Armando Fernández Steinko Universidad Complutense de Madrid Fundación de Investigaciones Marxistas Ocho propuestas para un nuevo ciclo (espiriforme) de democratización en economía y empresa Por ejemplo área 4 Resumen: Nos encontramos en un momento de "cesura histórica". Esta afecta también a las estrategias de democratización económica y de la empresa. El modelo fordistakeynesiano ya no es capaz de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías. En esta ponencia se hacen ocho propuestas generales de algunas de las condiciones generales que habrán de configurar un nuevo ciclo de democratización en lo económico y lo empresarial. Estas propuestas son: El paso del "modelo secuencia" (primero producción, luego reparto de los frutos de la producción a un "modelo simultáneo" (producción, crecimiento y reparto al mismo tiempo). Esto pasa por una democratización fuerte de las empresas y por que las empresas tiendan puentes hacia su entorno social. La "desmercantilización parcial" de la satisfacción de necesidades debería formar parte de este proceso, así como la gestión participativa del tiempo desde dentro de las empresas. El vínculo entre lo micro (puesto de trabajo) y lo macro tenderá a ser cada vez más necesario así como la implicación subjetiva de los afectados. Medidas reformistas pueden desencadenar hoy dinámicas "rupturistas". ¡Error!Marcador no definido. "Sabemos, o por lo menos es razonable suponer que esto no puede seguir de la misma forma hasta el infinito. El futuro no puede ser una continuación del pasado y hay signos externos e internos, de que hemos alcanzado un punto de crisis histórica" (E. Hobsbawm) Nadie sabe cómo va a ser el próximo ciclo democratizador en lo . económico y lo empresarial. Nadie sabe siquiera si se va a dar dentro de un plazo asequible de tiempo. Pero con la experiencia histórica en la mano, el saber del presente y la creatividad que es menester, nos arriesgamos a adelantar ocho ideas que con cierto grado de certeza habrán de formar parte de él. Si es verdad que Hobsbawm no anda equivocado más nos vale que acertemos al menos en algunas de ellas. La sensación de que estamos al final de un ciclo histórico viene flotando en el aire desde 1989 a lo más tardar. Pero hay bastante poco de positivo aún que sirva para ir reuniendo argumentos. La mayoría de las propuestas son intentos de estirar modelos anteriores, casi siempre el keynesiano-fordista cuya dilatada vigencia da la falsa sensación de imperturbabilidad. Cuando el sociólogo alemán Ralf Dahrendorf hablaba en 1992 del "final de la era socialdemócrata" no estaba diciendo que los partidos socialdemócratas (tengan ese u otro nombre) no puedan seguir ganando elecciones. Está diciendo que la constelación económica, social y política que soportó tanto el Segundo como el Tercer ciclo están desapareciendo. La Guerra de Yugoslavia que fue librada precisamente por gobiernos socialdemócratas, es más que un acontecimiento puntual. Es sintomático de la evidencia de un vuelco histórico que ya venía avisando desde hace tiempo, de una "cesura" (Deppe). Dahrendorf hace la siguiente reflexión: "Todos los ingredientes del consenso socialdemócrata se refieren a los derechos ciudadanos en un mundo de bienestar material y social. Un estado fuerte y benevolente en un sistema democrático con sordina corporativa, una economía regulada políticamente pero orientada al mercado que es expuesto con cuidado y cojines de protección a las leyes del comercio mundial y de su sistema monetario; y una sociedad basada en la solidaridad, en derechos civiles y una progresividad fiscal que forma parte de una tendencia general al igualitarismo en un contexto liberal general". Lo que quiere decir Dahrendorf es que el proyecto socioeconómico keynesiano-fordista retocado con algunas gotitas del Tercer Ciclo1 ya no puede asegurar lo que aseguraba antes. Sus bases económicas, sociales e institucionales, incluso las bases internacionales y monetarias sobre las que reposó durante décadas y el intento posterior de romperlo por arriba se están disolviendo como la espuma. Aunque esto en España lo conocemos ya desde hace casi quince años (el modelo "por arriba" llega a España