Medioambiente - La Lupa de la Constitución

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LA LUPA DE LA CONSTITUCIÓN: DERECHO A VIVIR EN UN
MEDIO AMBIENTE LIBRE DE CONTAMINACIÓN
POR: JAIME ALBERTO SOTO FERNANDEZ
Trabajo del curso de Metodología de la Investigación Jurídica
Sección: Derecho Constitucional, La Lupa de la Constitución
Profesor: José Manuel Díaz de Valdés Juliá
31 de Agosto 2015
Santiago
1 Derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación
Las constituciones a lo largo de todo el mundo regulan el poder del Estado. Como
Lord Acton dijo, el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por lo
tanto, ¿Qué hace la Constitución para evitar la corrupción de quienes detentan el poder del
Estado? Por un lado, regulan el poder, y lo separan en distintas entidades; y por otro,
reconocen a todas las personas facultades que el Estado no puede violar, que a su vez se le
pueden exigir, e imponen al mismo el deber de responder ante estas exigencias. Este
segundo método no es otra cosa que la consagración de los derechos fundamentales,
comúnmente llamados derechos humanos.
Dentro de los derechos fundamentales que nuestra Constitución nos asegura en su
artículo 19, en el numeral 8, se encuentra el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación.
1) Historia constitucional del derecho
La primera Constitución en Chile que consagra este derecho es la de 1980, vigente
hasta el día de hoy. La comisión redactora de nuestra Carta fundamental fue muy avanzada
en su época al integrar este derecho, ya que aún hoy se discute si debe estar consagrado en
una Constitución o no. Es más, los antecedentes más antiguos de la inclusión de este
derecho a nivel constitucional los encontramos en la Constitución portuguesa de 1976, que
establece, en su artículo 66 ¨Todos tendrán derecho a un ambiente humano de vida salubre
y ecológicamente equilibrado y el deber de defenderlo”. Considerando que el año 1976
comenzó el debate en la comisión redactora sobre la inclusión de este derecho en nuestra
Constitución, y que ésta entró en vigencia el año 1981, vemos que está a la vanguardia en
cuanto la inclusión de normas medio ambientales.
Sin embargo, la inclusión de este derecho en nuestra carta fundamental no estuvo
exenta de discusión. En la sesión 186 de la Comisión de Estudios para la Nueva
Constitución (CENC), celebrada el martes 9 de marzo de 1976 se dejó constancia del
debate. Por un lado, el comisionado Sr. Sergio Diez Urzúa fue quien abrió el debate, ya
que él planteó la necesidad de que el texto constitucional considerara normas relativas al
ambiente.
2 Por otro lado, los comisionados Sres. Jaime Guzmán Errázuriz y Alejandro Silva
Bascuñán, no obstante de estar de acuerdo en la protección de un medio ambiente libre de
contaminación, y en el proyecto de texto presentado por el Sr. Enrique Evans de la Cuadra1,
creían que no es necesario integrar este derecho en la Constitución, porque se transformaría
en un elemento redundante, ya que en el artículo 1° de nuestro texto fundamental le impone
al Estado el deber de propender el bien común. El mismo artículo define bien común como
“las condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de los integrantes de la
comunidad nacional, su mayor realización espiritual y material posible”, concepto que, a
ojos de los comisionados antemencionados, incluiría el derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación.
El texto original propuesto consideraba el derecho a vivir en un medioambiente
libre de toda contaminación. Finalmente se decide incluirlo, omitiendo la palabra “toda”, ya
que mantener el medio ambiente libre de toda contaminación es en realidad imposible. En
cambio, medio ambiente libre de contaminación es un concepto relativo que se acota a la
posibilidad de albergar una vida saludable dentro de los parámetros que establece la ley.
El beneficio de consagrar este derecho en la Constitución no es solo uno, sino
varios. En primer lugar, exige una actuación positiva por parte del Estado y de los
ciudadanos en orden a proteger el medio ambiente, y los ciudadanos podemos exigir al
Estado que se cumpla esta disposición mediante el recurso de protección contemplado en el
artículo 20 de la Constitución. En segundo lugar lo que contempla la Constitución es solo el
principio, ya que le corresponde a la ley y a los reglamentos desarrollar lo que dispone la
norma fundamental, sin contravenirla, motivo por el cual se pueden y deben (por mandato
constitucional) establecer otras medidas de protección ambiental. Por último, permite
establecer responsabilidad por el daño ambiental a nivel estatal, político, personal y
económico.
