cosecha conseguida a duras penas por el campesino canario. LA LANGOSTA: UNA BIOGRAFÍA APRESURADA La langosta del desierto, cigarrón berberisco, o langosta peregrina, ortóptero que los entomólogos denominan como schistocerca gregaria, es una especie emigrante que ha sido calificada de mito recurrente en gran parte de las culturas de la tierra, que entró en la historia al arrasar los campos egipcios en la época de los Faraones de la XIX dinastía. De la langosta peregrina hay referencias en esculturas de Nínive y de Babilonia y en la más antigua tradición poética de la India**, encontrándose representada en la tumba de Horemheb en Tebas, siendo la causante de la Octava Plaga de Egipto, cuya mejor descripción se encuentra en la Biblia, en el capítulo X del libro Éxodo, Según el pasaje bíblico, al faltar a su palabra el Faraón e impedir la salida del pueblo hebreo, Moisés le amenazó con una invasión de langostas, «enviando el Señor un viento abrasador» que las levantó, cubriendo toda la superficie de la tierra, talándolo todo, «y no quedó absolutamente cosa ver- LA LANGOSTA PEREGRINA Í.N GRAN CAS<¡AKÍA 9 de en los árboles ni en la yerbas de la tierra de todo Egipto»^. Autores clásicos como Heródoto, Plinio, Agatárquides o Diodoro Sículo dan amplias noticias sobre la existencia en Etiopía y zonas limítrofes con el desierto, de Acridófagos, o pueblos comedores de langostas. Según la Biblia, San Juan Bautista se alimentó de langostas, lo mismo que el pueblo de Israel en alguna ocasión. En el palacio de Sennacherib, cerca de Nínive, hay un relieve del siglo Vlll a.C, en el que se ven a varios sirvientes llevando viandas a un banquete real. Dos de ellos transportan brochetas de langostas. En tiempos más cercanos a nosotros, puesto que se habla de ollas a presión, hay recetarios muy interesantes sobre la variedad de platos que pueden prepararse en los que la «langosta peregrina» constituye su principal ingrediente: langostas fritas, emparedados de ensalada de langosta, curry de langostas, asadas, al horno, sopa de langosta...etc.*. Una amiga mía, que vivió su niñez en el antiguo territorio español de Sidi Ifni, me contaba la impresión que le produjo ver a un nativo comer langostas que previamente asaba sobre la tapa, puesta al fuego, de una de aquellas latas de galletas Turnarán^ La langosta peregrina, o schistocerca gregaria, se extiende por amplias zonas del norte de África y al Sur del Sahara, principalmente en Níger, Chad, Mali y Sudán, siendo la sequía el principal factor que contribuye al desarrollo de la plaga, al que hay que sumar las continuas guerras y las grandes extensiones desérticas que les ofrecen un habitat ideal para ello. 10 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ Las langostas adultas, que se diferencian de otras especies, no sólo en el tamaño, sino en que tienen dos generaciones anuales, una en primavera y otra en otoño, miden de seis a siete centímetros, siendo la hembra algo mayor que el macho, y al ser éste más longevo hace que predomine en la población, encontrándose de dos a tres machos junto a la hembra para acoplarse con ella. Y como ocurre con todos los seres vivos en la naturaleza, también la langosta tiene su corazoncito, siendo proverbial la galantería del macho que suele subirse a lo más alto de las ramas, o de las espigas, y cortar muchos trozos de vegetal que van cayendo al suelo para que la hembra las coma. En caso de abundancia de vegetales, la hembra, desdeñosa, sigue su camino. Machos tiene de sobra. En cuanto al acoplamiento, hay una teoría muy curiosa elaborada por algunos naturalistas de finales del siglo XVIII, quienes observaron que debido a una especial configuración de sus órganos reproductores, el placer en estos insectos no se mide por instantes sino por horas, de suerte que en un solo acto gozan más que otros animales en la repetición de muchos de los de su vida. La separación de la hembra suele hacerse a base de violentísimos tirones, que con frecuencia le desgarran sus miembros, por lo que buscan lagunas, pozos o charcos para refrescarse «el ardor violento de devora sus entrañas» y, naturalmente, mueren ahogados al tiempo que se corrompen las aguas. Esta observación se encuentra en la Introducción a la Historia Natural de Guillermo Bowles, de LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA 11 1786, y en la obra de muchos naturalistas posteriores, sobre todo en los del siglo xix^°. Bowles, en el citado libro, transcribe la pregunta que leyó en una antigua novela española: ¿cuál es el animal que se parece a todos los animales? La respuesta, que procede de una antigua tradición medieval de origen árabe, es siempre la misma, aunque con ligeras variantes; este animal es la langosta, pues tiene la cabeza de un caballo, el cuello del toro, el pecho de un león, las alas de un águila, las patas de un camello, el rabo de una serpiente y el abdomen de un escorpión". Ciclo evolutivo de la langosta peregrina; O, larva recién nacida; 1 a 3, larvas de 1", 2" y 3 ' edad; 4 y 5, ninfas; 6, insecto adulto. (Dibujos de Morales Agacino, en Boletín de patología vegetalj entomología agrícola, XX (1953-1954). 12 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ Cada hembra suele poner por término medio unos 120 huevos, que deposita en número de 30 aproximadamente en una^s ootecas llamadas vulgarmente canutos, resultado de excavar previamente el terreno con su abdomen y recubrir el agujero con una sustancia viscosa. El hecho de aovar en terrenos incultos y no roturados, y tapar el canuto con una cubierta protectora brillante llamada espejuelo, permite reconocer desde lejos los terrenos donde hay puestas de langosta'^. Como un metro cuadrado puede contener alrededor de 2.000 canutos, que dan lugar a 60.000 larvas, una hectárea infestada es capaz de generar una cantidad aproximada de 600 millones de langostas. Aunque no hay unanimidad acerca del crecimiento potencial del número de langostas descendientes de una pareja adulta, Bodenheimer determinó que en seis generaciones, y con una mortalidad del 75%, ésta puede convertirse en 7'5 millones de insectos adultos. Cuando la mortalidad se reduce al 50%, la cifra puede alcanzar la escalofriante cantidad de 488 millones de langostas". Junto a esta enorme capacidad reproductora hay que destacar también su extrema voracidad. Si a