ya en su versión agarrada por la enfermedad y 1 El Primer Ciclo de democratización económica y de la empresa va de 1917 a 1924, el Segundo de 1944 a 1950 aproximadamente y se resuelve en el modelo keynesiano-fordista de expansión económica. El Tercero irrumpe hacia 1968 y sus efectos duran hasta la "Segunda Guerra Fría", es decir, hasta 1980. ¡Error!Marcador no definido. colisionando con la jóven tradición del Tercer Ciclo), no deja de ser novedoso desde una perspectiva histórica. La economía yo no es una ola que se deje domesticar un poco desde fuera, que se deje acariciar y cabalgar sobre sus lomos. Ahora la ola quiere ser mucho más grande, estar mucho más libre para moverse, ya no tolera interferencias. Ese es el meollo: la economía y la empresa se están desautonomizando otra vez con respecto a las personas y las sociedades. Estas ya no pueden desviar las olas sino sólo contemplar desde la rada como rompen contra un espigón quebradizo adentrado en el océano. Ahí van entonces los ocho puntos: 1. De lo secuencial a lo simultáneo El crecimiento y reparto ya no pueden seguir siendo secuenciales sino que tienen que ser simultáneos. El principio del beneficio privado no parece ya domesticable desde fuera por medio de la redistribución fiscal, sino que hay que domesticarlo desde dentro de la propia producción. El modelo secuencial ha "permitido multiplicar la riqueza de las naciones, pero no ha sabido distribuirla en beneficio de sus habitantes. Esto significa" continua E. Hobsbawm "que la distribución social y no el crecimiento es lo que tiene que dominar la discusión política del próximo milenio" (Hobsbawm). Cada punto adicional de crecimiento genera un aumento decreciente de democratización en su sentido integral (que es el que aquí nos interesa). "Tanto dentro de la izquierda política como de la derecha, se ha considerado que el problema del reparto tenía mejor solución forzando el crecimiento. Al final del siglo veinte, sin embargo, tenemos que constatar que esta no puede ser una solución de futuro para el siglo 21. Es verdad que en algunas sociedades ha disminuido el reparto desigual. Dentro del sistema tomado en su globalidad, sin embargo, ha aumentado espectacularmente el reparto desigual. Riqueza y pobreza han crecido como dos siameses juntos e inseparables. Esto no sería un problema si la globalización no hubiera transportado a todas las regiones del planeta el modelo de la 'buena vida' de las clases altas del Primer Mundo. Pero este modelo es inviable para una gran mayoría de la población mundial si no es emigrando a las zonas ricas" (Altvater/Mahnkopf). O también Bowles/Gintis: "El proyecto económico del mundo del trabajo y de la izquierda en general fue (...) primero y por encima de todo la distribución y el aumento de la capacidad adquisitiva y de demanda aliviando la penuria material. La tarea hoy tiene que ser la redistribución del poder mismo para así ir a un nuevo modelo democrático de producción y de distribución". Pero la cosa no puede seguir así. El desarrollo tiene que venir simultáneamente con el crecimiento, la democratización de la distribución tiene que ir de la mano de la democratización de la generación de riqueza, es decir de la producción y al revés. Nuestra propuesta es un camino intermedio entre el "crecimiento cero" como sostienen algunos economistas críticos y la noción crecimiento basado en la autonomía de la acumulación privada para luego repartir más o repartir menos. Para pasar de un esquema a otro no es suficiente con aplicar los indicadores económicos elaborados hacia 1940 para "medir" la expansión del sistema keynesiano-fordista (demanda, intercambio de bienes y servicios). Es imposible, creo yo, explorar otro modelo de crecimiento con ¡Error!Marcador no definido. indicadores que no hacen sino reflejar el antiguo. Estructurar y organizar de forma distinta el crecimiento es medirlo también con otras herramientas e indicadores. Sólo así se puede hacer "transparente" y por tanto pilotables las nuevas tendencias que pretendemos desencadenas. Los indicadores económicos no pueden reflejar una única lógica como hasta ahora, que es una lógica secuencial (la del aumento del consumo en