ROMPÍ CON EL MUNDO 1 Juan 2:15-17 Hay dos tipos de relaciones que al romperse traerán profundas y eternas consecuencias a nuestra vida: la primera es la ruptura de nuestra relación con Dios; la segunda, es la ruptura de nuestro romance con el mundo. Si rompemos con Dios, estamos destinados a la perdición y nos exponemos al fuego eterno del infierno, pero si rompemos con el mundo, ingresamos entonces al esplendido camino de la vida eterna. Ciertamente vivimos en un mundo plagado de pecado; “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). El maligno usará todo medio disponible para que sus “dardos candentes” de pecado (Efesios 6:16) inflamen la mente del cristiano. El apóstol Juan advirtió en cuanto a los peligros del campo espiritual dividiendo las seducciones mundanas en tres categorías: LOS DESEOS DE LA CARNE A diario nos debatimos entre las inclinaciones pecaminosas de la carne y los deseos bondadosos del espíritu. Incluso los hombres más ungidos han reconocido que el corazón es engañoso; por un momento puede albergar anhelos nobles, pero inmediatamente después, la carne impone sus deseos “bajos” y “oscuros”. El apóstol Pablo se refirió a esta “puja” espiritual diciendo: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Romanos 7:19. 1 Por lo anterior, es importante cultivar siempre una actitud sabia hacia los potenciales problemas que pueden llevarte a tropezar, manteniendo en alto la guardia contra las manifestaciones de la carne, como son las de tipo sexual. Los deseos pecaminosos constantemente buscarán debilitarte hasta llevarte de regreso al mundo oscuro de los deleites temporales. Cuando Cristo animó a sus discípulos a que oraran para no entrar en tentación, les estaba señalando que la carne siempre iba a ser motivo de estorbo para quienes quieren avanzar hacia cosas mayores en la vida espiritual Meditemos: ¿Podrías identificar una diferencia entre un deseo carnal y un sano deseo humano? LOS DESEOS DE LOS OJOS Los deseos de los ojos apelan a las demandas insaciables de la vista. La Biblia registra múltiples eventos ligados a ésta particular tendencia humana. Recordemos que en Génesis 3:6, Eva codició el fruto prohibido; en Génesis 19:26, la mujer de Lot miró 2 atrás mientras huía al monte y entonces se volvió estatua de sal; en Josué 7:21, Acán codició lo prohibido, en el segundo libro de Samuel 11:2, David subió a la azotea del palacio y allí observó a Betsabé mientras se bañaba. Salomón, conocido como “el maestro”, también reconoció que el deseo de ver, es una debilidad humana y además, un mal que nunca termina. Todas las cosas hastían más de lo que es posible expresar. Ni se sacian los ojos de ver, ni se hartan los oídos de oír. Eclesiastés 1:8. Frente a esta realidad, nuestra responsabilidad consiste en dominar por el Espíritu Santo, los impulsos incesantes de nuestro corazón que tienden a la codicia. El consejo de Jesús es bastante práctico: El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. Mateo 6:22. LA VANAGLORIA DE LA VIDA La vanagloria de la vida es todo aquello que implica jactancia, arrogancia, orgullo o soberbia. En esta fase de la tentación, el maligno usa la contemplación del logro personal (entre otras: la popularidad, el éxito económico o académico) para generar una actitud de autosuficiencia e independencia. Esta actitud es tan peligrosa, que Dios mismo no puede resistirla. El SEÑOR es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos. Salmo 138:6. 3 El gran predicador inglés Charles Spurgeon dijo: “el orgullo es un signo de destrucción, como el cambio del mercurio en el barómetro es señal de lluvia, pero lo primero es mucho más infalible que lo segundo. Cuando los hombres se han montado en el caballo de la actitud arrogante, la destrucción siempre los ha alcanzado. El orgullo hace una bestia del fanfarrón, así como antes hizo de un ángel un demonio”. El diablo trató de tentar a Jesús por medio de la vanagloria de la vida cuando le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo y le sugirió que desafiara a Dios (Mateo 4:5-7). Aplicación 1. Exponer el corazón a Dios es la forma más segura de ser librado de cualquiera de éstos tres deseos. 2. En cualquier circunstancia determina siempre, hacer la voluntad de Dios. Para concluir la reunión Medita en esto: Por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. Mateo 5:29.