este extraordinario crecimiento se une que la langosta es capaz de devorar diariamente una cantidad de materia, vegetal equivalente a su propio peso, el paisaje que deja el paso de una bandada emigrante bien puede calificarse de descorazonados Para una nube de langosta de regular altura, entre los l.ooo y los 2.000 metros, con un frente de cuarenta kilómetros de largo y diez de profundidad, Stephane Harley le calculó un peso aproximado de 15.000 toneladas", es decir, son necesarios 15 millones de kilos por día de vegeta- 13-" LA LANGOSTA PEREGRINA EN GBANCANAKÍA '" 13 ', «•-. ^ ^ * les para satisfacer la voracidad de la terrible langosta peregrina. Esta cifra, después de un profundo estudio estadístico, se ha visto sensiblemente aumentada, pues la Asamblea General de las Naciones Unidas llegó en 1989 a la conclusión de que un enjambre de estas características podía devorar diariamente hasta 80.000 toneladas de vegetación y de cultivo de cereales^^ Ochenta millones de kilos devorados por la langosta en un solo día constituye de por sí una cifra verdaderamente aterradora para la economía de un país. «No hay pluma capaz de pintar su rabiosa voracidad -decía el Semanario Pintoresco en 1840-, ni sus estragos, ni aquél aspecto cadaveroso en que quedan los campos, aquellas escenas de dolor y amargura que pasan en casa de los infelices labradores»'*. En este mismo Semanario leemos que unos campesinos a fin de defender sus hortalizas las cubrieron con sábanas, pero al momento tuvieron que quitarlas porque los insectos se las comían como «si fueran natillas». Anécdota o realidad, se cuenta la de un labrador que discutía agriamente con sus trabajadores sobre los jornales por la recogida de la cosecha. Vino una nube de langostas y, no sólo se la segó gratis, sino que no quedó absolutamente nada por recoger'^. No siempre la langosta peregrina constituye una plaga, desarrollándose ésta en ciclos más o menos regulares, de una duración de seis a diez años. Durante el intervalo que separa un ciclo de otro, la langosta permanece inofensiva y diseminada en una situación que se conoce como «fase solitaria», según la «teoría de las fases» del científico ruso Uvarov, 14 MANUEL RAMÍREZ MxjÑoz descubridor, por otra parte, de la existencia de polimorfismo en el insecto, que presenta en dicha fase un color y unas características biométricas determinadas, hasta el punto de haberse llegado a considerar como otra especie distinta. Cuando se dan ciertas condiciones climáticas o de vegetación, las langostas «solitarias» se multiplican de manera exponencial, el aumento despierta instintos gregarios, y este paso de la «fase solitaria» a la «fase gregaria», en la que cambian algunas características, entre ellas el color y la relación entre la longitud del élitro y el fémur de las patas posteriores, hace que se formen inmensos bandos que emigran de la sequía, de la falta de alimento, o del calor excesivo. Debido a la existencia de sacos aéreos y reservas adiposas, la langosta es capaz de realizar grandes vuelos y alcanzar alturas comprendidas entre los 2.000 y los 4.000 metros, habiendo franqueado frecuentemente el Gran Atlas a 3.350 metros, o desplazándose a distancias superiores a los 2.000 kilómetros, pues han llegado hasta las Azores. Estos datos, en cierto modo apresurados, nos permiten calibrar la clase de enemigo al que tuvo que enfrentarse el campesino canario, cuando ya volando, ya en grandes masas flotantes impulsadas por vientos favorables del Este que desvían a la langosta de su ruta habitual, llegaron a las costas meridionales y orientales de la Isla, como el más funesto presente -dice Viera y Clavijo-, que nos «suele hacer la vecina costa de Berbería»i^ Presente que con una enorme fuerza descriptiva nos ofrece Domingo J. Navarro en su libro Recuerdos de un noventón, refe- L A LANGOSTA PÉREG]«Ná EN G R A N CANARIA 15 rente a la plaga que se presentó en el verano de 1812, como si no hubiera sido suficiente la trágica epidemia de fiebre amarilla del año anterior. «La implacable insistencia de los vientos del Sur nos trajo de África lo que podría llamarse un diluvio de langosta. En una mañana de despejado sol se notó al naciente de la casa que habitábamos, un denso y extendido nubarrón que oscurecía el cielo. En breves instantes, la atmósfera, el suelo, los árboles, las casas y hasta las habitaciones interiores todo estaba invadido por los voraces insectos [...] En pocas horas, nada verde existía y hasta las cortezas de los árboles desaparecieron. La Isla quedó convertida en un árido desierto»>^ LA LANGOSTA EN EL HORIZONTE CANARIO El símil de la langosta que aparece en forma de nube no es una mera construcción literaria. En la mente de quienes vivieron las dos últimas invasiones, las de 1954 y 1958, cobran realidad algunas descripciones como la que hace Felipe Trigo en su novela Jarrapellejos, que según avanzaba la plaga se «iba oscureciendo el sol como en un eclipse. Fatídica luz de tristeza turbia, ésta que filtraba el velo de maldición tendido entre el cielo azul y la hermosura primaveral de la campiña»^". O la de Vicente Blasco Ibáñez, en El Papa del Mar, cuando escribe que «nubes de langosta obscurecían el sol en mañanas radiantes, devorando el trigo»^^ Pero es Enrique Nácher, autor de una preciosa novela ambientada en una humilde aldea de pescadores del sur de Fuerteventura y sumi- 16 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ da en aquella dramática pobreza de los años treinta, quien con más fuerza describe esa nube viva contemplada periódicamente por los aterrados ojos del campesino canario. En Cerco de arena, Enrique Nácher dice que «la nube se ensanchaba cada vez más densa sobre todo el horizonte que hmitaba al mar. No un nublado ordinario el que se preparaba, sino una verdadera tormenta que empezaba a oscurecer el sol. Nubes en verdad demasiado bajas y densas» que se agrandaban por momentos «sumiendo el mar en un oscuro revoltijo sin límites»^^ j . , Plaga de langosta en Sidi Itni, 2-12 1956. Pabellón de suboficiales del Grupo de Tiradores. — •' IA LANGOSTA PEREGRINA EN GMN CANARIA El trágico espectáculo de «horas y horas cayendo millones y millones de insectos después de sembrar una alfombra de cadáveres hasta las costas de Africa»^^, aparece en la obra de diversos autores a partir de la entrada de Canarias en la