1.2 Ideas simples

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ALFONSO CAMARGO M.
Para Leibniz significa la “percepción” de la cosa. Así, en el primer sentido la idea está “en lugar de” aquello que los sentidos han percibido
o que el intelecto ha concebido de algo, mientras que en el sentido
leibniziano la representación significa primero que todo una verdad
de carácter universal que Dios ha inscrito en el alma, y en segundo
lugar, un conocimiento oscuro de las cosas que se presentan ante los
sentidos.
Es evidente entonces que la posición frente al problema de las
ideas innatas define la posición de cada uno de nuestros autores sobre el origen de todas nuestras ideas. Mientras que para Locke existen facultades para conocer verdades a través de la experiencia, para
Leibniz existen verdades que son principios universales y en los cuales se basan nuestros conocimientos del mundo. Así lo acepta cuando afirma que:
...concedo que la experiencia es necesaria para que el alma
se vea determinada a tales o cuales pensamientos, para que
tome en cuenta las ideas que hay en nosotros, pero ¿cómo la
experiencia y los sentidos pueden llegar a producir ideas?162
Y más adelante sostiene: “el alma entraña el ser, la substancia,
lo uno, lo mismo, la causa, la percepción, el razonamiento y otras
muchas nociones que los sentidos no pueden proporcionar”163; sin
embargo, luego parece acercarse a la posición de Locke en cuanto
busca la fuente de buena parte de las ideas en la reflexión del espíritu
sobre su propia naturaleza. A nuestro parecer aquí se encuentra un
gran acuerdo por cuanto Locke acepta que ciertamente el entendimiento, cuando reflexiona sobre sí mismo, se presenta como objeto
inmediato y sin la mediación de los sentidos. Y es por la reflexión que
el entendimiento evidencia la verdad sobre sí mismo y realiza otras
operaciones, a las que nos vamos a referir inmediatamente.
1.2 Ideas simples
El primer problema que se plantea aquí es la posibilidad de clasificar las ideas en simples y complejas como lo hace Locke.
Para Leibniz dichas ideas simples lo pueden ser sólo aparentemente. Se refiere a las ideas simples sensibles a las que alude Locke.
162
163
Ibid, 2.
Ibid.
79
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