1
El texto original del derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación rezaba lo
siguiente: “La Constitución asegura el derecho a vivir en un medio ambiente libre de toda contaminación.
Corresponde al Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de los recursos
naturales.
La ley podrá establecer determinadas restricciones al ejercicio de algunos derechos o libertades para
proteger el medio ambiente.
La integridad del patrimonio territorial de Chile comprende la de su patrimonio ambiental.”
3 2) Contenido del derecho
El derecho que se establece en el numeral octavo del artículo 19 de la Carta
Fundamental reza lo siguiente:
“El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. Es deber del
Estado velar para que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la
naturaleza.
La ley podrá establecer restricciones específicas al ejercicio de determinados
derechos o libertades para proteger el medio ambiente;”
Interpretando nuestro Código Político, vemos que el concepto de medio ambiente lo
pone al servicio de la persona humana, para que nosotros nos desarrollemos en él, y
gocemos de lo que la naturaleza nos provea, dando al ser humano en un estado jerárquico
superior al medio ambiente, y considerándolo una entidad separada. No obstante, vemos la
clara intención de protegerlo, para aprovechar racionalmente los recursos naturales, ya que
en el inciso primero se le impone dicho deber al Estado, y en el inciso segundo se le otorga
una facultad, la cual consiste en restringir de manera específica determinados derechos para
proteger particularmente éste.
Como característica, debemos mencionar que este derecho es subjetivo. Quiere
decir que se le garantiza a todas las personas, y como tal, se le puede exigir al Estado que lo
respete, así como a otras personas que puedan contravenirlo. Otra característica de este
derecho es que solo las personas naturales (físicas) son titulares de él, pero esto no quiere
decir que una persona jurídica, como una ONG no pueda protegerlo. Lo puede hacer pero
siempre y cuando actúe en representación de un afectado que sea persona natural.
El contenido de este derecho protege la vida sana o adecuada dentro de un medio
ambiente libre de contaminación. Pero como ya adelantamos, nuestro entorno no puede
estar libre absolutamente de toda contaminación, ya que es imposible. Esto se debe a que
toda actividad humana conlleva una alteración en el ambiente, lo que en la práctica es
contaminación. Entonces, ¿de qué nos protege?
4 Para determinar el alcance de la protección que nos brinda la Constitución debemos
entender con precisión el significado de las palabras que ésta utiliza, entendiendo que son
conceptos jurídicos, definidos en la ley.
Es así como la ley N° 19.300, sobre Bases Generales del Medio Ambiente, en su
artículo 2 establece una serie de definiciones, las cuales nos ayudan a aclarar el contenido
de este derecho. Los conceptos que analizaremos son: medio ambiente, medio ambiente
libre de contaminación y contaminación.
En la letra ll) de la ley citada se define el concepto de medio ambiente como “el
sistema global constituido por elementos naturales y artificiales de naturaleza física,
química o biológica, socioculturales y sus interacciones, en permanente modificación por la
acción humana o natural y que rige y condiciona la existencia y desarrollo de la vida en sus
múltiples manifestaciones”. Como vemos, ésta definición no es sencilla. Nuestro legislador
no considera el medio ambiente como algo puramente natural, ya que contempla elementos
artificiales dentro del concepto. Es decir, el medio ambiente no es solo el bosque del sur, el
desierto del norte, o la zona cordillerana donde encontramos flora y fauna salvaje, sino que
lo hace extensivo a nuestros pueblos y ciudades. Sin embargo, esta definición es muy
amplia para poder determinar el alcance de la protección de la Constitución. En términos
sencillos abarcaría todo lo que nos rodea. Para determinar lo que incluye este concepto,
debemos atenernos a la última frase del concepto: “que rige y condiciona la existencia y
desarrollo de la vida”. Es decir, donde hay vida, se debe proteger el medio ambiente.
Es por esto que se incluyen en el concepto de medio ambiente las zonas urbanas
(artificiales) porque estas condicionan la vida humana. Este concepto está en perfecta
armonía con lo que establece nuestra constitución, ya que como claramente señala, nos
asegura el derecho a VIVIR en un medio ambiente libre de contaminación; y la definición
de medio ambiente se acota con el elemento vida.
Esta definición es muy importante, ya que incluye elementos socioculturales. Es
decir, aparte del contenido bilógico natural y artificial, también agrega un valor cultural
intangible, como el patrimonio histórico creado por el hombre. Por ejemplo, ¿podría una
excavación minera paralizarse por el hallazgo de un cementerio indígena sagrado? La
5 respuesta a esta pregunta eventualmente la dará un tribunal, independiente de nuestras
posturas personales.