historia castellana. A través de ALVAREZ Rixo, Viera y Clavijo, Lope Antonio de la Guerra^'', Fray José de Sosa, Juan Núñez de la Peña, Bartolomé García del Castillo^^ y Pedro Agustín del Castillo^*', entre otros, puede establecerse con cierta precisión los momentos más dramáticos vividos en el Archipiélago como consecuencia de la langosta. En la obra de autores más cercanos a nosotros, como Domingo Déniz Grek^^, Agustín Millares Torres^^ o Alejandro Cioranescu^'' se pueden encontrar valiosas noticias, asi como en las actas del Cabildo de Tenerife y en los libros de la Audiencia. También es muy ilustrativo el artículo de Oswaldo Brito González sobre la langosta en Canarias durante el Antiguo Régimen, incluido en el Anuario de Estudios Atlánticos^° El conjunto de todas estas referencias permite recomponer el mapa de las invasiones de la langosta peregrina, tan presente en el acontecer canario y establecer una secuencia, que sin ser exhaustiva y señalando solamente las más importantes, nos puede acercar a la historia de tan poco deseado visitante: 1586-88; 1607; 1635; 1645-46; 1659; 1666; 1676-77; 1680; 1690; 1698; 1703; 1726; 1757-58; 1772; 1778-79; 1798; 18111812; 1833-34; 1844-45; 1856; 1908; 1910; 1932; 1950; 1954, 1958. Quince grandes invasiones entre los siglos XVI y XVIII, cuatro en el XIX y cinco en el XX, son un número más que suficiente para poder adivinar las duras consecuencias derivadas del paso del enemigo. 17 18 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ Es curioso observar cómo la mayor parte de las invasiones han tenido lugar por las mismas fechas, en la segunda quincena de octubre. Concretamente, la de 1659^7 las cuatro últimas del siglo XX, se iniciaron el día 15, festividad de Santa Teresa. Precisamente, el Cabildo catedralicio acordó en 1666 instituir una fiesta perpetua en honor de Santa Teresa, y declararla intercesora contra las plagas de langosta". TRAS EL PASO DE LA LANGOSTA La reseña de las diferentes plagas que azotaron las Islas es demasiado larga, pero con un denominador común: desolación. Cada invasión de langostas fue como un trágico heraldo que sólo anunciaba escasez y hambre, por lo que diversos tratadistas, sobre todo los del siglo XVIII, no vacilaron en presentar un cuadro que se caracteriza por su crudeza. Viera y Clavijo dice que en menos de veinte años, entre 1560 y 1580, y como si se anunciara un triste final, las Islas se vieron afectadas por una serie de acontecimientos debido a la peste, langosta, volcanes, guerras y falta de víveres^^. 1659 no fue precisamente un buen año para las Canarias, pues la alegría que pudo suponer la noticia de la Paz de los Pirineos que puso fin a cuatro décadas de sangrienta guerra entre Francia y España, se vio ensombrecida al verse las Islas acosadas de repente por «innumerables e invencibles ejércitos de enemigos salidos del corazón del África»". Para Viera y Clavijo «una nube inmensa de langosta que cu- LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA 19 bría el cielo y la tierra se echó sobre las islas los días 15 y 16 de octubre amenazando la devastación más universal. En poco tiempo no dejaron aquellos insectos cosa verde. Destruyeron las yerbas, huertas, viñas y demás plantas de tal manera que hicieron presa en las hojas de las palmas, que son tan duras, y en las de pita, que no hay animal que las coma. Cuando faltó el follaje de los árboles, se apoderaron de las cortezas, por lo que se secaron muchos, y cuando no hallaron qué comer, se comieron unas a otras infestando las aguas, corrompiendo el aire y atemorizando a los pueblos»'-*. En parecidos términos se expresa Pedro Agustín del Castillo que habla también de la extraordinaria vitalidad de las langostas, pues «se mantenían vivas ensartadas y colgadas más de un mes sin alimentarse de cosa alguna»". La plaga de 1659 Higuera arrasada por la langosta 20 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ coincidió con un eclipse de sol, y fue tal la oscuridad -dice Juan Núñez de la Peña-, «que parecía más cerca de la noche que día, y las langostas caían a tierra, fue este un dia muy temeroso»^*. La plaga no deja tras de sí otra cosa que lamentos, miserias y congojas, dice Bartolomé García del Castillo. «Hallándose pues librada la manutención de nuestras vidas en nuestros afanes y sudores, siendo el único comercio de estos naturales el cultivo de sus campos, ansiando por las flotas de la Ilusión y si todo su anhelo aspira al desembarco en sus hojas ¿qué les restaba para la muerte a los que veían perdidas sus esperanzas viendo consumida la verdura de sus mieses?»^''. Apenas transcurridas dos décadas, el año 1680 fue fatal para las Islas que tuvieron que enfrentarse contra su gran enemigo: la langosta. Dice Viera y Clavijo que «tocábanse los tambores en los pueblos, marchaban las milicias por compañías, despachábanse espías y batidores, matábase infinita, pero no veían que era imposible exterminarla»^». Cuatro años después se repite el cuadro de la langosta devastando sementeras^*, siguiendo el ritmo de una macabra sinfonía formada por el desarrollo armónico de unas notas primigenias. Con frecuencia, durante el Antiguo Régimen, los efectos de una invasión de langostas fueron más duraderos debido a la poca eficacia de los métodos empleados para su extinción. Como la langosta peregrina tiene dos generaciones anuales, si no se actúa LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA 21 directamente sobre el terreno donde aova, una nueva plaga sustituirá a la anterior, con menos fuerza destructiva quizá, pero la suficiente para minar el esfuerzo del campesino canario empeñado en restañar las heridas de la anterior. Fray José de Sosa, novicio del Convento de San Francisco, que fue testigo de la plaga de 1659, dice que duró hasta 1662, extendida por todas las Islas de tal suerte, que el problema de la «esterilidad y el hambre» fue el más leal compañero del labrador durante una larga temporada. Por otra parte, la información que proporciona Lope Antonio de la Guerra sobre los avivamientos en la isla de Tenerife en 1780 y 1783, de la plaga que se introdujo en 1778, es una muestra muy representativa del comportamiento de la langosta, que podría Langosta sobre cardones, 1954 (foto Hernández Ciil) 22 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ extrapolarse a