términos monetarios una vez generado el crecimiento) sino que tienen que reflejar una pluralidad de ellas (calidad de vida, del trabajo, sustentabilidad ambiental etc.). Hay que ampliar los indicadores de rentabilidad monetaria con indicadores de rentabilidad social, ambiental, de calidad de vida y trabajo, participación, organización del tiempo etc. 2. Participación en la empresa y nuevas formas de "crecer" y "mejorar" Para que esto sea posible es necesario pasar de los macroeconómico y lo macrosocial a lo micro, a lo ceñido a la empresa. Para pasar del modelo secuencial al modelo simultáneo no vemos otra posibilidad que la de implicarnos a fondo en el problema de la democratización y la participación de/en la empresa. Producir y crecer de tal forma que ya desde un principio esto genere reparto y bienestar es un acto de "producción" de reparto y bienestar que además sólo puede ser dirigido por los propios productores. Pero para eso, decimos, es necesario democratizar la empresa, es decir, convertir a los receptores del crecimiento/reparto en los generadores del crecimiento/reparto. El saber técnico y empresarial necesario, la implicación personal necesaria, la participación necesaria para ir a la reconversión del modelo económico están cada vez más diseminados entre un número creciente de actores, son cada vez menos concentrables en los grupos de especialistas, gestores y tecnócratas. Por eso es que "sólo ampliando la democracia en la empresa es posible aprovechar las competencias de los empleados e imponer una regulación social y ecológica del cambio estructural" (Joachim Bischoff). 3. Tender puentes entre empresa y sociedad Nunca, ni en el mejor de los casos imaginables (la Suecia de los años setenta), la democratización de la empresa tuvo ella sola capacidad de generar la dinámica humana, social y política necesaria para "tirar" de toda la sociedad en un sentido democrático. Esto sólo se puede hacer vinculando producción y consumo, empresa y economía (local, nacional, e internacional). Los productores tienen que trabajar y participar no para su exclusivo beneficio intraempresarial en cuanto a empleados, sino también para su beneficio extraempresarial como ciudadanos, es decir, para el beneficio de toda la sociedad civil de la que ellos mismos forman parte. Sólo así puede llegar a ser posible vincular crecimiento y reparto porque sólo así la empresa no se medirá sólo en función de sí misma (más o menos rentabilidad, más o menos salario, más o menos seguridad en el empleo para sus trabajadores y la suma de todos estos indicadores es lo que se mide en el PIB), sino en función de lo que tiene a su alrededor, de las necesidades de la ciudadanía toda. ¡Error!Marcador no definido. Por eso es que no es posible ya volver al período anterior al Tercer Ciclo, no es posible abstraer de los contenidos concretos de lo que se produce, de los valores de uso, de la razón de ser de esta o aquella empresa. No es posible reducir la democratización a la categoría de "demanda" o "salario" o al reparto de resultados económicos. Los empleados todos tienen que empezar a cuestionarse los contenidos de su actividad en función de la finalidad social y ecológica, en función de patrones de consumo y formas de vida que son también las suyas propias (todo empleado es al mismo tiempo un consumidor). Si el modelo fordista está viejo en alguna de sus zonas es sobre todo en esta: en que no tendía puentes entre productores y consumidores. Ha llegado la hora de hablar de esos puentes y no para vender mejor los productos ("orientación al cliente"), sino para contribuir a la reconversión de las sociedades. "La producción no es un objetivo en sí: debe relacionarse con una reflexión organizada sobre lo que se espera de calidad de vida, de la 'vida buena' escribe Zariffian. 