Ya definido medio ambiente, debemos analizar el concepto que nos da la
Constitución, que es medio ambiente libre de contaminación. La misma ley que define
medio ambiente, define en la letra m) de su artículo 2 medio ambiente libre de
contaminación como “aquel en el que los contaminantes se encuentran en concentraciones
y períodos inferiores a aquellos susceptibles de constituir un riesgo a la salud de las
personas, a la calidad de vida de la población, a la preservación de la naturaleza o a la
conservación del patrimonio ambiental”. Vemos que el concepto legal en análisis
concuerda con el que tenían los comisionados redactores de la norma constitucional, en
orden a que no puede haber un medio ambiente absolutamente incontaminado, no porque
no quieran, sino porque en la práctica es imposible lograrlo, y por esto se deben regular los
niveles de contaminación, estableciendo parámetros para vivir en un entorno adecuado.
Este concepto de medio ambiente libre de contaminación es muy exigente, ya que
vemos que es aquel en el que los contaminantes no constituyen un riesgo para la salud, y no
un riesgo para la vida. Si bien los conceptos de salud y vida están íntimamente
relacionados, distan mucho de ser sinónimos, ya que la vida es el supuesto para que haya
salud. Es decir, puede haber una vida insalubre, pero no puede haber salud sin vida. El
concepto en análisis requiere para detonar la protección constitucional, poner en peligro la
salud de las personas y no necesariamente la vida. Si consideramos que la contaminación
requerida para dañar la salud debe ser menor que la necesaria para matar, concluimos que
los niveles de contaminación referidos en la definición son bajos, y se requiere un mayor
cuidado del ambiente para cumplir con el requisito y que este se encuentre libre de
contaminación.
Pero como ya anticipé, no nos podemos quedar solo con estos dos conceptos para
determinar el contenido del derecho, debemos ir más allá y determinar que es
contaminación. La misma ley 19.300, en la letra c) del mismo artículo 2 señala que
contaminación es “la presencia en el ambiente de sustancias, elementos, energía o
combinación de ellos, en concentraciones o concentraciones y permanencia superiores o
inferiores, según corresponda, a las establecidas en la legislación vigente”.
6 Por lo tanto, relacionando estos tres conceptos podríamos decir que lo que nos
asegura la Constitución es vivir, desarrollarnos y establecernos en un entorno constituido
por elementos interconectados que pueden ser de naturaleza física, química o biológica y
sociocultural, con concentraciones de sustancias, elementos, energía o la combinación de
estos inferiores a las que permite la legislación, sin que pongan en peligro nuestra salud,
nuestra calidad de vida o la preservación de la naturaleza. Así lo definió también la Corte
Suprema anticipándose a la ley N° 19.300, el año 1985, en la sentencia caratulado “Plaza
Corvacho con Director de Riego de la Primera Región y Otros” estableciendo que medio
ambiente “es todo lo que naturalmente nos rodea y que permite el desarrollo de la vida, y
tanto se refiere a la atmósfera, como a la tierra y sus aguas, a la Flora y la Fauna, todo lo
cual conforma la Naturaleza, con sus sistemas ecológicos de equilibrio entre los organismos
y el medio en que viven. El medio ambiente se afecta si se contamina o si se altera de modo
perjudicial para el mejor desarrollo de la vida.”
3) Deberes del Estado:
Lo importante de la redacción del artículo 19 N° 8 es que este derecho no solo nos
otorga la facultad de proteger su contenido ante cualquier persona, incluso contra actos de
la autoridad, sino que impone deberes al Estado, lo que no es menor. Los deberes que le
impone son:
1) Velar para que el derecho no sea vulnerado. Este deber constituye un cuidado
preventivo, es decir, actuar antes de la vulneración de este derecho, en orden a
impedir que esto suceda. Para esto, el Estado dispone de variados mecanismos
de protección, como lo son las leyes, reglamentos y actos administrativos que
regulan las conductas que realizamos. Es importante destacar el carácter
preventivo de este deber, ya que una de las características de las formas de
impactar negativamente el ambiente, es que es muy difícil descontaminar,
limpiar o restablecer el medio ambiente de manera tal de dejarlo en las mismas
condiciones en que se encontraba antes de ser contaminado.
