XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 TREINTA AÑOS DE MIGRACIÓN URBANO-RURAL EN ESPAÑA1 María José MORILLO Departamento de Sociología, Universidad de Granada. E-mail: [email protected] Joaquín SUSINO Departamento de Sociología, Universidad de Granada. E-mail: [email protected] 1. INTRODUCCIÓN Desde que Berry (1976) caracterizó como contraurbanización los cambios que estaban teniendo lugar en los Estados Unidos en la distribución de la población en el territorio, el término ha tenido un éxito considerable y muchos autores lo han aplicado como matriz interpretativa de los cambios que se estaban produciendo en otros lugares e incluso como su modelo teórico explicativo. Sin embargo, casi cuatro décadas después no es clara la idoneidad del término para dar cuenta de tales transformaciones, a un nivel meramente descriptivo, y aún más su utilidad teórica. Tan prolongadas dudas ya son un indicio de que, posiblemente, la idea de contraurbanización no responda, ni empírica ni teóricamente, a esos cambios. Cabe pensar que, como a veces ocurre en ciencias sociales, la propuesta de una nueva palabra se adelanta al análisis, contrastación y comprensión profundos de los hechos a que hace referencia. La ciencia no es inmune a la necesidad de impactar a su público, de llamar la atención sobre sus propuestas, de adherirse a ideas innovadoras o, simplemente, de autopromoción de quienes la practicamos. Sin que esto deba entenderse como menosprecio a Berry, uno de los grandes analistas de los sistemas urbanos, sino más bien como prevención ante la proliferación de términos que parecen suscitar los cambios urbanos, como ciudad difusa, edge city, tecnociudad, metapolis, posmetrópolis… y tantos otros. El debate sobre la contraurbanización está lastrado por la imprecisión misma del término y, sobre todo, de su utilización. Por eso, debemos distinguir dos dimensiones de las transformaciones sociales a las que hace referencia y que, a nuestro modo de ver, subyacen 1 Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de investigación La movilidad residencial en la reconfiguración social de las áreas metropolitanas españolas, referencia: CSO2011-29943-C03-03, que forma parte del proyecto coordinado Movilidad y reconfiguración urbana y metropolitana, MoviTra III, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, Plan Nacional de I+D+i 2008-2011. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 432 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 a algunos de los debates al respecto: la contraurbanización como proceso de transformación de los sistemas urbanos y la contraurbanización como pauta de comportamiento de determinados grupos sociales. La contraurbanización se presenta, en primer lugar, como un modelo interpretativo de la evolución y transformación del proceso de urbanización, que llevaría a su inversión, a la desconcentración (Berry, 1976). Es, en este sentido, un modelo formal y explicativo, de gran calado, que supondría algo cercano al final de una época y el comienzo de otra en la evolución de los sistemas urbanos. Idea esta, del cambio de época, repetidamente acariciada por la ciencia social que alternativa o simultáneamente ha pasado por el fin de las ideologías, de la sociedad industrial, del capitalismo, de la modernidad o de la historia. La contraurbanización, en segundo lugar, puede referirse a una tendencia o proceso de carácter parcial, no generalizable que afecta a unos espacios pero no a otros, que protagonizan grupos sociales específicos, más o menos acotados, y que en ocasiones se presentan vinculadas a la emergencia de nuevos movimientos sociales y al renacimiento de lo rural. En cualquier caso, transformaciones con consecuencias relevantes en el orden social, por más que no supongan un cambio global. Este debate está igualmente lastrado por dificultades y problemas metodológicos: de medición en los análisis cuantitativos y de generalización en los estudios de caso o de tipo cualitativo. Hay estudios de casos que revelan una “vuelta” a lo rural, y estudios cualitativos que ponen de manifiesto todo un imaginario de revalorización de lo rural, no sólo entre los que “vuelven”, sino incluso entre los que siguen habitando lo urbano. Deducir de esto tendencias generales es arriesgado. Estas necesariamente tienen que pasar por la