cualquier época. Entre febrero y agosto de 1781, el Cabildo de Tenerife pagó más de 6.000 pesos por las mil fanegas de cigarras que se recogieron"». '~ Y así ocurrió también, ya en el siglo XIX, con la de 1812 recordada por Domingo J. Navarro, que se mantuvo hasta el año siguiente, devastando totalmente los cultivos y desapareciendo más de la mitad del ganado por falta de pastos. En esta ocasión se utilizaron para matar langosta a cien de los prisioneros franceses que se encontraban deportados en Gran Canaria con motivo de la Guerra de la Independencia'*^ Por si faltara poco, también el cigarrón de la tierra se reprodujo en gran número, que acabó por devorar lo poco que quedaba. Tal vez la mayor plaga ocurrida en el siglo XIX fue la que invadió a Gran Canaria en 1844, que aunque Domingo Déniz Grek y Agustín Millares Torres coinciden en que al ser perseguida a tiempo, no causó tanto daño como las anteriores de 1812 y 1833, un memorial del Ayuntamiento de Las Palmas habla de la «horrorosa plaga» de langosta berberisca que asoló los campos grancanarios, de forma tal, que en marzo de 1845 «fueron muy raras las mieses que escaparon de este azote destructor produciendo hambres generales»*^. Entre tan gran número de plagas procedentes de la costa africana, existen noticias de 1893 en que los campos del sur de la Isla se vieron infestados por el llamado cigarrón de la tierra, que se extendió rápi- LA L4NG05TAP£K£GR/NA EN GRAN CANARIA 23 damente por las comarcas de Agüimes e Ingenio, amenazando con extenderse hacia el norte y destruyendo los sembrados dejándolos reducidos a una completa ruina. Es, hasta ahora, una de las pocas referencias del paso de la fase solitaria, a la gregaria, de la normalmente pacífica cigarra autóctona''^ Las mismas zonas anteriores se vieron afectadas en 1908, esta vez por la langosta peregrina, que el Delegado del Gobierno estimaba como «la peor especie y tamaño conocidos»"*", con una extraordinaria capacidad destructiva, como así ocurriría cinco años más tarde con los mismos resultados. 1932 fue un año especialmente difícil para la agricultura canaria, pues a la crisis económica que siguió a la gran depresión de 1929, se unió una plaga de langosta que agravó la situación y que afectó principalmente a las Islas orientales. Tal vez fue esta invasión la que inspiró a Enrique Nacher para escribir uno de los capítulos más amargos de su novela Cerco de arena. Para el Presidente del Cabildo Insular de Lanzarote, infundía «pánico el espectáculo que presentaban los campos invadidos donde no se aprecian los sembrados por estar cubiertos de langostas»"*^. La mayor plaga del siglo XX, que asoló gran parte de la agricultura canaria, tuvo lugar entre el 15 de octubre de 1954 y el 20 de enero de 1955, fecha en que quedó oficialmente extinguida, y en la que gracias al empleo masivo de medios para su destrucción, no tuvo unos resultados tan catastróficos como se esperaban. Pero fue una plaga de magnitud desconocida, puesto que a una invasión le sucedía otra de 24 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ tanta densidad como la anterior. Esta plaga asoló grandes extensiones del sur de Marruecos, y como consecuencia de unas lluvias torrenciales, los insectos, de gran tamaño, penetraron en los establos y viviendas atacando al ganado y a las personas, resultando numerosos niños marroquíes heridos en los labios y en las orejas'"'. En 1958, y también el 15 de octubre, otra gran plaga llamó a las puertas de las costas sureñas grancanarias. Pero se la estaba esperando y, naturalmente, sus efectos no se dejaron sentir como en anteriores ocasiones. L o s MEDIOS DIRECTOS PARA COMBATIR LA LANGOSTA Una vez que conocemos la biografía de la langosta, las plagas más importantes que llegaron a Canarias a lo largo de cinco siglos, y la desoladora huella que dejaron a su paso, nos queda hacer una pequeña incursión por la amplísima historia del temible y temido insecto, y tratar de responder a una pregunta, no por simple menos importante, ¿cómo se enfrentó el campesino canario ante tamaño enemigo? Domingo J. Navarro resume los métodos tradicionales: «en vano los hombres, mujeres y niños armados de cacharros, campanas y pitos producían un ruido infernal para levantarlas de los cercados; en vano los curas, con estola y agua bendita pronunciaban con fervor los exorcismos contra el genio del mal; todo fue inútil»''^. A esto hay que añadir la acción del fuego. «Grupos de hombres amontonaban maderos viejos y leña delante de las casas para prote- LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA 25 gerse con hogueras de la nube viva...», leemos en la novela Cerco de arena'^*. Anteriormente la madera, y en la primera mitad del siglo XX gasolina y viejos neumáticos, el espectáculo sobrecogedor de los campos incendiados, con el rojo y el amarillo del fuego tiñendo el azul grisáceo del crepúsculo isleño, contribuiría sin duda a acentuar el dramatismo de una situación en la que el humo y el sudor se sobreponían a su propia grandiosidad'*'. En Telde se tenía la firme creencia en la eficacia del humo producido por el cardón, la planta autóctona más representativa de la flora isleña, y que es el tema de un cuadro de José Arencibia Gil que se encuentra en el Museo León y Castillo de la ciudad sureña. Pocas veces la langosta ha sido objeto de una obra de arte, y por esta razón hos Viejos, pintado en 1954, constituye una valiosa excepción que refleja la durísima lucha del campesino canario, en su intento de poner una barrera a los estragos del terrible insecto"'. En la actualidad, y una vez que se conoce perfectamente el ciclo biológico de la langosta y determinadas pautas de comportamiento, la lucha se ha orientado a actuar en las zonas de cría, ya que las invasiones deben cortarse en los lugares de origen y no en los de emigracióm^, y esto se está consiguiendo bajo el auspicio de la ONU, y mancomunando los esfuerzos de varios países, ya que para la langosta las fronteras no existen. Incluso en zonas de emigración, como Canarias, un método eficaz de lucha sería en el momento de la llegada, cuando tienen las alas mo- 26 MANUEL RAAÍÍREZ MUÑOZ jadas y están en un grado de postración elevado como consecuencia del viaje desde la costa africana. Pero esto que hoy nos parece fácil, era impensable en épocas anteriores porque las grandes