2) Tutelar la preservación de la naturaleza. El objeto de este deber es impedir que
nuestros recursos naturales se agoten, o se vean gravemente menoscabados. Es
preciso aclarar los términos que se utilizan en este precepto. La norma señala
7 que el deber del Estado es “preservar”, no conservar. A simple vista, no hay una
gran diferencia, pero el contenido técnico que tiene envuelta esa palabra es muy
importante. Preservar, a diferencia de conservar, se trata de cuidar y proteger de
forma paternalista la naturaleza, idealmente no alterarla en absoluto. Conservar,
en cambio, dice relación con la utilización racional de los recursos. Es decir,
preservar es no intervenir, y conservar es intervenir de forma sustentable, para
asegurar la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras. Vemos
de esta manera que el deber de tutelar la preservación de la naturaleza se hace
más exigente que el de conservar la naturaleza.
4) Bien jurídico protegido:
Se ha discutido mucho acerca de cuál es el bien jurídico protegido en esta norma.
Para analizarlo correctamente, debemos comenzar desglosándola desde el encabezado. Este
dice lo siguiente: “la constitución asegura a todas las personas:”. Sin mayor análisis es claro
que los derechos que se aseguran en este catálogo son derechos de las personas. Sin
embargo, esto no quiere decir que lo que protege uno u otro derecho sea solo y
exclusivamente la persona, sino que funciona más como una declaración de principios que
confirma que los derechos fundamentales nos pertenecen a todos por el solo hecho de ser
personas. En consecuencia, para determinar qué es lo que realmente protege el derecho
tenemos que sincronizar el encabezado junto con la norma, que si leyéramos todo junto
diría lo siguiente: La Constitución asegura a todas las personas el derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación (…). Este derecho en un principio es a VIVIR en
un medio libre de contaminación, lo que nos llevaría a pensar que la intención del
constituyente no es proteger el medio ambiente en sí, sino la vida que se desarrolla en él.
Pareciera ser que este derecho no posee autonomía propia, ya que si lo que protege es la
vida, y no estaríamos en presencia de un bien independiente al cual proteger, sino que sería
una reiteración del derecho a la vida.
8 Sin embargo, la idea antes planteada es rechazada por varios autores, y consideran
que efectivamente se protege al medio ambiente2. Esto porque para contravenir este
derecho y llegar a afectar la vida, es necesario en primera instancia contaminar el medio
ambiente. Es decir, sin daño al medio ambiente no habría daño a la vida, y ese es el
supuesto sobre el cual opera este derecho. Es decir, agrega un bien autónomo a proteger: el
medio ambiente. Por este motivo en doctrina (juristas expertos en la materia) se señala que
éste es un derecho de tercera generación3, ya que protege un bien jurídico colectivo, que no
le pertenece solo a una persona, sino a toda la nación.
Por lo tanto, es necesario “aterrizar” este término, porque ¿podría ser que un
habitante de la Patagonia chilena tenga el derecho de proteger las playas de Arica de la
contaminación de una termoeléctrica, siendo que dicha persona no vive en Arica, se
encuentra a miles de kilómetros de distancia, e incluso más, nunca ha pisado esa ciudad?
Esto sería un ideal, pero un ideal ecologista, no centrado en el derecho chileno. Si esto
ocurriera de esta forma, el medio ambiente sería todo y nada escaparía del recurso de
protección. Pero a la vez sería nada, porque no se podría concretizar el medio ambiente en
un elemento particular que nos permita ejercer correctamente el derecho a vivir en él
(recordar que el medio ambiente por sí solo no es titular de derechos). Esa persona de la
Patagonia no puede ejercer el derecho para proteger las playas de Arica, pero si lo puede
hacer un ariqueño.
Tampoco podemos solo considerar el ambiente privado, como nuestra casa, nuestro
trabajo o nuestro automóvil, ya que en ese caso el derecho a vivir en un medio ambiente sin
contaminar no estaría agregando nada nuevo a lo que sería el derecho a la propiedad
privada, y pasarían a confundirse ambos derechos. Entonces, el medio ambiente protegido
no es todo el mundo, sino aquel cercano a nosotros, el que nos afecta directamente y que
2
Bermúdez Soto, Jorge (2000): “El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación”, Revista de
Derecho (Universidad Católica de Valparaíso), artículo XXI. 3
Los derechos de primera generación son aquellos que protegen las libertades de las personas, como la
libertad ambulatoria o la libertad de conciencia. Los derechos de segunda generación son aquellos que
protegen las igualdades, como el derecho a la igualdad, o el derecho al acceso a la salud. Los derechos de
tercera generación son aquellos que protegen, por ejemplo, bienes jurídicos colectivos como el medio
ambiente. 9 condiciona nuestra existencia presente, y que la contaminación de ese entorno produzca
mediata o inmediatamente un impacto en nuestra calidad de vida.4
Así lo entendió la jurisprudencia en el caso caratulado “Albornoz con Sociedad
Maderera de Aysén” el 28 de diciembre de 1992, en el cual la Corte de Apelaciones de
Coyhaique se pronunció rechazando la alegación de la parte recurrente porque el hecho en
cuestión, la tala de árboles realizada por la maderera, no vulneraba su derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación, dado que dicha actividad por sí sola no contamina.