cuantificación para verificar las consecuencias de esos posibles cambios en las representaciones colectivas y su traducción en comportamientos migratorios o la presencia y magnitud de esos nuevos grupos sociales neorrurales. Por otro lado, los estudios cuantitativos se basan en cambios de tendencias en el crecimiento demográfico de las zonas urbanas y no urbanas. Se enfrentan a dos problemas fundamentales: el de la delimitación de lo urbano y lo rural, y el del tipo de variables e indicadores que se utilizan. Respecto a esto último, se analizan saldos migratorios o, en el mejor de los casos, inmigración y emigración, más que realizar análisis detallados de los CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 433 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 flujos por origen y destino y, mucho menos, de las características sociodemográficas de sus protagonistas. Las formas de concebir la contraurbanización y los problemas metodológicos que plantea su estudio están inevitablemente unidos. 2. ¿HAY FLUJOS MIGRATORIOS DE CONTRAURBANIZACIÓN? Podríamos haber formulado esta pregunta en términos aún más generales, refiriéndonos a los sistemas de asentamientos. Preferimos subrayar, no obstante, la necesidad de comprender las transformaciones de lo urbano para entender las migraciones hacia lo rural. Como modelo interpretativo general, la tesis de la contraurbanización ha de enfrentarse a su contrastación empírica y esto supone afrontar dificultades metodológicas de gran calado. Se trata, en primera instancia, de diferenciar lo urbano y lo rural. Pero esta no es una cuestión meramente metodológica en el sentido más instrumental de la palabra. Remite, como toda cuestión de método, a problemas conceptuales. 434 Lo urbano siempre ha existido como sistema de interrelaciones y de jerarquías. La ciudad, como dijo Mumford (1966) nace por implosión, por acumulación de las energías y los excedentes de un entorno rural que domina y controla. La ciudad no existe sin el campo, pero tampoco existe si no es como sistema de asentamientos, como sistema de ciudades, cada una con ámbitos rurales específicos sobre los que ejerce su dominio, a la vez que mantiene vínculos de dependencia o competencia con otras de orden superior. La conocida imagen del continuo rural-urbano tiene el grave inconveniente de que transmite la idea de una simple estratificación, en función de la posesión o no de ciertas características que definirían lo urbano; no la idea de un sistema de relaciones que son de jerarquía y dependencia. Lo urbano y lo rural siempre han existido en conexión lo uno con lo otro. Relaciones que han sido de poder, de dominación política y simbólica, que también han sido y son funcionales y económicas. La contraurbanización no puede ser ni la inversión ni la disolución de estas relaciones. Lo urbano, por tanto, es una cuestión que atañe al lugar ocupado en el sistema de asentamientos. Diferenciarlo de lo rural no es tarea fácil, porque no se trata de encontrar dónde se produce esa solución de continuidad. Y, sin embargo, cuando medimos y CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 traducimos operativamente los conceptos estamos abocados a tener que elegir dónde establecer el corte y con arreglo a qué parámetros. A todo lo anterior debemos añadir la evolución que experimenta lo urbano mismo, en cuanto a su configuración social y espacial. Es erróneo seguir analizando los cambios de la distribución de la población en el territorio como si el fenómeno metropolitano no existiese. Como es erróneo analizar los procesos de suburbanización o periubanización como un desplazamiento a lo rural, cuando son la manifestación de la expansión metropolitana, es decir, del proceso de urbanización. En España, sin embargo, hemos permanecido en general ajenos al desarrollo metropolitano, en los intentos de medir la posible contraurbanización. Obviamente, es una gran dificultad para cualquier estudio empírico que en nuestro país no se cuente con una delimitación oficial de lo urbano metropolitano ni, por tanto, de explotaciones estadísticas que contemplen un nivel intermedio entre lo municipal y lo provincial. Sin este reconocimiento no hay forma medianamente rigurosa de analizar los cambios demográficos y migratorios entre lo urbano y lo rural. De ahí el interés en