extensiones despobladas del sur y sureste de la Isla, dedicadas a una agricultura extensiva, ofrecían el lugar idóneo para que avivase la plaga. Cuando el hombre empieza a divisarla la mayor parte de los medios para combatirla «son infructuosos porque no se practican en tiempo opormno»". Unos medios que son siempre los mismos. Por una parte, «fuegos encendidos en los campos, movilización de los milicianos y de las personas válidas de los lugares para hacer huir a los invasores con el ruido de los tambores o para matarlos a palos y después enterrarlos»". Por otra parte, el Cabildo estimulaba la destrucción de la langosta abonando una cantidad de dinero por cigarra muerta, al amparo del primer texto legal que aparece en España relativo a la extinción de la langosta, la Instrucción de 1755, en la que se dan normas para llevar a cabo campañas eficaces para destruirla en sus primeros estados. Así para el estado de canuto prescribe la roturación de las tierras y la introducción de animales de cerda en lugares infestados, los cuales hozando y revolviendo la tierra, se comerían los canutos. Otro animal que se utilizó tradicionalmente, tanto para este estado, como para los más desarrollados, fue el pavo. Pero esto tenía sus inconvenientes, pues tanto la carne de los cerdos como la de las aves de corral alimentados con langosta, si no se les daba un determinado margen de tiempo, tenía un pésimo sabor, LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA aparte de los muchos animales que morían después de darse un atracón de langostas. La. Instrucción de 1755 disponía que los gastos en extinguir la langosta se debían satisfacer con el caudal existente de los bienes de Propios, con lo sobrante de los Arbitrios, o con los depósitos que hubiere, por ser éste un asunto de común beneficio, y en caso de faltar numerario debían solicitarse socorros tanto a las autoridades municipales, como a las eclesiásticas mediante de repartimiento correspondiente. Esto provocaría graves desavenencias entre los Ayuntamientos, el Corregidor y los Jueces Eclesiásticos, unas veces porque los caudales se utilizaban - c o m o en el caso de Santa Cruz de Tenerife y su término, dejando el resto de la Isla en completo abandono-, otras porque las discusiones se alargaban inútilmente en si era cigarra berberisca o de la tierra la que avivó en 1772 y 1780, y otras porque los Hacendados y los Eclesiásticos pretendían que los trabajos los hicieran gratuitamente los pobres y los jornaleros'*. El Clero, lógicamente, defendía su derecho a no contribuir en los repartimientos que obligaban a toda la población". En el informe al Consejo de Castilla, que la Audiencia de Canarias elevó en 1782 sobre el litigio planteado por este asunto, leemos que sólo el Alcalde de Telde, don Juan Travieso, pagó la recogida de 104 fanegas de canuto y 1.502 quintales de langosta en estado de mosquito, empeñándose, aún con la garantía de la Audiencia y su Fiscal, en los 4.080 pesos que importó esta segunda operación. Travieso tuvo que 27 28 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ hacer frente, no sólo a la deuda, sino que «mucha fue la guerra que con este motivo se movió contra dicho Alcalde por los Hacendados»^^ Ante la plaga de langosta que se inició en 1833, invadiendo las comarcas del Sureste, el Corregidor de la Isla amenazó al Ayuntamiento de Telde con mil ducados de multa si no ordenaba inmediatamente la extinción, haciendo saber al vecindario que cada jornalero debía coger «seis libras de cigarrón y siendo labrador doce, apercibidos de que en caso de no presentarse al señor Alcalde, serían denunciados al Corregidor para su castigo»'^. Don Pedro Hernández Benítez, párroco de Telde, de quien proceden las líneas anteriores, dice que con motivo de la invasión de 1844 el Ayuntamiento acordó que se convocara al vecindario por medio de campanas que tocarían a rebato a las ocho, a las doce y a oraciones, y que salieran grupos de gente a perseguirlas a la playa durante el día, y de noche donde se posaran. Se ordenó una suscripción pública, que no tuvo éxito, y que se exigiera a cada vecino la entrega de catorce libras de langosta por cada persona de la familia mayor de catorce años y de no hacerlo, que dieran un cuarto por cada libra no entregada, destinado este dinero a la compra del insecto, estimulando así a los cogedores. El Ayuntamiento de Las Palmas, al carecer de fondos de Propios, y ante la gravedad de la situación, pues la plaga de 1844 afectó a toda la Isla, acordó un repartimiento vecinal de 3.000 reales vellón entre los mayores contribuyentes, para trabajos de extinción de la misma. Sin embargo, al surgir discrepancias, LA LANGOSTA PEREGRINA EN GUANCANAÍÚA 29 en la sesión del 24 de noviembre se propuso que dicho repartimiento debía hacerse por categorías, entre los que pudieran contribuir, para evitar agravios y disconformidades. El nuevo reparto vecinal, hecho por clases, se estableció en 1.456 reales vellón, cantidad que no llegó a recaudarse del todo y que se empleó en su mayor parte en comprar tea para hachones y pita para amarrarlos, así como en suministrar aguardiente a las personas que se dedicaban a recoger y enterrar la langosta'**. En esta ocasión hubo un vecino, Antonio Roig, que ofreció 200 reales y los gastos de dos peones diarios, pero al final sólo se le pudieron cobrar los 25 que le tocó en proporción en dicho repartimiento". Hay que considerar que una plaga, como hecho histórico, es algo coyuntural, pero la situación creada por ella tiene un amplio significado por las tensiones a que da lugar, sobre todo, en épocas de dificultades económicas y sociales, a las que a veces hay que añadir las ideológicas. Así, por ejemplo, cuando la plaga de 1932 invadió las fincas de varios terratenientes en Fuerteventura, en el Cabildo Insular de Gran Canaria se oyeron voces en contra de ayudar, ya que a los dueños de las mismas les correspondía hacer el gasto necesario para limpiar sus campos de la plaga, «en lugar de derrochar alegremente sus capitales»*". Hasta bien entrado el segundo tercio del siglo XX, los métodos de extinción de la langosta no variaron sensiblemente. Pero a partir de los años cincuenta, el ruido y el humo -de dudosa eficacia-, fueron 30 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ sustituidos por la utilización de medios