Agregó que en el supuesto de que así fuera, tampoco podría prosperar el recurso, puesto
que el derecho a recurrir de protección solo lo tiene quien es directamente afectado por el
hecho, concluyendo que los recurrentes no podrían interponer el recurso ya que ellos vivían
en San Bernardo y el hecho se produjo en Aysén.
5) Relaciones con otros derechos fundamentales:
Como sabemos, este derecho está dentro de un catálogo. Y entre los derechos que se
contienen en este catálogo, se producen relaciones entre todos. Dichas relaciones pueden
darse en sincronía o en oposición, es decir, hay derechos con los que la vida en un medio
ambiente incontaminado puede interactuar armónicamente como el derecho a la vida y el
derecho a la protección de la salud. Pero por otro lado hay derechos con los que puede
colisionar, como el derecho a la propiedad o el derecho al libre emprendimiento
económico.
La relación del derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación con el
derecho a la vida es íntima. Más aún, como señalé en párrafos anteriores, este derecho
protege principalmente la vida, en el supuesto que ésta se afecte mediante una
contaminación que esté concentrada en términos superiores a los establecidos legalmente.
El derecho a la vida está consagrado en el artículo 19 N° 1 de la Constitución, junto
con el derecho a la integridad física y psíquica. Sin embargo, definir derecho a la vida es
muy complicado. ¿Es el derecho a existir?, ¿el derecho a desarrollarnos?, ¿el derecho a
4
Concepto de medio ambiente adyacente del profesor Jorge Bermúdez Soto (2000): “El derecho a vivir en un
medio ambiente libre de contaminación”, Revista de Derecho (Universidad Católica de Valparaíso), artículo
XXI.
10 nacer? Como vemos la complejidad es tal que el derecho a la vida se confunde con la
persona misma, de manera que las personas tenemos derecho a la vida, pero antes, para ser
personas, tenemos que estar vivos.
Pero, ¿Qué vida nos garantiza la Constitución? Lo que hacen el resto de los
derechos de nuestra Carta Fundamental es ir agregando condiciones o cualidades a esta
vida que nos garantiza, ya que de no ser así, si solo tuviéramos vida sin especificación
alguna, podría ser una vida insalubre, sin educación o sin libertad. En este orden de ideas, el
derecho al acceso a la salud nos da la oportunidad de acceder a una ida sana; con el derecho
a la educación podemos tener una vida educada; y con el derecho a la libertad logramos
tomar nuestras propias decisiones. Lo que agrega el derecho a vivir en un medio ambiente
libre de contaminación es agregar un elemento a la calidad de vida: que es vivir,
desenvolvernos y establecernos en un medio ambiente libre de contaminación. Significa
que existamos en un entorno con una característica precisa y determinada: libre de
contaminación.
Otro derecho ligado íntimamente con el analizado es el derecho a la protección de la
salud. Es evidente que las condiciones de salud se ven afectada por la contaminación.
Ambas garantías tienen el mismo objeto: proteger la vida, no obstante que lo hagan
tutelando bienes jurídicos distintos.
6) Conflictos habituales con otros derechos:
Sin embargo, así como la garantía contemplada en el artículo 19 N° 8 de la
Constitución se relaciona de forma armónica con otras garantías, como las vistas
anteriormente, vemos que muchas veces colisiona con otras, como lo son el derecho de
propiedad o la libertad de emprendimiento económico.
Respecto del derecho de propiedad, antes que anda tenemos que entender que
protege tres facultades: uso, goce y disposición. El uso consiste en servirme de la cosa en la
forma que yo quiera. El goce que me brinda un bien no es otra cosa que la facultad de
aprovechar los frutos que genere la cosa, como las frutas de un árbol, o la renta del arriendo
de una casa. Finalmente la disposición es la facultad que me permite desprenderme del
bien, sea vendiéndolo, destruyéndolo, abandonándolo o regalándolo. En conclusión, ser
11 dueño de algo significa que nadie puede privarme del uso el goce y la disposición que
poseo sobre ellas de forma arbitraria o ilegal.