delimitar áreas metropolitanas con criterios homogéneos y rigurosos, basados en la movilidad cotidiana por razón de trabajo, en Andalucía (Feria y Susino, 2005) y para toda España (Feria, 2008, 2010). Aunque el problema no se limita a lo metropolitano, sino que se extiende a lo urbano no metropolitano. Por eso hemos realizado un acercamiento que divide lo no metropolitano, en tres categorías: las ciudades no metropolitanas, los centros que cumplen funciones urbanas en áreas rurales, y los núcleos netamente rurales. La definición de estas categorías es funcional, pues se trata de identificar y medir dos características, autonomía y centralidad, que permiten a un municipio desempeñar funciones urbanas para su población o la de otros municipios cercanos. Está basado en datos cercanos a 2001, fundamentalmente censales, referidos a cinco tipos de funciones: laborales, sanitarias, educativas, financieras y comerciales (Susino, 2012). Por último, que la urbanización sea definida como un proceso de concentración de la población en asentamientos que definimos como urbanos, no quiere decir que tenga que ser sobre núcleos que ya antes eran urbanos. El paso de zonas más o menos rurales a ser zonas urbanas no puede ser considerado un signo de contraurbanización. De hecho, ese proceso es consustancial al proceso de urbanización. Desde los primeros momentos, la urbanización moderna se ha apoyado en los núcleos urbanos preexistentes, premodernos, pero no por ello ha sido ajena a la emergencia de nuevos núcleos urbanos donde antes sólo CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 435 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 eran rurales o incluso donde eran inexistentes. Es verdad que eso ha ocurrido en mayor medida en otros países como, Gran Bretaña, donde fue bastante frecuente durante la primera industrialización. Actualmente, en España, afecta a las zonas litorales que no experimentan, a nuestro modo de ver, un proceso de contraurbanización, sino de extensión de la urbanización a nuevos territorios que hasta ahora permanecían ajenos a ella. Por eso lo que hay que estudiar no son simplemente pautas de crecimiento demográfico globales o saldos migratorios, sino los flujos de movilidad. Es decir, de dónde a dónde se desplazan las personas, de qué orígenes a qué destinos, y que características tienen los que se desplazan. Es verdad que las grandes unidades urbanas pierden población, pero hemos de preguntarnos a dónde va esa población, no limitarnos a constatar esas pérdidas y las ganancias de municipios menores. Sin embargo, la mayoría de los autores que en España hablan de contraurbanización o de renacimiento de lo rural parten de clasificaciones de lo urbano y lo rural de base municipal y, casi siempre, referidas al tamaño de la población. Muy pocos estudios intentan incluir la estructura y niveles del sistema urbano. Por ejemplo, Hoggart (1997) considera relevante la distancia a los grandes centros urbanos, con lo que de hecho se tiene en cuenta su carácter metropolitano, pero no analiza los flujos origen-destino, solo inmigración y emigración. En trabajos anteriores hemos realizado un análisis sobre las migraciones internas a Andalucía aplicando estos criterios (Morillo y Susino, 2009; Morillo y Susino, 2012). A continuación se extiende este análisis al conjunto de España, basada en la categorización de los ámbitos que se ha expuesto brevemente. Parte no solo de la delimitación de las áreas metropolitanas españolas propuesta por Feria (2010), sino también de lo urbano no metropolitano de acuerdo con los criterios ya comentados (Susino, 2012). En las tablas 1 a 4 se recogen los flujos de movilidad entre las cinco categorías urbanas fruto de esa propuesta, para tres periodos aproximadamente decenales. La pregunta de los censos utilizada es la referida al lugar de residencia en el momento en que se hizo el censo anterior. Por eso entre los censos de 1991 y 2001 pasaron diez años y medio, mientras que en los otros dos casos diez años justos. En las tablas 1 y 2 se recogen datos absolutos, en las tablas 3 y 4 las proporciones de migrantes según el lugar de origen o destino, calculadas sobre la población susceptible de emigrar o inmigrar en cada caso (excluidos los migrantes a o desde el extranjero). CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 