materiales y humanos de una forma más racional. Así los daños que correspondieron a una plaga de la magnitud de la de 1954 no fueíon tan grandes, gracias al mayor conocimiento de la manera de comportarse la langosta, al empleo de productos químicos, la utilización de aviones y barcos bajo la dirección técnica del Ministerio de Agricultura, y la estrecha colaboración entre el Ejército, la Guardia Civil, el vecindario y las autoridades municipales y provinciales. Incluso se pudieron resolver dificultades de coordinación, debido a los deficientes sistemas de comunicaciones. Por ejemplo, en 1954, en San Nicolás de Tolentino no existía ni telégrafo, ni teléfono, algo difícil de comprender hoy, en la era de los móviles<='. LA IGLESIA Y LA LUCHA CONTRA LA PLAGA Paralelamente a estos medios de lucha directa se recurría también a la Iglesia. Novenas, plegarias, oraciones, exorcismos, y, en último término, la llegada a la Catedral de la Patrona de la Isla en procesión. De las cincuenta y una bajadas de la Virgen del Pino a Las Palmas, incluyendo la del pasado año, ocho lo fueron con ocasión de la langosta. El recurso a la Iglesia complementa pues, la acción directa, cumpliéndose el refrán «a Dios rogando y con el mazo dando» -como señala don Santiago Cazorla al hablar de la Capilla de Santa Teresa en su Historia de la Catedral de Canarias-, pues una cosa no estorba a la otra. Ya en 1619 Bartolomé Ximénez Patón, que también utiliza el refrán anterior, decía que «ay reme- L A LAHGOSÍA PEREGRINA E N G R A N C A N A ^ \ 3* I3 dios humanos y divinos, los humanos no son de efecto sin la ayuda de Diosw^^^ No lo entendieron así, ya en pleno siglo XX, los vecinos de Cercados de Araña, que habiéndose presentado la langosta con gran intensidad en 1913 y 1914, se negaron a efectuar trabajo alguno de extinción diciendo «que como es castigo de Dios, únicamente deben y pueden extinguirla los curas con exorcismos»*^ Lógicamente, entre todas las comarcas del sur de la Isla, fue en ésta donde los daños de la plaga se hicieron notar más intensamente. La actitud de dichos vecinos, algo impensable en nuestros días, fue muy común para el hombre del Antiguo Régimen que vivió dominado por lo que se ha dado en llamar «pesimismo del Barroco». Frente a los desastres naturales, el hombre barroco reaccionó de un modo característico: los pecados son el origen de todos los males que le afligen, y entre ellos, las plagas de langosta representan un castigo divino*^ El escribano herreño, Bartolomé García del Castillo, dice que en el año de 1590 «fue servida la Majestad divina de dar principio al riguroso e insoportable castigo de la langosta, justo a medida de la gravedad de nuestras culpas»*^^, calificando a este insecto como el «más condigno castigo a las abominaciones de los hombres»**^. Por otra parte, el título de una obra impresa en Gerona en 1687, Relación de los motivos por los cuales nos castiga la divina justicia con la plaga de langosta^'', es suficientemente expresivo. Según este libro, entre todos los motivos son dos los que más irritan a Dios para que éste castigue 32 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ con la langosta. El primero es no pagar los diezmos a la Iglesia «como se debe», y el segundo, la falta de justicia. ^ Junto a los trabajos de naturaleza colectiva y obligatoria, los recursos espirituales ocuparon un lugar preeminente debido a la influencia que ejercía la Iglesia en todos los aspectos de la vida cotidiana. Las manifestaciones religiosas afloran en épocas de crisis y la protección de la Virgen y los Santos, la mejor garantía para superarlas. Cuando en Gran Canaria aparecía la langosta, el pueblo acudía al Cabildo catedralicio el cual ordenaba a un sacerdote subir a los techos de la Catedral y después de practicar ciertas ceremonias «exorcisase al insecto volviéndose a los cuatro puntos cardinales con estola e hisopo»'^'*. Para estos casos, la Iglesia tenía un amplio repertorio de actos litúrgicos con objeto de conseguir el favor divino mediante exorcismos, conjuros y rogativas, todo un ceremonial perfectamente organizado a través de los formularios de oraciones usadas por el personal eclesiástico requerido. El traslado en procesión de la Virgen de la Candelaria a La Laguna, o de la Virgen del Pino a Las Palmas, cuando han fallado los anteriores actos religiosos, constituyen a veces la última baza con la que se implora la ayuda divina. Ahora bien, para que las rogativas fueran eficaces se necesitaba un intermediario entre el cielo y el pueblo, razón por la que cada Isla, o cada comarca, tiene su abogado defensor al que acude fervorosa- LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA 33 mente cuando aparece una plaga de langosta. Así, entre otras muchas tradiciones, tenemos, en Gran Canaria a Santa Teresa; en La Laguna a San Plácido y sus compañeros, que resultaron elegidos por sorteo entre todos los Santos con motivo de la plaga de 1607<^'; en Guía, los vecinos ofrecieron a su Patrona celebrar una fiesta anual por la total extinción de la plaga de I8II, y dice Déniz Grek que ahí tiene su origen la fiesta de los Ramos que tiene lugar en uno de los domingos de septiembre, «en el que las gentes bajan del campo llenas de alborozo armados de ramas de árboles...»^"; la Virgen del Rosario en Agüimes^i; San Agustín en la Isla de El Hierro^^; En Buenavista la Virgen de los Remedios... Pero si, a pesar de todo, la langosta persistía, en último término se la maldecía y excomulgaba. Millares Torres cita, en este sentido, un acuerdo del Cabildo de la Catedral de diciembre de 1589. Ignoro, hasta este momento, si en Canarias se llevó a cabo algún proceso de excomunión, pues de otras provincias quedan testimonios, aunque muy escasos, de haberse realizado a pesar de la postura contraria de algunos teólogos y moralistas que consideraban supersticiosa esta manera de proceder. Por ello, creo que es interesante conocer el pleito que se puso en la Abadía de Párraces (Segovia), para excomulgar a la langosta que asoló los campos entre 1647 y 1650. Como los medios para luchar contra la plaga, tanto los directos como los espirituales no dieron resultado, se echó mano del «último y extremo recurso: se excomulgó a la langosta obligándola a que abandonara los campos infestados»^'. Pero antes de proceder a la 34 