En ocasiones estas facultades del derecho de propiedad pueden colisionar con el
derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación, incluso actuando dentro de
las facultades que me otorga la ley. Un claro y evidente ejemplo es lo que ocurre con la
restricción vehicular en la ciudad de Santiago. El uso del auto es un hecho que contamina y
esa contaminación atenta contra el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación, contra el derecho al acceso salud y más importante aún, contra el derecho a
la vida mismo. Sin embargo, en la vereda opuesta, tenemos el derecho de propiedad, que
como bien sabemos nos protege las tres facultades antemencionadas. Entonces, ¿se ajusta a
la ley y la Constitución la restricción vehicular, siendo que vulnera el derecho de propiedad,
al limitarnos gravosamente la facultad de uso que nos garantiza el artículo 19 N° 24 de la
Carta Fundamental?
En este caso hay que ponderar los bienes jurídicos que entran en colisión. En el caso
de la violación del derecho a vivir en un medio incontaminado es muy grave, porque el
daño ambiental muchas veces es irreversible, al igual que algunas secuelas de las
enfermedades que afectan gravosamente la salud y la vida; y en el otro solo se afecta una
arista del derecho de propiedad, ya que si me limitan solo el uso del automóvil algunos días
en la semana, vemos que la privación del uso no es absoluta, es solo temporal y además no
es un daño irreversible al derecho de propiedad, dado que sigo siendo dueño del auto, y
puedo usarlo en otros momentos. Además, teniendo en consideración que existen otros
medios de transporte alternativos, vemos que no es una medida excesivamente gravosa la
de la restricción vehicular, y que no es opuesta a derecho. Así lo confirmó el Tribunal
Constitucional, en el fallo Rol 325, el año 20015.
Además, es necesario señalar que el derecho de propiedad se puede limitar por ley
en razón de la función social que la Constitución le reconoce. Es decir, como se señala en el
5
Señala en el considerando 46, que si bien el declarar inconstitucional el Decreto Supremo mediante el cual
se pretende implementar la restricción vehicular es formalmente correcto debido a la reserva legal, el Tribunal
solo por esta vez lo va a declarar constitucional (que se ajusta a derecho) ya que de lo contrario se produciría
un daño mayor que atenta contra la vida y la salud de las personas, y contra el contenido y los valores de la
Constitución. 12 inciso segundo del artículo 19 N° 24, solo la ley puede establecer limitaciones al derecho
de propiedad derivadas de la función social. La función social se entiende como un límite
intrínseco del derecho de propiedad, que como dice el profesor Cea Egaña, busca conciliar
el ejercicio del derecho por su dueño, con las necesidades de desarrollo de la sociedad y el
progreso humano en su conjunto6. El contenido de la función social comprende: los
intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad públicas;
y lo que nos convoca, la conservación del patrimonio ambiental. Como vemos, aparte de las
protecciones especiales que le asisten al derecho a vivir en un medio ambiente
incontaminado, goza de otro aún más específico referido solo al derecho de propiedad,
subordinándolo la conservación del patrimonio ambiental. Se colige de la norma que la
conservación del patrimonio ambiental implica mantener el medio ambiente libre de
contaminación, ya que si pretendemos conservar el medio ambiente contaminado, este se
verá notoriamente deteriorado lo que lo haría inútil para que nos albergue y para que
nosotros nos sirvamos de él.
Pero no solo se presentan confrontaciones entre el derecho a vivir en un medio
incontaminado y el derecho de propiedad. También se producen colisiones entre el primero
y el derecho al libre emprendimiento económico, consagrado en el número 21 del artículo
19. Esto ocurre porque en la práctica, las industrias que se dedican a producir bienes de
consumo, deben transformar las materias primas para confeccionar su producto. Esto
implica un proceso, el cual se orienta principalmente a hacer más eficiente la fabricación de
los bienes aludidos. Sin embargo, estas empresas producen un impacto en el ambiente, a
través de las llamadas externalidades. Estas externalidades pueden ser positivas, como
aquellas industrias que en su actividad indirecta generan un bien. Es el caso de una empresa
de turismo que crea un parque forestal privado. Para que ese negocio tenga éxito, va a tener
que mantener limpio el parque (el bosque). En oposición a este tipo de externalidades,
encontramos las negativas, por ejemplo, la contaminación que pueda producir una planta
termoeléctrica (aquellas que producen electricidad en base al calor producido por la quema
de carbón).