436 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Los datos presentados son muy numerosos, por eso los comentaremos de la forma más sintética posible. Respecto a la primera tabla, hemos de resaltar lo siguiente: En el último decenio, en comparación con los dos anteriores, las migraciones interiores en España han aumentado mucho. Casi dos millones de migrantes más que en los años ochenta, e incluso en los noventa (téngase en cuenta que este periodo es algo más largo debido a las fechas de referencia de los censos). Las delimitaciones están realizadas a partir de datos de 2001 lo que posiblemente tenga efectos sobre los resultados, sobre todo las de las áreas metropolitanas. El peso de las migraciones interiores en las áreas metropolitanas ha pasado de ser un 53% del total en los ochenta, a un 61% en los noventa y a un 59% en la primera década del siglo XXI. Es posible que este descenso se deba a que la extensión territorial del fenómeno metropolitano esté dejando fuera migraciones que en realidad son intrametropolitanas. Tabla 1. Flujos migratorios entre ámbitos rurales y urbanos en tres periodos decenales Orígenes 2001-2011 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total 1991 – 2001 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total 1981 – 1991 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total Destinos Ciudades no Coronas metropolita metropolita nas nas Núcleos rurales Centros rurales Centros metropolita nos Total 102.125 72.445 129.435 152.780 195.730 652.515 85.085 55.950 70.890 76.880 120.270 409.075 120.025 73.460 84.610 94.600 168.665 541.360 126.185 83.655 109.395 1.090.895 1.320.635 2.730.765 151.670 109.315 152.230 500.725 403.170 1.317.110 585.090 394.825 546.560 1.915.880 2.208.470 5.650.825 74.499 44.896 77.635 69.300 154.313 420.643 55.953 34.379 42.688 35.773 97.464 266.257 73.520 41.769 52.862 42.364 133.165 343.680 76.578 46.835 66.655 671.503 1.060.625 1.922.196 92.404 69.034 103.359 283.914 298.922 847.633 372.954 236.913 343.199 1.102.854 1.744.489 3.800.409 101.493 48.459 56.801 65.887 122.655 395.295 79.182 42.412 41.209 42.840 89.683 295.326 101.288 52.115 57.772 55.281 131.545 398.001 100.009 53.337 59.587 509.610 718.454 1.440.997 154.861 96.736 128.934 334.216 369.738 1.084.485 536.833 293.059 344.303 1.007.834 1.432.075 3.614.104 437 Fuente: Elaboración propia a partir de explotaciones específicas de los censos de población de 1991, 2001 y 2011 A lo largo de estos treinta años, las migraciones ajenas a las áreas metropolitanas pasaron de suponer un 16% del total, al 13% y posteriormente el 14%. Y las que CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 tiene origen o destino en esas áreas hacia o desde lo no metropolitano suponía un porcentaje parecido. Entre los años noventa y los ochenta las migraciones que más crecieron son las que tenían como destino las coronas metropolitanas, sobre todo provenientes de los centros metropolitanos. Pero en los dos mil en comparación con los noventa, las que más crecieron fueron las que tienen como origen las coronas metropolitanas y como destino lo no metropolitano. En parte eso se debe a que en las coronas la población había crecido más que en cualquier otro tipo de zona. Analizar exclusivamente los datos absolutos puede conducir a equívocos, puesto que están afectados por los cambios en los volúmenes de las poblaciones afectadas. Por tanto, parece necesario pasar a analizar cifras relativas. Pero antes, detengámonos en los saldos migratorios de cada una de estas categorías con las demás, en la tabla 2 se muestran estos, calculados de forma que si la cifra es positiva el saldo es favorable al lugar de destino. Cabe resaltar: Tabla 2. Saldos migratorios entre destinos y flujos, por ámbitos rurales y urbanos en tres periodos decenales Orígenes Núcleos rurales 2001-2011 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total 1991 – 2001 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total 1981 – 1991 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total Centros rurales 12.640 -12.640 9.410 26.595 44.060 67.425 -2.570 -6.775 10.955 14.250 11.057 -11.057 4.115 -7.278 61.909 47.689 919 -11.062 28.430 29.344 30.723 -30.723 -44.487 -34.122 -32.206 -141.538 -10.906 -10.497 -7.053 2.267 Destinos Ciudades no Coronas metropolita metropolita