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ excomunión se formó el correspondiente juicio, ajustado a derecho, nombrándose Tribunal, Fiscal y Procurador quienes habían de acusar y defender a las langostas ante el Juez de la Causa. Lo curioso de este litigio fueron las razones que obligaron a incoarlo: al asolar la langosta el campo y faltar los frutos de la tierra, no se habían hecho los sufragios tanto obligatorios como voluntarios para las Animas del Purgatorio. Tampoco los fieles podían socorrer con sus limosnas y ofrendas a las órdenes mendicantes, hospitales, ermitas, imágenes y otras obras pías, ni servir «como es razón y se debe las iglesias y ministros de ellas, por faltar las ofrendas y obligaciones ordinarias»^\ El resultado del juicio, fue darle un plazo Plaga de langosta en Chañarlas en 1954. L A LANGOnA PEREGRINA EN G R A N CANARIA 3 5 de veinticuatro horas para que abandonaran el término de la Abadía y, si no obedecían, serían declaradas rebeldes y contumaces, quitándole «todo género de mantenimientos», y declarando que «merecen morir y acabar de todo punto»^^. Lo que no dice el informe es si la langosta, atemorizada por el anatema, fue obediente. Naturalmente, todas estas manifestaciones de religiosidad popular disminuyeron a medida que se fue conociendo el ciclo biológico de la langosta, al tiempo que se tomaba conciencia de su nacimiento por causas naturales y no por la acción del diablo, como de manera tan minuciosa lo describe Bartolomé García del Castillo en su estudio sobre la langosta en la Isla de El Hierro. EPÍLOGO La amenaza de una invasión de langosta peregrina es consustancial con la historia de Canarias. Para nuestra Isla, las playas del sureste y las costas del sur se convierten en fáciles recepcionistas para la terrible nube viva. Cuando las condiciones atmosféricas son favorables y se divisan los primeros ejemplares, el temor invade los espíritus, como así ocurrió en 1987, en 1990, en 1995, o en el 2000, activándose las alarmas que, afortunadamente, sólo quedaron en eso. Si en este momento viéramos aparecer una nube de langosta -la época es propicia para ello-, sería un espectáculo curioso, impresionante, desconocido para muchas personas. Para otras, les traería a la memo- 36 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ ria escenas similares vividas en épocas anteriores. Desaparecerían las hojas de los pocos árboles que quedan en la ciudad. Desaparecería el césped que a duras penas se mantiene verde alfombrando varios espacios de la misma. Desaparecerían los pequeños oasis de verdor que rodean las instalaciones turísticas y residenciales. Desaparecería también parte de esa cubierta vegetal de la que nos alimentamos y que día a día sufre las dentelladas del actual proceso urbanizador y, por último, se encarecerían, aún más de lo que están, las frutas y las verduras. Pasados los efectos, poco más o menos que una tormenta de granizo, una prolongada sequía, o una lluvia torrencial, todo volvería a la normalidad. Los medios de comunicación nos traerían noticias e imágenes de otros trágicos acontecimientos, haciendo olvidar momentáneamente la vista estremecedora de unas bandadas de insectos que solamente quedaría grabada en nuestra memoria, en la fotografía, o en la televisión. Hasta hace pocos años los tomateros eran dueños y señores del paisaje oriental y sureño de la Isla. Sobre una plana arquitectura de interminables hileras de palos clavados en la tierra formando uves invertidas, las plantas de los tomates se enroscaban tejiendo un espeso tapiz con tres colores dominantes: el ocre, el rojo y el verde. Cuando el fruto estaba en sazón, el agricultor se esforzaba por interpretar los múltiples signos que su intuición y experiencia captaba, pues un cambio en el viento, en la temperatura, o en la presión atmosférica, podía anunciarle la mala nueva de una nube de langosta en el horizonte. Desgraciada y periódicamente, y casi siempre a me- LA LANGOSTA PEBEGRINA EN GRAN CANARIA 37 diados de octubre, la plaga transformó el hermoso tapiz en un fantasmagórico paisaje. Hoy, la langosta no encontraría tantas facilidades en los campos grancanarios. Por una parte, los invernaderos, y por otra ese panorama de cal y cemento que sin solución de continuidad bordea las costas sureñas avanzando implacablemente hacia el interior, hacen que, al menos, el primer combate, lo pueda ganar el hombre. NOTAS ' Eduardo Carque Gil (Falange, 21-10-1954). ^ Refranero General Ideológico Español, compilado por Luis Martínez Kléiser. Madrid, Ed. Hernando, 1989, pág. XVIII. Ubid. ^ COVARRUBIAS, Sebastián de : Tesoro de la Lengua Castellana o Española. 1611. Edición de Martín de Riquer. Barcelona, 1943. ^ Diccionario de la Lengua Española. Madrid, Real Academia Española, 1992. ^ [s.n.]: "La Langosta, lo que es la plaga y modos de combatirla", en Hojas divulgativas. Servicio de publicaciones agrícolas, n" 15-16-17 (1920), pág. 2. ' Cit: en Ibid. ' VÁZQUEZ LESMES, Rafael; SANTIAGO ÁLVAREZ, Cándido: Las Plagas de langosta en Córdoba. Córdoba, Cajasur, 1993, pág. 42. ' Debo este testimonio a Carmina Lemes Izquierdo. '" Cfr.: -BOWLES, Guillermo: Introducción a la Historia Natural y ala Geografía Física de España. Madrid, Imprenta Real. 1782, pág. 258. -BENITO AGUADO, Isidro: Yida histórica de la langosta: Manual de Jueces y Ayuntamientos. Sevilla, Impág. de D* María del carmen Padrino, 1829. pág. 33-34. -CHINCHILLA, Anastasio: Memoria sobre los insectos perjudiciales a la agricultura y medios de destruirles. Valencia, Impág. de D. Benito Monfort, 1844. pág. 46. " BOWLES, G,: Introducción a la... opág. cit., y VAZQUES LESMES, R; SANTIAGO ÁLVAREZ C : Las plagas de... opág. cit., pág. 27. ^^ PLANES, Silverio: Plagas del campo. Madrid, Ministerio de Agricultura, 1967, pág. 282. "CAÑIZO, José del; MORENO, Víctor: "Ideas actuales sobre las plagas de langosta", en Boletín de Patología Vegetal y Entomología Agrícola. IX (1940), pág. 109. " HARLEY, Stephane: "Algo nuevo sobre las invasiones de langostas", en Semana,n° 782 (15-2-1955), pág. 14. '^ Naciones Unidas: "Estrategia internacional de lucha contra la plaga de los acrídidos: en particular en África". Asamblea Genral 14-2-1989 (A/ RES/43/203). '^ Semanario Pintoresco. Manual de conocimientos útiles, económicos y de fácil aplicación, destinados especialmente a los labradores, artesanos y demás clases industriosas de la sociedad. Madrid [s/a], t.II, pág.14-17. LA LANGOSTA PEREGRINA EN GRAN CANARIA 39 " "La langosta", en Hojas divulgadoras. Servicio de Publicaciones Agrícolas, n° 15-16-17 (1920), pág.3. " VIERA Y CLAVIJO, Joseph de: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. S/C de Tenerife, Goya Ed., 1982, pág.142. " NAVARRO, Domingo J.: Recuerdos de un noventón. Las Palmas de G.C., Cabildo Insular, 1971, pág. 125. ^ TRIGO, Felipe: Jarrapellejos. Madrid, Espasa-Calpe, 1988 [Col Austral: 40] pág. 37. 