6
Cea Egaña, José (2012): Derecho Constitucional Chileno (Santiago, Segunda Edición Actualizada) Tomo II,
p 575
13 Es por esto que habitualmente, el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación colisiona con el derecho al libre emprendimiento económico. Sin embargo,
el libre emprendimiento económico, tiene sus propias limitaciones internas, que nos ayudan
a conciliar estos conflictos, ya que la norma que establece este derecho, si bien garantiza el
derecho a desarrollar cualquier actividad económica, establece a continuación que se deben
respetar las normas legales que la regula.
Existe en Chile la Ley 19.300, de Bases Generales del Medio Ambiente, la que
consagra medidas para evitar el impacto ambiental. En consecuencia, para ejercer el
derecho del libre emprendimiento económico, debo respetar la normativa medio ambiental
que la regula también.
Así lo han confirmado los tribunales de nuestro país, como lo señaló la Corte
Suprema en el caso caratulado “Correa con Comisión Regional de Medio Ambiente de
Valparaíso”, rol 1219-2009. La causa trata sobre la polémica central termoeléctrica
Campiche, ubicada en la localidad de Las Ventanas. En este caso, se interpuso un recurso
de protección para impugnar una resolución de la Comisión nombrada en el caratulado
(resolución exenta 448 del 9 de mayo del año 2008), por encontrarla arbitraria e ilegal
respecto de la garantía a vivir en un medio ambiente libre de contaminación. La resolución
impugnada aceptó los estudios de impacto ambiental presentado por la empresa
termoeléctrica, mediante la cual se autorizaba instalar la planta generadora de energía en un
lugar cuyo uso de suelo está restringido por ser una zona de peligro para el asentamiento
humano, razón por la cual se destinó exclusivamente para el desarrollo de áreas verdes y
recreacionales vinculadas a las actividades propias del uso de las playas. Además, en el
considerando décimo de la sentencia, se señala que el área en cuestión desde el año 1993 se
encuentra en un Plan de Descontaminación. Finalmente, en el considerando undécimo se
establece que la eliminación ilegal (referido a la resolución impugnada) del uso de suelo
para áreas verdes produce un detrimento evidente al entorno en que viven los recurrentes
(quienes interpusieron el recurso), vulnerando de tal manera el derecho a vivir en un medio
ambiente incontaminado.
Como vemos, la sentencia confirma el punto expuesto, de que el libre ejercicio de
una actividad económica, como es la instalación de una compañía generadora de
14 electricidad, se puede ver limitado por la normativa vigente que la regula, la cual puede ser
de carácter ambiental.
7) Protección constitucional del derecho:
¿Qué evita que los derechos consagrados en la Constitución sean realmente
respetados, y que no se transformen en simples declaraciones de papel?, ¿puede un
ciudadano reclamar su derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación?
En el caso de la gran mayoría de los derechos consagrados en la Constitución, los
que dicen relación específicamente con derechos que protegen bienes jurídicos que
aseguran libertades (estos son los llamados derechos de primera generación) gozan de una
acción constitucional que lo que busca es que la autoridad requerida tome todas las medidas
necesarias para proteger el derecho que está siendo afectado. Esta acción constitucional es
el recurso de protección.
Este recurso se consagra en el artículo 20 de nuestra Constitución. Establece en su
inciso primero que “El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra
privación, perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías
establecidos en el artículo 19 (…) podrá ocurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la
corte de apelaciones respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue
necesarias para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del
afectado…”. En consecuencia, este recurso nos protege tanto de hechos positivos como
negativos (omisión, no hacer nada). Pero el texto constitucional va más allá, y establece un
requisito: que los actos sean ilegales o arbitrarios. Que un acto sea ilegal quiere decir que
sea contrario a derecho, y a su orden normativo. En otras palabras, ser contrarios a las
leyes. Lo arbitrario es todo aquello que se opone a lo razonable, lo justo, al bien común. Es
decir, un acto arbitrario es aquel que proviene de la sola voluntad del infractor, sin ningún
fundamento lógico, que además produce un daño que conlleva una violación a alguno de
los derechos fundamentales. Cumpliendo con esto, se puede acudir a la Corte de
Apelaciones que corresponda, para que esta como autoridad de justicia proteja al afectado y
tome las medidas correspondientes para hacer que se respete el derecho.