4. Limitar la mercantilización/capitalizando No nos parece posible seguir sobre la línea recta de la mercantilización/profesionalización como si esto significara automáticamente progreso medible en PIB por habitante, por ejemplo. La reconversión social y ambiental no se soluciona ya sólo haciendo más asalariados, más profesionales pagados (o no) con más impuestos. No se va a poder hacer produciendo a más escala para mercados cada vez más distantes, rompiendo los circuitos económicos locales basadas en la producción simple (agricultura tradicional, pequeña producción, prestación de servicios de proximidad), incorporándose más y más a la lógica de la competitividad, de la mundializada, de la capitalización etc. Aquí tiene que haber un cambio cultural radical en lo que significa "progreso", "mejora" y "bienestar" y en su vinculación a la idea del estado. "El movimiento obrero fuera socialdemócrata, fuera socialista o fuera comunista ha tenido durante décadas una fijación con el estado" (Horst Dietzel). Esto es una verdad como un templo que pudo tener su porqué en un momento, pero que ahora no puede seguir de la misma forma. Esto no significa que haya que eliminar el estado como proponen las teorías neoliberales de la "sociedad civil". Siempre habrá que conservar zonas desmercantilizadas para que los débiles puedan subsistir frente a los fuertes, por lo menos hasta que las diferencias desaparezcan. Pero además "socialización" no significa necesariamente "institucionalizar" porque el acto de institucionalización y delegación transgrede un o dos principios democráticos; el de la implicación subjetiva y el de la reducción de los cauces de delegación. Por eso es que se ha que invertir la espiral: más autoayuda, más solidaridad, más producción y consumo no mediatizadas por el beneficio privado (sector público) o incluso -ahí la novedad- no mediatizado necesariamente por el intercambio mercantil-salarial. El futuro lo vemos en que más tareas, más trabajo, más soluciones a los problemas concretos y cotidianos de las personas se den fuera de la relación salarial es decir, en el barrio, la familia, dentro del círculo de amistades, de asociaciones de autoayuda etc. Por eso tenemos que ir descartando de nuestras cabezas, con prudencia ¡Error!Marcador no definido. y pragmatismo, pero también con la urgencia y el realismo que exigen los tiempos que corren, la posibilidad de generar más reparto y bienestar sólo mercantilizando, asalarizando, profesionalizando y financiando con más y más impuestos la prestación de más y más servicios. La cadena monetarización-profesionalización-capitalización etc. como mecanismo de satisfacción necesidades sociales y ecológicas no es suficiente. Hay que ir reduciendo "el campo donde pueda manifestarse la racionalidad económica es decir, la lógica del mercado y del beneficio" (A.Gorz). Insistimos que esto no sólo afecta a los sectores "desmercantilizados" en el período fordista (sanidad, educación) que hay que seguir resguardandos del principio del beneficio privado (una tarea nada fácil en estos momentos). La "sociedad salarial", incluso en el caso de que pueda llegar a estar razonablemente regulada, no es capaz por sí misma de generar la dinámica democratizadora necesaria. No sólo debido a la crisis fiscal del estado (no hay dinero para pagar todos los servicios profesionales requeridos por la comunidad), sino por la complejidad y la autonomía que ha de conservar la sociedad civil y también porque desactiva una serie de principios democráticos que resultan imprescindibles para asegurar la continuidad de la dinámica democratizadora. Una sociedad compleja es inimaginable sin una forma o de otra de monetarización pero monetarizar-asalarizar-profesionalizar no es siempre sinónimo de prosperidad. A veces son sinónimo de todo lo contrario. Hay muchas cosas que se hacen peor si interviene la remuneración y la profesionalización que si no interviene. Muchos servicios que ahora se compran en el mercado (hacer la comida, cuidado de los niños) o que son prestados por profesionales (algunos servicios sanitarios, de cuidado de ancianos, ayudas domésticas etc.) los puede aprender a hacer uno mismo mucho mejor. Esta "desespecialización" la conocemos en España mejor que en otros países pues aquí existen comparativamente más espacios, (que tienen a ir en aumento a medida en que se desmonta el precario sector público) donde no interviene el intercambio mercantil o el recursos del estado. En la mayoría de los casos a costa del desarrollo persona y profesional de las mujeres. En fin, que "la política (económica) no puede contentarse con corregir y regular el funcionamiento del mercado mediante controles estatales y servicios financiados por el estado. Esta política debe favorecer el desarrollo de una esfera de socialización vivida, hecha de formas de cooperación voluntaria auto-organizada y de intercambio no comerciales, no monetarios. Debe favorecer el control social del mercado por los ciudadanos mismos asociados y no únicamente por las administraciones públicas. El problema de qué debe ser producido y cómo, el de las prioridades sociales, de los modos de vida, todo esto es hoy día decidido por tecnócratas, hombres de negocios y banqueros (...) es necesario ir a una cultura de la discusión pública en asociaciones, de sindicatos, de movimientos, de audiciones públicas y de asambleas electas al igual que la consideración de los criterios en que los tecnócratas y los dirigentes de empresas normalmente no piensan" (idem). Le agradecemos a André Gorz estas frases porque ilustran muy bien lo que aquí queremos subrayar, que todo ha de quedar relacionado para que la cosa coja ritmo y dinámica, que nuestras propuestas tienen a resolverse en un movimiento en espiral: el ¡Error!Marcador no definido. siglo veintiuno requiere de la transición de un modelo secuencial a un modelo simultáneo. Esto requiere de la democratización de la empresa. Por su parte el problema de los valores de uso demandan de un intercambio fluido entre empresa y sociedad, entre formas de producción y formas de consumo. Cierta desmercantilización y desprofesionalización ha de contribuir a desvincular la satisfacción de las necesidades de la sociedad salarial pública y/o privada y, por tanto, del crecimiento. Pero hay un eslabón que falta para que la espiral empiece a funcional como un sacacorchos. Porque ¿cómo hacer materialmente posible que una sociedad civil tienda a definir y solucionar sus propias necesidades?. Respuesta: tiempo, falta tiempo, toneladas de tiempo. Falta el eslabón de la gestión democrática del tiempo. 5. El broche dorado: la gestión participativa del tiempo desde dentro de la empresa Las personas necesitas tiempo para implicarse, socializar, autoayudarse. Sólo así pueden desarrollar tareas y actividades que ahora subcontratan. Lo hacen por varios motivos, pero básicamente porque ellos mismos no tienen tiempo para hacerlas y porque tienen dinero para pagar para que otros las hagan por ellos. También esto queda recogido en varias publicaciones y propuestas recientes de forma que no vamos a entrar en ellos. Aquí, lo que nos interesa, es dejar constancia de que la gestión participativa del tiempo sólo se puede organizar desde dentro de las empresas, con lo cual volvemos al problema de su democratización interna y su vinculación con la esfera reproductiva. La única forma de organizar los tiempos de forma que alimenten la espiral democratizadora, la única forma de que las relaciones no basadas en el intercambio monetario vayan penetrando en el tejido social, de que mejoren las condiciones de trabajo y de vida, es ampliando sustancialmente los tiempos que pueden dedicar los ciudadanos/as a las tareas de autoayuda, autoprestación de servicios, intervención en la vida social, mejora del barrio. Pero el tiempo hace falta también para poder participar en el trabajo, razonar sobre el sentido de lo que se hace y proponer nuevas formas de hacer, nuevos productos y nuevos servicios. Sin tiempos adaptados a los ritmos vitales y sociales de la gente, a los trabajos de calidad que requiere la reconversión social y ambiental, no gira el sacacorchos con su movimiento en espiral en un sentido beneficioso para las mayorías. Sin tiempo, la reducción de los gastos sociales irán a costa del reparto no equitativo de las tareas reproductivas entre los sexos (cuidado de los niños, de la casa, de los amigos y familiares que necesitan ayuda etc.: esto es lo que está pasando ahora). Sin tiempo las necesidades no cubiertas por el estado tendrán que ser compradas porque alguien tendrá que hacerlas (cuidado de los niños, limpieza, cocinar, formas de ocio). Pero esto obliga a ganar más para poder gastar más, lo cual consolida la sociedad salarial, el