21 BLASCO IBÁÑEZ, Vicente: El Papa del Mar, Valencia, Ed. Prometeo, 1925, pág. 38-39. ^NÁCHER, Enrique: Cerco de Arena. Puerto del Rosario, Cabildo Insular, 1998, pág. 223. "Ibid. " GUERRA Y PEÑA, Lope Antonio de la: Memorias (Tenerife en la segunda mitad del siglo XS/III), Las Palmas de G.C., El Museo Canario, t. IV 2' Cfr.: MILLARES CARLO, Agustín y HERNÁNDEZ SUÁREZ, Manuel: Bibliografía de Escritores Canarios (Siglos XVI-XVII y XVIII), t.3. Las Palmas de G.C., El Museo Canario, 1979, pág. 145-150. ^'^ CASTILLO, Pedro Agustín del: Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias. Madrid, Gabinete Literario, 1948-1960, t.I, fase. 3. ^^ DÉNIZ GREK, Domingo; 'Resumen Histérico-Descriptivo de las Islas Canarias. Las Palmas, 1854. (El Museo Canario, ms.) 2* MILLARES TORRES, Agustín: Historia de la Gran Canaria. Las Palmas de G.C., Real Club Victoria, 1998. t.II, pág. 248-249. " CIORANESCU, Alejandro. Historia de Santa Cruz de Tenerife. S/C de Tenerife, Caja General de Ahorros. '" BRITO GONZÁLEZ, Oswaldo: "La Langosta en Canarias durante el Antiguo Régimen", tn Anuario de Estudios Atlánticos, 35 (1989), pág. 67102. " CAZORLA LEÓN, Santiago: Historia de la Catedral de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, Real Sociedad Económica de Amigos del País, 1992. pág. 132. '"• VIERA Y CLAVIJO, J. de: Noticias de..., op., cit., t.II, pág. 139. ^^7fo-¿., pág. 237-238. ''Ibid. '^ CASTILLO, Pedro Agustín del: Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias. S/C de Tenerife, Imprenta Isleña, 1848, pág. 229. ^* NUNEZ DE LA PEÑA, Juan: Conquista y antigüedades de las Islas Gran Canaria. S/C de Tenerife, Impág. Isleña, 1847. pág. 489-490. ^^ GARCÍA DEL CASTILLO, Bartolomé: Escritos y noticias referentes a la Isla del Hierro. 1726. Las Palmas de G.C., El Museo Canario (ms). '* VIERA Y CLAVIJO, J. de: Descripción..., op., cit., pág. 267. ''Ibid., pág. 281-282. •"' CIORANESCU, Alejandro: Historia de Santa Cruz de Tenerife. S/C de Tenerife, Caja General de Ahorros, 1977. pág. 307-308. "^ HERRERA PIQUÉ, Alfredo: "Sequía y plagas en la historia de Gran Canaria", en Aguayro, 107 (1979), pág. 14. 'Ubid. 40 MANUEL RAMÍREZ MUÑOZ '^ Archivo Histórico Provincial de Las Palmas (AHPLP), Sección "Ayuntamientos", Exp.4, leg.ll. '*' Archivo Municipal de Telde, "Plagas", Langosta. '^^ Archivo Cabildo Insular (ACI), Sección 3.1.0., Expág., leg.2. ^« Cfr. Falange, 11-11-1954. "•^ NAVARRO J., Domingo: Recuerdos..., opág. cit., pág. 125. "•^ NACHER, Enrique; Cerco..., op., cit., pág, 223. "' RAMÍREZ MUÑOZ, Manuel: "Telde y las plagas de langosta peregrina. Una maldición periódica", en Guía Histórica de Telde, 11 (2000), pág. 94102. '"Ibid. -*' Cfr.: CAÑIZO, José del: "Invasión de langosta peregrina en Canarias (Octubre de 1954)", en Boletín de Patología Vegetal y Entomología Agrícola, XX (1953-1954), pág. 409-431. " CHINCHILLA, Anastasio: Memoria sobre los insectos perjudiciales a la agricultura y medios de destruirlos. Valencia, Impág. de D. Benito Monfort, 1844, pág. 52. í' CIORANESCU, Alejandro: Historia..., op., cit. ''* AHPLP, Real Audiencia de Canarias, Libro n" 33, t.III, f.95-99. "' VÁZQUEZ LESMES, R.; SANTIAGO ÁLVAREZ, C : Las Plagas..., opág cit., pág. 63 y 67. '^ AHPLP, Real Audiencia de Canarias, Libro... opág. cit. pág. 95-99. " HERNÁNDEZ BENÍTEZ, Pedro: Telde. pág. 271 '^ Se recaudaron 1.254 reales, de los cuales en las labores de extinción de la langosta se emplearon 871, y el resto, en calidad de reintegro, para manutención de presos pobres (AHPLP, Ayuntamiento, Calamidades, Leg.l, Exp.2) " Ibid. ^"A.C.L, 3.1.0., Exp.l, leg.2 " Carta del Alcalde de San Nicolás al Gobernador Civil, de 4-11-1954 (AHPLP, Fondo Gobierno Civil, Plagas de Langosta). ^^ XIMÉNEZ PATÓN, Bartolomé: Discurso de la langosta, que en tiempo presente aflige, y para el venidero amerwmi. Baeza, 1619 (Cxi. por VÁZQUEZ LESMES, R. y SANTIAGO ÁLVAREZ, C: Las Plagas de.... op., cit., pág.lll). «A.C.I., 3.1.0., Exp.l, leg.2. *'' APONTE MARÍN, ángel: "Conjuros y rogativas contra las plagas de langosta en Jaén (1670-1677), en Religiosidad Popular, Sevilla, 1989. t.II, p.155. ^' GARCÍA DEL CASTILLO, Bartolomé: Compendio de las Antigüedades de la del Hierro una de las Islas de Gran Canaria..., Las Palmas de G.C., El Museo Canario (ms). ««GARCÍA DEL CASTILLO, Bartolomé: Escritos y noticias... op., cit. ''^ Relacio deis motivs, per los quals nos castiga la divina iusticia regularment ab la plaga de llagostas; del denys que ocasionan en los Regnes, que la experimentan, y deis remeys Divinos y humans, se han experimentat favorables en diferets Provincias pera extinguirla. Gerona, 1687. ** MILLARES TORRES, Agustín: Historia de la inquisición en Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, Imp. La Verdad, 1878, pág. 64. LA L/WGOsuPEKEGjyNA EN GRAN CANARIA 41 ^"^ NUNEZ DE LA PENA, Juan: Conquista..., op. cit., pág. 486. ^" DÉNIZ GREK, Domingo: Resumen... op., cit. ''^ AHPLP, Conventos, Leg. 17, n" 1646: «Escritura del nombramiento de la Virgen del Rosario, patrona de Agüimes y fundación de su fiesta, ^^ «San Agustín, patrón de la Isla del Hierro», en Revista de Historia, t. II, enero-marzo, 1927, pág. 158-162. ^^ «Pleito que se puso en la Abadía de Párraces para el exterminio de la langosta. Año de 1650», en Boletín de la Academia de la Historia, Tomo C, Cuaderno I, enero-marzo, 1932. '^7tóí¿.pág.318. 75 ibid. pág. 348. yp^.-w» LECCIONES INAUGURALES DEL CURSO ACADÉMICO TrruLOS PUBUCADOS 1976-77. JosH LUIS MATKO LÓTHZ: Interrelaciones de la investigación científica y técnica con la sociedad. 1980-81. NICOLÁS M.-KkTi SANCHKZ: El consumidor ante el derecho. 1981-82. JosK Lól'HZ YHI'KS: Reflexiones sobre la función de la prensa y la documentación en la historia. 1985-86. 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