15 El derecho en análisis tiene una normativa especial, establecida en el inciso segundo
del artículo 20, que se reformó el año 2005 con la ley 20.050, para darle mayor efectividad
a este recurso. Actualmente, dicha norma reza así: “Procederá, también, el recurso de
protección en el caso del N° 8° del artículo 19, cuando el derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación sea afectado por un acto u omisión ilegal, imputable a una
autoridad o persona determinada.” En similitud con el primer inciso de este artículo, se
protegen tanto actos como omisiones, es decir, abarca todo tipo de hechos provenientes de
una persona determinada. Sin embargo, se diferencia de las normas comunes al recurso de
protección en que no protege ante actos u omisiones arbitrarios, sino que solo lo protege de
actos u omisiones ilegales.
Además, se exige individualizar al infractor del derecho, ya que exige que la
conducta contaminante sea ejecutada por una autoridad o persona determinada. Esto trae
como consecuencia el conocimiento preciso de quién afectó mi derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación, lo que muchas veces es complejo. Por ejemplo, a las
orillas de un río se encuentran tres empresas que realizan la misma actividad, pudiendo o no
contaminar el agua. Si un agricultor que cultiva un predio río abajo en relación a las
empresas quiere interponer el recurso de protección por la contaminación del agua que
utiliza para regar, debe identificar precisamente cuál de estas empresas es la contaminante,
si es una sola, dos de ellas o las tres, lo que muchas veces es difícil de determinar. Otra
consecuencia de que se exija que el acto u omisión sea imputable a una persona
determinada, es que se excluye la posibilidad de exigir al Estado que se haga responsable
por la contaminación producida por un fenómeno natural, como la erupción volcánica.
No obstante lo anterior, vemos que nuestra Constitución no es neutra a la hora de
proteger el medio ambiente, ya que, aparte del recurso de protección, en la segunda parte
del inciso primero del artículo 19 N° 8, le impone el deber al Estado de velar para que este
derecho no sea afectado y el deber de tutelar la preservación de la naturaleza, y para
reforzar aún más la protección del medio ambiente, en el inciso segundo de la norma, se
faculta al Estado a restringir por ley algunos derechos determinados, especificando en que
consiste tal restricción con el objeto de proteger el medio ambiente.
16 Además de la protección constitucional, este derecho cuenta con otros mecanismos
legales para hacerlo cumplir. Para esto, la Ley N° 20.600 creó los Tribunales Ambientales.
Ante estos tribunales se puede interponer reclamos contra decretos supremos que
establezcan normas ambientales; demandas para obtener la reparación del medio ambiente
dañado; reclamos en contra de las resoluciones de la Superintendencia del Medio
Ambiente, entre otras reclamaciones contra procedimientos o actos administrativos.
Como hemos visto, el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación
se nos garantiza a todas las personas naturales por igual, protegiendo de esta manera la vida
de las personas, y también el medio ambiente como un bien jurídico que nos pertenece a
todos. Para brindar la debida protección al derecho, la Constitución impone deberes al
Estado y además nos brinda de una acción constitucional: el recurso de protección. Sin
embargo, el debido resguardo de esta garantía muchas veces acarrea conflictos con otros
derechos que establecen libertades a las personas, como el derecho al libre emprendimiento
económico, o el derecho de propiedad. Dichas colisiones muchas veces son difíciles de
resolver, ya que las condiciones sociales y económicas de la realidad del país no son las
óptimas, y es necesario destinar recursos humanos y económicos a satisfacer estas, antes
que proteger el medio ambiente.
Sin embargo, lo analizado en este informe está en constante evolución. Esto se debe
a que cada día se está tomando más conciencia del deterioro ambiental del que es víctima
nuestro territorio nacional y todo el planeta, llegando incluso la discusión a ser tan
importante como otras de índole social o económica.
17 Bibliografía
LIBROS:
CEA EGAÑA, José (2012): derecho constitucional chileno, tomo II (Santiago, segunda
edición actualizada) pp 311-322
GUZMAN ROSEN, Rodrigo (2010): la regulación constitucional del ambiente en chile
(Santiago, segunda edición actualizada) pp 37-69.
REVISTAS:
BERMUDEZ SOTO, Jorge (2000): “el derecho a vivir en un medio ambiente libre de
contaminación” revista de derecho de la universidad católica de Valparaíso, artículo XXI
(online),
disponible
en:
http://www.euv.cl/archivos_pdf/rev_derecho/rev_derecho_articulo_xxi.pdf
NORMAS:
Constitución Política de la República, 1980, artículos 1, 19 N°1, 8, 9, 21, 24; y 20.
Constitución de la República Portuguesa, 1976, artículo 66.
Ley N° 19.300, de bases del medio ambiente, artículos 2 letra c), m) y ll).
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