nas nas -9.410 2.570 -14.795 16.435 -5.200 -4.115 -919 -24.291 29.806 481 44.487 10.906 -4.306 2.611 53.698 -26.595 6.775 14.795 819.910 814.885 7.278 11.062 24.291 776.711 819.342 34.122 10.497 4.306 384.238 433.163 Centros metropolita nos Total -44.060 -10.955 -16.435 -819.910 -67.425 -14.250 5.200 -814.885 891.360 0 -891.360 -61.909 -28.430 -29.806 -776.711 -896.856 32.206 7.053 -2.611 -384.238 -347.590 -47.689 -29.344 -481 -819.342 896.856 0 141.538 -2.267 -53.698 -433.163 347.590 0 Fuente: Elaboración propia a partir de explotaciones específicas de los censos de población de 1991, 2001 y 2011 CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 438 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Las áreas metropolitanas pasan de tener saldos positivos con las rurales en los ochenta a tenerlos claramente negativos en los noventa y en la primera década del nuevo siglo. En ambos periodos son del mismo volumen, pero sobre un total de migrantes muy superior en el segundo. Los municipios centrales de las áreas metropolitanas siguen siendo grandes emisores de emigrantes, con saldos negativos muy cuantiosos. Las áreas rurales pasan de tener saldos negativos en los ochenta a positivos en las dos últimas décadas. Parecería, por tanto, que tenemos evidencia de un proceso de contraurbanización, ya que las zonas urbanas, especialmente las metropolitanas, mantienen un balance negativo con las rurales. Pero antes de llegar a tal conclusión debemos analizar las cifras relativas, que aquí hemos llamado tasas aunque en términos estrictos son meras proporciones (si bien corregidas por la mayor duración del periodo intermedio, los noventa). Tabla 3. Tasas de emigración entre ámbitos rurales o urbanos en tres periodos decenales, respecto a la población inicial susceptible de migrar (‰) Orígenes 2001-2011 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total 1991 - 2001 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total 1981 - 1991 Núcleos rurales Centros rurales Ciudades no metropol. Coronas metropolitanas Centros metropolitanos Total Destinos Ciudades no Coronas metropolita metropolita nas nas Núcleos rurales Centros rurales Centros metropolita nos Total 23,9 21,6 28,1 13,2 13,6 17,0 19,9 16,7 15,4 6,6 8,3 10,7 28,1 21,9 18,4 8,2 11,7 14,1 29,5 24,9 23,8 94,0 91,5 71,3 35,5 32,5 33,1 43,1 27,9 34,4 136,8 117,5 118,8 165,1 153,0 147,6 16,7 13,7 17,9 6,7 10,4 11,3 12,5 10,5 9,8 3,5 6,6 7,1 16,4 12,8 12,2 4,1 9,0 9,2 17,1 14,3 15,4 64,9 71,3 51,5 20,7 21,1 23,8 27,4 20,1 22,7 83,4 72,4 79,1 106,6 117,3 101,9 22,1 16,1 15,1 7,5 9,0 11,7 17,2 14,1 11,0 4,9 6,6 8,7 22,0 17,3 15,4 6,3 9,6 11,8 21,7 17,7 15,9 58,3 52,6 42,7 33,7 32,1 34,4 38,2 27,1 32,1 116,7 97,1 91,8 115,3 104,8 107,0 Fuente: Elaboración propia a partir de explotaciones específicas de los censos de población de 1991, 2001 y 2011 Analicemos, en primer lugar, las tasas de emigración, es decir calculadas sobre la población en los lugares de origen en el momento inicial de cada periodo (tabla 3): CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 439 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Las tasas globales pasaron de 107 por mil en 1981-1991, a 102 en 1991-2011 y a 148 en 2001-2011. Entre el primer y último periodo aumentaron un 38%. Las mayores tasas de emigración (en color rojo) afectan en los tres periodos a centros y coronas metropolitanas, pero con destino a las propias coronas. Además, aumentaron más que la media, puesto que se acercaron al 66%. Las menores tasas de emigración (en color verde) fueron, en los tres periodos, las que partían de las coronas metropolitanas para dirigirse a los centros rurales y a otras ciudades no metropolitanas. Sin embargo, veíamos en la tabla 1 que eran las que más habían crecido en términos absolutos, lo que muestra lo delicado que es sacar conclusiones de tales cifras sin analizar las relativas. Las tasas de emigración de las zonas rurales a las metropolitanas triplica en los dos mil las tasas de emigración en sentido inverso. Si los saldos son positivos a las zonas rurales se debe a que la población de origen metropolitano es mucho mayor. Por tanto, el efecto de las cifras absolutas se ve contradicho por las relativas. Tabla 4. Tasas de inmigración entre ámbitos rurales o urbanos en tres periodos decenales, respecto a la población final susceptible de migrar (‰) Orígenes Núcleos rurales Centros rurales Destinos Ciudades no Coronas metropolita metropolita nas nas Centros metropolita nos Total 2001-2011 Núcleos rurales 23,5 25,2 26,1 10,2 11,2 15,3 Centros rurales 16,7 16,6 16,0 10,3 6,7 8,1 Ciudades no metropol. 