alargamiento de los tiempos de trabajo a costa de los tiempos de no trabajo, obliga a que las empresas en las que uno trabaje sean más y más rentables y productivas por encima de todo para que sus empleados puedan ganar más salario y así tener más dinero para pagar a la señora que cuida los niños, al fontanero que arregla las cañerías, el parque acuático sobre el que las personas se abalanzan para "aprovechar lo más posible el tiempo libre" y al payaso que le alegra los cumpleaños de los retoños porque uno mismo ya no sabe qué es lo que les gusta a los propios hijos. Los propios hijos que no se ¡Error!Marcador no definido. conocen por falta de tiempo. Cuando hay que ser rentables por encima de todo y así poder financiar la falta de tiempo propio, volveremos a la espiral fordista del beneficio privado-crecimiento que no sólo nos quita aún más tiempo, sino que además nos quita la posibilidad de participar en la empresa para otra lógica que no sea la de la obtención del máximo beneficio en el menor tiempo posible. Esto sería como volver a "despluralizar la lógica empresarial y la lógica del trabajo". La espiral se moverá, pero en sentido justamente inverso al que queremos para sacar el corcho de la democratización. Pero que quede clara nuestra posición: la política de gestión del tiempo (su reducción, su adaptación a los ritmos "naturales" de vida de las personas a los ritmos de reproducción de la naturaleza) no puede ir contra, frente o al margen de la empresa, sino partir de ella, de la organización participativa del mundo asalariado. Hoy, la "democracia industrial" o "democracia en la empresa" se desinfla como un globo si no tienen en cuenta el problema del tiempo. Pero el objetivo de democratizar la gestión del tiempo se quedan en bonitas palabras si no se ataca participativamente desde el interior de las empresas. 6. No hay micro sin macro y no hay macro sin micro Por tres veces en un siglo la situación internacional ha influido decisivamente sobre la democratización económica y empresarial. Esto en su sentido positivo (revolución en Rusia, guerras mundiales que obligan a los estados a hacer concesiones democratizadores en las empresas, relajo en el conflicto este-oeste o en parte existencia de "otra sociedad" que representa un reto). Pero también negativo (Primera y Segunda Guerra Fría, globalización financiera en los años ochenta y noventa, guerras que orientan a las sociedades hacia un único objetivo). Si tenemos en cuenta que hoy la internacionalización y la interdependencia de los países es aún más grande que hace diez años (aunque no menos conflictiva), que a nadie le quepa la menor duda de que esta relación entre lo global y lo local se va a seguir dando. Quien hoy quiera plantear mejoras en la participación económica y empresarial sin mirar de frente la economía global se recocerá en una ficción sin futuro, en estériles ejercicios de buena voluntad. Atizar con políticas y posicionamientos una situación económica internacional pretendiendo al mismo tiempo generar espacios democráticos dentro de las empresas y todo lo que esta conlleva, nos parece una empresa inútil. Esto afecta de lleno a todo lo que hemos dicho hasta ahora. El sacacorchos se moverá en un sentido democrático si se reconstruyen los tiempos, pero también los espacios necesarios para que fructifique la participación. Pero esta adaptación de tiempos y de espacios significa hoy alterar las condiciones económicas internacionales dominadas por los tiempos y los espacios impuestos por la globalización financiera. En el capítulo que sigue veremos esto con más detalle. ¡Error!Marcador no definido. 