29,8 21,0 18,4 8,8 11,2 14,3 Coronas metropolitanas 35,2 22,8 20,6 87,8 37,0 50,0 Centros metropolitanos 45,1 35,6 36,7 106,3 29,8 57,7 Total 150,2 121,2 117,8 219,8 97,2 147,6 1991 - 2001 Núcleos rurales 16,5 16,9 16,9 6,8 6,6 10,0 Centros rurales 9,9 10,4 9,6 6,4 4,2 5,0 Ciudades no metropol. 17,2 12,9 12,2 7,4 9,2 5,9 Coronas metropolitanas 15,3 10,8 9,8 59,9 20,4 29,6 Centros metropolitanos 34,1 29,5 30,7 94,7 21,5 46,8 Total 93,0 80,6 79,2 171,6 60,8 101,9 1981 - 1991 Núcleos rurales 22,8 26,2 26,6 10,9 11,6 15,9 Centros rurales 10,9 14,0 13,7 7,3 8,7 5,8 Ciudades no metropol. 12,7 13,6 15,2 9,7 10,2 6,5 Coronas metropolitanas 14,8 14,2 14,5 55,6 25,1 29,8 Centros metropolitanos 27,5 29,7 34,6 78,3 27,8 42,4 Total 88,6 97,8 104,6 157,1 81,4 107,0 Fuente: Elaboración propia a partir de explotaciones específicas de los censos de población de 1991, 2001 y 2011 En segundo lugar, prestemos atención a las tasas de inmigración, calculadas sobre la población en los lugares de destino al final de cada periodo (tabla 4): CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 440 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 Las tasas de inmigración más altas son siempre las que llegan a las coronas desde los centros metropolitanos, típico movimiento de suburbanización. Las tasas más bajas son las que se dirigen a las áreas metropolitanas partiendo de los centros rurales. La razón parece sencilla: hay poca población en tales centros para generar grandes flujos hacia lo metropolitano. Por tanto, mientras el análisis de los flujos migratorios absolutos parece confirmar la hipótesis de la contraurbanización, las tasas de emigración parecen desmentirla. 3. ¿SON TALES FLUJOS UN PROCESO DE CONTRAURBANIZACIÓN? El proceso de urbanización no se ha detenido. Las áreas metropolitanas siguen creciendo demográficamente más rápido que las áreas rurales en su conjunto. El fenómeno metropolitano se sigue extendiendo a nuevos territorios circundantes de las grandes áreas urbanas. Las ciudades intermedias, alrededor de las cuales, por lo general, no se han desarrollado fenómenos metropolitanos, parecen haberse consolidado gracias al fortalecimiento de los servicios y equipamientos asociados al Estado de Bienestar hasta el estallido de la última crisis económica, reforzando así su carácter urbano. Sin embargo, es verdad que hay un flujo importante de migraciones desde lo urbano metropolitano hacia lo rural, que va más allá de la extensión del proceso de suburbanización. Para evaluar conceptualmente tales flujos es necesario distinguir una posible contraurbanización del proceso de suburbanización. Este último no es sino la forma que adopta desde la segunda mitad del siglo XX -en algunos países antes, en otros después- el desarrollo de las grandes ciudades. No puede confundirse, por tanto, con un movimiento contraurbano, por mucho que los imaginarios de sus protagonistas estén poblados de ideas de naturaleza, tranquilidad y alejamiento de los problemas de la ciudad. Por otra parte, un análisis más detallado por orígenes y destinos, que aquí no podemos reproducir, muestra que el saldo positivo que muestra lo rural tiene varios componentes. Por una parte, la gran capacidad de atracción de todo el litoral de levante, desde Girona hasta Almería, y de las islas Baleares y Canarias. Por otra parte, flujos con origen en los grandes centros urbanos metropolitanos receptores de la emigración rural de años anteriores que retorna. Por último, flujos de migrantes atraídos por las formas de vida que caracterizan, real o imaginariamente, el mundo rural y que podríamos llamar neorrurales. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 441 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 De estos flujos, el que afecta al litoral parece más bien una nueva forma de urbanización de lo que todavía es rural, pero está en vías de dejar de serlo. Los flujos de retorno de los emigrantes rurales siempre se han producido, sólo que en los años ochenta y parte de los noventa se notan más porque el éxodo rural había llegado a su fin; entre otras cosas porque su población se había reducido drásticamente entre los sesenta y primeros setenta con lo que difícilmente podía seguir alimentado flujos tan elevados. Todo parece indicar que los flujos de salida y retorno a lo rural son ahora más intensos y de más corta duración. Queda, por tanto, un flujo que podemos calificar no tanto de contraurbanización sino de contraurbanizadores que, a falta de mediciones precisas, es con toda seguridad menor que el flujo de emigración rural-urbana. Si los factores estructurales que empujan las migraciones son una prolongación, aunque renovada, de los que tradicionalmente han provocado el proceso de urbanización, no parece que tenga sentido buscar otro término que no sea urbanización. Hace dos décadas, Champion (1989) recopilaba algunas de las explicaciones del giro migratorio hacia lo rural. Buena parte de ellas tienen ese carácter, pues representan más una nueva fase en el proceso de urbanización que otra cosa. Antes que enredarse en un debate más bien nominalista sobre si esas pautas migratorias corresponden o no a un proceso de contraurbanización, es mucho más importante seguir profundizando sobre la evolución y las características de las migraciones a lo rural. Debemos estudiar los flujos al máximo nivel de detalle que sea posible, sin limitarnos a los saldos, y analizar las características de sus protagonistas, tanto demográficas como socioeconómicas. Hay que advertir que la atracción y la idealización de lo rural o de lo pastoril para los habitantes de la ciudad, no es en absoluto nueva (Williams, 2001). Refleja el estrecho vínculo, también en el plano simbólico, entre lo rural y lo urbano. La expresión “retorno” o vuelta a lo rural es una forma metafórica de hablar, en todo caso referida a un proceso a nivel macro, no a nivel micro, ya que sus protagonistas, si no son de origen rural, no pueden volver a lo rural. Por eso acaba convirtiéndose en una expresión más de ese anhelo por el retorno a lo primigenio, a su autenticidad frente a la artificiosidad de la vida urbana. Expresión que reproducimos los científicos sociales como si de una mera descripción se tratase, sin percatarnos de que no hacemos sino reiterar la ideología que creíamos analizar. CAMBIO DEMOGRÁFICO Y SOCIO TERRITORIAL EN UN CONTEXTO DE CRISIS 442 XIV CONGRESO NACIONAL DE POBLACIÓN, AGE Sevilla 2014 4. CONCLUSIONES Para concluir intentaremos contestar las dos preguntas que hemos formulado. Parece más fácil admitir que hay “contraurbanizadores” que afirmar que hay contraurbanización. Es decir, hay flujos migratorios de nuevo tipo que contrarrestan el proceso urbanizador, más que un proceso general que niegue y revierta el proceso de urbanización. Hablar de contraurbanización no parece científicamente productivo, no creemos que ayude a entender las transformaciones en curso, ni de los sistemas urbanos, ni del mundo rural. Por eso, quizás, este debate ha perdido relevancia, frente al auge de hace unos años. Si se pudiese traducir counterurbanization por un término que expresase la idea de una “urbanización contrarrestada” por los nuevos flujos de lo urbano a lo rural, en vez de a un proceso contrario a la urbanización, de desconcentración de la población, su uso resultaría más adecuado. Pero esta traducción e interpretación es negada por la propia conceptualización de quien propuso el término. Además, parece cada vez más difícil saber qué se quiere decir cuando alguien habla de contraurbanización. Si se trata de la pérdida de peso de lo metropolitano, si incluye el fenómeno metropolitano mismo en su proceso de expansión suburbana, si describe la emergencia de nuevas realidades urbanas donde antes no existían, o si se refiere, por fin, a una genuina vuelta a lo rural. Todo ello parece suficiente para cuestionar su uso. En definitiva, lo que necesitamos es seguir investigando la notable variedad de formas y significados que puede adquirir la migración a lo rural. Y para ello es necesario medidas más refinadas de los flujos y, sobre todo, de las características de sus protagonistas, además de las motivaciones que los impulsan. BIBLIOGRAFÍA BERRY, B.J. (1976): “The counterurbanization process: urban America since 1970”, en BERRY, B.J. (ed.) 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