7. La implicación subjetiva hoy aún más que nunca Otra de las grandes enseñanzas del Tercer Ciclo, pero también de los dos anteriores, es que sin una reducción sustancial de los cauces de delegación y sin unas condiciones que impliquen más a los ciudadanos, no va a ser posible mover la rueda de la democratización. Ninguno de los Tres Ciclos que han conocidos el Siglo Veinte habría sido posible sino la participación activa y masiva de los ciudadanos y de los trabajadores. Tal vez lo nuevo sea hoy que esta participación activa tiene que convertirse en una realidad estable, continua, ininterrumpida si se quiere progresar en lo democrático. El aumento de los niveles de instrucción de la población activa y los procesos de individualización o mejor de "dispersión de trayectorias vitales" (esto es mío) apuntan en este mismo sentido. No son ya sólo las decisiones políticas y administrativas, sino también las decisiones económicas y empresariales las que tienen que seguir el "principio de subsidiariedad" que tan de moda se está poniendo últimamente. Las decisiones han de ser tomadas ahí donde se encuentran los afectados por ellas y lo mejor sería que fueran ellos mismos los que las tomaran. Aquí puede ser que tengamos que hablar de una verdadera revolución en las formas de entender la democracia económica y en la empresa, un cambio dentro del cambio. Ni los consejos económicos y sociales, ni los proyectos de fondos de inversión ni ninguna otra institución de intervención democrática en la economía y aún menos en la empresa pueden ignorar o trivializar este punto. Hay que vivificar la participación continua, diaria e implicada de toda la sociedad civil. "Creo no ir muy lejos cuando digo que nos podemos ahorrar todas las discusiones sobre la posibilidad de transformar las relaciones de producción capitalistas y patriarcales, sobre formas de propiedad y socialización, si todo esto no se refleja en las experiencias subjetivas de los actores sociales, es decir, de los asalariados y las asalariadas. en el proceso de trabajo concreto, en el propio puesto de trabajo y en la cotidianidad del trabajo". Así de claro. El estado sigue siendo insustituible para democratizar la economía y la empresa. Pero lo conseguirá sólo si consigue implicar a los ciudadanos en la gestión de sus propios menesteres, sólo si consigue reducir los eslabones de delegación. Por eso hoy más que nunca parece inviable que exista un estado o cualquier otro organismo2 que tutele o emancipe "desde arriba. Ya no hay margen para una política de tutelas. "No puede haber democracia sin una sociedad civil mucho más consistente, que incluya un conjunto de actividades públicas autoorganizadas, reconocidas y protegidas por el estado" (John Keane). 8. Enlace entre reforma y ruptura Una de las grandes equivocaciones del Tercer Ciclo (también del Primero) fue el enfrentamiento entre reforma y ruptura. Hoy sigue siendo aún más inútil que antes. Tal 2 Por ejemplo la ONU. Hay ya muchas experiencias negativas de prestación de servicios públicos sin partir de la participación de los implicados que han acabado en fracasos y ruinas económicas. ¡Error!Marcador no definido. y como están hoy las empresas, con el nivel actual de interdependencia y socialización, una pequeña reforma como la alteración del precio de un input energético puede generar en cascada de cambios más profundos. Esto facilita los cambios pero también los hace más complejos, implica a más personas, áreas, más conocimientos. Cuando un edificio es muy complejo, la falta de un ladrillo puede hacerlo tabalearse. Cuando es simple, es necesario cambiarlo todo para cambiar algo. Hace viente años la Tasa Tobin podría ser una operación cosmética dentro de la maraña de la mundialización financiera. Hoy puede convertirse en un revulsivo fundamental que desencadene largas cadenas causales, espirales de cambios. Al propio Tobin, un economista conservador, sigue resultándole inverosímil cómo es que su Tasa se puede haber convertido en la bandera de un movimiento nada conservador. Pues la explicación es esa: reforma y ruptura se encuentran hoy muy próximas entre sí. Ejemplos como este hay muchos, por ejemplo en el mundo del trabajo y de la organización interna de los procesos productivos: cambios relativamente pequeños, como los grupos de trabajo pueden servir para ir una pluralización de las lógicas empresariales. La condición es que se sepan, se entiendas y se exploren para un proyecto más amplio de cambio social y empresarial. La condición es siempre que haya una cierta perspectiva, que no se reduzcan los cambios graduales a su dimensión técnica. Pero para ello han de implicar a las personas directamente, etc. etc. (volvemos al principio). ¡Error!Marcador no definido.